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Lingüü íística

Cürsada 2012
UNIDAD 1: INTRODUCCIÓN: LA LENGUA COMO SISTEMA DE COMUNICACIÓN
AITCHISON, JEAN. 1989. El mamífero articulado. Introducción a la Psicolingüística

Los cambios en la morfología del organismo o cambios estructurales son los indicios más directos de una
programación innata. Sin embargo, también hay que tomar en consideración las adaptaciones fisiológicas, o cambios,
en las funciones corporales, tales como la tasa cardíaca o la respiración.

Boca, pulmones y materia gris

El cerebro y el tracto vocal humanos presentan una serie de rasgos poco habituales. Estos rasgos no permiten, por sí
solos, adivinar que las personas hablan. Pero si se asume de entrada que los humanos hablan un lenguaje, cobra
sentido todo un conjunto de hechos biológicos aparentemente gratuitos. Tales hechos se contemplan entonces como
adaptaciones parciales del organismo a la producción del lenguaje.

Los dientes de la especie humana son bastante raros si se los compara con los de otras especies animales. Todos
tienen un tamaño parecido y forman una barrera compacta. Se sitúan en posición vertical, y no inclinados para
afuera, y las filas superior e inferior se acoplan. Esta regularidad es sorprendente, y ciertamente no se explica por
necesidades alimentarias. Sin embargo, unos dientes distribuidos regularmente, de un tamaño semejante, y que
además se tocan como unos con otros son muy útiles para articular determinados sonidos.

Los labios humanos tienen unos músculos sensiblemente más desarrollados y entrelazados que los de otras especies
de primates. La boca es relativamente pequeña y se puede abrir y cerrar con rapidez. La lengua humana es gruesa,
muscular y móvil, en comparación con la lengua fina y alargada de los monos. La ventaja de una lengua de este tipo
radica en que permite alterar el tamaño de la cavidad bucal, lo que a su vez hace posible la pronunciación de una
amplia gama de vocales.

La laringe de los humanos presenta una estructura más sencilla que la de los demás primates. Sin embargo, esto es
una ventaja, toda vez que el aire puede pasar sin obstáculos por ella para salir por la nariz y la boca, sin que se
interponga en su camino ningún apéndice.

Aunque la estructura de nuestros pulmones no revela ninguna peculiaridad, la respiración humana sí parece estar
adaptada al ritmo del habla. Durante la emisión del habla, el ritmo de nuestra respiración se altera notablemente sin
que el hablante experimente ninguna incomodidad. Cualquier niño nacido en nuestra época posee mecanismos
respiratorios que en apariencia se hallan “biológicamente organizados” para articular el habla.

La lateralización o localización del lenguaje en una de las dos mitades del cerebro es una característica biológica
incuestionable de la raza humana. En la producción del lenguaje hay, como mínimo, tres procesos en marcha
simultáneamente: primero, se emiten sonidos; segundo, se activan sintagmas en un formato de codificación fonético
listos para su emisión; y tercero, se planifica el resto del enunciado.

Características de las conductas biológicamente programadas

Si logramos demostrar que el lenguaje, lo mismo que la conducta sexual o la locomoción, entra dentro de la categoría
de conductas programadas por la biología, habremos contribuido a aclarar lo que se quiere decir cuando se afirma
que el lenguaje es “innato”.

- La conducta surge antes de que de que sea necesaria.


- Su aparición no es consecuencia de una decisión voluntaria.
- Su aparición no viene determinada por sucesos externos.
- La instrucción explícita y la práctica intensiva tienen escasos efectos.
- Puede haber un “período crítico” para la adquisición de dicha conducta.
BENVENISTE E. 1971/1999. Problemas de Lingüística general

La naturaleza del signo lingüístico

Toda discusión sobre la esencia del lenguaje o sobre las modalidades del discurso comienza por enunciar el carácter
arbitrario del signo lingüístico. Se llama signo “al total resultante de la asociación de un significante (imagen acústica)
y de un significado (concepto). El nexo que une el significante al significado es arbitrario”, o más sencillamente que
“el signo lingüístico es arbitrario”. Por “arbitrario”, el autor entiende que “es inmotivado, es decir, arbitrario en
relación con el significado con el cual no tiene nexo ninguno natural en la realidad”. Este carácter debe pues explicar
el hecho mismo por el que se verifica: saber que, para una noción, las expresiones varían en el tiempo y en el
espacio, y en consecuencia no tienen con aquella ninguna relación necesaria.

Saussure entiende por “significado” el concepto. Declara en términos propios que “el signo lingüístico no une una
cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica”. Pero asegura acto seguido que la naturaleza del signo es
arbitraria porque no tiene con el significado “nexo ninguno natural en la realidad”.

Cierto, en relación con una misma realidad, todas las denominaciones tienen igual valor; el que existan es, pues,
prueba de que ninguna de ellas puede pretender al absoluto de la denominación en sí. Así con el signo lingüístico.
Uno de los componentes del signo, la imagen acústica, constituye su significante; otro, el concepto, es el significado.
Entre el significante y el significado, el nexo no es arbitrario; al contrario, es necesario. El espíritu no contiene formas
vacías, conceptos innominados.

El significante es la traducción fónica de un concepto; el significado es el correlato mental del significante. Esta
consustancialidad del significante y el significado asegura la unidad estructural del signo lingüístico.

Según Saussure: “la lengua es también comparable a una hoja de papel: el pensamiento es el anverso y el sonido el
reverso; no se puede cortar el anverso sin cortar al mismo tiempo el reverso; igualmente, en la lengua no podría
aislarse el sonido del pensamiento, ni el pensamiento del sonido; habría que hacer una abstracción cuyo resultado
sería hacer psicología pura o fonología pura”

Lo que es arbitrario es que tal signo y no tal otro, sea aplicado a tal elemento de la realidad, y no a tal otro. Para el
sujeto parlante, hay entre la lengua y la realidad adecuación completa: el signo cubre y rige la realidad; mejor: es esta
realidad.

Inmutabilidad porque, siendo arbitrario, no puede ser puesto en tela de juicio en nombre de una norma razonable;
mutabilidad porque, siendo arbitrario, siempre es susceptible de alterarse. “Una lengua es radicalmente impotente
para defenderse contra los factores que mueven, instante tras instante, la relación entre significado y significante. Es
una de las consecuencias de la arbitrariedad del signo. La motivación objetiva de la designación, sometida, como tal,
a la acción de diversos factores históricos.

El valor es un elemento del signo; si el signo tomado en sí mismo no es arbitrario, como se cree haber demostrado,
se sigue que el carácter “relativo” del valor no puede depender de la naturaleza “arbitraria” del signo. Ya no se trata
aquí del signo aislado, sino de la lengua como sistema de signos, y nadie ha concebido y descrito la economía
sistemática de la lengua con la intensidad de Saussure. Quien dice sistema dice ajuste y adecuación de las partes en
una estructura que trasciende explica sus elementos. Allí todo es tan necesario, que las modificaciones del conjunto
y de detalle se condicionan recíprocamente. La relatividad de los valores es la mejor prueba de que dependen
estrechamente uno del otro en la sincronía de un sistema siempre amenazado, siempre restaurado. Es que todos los
valores son de oposición y no se definen más que por su diferencia. Opuestos, se mantienen en mutua relación de
necesidad. Una oposición está, por fuerza de las cosas, subtenida de necesidad, como la necesidad da cuerpo a la
oposición.

La parte de contingencia inherente a la lengua afecta a la denominación en tanto que símbolo fónico de la realidad y
en su relación con ella. Pero el signo, elemento primordial del sistema lingüístico, encierra un significante y un
significado cuyo nexo debe ser reconocido como necesario, por ser estos dos componentes consustanciales uno de
otro. El carácter absoluto del signo lingüístico así entendido rige a su vez la necesidad dialéctica de los valores en
constante oposición, y forma el principio estructural de la lengua.

Comunicación animal y lenguaje humano

Pero las diferencias son considerables y ayudan a adquirir conciencia de lo que caracteriza propiamente el lenguaje
humano. Esta, primero y esencial, el hecho de que el mensaje de las abejas consista por entero en la danza, sin
intervención de un aparato “vocal”, en tanto que no hay lenguaje sin voz.

Aparece también una diferencia capital en la situación en que se realiza la comunicación. El mensaje de las abejas no
atrae ninguna respuesta de los alrededores, sino determinadas conducta, que no es respuesta. Esto significa que las
abejas no conocen el diálogo, condición del lenguaje humano.

Se ve la diferencia respecto al lenguaje humano, donde, en el diálogo, la referencia a la experiencia objetiva y la


reacción a la manifestación lingüística se trenzan libremente y sin límite. La conducta que significa el mensaje de las
abejas denota un simbolismo particular que consiste en un calco de la situación objetiva, de la sola situación que da
ocasión a un mensaje, sin variación ni trasposición posible. Ahora bien, en el lenguaje humano, el símbolo en general
no configura los datos de la experiencia, en el sentido de no haber relación necesaria entre la referencia objetiva y la
forma lingüística.

Cada enunciado se reduce a elementos que se dejan combinar libremente según reglas definidas, de suerte que un
número de morfemas bastante reducido permite un número considerable de combinaciones, de donde nace la
variedad del lenguaje humano, capacitado para decir todo.

Esta diferencia se resume en el término empleado por las abejas; no es un lenguaje, es un código de señales.
Resultan de ello todos los caracteres: la fijeza del contenido, la invariabilidad del mensaje, la relación con una sola
situación, la naturaleza indescomponible del enunciado, su trasmisión unilateral.

El aparato formal de la enunciación

La enunciación es este poner a funcionar la lengua por un acto individual de utilización. Hay que atender a la
condición específica de la enunciación: es el acto mismo de producir un enunciado y no el texto del enunciado lo que
es nuestro objeto. Este acto se debe al locutor que moviliza la lengua por su cuenta. La relación entre el locutor y la
lengua determina los caracteres lingüísticos de la enunciación.

La enunciación supone la conversión individual de la lengua en discurso. Aquí la cuestión es ver cómo el “sentido” se
forma en “palabras”, en qué medida puede distinguirse entre las dos nociones y en qué términos describir su
interacción. Es la semantización de la lengua lo que ocupa el centro de este aspecto de la enunciación, y conduce a la
teoría del signo y el análisis de la significancia.

Definir la enunciación en el marco formal de su realización. Tal es el objeto propio de estas páginas. Tratamos de
esbozar, dentro de la lengua, los caracteres formales de la enunciación a partir de la manifestación individual que
actualiza.

El acto individual por el cual se utiliza la lengua introduce primero el locutor como parámetro en las condiciones
necesarias para la enunciación. Antes de la enunciación, la lengua no es más que la posibilidad de la lengua. Después
de la enunciación, la lengua se efectúa en una instancia de discurso, que emana de un locutor, forma sonora que
espera un auditor y que suscita otra enunciación a cambio.

En tanto que realización individual, la enunciación puede definirse, en relación con la lengua, como un proceso de
apropiación. El locutor se apropia el aparato formal de la lengua y enuncia su posición de locutor mediante indicios
específicos por una parte y por medio de procedimientos accesorios, por otra.
Pero inmediatamente, en cuanto se declara locutor y asume la lengua, implanta al otro delante de él, cualquiera que
sea el grado de presencia que atribuya a este otro. Toda enunciación es, explícita o implícita, una alocución, postula
un alocutario.

Finalmente, en la enunciación, la lengua se halla empleada en la expresión de cierta relación con el mundo. La
condición misma de esta movilización y de esta apropiación de la lengua es, en el locutor, la necesidad de referir por
el discurso y, en el otro, la posibilidad de correferir idénticamente, en el consenso pragmático que hace de cada
locutor un colocutor. La referencia es parte integrante de la enunciación.

El acto individual de apropiación de la lengua introduce al que habla en su habla. He aquí un dato constitutivo de la
enunciación. La presencia del locutor en su enunciación hace que cada instancia de discurso constituya un centro de
referencia interna. La enunciación está constituida por el paradigma entero de las formas temporales, que se
determinan por relación con el ego, centro de la enunciación. El presente formal no hace sino explicitar el presente
inherente a la enunciación, que se renueva con cada producción de discurso, y a partir de este presente continuo,
coextensivo con nuestra presencia propia, se imprime en la conciencia el sentimiento de una continuidad que
llamamos “tiempo”.

Lo que en general caracteriza a la enunciación es la acentuación de la relación discursiva al interlocutor, ya sea éste
real o imaginado, individual o colectivo. Esta característica plantea por necesidad lo que puede llamarse el cuadro
figurativo de la enunciación. Como forma de discurso, la enunciación plantea dos “figuras” igualmente necesarias,
fuente la una, la otra meta de la enunciación. Es la estructura del diálogo.

GARCÍA, ÉRICA. 1988. “Lingüística Cartesiana o el Método del Discurso”

Introducción

La esencia de la sintaxis es la colocación de formas. Esta es, en principio, libre e infinita, y lo que la constriñe no son
principios absolutos de (no)combinabilidad, sino la posibilidad de derivar/inferir un mensaje coherente (o sea,
relevante) de una combinación dada en un contexto dado (Sperber & Wilson, 1986).

No es posible separar el aspecto lingüístico de una expresión del de “uso comunicativo”. Gramatical (lingüísticamente
correcto) se confunde así con comunicativamente funcional (pragmáticamente efectivo).

La lengua no existe, ni tenemos conciencia de ella, sino cuando hacemos uso de ella –para comunicarnos con otros o
con nosotros mismos, al pensar. Su uso entraña una operación fundamentalmente cognitiva, un procesamiento de
información mediante el cual la mente impone (o saca) sentido a una expresión lingüística en su contexto. El valor de
las diversas formas que integran una expresión lingüística es interpretado de tal manera que el mensaje global a que
contribuyen sea máximamente coherente, vale decir, esté mínimamente reñido con:

a) El valor independiente de las diversas formas enunciadas;


b) El contexto cognitivo compartido por los interlocutores al cual es relevante lo dicho;
c) La información “enciclopédica” (presuntamente) compartida por los interlocutores.

La existencia de un continuo puede relacionarse –impecablemente desde un punto de vista metodológico- con la
integración gradual de una forma con su contexto, fenómeno dinámico, y por lo tanto sí compatible con la existencia
de grados de gramaticalidad.

La comunicación será tanto más efectiva cuanto menos difícil sea la inferencia de la intención comunicativa del
hablante. La frecuencia relativa de uso es un síntoma del valor de una forma. Los hablantes usan bien su lengua –por
el sencillo motivo de que no hay otra definición de uso correcto, o criterio para su identificación, que lo que hacen los
hablantes nativos.
Cuanto más libre la unión entre las diversas partes del discurso, tanto mayor el juego abierto a la imaginación de los
informantes, quienes necesariamente pensarán en otras posibilidades que la idea original: y tanto mayor, en
consecuencia, la intrusión de elementos aleatorios en la elección de la forma crítica. El continuo que obtengamos en
las respuestas de los informantes a diversos estímulos podrá verse como un reflejo del mayor o menor grado de
congruencia entre contexto y forma original: los casos de uso feliz (forma bien integrada en su contexto) y uso
inapropiado ( forma no motivada por su contexto) . El uso de la lengua , como el de un instrumento musical, es,
fundamentalmente, una operación mental, y los humanos evidentemente se diferencian tanto en ese terreno como
en el de otras capacidades.

Diseño del experimento

Objetivos

a) Metodológicos: ilustrar y fundamentar teóricamente un instrumento analítico;


b) Analítico: mostrar cómo los resultados obtenidos apoyan un análisis lingüístico específico.

Sí=tercera persona

Él= deíctico: género y número.

Utilice sí cuando el referente que tiene en mente es la única posibilidad, porque su interlocutor ya está pensando en
él. De lo contrario, utilice él; y en todo caso utilice él cuando desee llamar la atención sobre el referente (sea éste
evidente o no)

Discusión final

La felicidad del uso de una forma solo puede juzgarse en relación a la intención comunicativa original y, en principio,
esta intención no la podemos explicitar de otra o mejor manera que recurriendo a la forma original. Hemos apelado
a la coherencia (con)textual, suponiendo (como creemos que también suponen todos los hablantes de todas las
lenguas) que en un contexto dado un mensaje determinado (que no podemos explicitar sin recurrir a formas
lingüísticas) es el único responsable o, por lo menos, el más probable. El contexto no determina: solo delimita,
probabilísticamente, los confines de un mensaje más o menos congruente.

La coincidencia entre informantes revela la intención comunicativa más probable para un contexto dado.

La lectura de un texto no es pasiva sino, por el contrario, una operación activa, en la que se construye un sentido.
Distintos lectores, por lo tanto, necesariamente perciben distintos mensajes coherentes.

HERNÁNDEZ CAMPOY, JUAN MANUEL Y MANUEL ALMEIDA. 2005. Metodología de la investigación sociolingüística.

Definición

La Sociolingüística es una ciencia interdisciplinar que se ocupa de las relaciones existentes entre el lenguaje y la
sociedad. Para Labov (1972), la Sociolingüística es “el estudio del lenguaje en su contexto social”.

La Prelingüística tiene como principal objeto de estudio la Fonética; la Microlingüística se ocupa del lenguaje en un
sentido restringido, centrándose en la estructura de los sistemas lingüísticos y trabajando con la Fonología,
Morfología, Sintaxis y Semántica como niveles de análisis. Finalmente, la Macrolingüística se ocupa del lenguaje en
un sentido más amplio, dirigiendo su interés hacia la adquisición y uso de la lengua, y la interdependencia de la
cultura, la sociedad y la lengua; en este paradigma se situarían disciplinas como la Estilística, la Psicolingüística, la
Pragmática y la Sociolingüística. Prelingüística y Microlingüística se localizarían en la lingüística interna, mientras que
la Macrolingüística se ubicaría en la lingüística externa, también llamada metalingüística.

Si la macro-sociolingüística se centra en el estudio de la organización social del comportamiento lingüístico, la micro-


sociolingüística, por el contrario, se ocupa del análisis de la organización lingüística del comportamiento social.
Formalismo y Funcionalismo

El marco cartesiano defiende una teoría del conocimiento que tiene como fin la identificación de aquello que es
cierto, lo que le hace centrarse en la búsqueda de invariantes conocidos como universales. El conocimiento (certeza o
verdad) se obtiene bien mediante la intuición o bien mediante pasos deductivos en forma de algoritmos, y siempre
estableciendo un dualismo entre la mente (consciencia) y el cuerpo (inconsciencia).

El marco hegeliano, por el contrario, pretende ser integrador, rechazando las dualidades cuerpo-mente y sujeto-
objeto y tratando de relacionar partes interdependientes con un todo global. Este marco es histórico y tendente a la
evolución, rechaza los principios del pensamiento y se basa en los principios de la naturaleza interactiva, variable,
particular y dinámica de los fenómenos, en la naturaleza social de la mente y en la naturaleza activa de la
consciencia: el conocimiento no se obtiene mediante algoritmos sino mediante procesos reflexivos de un círculo que
vuelve sobre sí mismo, alterando nuestra consciencia con cada experiencia tenida.

Figueroa (1994) resume las diferencias existentes entre ambos marcos: “en el marco cartesiano, lo relevante son los
universales abstractos que son discretos, esenciales, objetivos, eternos y ajenos a la acción del hombre. En el marco
hegeliano, por el contrario, lo relevante son los detalles particulares concretos que son no discretos, cambiantes,
relativos, temporales y sujetos a acción humana.

El marco cartesiano destaca la autonomía de la forma sobre la función, la naturaleza individual de la mente, la
naturaleza innata de las ideas y aptitudes, y el lugar central que ocupa el pensamiento en forma de lógica pura; y en
la lingüística formal se destaca la autonomía de la sintaxis, el papel de la intuición en la explicación, el foco de los
universales innatos y la “centralidad” del lenguaje en tanto que pensamiento. Por su parte, el marco hegeliano insiste
en la interrelación de la forma y la función, la naturaleza social de la mente, la naturaleza evolutiva del conocimiento
y las aptitudes y el lugar central que ocupa la “reflexividad” y la interacción; y en la lingüística funcional se insiste en
la interrelación sistémica más que en la autonomía formal, en el desarrollo del lenguaje y el cambio, en la noción de
formas y funciones emergentes y en la centralidad que ocupa la comunicación social. (Figueroa 1994)

Según Romaine (1982 y 1995) : “la diferencia existente entre la Lingüística y la Sociolingüística radica en el hecho de
que la estructura lingüística constituye el objeto de análisis de la primera, mientas que los usos lingüísticos son el de
la segunda. Una teoría sociolingüística, por el contrario, presupone una teoría lingüística: si ha de ser totalmente
integradora, han de relacionarse estructura y uso”.

Orígenes de la Sociolingüística

El proceso de urbanización iba ligado al surgimiento de las ciudades, en detrimento de las zonas rurales, como focos
de desarrollo industrial. Sería entonces la Sociología, surgida en los años sesenta como disciplina académica, la que
provocó el interés de los lingüistas y educadores de los países industrializados occidentales por todos aquellos
aspectos con un contenido social, concretamente por las relaciones entre el lenguaje y la marginación social, y por el
uso de su metodología en la investigación sobre estos.

En el pasado, los lingüistas se centraron en la Microlingüística, la sistemática homogeneidad de la lengua y la


competencia del hablante, ignorando deliberadamente el nivel macrolingüístico con el habla regularmente
heterogénea, su variabilidad y la actuación del hablante.

Otro concepto fundamental contra el que reaccionaron los sociolingüistas fue el de variación libre: la posibilidad de
sustitución de un sonido por otro en un entorno lingüístico dado sin que conlleve un cambio de significado en la
palabra. La explicación teórica que normalmente se ofrecía para los fenómenos de la variabilidad era la noción
bloomfieldeana de “variación libre”; esta explicación, además de evitar tener que enfrentarse con la supuesta
inmanejabilidad de los mismos, implicaba sostener que en realidad no hay ninguna razón para elegir una variante en
lugar de otra del abanico de posibilidades disponibles para una determinada forma lingüística dentro del repertorio
verbal del hablante.

La aproximación sociolingüística a estos fenómenos defendió y constató empíricamente que no existe la “variación
libre” como tal, sino la variación social y/o contextualmente condicionada, donde cada variante ha de describirse en
términos de frecuencia de uso atendiendo a factores sociales y/o contextuales. De la noción de comunidad de habla
sistemáticamente homogénea se pasa a la noción de comunidad de habla regularmente heterogénea.

El mayor impulso técnico epistemológico a este movimiento favorable a analizar la variabilidad vino dado, pues, por
dialectólogos urbanos, especialmente por el norteamericano William Labov, auténtico precursor teórica y
metodológicamente hablando, con su trabajo empírico “La estratificación social del inglés en Nueva York” (1966).

La variabilidad estructural y regular, como apunta L.Milroy (1983), es característica del uso normal de la lengua y
constituye la clave para la comprensión de los mecanismos del cambio lingüístico. La descripción de la variación
lingüística es, además, no solo un reto en sí, sino también un excelente mensurador de la validez e idoneidad
descriptiva y explicativa de las teorías, o cualesquiera afirmaciones lingüísticas, dado que, como señalan Dittmar y
Schlobinski (1988) muestra profundización en la investigación de la variación proporciona suficientes criterios para la
medición de la cobertura de las descripciones y teorías lingüísticas y sus limitaciones.

Así, la Sociolingüística ha logrado constatar la variabilidad del lenguaje localizando y describiendo la simetría
existente entre la variación social y la variación lingüística en términos de variación sociolingüística, esto es, formas
alternativas de decir lo mismo aunque socialmente significativas. La lengua, mediante sus variables lingüísticas, se
correlaciona de modo muy significativo con rasgos distintivos sociales.

La teoría de los ejes sociolingüísticos

Tomando como referencia a Rona (1972), el trazado de un eje tridimensional que contenga un eje diastrático
(dimensión social, también incluyendo una dimensión diafásica o estilística), un eje diacrónico (dimensión temporal),
y un eje diatópico (dimensión espacial o geográfica), nos permite considerar la cobertura de los estudios
sociolingüísticos con respecto a otras disciplinas.

Eje diacrónico - Tiempo

Fue el lingüista de formación neogramática Ferdinand de Saussure quien configuró definitivamente la distinción entre
ambos métodos de estudio cuando propuso la antinomia sincronía-diacronía. La lingüística sincrónica estudia el
lenguaje haciendo abstracción de la acción del tiempo sobre él y, concentrándose en el eje de simultaneidades,
analiza estados de lengua; la diacrónica centra su investigación en la acción del tiempo y, desde el eje de sucesiones,
en las fases de la evolución de aquélla (Mounin 1968).

