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DIÓCESIS DE TACNA Y MOQUEGUA

SEMINARIO MISIONERO SAN JOSÉ – CALANA

SEMINARIO DE ANTROPOLOGIA
SESIÓN N°08
Fecha: 18/10/2013
Nombre del tema:
Ética de Emmanuel Levinas
Fuente:
El rostro y la exterioridad. En: LÉVINAS, Emmanuel. Totalidad e Infinito: ensayo
sobre la exterioridad. 6ª ed. Sígueme: Salamanca, 2002, pp. 201-261.
Relator:
Ronald Berly cordero Ruelas

Desarrollo del tema

ÉTICA DE EMMANUEL LEVINAS

En la obra de 1961 “Totalidad e Infinito1” de Emmanuel Levinas2 expone su


pensamiento3 sobre la etica4 .Para él lo importante es crear una filosofía que esté al
servicio del hombre y no viceversa. El busca romper todos los esquemas que miran
al ser humano encerrado en sí mismo (egoísmo) que es lo que ha causado toda la
violencia del mismo.
Es por esto que Levinas comienza a buscar otro modo de ver la filosofía y su
pensamiento estará enmarcado con la alteridad. El otro en el pensamiento de
nuestro autor tiene una primacía monumental ante el yo (Mismo).
Lévinas estudia el modo en el que tiene lugar la experiencia de la trascendencia:
la relación con otro. El otro se hace patente en el rostro que llama, que apela al
lenguaje y que no puede ser inscrito en la lógica formal. Ante el otro, sólo es posible
la responsabilidad, pues en su rostro se refleja su debilidad y su grandeza, la

1
LEVINAS, Emmanuel, Totalidad e infinito, Sígueme, Salamanca, 2002 (1961).
2
Los motivos que dispusieron a Levinas a separarse de su maestro (Heidegger), es la cercanía que éste tuvo
con los nazis. Porque no hay que olvidar que nuestro autor vivió la Segunda Guerra Mundial, en la cual sufrió la
pérdida de su familia. El vivió las dimensiones ontológicas que Heidegger mantenía. Y es así que comienza su
interés por la persona y destierra el ser como objeto de estudio.
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Influyeron sobre ella dos grandes filósofos, a saber, Husserl y Heidegger
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Proclamará a la ética como la filosofía primera, rechazando la prioridad que filósofos, como Husserl y
Heidegger, le habían otorgado a la ontología.

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imposibilidad de matarlo. Lo propio de esta relación con el otro es para Lévinas la
asimetría5: el yo y el otro no están en el mismo plano o nivel.
“Levinas… pone en el centro de su atención la ética, entendida como la
responsabilidad frente a la mirada del otro, a la que el yo no puede escapar, y que
es el secreto de la unidad del yo: nadie puede reemplazarme en el ejercicio de tal
responsabilidad”6
“¿Qué significa el otro para Levinas?...el otro no es un individuo de una
especie… no es un objeto de conocimiento ni de representación: es
inaprehensible… el otro es el “rostro”…de discurso, expresión. Rostro
significa al mismo tiempo palabra, pregunta, súplica, mandamiento,
enseñanza. De aquí que el rostro del otro obligue, pues exige respuesta,
ayuda, solicitud, compasión. En esto consiste la ética: en la responsabilidad
ante la mirada del otro.”7

Para Levinas el hombre no es meramente el pastor del ser, ni alguien que deba
hallar el sentido del ser oscurecido por la tradición histórica, sino alguien cuyo
sentido solamente puede ser hallado en su relación con el otro.
La tradicional relación entre sujeto y objeto desaparece y, en su concepción, el
aspecto fundamental es la noción de la presencia del otro, irreductible al yo, y que
debe ser respetado, pues sin el otro, el yo tampoco puede ser sí mismo, y sin su
presencia no puede existir significado alguno.
De esta manera considera la ética como el centro mismo del pensamiento. Con esta
consideración se aparta de una larga tradición filosófica que ha intentado pensar la
unidad del ser la ilusión de lo Mismo, para centrarse en la alteridad8 del Otro. Centró
su reflexión sobre la defensa de la subjetividad basada en la idea de infinito,
entendido como aquella apertura al reconocimiento del otro.

5
Falta de simetría: la asimetría de este salón da muchos problemas para distribuir los muebles.
6
(Labastida, 2004) p.309
7
(Labastida, 2004) p.309-310
8
En autores sobre todo como Husserl, Sartre, Merleau-Ponty y Levinas, ha desarrollado el concepto de
alteridad como la presencia necesaria del otro, no sólo para la existencia y constitución del propio yo, sino
sobre todo para la constitución de la intersubjetividad.
Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos los
derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.

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El término filosofía desde Sócrates había adquirido, según Lévinas, un significado
erróneo. Se había identificado a la filosofía con el amor a la sabiduría. Occidente
había creado una filosofía preocupada por el ser (la esencia) y había ignorado al
ente (al sujeto). Se había olvidado de la diferencia, de los sentimientos. Lévinas
observó que la base de la violencia era el interés, ya que resulta imposible el poder
afirmarnos todos, por ello advirtió que este interés debíamos convertirlo en
desinterés, es decir, debíamos de ponernos en el lugar del otro sin esperar nada a
cambio, aceptar que a mi lado se encuentra el Otro, gracias al cual soy yo quien soy.

