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LA SITUACIÓN ACTUAL DEL PSÍCOLOGO EN EL SISTEMA DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA

Una reflexión desde el grupo de trabajo “psicología aplicada con menores sujetos a
medidas de protección” de Alicante, y propuesta de acciones desde el Grupo de Trabajo
sobre Psicología Aplicada con Menores Sujetos a Medidas de Protección

INTRODUCCIÓN

El grupo de trabajo de psicología aplicada con menores sujetos a medidas de protección surge en el
Colegio de Psicólogos de Alicante en el año 2015, respondiendo a una necesidad de crear un punto de
encuentro entre los colegiados que trabajan en este ámbito y con el fin de defender y potenciar ante las
autoridades competentes, la necesaria figura del psicólogo, en los distintos contextos de trabajo con
menores en situaciones de riesgo y desprotección.

La figura profesional del psicólogo está presente en los servicios sociales desde hace varias
décadas desarrollando labores dirigidas tanto a toda la población, formando parte de los equipos
municipales de servicios sociales generales, con actuaciones preventivas y rehabilitadoras, o bien a
sectores de población que por sus características/condiciones requieren una atención más específica en el
plano técnico y profesional, formando parte de los equipos de servicios sociales especializados que
atienden a sectores como: mujer, personas en situación de dependencia, personas drogodependientes,
familia y menor, menores, tercera edad, etc.

Uno de los campos donde los psicólogos han venido desarrollando una importante labor ha sido en
los servicios de atención a la familia e infancia y, en concreto, en la protección de menores ante situaciones
de desprotección (menores que se encuentran en situación de riesgo o de desamparo) con el objetivo de
eliminar/minimizar los factores de riesgo existentes en su entorno familiar, de potenciar las capacidades de
la familia para ejercer sus funciones protectoras y el pleno desarrollo de sus capacidades físicas, psíquicas
y sociales favoreciendo el desarrollo integral de los menores.

REGULACIÓN LEGAL Y ADMINISTRATIVA DE LA INTERVENCIÓN DEL PSICÓLOGO EN EL SISTEMA


DE PROTECCIÓN DE MENORES

1. LEGISLACIÓN APLICABLE

En nuestra comunidad autónoma, las actuaciones de protección de menores se ordenan y regulan


fundamentalmente en la siguiente legislación:

• Ley 5/1997 de 25 de Junio de la Generalitat Valencianas por la que se regula el sistema de


servicios sociales en la Comunidad Valenciana.

• La ley 12/2008 de 3 de julio de 2008 de la Generalitat, de protección integral de la infancia y la


adolescencia de la comunidad valenciana.

• Decreto 93/2001 reglamento de medidas de protección jurídica del menor en la comunidad


valenciana.

• Orden de 19 de junio de 2003, de la Consellería de Bienestar Social, por la que se regula la


tipología y condiciones materiales y de funcionamiento de los centros de protección de menores
en la comunidad valenciana.

• Orden de 17 de enero de 2008 por la que se regula la organización y funcionamiento de los


centros de protección y el acogimiento residencia y de estancia de día de menores en la
Comunidad Valenciana.

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de acciones desde el Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad Valenciana
2. ADMINISTRACIONES COMPETENTES EN PROTECCIÓN DE MENORES.

Las competencias administrativas en protección de menores en nuestra comunidad autónoma,


corresponden:

A las entidades locales (municipios, comarcas y entidades supramunicipales, siendo las Diputaciones
Provinciales las competentes para prestar los servicios sociales necesarios a municipios menores de
10.000 habitantes).

En el caso de las situaciones de desprotección infantil, les compete la detección, evaluación e


implementación de la intervención por situación de riesgo, que incluiría aquellas intervenciones que desde
los servicios sociales se realizan para garantizar el adecuado desarrollo del menor y la eliminación de los
factores causantes de la situación de desprotección que se hayan detectado. Hace referencia a situaciones
con un nivel de gravedad que permite la intervención psicosocial y educativa con el menor y/o la familia
con los recursos existentes en el ámbito local sin necesidad de aplicar medidas de separación del menor de
su núcleo familiar de convivencia.

