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19.

CONTAMINACIÓN POR METALES PESADOS

INTRODUCCIÓN
La civilización moderna depende de un gran número de metales para práctica-
mente todos los aspectos de su vida diaria. Es decir, existe una fuerte relación
entre metales y desarrollo humano. Esto unido, al aumento de la población
conduce, inevitablemente, a problemas ecológicos a causa de la amplia dis-
persión de los metales en el medio ambiente.
La presencia de estos metales en los distintos compartimentos ambienta-
les, genera un buen número de problemas. Así, algunos son esenciales para
muchos seres vivos, microorganismos, plantas, animales y el hombre; si bien,
es verdad, que cuando sobrepasan ciertas concentraciones se transforman en
tóxicos, otros tienen efectos beneficiosos, mientras los hay que siempre son
tóxicos.
Por tanto, resulta de gran interés, conocer el comportamiento de estos
metales en suelos, aguas y seres vivos. Se ha de tener en cuenta que, pueden
sufrir un buen número de reacciones en suelo, como fue puesto de manifiesto
en el Tema 16, de tal forma que quedan retenidos en este medio o bien per-
manecen solubles, lo que facilita su paso a las aguas y toma por los vegetales
lo que permite su inclusión en la cadena trófica.
Luego será imprescindible conocer la reactividad química y movilidad
de cada metal contaminante en los diferentes sistemas ecológicos puesto que
ello afecta a su redistribución en suelos, sistemas biológicos y paso subsi-
guiente a la cadena trófica. Del mismo modo es prioritario fijar límites que
determinen si un determinado producto es apto o no para consumo animal o
humano.

DEFINICIÓN DE METAL PESADO


Este término es ampliamente utilizado en numerosos trabajos de investiga-
ción, tanto si tratan de contaminación ambiental o de suelos, como de nutrí-
678 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

ción mineral de las plantas, por lo que conviene matizar el significado que
queremos establecer con este concepto.
Una definición simple y sencilla para este término es la de considerar
metales pesados, a aquellos cuyo número atómico es mayor de 20 o su pe-
so específico es mayor de 5 g/cm3 (excluyendo los metales alcalinos y alca-
linotérreos), pero esta definición resulta insuficiente si tenemos en cuenta las
propiedades físico-químicas de estos elementos (radio iónico, estabilidad,
capacidad de formación de complejos orgánicos, etc.).
Además según el contexto en el que nos movamos, esta definición puede
o no puede decir nada; de hecho hay metales que por la consideración ante-
rior están englobados dentro de los metales pesados y sin embargo a nivel
biológico son elementos esenciales, como Fe, Mn, Zn, Cu y Mo; otros son
esenciales en determinadas circunstancias, como el Ni, Cr, V, Ti, etc. y otros,
de los que no existen evidencias de que tengan funciones en los sistemas
vivos, como Cd, Hg, Pb, As, etc. (Barceló y Poschenrieder, 1992).
En consecuencia se pueden considerar varios grupos dentro del conjunto
de los metales pesados; para el primer grupo de estos metales citados Fe, Mn,
Cu, Zn y Mo, se utiliza el término de elemento esencial; el grupo formado
por Ni, Cr, V y Ti, entre otros, por encontrarlos en bajas concentraciones en
condiciones normales en suelos, plantas y organismos vivos se les denomi-
na elemento o metal traza; por último los elementos que son innecesarios
para los seres vivos se les llama metales no esenciales o tóxicos. Lo que si
es cierto, es que cualquiera de los metales, si sobrepasan una determinada
concentración se engloban en la categoría de metales tóxicos.
Ante esta diversidad de conceptos y definiciones, utilizaremos el término
metal pesado, para designar a los metales no esenciales o tóxicos y al resto
cuando se encuentren a concentraciones superiores a las necesarias; e incluso
a aquellos elementos químicos que siendo metales ligeros o no metales pre-
sentan comportamientos y toxicidades similares (As, B, Ba y Se).

ORIGEN DE LOS METALES PESADOS EN SUELOS


Los metales pesados se encuentran en las rocas y/o material originario del
suelo de forma natural, si bien, en su mayor parte se encuentran formando
parte de compuestos y estructuras no disponibles para los organismos vivos.
Pero ciertos metales pueden ser liberados al medio ambiente por distintos
factores; principalmente los procesos edafogénicos de formación de los sue-
los y la diversas acciones contaminantes, tanto naturales como antropogéni-
cas.
Dentro de las fuentes naturales de contaminación podemos citar:
Química del suelo y medio ambiente 679

Meteorización del material originario.


Erupciones volcánicas.
Formación de menas.
Disgregación de meteoritos.
En cuanto a la contaminación antropogénica, se pueden identificar al
menos cinco grandes grupos de entrada de metales pesados en el suelo (Tabla
19.1)
En 1983, Campbell et al. comparan las cantidades de metales pesados
emitidas a la atmósfera de forma natural y antropogénica y encuentran que,
por actividad humana se emiten unas 15 veces más de Cd, 100 veces más de
Pb, 13 veces más de Cu y 21 veces más de Zn que por procesos naturales.

Tabla 19.1
FUENTES DE METALES TÓXICOS EN EL MEDIO AMBIENTE (Ross, 1994a)
1.- Minería y fundiciones.
a) Montones de desechos: contaminan por meteorización, erosión (As, Cd, Hg, Pb)
b) Lavado de minerales (As, Cd, Hg, Pb)
c) Transporte de menas (As, Cd, Hg, Pb)
d) Fundiciones: contaminación debida a polvo, aerosoles (As, Cd, Hg, Pb, Sb, Se)
e) Industria del hierro y acero (Cu, Ni, Pb)
f) Acabado de metales (Zn, Cu, Ni, Cr, Cd)
2- Industria.
a) Plástico (Co, Cr, Cd, Hg)
b) Textiles (Zn, al, Ti, Sn)
c) Microelectrónica (Cu, Ni, Cd, Zn, Sb)
d) Protección de madera (Cu, Cr, As)
e) Refinerías (Pb, Ni, Cr)
3.- Deposición atmosférica.
a) Fuentes urbanas e industriales, incluyendo plantas de incineración y eliminación de desechos
(Cd, Cu, Pb, Sn, Hg, V)
b) Industrias pirometalúrgicas (As, Cd, Cr, Cu, Mn, Ni, Pb, Sb, TI, Zn)
c) Gases de automóviles (Mo, Pb (con Br y Cl), V)
d) Combustión de combustibles fósiles (incluyendo centrales eléctricas) (As, Pb, Sb, Se, U, V. Zn,
Cd)
4- Agricultura.
a) Fertilizantes (por ejemplo As, Cd, Mn, U, V y Zn en algunos fertilizantes fosfóricos)
b) Estiércol (As y Cu en algunos estiércoles de cerdos y gallinas, Mn y Zn en estiércol de corral)
c) Encalado (As, Pb)
d) Plaguicidas (Cu, Mn y Zn en funguicidas, As y Pb en insecticidas)
e) Aguas de riego (Cd, Pb, Se)
f) Corrosión de metales (Fe, Pb, Zn)
5.- Aplicación de desechos al suelo.
a) Lodos (Cd, Cr, Cu, Hg, Mn, Mo, Ni, Pb, V, Zn)
b) Lixiviados desde basureros (As, Cd, Fe, Pb)
c) Escombreras (Cd, Cr, Cu, Pb, Zn)
d) Cenizas, etc (Cu, Pb)
Tabla 19.11
CONCENTRACIÓN DE ELEMENTOS POTENCIALMENTE TÓXICOS EN SUELOS, VEGETALES E INGESTA MÁXIMA TOLERABLE
(Ross, 1994a)
Elemento Suelo Vegetal Hombre1
Rango Normal Conc. Valor medio en suelo y Conc. De la Rango Conc. En Toma anual
en suelo (total) en suelo máximo disuelto en la disolución normal en plantas de las
("g/g Peso considerada disolución del suelo. del suelo material contamina- plantas.
seco) tóxica (total) Media Conc. molar considerada vegetal das, (Kg/ha año) Conc. normal Ingst. Máxima
(Mg/g Peso (ug/g peso a 10% de tóxica, (mg/ (ug/g peso (ug/g) (70 Kg) tolerable
seco) seco) humedad L) fresco)
Cd 0,01-7 3-8 0,06 ! 0-5,57 0,001 0,2-0,8 5-30 nd 30 mg 4500-500 ng/prs./
Co 1-70 25-50 8 ! 0-2,87 0,01 0,05-0,5 15-30 0,0006 sem
Cr 5-1000 75-100 100 ! 0-1-72 0,001 0,03-15 5-30 nd <6 mg 250-300 mg/Kg/día
Cu 2-100 60-125 30 ! 0-2,33 0,03-0,3 4-15 20-100 0,006 lOOmg 0,5 mg/Kg/día
Mo 2
Mn 200-2000 1 0-0,96 0,1-10 15-1000 1,0 20 mg
1500-3000 600 300-500
Ni 10-1000 100 40 10 -2,17 0,05 0,02-5 10-100 nd <10mg
Pb 2-200 100-400 10 10-332 0,001 0,1-10 30-300 nd 120mg 3 mg/pers/sem.
Zn 10-300 70-400 50 ! 0-2, 12 <0,005 8-400 100-400 0,01 2000-3000mg
Sn <5 50 10 -3,07 0,2-6,8 60 0,001
10 nd
0,02-0,2 0,3-5 0,03 ! 0-5.83 0,001 0,005-0,5 1-3 nd
Hg
OMS (1973); nd no determinado
Química del suelo y medio ambiente 681

La entrada de metales pesados al suelo se realiza principalmente por dos


vías:
a) Aérea: aerosoles, polvo.
b) Terrestre: Fertilizantes, plaguicidas, residuos sólidos, etc.
Mientras las vías de salida son pérdidas a través de:
a) Extracción de los vegetales.
b) Lavado.
c) Erosión.
En la Tabla 19.11 se recogen los datos conocidos en cuanto a concentra-
ciones normales en suelos y plantas sin contaminar y concentraciones en
suelos y plantas que por lo general se piensa que representan condiciones
tóxicas del metal. De ella se deduce que los elementos que están presentes en
mayores concentraciones en los suelos son Mn, Ni y Cr, mientras Cd y Hg lo
están en las menores. La columna 3 representa las concentraciones máximas
posibles en la disolución del suelo (Ross, 1994a).
Los estudios de la distribución de los metales pesados en el suelo mues-
tran que los elementos Mn, Ni y Cr, cuya principal fuente en los suelos es el
material originario se pueden acumular a altas concentraciones en el subsue-
lo. Para otros metales cuya principal entrada en el suelo es en superficie, bien
por deposición aérea, como es el caso del plomo procedente de combustiones
y emisiones a la atmósfera, o bien el cadmio, que se aplica en grandes canti-
dades con los fertilizantes fosfóricos, las mayores concentraciones se produ-
cen en la superficie del suelo. Por lo general la concentración en superficie
se mantiene por reciclado de la vegetación y estos elementos presentan muy
bajo movimiento en el perfil del suelo (Biddappa, et al 1982).

ENTRADA DE METALES PESADOS AL SUELO POR METEORIZACIÓN DE


MINERALES
La meteorización de la roca madre o material originario del suelo, puede
llevar a acumulaciones localizadas de metales pesados en suelo. En general
la cantidad de estos metales es mayor en rocas ígneas que en sedimentarias
(Tabla 19.III), y normalmente son los elementos Mn, Cr, Co, Ni, Cu y Zn los
que mayores contenidos presentan en muchos tipos de rocas.
Uno de los factores que más inciden en el aporte de metales al suelo, por
parte de las rocas es la facilidad de estas para meteorizarse. Así, las arenis-
cas están constituidas por minerales que se meteorizan con dificultad, y por
tanto son las que menos metales pesados aportan al suelo; en la composición
de ígneas y metamórficas se incluyen materiales con distinta facilidad para
meteorizarse (Tabla 19.IV) dentro de ellos se encuentran olivinos, augita y
682 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

Tabla 19.111
CONCENTRACIÓN NORMAL DE METALES TRAZA EN LOS PRINCIPALES TIPOS DE
ROCA (ng/g) (Ross, 1994a)
ígneas Sedimentarias
Elemento Ultrabásicas Básicas Granito Calizas Areniscas Esquistos
Cr 2000-2980 200 4 10-11 35 90-100
Mn 1040-1300 1500-2200 400-500 620-1100 4-60 850
Co 110-150 35-50 1 0,1-4 0,3 19-20
Ni 2000 150 0,5 7-12 2-9 68-70
Cu 10-42 90-100 10-13 5,5-15 30 39-50
Zn 50-58 100 40-52 20-25 16-30 100-120
Cd 0,12 0,13-0,2 0,09-0,2 0,028-0,1 0,05 0,2
Sn 0,5 1-1,5 3-3,5 0,5-4 0,5 4-6
Hg 0,004 0,01-0,08 0,08 0,05-0,16 0,03-0,29 0,18-0,5
Pb 0,1-14 3-5 20-24 5,7-7 8-10 20-23

Tabla 19.IV
CONSTITUYENTES METÁLICOS TRAZA DE LAS ROCAS Y MINERALES DEL SUELO
(Ross, 1994a)
Facilidad de Mineral Aparición Metales traza
meteorización presentes
Meteorización fácil Olivino ígneas Mn, Co, Ni, Cu, Zn
1 Anordita Mn, Cu, Sr
1 Augita Volcánicas ultrabásicas y básicas Mn, Co, Ni, Cu, Zn, Pb
Incremento de la Hornblenda Muy difundida en metamórficas e ígneas, Mn, Co, Ni, Cu, Zn
estabilidad mineral Albita ígneas Cu
1 Biotita ígneas y metamórficas Mn, Co, Ni, Cu, Zn
4 Ortoclasa ígneas acidas Cu, Sr
4 Muscovita Granitos, esquistos, Cu, Sr
4 Magnetita ígneas y metamórficas Cr, Co, Ni, Zn

hormblenda que contribuyen con cantidades significantes de Mn, Co, Ni, Cu


y Zn.

