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Crisis del

Agua
producto de dos cantidades que se calculan de manera subjetiva en vez de
basándose en datos firmes, como la probabilidad del suceso en cuestión y la
CONCLUSIÓN La pseudociencia está tan cargada de filosofía como la ciencia. Sin
correspondiente utilidad del agente (la mayoría de las veces, no se especifica la
embargo, la filosofía inherente a una de ellas es perpendicular a la que se
forma precisa de la función de utilidad. Y, cuando se especifica, la elección no se
atrinchera en la otra. En concreto, la ontología de la ciencia es naturalista (o
justifica empíricamente). Milton Friedman (1991) se jactó de que, en su actual
materialista), mientras que la de la pseudociencia es idealista. La gnoseología de
forma, esta teoría era como “vino viejo en botella nueva”. En mi opinión, el hecho
la ciencia es realista, mientras que la de la pseudociencia no lo es. Y la ética de la
de que la teoría haya permanecido intacta durante más de un siglo, pese al
ciencia es tan exigente que no tolera los auto-engaños ni los fraudes que plagan la
significativo progreso de otras ramas de la ciencia social, constituye un claro
pseudociencia. En suma, la ciencia es compatible con la filosofía procientífica
indicador de que es pseudocientífica (más en Bunge 1998b). Moraleja: antes de
esbozada en la sección 2, mientras que la pseudociencia no lo es. Pero, ¿y qué
lanzarse a un proyecto de investigación, analícelo en busca de presupuestos
más da?, puede que se pregunte el lector. ¿Para qué sirve el ejercicio de
filosóficos endebles, como la creencia de que la sofisticación matemática suple a
patrullaje fronterizo arriba citado? Respuesta: puede ayudar como advertencia de
la ciencia de los hechos, de que el manejo de símbolos indefinidos puede
que un proyecto de investigación inspirado en una filosofía errónea
maquillar la indefinición conceptual o a la falta de apoyo empírico, o que pueden
probablemente fracasará. A fin de cuentas, esto es todo lo que podemos hacer
existir sonrisas (o pensamientos) sin cabeza. Resumiendo, dígame qué filosofía es
cuando evaluamos una propuesta de investigación antes de contar con todos los
la que utiliza (no la que profesa) y le diré lo que vale su ciencia. Y dígame qué
datos: comprobar si el proyecto es trivial o, peor aún, contrario al “espíritu” de la
ciencia es la que usa (no con la que dice estar de acuerdo) y le diré lo que vale su
ciencia, por lo que podría merecer el infame premio IgNobel (Bunge 2004). Lo
filosofía.
mismo se puede decir, a fortiori, de la evaluación de la investigación en curso. Por
ejemplo, en la actualidad, la física de partículas rebosa de sofisticadas teorías
matemáticas que postulan la existencia de entidades extrañas que no interactúan
perceptiblemente, o no lo hacen en absoluto, con la materia ordinaria y, como Quienes se sienten agobiados por las oleadas de credulidad e
consecuencia, son a buen seguro indetectables (alguna de esas teorías llegó irracionalismo que nos invaden encontrarán en este libro un amplio
incluso a postular que el espacio-tiempo tiene diez u once dimensiones en vez de surtido de argumentos para reforzar su escepticismo. En especial los que
las cuatro reales). Como esas teorías están en contradicción con el grueso de la están hartos de imposturas intelectuales, medicinas alternativas,
física y violan el requisito del análisis empírico, podemos calificarlas de ocurrencias disfrazadas de “teorías” o filosofías oscuras presentadas
como saberes profundos, tienen aquí una extensa sarta de buenas
pseudocientíficas aunque lleven rondando un cuarto de siglo y aparezcan
razones para descalificar la palabrería presuntuosa y estrafalaria que nos
publicadas en las revistas más serias de física. Segundo ejemplo: Todos los rodea. Por añadidura, quienes opinan que la ciencia “oficial” presta escasa
estudiantes de económicas y gestión empresarial deben estudiar microeconomía atención a los fenómenos paranormales, será oportuno que se enteren de
neoclásica. Sin embargo, es improbable que usen dicha teoría para abordar que desde hace décadas hay una sustanciosa recompensa para el que
ningún problema económico en la vida real. La razón de semejante inutilidad es demuestre fehacientemente que posee al menos una de las supuestas
que algunos de los postulados de la teoría son abiertamente irreales y otros, “capacidades supermánicas” (véase James Randi, Fraudes paranormales.
excesivamente difusos, luego difícilmente comprobables. En efecto, la teoría Fenómenos ocultos, percepción extrasensorial y otros
supone que todos los actores del mercado son libres, mutuamente engaños, introducción de Isaac Asimov, Tikal, Girona, 1994). Anotemos,
independientes, perfectamente bien informados, igualmente poderosos, inmunes de paso, que recientemente la James Randi Educational Foundation ha
subido el reclamo: ahora ofrece un millón de dólares para el superdotado
a la política y completamente “racionales”, o sea, capaces de elegir la opción que
que confirme sus supranormales atributos superando las pruebas
con mayor probabilidad maximizará la utilidad esperada. Pero el mercado real convenidas.