Lo que prevalece ahora no es la evolución lingüística, sino el estudio de la lengua en un momento histórico concreto,
en un punto en el tiempo. Una de las características del cambio lingüístico es la de substraerse a la conciencia de los
individuos: el hablante tiene la impresión de utilizar un instrumento estable, no un instrumento que se está
transformando mientras él o ella lo usa, ya que ciertos aspectos del cambio, tales como determinadas expresiones
que se ponen o pasan de moda -de los que el hablante puede tomar conciencia – se manifiestan psicológicamente en
términos no tanto de cambio en sí, cuanto de elecciones estilísticas (Lepschy 1971)

Eje diatópico - Geografía

Dado que, durante la producción de la espacialidad, el espacio geométrico puede ser adoptado y hecho social, pero
éste último no puede concebirse independientemente del primero: “… el espacio social nunca puede estar exento de,
por ejemplo, la fricción física de la distancia”(Britain 1991); y, del mismo modo, nuestras percepciones y sistemas de
valores asociados a nuestro entorno, aunque influidos por los espacios euclidiano y social, pueden también incidir en
el modo de adopción del espacio a través de los sentidos.
Eje diastrático – Sociedad

Ha sido la Sociolingüística, como Bañón (1993) subraya, la disciplina que ha logrado constatar la variabilidad del
lenguaje mediante la localización y descripción de la simetría existente entre la variación social y la variación
lingüística en términos de variación sociolingüística, esto es, formas alternativas de decir lo mismo aunque
socialmente significativas.

Eje diafásico – Contexto situacional

El significado de cualquier enunciado hay que entenderlo teniendo en cuenta las diversas funciones de los
determinados contextos situacionales en que pueda ser utilizado. La lengua varía no solo según las características
sociales del hablante sino también según el contexto social en el que éste se encuentra, con lo que el mismo
hablante puede utilizar diferentes variedades lingüísticas en diferentes situaciones y con objetivos también
diferentes.

La investigación sociolingüística

La Sociolingüística ha quedado constituida como la disciplina lingüística que estudia el lenguaje y su relación con la
sociedad y la cultura. Las posibilidades de esta relación pueden concretarse en tres direcciones: la influencia de la
sociedad en la lengua, la covariación de fenómenos socio-culturales y lingüísticos, y la influencia de la lengua en la
sociedad.

Dell Hymes: diversidad de orientaciones

La descripción lingüística debe incluir la organización de la conducta comunicativa de la comunidad, esto es, una
aproximación etnográfica; el estudio del lenguaje debe llevarse a cabo de un modo interdisciplinar, con lo que, así,
los propios fundamentos de la Lingüística serían más diáfanos.

Habla Hymes de una orientación social y lingüística centrada en la aplicación de la teoría lingüística para la solución
de problemas sociales cotidianos derivados del lenguaje y el uso de la lengua. La orientación lingüística socialmente
constituida contempla el lenguaje como parte de la conducta comunicativa y de la acción social: “concebida para
expresar la convicción de que la función social da forma a los modos en que los rasgos lingüísticos aparecen en la
vida real” (Hymes 1974).

“Una Lingüística ‘socialmente constituida’ se ocupa del significado social, además del referencial, y de la lengua en
tanto que parte de la conducta comunicativa y la acción social. Su labor es la crítica directa desde la perspectiva del
significado social, es decir, desde un punto de vista funcional, a las nociones y prácticas generalmente aceptadas”.
(Hymes 1974)

MARTÍNEZ, ANGELITA. 2009. “Metodología de la investigación lingüística: el enfoque etnopragmático”

Introducción

Se trata de un enfoque cualitativo-cuantitativo con especial énfasis en qué y cómo debe cuantificarse en la búsqueda de
interpretaciones de la variación en el uso de la lengua. El objetivo de este enfoque es estudiar la motivación de las
selecciones lingüísticas y determinar la relación entre el aporte significativo de las mismas y el mensaje que se infiere en
el discurso. Según García (1988): el contexto no determina: solo delimita, probabilísticamente, los confines de un
mensaje más o menos congruente”

Presentación de la disciplina
El análisis etnopragmático del discurso parte de la consideración de que las combinaciones sintácticas y su evidente
regularidad son motivadas por principios cognitivos generales a los que el hablante apela para lograr relevancia y
coherencia comunicativas. Dos aspectos fundamentales de este enfoque son: 1) se trata de estudios de variación y 2) se
considera indispensable tomar en cuenta la frecuencia de uso de las formas lingüísticas.

El análisis etnopragmático se propone ayudar a explicar los procesos cognitivos que llevan al hablante a resolver sus
necesidades comunicativas. El desvío en la frecuencia (relativa) de uso de las formas revela perspectivas cognitivas
(García 1995). El enfoque cognitivo que una comunidad hace de su realidad se manifiesta en la lengua mediante desvíos
–a veces inesperados - en la frecuencia de uso.

La filiación de la Etnopragmática

La Etnopragmática se aparta en lo que refiere a la consideración del proceso comunicativo, ya que pone énfasis en el
poder inferencial de los seres humanos, que permite extraer mensajes de la relación entre el significado de las formas
gramaticales y el contexto de aparición de las mismas.

La motivación de las diferentes frecuencias de uso de las formas debe buscarse en “la mayor compatibilidad
comunicativa entre las unidades gramaticales en cuestión y el contexto léxico o sintáctico en el que ocurren” (García
1985)

La Etnopragmática se basa en el análisis microsintáctico, firmemente enraizado en los presupuestos pragmáticos de toda
habla (García 1995); toma en consideración el estudio de la lengua en uso como medio de comunicación entre los seres
humanos y la interpretación del significado en el contexto, interesándose por cómo afecta la función comunicativa a la
gramática de las lenguas (Reid 1995)

El discurso, a su vez, constituye el corpus necesario para poner a prueba las hipótesis del analista mediante la
(des)confirmación de la coherencia de los contextos con los significados básicos postulados para las formas lingüísticas.

La escuela lingüística de Columbia

El compromiso teórico que subyace a la Etnopragmática está fuertemente ligado con los principios de la ELC : “La
estructura morfosintáctica de una lengua se halla motivada por las necesidades comunicativas de los hablantes”. Las
formas lingüísticas ocurren donde lo hacen porque son señales significativas usadas por seres inteligentes con el fin de
transmitir mensajes. La función comunicativa del lenguaje constituye la base de la cual derivar y motivar las unidades del
análisis lingüístico.

El significado básico de las formas lingüísticas

Puesto que la forma posee un contenido semántico constante, forma y significado se definen mutuamente y, por lo
tanto, ambos no pueden ser tratados como componentes separados de la gramática. A cada forma lingüística significativa
le corresponde un solo significado básico. Dicho significado, que se halla presente en todas las emisiones en que la forma
se encuentra, es adquirido por el aprendiz de la lengua a partir de inferencias que realiza sobre los mensajes que recibe.
Las unidades lingüísticas son definidas no solo por su sustancia fonológica y conceptual sino también por su valor, es
decir, su oposición paradigmática con otras unidades del lenguaje. (Contini Morava 1995).

Equivalencia referencial

Que dos o más formas lingüísticas se encuentren en variación implica que un evento puede representarse
lingüísticamente desde diferentes perspectivas y que dos o más términos sean referencialmente equivalentes.

Congruencia contextual
Se prefiere hablar de la contribución del significado al mensaje más que de composición de los significados. Una forma
goza de un privilegio de ocurrencia más amplio que otra en un contexto determinado. Esto se debe a la congruencia
comunicativa entre el significado básico de la variante y su ajuste en cada contexto.

Teoría de la metodología

Se concibe una teoría no acabada, dinámica, en construcción, a la luz de los hallazgos que constituyen los resultados del
análisis. El análisis etnopragmático parte de una hipótesis semántica de los desvíos cuantitativos observados en el
empleo de formas que apuntan a un mismo referente y de la convicción de que el uso alternante de unidades lingüísticas
no es casual ni caótico sino que responde a necesidades de los hablantes en sus intentos comunicativos.

Las hipótesis, en consecuencia, giran en torno a la identificación de una sustancia semántica que está en juego en el uso
sistemático de formas lingüísticas y a las relaciones de valor que surgen de la categorización de dicha sustancia
semántica, categorización que los hablantes realizan a partir de una determinada conceptualización del mundo.

Presentación de los datos cuantitativos

Los datos brutos, provenientes del recuento de las emisiones del corpus, son presentados, en el análisis etnopragmático,
en forma de tablas de doble entrada, en las que se correlaciona la variable dependiente con la independiente y se
consignan tanto las cifras absolutas como los porcentajes, calculados en la dirección de la variable independiente.

Los corpora

A nuestro corpus lo constituye el discurso real, es decir, la producción lingüística que los seres humanos utilizan para
comunicarse. Esto hace excluir todo intento de trabajar con emisiones descontextualizadas o estructuras ad hoc.

MOLINARI MAROTTO, CARLOS 1997. Introducción a los modelos cognitivos de la comprensión del lenguaje

Comprensión del Texto

La comprensión de cada oración contribuye a la construcción de una interpretación coherente de todo el texto. La
información presentada en cada oración deberá ser evaluada en relación con alguna representación del discurso
previo; cada oración a su vez contribuye a ir actualizando dicho discurso, y así la comprensión del texto va avanzando
(Garrod & Sanford 1994)

La comprensión del texto como proceso componente

La comprensión del texto exige establecer relaciones que mantienen unidos los eventos, hechos e ideas descritos por
las diversas oraciones que conforman el texto, mediante nexos.

Es preciso identificar relaciones entre las partes del texto, así como entre el texto y el conocimiento previo del lector.
Establecer las conexiones mentales necesarias para ello depende de procesos inferenciales basados tanto en el
conocimiento del lenguaje como en el conocimiento del mundo que el “comprensor” posee.

Todo texto tiene lagunas informacionales que deben ser llenadas por el lector. La coherencia del texto debe pues ser
“construida” y la construcción de la coherencia es resultado de procesos inferenciales que el lector va realizando a
medida que avanza en la lectura del texto.

Una inferencia en comprensión del texto puede entonces definirse como la información que es activada durante la
lectura sin figurar explícitamente en el texto.

La cohesión del texto


La cohesión de un texto está dada por la presencia de expresiones cuya interpretación depende de la interpretación
de otras expresiones del texto, sirviendo estas co-interpretaciones para entrelazar las oraciones.

Interdependencia de coherencia y cohesión

Conjuntos de oraciones constituyen textos en base a las relaciones que las unen en una estructura coherente. El
lector debe realizar las inferencias que darán lugar al establecimiento de las conexiones mentales necesarias,
indispensables para la comprensión del texto.

Coherencia: depende de procesos inferenciales basados tanto en el conocimiento del lenguaje como en el
conocimiento del mundo. La coherencia de un texto proviene de establecer la consistencia lógica y psicológica entre
los eventos y estados relatados.

Cohesión: está dada por expresiones cuya interpretación depende de la de otras, por ejemplo, expresiones
anafóricas. No es condición necesaria ni suficiente de la coherencia de un texto, pero contribuye en tal sentido.

La estructura del texto

Brewer (1980) estableció una tipología, clasificando los textos en tres grandes tipos. Los textos narrativos están
caracterizados por la aparición de personajes y acciones y la ocurrencia de sucesos en una secuencia temporal y
según relaciones causales y motivacionales. Los textos expositivos describen conceptos abstractos y relaciones
lógicas entre acontecimientos y objetos con el fin de explicar, informar o persuadir. Los textos descriptivos
corresponden a descripciones de situaciones estáticas en términos de características físicas y perceptibles, con fin
informativo.

Una tipología será considerada válida en la medida en que los diferentes tipos de textos sean identificados como
tales y sujetos no especialistas manifiesten diferencias conductuales con respecto a cada tipo de texto (Fayol 1991)

Modelos formales de la estructura del texto

Siguiendo a Meyer (1985) podemos definir la estructura del texto como la organización que lo mantiene ligado y le
da su organización general. En textos expositivos, la estructura textual especifica las conexiones lógicas entre ideas
así como la subordinación de algunas respecto de otras.

A partir del análisis de la estructura textual, pueden derivarse sistemas de asignación de puntajes para pruebas
experimentales de comprensión y memoria de textos.

Gramáticas de historias

Las gramáticas de historias tuvieron su origen y auge en la década de los ’70. Partieron de considerar que el
conocimiento acerca de la estructura de un tipo dado de producción se desarrolla gradualmente, como una
generalización basada en la experiencia repetida. La estructura cognitiva resultante, denominada esquema, consiste
en un conjunto de expectativas que incluyen los tipos de elementos que serán hallados y las relaciones entre ellos. Se
supone que la gente procesa los cuentos tradicionales con una modalidad predominantemente arriba-abajo.

Las gramáticas de historias se han propuesto para textos narrativos, en especial cuentos sencillos que presentan lo
que se denomina una estructura canónica, es decir, un orden predeterminado de episodios que los hace previsibles.
Los componentes necesarios de toda historia son: marco, tema, trama y resolución.

Análisis proposicional
Se elaboraron una serie de sistemas que permitieron analizar cualquier tipo de texto desde el punto de vista del
autor, de una manera útil para la experimentación psicológica. Kintsch (1974) propone como unidad de análisis la
proposición. Las proposiciones suelen definirse como las menores unidades de significado a las que puede asignarse
un valor de verdad. Cada proposición consiste en un predicado –término relacional- y uno o más argumentos. Los
argumentos pueden ser conceptos o eventualmente una proposición podrá ser argumento de otra proposición
(proposiciones incrustadas).

El procesamiento del texto

Nuestro objetivo como lectores, o como hablantes/oyentes, es la comprensión del texto o discurso, considerado en
unidades de extensión variable, que abarcan varias oraciones. En términos de Britton y col. (1985): el proceso de
integración del texto produce las estructuras cognitivas que constituyen los productos finales deseados de la
comprensión, y en tal sentido es el más importante proceso componente de la comprensión.

El modelo de procesamiento de Kintsch y Van Dijk

Se propone “describir el sistema de operaciones mentales que subyace al procesamiento que ocurre en la
comprensión de textos y en la producción de protocolos de recuerdo y resumen”.

La base del texto: es un conjunto de proposiciones, que puede describirse en dos niveles. En la microestructura, las
proposiciones de un texto no constituyen una lista, sino que tienen una estructura jerárquica. Dicha microestructura
refleja la jerarquía de las proposiciones de la base de texto. En la cima de la jerarquía se sitúan las proposiciones
principales, denominadas macroproposiciones, con varios niveles de subordinación por debajo. La microestructura se
obtendrá estableciendo las más importantes proposiciones del texto y subordinándoles las proposiciones restantes.
Una vez determinadas las proposiciones principales, la coherencia referencial, determinada por el criterio de los
argumentos compartidos, guiará la construcción del resto de la microestructura.

La base de texto contiene proposiciones agregadas, que reflejan las inferencias que el “comprensor” agrega para
proveer lazos faltantes en el texto. El texto real, por lo tanto, expresa lo que puede denominarse base de texto
implícita. Una base de texto explícita es una construcción teórica que incluye también las proposiciones inferidas. La
macroestructura de la base de texto es lo que intuitivamente se denomina tópico, núcleo o meollo de un texto.

El modelo de procesamiento en sí toma como input la lista de proposiciones que representa el significado del texto,
ordenadas de la misma manera en que están expresadas en el texto.

Niveles de comprensión

- Existe un nivel superficial: las palabras y oraciones que efectivamente aparecen en el texto y sus relaciones
lingüísticas.
- La estructura semántica del texto provee otro conjunto de relaciones que constituyen un nivel de
comprensión más profundo: el nivel de la base de texto.
- Un tercer nivel, aún más profundo, es el modelo de la situación. En este nivel, la información provista por el
texto es elaborada a partir del conocimiento previo e integrada con él.

Conocimiento previo y aprendizaje a partir del texto

La comprensión de textos narrativos solo exige del lector habilidades lingüísticas y conocimiento general del mundo
del tipo que los guiones pueden contener. Pero los textos expositivos exigen más: además de habilidades lingüísticas
y conocimiento general del mundo, exigen un grado determinado de conocimiento específico de dominio. Un texto
expositivo trata acerca de un dominio determinado, y supone en el lector un cierto grado de conocimiento previo
acerca de ese dominio. Un texto expositivo trata acerca de un dominio predeterminado, y supone en el lector un
cierto grado de conocimiento previo acerca de ese dominio.

SPERBER, DAN Y WILSON, DEIRDRE. 1994. La Relevancia. Comunicación y Procesos Cognitivos.


La comunicación

La comunicación es un proceso que implica la existencia de dos dispositivos de procesamiento de la información. Uno
de los dispositivos modifica el entorno físico del otro. En consecuencia, el segundo dispositivo construye unas
representaciones semejantes a las que ya estaban almacenadas en el primero. El estudio de la comunicación suscita
dos cuestiones importantes: en primer lugar, qué se comunica, y en segundo lugar, cómo se consigue la
comunicación.

El modelo del código y el enfoque semiótico de la comunicación

Un código, en el sentido en que nosotros vamos a utilizar el término, es un sistema que empareja mensajes con
señales, haciendo que dos dispositivos de procesamiento de información puedan comunicarse. Un mensaje es una
representación interna de los dispositivos de comunicación. Una señal es una modificación del entorno exterior que
puede ser producida por uno de los dispositivos y reconocida por el otro. La comunicación se consigue codificando
un mensaje, que no puede viajar, en forma de una señal, que sí puede hacerlo, y descodificando dicha señal en el
terminal de recepción.

Las lenguas humanas son códigos: dichos códigos asocian pensamientos con sonidos. Los enunciados consiguen
comunicar pensamientos, y la hipótesis de que los codifican es una forma de explicar cómo lo consiguen. El enfoque
semiótico de la comunicación o enfoque semiológico, es una generalización del modelo del código de la
comunicación verbal aplicada a todas las formas de comunicación. Se consideraba que no solo la normal
comunicación verbal de los pensamientos, sino también los efectos poéticos de los tropos, la comunicación por
gestos, los símbolos y los ritos religiosos y la interpretación de los textos sagrados se regían por sistemas de símbolos.

Una lengua es un código que empareja representaciones fonéticas y representaciones semánticas de oraciones. Sin
embargo, existe un vacío entre la representación semántica de las oraciones y los pensamientos realmente
comunicados por los enunciados. Este vacío no se llena con más codificación, sino con inferencia.

Descodificación e inferencia en la comprensión verbal

Puesto que un enunciado puede percibirse como la realización de la representación fonética de una oración
concreta, es razonable considerar que exista una estrecha correspondencia entre las representaciones fonéticas de
las oraciones y los sonidos del habla. La representación semántica de una oración, tal como se la atribuiría una
gramática generativa, no puede dar cuenta de propiedades no lingüísticas. La representación semántica de una
oración tiene que ver con una especie de núcleo común de significado que subyace a todos los enunciados de esa
oración.

Los enunciados no se utilizan solo para transmitir pensamientos, sino también para manifestar la actitud o la relación
del hablante frente al pensamiento expresado; en otras palabras, los enunciados expresan “actitudes
proposicionales”, realizan “actos de habla” o poseen “fuerza ilocutiva”

Para justificar el modelo del código de la comunicación verbal, habría que demostrar que la interpretación de los
enunciados dentro del contexto se puede explicar añadiendo un nivel pragmático adicional de descodificación al
nivel lingüístico que proporciona la gramática. Habría que demostrar que todos los casos de asignación de referente
pueden resolverse mediante reglas que combinan automáticamente propiedades del contexto con propiedades
semánticas del enunciado.

Un proceso inferencial parte de un conjunto de premisas y desemboca en una serie de conclusiones que derivan de
forma lógica de las premisas, o, por lo menos, están garantizadas por las mismas. Un proceso de descodificación
parte de una señal y desemboca en la recuperación de un mensaje que es asociado a la señal por un código
subyacente.
Para defender el modelo del código de la comunicación verbal es necesario demostrar de qué forma hablante y
oyente llegan a tener no solo un lenguaje común, sino también un conjunto de premisas comunes a las que aplican
de forma paralela idénticas reglas inferenciales.

La hipótesis del conocimiento mutuo

El conjunto de premisas que se emplean para interpretar un enunciado (aparte de la premisa de que el enunciado en
cuestión ha sido emitido) constituye lo que generalmente se conoce como contexto. Un contexto es una construcción
psicológica, un subconjunto de los supuestos que el oyente tiene sobre el mundo. Cada experiencia nueva se añade a
la gama de contextos potenciales. El contexto que se utiliza para interpretar un enunciado concreto generalmente
contiene información derivada de enunciados inmediatamente precedentes.

Un hablante que quiera que un enunciado sea interpretado de una forma determinada también tiene que esperar
que el oyente sea capaz de proporcionar un contexto que permita recuperar dicha interpretación.

Los elementos de la información contextual utilizada para interpretar el enunciado no solo deben ser conocidos por
el hablante y por el oyente, sino que deben ser mutuamente conocidos. Si la única forma de comunicar un mensaje
consiste en codificarlo y descodificarlo, y si la inferencia desempeña alguna función en la comunicación verbal,
entonces el contexto dentro del cual se comprende un enunciado debe limitarse estrictamente al conocimiento
mutuo; de lo contrario, la inferencia no podría funcionar como un aspecto efectivo de la descodificación. Si un
determinado hecho es conocido por todos los miembros de una comunidad, dos personas que crean reconocerse
recíprocamente como miembros de dicha comunidad tendrán motivos para suponer que existe un conocimiento
mutuo de este hecho.

La relevancia

Interpretar un enunciado implica algo más que la mera identificación del supuesto explícitamente expresado: implica,
de forma determinante, extraer las consecuencias que acarrea añadir ese supuesto a un conjunto de supuestos que,
a su vez, ya han sido procesados. En otras palabras, implica ver los efectos contextuales de ese supuesto en un
contexto determinado, por lo menos en parte, por anteriores actos de comprensión.

La comprensión implica el procesamiento conjunto de un conjunto de supuestos y, dentro de ese conjunto, algunos
supuestos sobresalen como información recientemente presentada que está siendo procesada en el contexto de
información que ya ha sido previamente procesada. Tener efectos contextuales es una condición necesaria para la
relevancia y que, en igualdad de condiciones, cuanto mayores son los efectos contextuales, mayor es la relevancia.

Existen tres tipos de casos en los que un supuesto puede carecer de efectos contextuales y ser irrelevante en un
contexto: 1) el supuesto puede aportar nueva información, pero esta información no guarda ninguna conexión con la
información presente en el contexto; 2) el supuesto ya está presente en el contexto y su fuerza no se ve afectada por
la información recientemente presentada; esta información recientemente presentada, por consiguiente, no resulta
en absoluto informativa, y es irrelevante a priori; 3) el supuesto es incoherente con el contexto y es demasiado débil
para perturbarlo; por consiguiente, procesar el supuesto no produce ningún cambio en el contexto.

Grados de relevancia: efecto y esfuerzo

Nos gustaría comparar, a un nivel muy general, el concepto de relevancia con conceptos como el de productividad o
beneficio. En igualdad de condiciones, cuanto mayor sea el coste de producción, menor será la productividad. El
esfuerzo de procesamiento es un factor negativo: en igualdad de condiciones, cuanto mayor sea el esfuerzo de
procesamiento menor será la relevancia.

La relevancia también es, y esto es más importante, un concepto comparativo. Los conceptos comparativos se
definen mejor en términos de lo que podríamos llamar condiciones de “grado” (extent conditions). Un supuesto es
relevante en un contexto en la medida en que sus efectos contextuales en dicho contexto sean grandes. Un supuesto
es relevante en un contexto en la medida en que el esfuerzo requerido para su procesamiento en dicho contexto sea
pequeño.

Si los beneficios de conseguir un efecto contextual nunca fueran suficientes para compensar el coste del esfuerzo de
procesamiento necesario para hacer posible dicho efecto, entonces nunca se podría alcanzar un grado positivo de
relevancia.

Dentro de la teoría de la relevancia, el problema no es tanto evaluar los efectos contextual y el esfuerzo de
procesamiento desde fuera, cuanto describir de qué forma evalúa la mente sus propios logros y esfuerzos desde
dentro, y cómo decide, en consecuencia, proseguir sus esfuerzos o redistribuirlos en diferentes direcciones.

Los efectos contextuales se evaluarían, de hecho, contando las implicaciones contextuales, y el esfuerzo de
procesamiento contando los pasos del proceso inferencial.

Las personas no solo tienen intuiciones retrospectivas sobre efectos ya conseguidos y esfuerzos ya realizados, sino
también intuiciones prospectivas: es decir, tienen intuiciones sobre el esfuerzo que requeriría una determinada tarea
y los efectos que podría producir.

El contexto: ¿predeterminado o elegido?

En cualquier punto de un intercambio verbal el contexto se considera como un contexto dado, unívocamente
determinado. El contexto para la comprensión de un determinado enunciado es el conjunto de supuestos
explícitamente expresados por enunciados precedentes en el mismo diálogo o discurso. El contexto para la
comprensión incluye no solo todos los supuestos explícitamente expresados por los enunciados precedentes del
discurso, sino también todas las implicaturas de esos enunciados.

