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Una mirada a usted mismo


No cabe duda de que usted sabe qué cualidades desea en un cónyuge.
No obstante, es mucho más difícil mirarse a usted mismo para determinar
cómo puede contribuir al éxito del matrimonio. Un autoexamen es de
fundamental importancia antes y después de hacer los votos matrimoniales.
Por ejemplo, hágase las siguientes preguntas:
• ¿Estoy dispuesto a comprometerme con mi cónyuge para toda la vida?
(Mateo 19:6.)
En los días del profeta Malaquías, muchos esposos abandonaron a sus
cónyuges, tal vez para casarse con mujeres más jóvenes. Jehová dijo que su
altar estaba cubierto con las lágrimas de las esposas abandonadas, y condenó
a los hombres que las habían “tratado traidoramente” (Malaquías 2:13-16).
• Si pienso casarme, ¿he pasado ya los años de la juventud en que los
impulsos sexuales se intensifican y pueden afectar el buen juicio? (1 Corintios
7:36.)
“Es muy arriesgado casarse demasiado joven”, dice Nikki, que contrajo
matrimonio a los 22 años. Ella advierte: “Los sentimientos, las metas y los
gustos seguirán cambiando desde los últimos años de la adolescencia hasta
cerca de los treinta”. Claro está, la edad por sí sola no determina si uno está
preparado para casarse o no. No obstante, contraer matrimonio cuando el
joven no ha pasado la etapa en que los impulsos sexuales son nuevos y
particularmente intensos, puede afectar su modo de pensar e impedirle ver
posibles problemas.
• ¿Qué cualidades tengo que me ayudarán a contribuir al éxito de mi
matrimonio? (Gálatas 5:22, 23.)
El apóstol Pablo escribió a los colosenses: “Vístanse de los tiernos cariños
de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran
paciencia” (Colosenses 3:12). Este consejo es apropiado tanto para los que
piensan contraer matrimonio como para los que ya están casados.
• ¿Tengo la madurez que se requiere para apoyar a un cónyuge durante
tiempos difíciles? (Gálatas 6:2.)
“Cuando surgen problemas —dice un doctor—, la tendencia es culpar al
cónyuge. Lo más importante no es quién tiene la culpa, sino cómo cooperan el
marido y la esposa para mejorar la relación matrimonial.” Las palabras del
sabio rey Salomón son aplicables a los matrimonios. “Mejores son dos que uno
—escribió— [...]. Pues si uno de ellos cae, el otro puede levantar a su socio.
Pero ¿cómo le irá al que está solo y cae cuando no hay otro que lo levante?”
(Eclesiastés 4:9, 10.)
• ¿Soy por lo general alegre y optimista, o triste y pesimista? (Proverbios
15:15.)
Para la persona negativa todos los días son malos. El matrimonio no cambia
de manera milagrosa esa actitud. La persona soltera, sea hombre o mujer, que
por lo general es criticona o pesimista simplemente se convertirá en una
persona casada que es igual de criticona o pesimista. Esa actitud negativa
puede causar mucha tensión en el matrimonio (compárese con Proverbios
21:9).
• ¿Permanezco tranquilo cuando estoy bajo presión, o cedo a la ira
incontrolada? (Gálatas 5:19, 20.)
A los cristianos se les manda que sean ‘lentos en cuanto a ira’ (Santiago
1:19). Antes de casarse y durante el matrimonio, el hombre y la mujer deben
esforzarse por vivir en conformidad con este consejo: “Estén airados, y,
no obstante, no pequen; que no se ponga el sol estando ustedes en estado
provocado” (Efesios 4:26).

