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CARLOS ALBERTO GONZÁLEZ SÁNCHEZ

HOMO VIATOR,
HOMO SCRIBENS
Cultura gráfica, información y gobierno
en la expansión atlántica
(siglos XV-XVII)

Marcial Pans Historia


2007
«Lo que escribo no son mis hazañas, soy yo
mismo, es mi esencia».
Michel de Montaigne

«Lo que se escribe es mucho más de mirar que


lo que se habla, porque la escritura queda y da
siempre testimonio».
San Ignacio de Loyola

«Todo descrubrimiento es un deseo y todo


deseo una necesidad. Inventamos lo que descu-
brimos, descrubrimos lo que imaginamos. Nues-
tra recompensa es el asombro».
Carlos Fuentes
ÍNDICE

Pág.

INTRODUCCIÓN 13
CAPÍTULO 1. EXPERIENCIA Y COMUNICACIÓN 31

Testigo del tiempo 31


Ver cosas nunca oídas) ni vistas, ni aun soñadas................................ 37
Los cauces de la memoria................................................................. 42
Insólito y extraño. Herencia y novedad........................................... 47
Ver, oír, escribir..... 58
CAPÍTULO lI. GRAFÍAs PARA LA ETERNIDAD....................... 79

Mérito y premio... 79
Las secuelas del infortunio............................................................... 82
Peligrosa novedad...................................... 93
La quimera del deseo 95
Que el yerro se perdone 104

CAPÍTULO lII. LA CONQUISTA DE LA INFORMACIÓN....... 113


El fin de las incertidumbres 113
El poder de la escritura, las escrituras del poder 123
El rumbo de la historia..................................................................... 133
Orden y discurso 141
CAPÍTULO IV. CARTAS POR DOQUIER..................................... 151

La priesa del correo............................................................................ 151


El ímpetu de la norma...................................................................... 156
12 Índice

Pág.

La precariedad indígena................................................................... 167


Trato y correspondencia..................................................................... 171

CAPÍTULO V. VIAJE, IMAGINARIO Y ESCRITURA................. 181


INTRODUCCIÓN
Señas de solemnidad 181
A la vista de todo 184
Creencias mágicas, usos diabólicos.................................................. 189
Civilización y barbarie...................................................................... 195

CAPÍTULO VI. CIELO E INFIERNO. LIBROS Y LECTURAS. 203 El descubrimiento y conquista de nuevos mundos fue uno de
Una práctica común 203 los grandes acontecimientos del Renacimiento, una época de cam-
Ejercicio oportuno y pacífico 206 bios impactantes, entusiasmada con sus invenciones, deseosa de
Vituallas clericales 221 novedades y de saber más liobre el universo 1. Aquella promoción
En aras de la complicidad 226 de Occidente, una ofensiva frente al Oriente, desencadenó una
Guías viajeras 231 inusitada curiosidad hacia lo alejado, exótico y desconocido, los
La mirada del otro 248 móviles que hicieron posible la ruptura de unas fronteras geo-
gráficas, hasta entonces insalvables, en las que los antiguos pro-
COLOFÓN ............................................................................................ 253
yectaron un cúmulo de anhelos, esperanzas y miedos. Descubrir
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA ............................................................ 255 era viajar, un proceso vital que ofrecía a su artífice la posibilidad
de presenciar y conocer el mundo exterior, al menos desde una
Fuentes.............................................................................................. 255 percepción individual o subjetiva que, a la vez, experimenta la
Bibliografía 262
inevitable transformación mental inherente al contacto con reali-
ÍNDICE DE NOMBRES ...................................................................... 273 dades al margen de lo cotidiano. Por ello, rebasar los límites entre
lo cierto y lo dudoso, entre lo real y lo imaginario o mítico, des-
de el siglo XIII se había convertido en una de las grandes aspira-
ciones de unos hombres que, gracias a los griegos, apreciaron el
asombro como el principio del conocimiento. Más allá de los abis-
mos, del agua y de la tierra, estaban los tesoros, monstruos y pro-
digios que durante tanto tiempo los clásicos, sin llegar a verlos
nunca, recrearon y soñaron; un paraíso, pero en esta vida, de bon-
dades imperecederas capaz de colmar la permanente escasez de
una existencia presa de un piélago de miserias espirituales y mate-
riales.

1 Este libro se ha realizado dentro del Proyecto I+D HUM2005-C07069-C05-


05HIS (La ciudad letrada en el mundo hispánico de los siglos XVI y XVII: discursos y
representaciones) financiado por la Subdirección General de Proyectos de Investiga.
ción del Ministerio de Educación y Ciencia.
14 Carlos Alberto González Sánchez Introducción 15

Quiso la fortuna que fuesen los modernos los que surcaran la «Mis escritos en cambio, incultos, inútiles y triviales, que ade-
divisoria de los mares y contemplaran semejante espectáculo de la más de servir de cantera a los escritores de la posteridad no han
creación divina, pleno de unas fantasías y riquezas diferentes a las de pasar inadvertidos, permanecerán para siempre» J.
difundidas por la tradición. El orgullo de la proeza les hizo verse
superiores a sus antepasados, encomiar su presente y acariciar un La escritura -mediadora entre los procesos mentales y las
futuro prometedor en el que tendrían solución grandes escollos acciones de los individuos- vino a ser el remedio de las insidias
vitales, arcanos y enigmas. Intrépidos viajeros fueron los héroes de de la oralidad, el instrumento de la representación de secuencias
la hazaña, gentes de astucia e ingenio sin parangón, con un rau- que se ven muy lejanas en el espacio y en el tiempo. Ya a princi-
dal de voluntad y temeridad, para las que la adversidad de las dis- pios del siglo XVI Comelio Agripa argumenta que «la expresión últi-
tancias, de los medios de transporte coetáneos y de la geografía ma de la mente es la escritura», y de la voz, la palabra, la oración
encontrada en los nuevos confines no conllevaron trabas insupe- y el lenguaje; en consecuencia, concluye «lo que no se expresa tam-
rables. El viaje, en suma, está en la génesis de la expansión poco se escribe» 4. Estas perspectivas intensifican la subjetividad y,
europea, un empeño, según S. Gruzinski, de los agentes de la al mismo tiempo, como señala C. Ginzburg, exhiben todos los obs-
movilización universal inaugurada en el Renacimiento, que los con- táculos propios de la distancia intelectual frente a la proximidad o
virtió en unos prominentes e internacionales mediadores cultura- la identificación emotiva 5. El distanciamiento, el temporal más que
les o pa-sseurs culturels de la globalización o mundialización que el espacial, siempre acrecienta la admiración y estima hacia los suce-
iniciaron los países ibéricos 2. sos vividos.
La curiosidad, las ansias de cosas diferentes, ventura y gloria Los que pudieron, pues, a partir de apuntes tomados in situ o
duradera, más los deseos de poner en fuga la trivialidad cotidia- del recuerdo sin más, dejaron por escrito sus vivencias y memorias
na son los fundamentos prioritarios del homo viator renacentista. personales de unos hechos insólitos y extraordinarios, unos relatos
La experiencia de unos, los primigenios, contagia a otros; muchos, autobiográficos sui generis, aunque selectivos, que los entendidos
a la vuelta de unas jornadas propias de encantamientos y hechi- en la materia denominan «ego-documentos» o «discursos de vida» 6;
zos, contaron lo que vieron, aunque se dieron cuenta de que la las fuentes de unas posibles connected histories que vinculan dos
palabra es huidiza y manipulable. No fija ni guarda nada en la mundos diferentes y conectados a la vez, un magnífico cauce para
memoria ajena y, desvirtuada, se pierde en el eco de la eternidad. la tan demandada y polémica historia comparativa 7. Esta práctica
Decía San Ignacio de Loyola que lo que se escribe interesa más
que lo hablado, queda y siempre da testimonio; y el humanista
milanés, llegado a la Corte de los Reyes Católicos, Pedro Mártir J ANGLER1A, Pedro Mártir de, Epistolan'o, ed. de J. LóPEZDETORO,Madrid, Docu-
de Anglería: mentos Inéditos para la Historia de España, 1953, epístola 28, vol. 1, p. 37.
4 CORNELIO AGRlPA,Enrique, Filosofía oculta. Magia natural, ed. de B. PASTOR,
Madrid, Alianza, 1992, p. 270.
5 GINZBURG, Cario, «Distancia y perspectiva. Dos metáforas», en Ojazos de made-
ra. Nueve reflexiones sobre la distancia, Barcelona, Península, 2000, pp. 183-206.
6 Un buen y reciente estado de la cuestión sobre este tipo de documentación, de
2 Las ideas de S. GRUZINSKI han sido una guía e inspiración fundamentales en la
sus avances metodológicos y posibilidades historiográficas, lo tenemos en el dossier,
recreación de ,estas premis~s; sobre to.do ~u. ~timo libro: Les quatre parties du mon-
dirigido por James AME1ANG,<<Dela autobiografía a los ego-documentos: un forum
de. Hzstozre d une mondzalzsatzon, Pans, Editlons de la Martiniere, 2004. No estaría
abierto», Cultura Escrita & Sociedad, núm. 1, 2005, pp. 15-122. Al igual, muy clarifi-
de más volver a recuperar a un gran teórico, a quien tanto debemos de la comuni-
cadores son los ensayos de Antonio CASTILLO GÓMEZen su último libro, Entre la plu-
cación y la globalización como es McLUHAN,Marshall, La galaxia Gu;enberg. Génesis
ma y la pared. Una historia social de la escritura en los siglos de oro, Madrid, Akal,
del h~mo typographicus, Ba~celona, Círculo de Lectores, 1998. En otro trabajo ya me
2006.
ocupe de los efectos de la unprenta en esta eclosión planetaria: Los mundos del libro.
7 Véase SUBRAHMANYAM, Sanjay, «Connected Histories: Notes toward a reconfigu-
Medios de dzfusión de la cultura occidental en las Indias de los siglos XVIy XVIISevilla
Universidad de Sevilla, 1999. ' , ration of Early Modem Eurasia», en V. LlEBERMANN (ed.), Beyond Binary Histories. Re-
imagining Eurasia to C. 1830, Ann Arbor, The University of Michigan Press, 1997,
16 Carlos Alberto González Sánchez Introducción 17

les ayudó, a ellos en primer lugar, y a los demás, a aprehender la Tierra y estructurar los imperios coloniales de la Modernidad 8.
unas tentativas fabulosas y difíciles de asumir con el utillaje men- Aunque no menos determinante, en una época preindustrial, fue
tal y los referentes simbólicos de los que disponían. El escrito, así, la, a nuestros ojos, impresionante y diligente circulación jamás vis-
revela, certifica y garantiza la verdad individual de lo sucedido, ta de hombres y noticias a escala planetaria, el principio de la mun-
perpetuándola a la vez en la conciencia infinita de la comunidad. dialización actual 9. De ahí que Pedro Mártir, el primer historiador
Los viajeros (heroicos descubridores, conquistadores, guerreros, de lo que él denominó Nuevo Mundo, sin moverse de España y
mareantes, pasajeros, mercaderes, agentes del rey y de la Iglesia) gracias a las nuevas que recibía de los acontecimientos ultramari-
de esta manera se autoafirman, se exaltan y hacen valer sus adver- nos, tuviese la impresión de «estar recorriendo el mundo entero»,
sos avatares y el fruto de sus arriesgadas iniciativas para, a la lar- e imaginar «ser en la Corte un ciudadano universal, porque aquí
ga, obtener reconocimiento, fama y premio en el presente y en la estudio a fondo cuanto sucede en la redondez de la Tierra» lO.
posteridad.
Este fenómeno precipita en el mundo ibérico una sucesión inin-
Escribir el viaje fue una decisión personal de sus ejecutores,
terrumpida de descubrimientos y, acto seguido, una expansiva
mas también una obligación que impuso el gobernante a quienes
dominación militar, política y económica en el mundo. No de
emprendieron acciones variopintas bajo su tutela, entre los que van
menor impronta fue la acumulación de nuevos saberes e informa-
a desen:tpeñar una misión esencial navegantes, militares, religiosos
ción, de todo tipo y origen, y el tráfico continuo de seres, objetos,
y mercaderes. Las autoridades, ante unos sucesos demasiado dis-
mercancías y creencias ll. Gruzinski, en semejante movilización uni-
tantes y fuera de su control inmediato, pronto asumieron el valor
de la escritura como vía de una información más o menos siste- versal, además distingue consecuencias de gran impacto como la
mática e indispensable para un ejercicio del poder de mayor efi- generalización de mestizajes vinculada con el tránsito de conoci-
cacia y centralización. Por ello desde el principio los reyes y demás
mandatarios exigieron a los que viajaban a sus órdenes puntuales
relaciones o memorias escritas y verificadas de cuanto acaeciere, 8 Una investigación de este cariz, con óptimos resultados, pero referida al Medi-
oyeren y vieren durante el desarrollo de las empresas estipuladas. terráneo es la que lleva a cabo SOLA, Emilio, Los que van y vienen. Información y fron-
Esta decisión regia dio lugar al trasiego, en una u otra direc- teras en el Mediterráneo clásico del siglo XVI, Madrid, Universidad de Alcalá de Hena-
res, 2005; e ID., «Espionaje, información y cultura. Literatura de avisos en la época de
ción, de cartas, crónicas, informes, relatos, memoriales, órdenes, Cervantes», en M. CASADO,A. CASTILLO,P. NUMHAUSERy E. SOLA (eds.), Escrituras si-
mapas y una documentación diversa entre el Viejo y los nuevos lenciadas en la época de Cervantes, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 2006,
mundos; una suerte de incipiente globalización informativa capaz pp. 19-37. Muy sugerente es, del mismo mo~o, el ensayo de ~~INERO, Gregoire,.:<Mobi-
lité et identités dans les études de la relatlon Espagne-Amenque (XVI"-XVIII"slecles)>>,
de menguar las incertidumbres de las decisiones, consecuentes y
en G. SALINERO(comp.), Mezclado y sospechoso. Movilidad e identidades, España y Amé-
oportunas, que un correcto ejercicio de la política exigía. En lo rica (siglos XVI-xvm), Madrid, Casa de Velázquez, 2005, pp. 3-22.
sucesivo comprobarían incluso que el dominio y monopolio de 9 Para el caso portugués contamos con el trabajo de RUSSELL-WOOD,John, The
estos instrumentos gráficos noticiosos sería una de las armas de Portuguese Empire, 1415-1808. A World on the Move, Manchester, Carcanet, 1992.
Más conciso y general es el de MORO, Rafael1e, «Viajes y movilidad en los «discursos
mayor efectividad en el sometimiento y asimilación de las tierras y
de vida" y en las autobiografías en el mundo hispánico (siglos XVI-xvnr)>>,en S. O'PHE-
poblaciones autóctonas halladas al otro lado de los océanos. LANY C. SALAZAR(eds.), Passeurs, mediadores culturales y agentes de la primera globa-
Los europeos del Quinientos, gracias al enorme cúmulo infor- [ización en el Mundo Ibérico, siglos XVI-XIX, Lima, Pontificia Universidad Católica del
mativo que lograron reunir de los novedosos continentes, de las Perú, 2005, pp. 107-126. También AREs, Berta, y GRUZINSKI,Serge (coords.), E~tre d?s
mundos. Fronteras culturales y agentes mediadores, Sevilla, Escuela de EstudIos His-
abismales fronteras superadas, pudieron imponer su hegemonía en pano-Americanos, 1997; y LOUREffio, Rui M., Y GRUZINSKI,Serge (eds.), Passar as fron-
teiras, JI Coloquio Internacional sobre Mediadores Culturais, séculos xv a XVIII, Lagos,
Centro Gil Eanes, 1999. .
10 ANGLElÚA,Pedro Mártir de, Epistolario, op. cit., epístola 188, vol. 1, p. 356.
pp. 289-315; e ID., I:Empire portugais d'Asie, 1500-1700, París, Maisonneuve et Laro- 11 Estas proposiciones las hace comentando al filósofo alemán SWTERDIJK,Peter,
se, 1999. La mobilisation infinie, París, Christian Bourgois, 1989.

L
18 Carlos Alberto González Sánchez Introducción 19

mientas, practlcas e imaginarios, una de las causas del enfrenta- El eje documental de la labor realizada, por tanto, lo confor-
miento de modos de vida, tradiciones y sistemas de pensamiento man cartas, crónicas, diarios, memoriales, informes y relaciones de
diferentes que este proceso provocó. descubridores, conquistadores, navegantes y viajeros en general,
La presteza de los desplazamientos humanos intercontinentales textos, en principio sin vocación literaria, que sólo intentan comu-
tampoco pasó desapercibida a agudos observadores, ajenos a la cau- nicar, de manera espontánea y fiel a la realidad, determinadas viven-
sa, de las peripecias atlánticas, quienes no daban crédito a lo que cias. Demostrar la veracidad de lo experimentado, de lo aconteci-
con embelesada sorpresa veían; tal es, a principios del siglo XVII, la do en suma, justifica su escritura; si bien, aquellos hombres no
impresión del escritor Cristóbal Suárez de Figueroa: suelen transmitirnos de una forma consciente y directa, porque no
son sus intenciones, el diverso y relevante protagonismo que la cul-
«Admira la facilidad con que se embarcan, sin más recámara y tura escrita desempeñó en la expansión atlántiea. Ello explica que
provisión que una camisa, para tan largo viaje, como es el de las la búsqueda de la información pertinente haya sido una labor cine-
Indias. Apenas se despiden de sus casas; pues con decir: "Ahí me gética, o detectivesca, arriesgada y complicada; una empresa en pos
llego", parten a Tierrafirme» 12. de escuetas huellas, indicios y rastros la mayoría de las veces hui-
dizos y camuflados entre alusiones tangenciales y los recursos y
La mejor comprenSlOn de todos estos flancos escriturarios de tópicos retóricos de un discurso difícil de digerir a partir de la lec-
la expansión europea es el fin de las páginas que siguen, interés tura sesgada que esta vía interpretativa me impuso.
que se complementa con el imaginario de la cultura gráfica (escri- El hallazgo y seguimiento de las pistas oportunas es, claro está,
tura y lectura) apreciable en los documentos manejados. De este una premisa de un método basado en lo secundario, en datos mar-
modo nos vamos a introducir en el piélago de nuevas fuentes, de ginales considerados reveladores, y en el que, como defendiera
carácter privado y naturaleza gráfica, que los historiadores cada vez C. Ginzburg, detalles triviales en apariencia pueden proporcionar
más rescatan del olvido. No podría ser de otra manera cuando nos la ruta acertada hasta el horizonte de toda una tradición cultural,
enfrentamos a un tiempo en el que la escritura y las memorias per- expresada a través de alusiones automáticas o impulsos que esca-
sonales empiezan a ser circunstancias comunes, cotidianas, en uso pan del inconsciente de los escritores; es decir, del complejo medio
progresivo y no atípicas. Este ensanche de su necesidad, funciones mental y natural donde viven y que, según sus síntomas, pretendo
y márgenes sociológicos se traduce en la ingente cantidad de los diagnosticar y conocer mejor 14.
llamados «ego-documentos» llegados hasta nuestros días, el resul- El grueso de las fuentes corresponde a autores españoles, aun-
tado, como señala el sociólogo K. Plummer, de un mundo moder- que también se ha hecho acopio de relatos de aventureros portu-
no repleto de diarios, cartas, informes, biografías, epitafios, ins- gueses, ingleses, franceses, alemanes e italianos. Sus escritos en
crip~iones murales y graffiús 13. En última instancia no son más que general son de sobra conocidos por filólogos e historiadores, pero
con finalidades diferentes a las mías y centradas en su valor litera-
medios de auto afirmación y de hacerse presente en una existencia
rio y en las opiniones que suministran sobre los espacios descu-
en la que irrumpe el individualismo y las secuelas de una progre-
biertos. Son testimonios excepcionales de la Europa del Renaci-
siva información masiva día a día más necesaria y urgente; de ahí
miento, período de tiempo éste que he delimitado, de acuerdo a
que el historiador los vea como expresiones simbólicas merecedo-
la dimensión diacrónica del fenómeno abordado, en su cronología
ras de atención, comprensión y explicación.
más extensa, o sea, desde mediados del siglo xv a principios del

12 SuAREz DEFIGUEROA,Cristóbal, El pasajero, ed. de M: 1. LÓPEZBASCUÑANA,


vol. 2,
14 Los fundamentos de este método los resuelve mejor GINZBURG, Carla, «Indi-
Barcelona, PPU, 1988, p. 539.
.13 . PLu~, K~neth, Los d~cumentos personales. Introducción a los problemas y cios. Raíces de un paradigma de inferencias indiciales», en su libro Mitos, emblemas,
la bzblzografza del metodo humanzsta, Madrid, Siglo XXI, 1989, p. 15. indicios. Morfología e historia, Barcelona, Gedisa, 1994, pp. 138-175.
20
Carlos Alberto González Sánchez
Introducción
21
siglo XVII. Sin obviar la convencionalidad de estos encuadres, aquí
han primado las fechas cruciales en las que se desenvuelve la era La mayoría de los textos empleados, aunque en su tiempo, por
de los descubrimientos. razones políticas, permanecieron inéditos, han sido objeto de edi-
Después de indagar en la bibliografía disponible, comprobé que ciones más o menos recientes; no obstante, como puede verse en el
dichos testimonios sólo de una manera tangencial han sido utiliza- apartado correspondiente, también se ha recurrido a un interesante
dos para apreciar la importancia de la cultura gráfica como expre- conjunto de manuscritos encontrados en los archivos y bibliotecas
sión de la experiencia individual del viajero renacentista, del medio mencionados en un epígrafe final referido a las fuentes. Son escri-
de comunicación y gobierno de los incipientes Estados nacionales tos, como fuere, que refieren el acontecer de travesías marítimas y
de la época, y de representación de prácticas culturales e intelec- recorridos terrestres necesarios y previos a un objetivo concreto, ya
tuales. En esta línea E. O'Gorman empleó las crónicas de Indias sean exploraciones geográficas, campañas militares, expediciones de
para hacer de América una invención de los europeos 15; A. Rama, reconocimiento, misiones religiosas y gubernamentales o la coloni-
parcialmente, destacó el papel fundamental de la escritura en la zación de las regiones ganadas. En nuestras fuentes, en cualquier
administración hispana del Nuevo Mundo yen la génesis de lo que caso no dejan de adquirir cierta importancia las experiencias vividas
él denomina la ciudad letrada 16. S. Todorov, por su parte, apuntó en el mar, aunque el protagonismo indiscutible es de los escritos rela-
que el secreto del rápido dominio europeo de las Indias está en la tivos a las andanzas por las tierras de los nuevos continentes. Con
ello contradicen a Francis Bacon, quien, en su ensayo De los viajes
precedente conquista y monopolización de la información que allí
llevaron a cabo los españoles 17. (1612), dice que es «cosa extraña que en los viajes por mar, donde
no hay nada que ver más que cielo y mar, los hombre suelen llevar
En todos estos recovecos incidiremos en los capítulos específi-
diarios; pero en los viajes por tierra, donde hay tanto que observar,
cos que componen este libro. Intentaré para ello, siempre que sea
en su mayor parte los omitan». Unos relatos, en fin, que, como dic-
factible, atender a la producción y conservación de dichos docu-
tamina P. Burke, bien manejados pueden generar una de las fuentes
mentos personales, al porqué se escribieron, a qué propósitos res-
más elocuentes de la historia cultural 19.
pondían y a las prácticas socio-culturales que representan. No menos
sugerente será despejar qué uso se les dio y cómo se difundieron
La investigación está así sustentada en tres de las coordenadas
en el tiempo y en el espacio, ysu impacto entre diferentes grupos
básicas de la nueva historia cultural: el discurso, las prácticas y las
sociales. Habré de tener en cuenta, al igual y haciendo caso a
representaciones, conceptos que, con su entorno metodológico y
D. Rache, los lugares y clichés identificadores que engloban a hom-
documental, precisan de una definición siquiera presurosa.
bres y paisajes lejanos 18. La visión particular, pues, que ofrecen cartas
El reciente auge de este campo historiográfico. se ha dejado sen-
y relaciones de viajes facilitan el retrato que de sí misma fabricó la
tir de manera especial en todo lo concerniente a la cultura escrita,
sociedad del Antiguo Régimen, donde contemplamos lo que enton-
uno de los ámbitos de estudio que más entusiasmo e innovaciones
ces era lícito mostrar. Ausentes están en cambio cosas consideradas
ha generado en las últimas tres décadas 20. Esta revalorización de
banales, demasiado habituales, reprobadas, técnicas y tediosas.

BURKE,Peter, «El discreto encanto de Milán: los viajeros ingleses en el si-


19

15 O'GORMAN,Edmundo, La invención de América. Investigación acerca de la glo XVID>,en sus Formas de historia cultural, Madrid, Alianza, 2000, pp. 127-146.
estructura histórica del Nuevo Mundo y del sentido de su devenir, México, Fondo de 20 No hay más que repasar la lista de las últimas publicaciones en español que
Cultura Económica, 1958. tratan la cuestión. Entre ellas destacaré SERNA,Justo, y PaNS, Anadet, La historia culo
16RAMA,Ángel, La ciudad letrada, Hanover, Ediciones del Norte, 1984. tural. Autores, obras, lugares, Madrid, Akal, 2005; UTE, Daniel, Compendio de historia
17TaOOROv,Tzvetan, La conquista de América. La cuestIón del otro, México, Si- cultural: teorías, prácticas, palabras claves, Madrid, Alianza, 2005; HERNANDEZ SANOO1-
glo XXI, 1987. CA, Elena, y LANGA,Alicia (eds.), Sobre la historia actual. Entre política y cultura,
18 ROCHE,Daniel, Humeurs vagabondes. De la circulation des homes et de l'utilité Madrid, Abada Editores, 2005; PALLARES, M: Lúcia, La nueva historia. Nueve entre-
des voyages, París, Fayard, 2003. vistas, Universidad de Granada-Universidad de Valencia, 2005; y BURKE,Peter, ¿Qué
es la historia cultural?, Barcelona, Paidós, 2006.
22 Carlos Alberto González Sánchez Introducción 23

la disciplina, a la par, va poniendo de relieve la pluralidad de pers- piamente de la lectura o de las maneras de leer y de las apropia-
pectivas desde las que se puede afrontar 21. Hasta hace poco sus ciones experimentadas por los lectores, incluyendo entre éstos a los
objetivos convergían alrededor de la clasificación y medida del oyentes de las lecturas en alta voz 24. La pretensión última no era
fenómeno, desde parámetros gráficos y mecánicos al margen del otra que, en la larga duración, articular los diferentes soportes del
contexto social en el que irrumpe a lo largo del tiempo. Pero, escrito y las diversas prácticas que lo producen y se la apropian.
siguiendo a J. Goody, el escrito adquiere sentido en cuanto cate- Desde esta perspectiva R. Darnton pensaría que los sistemas de
goría de un análisis histórico orientado hacia el estudio de las comunicación, la cultura y el mundo simbólico conforman un len-
repercusiones sociales y culturales derivadas de su implantación y guaje a través del cual el poder, las relaciones sociales y la econo-
extensión 22. De este modo, en tanto que práctica social, y a par- mía se expresan; en última instancia, una manera de entender la
tir de sus propios testimonios, nos obliga a construir el significa- cultura integrada en lo social, que engloba los discursos, las prác-
do y el uso del que ha sido objeto en cualquier marco espacio- ticas y las representaciones 25.
temporal. A mediados de la segunda mitad de la década de los El discurso, de acuerdo con estos postulados, es la doctrina o
noventa, la historia de la cultura escrita empezó a perfilarse como ideología que trata de reglamentar y sistematizar el funcionamien-
el resultado de la confluencia de la historia de la escritura, la del to de una sociedad. A su vez, cada discurso es la causa de unas
libro y la lectura 23. pautas de funcionamiento en las que están planteadas sus propias
Si bien, en 1962, H. B. McLuhan ya había publicado su emble- contenciones y exclusiones, lo que se acepta y lo que se rechaza,
mático The Gutenberg Galaxy, y, en 1968, J. Godoy su Uteracy in las personas admitidas y las excluidas 26. De este modo, y como
Traditional Societies, ambas, obras de referencia. Interesaba, pues, resultado de una voluntad de normalización, aglutina la institución
conocer los efectos de la razón gráfica en el pensamiento y en la productora y los individuos socialmente autorizados para elaborarlo
organización social, sus funciones y consecuencias. Más tarde y aplicarlo e, incluso, imponerlo. Siguiendo a Foucault, constituye
R. Chartier y D. Rache propusieron como meta captar lo que una espacios y formas de poder, o sea, el conjunto de textos que las
sociedad entera escribe o lee, siendo para ello necesario superar la clases dommantes o las personas autorizadas por la comunidad pro-
historia de los libros como posesión y pensar en una historia pro- ducen para ordenar las relaciones y prácticas sociales. Por ello afec-
ta a cualquiera de los aspectos que informan la vida en sociedad:
la política, el derecho, la religión, la economía, la cultura, el sexo
21 Para este estado de la cuestión han sido fundamentales las orientaciones de mi y la cultura escrita. Esta última, así y en la medida que contiene
buen amigo Antonio CASTILLO, quien ha reflexionado sobre la cuestión, entre otros las claves de numerosos interrogantes, es objeto de una producción
muchos trabajos, en sus ensayos: «Historia de la cultura escrita. Ideas para el deba-
te», Revista Brasileira de História da Educafao, núm. 5, 2003, pp. 93-124; y «La cor- discursiva relacionada con los valores que se le atribuyen en cada
te de Cadmo. Apuntes para una historia social de la cultura escrita», Revista de His- momento.
toriografía, núm. 3, 11, 2005, pp. 18-27. También en la introducción del libro, La historicidad de las normas es uno de los ejes fundamentales,
coordinado por él, Historia de la. cultura escrita. Del Próximo Oriente Antiguo a la
sociedad informatizada, Gijón, Ediciones Trea, 2002. Y las de ÁLvAREZ SANTALÓ, L. Car-
que debe ponerse en conexión con la realidad concreta de las práctz~
los, «Historia de las mentalidades: incertidumbres de la percepción y equívoco de la cas, es decir, con los testimonios específicos a través de los cuales se
experiencia», en XII Coloquio de Historia Canario-Americana, Gran Canaria, Cabildo
Insular de Gran Canaria, 1996, pp. 419-443; e íD., «La historia de la cultura o el rea-
lismo de la ficción», en E. SARASA Y E. SERRANO (eds.), La historia en el horizonte del
año 2000, Zaragoza, Institución Fernando El Católico, 1997, pp. 143-177. 24 CHARTIER, Roger, y ROCHE,Daniel, «El libro: un cambio de perspectiva», en
22 GOODY,Jack (comp.), Cultura escrita en sociedades tradicionales, Barcelona, J. LE GoFF Y P. NORA(dirs.) , Hacer la historia, ID, Objetos nuevos, Barcelona, Laia,
Gedisa, 1996, p.D. 1980, p. 119.
23 Véase GIMENOBLAY,Francisco M., De las Ciencias Auxiliares a la Historia de 25 BOURDIEU, Pierre; CHARTIER,
Roger, y DARNToN,Robert, «Diálogo a propósito de
la cultura escrita, Valencia, Universidad de Valencia, 1999. También PETRUCCI, Arman- historia cultural», Archipiélago. Cuadernos de critica de la cultura, núm. 47, 2001, p. 55.
do, Prima lezione di paleogra/ia, Roma, Laterza, 2002. 26 FOUCAULT, Michel, El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 1999.
24 Carlos Alberto González Sánchez Introducción 25