El contexto para la comprensión de un enunciado consiste en los supuestos expresados e implicados por los
enunciados precedentes, más las entradas enciclopédicas ligadas a todos los conceptos que aparecen en cualquiera
de dichos supuestos, más la entradas enciclopédicas ligadas a todos los conceptos que aparecen en el nuevo
enunciado.

Puesto que toda ampliación del contexto supone un aumento del esfuerzo de procesamiento, este método de
formación del contexto llevaría a una pérdida general de relevancia.

Selección de contextos

La organización de la memoria enciclopédica del individuo y la actividad mental en la que está inmerso limitan la
clase de contextos potenciales de la que realmente puede elegirse un contexto en un momento concreto. No todos
los bloques de información enciclopédica son igual de accesibles en un momento dado.

Los supuestos que quedan en la memoria del mecanismo deductivo, es decir, la interpretación del enunciado
precedente, constituyen un contexto dado de forma inmediata en el que podrá procesarse el próximo enunciado. El
contexto puede ampliarse “volviendo atrás en el tiempo” y añadiéndole supuestos empleados o derivados en
anteriores procesos deductivos.

Una segunda forma de ampliar el contexto consiste en añadirle las entradas enciclopédicas (o probablemente
bloques más pequeños de información enciclopédica tomados de esas entradas) de los conceptos que ya están
presentes bien en el contexto o bien en el supuesto que está siendo procesado.

La elección de un contexto para los procesos inferenciales en general y para la comprensión en particular está
parcialmente determinada, en un momento dado cualquiera, por los contenidos de la memoria del mecanismo
deductivo (los del almacén general de memoria a corto plazo y los del conocimiento enciclopédico) y por la
información que puede extraerse de forma inmediata del entorno físico. Estos factores no determinan un contexto
único, sino una gama de contextos posibles. La selección de un contexto concreto está determinada por la búsqueda
de relevancia.

La evaluación de la relevancia no constituye el objetivo del proceso de comprensión, sino solo un medio para obtener
un fin, y el fin es maximizar la relevancia de cualquier información que se procese. Utilizaremos nuestra definición
formal de relevancia en un contexto como base para una descripción psicológicamente más apropiada de la
relevancia para un individuo.

La relevancia para un individuo

Al final de cada proceso deductivo, el individuo tiene a su disposición un conjunto concreto de contextos accesibles.
El conjunto de contextos accesibles está parcialmente ordenado según la relación de inclusión. Esta relación formal
tiene un equivalente psicológico: el orden de inclusión corresponde al orden de accesibilidad.

Un supuesto es relevante para un individuo en un momento dado si y solo si es relevante en uno o más de los
contextos accesibles para ese individuo en ese momento. Para cada uno de los contextos accesibles para un
individuo, el efecto y el esfuerzo requeridos y, por consiguiente, la relevancia que se consiga, serán diferentes. Un
supuesto es relevante para un individuo en la medida en que los efectos contextuales que se consigan procesándolo
de forma óptima sean amplios. Un supuesto es relevante para un individuo en la medida en que el esfuerzo
requerido para procesarlo de forma óptima sea pequeño.

Si estamos en lo cierto al suponer que el curso de los pensamientos humanos está dirigido por la búsqueda de la
máxima relevancia, entonces la mente tendría que intentar extraer de todas las fuentes que tenga a su disposición,
incluidas sus propias fuentes internas, la información que tenga la mayor relevancia en el contexto inicial, es decir,
que tenga los efectos contextuales más amplios y requiera el menor esfuerzo de procesamiento. Dicha información
hay que buscarla en ampliaciones accesibles del contexto, independientemente de que involucre a la memoria
enciclopédica, al almacén de memoria a corto plazo o al entorno.

La relevancia de fenómenos y estímulos

Un fenómeno afecta al entorno cognitivo al hacer manifiestos o más manifiestos ciertos hechos. Los mecanismos
perceptivos están organizados de forma que permiten que ciertos tipos de fenómenos actúen sobre los procesos
centrales de pensamiento.

El filtrado y la eliminación automática de algunos fenómenos y la captación automática de la atención por parte de
otros puede considerarse como un mecanismo heurístico dirigido a maximizar la eficacia cognitiva. Los mecanismos
perceptivos y la importancia perceptiva en sí misma están orientados hacia la relevancia.

Un fenómeno puede procesarse de forma más o menos eficaz, dependiendo de cuáles de los supuestos que pone de
manifiesto, si es que hay alguno, se construyen realmente. Un fenómeno es relevante para un individuo si y solo si
uno o más de los supuestos que pone de manifiesto son relevantes para él. Un fenómeno es relevante para un
individuo en la medida en que los efectos contextuales que se consiguen cuando es procesado de forma óptima son
amplios. Un fenómeno es relevante para un individuo en la medida en que el esfuerzo requerido para procesarlo de
forma óptima es pequeño.

Un estímulo es un fenómeno designado para conseguir efectos cognitivos. Los estímulos ostensivos, como vamos a
denominarlos, tienen que satisfacer dos condiciones: primero, tienen que atraer la atención del oyente, y segundo,
tienen que enfocarla hacia las intenciones del emisor. La comunicación ostensivo-inferencial no puede producirse de
forma subconsciente; implica necesariamente la construcción de representaciones conceptuales y la puesta en
marcha de procesos del pensamiento central.
La segunda condición que deben cumplir los estímulos ostensivos es la de enfocar la atención del oyente hacia las
intenciones del emisor. Es decir, el supuesto de que el estímulo es ostensivo tiene que ser a la vez suficientemente
manifiesto y suficientemente relevante para que pueda conducir a un procesamiento óptimo.

El principio de relevancia

Para tener éxito, un acto de comunicación ostensiva tiene que atraer la atención del oyente. En este sentido, un acto
de ostensión es una solicitud de atención. En el momento en que se ha realizado una solicitud, el solicitante tiene
que haber supuesto que el solicitado tendrá algún motivo para acceder a ella.

Existe una diferencia sustancial entre la actitud mental con la que el individuo se enfrenta a un estímulo ostensivo
dirigido a él y la actitud mental con la que se enfrenta a otros fenómenos. Con un estímulo ostensivo, el destinatario
puede tener no solo esperanza, sino también expectativas de relevancia bastante precisas. De acuerdo con nuestra
definición de comunicación ostensivo-referencial, esto equivale a decir que un acto de comunicación ostensiva
comunica automáticamente una presunción de relevancia.

La relevancia de un estímulo está determinada por dos factores: el esfuerzo necesario para procesarlo de forma
óptima y los efectos cognitivos que se consiguen mediante ese procesamiento óptimo. Para conseguir que se cumpla
su intención comunicativa, el emisor tiene que elegir, de entre una gama de estímulos diferentes, aquél que haga
mutuamente manifiesta su particular intención informativa.

El conjunto de supuestos (I) que el emisor desea hacer manifiesto al destinatario es suficientemente relevante como
para que al destinatario le merezca la pena procesar el estímulo ostensivo. El estímulo ostensivo es el más relevante
que el emisor podría haber utilizado para comunicar (I). Todo acto de comunicación ostensiva comunica la
presunción de su propia relevancia óptima.

La cantidad de esfuerzo que el destinatario puede esperar que el emisor realiace para ser relevante varía de acuerdo
con las circunstancias, el emisor y la relación que existe entre emisor y destinatario. Lo que cuenta como relevancia
suficiente varía con la forma en que la información es accesible o puede hacerse accesible para el destinatario a lo
largo del tiempo.

¿Cuáles son las diferencias entre la teoría de la relevancia y el enfoque de Grice?

Para nosotros, el único propósito que un verdadero emisor y un oyente bien dispuesto tienen necesariamente en
común es el de conseguir una comunicación satisfactoria, es decir, que el oyente reconozca la intención informativa
del emisor. Grice supone que por encima del objetivo de conseguir una comunicación satisfactoria, la comunicación
tiene que tener “un propósito o un conjunto de propósitos comunes, o, por lo menos, una dirección mutuamente
aceptada” (Grice 1975)

Una diferencia más radical entre el enfoque de Grice y la teoría de la relevancia es la siguiente: el principio y las
máximas de Grice son normas que el emisor y el oyente deben conocer para poder comunicarse adecuadamente.
Generalmente, los emisores cumplen las normas, pero también pueden infringirlas para alcanzar determinados
efectos, y el oyente utiliza su conocimiento de las normas para interpretar la conducta comunicativa.

El principio de relevancia, por el contrario, es una generalización sobre la comunicación ostensivo-inferencial. Los
emisores y los oyentes no necesitan conocer el principio de relevancia para comunicarse más de lo que necesitan
conocer los principios de la genética para reproducirse. Los emisores no “siguen” el principio de relevancia, y no
podrían violarlo aunque quisieran. El principio de relevancia se aplica sin excepción: todo acto de comunicación
ostensiva comunica una presunción de relevancia. Lo que el oyente utiliza en la comprensión inferencial no es el
principio general, sino el hecho de que una determinada presunción de relevancia haya sido comunicada por y con
respecto a un determinado acto de comunicación.
Al explicar la conversación, Grice parte de una distinción entre lo que se dice explícitamente y lo que se implica. No
se da ninguna explicación de la comunicación explícita; básicamente se da por supuesto que lo que funciona es el
modelo del código, donde un código se concibe como un conjunto de convenciones. Las implicaturas se explican
como supuestos que el oyente debe construir para preservar la idea de que el hablante ha obedecido a las máximas
o, por lo menos, al principio de cooperación. El principio de relevancia pretende explicar la comunicación ostensiva
en su totalidad, tanto la explícita como la implícita.

VALLE ARROYO, FRANCISCO 1992. Psicolingüística

Comprensión de textos

Un texto nunca es lo suficientemente explícito. El autor justamente transmite aquello que cree que es suficiente para
que el lector pueda extraer del texto lo que él pretende expresar. El oyente o lector no se limita a recibir pasivamente
el input como si en él estuviera dado ya el significado, sino que de alguna forma lo construye a partir del input,
aportando sus conocimientos previos que le permitirán forma inferencias y resolver los problemas de referencias, lo
cual permitirá formar un todo integrado en el que se hace muchas veces imposible distinguir la parte proveniente del
texto de aquellas otras que son producto del sujeto.

La investigación que Bransford y sus colegas desarrollaron a lo largo de la década de los 70, se inscribe en la línea
bartlettiana de destacar la importancia de los esquemas de conocimiento como principio de organización,
anticipación y reconstrucción de lo visto u oído. El conocimiento previo del sujeto, debido a la educación que ha
recibido, o el título previo, influyen y condicionan la interpretación final.

Un esquema es una estructura abstracta de conocimiento en la que los conceptos integrantes se encuentran
relacionados y especificadas las distintas funciones que pueden desempeñar.

El título puede ser suficiente para activar el esquema apropiado con lo cual el sujeto puede encajar perfectamente lo
que lee. El momento en que el título ejerce su función no es en el recuerdo sino durante la comprensión. Se podría
pensar que le título no mejora la comprensión sino que sirve de esquema de recuperación.

Anderson y Pichert (1978) demostraron que los sujetos pueden recordar en un segundo intento muchas ideas que no
habían aparecido en la primera prueba de cuerdo, si previamente al segundo intento se les proporcionaba una
perspectiva diferente

Inferencias

Se distingue entre inferencias necesarias (inferencias puente de Clark) y optativas o elaborativas. Las primeras son
aquellas absolutamente imprescindibles para que se pueda lograr la comprensión. Las segundas, como su nombre
indica, no son imprescindibles para poder formar un todo coherente y relacionado, peri si el sujeto realmente se vale
de los esquemas para la comprensión puede, siempre que en el texto no se afirme nada en contra, formar inferencias
a partir de los “valores estándar”.

Lógicamente, esta distinción entre inferencias necesarias y optativas es algo que solo se puede decidir a posteriori. El
sujeto no puede saber, en cada momento del procesamiento, qué tipo de información (inferencias incluidas) pueda
resultar imprescindible en el futuro.

Sanford y Garrod establecen la distinción entre “procesamiento primario” y “procesamiento secundario”. El primero
sería fundamentalmente automático y, por consiguiente, no consumiría tiempo; en tanto que el segundo sí
incrementaría el tiempo de procesamiento.

La teoría de Sanford y Garrod está plenamente dentro del marco de los esquemas, aunque ellos prefieren usar el
término de “escenario”. Tan pronto como el texto sugiere un determinado escenario, mediante, por ejemplo, una
descripción parcial del mismo o una caracterización apropiada de uno de sus personajes, éste se activa en su forma
completa –y no solo aquella parte sugerida por el texto- de manera que cualquier referencia a algún componente del
escenario (actores, roles, etc.) puede resolverse de inmediato sin necesidad de hacer ningún tipo de inferencia.

“Para cualquier input, búsquese la estructura de datos (esquema o escenario) con el que tiene relación más fuerte e
interprétese lo que viene a continuación desde esa perspectiva hasta que sea necesaria una estructura nueva”.
(Sanford 1987)

Los datos experimentales demuestran dos cosas con claridad: 1) que el sujeto forma, tan pronto como puede, un
escenario dentro del cual encaja e interpreta lo que le va llegando, es decir, que va formando una representación que
trasciende lo que dice el texto, y 2) que con tal que algo forme parte del escenario (en alguno de los roles), cualquier
referencia a ese algo se resuelve inmediatamente (sin necesidad de inferencias puente).

Una vez que el esquema se ha activado, permanecerá en función mientras no se encuentren indicaciones en contra
que pueden provenir del propio texto. Parece existir una relación entre la dependencia del escenario, los personajes
principales y un cambio en el tema. En cada esquema existen personajes con sus roles estrictamente ligados al
mismo, pero en toda historieta existen actores principales (protagonistas) que se espera que puedan participar en
otros esquemas diferentes. El proceso de comprensión está realmente guiado por un esquema, que la interpretación
es inmediata y de acuerdo con él y que los elementos sugeridos por el esquema permanecen activados en la
memoria siempre y cuando no se haya producido un cambio de foco. Es posible que la comprensión esté inicialmente
muy ligada al input lingüístico a través de la “forma lógica y que solo después se produzca la integración en un
esquema.

Integración

El producto final de la comprensión forma un todo en el que en cierta medida se confunden la información
proveniente del texto y las inferencias (al menos las necesarias) que el sujeto ha hecho durante la comprensión,
basándose en los conocimientos anteriores relevantes para la interpretación. Las proposiciones individuales solo
existen como parte de un todo semántico complejo, que es precisamente lo que se conoce con el nombre de
integración.

UNIDAD 2: LA VARIACIÓN LINGÜÍSTICA COMO EXPRESIÓN DEL DINAMISMO COMUNICATIVO

DEKKER ADRIAAN Y DE JONGE, ROBERT. 2006. “Phonology as human behavior. The case of Peninsular Spanish”

Complejidad de articulación

En relación con este estudio, la Complejidad de Articulación toma dos formas: el número de articuladores requeridos
para la producción de un fonema, y el relativo grado de control requerido para ejecutar ese gesto. La hipótesis sobre
el Articulador Adicional supone que las consonantes que requieren más de una acción articulatoria (es decir, una
acción oral más sonoridad) son más difíciles de producir que las simples y, por ende, serán menos frecuentes que las
consonantes que requieren una sola acción articulatoria.

La hipótesis de la Explosión (Davis 1984) predice que las oclusivas serán más frecuentes que sus equivalentes
fricativas en la posición inicial. Entonces, la producción de una fricativa es más compleja y se espera que ocurra
menos frecuentemente en comparación con la relativa facilidad de las oclusivas sordas.

La hipótesis de Visibilidad

Cuanta más visibilidad tenga una consonante en la posición inicial, más efectivo será su impacto comunicativo, y por
lo tanto más frecuentemente los hablantes tenderán a usarla.
DIVER, WILLIAM. 1995. “Theory” Meaning as Explanation: Advances in Linguistic Sign Theory

La fisiología humana

Lo que llamamos informalmente lenguaje es un instrumento único de comunicación en los seres humanos. Los
humanos han mejorado su sistema de mecanismo de producción de sonido en el área de las cuerdas vocales, lo cual
hace posible la producción de un gran número de sonidos distintivos. Otra capacidad es la correspondiente al
desarrollo del sistema nervioso central que provee los controles necesarios para los movimientos de una musculatura
muy precisa.

La inteligencia humana

Los humanos son beneficiados por el desarrollo de la inteligencia o la habilidad de resolver problemas, lo cual hace
posible la unión de mensajes de un grado de complejidad mucho mayor e inferir en la comunicación aun cuando la
información es escasa.

Economía

Esta característica, compartida con otras especies, es la que se refiere generalmente a la economía del esfuerzo; es
decir, el evitar el uso de un grado mayor de precisión al necesario para lograr realizar cualquier tarea dada. Los cuatro
factores –la comunicación, el mecanismo de producción sonora, la inteligencia y la economía- saturan la estructura y
funcionamiento del lenguaje. El término “teoría” se usará para referirse a un resumen de características generales de
soluciones exitosas a problemas individuales.

La elección de las observaciones y de las disciplinas

Un abordaje que comience con las ondas sonoras como observaciones, tiene como característica principal que no
comienza con ninguna categoría subjetiva del pensamiento. Por el contrario, las categorías con las que termine serán
resultado del análisis.

La estructura de la teoría

Al establecer que el problema es el descubrimiento de lo que motiva al origen de determinada forma de onda sonora
producida por el aparato bucal del ser humano ¿cómo se ve la solución? El término “teoría” se aplica a las
interrelaciones entre sus componentes –observaciones, hipótesis, orientaciones. La teoría es la forma general de la
solución dada al problema postulado por las observaciones. Las hipótesis proveen los detalles de la solución
demostrando la relación de causa y efecto entre las orientaciones y las observaciones.

La relación de la teoría y el análisis

La teoría, como representación inclusiva de la experiencia analítica, está abierta constantemente a revisión,
generando así nuevas instancias de análisis. El estudiante de una lengua, entonces realiza hipótesis por
comparaciones repetidas de ondas sonoras con comunicaciones. La observación se basa en el reconocimiento de que
un morfema dado se construye por medio de ciertos fonemas y que, en medio de todas las variaciones, hay cierta
consistencia en la producción de sonido característica de cada fonema.

Los fonemas se presentan en un cierto orden en sí mismos, ¿por qué? La primera respuesta es que ciertos fonemas
se presentan en un cierto orden porque éste es el orden en el cual regularmente aparecen dentro de algún morfema,
entonces sabemos que tenemos un ordenamiento de ondas sonoras identificables desde la selección de un morfema
particular.
Variación

Se requiere de la inteligencia del receptor para la interpretación de la producción imprecisa y variante del hablante.
El procedimiento más austero es el de observar cómo un individuo “habla” y aceptar esto como una representación
de todos los diferentes modos que existen de “hablar”. Asumir un ideal requiere que se asuman a priori conceptos
que el investigador no conoce bien y que necesariamente ignoran la realidad de la observación.

Las hipótesis

Las hipótesis, las ondas sonoras son producidas por personas. El problema es descubrir qué motiva a las personas a
producir ondas sonoras específicas en un momento en particular. El propósito de la hipótesis es revelar el motivo
demostrando la relación entre lo observado y las orientaciones, ya que las orientaciones representan las
circunstancias controladas en todo el procedimiento. Es decir, la motivación esencial es la comunicación, y los
detalles de cómo la comunicación se encuentra afectada son controlados por consideraciones concernientes a la
fisiología del individuo por medio de los principios de la acústica y por características normales del comportamiento
humano.

El punto de discusión es encontrar respuestas, como sugerí anteriormente, a las preguntas de la motivación: por qué
ciertas ondas sonoras son producidas y por qué se producen de determinada manera.

El aumento en el inventario del habla humana

El aporte de las cuerdas vocales es una constante forma de excitar las diferentes cavidades bucales. Las variaciones
en frecuencia y amplitud de los sonidos producidos por las cuerdas vocales se utilizan para comunicarse, pero no,
salvo vagas excepciones, incrementando el inventario de unidades fonológicas o contribuyendo a la formación de
morfemas en la misma medida en que lo hacen los fonemas.

Un posible orden del desarrollo

Las unidades fonológicas mostradas pueden ahora ser categorizadas en términos de dos variables: la musculatura
usada en la formación y la medida de la apertura controlada por la musculatura, por aquella muscula con relación a
la excitación (la formación concomitante la proveen los labios, pero es omitida para mantener la simplicidad del
diagrama). La musculatura en particular será llamada “articulador”; el grado de apertura “abertura”.

La motivación del “factor humano”, la precisión del control, favorece algunos tipos de combinaciones de ondas
sonoras más que a otras, hasta el punto de que la selección de un morfema en el texto lleva a las características de
las ondas sonoras. Para ello, existe una base cuantitativa para los comentarios sobre la preferencia de ciertos usos de
unidades fonológicas sobre otras.

Unidades gramaticales

Hemos visto cómo las unidades de fonología se combinan para formar morfemas. Teniendo en cuenta que un
morfema puede estar compuesto por tan solo una unidad fonológica, la diferencia importante entre morfema y
fonema no es que uno está compuesto por el otro, sino que las hipótesis sobre los morfemas incluyen la aseveración
de que hay una contribución al contenido de la comunicación, algo que no sugiere como característica de las
unidades fonológicas en sí. Nos sentimos en libertad de utilizar el término “significado” para referirnos a la
producción comunicativa de alguna unidad menor, una sobre la que sí lanzamos hipótesis, un morfema.

El proceso de comunicación
Cuando el análisis es abordado en términos de una oración, surge un rol para el morfema. El significado total de una
oración se divide en sus partes componentes y el análisis sintáctico establece la relación entre estas partes y los
varios morfemas. Cada parte de la totalidad del significado de la oración se correlaciona con algún morfema.

La integración de la gramática con el léxico – la relación satélite

Nuestro procedimiento analítico revela no solo que existen estos dos tipos de morfema (lexema, gramema) ,en
términos de diferentes tipos de producción comunicativa, sino que hay una relación característica entre ellos. Nos
referiremos a ella como relación satélite, en la cual el morfema lexical es el “sol” y el morfema gramatical el
“planeta”.

El efecto satélite se aplica no solo a la relación morfológica (por ej: la relación del “sufijo” con la “raíz”), sino también
a la relación entre dos significados. El significado gramatical da información sobre el significado lexical y no al revés.
“Caballo-s” indica una pluralidad de equinos, no una “equinidad de plural”.

De los dos aspectos de la relación, el significado es analíticamente más crucial que la morfología. Encontramos que
necesitamos reconocer la relación satelital entre significados aun donde no hay relación morfológica “directa”.

Cada grupo social intenta dirigir a sus miembros en la dirección del uso estándar, pero la presión que se ejerce nunca
es del todo exitosa. Por lo tanto, la noción de “inglés correcto” tiene bastante que ver con los esfuerzos que un grupo
ejerce para hacer cumplir normas a otros miembros del grupo.

El factor humano

Existe una sintaxis de la oración con sus propias reglas, independientemente de cualquier acto comunicativo, y existe
además el comportamiento de las personas que emplean la sintaxis que nada tiene que ver con el comportamiento
humano de todos los días. El análisis que sigue, entonces, nos ha llevado a desechar el análisis semántico, hacia la
posibilidad de que la forma en que los morfemas se usen en un texto puede ser justificada por la asignación de un
valor semántico a morfemas individuales. Por el contrario, el uso de los morfemas puede justificarse
gramaticalmente.

Lo que queda implícito en nuestra discusión es que la falta de éxito del análisis semántico deriva del concepto de
autonomía. La relación de la “lengua” con el hablante es justo lo opuesto a la autonomía. Como ya hemos dicho, el
individuo crea un dispositivo único de comunicación y lo explota de maneras individuales que son totalmente
consistentes con la forma en que cualquier actividad diaria humana se lleva a cabo.

Estructura interna: sustancia y valor

El término “valor” se refiere entonces a la manera en que la sustancia se divide. La sustancia es de crucial
importancia para entender cómo ocurre la comunicación. En la escuela de Praga, el término “oposición” también es
usado pero sin el análisis extendido que le damos nosotros. Por lo tanto, no reconocen la distinción entre oposiciones
bilaterales y multilaterales, miembros marcados y no-marcados, ni tampoco la neutralización. La distinción
fundamental de la división de la sustancia semántica es entre oposiciones de exclusión y oposiciones de inclusión.

Unidades léxicas

En un cierto punto de nuestra investigación, encontramos que los morfemas se agrupan en dos categorías: una que
tiene la característica sistemática de una categorización exhaustiva de la sustancia semántica, proclive a establecer
relaciones satélite; y otra que no.