Estas actuaciones en nuestra comunidad autónoma se llevan a cabo por los equipos municipales
de servicios sociales generales y por los equipos de los servicios especializados en este sector de
población. Dentro de estos equipos, el psicólogo estaría presente en mayor o menor medida dentro de los
servicios sociales generales y principalmente en los especializados.

A la administración autonómica, a través de la Dirección Territorial de Bienestar Social de cada


provincia, le compete la adopción de medidas de protección, a propuesta de los equipos de servicios
sociales generales de las entidades locales, que impliquen la separación del menor del núcleo familiar
dada la gravedad de la situación de desprotección, adoptando medidas bien provisionales o definitivas
de guarda y/o tutela del menor, que se materializan en acogimientos con familia extensa, educadora o bien
residenciales o en la constitución de adopciones.

3. SERVICIOS Y RECURSOS QUE CONFIGURAN EL SISTEMA DE PROTECCIÓN DE MENORES:

Equipos municipales de servicios sociales generales, los cuales desarrollarían las actuaciones que les
compete en este campo según la legislación citada y que respecto a la protección de menores sería
fundamentalmente la detección y valoración de la existencia o no de la situación de desprotección del
menor. En el caso de valorarse la existencia de una situación de desprotección, existen dos posibilidades:

• que se confirme la situación de riesgo del menor, con lo que se diseñará un plan de intervención
familiar que incluya, si se valora necesario, la derivación a los servicios especializados. El objetivo
general de la intervención sería la preservación familiar porque se valora que la familia puede
superar sus dificultades con los recursos municipales garantizando así la atención adecuada al
menor.

• propuesta de una medida de protección que implique la separación del menor de su núcleo de
convivencia dirigida a la Dirección Territorial competente en protección de menores, que es quien la
declara, que podría ser la guarda en caso de que la familia acepte la medida o la propuesta de
medida de desamparo si se detecta que la situación es de tal gravedad que es necesario separar al
menor de su familia con distintos objetivos en función de las posibilidades que tiene la familia de
superar su problemática y que serían:

◦ Reunificación familiar: cuando se valora la necesidad de separar al menor de su familia de


forma provisional para garantizar su bienestar, pero la familia es susceptible de mejorar su
situación con la intervención psicosocial propuesta y, por tanto, hay previsión de retorno del
menor.
◦ Separación definitiva: cuando se valora que no hay posibilidad de retorno del menor con su
familia de origen. En este caso, pueden darse dos alternativas en función de distintas variables

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de los menores: incorporación a un nuevo núcleo familiar, bien con familia extensa o educadora
o por constitución de la adopción del menor, o preparación para la emancipación.

Los S.E.A.F.I (Servicios especializados de atención a menores en situación de riesgo o con medidas
jurídicas de protección y sus familias), regulados actualmente por la Orden 8/2012 de la Consellería de
Bienestar Social de 28 de diciembre de 2012, y que se configuran como servicios de atención especializada
a los menores y sus familias con medidas de protección por situación de riesgo de los menores o en guarda
y/o tutela de la administración autonómica. En estos servicios se realizan intervenciones de mediación,
orientación y terapia familiar orientadas a la solución de la problemática familiar que motiva la intervención
del sistema de protección de menores. Son servicios con un ámbito de actuación municipal o
mancomunado, siendo competencia por tanto de los ayuntamientos o mancomunidades, si bien están
subvencionados y supervisados en su actuación por la administración autonómica.

Los servicios especializados de Acogimiento Familiar con familia extensa o afín: existente en
algunos municipios.

Los centros de protección de menores: que se configuran como recursos residenciales y según la
Orden de 19 de Junio de 2003 son “ aquellos destinados a acoger, atender y educar, con carácter
temporal, a los niños y adolescentes que necesiten una atención especializada por encontrarse en una
situación de desprotección social en los términos establecidos en la legislación civil vigente” (art. 8)
Estos menores pueden encontrarse tutelados o no por la Entidad Publica (en nuestro caso la Generalitat
Valenciana). Dentro de los equipos interdisciplinares de estos dispositivos han venido estando presentes
las figuras de los trabajadores sociales, psicólogos y educadores sociales.