ENTRADA DE METALES PESADOS AL SUELO POR ENMIENDAS AGRÍCOLAS


Las principales enmiendas agrícolas, como fertilizantes orgánicos, inorgáni-
cos, plaguicidas y aguas de riego, incorporan metales pesados, con frecuen-
cia en cantidades tóxicas, para los suelos agrícolas. Aún cuando la adición
original no sea a concentración alta para ser inicialmente tóxico, se puede
llegar a toxicidad tras repetidas aplicaciones. En la Tabla 19.V se recogen
los contenidos normales que distintas enmiendas agrícolas presentan para
distintos metales pesados.
Fertilizantes. Los fertilizantes comerciales suelen contener impurezas
derivadas de las materias primas empleadas en los procesos de fabricación.
Química del suelo y medio ambiente 683

Tabla 19.V
RANGOS NORMALES DE METALES PESADOS EN DISTINTAS ENMIENDAS AGRÍCOLAS
(ug/g) (Ross, 1994a)
Elemento Lodo Compost Estiércol Fertilizan- Fertilizan- Cal Plagui- Agua de
tes de P tes de N cidas riego
Cr 8-40600 1,8-410 1,1-55 66-245 3,2-19 10-15
Mn 60-3900 30-969 40-2000 40-1200
Co 1-260 0.3-24 1-12 5,4-12 0,4-3
Ni 6-5300 0,9-279 2,1-30 7-38 7-34 10-20
Cu 50-8000 13-3580 2-172 1-300 2-125
Zn 91-49000 82-5894 15-566 50-1450 1-42 10-450
Cd <1-3410 0,01-100 0,1-0,8 0,1-190 0.05-8,5 0,04-0,1 <0,05
Hg 0,1-55 0.09-21 0,01-0,36 0,01-2,0 0,3-2,9 0,05 0,6-6
Pb 2-7000 1,3-2240 0,4-27 4-1000 2-120 20-1250 11-26 <20

Son los fertilizantes fosfóricos, los que mayor riesgo presentan en la incor-
poración al suelo de contaminantes trazas naturales, debido a que se ob-
tienen a partir de yacimientos naturales de rocas fosfóricas (apatitos) que
poseen una serie de elementos que pueden ser perjudiciales para la nutrición
vegetal, animal y humana (Tabla 19.V). Estos contenidos varían considera-
blemente, dependiendo del origen y tipo de roca fosfórica, y del tratamiento
dado a la misma para la obtención del fertilizante. Esto hace que elementos
potencialmente tóxicos se pueden introducir en la cadena trófica, por la adi-
ción de fertilizantes fosfóricos al suelo (Tremearne y Jacobs, 1941; Bowen,
1966; Lisk, 1972).
De los distintos metales pesados que presentan los fertilizantes fosfóricos
el cadmio es el que mayor problemática presenta, y su contenido varía con,
el origen de la roca fosfato y la concentración de fósforo del fertilizante.
En la Tabla 19.VI, se muestran los valores característicos para los conteni-
dos en cadmio en algunas de las más importantes rocas fosfóricas; se pue-
de observar que éstos son mayores, cuando se trata de rocas sedimentarias.
Syers et al., (1986) en un estudio realizado con 10 rocas fosfóricas de distinta
procedencia: USA (Carolina del Norte), Perú (desierto de Sechura), Nueva
Zelanda (Chatham Rice); Israel (Arad); Túnez (Gofsa), USA (Florida);
Jordania, México y dos del Pacifico Sur (Nauru y Makatea), encontraron las
mayores concentraciones de As y Cd en la roca fosfórica procedente de Israel
y Nueva Zelanda.
Se ha observado que los contenidos de cadmio y fósforo están íntima-
mente correlacionados (Williams y David, 1973), sugiriendo que la mayor
parte del cadmio se concentra en el ácido fosfórico durante el proceso de fa-
bricación de los fertilizantes fosforados. En general, en el superfosfato (que
se obtiene por reacción de la roca fosfórica con H2SO4) contiene todos los
684 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

Tabla 19. VI
CONTENIDOS DE FÓSFORO Y CADMIO EN ROCAS FOSFÓRICAS. (Norsk Hydro, 1990)
Cd
Tipo de roca P(%) mg Cd/Kg de roca mg Cd/Kg P
Volcánica:
Kola, USSR 17,2 0,15 0,9
Palfos, Sudafrica 17,2 0,15 0,9
Sedimentaria:
Bou Craa, Marruecos 15,9 35 220
Togo 15,9 55 350
Youssofia, Marruecos 14,6 40 274
Jordania 14,6 5 34
Texas, USA 14,4 40 278
Florida, USA 14,4 8 56
Negev, Israel 14,2 20 140
Khouribga, Marruecos 14,9 16 113
Khefiss, Siria 13,9 6 43
Gafsa, Túnez 13,2 50 380

metales pesados que había en la roca fosfórica (Mortvedt, 1996). Actualmente


la mayoría de los fertilizantes fosfóricos se obtienen por reacción de la roca
fosfórica con H3PO4, lo que reduce la concentración de metales pesados en
el fertilizante.
Se han estudiado distintos procesos para la eliminación del Cd durante
el proceso de obtención de los fertilizantes fosfóricos. La extracción con
disolventes parece ser un posible método comercial. Si bien esto supone un
considerable incremento (~ 30 %) en el precio del fertilizante, lo que conlle-
va un incremento en los costos de producción (Smani, 1993).
Distintos estudios han indicado un incremento en el contenido de cad-
mio del suelo en la capa arable, sólo tras la aplicación de altos niveles de
fertilizantes fosfóricos (Tabla 19.VII). La acumulación de cadmio en el sue-
lo da lugar a un incremento en el contenido de cadmio de algunas plan-
tas (Tabla 19.VII). Sin embargo, Schroeder et al, (1967) establecen que la
concentración del cadmio en muchas especies vegetales no se incrementó y
en alguna incluso disminuyó, tras la aplicación de fertilizantes fosfóricos.
Indudablemente actúan condicionamientos genéticos en la toma de cadmio,
entre las especies. Williams y David (1973) indican que los vegetales fron-
dosos absorben más Cd que el pasto, en cereales solo entre el 12 y el 18%
del Cd de la parte superior de la planta se trasloca al grano. Además, la bio-
disponibilidad del cadmio aumenta al bajar el pH, debido a una disminución
en la sorción de cadmio por el suelo (García-Miragaya y Page, 1978; Jarvis
y Jones, 1980). Por lo tanto, los cultivos en suelos ácidos pueden requerir
fertilizantes con bajo contenido en cadmio (He y Singh, 1995).
Química del suelo y medio ambiente 685

Tabla 19. VII


INCIDENCIA DE LAAPLICACION DE FERTILIZANTES FOSFORADOS EN LOS NIVELES
DE CADMIO EN SUELO Y PLANTA. (Sharpley y Menzel, 1987)
Contenido de Cd en
Fertilizantes Contenido Suelo Planta
deP de Cd de
Descripción aplicados Duración Fertilizantes Sin fert Con fert Sin fert Con fert
(Kg/Ha/año) (años) (mg/Kg) (mg/Kg) (mg/Kg) (mg/Kg) (mg/Kg)
Franco arcilloso
Césped/trébol 40 30 5 0,02 0,04 0,003 0,005
Franco limoso
Trigo: grano 50 2 153 0,07 0,11 0,03 0,09
paja 50 2 153 0,07 0,11 0,07 0,12
Franco arenoso
Cebada 175 36 174 0,7 1,0 0,01 0,01
Beza 175 36 174 0,7 1,0 0,26 1,50
Franco limoso
Rábano 127 1 174 - - 0,40 3,40
Lechuga 127 1 174 - - 0,20 6,30
Guisantes 127 1 174 - - 0,20 0,90
Krasnozem
Avena 125 20 50 0,05 0,45 0,03 0,28
Trébol 125 20 50 0,05 0,45 0,10 1,07
Alfalfa 125 20 50 0,05 0,45 0,09 0,46

Los distintos estudios muestras que el Cd incorporado al suelo a través


de los fertilizantes se acumula en los primeros centímetros del suelo (0-15
cm) (Rothbaum, et al. 1986)
Los estudios realizados por Hutton (1982) indican que en la Comunidad
Europea, el 50% de la entrada de Cd al medio ambiente corresponde a la
aplicación de desechos, mientras los fertilizantes fosfóricos representan solo
el 10%.
No se encontraron incrementos detectables en la concentración de arsé-
nico, cromo, plomo, o vanadio, tras la aplicación de dosis tan elevadas como
es la de 8888 Kg/Ha de superfosfato triple (Goodroad y Caldwell, 1979).
Es improbable pues que exista peligro de contaminación tras la fertilización
fosfórica, con tal que el contenido de estos elementos en los fertilizantes fos-
fóricos permanezca en los límites actuales. Así, Mortvedt y Giordano (1977)
concluyen que la toma por las plantas de cromo y plomo, no fue significativa
a las tasas normales de uso de fósforo.
Además de metales pesados, los fertilizantes fosfóricos contienen mate-
rial radioactivo procedente de la roca original, en cantidades comprendidas
entre 30 y 200 mg de uranio/Kg y 10 mg/kg de torio. Ahora bien, el nivel de
radionucleidos, como consecuencia de la adición de dosis altas de superfos-
686 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

fato, durante una centuria, es similar al que aparece de forma natural en la


capa arable. Marsden (1964) indica que el abonado de praderas con super-
fosfato durante 16 años, a una tasa anual de 2.200 Kg/Ha, da lugar sólo a un
incremento del 5 % en la actividad a del suelo. Otras investigaciones han
demostrado que la mayoría del uranio aplicado es retenido de forma similar
al fósforo, en la capa arable. El riesgo de radiación que puede resultar de la
inclusión de núcleos radioactivos en las plantas, por los fertilizantes aplica-
dos, parece, por tanto, ser despreciable (Menzel, 1968; Mays y Mortvedt,
1986). Además, en la producción de ácido fosfórico se eliminan casi todos
los contaminantes radioactivos.
Debido a la fuerza de sorción similar del fósforo y el uranio por los sue-
los, Menzel (1968) sugiere que la pérdida de uranio de la superficie del sue-
lo, se puede producir por erosión similar a la de fósforo de los fertilizantes
adicionados. Además, el uranio generalmente se considera móvil en ausencia
de materia orgánica y puede, así, lixiviarse de suelos arenosos que contienen
poca materia orgánica. De hecho, se ha podido detectar un aumento signi-
ficativo del contenido de uranio de algunos ríos, que se atribuye a las aguas
de drenaje que reciben procedentes de suelos cultivados, fertilizados con al-
tos niveles de fósforo, y de bajo contenido en materia orgánica (Spalding y
Sackett, 1972).
Los metales pesados y núcleos radiactivos indicados son generalmente ad-
sorbidos fuertemente por el suelo, al igual que el fósforo. Consecuentemente,
estos contaminantes pueden ser perfectamente transportados por las partícu-
las finas del suelo por escorrentía y erosión, y acumularse en los depósitos
sedimentarios.
Especial importancia reviste, el estudio y conocimiento de los procesos
de desorción y lavado del arsénico retenido en el suelo. Se ha de tener en
cuenta que el arseniato de plomo (PbHAsO4) fue el primer plaguicida pa-
ra el control de los insectos y su utilización hasta la introducción del DDT
estuvo muy generalizada, esto ha hecho que se hayan aplicado en ciertos
casos a los suelos de cultivo grandes cantidades de este compuesto que ha
quedado retenido en la capa superficial de los mismos. Mientras el plomo en
el suelo está en formas bastante inmóviles y por tanto no es fítotóxico el As
es más móvil y por consiguiente puede ser fitotóxico. Por otro lado, fosfato
y arseniato presentan en el suelo conductas físico-químicas muy similares y
compiten entre sí por los mismos lugares de adsorción en el suelo (Peryea,
1991); si a esto unimos que las superficies activas del suelo presentan mayor
afinidad por el fosfato que por el arseniato (Blair et al., 1990), lo que hace
que la fertilización de suelos ricos en arseniato retenido con fosfatos de lugar
a la desorción de arsénico, en ocasiones a niveles tóxicos para los cultivos,
Química del suelo y medio ambiente 687