expresan los usos y funciones atribuidos al escrito. A partir de aquí cuadro o un libro) exhibe también una determinada imagen de
contemplamos el contraste entre la función reglamentista de los dis- aquello que representa, en la medida que existe un sujeto receptor
cursos y la potencialidad subversiva de las apropiaciones del escritor del motivo, ya sea el espectador del cuadro o el lector del texto.
y del lector. En el análisis histórico, por tanto, el sujeto recupera sus En un sentido amplio, esta segunda posibilidad del término de
libertades y transgresiones, la posibilidad de evadir lo establecido 27. representación implica el análisis de las estrategias formales de los
La norma dispone, pero es el individuo, conforme a los beneficios per- escritos y el de las tácticas discursivas. Dicha acepción otorga un
cibidos en la misma, el que finalmente .la acata o no. valor especial a los modelos relacionados con la cultura escrita que
Un cambio de paradigma ha hecho de los usos de los objetos cada sociedad produce y transmite.
culturales el núcleo de la historia cultural en los últimos años 28. Los presupuestos repasados paralelamente han propiciado una
Sea como fuere, las prácticas corrigen la lógica de los discursos y diversificación de las fuentes susceptibles de ser empleadas para la
sitúan el análisis de la cultura escrita en el plano de los usos que elaboración de la historia de la cultura escrita. Aparte de la tradi.
se le dan, de las competencias efectivas del escribir y del leer y de cional documentación notarial, todavía de enorme utilidad, debe-
los modos de ponerla en acción. No obstante, estas premisas no se mos considerar, en primer lugar, las denominadas fuentes del dis-
pueden entender sin tener en cuenta su vinculación con el con- curso} que comprenden los textos socialmente autorizados y a través
cepto -de representación. de los cuales se establece y difunde una determinada concepción de
Ya en 1611 Covarrubias (yen 1690 Furetiere) entendía por la escritura y la lectura. Entre éstos destacan los emanados de las
representar el «hacemos presente alguna cosa con palabras o figu- diferentes instancias de poder productoras de discursos: lá política,
ras que se fijan en nuestra imaginación» 29, Hoy el término se nos el derecho, la Iglesia, la academia, las gentes de letras o los profe-
presenta ambiguo, con un doble sentido; de un lado, apunta hacia sionales de la escritura y el libro. La influencia e incidencia de los
la realidad representada que evoca una ausencia, o sea, hacer pre- mismos en los diferentes medios de circulación cultural estará en
sente algo ausente. De otro, hacerlo visible sugiriendo su presen- consonancia con su grado de protagonismo en la sociedad 32.
cia como imagen que adquiere consistencia en la medida que exis- Pero, sin duda, el corpus más extenso, e impreciso, correspon-
te un sujeto que mira o lee 30. En definitiva, y considerando a de a los testimonios de las prácticas o la totalidad de los objetos
P. Bourdieu, la representación que los individuos y los grupos reve- escritos, ya sean de carácter oficial o privado, impresos, manuscri-
lan a través de sus prácticas y de sus propiedades «forma parte tos o electrónicos, pintados, garabateados o incisos. La elección de
integrante de su realidad social» 31. Cada producción cultural (un unos u otros dependerá siempre de los objetivos planteados en cada
investigación; no obstante, en los últimos años ha primado el exa.
men de la cotidianidad de la escritura en diferentes medios y situa-
ciones. De ahí que el interés de los investigadores se haya dirigido
27 DE CERTEAU, Michel, La invención de lo cotzdiano, l, Artes de hacer, México,
hacia las cartas privadas, los diarios, .las relaciones de viajes, los
Universidad Iberoamericana, 1996, p. 157.
28 BOURDIEU, Pierre; CHARTIER, Roger, y DARNToN,Robert, «Diálogo a propósito ...», libros de cuentas, los cuadernos de memorias, los cuadernos esco-
op. cit., p. 44. lares y, en fin, una lista casi interminable de testimonios escritos y
29 COVARRUBIAS, Sebastián de, Tesoro de la lengua castellana o española (1611), ed. personales 33. Las de las representaciones, por su parte, incluyen los
de F. MALOONADO, Madrid, Castalia, 1995, p. 860. Véase también GlNZBURG, Carla,
«Representación. La palabra, la idea, la cosa», en su libro Ojazos de madera..., op. cit.,
pp. 85-104.
JO Inspirado en las tesis del histotiador del arte LollÍs Marin, el concepto lo desa-
J2 Una muestra es la de CHARTIER, Anne-Marie, y lliBRARD,Jean, Discursos sobre
rrolla CHARTIER, Roger, «Poderes y límites de la representación. Marin, el discurso y
la imagen», en su libro Escribir las prácticas. Foucault, de Certeau, Marin, Buenos Aires, la lectura (1880-1980), Barcelona, Gedisa, 1994; e íD., La lectura de un siglo a otro:
Manantial, 1996, pp. 73-99; e íD., Entre poder y placer. Cultura escrita y literatura en discursos sobre la lectura (1980-2000), Barcelona, Gedisa, 2002.
JJ La lista de modelos arquetípicos es amplísima, pero unos buenos estados de
la Edad Moderna, Madrid, Cátedra, 2000.
n BOURDlEu, Pierre, La distinción, Madrid, Taurus, 1998, p. 563. la cuestión pueden encontrarse en FABRE,Daniel, Écritures ordinaires, París, Centre

l
26 Carlos Alberto González Sánchez Introducción 27

distintos tipos de imágenes y manifestaciones que cada sociedad dujo a destacar la importancia del contexto temporal en el que la
construye a propósito de los temas y objetos de la cultura escrita y obra se desarrolla, la historicidad que la envuelve y, sobre todo, la
sus usuarios; aquí despuntan los indicios del arte y la literatura en estética, que es justamente el plano donde el lector asume todo el
general 34. protagonismo; Iser dice que
Mas esta faceta de la historia cultural también está empeñada en
el estudio de cada una de las etapas que jalonan la trayectoria de los «a medida que el lector utiliza las diversas perspectivas que el texto le
productos gráficos; en este caso, y según Petrucci, tenemos que aten- ofrece a fin de relacionar los esquemas y las "visiones esquematizadas"
der a los tiempos de la escritura, etapas que encierran su «función» entre sí, pone a la obra en marcha, y este mismo proceso tiene como
último resultado un despertar de reacciones en su fuero interno» 38.
. y «difusión social» 35. El primero es el tiempo de la a~quisición} el de
la competencia gráfica que debe atender a las condiciones sociales y
La construcción del sentido, en último extremo, puede no coin-
a la funciones atribuidas a la cultura escrita en cada época y socie-
cidir con los horizontes de expectativas desarrollados en el acto crea-
dad. Entre ellas subyacen las políticas de alfabetización, los discur-
tivo; por ello urge la distinción entre el lector implícito y el lector
sos sobre la escritura y la lectura y el significado de arribas prácticas
real. El primero identifica «un proceso de transformación, median-
en distintos períodos y para las diferentes clases sociales. A conti-
te el cual se transfieren las estructuras del texto, a través de los actos
nuación pasamos al tiempo de la producción} de nuevo ligado a las
de representación, al capital de experiencia efel lector» 39; en tanto
circunstancias que intervienen en la creación o fabricación de un que el segundo pone en funcionamiento una experiencia concreta
producto escrito. El término «fabricar» se emplea para resaltar la a la hora de reconstruir las «imágenes» que contiene la obra. Este
intencionalidad política que late detrás de ciertos usos destinados a lector real puede verse condicionado por los modos narrativos que
transmitir una determinada ideología 36. desarrolla el autor y por las estrategias formales usadas en la repre-
En el tiempo de la recepción} en cambio, el protagonismo lo sentación textual (escribas, copistas o los trabajadores de las impren-
adquiere el receptor, el lector, ascendido al primer plano de la tas); aunque siempre tiene la posibilidad de «inventar» en los tex-
representación en la estética de la recepción, corriente de la críti- tos algo distinto a lo que era la intención primigenia del autor.
ca literaria que, personalizada en la década de los setenta en Cualquiera que sea el texto, literario o no, conlleva un tiempo
H. R. Jauss y W. Iser, planteó la necesidad de estudiar las obras y un espacio de la recepción, simultáneamente afectados por las dis-
como textos, o sea, como productos pensados para un consumo o tintas maneras de leer y las experiencias previas de los lectores. De
una determinada utilización de un grupo de receptores 37. Ello con- este modo, cada acto de consumo o apropiación cultural es tam-
bién un acto de producción, de creación; es decir, la ocasión para
fabricar en la imaginación del receptor una obra nueva, pese a no
Georges Pompidou, 1993; y CASTILLO, Antonio (coord.), La conquista del alfabeto. Escri- materializarse en una práctica escrita concreta. La historia de la lec-
tura y clases populares, Gijón, Trea, 2002. tura, en definitiva, es la de los textos leídos, las maneras de leerlos
34 Son significativos DUPUIGRENET, Fran<;ois, La symbolique du livre dans l'art occi- y las construcciones de sentido a que dieron lugar.
dental du haut Moyen Age a Rembrandt, París, Institut d'étude du livre, 1995; y CAR-
El objeto de la escritura, en cuanto «ilimitado territorio de la
NEIRO,Flavio, Entre o cristal e a chama. Ensaios sobre o leitor, Río de Janeiro, Edito-
ra da Universidade do Estado do Rio de Janeiro, 2001. experiencia y la memoria» 40, no concluye en el momento de su
J5 PETRUCCI, Armando, «Para la historia del alfabetismo y de la cultura escrita:
métodos, materiales y problemas», en su libro Alfabetismo, escritura, sociedad, Barce-
lona, Gedisa, 1999.
36 Eficaces ejemplos de ello ofrece PETRUCCI, Armando, La Scrittura. Ideología e 38 IsER,Wolfgang, «El proceso de lectura: enfoque fenomenológico», en J. A. MA-
reppresentazione, Turín, Einaudi, 1986. YORAL (ed.), Estética de la recepción, Madrid, Arco-Libros, 1987, p. 216.
37 JAUSS, Hans R, La histona de la literatura como provocación, Barcelona, Penín- 39 IsER,Wolfgang, El acto de leer..., op. cit.
sula, 2000; e IsER,Wolfgang, El acto de leer. Teoría del efecto estético, Madrid, Tau- 40 LLEDó,Emilio, «Lenguaje y memoria», en su obra Imágenes y palabras. Ensa-
rus, 1988. yos de humanidades, Madrid, Tauros, 1998, p. 166.
28 Carlos Alberto González Sánchez Introducción 29

consumo mediante un determinado acto de lectura. Tiene otra vida Feros, Juan Luis Castellano, Enrique Villalba, Emilio Torné, María
más allá de su producción y uso a través del tiempo de la conser- Luisa López- Vidriero, Serge Gruzinski, Pedro Cátedra, Luiz Car-
vación, referente de las políticas de la memoria, en particular la los Villalta, Richard Kagan, Geoffrey Parker, Raquel Arauja-Rodrí-
escrita, o lo que es lo mismo, en los discursos, las personas y las guez, María Tausiet, Antonio González Polvillo, Manuel Castillo,
instituciones que a lo largo de la historia han ejercido el dominio Carmen de Mora, Catalina Quesada, Elizabeth Davis, Juan Mon-
sobre el patrimonio gráfico 41. El resultado ha sido la delimitación tero, Clive GriHin, Rui Loureiro, Gregoire Salinero, Karl Kohut,
de una memoria selectiva, hecha de presencias y ausencias, custo- Sonia Rose, Vicky Camacho; Mariano Reyes y Menchu Sarrión. En
diadas en las que A. Petrucci llama «instituciones memorizadas»: especial a Luis Millones, José A. Mazzotti y Klaus Wagner, que
los archivos, bibliotecas y museos donde se ha conservado la memo- tanto nos enseñan con su genio. También a mis compañeros del
ria escrita 42. No menos decisivo resultará indagar en las distintas Departamento de Historia Moderna de la Universidad de Sevilla y
formas y figuras de la destrucción de los soportes escritos del a los archiveros y bibliotecarios de los centros de investigación que
recuerdo, unas veces causal y otras como fruto de estrategias de he visitado. A Juan Pimentel y a Antonio M. Bernal por haber
dampnatio memoriae. En suma, estos nuevos planteamientos de la hecho realidad su conversión en letra impresa. En otro universo a
historia cultural están posibilitando que se esté consolidando como Ana, porque sin ella el final de esta historia hubiera sido diferen-
un campo del saber de sobrada solvencia y utilidad, con un relevan- te. Sólo el afecto y la amistad exhiben tamaña esplendidez. Mas
te cúmulo de intereses científicos en tomo a la cultura escrita. todos los aludidos en ningún momento han dejado de hacer gala
a la sentencia latina Amare, more, ore, re, seruantur amicitiae, que
Mi aventura, este libro, si llegó a buen puerto ha sido gracias podría traducirse El cariño, el trato, la conversación y los hechos
a la inestimable colaboración de amigos y colegas. Vaya en primer conservan las amistades.
lugar mi agradecimiento a Antonio García-Baquero, Enriqueta Vila, No requiere, pues, más introducción el relato que viene a con-
1. Carlos Alvarez Santaló, J ohn Elliott, Roger Chartier, Fernando tinuación. De seguir no haría más que reiterar las ideas y elucu-
Bauza, David Brading y Ramón Serrera, siempre atentos a mis braciones de abajo, derivadas de la lectura, durante años, de las
reclamos; a Manuel Peña, Antonio Castillo y Pedro Rueda, hoy narraciones de unos autores singulares, viajeros a la ventura que
maestros en estas lides. A Bethany Aram, Delphine Témpere y escriben y no escritores que viajan. Asumir los riesgos de esta
Claudia Rosas, las tres, garantes de una exquisita generosidad mate- empresa me resultó inevitable después de dedicar un tiempo pro-
rializada en el suministro de unos documentos que han redunda- longado al estudio de la difusión de libros y lecturas en el Nuevo
do en lo que pueda haber de bueno en este trabajo. Mundo de la alta Modernidad. Ahora, atendiendo a la escritura,
Mas tampoco puedo olvidar la desinteresada y grata disposi- completo una secuencia sobre la importancia de la cultura gráfica
ción, y sabios consejos en todo momento, de las personas con las en la expansión colonial del Viejo Continente.
que habitualmente comparto mis inquietudes en tomo a la cultu-
ra escrita y el Nuevo Mundo: José M. Camacho, Ricardo García

l
Cárcel, José 1. Betrán, Doris Moreno, Eliseo Serrano, Antonio

41 Véase LE GOFF, Jacques, El orden de la memoria. El tiempo como imaginario,


Barcelona, Paidós, 1991; y GIMENO BLAY,Francisco M., «Conservar la memoria, repre-
sentar la sociedad», Signo. Revista de Historia de la Cultura Escrita, núm. 8, 2001, i
pp. 275-293.
42 PETRUCCI, Armando, <<Escrituras de la memoria y memorias de lo escrito. Del
orden de los objetos escritos al desorden de la escritura virtual», en Alfabetismo, escri-
tura..., op. cit., p. 292.
I
Capítulo 1
EXPERIENCIA Y COMUNICACIÓN

Testigo del tiempo

Una de las inquietudes primordiales de los hombres ha sido la


comunicación de sus vivencias. Siempre ha prevalecido en ellos una
imperiosa necesidad de detener el tiempo, representarse a sí mis-
mos y perpetuar en la memoria de la comunidad. las experiencias
y noticias consideradas dignas de recordar y de ser guardadas en
instancias imperecederas; para que sean objeto de admiración,
encomio y reverencia, o, simplemente, puedan estar al alcance de
curiosos e interesados. Ya los clásicos, según advierte M. Foucault,
relacionaron el conocimiento y cuidado de sí con una constante
actividad literaria, uno mismo era tema primordial de la literatura,
algo de lo que había que escribir y que, siendo una de las tradi-
ciones occidentales más antiguas, implicaba una nueva experiencia
del yo que gira en torno al acto de escribir l.
El relato oral, el más común, sucumbe ante el implacable poder .
del olvido, relegando a un segundo plano una de las metas esen-
ciales del empeño: la victoria sobre la nada, el triunfo del ser fren-
te a los funestos dardos de la muerte. De ahí que la escritura, una
práctica en esencia prodigiosa, un ardid pleno de misterios inex-

I tricables, viniera a romper las defensas de la soledad de la exis-


tencia y, en cualquier caso, de la eternidad. Escribir es una forma
de hacer más prolongada y menos efímera la edad del hombre,
t todo ello dentro de un orden cuya razón de ser no es otra que su
¡
! 1 Este tema lo expone

1990, p. 62.
FOUCAULT, Michel, Tecnologías del yo, Barcelona, Paidós,

\
32 Carlos Alberto González 5ánchez Experiencia y comunzcación 33

única meta: un lector, la vida, en suma, a través de un diálogo. Por- venir. Pero simultáneamente el poder las recibe corno una valiosa
que el escrito, para no ser letra muerta, siempre busca un recep- fuente de información capaz de dar eficacia a un gobierno que pre-
tor o intérprete de quien se esperan respuestas y el ensanche de tende ser cada día más coactivo y racional, premisas garantes de
los márgenes del recuerdo. El lector da voz al silencio de la escri- su objetivo principal: el control de la sociedad, de su conciencia y
tura, a la experiencia interior del autor plasmada en un texto que materialidad.
se ha independizado de él. E. Lledó resuelve el dilema de la mane- Viajar despierta la curiosidad, eleva el conocimiento y, a la pos-
ra siguiente: tre, predispone el tener algo que contar a los demás; preferente-
mente en un tiempo en el que el descubrimiento de nuevos mun-
«La escritura permite que cada individuo de. esa colectividad
dos, la fragmentación de la cristiandad, la aparición del «Estado
empiece a constituirse como tal individuo, a ser sujeto individual y
Moderno» y los desgarramientos sociales precipitan otras funcio-
miembro de un estamento más amplio donde se entienden y comu-
nican esos individuos que son, por ello, capaces de convertirse en nes de la escritura y la palabra, que se pondrán a prueba como
partes del demos, elementos de la polis» 2. instrumentos de la representación y simbolización de hombres y
culturas diferentes. Estos nuevos usos se detectan en los docu-
Hay circunstancias vitales que de una manera especial impul- mentos de la época, sobre todo en los relatos de viajeros, textos
san la afirmación del yo, el encuentro con uno mismo y la comu- cuyo fin era dar sentido al desconcierto provocado por el encuen-
nicación escrita de los acontecimientos personales tanteados, des- tro con una realidad distinta y lejana, que se describe para luego
tacando en esta disyuntiva los viajes a lugares lejanos y exóticos. ser imaginada y transformada.
Más todavía cuando los periplos tienen destinos inciertos y se Corno fruto de la conciencia moderna, son parte de una prác-
desenvuelven alrededor de lo desconocido, es decir, entre espacios tica escrita que conlleva el retorno a uno mismo y la intención de
y especírnenes extraños difíciles de aprehender y dominar con el fijar y preservar la verdad de lo observado 4. No en vano E. O'Gor-
utillaje intelectual del que se dispone 3. Así les ocurrió en la vieja man creyó que América, antes de ser una realidad, fue una prefi-
Europa, desde el siglo XIII, a intrépidos viajeros (frailes, mercade- guración fabulosa de la cultura europea 5, en unos momentos en
res, embajadores, guerreros, navegantes) lanzados a la búsqueda de los que los cuentos medievales y los recién recuperados clásicos
las bondades y quimeras del Oriente a través de antiguas y nuevas greco-latinos animan los deseos de riqueza y fama, y, dada la natu-
rutas marítimas y terrestres. Gentes, testigos de unos hechos extra- raleza competitiva de los Estados europeos, de la extensión del
ordinarios, que dieron a la posteridad unas fantásticas crónicas de cristianismo frente a la presión islámica. Los fines últimos de la
las cosas más notables que experimentaron, centradas en el relato humanidad, en la conciencia común, se van diluyendo en los hori-
derivado de la observación del medio vivencial antes que en una zontes que abren navegantes y conquistadores, artífices del triun-
secuencia autobiográfica. Si bien, estas narraciones tendrán una fo de una nueva sensibilidad, regida por la razón y la experiencia,
interesada y diversa finalidad: la fama, el premio de las autorida- que despierta los sentidos y sus efectos inmediatos.
des o la exaltación de hazañas únicas e irrepetibles, cuyo mérito El Renacimiento late en este vuelco de los conceptos de reali-
individual debe inmortalizarse en las mentes ajenas presentes y por dad y naturaleza, una diferente teoría del conocimiento que fluc-
túa desde las ideas a priori a lo empírico, haciendo de la expe-

2 LLEnó, Emilio, El surco del tz'empo, Barcelona, Crítica, 2000, p. 55. Véase, sobre
el mismo tema, su libro El silencio de la escrz'tura,Madrid, Espasa-Calpe, 1998. 4 Para esta cuestión es muy útil CERTEAU, Michel de, La escritura de la historia,
J DE CHARrIER, Roger, «El manuscrito en la era de la imprenta», en su libro Las México, Universidad Iberoamericana, 1999, pp. 203-233.
revoluciones de la cultura escrita, Barcelona, Gedisa, 2000, pp. 137-156; Y liAVELOCK, 5 O'GoRMAN,Edmundo, La invención de América. Investigación acerca de la estruc-
Erick A., La Musa aprende a escribir: reflexiones sobre oralidad y escritura desde la tura histórica del Nuevo Mundo y del sentIdo de su devenir, México, Fondo de Cultu-
Antigüedad hasta el presente, Barcelona, Paidós, 1996. ra Económica, 1958.
Carlos Alberto González Sánchez Experiencia y comunicación 35
34

riencia personal el más fiable criterio de autoridad 6. Aristóte~es está lo humano. Su fundamento perdurable es la virtus, la condición
detrás del proceso, y, también, el mistici.smo de San Fr.a,nc1sco de indispensable de la hazaña y la fama, siempre en tensión con la
Asís, desplegado en una teología natural1sta de la creaClOn. En un caprichosa fortuna; pero la segunda pierde toda su eficacia frente
universo lleno de realidades abstractas se busca una pauta de lo a la primera y a unos temerarios descubridores y conquistadores
verdadero inapelable y que supere la desconfianza en los sentidos que buscan notoriedad en la aventura de lo desconocido. Este afán
como medio de conocimiento, incluso aplicado a fenómenos tan- de eternizar el triunfo personal y colectivo propicia el desarrollo y
gibles 7. En principio prevalece l~ adquisición de .l~ verdad por ~no revalorización de la historia.
mismo observando las cosas y sm prestar atenclOn a las autonda- La historiografía renacentista otorga un primer plano a la labor
des tr;dicionales o a las palabras de otros; aunque los testigos de del historiador, escritor que logra la fama rescatando del olvido las
los hechos podían mentir o ser presa de engaños, circunstancia ~ue, hazañas ajenas, dejando constancia de que, gracias a él, las cono-
en los sucesos relatados, provocaría la confusión entre lo ordma- cerán los hombres del mañana. Esta actitud despunta en las cró-
rio y lo ~nómalo. ~go de razón :iene el .r~~~án que, dice qui~n a nicas de Indias, discursos modernos y originales sobre unos hechos
tierras lejana va, sz antes no mentza, mentzra , de ah1 la neces1dad grandiosos y novedosos en los que la realidad supera a la imagi-
de matizar la información. Pero más certero estuvo Gonzalo Fer- nación y a cualquiera de las ideas preconcebidas al respecto. Cie-
nández -de Oviedo diciendo que za de León reafirma que

«La cosa que más conserva y sostiene las obras de natura en la «Conviniera que las escribiera un Tito Livio o Valerio; o otro
memoria de los mortales, son las historias y libros en que se hallan de los grandes escritores que ha habido en el mundo; y aún éstos
escritas; y aquéllas por más verdaderas y auténticas se estiman, que se vieran en trabajo en lo contar; porque, ¿quién podrá decir las
por vista de ojos el comedido enten~~nto del ~?mbre que por cosas grandes y diferentes que en él son, las sierras altísimas y valles
el mundo ha andado se ocupó en escnbulas, y diJO lo que pudo profundos por donde se fue descubriendo y conquistando, los ríos
ver y entendió de semejantes materias ...» 9. tantos y tan grandes ... ¿quién podrá contar los nunca oídos traba-
jos que tan pocos españoles en tanta grandeza de tierra han pasa-
La opinión de Oviedo nos sitúa ante el paulatino ?:sarrollo de do?» 10.
la conciencia histórica, un poderoso motor de renovaClOn que exal-
ta el voluntarismo, el ingenio, la astucia y el riesgo en una hazaña, De menor agudeza y acierto no es el juicio de un alcalde de
distante del Medievo y de inspiración clásica, que, sorteando a la corte y justicia mayor de Cuzco, el doctor Gabriel de Loarte, en
muerte, busca la gloria y la fama. Esta auto afirmación individ~al 1572, quien proclama algunas de las diferencias y semejanzas fun-
en los grandes logros, perpetuada en la memoria de las gen~~aclO- damentales entre civilizados y bárbaros, ambos, estados en conti-
nes venideras, sólo era posible desde una muy alta valoraclOn de nua necesidad de eternizarse mediante grafías; por ello escribe:

«Si el cuidado y diligencia de poner en las republicas el origen


y fundamento dellas hechos y hazañas de los que la fundaron y
6 Una original interpretación del Renacimiento, basada en la ,dimensión que alcan- ganaron esta tan aprobado por todos los historiadores griegos y lati-
zan los bienes mundanos, en especial los exóticos, entre las élites sOClales, es l.a de nos y admitido comúnmente en todas las naciones del mundo ansi
JARDINE,Lisa, Worldly Goods. A New History o/ the Renaissance, Londres, Macmillan, I para conservar la memoria de los hombres como para animar a los
1997. l " . r/:: L;
7 Novedosa y sugerente es la visión de SHAPIN,Steven, La revo UClOnczentIJ,ca. descendientes y subcesores para hazer obras y hechos heroicos seña-
Una interpretación alternativa, Barcelona, Paidós, 2000. . lados como lo hizieron sus antepasados lo qual no solamente a usa-
8 En LÓPEZESTRADA, Francisco, Libros de viajeros hispánicos medievales, Madrid,
Laberinto, 2003, p. 21. . . l
9 FERNÁNDEZ DEOVIEDO,Gonzalo, Sumario de la Natural y General HIstorIa de as
Indias (1526), Madrid, Espasa-Calpe, 1978, p. 43. 10 ClEZADELEÓN,Pedro, Crónica del Perú, Madrid, Orbis, 1985, p. 38.
Carlos Alberto González Sánchez Experiencia y comunicación 37
36

do la gente que a tenido dotrina y policia umana letras y medios hacia 1560, en sus Diálogos de la dzferencia del hablar al escribir
faciles para ello pero todos los barbaras a quien les falto lo uno y asume el valor dado a lo escrito, frente a la palabra, en la época:
lo otro por instinto natural an buscado con pinturas y señales» 11.
«Que la palabra no dura más de quanto es pronunciada, pero
Cartas, crónicas, diarios y relaciones de viajes conforman una la escritura todo el tiempo que fuera conservada; y la palabra, si se
sección sui generis del género autobiográfico de la Edad Moderna. oye, no se vee, pero la escritura se vee escrita y se oye, si es leyda,
e la palabra no se comprende sino de cerca, pero la escritura se
Son «textos de vida» que, a través de la escritura, tienen como fun-
haze sentir en cabo del mundo».
damento el recuerdo, la ordenación y conservación de las peripe-
cias vitales. En ellos el sujeto se distancia de los acontecimientos a y de nuevo, aunque más relacionado con nuestra trama, Cieza
la hora de narrar los sucesos acaecidos en el tiempo vivido, en con- de León:
tinua actualización mediante el escrito 12. Su autor, a la vuelta y
consciente de su condición humana, su verdadero equipaje, con el «El antiguo Diodoro Siculo, en su proemio, dice que los hom-
relato racionaliza y transmite una experiencia, objetiva y verifica- bres deben sin comparación mucho a los escriptores, pues median-
ble, fruto de una predisposición subjetiva y de la nostalgia. S~gún te su trabajo viven los acaescinúentos hechos por ellos grandes eda-
Gadamer, toda vivencia implica horizontes anteriores y poste no res des. Y así llamó la escriptura Cicerón testigo de los tiempos, maestro
que se funden con las experiencias presentes de antes y después. de la vida, luz de la verdad» 14.
Estos límites abren el camino del viaje y en todo momento acom-
. de l' rnlsmo 13 .
pañan al art íflce
El viajero escribiendo dialoga consigo, detiene y prolonga el Ver cosas nunca oídas, ni vistas, ni aun soñadas
tiempo, evoca la memoria del pasado con el fin de indagar, crear,
comprender y fijar para siempre sus andanzas. Pedro Navarro, Navegar mares desconocidos, descubrir otros mundos, hallar
seres humanos extraños, observar una fauna y una flora diferentes;
superar la mítica frontera para así acceder a honras, prodigios y
11 Memorial dirigido al Presidente del Consejo de Indias, Cuzco, 24 de. octubre
cornucopias, al paraíso en suma, fueron algunos de los más gran-
de 1572, en Gobernantes del Perú. Cartas y papeles. Siglo XVI, vol. VII, Madnd, 1924, des acontecimientos del Renacimiento 15. No es fortuito que tal
p. 117. ' b cúmulo de extraordinarios sucesos se produjera en una época entu-
u Al respecto pueden consultarse AMaANG,James, El vuelo de Icaro..La auto 0- siasmada con la novedad, plena de primicias y en la que los hom-
grafía popular en la Europa Mod~rna, !"ladrid, ?igl? ;xxr, 2003; BAU,E~1rlc, <<Papers
privats. Assaig sobre les formes literarles autobiogrmques», Edzczons, ?~. 62, 1993,
bres, queriendo emular a los antiguos, hicieron valer la sentencia
pp. 155-179; CASTILLO GóMEZ,Antoni?, «L~ bibliotec~ interi?r.Experle~CiaS Y repre- omnia nova placet. El Adántico es el abismo entre lo viejo y lo nue-
sentaciones de la lectura en las autobiografías, memOrlas y dianos del Siglo de Oro», vo 16; a juicio de Jean de Léry, estante en el Brasil de mediados del
en P. CÁTEDRA y M: 1. LÓPEz-VIDRJERO (eds.), La memoria de los libros. Estudios so.bre Quinientos, el otro lado de la frontera donde
la historia del escrito y de la lectura en Europa y América, voL n, Salamanca, Institu-
to de Historia del Libro y de la Lectura, 2004, pp. 15-50, e to., «Hojas embetunadas
y libros en papel: escritura y memoria personal en la España moderna», HO,rzzontes
Antropológicos, núm. 22, 2004, pp. 37-65; CHARnER,Roger, Les pratzques de l ecrzture
dans les sociétés de [,Ancien Régime, Lyon, Universite Lumiere Lyon 2, 1996; EscARTÍ, 14 CIEZADELEÓN,Pedro, op. cit., p. 39.
Vicent J., Memoria przvada. Literatura memorialística valenciana ~els segl~s xv al XVIII, 15 No puedo dejar de citar a DELUMEAU, Jean, Historia del Paraíso, 3 vols., Madrid,
Valencia, Eliseu Climent, 1998; LIEclITENHAN, Francine, «Autobiographie et voyag.e Tauros, 2004. El volumen 2 incluye un capítulo sobre América.
16 Al respecto ELLIOTI',John H., «Mundos parecidos, mundos distintos», preám-
entre la Renaissance et le Baroque: l'exemple de la famille PlatteD>, Revue de synthe-
se, núm. IV-3-4, 1993, pp. 455-471; Y MOLLOY,Silvia, Acto de presencia. La escrztura bulo del libro G. SALINERO (comp.), Mezclado y sospechoso. Movilidad e zdentidades,
autobiográfica en Hispanoamérica, México, Fondo de Cultura Económica, 1:96. . España y América (siglos XVI-XVIII), Madrid, Casa de Velázquez, 2005. Es fundamental
1l GADAMER, Hans G., Verdad y método. Fundamentos de una hermeneutzca filo- su última gran obra: Empires o/ the Atlantic World: Brz'tain and Spain in America 1492-
1830, New Haven, Yale University Press, 2006.
sófica, Salamanca, Sígueme, 1998, p. 308.
Experiencia y comunicación 39
Carlos Alberto González Sánchez
38