Los centros de protección de menores se clasifican en centros de atención residencial y centros de


atención diurna.

Los centros de atención residencial son “centros abiertos destinados a acoger a menores de edad
en situación de guarda y/o tutela administrativa, prestando servicios de alojamiento, manutención, apoyo
educativo y atención integral” (art. 11). Estos centros se clasifican en: centros de recepción, de acogida,
hogares funcionales y centros de emancipación. Dentro de la categoría de Centros de Acogida, algunos
de ellos se han destinado a acoger a menores en función de la edad y características o perfiles de sus
destinatarios. De acuerdo con estos parámetros existen varias modalidades de centros de acogida:

• Infantil de necesidades especiales.


• Necesidades especiales.
• Funcional.
• Centros para menores embarazadas.
• Centros de atención específica, y
• Centros de formación especial e intervención terapéutica.

Las funciones del psicólogo en estos dispositivos están reguladas de forma genérica en un documento
de fecha 22 de abril de 2010 consensuado tras una reunión con la Dirección Territorial de Bienestar Social,
concretándose en:

• Evaluación de aspectos actitudinales y aptitudes de los menores residentes.


• Diagnóstico psicológico de posibles patologías de los menores residentes.
• Exploración y evaluación de patrones vinculares de los menores.
• Tratamiento de las dificultades psicológicas leves y moderadas de los menores residentes.
• Derivación de los menores a los recursos terapéuticos apropiados en casos de patologías
psicológicas graves.
• Emisión de informes psicológicos y propuestas relativas a los planes de intervención familiar o a los
planes de protección de menores.
• Elaboración de protocolos de actuación destinados a incrementar el bienestar de los menores

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de acciones desde el Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad Valenciana
residentes o a objetivos psicoeducativos concretos.
• Orientación a las familias biológicas de los menores residentes en cuestiones esenciales para el
bienestar del mismo.
• Valoración y orientación a las familias acogedoras de los menores actuales o potenciales.
• Coordinación con recursos externos de carácter psicológico.
• Asesoramiento y apoyo a los educadores del centro.
• Dirección de dinámicas grupales con los menores.

Respecto a los centros de formación especial y terapéutica se establece que: “la atención
residencial a menores con conductas inadaptadas y de alto riesgo para ellos mismos o para terceras
personas, así como otros menores con dificultad o dependencia, podrá llevarse a cabo en cualquiera de los
centros de acogida residencial, si bien en aquellos casos que se precise de una atención muy especializada
y de medidas de contención, los centros de acogida con plazas de formación especial y terapéutica, se
consideran los más adecuados”

Otros servicios y dispositivos: serian aquellos orientados al seguimiento e intervención con familias
educadoras y adoptantes, y los Puntos de Encuentro Familiar dependientes del sistema de protección de
menores que cumplirían funciones análogas a los del sistema judicial dentro del sistema de protección de
menores. En ambos casos suele estar presente la figura del psicólogo.

SITUACIÓN E INQUIETUDES DE LOS PSICOLOGOS QUE TRABAJAN EN EL ÁMBITO DE LA


PROTECCIÓN DE MENORES

1. EN LAS ADMINISTRACIONES LOCALES

Como hemos apuntado anteriormente, el trabajo con menores y sus familias del psicólogo en estas
administraciones, se desarrolla fundamentalmente en dos niveles: formando parte de los equipos
municipales de servicios sociales generales (EMSSG) o en servicios especializados como el SEAFI.