y en otras no tóxicos para el vegetal pero si para posteriores consumidores


de la cadena trófica, también se producen aumentos de As en las aguas de
lixiviado, lo que conlleva un riesgo de contaminación de las aguas subterrá-
neas (Peryea, 1991; Davenport y Peryea, 1991; Creger y Peryea, 1994). Sin
embargo la biodisponibilidad del Pb o no se ve afectada por la adición de
fosfato o se reduce (Creger y Peryea, 1994).
Todo esto ha hecho que se establezcan normativas a nivel nacional e in-
ternacional para limitar los contenidos de metales pesados, especialmente el
Cd, en los fertilizantes fosfóricos.
Fitoquímicos. Se han empleado pulverizaciones de productos fitosani-
tarios conteniendo metales en el control de plagas, tanto en productos hor-
tícolas, frutales y en cultivos herbáceos. Sales de Zn, Cu, arseniatos de Pb
y compuestos órgano-metálicos han sido ampliamente empleados; hay refe-
rencias de niveles de Cu de hasta 1000 mg/Kg como resultado del empleo
intensivo de pulverizaciones de sales básicas de Cu, mientras que el empleo
de arseniato de Pb conduce a niveles en suelos de hasta 500 mg Pb/ Kg y
de 100 mg As/ Kg. Comparativamente, suelos no contaminados contienen
aproximadamente 20, 10 y 5 mg/Kg para Cu, Pb y As respectivamente.
Residuos. Como ya se ha visto en el Tema 18, las basuras de población,
los lodos residuales y las aguas depuradas contienen cantidades variables de
metales, que pueden suponer un grave riesgo de contaminación de suelos,
e incluso, de aguas. La biodisponibilidad de los metales de estos residuos
generalmente disminuye con el aumento del pH, el contenido en materia
orgánica y en arcilla del suelo.
En cuanto a las aguas residuales, el contenido que presentan en metales
pesados viene condicionado, fundamentalmente, por los efluentes industria-
les.

ENTRADA DE METALES PESADOS AL SUELO DESDE LA ATMÓSFERA


La llegada de metales desde la atmósfera al suelo se produce principalmente
en forma de partícula, como deposición seca, por deposición húmeda (en
forma de lluvia), o como deposición oculta (niebla).
La entrada natural de metales a la atmósfera por actividad volcánica es
relativamente alta, especialmente para Hg, Pb y Ni (Ross, 1994a). Si bien la
mayor parte de los metales que llegan a la atmósfera son de origen antropo-
génico: fundiciones, industrias metalúrgicas, centrales térmicas, incinerado-
res de basuras y residuos, y combustiones.
Aunque se produce trasporte de los metales en la atmósfera a grandes
distancias de su punto de emisión, especialmente las especies iónicas que son
688 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

el origen de la lluvia acida; en general, la deposición del metal emitido a la


atmósfera se realiza cerca de la fuente de emisión.
Por una parte la producción primaria de metales es la principal fuente
antropogénica de emisión de metales no férricos, excepto para las emisiones
de Pb que, hasta ahora, se originan principalmente por combustión de vehí-
culos a motor, y el Hg que llega a la atmósfera fundamentalmente debido a
vulcanismo (Ross, 1994a). Su dispersión, a partir de fundiciones, depende
mucho de factores locales meteorológicos y topográficos.
Respecto de las centrales térmicas hay que pensar en la dependencia del
carbón como fuente mayoritaria de producción energética en muchos países,
pero en los procesos de generación se originan cantidades de partículas que
contienen metales pesados que, naturalmente, pueden trasladarse ambiental-
mente depositarse e interaccionar con suelos.
La incineración de residuos de plástico, madera, combustibles fósiles,
residuos orgánicos, basuras de población, etc., puede conducir a una emisión
atmosférica de metales pesados con una incidencia clara en los suelos de su
entorno inmediato, por lo que es necesario actuar respecto a las autorizacio-
nes para localización diferenciada en el espacio de plantas incineradoras de
residuos.
En relación con las emisiones de vehículos de motor, las numerosas
investigaciones sobre metales pesados en la proximidad de estaciones, auto-
vías, etc., han identificado concentraciones elevadas de metales pesados en
suelos, aguas, plantas, que están relacionadas con la densidad de tráfico, mo-
dos de operación, distancia a las carreteras, etc. De momento, el Pb domina
entre todos, si bien, otros metales como Cd, Zn, Cr y Ni también se acumulan
en la proximidad de las carreteras por cuanto son componentes de partes de
vehículos y aditivos de combustibles.

Tabla 19. VIII


CLASIFICACIÓN DE LOS METALES POTENCIALMENTE TÓXICOS DE ACUERDO CON
SU PUNTO DE EBULLICIÓN Y VOLATILIDAD DURANTE LA INCINERACIÓN
(Klein et al., 1975)
Clase Metales
Clase I Al, Ca, Co, Fe, K, Mg, Mn Punto de ebullición alto, metales no volátiles en el área
de combustión. Constituyen la matriz de las cenizas
emitidas.
Clase II As, Cd, Cu, Pb, Sn, Zn Se volatilizan durante la combustión. Al enfriarse
condensan sobre las superficies de las partículas
emitidas.
Clase III Hg Permanece como gas durante la incineración. No se
condensa
Química del suelo y medio ambiente 689

En cuanto a la forma química en que llegan a la atmósfera, ésta depende


mucho de la fuente de emisión, así en los procesos industriales que implican
altas temperaturas, como la combustión de carbón o niel, incineración de
desechos domésticos, o fundición y refinado de minerales, la temperatura
que se alcanza durante el proceso es uno de los principales factores que de-
termina la cantidad, forma, tamaño y grosor de las partículas emitidas. El
segundo aspecto en importancia, es la presencia en el proceso de elementos
como, cloruros que son también volátiles y pueden reaccionar con el metal.
Bertine y Goldberg (1971) establecen la volatilidad relativa de las formas
elementales de los metales como: Hg > As > Cd > Zn > Sb » Mn > Ag,

Tabla 19.IX
ESPECIES QUÍMICAS MAYORITARIAS PRODUCIDAS DURANTE DISTINTOS
PROCESOS INDUSTRIALES (Ross, 1994a)
Forma del metal
Proceso Cd Pb Hg As Cr
Combustión del Cd(0), CdO, PbCl2,PbO, Hg°(g, As(O), -
carbón CdS PbS, Pb As2O3, As2S3
Combustión del Cd(O), CdO PbO H
g°<g) As(O),
petróleo As2O3,
arsénico
orgánico
Producción CdO,CdS PbO, PbSO4, PbO. As2O3
de metales no PbSO4
férricos
Manufactura CdO PbO
del hierro y del
acero
Incineración de Cd(O), CdO, Pb(O), PbO, PbCl2 H
g°(8» As(O), -
residuos CdCl2 As2O3
Emisiones de PbBr2, PbBrCl,
vehículos Pb(OH)Br,
(PbO)2PbBr,
(PbO)2PbBrCl,
Cambia a carbonates
y óxidos en el suelo
Fundido de - - - - G<vi>
hierro-cromo
Emisiones CdO PbO Aeroso-
industriales les de
Q<m> y
Cr<'v>
Industrias Hg°(g) (gas
Bioquímicas volátil),
(CH3)2Hg da
lugaraHg(OH) 2
soluble en lluvia.
690 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Anáreu y A. Sánchez Sánchez

Sn, Cu; el orden de volatilidad de óxidos, sulfatas, carbonates, silicatos y


fosfatos como: As, Hg > Cd > Pb > Zn > Cu > Sn y la de sulfures como: As,
Hg > Sn > Cd > Sb, Pb > Zn > Cu > Fe, Co, Ni, Mn, Ag. Estas secuencias
indican que Hg, Cd, y As en casi cualquier forma inorgánica se volatilizan en
un proceso industrial antes que Cu, Fe y Mn.
En la Tabla 19.VIII se recoge la clasificación que Klein et al., (1975) han
hecho de los metales en base a su punto de ebullición y volatilidad durante
los procesos de incineración.
En la Tabla 19.IX se dan los distintas formas químicas de los metales
pesados emitidas en algunos procesos antropogénicos.

DINÁMICA Y MOVILIDAD DE METALES EN SUELOS


Los elementos se pueden encontrar en este medio en distintas formas fisico-
químicas, si bien, los vegetales solo absorben la fracción del elemento que
se encuentra disponible, es decir la soluble y la intercambiable, las distintas
formas en que el elemento se puede encontrar en los suelos son:
SOLUBLES: Como iones libres, o en forma de complejos solubles unidos
tanto a ligandos inorgánicos (Cl, SO4=, NO3^) como orgánicos.
INTERCAMBIABLES: Retenidos por el complejo de cambio de los suelos,
y pueden ser desplazados isotópicamente por otros cationes presentes mayo-
ritariamente en la disolución del suelo.
ADSORBIDOS A LAS SUPERFICIES INORGÁNICAS Y ORGÁNICAS
DE LOS SUELOS, son liberados más lentamente que los cambiables, y no
son fácilmente reemplazables por cationes mayoritarios.
OCLUIDOS EN LOS ÓXIDOS DE HIERRO, ALUMINIO O
MANGANESO.
PRECIPITADOS con carbonatas, sulfatos, fosfatos, oxidróxidos, etc.
No cabe duda, que la composición mineral del suelo, junto con las pro-
piedades de cada metal en particular, y las condiciones del medio, son deter-
minantes de la forma o formas predominantes en que cada metal, se presenta
en un determinado suelo, lo que en definitiva va a determinar el comporta-
miento de estos elementos en la dinámica general del suelo.
Los constituyentes del suelo que mayor repercusión van a tener en los
procesos de movilización-inmovilización de metales en suelo son: silicatos,
óxidos e hidróxidos, carbonatas, materia orgánica, fosfatos, sulfures y sul-
fatos.
La acción de los silicatos está relacionada fundamentalmente con su ca-
pacidad de intercambio catiónico (CIC).
Química del suelo y medio ambiente 691

En cuanto a los óxidos e hidróxidos, en los suelos podemos encontrar-


los formados por varios cationes, pero en relación al comportamiento con
respecto a los metales contaminantes los más importantes son los óxidos
de Fe y Mn. Estos óxidos presentan una capacidad de adsorción muy alta
para estos elementos. Aunque determinar el orden de adsorción de estos ele-
mentos por los óxidos es compleja, lo que si parece cierto es que, al menos
aparentemente, presentan diversas afinidades hacia los cationes que tengan
aproximadamente las mismas dimensiones que Mn2+, Mn3+, Fe2+ y Fe3+; estos
cationes son: Co2+, Co3+, Ni2+, Cu2+, Zn2+, Cd2+, etc.
Los carbonates son constituyentes comunes de los suelos en los cua-
les el potencial de evapotranspiración excede el índice de lluvias, fenómeno
muy común en los suelos de nuestra zona. Los elementos traza pueden co-
precipitar con carbonatos, siendo incorporados a su estructura o adsorbidos
por óxidos (principalmente de Fe y Mn), que están precipitados sobre los
carbonatos, la afinidad más alta de reacción con este anión se observa para
Co, Cd, Cu, Fe, Mn, Ni, Pb, Sr y Zn.
En cuanto a fosfatos, sulfures y sulfatos, su comportamiento con los
metales pesados está relacionado con su capacidad de incorporación de estos
elementos junto con los propios del mineral, en procesos de sustitución y
coprecipitación.
La materia orgánica del suelo bien puede suponer una retención de los
metales, debido a la fijación de estos en las superficies orgánicas de los sue-
lo, o bien puede favorecer su movilidad y disponibilidad para la planta por la
acomplej ación de metales en la disolución del suelo por ligandos orgánicos
disueltos, constituyendo un apartado importante en el estudio de la dinámica
de metales en suelo.
Los estudios realizados por Jin et al., (1996) indican que los ácidos hú-
micos de diferentes orígenes, presentan cinéticas de adsorción similares para
los distintos metales. La cantidad adsorbida de los metales individuales sigue
la secuencia: Cr(III) > Pb(II) > Cu(II) > Ag(I) > Cd(II) = Co(II) - Li(I), y
para la adsorción múltiple o competitiva: Cr(III)» Pb(II) > Cu(II) > Ag(I) >
Cd(II) = Co(II) = Li(I). Lo que muestra que la presencia de Cr(III) disminuye
considerablemente la adsorción del resto de los metales.
La materia orgánica soluble parece incrementar la movilidad en suelo de
cadmio, níquel y cinc; la secuencia del incremento de la movilidad es Cd <
Zn - Ni < Co (Anderson y Scarf, 1983).
De todos los factores ambientales, es el pH el que más afecta a la dispo-
nibilidad de metales en los mismos. Aunque con alguna excepción, de forma
general la absorción de metales por parte del cultivo se incrementa con la
disminución del pH, por lo que valores de pH muy bajos, producen efectos
692 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