La complejidad de la gramática está directamente relacionada con la sintaxis que contiene usos arbitrarios e
idiomáticos, haciendo muy difícil definir las contribuciones de la gramática y la lexis.
La imprecisión en la gramática está restringida por la sustancia semántica y la relación de valor con otros miembros
del mismo sistema. La multiplicidad de “usos” listados en la sintaxis no proviene de la gramática misma, sino de las
varias formas en que el significado se combina con otros componentes de la comunicación, otorgando una gran
variedad de resultados. Pero lo que revela nuestro análisis constantemente es que la contribución del significado
gramatical es persistente.

El éxito del hablante en la utilización de uso apropiados para los significados gramaticales con sus sustancias
semánticas sugiere que el sistema gramatical ha sido aprendido como una entidad. El uso apropiado dependerá de la
conciencia general del hablante. La unidad léxica se diferencia por su fonología y no por su historia.

El desarrollo y testeo de las hipótesis

El primer punto y el más importante es que el análisis semántico no se puede realizar sobre una base superficial. Un
caso típico de análisis semántico realizado por un sintactólogo es en el que dos elementos léxicos “sinónimos” que
suponen tener el mismo significado, se demuestra por medio de las propiedades distributivas de las palabras que no
es así ya que no aparecen en la misma construcción. De lo cual deducimos que el análisis semántico ha fallado en la
resolución del problema y se tuvo que recurrir a la sintaxis para establecer las diferentes construcciones.

Prueba cualitativa

La impresión que se tiene desde afuera es que este tipo de juicio es ad hoc. Lo que ocurre siempre es una variación
infinita de los mensajes a ser comunicados, los limitados medios ofrecidos por los significados propios del
instrumento y el ilimitado ingenio con el cual el hablante habilidoso se las arregla para comunicarse. Es la tarea del
analista reconstruir las herramientas de comunicación del hablante y cada demostración será ad hoc, ya que nunca
dos problemas comunicativos son exactamente los mismos. Lo que el analista tiene que averiguar es cómo ocurre la
constante contribución de los significados, de las hipótesis bajo consideración, de todas las otras variables que
seguramente se harán presentes.

Prueba cuantitativa

La hipótesis de que cierta señal tiene cierto significado, y que éste tiene cierto potencial para varias explotaciones en
la composición de los mensajes aparecerá en la misma parte del texto. Esto nos da la posibilidad de realizar un
análisis cuantitativo, estableciendo correlaciones entre el significado asignado a la señal en el sistema gramatical y
otras características semánticas del texto.

Conclusión

El problema se soluciona estableciendo qué motivó al hablante a producir esas ondas en particular. Lo que comenzó
como un problema en la física, se transfiere a un problema de comportamiento humano. Más precisamente, para
proveer un análisis satisfactorio del problema acústico, es necesario introducir un análisis del comportamiento
humano, que es el origen de las observaciones acústicas.

Las motivaciones generales (orientaciones) descubiertas por el análisis se derivan de los principios de la acústica, de
las características de la fisiología humana con respecto a ciertos mecanismos de producción acústica y mecanismos
de recepción sonora, de patrones de comportamiento humano normales que se determinan como economía del
error e inteligencia, y principios de la comunicación.

La demonstración de cómo las orientaciones motivan a las observaciones se desarrolla a través de una red de
hipótesis que muestran en detalle cómo cada una de ellas se conecta entre sí. Las hipótesis se postulan solo por esta
razón, y no deben contener nada que sea contradictorio a las observaciones o por las orientaciones. La red de
hipótesis puede presentarse como si formasen una progresión ordenada de las observaciones de las motivaciones, a
pesar de que esto no refleja el procedimiento real de análisis y de la formación de hipótesis.
Las hipótesis más cercanas a las observaciones son aquellas normalmente encontradas en el análisis fonético, es
decir, un inventario de sonidos distintos usados de manera diferente con el propósito de comunicarse. La conexión
entre los fonemas y las observaciones es establecida por medio de la formulación de hipótesis de ciertas
características fisiológicas del mecanismo de producción acústico con respecto a cada fonema.

Las ondas sonoras varían individualmente. Las unidades fonológicas se combinan para formar unidades reveladas por
el análisis morfológico. La forma en que se combinan está determinada por la interacción de los principios de
economía del esfuerzo con la progresión de movimientos musculares asociados a cada unidad fonológica.

Las unidades morfológicas son reveladas por medio del análisis del significado, es decir, elementos semánticos que
pueden utilizarse para sugerir el mensaje que se comunica.

Las unidades gramaticales están organizadas en sistemas en los cuales la sustancia semántica está completamente
dividida en partes y cada parte es asignada a una señal. Cada parte se llama significado. Cada señal es usualmente
una unidad morfológica hecha de unidades fonológicas en un sistema cerrado llamado “cero”; es decir, una ausencia
de cualquier miembro del sistema en la posición donde la señal del sistema ocurre.

Los sistemas pueden combinarse en interlocks donde dos o más sustancias semánticas y sus significados son
señalados simultáneamente por un grupo solo de señales. El interlock es la organización más compleja descubierta
en las unidades gramaticales.

Cada individuo crea un método único de comunicación con entrecruzamiento entre los individuos para que la
comunicación ocurra. Cuando estudiamos el proceso de comunicación en detalle, llegamos a la decisión de que los
hablantes se comportan de acuerdo con una red determinada de hipótesis. Llegar a esa decisión es la tarea
fundamental del analista.

TOBIN, YISHAI. 2006. “Phonology as human behavior. Inflectional systems in English”

La teoría: Fonología como Comportamiento humano

Los parámetros más importantes de la teoría son presentados de acuerdo con la definición semiótico-funcional del
lenguaje como un sistema de signos usado por los humanos para comunicarse. El axioma fundamental que subyace a
la teoría es que la lengua representa una tensión entre el deseo de máxima comunicación (el factor comunicativo)
con el mínimo esfuerzo (factor humano). La contribución más importante de la teoría de la PHB es que aporta una
explicación para la distribución de los signos en el habla: esto es, nos dice por qué la distribución de los fonemas en
la lengua no es azarosa, sino motivada.

La visión de la fonética y la fonología como comportamiento humano

Los sonidos deberían ser clasificados en fonemas vs alófonos sobre la base de: 1) su contribución a la comunicación:
el factor comunicativo; 2) los rasgos distintivos, articulatorios y acústicos específicos primarios versus los no
distintivos secundarios que los hablantes deben aprender: el factor humano; 3) la relativa no previsibilidad de la
distribución de los fonemas en pares mínimos (el factor comunicativo) versus la previsibilidad de la distribución
complementaria de los alófonos (el factor humano).

La lengua en general y la fonología en particular puede ser entendida como la tensión entre: el deseo por producir la
máxima comunicación con el mínimo esfuerzo.

LABOV, W. 1983. Modelos sociolingüísticos

La motivación social de un cambio fonético


Al correlacionar el modelo lingüístico complejo con las diferencias paralelas en la estructura social, será posible aislar
los factores sociales en los que se basa el proceso lingüístico. El problema de explicar el cambio del lenguaje parece
descomponerse a su vez en tres problemas distintos: el origen de las variaciones lingüísticas; la extensión y
propagación de los cambios lingüísticos; y la regularidad del cambio lingüístico.

No todos los cambios están perfectamente estructurados, y ningún cambio ocurre en un vacío social. Incluso la más
sistemática mutación en la cadena hablada se produce con una especificidad de tiempo y lugar que exige ser
explicada.

El punto de vista de este estudio consiste en que no se puede comprender el desarrollo del cambio de un lenguaje
fuera de la vida social de la comunidad en la que ocurre. O, dicho de otra manera, las presiones sociales están
operando continuamente sobre el lenguaje, no desde un punto remoto del pasado, sino como una fuerza social
inmanente que actúa en el presente vivido.

La estratificación social de la (r) en los grandes almacenes de Nueva York

El habla de la entrevista es un habla formal –no en el sentido absoluto, pero sí en comparación con la manera de
hablar de la vida cotidiana-. En su conjunto, la entrevista es un discurso público, dirigido y controlado como
respuesta a la presencia de un observador extraño.

La variable lingüística (r) es un diferenciador social en todos los niveles del habla de Nueva York y en segundo lugar,
que los fenómenos de habla de carácter fugaz y anónimo pueden ser utilizados como base para un estudio
sistemático del lenguaje. Si colocamos dos subgrupos cualesquiera de hablantes neoyorquinos según una escala de
estratificación social, ocuparán las mismas posiciones de orden que según su uso diferencial de (r).

La estratificación social es el producto de la diferenciación y de las evaluaciones sociales. La normal actividad de la


sociedad ha producido diferencias sistemáticas entre determinadas instituciones o personas, y que estas formas
diferenciadas han sido, mediante acuerdo general, establecidas en jerarquías o estatus de prestigio. La actividad
profesional de una persona está más estrechamente relacionada con su comportamiento lingüístico.

El efecto estratificador más importante, entre empleados, es el prestigio del establecimiento, al igual que las
condiciones de trabajo. Son estos dos aspectos de la estratificación social –diferenciación y evaluación- los que hay
que buscar en las relaciones entre los tres almacenes y sus empleados.

El método consiste en la recogida sistemática de fenómenos de habla casuales y anónimos. Aplicado a un marco no
bien definido, este método podría verse sometido a todo tipo de deformaciones y sería difícil precisar qué población
es la que ha sido realmente estudiada. El resultado nos proporcionará una visión del papel que el habla desempeña
en la impresión social de conjunto que los empleados producen en los clientes.

El método

En la medida en que el informante estaba implicado, este intercambio consistía en una interacción normal vendedor-
cliente, apenas consciente, y en la que la relación entre los hablantes es tan casual y anónima, que a duras penas
podría hablarse de un encuentro. Una relación de este tipo suponía la mínima intrusión en la conducta del sujeto: el
lenguaje y el uso del lenguaje no entraban en cuestión.

Las observaciones rápidas y anónimas son el método experimental más importante en un programa lingüístico que
tome como principal objeto el lenguaje utilizado por la gente corriente en sus asuntos cotidianos.

Estratificación general de (r)

Como la hipótesis indicaba, los grupos están estratificados en grupos según su uso diferencial de (r-1) en el mismo
orden en lo que están según factores extralingüísticos. La sustitución de la influencia de la pauta de prestigio de
Nueva Inglaterra (ausencia de r) por la pauta (presencia de r) del Midwest aparece con mayor nitidez en Saks. Los
jóvenes de Saks están influenciados por la pauta de la r pronunciada, y los mayores no.

Cuando los hablantes que ahora tienen 40 y 50 años eran pequeños, la norma de prestigio era (r-0) y no (r-1). Antes
de la Segunda Guerra Mundial, las escuelas de Nueva York estaban dominadas por la tradición anglófila que pensaba
que (r-1) era una forma provinciana, una incorrecta inversión de la consonante, que debía pronunciarse
correctamente la r ortográfica.

Se observa un reflejo de la inseguridad lingüística de la clase media baja, que ha llevado a la generación mayor a
adoptar la norma más reciente (r-1) con preferencia a la antigua. El proceso de socialización lingüística es más lento
para los grupos de clase media baja no universitarios, que para los de hablantes de clase media alta: estos comienzan
a ajustarse a la nueva norma en los últimos cursos de la enseñanza secundaria.

MARTÍNEZ, ANGELITA Y ADRIANA SPERANZA. 2009. “Variaciones lingüísticas: usos alternantes”

Introducción

Cuando un mismo hablante puede alternar formas lingüísticas distintas para crear un mensaje equivalente, nos hallamos
en presencia del fenómeno llamado variación. En la actualidad, el interés se halla dirigido al análisis de los procesos de
variación en el campo de la sintaxis en cuyo abordaje subyace la polémica sobre la motivación semántica y pragmática de
las elecciones gramaticales, es decir, sobre cuáles son las necesidades comunicativas que llevan al hablante a preferir una
u otra forma.

Los orígenes del concepto de variación

La teoría sociolingüística de William Labov ha fundamentado sus estudios en la variación y definido los usos variables
como formas alternativas de decir lo mismo, es decir, ha pretendido establecer que las variantes de una variable poseen
el mismo valor de verdad. Según Labov (1966): “la variación lingüística está socialmente condicionada”.

Sin embargo, esta perspectiva fue posteriormente cuestionada por otros investigadores en lo que concierne a la
imposibilidad de que en la variación no fonológica el significado sea el mismo para todas las formas alternantes.
Consistente con esta última visión, el uso alternante se sustenta en la noción de equivalencia referencial que supone dos
maneras distintas de remitir al mismo referente. Según Martínez (1999): “El concepto de ‘variación’ presupone la
equivalencia comunicativa de diferentes unidades lingüísticas y una distribución parcial o totalmente superpuesta”.

Los usos variables responden a motivaciones por las cuales el hablante manifiesta diferentes perspectivas frente a la
misma escena. Según Company (2003): “un cambio lingüístico es una innovación creativa que logra éxito comunicativo,
eficiencia comunicativa, y que garantiza que se preserve la comunicabilidad”.

El uso del lenguaje y las necesidades comunicativas de los hablantes van generando opciones sintácticas que muchas
veces provocan cambios lingüísticos. El dinamismo gramatical es propio de la lengua en uso. La sintaxis constituye, como
lo sugiere el término ‘emergent grammar’ adoptado por Hopper (1988), una cristalización del uso. La variación es la
expresión en un estado de lengua de los movimientos internos y su abordaje resulta primordial para analizar el cambio
lingüístico en progreso.

Variación y contexto

Un análisis de la variación lingüística debe proponer el descubrimiento de los factores contextuales que influyen en la
selección de las formas sin dejar de tener en cuenta la relación entre el aporte significativo de las mismas y su contexto
de aparición.

Las gramáticas contemplan la existencia de ciertos usos variables que constituyen lo que hemos denominado variación
normativa. Esto significa que la existencia de determinadas formas alternantes no representa en el uso del lenguaje una
“desviación de la norma” ni tampoco es considerada un “error”. En efecto, estas formas aparecen contempladas en la
descripción normativa del funcionamiento del español. Sin embargo, en el uso cotidiano del lenguaje nos encontramos
con formas en variación que no aparecen contempladas por las gramáticas pero que son toleradas por la comunidad de
habla y que constituyen lo que hemos denominado la variación no normativa y por último la variación lingüística
estigmatizada, que es la que posee una evaluación negativa por parte de la comunidad.

Variación y significado

El reconocimiento del significado básico de cada una de las formas en variación y la congruencia entre el significado y sus
contextos de aparición resultan herramientas clave para la comprensión del uso del lenguaje.

Variaciones morfosintácticas

- Variación verbal
- Variación en el uso de los pronombres: leísmo, laísmo, tu/vos
- Variación en el orden de palabras: adjetivos (no) restrictivos
- Elisión de elementos lingüísticos: artículos (in) definidos

UNIDAD 3 : LAS ARTICULACIONES DE LA LENGUA


GARCÍA, ÉRICA. 1995. “Frecuencia (relativa) de uso como síntoma de estrategias etnopragmáticas”

Introducción

El contacto entre lenguas se refleja en préstamos léxicos e interferencias sintácticas cuya mera presencia revela la
interferencia del sistema materno. Esto puede diferir en su condicionamiento social, los préstamos se originan sobre
todo en la lengua de prestigio, mientras que los de los sustratos lingüísticos proceden sobre todo las inferencias.

Esta asimetría resulta comprensible si se tiene en cuenta: 1) que hay motivos sociales muy válidos para asimilar el
propio habla lo más posible a la lengua de superior prestigio y; 2)que un hablante está mucho más consciente del
léxico que emplea que de la sintaxis en que lo integra.

La combinación y colocación de formas está sujeta solo a las exigencias de la relevancia y la coherencia comunicativas
y en este libre juego combinatorio nunca están dadas, definitivamente, las fronteras del idioma. El contacto entre dos
culturas puede ser rastreado en el uso.

Sintaxis como libre combinabilidad

La sintaxis constituye, como sugiere el término ‘emergent grammar’ adoptado por Hopper (1988), una cristalización
del uso. Lo regular de las estructuras sintácticas no garantiza que los hablantes estén siguiendo reglas. Si la sintaxis
resulta de la colocación más coherente de los recursos lingüísticos, en el uso corriente no podrán ser igualmente
frecuentes los diversos ordenamientos posibles.

Una aproximación pragmática al uso lingüístico que respete la naturaleza combinatoria del fenómeno sintáctico exige
un análisis cualitativo y cuantitativo a la vez. Importará no solo qué estructuras contiene la lengua sino, también,
cuándo se recurre a ellas y, sobre todo, cuánto se recurre cuándo a qué estructura.

Valor metodológico de la frecuencia relativa de uso

Toda categorización presupone el “perfilamiento” de una situación, o sea, la selección de ciertos rasgos que se
destacan contra el fondo de las demás características (MacLaury 1991). Esto sugiere que la variación en la expresión
con la que se describe la “misma” realidad básicamente refleja diferentes perspectivas por parte del hablante.

La variación en la expresión lingüística refleja un distinto perfilamiento cognitivo de la realidad descrita. La a


frecuencia relativa de uso podrá verse, entonces, como un reflejo de valores y actitudes culturales, a menudo
inexplícitas. “La situación normal” no está dada a priori ni “universalmente”, sino que depende de nuestra visión del
mundo.

La frecuencia relativa constituye uno de los criterios que determinan cuál de dos alternativas expresivas es la forma
“marcada”: si como “no marcada” cuenta la alternativa más frecuente, es porque la “marcada” se usa en los casos
excepcionales (Waugh 1982) La inferencia podría manifestarse indirectamente, a través de un uso anormalmente
frecuente de una variante insólita en un contexto inesperado.

El proyecto “etnopragmático”: frecuencia insólita como síntoma de variación cultural

En expresiones existenciales/locativas se usa haber con objetos indefinidos, estar con sujetos definidos concretos y
ser para sujetos abstractos. El recurso estar más bien que haber no sería accidental. Porque estar, que presupone la
identificación del referente destaca más el objeto localizado que haber, que meramente anuncia su existencia.
Mediante estar se focalizan los objetos cuya existencia o ubicación es de central importancia para el discurso. Se
analizó el uso de aquellos informantes que recurrieron a estar en expresiones locativas con sujetos indefinidos
concretos.

Estimamos que un objeto que se presenta (o localiza) en el presente tiene mayor probabilidad de ser focalizado que
uno cuya existencia o ubicación era relevante en el pasado; que se focalizará antes un objeto cuya ubicación se
explicita, que uno cuya ubicación se calla; antes un objeto “mágico” que uno “no mágico”, uno al que se hace
referencia en una cláusula principal, que en una subordinada. Con estar se focaliza la ubicación o existencia de
objetos dignos de atención, entre los que, para algunos hablantes, figuran los objetos “mágicos”.

En la narrativa oral de la zona chaqueña llama la atención la alta incidencia de le para objetos directos. Los
parámetros que normalmente afectan dicho uso en la norma culta, o sea el género del objeto (referente masculino
favorece le, femenino la) y lo animado del objeto o del sujeto del verbo (referente animado favorece le, inanimado
lo; sujeto animado del verbo favorece lo, inanimado le).

Sobre la elección de clítico parece influir más el carácter del sujeto (animado o no) que el del propio referente. Esto
es francamente insólito desde la perspectiva del hablante porteño, para quien con el caso pronominal se categoriza,
en primer lugar, el grado de participación del referente mismo.

La connotación cultural es un factor cognitivamente real para por lo menos algunos hablantes chaqueños: se
manifiesta en la frecuencia con que aplican la categorización hispana de dativo vs acusativo a los referentes de “su
mundo”. No es solo en casos de “contacto” que la frecuencia relativa de uso puede verse como un síntoma de la
perspectiva cognitiva: esto es así aun en el uso más “normal”.

HUFFMAN, ALAN. 2001. "The linguistics of William Diver and the Columbia school”

Al focalizar los datos provenientes del discurso espontáneo, la escuela de Columbia ha dado una visión de la
estructura gramatical dominada por la función comunicativa del lenguaje y por el efecto de características de la
conducta humana tales como la inferencia y la minimización del esfuerzo. De los mismos principios orientadores
deviene una fonología explicativa, completamente “natural” y basada en sustancia fonética no meramente
descriptiva.

Diver dio el paso radical de definir una lingüística que no es el estudio de la oración. Él y sus seguidores han
demostrado, no solo en forma programática, sino con análisis concretos y detallados que la estructura lingüística
puede ser entendida y descripta sin las categorías tradicionales de la sintaxis.

La clave para la comprensión es el significado lingüístico y el seguimiento de las formas lingüísticas que ocurren
realmente como un control a la postulación de significados. La visión de Diver reconoce que las formas codifican
mucho menos que los mensajes que comunican, que son herramientas muy pobres y que gran parte de la
comunicación se logra no a través del código lingüístico sino a través de la inferencia y la habilidad para sacar
conclusiones. Aplicó técnicas innovadoras de pruebas, incluyendo análisis cuantitativos.

Existen dos factores independientes de cualquier teoría de la estructura interna del lenguaje: la función comunicativa
del lenguaje, y características conocidas de la conducta humana (el factor humano).

Una visión instrumental del significado lingüístico

El significado lingüístico, como un mecanismo para explicar la ocurrencia de formas lingüísticas no corresponde a
algunas categorías del mundo real independientes del lenguaje. Ferdinand de Saussure tenía razón, entonces (1971)
que el lenguaje es ante todo un principio de clasificación. El lenguaje no refleja solamente una categorización
universal a priori; el lenguaje impone una categorización. La comunicación se alcanza por un proceso de
construcción; no es el resultado de la simple transmisión a través de elementos lingüísticos codificados.

El significado de una forma es aquel que la forma codifica y contribuye al proceso comunicativo consistentemente.
Un mensaje es un producto comunicativo, y es el resultante de la inferencia humana que opera en muchas clases
diferentes de input, tanto lingüístico como no lingüístico. Los mensajes no se codifican en formas. Un significado, por
otro lado, es puro input lingüístico, codificado en una señal. Un significado no se expresa a menos que tenga una
señal identificable; del mismo modo, una forma no es una señal a menos que se pueda enunciar su significado.

Al diferenciar significado lingüístico de mensaje y escena, Diver separó vertientes distintas en el pensamiento
tradicional sobre el significado para excluir otras clases de “significado” y focalizar en esta herramienta, la concepción
instrumental del significado lingüístico. Los significados de Diver explican usos de las formas lingüístico. Son
mecanismos de explicación. Más que ser un codificador de la comunicación, el lenguaje es un instrumento de la
comunicación, y los usuarios del lenguaje no son simples depositarios de un código sino más bien dueños activos de
un instrumento de comunicación.

Atribución errónea tradicional de los efectos del mensaje

El producto comunicativo puede ser rastreado no a la forma con la cual el análisis composicional la asocia sino más
bien a algún otro elemento del contexto lingüístico o extra lingüístico. Esto argumento que no todo lo que se
comunica a través del uso del lenguaje se codifica lingüísticamente, y que un análisis composicional puede incorporar
al significado de una forma todo tipo de efectos comunicativos de los cuales esa forma no es responsable. El
significado lingüístico con frecuencia se encuentra en el nivel del morfema y no se codifica en oraciones, frases o en
la mayoría de lo que ha sido tradicionalmente llamado “construcciones”.

Diver sobre la gramática de la oración

Diver focalizó el hecho de que las categorías de la tradición gramatical, y en particular aquellas conectadas con la
oración, no funcionan aún para las lenguas para las cuales fueron inventadas. Aunque las gramáticas clásicas no se
ofrecían originalmente como teorías del lenguaje en el sentido científico, Diver vio que ellos usan de hecho
constructos derivados deductivamente para explicar usos de las formas lingüísticas, y que consecuentemente estos
constructos requieren validación como los de cualquier teoría. Vio que la sintaxis es una teoría del lenguaje, no un
hecho observable.

La motivación deductiva de la gramática de la oración

La premisa de que la estructura del lenguaje espeja la estructura del pensamiento racional contiene dos elementos
que motivan dos grupos de categorías. La racionalidad implica organización y lleva a categorías organizativas. La
unidad de pensamiento organizativa básica es el pensamiento completo; la unidad de lenguaje que corresponde al
pensamiento completo es la oración completa.
El segundo elemento del pensamiento racional, el pensamiento, implica contenido y por lo tanto categorías
conceptuales. La contraparte lingüística de estas categorías son las “partes del habla”, correspondientes a las
distintas clases de cosas que la gente piensa y habla.

El significado como explicación

El análisis gramatical de la escuela de Columbia es una búsqueda de aquello que las lenguas en realidad codifican, los
significados sugeridos. El significado lingüístico no es algo estudiado en abstracto independiente de algún problema
de uso de las formas lingüísticas; es un mecanismo de explicación invocado para explicar tales usos. La pareja
significado-señal suministra un control estricto del análisis gramatical: no se puede exponer un significado a menos
que se pueda establecer una señal para ese significado.

El factor humano

Los usos de las formas lingüísticas pueden ser explicados así, por categorías algunos aspectos de la conducta humana
como son el uso de la inferencia y el evitar la complejidad en el procesamiento. Esto refuerza la conclusión de que el
factor humano es uno de los mayores determinantes estructurales del lenguaje.