«todo lo que allí se ve, ya sea en la manera de vivir de los habi-


natural y lo sobrenatural. Pero siguiendo la estela de la Antigüedad
tantes, en la forma de los animales, y en general en todo lo que y de otros que les precedieron, los protagonistas de la aventura oceá-
produce la tierra, es diferente de lo que tenemos en Europa, Asia nica, cautel~sos con las habladurías de curiosos, pusieron por escri-
y África» 17. to lo que VIeron o creyeron ver; de este modo harían verosímiles
los hechos a los que los leyeren u oyeren y, de paso, a ellos mis-
Aquella mar océana, desde el imaginario occidental, realzaba la mos, ejecutores de unas gestas que, a menudo, atribuían a una nebu-
distancia, geográfica e intelectual, entre el mundo conocido y los losa gama de ensueños y encantamientos propia de las misteriosas
que se estaban descubriendo, un limes, difícil de aprehender para jornadas rumbo a lo desconocido que resistieron.
los europeos, generador de ilusiones y victorias espirituales y mate- En las fechas cie~to era to~o aquello que se manifestaba y fija-
riales. Foucault vería en él una de sus heterotopías, o sea, un espa- ba, pese al transcurnr de los días y las noches, mediante la escritu-
cio real, mágico y extraño al mismo tiempo, en tanto que incom- ra en un soporte material. Aquí está la causa de creer muchos al
prensible y, a la vez, capaz de resolver algunas de las grandes pie de la letra los prodigios de las mentirosas historias caballerescas'
incógnitas culturales de la vieja Europa 18. Sólo el escrito podía dar incluso Dios no llegó a ser creencia y realidad hasta que se revelÓ
sentido y construir esta nueva experiencia, porque hacía parecer a través del Libro por antonomasia. Tal vez por ello la lectura era
ante todo un asunto de fe; de ahí que en una sociedad (1a de fines
semejantes las palabras y los objetos que expresan; lo oral, en cam-
d~l ~edie~o y comienzos de la Modernidad) habituada a hacer apro-
bio, era el acto de hablar sin saber. El tránsito de la oralidad a la
pIaCIones literales de los textos, se temiera del acto de leer un efec-
escritura compromete las estructuras sociales, económicas, políti-
to tan nocivo y perverso en el público menos adiestrado, los sim-
cas, religiosas, mentales e intelectuales de cualquier sociedad; sin
ples, como la incapacidad de distinguir entre invención y revelación,
embargo, la segunda nunca puede prescindir de la primera. Leer
dos extremos con límites imprecisos y equiparables en unos exce-
un texto, en voz alta o en silencio, es siempre una manera de trans-
sos fantásticos que tampoco faltan en los relatos de viajeros 20.
formarlo en sonidos 19. Durante la Antigüedad y la Edad Media escribir era algo del
Aquella desenfrenada búsqueda de rutas oceánicas, confines
todo excepcional y drásticamente conectado a determinadas mino-
continentales, quimeras y tesoros generó un inusitado piélago de
rías sociales y obligaciones laborales; pero en la alta Modernidad
aventuras y trances vitales, muchas veces más fabulosos que los to~a~ía imperio de la voz y el oído frente al ojo, va siendo un~
narrados en los entonces muy exitosos libros de caballerías. La per- pra.ctlca cada vez más necesaria, útil y en progresivo ascenso y valo-
plejidad de sus protagonistas les llevó a creer que todo era resulta- raCIón. El establecimiento de la imprenta, los primeros atisbos del
do de embeleco u otras artes del demonio; o de la melancolía inhe- «Estado Moderno» y el desarrollo de las actividades económicas
rente al distanciamiento de los quehaceres cotidianos, una suerte de burguesas impulsaron la alfabetización en grupos antes casi total-
maléfica tristeza sin causa y de facultad imaginativa de la que todos mente ajenos a ella (1a baja nobleza, los mercaderes y, menos, los
temían un perverso síntoma: la incapacidad de distinguir entre lo artesanos y determinados segmentos de los trabajadores urbanos
el campesinado y las mujeres), circunstancia que en buena medid~
t
explica !a ~antidad de t~stimonios escritos que nos ha llegado del
17 Le voyage au Brésil de Jean de Léry: 1556-1558, ed. de Ch. CLERC, París, Payot, descub.n~lento y conqUlsta de los nuevos mundos. Son tiempos,
1927, p. 83. t en defmItIva, en los que el hombre contempla la transformación
18 FoucAULT,Michel, «Des autres espaces. Heterotopías», Dits et écrits, núm. 5,
1984, pp. 46-49. Una muy buena información al respecto ofrece LOIS, Carla, «Mare
occidentale: la aventura de imaginar el Atlántico en los mapas del siglo XVI»,Revista
de História do Pensamento Geográfico no Brasil, núm. 8 (en prensa). Agradezco a su
~ Véase. mi trabajo «Cerco a la imaginación: lectura y censura ideológica en la
autora haberme permitido leer el original antes de ver la luz impreso. Esp~.a del Siglo XVI»,en A. CASTILLO (ed.), Libro y lectura en la Península Ibérica y
19 De gran utilidad es ONG, Walter J., Escritura y oralzdad. Tecnologías de la pala-
Amerzca. Szglos XlII al XVUI, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2003, pp. 79-106.
bra, México, Fondo de Cultura Económica, 1987.

~
Carlos Alberto González 5ánchez Experiencia y comunicación 41
40

del universo, alteración en la que intervine el fluir, de un lado a de ocasiones emprende una ruta sin retorno a unos lugares donde
otro de las letras de Lutero, Calvino, Erasmo, Tomás Moro, encuentra una frontera, llena de bondades y promesas, en la que
Ma¿uiavelo, Valla, Nebrija, Montaigne; y las imágenes de Mig~,el se proyectan aspiraciones, ilusiones y miedos; allí muchos termina-
Ángel, Botticelli, Durero, Rafael, el Greco y el Bosco, que tamblen rán desarrollando una nueva vida 24.
ayudarán a modificar la visión del hombre y del mundo 21. Vaya- La aventura, vía de purificación cuya meta es la victoria, con-
lleva superar el miedo a lo desconocido, someterlo y dominarlo.
mos por partes.
Las relaciones del descubrimiento y conquista de los nuevos A lo largo del recorrido de un mundo diferente y extraño, el hamo
mundos conforman un tipo de escritura privada, en ebullición des- vz'ator, vulnerable ante lo nuevo y el destino, sigue siendo presa
de el siglo XN, procedente de los diarios y memorias de testigos fácil de lo imprevisible, peligroso, inestable y mutante, circuns-
oculares de una geografía amenazante. Los artífices de estas tenta- tancias que le obligan a una constante actitud de superación. Se
tivas personales, de viajes iniciáticos o caminos de perfección y vz'r- pierde, así, la tan necesaria, para los hombres de entonces, sensa-
tus se convierten en autores y creadores cuando representan por ción de seguridad. Mas lo extraño y lo desconocido irán entran-
es~rito sus vivencias. Espectadores y observadores de sus propias do en el ámbito de lo verosímil y testimonial de los aconteci-
vidas, de una experiencia existencial al borde del abismo, supe~- mientos narrados, pero sin anular del todo la confrontación con
ponen el yo testigo al yo protagonista en unos relatos, a veces «ofi- lo mágico, maravilloso e inexplicable.
ciales», que simultáneamente informan, interesan y entretienen 22. El punto de partida del relato, como enfatizan sus autores y
En estas vías de iniciación, catárticas, encuentran el mundo protagonistas, es la difícil realidad a la que se enfrenta el nuevo
exterior que conectan con el imaginario de su intimidad, la que, aventurero del Renacimiento, un héroe. ambicioso que ya no cuen-
transgrediendo la norma cotidiana, introducen en una dimens~ón ta con una adversidad predestinada, sino sólo con la fortuna, su
diferente (el enigmático espacio del otro) que pretenden aproplar- astucia e ingenio, y una angustia constante. La conciencia de
se para, así, deshacer su misterio. Pero todavía no está bien defi- dependencia de la fortuna, cambiante y caprichosa, deshace inmu-
nida la conciencia del yo privado en unas autobiografías en las que nidades e incrementa el miedo, el recelo, la inquietud y la ansie-
el testimonio de los acontecimientos estructura el tiempo narrati- dad, todos símbolos de la muerte en unos escenarios ignotos, des-
vo 23. Escribir un diario es una tradición cristiana estrechamente concertantes y a merced de la ventura. Hacía tiempo que los
conectada con la lucha interior del alma. humanistas aconsejaron no confiar en la volubilidad y ligereza de
Navegantes y conquistadores, héroes renacentistas frente a lo la fortuna y, en cambio, aceptar el destino como una consecuen-
imprevisto del destino y de confines abiertos e inaba~cables, aún cia directa de las actuaciones humanas. Leamos a Guicciardini:
desplegando rasgos épicos y guerreros medievales, eligen desem-
peñar un papel polifacético (encontrar, dominar, experimentar) en «Aquellos también que, atribuyéndolo todo a la prudencia y a
la aventura del viaje oceánico, una hazaña que posibilita el c<;mo- la virtú, excluyendo cuanto pueden el poder de la fortuna, tendrán
cimiento y la construcción de una diversa y diferente realidad. Esta, al menos que confesar que importa bastante encontrarse o nacer en
un tiempo en que las virtudes o cualidades por las cuales uno se
a su vez, influye en el devenir vital del navegante que en multitud
estima a sí mismo sean consideradas valiosas» 25.

21 Sobre el tema se extiende GUIRAOO, Maria Cecilia, Relatos do descobrimento do


24 Es sugerente al respecto WOLFZETIEL, Friedrich, «Relato de viaje y estructura
Brasil. As primeiras reportagens, Lisboa, Instituto Piaget', 2001. . .
mítica», en L. ROMERO Y P. ALMARCEGUI (coords.), Los libros de viaje: realidad vivida y
22 Es muy interesante el trabajo de PlMENTEL, Juan, Testigos del mundo. Cleneza,
género literario, Toledo, Universidad Internacional de Andalucía-Akal, 2005, pp. 10-24.
literatura y viajes en la Ilustraáón, Madrid, Marcial Pons, 2003, p. 35.
25 GUICCIARDIN1, Francesco, Ricordi. Recogido en la colección de textos de GARIN,
2) Véase la aproximación de FOISn..,Madeleine, «La escritura del ámbit? priva-
Eugenio, El Renaámiento italiano, Barcelona, Ariel, 1986, p. 81. Del mísmo autor La
do», en Ph. ARffisY G. DUBY(dirs.), Historia de la vida privada, vol. V, Madrid, Tau-
revoluáón cultural del Renaámiento, Barcelona, Crítica, 1984.
rus, 1991, pp. 331-369.
Experiencia y comunicación 43
Carlos Alberto González Sánchez
42
dida a una considerable distancia temporal de los sucesos vividos,
A Alberti: es decir, sin el apremio de otro interés particular que el recuerdo
y la autoafirmación personal. Uno sabe lo que puede recordar, por-
«Para conseguir renombre, dignidad y fama, no valga más la vir-
que la experiencia, en gran proporción y por la cercanía a lo vivi-
tú que la fortuna ... Las leyes, los virtuosos principios, los prudentes
do, se procesa mnemotécnicamente, consiguiendo en autor y recep-
consejos, los hechos fuertes y constantes, el amor a la patria, la fe, la
diligencia, las prácúcas casúgadísimas o elogiadísimas de los ciuda- tor una relación vital con el pasado mejor y más eficaz que la
danos, siempre pudieron, o bien sin fortuna ganar y adquirir fama, historiografía. Aquellos hombres, todavía circunscritos en una cul-
o bien con fortuna extenderse mucho y alcanzar la gloria, y ellos mis- tura oral dominante, estaban habituados a los ejercicios memorís-
mos conseguir gran valor para la posteridad y la imortalidad» 26. ticos propios del aprendizaje recitativo y en voz alta de su tiempo,
un buen entrenamiento 29.
O, del Cuatrocientos español, a Juan de Mena: En la época el adiestramiento de la memoria era de una impor-
,
tancia excepcional, una apuesta psíquica que se basaba en la mani-
«Tus casos falla¡;es, Fortuna, cant~os, pulación del recuerdo de imágenes y lugares. Desde la Antigüedad
estados de gentes que giras e tracas;
este ejercicio alcanzó la categoría de todo un arte que, en la tradi-
tus grandes discordias, tus firmezas pocas,
y los qu' en tu rueda quexosos fallamos» 27.
ción europea, formaba parte de la retórica, dentro de la cual for-
muló preceptos y reglas entre los que la vista adquiere primacía
La angustiosa percepción de la fugacidad y caducidad de la vida sobre -los demás sentidos. En efecto, la memoria se educaba
da paso a una concepción del tiempo más inconcreta y alegórica, de mediante una persistente evocación visual a partir de las cosas que
una eternidad inalcanzable y de un transcurso terreno imparable. dejan impresión sensorial en la mente. La percepciones oculares,
Para 1. Soler es la toma de conciencia del tiempo sin tiempo y de la como expuso Aristóteles en De anima, son elaboradas en la imagi-
realidad vivida según la medida del hombre, dos extremos que incre- nación, una facultad considerada el soporte del intelecto.
mentan el contenido simbólico y trágico de la existencia 28. La mnemónica, o memoria artificial, pues, enseñaba el manejo
de las imágenes mentales, y su carga emotiva, con el fin de inten-
sificar recursos mnemotécnicos y favorecer procesos intelectivo s
que contribuyeran a la expresión de la personalidad individual 30.
Los cauces de la memoria
Luego no es de extrañar la capacidad memorística de nuestros auto-
Hubo gentes (clérigos, mercaderes, gobernantes, soldados, res, más en aquellos que gozaron de una formación intelectual al
mareantes, funcionarios y aventureros) dispuestas a escribir, sin las menos relativa (media diríamos hoy), un tramo educativo en el que
ataduras de la ley, la secuencia de sus vidas en los océanos y en los se estudiaba gramática y retórica, los dos fundamentos académicos
nuevos continentes. Con un criterio cognitivo más que literario, del discurso escrito y hablado.
acometen una empresa de prodigioso alarde memorístico, empren- ,
¡
AsÍ, los más, sólo se apoyan en escrituras efímeras o provisio-
nales, es decir, anotaciones y apuntes de papeles sueltos, diarios y
I
¡
f
26 ALBEKTI,
León B., 1 libri della famiglia. Cfr. GARIN,Eugenio, El Renacimiento ..., ,
i
.~
29 Un trabajo excepcional es el de LE GOFF,Jacques, El orden de la memoria. El
op. cit., p. 79.
27 MENA,Juan, Laberinto de Fortuna, ed. de J. G. CUMMINS, Madrid, Cátedra, tiempo como imaginario, Barcelona, Paidós, 1991; y de BaUZA,Fernando, Comunica-
1996, p. 55. Una buena aproximación al tema de la fortuna en el Renacimiento espa- 1 ción, conocimiento y memoria en la España de los siglos XVI y XVII,Salamanca, SEMYR,
ñol en RODRÍGUEZ-SAN PEoRO,Luis E., Y SANCHEZ LORA,José L., Historia de España. Los 1999.
siglos XVI y XVII. Cultura y vida cotidiana, Madrid, Síntesis, 2000, pp. 56-60. JO TodaVÍa sigue siendo imprescindible el clásico y excelente estudio de YATES,
28 SOLER, Isabel, El nudo y la esfera. El navegante como artífice del mundo moder- Frances A., El arte de la memoria, Madrid, Ediciones Siruela, 2005.

I
no, Barcelona, El Acantilado, 2003, p. 335.
44 Carlos Alberto González 5ánchez Experiencia y comunicación 45

cartapacios tomados durante el periplo. Esta herramienta, el escri- América Vespucio, en Sevilla el 18 de julio de 1500, escribió
to, posibilita abstracciones, distancia el conocimiento personal de una carta a Lorenzo di Pier Francesco de Medici dándole nuevas
los lugares de referencia y separa al que sabe de lo sabido; consti- de sus viajes y de las tierras míticas que en adelante espera encon-
tuye, en definitiva, una fórmula que crea condiciones de «objetivi- trar (la isla Taprobana, entre el mar Índico y el Gangético); pero,
dad»3l. Tiempo atrás el falaz Mandeville, aquel caballero inglés que evitando ser prolijo, apostilla «Quito muchas cosas dignas de
a los veinticuatro años, y entre 1356 y 1357, dice llegó hasta Orien- memoria para no ser más prolijo de lo que soy y que reservo en
te, ya viejo acude a sus recuerdos con la decisión de componer un la pluma y la memoria» J5. No menor es el caudal memorístico del
relato para dar aliento a quienes desearan experimentar las fantás- culto obispo Reginaldo de Lizarraga, incansable viajero por las
ticas escenas que vio; y concreta: fabulosas longitudes de América del Sur en la segunda mitad del
Quinientos, que «descendiendo en particular a nuestro intento, tra-
«Agora soy venido a reposar en edad de viejo antiguo, y acor- taré lo que he visto, como hombre que allegué a este Perú más ha
dándome de las cosas pasadas, he escripto, CQmomejor pude, aque- de cincuenta años el día que esto escribo» 36. El francés Jean de
llas cosas que vi y oí por las tierras por donde anduve» 32. Léry tampoco olvidó advertir que su Historia está hecha de memo-
rias escritas con «tinta roja de brasil».
Entre los primeros informadores, de la segunda mitad del si-
La pérdida de anotaciones y apuntes no impidió al florentino
glo xv, "que tenemos de África, el comerciante alemán Martin
Francesco Carletti el recuerdo, más o menos preciso, de sus andan-
Behaim debe la relación de su viaje con Diogo Cao (1485) al recuer-
zas. De familia mercantil y mercader de profesión, fue enviado
do, con algunos lapsos de memoria, de la narración oral que le hizo joven a Sevilla por su padre para que aprendiera el oficio. Buen
Diogo Gomez, un servidor del infante Don Enrique que participó sitio, la capital del Guadalquivir (la plataforma europea de los nego-
al menos en tres expediciones a tierras africanas (1444, 1456 y cios con el Nuevo Mundo, y solar de numerosos comerciantes ita-
1460) 33. Bernal Díaz del Castillo asume la decisión <<viejode más lianos) donde iniciarse en el menester de la mercadería. Llegó des~
de ochenta y cuatro años», cuando ha perdido sus dos ejes de per- de Florencia, con dieciocho años, en 1591, pero tres años más tarde
cepción de la novedad, «la vista y el oír»; a la zaga de guerreros- (1594) decide salir a conocer las Indias Occidentales, un empeño
escritores ilustres continúa diciendo: que, en 1606, le llevará hasta Filipinas. Su viaje, años después, devi-
no relación escrita que dedicó al duque Fernando de Medici, advir-
«Es bien que aquí haga relación, para que haya memorable
tiéndole de que
memoria de mi persona y de los muchos notables servicios que he
hecho a Dios y a su Majestad y a toda la cristiandad, como hay
«el haber yo, Serenísimo Príncipe, junto con mis bienes de fortu-
escripturas y relaciones de los duques y marqueses y condes ilus-
na, perdido además todos mis escritos y memorias, que había hecho
tres varones que sirvieron en las guerras y también para que mis
hijos y nietos y descendientes osen decir con verdad» 34.

J5 VESPUCIO,Américo, Cartas relativas a sus vIajes y descubn'mientos, ed. de R LEVI-


LLIER,Buenos Aires, Ediciones Nova, 1951, p. 121.
JI A la distancia, Carlo GINZBURG
dedicó uno de sus libros, Ojazos de madera..., J6 LIZARRAGA,Reginaldo, Descripción del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile,
op. cit. ed. de 1. BALLESTEROS,
Madrid, Historia 16, 1987, p. 56. Este relato, al estilo de la cró-
J2 MANDAVILA, Juan, Libro de las maravillas del mundo, ed. de G. SANTON]A, nica de Cieza de León, permaneció inédito durante tres siglos. Lizarraga, nacido en
Madrid, VISor, 1984, p. 182. Medellín (Extremadura) hacia 1539, llegó a Quito con sus padres cuando tenia quin-
JJ De Prima Inventione Guynee, en As Vzagens dos Descobrimentos, ed. de J. M. GAR- ce años. En 1560 ingresa en la orden dominica, el inicio de una carrera eclesiástica
CIA,Lisboa, Presenc;a, 1983, pp. 26-54. Este viajero alemán, brillante aficionado a la que culmina ocupando la mitra de varias diócesis americanas y llegando a ser pro-
geografía y la astronollÚa, se estableció en Portugal en 1484. vincial de la nueva provincia dominica de San Lorenzo Mártir (Chile, Paraguay y
J4 DíAZDELCASTILLO, Bernal, Histona verdadera de la conquista de la Nueva Espa- Argentina). En 1588 en Córdoba (Argentina) le cuenta un superviviente la expedición
ña, ed. de C. PEREYRA, Madrid, Espasa Calpe, 1997, p. 616. de Sarmiento de Gamboa al Estrecho de Magallanes (1583). Muere en 1609.
46 Carlos Alberto González Sánchez Experiencia y comunicación 47

de los viajes realizados por mí al circundar todo el mundo, será cau- to Domingo en 1528. Pasados ocho años escribe y se excusa como
sa de que yo no pueda así contar minuciosamente a V A. todos los
sigue:
pormenores de cuanto vi y había observado y anotado en mis men-
cionados escritos; de los cuales no me queda más que una poca
«No va tan por ystenso como quisiera porque la memoria de
memoria fatigada por las miserias que me acaecieron: la cual trata-
todo era imposible tenella otra que sin escrivillo como lo pasava
ré de recuperar lo mejor que me sea posible e ir rememorando sólo fuese. Reciba vm mi voluntad que para servirle tengo y la memo-
las cosas que he hecho y visto en mis dichos viajes» 37. .
ria que para esto terne don deqUlera que este» 39 .
Cuando vuelve en 1606 va a Florencia y visita a Fernando 1,
N ada mejor para aislarse de un espacio agobiante,. el del navío
un noble de insaciable curiosidad. A él Y a algunos allegados cuen- o el de la nueva tierra, que refugiar el alma en la escntura. No en
ta con detalle las peripecias de su recorrido indiano; si bien, y por vano, plumas, papel y tinta desde los inicios de la empresa descu-
el extravío del autógrafo, no sabemos en qué medida el libro pos- bridora fueron elementos usuales en los pertrechos de los barcos
terior reproduce la narración oral. La redacción pudo hacerla entre y en los equipajes de sus protagonistas; así, en el registro de las
1610 y 1616, aunque vería la luz en 1701. Anterior es la Relazio- naos de la flota que, al mando de Magallanes, salieron a circunna-
ne dei viaggi e negozi che si /anno per tutte l'Indie que compuso vegar el planeta en 1519 figuran 15 «libros blancos guarnecid?s,
con la. intención de informar y persuadir al duque de las posibili- los cinco para tener la cuenta del gasto de la Armada y los dIez
dades y ventajas de la expansión comercial por Oriente y Occi- para que los ;ficiales de ella tengan las cuentas» 40.
dente. Esta relación fue la fuente principal de sus Razonamientos.
También el portugués André Donelha tuvo la bondad de anotar
cuanto vio en Guinea, notas que, viendo el interés del gobernador
y capitán general Francisco de Vasconcelos da Cunha, se anima a Insólito y extraño. Herencia y novedad
poner en limpio en noviembre de 1625. En el proemio le justifica
la labor ejecutada: Todas estas narraciones, en las que subyace el reclamo del reco-
nocimiento y premio de méritos, y su perpetuación en la concie~-
«Fui na minha mocidade corioso de ver, andar, preguntar e saber cia ajena, como veremos, van a ser muy bien acogidas, incluso eXI-
os costumes e causas das terras em que andei, e de tuda fu um gidas por los distintos poderes; pero aho~~ nos intere~an ~n cuanto
memorial. E ora, vendo en Vossa Senhoria coriosidade de saber as resultado del conocimiento y la observaclOn de expenenCIas excep-
particularidades do naso Guiné, destrito do governo de Vossa Sen- cionales casi increíbles, en un entorno desconocido, el más extra-
horia, detreminei gastar alglias horas em os tresladar e tirar a limpo, ordinari~ y novedoso de todos los tiempos. Sus noticias son los
pois a menhum que o mesmo carego tivesse podía oferecer esta obra relatos de los hechos que sucedieron. Quien las vivió, para apre-
que mais grato fosse e debaixo de suas alas a emparasse» 38.
henderlas, las escribe o, lo que es lo mismo, las somete a una ope-
ración intelectiva de apropiación y asimilación intentando, de
Otros, al contrario que Vespucio, disculpan no ser más proli-
acuerdo a su utillaje mental, dar coherencia y sentido a lo extra-
jos porque no tomaron apuntes y les falla la memoria; caso del
ño. Esta escritura autobiográfica del Renacimiento es una manera,
Maestre Juan, quien, de camino hacia la isla Serrana, salió de San-

39 Relación y derrotero del viaje que hizo a esta isla de la Se",ana el Maestre ]:-añ
J7 CARLETI1,Francesco, Razonamientos de mi viaje alrededor del mundo (1594- y de lo que ejecutó en 8 años que estuvo en ella para la que salIO de Santo. Domzngo
1606), ed. de F. fuu]o, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1976, víspera de Ramos de 1528, 1537, Archivo General de Indias (en lo suceSIVOAGI),
p.7.
Patronato, 18, núm. 7, r.o 1.
J8 DONELHA, André, Descrlfao da Serra Leoa e dos nos de Guiné do Cabo Verde 40 PIGAFETIA, Antonio, Primer viaje alrededor del mundo, ed. de 1. CABRERO,
(1625), Lisboa, Centro de Estudos de Cartografía Antiga, 1977, fol. 1.
Madrid, Historia 16, 1985, p. 191.
Carlos Alberto González Sánchez Experienáa y comunicación 49
48

original y superior, de enaltecer la centralidad humana y la con- ~ inventar, c~nc~ptos sinónimos en la época e indicios de origina-
ciencia individual 41; de representar lo nuevo en un tiempo seduci- lIdad y supen~ndad frent~, a la he~encia recibida. Este interés por
do por un inagotable deseo de experimentar las albricias de la natu- ~a nove?,ad aun~ pretenslon de sIngularidad, entusiasmo por la
raleza 42. Cieza de León no titubeó a la hora de afirmar que «lo InnOVaClon y anSIas por lo extraño 46. El portugués Pero Nunes en
que yo aquí escribo son verdades y cosas de importancia, prove- su Tratado em defen~do da carta de marear (1537), aplaude los lo~ros
chosas, muy gustosas y en nuestros tiempos acaecidas» 43. En un de su nación:
regocijo similar, también el experto y gran navegante del Atlántico
«Los portugueses osaron acometer al gran mar Océano. Entra-
Escalante de Mendoza:
ron en él sin ningún recelo; descubrieron nuevas islas, nuevas tie-
rras,. nuevos mares, nuevos pueblos y, lo más importante, un nue-
«Suelen algunos sabios en las lecturas y obras de ciencias e his-
vo oelo y nuevas estrell~s ..Y le perdieron tanto el miedo que, ni el
torias que escriben y componen, dar noticia y relación de sus pro-
gr~n calor de la zona tornda nI el descompasado frío de la parte
pias vidas, cualidades y profesiones y de las causas e intentos que
mas extrema del sur con los que los antiguos escritores nos ame-
tuvieron para emprender aquellas obras, por darles con ello auto-
naza.~an, los estorbó, puesto que perdiendo la estrella del Norte y
ridad y crédito ...a cuya imitación y ejemplo me pareció que para el
volVlendola a encontrar, descubriendo y pasando el temeroso Cabo
mismo efecto en mi propósito debía hacer en esto la misma dili-
~e Buer:a Esperanza, el Mar de Etiopía, el de Arabia y el de Per-
genda en esta lectura y obra que compuse, para que todas las per-
sIa, pudIeron llegar a la India ...» 47.
sonas que la vieren y della quisieren usar, sepan mis cualidades y
la profesión y oficio con que aprendí» 44.
, ?l afán de protag?nismo y superación no impidió que algunos
c}aslcos como .Estrabon o Ptolomeo pesaran más en las cosmogra-
Los hombres, que ya no se conformaban con la herencia reci-
fta~ ?e aquel tIempo que las relaciones de los viajeros; ni que éstos
bida, quieren vivir las novedades de 10 exótico, inquietud que tes-
qUlSl~r~n de ma?era obsesiva verificar los mitos de las fronteras
timonia la inmediata y rápida difusión, a través de numerosas edi-
prodIgIosas de Mrica y Oriente, a la postre identificados o des-
ciones, de la carta de Colón anunciando su descubrimiento 45. El
mentidos. El descubridor, dada su predisposición mental busca en
gusto por lo raro e insólito y la curiosidad los lleva a descubrir y
el e,scenario que le rode~ los aspectos que sabe traducir, ;orque sin
algun referente de partIda o esquema inicial nunca lograría apro-
vec~ar el curso de la experiencia. No obstante, la autoridad de los
41 Al respecto GREENBLATI, Stephan, Renaissance SelfFashioning. From More to sabIOS de la Antigüedad comenzó a declinar en el siglo XVI, época
Shakespeare, Chicago, The University oE Chicago Press, 1992. en la que se ponen de manifiesto algunos errores de griegos y roma-
42 Son inevitables MAMvALL, José A., Antiguos y modernos, Madrid, Alianza, 1986,
pp. 25-83 Y 429-455; DUVIoLS,Jean P., I:Amérique espagnole vue et revée. Les livres
nos. La aventura marítima los contradice y revela, cual argumenta
de voyages de Christophe Colomb a Bougainville, París, Promodis, 1985; y 1EONARD, J oao de Castro, que el experimento directo de las cosas nuevas es
Irving A., Viajeros por la América Latina colonial, México, Fondo de Cultura Econó- mejor criterio que los libros del pasado. Fernández de Oviedo decía
mica, 1992. También las recientes publicaciones de GARCíACASTAÑEDA, Salvador con altiv:z que «esto que he dicho no se puede aprender en Sala-
(coord.), Literatura de viajes. El Viejo Mundo y el Nuevo, Madrid, Castalia, 1999;
fuRRERo MAsSARI, José M:, Libros de viajes de los siglos XVI y XVII en España y Portu-
manca, m en Boloña, ni en París ... » 48. Y Pero Nunes atribuía a los
gal: lecturas y lectores, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1999; PEROCCO,
Daria, Viaggiare e raccontare. Narrazione di viaggio ed esperienze di racconto Cinque e
Seicento, Alessandria, Edizione dell'Orso, 1997; y SOLER,Isabel, El nudo y la esfera...,
op. át. :; Estas tres premisas las desarrolla ~VALL, José A., Antiguos..., op. cit., pp. 47 Yss.
43 CIEZADELEÓN,Pedro, Crónica..., op. cit., p. 34. NuNES,Pero, «As novas navega.;oes», en su Tratado em defensao clacarta de ma-
44 EsCALANTE DEMENDOZA, Juan, Itinerario de navegaáón de los mares y tierras occi- rear, Coimbra, 1952. Tomo la cita de SOLER,Isabel, El nudo y la esfera..., op. át., p. 110.
dentales 1575, ed. de R BARREIRo-MEIRo, Madrid, Museo Naval, 1985, p. 14. 48 En esta cuestión ahonda ELLlOTI,John, «Europa y América en la época moder-