Tabla 19.X
MOVILIDAD DE DISTINTOS ELEMENTOS (Felipó, 1992)
Rango de pH en Prácticamente Moderadamente Fácilmente móviles
suelo inmóviles móviles
pH < 5,5 Mn4+ Pb2+, Cr2-6+, Ni2-3+, V5+, As3+, Sr, Ba, Cu, Zn, Cd, Hg,
Se3+, Co2-3+ S6+
3+ 2 3+
pH: 5,5-7,5 Pb Sr, Ba, Cu, Cd, Cr , Ni - , Zn, V , As5+, S6+
5+

Co2'3+, Mo4+
pH: 7,5-9,5 Pb, Ba, Co Zn, Ag, Sr, Cu, Cd Mo6+, V5+, As5+, S6+

negativos en el crecimiento vegetal (Tackett y Yadvish, 1987). En la Tabla


19.X se da la movilidad de distintos elementos a diferentes pH.
El tiempo que permanece un metal en un determinado estado y compar-
timento es muy variado, y resulta difícil establecer una cronología adecuada
que nos indique tiempos de residencia concretos, puesto que éstos van a
depender de factores propios del compartimento, de la dinámica existente
entre ellos y de las características del metal, dado que, por ejemplo, los mi-
croorganismos absorberán en mayor medida los elementos esenciales que los
que no les sean necesarios.
En general, las reacciones químicas que controlan la movilidad de los
metales pesados en el suelo, y su toma por las plantas, son esencialmente,
adsorción/desorción y solubilización/precipitación, determinadas por la con-
centración de las especies iónicas en disolución y el tipo de las superficies
del suelo, sin olvidar efectos decisivos como los valores del pH y de las
condiciones redox del suelo.
En cualquier caso, esta disponibilidad para las plantas es potencial, pues-
to que depende de la variedad que estemos considerando, su desarrollo y las
condiciones generales de cultivo, factores que deberemos de analizar para
correlacionar las distintas formas de un metal cuantificadas en el suelo, y su
repercusión sobre los cultivos.
En general se puede decir que (Boluda, 1993):
O Los metales en los suelos ácidos están más solubles y por tanto más dis-
ponibles que en los neutro y alcalinos, por ello el mantenimiento de un
pH elevado en el suelo supone una forma de prevenir el paso de metales
pesados a los vegetales.
O Cuanto mayor es el contenido de óxidos de hierro, de manganeso, de
materia orgánica y de carbonato calcico, menor es la disponibilidad, ya
que son mayores los fenómenos de adsorción, precipitación y coprecipi-
tación en suelo.
Química del suelo y medio ambiente 693

O El Cd y Zn se adsorben más fácilmente por las plantas que el Pb; ya que


este es bastante inmóvil en el suelo, por ser fuertemente retenido por la
materia orgánica.

FORMAS Y CONTENIDOS
En nuestro estudio nos vamos a limitar a tratar únicamente el As, Cd, Cr,
Ni, Pb, Hg y Se, por su especial incidencia sobre el sistema suelo-planta y el
medio ambiente en general.
Arsénico: Aunque el As es estable en condiciones reductoras (forma tri-
valente), no es frecuente encontrarlo en su estado fundamental. La forma
oxidada, arseniato, aunque es la más abundante en la naturaleza (se encuen-
tra normalmente en depósitos sedimentarios), está fuertemente unida me-
diante enlaces iónicos a los minerales del suelo, particularmente a los óxidos
e hidróxidos metálicos coloidales (Wauchope, 1983), Lo que hace que su
disponibilidad para la planta sea muy escasa.
Los suelos sin contaminar contienen entre 0,2 y 40 mg As/kg. Por otro
lado, suelos que han sido tratados con productos derivados del As pueden
contener más de 550 mg As/kg (Walsh y Keeney, 1975).
En las condiciones normales de pH y redox del suelo, el arsénico se en-
cuentra presente en numerosos compuestos orgánicos, debido a la elevada
estabilidad del enlace carbono-arsénico.
Las principales fuentes de contaminación de arsénico en el medio am-
biente: fundición de metales, combustión del carbón y el uso de plaguicidas
que en su composición contengan arsénico (Lepp, 1981), si bien en la actua-
lidad no se han de descartar en determinadas circunstancias otras como la
adición al suelo de residuos orgánicos.
Extracción y fundición de minerales. La existencia de arsénico en mi-
nerales de zinc-plomo, de cobre y su presencia en muchas piritas son causa
de contaminación por arsénico en el entorno de las plantas de fundición y
tratamiento de minerales, debido a la volatilización de algunos compuestos
durante el proceso de fundición (Crecelius et al., 1974; Ragaini et al., 1977).
La mayoría de estas emisiones gaseosas se dan en forma de trióxido, el cual
forma ácido arsenioso al disolverse en agua.
En la actualidad y a lo largo de todo el mundo, se encuentran depósitos
de desechos mineros y escorias de fundiciones que contienen grandes canti-
dades de arsénico y metales pesados asociados.
Combustión del carbón. El arsénico aparece ampliamente en el carbón
como arsenopirita y se da como trióxido en las emisiones desde las plantas
carboníferas (Bencko y Symon, 1977). Las partículas de polvo aerotrans-
694 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

portadas pueden contener más de 1700 ppm de arsénico; habiéndose hallado


elevados niveles de este elemento contaminante en suelos recogidos alrede-
dor de una estación generadora (Temple et al., 1977).
Plaguicidas. Desde el siglo diecinueve hasta nuestros días son muchas
las formulaciones de plaguicidas que han incluido e incluyen compuestos de
arsénico, tanto en forma orgánica como inorgánica, esto hace que se puedan
encontrar diversos residuos de arsénico, en suelos que han recibido com-
puestos orgánicos e inorgánicos de As, pero son especialmente altos en sue-
los de viejos huertos que han recibido arseniato de plomo durante muchos
años. En general, estos suelos contienen más de 2.500 mg As/kg (Woolson
et al., 1971) y son fitotóxicos para varios cultivos, dependiendo este grado
de toxicidad del pH, de la concentración de: fosfato, hierro y aluminio y
de la cantidad de materia orgánica. La fitotoxicidad es también dependiente
de la sensibilidad del cultivo, así pues, el arsénico total del suelo no refleja
adecuadamente la forma en que es disponible el elemento para la planta o su
grado de toxicidad.
Otras fuentes. Son de destacar los lodos de depuradora en los que se
pueden encontrar contenidos muy variables (Carbonell et al., 1995). No he-
mos de olvidar que este elemento se emplea en un buen número de procesos
industriales, además de los ya mencionados, como son: conservante de ma-
dera, de pieles, aditivo en el plomo de los perdigones, en farmacia, medicina
dental, aplicaciones metalúrgicas, raticida, fabricación de gases asfixiantes y
manufactura del vidrio.
El arsenito será oxidado en la mayoría de los suelos agrícolas a arseniato.
Diversos derivados de los ácidos metanoarsénicos o del ácido cacodílico se
utilizan como herbicidas. Estas formas orgánicas pueden oxidarse lentamen-
te a arseniatos inorgánicos y dióxido de carbono, tanto en presencia como en
ausencia de microorganismos, o también pueden volatilizarse y, por tanto,
perderse de los suelos. Es evidente que los sustituyentes metilados del ion
metanoarseniato no interfieren en su adsorción, por tanto, su proceso de re-
tención será similar al presentado por el ion arseniato en el sistema suelo.
El arseniato en suelo sufre procesos de adsorción por parte de los óxidos
e hidróxidos, carbonates, silicatos y materia orgánica del suelo. Lo que hace
que en la mayoría de los suelos agrícolas se formen compuestos insolubles
con Al, Fe, Ca, Pb y Mn.
En suelos con ambientes fuertemente oxidantes y alcalinos, el Ca3(AsO4)2
es el mineral de As más estable, seguido por el Mn3(AsO4)2. El segundo de
estos compuestos puede formarse, tanto en suelos ácidos como en básicos.
Los óxidos de As (V) son demasiado solubles como para ser estables en los
suelos.
Química del suelo y medio ambiente 695

En ambientes reductores (pe + pH < 8) y ácidos (pH < 6), los óxidos de
As (III) y los sulfuras de As son estables. Las arsinas volátiles, únicamente
pueden generarse bajo condiciones fuertemente reductoras y acidas. Sin em-
bargo, bajo condiciones oxidantes (pe + pH > 8) las especies derivadas del
arseniato son las más abundantes. Por debajo de pH 2,2, predomina la espe-
cie H3AsO4, para pH entre 3 y 6, domina H2AsO4~, en el rango comprendido
entre 7 y 10 predomina la forma HAsO 4 2 , mientras que por encima de 12 la
especie dominante es el AsO43~.
A elevados valores de Eh (500-200 mV) la solubilidad del As es baja y la
mayor parte del elemento presente en la disolución del suelo estará en forma
de As (V). Un pH alcalino o la reducción del As (V) a As (III), supondrá la
liberación de importantes cantidades de arsénico al medio de cultivo. Bajo
condiciones moderadamente reductoras (0-100 mV), la solubilidad de este
metaloide está determinada por la solubilización de los óxi-hidróxidos de Fe.
Probablemente debido a que, el As está coprecipitado con estos compuestos
férricos, y se liberará cuando se produzca su solubilización.
La persistencia del arsénico está controlada por la capacidad de adsor-
ción del suelo y por las pérdidas que se puedan producir, tanto por lavado o
lixiviación como por volatilización. Probablemente, un porcentaje elevado
del arsénico añadido se perderá en forma de gas.
Cadmio: El cadmio raras veces se suele encontrar en forma nativa en
la naturaleza. Geoquímicamente, se encuentra cercana al Zn, apareciendo
generalmente en asociación con minerales de Zn, Pb-Zn y Pb-Cu-Zn.
La cantidad presente de cadmio en la principal mena de Zn como es el
sulfuro de zinc o blenda varía entre el 0,1 y el 5%, aunque raramente se su-
pera el 1% de Cd en el Zn refinado.
Sin embargo, a pesar de esta cercanía geoquímica con el Zn, parece tener
mayor afinidad por el S, y manifiesta una mayor movilidad en medios ácidos
que el propio Zn. Los compuestos de Cd pueden ser isotópicos con los co-
rrespondientes a otros cationes divalentes tales como Zn2+, Co2+, Ni2+, Fe2+,
Mg2+ y en algunos casos Ca2+.
La concentración promedio de Cd en la corteza terrestre está estimada
por Weast (1969) en unos 0,15 microgramos de Cd/g.
La distribución de Cd según la génesis del material original se puede
observar en la Tabla 19.XI, que nos indica que los suelos de carácter sedi-
mentario serán los que poseerán un mayor nivel de Cd.
En cualquier caso, la inmensa mayoría de los niveles altos de Cd se
deben a impacto antropogénico, tales como la adición de desechos sólidos
al suelo y la actividad minera, encontrándose en zonas mineras abandonadas
niveles de Cd en suelo de hasta 800 ppm.
696 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

Tabla 19. XI
CONTENIDO DE Cd DEPENDIENDO DEL ORIGEN DEL MATERIAL.
Origen Cd (ug/g) Referencia
ígneo 0,001-1,8 WaketaySchmitt(1970)
Metamórfico 0,04-1,0 WaketaySchmitt(1970)
Sedimentario >0,3-11 PageyBingham(1973)

