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Antropología II-

Profesoras Lic. Lucía Salinas y Lic. Ma Alejandra Martínez Fernández

Tecnicatura en Recursos Humanos


Modalidad Presencial

Antropología II
Correspondiente al tercer año

Profesoras: Lucía Salinas y Ma. Alejandra Martínez Fernández.

Año lectivo: 2018


Antropología II-
Profesoras Lic. Lucía Salinas y Lic. Ma Alejandra Martínez Fernández

Fundamentación
Teniendo en cuenta que la materia es una continuidad de una antropología inicial,
la propuesta es ahondar en algunos aspectos aprovechando el bagaje con el que
cuentan los alumnos.
La mirada antropológica tiene por finalidad observar críticamente la realidad, en el
sentido de desnaturalizar "lo real", generar dudas sobre lo establecido socialmente,
así como develar la construcción de lo percibido como “natural” u “obvio”. En este
sentido, en la Tecnicatura Superior en Recursos Humanos la materia se presenta
como la posibilidad de ayudar a expandir los horizontes de reflexión y preguntas
en torno, específicamente, a la temática del trabajo y los Recursos Humanos. Se
aplicarán analíticamente categorías de la antropología a los ámbitos laborales con
la intención de dejar a la vista los procesos de construcción social de los
mismos, los condicionamientos socioculturales en los que sujetos y ámbitos
laborales están insertos, así como el carácter mutable de conceptos o categorías de
pensamiento y prácticas de dichos ámbitos.

Objetivos generales:
Que los alumnos...
• Reflexionen acerca del mundo del trabajo y los Recursos Humanos a partir
de categorías antropológicas específicas.
• Se apropien de los conceptos trabajados en la materia
• Observen las implicancias de las características de un mundo globalizado en
los sujetos y en las relaciones laborales

Contenidos conceptuales.

Eje 1: Cultura, identidad y globalización


Cultura y globalización; El "ser nacional"; concepto de identidad nacional;
Concepto de cultura aplicado al ámbito de las organizaciones
Definición de poder, dominación y autoridad; Globalización y trabajo

Eje 2: Ética, Valores y Costumbres


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Conceptos de ética y moral desde la perspectiva antropológica; La moralidad en los


ámbitos de trabajo.

Eje 3: Cultura del trabajo


El paradigma de la sociedad del trabajo; Empleo, informalidad y formación
Trabajo, consumismo y nuevos pobres; Trabajo y género; Trabajo y salud,
transformaciones recientes en el mundo del trabajo.

Contenidos procedimentales
 Interpretación y análisis crítico de los textos
 Utilización del vocabulario específico de la asignatura
 Análisis de los materiales de lectura a partir de los conceptos trabajados
 Realización en término de los trabajos prácticos pautados

Contenidos actitudinales
 Respeto por las creencias, formas de vida y culturas de las diferentes
sociedades
 Disposición y respeto ante las pautas establecidas para eltrabajo en equipo
 Valoración y respeto ante la diversidad de opiniones de los compañeros/as

Bibliografía
Eje 1.
Bauman, Zygmunt (2005). “Introducción” y “Tiempo y clase” en La Globalización.
Consecuencias humanas, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica

García Canclini, Néstor (2001). Entrevista a Néstor García Canclini, por Juan de La Haba
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Eje2.
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Eje 3
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Arango Gaviria, Luz (2010). “Género e identidad en el trabajo de cuidado” en Trabajo,


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http://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/3526/1/Breilh%2C%20J-CON-151-
Eficacia.pdf
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Godio, Julio (2005). “El paradigma de la “sociedad de trabajo” en Revista Trabajo, julio-
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Lamas, Marta (1996). “Por qué es importante la perspectiva de género”, en Lecturas


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Morosov, Evgeny (2016) “La uberización del mundo” en El Diplo, Disponible en


http://www.eldiplo.org/notas-web/la-uberizacion-del-mundo?token=&nID=1

Bibliografía complementaria:
Oszust, Laura “Mujeres y trabajadoras” en El Diplo, Edición Nro. 208 - Octubre de 2016
Contra la violencia de género y la desigualdad laboral”

Entrevista a Marc Auge “Nuestra vida está reducida a la agenda", Diario La Nación,
31.08.2012
Globalizarnos o defender
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la identidad
¿Cómo salir de esta opción?

Néstor García Canclini

Las tensiones entre globalización e interculturalidad pueden ser con-


cebidas como una relación entre épica y melodrama. La globaliza-
ción, que exacerba la competencia internacional y desestructura la
producción cultural endógena, favorece la expansión de industrias
culturales con capacidad a la vez de homogeneizar y atender en for-
ma articulada las diversidades sectoriales y regionales. El horizon-
te social se reduce, para explicarlo quizá sea útil salir de la frecuen-
te oposición entre lo global y lo local. Quizá la disyuntiva principal
no sea defender la identidad o globalizarnos. El proceso actual no
conduce a la revisión de cuestiones identitarias aisladas, sino a en-
carar con más realismo la heterogeneidad, la diferencia y la desigual-
dad.

C uando escuchamos las distintas voces que hablan de globalización, se


presentan «paradojas». Al mismo tiempo que se la concibe como expan-
sión de los mercados y por tanto de la potencialidad económica de las socie-
dades, la globalización estrecha la capacidad de acción de los Estados na-
cionales, los partidos, los sindicatos y en general los actores políticos clásicos.
Produce mayor intercambio trasnacional y deja tambaleando las certezas
que daba el pertenecer a una nación. Aumenta el bienestar al diversificar el
consumo, pero engendra inestabilidad en el trabajo y perturbaciones subjeti-
vas. Se ha escrito profusamente sobre la crisis de la política por la corrupción
y pérdida de credibilidad de los partidos, su reemplazo por los medios de co-
municación y por los tecnócratas. Quiero destacar que, además, transferir
las instancias de decisión de la política nacional a una difusa economía tras-

NÉSTOR GARCÍA CANCLINI: profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-


Iztapalapa, México.
Nota: Este texto forma parte del libro de Néstor García Canclini, La globalización imagina-
da, Buenos Aires, Paidós, en prensa.

Palabras clave: consumos culturales, globalización, identidad cultural, integración.


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nacional está contribuyendo a reducir los gobiernos nacionales a adminis-


tradores de decisiones ajenas, lleva a atrofiar su imaginación socioeconó-
mica y a olvidar las políticas planificadoras de largo plazo. Este vaciamiento
simbólico y material de los proyectos nacionales desalienta el interés por
participar en la vida pública. Apenas se logra reactivarlo en periodos preelec-
torales mediante técnicas de marketing.

La cercanía con el poder en los regímenes democráticos de escala nacional se


conseguía mediante interacciones entre organismos locales, regionales y na-
cionales. Las formas de representación entre los tres niveles no siempre fue-
ron fieles ni transparentes, ni con adecuada rendición de cuentas de los or-
ganismos nacionales a los ciudadanos. Pero los simulacros y las traiciones
eran más fáciles de identificar que en las relaciones lejanas existentes hoy
entre ciudadanos y entidades supranacionales. Las encuestas hechas entre
las poblaciones involucradas en la Unión Europea (UE), el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (Tlcan) y el Mercosur revelan que la enorme
mayoría no entiende cómo funcionan esos organismos, qué discuten ni por
qué adoptan las decisiones. Ni siquiera muchos diputados de los parlamen-
tos nacionales parecen captar qué está en juego en deliberaciones complejas,
cuya información solo es manejada por elites políticas trasnacionalizadas, o
por expertos, únicos poseedores de las competencias necesarias para «resol-
ver» los problemas europeos, norteamericanos o latinoamericanos, y aun para
establecer el orden de las agendas.

Integración de ciudadanos o lobby empresarial

1. ¿Cómo reaccionan las sociedades latinoamericanas, que en los últimos 50


años mudaron la mayor parte de su población del campo a la ciudad, basán-
dose en el desarrollo industrial sustitutivo y en espacios de intermediación
modernos, al afrontar este súbito reordenamiento que en una o dos décadas
desmonta esa historia de medio siglo? Se desindustrializan los países, las
instancias democráticas nacionales se debilitan, se acentúa la dependencia
económica y cultural respecto de los centros globalizadores. Pero a la vez las
integraciones económicas y los convenios de libre comercio regionales gene-
ran signos de esperanza. Después de la fatigada historia de promesas sobre
«la Patria Grande» y los fracasos de tantas conferencias intergubernamenta-
les, encuentros de presidentes, ministros de economía y cultura, la rapidez
con que están avanzando el Tlcan, Mercosur y demás convenios regionales
estimula expectativas.

A principios de la década de los 90 pudo pensarse que los Estados latinoame-


ricanos estaban reordenando con rapidez sus economías nacionales para
atraer inversiones y volverlas más competitivas en el mercado global. Pero
desde la crisis mexicana de 1994 hasta la ocurrida en 1998 y 1999 en Brasil,
con efectos desestabilizadores que resuenan en toda la región, y aun en las
metrópolis, queda a la vista la baja confiabilidad y el escaso poder de los go-
biernos. Los acuerdos de integración intergubernamentales se muestran como
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apoyos a la convergencia monopólica de los sectores empresariales y finan-


cieros más concentrados. Las evaluaciones académicas de nuestras frágiles
aptitudes para construir, mediante integraciones continentales, instancias
que fortalezcan a las sociedades y culturas latinoamericanas (Recondo;
Roncagliolo), no permiten ser optimistas. Tampoco los datos de estudios re-
cientes que registran la suspicacia de trabajadores y consumidores cuando
escuchan a los empresarios y gobernantes anunciar la nueva vía para mo-
dernizarse con la doble fórmula de «globalización e integración regional». Se
observa un desencuentro entre lo que las elites económicas o políticas predi-
can y lo que opinan las sociedades.

En abril de 1998 se desarrolló en Santiago de Chile la II Cumbre de las


Américas, en la cual Estados Unidos –en alianza con varios gobiernos lati-
noamericanos– impulsó la creación de un Area de Libre Comercio de las
Américas con el objeto de ir liberalizando los intercambios. Se proponía inte-
grar para el año 2005 las economías nacionales de la región, con el fin de
favorecer las importaciones y exportaciones, y mejorar la posición del conti-
nente en las disputas globales. Sin embargo, previamente, una gigantesca
encuesta realizada en noviembre y diciembre de 1997 en 17 países del área
por la Corporación Latinobarómetro, aplicando 17.500 entrevistas, reveló que
los ciudadanos no compartían ese optimismo. Los resultados de esta indaga-
ción, entregados a los gobernantes en la Cumbre de Santiago, indicaban que
apenas un 23% creía que su país estaba progresando, y en casi todas las na-
ciones esa apreciación empeoró respecto de 1996. Las instituciones que los
mismos encuestados consideraban con más poder (Gobierno, grandes em-
presas, militares, bancos y partidos políticos) resultaron aquellas en las que
menos se confiaba. Las crisis de gobernabilidad, las devaluaciones, junto al
aumento del desempleo y la pobreza, fueron algunos de los hechos que con-
ducían a un número creciente a dudar de la democracia y pedir mano dura:
el porcentaje era menor en los países que salieron hace pocos años de dicta-
duras militares (Argentina, Chile, Brasil), pero subía significativamente en
otros, entre ellos Paraguay y México, con procesos de democratización inci-
piente. De 1996 a 1997, los paraguayos partidarios de una solución «autori-
taria» pasaron del 26 al 42%, y los mexicanos del 23 al 31%. Salvo Costa Rica
y Uruguay, donde la credibilidad en el sistema político sigue siendo alta, en
el resto de América Latina un 65% se mostraba «poco o nada satisfecho» con
el desempeño de la democracia (Moreno, p. 4). Como indica la misma encues-
ta, el aumento del autoritarismo en la cultura política va asociado a la con-
vicción de los ciudadanos de que sus gobiernos cada vez disponen de menos
poder. En igual periodo el porcentaje de quienes creían que el Gobierno era el
actor más poderoso descendió del 60 al 48%. Aumentaron, en cambio, quie-
nes sostuvieron que las decisiones para decidir el futuro son adoptadas cada
vez más por las empresas trasnacionales, con un aumento de la participa-
ción militar.