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No te precipites
Lo que se dice en Proverbios 21:5 puede aplicarse muy bien al noviazgo:
“Todo el que es apresurado se encamina de seguro a la carencia”. Puedes
hacerte mucho daño, no solo en sentido emocional, sino también en sentido
espiritual y físico.
Veamos el ejemplo de Evelyn. Ella confesó: “Me resulta desagradable
admitirlo, pero me precipité en casarme con un hombre al que no conocía lo
suficiente. Tenía tanta prisa por casarme, que pensaba que las cosas saldrían
bien. Lo dejé a los tres meses”.
En un estudio efectuado con cincuenta y un esposas que habían estado
casadas por muchos años, se comparó el tiempo que había durado su
noviazgo con lo felices que eran en el presente. ¿Cuál fue el resultado? Las
que antes de casarse habían cortejado por bastante tiempo informaron gozar
de mayor “satisfacción marital”. De sus respuestas a las preguntas: “¿Con
cuánta frecuencia se arrepiente de haberse casado?”, y: “¿Con cuánta
frecuencia se sacan de quicio el uno al otro?”, se llegó a la conclusión de que
las que habían cortejado por poco tiempo eran “mucho menos felices en su
matrimonio”, informó el equipo de investigadores en la revista Family Relations
(1985). ¿Por qué razón?
“Cuando dos personas salen juntas por poco tiempo, no ha habido mucha
ocasión de que surjan diferencias molestas entre ellas, de modo que cuando
surgen esas diferencias en el matrimonio, algo inevitable, los problemas que
estas provocan son mayores”, explicaron los investigadores de la universidad
del estado de Kansas (E.U.A.). “En contraste, las parejas que antes de casarse
han tenido sus dificultades y las han solventado, pueden verlas como un rasgo
de la vida y no como algo extremadamente preocupante.” Una vez que se inicia
el noviazgo, puede llegar a convertirse simplemente en un período durante el
cual tanto el hombre como la mujer tratan de causarse buena impresión y
hacen todo lo posible por ganarse el amor de su pareja. Pero si se deja que
pase el tiempo, es posible que empiecen a traslucirse hábitos y tendencias
desagradables. A los que cortejan durante suficiente tiempo, probablemente les
será más fácil amoldarse a su cónyuge y se toparán con menos sorpresas
decepcionantes.
Por consiguiente, para que un noviazgo resulte en éxito, debería ser lo
suficientemente largo como para permitir que la pareja llegue a conocerse. La
cuestión realmente importante no siempre es cuántos meses o años duren las
relaciones, sino lo que se logra durante ese período.

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QUÉ BUSCAR EN EL FUTURO CÓNYUGE


11 ¿Es costumbre en el lugar donde vive que uno escoja a su pareja? En tal
caso, ¿cómo debe proceder si halla a alguien del sexo contrario que le resulta
atractivo? Primero pregúntese: ‘¿Tengo en realidad la intención de casarme?’.
Es cruel jugar con las emociones de otra persona creándole falsas
expectativas. (Proverbios 13:12.) Luego pregúntese: ‘¿Estoy en condición de
casarme?’. Si la respuesta a ambas preguntas es afirmativa, los pasos
siguientes van a depender de las costumbres locales. En algunos países,
después de observar a la persona por algún tiempo, se le expresa directamente
el deseo de conocerla mejor. Si la respuesta es negativa, no debe insistirse
hasta el punto de ser desagradable. Recordemos que la otra persona también
tiene el derecho de tomar su decisión al respecto. Sin embargo, si la respuesta
es afirmativa, podemos planear pasar tiempo juntos en actividades sanas. De
este modo tendremos la oportunidad de determinar si esa es la pareja idónea
para nosotros. ¿Qué debe buscarse durante esta etapa?

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MI NOVIA ES “UN JARDÍN CERRADO CON BARRAS”


15(Lea El Cantar de los Cantares 4:12.) ¿Por qué describió el pastor a su
amada como “un jardín cerrado”? Un jardín rodeado por un muro o una cerca
no está abierto al público. Solo se puede entrar a través de una puerta que
suele estar cerrada con llave. La sulamita era un jardín así porque solo su
amado tenía acceso a su amor. Para Salomón, en cambio, ella resultó ser “un
muro”, no “una puerta” que se abre de par en par (Cant. de Cant. 8:8-10). De la
misma manera, los novios cristianos deben reservar su amor exclusivamente
para su futuro cónyuge y no mostrar interés romántico por nadie más.
16 Cierto día de primavera, el pastor le pidió a la sulamita que saliera a dar
un paseo con él, pero los hermanos de la joven no la dejaron. En lugar de eso,
la enviaron a cuidar los viñedos. ¿Por qué? ¿Es que no confiaban en ella?
¿Acaso creían que planeaba hacer algo indecente con el pastor? No, solo
querían protegerla y evitar que se viera en una situación tentadora (Cant.
de Cant. 1:6; 2:10-15). ¿Cuál es la lección? Que los novios deben tomar
medidas para mantener un noviazgo limpio a los ojos de Jehová. Eso implica
evitar situaciones en las que pudieran caer en la tentación, como estar solos en
lugares apartados. Y aunque no está mal que se den muestras de cariño, estas
siempre deben ser limpias.

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