Las dificultades a las que nos enfrentamos son muchas y variadas:

En los EMSSG, nuestro trabajo está orientado a la detección y valoración de situaciones de


riesgo de los menores y al abordaje psicosocial de las mismas con la finalidad de disminuir y/o
eliminar los factores de riesgo así como en la propuesta de adopción de medidas de protección que
impliquen la separación del menor de su familia. Entre las dificultades con que nos encontramos
frecuentemente podemos destacar:

Trabajamos formando parte de un equipo interdisciplinar junto a trabajadores sociales,


educadores sociales y/o educadores familiares, no estando de hecho las funciones claramente
delimitadas, produciéndose, en muchos casos, límites difusos con las de otros profesionales del
equipo.

• Volumen excesivo de expedientes con los que trabajamos y, por tanto de menores y sus
familias, lo que dificulta dedicar el tiempo necesario a cada caso.

• La presión asistencial ejercida fundamentalmente por las listas de espera y otros


organismos públicos como la Dirección Territorial de la Consellería de Acción Social.

• La excesiva burocratización que resta tiempo de atención y tratamiento con el menor y su


familia.

• La falta de personal, debido a la ausencia de contrataciones y la no convocatoria de


vacantes públicas.

• Unido a lo anterior, el abuso de la contratación eventual para puestos de atención que


deberían tener una figura estable, lo que dificulta realizar un trabajo continuado con los

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menores y familias que atendemos, a la vez que provoca las quejas motivadas de muchos
usuarios ante el frecuente cambio de profesionales.

En los equipos especializados como el SEAFI:

• Al igual que en los EMSSG, el volumen excesivo de expedientes, la presión asistencial por
las listas de espera y la excesiva burocratización.

• Por otra parte, en estos servicios, la figura del psicólogo viene quedando difuminada de
unos años a esta parte. La orden que los regula habla de “titulados superiores y medios en
áreas pedagógicas, psicológicas y sociales que a efectos de esta orden, ejercerán las
funciones de terapeuta familiar o de educador familiar. Será requisito que los profesionales
subvencionados tengan formación específica en intervención familiar. Quienes ejerzan las
funciones de terapeuta familiar la tendrán en evaluación e intervención clínica o terapéutica”
con lo cual, esta última función puede ser ejercida por cualquier profesional (maestro,
trabajador social…) con formación en terapia familiar principalmente desde un enfoque de
terapia sistémica, reduciendo así el campo de trabajo y las competencias profesionales de
os psicólogos.

• Desde este grupo, se considera que las funciones de orientación y terapia familiar se
realizan principalmente con menores con problemas emocionales y/o conductuales o con
otro tipo de trastornos que, en algunos casos, implican la coordinación con dispositivos del
sistema sanitario de salud mental infantil; y con sus familias, que, en general, presentan
carencias y dificultades para atender adecuadamente a sus hijos produciéndose conductas
de maltrato hacia ellos, lo que ha motivado la intervención de la administración, asociadas
en la mayoría de casos a dificultades y falta de recursos personales, emocionales, etc.,
siendo, por su formación, el psicólogo el profesional competente para abordar o tratar de
modificar estas dificultades potenciando también sus capacidades o puntos fuertes, sin
perjuicio del trabajo interdisciplinar coordinado con otros profesionales competentes en
cada caso concreto.

• La falta de estabilidad en el tiempo de estos equipos especializados, ya que generalmente,


la organización y estructura de los servicios sociales suele modificarse según el grupo
político que conforme el gobierno municipal.

En ambos niveles de intervención, valoramos la necesidad de realizar cursos de formación psicológica


específica a nuestro campo de trabajo ya que, en la mayoría de ocasiones, los cursos de formación van
dirigidos a todo el equipo de profesionales que trabaja con menores.

2. EN LOS CENTROS DE MENORES

Tras décadas de la incorporación de la figura profesional del psicólogo en los centros de protección de
menores, actualmente, nuestro papel sigue estando pobremente regulado y poco reconocido por diferentes
estamentos sociales incluidas, en muchos casos, las propias organizaciones donde desarrollamos nuestro
trabajo; además, la poca regulación deja de ser efectiva en el mismo momento en que no hay mecanismos
de seguimiento y supervisión para su debido cumplimiento.