El Cd pasa fácilmente a la disolución del suelo siendo el catión divalente


Cd2+ la forma más usual presente formando complejos con Cr~, SO42~, HCO3~,
NO3~ o ligandos orgánicos (Tabla 19.XII). En comparación con otros metales
como Cu y Zn parecería que los ligandos orgánicos no tuvieran importancia
a la hora de acomplejar el Cd2+. Sin embargo, en las proximidades de las
raíces, donde la concentración de iones orgánicos es elevada, una alta pro-
porción del cadmio en disolución está como complejo orgánico (McLaughlin
etal, 1996).
En general la adsorción de cadmio por los suelos se ve modificada por
la presencia de ciertos iones en el medio, así cationes divalentes como: Ca2+,
Co2+, Cu2+, Ni2+ y Pb2+, disminuyen la adsorción de Cd en suelos debido a la
competencia entre el cadmio y estos iones por los lugares de adsorción en
suelos. El anión cloruro generalmente, también reduce la sorción de cadmio
por el suelo, sin embargo el fosfato parece intensificar la retención de este
ion en los suelos, mientras el efecto del anión sulfato parece depender de la
naturaleza de las superficies adsorbentes presentes en los suelos. Los aniones
orgánicos solubles pueden reducir la actividad del Cd2+ en disolución, pero
también pueden cambiar las afinidades de las superficies sorbentes por el
Cd2+ (McLaughin et al., 1996).
Son muchos los autores que consideran que la adsorción de especies de
cadmio a las superficies activas del suelo es el proceso predominante en la

Tabla 19.XII
COMPLEJOS DE Cd CON DISTINTOS LIGANDOS INORGÁNICOS JUNTO CON SUS
CONSTANTES DE FORMACIÓN (Lindsay, 1979)
Ligando Complejos logK° Ligando Complejos logK"
ci- cdcr 1,98 H2P04 CdHPO4° -4,00
CdCl2° 2,60
CdCl3- 2,40
so42- CdSCV 2,45 HCO3- CdHCCV -5,73
CdCO3° -14,06
NO3- CdNCV 0,31 OH CdOH+ -10,10
Cd(NO3)2° 0,00 Cd(OH)2° -20,30
Química del suelo y medio ambiente 697

dinámica de este metal en el suelo. Sin embargo, para valores de pH altos las
especies de cadmio sorbidas ya no son tan móviles, pudiendo en estos casos
ser equilibrios de precipitación-solubilización de especies como CdCO3 ó
Cd3(PO4)2 los que controlen la movilidad de este ion. El pH es un factor de
gran importancia en la dinámica de este elemento siendo a pH alcalino mu-
cho menos móvil.
En condiciones de fuerte oxidación se forma el CdO y CdCO3 que se
acumula en esta forma en depósitos fosfóricos.
Cromo: Es quizás el metal más desconocido por las civilizaciones anti-
guas debido principalmente a la escasez de las menas que lo contienen. La
única mena importante de cromo es la cromita (FeCr2O4) y las principales
zonas extractoras se sitúan en Rusia, Zimbabwe, Turquía y Sudáfrica.
El cromo es en la actualidad reconocido como un elemento traza esencial
para el hombre por su participación en el metabolismo de la glucosa y el co-
lesterol (Schroeder et al., 1962) pero no es así considerado para las plantas.
La principal fuente de contaminación de cromo para el medio ambiente
es indudablemente de carácter industrial como efluentes y desechos de fábri-
cas. Como principales productores de esta contaminación se puede citar a las
industrias de tintes y fundiciones.
El cromo en la corteza terrestre es más abundante que algunos elemen-
tos esenciales, como Co, Cu, Zn, Mo, Ni y algunos contaminantes como Pb
y Cd. Se establece un valor medio de 37 ppm de Cr. Existen sin embargo,
toda una serie de factores que hacen variar ese valor absolutamente general.
Los suelos procedentes de rocas ígneas, arcillas y fosforitas suelen presentar
valores más altos de cromo. Los suelos originados por material de tipo ser-
pentina son los que alcanzan niveles más elevados de este metal de forma
natural dependiendo de la cantidad de cromita presente.
Los tres factores principales que gobiernan el comportamiento del Cr, en
función de su estado de oxidación (+3 ó +6) en el suelo son: pH, potencial
redox y materia orgánica.
La forma cromato depende del pH estando en equilibrio con otras es-
pecies como HCrO4 y dicromato Cr2O72~ siendo la forma predominante el
CrO42 a pH superior a 6. El dicromato tiende a reducirse a Cr3+ en el suelo
por la acción de la materia orgánica, siendo este hecho una posibilidad de
intercon versión entre las diferentes formas del cromo en el suelo. Varios au-
tores concluyen en base a equilibrios pH-potencial redox que la forma Cr3+
es la forma más estable en los suelos agrícolas.
Sin embargo, en estudios realizados por Bartlett y James (1979) mues-
tran claramente que también el Cr3+ puede ser fácilmente oxidado a Cr64",
siendo la clave de esta conversión la existencia de Mn2+ como aceptor de los
698 M Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

electrones implicados en la conversión. Estos contenidos en Cr6+ pueden per-


manecer en el suelo en este estado de oxidación durante meses y en ciertas
ocasiones producirse pérdidas por lixiviación.
El comportamiento oxidativo del cromo cobra gran importancia en el en-
torno medioambiental debido a la diferente toxicidad que cada estado posee
para el desarrollo vegetal, manifestándose el cromo hexavalente mucho más
tóxico que el trivalente. Es primordial por tanto, en estudios de incidencia
de cromo en suelos, el análisis del estado de oxidación predominante en el
sustrato.
Níquel: El nivel de níquel en los suelos es altamente dependiente del
contenido de este elemento en la roca madre, y de la evolución de ésta hacia
la formación del suelo (Rovers et al., 1983); en base a esto Mitchell (1945)
divide a los suelos en dos grandes grupo:
1- Los que provienen de rocas areniscas, calizas o ígneas acidas, que con-
tienen menos de 50 ppm de Ni.
2- Los que provienen de rocas sedimentarias o ígneas básicas que contienen
de 5 a más de 500 ppm de Ni. Los suelos procedentes de serpentinas
pueden contener por encima de varios miles de ppm de Ni.
Si bien, la mayoría de los suelos contienen solo muy pequeñas cantidades
de Ni, usualmente menos de 100 ppm, por debajo del nivel al que se presenta
normalmente la toxicidad por Ni. No obstante, en la superficie del suelo ade-
más de reflejarse el proceso de formación del mismo, nos encontramos con
un aporte externo de níquel debido a la contaminación medioambiental.
Como fuentes externas de adición de níquel al suelo, nos encontramos
fundamentalmente las de origen antropogénico, relacionadas con las emi-
siones de industrias de proceso del metal, con la combustión de carbón y
petróleo, y con la aplicación de lodos y fertilizantes fosfóricos.
A continuación se citan una serie de procesos industriales, en los que se
utiliza el níquel, y que pueden ser una fuente de contaminación:
Producción de Ni por el proceso Mond.
Niquelado electrolítico de los metales.
Realización de aleaciones con Ni, para la fabricación de monedas y todo
tipo de utensilios.
Galvanización electrolítica.
- Fabricación de acumuladores al níquel-cadmio.
Empleo como catalizador en la industria química.
En cuanto a la dinámica, el níquel es un elemento fácil de movilizar en
el suelo cuando éste está húmedo, es entonces cuando es susceptible de ser
coprecipitado, principalmente con óxidos de hierro y manganeso. Sin embar-
go, a diferencia del Fe2+ y Mn2+, el Ni2+ es relativamente estable en disolución
Química del suelo y medio ambiente 699

acuosa y es capaz de migrar a largas distancias. Valdares et al. (1983) esta-


blecieron que el níquel puede ser más móvil en suelo que otros metales como
son cadmio, cobre y cinc.
En la disolución del suelo el Ni2+ hidratado (Ni(H2O)62+) es la forma más
probable de níquel, pero también se puede encontrar unido a ligandos tanto
orgánicos como inorgánicos, como SO 4 2 , OH , ácidos fulvicos y ácido cí-
trico. Debido a las características particulares del níquel este se encontrará
fundamentalmente en la disolución del suelo como ion hidratado a pH ácidos
y formando complejos con OH' y ligandos orgánicos a pH por encima de la
neutralidad.
En relación a la adsorción de níquel en suelos, este se encuentra unido
a compuestos orgánicos, silicatos, óxidos e hidróxidos, carbonates y fosfa-
tos. El níquel asociado a óxidos de hierro y manganeso forma parte de la
fracción intercambiable y representa una parte importante de este elemento
en el suelo. Carbonates y fosfatos pueden retener y adsorber níquel sobre
su superficie del mismo modo que los óxidos, y también forma parte de la
fracción disponible para las plantas. El unido a la materia orgánica insoluble
del suelo puede formar parte tanto de la fracción intercambiable como de la
no disponible.
La materia orgánica posee una gran capacidad para adsorber níquel debi-
do entre otras causas a su alto carácter aniónico y a su capacidad quelante.
La distribución de níquel en el perfil del suelo, está relacionada con la
materia orgánica, con los óxidos amorfos y con la fracción arcillosa, depen-
diendo por tanto del tipo de suelo. En la superficie del suelo el níquel apa-
rece principalmente en formas orgánicas, una parte de las cuales pueden ser
quelatos. En particular, el níquel presente en los lodos adicionados al suelo,
se encuentra principalmente en forma de quelatos orgánicos; por tanto, está
muy disponible para las plantas y puede ser altamente tóxico.
La disponibilidad del níquel está muy relacionada con el pH del suelo, de
forma que la solubilidad del metal es inversamente proporcional al valor del
pH; además la forma química y el tipo de suelo influyen en la disponibilidad
del níquel, y por tanto en su absorción por parte de la planta y en su fitotoxi-
cidad (Willaert et al, 1988).
Mercurio: La concentración de este elemento en la litosfera es muy ba-
ja, del orden de 0,1 ppm. Se encuentra en asociaciones de minerales, como
el zinc y el cadmio. Forma sulfuras dobles muy hidrosolubles, lo que per-
mite su desplazamiento a largas distancias. Se clasifica generalmente como
un elemento calcófilo, pudiendo sustituir al Ca2+ y Ba2+. El cinabrio (HgS)
es el sulfuro principal, existiendo otros minerales como la livingstonita
(HgS-2Sb2S3). En muchos yacimientos de este mineral se encuentra metal
700 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

en estado nativo. También se encuentra mercurio en algunos filones de oro,


encontrándose en forma de telururo (HgTe) o amalgamado con el oro nati-
vo; se puede hallar también un óxido de mercurio denominado montroydita
(HgO).
Es posiblemente, el metal pesado de mayor distribución en todos los
compartimentos debido a que se volatiliza con relativa facilidad para entrar
en la atmósfera; en ella podemos encontrar niveles de este elemento entre 10
y 500 ppb, e incluso superiores, dependiendo en gran medida de la distancia
a la fuente emisora.
Su empleo industrial, así como el uso de fungicidas como acetato de
fenilmercurio y diversos compuestos de metilmercurio, incrementa la pre-
sencia del metal en el suelo, cuya media es de 0,03 ppm (con un intervalo de
concentración situado entre 0,01-0,3 ppm).
El mercurio es muy reactivo y una vez liberado en el suelo reacciona rá-
pidamente con los constituyentes de éste. En estado puro es bastante inmóvil
en el suelo, pero cuando se combina con compuestos orgánicos se puede mo-
vilizar. A los pH normales del suelo se encuentran tanto los iones Hg2+ como
Hg+, pero el ion monovalente representa únicamente una pequeña fracción
de la concentración total de mercurio en suelo, aunque se incrementa unas
diez veces por cada unidad de aumento del pH (McLaughlin et al., 1996).
Debido a la facilidad que el Hg2+ presenta para formar complejos estables,
rara vez se encuentra como ion libre en los suelos, este elemento tiene una
fuerte tendencia a formar complejos con Cl , OH , S2 , y los grupos funciona-
les con azufre de la materia orgánica. En el suelo son de gran importancia los
complejos organometil-Hg que contribuyen en gran medida a la movilidad
del Hg en el suelo (McLaughlin et al., 1996).
Las formas inorgánicas de mercurio procedentes tanto de fertilizantes
como de plaguicidas son retenidas con facilidad por los suelos, debido a
procesos de adsorción, que depende (McLaughlin, et al 1996):
+ La forma química del mercurio.
+ La naturaleza de los constituyentes del suelo.
+ pH, potencial redox y textura del suelo.
+ Electrolitos presentes.
La sorción máxima del mercurio se produce en el rango de pH entre 4 y
5, y se ve disminuida por la presencia de Cl.
Plomo: Se estima que la concentración de plomo en la litosfera es de 16
ppm, mientras que en el suelo se sitúa en torno a los 10 ppm (con un rango
de 2 a 200 ppm). Los minerales de plomo más importantes son el sulfuro de
plomo, galena (PbS), la cerusita que es el carbonato de plomo (PbCO3), la
anglesita que es el sulfato de plomo (PbSO4), y la piromorfita (Pb5Cl(PO4)3).
Química del suelo y medio ambiente 701

