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[Ensayo]
CUANDO REVISAMOS los datos del inmediato presente de la nación, las dimensiones de una
crisis compleja, multicausal, de incontables expresiones que en mucho superan un memorial
de agravios impone la necesidad de comprender el fenómeno; ello lleva a la intelectualidad
a buscar causas profundas, sustratos que puedan conectar con otros tiempos, en búsqueda
de un saber genealógico a partir del cual establecer las críticas posibles. Una de las
manifestaciones de esta crisis está acaso en la escasa capacidad de nuestra gente para operar
con eficacia la noción de valor; y cabe aclarar, no se trata de poder reconocer un repertorio
de valores qué asociar a normativas y catecismos, sino de la capacidad de dar valor, de
construir valor y de preservar aquello que es valioso más allá de la elemental supervivencia.
Valor, es sabido, es una noción significativa para la gubernamentalidad moderna o
incluso modernizada. A valorar se aprende, a discernir, a juzgar a partir de la sensibilidad;
y esta capacidad se adquiere con la formación en el hogar antes que en la escuela, en el
trabajo antes que en la deliberación ciudadana, en el cuidado de sí y de los otros, en el oikos
antes que en la polis. Sabido es, también, que las ideas económicas juegan un papel relevante
en la gubernamentalidad, ya que la expresión organizada de esta, que son las instituciones,
debe basarse en la distinción entre lo público y lo privado (entre el oikos y la polis) para
poder funcionar.
Así, las preguntas que nos rondan adquieren una perspectiva histórica: ¿hasta qué punto
los tres proyectos de modernización que conoce el siglo XX venezolano, lograron (o no) que
el pueblo venezolano desarrollara eficazmente su capacidad de dar valor? ¿Cuáles
1 Concepto elaborado por Michel Foucault hacia el final de su obra. En entrevista realizada en 1978
explica: Con la palabra ‘gubernamentalidad’ quiero decir tres cosas. Por ‘gubernamentalidad’
entiendo el conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los
cálculos y las tácticas que permiten ejercer esta forma tan específica, tan compleja, de poder, que tiene
como meta principal la población; como forma primordial de saber la economía política; como
instrumento técnico esencial, los dispositivos de seguridad. En segundo lugar; por
‘gubernamentalidad’ entiendo la tendencia, la línea de fuerza que, en todo Occidente, no ha dejado
de conducir, desde hace muchísimo tiempo, hacia la preeminencia de ese tipo de poder que se puede
llamar el ‘gobierno’ sobre todos los demás: soberanía, disciplina; lo que ha comportado, por una parte,
el desarrollo de toda una serie de aparatos específicos de gobierno, y por otra, el desarrollo de toda
una serie de saberes. Por último, creo que por ‘gubernamentalidad’ habría que entender el proceso o,
más bien, el resultado del proceso por el que el Estado de justicia de la Edad Media, convertido en los
siglos XV y XVI en Estado administrativo, se vio poco a poco ‘gubernamentalizado’”. Foucault,
Michel: Estética, ética y hermenéutica. Barcelona, Paidós, 1999. Obra póstuma que reúne los trabajos
de los seminarios del Colegio de Francia. La gubernamentalidad es un concepto emergente del
seminario de 1978 denominado “Seguridad, territorio, población”.
2 La formalización de los estudios de economía en el país inicia con la creación de la Escuela Libre de
Ciencias Económicas y Sociales en 1938. Arturo Uslar Pietri será su ángel tutelar, en ausencia física
de Alberto Adriani (1898-1936). En 1941 será elevada a Facultad en la Universidad Central de
Venezuela y por diez años será su decano J.J. González Gorrondona.
3 “Se le atribuye junto a Alberto Adriani y Diógenes Escalante, la autoría del ‘Programa de Febrero’
proyecto para la modernización nacional que adelantó el lopecismo y el medinismo”. David Ruiz
Chataing: “Ideas políticas de Mariano Picón Salas”. En Revista Tiempo y Espacio. Nº 63. Universidad
Pedagógica Experimental Libertador, Instituto Pedagógico de Caracas, Centro de Investigaciones
Históricas Mario Briceño Iragorry. Caracas, Enero-junio, 2015.