45 m, Barry W., «Las dos cartas de Colón de 1493: transmisión y público», Edad na», en F. SANCHEZ-MoNTES (coord.), La incorporaáón de las Indias en el mundo occi-
de Oro, núm. 12, 1993, pp. 131-139. dental en el siglo XVI, Granada, Universidad de Granada, 2000, pp. 23-44.
Experiencia y comunicación 51
Carlos Alberto González Sánchez
50
experiencias particulares en Indias, inédita hasta 1971, refiriéndo-
portugueses el haber librado al mundo de muchas ignorancias, y
se a la ciudad de Cuzco encarece «las muchas cosas notables nun-
de demostrar que ca escritas ni vistas en los antiguos ni en los agora» 52. El merca-
der florentit:0. Galeotto C~i, al igual, en el relato de sus poco
«la tierra era mayor que el mar y que había antípodas, que hasta
venturosos V1aJespor el Canbe y el Nuevo Reino de Granada (1539-
los santos lo dudaron, y que no hay región que, ni por caliente ni
por fría, se deje de habitar. .. Y doy fe que estos descubrimientos 1553), declara que la vivencia del Nuevo Mundo le ha enseñado
de costas, islas y tierras firmes no se realizaron por casualidad, sino más de cosmografía que los libros de los sabios entonces autoriza-
porque nuestros navegantes partían muy enseñados y provistos de dos. En su dedicatoria a Bartolomeo Delbene promete texto alter-
instrumentos y reglas de astrología y geometría, herramientas que nativo y escribe que
deben dominar los cosmógrafos, según dice Ptolomeo en el primer
libro de su Geografía» 49. '
«m~bisogneria.~vere qualc?e disegno et geografia, dove non lo sep
mal et tanto plU quando VI andai, che mai avevo visto né sfera né
tolomeo, che ogni poco di pratica ne havessi hauto harei poss~tto
Semejante entusiasmo late en el Esmeralda de Situ Orbis de
fare un compendio di molte cose utile et dilectevole» 53.
Duarte Pacheco Pereira, quien exclama «nunca os antigos ante-
cessores puderam crer que podia vir tempo que o nosso ocidente . S~~n escritores o no, e~altan y fijan con tinta y papel unas
fora de oriente conhecido pelo modo que agora é»50. Juan de Agüe- pnm1clas que creen nunca v1stas, un método que, conforme a una
ro, el autor, en 1511, de un epítome del diario que trajo de su via- mentalidad caballeresca, posibilita al individuo, y a sus descen-
je a la India Martín Fernández de Figueroa, vitorea que gracias a dientes, la identificación con una acción singular que minimiza
la novedosa información de dicho manuscrito se podrán entender las del pasad? Cada cual, pues, quería expresarlo escribiendo y,
diversas enseñanzas de cosmógrafos y poetas de antaño, por a la vez, pomendo nombre a unos descubrimientos y conquistas
más dignas de encomio que las de los antiguos. Encumbrar la
«lo qual en los poetas e cosmógraphos assaz escripturas están sin obra personal es un síntoma evidente del desarrollo de la con-
puerto de luz por ynorancia de las tierras, propriedades de cosas, ciencia individual, y de la capacidad que el hombre tiene para
tracto de gentes, e navigación de mares, que agora más sin escrú-
crear y manipular unas fuerzas de la naturaleza a las que se le
pulos se entenderán ... por el qual conosceremos diversas cosas que
lanza un reto continuo. El viaje es el medio por excelencia de
de sus maravillas, por perficiones loaremos a Dios que las crió e
entrar en contacto con lo raro; como dirá San Juan de la Cruz
reprehenderemos las malas costumbres, tomando exemplo en las
santas o buenas obras que tan idiota gente sin predicación evangé- «las cosas raras y de que hay poca experiencia son más maravi-
lica aún ha querido aceptar» 51. llosa~ y menos creíbles», mostrando su gusto por las «grandes y
admuables novedades y noticias extrañas, alejadas del conoci-
Un soldado anónimo de la conquista del Perú, Pero López, miento común».
intrépido escritor de una breve e interesantísima relación de sus

52 GOENAGA
DESILVA,
Rosario, Relación de Pero López. Visión de un conquistador
de~ ~I*lo XVI, Bahía Blanca, Universidad Nacional del Sur, 1971, p. 18. Se trata de la
49 Cfr. SOLER,Isabel, El nudo y la esfera..., op. cit. edic~on de un .manuscrito que perteneció a la colección de Sir Thomas Phil1ips a
~o En PIMENTEL,
Maria do Rosário, «Aspectos do relacionamento intercultural no com~enzos de sl~lo XIX y que actualmente se encuentra en la Biblioteca Lilly de la Uni-
expansionismo portugués», en Maria G. VENTURA (coord.), Viagens e viajantes no Atltin- ve!Sldad de ~diana. Fechado entre 1540 y 1570, lleva por título Crónica del conquis-
tico quinhentista, Lisboa, Edi<;6es Colibri, 1996, pp. 219.232. tador Pero Lóp~z, en la que describe sus viajes por tierra desde Cartagena de Indias a
~l FERNÁNDEZ DEFIGUEROA, Martín, Conquista de las Indias de Persia e Arabia que Santiago de Chzle a Buenos Aires.
hizo la armada del rey don Manuel de Portugal e de las muchas tierras, diversas gentes, ~J CEl, Galeotto, Viaggio e relazione delle Indie (1539-1553), ed. de F. SURDICH,
extrañas riquezas y grandes batallas que allí hubo. En sumario del bachiller Juan Agüe- Roma, Consiglio Nazionale delle Ricerche-Bulzoni, 1992, p. 3.
ro de Trasmiera, ed. de 1. GIL, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1999, p. 46.
Carlos Alberto González Sánchez Experiencia y comunicación 53
52

Alvise da Mosto o Luis da Casa Da Mosto, más conocido como tir a afirmar en 1513 que «algún día daré a la luz libros particula-
Luis Cadamosto, comerciante nacido en 1432 en el seno de una res de estos descubrimientos que, a juicio mío, son más grandes y
importante familia del patriciado de Venecia, nos dejó la narración dignos de admiración que los escritos por los antiguos cosmógra-
de sus expediciones, en pos de honras y riquezas, a Guinea, en las fos». Este humanista italiano al servicio de los Reyes Católicos escri-
que se vanagloria de ser el primer veneciano en navegar más allá bió la primera historia del Nuevo Mundo, sin pisarlo jamás, al rit-
del Estrecho de Gibraltar, «contra as partes do Meio-Dia, nas terras mo de los acontecimientos y con las fuentes escritas y orales de sus
dos negros da Baixa Etiópia, nem por memória nem por escritu- más célebres protagonistas; por ello en sus Décadas, acreditando el
ras, hunca dantes navegado». Tenía veintidós años cuando, «dese- relato de la crónica, continuamente apostilla «así me lo cuentan»,
jando conhecer coisas novas», quiso contrastar su visión del mun- «así te lo digo», «lo que me han escrito», «eso cuento», o «yo refie-
do con la realidad 54.O América Vespucio, que sirvió a los Medicis ro lo que me han referido varones graves». El puesto que ocupó en
y dejó de ser mercader para dedicarse a descubrir, invitado po~ la Corte y su nombramiento para el Consejo de Indias le dieron acce-
Fernando el Católico, en 1497. En una de sus cartas a Lorenzo di so a un precioso e inusitado elenco de documentos (como las car-
Pier Francesco de Medici lo expresa advirtiendo que «decidí aban- tas de Cortés, Cristóbal de Olid o Gil González Dávila) 58.
donar el comercio y poner mi propósito en cosas más laudables y No menos pagado de sí mismo estuvo Duarte Barbosa, quien
firmes, y fue que me dispuse a ir aver parte del mundo y sus mara- por haber contemplado muchas circunstancias estupendas y mara-
villas» 55. Este miembro de la aristocracia florentina, que no era villosas en las Indias portuguesas, jamás por otros avistadas, resol-
mareante de profesión sino universitario de cultura humanista, lati- vió «escreve-las para benefício de todos, tais como as vi de dia em
no y aficionado a la cosmografía y la náutica, pensaba ordenar sus dia, trabalhando por declarar em este meu livro» 59.Redundante es
diarios y hacer un libro, Mis cuatro jornadas) de todo lo que vio: Díaz del Castillo con el alegato de «ver cosas nunca oídas, ni vis-
tas, ni aun soñadas, como víamos» 60.
«De todas las cosas notables he hecho un Diario, de modo que N adie dudaba que el Atlántico era el abismo entre lo viejo y lo
si alguna vez se me diese tiempo, pudiera todas estas cosas una a
nuevo, el océano que conducía a unos confines donde, a juicio del
una admirablemente reunir, y componer un libro o bien de geo-
calvinista francés J ean Léry, «todo lo que allí se ve es diferente de
grafía, o bien de cosmografía, de modo que la posteridad de mí
tuviera recuerdo, o del omnipotente Dios un tan inmenso artificio lo que tenemos en Europa» 61. Escribiendo lo construyen y le dan
se conociese en parte por nuestros antepasados ignorado» 56. sentido, una manera de proceder que admiraba a Juan Kiefhaber, el
cuñado y editor de la relación de Nicolás Federmann, quien, en la
Y, orgulloso de su gesta, en una escrita en Lisboa en 1504 enfa- dedicatoria a Juan Guillermo de Loubenberg, consejero de Carlos
tiza <da confianza que tengo en vuestra virtud y en la verdad de lo V, dice que «algunos de los que han visto el Nuevo Mundo, después
que escribo, que son cosas no mencionadas ni por los antiguos ni de emprender penosos y dispendiosos viajes, han publicado libros
por los modernos escritores»57. Semejante ánimo incitó a Pedro Már- voluminosos en los que se encuentran cosas sorprendentes» 62.

54 Navegafoes, en As Vi'agens dos Descobrimentos, op. cit., pp. 73-132. Cadamos- 58 Véase e! estudio introductorio de Ramón ALBAa sus Décadas del Nuevo Mun-
to viajó en la época de! infante don Enrique, siendo un exponente más de los nego- do, Madrid, Ediciones Polifemo, 1989.
ciantes italianos en el tráfico de oro y especias. Sus memorias, aunque muy divulga- 59 O livro de Duarte Barbosa, ed. de N. ÁGUAS,Lisboa, Europa-América, 1992,
das en copias manuscritas, se publicaron en 1507. De ellas se hicieron traducciones a p. 15. Duarte parece que formó parte de la expedición de Magallanes. El libro que
varias lenguas europeas. escribió de su estancia en Oriente lo publicó e! italiano Ramusio en su compilación.
55 Carta escrita en Lisboa en 1504. VESPuao, Américo, Cartas relativaL., op. cit., Murió en la isla de Cebu en 1521.
60 DíAZDELCASTILLO, Bernal, Historia ..., op. cit., p. 208.
p.203.
61 LÉRY, lean, Le voyage..., op. cit.
56 Ibid., p. 193. Esta cita quizás corresponda a una carta de 1503.
62 FEDERMANN, Nicolás, Viaje a las Indias del Mar Océano, Buenos Aires, Nova, 1945.
57 Ibid., p. 194.
Carlos Alberto González 5ánchez Experiencia y comunicación 55
54

La aventura es la senda de la gloria y la fama, atributos indis- Por su parte Alvar Núñez Cabeza de Vaca, explorador de rr
N M" 1 f J.exas
pensables de la victoria sobre la muerte y el premio de la eterni- y uevo exICO, en a amasa y desgraciada expedición al mando
dad. Ésta fue la intención del gentilhombre, culto y religioso, Anto- de Pánfilo de N arvá.ez, en la que fue tesorero, con un relato en
nio Pigafetta antes de dar la primera vuelta al mundo: papel pretende atestIguar a Carlos V sufrimientos y méritos acu-
mulados; convencido también porque
«Determiné, con amable licencia de la Majestad cesárea, y del
antepuesto mi señor, de experimentar el ir en busca de tales cosas: «no hay cos.a que más deleite a los lectores que las variedades de
así pudiesen proporcionarme a mí mismo satisfacción y me alum- l~s cosas y tiempos y. las vueltas de la fortuna, las cuales, aunque al
braran también renombre en la posteridad» 63. tiempo q~e se expenmentan no son gustosas, cuando las traemos a
la memona y leemos son agradables» 67.
La escritura es el mejor instrumento para salvar las distancias
y mantener, hasta el fin del mundo, puro e intacto el pasado. Un ~el t~do expre~iv~, de cuanto llevamos dicho, es el prólogo de
curso comunicativo de la verdad, siempre en el mismo sitio, entre la Hzstorza da Provzncza Santa Cruz (editada en Lisboa en 1576) d
la historia y el presente, al que la imprenta prestará un auxilio sin Pero de Magalhaes de Gandavo; leamos un fragmento: e
precedentes. La palabra en cambio es incapaz de guardar nada, el
peor archivo de la memoria. Pigafetta, desde su salida de Sanlúcar «Como pois a escritura seja vida da memoria, e a memoria huma
en 1519 hasta su vuelta a España en 1522, escribe día a día el acon- semelhanc;a da immortalida~e a que todos devemos aspirar, pela
tecer de su viaje, la fuente del más preciado tesoro que, según él, parte que della nos cabe, qUlZ movido destas razoes fazer esta bre-
entregaría a Carlos V en Valladolid: ve historia, pera cujo ornamento nam busquei epit~tos exquisitos
nem outra. fermosura de vocabulos de que os eloquentes Oradore~
«No oro ni plata, sino cosas para obtener mucho aprecio de costumao usar pera com artificio de palavras engrandecerem su as
tamaño Señor. Entre las otras le di un libro escrito por mi mano, ob~as. Son;ente procurei escrever esta na verdade per hum estilo
con todas las cosas pasadas, día a día, en nuestro viaje» 64. facil, e chao, como meu fraco enghenho me ajudou, desejoso de
agradar a todos os que della quizerem ter noticia ...».
Más exquisita es la justificación del propósito de Cieza de León:
.El escrito, pues, ~epresenta.la derrota del olvido, es el cofre que
«El tiempo consume la memoria de las cosas de tal manera que
enCierra el transcurrIr de la VIsta y el oído de los aventureros en
si no es por rastro y vías exquisitas, en lo venidero no se sabe con
mares y lugares exóticos, gentes en continua lucha contra la muer-
verdadera noticia lo que pasó» 65.
te y presa fácil del destino y las artimañas del demonio en un medio
Y, garantizando la veracidad de los sucesos de la jornada de novedoso y onírico que, escribiendo, trataron de objetivar, de dar
Cíbola, el fraile Castañeda Nájera: respuestas a un porqué y a un para qué. Pudieron creer que todo
a.quello er~ consecuencia de potencias imaginativas, pero sus sen-
«Es exercicio de hombres virtuosos el desear saber y querer tIdos confIrmaban la veracidad de lo en apariencia irracional. No
adquirir para su memoria la noticia berdadera de las cosas e casos de modo arbitrario el cronista Pedro Mexía observaba que
acontec;idos en partes remotas de que se tiene poca noticia» 66.

6~ Nú~z ~ABEZADEVACA,Alvar, Naufragios y Comentarios, ed. de R FERRANDo,


63 PIGAFEITA, Antonio, Primer viaje..., op. cit., p. 50. Mad?d, Histona 16, 19.84, p. 147. Pán.filo de Narváez obtuvo de Carlos V unas capi.
64 Ibid., p. 161. tulaclOn:s que le autonzaron a conqUIstar y colonizar el enorme territorio existente
65 CIEZADELEÓN,Pedro, Crónica..., op. cit., p. 35. desde P:muco, en Nueva España, hasta Florida, empresa que inicia en Sevilla en 1527.
66 MORA,Carmen de, Las siete ciudades de Cibola. Textos y testimonios sobre la A cambIO, en 1540 se le premia con la gobernación del Río de la Plata. Su escrito,
expedición de Vázquez Coronado, Sevilla, Alfar, 1992, p. 60. los ComentarIos y Naufragzos, los redacta en España entre 1537 y 1540.
Carlos Alberto González 5ánchez Experiencia y comunicación 57
56

«puede la imaginación alterarse y moverse con estas imaginaciones símiles. Andrés Velásquez, un médico de prestigio en el siglo XVI y
de las cosas, aunque no las tenga presentes, lo cual el seso común estudioso de la enfermedad, achacaba al exceso de bilis negra el
no puede, sino teniéndolas en presencia, por lo cual es grande y principio de la tristeza sin causa, una maléfica dolencia que sumía
maravillosa la fuer<;ade la imaginación» 68. al cerebro del convaleciente en la sombra del miedo y de las más
corruptas imaginaciones, haciendo de los melancólicos prisioneros
El mago Camelia Agripa, coetáneo del anterior, destaca fasci- de un mundo amenazador, agobiante y carente de sentido. El doc-
nantes e imprevisibles efectos de la imaginación: tor Alonso de Freylas, asimismo, pedía a estos enfermos de pro-
funda fantasía no
«Modifica el cuerpo de muchas maneras, según sea la pasión
por la que esté afectado, de modo que alt~ra c?rr:pletamente su «dar crédito con facilidad a sus melancólicas visiones, revelaciones,
organismo y espíritu, ya sea exteriorizando o mtenonzando los sen- raptos, sino que al punto se humillen conociendo su miseria y baje-
timientos o provocan d.o cIertas actltu
. d es» 69 .
za, y consulten confesor sabio, prudente y devoto, ejercitado en
semejantes casos» 72.
Creía Montaigne que la fe en los milagros, las visiones, l~s
encantamientos y semejantes hechos extraordinar~os tenían s~ ?r1- Robert Burton, autor inglés del más célebre tratado sobre la
gen en el poder de dicha facultad anímica, espeCIalmente enfatIca, melancolía (1621), tampoco deja de encumbrar la fuerza imagina-
por ser más blandas, en las almas del vulgo, en las que «hanl~s tiva, y sus siniestros embelecos, que puede desatar un cuadro depre-
inculcado tan fuerte la fe, que creen ver lo que no ven». Pero OPI- sivo. En ella, por ser instrumento de las pasiones, sitúa el origen
na también que «esas ridículas ligaduras por las que nues.tro mun- de muchas ilusiones demoníacas, supersticiones y demás extrava-
do se ve tan estorbado que no se habla de otra cosa, son CIertamen- gancias; porque, dice, «tan falsamente como uno lo imagina así lo
te consecuencia de la obsesión y del temOD>70. Y en la miscelánea cree, y contra la opinión general, lo seguirá considerando así». Tal
de Antonio de Torquemada leemos lo siguiente: capacidad psíquica, en suma, dilucida que
«La ymaginación intensa tiene tan gran fuer<;ay poder, q~~ no «es el instrumento de las pasiones, por medio de la cual actúan y
solamente puede imprimir diversos efectos en aquel que esta rma- producen muchas veces efectos prodigiosos. Y al igual que la fan-
ginando, pero también puede hazer efect.o en .las mes~as cosas que tasía se proyecta o remite más o menos, y sus humores se dispo-
imagina, y que casi podría un hombre rmagmar tan mtensamente nen, así se mueven las perturbaciones más o menos y producen una
que está lloviendo, que aunque está el tie~po sereno, .se turbasse, impresión mayor» 73.
y viniese a llover, y si imaginase que las pIedr~s que t.Iene.del~te
de sí eran pan, tan gran podia ser la vehemencIa de la rmagmaclOn, No son gratuitas por ello las reiterativas llamadas de atención
que se bolviessen pan» 71. de los descubridores exhortando que lo visto no es fruto de la fan-
La melancolía, acechante en sitios alejados, extraños y fuera de
lo cotidiano, podía del mismo modo ser la raíz de visiones invero-
72 FREYLAS, Alonso, Conocimiento, curación, y preservación de la peste, Jaén, Fer-
nando Díaz, 1605. En este tratado el autor incluye un capítulo sobre los melancóli-
cos. Andrés VELAsQUEZ escribió uno de los manuales más afamados acerca de la depre-
68 MEdA, Pedro, Silva de varia lección, Sevilla, Fernando Díaz, 1587, p. 143. sión: Libro de la melancholia, en el qual se trata de la naturaleza desta enfermedad ...,
69 CORNELroAGRIPA,Enrique, Filosofía oculta..., op. cit., p. 245. Sevilla, Hernando Díaz, 1585. Ambos han sido estudiados por Roger BARfRAen su
70 MONTAIGNE, Michel de, «De la fuerza de la imaginación», en Ensayos comple- magnífico libro, Cultura y melancolía. Las enfermedades del alma en la España del Siglo
tos, ed. de A. MUÑoz ROBLEDANo, Madrid, Cátedra, 2003, p. 141. de Oro, Barcelona, Anagrama, 2001.
71 TORQUEMADA, Antonio de, Jardín de flores curiosas, Salamanca, Alonso de Terra- 73 BURToN, Robert, Anatomía de la melancolía, vol. I, Madrid, Asociación Espa-
nova, 1577, p. 17. ñola de Neuropsiquíatría, 1997, pp. 252-256.
58 Carlos Alberto González Sánchez
Experiencia J' comunicación 59

tasía sino una consecuencia directa de la experiencia, acreditada


co lleno de maravillas, que, en buena medida, impulsan las explo-
por testigos de primera mano. Sirva de ~jemplo el ~omien~o del raciones y la búsqueda de lugares exóticos y no vividos, los deseos
relato del viaje a Persia (1473) del embajador veneClano GlOsafat
de saber más, y de contrastar el mundo conocido con los desco-
Barbara, típica figura del comerciante, embajador y viajero huma-
nocidos, que progresivamente modificarán el paradigma espacio-
nista; en él leemos: temporal vigente, la opinión de las autoridades intelectuales y la
manera de interpretar lo extraordinario.
«Ha pravato e visto molte cose che per non esser usitate de
qua a quelli che, per modo de dir, mai furan fora di Venetia, forsi En la época la maravilla «es cosa que causa admiración por
parerían busie, e questa e stata principalmente la cas0.neper, la ~ual extraordinaria», y maravillarse «ver sus efectos ignorando las cau-
non me ha mai tropo curato né de scriver quello ha VlstO,ne etlam- sas» 76. No obstante todavía serían necesarios varios siglos para des-
dio de parlarne malta» 74. terrar las quimeras (cinocéfalos, cíclopes, unípedos, dragones, ciu-
dades y fuentes de oro) que los autores de los libros antiguos
Cristóbal Colón, al igual, en la carta que anuncia el Descubri- situaban en Asia y en el Índico; además, la recepción de la nove-
miento, y teniendo en mente la literatura fantástica medieval refe- dad favorecerá otros espejismos y excesos de imaginación en el pen-
rida a Asia, puntualiza: samiento occidental. Hemos de tener presente, pues, que el escri-
tor tiende a ver lo que escribe y no a escribir lo que ve; porque la
«Dios nuestro Señor, el qual da a todos aquellos que andan su escritura, como todo ejercicio conceptual, se origina en la mente,
camino vitoria de cosas que pares~en ynposibles; y ésta señalada- o sea, en nuestras reacciones ante el mundo más que en la reali-
mente fue la una; porque aunque destas tierras ayan fablado o escri- dad visible en sí. La información procedente del exterior es dema-
to, todo va por conjetura, syn allegar de vista, salvo comprehen-
siado compleja y rica para ser representada de forma totalmente
diendo tanto que los oyentes más escuchaban e juzgavan más por
fidedigna.
fabla que por poca cosa dello» 75.
El explorador alardea modernidad parapetándose en su propia
experiencia y ante unas guías y modelos preexistentes pensados
para otros hombres y otras realidades, actitud que auspiciará la
Ver, oír, escribir transformación del concepto de mirabilia o de lo extraordinario.
Ahora será lo prodigioso, algo diferente e inopinado, de un medio
El viaje y la predisposición subjetiva de quien lo escribe con- asombroso y extraño que sobrecoge, y no lo fantástico e inadmisi-
firman que la experiencia personal, sustentada en el voluntarismo ble que, conforme a la mentalidad mágica imperante, puede ser
y la habilidad, es el más fiable criterio de verdad sobre las. cosas. real. La presencia de lo sobrenatural no sorprende, sino que es asi-
Haber visto o experimentado aquello de lo que se habla reVIste de milada como parte integrante de lo natural; la maravilla reside tan-
autoridad al relator, quien da a conocer vivencias que han pasado to en el mundo real como en el irreal, y actúa sobre el imaginario
y dignas de ser contadas por autores más acreditados. Sin ~m~a~- y su expresión lingüística y estética. Mas siempre, como apostilla
go los aventureros renacentistas partían de un referente mltologl- Covarrubias, provoca admiración, porque se desconoce el origen de
sus efectos, es decir, su incomprensión es la causa del asombro y,
en consecuencia, de la curiosidad del observador. La naturaleza de
Viaggi in Persia degli ambasciatori veneti Barbaro e Contarini, ed. de L. LOCK-
74 lo maravilloso lo convierte en enigma oculto, en misterio insonda-
HA.KI', R MOROZZOy M. F. TIEPOLO,Roma, Instituto Poligráfico del Estado, 1973, p. 68. ble, propio de confines alejados, en el espacio y en el tiempo, de
Al respecto es muy recomendable el estudio de PEROCCO,Daria, Viaggiare e racconta-
re..., op. cit. .
75 MORALESPADRÓN,Francisco, Primeras cartas sobre América (1493-1503), SeVI-
lla, Universidad de Sevilla, 1990, p. 81. 76 COVARRUBIAS,
Sebastián de, Tesoro..., op. cit.
60 Carlos Alberto González Sánchez Experiencia y comunicación 61