Si cabe, la labor del psicólogo en los centros de menores tiene ahora mayor importancia por diversas
razones:

• La prevalencia de dificultades emocionales y de otros trastornos psicológicos en los menores


residentes en los centros de protección y susceptibles de mejora con intervención psicológica
parece estar aumentando.

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• Aunque no hay demasiados estudios al respecto, los trastornos reactivos, los traumas complejos y,
en definitiva, los trastornos de base emocional son más fáciles de encontrar en los menores
maltratados (Antonio Galán, 2011).

• Existen algunos indicadores y, así lo podemos constatar, en nuestra práctica diaria, que alertan
sobre el alto sufrimiento que provoca la separación familiar indefinida, unida a menores altamente
dañados por situaciones crónicas de maltrato.

Existen algunas características diferenciales en nuestra práctica diaria que debemos tener en
consideración:

• Carecemos de estructuras organizativas y, en muchos casos, de marcos teóricos comunes desde


los que plantear las intervenciones.

• Tenemos muy pocos recursos para trabajar: escasez de pruebas de evaluación, escasez de
materiales específicos, poco acceso a la formación, etc.

• El perfil de los menores con los que trabajamos está muy dañado y la intensidad de los “síntomas”
es habitualmente alta.

• En el caso habitual de traumas de separación, la figura vincular primaria no desaparece, lo cual


genera estados ansiosos, en muchos casos crónicos, condicionados a las exposiciones a dicha
figura vincular.

• Hay evidencias respecto a que el propio proceso de institucionalización es en sí mismo generador


de inadaptaciones con cierta proyección clínica dependiendo de los casos.

• Hay una falta de regulación específica sobre nuestras funciones como psicólogos así como la
delimitación de nuestro campo de trabajo en relación a otros profesionales integrados en las
plantillas de los centros de protección.

• Hay una gran escasez de investigaciones, estudios y foros donde los psicólogos de centros
pudieran apoyarse y seguir construyendo un cuerpo de conocimiento sólido y profesionalizado.
Según nos comentan algunos profesionales del ámbito de la investigación, la propia entidad pública
dificulta el acceso de las universidades o de otras instituciones con capacidad investigadora a los
menores tutelados.

• Muy relacionado con el punto anterior y especialmente en el ámbito de la Comunidad Valenciana,


ha imperado el “cada maestrillo tiene su librillo”, lo que entendemos que está perjudicando la
imagen de nuestra profesión ante las diferentes administraciones públicas.

Igualmente, algunas cuestiones coyunturales en relación a la propia gestión de los centros han
condicionado y condicionan enormemente nuestro desempeño diario:

• Pliegos de condiciones que parecen no cumplirse.

• Existencia de personal sin cualificación especifica en los cargos directivos y de coordinación, que
dificulta la normal comunicación necesaria para nuestra praxis.

• Falta de interés por la formación continua y anulación del criterio del psicólogo por cuestiones de
verticalidad del organigrama y sin fundamento técnico.

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Todas estas circunstancias unidas están condicionando enormemente que algunos psicólogos que
trabajamos en los centros de menores no podamos realizar nuestro trabajo en condiciones adecuadas
creándonos una gran indefensión al sentirnos abandonados.

Las dinámicas de gestión de personal de muchos centros que conciertan la atención a menores con la
Generalitat Valenciana, no son favorables al cambio y, en muchas ocasiones, siguen inercias inmovilistas
que nada o poco tienen que ver con la actualización necesaria que toda buena praxis profesional necesita.

Esta especie de callejón sin salida unido a la situación actual del mercado laboral nos obliga a muchos
psicólogos que trabajamos en centros de protección de menores a aceptar las condiciones laborales tal y
como se nos presentan, por eso es habitual encontrar psicólogos contratados como tales desempeñando
toda suerte de tareas no psicológicas relacionadas con gestión o con labor educativa propiamente dicha.