JONGE, BOB DE. 2000. “Estudio analítico del signo lingüístico. Teoría y descripción”

Lingüística del signo y lingüística tradicional

La tarea básica del analista parece ser identificar los morfemas, o sea, las unidades mínimas de significado –en el
sentido saussureano- , y formular hipótesis acerca del mismo. La relación entre forma y significado tiene que ser de
uno a uno, o sea, si no se observan diferencias de forma y/o de distribución, no hay motivo para creer que se trate de
una forma con dos significados distintos.

Principios básicos del análisis lingüístico dentro de la teoría

- Principio de la egocentricidad: las entidades que están en el foco de atención del hablante, se mencionan en
nominativo con más frecuencia que otras entidades presentes en el contexto.
- Principio de la economía: el deseo de invertir el mínimo esfuerzo para obtener el máximo de claridad
respecto del mensaje comunicado.
- Principio de iconicidad: implica que, en una situación no marcada, en la que hay opción entre varias
posibilidades, el hablante optará por la variante más icónica, o sea, la que se corresponde más con la
situación observada en el mundo real.
- Principio de la complejidad inferencial: remite al hecho de que los hablantes somos capaces de inferir una
infinidad de mensajes complejos a partir de una serie limitada de elementos lingüísticos simples. (aspecto
formal-perceptivo y semántico-perceptivo)

LAKOFF, GEORGE Y JOHNSON, MARK. 1995. “Metáforas de la vida cotidiana”

Los conceptos mediante los que vivimos

Nuestro sistema conceptual ordinario, en términos del cual pensamos y actuamos, es fundamentalmente de
naturaleza metafórica. Nuestros conceptos estructuran lo que percibimos, cómo nos movemos en el mundo, la
manera en que nos relacionamos con otras personas. Así que nuestro sistema conceptual desempeña un papel
central en la definición de nuestras realidades cotidianas. La esencia de la metáfora es entender y experimentar un
tipo de cosa en términos de otra.

El lenguaje es una importante fuente de evidencias acerca de cómo es ese sistema. La metáfora “una discusión es
una guerra” es algo de lo que vivimos en nuestra cultura, estructura las acciones que ejecutamos al discutir. Una
discusión se estructura parcialmente, se piensa en ella, se ejecuta y se describe en términos bélicos. El concepto se
estructura metafóricamente, la actividad se estructura metafóricamente y, en consecuencia, el lenguaje se estructura
metafóricamente.

La metáfora no está meramente en las palabras que usamos, está en nuestro concepto mismo de discusión.
Afirmamos que el sistema conceptual humano está estructurado y se define de una manera metafórica. Las
metáforas como expresiones lingüísticas son posibles, precisamente, porque son metáforas en el sistema conceptual
de una persona.

La sistematicidad de los conceptos metafóricos

Puesto que las expresiones metafóricas de nuestro lenguaje se encuentran enlazadas con conceptos metafóricos de
una manera sistemática, podemos usar expresiones lingüísticas metafóricas para estudiar la naturaleza de los
conceptos metafóricos y alcanzar una comprensión de la naturaleza metafórica de nuestras actividades.

Sistematicidad metafórica: destacar y ocultar – Metáforas estructurales

Ese aspecto de la metáfora del “canal” que se puede formular como “las expresiones lingüísticas son recipientes para
los significados”, supone que las palabras y las oraciones tienen significados en sí mismas, independientemente de
cualquier contexto o hablante. La parte de la metáfora que se formula como “los significados son objetos”, por
ejemplo, supone que los significados tienen una existencia independiente de la gente y los contextos. La parte de la
metáfora que dice que “las expresiones lingüísticas son recipientes para significados” supone que las palabras tienen
significados, de nuevo, independientes de los conceptos y los hablantes.

La estructuración metafórica que se implica aquí es parcial, no total. Si fuera total, un concepto sería en realidad el
otro, no sería meramente entendido en términos del otro. Cuando decimos que un concepto está estructurado por
una metáfora, queremos decir que está parcialmente estructurado y que puede ser extendido de ciertas maneras
pero no de otras.

Metáforas orientacionales

Las metáforas orientacionales dan a un concepto una orientación espacial: por ejemplo “feliz es arriba”. El hecho de
que el concepto “feliz” esté orientado “arriba” lleva a múltiples expresiones. Estas orientaciones metafóricas no son
arbitrarias, tienen una base en nuestra experiencia física y cultural.

Conclusiones

Hay una sistematicidad interna en cada metáfora especializada. Por ejemplo “feliz es arriba” define un sistema
coherente. Hay una sistematicidad global entre las diferentes metáforas espacializadoras, que define la coherencia
entre ellas. Las metáforas espacializadoras tienen sus raíces en la experiencia física y cultural; no son asignadas de
manera arbitraria. Una metáfora puede servir como vehículo para entender un concepto solamente en virtud de sus
bases experienciales.

Los denominados conceptos puramente intelectuales están a menudo basados en metáforas que tienen un
fundamento físico y/o cultural. Ninguna metáfora se puede entender, ni siquiera representar, adecuadamente
independientemente de su fundamento en la experiencia.

Metáforas y coherencia cultural

Parece que nuestros valores no son independientes, sino que deben formar un sistema coherente con los conceptos
metafóricos de los que vivimos. Aquellos que existen y están profundamente establecidos son consistentes con el
sistema metafórico. La elección de los valores a los que se concede prioridad es cosa de la subcultura en la que se
vive, y parcialmente también de los valores personales. Las diversas subculturas de una cultura principal comparten
valores básicos, pero les conceden prioridades distintas.

Los individuos, como los grupos, varían en sus prioridades y en las maneras de definir lo que es bueno y virtuoso para
ellos. En este sentido, existen subgrupos de solo un individuo. En relación con lo que es importante para ellos, sus
sistemas de valores individuales son coherentes con las metáforas orientacionales principales de la corriente cultural
en la que se inscriben.

Metáforas ontológicas

Nuestra experiencia de los objetos físicos y de las sustancias proporciona una base adicional para la comprensión
más allá de la mera orientación. Entender nuestras experiencias en términos de objetos y sustancias nos permite
elegir partes de nuestra experiencia y tratarlas como entidades discretas o sustancias de un tipo uniforme. Una vez
que hemos identificado nuestras experiencias como objetos o sustancias podemos referirnos a ellas, categorizarlas,
agruparlas y cuantificarlas- y , de esta manera, razonar sobre ellas.

Los proyectos humanos, característicamente requieren que impongamos límites artificiales que conviertan en
discretos a los fenómenos físicos, igual que lo somos nosotros: entidades limitadas por una superficie. Las metáforas
ontológicas sirven a efectos diversos, y los diferentes tipos de metáforas reflejan los tipos de fines para los que
sirven.

Metáforas de recipiente

Cada uno de nosotros es un recipiente con una superficie limitada y una orientación dentro-fuera. Proyectamos
nuestra propia orientación dentro-fuera sobre otros objetos físicos que están limitados por superficies.

Así, conceptualizamos nuestro campo visual como un recipiente, y conceptualizamos lo que vemos como algo en su
interior. Se trata de una metáfora natural, que resulta del hecho de que cuando uno mira hacia algún territorio, su
campo visual define una frontera, es decir, la parte que uno puede ver.

Utilizamos metáforas ontológicas para entender acontecimientos, acciones, actividades y estados. Los
acontecimientos y las acciones se conceptualizan metafóricamente como objetos; las actividades como sustancias;
los estados como recipientes.

LYONS, J. 1997. Semántica lingüística

El metalenguaje de la semántica

La propiedad por la que un lenguaje puede usarse para referirse a sí mismo voy a llamarla reflexividad. En lo que se
refiere al vocabulario metalingüístico de las lenguas naturales hay que establecer dos tipos de modificaciones: de
restricción y de extensión. Podemos tomar las palabras cotidianas existentes, tales como “lengua”, “oración”,
“palabra”, “significado” o “sentido”, y someterlas a un control estricto (es decir restringir su uso), definiéndolas o
redefiniéndolas para nuestros propósitos. Alternativamente, podemos extender el vocabulario cotidiano
introduciendo en él términos técnicos que no se usan normalmente en la expresión ordinaria.

Semántica lingüística y no lingüística

La semántica lingüística puede entenderse que se refiere al estudio del significado en la lingüística. En general se
considera que la significación, o la semanticidad, es una de las propiedades definitorias del lenguaje. Los lingüistas
suelen también dar por supuesto que las lenguas naturales son, en esencia, comunicativas: es decir, que se han
desarrollado o evolucionado –se han diseñado desde siempre- para la comunicación y la interacción, y que sus
llamadas propiedades de concepción y, en particular, su estructura gramatical y semántica las adapta para este fin.
Las lenguas naturales se describen convenientemente como sistemas de comunicación.

No hay nexo, no convencional, entre su forma y su significado. De modo que las palabras, en este sentido, son
arbitrarias. También hay una gran parte de los enunciados que no es arbitraria. Hoy se suele designar como
iconicidad a ese tipo de no arbitrariedad. En general, un signo icónico es aquel cuya forma de expresión se explica
por la semejanza entre la forma del mismo signo y lo significado por él.

Los rasgos prosódicos, en todas las lenguas naturales, tienen un alto grado de iconicidad, aunque no solo de
iconicidad. Los enunciados orales también pueden estar acompañados por lo que se llaman rasgos paralingüísticos-
generalmente conocidos, sin precisar, como lenguaje corporal.

Se diferencian de los rasgos prosódicos; pero los rasgos paralingüísticos también están dotados de significado, y,
como los aspectos prosódicos, sirven para modular y para puntuar los enunciados a los que acompañan.

Lenguaje, habla y enunciado; “lengua” y “habla”; “competencia” y “actuación”

La palabra “habla”, en el sentido que nos interesa aquí, cubre parte de lo que ocupa la palabra “lengua” y la palabra
“lenguaje”, cuando se usan estas palabras como sustantivos masa o no contables. Denota el producto o productos
del uso de un sistema lingüístico.

La distinción esencial, como se ha visto, se establece entre un sistema, que comprende un conjunto de reglas
gramaticales y un vocabulario, y los productos (el uso) del sistema. Esto nos lleva a una segunda precisión que se ha
de establecer entre la distinción saussureana entre “lengua” y “habla” y la distinción chomskiana entre
“competencia” y “actuación”.

Por “competencia”, Chomsky se refiere al sistema del lenguaje que se almacena en el cerebro del individuo que se
supone que conoce o que es competente en la lengua de que se trate. La competencia lingüística en este sentido es
siempre competencia de una lengua particular. Los llamados hablantes nativos la adquieren normalmente en la niñez
gracias a la interacción entre 1) la facultad del lenguaje específicamente humana y genéticamente transmitida, y 2)
un número suficiente de enunciados ejemplares convenientemente representativos que se pueden analizar como
productos del sistema lingüístico en desarrollo de que se trate.

Chomsky distingue “competencia” de “actuación” lo mismo que Saussure distingue entre “lengua” y “habla”, pero la
“actuación” no puede identificarse con el “habla” tan fácilmente como ocurre con “competencia”, que puede
identificarse con “lengua”. Estrictamente hablando, “actuación” se aplica al uso del sistema lingüístico, mientras que
“habla” se aplica a los productos del uso del sistema.

Lo que hace falta no es una simple distinción de dos términos entre un sistema y sus productos, sino una distinción
de tres términos en la que los productos se distingan, no solo del sistema, sino también de los procesos.

Oraciones y enunciados; texto, conversación y discurso

Enunciaremos dos supuestos de trabajo: 1)Todas las lenguas naturales tienen también oraciones, que, como las
palabras, tienen forma y significado; y 2) los significados de las palabras que componen la oración determinan el
significado de ésta, al menos parcialmente.

El significado de la oración es independiente del contexto, mientras que el significado del enunciado no: es decir, el
significado de un enunciado está determinado por el contexto en que se profiere. Existe una relación intrínseca
entre el significado de una oración y el uso característico, no de la oración particular como tal, sino de la clase entera
de oraciones a la que la oración pertenece en virtud de su estructura gramatical.
Las palabras como unidades dotadas de significado

Se suele coincidir en que las palabras, los sintagmas y las oraciones de las lenguas naturales tienen significado, en
que las oraciones se componen de palabras y en que el significado de una oración es el producto de los significados
de que se compone. Las palabras pueden considerarse puramente como formas, orales o escritas, o,
alternativamente, como expresiones compuestas, que combinan forma y significado. Nos interesan
fundamentalmente las palabras como expresiones: es decir, como unidades compuestas que tienen forma y
significado.

Homonimia y polisemia; ambigüedad léxica y gramatical

Los homónimos se definen tradicionalmente como palabras distintas que poseen la misma forma. Los homónimos
absolutos (banco, llama) satisfarán las tres condiciones siguientes: 1) tendrán significados no relacionados entre sí; 2)
todas sus formas han de ser idénticas; 3) las formas idénticas han de ser gramaticalmente equivalentes.

También existe la homonimia parcial (poder vs podar): es decir, los casos donde a) hay identidad de una forma y b) se
satisfacen una o dos pero no las tres condiciones mencionadas.

El motivo por el que es importante para el semantista señalar el grado de equivalencia gramatical surge, en general,
de que esta equivalencia determina si un homónimo da lugar ambigüedad y en qué grado. La ambigüedad que
resulta de la homonimia absoluta no puede ser eliminada por modificación del contexto gramatical.

Mientras que la homonimia (absoluta o parcial) es una relación que se establece entre dos o más lexemas distintos,
la polisemia (significados múltiples) es una propiedad de lexemas únicos.

Sinonimia

Las expresiones con igual significado son sinónimas. La relación de sinonimia no se limita a los lexemas: puede ocurrir
que expresiones léxicamente simples tengan el mismo significado que expresiones léxicamente complejas. Además,
la identidad, y no meramente la semejanza, son el criterio de la sinonimia.

Muchas de las expresiones recogidas como sinónimas en los diccionarios ordinarios o especializados son lo que
podría denominarse cuasisinónimos (bruma vs neblina- riachuelo vs arroyo – inmersión vs zambullida): expresiones
que son más o menos semejantes en significado; pero no idénticas.

El concepto de sinonimia absoluta ocurre cuando dos expresiones satisfacen las tres condiciones siguientes: 1) todos
sus significados son idénticos; 2) son sinónimos en todos los contextos; 3) son semánticamente equivalentes en todas
las dimensiones del significado, descriptivo y no descriptivo.

Las diferencias sintagmáticas pueden ser explicadas satisfactoriamente en función de las diferencias de sentido
determinables de un modo independiente. Pero no siempre esto es así. Debemos tener cuidado, por lo tanto, en no
suponer que la capacidad sintagmática de un lexema es predecible a partir de su significado.

Palabras llenas y vacías

Las formas de palabra vacías pueden no estar desprovistas totalmente de significado. Pero, en un sentido
intuitivamente claro de “plenitud semántica”, son formas en general menos significativas de lo que lo son las formas
de palabra llena: son más fácilmente predecibles en los contextos en que aparecen.

Las formas de palabras llenas en español son formas de las categorías mayores del habla, como nombres, verbos y
adjetivos. Las formas de palabra vacía no solo tienden a ser menos significativas que las formas de palabra llenas; su
significado parece ser diferente del de las formas de palabra llenas, y más heterogéneo.

Significado léxico y significado gramatical


Las formas de palabra vacías pertenecen a una amplia variedad de clases de forma menores, que se definen,
tradicionalmente, por su función sintáctica más que por su contenido semántico. Las formas de palabra vacías las
describen los lógicos tradicionalmente, no como términos independientes o categorías, sino que sincategoremáticas:
es decir, como formas cuyo significado y función lógica deriva de la manera en que se combinan con las categorías
mayores definidas independientemente. El significado categorial es una parte del significado gramatical: es la parte
del significado de los lexemas que deriva del hecho e que sean miembros de una categoría y no de otra.

La gramática de una lengua se suele considerar como un sistema de reglas que determinan cómo se combinan las
palabras para formar sintagmas, cómo se combinan los sintagmas para constituir cláusulas y cómo se combinan las
cláusulas para constituir oraciones.

MARTÍNEZ, ANGELITA. 2008. “Fronteras teóricas y sintaxis sin fronteras.El uso de clíticos átonos en el español de Bs.As”.

Introducción

Los lingüistas que adhieren a una perspectiva funcionalista sostienen que el uso y la gramática se hallan
intrínsecamente unidos. Según García (1995), se entiende que “la gramática es producto de la consolidación de
categorizaciones reiteradas a partir de la compatibilidad del aporte significativo de las formas y su contexto de
aparición”. “Una sintaxis arbitraria presupone la noción de ‘régimen’ mediante la cual dos signos lingüísticos
coocurren sin motivo comunicativo o cognitivo alguno” (García 1998)

Los fenómenos de recategorización de paradigmas o de desplazamientos de las categorías lingüísticas sin


recategorización semántica constituyen un mapa de cambios que halla su explicación en la índole cualitativa de los
contextos de uso a la luz de necesidades comunicativas de los hablantes. La evidencia de la variación intrahablante y
el continuo cuantitativo que surge de la relación entre formas y contextos nos permiten pensar en la posibilidad de
un camino explicativo que, ajeno al concepto teórico-analítico de “régimen”, dé cuenta de la interrelación del uso y la
gramática

Las gramáticas emergentes se consolidan a la luz de las necesidades comunicativas de los hablantes, que se
manifiestan en el uso reiterado de las formas de contexto.

Los clíticos verbales en el contexto del verbo “preocupar”

Es esperable que el fenómeno esté relacionado con la intención de determinar el grado de actividad del referente: un
referente muy afectado por el sujeto favorecerá la forma lo (lo menos activo), mientras que un referente menos
afectado privilegiará la forma le (menos activo). Cuando se desea asignar un grado de afectación mayor que el
inferido por el uso canónico, se recurre, coherentemente con su aporte significativo, al clítico lo.

Marco teórico y metodología adoptados

Desde un enfoque comunicativo del estudio de a lengua ponemos el énfasis en la presunción de que los hechos
sintácticos se hallan semántica y pragmáticamente motivados sobre la base de la coherencia del emisor que
selecciona las formas que considera más adecuadas al contexto que configura el mensaje que desea transmitir y en la
relación entre estrategias lingüísticas y factores culturales de una comunidad.

Esto trae aparejadas consecuencias metodológicas que propician la observación cualitativa de las emisiones en el
discurso, la consideración de la frecuencia relativa del uso de las formas como síntoma de estrategias cognitivas
(García 1995) y la motivación explícita de los factores contextuales que se ponen a prueba. Dicha motivación
(orientación, según Diver 1995) permite mostrar la congruencia comunicativa entre el significado de las formas
lingüísticas y su contexto de uso.

El significado de las formas en variación


“El análisis constituye una demostración del significado de los morfemas en cuestión, es decir el aporte significativo –
invariable- de la forma al contexto, hecho que no está dado a priori en el uso real de la lengua, sino que deriva de la
abducción de los seres humanos en los procesos de adquisición del lenguaje” (García 1991)

Cuando el emisor expresa lo preocupa, está queriendo significar que el referente del clítico está muy afectado por el
sujeto. Por el contrario, cuando selecciona le, produce una menor afectación del sujeto sobre el objeto.

La índole del acto de habla

La relación entre la posición de encabezado y la relevancia del referente a la que nos hemos referido nos permite
insistir en la no arbitrariedad de la variación y postular la existencia de otros factores, de orden semántico y
pragmático, que den cuenta de dicha variación.

El análisis cualitativo de los contextos de selección de las formas nos ha llevado a predecir que los “tipos de actos de
habla básicos” (Garrido Medina 1999) constituyen un factor que influye en la alternancia. En efecto, dado que, de
acuerdo con nuestra hipótesis, el emisor está evaluando el grado de afectación del sujeto sobre el objeto, es
predecible que esto ocurra más naturalmente en los contextos afirmativos que en otros tipos de actos de habla tales
como las negaciones y las interrogaciones.

Esta argumentación nos lleva a suponer que el uso de la forma lo puede verse relativamente favorecido en los
contextos aseverativos mientras que la forma le sería más apta para los contextos no aseverativos.

El modo

La selección de la forma lo se ve favorecida por los modos que expresan mayor facticidad, mientras que la forma le se
encuentra presente también en los contextos de poca facticidad.

Conclusiones

Al contrario de lo que se espera desde una perspectiva de régimen, en que la variación interhablante tiene que ver
con qué pronombre viene regido por qué verbo para cada hablante, la elección del clítico se da en el campo de la
variación intrahablante y no depende solamente del verbo, sino que se halla influida por la totalidad del contexto. Allí
donde las gramáticas “pierden” (al decir de Sapir 1921), “se pierden” las fronteras sintácticas y se manifiestan zonas
dinámicas y sensibles a las necesidades comunicativas, siempre renovadas, de los usuarios de la lengua.

MARTÍNEZ, ANGELITA. 2010. “Lengua y variedades en contacto. Problemas teóricos y metodológicos”

Introducción

La perspectiva que adoptamos propone abordar sistemas coexistentes como posibilidades de la lengua española sin
evaluar variedades no estandarizadas como el producto de ciertos desvíos de la variedad prestigiosa.

Dicha perspectiva nos permite reconsiderar sistemas gramaticales y reflexionar acerca de las motivaciones que llevan
a los hablantes a crear gramática. Nos apoyamos en el concepto de gramaticalización y lo usamos sincrónicamente,
para denotar la representación de los significados mediante formas gramaticales y diacrónicamente, para señalar el
desarrollo en el que un concepto puede llegar a ser representado como una categoría gramatical.

Nos proponemos mostrar la incidencia de la función comunicativa de la lengua en la formación de gramática y dar
cuenta de cómo situaciones de contacto impactan en la distribución de la sintaxis. Creemos que la frecuencia relativa
con que los hablantes emplean las formas es de fundamental importancia para explicar fenómenos de contacto
puesto que constituye el síntoma del perfilamiento cognitivo del emisor frente a la escena representada (García
1995)
La permeabilidad de la sintaxis: el debate

En lo que respecta al español, algunos lingüistas han considerado que la recurrencia de fenómenos gramaticales que
se producen en situaciones de contacto con lenguas indígenas podría avalar una explicación interna. La autora
(Palacios 2006) opina: “Estamos, pues, ante un cambio inducido por contacto potenciado por la propia evolución de
la lengua española; esto es, un cambio multicausal que debe interpretarse como una combinación de actores
externos e internos”

Una propuesta que valora la explicación de los fenómenos descritos: de la praxis a la teoría

Para que esta discusión avance se hace necesario plantear la búsqueda de explicaciones al fenómeno del trasvase en
el nivel de la sintaxis mediante el análisis microsintáctico de los fenómenos en los que, en situación de contacto de
lenguas, se manifiestan características peculiares.

Las investigaciones muestran sistemáticamente que, en situación de contacto con lenguas indígenas, aparecen
fenómenos sintácticos recurrentes que se relacionan, entre otros, con la concordancia de género y de número, la
variación en el uso del artículo, la duplicación del pronombre posesivo, el uso variable de clíticos de tercera persona,
el empleo de preposiciones con verbos de desplazamiento, la presencia de adverbios, la variación en tiempos y
modos verbales.

Mediante la premisa: “Las estructuras sintácticas se manifiestan mediante la selección variable de opciones propias
de la lengua española en general”. Se advierte un desplazamiento de la frecuencia relativa de dichas estructuras en
variación que provoca reajustes en los paradigmas gramaticales que subyacen al estándar y que traducen la
reacomodación de las categorías de las sustancias semánticas en juego.

Dicha reacomodación responde a necesidades comunicativas que pueden estar ligadas a pautas culturales.
Características gramaticales propias de las lenguas indígenas consideradas permiten establecer una relación
congruente con los paradigmas resultantes en las variedades de español en contacto.

El emisor varía las formas aceptadas por la gramática general del español con las innovadoras. Conoce, por lo tanto,
la gramática aun cuando no haya interiorizado acabadamente su normativa. Lo hace de manera sistemática. Es decir,
la variación no se manifiesta errática sino que, por el contrario, surge motivada por factores congruentes con el
significado que aportan las variantes lingüísticas y los contextos de aparición de las mismas.

La aceptación de que la sintaxis no es autónoma sino motivada semántica y pragmáticamente y, en consecuencia,


reflejo de las necesidades comunicativas de los hablantes y de que las llamadas reglas sintácticas son regulaciones
sociales y rutinas de uso que “resguardan” la comunicación nos impulsa a creer que en el trasvase lingüístico se
comprometen conceptualizaciones. Los resultados en términos de frecuencias constituyen el síntoma de los
perfilamientos cognitivos subyacentes a la variación (García 1995)

Del concepto al paradigma: procesos cognitivos, estrategias sintácticas y gramaticalización

El orden del sustantivo y el adjetivo en la FN constituye un sistema que categoriza la sustancia semántica “clase de
diferenciación”. Dicho sistema cuenta con dos categorías: a)AS (adjetivo-sustantivo) y; b) SA (sustantivo-adjetivo).
Cada categoría privilegia un tipo de diferenciación: la anteposición del adjetivo permite inferir diferencia sin
contraste mientras que la posposición del mismo alude, por el contrario, a diferencia con contraste.