otros mundos de los que se tienen pocas noticias; por ello el via- «un camero de una mano y dos pies que se crió muy grande ... y
je, los descubrimientos y el relato de sus artífices son su fuente un cordero, la mitad de atrás cordero y con su lana y las demás
primigenia. partes, y la mitad de adelante con facciones y rostro de una per-
Nadie se interrogará acerca de las cosas que distorsionan lo sona y el cuero así liso» 80. El último, con altas dosis de fantasía,
cotidiano porque se contemplan formando parte de ello. La mara- lo atribuyeron a un «indio ovejero nefando».
villa deja de serlo desde el momento en que es integrada en el El criterio, claro está y siendo todavía mítico, empieza a ser
ámbito de lo conocido; su asimilación y divulgación deshacen el «científico», y el interés, naturalista en vez de místico; los mons-
misterio Todo está dentro de la naturaleza, donde la imaginación truos fascinan como revelación de los misterios escondidos en el
se transforma en realidad. No hay invenciones sino, en todo caso, mundo natural 81. Este retorno a los prodigios orientales perdura-
un exceso de fantasía que implica la lejanía, el extrañamiento o rá mucho tiempo, casi un siglo, en las conciencias de conquista-
la perversión de las facultades mentales que el estar fuera del dores y colonizadores. La decepción inherente a la certificación de
orden natural y la esencia de una novedad vertiginosa precipitan. la inexistencia de lo buscado les impedirá tomar conciencia de la
Sin embargo, los primeros descubridores llenan el vacío de lo des- magnitud de sus propias hazañas 82.
conocido, y lo interpretan, con su imaginario precedente (el de Para S. Greenblatt, maravillarse es la respuesta inicial de los
los mitos de la Antigüedad), o sea, asocian lo extraño con lo sabi- europeos a la realidad americana, una experiencia emocional e inte-
do. No pueden abandonarlo, su desmentido es inconcebible, es lectual decisiva, ligada a las preocupaciones estéticas y filosóficas
más, les servirá para verificar viejas leyendas sobre países legen- del discurso renacentista, en un momento en el que las primicias
darios 77. de los viajes oceánicos causaron entusiasmos, sorpresas, pasmos y,
A título ilustrativo podemos traer a colación las capitulaciones en definitiva, interrogantes y ansias de conocer. La sorpresa del alma
que la Corona castellana concedía a los primeros navegantes del ante lo nuevo, decía Descartes, es peligrosa en potencia porque des-
Atlántico, como la otorgada a Vicente Yáñez Pinzón el 5 de agos- pliega ignorancias y miedos que excitan e inmovilizan el discerni-
to de 1499, en la que se le concede disponer a su voluntad de todo miento de todo aquello que no se puede comprender ni tampoco
lo que hallare, «e asy mismo monstruos e animales e aves de qual- creer. Esta mezcla de seducción y temor, que rebasa los paradig-
quier manera e calidad que sean, e otras qualesquier serpientes e mas vigentes, exige la intervención de la experiencia en la repre-
pescados que sean» 78. Las cartas de marear, contemplando la cuan- sentación de la relación entre una naturaleza bella y admirable y el
tía de analfabetos, se ilustraban con copiosos letreros y dibujos de horror de lo demoníaco 83. Si bien, para los escolásticos, los hechos
monstruos marinos y seres fabulosos; pero en la Modernidad el singulares no conforman una fuente cierta de cocimiento, a lo sumo
monstruo pierde carga simbólica y es contemplado como rareza eran curiosidades, aberraciones o excepciones de la norma. Más
natural. Covarrubias lo define como «cualquier parto contra la regla
y orden natural, como nacer el hombre con dos cabezas, cuatro
brazos u cuatro piernas» 79; tal vez los que Bernardo de Vargas
80 Milicia y descripción de las Indias, ed. de M. CUESTA y F. LÓPEz-R1os,Vallado-
Machuca dice haber visto en Nueva Granada a fines del siglo XVI: lid, Universidad de Valladolid, 2003, p. 176. Este libro se publicó por primera vez en
Madrid en 1599.
81 Umberto Eco aporta más sobre este fascinate fenómeno en su Historia de la
belleza, Barcelona, Lurnen, 2004, pp. 152 Y 55.
77 Estos entresijos los analiza con pericia RALLOGRUSS,Asunción, «Maravilla y 82 AíNsA,Fernando, «El viaje como trasgresión y descubrimiento. De la Edad de
erudición en el humanismo español: el Jardín de flores curiosas de Antonio de Tor- Oro a la vivencia de América», en J. PEÑATE(ed.), Relato de viaje y literaturas hispá-
quemada», en J. MATAS, J. M. TRABADO y J. J. ALONSO(eds.), La maravilla escrita. Tor- nicas, Madrid, Visor Libros, 2004, pp. 45-70.
quemada y el Siglo de Oro, León, Universidad de León, 2005, pp. 113-173. 8) GREENBLATT, Stephen, Marvelous Possesssions: The Wonder o/ the New World,
78 Cfr. BoNO,José, y UNGUETl, Carmen, Los protocolos sevillanos de la época del Chicago, University of Chicago Press, 1991. Viene al caso también CASTRO-K1.ARÉN, Sara,
descubrimiento, Sevilla, Colegio Notarial de Sevilla, 1986. «Mímesis en los trópicos: el cuerpo en Vespucci y Léry», en S. GARCÍACASTAÑEDA
79 COVARRUBIAS, Sebastián de, Tesoro..., op. cit., p. 761. (coord.), Literatura de viajes. El Viejo Mundo y el Nuevo, Madrid, Castalia, 1999, p. 31.
Experiencia y comunicación 63
62 Carlos Alberto González Sánchez

tarde serán científicos, normales y habituales porque ocurrían siem- moni? de Ulrico Schmidel, alemán, que participó en la conquista
pre y podían ser apreciados en la naturaleza 84. del Río de la Plata, autor de una relación en cuyo comienzo avisa:
El empirismo, a pesar de haber sido enunciado en la Edad
«El cual viaje (desde el dicho año de 1534 hasta el de 1554
Media por Roger Bacon, Duns Scoto o Guillermo de Ockham, se que Dios quiso que volviese) he descrito y recopilado aquí, con l~
consolida durante el Renacimiento, un período de revolución cul- que experimenté y sufrí con mis compañeros en todo el viaje» 89.
tural en el que Leonardo de Vinci, en 1508, destacó «la experien-
cia maestra de todas las cosas», o «la sabiduría es hija de la expe- Pedro Castañeda Nájera, un soldado, de la jornada de Cíbola
riencia». En 1599 el conquistador Bernardo de Vargas Machuca aficionado a la escritura, como en sueños, expresa que '
aconseja sacar provecho de la experiencia ajena: «la experiencia es
suficiente a hacer arte, que como dice Aristóteles, ella sola es sufi- «se hallarán cosas, por cierto, harto graves de creer. Todas las más
ciente a causar conocimiento de las cosas universales» 85. Y, en 1620, bistas por mis ojos y aunque no por estilo pulido eserebo lo que
Francis Bacon en su Novum Organum dictamina: pasó, lo que he oído, palpo, bido y tratado» 90.

«Así como se puede esperar un conocimiento más amplio de las Y más sutil Reginaldo de Lizarraga, apreciando que la oralidad
cosas humanas y un juicio más maduro de parte de un anciano que suele exceder a la verdad, pues la palabra procede de la costum-
de un joven, debido a su experiencia y a la cantidad y variedad de bre y conduce a la mentira; por ello advierte:
cosas que ha visto, oído y pensado, también es justo esperar de nues-
tro tiempo cosas mucho más grandes que de los tiempos antiguos, «No hablaré de oídas sino muy poco, y entonces diré haberlo oído
puesto que, siendo el mundo más viejo, se encuentra enriquecido más a p~rsonas fidedignas; lo demás he visto con mis propios ojos, y
por una infinidad de observaciones y de experiencias» 86. como dicen palpado con mis manos; por lo cual, lo visto es verdad,
y lo oído, no menos; algunas cosas diré que parece van contra toda
El relato del viajero, un hombre práctico y no un escritor que razón natural, a las cuales el incrédulo dirá que de largas vías, etcé-
viaja, cumple una mera función descriptiva, de alguna manera obli- tera, mas el tal dará muestras de un corto entendimiento, porque no
gatoria, que, dada la finalidad del viaje (descubrimientos, explora- creer los hombres sino lo que en sus patrias veen, es de los tales» 91.
ciones y conquistas), desplaza la formulación de preguntas crucia-
les e investigaciones sistemáticas en aras del simple retrato de lo Este criterio es el que exigía Antonio de Torquemada, en su no
curioso y lo exótico. El experimento, lo visto y oído, es materia de menos inverosímil miscelánea, a aventureros como el fantasioso
comunicación de unos hombres que en poco tiempo recorren gran- Pigafetta y sus enigmáticos seres de la Patagonia; sobre todo si se
des distancias 87. Bernal Díaz del Castillo legitima su discurso, fren- pretende contradecir, escribe, a «tan graves autores que son Aris-
te a López de Gómara, que jamás pisó las Indias, no sólo con un tóteles, Salino y Plinio». Completemos la cita:
escueto yo) criterio insuficiente, sino también con su lo vi y el estu-
«Bien fuera que Pigafeta, para que le diéramos mayor crédito,
ve allí, es decir, con la presencia y la mirada literal de un yo que
diera también testimonios de haberlos visto; pero así cada uno podrá
narra su propia vida 88. Esta actitud viene a corroborarla el testi-
creer lo que le pareciere sin cometer pecado alguno» 92.

84 ReITÚto a PIMENTEL,Juan, Testigos del mundo ..., op. cit., p. 48.


89 SCHMIDEL, Ulrico, Relatos de la conquista del Río de la Plata y Paraguay 1534-
85 Milicia ..., op. cit., p. 78.
1554, ed. de K. WAGNER,Madrid, Alianza, 1986, p. 23.
86 BACON,Francis, Novum Organum, Barcelona, Folio, 2002, p. 144.
90 Rel~ción que escribió, entre 1560 y 1565, de la jornada de Cíbola, reproduci-
87 ELLlOTI,John B., España y su mundo 1500-1700, Madrid, Alianza, 1990, p. 69.
da y estudiada por MORA, Carmen, Las siete ciudades..., op. cit., p. 62.
88 La cuestión la desarrolla Juan C. RODRÍGUEZen el apéndice del libro de CAM-
91 LIZARRAGA, Reginaldo, Descripción del Perú..., op. cit., p. 57.
pos FERNÁNDEz-F1GARES, M: del Mar, El caballo y el jaguar. La Historia verdadera de la
92 TORQUEMADA, Antonio de, Jardín..., op. cit., p. 139.
conquista de la Nueva España, Granada, Comares, 2002.
64 Carlos Alberto González 5ánchez Expen'encia y comunicación 65

El soñador Pedro Fernández de Quirós, a finales del siglo XVI, vía durante mucho tiempo -casi toda la Edad Moderna- ambas
antes de salir al encuentro de su pretendido nuevo continente aus- fórmulas no serán excluyentes y, como deducimos de los textos,
tral, promete dar noticias de sus descubrimientos conforme a lo van a seguir conviviendo, aunque progresivamente despuntarán los
visto y a una relación escrita ojos. Ya a principios del Seiscientos el escritor ascético-espiritual
Alonso de Vascones decía que «son los ojos unas ventanas por don-
«de todo lo que descubriere hiciera lo más en forma de verdad que de entra al alma la luz y noticia de las cosas» 97.
posible fuera a mi poco ingenio relación y demostrara con la más Desde el siglo XIII, época en la que gracias a las cruzadas se
arte que pudiera todo lo visto así, así de la tierra firme como de inician los grandes viajes a Oriente, la experiencia de la vista, des-
las islas...» 93. ligada de la ficción literaria, se abre paso; así lo atestigua el falaz
Mandeville o el fraile Guillaume de Rubruck, enviado por el rey
A la letra, y la confirmación de sus escribanos, también se atie- francés San Luis a explorar los pueblos tártaros de Asia. A su
ne Escalante Alvarado: «ni dando interpretaciones para que se pue- regreso en 1255 se dirige al monarca prometiéndole que «le escri-
da entender ni decir más de lo que ven escrito a la letra» 94. Aun biré todo lo que yo he visto» 98. Rustichello da Pisa, al igual, lo
un mareante de profesión, de sobra curtido en las rutas de la Carre- asevera en la introducción de su redacción de los viajes de Mar-
ra de Ind).as, como el general]uan Escalante de Mendoza, en el pró- co Polo:
logo de su célebre manual de navegación de 1575, deja sentado que
su obra es fruto de su experiencia práctica, voluntad, razón y espe- «Ningún hombre conoce tanto o ha experimentado tanto las
culación, otros parámetros esenciales de la conciencia renacentista: diversas partes del mundo y sus grandes maravillas como este mae-
se Marco. Y por esta. razón sería gran desventura si no dejara por
«y compuse esta obra con el acuerdo, estudio y especulación escrito todas las grandes maravillas que vio y oyó como verdaderas,
que ella requería y con la inteligencia y personal curso y experien- de manera que las gentes que no las vieron ni conocieron tengan
cia que tuve y tengo adquirida y ganada» 95. de ellas razón en este libro» 99.

Fijémonos, con las miras puestas en las relaciones de viajes La realidad desplaza a la ficción, la vista a los otros sentidos y
características de la Edad Media -escritos recordatorios y no la escritura a la voz. El escrito se ampara, entonces, en el viejo prin-
representaciones, la mayoría poco más que cuentos fantásticos- cipio jurídico alfonsino, según establecen las Siete Partidas) que con-
en cómo se está produciendo una interesante novedad en las for- cede preeminencia al «testigo de vista» sobre terceros testimonios
mas de percibir la realidad. La vista empieza a convertirse en el en un altercado legal. Los relatos ya no son literatura ficticia sino
principal y mejor autorizado cauce del conocimiento, y en la más la expresión, frente a las' palabras, de unos hechos verídicos. A
certera fuente de la verdad. Hasta el Renacimiento, y de acuerdo principios del siglo XVI Juan Agüero de Trasmiera, el epitomador
a una oralidad predominante, el oído fue prioritario 96; pero toda- de la relación del viaje a la India, a las órdenes del rey portugués

9) FERNANDEZ DE QUIRÓS,Pedro, Memoriales de las Indias Australes, ed. de Óscar NER,Guillermo, «Los ojos, los oídos y la escritura de Berna! Díaz del Castillo», His-
PlNOCHET,Madrid, Historia 16, 1991, p. 79. torias, núm. 31, 1993, pp. 21-30.
94 EsCALANTE ALVARADO,GarcÍa de, Relación del viaje que hizo desde Nueva Espa- 97 VASCONES, Alonso de, Destierro de ignorancias, Sevilla, Matías Clavija, 1619,
ña a las Islas de Poniente, después Filipinas, Ruy López de Villalobos, de orden del p. 121.
Virrey de Nueva España, Don Antonio de Mendoza, ed. de Carlos MARríNEZSHAW,San- 98 Cfr. MOLLAT,Michel, Los exploradores del siglo XIII al XVI. Pn'meras miradas sobre

tander, Universidad de Cantabria, 1999, p. 109. nuevos mundos, México, Fondo de Cultura Económica, 1990, p. 15.
95 EsCALANTE DE MENDOZA,Juan, Itinerario ..., op. cit., p. 20. 99 El libro de Marco Polo, ed. de J. GIL, Madrid, Alianza, 1987. Muy sugerente
96 Véase ZUMTIIOR,Paul, La medida del mundo. Representación del espacio en la es el estudio de LARNER,John, Marco Polo y el descubn'miento del mundo, Barcelona,
Edad Media, Madrid, Cátedra, 1994; DE CERTEAU,Michel, La escritura..., op. cit.; y TUR- Paidós, 2001.
66 Carlos Alberto González Sánchez Experiencia y comunicación 67

Manuel V, de Martín Fernández de Figueroa, concluye su trabajo to mis propios ojos», y para evitar que se tomen por quimeras sus
escritor enfatizando: experiencias, confiesa que «todo lo que mis ojos vieron, a veces
sigo confundido»; pero cuidadoso con las previsibles burlas y escar-
«En forma de lo que en esta hystoria haveys conoscido por theó- nio de ignorantes, incrédulos y malintencionados, amonesta:
rica quél vio por experiencia. Lo qual todo apruevan los muchos
testigos que de vista hay assi en Portugal como en toda España» lOO.
«Temo escribir no porque eso debe parecer extraño a aquellos
que vieron y leyeron las grandes maravillas del reino de China, sino
Más locuaz vuelve a ser Nicolás Federmann, un alemán, vásta- más bien porque los que desearon comparar las maravillas que no
go de una familia de mercaderes de ~lm, que, tras i,r a explorar el vieron con lo poco que vieron en sus países de origen se rehúsen
territorio de la actual Venezuela (partIendo de Sanlucar en 1529 y a dar fe, porque éstos no correspondan a nada que ellos puedan
regresando a Sevilla en 1531), en su escrito hace gala de cautela comprender y que conozcan» 103.
relegando el oído:
En fechas posteriores Antonio de Espejo, en la relación de las
«Se podrían escribir muchas cosas de esos países y de sus cos- exploraciones que hizo en 1583 en Nueva Andalucía (Nuevo Méxi-
tumbres; pero no quiero hacerlo por conocerlos sólo de oídas y no co), que envió al arzobispo de México, sigue despejando la pri-
poi haberlos visto yo, porque quiero contar sólamente lo que he macía de la experiencia visual:
visto y aprendido por mi propia experiencia» 101.
«Todo lo suso referido bide por mis ojos y es cierto porque a
Este aventurero escribió, conforme a la normativa real, toman- todo me hallé presente y salí con algunos compañeros y aun con
do como guía el diario del escribano de l~ expedición en ~a qu.e uno solo algunas veces del real para ber y entender la dispusición
participó. Su texto lo concluyó en AlemanIa en 1533, y sena edi- de aquella tierra y dar noticia de todo ello a Su Majestad» 104.
tado por su cuñado Juan Kiefhaber en Hagen en 1557,. aunque el
éxito literario no le llegaría hasta el siglo XIX.En la dedIcatona del y todavía a mediados del siglo XVIIel inglés Thomas Gage:
editor a Juan Guillermo de Loubenberg, consejero de Carlos V, se
dice de Federmann que «habiendo escribir según órdenes de SM «Al escribir esta obra no ofreceré sino aquello que es fruto de
Imperial el relato de su primer viaje con un notario que lo acom- mi observación directa, que probablemente diferirá de lo hasta aho-
ra escrito sobre la materia» 105.
pañó». Rotundo también es al respecto Alonso Enríquez de G~z-
mán: «porque vi lo que screví y screví lo qu~ ví» 102; y pre~aV1do
La novedad, pues, se concibe de forma diferente a como se per-
Fernao Mendes Pinto, un hombre humilde e iletrado en su Juven-
cibe. Dicha percepción implica al mismo tiempo la especulación y
tud mas deseoso de conocer y saber, que se traslada a Extremo
Ori~nte (China y Japón) con misiones comerciales y diplomáticas
de 1537 a 1554. Una vez retirado en Lisboa, en 1569, redacta las
memorias de sus viajes, que se publicarán en 1614. En ellas, temien- 10) Cfr. MOLLAT, Michel, Los exploradores..., op. cit., p. 85. Sobre este polémico
do que «puedan tomar como sandeces las cosas reales que han vis- personaje es digno de citar el estudio de BORGESCOELHO,António, «Clio e Peregri-
na~ao de Femao Pinto», en As rotas Oceanicas (Sécs. xv-xVfrr), Lisboa, Colibri, 1999,
pp. 241-262; CIRILLO, Teresa, «Francisco de Herrera Maldonado apologeta di Femao
Mendes Pinto», Quaderni Portoghesz; núm. 4, 1978, pp. 183-198; Y LOUREIRo, Rui M.,
<<AChina de Femao Mendes Pinto, entre a realidade e a imagina~ao», en A. VAS-
100FERNÁNDEZ FIGUEROA, Martín, Conquista ..., op. cit., p. 130. CONCELOS y M. DOSSANTOS(eds.), Estudos de história do relacionamento luso-chines.
101FEDERMANN, Nicolás, Viaje..., op. cit., p. 46. Séculos XVf-XX, Lisboa, Instituto Portugues do Oriente, 1996, pp. 137-177.
102 Libro de la vida y costumbres de Don Alonso Enríquez de Guzmán, ed. de Hay- 104 AGI, Patronato, 22, r.o 1, fol. 18.
ward KENISTON, Madrid, Adas, 1960, p. 112. Su editor hace esta versión a partir del 10' GAGE, Thomas, Viajes por Nueva España y Guatemala, ed. de D. TEJERA,
manuscrito que encontró en la Biblioteca Nacional de Nápoles en 1912. Madrid, Historia 16, 1987, p. 46.
68 Carlos Alberto González 5ánchez Experiencia y comunicación
69
la experiencia sensible; la primera compete al ~iajero-escritor .Y la El ojo, por tanto y según estima M. de Certeau, está al servi-
segunda a los receptores de su relato. Descubndores y conqUIsta- cio del descubrimiento del mundo y de una curiosidad enciclopé-
dores, una vez superado el miedo a lo desconocido, constatan la dica que, en el siglo XVI, levanta los cimientos de la ciencia moder-
realidad y cambian su representación de la misma, mientras que el na 109; si bien, la vista siempre está condicionada por expectativas
distante lector, a través del texto, del imaginario de su autor, se y hábitos. Tal vez debido a esta disyuntiva, el alemán Juan Staden
apropia de la idea de un mundo para él mágico y, por fabuloso y
a mediados del Quinientos se guardaba de las disparatadas histo-
extraño, desligado de lo conocido. Según 1. Soler, en rias que contaban los vagabundos llegados de las Indias, buscado-
res de ventura fracasados que, así, se autoafirmaban y llamaban la
«este sentido el mundo se acerca a él, se concentra, se yuxtapo-
ne a sí mismo alejándose en cierto modo de conceptos funda- atención de oyentes desprevenidos e ingenuos. A fin de cuentas
mentales para ~l propio viaje -y, en otro ámbito de abstracción, decía que «nadie va a ir allí a comprobarlo»; por ello argumenta-
nucleares de la existencia humana- como son el tiempo y el espa- rá verdades empíricas de unas secuencias que «cuando son dadas
cio» 106. a gente entendida, en vez de al vulgo, se estiman más ciertas» 110.
Fray Gaspar de Carvajal, sobre las andanzas de Orellana por el
Esta consideración, el culto a la verdad mediante la visión de Amazonas, tampoco obvia avisarlo:
la realidad, sobre todo combatiendo a los cronistas peninsulares al
margen de la vivencia de los hechos, las habla~urías de inc~utos y «He querido tomar este poco trabajo y suceso de nuestro cami-
las creencias populares, es uno de los grandes fmes pretendIdos en no y navegación, así para decirla y notificar la verdad en todo ello,
nuestros escritos autobiográficos, también sobrados de fantasías y como para quitar ocasiones a muchos que quieran contar esta nues-
tra peregrinación o al revés de cómo lo hemos pasado y visto» 1ll.
tergiversaciones interesadas. De ahí la impertérrita acreditaciór: d.e
los autores como testigos de primera mano de unos hechos a~lml-
Idéntico parecer consta en un memorial que el doctor Gabriel
lados con el entendimiento 107. Alguien como Montaigne, al igual,
de Loarte (alcalde de corte y justicia mayor del Cuzco), en nombre
huía de quienes, con hermosas palabras, constrUÍan un fascinante
del cabildo de la ciudad andina, el 24 de octubre de 1572, remite
edificio historiográfico con los rumores y el parloteo de las plazas
al presidente del Consejo de Indias. En este documento reacciona
de las ciudades; para él
contra los cronistas que, sin haber asistido a la conquista del Perú,
«las únicas historias buenas son las que han sido escritas por los Se atreven a narrar la historia de aquellos acontecimientos, fiando
mismos que dirigían las empresas, o que participaban en ell~s, o más de los chismes de desprevenidos que de las relaciones de unos
que al menos tuvieron ocasión de llevar a cabo otras parecIdas. protagonistas que «aviendo descubierto el camino por nuestros pro-
Pues al haber escrito sobre el mismo tema varios testigos oculares pios pies nos vienen a contar aca el discurso algunos escriptores».
(com'o ocurría en aquellos tiempos que la grandeza y el saber coin- Fue normal que descubridores, conquistadores y pobladores vieran
cidían por lo general), si hay error, este ha de ser extraordinaria- marginados sus méritos, y ultrajadas sus personas, en las obras de
mente leve y sobre un hecho muy dudoso» 108. historiadores fraudulentos o mal documentados. Loarte aúna la pro-
testa contra el olvido del que son víctimas porque

106 SOLER Isabel, El nudo y la esfera..., op. cit., p. 98.


107 Este ~specto también 10 trata PADGEN,Anthony, European Encounters with the
109 CERTEAU,Michel, La escritura..., op. cit., p. 226.
New World, New Haven, Yale University Press, 1993, pp. 51 Y ss. Muy oportunos son
110 STADEN, Juan, Vera historia y descripción de un país de los salvages desnudas
los artículos del dossier coordinado por ALTUNA,Elena (coord.), «Viajes y viajeros colo-
feroces gentes devoradoras de hombres situado en el Nuevo Mundo América, ed. de
niales por las Américas», Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, núm. XXX-60,
E. WERNICKE,Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1944, p. 3.
2004, pp. 7-268.
111 CARVAJAL,Gaspar de; ALMESTO,Pedro de, y ROJAS,Alonso de, La aventura del
108 MONTAlGNE,Michel de, «De los libros», op. cit., p. 426.
Amazonas, ed. de Rafael DlAz, Madrid, Historia 16, 1986, p. 98.
Carlos Alberto González Sánchez Experiencia y comunicación
70 71

«siendo vivos muchos de los que en ello entendirn~s veng~n a ser segundo viaje del genovés, que envía a su compatriota Pietro Nic-
coronistas de nuestros hechos los que nunca los vIeron DI enten- colí, asevera que las noticias en ella insertas no son fruto de sus
dieron escribiéndolos cada uno sin averiguar la verdad como se los andanzas ultramarinas, sino del relato oral de uno de los capitanes
quenta el primero a quien se los pregunta para solo ga.narde comer de la flota, un piloto, un maestre y un indio caribe; es decir, infor-
por las impresiones y algunas vezes a costa de las hazIendas y hon- ma de oídas y conforme a lo que él considera verosímil:
ras de los que lo trabajaron de lo qual a resultado un mun?o de
opiniones con que traen embelesada e ynquieta a la gente pmtan- «He hablado con tres personas que han vuelto de dichas cara-
do cada uno la causa y titulo de lo que poseemos conforme a los belas: uno es capitán, otro piloto y otro maestre de una de ellas.
falsos hechos como se lo contaron» 112. Lo que de ellas he oído le contaré, pero en la duda de escribirle
algo no cierto, para no errar ni incurrir en el peligro de mentir, diré
A continuación implora la mediación del rey. Estab~n en. jue- parte de lo que he oído, es decir lo que me parece verosímil»115.
go los derechos y mercedes inherentes a las proezas equmocclales;
urgía entonces Recurrir a testigos es una estrategia discursiva más de la capta-
tia benevolentiae del receptor, en cuanto a la predisposición de su
«avefÍg1Jllrla verdad del hecho que avia de ser el cimiento del edifici? fe en la narración. Añadiendo el nosotros y los nombres concretos
para -qualquier fin que pretendieron aviendolo tomado tantos ~or ?fi- de los «testigos de cargo» el autor contribuye a la legitimación del
cio sin avello puesto su majestad que es a quien toca la exarnmaClOn
texto. Castañeda Nájera de esta manera lo concreta en su proemio,
y averiguación dello a cargo de ninguno dellos 9ue es el m~ nuevo
en el que declara haber tomado la decisión de poner por escrito
negocio que a acaecido... quando lo leernos los mIsmos por qUIenpas-
so no podernos creer sino que se trata de otro genero de gente» 113. sus aventuras indianas en un momento en el que todavía están vivas
muchas de las personas capaces de corroborar los acontecimientos
acaecidos y contados:
Las interpelaciones a los receptores co~for~an un~ ~~rtiente
didáctica fluctuante entre los límites de la hlstona y la ÍlcclOn. Las
«Por muchas veces me an sido importunos no poco rogándo-
increíbles aventuras descritas parecerán invenciones, as~tos de
me les dixese y aclarase algunas dudas que tenían de cosas parti-
fábula que el autor, en aras de lacre.di~ilidad, se verá. obligado a culares que al bulgo avian oído en cosas y casos acontecidos en la
hacer una certificación enfática y subJetlva de su veracldad. Tal es jornada de Cibola... ellos tienen ra~ón de querer saber la verdad,
la intención de Diego Álvarez Chanca, médico sevilla~~ de los porque como el bulgo muy muchas veces cosas que an oído, y por
Reyes Católicos y compañero de Colón en su segun1~ V1aJe,autor ventura a quien dellas no tubo noticia, ansí las hacen mayores o
de la carta relatoria de dicha travesía que en 1494 dmge al conce- menores que ellas son» 116.
jo de Sevilla, en la que se muestra preocupado de
Por su parte fray Gaspar de Carvajal, con su escrito sobre la
«los que no me cono~en que oyeren estas cosas, me ternán por pro- navegación completa del curso del Amazonas (1541-1542), preten-
lixo e por ombre que ha alargado algo, pero Dios es testigo que yo de defender a Orellana de sus traidores, texto que él «no le osa-
no he traspasado una jota los términos de la verdad» 114. ría escribir si no tuviera tantos testigos que a ello se hallaron presen-
te» 117. Y Bernal Díaz del Castillo antes de aludir a un fenómeno
Ese mismo año el mercader florentino, también muy próximo tan evanescente como una lluvia de sapos:
a Colón, Simone del Verde, en otra misiva sobre las nuevas del

115 lbid., p. 171.