En medio de esta difícil situación, en los últimos tiempos han ocurrido algunas cosas que la agravan
más si cabe: por un lado y tras muchos años, parece que la presencia del psicólogo en los últimos pliegos
de condiciones ha desaparecido. Ahora se habla de personal técnico, lo que, como ya estamos viendo, da
como resultado maestros realizando terapia familiar o trabajadores sociales evaluando toda suerte de
variables psicológicas. La falta de regulación y el dejar en manos de cada centro la decisión del perfil que
debe tener ese técnico, puede, y de hecho parece estar sucediendo, desplazar la figura del psicólogo.

LA MODIFICACIÓN DE LA NORMATIVA ESTATAL EN MATERIA DE PROTECCIÓN DE MENORESCOMO


OPORTUNIDAD DE PUESTA EN VALOR DE LA FIGURA DEL PSICOLOGO

Recientemente se ha producido una modificación de la legislación estatal en materia de protección


de menores, mediante la aprobación de la Ley Orgánica 8/2015 de 22 de julio de 2015 y de la Ley
26/2015 de 28 de julio de 2015.

Ambas han supuesto una importante reformulación del sistema de protección de menores, tanto en
la configuración de las distintas figuras de protección como en establecimiento de unos criterios comunes y
mínimos estándares de calidad y accesibilidad en todo el Estado que deberán verse reflejados en la
adaptación que se realice en las distintas leyes autonómicas con el fin de adaptarlas a esta legislación
estatal. En el caso de nuestra comunidad autónoma la adaptación afectará necesariamente a las leyes que
se han citado anteriormente.

Desde este grupo se considera que, la revisión legislativa que necesariamente debe llevarse a cabo
en nuestra Comunidad Autónoma debe recuperar la presencia del psicólogo como figura relevante e
imprescindible dentro del sistema de protección, con funciones especificas y propias más allá de que el
ejercicio de estas se desarrolle dentro de los equipos interdisciplinares. A modo de ejemplo, algunas de las
tareas y funciones que se considerarían propias del psicólogo y que ya a día de hoy deben realizarse en la
atención a menores dentro del sistema de protección serian:

• La valoración de la “madurez del menor” a fin de garantizar su participación en el procedimiento,


recogiéndose en el articulo 9.2 de la ley 1/1996 que dicha valoración deberá realizarse por “personal
especializado”

• La valoración de la “situación de riesgo del menor”, en lo referente a aspectos como las dificultades
de adaptación o a la inadaptación del menor.

• La valoración del “impacto” psicológico de las medidas de protección (asunción, modificación,


prorroga y cese) tanto en el menor como en la familia, a fin de poder valorar el interés de las
mismas y en todo caso del menor.

• La valoración de la adecuación de la familia solicitante en procesos de acogimiento y adopción, en


especial en lo que se refiere a capacidad educativa, motivación, así como en la valoración de los

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vínculos afectivos establecidos entre las partes.

• El derecho que los menores en acogimiento residencial o acogimiento familiar tienen a “recibir el
apoyo educativo y psicoterapéutico que sea necesario” (articulo 21 bis, apartado h), entendiendo
que este apoyo educativo y psicoterapéutico va más allá del que pueden recibir en los dispositivos
comunitarios de salud mental infantil, pues nos encontramos ante una población de riesgo, con
características propias y dificultades que van más allá de las que pueden darse en la población
general que atienden esos servicios, ya que es necesario abordar el daño psicológico generado a
raíz de la situación de maltrato que motivo la medida de protección y el daño que la mayoría de
veces origina la propia medida de protección que implique separación tomada. Ambos elementos
se configuran como factores de riesgo para psicopatología posterior, siendo el psicólogo el
profesional que puede realizar el seguimiento adecuado así como orientar las intervenciones
tempranas, bien directamente, bien mediante la derivación al recurso adecuado a fin de evitar la
cronicidad o la aparición de trastornos en estos menores.

• La valoración y propuesta de medidas de “acogimiento residencial en centros de protección


específicos de menores con problemas de conducta”, recogiendo la ley que esta medida debe estar
justificada y motivada por una valoración psicosocial especializada donde creemos que el psicólogo
tiene una especial relevancia. (articulo 25 ley 1/1996).

