Professional Documents
Culture Documents
1. Perdóname hijo mío, perdóname hija mía, porque en innumerables veces, por mi mal
carácter fui creando un clima adverso, queriendo poner mi parecer gritando, diciendo
groserías haciéndote sentir impotente, hiriendo la dignidad de tu persona. No tuve el valor
de arcarme a ti y hablarte con amor.
Cuantas veces te he tratado mal cuando no me obedecías, y te he humillado para que te des
cuenta que la que manda soy yo, y por esa razón te contradecía, sin averiguar qué problemas
tenías.
2. Perdóname, hijo mío, perdóname hija mía, por haberte menospreciado constantemente, por
no haber tenido paciencia contigo, repitiéndote, que eres un inútil, que eras una inútil que no
sirves para nada.
Perdóname, porque no te apoyé cuando tú me necesitabas, no te di el consejo oportuno que
necesitabas según tu edad, para tu desarrollo personal. Fui mezquina contigo y con la
familia. Muchas veces te mostré mi rechazo, echándote en cara mi disconformidad,
avergonzándote muchas veces delante de tus amigos.
También hoy quiero que me perdones porque nunca me interesé por orientarte y guiarte
debidamente, durante el desarrollo de tu sexualidad, tanto en el aspecto físico como en el
aspecto psicológico.
3. Perdóname, porque nunca tuve la preocupación de ayudarte. Te exigí perfección pero no te
enseñé a valerte por ti mismo v equivocadamente te presionaba en tus estudios; quería que
fueras el mejor; que ocuparas los primeros puestos, quería que fueras lo máximo, pero te
dejaba solo y no comprendía tus errores.
Tampoco te alenté a superar deficiencias, temores y fracasos.
Perdóname por haberte engreído demasiado y no haberte corregido debidamente a tiempo.
4. Perdóname, por mi falta de comunicación contigo, porque nunca me daba tiempo para
atenderte, siempre mis necesidades eran más importantes que las tuyas, y no había tiempo
para escucharte, a pesar que sabía que tenías enamorado. No me deba tiempo para
escucharte. Nunca me esforcé por ser tu amiga, de tal manera que nunca hemos podido
comprendernos y entablar una buena relación.
5. Perdóname, porque durante tu infancia no te enseñe que lo más grande y bueno era Dios y te
crie sin saber de respeto y valores. Y ahora que eres grande y te has hecho joven, no sabes
amar a Dios.
6. Perdóname hija mía, porque muchas veces te hice sentir que no eras la hija deseada. Yo
quería tener un hijo varón, y tuve una mujer, te tuve a ti. Y allí empezó mi descuido hacia ti.
No te entendía con esmero, no te escuchaba, no me daba tiempo para ti, incluso cuando
estabas enferma.
Perdóname por mi infidelidad a tu padre, me deje ilusionar por toro hombre, siendo yo la
causa principal tu inestabilidad afectiva y de tu inseguridad que hoy te domina.
Comunidad Católica “Bodas de Caná” Ministerio de Jóvenes
Coordinación Nacional Evangelización Juvenil
Perdóname, hija mia, perdóname hijo mió, porque te abandoné cuando eras pequeño y no te
di el calor de madre, el cariño, la protección, privándote del amor de madre y de la figura
materna, creando odio, amargura, rencor, frustración, deseo de suicidio, porque te sentías
vacía, desconsolada; muchas veces recurriendo a las drogas, al alcoholismo, para huir de tu
triste realidad.
7. Perdóname hijo, porque cometí error de orientarte mal, diciéndote que eres un hombre y que
cuando tengas enamorada, aprovecha la ocasión, aprovecha las oportunidades que te dan las
chocas, demuestre tu hombría tu virilidad, no seas tonto. Y así te inducía a ser machista; en
lugar de aconsejarte que ante todo debes ser respetuoso con las mujeres, no ser engañador,
no ser farsanta, no ser mentiroso, no ser calculador, no ser infiel.
Perdóname hijo porque si te hubiera enseñado desde pequeño, lo que es un verdadero
hombre, no te estaría pesando lo malo que has hecho. Hoy no estarias con remordimientos,
con cargos de conciencia, con frustraciones, con incertidumbre, dudas, por falta de una
adecuada conducta sexual.
8. Perdóname, hija perdóname hijo, porque en ese afán de protegerte y cuidarte mucho, hice de
ti una persona orgullosa, pedante y vanidosa. No quería que nada te falte, lo que pedías te lo
daba apenas abrías la boca, y piensas que no hay nadie mejor que tú, y que todos tienen que
hacer tu voluntad. Nunca te dije nadad de tu carácter violento e intrigante y me hice la
disimulada cuando mentías, de tal modo que hoy en día nadie confía en ti y eso te hace
sufrir.