112 Op. cit., p. 118. 116 MORA, Carmen, Las siete ciudades..., op. cit., p. 60.
113 lbid. 117 DtAz, Rafael, La aventura del Amazonas, Madrid, Historia 16, 1986, p. 59. Este
114 MoRALESPADRÓN,Francisco, Primeras cartas..., op. cit., p. 137. libro recoge las relaciones sobre el Amazonas de G. DE CARVAJAL,P. DE ARMEsTOy
Carlos Alberto González 5ánchez Experiencia y comunicación 73
72

«y como esto de llover de los sapos, parece que no son cosas Lo expuesto convergía en los debates intelectuales de la épo-
que todos los hombres las vean con los ojos, estuve p~r n?, escri- ca, en los que también polemizaban cosmógrafos, cartógrafos y
birlas, porque como dicen los sabios: que cosas de adm1raclOnque navegantes, y donde preocupaba la función de la razón y los sen-
no se cuenten» 118. tidos en la naturaleza del conocimiento, parámetros, ambos, com-
plementarios y antitéticos a la vez. Lo sensible, alejado del racio-
La escritura, claro está, garantiza la certeza de los hechos sucedidos, cinio, es una vía que puede conducir a engaños, aunque nunca debe
unos acontecimientos, según la pretensión de los autores de relaciones, dirigir ni reforzar la experiencia; mientras que lo inteligible, sin
siempre ajustados a la realidad y a una letra escrit~ q.ue r~~ge, s~ poder prescindir del todo de los sentidos, tiende a la infalibilidad
eliminarlas del todo, las vías expansivas de la potenCla lffiagmatlVa,mas del conocimiento. Por ello en la información derivada de los via-
proclives en medios de comunicación como el oral y el icóni~o-visual. jes se dará primacía a la vida misma de su protagonista, un ingre-
Escalante Alvarado, un viajero siempre acompañado de escnbanos y diente renacentista de un observador al que se le exigirá un per-
pertrechado de cartas y requerimientos, calibra este método advirtien- manente análisis crítico de su oído y su vista; pero tampoco estas
do haber hecho un texto en el que «ni dando interpretaciones para que premisas ofrecen una seguridad absoluta, ni dejan de ser un recu-
se pueda entender ni decir más de lo que ven escrito a la letra» 119. Esta rrente tópico discursivo en los relatos.
cualidad no libraba al escrito de ciertas propiedades que podían vol- Atendamos al juicio del portugués Joao de Castro, un intelec-
verse en contra de sus ejecutores. Su capacidad de fijar los testimonios tual renacentista, discípulo de Pero Nunes -que en el primer ter-
causaba serios problemas a los autores o signatarios de panfletos, libe- cio del XVI viajó a la India Oriental, a Goa-, autor de un curioso
los difamatorios y proclamas sediciosas. manual de cosmografía concebido a modo de diálogo con el Sacro-
Cuenta Pedro Fernández de Quirós en la relación de su segun- basca. En éste, en torno a lo dicho, argumenta que
da expedición a las Salomón con Álvaro de Mendaña (islas que no
avistaron), aludiendo a las penurias de una empresa infructuosa, que . «es necesario aquí que el sentido obedezca al entendimiento y,
la desolación y el descontento de los soldados empujó a muchos a como un ciego, se deje guiar por él, porque es cierto que en muchas
respaldar «un papel con ciertas firmas, y lo que en él se decía, que cosas nos engañarían los sentidos si no estuviesen guiados y exa-
pedían al adelantado los sacase de aquel lugar y les diese .o.tro mejor minados por el entendimiento. Juzgando solamente por los senti-
o los llevase a las islas que había pregonado» 120.El manifiesto, con dos, todos pensaríamos que el Sol es poco más que una rueda de
carro, y las estrellas unas naranjas; y en esto estaríamos muy enga-
ochenta firmas, sería la prueba documental del auto judicial por trai-
ñados, pues el entendimiento ha demostrado, y está convencido de
ción que se seguiría contra ellos. A raíz de este altercado, en un ello, que el Sol y muchas estrellas son muchas veces mayores que
momento dado un expedicionario resistirá la firma de un docu- toda la Tierra» 122.
mento confuso, repitiendo varias veces que «no le mandasen firmar;
pues por firmas de papeles había el adelantado muerto al maese .de El maestro Pero Mexía, eminente historiador y compositor de
campo» 121.Un final dramático para alguien que prestó su rúbnca polianteas, hacia 1540 reitera la proposición:
convencido de una causa justa.
«El entendimiento del hombre no descansa ni le parece que
sabe la cosa enteramente hasta que no conosce las causas y razones
A. DE ROJAS. La versión original de Rojas consta de un manuscrito de la Biblioteca
Nacional de Madrid, que se editó por primera vez en el siglo XIX.
118 DlAZ DELCASTILLO,Bernal, Historia..., op. cit., p. 345.
122 CASTRO,}03.0 de, «Tratado da Esfera por Perguntas e Respostas ao Modo de
119 ESCALANTE GarCÍa de, Relación..., op. cit., p. 109.
ALVAP.ADO,
Diálogo», en Obras Completas, ed. de A. CORTESAoy L. ALBUQUERQUE, vol. 1, Coimbra,
120 FENANDEZDE QUIROS, Pedro, Descubrimiento de las regiones austriales, ed. de
Academia Internacional da Cultura Portuguesa, 1968-1982, p. 54. Cfr. SOLER,Isabel,
Roberto FERRANDo,Madrid, Historia 16, 1986, p. 104.
El nudo y la esfera..., op. cit., p. 127.
121 lbid., p. 106.
Carlos Alberto González Sánchez Experiencia y comunicación 75
74

della; diéronse (los sabios) a inquerir y entender y, en esta con- «Que así como Dios tiene en su poderío la fábrica del mundo
templación, muchas causas hallaron muy ciertas que se podían y con su mando la govierna, así el ánima del hombre tiene el cuer-
entender y conoscer, a lo menos teniendo algunos principios natu- po sujeto, y según su voluntad lo mueve y lo govierna, el cual es
rales y conoscimiento de las calidades de los elementos ...» 123. otra imagen verdader~ de aqueste mundo a Dios subjecto» 125.

El Renacimiento representa el triunfo de la simbiosis de la expe- El viajero descubridor o conquistador y quienes leen u oyen lo
riencia y el razonamiento, conceptos equiparados a información, que vieron en una geografía propia de sortilegios no autorizan más
observación, análisis de datos y reflexión sobre hipótesis, procedi- criterio de la verdad que el experimento visual, predisposición evi-
mientos que, junto a la curiosidad y la reflexión, terminarán modi- dente en el énfasis de los relatos en la vivencia de lo extraordina-
ficando el orden del universo establecido; al menos en el imagina- rio 126. En la Edad Media, en cambio, parece que los lectores no enten-
rio de navegantes, humanistas, místicos, artistas y filósofos. Todavía, dían ni daban importancia a las declaraciones de veracidad de relatos
y pese a la influencia de los viajes en la evolución de la ciencia, como los de Polo o Mandeville; quizás porque los autores de roman-
pasará mucho tiempo hasta la alteración de los fundamentos de la ces artúricos, carolingios e historias de caballería en general introdu-
mentalidad colectiva. En esta novedosa forma de entender el mun- cían aseveraciones del mismo cariz en los proemios de sus invencio-
do, el hom~re, un microcosmos, logrará un protagonismo indiscu- nes 127, Todavía la prosa caballeresca breve del siglo XVI lo corrobora.
Al comienzo de la Historia de los nobles cavalleros Oliveros de Casti-
tible al ser equiparado a un semideo u hamo faber que, tras vencer
la adversidad del mundo, gobierna y transforma la realidad con sus
lla y Artús D'Algarve se dice que es digno el rescate del olvido de
manos, ingenio, inteligencia y voluntad. La naturaleza será el esce-
memorias y exemplos, verdaderas y sobresalientes, muy beneficiosas
para el buen vivir. La imprenta es la causa de su recuperación, per-
nario ideal, armónico y ordenado, de la centralidad de su expe-
petuación y abaratamiento, después de tanto tiempo sepultadas:
riencia, de la dignitate homini. Pico de la Mirandola exaltaba al
respecto: «Como sea cosa conoscida que muchas y diversas escripturas,
las quales nos eran ocultas y muy caras de alcanc;ar,sean agora en
«Abdaláh sarraceno, interrogado qué cosa se ofrecía a la vista
todo el mundo por la ingeniosa y muy frutllera arte del emprenta
más digna de admiración en éste a modo de teatro del mundo, res- muy patentes y públicas y por pequeño precio otorgadas» 128.
pondió que ninguna cosa más admirable de ver que el hombre ... el
hombre es el intermediario de todas las criaturas, emparentado con
El escritor de La Poncella de Francia aprueba la redacción de
las superiores, rey de las inferiores, por la perspicacia de sus senti-
dos, por la penetración inquisitiva de su razón, por la luz de su su cuento por «ser en nuestros días, que oy ay muchos vivos que
inteligencia, intérprete de la naturaleza, cruce de la eternidad esta- la vieron, más verdadera será su historia que ninguna de las anti-
ble con el tiempo fluyente» 124 • guas» 129. En idéntica dirección, el prólogo del Carla Magno y los
doce pares declara ser escritura
Y, a mediados del Quinientos e imitándolo, el español Hernán
Pérez de Oliva: «fechas para traernos a la memoria las grandes hazañas y cavalle-
rías de nuestros antepassados, contando las proezas de los unos y
I
12) MExíA,Pedro, Silva..., op. cit., voL I, p. 799. -¡I 125 fuEZ DEOLIVA, Hemán, Diálogo de la dignidad del hombre, ed. de M.' L. CE-
RRÓN,Madrid, Cátedra, 1995, p. 141.
124 PICODELAM1RANDOLA, Giovanni, De la dignidad del hombre, ed. de L. MARrí-
126 Estas ideas las recrea SOlER,Isabel, El nudo y la esfera..., op. cit., pp. 151 y ss.
NEZ,Madrid, Editora Nacional, 1984, p. 103. Sobre el tema, el magnífico ensayo de
127 Véase LARNER, John, Marco Polo..., op. cit., p. 156.
RIco, Francisco, «Laudes litterarum: Humanismo y dignidad del hombre», en su libro
I 128 Historias caballerescasdel siglo XVI, vol. I, Madrid, Turner, 1995, p. 181.
El sueño del humanismo. De Petrarca a Erasmo, Madrid, Alianza, 1993, pp. 161-190;
\ 129 Ibid., p. 351.
Y su El pequeño mundo del hombre, Madrid, Alianza, 1986.
76 Carlos Alberto González Sánchez Experiencia y comunicación 77

los vicios de los otros, porque los unos nos fuessen exemplo para favorecían la creencia en milagros, intervenciones divinas y demo-
bien hazer y los otros causa de reglar nuestras vidas y encaminallas níacas, el encantamiento y la magia.
para el puerto de salud» 130. Lo fabuloso e irracional traspasaba a diario el plano psicológi-
co social, sustentado en una ilimitada capacidad de creer y en una
Su autor, Nicolás de Piamonte, doliéndose del desconoci- conciencia mágica sancionada y llenada de contenido religioso
miento en España de gestas tan notorias, se dio a la labor de tra- mediante la acción doctrinal de la predicación 133. La Iglesia nun-
ducirlas del francés al castellano después de sacadas de un libro ca negó la existencia de la magia y, aunque la condenó como una
llamado Espejo historial. En el paratexto, empleando un topos práctica diabólica, se dio cuenta de su eficacia haciendo del demo-
retórico al uso que volveremos a ver en nuestras relaciones, con- nio el intermediario de hechiceros y brujas, es decir, la acción
cluye indiciando oralidad y requiriendo una benévola lectura o demoníaca bajo la potestad divina y, en última instancia, un medio
audición: de conocimiento e intervención de la realidad. No es absurdo pues
que los teólogos concedan al diablo y la brujería la capacidad d~
«Suplico a los oídos del leyente o a qualquier que lo leyere o
transformar la cualidad de las cosas, haciéndolas parecer a los ojos
oyere que con sanas entrañas lo emiende y no mire al error de la
del común de forma diferente a la de su especie.
pluma, sino a la intención del cora~ón. E de lo que fallare bueno,
le ruego assimesmo que al soberano Dios dé las gracias, de quien Una vida, la de los hombres y mujeres de la época, llena de angus-
todos los bienes proceden» 131. tias, frustraciones, desengaños, miedos, ausencia de seguridades y todo
un piélago de miserias espirituales y materiales, genera un estado aní-
Entonces tampoco se diferenciaba claramente la literatura cien- mico que propiciaba la afluencia desmedida del trasmundo; un recur-
tífica de la didáctica y de ficción, géneros todos llenos de maravi- so, dice Sánchez Lora, para aflojar las tensiones producidas por el
llas. Con Le Goff cabría preguntarse hasta qué punto en el códi- choque entre el voluntarismo y la incapacidad operativa del hombre
go medieval el descubrimiento de parajes nuevos y el carácter sobre una cotidianidad aplastante. La revalorización de las reliquias
mágico y misterioso que esos lugares simbolizan no suplían en par- y las imágenes son el resultado del uso mágico dado a cualquier sím-
te a la narrativa fantástica de evasión. Lo maravilloso a fin de cuen- bolo religioso. Un abismo de maravillas y prodigios, al estilo de Ama-
tas, adquiere una función compensadora ante la ;rivialidad y la dises y Esplandianes, y de todas las maléficas ficciones por desterrar,
regularidad de lo cotidiano; significa otra Edad de Oro o paraíso colma los textos devocionales de la época.
posible con sus manifestaciones arquetípicas: la abundancia de Milagros y portentos sirven a las gentes para huir de un com-
comida, la desnudez, la riqueza, la libertad sexual, el ocio, el uni- plejo y difícil avatar vital y, a la par, acariciar efectos sobrenatura-
verso al revés 132. No obstante, el imaginario colectivo del Medie- les, los del poder divino, portadores de esperanza o de la confir-
vo y la Alta Modernidad, sociedades sacralizadas, no establecía una mación de la pérdida de la misma. Este continuo anhelo de
nítida línea divisoria entre lo natural y lo sobrenatural, algo que, prodigios dio lugar a una riada de apariciones, revelaciones, arro-
unido al miedo, posibilitaba la irrupción de la maravilla en una rea- bos, estigmas o alucinaciones, y a una diversa suerte de interceso-
lidad cotidiana en la que las concepciones religiosas y espirituales res celestiales con sus referentes simbólicos (reliquias, imágenes,
oraciones), en un tiempo al que le acechan cambios vertiginosos y
de hondo calado.

130 Ibid., vol. TI, p. 433.


131 Ibid., vol. TI, p. 434.
1}2 LE GOFF, Jacques, Lo maravilloso y lo cotidiano en el OCCIdente medieval, Bar- 133 CARo BAROJA,Julio, Vidds mágicas e Inquisición, Madrid, Istmo, 1992; SANCHEZ
celona, Geclisa, 1991, pp. 9-24. También CRISTÓVAO,Fernando, «Para urna teoria da LoRA, José L., Mujeres, conventos y formas de la religiosiddd barroca, Madrid, Fundación
Literatura de Viagens», en su obra Condicionantes culturais da Literatura de viagens. Universitaria Español, 1988; AMoRlM,M.' Adelina, «Viagem e mirabilÚl: monstros, espan-
Estudios e bibliografías, Lisboa Edil;oes Cosmos, 1999, pp. 13-52. tos e prodígios», en Fernando CRISTóvAo(coord.), Condicionantes..., op. at., pp. 127-182.
Capítulo II
GRAFÍAS PARA LA ETERNIDAD

Mérito y premio

Las relaciones del descubrimiento y conquista de los nuevos


mundos, además de ser muchas de ellas el cumplimiento de un
mandato regio, ninguna oculta la curiosidad que sintieron sus artí-
fices por unos lugares lejanos, extraños, ocultos y desconocidos, en
donde se desarrollan unos hechos merecedores del reconocimiento
oficial. Conscientes de los servicios prestados al poder, los ejecuto-
res de las hazañas aspirarán a la fama y, sobre todo, al premio de
las autoridades, emolumentos económicos y sociales en forma de
bienes raíces, mano de obra, rentas y cargos públicos retributivos
de sus heroicas acciones. El mérito es una de las claves del nuevo
yo. Pero, pese a ser la mayoría de estos escritos informes oficiales
que no van a parar a la imprenta, una parte importante de ellos
adquieren tipología de libros, con proemios, dedicatorias y prólo-
gos al lector, paratextos en los que se dirimen intenciones, justifica-
ciones, consejos, exhortaciones o guías de lecturas de sumo interés
historiográfico.
En primer lugar, casi todos reclaman la atención y la recompen-
sa de unos gobernantes egoístas y poco proclives a dar demasiadas
prerrogativas a unas gentes apreciadas orgullosas en exceso y de-
seosas de acaparar competencias políticas, tierras y vasallos, como
sus superiores en Europa, en los nuevos confines. Pocos hubo del
cariz de Staden, quien, con falsa modestia, declara mandar su rela-
ción a la imprenta no con la intención de ganar gloria o por ambi-
ción mundana, sino para venerar a Dios y agradecerle su protec-
ción en los viajes que realizó; Pedro de Alvarado, en cambio,
80 Carlos Alberto González 5ánchez Grafías para la eternidad 81

representa mejor al común. En el informe de la conquista de Gua- que las tratasen ... determiné tomar esta empresa de escribir las cosas
temala que envió a Cortés, con lenguaje popular y estilo sencillo, le memorables del memorable y gran reino del Perú» J.
reprocha su egolatría y el haber ignorado en las cartas que remitía al
rey a los esforzados guerreros de su hueste; por ello le recordó: Mas tampoco desperdicia la ocasión para exigir la satisfacción
de los servicios prestados:
«También tenga vuestra merced cuidado de hacer saber a su
majestad cómo le servirnos con nuestras personas y haciendas y a «Acordé de tomar la pluma para lo recopilar y poner en efeto mi
nuestra costa... y de esto nadie tiene la culpa sino vuestra merced, deseo y hacer con él a vuestra alteza algún señalado servicio de
por no haber hecho relación a su majestad de lo que yo le he servi- manera que mi voluntad fuese conocida, teniendo por cierto vu~stra
alteza recibiría servicio en ello» 4.
do ... suplico le haga relación a su majestad de quien yo soy, y lo que
a su majestad he servido en estas partes» 1.
Alonso Enríquez de Guzmán, noble sevillano activo desde
Rescatar del olvido a los hombres, y sus memorables proezas, 153.4, en la fa~e cull;1Ínante de la. conquista del Perú, comp~so una
presentes en la toma del Perú parece ser el móvil de la pluma de CUrIosa autoblOgrafla ~on las mIras pue~tas en «adquirir gloria y
Pedro Cieza de León, un soldado-escritor sensible a la ausencia de fan:a. para dexar d~ SI perpe~ua memorIa». Manejando una regla
gentes deCididas a escribir nada de lo que acaecía por donde retOrIca usual, dedica el eSCrIto al duque de Medina-Sidorua don
anduvo. Osado y valiente fue cuando, en medio de una guerra, Juan Alonso Pérez de Guzmán, paratexto en el que le ruega fe en
emprendió el registro de las notas de su futura historia, tarea un relato que puede acrecentar el lustre de su linaje; en definitiva
porque
voluntaria en la que obvió el cansancio y derrochó energías por
parecerle temeridad
~<hallo10 que si las obras y razones en escripturas puestas con trava-
JO y afan de los que las scrivieron y scrivimos y scrivirán no tubiesen
«intentar un hombre de tan pocas letras lo que otros de muchas no
amparo debaxo del qual, en todo lo que turase el mundo, se conser-
osaron, mayormente estando tan ocupados en las cosas de la guerra,
vasen, muy presto peres~erían, los entendimientos humanos no ter-
pues muchas veces cuando los otros soldados descansaban cansaba
~an luz ni carrera que los alumbrasen ni afilasen de lo voto y obscu-
yo escribiendo» 2. ndad que de su propia naturaleza les pro~ede»5.
En la dedicatoria a Felipe II del texto definitivo, reafirma y jus-
~ero el pr~mio solía ausentarse, y el reclamo hacerse presente a
tifica su vocación como sigue: traves del eSCrIto, como el del doctor Gabriel de Loarte desde Cuz-
co en 1572:
«Como no solamente admirables hazañas de muchos y muy
valerosos varones, sino infinitas cosas dignas de perpetua memoria,
«P?rque del servicio que hazemos a su majestad los criados que
de grandes y diferentes provincias, hayan quedado en las tinieblas
le servnnos tan lexos de su Real persona como en estas indias no
del olvido por falta de escriptores que las refieren y de historiadores
te~e~os otro. premio de mas gusto y interes que dar quenta a vuestra
senona del.dISCurSOde nuestras vidas entre las continuas y mas gra-
ves ocupaclOnes»6.
1 Relación hecha por Pedro de Alvarado a Hernando Cortés, en que se refieren las
guerras y batallas para pacificar las provincias del antiguo reino de Goathemala, ed. de
J. VALERO SILVA,México, José Porrúa e Hijos, 1954, p. 48. Alvarado nació en Badajoz en
1485. Gracias a una merced real en reconocimiento de sus méritos' llegaría a ser gober- J lbid., p. 33.
nador de Guatemala. Su relación se imprimió en Toledo en 1525, el mismo año en el 4 lbld., p. 33.
que murió en Guadalajara. 5 Libro de la vida..., op. cit., p. 7.
2 CIEZA DELEÓN,Pedro, Crónica..., op. cit., p. 34. 6 Op. cit., p. 115.
82 Carlos Alberto González Sánchez Grafías para la etermdad 83

El conquistador, y en alguna ocasión un buscador del Dorado cias a posibles émulos de las penalidades y miserias características
junto con Berrío, Bernardo de Vargas Machuca, activo en Nueva del viaje oceánico y de un mundo plagado de peligros e intrigas.
Granada a finales del siglo XVI, fue otro de tantos que experimentó El énfasis de los infortunios es una forma de atraer la complici-
en su persona la cicatería del rey. Cansado de exigir la recompensa dad del lector y de llamar la atención del gobernante, al que se quie-
(un cargo de gobierno y una encomienda) de sus servicios, no con- re convencer de la justicia y reconocimiento que conlleva la recom-
cibió mejor manera de lograr el empeño que llegar a la Corte y pensa perseguida. Venga al caso el derrotero de la armada de Loaisa
reclamar las mercedes de viva voz y con papeles, cual fue el móvil al Maluco (con salida de La Coruña ell de junio de 1526), escrito
de sus viajes a España en 1595 yen 1616; ambos con efectos de su pOJ;Hernando de la Torre, quien 10 dirige a Carlos V, elll de junio
agrado. El primero se saldó con una alcaldía mayor en Portobelo, y de 1528, reclamando socorro para las gentes que allí quedaron a su
el segundo, especialmente accidentado, con una gobernación en el suerte y manifestando:
Nuevo Reino granadino. Unos desvelos y pesares, en fin, que en
1612 le llevaron a escribir, porque sabía hacerlo y cursó estudios en «Me parece que es justo que haga relación, pues Dios me ha
Valladolid, 10 siguiente: dado hecho tanto bien e merced, que en mi tiempo más que en nin-
guno de los capitanes pasados que han seydo, oviese lugar y oportu-
«Hasta ahora destos servicios como llegan ya fríos y pasados por nidad para escribir a VM... para saber destos desterrados hijos de
agua a los ojos de quíen ha de premiarlos, se ha hecho muy poco Eva, que siempre a VM clamamos por socorro, de que tanta necesi-
caso. Y pienso sin ninguna duda que de hoy más será gran solicita- dad tenemos. Pues que tan buena a seydo mi ventura, que en mi
dor este libro del premio que a cada uno se debiere» 7. tiempo llegase a estas partes, es razon que muy por estenso yo dé
cuenta a VM de lo que en ella nos ha sucedido despues que llegamos
aquí en esta isla de Tidori; y lo menos es bien que diga y relate de los
trabajos e fatigas, como enfermedades, y males, e.infortunios»8.
Las secuelas del infortunio
Tiempo atrás Martín Fernández de Figueroa intensifica la utili-
Cada una de las razones que inspiran la aventura influye en la dad de su relación, para que quienes quisieren seguir su ejemplo
configuración de una diferente idea del universo, elaborada teniendo estuvieren advertidos de las adversidades inherentes al codicioso
en cuenta una nueva concepción del hombre y su capacidad creativa, logro de honras, mercedes y distinción social que enloquece a los
consecuencia del poder de su voluntad y valor frente a las incógnitas españoles por
y dificultades de la naturaleza. Si bien, el plantel de los alegatos del
móvil escriturario avistados, aparte de los anteriores, cubre una «saber peregrinar, sufrir trabajos, salvarse de peligros, conquerir
gama de peculiaridades diversa, aunque reincidentes en las adverten- honras e ganar en esta miserable vida las mundanas mercedes e esta-
dos sobre que todos, e más en España, nos fundamos» 9.

Pero López atribuye la suya, de entrada, al requerimiento de su


7 VAlJ.GAS
MAcHUCA, Bernardo de, Apologías y discursos de las conquistas occidenta- patrono Hernando de Toledo: «Muy ilustre señor por Vuestra Mer-
les, ed. de M: L. MARríNEzDESAUNAS, Avila, Junta de Castilla y León, 1993, p. 35. Ber-
nardo de Vargas, hijo de un militar de posición acomodada, había nacido en Simancas zed me fue mandado le diese relazión del Piro de las cosas suzedi-
hacia 1555. Estudió en Valladolid, pero no sabemos hasta qué nivd, al menos sería
medio, pues las obras que escribió muestran una cierta pericia retórica y una cultura
letrada. Su vocación militar despertó a edad temprana, iniciando su práctica en 1568 en
la guerra de los moriscos granadinos, profesión que continuará en Italia. A Indias mar- 8 FERNÁNDEZ DENAvARRETE, Martín, Colección de viajes y descubrimientos que hicie-
chó en 1578, afincándose, atraído por el mítico Dorado, en 1582 en Nueva Granada, ron por mar los españoles desde fines del siglo xv, vol. V, Madrid, Imprenta Real, 1829,
reino en el que se dedica a someter a indios rebddes y a poblar los lugares que iba paci- p.241.
ficando. Moriría en Madrid en 1622. 9 FERNÁNDEZ DEFIGUEROA, Martin, Conquista de las Indias ..., op. cit., p. 46.
Carlos Alberto González 5ánchez Grafías para la eternidad 85
84

das en el de treinta años a esta parte». Mas a los que la leyeren reco- . D~ sobra conocida es la proeza del navegante lombardo Anto-
mienda huir de la seducción, cual cantos de sirenas, de riquezas, 1l1~ Plgafe.tta.
En su trepidante, y no menos hiperbólico, libro de la
venturas y sucesos extraordinarios, «las grandezas y cosas notables pnn;era clrcun?avegación del mundo, que, siguiendo los pasos de
que de aquellas partes se dezian y las riquezas que traían». Acicates Colon, nada mas llegar entrega al emperador en Valladolid en 1522
aclara: '
de incautos a los que, como él, aconseja madurar la decisión de
dejar lo cierto por lo dudoso y rendirse a los espejismos del Nuevo
«Par:iendo de Sevilla, pasé a Valladolid donde presenté a la
Mundo; y apostilla: sacra Majestad d~ Don Carlos, no oro ni plata, sino cosas para obte-
ner mucho apreCIO de tamaño Señor. Entre las otras le di un libro
«Plega a nuestro señor se aparte esta leitura para que algunos
escri~o. por mi mano, con todas las cosas pasadas, día a día, en nues-
viendo los trabajos y peligros quen aquellas partes se pasan dejen la
tro VIaJe»13.
ida si están a ello determinados y se les quite la voluntad al que la
tuviere de illos a padezer» 10.
El te;,to, vanidoso en demasía, a su juicio era el mejor regalo
que podía hacer al rey, porque, como deja constancia en él sentía
Una inquietud idéntica fue la causa principal de un fragmento
una esp~~ial atracción por la escritura, una práctica que do:ninaba
autobiográfico tan apasionante como el del dominico Tomás de la
con penCla este aventurero de formación humanística. Le satisfacía
Torre, compañero de fray Bartolomé de las Casas en la travesía que
escribir de c~sas jamás vistas ni .soñadas, para que todos, primero
hizo en 1545, quien le animó a escribir su experiencia. Siguiendo el
los reyes, supiesen de las desgracias que sufrió a lo largo de su peri-
tópico clásico, para este fraile recién iniciado en la Carrera de las
plo (hambre) sed, comen cueros, beben orina). Este manuscrito en
Indias, el infierno de la navegación atlántica era la represalia divina,
italiano, qu.e da al emperador es posterior al viaje; fue redact'ado
un castigo justo contra los pecados y tropelías que los europeos
con urgenCia y aprovechando unas notas efímeras tomadas in situ
cometían en el Nuevo Mundo 11. Tamaño maleficio marítimo, del
El original lo envía a Pedro Mártir y éste, después de copiarlo, ai
mismo modo, es elevado por Eugenio de Salazar, poeta y ministro
Papa, pero se perdería en el Saco de Roma. Antes, en 1523, Pigafet-
del Consejo de Indias, en una larga carta que en1573 redactó alIado
ta, estando en Italia, había escrito otra versión con detenimiento
de su esposa embarcado y de camino a Santo Domingo, adonde iba
texto 9ue cc:.nseguirá en Venecia, en 1524, un privilegio de edició~
a tomar posesión de una plaza de oidor. Al destinatario de la misiva,
P?r vemte anos ..Ramusio lo incluirá en su repertorio de 1550. Pues
su amigo el licenciado Miranda de Ron, le hace una cuidada y
bien, en la dedicatoria a Filippo Villers, gran maestre de Rodas se
disuasoria descripción del navío y de la vida a bordo, lamentando, especifica la finalidad del relato: '
pese a no haber sido presa de corsarios ni tempestades:
«Como son muchos los curiosos que no se contentan sólo con
«Qui navigant mare, pericula ejus. Los que navegan podrán con- sab~r y entender las grandes y admirables cosas que Dios me ha con-
tar los peligros dd mar, dice d que mejor lo sabe. Y así, como hom- c~?ído. ver o sufrir en la mi, luego escrita, larga y peligrosa navega-
bre que por mis pecados he navegado, quise contar a vuestra mer- CIon, SIDOque quieren conocer aún los medios y modos y caminos
ced, los trabajos de mi navegación, aunque (a Dios gracias) fueran porque conseguí solventarla ... y habiéndome sobrado a mí las noti-
sin ímpetu de mar ni corsarios» 12. cias, a través de los muchos libros leídos y diversas personas que con
su Señoría solían platicar de las grandes y estupendas cosas del Mar
Océano» 14.
10 GüENAGADE SILVA,Rosario, Relación de Pero López ..., op. cit., p.
18.
11 El diario de Tomás de la Torre de la travesía a Veracruz de 1544 lo transcribe
completo LEONARD,Irving A., Viajeros..., op. cit., p. 32.
12 Esta carta conforma el Apéndice 3 del libro de MARrlNEZ,José Luis, Pasajeros de B PIGAFEITA,Antonio, Primer viaje.., op. cit., p. 161.
Indias. Viajes transatlánticos en el siglo XVI, Madrid, Alianza, 1983, pp. 279-296. 14 Ibid., p. 47.
86 Carlos Alberto González Sánchez Grafías para la eternidad 87

No esconde el autor altivez ni soberbia intelectual en unas entrega y vo~ación, dos atributos que Dios sabrá premiar; por ello,
memorias, que califica de prolijas, donde delata su notorio afán de ante todo qUlere,
protagonismo. Él es el primero en todo, el colmo de unas virtudes
indispensables en la empresa de Magallanes y Elcano. Álvaro de «antes animarlos y alentarlos mas sabiendo que Dios a medida de los
Mendaña, que, como capitán general, emprendió en 1567, desde el trabajos da también los consuelos, y se tiene también no aver cosa
que mas anime y esfuerce a los que Dios llama con tal vocación
Callao, su famosa expedición al Pacífico meridional, al comienzo de
como ponerles delante muchos trabajos, muertes y martyrios y d~
la relación de su empresa no esquiva dirigirse al rey para ofrecerle
h~cho ,la. experiencia nos enseña que los llamados a tal empresa
su persona y voluntad p1den lllslstentemente ser embiados donde mayores ocassiones ay de
padecer» 16.
«a los trabajos y peligros dél, por serwr a Vuestra Majestad, bien
entendido que pudiera dar gusto; y pues que de los que con sus
También del Seiscientos, aunque más tardía, es la carta-relación
obras no pueden ha~er el servicio que dessean se deue reciwr la
de Francisco de Samaniego Tuesta. En ella informa a Juan Díez de la
voluntad» 15.
Calle, oficial mayor de la Secretaría de Nueva España, de la esencia
He aquí un elenco de las utilidades que deparará la gesta a los apocalíptica de su viaje, entre Acapulco y Filipinas, tras ser nombra-
do fiscal de Manila en 1644. El destino quiso que probara los sinies-
arriesgados en ella. Desde la imperecedera consecución de honras y
tros envites de huracanes y naufragios durante un trayecto de 11.000
mercedes, dos de los grandes móviles de conquistas y descubrimien-
millas; sin embargo, agradece al cielo, que «castigó bien dios su curio-
tos, hasta la experimentación de la magnificencia de las creaciones
sidad, poder contar aun los muchos trabajos que se pasan antes y des-
divinas; en particular, y de acuerdo al naturalismo renacentista, la
pues de aver llegado a este tercer mundo». Mas la providencial cólera
contemplación de una especie humana ideal y diferente, bondadosa
divina no fue muy clemente con la arrepentida codicia y osadía del
y salvaje, espejo del pervertido Viejo Continente. De nuevo sale a
fiscal; al tiempo se quejaba de haber cobrado tan sólo tres meses de
escena la profecía del descubrimiento que el entusiasmo reformador
su sueldo, «~orque no ay hazienda en la Caxa Real». Afligido, y a gui-
de los primeros misioneros intentó convertir en un modélico y pri-
sa de moraleja, lamenta hallarse «tan escudero como siempre» 17.
mitivo cristianismo. Muy similar fue la suerte, ante las fuerzas de la naturaleza del
Avanzado el siglo XVII permanecen intactas las prevenciones, ya
napolitano Genelli-Careri, que atravesó el Pacífico entre 1697-
un topos literario, que estamos recorriendo. TIustrativas pueden ser
1698; en sus memorias leemos: «He hecho esta digresión para mos-
las memorias viajeras y misionales en el Perú de 1620 del padre
trar al lector las espinas que deben arrostrar los hombres para lle-
Gerónimo Pallas, jesuita que, cumpliendo las órdenes de sus supe- gar a las codiciadas rosas de la riqueza». Llega incluso a sugerir
riores, se dio a la labor de escribir sus vivencias para servir a sus ~a denominación alternativa para el gran Mar del Sur: «Los espa-
correligionarios neófitos entusiasmados con la conversión de indios. noles y otros geógrafos dieron a este océano el nombre de Pacífi-
En esta tenúltiva tuvo a bien dar noticias singulares y extraordina- co ... pero no es digno de su movimiento tempestuoso y terrible,
rias, a modo de advertencia de las muchas fatigas, desmayos y peli- por el que debería llamársele Agitado ...» 18. Curiosa sugerencia en
gros que conllevan .las misiones; pero, a diferencia de los demás,
este clérigo no pretendía que el infortunio turbara o entibiara áni-
mos fervorosos y «zelosos de la gloria del Señor en la ayuda de las
16 Misión a las Indias, con advertencias para los Religiosos de Europa que la huvie-
almas». Todo lo contrario, es la mejor manera de poner a prueba ren de emprender, como primero se verá en la historia de un viaje, y después en discurso.
Al muy RO Pe. Musio Vitelleschi V7 Prepósito General de la Compañía de Iesus. Por el Pe.
Geronymo Pallas de la misma Compañía. Archivum Romanum Societatis Iesu (ARSI)
Provincia Peruana 22, p. 1. '
l' Relación de Alvaro de Mendaña al Rey Don Felípe II, ed. de C. KEuY, Madrid, 17 Archivo Histórico Nacional, Diversos, 27, doc. 15.