4 Manuel Caballero: Gómez, el tirano liberal (anatomía del poder). Alfadil editores. Caracas, 2003.
5
David Ruiz Chataing; ibídem, P. 126
6
Ramón A. Rivas Aguilar: “Arturo Uslar Pietri y la Comprensión de la Economía Venezolana” en
Presente y Pasado. Revista de Historia. Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela. Año 6.
Volumen 6. Nº 11/12. Enero-Diciembre, 2001
7 Arturo Sosa sj: La filosofía política del gomecismo. Estudio del pensamiento de Laureano Vallenilla
8 Mariano Picón Salas: “Pequeño tratado de la tradición” en Obras selectas, 2 ed., Madrid-Caracas,
Edime, 1962, pp. 950-965.
9 Los bienes meritorios constituyen un tipo de bienes sobre los cuales hay consenso social de que
deben ser subsidiados, por su valor e importancia, en tanto en cuanto apuntan hacia una “forma
superior de vida”. Ver Andres Roemer: Enigmas y paradigmas. Una exploración entre el arte y la
política pública. México, 2003.Universidad Iberoamericana, Editorial Noriega,
10 Arturo Uslar Pietri. “Venezuela en el Petróleo” en Sumario de Economía Venezolana. Caracas,
Riqueza regalista, postiza, generada no por el suelo, sino por el subsuelo donde brota
el petróleo. El largo romanticismo venezolano puede tener su vínculo con el fisiocratismo en
la añoranza por el paisaje, en tanto pueda este ser naturaleza domesticada, herencia y
heredad. La construcción de la subalternidad criolla, como reacción antimoderna,
postcolonial es igualmente romántica; ella entroncará con el desarrollismo y el populismo
como una sensibilidad que pide cautela antes que experimentalismo, evolución antes que
revolución, preservación del statu quo, trasvase discursivo. Puede advertirse, en voz del
mismo Uslar:
“Al pueblo venezolano, en todas sus capas sociales, se le ha enseñado a desdeñar el
trabajo por el maná... (El ingreso que recibe)... no es dinero que representa trabajo y
producción, sino una negra y endeble moneda de petróleo.”12
11 Arturo Uslar Pietri en Revista de Hacienda. Ministerio de Hacienda, año 1, número 5. Litografía del
Comercio, Caracas, 1937, p. 48.
12
Arturo Uslar Pietri De Una a otra Venezuela. Pp. 23·25
13
Arturo Uslar Pietri op cit /1937) P 17
14 Ver Carlos Delgado Flores: Notas para una historia de la modernización venezolana 1870-1999.
Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2017 (mimeografiado)
15 Cf. Ernesto Peltzer. Ensayos sobre Economía (Caracas 1965), J.A. Mayobre, Obras Escogidas
(Caracas, 1982); Bernard Mommer "La paridad del bolívar y la renta petrolera" (I.E.S.A., 1985)
citados por Asdrúbal Baptista en Un Esbozo de la Historia del Pensamiento Económico Venezolano
(Las Grandes Líneas). Academia Nacional de Ciencias Económicas Serie: Cuadernos 3. Caracas, 1985
16 47 Asdrúbal Baptista, "Gasto Público, Ingreso Petrolero y Distribución del Ingreso", El Trimestre
Constituir el inexistente mercado en una sociedad que aspira gestar un modo de ser
ciudadano en una república: democratizar el acceso al consumo y al intercambio de
mercancías lleva a plantear una política que aspira aumentar el empleo, los salarios reales,
disminuir los impuestos, aumentar el gasto público pagando primero la subsistencia de los
menesterosos: el “abastecimiento” lo llamará en el trienio y pondrá al frente a su secretario
privado, Carlos Andrés Pérez, a recibir solicitudes en papelitos y a despacharlas desde el
propio palacio presidencial. Y desde allí, invertir para producir bienes meritorios que
permitieran vencer la barbarie, reivindicar al pueblo soberano largamente dominado por las
oligarquías, fortalecer el estado del bienestar. Ello, no obstante, será solo la base material
del intento de constituir un ethos nuevo para el pueblo, una identidad largamente meditada
con sus amigos más íntimos (“los hermanitos, como solía denominarlos y con quienes
sostuvo largo y fructífero dialogo epistolar), entre los cuales resulta peculiarmente influyente
el merideño Picón Salas, desde 1931. El liberal sui generis advertirá al autor del Plan de
Barranquilla cuan poco viables resultan las revoluciones en sociedades que todavía son
feudales, o tal y como lo expresa en correspondencia fechada el 20 de noviembre de 1933:
“En Sudamérica, no podemos saltar las etapas del proceso histórico… La historia no
se hace con ideologías ni se realiza con la fatalidad dialéctica que apuntó Marx. Todo
lo que debía entrar del marxismo en nuestra civilización ha entrado ya. O se está
incorporando bajo otra forma… Ante un caso histórico tan lamentable como el de
Hispanoamérica y Venezuela en el momento presente, yo no vacilo en responder; la
idea de la Nación está antes que la idea de clases”. 19
20 Stanley Brue y Randy R. Grant: Historia del pensamiento económico. Séptima edición. Cengage
Learning, México 2009. P. 371.