CONCLUSIONES Y PRIMERAS PROPUESTAS AL COLEGIO DE PSICOLOGOS DE LA COMUNIDAD


VALENCIANA

Pese a que la figura del psicólogo se encuentra presente dentro de los servicios sociales desde
décadas atrás, desarrollando tareas en el campo de la intervención con menores y, en la mayoría de
ocasiones, con sus familias dentro de distintos recursos y servicios, desde este grupo de trabajo y mediante
la elaboración del presente informe queremos llamar la atención del colegio sobre algunas cuestiones que
pueden estar suponiendo un retroceso en el papel que a nuestro juicio los psicólogos podemos y debemos
desempeñar en el campo de la protección a menores.

Por todo ello, entendemos como imprescindible que se realice un análisis profundo sobre la realidad
de los profesionales psicólogos que trabajamos en el campo de la protección de menores con el objetivo de
conocer con exactitud la problemática con que nos encontramos, tanto los que conformamos este grupo
que trabajamos en centros de protección de menores o en la administración local, como la del colectivo que
trabaja en otros recursos (con menores en acogimiento en familias educadoras o en Puntos de Encuentro
Familiar dependientes de la administración autonómica y que de momento no están integrados en este
grupo de trabajo) y que este conocimiento sirva como punto de partida para el desarrollo de nuestra
profesión con el reconocimiento que merece y que sin duda repercutirá en el bienestar de los menores y de
sus núcleos de convivencia.

Por tanto, proponemos al colegio de psicólogos de la comunidad valenciana el desarrollo de


acciones orientadas a:

• Recoger información a través de una encuesta con el objetivo de analizar en profundidad cuál
es el papel que desempeñamos los psicólogos dentro del sistema de protección de menores,
cuáles son nuestras funciones, cómo estamos organizados dentro de los organigramas, qué
documento o qué personas supervisan y orientan nuestro trabajo diario, cuál es el peso a nivel
técnico que se nos otorga, qué papel se le da a la formación, cómo se nos promociona,
cuestiones relativas a posible intrusismo, lagunas legales, qué trabajo real desempeñamos.

• La difusión y el conocimiento público del trabajo realizado por los psicólogos en el ámbito social
en general y en el de la protección de menores en particular.

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• La intermediación con la administración autonómica y local para el reconocimiento explicito


de la necesidad de la figura profesional del psicólogo a lo largo de los distintos dispositivos
y servicios que configuran el sistema de protección de menores, a fin de evitar la situación
actual en la que ésta se ve difuminada frente a otros profesionales.

• Evitación de la tendencia a que la atención psicológica de los menores (especialmente los


residentes en centros de protección) se realice desde dispositivos del sistema de salud,
entendiendo que esta atención va más allá del abordaje que desde dichos dispositivos se
realiza ante problemas clínicos, ya que, por un lado, los menores residentes son menores que
han estado y continúan estando sometidos a importantes estresores que hacen necesario un
seguimiento a fin de favorecer el cribado precoz, y por otro, es necesario el abordaje de
aspectos específicos como la historia de vida, el fomento de factores de protección y resiliencia
y en general un acompañamiento terapéutico que fomente la futura adaptación familiar, personal
y social y que va más allá del abordaje meramente psicopatológico.

• La plasmación de ese reconocimiento y funciones en el desarrollo de la legislación


correspondiente, así como en los pliegos de condiciones de licitación de centros y servicios.

• La potenciación de la formación especializada y específica para psicólogos en materia de


protección de menores, tanto en lo referente a los aspectos de diagnostico como a los de
terapia y evaluación de las intervenciones.

• La facilitación de la investigación en este campo en colaboración con las Universidades y otras


instituciones que realicen esta función.

• La creación y divulgación entre los profesionales de los protocolos de intervención que se hayan
constatado científicamente como más eficaces para el ejercicio de nuestro trabajo.

Darío Lucas García Rubén Sánchez Higuera


Coordinador del grupo Secretario del grupo

En Alicante, a 10 de marzo de 2016

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