Archivo Ibero-Americano, 1965, p. 3. 18 LEONARD, Irving A, Viajeros..., op, cit., p. 137.


88 Carlos Alberto González 5ánchez Grafías para la eternidad 89

alusión al gran Océano, frontera abismal y terrorífica entre el Viejo Escalante nos remite a su intelecto y experiencia, el secreto de
Continente y la dolorosa cornucopia a la que muchos incautos su buena ciencia y la mejor herramienta a la hora de idear solucio-
aspiraban. nes frente a los riesgos, daños y peligros propios de la navegación
Otros, rendidos a las evidencias, ponen su pericia y conocimien- transatlántica. Acude, en suma, a las tres fuentes de conocimiento
tos prácticos al servicio de quienes ya tuvieren una firme voluntad características del Renacimiento, aunque todavía asistemáticas y
de internarse en dichos lances marítimos y terrestres. Estas reco- carentes de rigor, que conformarán los principios de la revolución
mendaciones son una de las preocupaciones de Martín Fernández científica de la Modernidad: el experimento, el estudio y la especu-
de Figueroa, un aventurado condescendiente con los que han de lación. Pero es un hombre de su tiempo y, por ello, no puede dejar
«peregrinar, sufrir trabajos y salvarse de peligros»; unos afortuna- de lado el criterio de sabios precedentes, de los que preferentemen-
dos, en cualquier caso, que te toma el ejemplo de la generosidad que hicieron gala dejando por
escrito su sabiduría con el fin de apoyar el empeño de hombres coe-
«para nuestra fee otrosí no dañoso, antes necessario, por el cual táneos y futuros. En otra cita ya referida del Itinerario pudimos
conosceremos diversas cosas que de sus maravillas, por perficiones apreciar cómo afirmaba, en la materia cosmográfica, la superiori-
loaremos a Dios que las crió e reprehenderemos las malas costum- dad, fruto de la experiencia, de los modernos frente a los antiguos.
br<:s,tomando exemplo en las santas o buenas obras que tan idiota Vayamos al texto:
gente sin predicación evangélica aún ha querido aceptaD>19.
«A cuya imitación y ejemplo me parecio que para el mismo efec-
N o sólo descubridores, conquistadores o viajeros curiosos nos to en mi pro pasito debía hacer en esto la misma diligencia en esta
dejaron escritas sus habilidades, curtidas en la vida misma, para con lectura y obra que compuse, para que todas las personas que la vie-
ellas favorecer a los iniciados de unas geografías llenas de incerti- ren y della quisieren usar, sepan mis cualidades y la profesión y ofi-
dumbres. También vino a prestar auxilio el egregio general de las cio con que aprendí» 21.
rutas atlánticas Juan Escalante de Mendoza, compositor, tras
muchos años de lid en la profesión, de un famosísimo manual prác- En la mentalidad colectiva, además, el mar era el dominio privi-
tico de navegación (quizás el mejor del siglo XVI), un texto escrito legiado de Satán y de las potencias infernales, un lugar de miedo y
desde un principio con la vocación de libro impreso. El asturiano, muerte, lleno de monstruos horribles (peces gigantes), unido al
nacido hacia 1545, que no es uno más de nuestros ventureros sino pecado y atractivo para el mal, al que es necesa~io exorcizar y
rezarle cuando se enfurece 22. En la expedición de Alvaro de Men-
un excepcional y culto mareante de vocación, según consta en la
daña por el Pacífico sur, perdida un día en el Océano y presa de
dedicatoria a Felipe II, se arrima a la pluma con la intención de
una tormenta, los mareantes de la nao capitana comenzaron a
«escribir, y componer este itinerario de navegación, con los avisos, hacer plegarias y oraciones, «como es costumbre de navegantes
reglas y documentos que en el se contienen, para que con ellos los cuando se ven en peligro, como nosotros a esta hora estauamos, y
navegantes puedan navegar más cómoda, cauta y seguramente, yevi- fue Dios seruido» 23. Esta percepción conecta con el tópico clásico
tar los grandes riesgos, peligros y daños, que en ella suelen, y pueden sobre los peligros de la navegación y el desafío a los dioses que
suceder; y compuse esta obra con el acuerdo, estudio y especulación suponía entregarse a la furia de las aguas y los vientos en una ende-
que ella requeria y con la inteligencia y personal curso y experiencia ble embarcación. El navegante, un ambicioso venturero, se mueve
que tuve y tengo adquirida y ganada» 20.

21 Ibid., p. 21.
22 De ninguna manera podemos prescindit de DELUMEAu,Jean, El miedo en Occi-
19 FERNÁNDEZDE FIGUEROA,Martín, Conquista de las Indias..., op. cit., p. 46. dente, Madrid, Tauros, 2002, pp. 53-88.
20 EscALANTEDE MENDOZA,Juan, Itinerario ..., op. cit., p. 20. 2} Relación de Álvaro de Mendaña ..., op. cit., p. 6.
90 Carlos Alberto González Sánchez Grafías para la eternidad 91

por su egoísmo, en beneficio propio antes que el de la comunidad. Sancho para que dejara de pretender ínsulas ni ínsulas y regresara a
El fin del héroe, según ensalzan Virgilio y Horacio, jamás debe ser gobernar su casa y labrar sus predios. Incluso un osado viajero
su provecho individual sino el bien público, un objetivo que mere- como el franciscano Laureano de la Cruz, que vuelve a España del
ce riesgos, esfuerzos, hazañas altruistas y, a cambio, recompensas. Perú a fines del Seiscientos, clausura el relato de su vivencia maríti-
La aventura marítima, la perversa nave, corrompió la mítica ma con el siguiente colofón:
Edad de Oro, una época, dice Tibulo, «sin igual, cuando la tierra
no abría largas rutas, cuando el pino ahuecado no nadaba desafian- «Con esto nada de lo de acá les puede desvane~er este heroyco
movimiento, pues fuera locura buscar por medio de la muerte, gloria
do los mares, ni el mercader se fiaba a los peligros por tierras igno-
que se ha de go~ar viviendo, y es esta resolu~ion en los de nuestros
radas» 24. Los arbitristas españoles del siglo XVII, el tiempo de la
tiempo con muchos desengaños...»26.
decadencia hispánica, la Edad de Hierro, del mismo modo añora-
ban un pasado idealizado (que hacen coincidir con el reinado de El topos antiguo lo heredan los escritores del Siglo de Oro, ati-
los Reyes Católicos y, menos, con el de Carlos 1) en el que hombres zadores de las denuncias del afán de lucro de los mareantes, hom-
virtuosos, resueltos en sencillez, habilidad marcial y celo religioso, bres corrompidos por unos tesoros huidizos y fraudulentos 27. Cris-
cumplían deberes celestiales; pero, los espejismos de las Indias, los tóbal Suárez de Figueroa resume una opinión común entre los
lances oceánicos y unas riquezas logradas sin derroche de fuerza intelectuales de su tiempo, situando la causa y principio de esta
terminaron arruinando las conciencias y las buenas costumbres del vesania marítima, a la zaga de Homero y Horacio, en «querer los
pueblo elegido de Dios. hombres salir de pobreza por fuego yagua, aventurando entre la
Aquellos proyectistas y reformadores no cejaban en el empeño esperanza del ganar y el medio de los peligros» Poco condesc~n-
de hallar la solución a la declinación del reino, un cuerpo enfermo diente con los pobladores europeos de las Indias, sus «sabandijas
necesitado de una cura urgente, y aun de cauterio, que le devolvie- antárticas y equinocciales», en El pasajero, sin disimular hostilidad
ra la lozanía de antaño, cuando, a juicio de Lope de Deza (1618), hacia ellos, pone en boca del Doctor:
«esta Monarchía se terminava con sus mares y Pyrineos, no teniendo «No deben los que navegan contarse con los vivos ni con los
sus naturales a que divertirse ni a que aspirar a nuevas embarcacio- muertos' mas como gente que tiene su vida puesta en balanza. Sólo
nes y esperan<;as,más que al beneficio de sus tierras y ganados, pes- el esper~r les conserva un cierto rastro y sombra de la vida, siendo
cas y demás artificios y granjerías propias suyas»25. él solo en tanto peligro su aliento y su vivir. ¿Hay trance tan espan-
toso como es estar los que navegan no más lejos de la muerte de
En el Renacimiento se reafirma la experiencia oceánica frente al cuanto tiene de grueso la tabla del navío, casi como desesperados
tópico negativo de la Antigüedad; sin embargo, la literatura de los de todo remedio? Grande audacia fue (dice Plinio) querer probar
siglos XVI y XVII, como los relatos de nuestros viajeros, aunque ellos
no se apliquen el remedio, es pródiga en anatemas contra el mar,
cuyos peligros son los castigos providenciales de la codicia y sober- 26 CRUZ,fray Laureano de la, Descnpción de los Reynos del Perú con p~rticular not~-
bia del navegante. No en vano el ama de Don Quijote amonestaba a cia de lo hecho por los franciscanos, Lima, Pontificia Universidad Católica. de~ ~e:u,
1999, p. 440, Se trata de un manuscrito, de la Biblioteca Nacional de Madnd, medito
hasta la publicación de dicha obra. ," '
27 DAVIS,Elizabeth B., «Iglesia, mar y Casa Real: Imaginano de la odisea en la epI-
24 AíNSA,Fernando, «El viaje corno trasgresión ...», op. cit., pp. 45-70. ca del Siglo de Oro», en Salvador GARCtA CASTAÑEDA, Literatura de viajes. El VIeJo Mun-
25 DEZA,Lope de, Gobierno político de agn'cultura (1618), ed. de A. GARCtASANZ, do y el Nuevo, Madrid, Castalia, 1999, pp. 75-82; Y«La promesa del náufrago: el moti-
Madrid, Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1991, p. 65. Sobre el tema GARCtA- vo marinero del ex-voto, de Garcilaso a Quevedo», en L. SCHWART, Studzes In honor,o/
BAQUERO, Antonio, <<Deldeslumbramiento al cálculo. La reverberación de América en James O. Crosby, Newark, Juan de la Cuesta, 2004, pp. 111-125. Y BRIOSO ~ANTOS: !lec-
la conciencia económica española», en A. MUSSET y T. CALVO(eds.), Des Indes Occiden- tor, América en la prosa literaria española de los siglos XVI y XVII, Huelva, DlputaclOn de
tales d I'Amerique latine, voL 2, París, ENS Editions, 1997, pp. 423-437. Huelva, 1999.
92 Carlos Alberto González Sánchez Grafías para la eternidad 93

el mar; ni fue sin injuria de los hombres la temeridad del que tal ciudad de Sevilla, en las haciendas de mercaderes astutos y en la
arte inventó» 28. fortuna de los indianos sin escrúpulos. Unos y otros auspiciaron la
divulgación de aventuras singulares y de quiméricos cuentos sobre
Un mar aterrador e impredecible que en La tempestad de Sha- el Nuevo Continente, sin duda, unos poderosos factores de empuje
kespeare desvía a tierra los anhelos de Gonzalo, quien en medio de responsables de haber hecho cruzar el Atlántico a más de uno,
la tormenta clama: como a Pero López.

«Diera yo ahora mil estadios del mar por un acre de tierra bal-
día, o páramo extenso, o erial espinoso. ¡Tanto da! ¡Hágase la
voluntad de los cielos! ¡Dios, me habría gustado morir de muerte Peligrosa novedad
seca!» 29.
La búsqueda de la novedad engendra miedos y acrecienta la
No obstante, y después de examinar las cautelas y avisos a atrevi- soberbia, la codicia y, en última instancia, el sentimiento de inestabi-
dos e imprudentes, en estas autobiografías apreciamos el poder per- lidad ante las posibles alternativas que se dibujan en los horizontes;
suasivo que los autores conceden a sus escritos, cualidad que, según más en unos momentos en los que humanistas y reformadores pro-
veremos, potencia la técnica discursiva empleada. De una forma u ponen cambios de hondo calado en el sistema universal. Una vida,
otra quieren evitar que el relato sea el móvil que impulse a sus posi- como se decía entonces, inquieta (inestable), lo nuevo y la curiosi-
bles receptores a seguir la senda del protagonista, más cuando conti- dad pueden dar rienda suelta a la imaginación y a mudanzas y hete-
nuamente se les está haciendo ver que lo narrado no es fruto de la rodoxias de efectos imprevisibles 31. Ello explica, sobre todo desde
fantasía o imaginación, aunque pueda parecerlo, sino de vicisitudes mediados del Quinientos, las resistencias de los guardianes de la
empíricas, auditivas y visuales, atributos que refuerza la escritura, ortodoxia y la tradición hacia cualquier innovación y hacia las aven-
sobre todo si ha pasado por la imprenta. Entonces muchos creían turas de unos hombres alejados de las cuestiones del credo y de su
que cualquier cosa inserta en un libro con licencia real no podía ser eterna salvación. La libertad de acción e imaginativa y sus mundos
mentira; leer, pues, era un acto de fe. De ahí el peligro otorgado a la posibles pueden alterar el orden natural y el milagroso equilibrio
literatura de ficción, un género que alarmó a intelectuales y moralista logrado a lo largo de los siglos. Notorias fueron las condenas al res-
ante la cantidad de aficionados que leían literalmente los textos, dis- pecto de los teólogos moralistas, como la de Martín de Azpilcueta,
puestos a defender la veracidad de tanta invención 30. el más prestigioso de la época:
Aquellos lectores, de la misma manera, podían equiparar las
maravillas de Amadises y Esplandianes a las de las crónicas y rela- «Lo novo fue el inicio de la curiosidad, aunque no es hija de la
ciones de Indias. Baste decir que los héroes de estas últimas, en un vanagloria, pero parécese mucho con el vicio de la invención, hija
primer momento, también quisieron revivir las gestas de la caballe- segunda suya. Y que es vicio, que inclina a querer desordenadamen-
ría andante, unas hazañas ficticias que, sin ser conscientes, supera- te saber sobrado» 32.
rían en una desenfrenada búsqueda de amazonas, países de oro o
fuentes de la juventud. Como fuere, las riquezas oníricas de la prosa En 1611 Covarrubias, en su Tesoro lexicográfico, por novedad
de ficción, en las fechas, se podían contemplar en el puerto de la entiende «cosa nueva y no acostumbrada. Suele ser peligrosa por

28 SuAREzDEFIGUEROA,Cristóbal, El pasajero, op. cit., p. 338. JI Para estas cuestiones resulta imprescindible el libro de HAzARo, Paul, La crisis
29 SHAKESPEARE, William, La tempestad, Madrid, Cátedra, 1997, p. 60. de la conciencia europea (1680-1715), Madrid, Alianza, 1988.
JO Sobre este dilema IFE, Barry, Lectura y ficción en el Siglo de Oro, Barcelona, Crí- J2 AzFn.CUETA, Martín de, Compendio del manual de confesores y penitentes, Valla-
tica, 1991; y BAKER,Edward, La biblioteca del don Quijote, Madrid, Marcial Pons, 1997. dolid, Diego Fernández de Córdoba, 1586, p. 36.
94 Carlos Alberto González Sánchez Grafías para la eternidad 95

traer consigo mudanza de uso antiguo». Y por qué no acudir al «No hay cosa de tanto daño para el mundo, como el saber quan-
Quzjóte, libro en el que el Caballero del Verde Gabán es paradigma do no se enfrena con caridad. A~ote es para la república, Scientia
de quietud, adaptación a la norma, una vida moderada y ejemplar, inflat, Entona y ensobervece. Y gran engaño es pensar que es sabi-
aficiones acertadas, devoción y confianza en Dios, un modelo de duría procurar honras, que te aya Dios criado para el cielo, y sepas
este oficio baxo de andar arrastrado tras haZÍenda»35.
virtud, en fin, que impulsa a Sancho a apearse con presteza del asno
para arrojarse a besar los pies de su amo, quien le dice: «¿Qué
hacéis hermano?»; responde el escudero: «Dejadme besar, porque
me parece vuesa merced el primer santo a la jineta que he visto en La quimera del deseo
todos los días de mi vida» 33.
Querer saber sobrado de cosas mundanas o nuevas es al lado Si bien, la voluntad de escribir secuencias vitales del cariz de las
de l~s riquezas, una de ~as ambiciones humanas más desapr~badas y que estamos presentando, en ocasiones podía ir encaminada a indu-
s~nclOnadas por moralistas y escritores ascético-espirituales de los cir descubrimientos fantásticos y, casi siempre, alejados de la reali-
sIglos XVI y XVII. Un ansia de conocimiento inmoderado engorda la dad. En septiembre de 1594 Alonso de Fuentes y Juan Roldán
soberbia y arrincona la caridad, y, lo que es peor, aparta a los hom- Dávila pensaban emprender su quimérico hallazgo de la isla Fanta-
bres de la oración, de las virtudes piadosas y, en definitiva, de la sia. El propio Fuentes explica al rey, el 9 de abril de 1594, lo
meta esencial del cristiano: la conquista del cielo. La Contrarrefor- siguiente:
m~ trastoca el «arte de bien morir» en «arte de bien vivir», por ello
qUIso convencer a los fieles de la imperiosa necesidad de ordenar la «He escrito tres libros que dediqué al Marqués de Cañete, vues-
vida considerando que en cualquier momento se puede ser presa de tro Visorrey, con que le he incitado al descubrimiento de la gran isla
la muerte; de ahí que en el transcurrir de los días terrenos la religión que está debajo del antártico polo, a quien yo he puesto por nombre
habría de recibir una atención preferente. Saberes, libros, bienes Fantasia de Mendoza, que tiene cinco mil leguas de circunferencia ...
es tierra frutífera, poblada de gente blanca que adoran ídolos. Abun-
materiale~ y diversiones no eran más que vanidades prescindibles,
dan oro y piedras preciosas y bro~elana fina... Asimismo doy en ellos
se~und~nas y superfluas, en nada compatibles con la finalidad pres- verdadera relación de unas islas que están en este mar al Oes-
cnta ..DIego de Estella, uno de los ascetas de mayor popularidad, no sudueste d' esta ciudad» 36.
escatlma vehemencia en la condena:
Más llamativos y mejor conocidos son los sueños doradistas de
«La ciencia hincha y la caridad edifica. Pues ningún hombre en
Sir Walter Raleigh. Este intrépido e infortunado aventurero y nave-
esta vida sobrepuja en saber a los demonios, los quales con cuanto
gante británico quiso emular a Cortés y a Pizarra para hacer de
saben no se pueden escapar de las penas del infierno. Si sabes a
Christo harto sabes» 34. Inglaterra una potencia competitiva en el Atlántico. En la coloniza-
ción española de las Indias Occidentales vio la guía ideal de la
De un talante muy parecido, e introduciendo el peculio, es la empresa inglesa en las costas norteamericanas. Su fabulosa y desme-
pomposidad de Cristóbal de Fonseca, otro de los grandes espiritua-
les del Quinientos:
35 FONsECA, Cristóbal de, Summa de summas, de avisos y amonestaciones generales
para todos los estados..., Alcalá de Henares, Juan Íñiguez de Lequerica, 1595, p. 193.
36 AGI, Patronato, núm. 18, r.o 14. También en Gu., Juan, Mitos y utopías del Des-
cubrimiento, 2, El Pacífico, Madrid, Alianza, 1989, p. 107. Para J. Gil este Alonso de
33 CERVANTES,Miguel de, Don QUijote de la Mancha, ed. de F. fuco, Barcelona Crí- Fuentes podría ser el mismo que en 1547, con unos treinta y dos años, publicó en Sevi-
tica, 1998. ' lla la Summa de Philosophía natural dedicada al príncipe Felipe, un ameno diálogo entre
34 EsTELLA,Diego de, Libro de la vanzdad del mundo, Alcalá de Henares Juan Gra- Vandalio (el autor) y Ethrusco, y que en 1587 logró imprimir en Alcalá de Henares su
cián, 1597, p. 94. ' Libro de los cuarenta cantos.
96 Carlos Alberto González Sánchez Gra/ías para la eternidad 97

dida ensoñación, arrastrada por deseos de fortuna y gloria personal, viaje tenga más atractivos... Espero que los bien intencionados me
le hizo predecir torrentes de metales preciosos fluyendo hacia Gran juzgarán por sí mismos y que comprendan que el camino del engaño
Bretaña. Con esta utópica obsesión, desde 1584, se lanzó a la bús- no es compatible con el honor y el buen nombre» 38.
queda del Dorado (en las disparatadas tentativas de 1595, 1596 y
1617, las que le llevarían a ser ejecutado en la Torre), de su áurea En la dedicatoria al almirante Charles Howard y al canciller del
Guayana, país mítico que creyó localizado en un territorio situado Consejo de Isabel I, Robert Cecyl hace alusión a un fajo de papeles,
entre el Orinoco y el Amazonas, es decir, en una región marginal de garante de la realidad de sus fantasías, como compensación de pro-
las apetencias colonizadoras de los españoles. Después de conven- mesas incumplidas:
cer a la reina, quien le presta la ayuda económica necesaria,
emprendió su evanescente expedición, de la cual, con las manos «Hasta el momento yo sólamente he devuelto promesas; y aho-
ra, como respuesta a lo que aventuraron, les he mandado un faj? d.e
vacías, desilusionado y cabizbajo, regresará en 1596. Pero respon-
papeles que he dividido entre Su Señoría y Sir Robert Cecyl,.pnncI-
diendo a tanto derroche de promesas, y de esfuerzos y medios pues- palmente por los motivos siguientes: primero porque es lÓgl~oque
tos a su disposición, no podía, porque le iba su suerte en ello, admi- quienes gastan lo que se les facilita, una vez que han consumIdo los
tir la derrota sin más. recursos que se les confiaron, han de rendir sus cuentas... y, segun-
A partir de entonces, y valiéndose de la escritura, tendrá una nue- do, porque estoy convencido de que cualquier cosa que yo hago o
va obsesión: demostrar a las autoridades inglesas que, pese a fallar su escribo necesitará una doble protección y defensa;..» 39.
intento, las doradas colinas de Manoa seguían esperándole al otro
lado del Atlántico 37. En esta disyuntiva escribe su famoso Discovery, Con un escrito, a la defensiva y en tono de mea culpa, pretende
una relación, llena de falacias y tergiversaciones, de sus correrías ame- justificar una porfía frustrada y la existencia de su utópico paraíso.
ricanas que se editaría por primera vez en Londres en 1596. Unaobs- La finalidad del texto en última instancia no es otra que la consecu-
tinación desaforada y el verse entre la espada y la pared hicieron que ción de la indulgencia de los lectores y, sobre todo, de las auto,rida-
él mismo creyera sus mentiras; léanse, si no, sus palabras: des y de la reina de Inglaterra, a quienes, de forma velada, contlnua-
mente reclama clemencia, compasión y doblegada voluntad; del
«No estoy tan enamorado de los grandes viajes como para tenor de:
maquinar algo con que engañarme a mí mismo, para soportar pési-
mos alojamientos, peores alimentos, ponerme en peligros, enferme- «Si ahora mismo yo supiera a qué otros medios podía apelar,
dades, descubrimientos, sufrir sed y flaquezas ... salvo cuando ese sólo para aplacar tan poderoso desagrado, no dudaría hacerlo, aun-
que tuviera que llevar mi alma entre los ~entes durant~ otro año ...
Porque he vuelto convertido en un pordlO~ero, mar~hito; aun9ue
podía haber mejorado mi pobre estado, SI ~o hubIera atendid~
37 La cita corresponde a la traducción al español, de Betty Moore, del Discovery exclusivamente al futuro del honor de Su Majestad, como se vera
que Demetrio RAMosPÉREzincluye en su libro El mito del Dorado. Su génesis y proceso, por el relato siguiente» 40,
Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1973. En versión castella-
na, su título es El descubrimiento del vasto, rico y hermoso imperio de la Guayana, con
un relato de la poderosa y dorada ciudad de Manoa (que los españoles llaman el Dorado) y
No obstante seguirá sumido en la vigencia del inverosímil Dora-
de las provincias de Emeria, Arromaia, Amapaia y otros países y ríos limítrofes. Ejecutado do y de los beneficios que su hallazgo y posesión podrían brind~r a
en el año 1595 por Sir W Raleigh, Caballero, Capitán de la Guardia de Su Majestad, Lord Inglaterra: «ciudades ricas y bellas, más templos adornados con ldo-
Guardián de los Stanneries, y Teniente General de Su Majestad en el Cornewal!. Del ori-
ginal inglés manejo la edición, con muy buen estudio introductorio, de Neil L. WHITE-
HEAD,The Discovery o/ the Large, Rich and Bewti/ul Empyre o/ Guiana, Manchester,
University of Oklahoma Press-Manchester University Press, 1997. Muy difundida fue
38 RAu::IGH, Walter, The Discovery..., op. cit., p. 512.
su conocida Historia del mundo. DE GIL, Juan, Mitos y utopías del descubrimiento, 3, El 39 lb/d., p. 501.
Dorado, Madrid, Alianza, 1989.
40 lbid., p. 502.
98 Carlos Alberto González 5ánchez
Grafías para la eternidad 99
los de oro y más tumbas llenas de tesoros que las que Cortés halló
en México o Pizarro en el Perú» 41. Además la toma de Guayana la que en ningún momento deja de hacer partícipe de sus quiméri-
causaría graves contratiempos a la navegación atlántica de España, cos anhelos y mundos imaginarios, los que enaltecerían la grandeza
y renombre de sus heroicas acciones; incluso llega a compararla
ventaja que disminuiría las posibilidades de una previsible invasión
con las míticas amazonas, solteras como ella, que también espera
española de Gran Bretaña; no en vano expresa que «los príncipes
dominar:
que poseen grandes tesoros son los que tienen mayores ventajas».
De esta manera el Imperio hispánico se vería abocado a una guerra «v allí donde la frontera Sur de la Guayana junta con el domi-
defensiva, un evidente indicio de debilidad que le privaría nio e imperio de las Amazonas, estas mujeres oirán de esta manera,
el nombre de una virgen, que no solamente es capaz de defender sus
«del comercio e intercambio, con debilitamiento general y empobre- propios territorios y los vecinos, sino también de invadir y conquis-
cimiento del reino. Además, cuando los hombres se ven obligados a tar imperios tan poderosos y tan lejanos» 43.
luchar por sobrevivir no llevan la misma moral que cuando están
animados y alentados por la esperanza del saqueo de las riquezas y Raleigh, consciente de ser el único responsable de sus fracasos,
no se rompan los huesos sólo para obtener comida y pasar en el discurso siempre intenta que la atención de los destinatarios
miserias» 42.
no se centre exclusivamente en su persona. Suplica conmiseración
para sí y para los que con él asumieron una aventura desdichada.
Manifiesta, claro está, la noción mercantilista de su tiempo con
Persuadido y seguro de sus metas, e incapaz de reconocer la derro-
una equívoca identificación de la riqueza con los metales preciosos.
ta, página a página desvela la esperanza de que
Bullonismo y crisohedonismo se cruzan entre unas ideas que hacen
del oro el mejor instrumento para el engrandecimiento económico y «los trabajos y esfuerzos, tan peligrosos y costosos, de aquellos que
el poderío político de los Estados. Pero a diferencia de las relacio- en esta empresa buscaron el beneficio y honor de Su Majestad y de
nes antes comentadas, las aseveraciones de Raleigh no las sustenta la nación inglesa, recibirán por parte de los hombres de calidad y
en su experiencia directa, sino en la lectura de las memorias de gen- virtud la misma buena acogida e interpretación que ellos mismos
tes que afirmaron haber visto tan fantástico lugar (Ursúa o Aguirre); esperarían como recompensa en una situación semejante» 44.
tal vez por ello le fuera mucho más difícil conseguir la complicidad
de los receptores de sus relatos orales y escritos. En un mundo donde lo profético vencía a lo empírico, lo fabu-
Continúa la narración haciendo mención de la fama que espera lado a lo observado y lo' metafórico a lo real, no ha de extrañarnos
a la nación inglesa, y al eclipse de la española, celebridad que en que en el relato y la vida, aun siendo ciertos determina~os atisbos
poco tiempo se traduciría en un maná de metales preciosos admi- iniciales, prevalezca la imaginación del aventurero, un efIcaz meca-
nistrados por una casa de la contratación londinense, «con más nismo de acción psicológica compensador de la frustración inheren-
expediciones para la Guayana que las que en la actualidad se pre- te a la certera comprobación de equívocos y elucubraciones.
paran en Sevilla para las Indias Occidentales». Y apelando al défi- Una ilusoria y malograda tentativa descubridora vuelve a repe-
cit crónico del fisco inglés no escatima delicias dinerarias apuntan- tirse en el iluminado y mesiánico Pedro Fernández de Quirós
do a la conciencia de la Corona, pues, según él, semejante tráfico (1565-1619), un portugués de capa y espada, un culto y estudioso
rendiría unos tributos de cientos de miles de libras anuales. La plu- piloto al servicio de la Corona española (había sido escribano de
ma afina más todavía cuando trata de inflamar el ego de la reina, a nao y sobrecargo) que lideró las expediciones al Pacífico de 1595-
1596 (a las islas Salomón) y de 1605-1606 (a las regiones Australes);