Al ver que el alejamiento político y las acentuadas desigualdades no solo


engendran descreimiento, sino turbulencias en las cúpulas financieras y en
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las economías, alto abstencionismo electoral y estallidos erráticos de las ba-


ses sociales, hay que preguntarse si este modo injusto de globalizar es go-
bernable. O simplemente, si la globalización, hecha así, tiene futuro. ¿Qué
consenso puede mantenerse a largo plazo cuando, según el Informe sobre
Desarrollo Humano en Chile –donde supuestamente la apertura económica
habría sido más exitosa–, las expectativas son que aumenten la inseguridad
por la delincuencia, las crisis de sociabilidad y la inestabilidad económica. O,
como señala esa encuesta, también por «el temor a sobrar»? (PNUD, pp. 115-
126). En una interpretación de este Informe, Norbert Lechner observa que el
crecimiento económico del 7% anual y otras buenas cuentas macrosociales
van acompañadas por un difuso malestar que se manifiesta como miedo al
otro, a la exclusión y al sin sentido. Las estadísticas afirman que la moderni-
zación y la apertura del país amplió el acceso a empleos y educación, y mejo-
ró los indicadores de salud. «Sin embargo, la gente desconfía ... del futuro.»
La globalización es «vivida como una invasión extraterrestre» (pp. 187 y 192).

¿Qué se puede esperar de este debilitamiento de los Estados nacionales,


de la impotencia ciudadana y de la recomposición globalizada del poder y de
la riqueza?; ¿qué implica este proceso en la cultura, y sobre todo en su zona
más dinámica e influyente: las comunicaciones? La globalización, que exa-
cerba la competencia internacional y desestructura la producción cultural
endógena, favorece la expansión de industrias culturales con capacidad a la
vez de homogeneizar y atender en forma articulada las diversidades secto-
riales y regionales. Destruye o debilita a los productores poco eficientes, con-
cede a las culturas periféricas la posibilidad de encapsularse en sus tradicio-
nes locales, y en unos pocos casos exportarlas estilizándolas folclóricamente
y asociándose con las trasnacionales de la comunicación. La concentración
en EEUU, Europa y Japón de la investigación científica, y de las innovacio-
nes en información y entretenimiento, acentúan la distancia entre esas me-
trópolis y la producción raquítica y desactualizada de las naciones periféricas.
Aun respecto de Europa, América Latina agrava su desventaja, que se apre-
cia en relación con el desarrollo demográfico: nuestro continente ocupa el
0,8% de las exportaciones mundiales de bienes culturales teniendo el 9% de
la población del planeta, en tanto que la UE, con el 7% de la población mun-
dial, exporta el 37,5% e importa 43,6% de todos los bienes culturales comer-
cializados (Garretón).

2. ¿Tiene mayor consenso ciudadano la integración supranacional en las


metrópolis? Los estudios sobre la Comunidad Europea muestran dificulta-
des para construir una esfera pública, con deliberaciones democráticas, de-
bido a que en los acuerdos y organismos supranacionales –más aún en los de
cada país– la negociación prevalece sobre los mandatos de los represent-
antes, los compromisos entre grupos empresariales sobre los intereses públi-
cos mayoritarios, y el cabildeo sobre las instancias de gobierno regional o
continental. ¿En qué se convierte la política, pregunta Marc Abèlés, cuando
en Bruselas, alrededor de los organismos comunitarios, florecen más de 10.000
consultores, abogados y expertos, a veces representando a grupos territoria-
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les, en otros casos como técnicos agrícolas, financieros o jurídicos dispuestos


a vender sus servicios a embajadores, ministros, sindicatos, periodistas, em-
presarios, e incluso a varios a la vez? «La política se identifica cada vez más
con una práctica de lobby» (p. 102). En la UE se ha intentado reducir la
opacidad de los acuerdos supranacionales y acercarlos a la comprensión ciu-
dadana. Al establecer, junto a los arreglos comerciales, programas educati-
vos y culturales que abarcan a los 15 países miembros se busca integrar a las
sociedades. La formación de «un espacio audiovisual europeo» ha sido sus-
tentada con marcos normativos comunes y programas como Media, Euro-
images y Eureka, que favorecen las coproducciones de las industrias cul-
turales en esa región y su circulación en los países que la componen, o sea
mucho más que la defensa retórica de la identidad. En la misma línea, los
ciudadanos de los 15 países comparten un pasaporte europeo, se crearon una
bandera y un himno de Europa, se fijaron énfasis anuales compartidos (el
año europeo del cine, de la seguridad en los caminos) y se efectúan estudios
periódicos para identificar una «opinión pública europea» (De Moragas). La
instalación del euro como moneda única a partir de 1999, proceso que culmi-
nará en el 2002 con la desaparición de las monedas nacionales, afianza la
unificación económica y tiene fuertes consecuencias para la comunidad sim-
bólica identitaria. Estos cambios son ampliamente difundidos y explicados
con ilustraciones didácticas para todos los electores. Sin embargo, los perio-
distas conceden poco espacio a la mayoría de estos acontecimientos y confie-
san su dificultad para traducirlos al lenguaje de los diarios. Analistas pre-
ocupados por la participación social se preguntan si la complejidad técnica
de la europeización de la política «no es contradictoria con el ideal de una
democracia fundada en la transparencia y en la capacidad de cada uno de
acceder sin dificultad a lo que está en juego en el debate» (Abèlés, p. 110).

De estudios antropológicos y sociopolíticos sobre la integración europea sur-


ge que los programas destinados a construir proyectos comunes no son sufi-
cientes para superar la distancia entre la Europa de los mercaderes o de los
gobernantes y la de los ciudadanos. Pese a que en ese continente se viene
reconociendo el papel de la cultura y de la dimensión imaginaria en las inte-
graciones supranacionales más que en otros acuerdos regionales, la forma-
ción de elementos de identificación compartida no bastan para que la mayo-
ría interiorice esta nueva escala de lo social. Una explicación posible es que
no logran mucho estos programas voluntaristas de integración si no se sabe
qué hacer con la heterogeneidad, o sea con las diferencias y los conflictos que
no son reductibles a una identidad homogénea. Muchos intelectuales y cien-
tíficos sociales, por ejemplo quienes se reúnen en torno de la revista Liber,
editada por Pierre Bourdieu en 10 lenguas europeas, señalan como clave
explicativa del bajo consenso social el predominio de la integración moneta-
ria, de «la Europa de los banqueros», sobre la integración social. Cuestionan
la capacidad de crear lazos sociales a partir de una teoría globalizadora que
no toma en cuenta en los cálculos económicos los costos sociales, los costos en
enfermedades y sufrimientos, suicidios, alcoholismo y drogadicción. Aun en
sentido estrictamente económico, es una política errada, «no necesariamente
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económica», que no considera los costos de sus acciones en «inseguridad de


las personas y de los bienes, por tanto en policía», que tiene una definición
abstracta y estrecha de eficiencia –la rentabilidad financiera de los inverso-
res– y que descuida la atención de los clientes y usuarios (Bourdieu, pp. 45-
46). Las 11 lenguas que se hablan en el Parlamento Europeo corresponden a
diferencias culturales que no se disuelven con los acuerdos económicos de in-
tegración. Algo semejante ocurre con la diversidad de idiomas y los antago-
nismos culturales y políticos entre estadounidenses y latinoamericanos (pro-
testantes vs. católicos, blancos vs. «hispánicos» e indios). Asimismo, con las
marcadas diferencias entre latinoamericanos que se hacen presentes en las
negociaciones económicas y se vuelven más rotundas en cuanto se quieren
aplicar las decisiones tomadas por las cúpulas de gobernantes y expertos.
Los pocos estudios etnográficos y comunicacionales realizados hasta ahora
sobre procesos de libre comercio e integración muestran cuántos intereses
económicos, étnicos, políticos y culturales se cruzan al construir esferas pú-
blicas supranacionales: demasiado a menudo los intentos de construir ágoras
desembocan en torres de Babel.

Cuando David no sabe dónde está Goliat

Un obstáculo clave para que los ciudadanos podamos creer en los proyectos
de integración supranacional son los efectos negativos que tienen tales trans-
formaciones en las sociedades nacionales y locales. Es difícil obtener consen-
so popular para cambios en las relaciones de producción, intercambio y con-
sumo que suelen desvalorizar los vínculos de las personas con su territorio
nativo, suprimir puestos de trabajo y rebajar los precios de lo que se sigue
produciendo en el propio lugar. El imaginario de un futuro económico prós-
pero, que pueden suscitar los procesos de globalización e integración re-
gional, es demasiado frágil si no toma en cuenta la unidad o diversidad de
lenguas, comportamientos y bienes culturales que dan significado a la conti-
nuidad de las relaciones sociales.

Pero los procesos de integración más avanzados en la actualidad se realizan


entre países que no cuentan con estas coincidencias culturales. Si esto es así
por la distancia que un obrero español, francés o griego siente respecto de
Bruselas, o los chilenos, argentinos o mexicanos en relación con lo que se
decide en Brasilia o Cartagena, aún ma-yor es la impotencia cuando el refe-
rente de poder es una trasnacional que fabrica cada coche o cada televisor en
cuatro países, los ensambla en otro y tiene sus oficinas de dirección en dos o
tres más. Es equivalente, a veces, la distancia que experimentamos con los
mensajes que nos trae el televisor, el cine o los discos, desde lugares no
identificables. La pregunta que surge es si, antes esos poderes anónimos y
deslocalizados, puede haber sujetos en la producción y en el consumo. Los
trabajos se hacen cada vez más para otros, ni siquiera para patrones o jefes
identificables, sino para empresas trasnacionales, fantasmáticas sociedades
anónimas que dictan desde lugares desconocidos reglas indiscutibles e inape-
lables.
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Cada vez está más limitado lo que los sindicatos pueden negociar, y a eso las
empresas sin rostro, con marca pero sin nombre, le llaman «flexibilizar el
trabajo». En verdad, lo que se vuelve –más que flexible– inestable es la condi-
ción laboral; el trabajo es rígido porque es inseguro, hay que cumplir estric-
tamente los horarios, los rituales de sometimiento, la adhesión a un orden
ajeno, que el trabajador acaba interiorizando para no quedarse sin salario.
Recuerdo, entre muchos ejemplos recogidos en la literatura sobre globaliza-
ción, este que cita Ulrich Beck: «Son las 21:10; en el aeropuerto berlinés de
Tegel una rutinaria y amable voz comunica a los fatigados pasajeros que
pueden finalmente embarcarse con destino a Hamburgo. La voz pertenece a
Angelika B., que está sentada ante su tablero electrónico de California. Des-
pués de las 16:00, hora local, la megafonía del aeropuerto berlinés es opera-
da desde California, por unos motivos tan sencillos como inteligentes. En
primer lugar, allí no hay que pagar ningún suplemento por servicios en ho-
ras extracomerciales; en segundo lugar, los costes salariales (adicionales)
para la misma actividad son considerablemente mucho más bajos que en
Alemania» (pp. 38-39). De modo análogo, los entretenimientos son produci-
dos por otros lejanos, también sin nombre, como marcas de fábrica –CNN,
Televisa, MTV–, cuyo título completo a menudo la mayoría desconoce. ¿En
qué lugar se producen esos thrillers, telenovelas, noticieros y noches de en-
tretenimiento?; ¿en Los Angeles, México, Buenos Aires, Nueva York o quizá
en estudios disimulados en una bahía de EEUU?; ¿Sony no era japonesa?;
¿qué hace entonces transmitiendo desde Miami? Que los conductores del
programa hablen español o inglés, un español argentino o mexicano, como
hace MTV para sugerir identificación con países específicos, significa poco. A
fin de cuentas, es más verosímil, más coincidente con esta desterritorializa-
ción y esa lejanía imprecisa, cuando se nos habla el inglés deslocalizado de
CNN, en el español desteñido de los lectores de noticias de Televisa o de las
series dobladas.