9. Perdóname hijo, perdóname hija, porque al ser yo una persona insegura, te he transmitido mi
inseguridad y temores en la vida, de tal manera que no te amas a ti misma, y no te dejas
amar.
Finalmente, hijo, hija, desde lo más profundo de mi corazón, aunque nunca haya tenido el
valor de decírtelo personalmente, quiero decir te amo que siempre te he amado, te quiero
porque soy tu madre, y , aunque no lo fuera, Dios te puso en mi camino para hacer de ti una
persona de bien, una persona sana espiritualmente, una persona libre, llena de paz, llena de
amor; sin frustraciones, sin temores, sin traumas, sin remordimientos, sin rencor que te
atormenta en tus momentos de soledad.
Por todo ello, hijo, hija, te ruego me perdones porque sé que así Dios Nuestro Señor te
sanará.... Y yo al saber que estas sano por la Gracia de Dios, pediré también perdón a Dios...
y sanaré también.
Comunidad Católica “Bodas de Caná” Ministerio de Jóvenes
Coordinación Nacional Evangelización Juvenil
6. Perdóname, hija, porque muchas veces te hice sentir que no eras la hija esperada, te hice
sentir mi rechazo, mis preferencias con tu hermano. No atendí cuando necesitabas para tus
estudios, tus alimentos, para tu salud; te descuidé cuando estabas enferma.
Perdóname, hijo, hija, porque fui cobarde al haberte abandonado cuando eras pequeño,
cuando eras pequeña, porque al serle infiel a tu madre, fui la causa de la inestabilidad
afectiva para ti. Se destruyó en ti anhelos, ilusiones, es decir, se destruyó el hogar. Las riñas,
las discusiones destruyeron la paz familiar y tú te sentiste muy avergonzado, muy
avergonzada. Buscaste llenar el "vacío interior', en las drogas, en el alcohol, usando
ansiolíticos como paliativo para las penas; sentiste el deseo de huir de tu realidad a través
del placer desmedido, o en el intento de suicidio.
7. Perdóname, hijo, hija, porque con mis frecuentes borracheras, he sido un mal ejemplo para ti
y para toda la familia. Reconozco que te he causado sufrimiento cuando los fines de semana,
gastaba el dinero con los "amigos", en lugar de venir a casa para compartir contigo, esos
fines de semana, en un clima de verdadera familia.
8. Perdóname, hijo, porque cometí el grave error de inducirte a un machismo "absurdo"
diciéndote que tú eres el hombre y que las mujeres están para que te atiendan. Que te
aproveches de ellas y que las dejes cuando quieras, que tengas las enamoradas que te den la
gana.
Perdóname, porque estuve muy lejos de aconsejarte que debes ser muy respetuoso con las
mujeres, sobre todo con las enamoradas; porque aunque no lo manifiestes, sabes que siendo
joven engañador, farsante, mentiroso, infiel, serias también un adulto de la misma conducta
y nunca podrías formar un hogar seguro, confiable, en un clima de verdadero amor.
9. Perdóname, hijo, hija, por haber hecho de ti una persona orgullosa, vanidosa, pedante,
insoportable.
Al ser yo violento, te enseñe a ser violento, agresivo, de tal manera que no te amas a ti
mismo, ni te dejas amar.
Al ser mentiroso, te enseñe a mentir, a tal punto que nadie confía en ti.
Al ser inseguro, te he transmitido inseguridad y temores frente a la vida.
Al ser ocioso, te he enseñado a ser ocioso, sin ansias de superación, sin ánimo para los
estudios, para el trabajo, siempre dependes de otras personas. Perdóname, por no haberte
enseñado a tener autoestima.
10. Al ser libertino, te enseñe a ser un esclavo de tu malsana y exagerada libertad, esclavo de la
vida fácil, placentera, a "vivir la vida" como suelen decir los jóvenes como tú, que
erróneamente dicen estas "superadas"
Finalmente, desde lo más profundo de mi corazón, y aunque no haya tenido el valor de
decírtelo personalmente, quiero decirte que te amo, que siempre te he amado, porque soy tu
padre; y, aunque no lo fuera, Dios te puso en mi camino para hacer de ti una persona de
bien, una persona sana espiritualmente, una persona libre, llena de paz; sin frustraciones, sin
temores, sin traumas, sin remordimientos, sin ese rencor que te atormenta en tus momentos
de soledad. Por ello, te ruego me perdones porque sé que así Dios Nuestro Señor te sanará...
y yo al saber que estas sano por la Gracia de Dios, pediré también perdón a Dios... y sanaré
también.