41 lbid., p. 634.
42 lbid., p. 513. 43 lbid., p. 642.
44 lbtd., p. 514.
100 Carlos Alberto González Sánchez Grafías para la eternidad 101

aunque el primer viaje al Mar del Sur lo efectuó en 1567 junto con Después de volver en 1595 de las Islas Salomón, escribe una idí-
Sarmiento de Gamboa y al mando de Álvaro de Mendaña. El enig- lica y fabulosa descripción de las bondades que, insistentemente,
ma de su pertinacia fue la búsqueda de un cuarto continente, la dice haber visto: oro, plata, perlas, nuez, canela, clavo ...; pero ase-
Quarta Pars Incógnita. Recuperaba, así, el mito clásico, en circula- gura que sus intenciones, carentes de interés alguno, las impulsan el
ción desde el siglo III a. e, de la terra australis que según él, y sus servicio a Dios, la grandeza y riqueza del reino y la gloriosa fama del
erróneas coordenadas, se extendía entre Nueva Guinea y la Antárti- rey. Prosigue:
da. Como Raleigh, se dio a escribir con la intención de demostrar la
veracidad de sus aspiraciones, que la realidad le negó. «Fundar ciudades, abrir comercios, comunicar riquezas, acomo-
De sus dos incursiones, como jefe, en el Pacífico trajo relación dar vasallos, asegurar Estados, descubrir las tierras que faltan, ense-
postrera, que en lo sucesivo complementaría con 54 memoriales de ñar a sus infinitas gentes a salir de la vida bestial a la política, con
corte arbitrista dirigidos al rey. Todos estos escritos fueron redacta- otros muy grandes útiles, todo para VM, nada para mí, salvo los tra-
dos para convencer a las autoridades españolas de la certeza, opor- bajos que pasaré con alegría doblada» 47.
tunidad y utilidad de sus proyectos australes, para los que nunca
La quimera de su deseo se saldó tan sólo con el descubrimiento
dejó de solicitar el amparo y los recursos de la Corona. Los medios
de veinticuatro islas menores en el Pacífico. La terra incógnita segui-
necesario~ que, de acuerdo a sus convicciones, harían posible la
ría haciendo gala a su nombre. Pero no se resigna y presiente que su
exploración, evangelización y poblamiento del grande y novedoso
derrota, como la de Raleigh y la de la Gran Armada de Felipe II, es
continente austral que afirmó haber encontrado en otro nuevo
momentánea y consecuencia del pecado (<<halloque la culpa sólo la
mundo más allá de América. Se creía el elegido de Dios para culmi-
tienen mis pecados»). Conocedor del hondo celo religioso del Pru-
nar una obra trascendental; leamos una de las muchas lamentacio-
dente, equiparable al suyo, apela a la creencia para moverle el áni-
nes de este fracasado visionario:
mo y la disposición; más tarde acudirá al Papa para que interceda
«Confieso que cuando considero esto y siento la fuerza que por él ante el rey. N o es casual que más de una vez declare ser su fin
aquellas tierras me hacen y oigo los gritos que sus naturales me dan a último «la salvación de muchas almas y cuanto más breve fuere,
la continua para que oportunamente diga los peligros que han corri- mejor será este bien».
do y están corriendo por la dilación del socorro y me veo en esta La evangelización de los naturales de las tierras australes, su
Corte ladrando tres años ha...» 45. aparente objetivo primordial, es el recurso discursivo e interesado
de un astuto iluminado atento al catolicismo militante de la Corona
Un perfil antiheroico no le impedía, sin embargo, a este perso- española. Sus ansiadas conquistas las va a ofertar, con tono crítico y
naje, convencido de ser la suerte en juego propia de grandes hom- reivindicativo, como otra oportunidad que daba Dios a los españo-
bres, soñar con ser otro Colón o Magallanes, ni derrochar vanidad les para rectificar las lacras y errores cometidos en la colonización
al compararse con insignes próceres: de las Indias; así se podrían silenciar las voces críticas de las poten-
cias enemigas y «tantas otras ocasiones como dimos». Y continúa:
«Está lo más por andar y yo que he andado lo más; y empresas
arduas y difíciles piden la resolución de César, Alejandro, Pirro, y de «Es bien que sepan que una nación que tanto bien causa en el
nuestro Colón, Gama, Magallanes, Pizarra y Cortés y otros que mundo, no haya cosas que mal suenen, ocasión de que todas las otras
grandes cosas acometieron y acabaron» 46. naciones murmuren, escriban y afeen más obras como lo hacen, por-
que las buenas con ser tantas no las dicen, sino las malas» 48.

45 FERNÁNDEZ DE QUIR6S, Pedro, Memoriales ..., op cit., p. 26. 47 Ibid., p. 412.


46 Ibid., p. 107. 48 Ibid., p. 51.
102
Carlos Alberto González Sánchez Gra/ías para la eternidad
103

Un hombre de aCCIon igual de interesante fue el portugués siglo XVII: Thomas Gage. Segundón de una familia aristocrática y
Pedro Texeira, mercader-viajero por Persia y la India desde media- católica británica, educado en un colegio de la Compañía de Jesús,
dos del siglo XVI. No sabemos mucho de él, a no ser por las pistas que profesaría en la orden dominica en Valladolid. ~na tempra~a
que nos regalan sus escritos. Nació cerca de Coimbra en el seno de vocación de misionero le llevaría hasta Nueva Espana y, despues,
una familia judía que, a la postre, se establece en Lisboa. Aunque Filipinas; ambos viajes los narra en el libro que escribió y.publicó en
menciona sus actividades comerciales, desconocemos con certeza Londres en 1648, traducido al español en 1838. Este Impreso en
las razones de su viaje a la India (iniciado probablemente en 1586), esencia no es más que un libelo antiespañol, otro de los muchos que
país que recorre hasta llegar a Filipinas (1600). Desde allí parte contribuyeron a engrosar la leyenda negra del Imperio hispánico,
hacia México, donde permanece varios meses, embarcándose con veamos porqué. Gage fue un ferviente católico hasta 1642, año a
destino a la Península en 1601. Ya en Sevilla, decide volver a Lis- partir del cual abandona el credo romano y, d.e ~el:a en Europa, se
boa, mas en 1603 comenzará otro viaje a la India, desde donde convierte al anglicanismo y, en breve, al presbItenamsmo. ..
regresará a Italia con varias relaciones de estas últimas peripecias, Esta transformación ideológica haría de él un consagrado antIje-
dos de ellas de carácter historiográfico. Su gusto por la historia y la suita, animadversión, en general hacia el catolicismo, que conforma
cierta afición y formación cultural que nos muestra son factores que el hilo conductor de los escritos sobre sus avatares en Indias. Pero,
le llevaron a escribir, en español, sobre los lugares visitados con la al igual que Raleigh, con ellos quería alentar la expansión atlántica
intención, en primer lugar, de deshacer equívocos y visiones erró- de Inglaterra, empresa que, de imitar a la hi~pana, P?dría ser el
neas de historiadores acreditados. Tal es su parecer en un prólogo al principio de un gran imperio y de una potencIa colo~l1al c~I:az de
lector: contrarrestar el protagonismo de España y de la IglesIa c~toli~a en
ultramar. No en valde su libro, escrito con talento y perspIcacIa, ha
«Siendo en los años de mi juventud algo aficionado a la lección sido catalogado de manifiesto político de la Inglaterra revoluciona-
de las humanas historias, me vi por algunas veces atajado conside- ria de Cromwell, y de la pugna colonial de las dos naciones en un
rando la discrepancia y desacuerdo que a cada paso se halla en los momento en el que holandeses e ingleses declaran el Atlántico un
historiadores sobre una misma cosa. y en particular 10 noté, en 10 mare liberum. En la dedicatoria a Sir Thomas Fairfax, localizamos
que tan varia y confusamente nos dejaron los pasados en memoria un fragmento, un poco largo, justificativo de unas memorias ~ingu-
de los Reyes de Persia, de los cuales escribieron principalmente Pro- lares y, según el autor, en respuesta a la escasez de textos relatIVOSa
copio, Agáthio, Genebrardo, Zonaras, Tornamira, cuya lección las Indias en las fechas; dice así:
sobre este sujeto es tan dudosa y incierta» 49.
«Estas grandes mercedes no me había.n sido otorga.das.por la
Podemos terminar este repaso de los móviles de la escritura Divina Providencia para que enterrara rrus talentos baJO tIerra o
autobiográfica ultramarina con otro inglés de la primera mitad del escondiera mi luz bajo un celemín, sino para que expusiera 10 que
allí vi, 10 que de allí conozco en provecho y beneficio de mis compa-
triotas ingleses, y me siento obligado a hacerlo ?o: cuan~o ap:nas se
ha escrito nada sobre aquellos lugares en los últImOSCIen anos, es
49 Relaciones de Pedro Texeira del origen, descendencia y succesion de los Reyes de
Persia, y de Harmuz, y de un viage hecho por el mismo autor dende la India Oriental has-
decir, casi desde la primera conquista de aquellas tierras por los
ta Italia por tierra, ed. de E. BARAJAS SALA, Madrid, Miraguano-Polifemo, 1994, p. 3. españoles, quienes ahora se limitan a disfrutar en paz.y segundad de
Originariamente el autor escribió esta obra en portugués; pero, guiado del consejo de lo que anteriormente consiguieron con su gran espíntu de empresa.
amigos, y para llegar a un público más amplio, y por haber obtenido licencia del Conse- Por él podrá constatar la nación inglesa, las riquezas y honores que
jo de Castilla, decidió trasladarla, él mismo, al castellano, lengua de la edición, la única han perdido» 50.
conservada, de Amberes de 1610, debida a Hieronymo Verdussen. Comprende tres
partes, las dos primeras históricas, y, la tercera, el relato de su viaje de vuelta desde la
India a Italia. Tuvo bastante éxito, como denotan las traducciones que mereció: latín
(1633), francés (1681) e inglés (1708).
50 GAGE, Thomas, Viajes..., op. cit., p. 45.
104 Carlos Alberto González Sánchez Grafías para la eternidad 105

Exagera, claro está, diciendo, a mediados del XVII, que se ha y la del Maestre Juan, quien dice:
escrito muy poco sobre el Nuevo Mundo, distinta es la cuantía de lo
editado. Tal vez lo afirme refiriéndose a que no se ha hecho de la «Por hazer lo que vuestra merced me mando me dispuse a darle
manera que él hubiese querido. cuenta de mi perdicion y si acaso no fuere tan bueno el estilo como
mi voluntad para servir a vtra. merced esta supla la falta que tengo
de leer y escribir» 53.
Que el yerro se perdone
El tan poco conocido Pero López, anónimo guerrero de la con-
quista del Perú, hacia 1570 puso por escrito el recuerdo de los días
En un buen número de las relaciones estudiadas los autores no
que allí pasó. Pues bien, nada más comenzar el relato dirime la cau-
ocultan, en la práctica y de forma explícita, una adecuada forma- sa de la tardanza en la composición de su crónica, que excusa
ción intelectual ni habilidad escrituraria; es más, piden disculpas y
reclaman benevolencia por ello. No olvidemos que en gran medida «darla porque Vuestra Merzed no viese las muchas faltas que mi poca
son viajeros que escriben y no escritores que viajan. Exhiben un abilidad para hazer como es ra<;on se hiziese a una tan ilustre perso-
estilo llano, rudo, espontáneo, simple, sin artificios ni engalanado, na, y supla las muchas faltas quen mi poca abilidad y mal romance se
es decir, adoptan una retórica de la no-retórica, inusual en otros hallaren. Y que mi yerro se perdone y solo mi voluntad resalte» 54.
géneros, que contribuyó a fijar la independencia literaria de la escri-
tura en primera persona 51. La autodescalificación estilística es la El audaz navegante Ruy López, incansable buscador de una ruta
táctica defensiva de unos escritores, al margen de la cultura erudita, que hiciera factible el tornaviaje de Filipinas, que conseguirá Urda-
que se consideran intrusos en una praxis elevada y ajena a su condi- neta, de su denodada y fallida expedición (con 6 barcos y 370 hom-
ción personal y educativa. No creen estar a la altura de una labor en bres) entregó una relación al virrey de Nueva España, Antonio de
la que sacrifican la expresión del relato en aras de la descripción y la Mendoza, un borrador que esperaba pulir en estilo para procurar
información de sus experiencias. Esta tesitura, como fuere, muestra su mejor difusión; sin embargo no dudó en dirigirse al virrey advir-
la expansión social de la escritura en la época. tiéndole:
Algunos son injustos consigo mismos e, incluso, se exceden en
la modestia, que puede ser falsa, a la hora de manifestar este argu- «Me he atrevido de darle cuenta del suceso de la armada que
mento retórico de la captatio benevolentz'ae. Cieza de León, dema- Vuestra lima. Señoría envió a las Islas de Poniente, perdone mi yerro
como de servidor que con limpia voluntad desea servir a Vuestra
siado comedido y cauteloso, toma la pluma con escrúpulos y pide
lima. Señoría» 55.
perdón por no ser letrado. No es el caso de Bernal DÍaz del Castillo,
arquetipo de entrometidos y modestos «escritores»; de todos es
Lo mismo Pedro Castañeda Nájera, anteponiendo la verdad de
conocida la declaración del preámbulo de su Verdadera historia:
los sucesos a la calidad estilística:
«Para podello escribir tan sublimadamente como es digno, fuera
«Plega a Nuestro Señor me de tal gracia que, con mi rudo
menester otra elocuencia y retórica mejor que no la mía; mas lo que
entendimiento y poca abilidad, pueda, tratando berdad, agradar con
yo oí y me hallé en ello peleando, como buen testigo de vista, yo lo
escribiré» 52.

53 Relación del derrotero y viaje que hizo a esta isla de la Serrana el Maestre Juan
(1582), AGI, Patronato, 18, núm. 1, r.o 7.
51 J. AME1.ANG observa un discurso similar en sus fuentes, El vuelo de tcaro. La 54 GüENAGADESILVA, Rosario, Relación de Pero López..., op. cit., p. 17.
autobiografia popular en la Europa Moderna, Madrid, Siglo XXI, 2003, p. 136. 55 EscA1.ANrEA1vARADO, GarcÍa de, Relación..., op. cit., p. 41. Ruy López era natural
52 DíAZ DELCASTILLO, Berna!, Historia ..., op. cit., p. 33. de Málaga; llega a México en 1535, la plataforma desde la que va comenzar su aventura.
Grafías para la eternidad 107
106 Carlos Alberto González Sánchez

esta mi pequeña obra al sabio y prudente lector. Pues mi intención El Océano, cierto es, no era el mejor medio para alcanzar la
no es ganar gracias de buen componedor ni retórico, salbo querer excelencia caligráfica, pero las largas e infaustas jornadas de la nave-
dar berdadera noticia como berdadero servidor y soldado que se gación sí propiciaban el aislamiento de tantos días aciagos a través
halló presente. Y aunque no por estilo pulido, escrebo lo que pasó, de las inquietudes literarias. Como hizo el criollo mexicano Antonio
los que a oído palpo, bido y tratado»56. de Saavedra Guzmán, quien en su viaje a España a fines del
siglo XVI, durante la travesía, buscó refugio en la creación de su poe-
Tampoco disimula exigua habilidad en el ejercicio Pedro de Val- ma épico El peregrino indiano (Madrid, 1599), en cuyo prólogo
divia, conquistador que confiaba la escritura de sus numerosas car- advierte que «aunque he gastado más de siete años en recopilarla, la
tas, para el rey y demás autoridades, a un diestro, y en algo ilustra- escribí y acabé en setenta días de navegación con balanceos de nao
do, soldado de su hueste llamado Cárdenas. En una que este último y no poca fortuna» 61. . .
no pudo poner en limpio, Valdivia se disculpa diciendo sin rodeos D. Rache sugiere que las formas torpes e unprovlsadas de
«Va mal escripta, y Cárdenas no la pudo copiar porque es solo a muchas autobiografías son una elección deliberada de los autores
este despacho» 57. Incluso Raleigh, pese a unos mejores pertrechos que, a través de la diferencia estilística, exaltan con~i~ncia de cl~s~ y
intelectuales, acorde a su extracción social, llega a expresar en el su distancia de la escritura de los doctos 62. Estos últunos, los VIaJe-
Discovery este topos discursivo: «pues no traté de defenderme ros de cultura clerical o universitaria, curtidos en los tratados de
haciendo tina obra de arte, pues ni he cuidado las frases, ni la for- retórica de Aristóteles, Cicerón o Quintiliano, sabían. cómo hacer
ma, ni el estilo» 58. Similar es la modestia del portugués Pedro una correcta descripción de lugares, personas y objetos. El trivium
Texeira, un mercader de acción con una cultura relativa, pero muy también pudo proveerlos de los medios necesarios a la hora de con-
superior a la de la mayoría, que en el prólogo de sus Relaciones tar sus experiencia ultramarinas 63.
sobre Persia (1610) atribuye los desaciertos retóricos al hecho de La palabra ruda y simple, en cambio, se estimaba más fiel a la rea-
haberlas escrito en castellano y no en su lengua materna. Al lector lidad, porque entonces las verdades históricas corrían el riesgo d.e ser
se dirige con las palabras siguientes: «No dubdo que como va escri- confundidas con ficciones, al contrario de lo que sucedía con los libros
to en lengua no propia, lleve el estilo y habla muchas impropieda- de caballería 64; de ahí que unos escritores ocasionales, dando priori-
des que tú cándido lector corrigeras ca prudencia y saber» 59. El dad a lo acaecido en sus caminos terrestres y rutas marítimas, de entra-
también inglés Thomas Maynarde, autor de un manuscrito que da refieran la primacía de la veracidad de los acontecimientos en.det~-
cuenta el último viaje de Francis Drake (1595), justifica unas faltas mento de la calidad artística de unos textos limítrofes entre la histona
que atribuye a los vaivenes del mar:
y la ficción. Pero si comparamos los escritos de las gente~ al margen de
las convenciones retóricas de la época con los de los adiestrados en el
«He descrito fielmente el curso de nuestro viaje y he dado a
conocer muchos malos y lamentables propósitos. Escribí estas notas menester, apreciaremos que los primeros acreditan una práctica, de
durante la navegación. Así que perdonen vuestras mercedes y disi- lectura ocasional o nula, mientras que los segundos la refieren mas o
mulen las faltas a los ojos de los demás» 60. menos habitual. Dejemos este dilema para otro capítulo.
La escasa pericia caligráfica hacía que a menudo se delegara el
ejercicio escritor, un método muy corriente en la época y con fre-
56 MORA,Carmen de, Las siete ciudades ..., op. cit., p. 62.
57 Carta signada en la Serena el4 de septiembre de 1545. Cartas de Pedro de Valdi-
via. Que tratan del descubrimiento y conquista de Chz/e, ed. de}. TORIBIOMEnINA, Santia-
61 Cfr. MARTtNEz,José Luis, Pasajeros de Indias..., op. cit., p. 102.
go de Chile, Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina, 1953, p. 70.
62 En la edición ajo 1. ~NÉTRA, ¡ournal o/ my Li/e, New York, 1986. .
58 RALEIGH,Walter, The Discovery ..., op. cit., p. 508.
63 Véase CAMPBELL, Mary B., Tbe Witness and tbe Gtber World: Exotzc European
59 Relaciones de Pedro Texeíra ..., op. cit.
Travel Writing, 400-1600, Imaca, Cornell University Press, 1988.
60 Francisco Drake. Piraterías en América. Narraciones compulsadas por el Dr. Hans
64 HERRERoMAssARI,José M.', Libros de viajes..., op. cit.
Damm, Madrid, Bruno del Amo, 1929, p. 133.
108 Carlos Alberto González Sánchez Grafías para la eternidad 109

cuencia atestiguado en las cartas misivas y en otros documentos por general Ruy Lopez de Villalobos, el cual Gines de Mafra era
diversos ..Es la táctica empleada por Cabeza de Vaca, cuyos Comen- hombre de pocas letras y verdaderas y traia escrito de su mano por
tartas salieron de la pluma de su escribano y hombre de confianza relacion todo el suceso de la armada de Magallanes que como testigo
Pero Hernández, testigo directo de las andanzas de Alvar Núñez en de todo se hallo y lo habia escrito y 10 dio a el autor sabiendo de el
el RÍo de la Plata. Del mismo modo, el joven hidalgo salmantino que queria hacer de todo ello un libro» 66.
Martín Fernández de Figueroa, enrolado en 1505 en la Armada
El alemán Federmann también explicita el origen de su relación:
con destino a la India portuguesa, de Pedro de Añaya, por mandat~
del rey Manuel V, desconfía de su destreza alfabética e intelectual.
«Había llevado con nosotros un notario público que escribía
Por ello decide ~ntregar elli?ro de memorias que trajo al bachiller y todo con cuidado y anotaba lo que pasaba de un pueblo a otro. Esto
noble santandenno Juan Aguero de Trasmiera, a quien encomienda es mandato y voluntad de su Magestad en todas las Indias a fin de
una adecuada redacción de las rápidas e inseguras notas que tomó tener relatos dignos de fe. No he hecho más que traducir ese diario a
entre 1505 y 1510, la base del sumario o epítome que ha llegado a la lengua alemana, agregando algunas cosas que me han parecido
nuestros días y que publicara en Salamanca en 1512 León de Dei. necesarias» 67.
Estas circunstancias, y la manera de componer el texto las aclara
Agüero al principio de la obra: ' Juan Staden, otro germano natural de Hesse, fue con los espa-
ñoles al RÍo de la Plata en 1549, de donde volvió con un manuscrito
. «Lo qual muy copiosa e verdaderamente traxo scripto en un de su ventura que, antes de darlo a la imprenta (se editará en Mar-
lIbro excelente Martín Fernández de Figueroa ... el qual como burgo en 1557), entregó a un tal Dryander para su corrección. En la
mucho aprovechó e a la larga tuviesse recompillado, me rogó, por-
dedicatoria que éste hace a Felipe de Hesse alude al asunto:
que los letores no se enojasen del cumplido proceso de su camino lo
sumasse e abreviasse como me pareciesse al uso moderno ... pro~e-
«Juan Staden que ahora hace aparecer por la imprenta este libro
derse ha por el tractado como adelante se contiene, aunque pressu-
e historia hame pedido que yo previamente quiera ver corregir y don-
rosamente notado, de spacio bien visto e concordado do si falta
de fuere necesario emendar su trabajo y escrito de esta historia» 68.
oviere en la descripción del notador, seso, juyzio, saber e virtud
supla del prudente lector» 65.
Aquellos viajeros ansiosos de descubrir lo oculto eran conscien-
Parecida a la de F ernández de Figueroa es la suerte del escrito tes de ser una minoría privilegiada y capaz de fijar por escrito sus
del piloto Ginés de Mafra, presente en el descubrimiento del Estre- experiencias. El dominio de la escritura lo conciben como una téc-
cho ?e Magallanes, cuya. relación recogió un autor anónimo, por nica misteriosa que les sorprende y llama la atención; quizás porque
propIa ~~luntad, en ~n libro que elaboró sobre las peripecias de para muchos es la primera vez, y quizás la única, que asumen una
aquel VIaJe. Este escntor fantasma, en tercera persona, refiere que labor intelectiva en la que van a manifestar un doble protagonismo
Mafra, hombre de pocas letras, «se hallo en todo y lo vio por vista personal, el de la vivencia de unos hechos únicos y el de la escritura
de ojos»; y especifica: de los mismos.

«El año de mill quinientos veinte y tres se embarcaron los nues-


tros para. la India donde. se murieron todos excepto el capitan Espi-
66 Se trata de un manuscrito, sito en la Biblioteca Nacional de Madrid, que conúe-
n~sa y Gmes de Mafra piloto, hombre viejo, el cual fue despues en el ne la copia de la relación del piloto Ginés de Mafra y otras noúcias diversas. Su título es
ano de 1542 en la armada que de la Nueva España salió de que fue Libro que trata del descubrimiento del Estrecho de Magallanes; está recogido en MAGA-
LLANES,Fernando de, Descripción de la costa desde Buena Esperanza a Leyquios, Madrid,
Torrent y Compañía, 1921.
67 FEDERMANN, Nicolás, Viaje , op. cit., p. 143.
65 FERNANDEZDE FIGUEROA,Martín, Conquista de las Indias ... , op. cit., p. 47. 68 STADEN,Juan, Vera historia , op. cit.
110 Carlos Alberto González 5ánchez
Gra/ías para la eternidad 111

Tan impactantes y sorprendentes novedades experimentadas


va a unos textos muy próximos a las ficciones literarias. Leer en la
predispondrán en los autores determinados recursos retóricos para
intimidad facilitaba la identificación, y un simultáneo distancia-
convencer a los receptores de la veracidad de los sucesos narrados.
miento, de los lectores u oyentes con el personaje central y sus
El viajero-escritor, que aúna a autor y personaje, con este fin,
vivencias 71. El relato escrito es el único mediador entre el receptor y
emplea un lenguaje a la altura de todos y, lo más importante,
la novedosa realidad que se le propone, de ahí la decisiva influencia
siguiendo pautas clásicas habla en primera persona, o sea, se dirige
de la técnica expositiva empleada.
al lector u oyente como si éste estuviera delante de los hechos narra-
Las autobiografías derivadas de los viajes a los nuevos mundos
dos, para hacerle creer, y provocarle en su imaginación, que lo rela-
estimularon una distinta fuente de autoridad cultural y de promo-
tado está sucediendo frente a sus ojos. El texto, de esta manera,
ción social para un nutrido grupo de personajes de baja extracción
gana en persuasión y precipita la complicidad del receptor, a quien
social (rudos marineros y soldados), que voluntariamente suelen
se le hace creer que, de haber estado en idéntica posición, hubiera
ocultar, presentes en el hallazgo de geografías desco?ocidas 72.
visto lo mismo. Así se le interna en una experiencia, objetiva en la
Muchos sin ser de la república de las letras, cuando eSCrIben creen
vida real y subjetiva en el escrito, que le es ajena, convirtiéndolo en
apropia;se de una práctica que en esencia, y por, s~ básica forma-
testigo de los hechos. R. Barthes aseveraba que el yo del relato no es
ción intelectual, no les corresponde, estado de anrmo que, como
el que es en la vida; quien habla en el papel no es quien escribe en el
vimos, les conduce a disculpar su intromisión en la cultura letrada.
mundo y quien escribe no es quien existe 69.
La opción de unos autores partícipes de los hechos narrados, que
Lo extraordinario e insólito, lo exótico y maravilloso, interesa- no son cronistas oficiales, consistió en prescindir, muchos porque
damente enfatizados y redimensionados, atraen la atención del lec- no podían, de toda retórica, de estilo elevado a favor de una forma
tor y facilitan su ubicación en el lugar de los acontecimientos. La de contar directa casi en estilo periodístico. A decir de U. Eco
maravilla propicia un lenguaje que integra lo extraño, y su utilidad, cuentan como ant~opólogos modernos que, una vez que han mirado
en lo conocido. En este entramado, la construcción de mecanismos y han visto, basándose en una cultura pasada, reflexio~an y.~o sólo
de verosimilitud (el yo he visto, el yo he oído decir, el yo estuve ah/) aportan informaciones novedosas, SInO que, ademas, CrItlcan y
cumple una función testimonial de lo extraordinario, de algo que, renuevan los lugares comunes del falso exotismo 73.
por exceso de fantasía e interés de los autores, parece ficción. No
olvidemos que en la época informar era reiterar lo ya sabido, leído y
escuchado, por ello se recurre a lugares comunes y leyendas de la
Antigüedad como criterio de verdad 70. La operación, además y para
hacerlo verosímil y objetivarlo, conlleva la racionalización de todo
aquello que asombra. Hemos de tener en cuenta, a la vez, la progre-
siva extensión en aquel tiempo de una técnica lectora silenciosa,
solitaria e individual, que dotaba de una importante fuerza persuasi-

71 Véase CHARTIER,Roger, Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna, Madrid,


Alianza, 1993. '.
69 ISER, Wolfgang, El acto de leer..., op. cit.; moceo, Daría, Viaggiare e racconta- 72 Vienen a colación AMaANG, James, El vuelo de Icaro..., op. at., p. 51; PASTOR,
re..., op. cit. También ROCHAPINTO, Joao, A viagem. Me?florzae EspaW A literatura Por- Beatriz, The Armature o/ Conquest. 5panish Accounts o/ the Discovery o/ America, Stan-
tuguesa de Viagens. Os primitivos relatos de vzagem ao Indico 1497-1550, Lisboa, Livra- ford, Stanford University Press, 1992; PADGEN, Anthony, Europeans Encount.ers...,
ría Sá da Costa Editora, 1989; y AzNARVALLEJO,Eduardo, Viajes y descubrimientos en la op. cit.; y GREENBLATT,Stephen (ed.), New World Encounters, Berkeley, Uruverslty of
Edad Media, Madrid, Síntesis, 1994. California Press, 1993.
70 MENmOLA ME]ÍA, Alfonso, Retórz'ca, comunicación y realidad: la construcción retó- 73 Eco, Uumberto, «1/ Milione: describir lo desconocido», en su libro De los espe-
rica de la batalla en las crónicas de la Conquista, México, Universidad Iberoamericana, jos y otros ensayos, Barcelona, Lumen, 2000, pp. 67-72. También en MORA, Carmen de,
2003. Escritura e identidad criollas. Modalidades discursivas en la prosa hzspanoamerzcana del
siglo XVII, Ámsterdam-New York, Rodopi, 2001.

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