Estos minerales y diversas sulfosales son los componentes más importantes


de los yacimientos de plomo.
Su contenido en rocas ígneas es variado, siendo más abundante en los
granitos (entre 15 y 30 ppm), con una concentración media estimada de 18
ppm. Está muy difundido debido a que forma numerosos sulfuros, seleniu-
ros, sulfosales, fosfatos, arseniatos y silicatos. Escasamente se encuentra en
estado natural como plomo nativo.
Las principales fuentes de contaminación de plomo son: industrial, mo-
tores de combustión, fertilizantes, si bien la entrada por esta vía en los últi-
mos años está descendiendo drásticamente, plaguicidas y lodos.
El plomo en el suelo puede sustituir al potasio, bario y a veces al Ca en
la estructura de los minerales debida a que presenta un radio iónico similar
al de estos elementos. Por tanto se encuentra formando parte de feldespatos,
micas y rocas fosfóricas como los apatitos. También se pueden encontrar
cantidades importantes de plomo en compuestos orgánicos (McLaughlin et
al, 1996).
Este elemento queda muy fuertemente retenido en los suelos, por lo que
la concentración de plomo en la disolución del suelo es muy baja, especial-
mente en relación a metales como el Cd, Zn y Cu. La presencia de ligandos
tanto orgánicos como inorgánicos, juegan un importante papel en la solubili-
dad del plomo. Así, en suelos donde la concentración de OH~ y Cl~ es elevada
se ha podido comprobar un aumento en la concentración de plomo soluble
(McLaughlin, et al 1996). En general la asimilación del plomo por parte del
vegetal aumenta con la disminución del pH.
Selenio: Presenta propiedades químicas similares al azufre. Como este
presenta valencias 2-, O, 2+, 4+, 6+ y se puede hallar en forma de Se2' (se-
leniuros), Se (elemental), Se2O32 (tioseleniatos), SeO32~ (selenitos) y SeO42~
(seleniatos), los cuales son análogos a sulfuros, azufre, tiosulfatos, sulfitos y
sulfates, respectivamente. Por otro lado los dos elementos presentan también
importantes diferencias. El átomo de Se es mayor (radio Se2+:=0,50A) que
el S (radio S2+=0,37A), y la longitud de enlace entre dos átomos de Se es
mayor y más débil que en un enlace disulfuro. Además, las propiedades de
ionización de los grupos -SeH y -SH son tales que el grupo -SeH del ami-
noácido selenocisteína está casi completamente ionizado (-Se~ + H+) a pH 7
(Fig. 19.1), pero el grupo tiol, -SH, de la cisterna está protonado en un 80%
a ese pH. Como consecuencia, la incorporación de selenocisteina dentro de
las proteínas podría interferir en la formación de puentes disulfuro, -S-S-,
dando lugar a un ligero cambio conformacional y de este modo un cambio
en la actividad proteica. Tales contenidos de Se proteicos puede alterar la
estructura y actividad del metabolismo celular.
702 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

Fig 19.1. Enlace pectídico en la selenocisteína.

Las especies de selenio presentes en la disolución del suelo dependen de


las condiciones redox y del pH (Fig. 19.2). El Se6+ predomina en condiciones
aeróbicas (oxidantes, alto E) tanto en medio ácido, neutro o básico. Pero en
medios ácidos aeróbicos hay tendencia hacia el estado Se4+. Bajo condicio-
nes anaeróbicas (reducción, bajo E) predomina Se2". Para las plantas que cre-
cen en suelos aireados, el SeO42 es la forma más móvil y disponible mientras
que el SeO32~ está menos disponible debido a su alto grado de adsorción a las
partículas del suelo (Láuchli, 1993).
Los minerales son la principal fuente de Se en el medio ambiente. Los
compuestos inorgánicos pueden convertirse en orgánicos, compuestos vo-
látiles, principalmente a través de microorganismos y animales, y también
por las plantas (Me Neal y Balistrieri, 1989). La materia orgánica del suelo
y los microorganismos también juegan un importante papel en la química
del selenio. La primera es capaz de acomplejar el selenio mientras que los

Fig 19.2. Especies de Se en disolución acuosa. Efecto del pH y el potencial redox.


Química del suelo y medio ambiente 703

segundos son capaces tanto de reducir el selenito a selenio coloidal u oxidar


este mismo selenio a selenito o incluso seleniato.
El principal uso del selenio es en la industria eléctrica y electrónica, como
es la fabricación de células fotoeléctricas y reguladores de voltaje. También
se emplea en pinturas, tintes, cosmética y disolventes de pinturas.
Por lo general se encuentra en muy bajas concentraciones en lodos. Esto
hace que sea poco probable que este elemento pueda inducir riesgo como
resultado de su concentración en suelo excepto tras aplicaciones frecuentes
de lodos que contengan selenio a nivel de ppm (Haan y Zwerman, 1978).
El selenio es un micronutriente esencial para animales (Munth, 1967). La
posibilidad de una función bioquímica del selenio en las plantas superiores
no ha recibido la misma atención que se ha dado a animales y microorganis-
mos.
En suelos aireados ácidos (pH 4,5-6,5) el selenio se encuentra normal-
mente como selenito férrico básico de baja solubilidad y es inaccesible para
las plantas. En suelos alcalinos (pH 7,5 - 8,5) el selenio puede ser oxidado a
seleniato. Este seleniato no se encuentra adsorbido y puede ser tomado por
las plantas.

CONSECUENCIAS ECOLÓGICAS DE LA CONTAMINACIÓN DEL SUELO, POR


METALES PESADOS
Son muchos los efectos que la presencia de metales pesados en exceso en
el suelo tiene sobre este medio. Así, tanto la abundancia como la diversidad
de los organismos del suelo parece verse afectada por altas concentraciones
de metales pesados, si bien no todos los organismos del suelo se ven afec-
tados de la misma forma. Incrementos en la concentración de Cu, Cd y Pb
disminuyen el número de bacterias, actinomicetos, nematodos y lombrices
(Bisessar, 1982).
En general la toxicidad relativa de los metales pesados para los orga-
nismos del suelo disminuye en el orden: Hg>Cd>Cu>Zn>Pb (Ross y Kaye,
1994). Los metales pesados se pueden clasificar en tres categorías de acuer-
do con su toxicidad potencial para los organismos del suelo y los procesos
microbianos del mismo: toxicidad extrema para metales como el Hg, toxi-
cidad media para metales como el Cd, y toxicidad relativamente baja para
metales como Cu, Ni y Zn.
Lógicamente la modificación de la población microbiana del suelo con-
lleva la alteración de los procesos realizados por estos organismos en el suelo
como son: descomposición de materia orgánica, transformación micro-
biana de nitrógeno y respiración del suelo.
704 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

Son numerosos los estudios que muestran que la velocidad de descom-


posición de la materia orgánica es menor con altos niveles de metales traza
en los suelos. Si bien, los efectos de Cd y Zn en dicha velocidad parecen más
importante que el de Pb, Cu o pH (Coughtrey, et al. 1979).
Estudios de la respiración del suelo, recordemos que la respiración del
suelo se utiliza como un índice de la actividad microbiana, indican que la
adición de metal en pequeñas cantidades tienen distintos efectos, dependien-
do de las condiciones que prevalezcan en los suelos. En general, los efectos
son más graves en suelos ácidos. Dumontet y Mathur (1989) encuentran en
suelos ácidos contaminados severamente con cobre en el norte de Quebec,
reducciones de biomasa microbiana del 44% y 36% en un suelo orgánico
y mineral respectivamente, comparados con suelos sin contaminar. Baath
(1989) también indican reducciones de biomasa microbiana en suelos hú-
micos forestales ácidos conteniendo 750 ug/g de Cu y 1000 ug/g de Zn. La
acumulación de metales en los suelos enmendados con lodos también afecta
la cantidad de biomasa microbiana. Brookes y McGrath (1984) encuentras
una reducción de 55% en la biomasa microbiana en suelos agrícolas que han
recibido durante 20 años aplicaciones de lodos, con una media de 40-90 ug/g
de Cu y 5-10 ug/g de Ni.
Las velocidades de mineralización y nitrificación de nitrógeno también
se ven reducidas con el aumento de metales. Liang y Tabatabai (1977) es-
tablecen efectos muy distintos de los metales pesados en la mineralización
del nitrógeno en diferentes suelos. El mercurio causa una inhibición mucho
mayor de la mineralización de nitrógeno en suelos ácidos (73%) que en al-
calinos (32-35%) mientras el cobre presenta efecto opuesto; mayores inhibi-
ciones en alcalinos (82%) y menores en ácidos (20%).
Rother et al. (1982) encuentran pocos efectos de Cd, Pb, o Zn en la fija-
ción simbiótica de nitrógeno. Posteriormente, otros autores han sugerido que
los efectos de los metales en la asociación simbiótica fijadora de nitrógeno
están más relacionados con la respuesta de las plantas superiores que con la
fijación bacteriana o la simbiosis en sí. Porter (1983), por ejemplo, sugiere
que la toxicidad de metales causa clorosis en la hojas de alfalfa, lo que da
lugar a un perjuicio en la síntesis de clorofila y reducción de fotosíntesis. La
ausencia de fotosintatos puede ser responsable de la inhibición en la fijación
de nitrógeno.
Actualmente está perfectamente demostrado que los organismos del sue-
lo son capaces de acumular metales pesados en sus células, de esta forma la
cadena alimenticia microbiana es capaz de biomagnificar ciertos metales.
Estudios realizados con distintos organismos del suelo han puesto de mani-
fiesto que son capaces de acumular en sus tejidos concentraciones considera-
Química del suelo y medio ambiente 705

Tabla 19.XIII
CONCENTRACIÓN DE METALES EN LOS TEJIDOS DE DISTINTOS ORGANISMOS
(Martin y Coughtrey, 1982)
Concentración del metal (jig/g)
Organismo Cd Pb Zn Cu
1
Lombriz 0,18±0,02-35 0,31 ±0,09- 10015 68-914 0,2+0,03-13,1+5,8
Cochinilla 1,12-232±10 1,58±0,5-1 190+77 54,3±1,7-1930 70±9-538±261
Caracol 5-76,1 10,7-365±65 85,6-7 14±90 30,4±1 5-87125
Babosa 8,3-139 8,5-315 516-1868

blemente altas (Tabla 19.XIII). Martin y Coughtrey (1982) estudian la capa-


cidad de cierta fauna del suelo para concentrar metales, y encuentran que: las
cochinillas tienen una gran capacidad para concentrar ciertos metales, acu-
mulando Cd a concentraciones 50 veces mayores que las del suelo circun-
dante, y Cu unas 36 veces más. Esto indica el problema potencial que existe
en suelos en los cuales los metales acumulados pueden pasar potencialmente
de animal en animal. Por otro lado establecen buenas correlaciones entre Pb
y Cd en suelo y las concentraciones de estos metales en lombrices. Ellos con-
cluyen que las lombrices de tierra se pueden utilizar como monitores de la
contaminación de Pb y Cd en suelo. La relación entre la concentración de Zn
en suelo y lombrices fue mucho más variable. En estudios similares (Helmke
et al., 1979) también proponen a las lombrices como útiles monitores de la
biodisponibilidad de metales en suelos.
Por tanto con independencia de la toxicidad específica que un cierto me-
tal puede tener para las plantas, los animales o el hombre, las consecuencias
ecológicas de la contaminación de suelo por metales incide negativamente
sobre distintos aspectos del suelo:
1. Inhibición de la actividad enzimática de los suelos.
2. Reducción de la diversidad de poblaciones de microorganismos y la fau-
na del suelo.
3. Reducción de cosechas.
4. Contaminación de la cadena trófica, lo que en último término afecta a la
población humana.
Con referencia a los efectos en el sistema suelo/planta/animal, hay que
pensar que a niveles moderados de metales pesados, en torno a los rangos
de deficiencia de los metales esenciales, los suelos actúan como depósitos o
sumideros para metales, es decir, como un verdadero sistema depurador, y
por lo tanto puede que así no haya efectos relevantes en el comportamiento
biológico de los suelos. La cuestión verdaderamente es la respuesta de las
plantas y los animales a concentraciones crecientes de metales lo que puede
706 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

dar lugar a contaminación. La transferencia de metales desde el suelo a la


planta depende de la clase de planta, del metal concreto considerado y de las
condiciones peculiares del suelo.
La toma de metales por las plantas refleja niveles crecientes de metales
en suelos, en especial de aquellos metales que son más móviles, por lo que
esta absorción requiere de una cuidadosa monitorización por los niveles po-
tencialmente peligrosos que se pueden alcanzar en el hombre a través de una
dieta vegetal, sin que se produzca o haya evidencia de síntomas de deterioro
en plantas.
Ello es especialmente cierto para el Cd y Pb para los cuales la toxicidad
en plantas ocurre por encima de las concentraciones consideradas deseables
para la toma humana. En este sentido en Bangladesh se ha producido un
grave problema, debido a que las aguas de riego procedentes de los pozos
que se hicieron en los años 70 con ayudas internacionales, presentan niveles
elevados de arsénico, lo que hace que el arroz, principal recurso alimentario
de la población, presente niveles de arsénico que si bien no disminuyen el
desarrollo de la planta ni dan lugar a un envenenamiento agudo de la po-
blación, la ingestión continua de una dosis baja, a largo plazo tiene efectos
fatales, debido a que el arsénico se acumula. Lo inverso es cierto para otros
metales pesados, por ejemplo Zn, Cu y Ni para los que las concentraciones
que puedan originar una depresión en plantas son más bajas que aquellas que
suponen riesgo en la ingestión de alimentos para animales y para el hombre.
Ello puede proporcionar una seguridad adicional para esos elementos.