21 Marcos Morales Q: “Democracia y regímenes autoritarios: análisis económico de las instituciones
22 Se entiende por espectáculo una forma simulada de construir sentido común, a partir de la
representación simulada de los eventos del mundo de la vida y del espacio público. “El sentido común
en la tardomodernidad ha sido mediado durante el período de formación del capitalismo cultural por
el espectáculo concebido como ámbito consagrado para la emergencia de los saberes que se
intercambien en la relación de comunicación, sí, pero también en las relaciones inscritas en toda
aquella racionalidad con arreglo a fines que Weber nos describe. El espectáculo, entendido a un
mismo tiempo como ascesis y como simulacro permite el reinado del sujeto maquínico que no es más
que la identidad de un programa. La sustitución de un relato que da cuenta de sí por el relato de la
normalización de los discursos, profundamente ideológico, merma la capacidad de alegar que la
comunicación pueda tener”. Carlos Delgado Flores: parresía y espectáculo en la comunicación
digital. CIC UCAB, Caracas, noviembre de 2016 (Mimeografiado). Ver También: Guy Debord La
sociedad del espectáculo. Camp Libre, Paris, 1967. O Jean Baudrillard: Cultura y simulacro. Editorial
Kairos, Barcelona, 1978.
23 En la sociología de Pierre Bourdieu, un campo es un espacio social de acción e influencia, donde
confluyen las relaciones sociales, que se definen –y que a su vez definen al campo- por el tipo de
capital en posesión: económico, político, cultural, simbólico, etc. Los campos tienden a ser
autónomos, la posición de dominio o la dominación dependen de reglas a lo interno del campo, y la
suma estructurada de ellos define la estructura social. Ahora bien, el campo cultural se define por el
capital simbólico generado a partir de la distinción. Véase Pierre Bourdieu: La distinción. Criterios y
bases sociales del gusto. Taurus, España, 1988.
24 “Si, según Kant ‘el gusto no es más que la concordancia formal entre una imaginación libre y un
entendimiento ampliado,’ la intervención del Estado en la formación del gusto de los ciudadanos pasa
por ofrecer opciones, confrontar la imaginación a sus límites, que son los del conocimiento frente a
nuevas producciones simbólicas, lo cual implica que la oferta de bienes culturales tenga siempre una
intención educativa, sea o no predominante, pero siempre presente. La otra parte del programa es
liberar a la imaginación de las ataduras de lo conocido, conectarla con la emocionalidad y permitir
que lo sublime (que es la tensión entre la imaginación y el entendimiento) haga crecer la sensibilidad
de los destinatarios de los bienes culturales, para lo cual, los productos artísticos apelan a recursos
expresivos de los órdenes más diversos, pero siempre regidos por la intencionalidad expresiva de su
autor”. Ver Carlos Delgado Flores: “30 años de paradigmas y políticas culturales: El Nosotros de una
híbrida modernidad” en: Comunicación: Estudios venezolanos de comunicación. Número 130.