En la época del imperialismo se podía experimentar el síndrome de David


frente a Goliat, pero se sabía que el Goliat político estaba en parte en la ca-
pital del propio país y en parte en Washington o en Londres, el Goliat comu-
nicacional en Hollywood, y así con los otros. Hoy cada uno se disemina en 30
escenarios, con ágil ductilidad para deslizarse de un país a otro, de una cul-
tura a muchas, entre las redes de un mercado polimorfo. Pocas veces pode-
mos imaginar un lugar preciso desde el cual nos hablan. Eso condiciona la
sensación de que es difícil modificar algo, que en vez de ese programa de tele-
visión o de ese régimen político podría haber otro. Algunos espectadores in-
tervendrán, en esos simulacros de participación en radios y en las televisoras
que son el teléfono abierto o la asistencia a los estudios, o serán entrevista-
dos para una encuesta de rating. Esos acercamientos excepcionales al poder,
la sensación de ser consultado, no modifican para la mayoría, como se ve por
ejemplo en las investigaciones recientes de Angela Giglia y Rosalía Winocur,
la percepción de que los medios hablan desde posiciones inabordables. Sus
diseños y sus decisiones se hacen en no-lugares inaccesibles, por estructuras
organizacionales y no por personas.
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En otro tiempo, algunos pensábamos que los estudios sobre hábitos de con-
sumo podrían contribuir a conocer lo que efectivamente quieren los recepto-
res. Aún estas indagaciones pueden servir para democratizar las políticas
culturales en ciudades, radios o centros culturales independientes, en la es-
fera de lo micropúblico. Pero la mayor parte de las encuestas de audiencia no
busca conocer los hábitos de consumo, sino confirmar o desmentir las prefe-
rencias puntuales, ese día y en ese horario. No estudian necesidades de re-
ceptores particulares, sino «públicos» o «audiencias» en varios países a la
vez. No importa saber algo de su vida cotidiana, de sus gustos desatendidos,
sino cómo hacerlos sintonizar con lo que se programa en escritorios y estu-
dios de grabación ignotos y estandarizados. Una discusión de fondo sobre el
tipo de sociedad al que nos llevan las comunicaciones masivas no puede ba-
sarse en estadísticas de rating. Necesitamos estudiar el consumo como ma-
nifestación de sujetos, donde se favorece su emergencia y su interpelación, se
propicia o se obstruye su interacción con otros sujetos. Quizá la fascinación
de las telenovelas, del cine melodramático o heroico, y de los noticieros de
información que convierten los acontecimientos estructurales en dramas
personales o familiares, se asiente no solo en su espectacularidad morbosa,
como suele decirse, sino en que mantienen la ilusión de que hay sujetos que
importan, que sufren o realizan actos extraordinarios. Pero la reestructura-
ción reciente de las relaciones de poder, tanto en el trabajo como en el entre-
tenimiento, está reduciendo cada vez más esta posibilidad de ser sujetos a
una ficción mediática. Es sabido que esto no ocurre del mismo modo en todos
los sectores sociales. Sin negarlo, quiero proponer que estudiemos por qué
tanto los actores –populares como los hegemónicos– están siendo inmovili-
zados por lo que podríamos llamar la atrofia de la acción conflictiva y de la
deliberación democrática.

Ningún siglo tuvo tantos investigadores de economía e historia, antropolo-


gía de todas las épocas y sociedades, así como congresos, bibliotecas, revistas
y redes informáticas para conectar esos saberes, para poner en relación lo
que sucede en otros lugares de entretenimiento y trabajo del mundo. ¿Qué se
puede cambiar, o al menos controlar, gracias a esta proliferación multidirec-
cional de informaciones?; ¿a dónde nos conducen la expansión de las empre-
sas trasnacionales, de los mercados y pensamientos únicos, y, del otro lado, la
proliferación de las disidencias y sus movimientos sociales, las solidaridades
heterodoxas de las ONGs y sus imaginarios alternativos?; ¿pueden ser en
verdad alternativos?; ¿por qué tantas veces acaban subordinados al orden
totalizador? Al final del siglo más productivo en innovaciones políticas, tec-
nológicas y artísticas todo parece institucionalizarse bajo reglas de una repro-
ducción a corto plazo, desvalida de proyectos, consagrada a la especulación
económica o la acumulación de poderes inestables.

Tal vez podemos explicar este achicamiento del horizonte social saliendo de
la oposición frecuente entre lo global y lo local. Hay que reelaborar entonces,
de un modo más complejo, las articulaciones entre lo concreto y lo abstracto,
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lo inmediato y lo intercultural. ¿Cómo denominar estos cambios en las ma-


neras de hacer cultura, comunicarnos con los diferentes o que imaginamos
semejantes, cómo concebir la redistribución que en este tiempo globalizado
está ocurriendo entre lo propio y lo ajeno? Como una primera vía para orga-
nizar esta diversidad de situaciones, y repensar la impotencia que induce la
lejanía o la abstracción de los vínculos, propongo tomar en cuenta el esque-
ma con que Craig Calhoun, y luego Ulf Hannerz, reformulan la antigua opo-
sición entre Gemeinshaft y Gesellschaft, entre comunidad y sociedad. La glo-
balización ha complejizado la distinción entre relaciones primarias, donde se
establecen vínculos directos entre personas, y relaciones secundarias, que
ocurren entre funciones o papeles desempeñados en la vida social. El carác-
ter indirecto de muchos intercambios actuales lleva a identificar relaciones
terciarias, mediadas por tecnologías y grandes organizaciones: escribimos a
una institución o llamamos a una oficina y obtenemos respuestas desperso-
nalizadas, del mismo modo que cuando escuchamos a un político o recibimos
información sobre bienes de consumo en radio o televisión. Me interesa, so-
bre todo, el último tipo diferenciado por Calhoun, las relaciones cuaternarias,
en las que una de las partes no es conciente de la existencia de la relación:
acciones de vigilancia, espionaje telefónico, archivos de información que sa-
ben mucho de los individuos al reunir datos censales, de tarjetas de crédito y
otros tipos de información. A veces se busca «analizar» estas interacciones y
se nos trata como «clientelas imaginadas», por ejemplo cuando nos envía
propaganda basura una empresa que no sabemos cómo consiguió nuestra di-
rección y procura ocultar su intromisión en la privacidad imitando el lengua-
je de las relaciones primarias: «Querido Néstor: teniendo en cuenta la fre-
cuencia con la que viajas, tu estilo de vida y el de tu familia, hemos decidido
proponerte...». Los datos acumulados con cada uso de la tarjeta de crédito
constituyen un superpanóptico, pero con la peculiaridad de que «al propor-
cionar datos para su almacenamiento, el vigilado se convierte en una factor
importante y complaciente de la vigilancia» (Baumann, p. 68).

¿Qué podemos hacer con este mundo en que pocos observan a muchos?; ¿es
posible organizar de otro modo los vínculos mediatizados, sus astucias de si-
mulación para personalizarlos, despegarnos de sus procedimientos de selec-
ción y segregación, de exclusión y vigilancia, en breve, reconvertirnos en su-
jetos del trabajo y el consumo? Una reacción posible es evocar con nostalgia
la época en que la política se presentaba como el combate militante entre
concepciones del mundo entendidas como antagónicas. Otra es replegarse en
unidades territoriales, étnicas o religiosas con la esperanza de que se acorte
la distancia entre quienes toman las decisiones y quienes reciben sus efec-
tos: escaparse por la tangente. Comparto la hipótesis de que ambas posturas
pueden desarrollar tareas productivas para mejorar la calidad de la política
(en el primer caso) y para mejorar la convivencia en ámbitos restringidos (en
el segundo). Pero la viabilidad de esos intentos depende de que trasciendan
su carácter reactivo y elaboren proyectos que interactúen con las nuevas
condiciones fijadas por la globalización. Para decirlo rápido: no pienso que la
opción central sea hoy defender la identidad o globalizarnos. El proceso glo-
NUEVA SOCIEDAD 163 65

© 1999 Emilio Agra/Nueva Sociedad

balizador no conduce principalmente a revisar cuestiones identitarias aisla-


das, sino a pensar con más realismo las oportunidades de saber qué podemos
hacer y ser con los otros, cómo encarar la heterogeneidad, la diferencia y la
desigualdad. Un mundo donde las certezas locales pierden su exclusividad, y
pueden por eso ser menos mezquinas, donde los estereotipos con los que nos
representábamos a los lejanos se descomponen en la medida en que nos cru-
zamos con ellos a menudo, presenta la ocasión (sin muchas garantías) de que
la convivencia global sea menos incomprensiva, con menores malentendidos,
que en los tiempos de la colonización y el imperialismo. Para ello es necesa-
rio que la globalización se haga cargo de los imaginarios con que trabaja y de
la interculturalidad que moviliza.
NUEVA SOCIEDAD 163 66

Al desplazar el debate sobre la globalización de la cuestión de la identidad a


los desencuentros entre políticas de integración supranacional y compor-
tamientos ciudadanos, nos negamos a reducirlo a la oposición global/local.
Buscamos situarlo en la recomposición general de lo abstracto y lo concreto
en la vida contemporánea, y en la formación de nuevas mediaciones entre
ambos extremos. Más que enfrentar identidades esencializadas a la globali-
zación, se trata de indagar si es posible instituir sujetos en estructuras so-
ciales ampliadas. Es cierto que la mayor parte de la producción y del consu-
mo actuales son organizados en escenarios que no controlamos, y a menudo
ni siquiera entendemos, pero la globalización también abre nuevas interco-
nexiones entre culturas y circuitos que potencian las iniciativas sociales. La
pregunta por los sujetos que puedan transformar la actual estructuración
globalizada debe llevarnos a prestar atención a los nuevos espacios de inter-
mediación cultural y sociopolítica. Además de las formas de mediación indi-
cadas –organismos trasnacionales, consultoras, oficinas financieras y siste-
mas de vigilancia– existen circuitos internacionales de agencias noticiosas,
de galerías y museos, editoriales que actúan en varios continentes, ONGs
que comunican movimientos locales distantes. Entre los organismos inter-
nacionales y los ciudadanos, las empresas y sus clientelas, hay instituciones
flexibles que se manejan en varias lenguas, expertos formados en códigos de
diferentes etnias y naciones, funcionarios, promotores culturales y activistas
políticos entrenados para desempeñarse en diversos contextos. No se apre-
hende lo que está ocurriendo entre lo global y lo local cuando solo se exami-
na a los Estados, partidos políticos y organismos internacionales. Junto con
las polarizaciones persistentes entre centro y periferia, Norte y Sur, encon-
tramos múltiples redes dedicadas a la «negociación de la diversidad». George
Yúdice emplea esta expresión para describir cómo los curadores de exposi-
ciones y las revistas de arte estadounidenses, diseñan los papeles del arte
latinoamericano en EEUU, con más poder que los artistas y los organismos
culturales de los países originarios, e influyen sobre la autopercepción de los
artistas y sobre los públicos latinoamericanos y estadounidenses, aun en cues-
tiones que trascienden lo artístico. Daniel Mato muestra cómo la acción del
Instituto Smithsonian ha reconceptualizado el significado de los pueblos in-
dígenas de América Latina, las representaciones de etnicidad, género y las
relaciones transculturales entre las Américas.