PREDICCIÓN DEL IMPACTO DE LA CONTAMINACIÓN DE SUELOS POR


METALES PESADOS
La valoración de la contaminación por metales pesados mediante análisis
químico puede aproximarse por tres vías: primero, determinando el grado de
la contaminación del suelo o de la planta; segundo, por determinación de su
extensión geográfica; y tercero, por la predicción de sus probables efectos en
la salud animal y humana.
Para determinar la contaminación del suelo podemos recurrir a distintos
métodos.
Cantidad total de contaminante en el suelo. El conocimiento de la
cantidad o carga contaminante del suelo solo requiere el análisis de las con-
centraciones totales existentes de un cierto elemento contaminante y su com-
paración con las de un suelo de referencia apropiado. La valoración de la
contaminación del suelo puede realizarse en términos de tiempo y localiza-
ción.
Química del suelo y medio ambiente 707

El análisis total de metales pesados no proporciona, generalmente, nin-


guna guía de su efectividad biológica o de su movilidad (del metal de ensa-
yo), pero define inequívocamente la carga total de un suelo contaminado.
Para una información más precisa, lógicamente hay que definir la contami-
nación por componentes metálicos individuales, para tener una visión más
realista de la contaminación actual del suelo, del riesgo de contaminación
de las aguas freáticas y de la inhibición de la microflora del suelo se ha de
considerar la fracción móvil.
Predicción de la toma de metales por las plantas por medio del aná-
lisis del suelo. El análisis del suelo ha sido ampliamente utilizado para pre-
decir el estatus de cualquier nutriente y si aparece en el rango de deficiente,
normal o tóxico, ha proporcionado las bases para la fertilización. El mismo
principio es aplicado para la toma de metales pesados.
Se acepta generalmente que la predicción respecto de la toma de metales
traza por las plantas se consigue mejor por el análisis de la disolución del
suelo o de algo estrechamente relacionado con ella. La dificultad con esta
aproximación estriba en la complejidad que supone extraer la disolución,
el conocer las especies iónicas particulares al analizar y además analizar las
bajas concentraciones de metales pesados. A pesar de las dificultades, desde
luego puede resultar la mejor metodología. El método convencional que su-
pone el empleo de extractantes químicos puede resultar válido si se estable-
cen relaciones estadísticas válidas entre la composición vegetal y la cantidad
extraída. Pueden, a este respecto, resultar útiles las utilizaciones de métodos
estadísticos de análisis multivariante.
Aproximaciones complementarias suponen el análisis de las interaccio-
nes entre las fases sólida y líquida (disolución) y la consideración de los
factores que intervienen en estos equilibrios.
Predicción por análisis de plantas. El análisis de plantas proporciona
una información de la disponibilidad de metales pesados en los suelos tanto
como de la definición de la propia carga de metales en la planta, lo que im-
porta si la planta tiene un destino final como alimento. Para muchos inves-
tigadores, el análisis del tejido vegetal es la aproximación preferible para la
valoración del estatus del suelo respecto de los nutrientes esenciales y de los
elementos tóxicos. De acuerdo a este punto de vista, la planta se convierte
en un juez aceptable para evaluar la capacidad de transferencia, por parte del
suelo, de elementos a la planta.
Sin embargo, la toma de metales puede variar entre los diferentes genoti-
pos vegetales y las cantidades presentes varían con la parte de la planta anali-
zada. El estatus metálico también está influenciado por el estado de madurez
de las plantas, por los factores ambientales, luz, temperatura, humedad del
708 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

suelo, profundidad del sistema de raíces y, por supuesto, por las interaccio-
nes con otros contaminantes metálicos y nutrientes.

ESPECIACIÓN DE METALES PESADOS EN SUELOS

Debido a que no todas las fracciones en las que se presentan los metales en
suelo poseen la misma solubilidad, se hace necesario establecer la fracción
disponible para la planta respecto de la cantidad total de metales que contie-
ne un suelo, ya que ésta si que es un índice relacionable con la cantidad de
metal que puede tomar la planta, y no así la cantidad total de metales, la cual
es un índice del grado de contaminación del suelo, pero no es un indicativo
adecuado para estimar la posible contaminación del vegetal.
Son muchos los esfuerzos que se han hecho para cuantificar cada una de
estas formas para los distintos metales, especialmente las fracciones móvil y
biodisponible, por el riesgo que presentan de posible contaminación de las
aguas freáticas y de entrada en la cadena trófica, tras su toma por las plantas.
La Fig 19.3 ilustra la disponibilidad potencial de estas fracciones. A fin
de cuantificar estas fracciones y determinar la movilidad y biodisponibilidad
de las distintas fracciones, distintos investigadores (de suelos, ecologistas y
botánicos) han ensayado distintos extractantes químicos. Esta técnica relati-
vamente sencilla, se ha preferido a otras más complejas. También se han es-
tablecido correlaciones entre las fracciones extraíbles y la toma por la planta
para establecer la biodisponibilidad de los metales en suelo.
Si bien, todos los estudios de metales en agua y en la disolución del suelo
presentan dos problemas mayoritarios (Ross, 1994b):
1. Encontrar las técnicas adecuadas para la determinación de concentracio-
nes extremadamente bajas en disolución, y
2. Diferenciar entre los iones metálicos libres en la disolución y los quela-
tos órgano-metálicos solubles.

AUMENTO DE LA DISPONIBILIDAD DE LOS METALES

Fig. 19.3. Toxicidad potencial de metales en suelos.


Química del suelo y medio ambiente 709

El fin de las técnicas de extracción es establecer las distintas fuerzas


de unión o retención de los metales tóxicos presentes en el suelo, y de ello
inferir su potencial movilidad o biodisponibilidad. La aproximación más uti-
lizada es la elección de un extractante químico o una serie de extractantes
que se consideran apropiados para extraer una determinada fase del metal en
el suelo, especialmente aquella parte extraíble del metal que se correlaciona
bien, con la cantidad de metal tomado por la planta. Estos estudios tienen co-
mo fin predecir la biodisponibilidad del metal tóxico en el suelo, particular-
mente en suelos contaminados o tratados con residuos o lodos industriales.
Es importante determinar lo que la planta toma en estas circunstancias para
prevenir la contaminación en la cadena trófica. De igual importancia es la
capacidad para predecir la movilidad de los metales en el sistema suelo, ya
que ésta determina su transporte a los sistemas hidrológicos y paso a arroyos,
aguas superficiales y subterráneas.
Un único extractante químico se utiliza generalmente para determinar
la cantidad «disponible» de metales en suelo y generalmente pretenden ex-
traer, el soluble en agua, fácilmente intercambiable, y algo del metal unido a
la materia orgánica. Ácidos débiles o diluidos, así como, agentes quelantes,
como el EDTA, se han empleado para determinar los metales «disponibles»
en suelos. Otras fracciones del metal se pueden transformar en disponibles a
lo largo del tiempo por meteorización química o descomposición de la ma-
teria orgánica, pero los metales ocluidos por minerales secundarios estables
no se transforman en disponibles a corto o medio plazo. Más frecuente es la
determinación de los distintas fracciones de metal retenido en los suelos por
medio de una secuencia de distintos extractantes químicos, generalmente se
comienza con el más débil o de agresividad menor, y se finaliza con el más
fuerte o más agresivo. Las extracciones secuenciales se utilizan generalmen-
te para caracterizar al menos cinco o seis fracciones de metales tóxicos en
suelos. La primera, extractante más débil en el sistema es más específica, la
última, extractante más fuerte la menos específica, pero como es la última en
la secuencia en el suelo ya sólo permanecen, uno o dos grupos de compues-
tos que se puedan disolver (Beckett, 1989). Una gran variedad de extraccio-
nes secuenciales se han utilizado para los suelos, generalmente atendiendo a
identificar los metales retenidos en una (o más) fracciones:
1 Soluble
2 Intercambiable
3 Adsorbido
4 Unido a compuestos orgánicos
5 Ocluido en óxidos de Mn
6 Ocluido en óxidos amorfos de Fe
710 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

7 Ocluido en óxidos de Fe cristalinos.


8 Unido a carbonato
9 Residual
Los extractantes químicos elegidos para cuantificar cada fracción de me-
tal están ordenados en una secuencia, pero esto requiere consideraciones de
selectividad en orden a evitar, o por lo menos, minimizar la solubilización
del resto de las fracciones (Miller et al., 1986). Aproximaciones posibles
para evaluar la selectividad de los extractantes han sido dadas por Campbell
yTessier(1987):
1. Empleo de sólidos puros:
- Solos
- Suelos modelo
- Porciones de un suelo natural
2. Análisis en los extractos y/o residuo de suelo de distintas propiedades
correlacionadas
- C orgánico y/o inorgánico
- S total y/o volátil
-Al, Si
3. Extracciones sucesivas con el mismo extractante.
Desgraciadamente pocas evaluaciones de este tipo se han publicado. El
esquema utilizado con más frecuencia es el dado por Tessier et al., (1979),
que realmente fue diseñado para la extracción de metales pesados de sedi-
mentos de ríos contaminados. Esta técnica junto con tres de las secuencias
de utilización más frecuente se recogen en la Tabla 19.XIV. A pesar de la
aparente simplicidad de estos esquemas, un vasto rango de secuencias con
extractantes químicos se han publicado para distintos suelos y metales tóxi-
cos una selección de las mismas se resumen en la Tabla 19.XV. De estas
listas queda claro, que ha habido algunas diferencias de opinión en cuanto al
extractante apropiado. Sin embargo, hay una concordancia general en cuanto
al «tipo» de extractantes necesarios para cada fracción. Así, la fracción so-
luble y fácilmente intercambiable se extraen generalmente con disoluciones
diluidas de sales cuyo catión facilita el intercambio, como MgCl2, CaCl2,
NH4NO3 o NH4-acetato. Las fracciones unidas a la materia orgánica se libe-
ran utilizando agentes oxidantes como pirofosfato o peróxido de hidrógeno,
e incluso el perclorito sódico. Agentes reductores como oxalato amónico se
utilizan ampliamente para liberar los metales unidos a óxidos de Fe y Mn,
mientras ácido nítrico concentrado o en caliente, con o sin ácido fluorhidri-
co, se utilizan para determinar el metal residual u ocluido en los suelos.
El mayor problema de los procedimientos de extracción de metales pesa-
dos en suelo es que, solo diferencian groseramente entre las distintas formas
Química del suelo y medio ambiente 111

de metal tóxico en el suelo; hay áreas de solapado e incertidumbre debido a


que la extracción secuencial puede eliminar, al menos en parte, alguna otra
forma más, además de la deseada, ya que los extractantes no poseen una gran
especificidad para un único estado. Otra dificultad importante es que el uso
de tan gran número de diferentes técnicas de extracción hace que sea difícil
comparar los resultados de distintos estudios. Además de estos, hay al menos
tres serios problemas que se han de considerar cuando se utiliza la extracción
secuencial (Salomons y Forstner, 1984):
1. Las fases lábiles de los metales se pueden transformar durante la prepa-
ración de la muestra.
2 Durante la extracción se pueden producir reprecipitaciones o readsorcio-
nes.
3 La relación suelo/disolución, y tiempo de extracción juega un importante
papel en la cantidad de metal extraído.
En base a todo esto, en el proceso de extracción en suelos hay que aten-
der al menos a los siguientes aspectos (Ross, 1994b):
1. Si el suelo ha sido secado o no en horno.
2. Tiempo de contacto suelo-extractante.
3. Relación suelo-disolución.
4. Volumen del recipiente de extracción.
5. Método y grado de agitación durante la extracción.
6. Temperatura de extracción.
Shuman (1985), Zeien y Brümmer (1989, 1991), establecen que los ele-
mentos se encuentras principalmente en el suelo de las siguiente forma:
Co Unido a óxidos de manganeso y óxidos amorfos de hierro.
Cu Formando complejos con la materia orgánica, unido a óxidos amor-
fos de hierro y en estructuras muy estables (residual).
Fe Como óxidos amorfos y cristalinos, y en estructuras muy estables
(residual).
Mn Como óxidos, formando complejos con la materia orgánica, estruc-
turas muy estables (residual).
Ni Unido a óxidos amorfos y cristalinos de Fe y en estructuras muy
estables (residual).
Pb Unido a óxidos de manganeso y de hierro.
Zn Unido a óxidos de hierro y en estructuras muy estables (residual);
dependiendo del pH del suelo puede estar soluble, intercambiable, adsorbido
específicamente y retenido en carbonates.
712 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