La categorización que subyace al subsistema “orden del sustantivo y el adjetivo en la FN” se mantiene en el uso que
se observa en el periódico boliviano. Las categorías conservan los mismos significados de “clase de diferenciación”
pero se manifiesta una explotación estratégica del sistema que se traduce en el empleo más frecuente de la
anteposición, lo cual implica una preferencia por la caracterización sin contraste de las entidades. Esta estrategia
lingüística promueve un rédito comunicativo.

El contacto de lenguas como detonante de la estrategia

Granda (1979) ha considerado que la posición del adjetivo calificativo aparece cambiada a menudo, respecto del
español estándar, en el español paraguayo bajo la influencia de la lengua guaraní. Las gramáticas del quechua y del
aimara dan cuenta de que, en esas lenguas, el orden antepuesto del adjetivo en la FN es la posición esperada.

Variación en el uso de clíticos átonos de tercera persona para señalar acusativos en situaciones de dos participantes

Hemos comprobado que el leísmo característico de la región –empleo frecuente de le para señalar referentes
acusativos- no responde a las pautas peninsulares consideradas innovadoras por los estudiosos del fenómeno en
castilla sino que, por el contrario, la variedad de español de Corrientes mantiene el uso etimológico de los
pronombres clíticos, ligado a los valores del caso.

El aporte significado de los clíticos

La explicación que hemos hallado (Martínez 1996,2000,2001) para el uso leísta en la narrativa popular surge de la
observación de que los referentes más favorecidos por la selección del pronombre más activo le, son seres y
entidades culturalmente connotados, dignos de respeto o inspiradores de terror.

La índole del discurso

Esperamos que el uso variable de le/lo acusativo en cualquier tipo de discurso se halle contextualmente relacionado
con diferentes factores que pertenezcan a la misma dimensión cognitiva, en este caso específico, a la asignación de
grado de actividad de los actantes del evento. En el sistema de “Grado de actividad de los actantes”, entre los
factores referenciales, la índole inanimado/animado del referente parece decisiva.

El grado de afectación del objeto

En las situaciones claras de dos participantes, un actante de mayor jerarquía que el agente puede ser considerado
digno de respeto y, consistentemente, ser señalado mediante el clítico le que implica una actividad relativa mayor.
Por el contrario, la forma lo (la) será más adecuada para señalar a un actante de menor jerarquía.

Concordancia alternativa de género

Se observa la variación en la concordancia de género en construcciones nominales de núcleo y modificador que se


manifiesta reiteradamente en producciones escritas por individuos en situación de contacto con las lenguas quechua
y aimara.

Godenzzi (1991), por ejemplo, ha opinado que las llamadas discordancias de género se deben a que en la lengua
quechua no hay morfemas que marquen el género y que es el propio contexto situacional o discursivo el que asegura
la significación.

Según Di Tullio, el pronombre relativo es atraído por los rasgos flexivos del sujeto de la proposición subordinada.
Desde la perspectiva de la autora se trata de una “regla operante en el conocimiento de algunos hablantes”

Frente a la evidencia de ciertos usos de la lengua, las gramáticas del español han introducido el término “silepsis”,
definido, tradicionalmente, como la falta de concordancia entre unidades lingüísticas, que, no obstante, resulta
aceptable o admisible por diferentes razones. Entre los sustantivos, algunos remiten a objetos y otros a eventos.
Consideramos que los sustantivos que expresan eventos, alejados del prototipo, desfavorecerán la concordancia.
En esta variedad se constituye un tipo alternante de concordancia, que llamamos concordancia de tópico para
diferenciarla de la concordancia que remite al núcleo. En este sentido, es interesante recordar que “sustantivo y
adjetivo son la misma categoría pragmático-semántica en quechua: solo la diferente posición de los mismos
determina sintácticamente a cada uno de ellos” (Calvo Pérez 1993)

Conclusiones

Las tres áreas sintácticas que transitamos revelan las estrategias lingüísticas que se relacionan con procesos de
focalización y refuerzan la idea de que la focalización es un fenómeno perceptivo no ideológicamente neutro. Por
otra parte, dichas estrategias son altamente consistentes con características de las lenguas quechua y aimara
(privilegio por la anteposición del adjetivo en la FN, ausencia de marcación de género y presencia de sufijos
topicalizadores) y con la lengua guaranítica, en lo que respecta a la relevancia del carácter animado o inanimado del
referente.

La variación se plasma al ritmo de las necesidades comunicativas y constituye el terreno por donde se filtra lo
novedoso. La variación forma parte de la estructura interna de las lenguas, la lengua vive a través de la variación y su
estudio cualitativo y cuantitativo constituye una luz que nos conduce al reconocimiento de los procesos cognitivos
que “(re)modelan” la gramática.

No hay cambio sin influencia externa, o sea sin necesidad de comunicar algo diferente pero tampoco hay cambio si el
sistema no tiene “juego”, no deja lugar a cambio de rutina. Lo que se transfiere son conceptualizaciones del mundo
traducidas en opciones gramaticales sistemáticas.

Los lenguajes son sistemas y los sistemas, ciertamente, tienen estructuras. La estructura de los sistemas lingüísticos
está motivada por la categorización de las sustancias semánticas. La categorización de las sustancias semánticas es
reflejo de una conceptualización del mundo.

Mediante la cita de Sapir, a partir de “todas las gramáticas tienen sus escapes” traducción de “all grammars leak”,
hemos intentado proponer la idea de que por donde “pierden” las gramáticas se filtran estrategias culturales que se
traducen en gramaticalizaciones en la lengua receptora. La posibilidad la brinda la cuasi-regularidad de los sistemas
que se convierte en la causa real de nuestro análisis lingüístico.

SAUSSURE, FERDINAND DE. 1980. Curso de Lingüística General

La naturaleza del signo lingüístico

La unidad lingüística es una cosa doble, hecha con la unión de dos términos. Los términos implicados en el signo
lingüístico son ambos psíquicos y están unidos en nuestro cerebro por un vínculo de asociación.

Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica. La imagen
acústica no es el sonido material, cosa puramente física, sino su huella psíquica, la representación que de él nos da el
testimonio de nuestros sentidos; esa imagen es sensorial, y se llegamos a llamarla “material” es solamente en este
sentido y por oposición al otro término de la asociación, el concepto, generalmente más abstracto.

Llamamos signo a la combinación del concepto y de la imagen acústica: pero en el uso corriente este término designa
generalmente la imagen acústica sola. Proponemos conservar la palabra signo para designar el conjunto, y
reemplazar concepto e imagen acústica respectivamente con significado y significante.

El primer principio: lo arbitrario del signo

El lazo que une el significante al significado es arbitrario; o bien, puesto que entendemos por signo el total resultante
de la asociación de un significante con un significado, podemos decir más simplemente: el signo lingüístico es
arbitrario.
Todo medio de expresión recibido de una sociedad se apoya en principio en un hábito colectivo o, lo que viene a ser
lo mismo, en la convención. La palabra arbitrario necesita también una observación. No debe dar idea de que el
significante depende de la libre elección del hablante (ya veremos luego que no está en manos del individuo el
cambiar nada en un signo una vez establecido por un grupo lingüístico); queremos decir que es inmotivado, es decir,
arbitrario con relación al significado, con el cual no guarda en la realidad ningún lazo natural.

Segundo principio: carácter lineal del significante

El significante, por ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve en el tiempo únicamente y tiene los caracteres que
toma del tiempo: a) representa una extensión, y b) esa extensión es mensurable en una sola dimensión; es una línea.
Los significantes acústicos no disponen más que de la línea del tiempo; sus elementos no se presentan uno tras otro;
forman una cadena.

Inmutabilidad del signo

Si, con relación a la idea que representa, aparece el significante como elegido libremente, en cambio, con la relación
a la comunidad lingüística que lo emplea, no es libre, es impuesto. Se dice a la lengua “elige”, pero añadiendo “será
ese signo y no otro alguno”. La masa misma no puede ejercer su soberanía sobre una sola palabra; la masa está atada
a la lengua tal cual es. Ninguna sociedad conoce ni jamás ha conocido la lengua de otro modo que como un producto
heredado de las generaciones precedentes y que hay que tomar tal cual es. Un estado de lengua dado siempre es el
producto de factores históricos y esos factores son los que explican por qué el signo es inmutable, es decir, por qué
resiste toda sustitución arbitraria.

El carácter demasiado complejo del sistema

Una lengua constituye un sistema. Si éste es el lado por el cual la lengua no es completamente arbitraria y donde
impera una razón relativa, también es este el punto donde se manifiesta la incompetencia de la masa para
transformarla.

La resistencia de la inercia colectiva a toda innovación lingüística

La lengua sufre sin cesar la influencia de todos. Este hecho capital basta para mostrar la imposibilidad de una
revolución. La lengua es de todas las instituciones sociales la que menos presa ofrece a las iniciativas. La lengua
forma cuerpo con la vida de la masa social, y la masa, siendo naturalmente inerte, aparece ante todo como un factor
de conservación.

Si la lengua tiene carácter de fijeza, no es solo porque esté ligada a la gravitación de la colectividad, sino también
porque está situada en el tiempo. Estos dos hechos son inseparables.

Mutabilidad

El signo está en condiciones de alterarse porque se continúa. Sean cuales fueren los factores de alteración, ya obren
aisladamente o combinados, siempre conducen a un desplazamiento de la relación entre el significado y el
significante. Una lengua es radicalmente incapaz de defenderse contra los factores que desplazan constantemente la
relación entre significado y significante, Es una de las consecuencias de lo arbitrario del signo.

Se ve bien por la manera en que la lengua evoluciona; nada tan complejo: situada a la vez en la masa social y en el
tiempo, nadie puede cambiar nada en ella; y, por otra parte, lo arbitrario de sus signos implica teóricamente la
libertad de establecer cualquier posible relación entre la materia fónica y las ideas. De aquí resulta que cada uno de
esos dos elementos unidos en los signos guardan su vida propia en una proporción desconocida en otras
instituciones, y que la lengua se altera, o mejor, evoluciona, bajo la influencia de todos los agentes que puedan
alcanzar sea a los sonidos sea a los significados.
La lengua es para nosotros el lenguaje menos el habla. La lengua es el conjunto de los hábitos lingüísticos que
permiten a un sujeto comprender y hacerse comprender. Hace falta una masa parlante para que haya una lengua.
Contra toda apariencia, en momento alguno existe la lengua fuera del hecho social.

La lengua no es libre, porque el tiempo permitirá a las fuerzas sociales que actúan en ella desarrollar sus efectos, y
se llega al principio de continuidad que anula la libertad. Pero la continuidad implica necesariamente la alteración, el
desplazamiento más o menos considerable de las relaciones.

La dualidad interna de todas las ciencias que operan con valores

La lengua es un sistema de puros valores que nada determina fuera del estado momentáneo de sus términos.
Mientras un valor tenga por uno de sus lados la raíz de las cosas y en sus relaciones naturales, se puede hasta cierto
punto seguirlo en el tiempo, aunque sin olvidar nunca que a cada momento depende de un sistema de valores
contemporáneos.

Es sincrónico todo lo que se refiere al aspecto estático de nuestra ciencia, y diacrónico todo lo que se relaciona con
las evoluciones. Del mismo modo sincronía y diacronía designarán respectivamente un estado de lengua y una fase
de evolución.

La dualidad interna propiamente dicha

El lingüista que quiere comprender ese estado tiene que hacer tabla rasa de todo lo que ha producido y
desentenderse de la diacronía.

Un hecho diacrónico es un suceso que tiene su razón de ser en sí mismo; las consecuencias sincrónicas particulares
que se puedan derivar le son completamente ajenas. El sistema no se modifica directamente nunca; en sí mismo, el
sistema es inmutable; solo sufren alteración ciertos elementos, sin atención a la solidaridad que los ata al conjunto.

Ley sincrónica

En la lengua ninguna fuerza garantiza el mantenimiento de la regularidad cuando reina en algún punto. La ley
sincrónica, simple expresión de un orden existente, consigna un estado de cosas. Si se habla de ley en sincronía, es en
el sentido de orden y arreglo, de principio de regularidad.

La diacronía supone, por el contrario, un factor dinámico por el cual se produce un efecto, un algo ejecutado. Pero
este carácter imperativo no basta para que se aplique la noción de ley a los hechos evolutivos; no se habla de ley más
que cuando un conjunto de hechos obedece a la misma regla, y, a pesar de ciertas apariencias contrarias, los sucesos
diacrónicos siempre tienen carácter accidental y particular. Los hechos diacrónicos son particulares; la alteración de
un sistema se cumple por la acción de sucesos que no solo le son extraños, sino que están aislados sin formar parte
entre sí.

Para quien no vea más que lo exterior de la lengua el fenómeno único queda anegado en la multitud de sus
manifestaciones; pero el fenómeno mismo es uno en su naturaleza profunda y constituye un suceso histórico aislado.

Resumiendo: los hechos sincrónicos , sean cuales fueren, presentan cierta regularidad, pero no tienen carácter
alguno imperativo; los hechos diacrónicos, por el contrario, se imponen a la lengua, pero nada tienen de general.

Conclusiones

Todo cuanto es diacrónico en la lengua solamente lo es por el habla. En el habla es donde se halla el germen de todos
los cambios: cada uno empieza por ser práctica exclusiva de cierto número de individuos antes de entrar en el uso.

La lingüística sincrónica se ocupará de las relaciones lógicas y psicológicas que unen los términos coexistentes y que
forman sistema, tal como aparecen a la conciencia colectiva. La lingüística diacrónica estudiará por el contrario las
relaciones que unen términos sucesivos no percibidos por una misma conciencia colectiva, y que se reemplazan unos
a otros sin formar un sistema entre sí.

El valor lingüístico

Sin la ayuda de los signos, seríamos incapaces de distinguir dos ideas de manera clara y constante. Considerado en sí
mismo, el pensamiento es como una nebulosa donde nada está necesariamente delimitado. No hay ideas
preestablecidas, y nada es distinto antes de la aparición de la lengua.

La lengua es también comparable a una hoja de papel: el pensamiento es el anverso y el sonido el reverso: no se
puede cortar uno sin cortar el otro; así tampoco en la lengua se podría aislar el sonido del pensamiento, ni el
pensamiento del sonido; a tal separación solo se llegaría por una abstracción y el resultado sería hacer psicología
pura o fonología pura.

La lingüística trabaja, pues, en el terreno limítrofe donde los elementos de dos órdenes se combinan; esta
combinación produce una forma, no una sustancia.

Lo arbitrario del signo nos hace comprender mejor por qué el hecho social es el único que puede crear un sistema
lingüístico. La colectividad es necesaria para establecer valores cuya única razón de ser está en el uso y en el
consenso generales.

El valor lingüístico considerado en su aspecto conceptual

La lengua es un sistema en donde todos los términos son solidarios y donde el valor de cada uno no resulta más que
de la presencia simultánea de los otros. Los valores están siempre constituidos: 1) por una cosa desemejante
susceptible de ser trocada por otra cuyo valor está por determinar; 2) por cosas similares que se pueden comparar
con aquella cuyo valor está por ver.

El valor de un signo, pues no estará fijado mientras nos limitemos a consignar que se puede “trocar” por tal o cual
concepto, es decir, que tiene tal o cual significación; hace falta además compararla con los valores similares, con las
otras palabras que se le pueden oponer. Su contenido no está verdaderamente determinado más que por el concurso
de lo que existe fuera de ella. Dentro de una misma lengua, todas las palabras que expresan ideas vecina se limitan
recíprocamente: no tienen valor propio más que por su oposición.

Cuando se dice que los valores corresponden a conceptos, se sobreentiende que son puramente diferenciales,
definidos no positivamente por su contenido, sino negativamente por sus relaciones con los otros términos del
sistema. Su más exacta característica es la de ser lo que otros no son.

El valor lingüístico considerado en su aspecto material

Cada idioma compone sus palabras a base de un sistema de elementos sonoros, cada uno de los cuales forma una
unidad netamente deslindada y cuyo número está perfectamente determinado. Pero lo que los caracteriza no es,
como se podría creer, su cualidad propia y positiva, sino simplemente el hecho de que no se confunden unos con
otros. Los fonemas son ante todo entidades opositivas, relativas y negativas.

El signo considerado en su totalidad

Un sistema lingüístico es una serie de diferencias de sonidos combinados con una serie de diferencias de ideas; pero
este enfrentamiento de cierto número de signos acústicos con otros tantos cortes hechos en la masa del
pensamiento engendra un sistema de valores; y este sistema es lo que constituye el lazo efectivo entre los elementos
fónicos y psíquicos en el interior de cada signo. Aunque el significante y el significado, tomado cada uno aparte, sean
puramente negativos y diferenciales, su combinación es un hecho positivo; hasta es la única especie de hechos que
comporta la lengua, puesto que lo propio de la institución lingüística es justamente el mantener el paralelismo entre
esos dos órdenes de diferencias.

UNIDAD 4 : EN TORNO AL DISCURSO

ARNOUX, ELVIRA N. DE. 2010. “Representaciones sociolingüísticas y construcción de identidades colectivas en el


MERCOSUR”

Las lenguas en el proceso de integración regional

En el largo proceso de construcción de los Estados nacionales, la lengua común se fue afirmando como uno de los
aspectos que sostenía la existencia de la nación a medida que se implementaban los modos de extenderla en un
territorio en el que se clausuraban las fronteras.

La conformación de las integraciones regionales como como estructuras que aseguran el dinamismo económico
planetario por sus cierres y por la competencia entre ellas ha planteado otra vez el tema de la estabilización política,
para lo cual sería necesario construir, como lo hicieron los Estados, una identidad colectiva que posibilitara formas
amplias de participación.

Las políticas lingüísticas que se encaren deben contemplar distintas modalidades de bilingüismo español/portugués y
de desarrollo de las lenguas amerindias, y deben articularse con políticas culturales que atiendan al papel de las
lenguas en la construcción de las identidades colectivas.

Bruno Ollivier (2007) resalta la importancia de las lenguas en la construcción de identidades: “La lengua es el primer
medio de comunicación entre los hombres y el más universal. Por esa condición juega un papel particular en la
construcción de las identidades, y eso en múltiples niveles. A través de la lengua se forma la memoria que sostiene
los sistemas identitarios y se transmiten los contenidos narrativos que son los fundamentales de las identidades. Es la
lengua la que estructura, a través de sus palabras, las representaciones y los estereotipos que van a vehiculizar las
identidades.

El convencimiento de que nuestra integración regional, cuyos límites geográficos dependen de los progresivos
acuerdos, debe construir un entramado identitario que haga posibles formas de participación política, en lo cual el
aprendizaje de la lengua del otro (Arnoux 2008) cumple una función decisiva no solo porque permite ampliar las
redes comunicativas sino también por el juego de resonancias culturales al que cada lengua está asociada y que los
enunciados activan diversamente. Aprender otra lengua es introducirse progresivamente en esos juegos que van
modelando la subjetividad en tensión y acuerdo con la lengua y la cultura propias.

Representaciones en torno a la enseñanza del portugués en la Argentina

La República Argentina promulgó en enero de 2009 una ley referida a la oferta obligatoria de portugués en la
enseñanza media (que se deberá completar en 2016) con carácter optativo para los estudiantes, muy próxima a la
brasileña, de 2005, respecto del español.

Tanto la ley argentina como la brasileña responden a las necesidades actuales de la integración regional que acentúa,
como hemos esbozado antes, los intercambios y los emprendimientos comunes y que requiere no solo la formación
de futuros funcionarios bilingües sino también la comprensión de la otra lengua por sectores cada vez más
extendidos de la población. Para realizar las tareas que la ley impone sobre la oferta obligatoria de portugués es
necesario actuar sobre las representaciones sociales de esta lengua acentuando su importancia política o, incluso, el
interés laboral.
Representaciones del guaraní en Paraguay en relación con otras lenguas (portugués, español)

Para el Estado paraguayo el portugués no es visualizado como lengua de la integración y no se le asigna ningún
tratamiento diferencial respecto de las otras lenguas extranjeras en el sistema educativo.

Jean Widmer (2004) se refiere a la importancia de “la relación con las lenguas” señalando que esta “participa de la
arquitectura del espacio público, es decir, de la manera como la colectividad se manifiesta a sus miembros en tanto
que espacio interno, en tanto que horizonte simbólico de deliberaciones y de decisiones políticas. La relación con las
lenguas no determina inmediatamente los comportamientos, sino el horizonte en el cual se constituye su experiencia
social”.

Las lenguas están asociadas con representaciones que implican dimensiones valorativas y que se vinculan con
diferentes representaciones del universo social. En este sentido, Pierre Bourdieu (1982) destaca cómo las
representaciones sociolingüísticas, es decir, aquellas referidas a “objetos lingüísticos” (lenguas, variedades, hablas,
acentos, registros, géneros, modos de leer o de escribir) implican evaluaciones sociales de esos objetos y de los
sujetos con los que se los asocia e inciden en las identidades sociales en la medida en que instauran clasificaciones
que hacen visibles los grupos para sí y para los otros.

Observaciones finales

Las lenguas no interpelan por su sola presencia a los individuos, es decir, no construyen subjetividades sino en la
medida en que estén asociadas a discursividades que son las que les asignan sentido histórico e inciden en la
conformación de las identidades colectivas. De allí que la política lingüística deba inscribirse en una política cultural
atenta a la integración regional.

DURANTI, ALESSANDRO. 1992. "La etnografía del habla: hacia una lingüística de la praxis”

Introducción

En cuanto al contenido de la interacción verbal cotidiana, la etnografía del habla se interesa por la relación
establecida entre el uso lingüístico y los sistemas locales de conocimiento y conducta social. Es ante todo en el
discurso, según considera esta disciplina, donde tienen lugar la (re)creación y transmisión de patrones culturales del
conocimiento y de la acción social. Para la EH es una preocupación prioritaria, por tanto, conocer el significado que
posee el habla para los hablantes concretos en situaciones sociales específicas.

En lo que respecta a la forma del uso cotidiano del lenguaje, la EH se centra en el estudio de los modelos de variación
en los distintos contextos socioculturales, ya sea en el seno de una misma sociedad o a través de distintas
sociedades. Igualmente, pone un énfasis especial en el estudio de la interrelación entre la estructura de la actuación
verbal emergente y la culturalmente predecible en el desarrollo de la vida social.

El uso lingüístico

El uso lingüístico debe interpretarse como el uso de el(los) código(s) lingüístico(s) en el desarrollo de la vida social.

El término habla fue introducido por Hymes con el fin de señalar el papel activo, orientado de la praxis, del código
lingüístico, por oposición a la noción más estática y más contemplativa de “lengua”, propia de los lingüistas
estructuralistas (sincrónicos). El habla designa una forma de trabajo humano, la forma de comportamiento
cooperativo filo y ontogenéticamente más poderosa.

En concreto, los etnógrafos del habla se han interesado por la labor realizada por y a través del lenguaje: 1) en el
establecimiento, cuestionamiento y recreación de la identidad y las relaciones sociales por y a través del lenguaje; “)
en explicar, a uno mismo y a los demás, por qué el mundo es como es y qué se puede, o se debe, hacer para
cambiarlo; 3) en la estructuración de los eventos comunicativos en un nivel tanto social como individual; 4) en la
ruptura, o más frecuentemente el refuerzo, de las barreras físicas, políticas y culturales.

La competencia comunicativa

“Debemos… dar cuenta del hecho de que un niño normal adquiere un conocimiento de las oraciones no solo
gramaticales, sino también como pertinentes. Él o ella adquieren una competencia sobre cuándo hablar y cuándo no,
y sobre de qué hablar, con quién, cuándo, dónde y de qué manera. En suma, un niño llega a ser capaz de realizar un
repertorio de actos de habla, de tomar parte en los eventos comunicativos y de evaluar las realizaciones de los otros.
Esta competencia va de la mano de las actitudes, valores y motivaciones que conciernen al lenguaje, a sus rasgos y
usos, así como de la competencia y las actitudes con respecto a la interrelación del lenguaje con los otros códigos de
conducta comunicativa”. (Hymes 1972)

Una diferencia crucial entre las nociones de competencia de Chomsky y de Hymes es que la primera descansa sobre
el supuesto de que el conocimiento puede estudiarse separadamente de la actuación, entendiendo ésta como la
ejecución que se realiza de aquél. En cambio para Hymes, participación, actuación y conocimiento intersubjetivo son
componentes igualmente esenciales de la capacidad de “conocer una lengua”.