está poblado de individuos y empresas que poseen una información imperfecta y,
lejos de ser completamente 37 el esc•ptico libres, pertenecen a redes sociales o a El autor
monopolios. Además, la utilidad en cuestión está mal definida, pues es el
El libro que reseñamos está escrito con estilo claro, abundantes su ensayo “A skeptic’s beliefs and disbeliefs” (New Ideas in Psychology,
referencias bibliográficas y bien sistematizado. Encima, está avalado por 9, 2, 1991), publicado como capítulo 7 de la presente antología,
un destacado librepensador de nuestra época, el polifacético Mario Bunge, “Creencias y dudas de un escéptico”. En esta réplica global y
incansable cultivador de la filosofía y la historia de las ciencias, las pormenorizada, amén de incorporar diversas puntualizaciones, resulta
técnicas y las ideologías. Adviértase que, además de ser autor de un aleccionador que nuestro autor acepte enfrentarse, sin escurrir el bulto,
espléndido manual de filosofía de la ciencia (La investigación científica, al desafío de una docena de críticos y contradictores de renombre, entre
1967) y de un ambicioso Treatise on Basic Philosophy (9 volúmenes, los que sobresalen Thom, Feyerabend, Blitz, Boudon, Perrez o Moscovici.
1974-1989), ha escrito un gran número de libros y monografías que
cubren un vastísimo territorio del conocimiento. Como sugerencias de El asunto
lecturas adicionales, diré que me parecen excelentes: Causality, 1959 y
1979; Teoría y realidad, 1972; La relación entre la sociología y la filosofía, Cabe recordar que, históricamente, los principios filosóficos que adoptó
2000; Emergencia y convergencia, 2003; A la caza de la realidad, la Ilustración y que luego asumieron en buena medida las izquierdas
2006; Matter and Mind, 2010). políticas, fueron el objetivismo, el naturalismo y el materialismo, en
contraposición a la ideología sustentada por las clases dominantes, que
El libro y su circunstancia en general era un sistema de valores basado en ideas y creencias con
altas dosis de subjetivismo, idealismo y supernaturalismo. Por
La Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico ha patrocinado esta descontado, a lo largo de la historia aparecieron de vez en cuando voces
obra, una colección de artículos muy bien vertebrados que tienen como disonantes, a veces marginadas y toleradas, pero también a menudo
objeto común de referencia la pseudociencia. Se trata de una excelente perseguidas de forma miserable, e incluso con saña. Hay que señalar
recopilación, pero quizá no logre el eco merecido. Acaso en más de una asimismo que algunos “ilustrados”, con el paso del tiempo, se
ocasión se traspapele un ejemplar por los rincones de alguna librería o metamorfosearon en “aprovechados” y otras veces en “iluminados”.
del almacén de alguna distribuidora; lo que sería una pena, porque es un
libro digno de ser conocido y recomendado. En síntesis, es una diatriba Abordar estos asuntos no es un mero entretenimiento intelectual para
razonada contra ciertos fraudes y estupideces intelectuales, al tiempo que ociosos. De hecho, elucidar estas cuestiones no sólo es un objetivo
una vindicación entusiasta de la ciencia, la racionalidad, la solidaridad y importante por razones de “higiene mental” de cada ciudadano en
la moralidad. Sin perderse en disquisiciones especulativas o retóricas, la particular, sino también por motivos culturales y políticos. En efecto,
línea argumental retoma el discurso racionalista ilustrado, centrado en desde el punto de vista de la calidad democrática, no es lo mismo un
torno a las elementales, viejas y básicas preguntas: ¿Qué significa vecindario crédulo y respetuoso seguidor de las creencias tradicionales
exactamente eso? ¿Cómo se puede probar esta afirmación? ¿Es posible que una ciudadanía cultivada y con buen criterio. Y por el lado de las
medir o cuantificar este fenómeno? ¿Puede ilustrarse eso con un ejemplo consideraciones prácticas, parece lógico plantearse que, a la hora de
concreto y preciso? ¿Cómo funciona de verdad este objeto? ¿A quién consagrar esfuerzos colectivos al desarrollo, la convalidación o el uso de
beneficia de veras este proyecto o esta práctica? determinadas actividades, hay que verificar previamente si satisfacen o
no ciertos requisitos de calidad y eficacia. Resultaría bien escandaloso,
El libro está formado por tres breves prólogos (editor, colega y traductor) por ejemplo, que las comunidades autónomas de nuestro país tuvieran
y once capítulos de muy desigual tamaño. A grandes rasgos, las en plantilla a exorcistas diplomados, en tanto que funcionarios con plaza
principales materias examinadas son: definición de pseudociencia, en propiedad (tras el pertinente concurso u oposición, por supuesto). O a
dimensiones filosóficas de este concepto, parapsicología, conjeturas expertos en dirigir rogativas, aun cuando de antemano se hubiera