Modos de imaginar lo global

La globalización puede ser vista como un conjunto de estrategias desplega-


das para realizar la hegemonía de macroempresas industriales, corporacio-
nes financieras, majors del cine, la televisión, la música y la informática, a
fin de apropiarse de los recursos naturales y culturales, del trabajo, el ocio y
el dinero de los países pobres, subordinándolos a la explotación concentrada
con que esos actores reordenaron el mundo en la segunda mitad del siglo XX.
Pero la globalización es también el horizonte imaginado por sujetos colecti-
vos e individuales, o sea por gobiernos y empresas de los países dependien-
tes, por realizadores de cine y televisión, artistas e intelectuales, para rein-
NUEVA SOCIEDAD 163 67

sertar sus productos en mercados más amplios. Las políticas globalizadoras


logran consenso, en parte, porque excitan la imaginación de millones de per-
sonas al prometer que los «dos más dos» que hasta ahora sumaban cuatro
puedan extenderse hasta cinco o seis. Muchos relatos de lo que les ha sucedi-
do a quienes supieron adaptar sus bienes, sus mensajes y sus operaciones
financieras para reubicarse en un territorio expandido indican que el realis-
mo de lo local, de quienes se conforman con sumar cifras nacionales, se ha-
bría vuelto una visión miope.

Vamos a tratar de distinguir en varios procesos culturales qué hay de real y


cuánto de imaginario en esta ampliación del horizonte local y nacional. Ha-
brá que diferenciar quiénes se benefician con el ensanchamiento de los mer-
cados, quiénes pueden participar en él desde las economías y culturas peri-
féricas, y cuántos quedan descolgados de los circuitos globales. Las nuevas
fronteras de la desigualdad separan cada vez más a quienes son capaces de
conectarse a redes supranacionales de quienes quedan arrinconados en sus
reductos locales.

Si hablo de globalizaciones imaginadas no es solo porque la integración abarca


a algunos países más que a otros. O porque beneficia a sectores minoritarios
de esos países, y para la mayoría queda como fantasía. También porque el
discurso globalizador recubre fusiones que en verdad suceden, como dije,
entre pocas naciones. Lo que se anuncia como globalización está generando,
en la mayoría de los casos, interrelaciones regionales, alianzas de empresa-
rios, circuitos comunicacionales y consumidores de los países europeos o de
América del Norte o de una zona asiática. No de todos con todos. Luego de
décadas en que acuerdos de libre comercio muestran hasta dónde puede lle-
gar la apertura de cada economía y cultura nacional, estamos en condiciones
de diferenciar las narrativas globalizadoras de las acciones y políticas de
alcance medio en que esos imaginarios se concretan. Un ejemplo: las cifras
de ganancias del sector audiovisual dicen que los países iberoamericanos
obtenemos el 5% de lo que se factura en el mercado mundial, pero también
sabemos que si sumamos los habitantes latinoamericanos, los españoles y
los hispanohablantes de EEUU somos más de 550 millones. Pensar en la
globalización significa explicarnos por qué tenemos un porcentaje tan bajo
en la facturación y, al mismo tiempo, imaginar cómo podríamos aprovechar
el ser uno de los conjuntos lingüísticos con mayor nivel de alfabetización y de
consumo cultural. No estoy identificando imaginario con falso. Así como se
estableció que las construcciones imaginarias hacen posible la existencia de
las sociedades locales y nacionales, también contribuyeron a la arquitectura
de la globalización. Las sociedades se abren para la importación y expor-
tación de bienes materiales que van de un país a otro, y también para que
circulen mensajes coproducidos desde varios países, que expresan en lo sim-
bólico procesos de cooperación e intercambio, por ejemplo músicas que fusio-
nan tradiciones antes alejadas y películas filmadas con capitales, actores y
escenarios multinacionales. Esta desterritorialización o trasnacionalización
libera a muchos bienes materiales y simbólicos de rígidas adscripciones na-
NUEVA SOCIEDAD 163 68

cionales (un coche Ford no expresa solo la cultura norteamericana, ni un film


de Spielberg únicamente a Hollywood). Los convierte en emblemas de un
imaginario supranacional. Aun lo que persista de la cultura brasileña o mexi-
cana en una telenovela, de la francesa en un perfume, de la japonesa en un
televisor, son integrados en relatos y prácticas que podemos ver multiplica-
dos en 60 o 100 sociedades. La época globalizada es esta en que, además de
relacionarnos efectivamente con muchas sociedades, podemos situar nues-
tra fantasía en múltiples escenarios a la vez. Así desplegamos, según Arjun
Appadurai, «vidas imaginadas». Lo imaginado puede ser el campo de lo ilu-
sorio, pero asimismo es el lugar, dice Etienne Balibar, donde «uno se cuenta
historias, lo cual quiere decir que se tiene la potencia de inventar historias».

Con la expansión global de los imaginarios se han incorporado a nuestro ho-


rizonte culturas que sentíamos hasta hace pocas décadas ajenas a nuestra
existencia. En Occidente, unos pocos comerciantes, artistas y religiosos, in-
vestigadores y aventureros se habían interesado hasta mediados del siglo XX
por los modos de vida del lejano Oriente. Ahora la India, Japón, Hong
Kong –los ejemplos podrían multiplicarse– se volvieron destinos turísticos,
de inversiones y de viajes comerciales para millones de occidentales. Duran-
te los años 80 y hasta la crisis de mediados de los 90, los tigres asiáticos
funcionaron como modelos de desarrollo económico y suscitaron curiosidad
en las elites del Tercer Mundo occidental por su manera de relacionar inno-
vación industrial, culturas antiguas y hábitos de trabajo. Por no hablar de la
expansión de religiones orientales en Europa, EEUU y América Latina, ni
de otros intercambios que instalan en nuestra vida cotidiana –junto con ar-
tefactos japoneses o de Taiwán– resonancias culturales de esas sociedades.

Espectáculos de la globalización y melodramas de la interculturalidad

Una de las consecuencias que podemos extraer de esta aproximación dife-


rencial combinada a materiales tan heterogéneos es la necesidad de ocupar-
nos a un mismo tiempo de la globalización y de la interculturalidad. Quienes
hablan de cómo nuestro tiempo se globaliza narran procesos de intercambios
fluidos y homogeneización, naciones que abren sus fronteras y pueblos que
se comunican. Sus argumentos se apoyan en las cifras del incremento de
transacciones y la rapidez o simultaneidad con que ahora se realizan: volu-
men y velocidad. Entretanto, los estudios sobre migraciones, transcultura-
ción y otras experiencias interculturales están llenos de relatos de desgarra-
mientos y conflictos, fronteras que se renuevan y anhelos vanos de restaurar
unidades nacionales, étnicas o familiares perdidas: intensidad y memoria.
Por tanto, las tensiones entre globalización e interculturalidad pueden ser
concebidas como una relación entre épica y melodrama. Las escisiones que
hoy separan a las ciencias sociales ocurren, en gran medida, entre quienes
buscan armar relatos épicos con los logros de la globalización (la economía,
cierta parte de la sociología y la comunicación) y los que construyen na-
rraciones melodramáticas con las fisuras, las violencias y los dolores de la
interculturalidad (la antropología, el psicoanálisis, la estética). Cuando los
NUEVA SOCIEDAD 163 69

primeros admiten, en los márgenes de su relato, los dramas interculturales


como si fueran resistencias a la globalización, aseguran en seguida que el
avance de la historia y el paso de las generaciones las irá eliminando. Para
los segundos, las tenaces diferencias y las incompatibilidades entre culturas
mostrarían el carácter parcial de los procesos globalizadores, o su fracaso, o
los nuevos desplazamientos que engendra su unificación apurada del mun-
do, poco atenta a lo que distingue y separa. En años recientes algunos narra-
dores de la globalización y algunos defensores de las diferencias locales y
subjetivas empiezan a escuchar a los otros: más allá de la preocupación por
contar una épica o un drama interesa entender qué acontece cuando ambos
movimientos coexisten.

La hipótesis es que las cifras de los censos migratorios, de la circulación pla-


netaria de inversiones y las estadísticas del consumo adquieren más sentido
cuando se cargan con las narrativas de la heterogeneidad. En las estructu-
ras, reaparecen los sujetos. A la inversa, los relatos enunciados por actores
locales dicen más si nos preguntamos cómo hablan, a través de los dramas
particulares, los grandes movimientos de la globalización y los discursos co-
lectivos que establecen las reglas actuales de la producción y las modas del
consumo. No es fácil juntar ambas perspectivas en esta época en que cada
vez se cree menos en la capacidad explicativa de un paradigma. Pero al mis-
mo tiempo es imposible entender convivencias tan intensas y frecuentes como
exige nuestro mundo si compartimentamos a las sociedades, como lo hizo el
relativismo cultural que imaginaba a cada cultura separada y autosuficiente.
¿Qué relatos –ni simplemente épicos, ni melodramáticos– pueden dar cuen-
ta de las recomposiciones que se van produciendo entre lo local y lo global?
Las narrativas solo económicas o solo antropológicas de la globalización dan
versiones sesgadas, en las que se amputa un aspecto del proceso. Necesita-
mos preguntarnos cómo son compatibles estas distintas narraciones y aspi-
rar a descripciones densas que articulen las estructuras más o menos objeti-
vas y los niveles de significación más o menos subjetivos. Hay que elaborar
construcciones lógicamente consistentes, que puedan contrastarse con las
maneras en que lo global se estaciona en cada cultura y los modos en que lo
local se reestructura para sobrevivir, y quizá obtener algunas ventajas, en
los intercambios que se globalizan.

Por más que se quiera circunscribir las investigaciones a un barrio o a una


ciudad, o a los extranjeros radicados en un país particular, llega un momento
en que –si uno trabaja en Occidente– tiene que hacerse preguntas sobre cómo
están cambiando las estructuras globalizantes y los procesos de integración
supranacional. Por ejemplo, las relaciones entre Europa, América Latina y
EEUU. Es posible responder que un universo tan extendido es inabarcable y
dejar la cuestión. Pero las interrogantes siguen ahí, condicionan lo que uno
está estudiando, y aun cuando decida no hacer generalizaciones sobre el de-
sarrollo de Occidente, los viejos supuestos de la filosofía y la epistemología
occidentales permanecen como hipótesis. Lo malo es que esas hipótesis co-
rresponden a una etapa preglobal, cuando las naciones eran unidades en
NUEVA SOCIEDAD 163 70

apariencia más cohesionadas, que parecían contener la mayoría de las rela-


ciones interculturales. O sea cuando era posible distinguir con nitidez lo lo-
cal y lo universal. No conozco mejor manera de encarar estos riesgos que
trabajando con cifras y otros datos duros, macrosociales, donde se aprecian
las grandes tendencias de la globalización, y, a la vez, con descripciones so-
cioculturales que captan procesos específicos, tanto en su estructura objeti-
va como en los imaginarios que expresan el modo en que sujetos individuales
y colectivos representan su lugar y sus posibilidades de acción en dichos
procesos. Se trata de reunir lo que tantas veces fue escindido en las ciencias
sociales: explicación y comprensión. O sea, articular las observaciones tele-
scópicas de las estructuras sociales y las miradas que hablan de la intimidad
de las relaciones entre culturas. Me parece que en esta tarea está un recurso
clave para que el futuro de la globalización la decidan ciudadanos multicul-
turales.