Tabla 19.XIV
ESQUEMA DE LAS CUATRO SECUENCIAS PRINCIPALES DE EXTRACCIÓN DE
METALES EN SUELOS. (El número se refiere al orden de cada etapa en el esquema de
extracción) (De acuerdo con Ross, 1994b)
Fracción Tessier et al., (1979) Miller et al., (1986) Sposito et al., McLaren y
(1982) Crawford (1973)
Soluble 1 H2O

Intercambiable 1 MgCl2 1M 2 Ca(NO3)20,5M 1 KNO3 0,5M 1 CaCl2 0,05M

Soluble al ácido 4 Ca(NO 3 ) 2 0,lM


HOAc

Adsorbido 3 Pb(NO3)2 2 H2O 2 HOAc 2,5%

Orgánico 4 HNO3 0,02M 5 K4P2O70,1M 3 NaOH 0,5M 3 K4P2O7 1M


H2O2 30%
NH4OAc 3,2M

En óxidos de Fe 3 NH2OH.HC1
y Mn 0,04 M en
HOAc 25%

En óxidos de Mn 6 NH2OH.HC1
0,0 1M + HNO3
0,1M

En óxidos de Fe 7 Oxalato 4 Oxalato


amónico ácido amónico ácido
en luz UV

En carbonatos 2 NaOAc 1M 4 Na2EDTA


0,05M

Residual 5 HNO3 70% 8 HNO3 + HF 5 HNO3 4M 5 HF conc.


HF 40%
HC1O4 72%

EFECTO DE LA FORMA QUÍMICA DEL METAL PESADO EN su TOMA POR LAS


PLANTAS
Se ha demostrado experimentalmente que la forma química en la que se pre-
senta el metal en el suelo afecta a su acumulación por las plantas y a su
transferencia del suelo a la planta. En orden a caracterizar esta transferencia,
se ha definido un coeficiente de transferencia como sigue:
Conc. en la planta
Coef. transferencia (Cr) =
Conc. en el suelo
Tabla 19.XV
TÉCNICAS DE EXTRACCIÓN SECUENCIAL PARA FRACCIONAR LOS ELEMENTOS TRAZA EN SUELO (Seeún Ross, 1994b)
Forma química extraída
Metal extraído Soluble Intercambiable Adsorbido Unido a Óxidos de Fe y Mn Carbonatos Ocluido Residual
MO
Cu CaCl, CH.COOH KJ»,O7 Cu-Oxalato HF
Cd H2O CaCl, K4P207 HONH2HC1 HNO3 conc.
desionizada
MgCl2 HNO3/H2O Hidroxicloruro de NaCOOH Digestión con HNO3
hidroxilamina +
CH,COOH
Cd,Cu,Ni,Zn ' Extracto de KNO3 NaOH NaEDTA HNO3
saturación
Cd,Ni,Zn CH3CO2NH4 (CHjCO,). HNO3
,Cu
Cd,Cu,Ni,Zn CH3CO2NH4 (CH3C02). (NH4)2C204 CBD
,Cu
Cd,Cu,Ni,Zn CH3CO2NH4 (CH3CO2). (NH4)2C204 CBD
,Cu
Cd,Cu,Pb,Zn NH.NO, NH^EDTA HNO, hirviendo
Cd,Zn, Pb MgCl2 HNO3/H2O2 NH,OH/HC1/ NaCOOH HNO3 + HC1O4
CH,COOH
Cd,Cu,Zn,Fe,Mn MgCl, NaOCl Oxalato HNO, + HCIO^
Mn,Cu,Fe,Zn MgíNO,), NaOCl 3 Fracciones15 HF + HNO, + HC1
15
Cu,Mn,Fe H,O CaíNOO, PbíNOO, KJ»,O, 3 Fracciones HF + HNO,
Ni,Cu,Cd, Zn,Pb H,O + KNO, NaOH EDTA HNO,
Zn H,O + KNO, NaOH DTPA EDTA HNO,
Cu NH4C1 Na4P2O7 EDTA + HNO3
NaCOOH
Cu,Mn,Zn MgCl2 Digestión NH4OX + HOX HNO3
H,O,
Cd,Cu,Co,Fe,Mn,Ni, NH4NO3 NH4OAc NH4EDTA 3 Fracciones0 HNO3 +
Pb,Znd perclorico
' BCD = citrato-bicarbonato-ditionito
' Tres fracciones separadas: 1) óxidos de Mn: NH2OH.HC1; 2) óxidos amorfos de Fe: (NH4)2C2O4 + H2C2O4; 3) óxidos cristalinos de Fe:
(NH4)2C2O4 + H2C2O4 + radiación UV
Tres fracciones separadas: 1) óxidos de Mn: NH2OH.HC1; 2) óxidos amorfos de Fe: (NH4)2C2O4; 3) óxidos cristalinos de Fe: ácido ascorbi-
co y oxalato amónico
1
Zeien y Brümmer, 1989, 1991, desarrollado para suelos aerobios con menos de un 5% de CaCO3
714 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

Tabla 19.XVI
EFECTO DE LA FORMA QUÍMICA DEL METAL EN EL COEFICIENTE DE
TRANSFERENCIA
Forma del metal Cu (ppm añadidas) Valor de CT
CuSO4 100 0,02
200 0,09
CuO 100 0
200 0
CuS 100 0,05
CuEDTA 25 2,62

Además puede resultar de utilidad la determinación de coeficientes de


transferencia parciales, por fracciones.
El efecto de la forma química del metal en el coeficiente de transferencia
se ilustra en la Tabla 19.XVI, donde se dan los valores de los CT para una
planta creciendo en un suelo arenoso tratado con niveles diferentes de Cu en
cuatro formas distintas. La adición de Cu como CuEDTA da como resultado
un aumento muy significativo del valor de CT, mientras que en el caso de
CuO no se observa que se produzca transferencia del suelo hacia la planta.
La utilización de métodos de extracción selectivos, por tanto, resultan
mucho más ilustrativos que el empleo de un simple y único agente extractan-
te. Efectivamente, es la extracción secuencial el procedimiento efectivo para
lograr un fraccionamiento de los metales en el suelo.

DIRECTRICES PARA EL CONTROL Y REGULACIÓN DE LA CONTAMINACIÓN EN


SUELOS
Existen serias dificultades para establecer niveles de referencia para metales
en suelos, ya que su acción está determinada por aspectos como: magnitud,
frecuencia, duración y forma de exposición. Luego se ha de tener en cuenta
la fuente, vía de exposición y concentración del metal; la población afectada,
modo de acción del metal y cualquier interacción.
En la Unión Europea no está establecido un procedimiento uniforme pa-
ra fijar los umbrales de contaminación por metales pesados en suelos. Quizás
uno de los principales problemas asociados con la designación de límites de
toxicidad es el origen y forma de metal en suelo. Ya que como ha quedado
establecido anteriormente, la movilidad y biodisponibilidad del metal está
condicionada por su origen y especies del mismo que se encuentra presente.
Una segunda dificultad importante es considerar el uso futuro del suelo. Esto
se debe en parte a diferentes rutas de exposición al metal de plantas, animales
y humanos. Para lugares con idéntica concentración de metales, la toxicidad
Química del suelo y medio ambiente 715

potencial será mucho mayor cuando el suelo se utiliza para huertos particula-
res, jardines o patios de niños que para la construcción de edificios o futuro
desarrollo industrial, lo que conllevará distintos «umbrales de toxicidad».
En los últimos tiempos, se tiende a controlar los niveles de contaminación
por metales estableciendo límites legales aceptables en la contaminación por
metales del suelo. Este tipo de aproximaciones para prevenir la contamina-
ción pueden sólo funciona donde: (i) el origen de la contaminación por metal
se puede identificar y controlar, como en la aplicación de lodos; (ii) se sabe
bastante sobre las propiedades del suelo tales como pH, Eh y contenido en
materia orgánica del suelo, que permiten evaluar de forma realista la reten-
ción y movilidad de los metales traza aplicados, y (iii) sistemas biológicos
simples, como monocultivo, en los que las rutas de exposición se simplifican
y son mas fáciles de cuantificar. Cuando la contaminación por metales pro-
viene de distintas fuentes o de una fuente incontrolable, las condiciones del
suelo son inusuales o desconocidas, u operan ecosistemas complejos, no es
fácil establecer los mecanismos para rehabilitar o prevenir la contaminación
por metales pesados.
En estudios de toxicidad se han de atender al menos, a cinco aspectos
(RossyKaye, 1994):
1.- Cantidad de toxico.
2.- Vía de exposición (ingestión, toma radicular, etc.).

Tabla 19.XVII
INFORMACIÓN REQUERIDA SOBRE LA NATURALEZA Y ACCIÓN DE LOS METALES
TÓXICOS EN EL SISTEMA SUELO-PLANTA (Ross y Kaye, 1994)
Características de los metales tóxicos
Forma química del metal
Biodisponibilidad
Tiempo de permanencia en el organismo en estudio
Distribución de la dosis a lo largo del tiempo
Forma de exposición
Mecanismos de acción y efectos de los metales tóxicos
Letal o subletal
Son reversibles
Interacciones con otros metales
Efectos acumulativos
Efectos agudos a dosis letales pero no a subletales
Efectos crónicos
Dependencia del momento de desarrollo de la entidad afectada
Objetivo de la acción del metal tóxico
Funciones reproductivas
Funciones respiratorias
Procesos de fotosíntesis
Material genético
Aumento/disminución de la población
716 M. Juárez Sanz, J. Sánchez Andreu y A. Sánchez Sánchez

3.- Relación dosis/tiempo de exposición.


4.- Tipo y gravedad del daño.
5.- Tiempo necesario para que se produzca el daño.
Lógicamente no es fácil establecer todos estos aspectos para los distintos
tóxicos.
Para poder comprender bien los efectos de los tóxicos en el sistema sue-
lo-planta se requiere una serie de información en relación a la naturaleza y
acción de estos en dicho sistema (Tabla 19.XVII).
Por otro lado hay un buen número de factores que inciden en el efecto de
los tóxicos sobre los distintos organismos como son:
1 . Forma del metal en disolución Orgánica Soluble Ion
y/o Ion complejo
Inorgánica ion quelato
molécula
Partícula Coloidal
Precipitado
Adsorbido

2. Presencia de otros metales tóxicos Sinergismos Mas que aditivo


Sin interacción aditivo
Antagonismos menos que aditivo

3. Factores que influyen en Temperatura


a) Fisiología del organismo pH
b) Forma del metal en disolución Oxígeno disuelto
Luz
Salinidad

4. Condiciones del organismo Estado del desarrollo (Huevos, larvas, etc.)


Cambios en el ciclo de vida (Mudas, reproducción, etc)
Edad y tamaño
Sexo
Falta de alimento
Actividad
Protección adicional (Caparazones...)
Adaptación al metal
Conducta alterada

5- Condiciones del suelo Contenido en: silicatos, materia orgánica, óxidos e hidróxidos
CIC, pH, potencial redox...

En general se puede concluir, que los criterios utilizados para determinar


cuando un metal en un suelo está presente en concentraciones toxicas, no es-
tán universalmente definidos y varían de un país a otro y con el uso del suelo.
El principal problema para fijar los criterios de contaminación por metales
de un suelo es que no es necesariamente apropiado establecer los mismos cri-
terios de toxicidad para: (i) diferentes tipos de suelo, (ii) diferentes metales
Química del suelo y medio ambiente 717

y especies de metales, (iii) diferentes tipos de vegetación, y (iv) diferentes


usos del suelo. Sin embargo se requieren datos que permitan comparar las
toxicidades en distintos sistemas suelo-planta.

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