Caracas: Fundación Centro Gumilla. Julio.-Septiembre. 2005.
25Con lo cual, la modernización genera una clase ociosa (Veblen) mucho más grande aunque menos
influyente que las elites intelectuales del pasado. Ver Thorstein Veblen: teoría de la clase ociosa.
Alianza Editorial, Barcelona, 2014. Y también Ángel Rama La ciudad letrada. Editorial Arca,
Montevideo, 1887
26 El filólogo norteamericano Walter Ong distingue dos tipos de oralidad: la primaria, que
corresponde a una lengua oral dentro de una sociedad ágrafa, y la secundaria, que define a una lengua
hablada dentro de una sociedad que posea la escritura, y que no la necesita como soporte de la
memoria colectiva, ya que ese papel lo desempeña la escritura, en un primer término, o la articulación
y archivo de los medios de comunicación que generen comunidades de receptores, en segundo. En el
caso venezolano, la modernización construye hegemonía justamente mediante la articulación de
habla y registro en la comunidad de audiencias de medios. Ver Walter Ong: Oralidad y escritura.
Tecnologías de la palabra. Traducción de Angélica Scherp, Fondo de Cultura Económica, México,
1987, 2da. imp. 1997
27 Carlos Delgado Flores: “Romper la casa del nosotros. 10 años de políticas culturales en la
administración Chávez”. En: Comunicación: estudios venezolanos de la comunicación. Caracas,
Fundación Centro Gumilla. N° 147, agosto septiembre de 2009.
28 Laura Maccioni: “Valoración de la democracia y resignificación de ‘política y cultura’: Sobre las
políticas culturales como metapolíticas”. En Daniel Mato (coord.): Estudios y Otras Prácticas
Intelectuales Latinoamericanas en Cultura y Poder. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
(CLACSO) y CEAP, FACES, Universidad Central de Venezuela. Caracas, 2002.
29“Las externalidades positivas existen cuando hay beneficios a terceras personas derivados de las
actividades de una empresa o persona. Por ejemplo, los beneficios producidos por alguna festividad
cultural que fortalece nuestra cohesión social y/o cultura democrática. En estas situaciones podemos
anticipar un nivel sub-óptimo de actividad, y en algunos casos extremos puede no haberlo en
absoluto. (…) El merado, por si mismo, ignora los beneficios externos, por ellos las externalidades son
una falla de mercado. ¿Cómo puede la sociedad prevenir la falla de mercado producida por la
externalidad? La respuesta es que puede promover la producción pagando un subsidio igual al valor
marginal de la externalidad.” Andes Roemer op cit p. 66 – 68.
30Mariano Picón Salas: “Prólogo al Inciba” en Las Formas y las visiones (ensayos sobre arte)
Compilación de Juan Carlos Palenzuela. Universidad Católica Andrés Bello. Caracas, 2007
31J. Pascual Mora-García. “El Curriculum como Historia Social (Aproximación a la historia del
curriculum en Venezuela)”, en Revista de Teoría y Didáctica de las Ciencias Sociales. Mérida-
Venezuela. Enero-Diciembre. Nº 9 (2004): 49-74.
Liscano sostiene además que es necesaria una política global de estado frente a los medios,
refiere a RATELVE, pero deja ver, además que ya para 1981 se notaba la falta de
sistematicidad de la nueva institucionalidad:
“Los planes de las Comisiones Preparatorias del CONAC no se llevaron a
efecto sino en aspectos muy fragmentarios. En primer lugar faltan recursos
humanos en el campo de la administración cultural, en segundo lugar el
Estado no comprendió la vastedad del proyecto de animación cultural
ofrecido y como siempre, mezquinó presupuestos, en tercer lugar no resultó
conveniente el paralelismo entre el CONAC y el Ministerio de la Cultura”38.