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Néstor García Canclini (coord.): Culturas en globalización, cit.
Juan Pablo Gonnet/ “Cultura, Organizaciones y...”

CULTURA, ORGANIZACIONES Y ANTROPOLOGÍA.


UNA REVISIÓN CRÍTICA

Juan Pablo Gonnet*

RESUMEN
El concepto de cultura organizacional aparece como una dimensión
clave de problematización en el campo de la antropología de las organi-
zaciones. Si bien este ámbito de estudios se encuentra en un estado de

ISSN: 1515-2413 (impreso); 1851-1694 (on-line) ◊◊◊


desarrollo incipiente, se ha coincidido en definir a la perspectiva antropo-
lógica acerca de las organizaciones a partir de una discusión explícita con
los postulados y discursos producidos por la teoría de la administración.
Consideramos que en este movimiento se puede correr el riesgo de no
reconocer los procesos a partir de los cuales la cultura se ha convertido
en una categoría reflexiva frecuente en el campo de las organizaciones
contemporáneas. En base a esto, este trabajo sostiene que una adecuada
conceptualización antropológica de los ámbitos organizacionales debería
poder dar cuenta de los usos y sentidos que dan los actores (incluidos los
teóricos administrativos) a la semántica cultural.
PALABRAS CLAVE: Antropología de las Organizaciones; Cultura Orga-
nizacional; Administración; Etnografía.

CULTURE, ORGANIZATIONS AND ANTHROPOLOGY. A CRITICAL


REVISION

ABSTRACT
The concept of organizational culture appears as a central problematic di-
mension in the anthropology of organizations. Although this field of studies
is in actual development, many authors have shared the necessity of differ-
entiating the anthropological perspective about organizations from manage-
ment theories. We consider that this critical movement faces the risk of not
recognizing the fact that culture has recently appeared as a reflexive category
in the field of contemporary organizations. This article supports the thesis
that an adequate anthropological conceptualization of organizations should
explore the meanings that actors (including management theorists) give to
the semantic of culture.

*
Juan Pablo Gonnet (Licenciado en Sociología-Universidad Siglo 21-Córdoba; Magíster en
Antropología-Universidad Nacional de Córdoba) Becario en el CIECS-CONICET (Córdoba,
Argentina). Email: juanpablogonnet@gmail.com
- Fecha de recepción del original: noviembre de 2011. Fecha de aceptación: mayo de 2013.

151 •| Artículos
◊ AVÁ 21/ “Estado y Política en ...” ◊

KEY WORDS: Anthropology of Organizations; Organizational Culture;


Management; Ethnography.

INTRODUCCIÓN

En este artículo se pretende problematizar algunas premisas constitutivas


de la antropología de las organizaciones. Dicha problematización encuentra
su núcleo en el análisis de la disputa que se ha tendido entre la antropología y
las teorías administrativas acerca de las culturas organizacionales y/o empre-
sariales. La conceptualización de la cultura organizacional emerge como un
ISSN: 1515-2413 (impreso); 1851-1694 (on-line) ◊◊◊

“encuentro de saberes” (Jaime, 1997), entre la teoría de la administración (ma-


nagement)1 y la antropología. Este encuentro ha sido de carácter conflictivo,
tal como Bourdieu (2003) define las relaciones entre sacerdotes y brujos en el
campo intelectual. Para los antropólogos son inconcebibles las simplificacio-
nes que producen los teóricos de la administración en relación a la cultura. Si
bien, la ciencia administrativa ha sido la que ha definido en primera instancia
la categoría de cultura organizacional, la antropología ha buscado redefinir
esta idea criticando la concepción de cultura asumida en la primera. Frente a
una idea de cultura organizacional entendida como una dimensión específica
para la gestión organizacional, la antropología ha reconceptualizado a la mis-
ma desde una perspectiva que cuestiona su uso normativo. A pesar de que
acordamos con la pertinencia de esta discusión, consideramos que la misma
puede llevar a la omisión de una posible categoría “nativa”. Miembros de las
organizaciones, directivos, administradores, teóricos de la administración y
de las organizaciones utilizan, frecuentemente, la categoría de cultura como
una forma específica de interpretar y ordenar la realidad organizacional. En
esta dirección, es posible que la antropología de las organizaciones corra el
riesgo de negar una semántica nativa al ocuparse, preponderantemente, en
discusiones acerca de su validez. Entendemos que este hecho ha tenido la
consecuencia, no deseada, de limitar las posibilidades interpretativas de una
perspectiva antropológica acerca de los fenómenos organizacionales.
Diversas razones pueden explicar esta situación. En primer lugar, el he-
cho de que la antropología no haya considerado suficientemente el proceso
en el cual la cultura ha dejado de ser un patrimonio propio de la disciplina
(Kuper, 2001) y ha comenzado a constituirse en una categoría desde la cual
diversos actores de la sociedad contemporánea reflexionan acerca de sí mis-
mos (Boltanski y Chiapello, 2007; Luhmann, 2007; Yúdice, 2002). En segun-
do lugar, podríamos mencionar que el empirismo supuesto en muchos tra-
bajos etnográficos termina oscureciendo algunas dimensiones conceptuales

1 En este trabajo, usamos indistintamente éstos dos términos.


152
Juan Pablo Gonnet/ “Cultura, Organizaciones y...”

que son bastante cotidianas en la vida de los sujetos estudiados. Finalmente,


se encuentra la cuestión de que la antropología (al igual que otras ciencias
sociales) ha tenido la pretensión de debatir la legitimidad de otros campos
disciplinares, en vez de utilizar a los mismos y a sus “saberes” como objetos de
indagación específicos. Aquí sostenemos, que en el marco de una perspectiva
antropológica no sería tan pertinente la discusión acerca de la legitimidad o
no de los saberes del management sino que, quizás, sería más relevante com-
prender cómo esos discursos, semánticas, propuestas y teorías se vinculan
con las realidades organizacionales.
Ordenamos nuestro argumento de la siguiente manera. En primera instan-

ISSN: 1515-2413 (impreso); 1851-1694 (on-line) ◊◊◊


cia, analizamos algunos textos de la teoría administrativa acerca de la cultura
organizacional, con el propósito de presentar aquello frente a lo cual busca
definirse la perspectiva antropológica. En segundo lugar, mostramos cómo la
antropología ha discutido con la noción administrativa de cultura y ha adop-
tado un abordaje cuya especificidad radica en defender una aproximación et-
nográfica a las organizaciones. En tercer lugar, presentamos algunas hipótesis
interpretativas acerca de las razones que podrían tornar comprensibles el in-
terés de la administración por la cultura. Finalmente, argumentamos a favor
de una teoría antropológica de las organizaciones, en donde las categorías y
postulados del management sean reconocidos como criterios significativos
para la comprensión de empresas y organizaciones contemporáneas.

LA TEORÍA DE LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN


EL MANAGEMENT

El libro “La cultura empresarial y el liderazgo” de Schein (1988), es uno de


los primeros textos en reconocer la importancia de la cultura como dimen-
sión específica de la vida organizacional y como una instancia fundamental
para la explicación de procesos organizacionales. Los textos producidos en
el campo del management presentan, por lo general, una oscilación entre di-
mensiones analíticas y prescriptivas (Fernández Rodríguez, 2006) y el trabajo
de Schein no es la excepción. Sin embargo, dentro de los textos fundacionales
de la teoría de la cultura organizacional, es el que desarrolla el esfuerzo más
sistemático por definir la categoría de cultura para el mundo empresarial y
organizacional. A lo largo de su texto, Schein (1988) no deja de presentar en
su teorización una tensión irresuelta entre una fundamentación teórica de
la cultura organizacional y una voluntad por demostrar que los problemas
de dirección empresarial son problemas esencialmente culturales. En este es-
pacio, nos interesa presentar la idea central de la propuesta del autor acerca
de a la cultura empresarial debido a que es representativa de toda una cos-
movisión en relación a la cual la antropología ha buscado distanciarse. Sin
embargo, la propuesta de Schein no ha sido la única propuesta teórica acerca

153 •| Artículos
◊ AVÁ 21/ “Estado y Política en ...” ◊

de la cultura en el campo del management, por esto también damos cuenta


de algunas continuidades críticas que han buscado superar las posibles debi-
lidades de este planteo inicial.
Schein (1988) parte de la premisa de que las organizaciones tienen cultu-
ras propias y desde aquí construye su teorización. En un nivel general, se en-
tiende a la cultura organizacional como aquellas dimensiones inconscientes
que afectan el modo en que los miembros de una institución piensan, sienten
y actúan. Frente a los usos dominantes en la década del ´80, del concepto de
cultura empresarial como valores, filosofías, reglas y mitos organizacionales
(Deal y Kennedy, 1985; Peters y Waterman, 1982), Schein sostiene: “El tér-
ISSN: 1515-2413 (impreso); 1851-1694 (on-line) ◊◊◊

mino de cultura debería reservarse para el nivel más profundo de presunciones


básicas y creencias que comparten los miembros de una empresa, las cuales
operan inconscientemente y definen en tanto que interpretación básica la visión
que tiene la empresa de sí misma y de su entorno. Estas presunciones y creencias
son respuestas que ha aprendido el grupo ante sus problemas de subsistencia
en su medio externo, y ante sus problemas de integración interna. Se dan por
supuestas porque repetidamente y adecuadamente llegan a resolver estos pro-
blemas” (Schein, 1988: 24).
Dichas presunciones remiten a las relaciones con el entorno, con la natu-
raleza de la realidad (tiempo y espacio), con la naturaleza del género humano,
con la naturaleza de la actividad humana y con la naturaleza de las relaciones
sociales. Estas presunciones son inconscientes y por lo tanto, no son temati-
zadas en la vida cotidiana.
En relación a la función de la cultura organizacional, Schein rescata que
ésta es la de reducir la ansiedad de los miembros. No obstante, aclara que
los efectos de la cultura sobre la vida organizacional no son necesariamente
positivos. Lo que da tranquilidad a los miembros puede ser disfuncional para
las estrategias organizacionales, para la productividad, para las posibilidades
de implementación de nuevas estrategias, para las relaciones interpersonales
y para la interacción entre distintos grupos dentro de las organizaciones.
En relación a la pregunta por el cómo surgen las culturas empresariales,
Schein sostiene que éstas se generan y se mantienen debido a que han per-
mitido la resolución de problemas básicos de adaptación al medio que rodea
a la empresa y de integración interna. En este proceso, el papel de los líderes
es fundamental. Son éstos los que inspiran a un nuevo grupo con sus ideas,
las cuales llegan a convertirse en definiciones compartidas y validadas por los
miembros de la organización. De esta manera, el autor propone un modelo
de desarrollo de la cultura organizacional que se define en una relación recur-
siva entre procesos de liderazgo, procesos de interacción grupal y procesos de
aprendizaje. Aunque Schein concibe el proceso de producción de la cultura
organizacional como un hecho complejo, su objetivo es dar cuenta de cómo
los líderes efectivamente pueden implantar y transmitir la cultura.