La comunidad de habla

Tanto la EH como la sociolingüística consideran que la comunidad de habla, definida como un grupo de personas que
comparte las reglas para interpretar al menos una lengua (Gumperz 1972) o una variante lingüística (Hymes 1972), es
el contexto más amplio de la interacción verbal.

Cualquier noción de comunidad de habla dependerá así de dos tipos de fenómenos: 1) modelos de variación en
grupos de hablantes definibles por criterios distintos del de su homogeneidad lingüística y; 2) aspectos emergentes y
cooperativamente alcanzados del comportamiento como medios de establecer lazos de solidaridad en el desarrollo
de la vida social. La posibilidad de explicar 1 radica en nuestro éxito a la hora de entender 2.

El evento comunicativo

En la EH se tiende a iniciar el análisis del comportamiento lingüístico observando el uso que se hace de la lengua
antes que relatando un determinado conjunto de normas para unos protagonistas sociales. La noción de evento
comunicativo resulta ser la herramienta analítica para este programa de investigación. El supuesto sobre el que se
apoya el análisis del uso lingüístico en eventos comunicativos es que la comprensión de la forma y del contenido de
la conversación diaria implica, en sus distintas manifestaciones, la comprensión paralela de la actividad social en la
que el habla tiene lugar. Sin embargo, tales actividades no solo se ven “acompañadas” por la interacción verbal, sino
también moldeadas por ella; el habla desempeña, de distintas maneras, un papel en la constitución del evento social.

La EH se preocupa del uso del lenguaje como un enlace con y un instrumento de, la vida social. Esto significa que los
etnógrafos del habla, a través del empleo de distintos métodos subjetivos, objetivos e intersubjetivos, se
comprometen en el estudio de un “objeto” que es más complejo y multiforme que el que habitualmente se estudia
en otras ramas de la lingüística. Uno de los objetivos de la EH es mantener la complejidad del lenguaje como una
praxis, en lugar de reducirlo a unos principios independientes y abstractos.

El acto de habla

La importancia histórica del trabajo de Austin radica en el hecho de haber proporcionado una revisión
filosóficamente sofisticada, del significado lingüístico que no se basa únicamente en la noción de verdad (Levinson
1983). Para explicar la fuerza ilocutiva de un enunciado, debemos ser capaces de poner en relación la locución –esto
es, las palabras usadas- con la situación.

El mismo enunciado puede así utilizarse para cumplir diferentes fines según se apoye en distintos conocimientos
compartidos sobre el evento social en el que tiene lugar el habla. La tarea del analista es explicar la relación entre la
realidad subjetiva del hablante, la forma lingüística elegida y la respuesta de la audiencia: “el nivel de los actos de
habla media entre los niveles habituales de la gramática y lo que resta en un evento o situación comunicativos, en
tanto en cuanto implica tanto formas lingüísticas como normas sociales”. (Hymes 1972)

El contexto

El análisis de la conversación atiende a la presentación del habla en la interacción, postulando la independencia que
el sistema de los turnos de intervención manifiesta con respecto a distintos aspectos del contexto sociocultural del
habla, como el status socioeconómico de la identidad étnica de los hablantes, la clase de acto de habla que tiene
lugar y la ocasión social concreta que ha reunido a los participantes.

Para el AC, aquello que se encuentra en la interacción es la única fuente legítima de conocimiento para deducir de
qué se ocupan los hablantes. En cambio, para la EH, son relevantes ciertos aspectos de la identidad social de los
hablantes, así como su historial.

Conclusión

La contribución teórica fundamental de la EH, más allá de la descripción de modelos comunicativos intra o
interculturales, consiste en el análisis del papel que desempeña el habla en el moldeamiento de la vida de las
personas. Constituye, así, la auténtica semántica del comportamiento humano. Sin rechazar necesariamente
enfoques formales o estructurales del uso lingüístico, la EH resulta ser una pieza importante en el establecimiento de
una lingüística de la praxis humana, una disciplina en la que el estudioso conserva la parte del contexto sociocultural
del habla, intentando al mismo tiempo, tender puentes entre la forma y el contenido lingüísticos.

GUMPERZ, J. 2002. "Las bases lingüísticas de la competencia comunicativa”

La investigación sociolingüística de las últimas décadas ha demostrado no solo que en todas las comunidades
humanas existentes hay diversidad en todos los niveles de la estructura lingüística, sino también que la diversidad
gramatical, la multifocalidad de los símbolos lingüísticos y la dependencia contextual de los procesos interpretativos
son componentes esenciales de los recursos de señalización de los que dependen todos los miembros para lograr sus
fines en la vida cotidiana (Gumperz 1982).

Toda generalización sobre los procesos de cambio lingüístico en curso debe basarse en datos empíricos del habla
cotidiana registrados en una variedad de circunstancias naturales; que las cuestiones básicas de la adquisición del
lenguaje se explican mejor con referencia a los hechos conductuales de la interacción madre-hijo; que los juicios de
gramaticalidad que proveen los datos para el análisis sintáctico dependen de la habilidad del hablante para imaginar
un posible contexto de ocurrencia de la oración; y que, como han señalado muchos de los disertantes de esta mesa
redonda, el discurso es más que las emisiones que lo componen.

Propongo, entonces, que redefinamos la competencia comunicativa como “el conocimiento de las convenciones
lingüísticas y las convenciones comunicativas vinculadas a éstas que los hablantes deben poseer para iniciar y
sostener el compromiso conversacional”. El compromiso conversacional es, claramente, una precondición necesaria
para la comprensión. La comunicación siempre presupone compartir en alguna medida convenciones de
señalización, pero esto no significa que los interlocutores deban hablar la misma lengua o dialecto en el sentido en
que los lingüistas utilizan el término.
Los estudios sobre competencia comunicativa deben, por lo tanto, tratar los signos lingüísticos en un nivel de
generalidad que trascienda los límites del sistema gramatical de los lingüistas, y debe concentrarse en aspectos del
significado o la interpretación más generales que los del contenido oracional.

Chafe (1980) propone la noción de unidad de idea para tratar cuestiones afines, y llama la atención sobre el rol del
tempo y la pausa en la segmentación. La segmentación es un acto de interpretación que involucra el procesamiento
simultáneo de los signos en varios niveles de señalización: prosódico, fonológico, sintáctico, léxico y ritmo, los cuales
–al igual que el proceso de categorización fonética descripto por los lingüistas estructuralistas- depende de
convenciones aprendidas que resaltan diferencialmente o ignoran algunas pistas a expensas de otras. La
segmentación o fraseo del habla no se limita al mero señalamiento de los lugares de relevancia transicional; sirve
también para indicar relaciones entre ítems de información y para contrastar o resaltar otros.

En la tradición retórica del inglés, esto se logra, en parte, a través de la elección sintáctica y léxica y, en parte, a través
de la colocación del acento prosódico. Dada una determinada selección de palabras, tenemos ciertas expectativas
sobre la colocación normal de los acentos. Dichas expectativas pueden ser sistemáticamente violadas para transmitir
información adicional no manifestada explícitamente en el mensaje.

La percepción de un foco siempre descansa sobre expectativas acerca de cómo estos canales co-ocurren, y estas
expectativas no aparecen tratadas en nuestros análisis gramaticales tradicionales, los cuales tienden a centrarse en
un subsistema a la vez.

Se supone que la evaluación inicial en un intercambio verbal se refiere a la naturaleza de la actividad propuesta o en
ejecución. Esto crea expectativas acerca de cuáles son los resultados probables, qué tópicos se puedan tocar, qué
puede expresarse en palabras y qué debe transmitirse indirectamente, y qué estilos apropiados de hablar son
relevantes y, por ello, proveen la motivación primera para entrar en la interacción. En el nivel inferior subsiguiente, se
toman las decisiones acerca de las tareas comunicativas o discursivas más inmediatas, tales como narrar, describir,
solicitar, las cuales conforman, en conjunto, actividades particulares. Dichas tareas discursivas guardan alguna
semejanza con lo que los lingüistas llaman acto de habla, pero difieren de éstos en tanto aquellas generalmente
consisten en más de una emisión y son descriptas, antes que en términos de fuerza ilocucionaria, en términos de
relaciones semánticas primarias que enlazan las emisiones componentes.

Entender cómo los signos relacionales funcionan para señalar estas tareas puede aportar conocimientos básicos
sobre cómo los participantes acuerdan y alteran interpretaciones en el transcurso de la interacción, ya sea
resaltando, subordinando o asociando diferencialmente uno u otro ítem portador de información. El análisis
transcultural sobre cómo se señalizan las tareas discursivas –es decir, sobre cómo se señalizan la focalización, el
fraseo, la co-referencialidad y otros aspectos de la cohesión- puede sentar las bases para la investigación empírica de
los rasgos panhumanos de la competencia comunicativa.

Dada la naturaleza del sistema de señalización, para poder desarrollar sus argumentos los participantes deben
testear y desplegar el conocimiento tácito sobre el que se basan para hacer, en primer lugar, inferencias. Allí donde la
cooperación conversacional se mantiene en el tiempo –es decir, donde encontramos evidencia de que los
participantes reaccionan y operan activamente con las respuestas del otro para establecer temas cohesivos-,
podemos suponer que los participantes comparten por lo menos algunas de las estrategias tácitas de la
conceptualización.

MAINGUENEAU, DOMINIQUE. 2009. Análisis de textos de comunicación.

La noción de discurso en las ciencias del lenguaje

En la actualidad vemos proliferar el término “discurso” en las ciencias del lenguaje. Se emplea tanto en singular (el
campo del discurso, el análisis del discurso) como en plural (todos los discursos son particulares, los discursos se
inscriben en contextos) según se refiera a la actividad verbal en general o a cada acontecimiento del habla.
Esta noción de “discurso” es muy utilizada porque es el síntoma de una modificación en nuestra manera de concebir
el lenguaje. En una gran medida, esta modificación resulta de la influencia de diversas corrientes de las ciencias
humanas que a menudo se agrupan bajo la etiqueta de pragmática. Más que una doctrina, en efecto, la pragmática
constituye cierta manera de captar la comunicación verbal. Al utilizar el término “discurso” implícitamente se remite
a ese modo de captación.

El discurso es una organización más allá de la frase

Los discursos, en la medida en que son unidades transfrásticas, está sometidos a reglas de organización en vigor de
un grupo social determinado.

El discurso es orientado

Está “orientado” no solo porque está concebido en función de un tiempo objetivo del locutor, sino también porque
se desarrolla en el tiempo de manera lineal. El discurso, en efecto, se construye en función de un fin, se supone que
va a alguna parte.

El discurso es una forma de acción

Hablar es una forma de acción sobre el otro, y no solamente una representación del mundo. La problemática de los
“actos de lenguaje” desarrollada a partir de los años sesenta por filósofos como Austin mostró que todo enunciado
constituye un acto que apunta a modificar una situación.

El discurso es interactivo

Esta actividad verbal es de hecho una interactividad que compromete a dos personas, que están marcadas en los
enunciados. La conversación, donde los dos locutores coordinan sus enunciados, enuncian en función de la actitud
del otro e inmediatamente percibe el efecto que tienen sobre él sus palabras.

Toda enunciación, incluso la producida sin la presencia de un destinatario, está de hecho tomada en una
interactividad constitutiva, es un intercambio, explícito o implícito, con otros enunciadores, virtuales o reales,
siempre supone la presencia de otra instancia de enunciación a la cual se dirige el enunciador y respecto de la cual
construye su propio discurso. En esta perspectiva, la conversación no es considerada como “el” discurso por
excelencia, sino solamente como uno de los modos de manifestación de la interactividad fundamental del discurso.

El discurso está contextualizado

No se dirá que el discurso interviene en un contexto, como si el contexto no fuera sino un marco, un decorado; de
hecho, solo hay discurso contextualizado. Sabemos que no se puede asignar verdaderamente un sentido a un
enunciado fuera de contexto; el “mismo” enunciado en dos lugares distintos corresponde a dos discursos distintos.
Además, el discurso contribuye a definir su contexto, que puede modificar en el curso de la enunciación.

El discurso es asumido por un sujeto

El discurso no es discurso a menos que sea remitido a un sujeto, un “yo”, que a la vez se plantea como fuente de
localizaciones personales, temporales, espaciales e indica qué actitud adopta respecto de lo que dice y de su co-
enunciador (fenómeno de modalización)

El discurso está regido por nomas

La actividad verbal se inscribe en una vasta institución de habla: como todo comportamiento, está regido por
normas. Cada acto de lenguaje implica a su vez normas particulares. Todo acto de enunciación no puede plantearse
sin justificar de una u otra manera su derecho a presentarse tal y como se presenta. Trabajo de legitimación que es
indisociable del ejercicio del habla.

El discurso está tomado en un interdiscurso

El discurso solo adquiere sentido en el interior de un universo de otros discursos a través del cual debe abrirse
camino. Para interpretar el menor enunciar hay que ponerlo en relación con toda clase de otros enunciados.

Enunciados y texto

Se opone el enunciado a la enunciación como el producto al acto de producción; en esta perspectiva el enunciado es
la huella verbal de ese acontecimiento que es la enunciación.

Algunos lingüistas definen el enunciado como la unidad elemental de la comunicación verbal, una serie dotada de
sentido y sintácticamente completa. Otros oponen la frase, que está considerada fuera de todo contexto, a la
multitud de enunciados que le corresponden según la variedad de contextos en que puede figurar esta frase.

También se emplea “enunciado” para designar una secuencia verbal que forma una unidad de comunicación
completa que forma parte de un género discursivo determinado. Aquí, “enunciado” posee un valor más o menos
equivalente al de “texto”, que se emplea sobre todo cuando se trata de captar el enunciado como formando un todo,
como constituyendo una totalidad coherente.

MARTÍNEZ, ANGELITA (COORD.); SPERANZA, ADRIANA Y FERNÁNDEZ, GUILLERMO. 2009. El entramado de los lenguajes.

Diversidad cultural y lingüística en los grandes centros urbanos

Los procesos migratorios facilitan las distintas formas de relación entre la lengua de origen y la lengua del lugar de
migración. Algunos optan por negar la lengua que portan consigo, diluirla como forma de rápida asimilación al lugar
de migración; mientras que otros deciden mantenerla. Esto genera lo que denominamos contacto lingüístico,
fenómeno por el cual el español entra en relación con otras lenguas o variedades del español con particularidades
dialectales propias.

Vitalidad de las lenguas de contacto

El contacto lingüístico fruto de los procesos migratorios posee consecuencias directas en el desarrollo sociolingüístico
de los grupos implicados. El análisis de los modos de interacción lingüística, de participación de cada una de las
lenguas o variedades en las formas en que los individuos se vinculan lingüísticamente entre sí, resulta un factor
central para conocer las redes existentes dentro de las comunidades que conviven en esta fracción del mapa
sociolingüístico que integran la Ciudad y el Gran Buenos Aires.

Establecer la vitalidad de una lengua o variedad de contacto requiere del análisis de las situaciones en las cuales se
utiliza dicha lengua. Para ello, hemos estudiado una serie de eventos comunicativos con el fin de determinar en qué
lengua se llevan a cabo los mismos.

Denominamos evento comunicativo a la forma de interacción verbal y social a través de la cual los miembros de una
comunidad se expresan. Los eventos comunicativos examinados son los siguientes: interacción madre/padre-hijo,
relatos orales, castigo, diálogo familiar y reuniones.

La vitalidad de la lengua o variedad de contacto está dada por una serie de comportamientos lingüísticos en la que
los ámbitos de interacción, los protagonistas implicados y los contextos situacionales cobran un rol central en el
mantenimiento y transmisión de la lengua.

Representaciones sociales sobre el desempeño lingüístico de los alumnos


El prestigio que esas lenguas poseen socialmente resulta un factor determinante a la hora de la autoevaluación que
los individuos realizan respecto de su desempeño en tales lenguas. El hecho de indagar acerca del conocimiento que
los sujetos poseen o creen poseer de la lengua con la que se manifiestan en contacto implica desarrollar la capacidad
de reflexionar metalingüísticamente sobre las habilidades que ese conocimiento conlleva y, de esta manera, genera la
posibilidad de una autoevaluación que signifique reconocerse como miembros de una comunidad de habla que
posee una entidad propia y que convive con aquella otra, de la que también son miembros, y que está determinada
por el español estándar.

Los eventos en los que los hablantes se manifiestan más activos en su lengua de origen han sido los mismos para
todas las lenguas que surgieron dentro del grupo con el que hemos trabajado. Son los lazos familiares y del grupo de
pertenencia determinado por interacciones con otros miembros de la comunidad de habla los que muestran niveles
más importantes de actividad lingüística.

Estos individuos poseen como lengua de origen el español en contacto con otra lengua. Esta particularidad centra la
cuestión en el contacto lingüístico como fenómeno de convergencia de sistemas lingüísticos capaces de generar
rasgos dialectales propios surgidos de dicho contacto. Esta particularidad, observada especialmente en los miembros
de comunidades en contacto con lenguas indígenas, requiere de un análisis distinto del que se lleva a cabo con
hablantes monolingües en contacto con el español. En nuestro caso, el interés está puesto en la confluencia de tales
variedades en los espacios urbanos y, especialmente, en la escuela.

La variación lingüística como herramienta para la enseñanza de la lengua estándar

Se denomina variación al uso alternante de dos formas lingüísticas en el discurso. Con esta posibilidad, el hablante
alude al mismo referente de dos maneras distintas. Según Lavandera (1984) : “La variación hace a la naturaleza del
lenguaje, es funcional, y que de hecho, dado el tipo de actividad que es la comunicación lingüística, sería la ausencia
de la variación en el sistema lingüístico lo que necesitaría explicación”. Podemos distinguir tres posicionamientos
sobre este fenómeno de acuerdo con las características de los elementos variables y la evaluación que la comunidad
lingüística realiza de tales usos.

Las gramáticas, cuya función esencial es la de describir el sistema de una lengua, contemplan la existencia de ciertos
usos variables que constituyen lo que hemos denominado variación normativa. Esto significa que la existencia de
determinadas formas alternantes no representa en el uso del lenguaje una “desviación de la norma” ni tampoco un
“error”. El hablante puede seleccionar una u otra forma sin peligro de utilizar inadecuadamente el lenguaje.

En el uso cotidiano del lenguaje nos encontramos con formas en variación que no aparecen contempladas por las
gramáticas pero que son toleradas por la comunidad de habla y que constituyen lo que hemos denominado variación
no normativa.

De la misma manera que el cuerpo social acepta determinadas formas, aun cuando éstas se alejan de la norma,
existen otras que resultan fuertemente rechazadas por el grupo. Estas son las que hemos considerado dentro de la
variación estigmatizada. Estas formas están claramente ligadas a las conceptualizaciones del grupo, es por ello que,
en el caso del español, podemos encontrarnos con formas estigmatizadas solamente en algunas zonas.

Acerca de algunos enfoques sobre la variación lingüística

En el enfoque que aquí proponemos, el uso alternante se sustenta en la noción de equivalencia referencial que
supone “dos maneras distintas de remitir al mismo referente” (García 1985). Al proponer la equivalencia referencial
se entiende que los usos variables corresponden a motivaciones por las cuales el hablante manifiesta diferentes
perspectivas frente a la misma escena. Dichas perspectivas se vinculan con procesos cognitivos implícitos en el uso
del lenguaje, los cuales impulsarían a los hablantes de una comunidad determinada a desarrollar su capacidad
creativa en directa relación con las potencialidades de la propia lengua.
Creemos, entonces, que el contacto entre dos culturas puede rastrearse en el uso de la lengua (García 1995) y que el
efecto de una lengua sobre la otra podría buscarse en el análisis contrastivo del uso variable en relación con el grado
de contacto lingüístico. En situaciones de contacto lingüístico, la variación –sistemática- no implica, en general, una
recategorización de los contenidos semánticos descriptos para la variedad estandarizada, sino una redistribución de
los mismos a la luz de necesidades comunicativas propias de la comunidad. En este sentido, estamos de acuerdo con
Company (2003), cuando se refiere al cambio lingüístico: “Un cambio lingüístico es una transformación, un
microquiebre funcional, un reajuste en el sistema que garantiza que la lengua siga manteniendo su función básica
comunicativa”.

La presencia del contacto lingüístico se exterioriza, entonces, a través de las particularidades que poseen las distintas
variedades de una misma lengua. Dichas particularidades constituyen procesos de transferencia por los cuales se
pone de manifiesto el perfil cognitivo que el individuo adopta sobre la escena representada, tal como hemos dicho.
En este proceso, las características gramaticales de la lengua de origen cumplen un rol significativo puesto que
promueven en el sujeto la utilización creativa de las potencialidades gramaticales de la lengua de contacto.

La relevancia de estos hechos se enfatiza ante la perspectiva de que la sintaxis es semántica y pragmáticamente
motivada y, por lo tanto, resulta el aspecto más creativo del lenguaje. García (1995) dice al respecto: “La sintaxis
constituye, como lo sugiere el término ‘emergent grammar’ adoptado por Hopper (1988), una cristalización del uso.
En ese caso se ‘juntan’, se yuxtaponen, se colocan formas lingüísticas apropiadas al mensaje que desea transmitir el
hablante, de tal modo que no resulte difícil su inferencia por parte del interlocutor”.

Si consideramos que la variación es la expresión sincrónica de los movimientos internos de una lengua y, por otra
parte, la matriz del cambio lingüístico, su abordaje resulta primordial para analizar la conformación de las distintas
variedades, en nuestro caso, del español, y determinar le lugar que el contacto lingüístico ocupa en la constitución de
las mismas.

La unidad de análisis

Desde un enfoque como el que aquí proponemos, el aporte significativo de los morfemas en variación constituye
nuestro punto de partida. Entendemos que abordar el estudio de los usos variables del lenguaje contribuirá a la
construcción de las herramientas lingüísticas necesarias para la elaboración de una gramática reflexiva que ofrezca
los elementos necesarios para la comprensión y explicación del funcionamiento de variedades como las que se hallan
bajo el influjo de otras lenguas.

Alternancia de los clíticos lo/s, la/s y le/s

En la región del nordeste, que comprende las provincias de Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones y donde tiene
presencia la lengua guaraní, el español hablado promueve una expansión del uso de la forma le en contextos de dos
participantes, fenómeno que se conoce con el nombre de leísmo.

En la región noroeste argentino, donde se advierte sustrato quechua-aymara, también hallamos usos de pronombres
clíticos de tercera persona que se diferencian de los registrados en la variedad de español estandarizada.

En la región patagónica de influencia mapuche, si bien no hemos encontrado los desplazamientos que caracterizan
las variedades anteriormente mencionadas, se manifiesta una alta frecuencia de omisión del clítico respecto de la
variedad rioplatense.

Características de las lenguas indígenas

El sistema guaraní, por ejemplo, no posee categoría gramatical de género: sustantivos, pronombres y adjetivos no
presentan variación flexional, por lo tanto, no existe entre los mismos relación de concordancia.
Las características de las lenguas indígenas podrían actuar como disparadoras de las estrategias del español: tanto de
la expansión en el uso de los clíticos, propia de las zonas del nordeste y el noroeste como de la ausencia del
pronombre que se observa en la variedad de español en contacto con la lengua mapuche.

Correlación temporal

Otro de los usos variables frecuentes en el español no estandarizado es el que corresponde a enunciados en los que
las formas verbales se hallan en corelación temporal. Las variables en cuestión están conformadas por la variación
que presentan el uso del Pretérito Perfecto Simple y el Pretérito Pluscuamperfecto del Modo Indicativo con verbo
principal en presente.

Características de la lengua quechua

El quechua posee un tiempo pasado específico de la narración o reportativo, que se corresponde con un tiempo
remoto, no controlable por el hablante y desconectado del presente. La selección del Pretérito Perfecto Simple indica
una asignación mayor de certeza a las acciones o una forma de adhesión, de aprobación por parte del enunciador;
mientras que la utilización del Pretérito Pluscuamperfecto manifiesta un nivel menor de certeza por lo que el
enunciador establece una distancia respecto de lo expresado en la proposición. La información que transmiten las
bases verbales le permite al enunciador tomar posición respecto del evento descrito.

Estas estrategias se ven sustentadas por las características de la lengua de contacto. En efecto, el conjunto de sufijos
de validación obligatorios con los que cuenta el quechua permite especificar la fuente de información transmitida y la
evaluación que el sujeto realiza de dicha información.

Concebimos el sistema evidencial como la confluencia de dos factores: por un lado, la evidencialidad que implica la
manifestación por parte del sujeto de la forma en que ha tenido lugar la apropiación del conocimiento y, por otra
parte, la validación de ese conocimiento puesto que no solo se pone de relieve el origen de la información sino que,
además, el sujeto realiza una evaluación respecto de ese conocimiento, en estrecha relación con la forma de
adquisición del mismo.