37 Despacho del Ministro de Estado para la Cultura: Desarrollo económico y cultura. Proposiciones
sobre política cultural. Tomo II, pp. 490-491
38 Juan Liscano, ibidem
A modo de conclusión
En el inmediato presente y al cierre de la larga línea de la modernización, Venezuela muestra
un apartheid cultural, compuesto por gente modernizada y gente que quedó excluida de la
modernización. Esta exclusión tiene por lo menos 70 años en desarrollo, con alcance a por
lo menos, tres generaciones, y es una consecuencia no prevista del proyecto histórico; ocurre
cuando la ciudad no genera estructuras de acogida para la migración rural que se desplaza a
las zonas urbanas en búsqueda de la modernización de sus propias familias.40 Esta exclusión
en el presente interpela la acción de las instituciones a lo largo del proceso, denuncia la
persistencia en el tiempo de la idea de sociedad prescrita en la colonia, en conflicto con el
surgimiento de una clase media capaz de autonomizarse, de generar sus propios medios de
producción.
El pensamiento positivista venezolano mantiene esta idea de sociedad, con ella
justifica la autocracia gomecista bajo la idea del gendarme necesario y posteriormente,
durante el postgomecismo, la idea de modernización como la empresa de una oligarquía de
39Ver Mirta Rivero: La rebelión de los náufragos. Editorial Alfa, colección hogueras. Caracas, 2013
40
Un indicador que describe eficazmente esta situación está en los actuales indicadores de fuerza de
trabajo, en donde se revela que 53 % de la Población Económicamente Activa (15-65 años) no pasa
del tercer año de bachillerato. Este porcentaje equivale aproximadamente a 8 millones de personas,
que integran 2,4 millones de hogares, compuestos principalmente por desertores del sistema escolar
formal. Instituto Nacional de estadísticas: indicadores de fuerza de trabajo. Caracas, abril de 2016.
Documento en línea, disponible en
http://www.ine.gov.ve/index.php?option=com_content&view=category&id=103&Itemid=40#
recuperado en agosto de 2017
41 Augusto Mijares: Lo afirmativo venezolano. Monte Ávila Editores, Caracas, 1998. Primera edición
en 1963.
42 Desde la década de los 80 del siglo XX, el saldo migratorio venezolano se ha invertido, para pasar
de ser un país receptor de inmigrantes a un país de emigrantes, según afirma Iván de la Vega en su
trabajo Emigración intelectual en Venezuela: el caso de la ciencia y la tecnología: “la década de los
80 se puede ver como el punto de inflexión que indicó un nuevo rumbo para Venezuela y señaló el
principio de una regresión en todos los ámbitos de la sociedad que deterioró progresivamente el nivel
y calidad de vida de la población, pero que además marcó el tránsito de un país receptor de
inmigrantes a uno donde se inició la emigración, incluso en el ámbito de la ciencia y la tecnología”.
Por otra parte, el deterioro de la institucionalidad se revela en el incremento de la violencia delictiva,
según describe Roberto Briceño León en su artículo “Las tres fases de la violencia contemporánea en
Venezuela” en DEBATES IESA, Volumen XVI, Número 3, 2011: “Durante los años setenta y ochenta
se cometían poco más de mil homicidios por año, las variaciones eran pocas y el leve incremento se
acompañaba con el aumento de la población, por lo que la tasa permanecía cercana a ocho homicidios
por cien mil habitantes. El número se había estabilizado alrededor de 1.600 asesinatos, cuando
ocurrió el llamado ‘caracazo’. La revuelta popular, los enfrentamientos entre los pobladores y la
represión del Ejército produjeron un aumento de las víctimas fatales, que sumaron 2.513 en 1989. De
esas muertes, una quinta parte ocurrió en Caracas durante una semana… La transgresión colectiva y
generalizada de febrero de 1989 era la consecuencia de unos años de penuria y desconcierto, de
control de precios y escasez de productos básicos. La revuelta y los desvalijamientos quebraron una
parte importante del pacto social; y no era por los bienes, pocos o muchos, que algunos perdieron,
sino por la pérdida de vigor de las normas sociales que habían regido la vida urbana.” Este quiebre
institucional se verá agravado, dos décadas después, con el surgimiento del pranato como régimen de
poder delincuencial, constituido a partir de la estructura de dominación dentro de las cárceles
venezolanas que se reproduce en las zonas marginales de las principales ciudades del país, como
orden social transgresor del contrato social.