154
Juan Pablo Gonnet/ “Cultura, Organizaciones y...”

El planteo propuesto, ha sido objeto de algunas críticas dentro del cam-


po de la teoría de la administración. Una de las primeras reacciones, estuvo
vinculada a reconocer que muchas de las debilidades de planteos como el de
Schein radicaban en una escasa conceptualización teórica del concepto de
cultura. Para subsanar este déficit, algunos teóricos de la administración se
dirigieron a los textos antropológicos con la pretensión de aclarar y recono-
cer distintas definiciones de cultura y las posibles consecuencias que las mis-
mas podrían tener para su aplicación al campo de las organizaciones (Abra-
vanel et al., 1992; Ouchi y Wilkins, 1985; Rodríguez et al., 1999; Scott, 1998;
Smircich, 1984). Así, se diferencian distintas escuelas de pensamiento como

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la funcionalista, la estructural-funcionalista, la semiótica, la cognitiva, etc.,
(Allaire y Firsirotu, 1992a, 1992b; Ouchi y Wilkins, 1985) y se establecen di-
ferenciaciones entre culturas organizacionales entendidas como variables, y
culturas organizacionales entendidas como metáforas (Morgan, 2009; Scott,
1998; Smircich, 1984). Lo común a todos estos intentos es una voluntad por
esclarecer la categoría de cultura organizacional de un modo más preciso. A
pesar de esta motivación, dichas clasificaciones han generado más confusión
ya que la importación del concepto de cultura se ha producido sin considerar
los usos concretos que el mismo ha tenido en cada una de las tradiciones
antropológicas referenciadas.
Un intento más reciente por conceptualizar a la cultura organizacional,
dentro del campo del management, proviene de la corriente que genérica-
mente se ha autodenominado “Critical Management Studies” (Alvesson y Wi-
llmott, 2003) cuyo objetivo es desarrollar una aproximación crítica a la teoría
de la administración. Dentro de este movimiento, Alvesson (2002) ha pro-
puesto una conceptualización crítica de la cultura organizacional que busca
cuestionar los supuestos y las implicancias de las teorías propuestas por la
ciencia de la administración. Este autor sostiene que el concepto de cultura
organizacional es un modo de pensar las organizaciones, que rescata fenóme-
nos simbólicos de la vida organizacional. En este sentido, Alvesson considera
que la cultura se constituye en una metáfora que permite iluminar determi-
nados aspectos y aproximaciones al fenómeno organizacional.
Mientras que la teoría de la organización clásica se había orientado por
concepciones de la organización como sistemas estructurados de medios, fi-
nes, procesos, roles, jerarquías y decisiones; la idea de cultura organizacional
remite a dimensiones más implícitas de la vida organizacional. No obstante,
Alvesson (2002) reconoce que la metáfora no sólo radica en considerar a la
organización como cultura, sino que se encuentra también en la idea mis-
ma de cultura; es decir, en los significados que ésta transmite. Desde aquí se
cuestiona a teorías como las de Schein, debido a que entienden a la cultura
desde una concepción instrumental. Desde este lugar, Alvesson defiende una
perspectiva crítica para el estudio de la cultura organizacional a partir de un

155 •| Artículos
◊ AVÁ 21/ “Estado y Política en ...” ◊

cuestionamiento directo a cada uno de los supuestos que han favorecido una
interpretación de la cultura organizacional como dimensión potencialmente
manipulable.
En primer lugar, la cultura organizacional no puede ser entendida como
vinculada directamente a la performance empresarial. En este sentido, lo que
se produce es una trivialización de la cultura al concebirla como algo que
puede ser manejado discrecionalmente. Así, los estudios de cultura organiza-
cional no se pueden determinar a priori de acuerdo con intereses prácticos.
Las organizaciones se encuentran atravesadas por una pluralidad de intereses
contradictorios como los de las profesiones, los clientes, los administrado-
ISSN: 1515-2413 (impreso); 1851-1694 (on-line) ◊◊◊

res, el estado y los propietarios, los cuales tienen ideas distintas acerca de la
organización. Es por esto, que para Alvesson lo que Schein denomina como
cultura remite tan sólo a la visión de los administradores acerca de la misma.
La acción misma de gestionar la cultura es simbólica y tiene influencias en la
cultura organizacional. Debido a esto, la posibilidad de los administradores o
de los líderes de manejar la cultura es limitada y varía con las circunstancias
y las situaciones.
En segundo lugar, Alvesson sostiene que la cultura organizacional no
puede definirse como una propiedad de las organizaciones. Éstas operan en
marcos sociales, industriales, ocupacionales y de opinión pública que contri-
buyen a la formación de realidades simbólicas en las organizaciones. El autor
afirma: “…the interesting cultural aspects of organizations are, as we have seen,
not what is unique for a single organization, but deeper and broader patterns
that to some extent are parts of a more general business, industrial, or societal
culture. Organizational and cultural boundaries cannot be equated” (Alvesson,
2002:159).
En tercer lugar, Alvesson critica el hecho de que las culturas organizacio-
nales se hayan entendido como sistemas de premisas compartidas, consen-
suadas y coherentes. Por una parte, las culturas organizacionales deben ser
entendidas como sistemas de relaciones de poder, ya que los significados y las
dimensiones simbólicas de la vida organizacional son puestos al servicio de
determinadas ideologías e intereses que pretenden imponerse. “Dominances
is exercised chiefly by ensuring that specific meanings supporting the current so-
cial reality is regarded as natural, rational, self-evident, problem free, sensible,
etc., and the leading actors as good and legitimate representatives of this reality
(in our case the organization)” (Alvesson, 2002: 126).
De esta manera, la cultura no es algo neutral o natural en toda organización
como supondría Schein (1988), sino que es un fenómeno de poder al interior de
la organización. Por otra parte, la cultura no es un sistema coherente, sino que
posee ambigüedades y contradicciones. Las diferencias entre los distintos seg-
mentos, ambientes y situaciones organizacionales conduce a que se establezcan
indefectiblemente una variedad de orientaciones culturales (Hobbs, 1992).

156
Juan Pablo Gonnet/ “Cultura, Organizaciones y...”

La propuesta de Alvesson (2002), da cuenta de muchas de las falencias de


los postulados administrativos acerca de la cultura organizacional. Sin em-
bargo, se presentan dos dificultades. Por un lado, el autor trata de proponer
una visión de lo que la cultura organizacional es, y en este sentido, deja de
lado la pregunta por el cómo opera la cultura organizacional. En esta direc-
ción, por más que la visión que sostiene Alvesson se presente como en las
antípodas de perspectivas como las de Schein, no deja de compartir el interés
por responder a la pregunta de qué es la cultura organizacional y así, termina
limitando al fenómeno cultural a dimensiones específicas (lo simbólico, el
poder, las relaciones sociales, lo implícito, lo contextual, etc.). Por otro lado,

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la propuesta de Alvesson es ambigua debido a que cuestiona el concepto de
cultura como forma de dominación (manipulación) y a su vez, lo presenta
como una metáfora útil para entender y comprender determinados procesos
organizacionales. Finalmente, el autor no escapa al imperativo disciplinar de
tener que aceptar que, finalmente, la cultura puede ser cambiada discrecio-
nalmente2. Es en estos puntos, en donde la antropología pretende distanciar-
se de la teoría administrativa.

LA ANTROPOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES:


UN “ABORDAJE ETNOGRÁFICO”

La antropología de las organizaciones es un sub-campo disciplinar emer-


gente, cuyos desarrollos se encuentran dispersos en volúmenes colectivos o
artículos aislados (Hirsh y Gellner, 2001; Jaime, 2003, 2002; Ruben, 2009;
Ruben y Jaime, 2004; Wright, 2005)3. Dos son las características generales
que comparten estas producciones: por un lado, el cuestionamiento a la de-
finición de cultura organizacional y/o empresarial propuesta por los autores
provenientes de la teoría de la administración y, por el otro, la defensa de un
abordaje estrictamente etnográfico de las organizaciones, como marca distin-
tiva de la perspectiva antropológica.
En relación al primer punto, es decir, a la crítica de la noción de cultura
importada por los teóricos del management; se ha cuestionado la visión posi-
tivista y funcionalista (o dis-funcionalista) que permea a casi la totalidad de

2 De hecho, Alvesson escribe todo un texto dedicado a analizar las condiciones de posibilidad
del cambio cultural. Véase Alvesson y Sveningsson (2007).
3 Wright (1998) y Jaime (1997) dan cuenta de que la antropología desde los inicios del siglo
XX acompañó a los estudios organizacionales, por ejemplo, antropólogos como Malinowski,
Lloyd Warner y Radcliffe-Brown asesoraron a muchos estudios en empresas. Lo curioso es
que esto nunca tuvo repercusiones en el campo de la antropología. Wright (1998) sostiene que
esto se debió a que estos estudios e incursiones se veían como una apuesta ideológica o como
subordinada al sistema capitalista.
157 •| Artículos
◊ AVÁ 21/ “Estado y Política en ...” ◊

las propuestas. Wright (2005) sostiene que en los estudios organizacionales el


concepto de cultura ha sido utilizado de cuatro maneras: 1) Para dar cuenta
de los problemas de gestión de compañías con procesos de producción o ser-
vicios que operan alrededor del mundo en diferentes “culturas nacionales”; 2)
cuando el management trata de integrar a personas de diferentes etnias como
fuerza de trabajo de una planta; 3) para referir a lo informal, a lo actitudinal
y a los valores de la fuerza de trabajo; y 4) finalmente, como idea de “cultura
corporativa”. En este lugar, la cultura refiere a los valores organizacionales y
las prácticas impuestas por el management, como un pegamento para man-
tener a la fuerza de trabajo unida y hacerla capaz de responder a los rápidos
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cambios y a la competencia global.


En esta dirección, los estudios organizacionales han tendido a presentar
a la cultura como una dimensión reificada. Esto significa que se ha definido
a la cultura como una “variable” que afecta externamente o internamente a
la organización, en un sentido más o menos positivo o negativo para con las
finalidades del sistema de gestión y control organizacional. Frente a esta pers-
pectiva, Wright (2005) considera que un abordaje antropológico tiene que
ofrecer una aproximación más interpretativa acerca de las organizaciones
como espacios en donde se construyen significados. Esto no implica concebir
a la cultura como algo compartido o consensuado, sino que implica entender
a la cultura como un proceso político de negociación permanente entre los
miembros de las organizaciones.
Los sentidos son permanentemente contestados, cuestionados y puestos
en juego por los diferentes actores. Es así como Wright reconoce que la cul-
tura no es algo que las organizaciones tienen, sino que es algo que las orga-
nizaciones son. Las organizaciones no son sistemas que poseen una cultura,
sino que son en sí mismas fenómenos culturales; de este modo, la cultura
no puede ser concebida como un objeto del control administrativo. Frente
a las perspectivas del management, Wright afirma: “Culture is an analytical
concept for problematizing the field of organizations; in that field, culture is
an ideological claim, rooted in historical conditions and subject to challenge”
(Wright, 2005:27).
Adicionalmente, la autora observa que la cultura tal como es definida por
el management implica una separación de la misma en relación al contex-
to social y político en el que operan las organizaciones. Así, no se atiende
cuestiones ligadas a los tipos de industria, a las modalidades de trabajo, a
los discursos sociales que interpelan a las organizaciones y, principalmente,
a las condiciones políticas y económicas en las que toda institución opera.
Las organizaciones no son sistemas cerrados, de hecho, sus miembros parti-
cipan e interactúan con otras tantas organizaciones en su vida cotidiana, lo
que lleva a que carezca de mayor sentido pensar en la cultura organizacional
como limitada por los contornos físico-materiales de la organización. Wright