Lévinas propondrá pensar de nuevo la filosofía entendiendo a ésta no ya como


amor a la sabiduría, sino a la inversa, como la sabiduría que nace del amor.

“Pero, ¿quién es el Otro? El Otro no es otro con una alteridad relativa como,
en una comparación, las especies, aunque sean últimas, se excluyen
recíprocamente, pero se sitúan en la comunidad de un género, se excluyen
por su definición, pero se acercan recíprocamente por esta exclusión a través
de la comunidad de su género. La alteridad del Otro no depende de una
cualidad que lo distinguiría del yo, porque una distinción de esta naturaleza
implicaría precisamente entre nosotros esta comunidad de género que anula
ya la alteridad.”9

En la relación Yo-Otro 10 de la que nos habla Lévinas, el yo llega siempre con


retraso, éste se nos presenta como algo infinito. La autonomía del yo, su principio de
individualidad es de algún modo consecuente y también posterior a la configuración
del otro. Sin embargo, la relación con el otro se hace más evidente a través de
elementos como la proximidad, la responsabilidad y la sustitución.
El sujeto está llamado a responder del Otro, hasta de su propia responsabilidad.
De este modo, mi yo queda sustituido por el Otro, por lo que el Otro se impone como
límite de mi propia libertad.

9
LÉVINAS. Totalidad e infinito. Salamanca, Ed. Sígueme, 1977. Pág. 207
10
Construye un nuevo esquema: yo-otro, en el que hay una descentralización del yo y de la conciencia en
cuanto que yo me debo al otro y es el otro quien constituye mi yo. Se abre así la posibilidad de acceso a una
verdadera trascendencia. Trascendencia que significa no el dominio del otro sino el respeto al otro y, donde el
punto de partida para pensar no es ya el ser sino el otro.

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El otro representa la presencia de un ser que no entra en la esfera del mismo,
presencia que lo desborda, fija su jerarquía de infinito11. Es decir, el otro responde a
aquello que no soy yo, a aquello que es anterior a mí y, gracias a lo cual yo soy
quien soy. Es decir el otro me constituye, porque si niego la presencia del otro estoy
negando mi existencia.

Lévinas identificará al Otro con las figuras del huérfano, el extranjero y la viuda,
con las cuales estoy obligado. A este Otro no lo determino a partir de ser ni a partir
del conocimiento, sino que él permanece intacto en su alteridad, es absoluto. Lo
único que me queda es acogerlo como infinito y trascendente, responsabilizarme de
sus necesidades. Según el filósofo de Kaunas la ética no se va a basar en el ser,
sino en la relación, ya que cada uno de nosotros será la suma de las relaciones que
tenga, por ello, hemos de responsabilizarnos de estas tres figuras, ya que están
faltas de una relación muy importante.

Esta relación del otro con el yo se da a través del lenguaje: Esto quiere decir que
en la experiencia de la relación ética con el otro, yo no lo veo, sino que lo escucho.
“El rostro, aún cosa entre cosas, perfora la forma que, sin embargo, lo delimita. Lo
que quiere decir concretamente: el rostro me habla, por ello me invita a una relación
sin paralelo con un poder que se ejerce, ya sea de gozo conocimiento”12 . Cuando yo
encuentro a alguien, es necesario que mis ojos no busquen verlo, captar algo de él,
sino que yo busque escucharlo. Levinas va a instruirnos en un sentido muy
importante: el oído, pero más que oír es escuchar. Y es que la escucha ante todo y
en primer lugar necesita ser perfeccionada, porque muchas veces ignoramos los
gritos del otro a través de su rostro sufriente.

11
LÉVINAS. Totalidad e infinito. Salamanca, Ed. Sígueme, 1977. Pág. 209
12
LÉVINAS. Totalidad e infinito. Salamanca, Ed. Sígueme, 1977 p. 211

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CONCLUSIÓN:

La constitución del mismo (yo) y la presencia del otro. Enmarcando así que para
que haya una relación entre el yo y el otro, primeramente el yo tiene que constituirse,
construir su casa y ser un yo maduro o adulto porque solo así podrá responder al
llamado del otro.

También como Levinas representa al otro en las figuras del pobre, la viuda, el
huérfano y el extranjero. Levinas nos enseña que el otro es distinto al yo y también
que el otro no es el objeto que podamos conocer, ni hacer un concepto de él.

La relación del yo y el otro, sabiendo que el yo está encerrado en su egoísmo


¿cómo podrá tener una relación con el otro? y es que el otro viene a romper la
totalidad egoísta en la que el yo está encerrado. También esta relación es
asimétrica, no es recíproca sino desigual. El otro es primero ante el yo, este último
tiene que ocuparse y hacerse responsable del otro.

El recibimiento del rostro se da fundamentalmente en el lenguaje, la visión no


queda excluida, al contrario, la visión supone tanto el ojo, la cosa y la luz

En el lenguaje, pues, el Yo es capaz de socializar. La socialización se me


presenta el rostro del Otro en su desnudez, indigente, pobre y extranjero y estas son
expresión del otro que me cuestiona, de esta forma este pobre y extranjero se
presenta como igual ante un tercero que nos mira y es toda la humanidad

El paso de la voluntad propia a la bondad que por su relación con el otro, va más
allá del Yo mismo y se presenta la posibilidad de no ser para la muerte, sino
precisamente, ser para el Otro.

Es decir el otro me constituye, porque si niego


la presencia del otro estoy negando mi existencia.

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