razonables y descabelladas, escepticismo relativo y absoluto, conexiones seleccionado a los más competentes (o “competitivos”, como
entre pseudociencia-filosofía-política. Aunque todas las piezas tienen acostumbran a decir ahora los que han puesto al día su jerga retórica),
buen nivel, merece destacarse por su claridad y contundencia el capítulo en atención a haber logrado mayor porcentaje de éxitos en sus rituales
8 (“¿Qué es la ciencia? ¿Es importante distinguirla de la pseudociencia?”, para provocar lluvia. Pues bien, conviene no pasar por alto que algunas
pp. 129-190). Se trata de la síntesis y recapitulación que redactó Bunge universidades españolas de relativo renombre han cedido espacios para
sobre sus puntos de vista, con breves respuestas a las críticas que suscitó capillas y tienen a sueldo (sin provocar, todo hay que decirlo, una
indignación colosal) a unos pocos clérigos para que satisfagan los deseos fenómenos psicosociales importantes, dignos de ser investigados de
litúrgicos y las demandas de cuidados espirituales de determinados forma científica y, tal vez, hasta de ser utilizados como indicadores del
grupos de estudiantes y profesores. estado de salud de una cultura” (83). Por último, hay que advertir que
Bunge soporta mal la arrogancia de los colegas que considera
Algunas tesis sobre ciencia y método incompetentes, sobre todo cuando van arropados de charlatanería,
superficialidad o tendencias al pasteleo con el idealismo, el
Mario Bunge es, como ya hemos sugerido, todo un clásico. Para él, la anticientificismo o la subordinación a oligarquías opresoras (económicas,
investigación científica es, en suma, “la búsqueda honrada del saber políticas, ideológicas, clericales). También afirma, sin reparos, que “los
auténtico sobre el mundo real, concretamente sobre sus leyes, con la profesores universitarios tienen el deber de estar a la altura de criterios
ayuda de medios tanto teóricos como empíricos —en concreto, el método de rigor intelectual cada vez más exigentes, así como de abstenerse de
científico—. Y a todo cuerpo del saber científico se le supone una enseñar pseudociencia y anticiencia. La libertad académica sólo se refiere
coherencia lógica, y debe ser objeto de debate racional en el seno de una a la búsqueda y enseñanza de la verdad. No es una licencia para decir
comunidad de investigadores” (46-47). No resulta complicado, por otra sandeces” (189). Y exige diferenciar bien los planos y las
parte, resumir esquemáticamente los ejes argumentales y las tesis del responsabilidades: “La ciencia básica es moralmente neutral: lo que hace
libro. El ámbito problemático está bien definido: poner en tela de juicio es explorar el mundo. Los tecnólogos sí que averiguan cómo cambiarlo y
las creencias que no están avaladas con pruebas, como es el caso de los lo hacen con ayuda de los descubrimientos científicos. Pero estos
fantasmas, la reencarnación, la telepatía, la clarividencia, la telequinesia, tecnólogos sólo proporcionan los planos para hacer los cambios, los
la rabdomancia, la astrología, la magia, la brujería, las “abducciones” por cuales se quedan en forma de diseños o programas, a menos que los
ovnis, la cirugía psíquica, la homeopatía, el psicoanálisis. industriales, los políticos o los mandamases los hagan poner en práctica”
(174).
En el plano positivo, el punto de arranque se resume en que “para
producir conocimiento, el método científico tiene que estar acompañado rCR
de una cosmovisión científica: materialista, realista, racionalista,
empirista y sistémica. Éste es el núcleo del credo del escéptico” (127). En
breve, el credo científico incluye el principio de que “en la ciencia hay
problemas no resueltos, no misterios” (173). Y no hay que llamar
“milagros” a los tratamientos o experiencias exitosas, cuando lo que hay
en realidad es la combinación de buenas prácticas, condiciones
favorables, un entorno adecuado y más o menos chamba, cada uno de
estos componentes en diferentes dosis, específicas para cada caso.

Desde luego, una de las ideas omnipresentes en todo el libro consiste en


argumentar que una línea de demarcación entre ciencia y no ciencia no
es asunto extravagante. En verdad, hay que considerar obvio que no se
puede enjuiciar algo cuya naturaleza se desconoce por completo, ni se
puede evaluar ese algo si el examinador no es capaz de distinguir entre
el objeto auténtico y los remedos sin valor o las copias fraudulentas de la
cosa en cuestión. De todos modos, no se trata de temas que haya que
descalificar sin más. Creer en la existencia real de ángeles y demonios
es, seguramente, un error, pero es también, como hecho sociocultural,
un fenómeno colectivo que merece ser conocido y estudiado. Bunge no
rehuye el desafío, sino que plantea la siguiente tesis: “El surgimiento y la
difusión de la superstición, la pseudociencia y la anticiencia son

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