Entender el funcionamiento variable del lenguaje, en este caso de los tiempos verbales, nos permite comprender que
la ausencia de morfemas específicos para la atribución de funciones evidenciales en nuestra lengua impulsa a los
hablantes a desarrollar estrategias mediante las cuales dan cuenta de la fuente de la información y la evaluación que
realizan de ella, tal como lo harían con los recursos de los que sí dispone la lengua quechua.

Variación de los morfemas locativos a/en

El uso variable de la preposición en con verbos de desplazamiento que, en la variedad estandarizada, requieren la
preposición a constituye un ejemplo de lo que hemos llamado variación estigmatizada.

Características de la lengua quechua

El uso de los morfemas estudiados en sujetos en situación de contacto indica estrategias cognitivas particulares que
enriquecen los conceptos a partir de los cuales las preposiciones mencionadas han sido estudiadas por las
gramáticas.

El contacto lingüístico facilita, por un lado, la opción de la preposición en en lugar de a que realiza el hablante y, por
otra parte, instala, aprovechando el significado prototípico de meta a término que posee el morfema en en el
sistema del español estándar, un nuevo uso de la preposición en en contextos impensables para la norma lingüística
pero justificables a partir de las inferencias comunicativas del mensaje transmitido.

Las habilidades cognitivas de los hablantes, a través de un proceso mental, conceptualizan los morfemas
preposicionales en un escenario en el que interviene una fuente de energía, un trayecto y una meta. El uso de los
morfemas señalaría un predominio de la dirección en el uso de los morfemas locativos en la variedad estándar
rioplatense y una preferencia por la focalización de la meta en el español en contacto con el quechua.

Pensamos que el alcance de la conceptualización señalada llega a explicar la variación normativa de los morfemas
preposicionales locativos a/en que forman parte del sintagma verbal: meter + complemento locativo. En efecto, en
esa alternancia, el énfasis puesto en la meta cumple un rol significativo en la decisión discursiva de los hablantes.

La frecuencia de uso del morfema en indica que la explotación discursiva de la forma se debe a la estrategia
comunicativa de relevar la importancia del lugar en el que concluye la acción verbal o se sitúa el trayector –sea o no
animado- que participa en el enunciado. Por el contrario, los hablantes optan por el morfema a cuando su intención
obedece a privilegiar más el rol protagónico del trayector/actante que el punto locativo en el que concluye su acción.

Valoraciones sociales sobre las lenguas minoritarias en el entorno educativo

El prestigio que cada lengua posee dentro del cuerpo social resulta un factor determinante en el aprendizaje, empleo
y difusión de una lengua. Sobre este aspecto, los docentes no desconocen dichas valoraciones y entienden que, en su
mayoría, éstas son negativas hacia las lenguas minoritarias.

Las consecuencias que los docentes reconocen como producto de las valoraciones antes mencionadas son: la
descalificación de las lenguas habladas en el hogar, el olvido de dichas lenguas, la subestimación de las mismas a
partir de las valoraciones que la sociedad realiza de otras lenguas consideradas “mejores” o “más prestigiosas”,
“transmisoras de cultura”, entre otras.

Incidencia educativa del tema

La consideración del bilingüismo o plurilingüismo como un factor de incidencia en la adquisición de la lengua


estándar es un elemento altamente significativo a la hora de analizar el desempeño docente en un aula multilingüe.
Las valoraciones preconcebidas sobre el tema tendrán un fuerte impacto en la incorporación y tratamiento del
mismo y su posterior materialización en la generación de propuestas didácticas inclusivas de la diversidad.

Acerca del diseño curricular

Se hace explícita la aceptación de “las diferencias de uso entre lengua general, variedades y registros, con vistas a
una adecuada intervención pedagógica. La consideración de elementos constitutivos de la identidad de cada cultura
requiere un espacio que propicie intercambios en el marco de una participación integradora. La construcción de ese
espacio intercultural permite que la escuela formalice el abordaje de la lengua estándar vehicular, respetando la
diversidad.

Lenguas en contacto: hacia una didáctica diferente

Entendemos, los aportes que el conocimiento de otra lengua conlleva, permiten establecer un “diálogo” entre las
diferentes cosmovisiones que cada una de las lenguas en contacto proveen y, por consiguiente, un plus de
información que redundará en un aporte y facilitará, así, el proceso de adquisición del estándar.

Trabajar con la situación comunicativa como unidad de análisis y la observación de la manera en que el alumno se
desenvuelve en ella, permite registrar y analizar los conocimientos acerca del funcionamiento de la lengua y su uso.
La sistematización del uso de la lengua provendrá del análisis de su funcionamiento en los textos auténticos, en
interacción con una constante reflexión metalingüística sobre las propias producciones.

El objetivo pedagógico prioritario es, entonces, el de procurar el alcance de la competencia comunicativa por parte
de los alumnos. Según Duranti (1992): “Ser competente comunicativamente significa conocer las reglas de
interacción verbal que cada comunidad lingüística posee dentro de las cuales se encuentran las convenciones
sociales, los roles, las creencias, los valores, es decir, la cultura que dicha lengua vehiculiza a través de sus formas
lingüísticas”. Alcanzar dicha competencia significaría identificar las convenciones sociales y normativas que
caracterizan la variedad estándar con el fin, como ya hemos dicho, de producir en el individuo una reflexión
metalingüística capaz de diferenciar variedades y reconocer mecanismos de funcionamiento de cada una.

La necesidad de contextualizar en la cultura escrita

La noción de contexto resulta una variable significativa en tanto nos permite dar cuenta, en la situación de aula, de
los espacios en los que el lenguaje se articula con el extralenguaje, es decir, con todas aquellas entidades existentes
fuera de la lengua y que constituyen el entorno y, en términos más generales, la cultura a la que cada individuo
pertenece. Resulta pertinente dar espacio a las instancias propias en las que el lenguaje tiene lugar, es decir, el acto
de producción por una parte y el de interacción social por el otro.

El factor esencial en la selección del contexto adecuado es la “búsqueda de relevancia”. El intérprete espera que el
supuesto que está procesando sea relevante para lo cual selecciona un contexto “que maximice dicha relevancia”. Por
lo tanto, el contexto funciona como una variable mientras la relevancia es considerada como algo dado. Se establece,
entonces, la “presunción de relevancia óptima” por la cual se elige el contexto que permite equilibrar “esfuerzo y
efecto”. Por todo ello, la creación de espacios en los que los contextos de comprensión y producción sean
“relevantes” para los alumnos resulta una variable fundamental a la hora de planificar nuestra actividad diaria.

La heterogeneidad de la comunidad lingüística con la que estamos trabajando requiere de un abordaje pedagógico
que contemple esos distintos “contextos cognitivos” que se activan ante la determinada información, a la que
nuestros alumnos tienen acceso durante la situación de comunicación en el aula.

WHORF, BENJAMIN. 1974. Lenguaje, pensamiento y realidad.

De cómo el nombre de la situación afecta al comportamiento

Una cierta línea de conducta se da debido a las analogías de la fórmula lingüística con una situación dada, y por ella
se analiza, se clasifica y se le asigna su lugar en ese mundo que está en gran medida inconscientemente construido
sobre los hábitos lingüísticos del grupo. Y siempre suponemos que el análisis lingüístico hecho por nuestro grupo
refleja la realidad mejor de lo que lo hace.

Pluralidad y numeración en SAE (Standard Average European) y en hopi

Nuestra “longitud de tiempo” no se considera como una longitud sino como una relación de posterioridad entre dos
eventos. En vez de nuestra objetivación lingüísticamente promovida de ese dato de la conciencia que llamamos
“tiempo”, la lengua hopi no ha sentado ninguna pauta que pueda encubrir el subjetivo “hacerse más tarde”, que es la
esencia del tiempo.

Sustantivos de cantidad física en SAE y en hopi

Nuestra pauta de lenguaje a menudo nos demanda nombrar un hecho físico por un binomio que divide la referencia
en un concepto sin forma, más una forma. Nuevamente el hopi es diferente. Una de las clases formalmente distinta
es la de los sustantivos. Pero esta clase no contiene ninguna subclase formal de nombres que se refieren a la materia.
Todos los sustantivos tienen un sentido individual y al mismo tiempo formas singular y plural.

La generalidad de las proposiciones se expresa por medio del verbo o del predicado, no por el sustantivo. Puesto que
los sustantivos son individuales no están individualizados ni por medio de cuerpos tipo ni por medio de nombres de
recientes, puesto que no hay necesidad especial de subrayar la forma o el recipiente. El sustantivo por sí mismo
implica un cuerpo o recipiente adecuado.

La lengua no tiene ni necesita analogías sobre las cuales construir el concepto de existencia como dualidad de
concepto informal y formal. Trata de conceptos sin forma por medio de otros símbolos distintos de los sustantivos.

Formas temporales de los verbos en SAE y en hopi


El sistema de verbos con tres tiempos del SAE, matiza todo nuestro pensamiento sobre el tiempo. Este sistema se
amalgama con ese esquema mayor de objetivación de la experiencia subjetiva de duración ya anotada, y con la
fórmula binomia aplicable a los sustantivos en general, con los sustantivos temporales, con la pluralidad y la
numeración. Todo está en la conciencia y todo en la conciencia es y está junto. Hay un perceptible y un no-
perceptible. Podemos llamar perceptible lo que estamos viendo, oyendo, tocando –“el presente”-, mientras que el
no-perceptible es el inmenso mundo de imágenes de la memoria, se titula “el pasado” y otro reino de creencias,
intuición e incertidumbre, “el futuro”; aunque sensación, memoria, previsión, están todos juntos en la conciencia –
no es que el uno esté “aún por venir” y el otro ya haya venido “una vez por todas”.

El hopi, como es de suponer, también es diferente en esto. Los verbos no tienen “tiempos” como los nuestros, sino
que tienen formas de validez (aseveraciones), aspectos y formas para ligar cláusulas (modos) que llevan a una mayor
precisión del habla. Las formas de validez denotan que el hablante (no el sujeto) informa sobre la situación
(correspondiente a nuestro pasado y presente) o que él lo espera (correspondiente a nuestro futuro) o que hace una
proposición nómica (correspondiente a nuestro presente nómico).

Duración, intensidad y tendencia en SAE y en hopi

Para ajustar el discurso a las múltiples situaciones reales, todas las lenguas necesitan expresar la duración, la
intensidad y las tendencias. Es característico del SAE y quizá de muchos otros tipos de lengua expresarlas
metafóricamente. La ausencia de tales metáforas en el lenguaje hopi es sorprendente. El uso de términos espaciales
cuando no hay espacio al que referirnos no se encuentra.

Los “tensores”, una gran clase de palabras, denotan solo intensidad, tendencia, duración y secuencia. La función de
los tensores es expresar intensidades, “fuerzas”, y cómo continúan o varían sus tasas de cambio, de manera que el
amplio concepto de intensidad cuando se le considera como siempre y necesariamente variable y continuo, incluye
también tendencia y duración.

Pensamiento habitual en SAE y en hopi

Este “mundo de pensamiento” es el microcosmos que cada hombre acarrea dentro de sí, y con el cual mide y
comprende lo que puede en el macrocosmos. En la naturaleza de cada ente capaz de manifestarse como un todo
definido, está la fuerza de su propio modo de duración: su crecimiento, decadencia, estabilidad, ciclicidad o
creatividad. Por tanto, el modo como ahora se manifiesta todo ya ha sido “preparado” por las fases anteriores, y lo
que será después está “preparado” tanto por lo que fue como por lo que está siendo ahora.

Rasgos de comportamiento habitual de la cultura hopi

Una característica del comportamiento hopi es el énfasis en la preparación. Esto incluye el anuncio y preparación a
los eventos, con mucha antelación; detalladas precauciones para asegurar la persistencia de las condiciones
deseadas y énfasis en la buena voluntad como preparación para conseguir buenos resultados.

El mundo del pensamiento hopi no tiene espacio imaginario. El corolario de esto es que no se debe colocar el
pensamiento que trate con espacio real en cualquier parte sino en el espacio real, ni aislar el espacio real de los
efectos del pensamiento.

Las actividades “preparatorias” hopis muestran nuevamente un resultado de su trasfondo de pensamiento lingüístico
con énfasis en la persistencia y en la constante e insistente repetición. Para nosotros, para quienes el tiempo es un
movimiento en el espacio, la repetición invariable parece diseminar su fuerza a lo largo de una hilera de unidades de
ese espacio, con lo que se desperdicia. Para el hopi, para quien el tiempo no es un movimiento sino “hacerse tarde”
todo lo que se ha hecho, la repetición invariable no es un desperdicio sino una acumulación. Es almacenamiento de
un cambio invisible que se aplaza para eventos posteriores.

Algunas señales del hábito lingüístico en la civilización occidental


Nuestra visión objetivada del tiempo es sin embargo favorable para la historia y para todo lo que esté conectado con
su registro, mientras que para esto el punto de vista hopi es desfavorable. Este último es demasiado sutil, complejo y
en desarrollo sempiterno, sin poder suministrar respuestas rápidas a la pregunta de cuándo terminaría un evento y
de cuándo principiaría otro.

Pero nuestro tiempo objetivado pone ante la imaginación algo como una cinta o rollo de papel dividido en espacios
iguales, lo que sugiere que cada espacio debe llenarse con una anotación. La escritura sin duda ha ayudado a nuestra
concepción lingüística del tiempo, así como la concepción lingüística ha guiado el uso de la escritura.

La igualdad formal de las unidades espaciales por las cuales medimos y concebimos el tiempo nos lleva a considerar
que el “ente informe” o “sustancia” del tiempo es homogéneo y está en proporción al número de unidades. De ahí
viene nuestra asignación proporcional de valor al tiempo, y el que montemos sobre él una estructura comercial
basada en valores proporcionales al tiempo.

Nuestro pensamiento del mundo, lingüísticamente determinado, no solo colabora con nuestros ídolos e ideales
culturales, sino que moldea nuestras reacciones personales inconscientes y les da un determinado carácter. Parece
como si la cinestesia o el sentimiento de movimiento muscular, aunque anterior al lenguaje, se hubiera hecho más
altamente consciente por el uso lingüístico del espacio imaginario y de las imágenes metafóricas de movimiento.

Implicaciones históricas

La naturaleza del lenguaje es el factor que limita la libre plasticidad y da rigidez a los canales del desarrollo en una
forma más autocrática. Esto es así porque el lenguaje es un sistema y no exactamente un conjunto de normas. Los
grandes perfiles sistemáticos solo pueden transformarse lentamente en algo realmente nuevo, mientras que muchas
otras innovaciones culturales se hacen con comparativa rapidez. El lenguaje representa así el pensamiento de la
masa; se ve afectado por los inventos e innovaciones, pero exigua y pausadamente, al paso que da órdenes a los
inventores e innovadores con decretos inmediatos.

Los conceptos de “tiempo” y “materia” no se dan en la experiencia en exactamente la misma forma para todos los
hombres, sino que dependen de la naturaleza del idioma o idiomas a través del uso de los cuales se hayan
desarrollado. No dependen tanto de tal o cual sistema gramatical, sino de las maneras de analizar y relatar
experiencias que se han llegado a fijar en la lengua como “maneras de hablar” y que abarcan las típicas
clasificaciones gramaticales, de modo que tal “manera de hablar” abarca elementos léxicos, morfológicos, sintácticos
y otros muchos, coordinados dentro de un marco consistente.

El concepto de espacio variará algo con el idioma, porque siendo una herramienta intelectual está íntimamente
ligado con el empleo concomitante de otras herramientas intelectuales del orden de “tiempo” y “materia”, las cuales
están lingüísticamente condicionados. Vemos cosas con nuestros ojos en las mismas formas de espacio que los hopi,
pero nuestra idea de espacio tiene también la propiedad de actuar como un sustituto para relaciones no espaciales
como tiempo, intensidad, tendencia y como un vacío que ha de llenarse con conceptos informes, imaginados, uno de
los cuales puede ser llamado “espacio”.

Existen conexiones pero no correlaciones o correspondencias diagnósticas entre normas culturales y pautas
lingüísticas. Hay una relación entre una lengua y el resto de la cultura de la sociedad que la usa. Hay casos en que las
“maneras de hablar” están fuertemente integradas con la totalidad de la cultura en general, sea esto universalmente
cierto o no, y hay conexiones dentro de esta integración y entre la clase de análisis lingüístico empleado y varias
reacciones de comportamiento y también las formas tomadas por varios desarrollos culturales.

UNIDAD 5: EN TORNO A LA PROBLEMÁTICA DE LA COHERENCIA ENTRE PRINCIPIOS TEÓRICOS Y HERRAMIENTAS


METODOLÓGICAS

MARTÍNEZ, ANGELITA Y ADRIANA SPERANZA. 2009. “¿Cómo analizar los fenómenos de contacto lingüístico?”
Nuestro enfoque

En el campo de los estudios de contacto lingüístico, se hace necesario establecer una teoría específica, creemos que
los mismos principios que sustentan el funcionamiento del lenguaje en general son los que nos permiten observar y
analizar los fenómenos concretos desde cuyos resultados la teoría se retroalimenta.

Subyace a esta postura, por lo tanto la convicción de que: 1) los fenómenos de contacto constituyen hechos
lingüísticos y, en consecuencia, no requieren de una teoría específica y; 2) una teoría del lenguaje no es un
“constructo a priori” sino la consolidación de sucesivos éxitos analíticos.

La teoría se encuentra en constante construcción a partir de los éxitos que surgen del análisis, lo que desde una
mirada superficial podría aparecer como la expresión de “ejercicios lingüístico o ejemplificaciones” constituye la
piedra fundamental de cualquier intento de impactar en la teoría lingüístico. En efecto, son los análisis del uso
genuino del lenguaje los que conducen a explicaciones acerca de la naturaleza de su estructura.

El punto de partida: la variación lingüística

El uso alternante de las formas lingüísticas se sustenta en la noción de equivalencia referencial que supone “dos
maneras distintas de remitir al mismo referente” (García 1985). Desde este posicionamiento, los usos variables
responden a motivaciones por las cuales el hablante manifiesta diferentes perspectivas frente a la misma escena.
Dichas perspectivas se vinculan con procesos cognitivos implícitos en el uso del lenguaje, los cuales impulsan a los
hablantes de una comunidad determinada a desarrollar su capacidad creativa en directa relación con las
potencialidades de la propia lengua.

Creemos, entonces, que el contacto entre dos culturas puede rastrearse en el uso de la lengua (García 1995) y que el
efecto de una lengua sobre la otra debe buscarse en el análisis del uso variable y su relación con el grado de contacto
lingüístico.

La presencia del contacto lingüístico se exterioriza, entonces, a través de algunas particularidades que presentan las
distintas variedades de una misma lengua (García 1995). Dichas particularidades constituyen procesos de
transferencia por los cuales se pone de manifiesto el perfil cognitivo que el individuo adopta ante la escena
representada. En ese proceso, las características gramaticales de la lengua de origen cumplen un rol significativo
puesto que promueven la utilización creativa de las potencialidades gramaticales de la lengua de contacto, en
nuestro caso, el español.

La relevancia de estos hechos se enfatiza ante la perspectiva de que la sintaxis es motivada semántica y
pragmáticamente y, por lo tanto, constituye el nivel más creativo del lenguaje. García sostiene al respecto: “La
sintaxis constituye, como lo sugiere el término ‘emergent grammar’ adoptado por Hopper (1988) una cristalización
del uso”.

Si consideramos que la variación es la expresión sincrónica de los movimientos internos de una lengua y, por otra
parte, la matriz de cambio, el estudio del uso variable de las formas lingüísticas resulta primordial para analizar la
conformación de las distintas variedades y determinar el lugar que el contacto lingüístico posee en la constitución de
las mismas.

La unidad de análisis

El aporte significativo de los morfemas en variación constituye nuestro punto de partida. El significado básico de los
mismos es invariante y suficientemente impreciso como para producir multiplicidad de mensajes.

El establecimiento del significado básico de cada una de las formas en variación resulta la herramienta clave del
análisis puesto que es ese significado básico invariante e impreciso el que brinda su aporte comunicativo a lo largo de
los distintos contextos de uso. Al amparo de los significados, los usuarios del lenguaje recurren al uso alternante para
recrear mensajes.

Una mirada atenta a cada enunciado ofrecerá los datos necesarios para postular variables independientes –es decir,
factores contextuales externos a las formas en variación- que nos permitan entender qué variante se selecciona en
qué contexto.

La importancia del conocimiento de las gramáticas de las lenguas indígenas

En el interés por el conocimiento de los procesos de contacto lingüístico, los resultados obtenidos a partir de este
tipo de análisis pueden ser considerados a la luz de las características gramaticales de las lenguas en contacto.

Contacto español-guaraní

Se privilegia a cuando la meta es una acción, mientras que se privilegia en cuando se trata de un lugar. Es decir, la
preposición en se muestra más consistente en contextos de metas más específicas, tal como los lugares, por ejemplo.

“Los fines de semana salíamos con mis amigos a andar a caballo, en bicicleta, a hondar pajaritos a la siesta. También
los días domingo y sábado. Los domingos salíamos con mis padres en las casas de mi abuelo y mis tíos. El día sábado
salía en los cumpleaños de 15, etc”..

Contacto español-quechua

Se puede observar el uso variable del Pretérito Perfecto Simple y del Pretérito Pluscuamperfecto (PPI) del Modo
Indicativo en emisiones cuyo verbo principal se encuentra en presente. Entendemos que la perfectividad que expresa
el PPS pone al sujeto enunciador en directa relación con “lo concluido” y por lo tanto, con “lo conocido”, lo que se
entiende como cierto. En cambio, la forma del PPI, a través del componente imperfectivo del lexema “había”, remite
al plano de lo “inconcluso” y por lo mismo de “lo desconocido”, de lo “remoto” (Martínez 1998).

Entendemos que el contenido semántico de los verbos dependientes cuando remite a contextos “positivos” propicia
la aparición del PPS. Denominamos contextos “positivos” a las situaciones vinculadas con hechos evaluados como
más factuales, que hacen referencia a eventos considerados como de posible “realización”.

Por su parte, las bases verbales que remiten a contextos “negativos”, ya sea de menor factualidad, vinculados con la
posible “no realización” de los eventos, con engaños o con pérdidas irreversibles de las cuales el enunciador desea
distanciarse, favorecen la selección del PPI.

El interés por la validación cualitativa y cuantitativa

La frecuencia de uso de las formas juega un papel esencial en relación con la estrategia que el individuo lleva a cabo
al utilizar el lenguaje. Asimismo, la posibilidad de que un uso variable determinado pueda constituirse en un síntoma
de cambio lingüístico se halla en directa relación con las modificaciones en la frecuencia de aparición de las formas.
Dicha frecuencia pone de relieve la perspectiva del hablante ante las motivaciones comunicativas que entran en
juego en el uso de una u otra variante. La interrelación entre la interpretación cualitativa de los enunciados y la
distribución de las formas en los mismos constituye la clave metodológica del análisis.

La mayor frecuencia de variación observada en los grupos en situación de contacto lingüístico constituye un
elemento clave para determinar si éste es un factor capaz de explicar el uso variable y así, (des)confirmar nuestra
hipótesis acerca de las motivaciones que subyacen a la variación.

¿Qué contar y para qué?

La frecuencia relativa de uso de las formas nos permite, a la luz del contexto, identificar cuál es la orientación que ha
adquirido la variación. Para construir la explicación necesaria debemos hallar variables contextuales independientes
que permitan verificar dicha orientación. Si volvemos a los ejemplos propuestos anteriormente, el análisis
cuantitativo, prueba fehaciente de que nuestras hipótesis son adecuadas, debería relacionar significativamente las
formas en variación y los contextos que las favorecen.

Las variables independientes no pueden postularse “a priori”, esto significa que su elección, en cada uno de los
sujetos a análisis, tendrá una conexión inferencial con los propios contextos de variación y no será producto de la
puesta a prueba de teorías construidas fuera del espacio de uso real de la lengua. Nuevamente es la adhesión a
principios generales sobre el lenguaje la que nos ofrece los elementos para explicar el privilegio de las formas en los
diferentes contextos en los que se manifiestan.

Conclusiones

Buscamos entender en qué contexto pragmático se seleccionan qué formas lingüísticas y evaluar las diferencias que
se presentan en las distintas variedades de una lengua. Cuando una de esas variedades se halla enriquecida por una
situación de contacto con otra lengua, el análisis promueve resultados en los que asoman pautas culturales
idiosincrásicas. La mirada etnopragmática intenta interpretar las estrategias lingüísticas mediante la consideración de
aspectos culturales como motivadores de necesidades comunicativas.

Estamos convencidas de que los estudios de contacto de lenguas que intenten explicar el uso motivado de las formas
en contexto, además de iluminar los procesos lingüísticos en general –y, en consecuencia, nutrir la teoría-, pueden
actuar como indicadores de superación social, en la lucha contra la discriminación y el estigma.

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