158
Juan Pablo Gonnet/ “Cultura, Organizaciones y...”

(2005) afirma que la cultura organizacional se encuentra atravesada por “re-


pertorios culturales”. Esto implica que la cultura circula en, y a través de la
organización.
Finalmente, Wright (2005) propone que por cultura organizacional se
debe entender, de acuerdo a la concepción semiótica de cultura sostenida
por Geertz (1987), un sistema de redes de significado a partir de las cuales los
actores interpretan sus propias prácticas negociando significados. “Treating
culture as political process provide a theoretical approach to the problem iden-
tified in this chapter: it helps avoid conceptualizing organizations as bounded
units, and deals with the problem of context by placing organizational settings

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within national and international systems of relations which are ideological as
well as material” (Wright, 2005: 26-27).
En una línea similar a la de Wright, Jaime (2002) sostiene que existen dos
perspectivas distintas de la cultura organizacional, por un lado, una visión
“gerencialista” y, por otro lado, una visión “socio-antropológica”. En la pri-
mera, se pueden reconocer los siguientes presupuestos básicos: a) toda orga-
nización posee una cultura; b) esa cultura explica muchos fenómenos orga-
nizacionales; c) ella favorece o dificulta la performance organizacional; d) la
cultura pretende ser diagnosticada, gerenciada, transformada; e) el liderazgo
es el proceso que determina la formación y la transformación de la cultura; f)
uno de los papeles más importantes de los líderes es justamente la creación,
la gestión y si es necesario la transformación de la cultura (Jaime, 2002:73).
Nuevamente, dicha caracterización de la perspectiva administrativa se
considera opuesta a la antropológica, fundamentalmente, en relación al re-
duccionismo instrumental de la noción de cultura. En esta dirección, Jaime
(2002, 2003) considera que es necesario, desde la antropología, entender a la
cultura en un sentido hermenéutico e interpretativo. En este punto, al igual
que Wright, se retoma a Geertz y su propuesta semiótica acerca de la cultura.
Un segunda característica de las propuestas antropológicas de la cultura
organizacional, consiste en asumir la centralidad del método etnográfico en
la investigación (Hirsh y Gellner, 2001; Jaime, 2003; Ruben, 2009; Ruben y
Jaime, 2004; Wright, 2005). Aquí aparece una de las diferencias centrales que
tendría la perspectiva antropológica, en relación a otras perspectivas y estu-
dios organizacionales (Jaime, 2003). Dicha perspectiva etnográfica implica
un modo específico de construcción de conocimiento anclado en un trabajo
de campo, caracterizado por la interacción con los miembros de la organi-
zación, la observación de sus prácticas y la puesta en diálogo de estos proce-
sos con contextos sociales, políticos, económicos y teóricos, con el objeto de
construir interpretaciones que se encuentren abiertas a posibles reinterpreta-
ciones (Hirsh y Gellner, 2001; Jaime, 2003).
Más allá de que acordamos con estos puntos, no entendemos por qué
razón desde estas conceptualizaciones solamente se discute el concepto de

159 •| Artículos
◊ AVÁ 21/ “Estado y Política en ...” ◊

cultura definido por la teoría administrativa y no se integra como una cons-


trucción significativa a investigar/interpretar. En otros términos, ¿no sería
pertinente que una antropología de las organizaciones se preguntara también
por los sentidos que tiene la palabra cultura para sus nativos, entre ellos los
administradores y los teóricos de la organización? Creemos que es válido dis-
cutir con las conceptualizaciones de la cultura organizacional propuestas por
las teorías de la administración, no obstante, pensamos que quedarse sólo
con esta discusión omite un aspecto muy significativo de las organizaciones:
su directa vinculación con los discursos del management y sus injerencias en
la construcción de las organizaciones4.
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Para empezar a tratar este problema, revisemos los planteos de Geertz


(1987) acerca de la cultura, en tanto es el autor mayormente referenciado
por los antropólogos dedicados a los estudios organizacionales. Es interesan-
te notar que el problema que estamos tratando en este texto se desprende, en
parte, de algunos de los supuestos que permanecen implícitos en la propuesta
geertziana acerca de la cultura. Nuestra tesis es que la definición hermenéuti-
ca de cultura sostenida por Geertz, no es asumida en su total radicalidad por
el autor. Dicha limitación, ha sido reproducida por los incipientes estudios
antropológicos acerca de las organizaciones.
Geertz en el artículo “Descripción densa: hacia una teoría interpretativa
de la cultura” (1987), sienta las bases de su perspectiva teórica acerca de la
cultura. El objeto de Geertz, en este trabajo, es el de definir un concepto se-
miótico de cultura fundamentado en la idea de acción social weberiana. Así,
el autor considera que la cultura es una urdimbre de tramas de significación
en las cuales el hombre se encuentra inserto y las cuales él mismo contribuye
a construir. Desde aquí, la antropología no es concebible como una ciencia en
busca de leyes, sino como una ciencia vinculada a la interpretación de signifi-
caciones (Geertz, 1987). Es en este movimiento, en donde el autor se aleja de
todo intento de conceptualizar ontológicamente a la cultura (preocupación
de los estudios administrativos). Para Geertz lo importante es preguntar por
el sentido y el valor, de los actos y categorías.
Dicho enfoque de la cultura es indisociable del método etnográfico en-
tendido como descripción densa; la cual se pone en juego a través de una
interacción iterativa entre nuestras interpretaciones y las interpretaciones de
los propios actores acerca de sus prácticas. Así, el antropólogo construye sus
explicaciones (interpretaciones) a partir de las interpretaciones de los nativos

4 Como ha demostrado Morgan (2009), a lo largo del siglo XX, las organizaciones y la teoría
de las organizaciones se han mantenido en una relación de interpenetración mutua; es decir,
existe un acoplamiento fuerte entre los saberes de las disciplinas del management y los mundos
organizacionales. Las razones de esto pueden encontrarse en el hecho de que son principal-
mente profesionales aquellos que gestionan y administran a organizaciones.
160
Juan Pablo Gonnet/ “Cultura, Organizaciones y...”

(interpretación de segundo orden). En este proceso el etnógrafo puede acceder


a los sistemas de significación y a la posibilidad de su comprensión. Las con-
diciones de posibilidad de esta práctica radican en el hecho de que la cultura
es pública, por lo que su significación también lo es. Así, la cultura es nada
más y nada menos que el contexto dentro del cual pueden describirse los más
diversos fenómenos sociales de manera inteligible. Desde esta perspectiva,
Geertz sostiene que la especificidad de los estudios antropológicos radica en
la interpretación de significaciones que operan en momentos y lugares espe-
cíficos. Es a partir de aquí, desde donde la antropología reclamaría su perti-
nencia para explicar fenómenos tan disímiles como el poder, la violencia, la

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dignidad, el amor, la lealtad, la propiedad, el carisma, etc.
Desde la perspectiva geertziana, no se entiende por qué un antropólogo
no podría estudiar a la cultura misma como fenómeno etnográfico. Es decir,
si la cultura es una categoría que usan nuestros nativos para interpretar
su realidad y para ordenar su mundo, sería muy pertinente para una
antropología de las organizaciones estudiar la cultura de las organizaciones
como auto-descripción de su propia realidad5. Si bien es claro que Geertz
(1987) compartiría esta posición, no es reflexivo acerca de la misma
posiblemente porque tiene en mente, principalmente, el estudio de sociedades
no occidentales para las cuales las categorías científicas todavía no tienen
una penetración visible en las realidades sociales estudiadas. Desde este
lugar resulta significativo el hecho de que el autor, frecuentemente, descarte
a diferentes teorías sociales a partir de una revalorización de las perspectivas
nativas6. Más allá de discutir el empirismo implícito en este procedimiento,
lo que nos interesa notar es que Geertz no está considerando la cuestión
de que es factible que esas teorías y conceptos que él cuestiona puedan ser
constitutivos de muchas instituciones contemporáneas. En este sentido,
consideramos que las teorías de la cultura organizacional no deban ser sólo
discutidas, sino que además deban ser consideradas como discursos nativos a
ser interpretados, descifrados y explicados. De ninguna manera, esto entra en
contradicción con una perspectiva hermenéutica de la cultura, sino que más
bien la extiende al preguntarnos por lo que sucede cuando nuestros nativos

5 Geertz (1987:19) menciona que se propone reducir el concepto de cultura a sus “verdaderas
dimensiones”, no obstante, uno podría pensar que esto contradice a una perspectiva herme-
néutica. Más allá de esto, lo que nos interesa mostrar es que el antropólogo norteamericano no
deja lugar para pensar en la cultura como fenómeno social investigable en sí mismo y no sólo
definible como un concepto analítico.
6 Por ejemplo, Geertz (1987:20) menciona: “… si uno desea comprender lo que es una ciencia,
en primer lugar, debería prestar atención, no a sus teorías o a sus descubrimientos, y ciertamente
no a lo que los abogados de esa ciencia dicen sobre ella: uno debe atender a lo que hacen los que
la practican.”
161 •| Artículos
◊ AVÁ 21/ “Estado y Política en ...” ◊

ponen en juego teorías “científicas” para explicar sus acciones y describir su


cotidianidad7.
En esta línea de problematización, Hannerz (2001) sostiene que una de
las características de los procesos sociales contemporáneos es que han trans-
formado las distancias y los límites. Por ejemplo, la diferencia entre lo im-
portado y lo local ha perdido su valor. Específicamente, refiere a fenómenos
espaciales, pero también es interesante pensar a nivel de sistemas sociales,
disciplinas, ámbitos sociales, organizaciones y discursos. Existen intercone-
xiones complejas que impiden que mantengamos una idea de cultura como
algo separable, delimitable o insular. “…the distribution of meanings and
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meaningful forms over people and social relationships in the world is now so
complicated that any local units we work within cultural studies must be more
or less arbitrary artifacts of particular analytical objects” (Hannerz, 2001:23).
Esto es notorio para el caso del concepto de cultura. La cultura ha dejado de
ser un patrimonio exclusivo de la antropología y se ha convertido en un ele-
mento presente en los discursos y representaciones de distintos actores. En
nuestro caso, la cultura se ha convertido en un elemento a partir del cual la
práctica de la gestión organizacional se concibe y se diseña.
Giddens (1993) habla de “doble hermenéutica” para referir al proceso en
el cual los discursos producidos por las ciencias sociales son apropiados de
distintas maneras por los sujetos-objetos de investigación. En este sentido,
los hallazgos de las ciencias sociales no permanecen aislados de la sociedad
y de sus diversos sistemas sociales. Las teorías, las categorías, las explica-
ciones y los conceptos penetran en la vida cotidiana y en las reflexividades
institucionales. Para nuestra perspectiva resulta imposible concebir a las or-
ganizaciones como ámbitos desgajados de la inmensidad de categorías con-
ceptuales que trasladan, desde ámbitos científicos, los profesionales que en
ellas se desempeñan. Es en este lugar en donde consideramos inconcebible no
incorporar a nuestras etnografías esas teorías y los usos a los que las mismas
son sometidas; es decir, analizar cómo las concepciones teóricas que tienen
nuestros nativos son concepciones que provienen de campos disciplinares
determinados y que son indisociables de su significación.
Para el caso de la antropología de las organizaciones, esto implica la nece-
sidad de reconocer a las teorías de la cultura organizacional generadas por el
management no sólo como un conjunto de postulados a combatir sino como

7 En dirección a resolver esto se encuentra el artículo: “El modo en que pensamos ahora: hacia
una etnografía del pensamiento moderno” (Geertz, 1994). Aquí, Geertz da cuenta de la cen-
tralidad de las disciplinas y de las categorías lingüísticas en ellas generadas para comprender
las diferentes visiones de mundo que se configuran, las distintas comunidades profesionales
y ocupacionales, y cómo éstas afectan a las prácticas sociales. Sin embargo, este texto no ha
llevado a una tematización de los supuestos de la teoría cultural geertziana.
162
Juan Pablo Gonnet/ “Cultura, Organizaciones y...”

discursos necesarios de ser interpretados como tramas significativas o con-


textos de significación, a partir de los cuales las organizaciones son pensadas,
representadas y construidas. De ninguna manera estamos planteando que las
organizaciones y sus miembros se encuentren determinados por los discur-
sos y las teorías del management, lo que si sostenemos es que quizás sea rele-
vante atender a estas conceptualizaciones como horizontes desde los cuales
las organizaciones son gestionadas, pensadas y/o reflexionadas8.

LA CULTURA ORGANIZACIONAL COMO INTERPRETACIÓN DE


SEGUNDO ORDEN

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A partir de lo planteado anteriormente, nos gustaría definir algunas pistas
que nos permitan dar cuenta de las condiciones de posibilidad de la cultura
como categoría reflexiva en ámbitos organizacionales. ¿Cuáles son las razo-
nes que llevan a que los teóricos de las organizaciones y del management
hagan de la cultura una dimensión a pensar y a tratar? ¿Por qué las empresas
y organizaciones estarían interesadas en gestionar, administrar y transformar
la cultura organizacional? ¿Qué transformaciones se han dado en nuestra so-
ciedad para que la categoría cultura se institucionalice como un significante
atribuible a organizaciones? Aquí se hace necesario, en primer lugar, concep-
tualizar al management como disciplina particular de nuestras sociedades,
para luego intentar comprender la penetración de la cultura en este campo
de saber.
Miller y Rose (2008) conciben al management y a la teoría de la
administración como una forma específica de gubernamentalidad moderna
(disciplina) que tiene como objeto la problematización de determinadas
dimensiones de la vida organizacional, con la finalidad de favorecer la
intervención y la gestión en estos ámbitos. La idea de problematización da
cuenta de que los problemas no se encuentran predefinidos, sino que se
constituyen cuando ya se conocen soluciones y estrategias posibles para
lidiar con los mismos. En este sentido, la historia del management podría
ser reconstruida como la sucesión de diversas problematizaciones del mundo
organizacional con el objeto de legitimar determinadas intervenciones y
la autoridad de aquellos que las implementan (Bendix, 1966)9. Siguiendo

8 No nos es posible entrar en detalles aquí, pero en dos investigaciones etnográficas que de-
sarrollamos en una empresa y en una ONG internacional en la ciudad de Córdoba (Arg.), nos
encontramos con directivos que explicaban la realidad organizacional en términos de cultura.
En un futuro artículo expondremos estos casos.
9 En esta dirección, Miller y Rose (2008) también mencionan que el management tiene como
una de sus condiciones de posibilidad la diferencia entre autoridad y arbitrariedad. O sea, el
management surge como cuestionamiento a la arbitrariedad y de ahí su posibilidad de alcanzar
163 •| Artículos
◊ AVÁ 21/ “Estado y Política en ...” ◊

a Douglas (1986), podemos decir que las organizaciones en la sociedad


moderna constituyen “instituciones” caracterizadas por la existencia de
lazos sociales de tipo jerárquico y burocrático. Así, las organizaciones son
cosmologías cuya finalidad se encuentra principalmente ligada al control de
sus miembros para el logro de objetivos. Desde este marco podemos entender
al management como el conjunto de ideas que sostienen y legitiman dicha
institución. A partir de esta breve conceptualización, buscaremos comprender
las condiciones a partir de las cuales la cultura se convierte en un significante
pertinente en el campo de la administración.
Los planteos de la cultura organizacional emergen en el campo del mana-
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gement en la década del ‘80 como la definición de una dimensión-problema


de las organizaciones que merecía ser atendida a los fines de comprender
gran parte de los fracasos empresariales. Desde este lugar, la cultura aparece
como algo que había sido descuidado por la teoría administrativa anterior, en
perjuicio de la eficiencia organizacional. Una de las condiciones centrales que
dieron lugar a la consideración de la cultura organizacional, remite a la ob-
servación de que, en la década del ´80, las empresas japonesas que aplicaban
sistemas de gestión similares a los de occidente presentaban mayores niveles
de productividad y de eficiencia (Scott, 1998). En esta dirección, se sostuvo
que si los procedimientos formales eran los mismos, la diferencia se debía en-
contrar en las bases normativas y los significados compartidos que regulaban
la vida en las organizaciones (Ouchi y Wilkins, 1985). A estas dimensiones de
las organizaciones, se las definió como cultura organizacional. En la cultura
se podían encontrar las explicaciones de por qué algunas empresas alcanza-
ban la excelencia y otras no (Peters y Waterman, 1982).
No obstante, es necesario destacar que en el campo de las teorías de la
administración se encuentran aquellos que asumen una conceptualización
más sofisticada y reflexionada de los fenómenos organizacionales, y aquellos
que asumen los resultados de las nuevas investigaciones como criterios desde
los cuales definir políticas organizacionales de modo altamente pragmático.
En este último sentido, ha habido todo un conjunto de autores (gurús del
management) que entendieron que siendo la cultura una variable central en
el operar organizacional, sería fundamental definir culturas organizacionales
fuertes (Drucker, 1996; Deal y Kennedy, 1985; Peters y Waterman, 1982)10.
Otros más precavidamente, sostienen que la cultura es una dimensión re-
levante para la comprensión de fenómenos organizacionales (Alvesson, 2002;
Morgan, 2009; Schein, 1988; Scott, 1998; Smircich, 1984). No obstante, como

legitimidad.
10 Para un análisis en profundidad de este tipo de textos y su vinculación con las transforma-
ciones del capitalismo contemporáneo, véase Boltanski y Chiapello (2007).
164
Juan Pablo Gonnet/ “Cultura, Organizaciones y...”

mencionamos más arriba las ciencias de la administración y del management


constituyen una disciplina orientada principalmente a la práctica, por lo que
en última instancia el objeto de este saber se encuentra directamente vincula-
do con la intervención en organizaciones y empresas. Así, lo que nos interesa
analizar es: cuáles serían las razones por las que en el campo de las ciencias de
la administración la cultura comienza a tener un papel relevante.
Uno de los hechos que parecen centrales para comprender la integración
de la categoría cultura en el mundo de las organizaciones, tiene que ver con
lo que Harvey (2004) denomina como el paso de un modelo fordista de pro-
ducción y de regulación social, a un modelo pos-fordista o de acumulación

ISSN: 1515-2413 (impreso); 1851-1694 (on-line) ◊◊◊


flexible ocurrido aproximadamente a mediados de la década del ‘70 y conso-
lidado en la década del ‘80. Estos dos modelos implican formas distintas de
organización (control) del trabajo, ya que suponen dos modelos diferentes de
producción. Harvey sostiene que el modelo fordista de producción emerge a
principios de siglo con la empresa Ford y con el modelo de la administración
científica del trabajo que luego desarrolla Taylor. Rose y Miller (2008) conci-
ben que en este momento nace el management ante la necesidad de gestionar
empresas multitudinarias y con interdependencias muy estrictas. En ese en-
tonces emergen las concepciones de racionalización del proceso de trabajo a
partir de una especificación, diferenciación de tiempos, tareas, espacios, etc.
“La gestión científica de todas las facetas de la actividad corporativa se convir-
tió en el rasgo distintivo de la racionalidad burocrática de las corporaciones”
(Harvey, 2004:157).
No obstante, Harvey no sólo concibe al fordismo como una técnica ad-
ministrativa, sino que la inscribe en un entorno social en el cual este modelo
aparecía como aceptable y legítimo ya que favorecía el consumo masivo, el
progreso de las naciones, limitaba la conflictividad social (disciplina laboral),
garantizaba el pleno empleo, etc. Es así como el management científico fue
posible, porque logró legitimidad social entre amplios segmentos de la socie-
dad (empresarios, estado y sociedad civil).
El autor (cambiar por “Harvey”) observa que hacia la década del ‘70 este
modelo entra en crisis. En primer lugar, se estaba desarrollando una con-
ciencia crítica en la sociedad acerca de un modo de vida tan regulado como
el que proponía el fordismo. Se cuestiona que la racionalidad burocrática es
alienante. En segundo lugar, los preceptos típicos del fordismo, pensados
principalmente para trabajadores industriales, encontraban deficiencias ante
el incremento de los trabajadores de servicios. En tercer lugar, los desarrollos
tecnológicos ligados a los medios y sistemas de comunicación llevaban a que
las modas y las tendencias mundiales fluctuaran más rápidamente, lo que
entraba en contradicción con las rigideces del modelo corporativo fordista.
En cuarto lugar, empiezan a aparecer empresas multinacionales, las cuales se
tienen que enfrentar con distintas particularidades regionales que limitan la

165 •| Artículos
◊ AVÁ 21/ “Estado y Política en ...” ◊

importación de procedimientos de gestión de un país a otro. Finalmente, y no


menos importante, se encuentra el hecho de que los trabajadores comienzan
a independizarse de las organizaciones en el sentido, de que ya nadie concibe
que va a pasar toda su vida trabajando en la misma empresa (Sennett, 2006).
Todas estas transformaciones dan lugar a lo que Harvey (2004) denomina
como modelo de regulación flexible del trabajo “…lo más interesante de la
situación actual es la forma en que el capitalismo se organiza de manera más
ajustada a través de la diversificación, la movilidad geográfica y la flexibilidad
de los mercados de trabajo, sus procesos laborales y las modas de consumo, todo
esto acompañado por fuertes dosis de innovación institucional, productiva y
ISSN: 1515-2413 (impreso); 1851-1694 (on-line) ◊◊◊

tecnológica” (Harvey, 2004:183).


Para las organizaciones esto trae aparejado la necesidad de gestionar de
nuevas maneras, modos que sean compatibles con esta alta flexibilización.
¿Cómo lograr control cuando las transformaciones en el entorno son per-
manentes, cuando los empleados cambian permanentemente de una organi-
zación a otra, cuando se opera en regiones tan distantes, cuando la técnica y
la racionalidad fordista son resistidas? Consideramos que las ideas acerca de
cultura organizacional vienen a resolver esta paradoja. Cuando las empresas
se ven afectadas por esta necesidad de flexibilizar sus procedimientos, la cul-
tura aparece como un significante que puede permitir regular la vida organi-
zacional desde el campo de los valores y de los significados compartidos con
independencia de las técnicas específicas. Es decir, la implicación personal de
los empleados se produce a través de una apelación a un sentido de pertenen-
cia cultural que estaría más allá de la mera disciplina y de los procedimientos
formales. Las ideas de la cultura como algo compartido coherente, maneja-
ble y ligado a los valores (críticas para los antropólogos organizacionales), se
pueden comprender desde este lugar como una nueva forma de legitimar el
control y la gestión organizacional. La cultura se torna un elemento indispen-
sable para lograr cohesión y regular ámbitos que quizás se presentan como
irregulables por otros medios. Así, por ejemplo, Morgan (2009:142) observa
que: “Since the 1980´s there has been growing realization that the fundamental
task facing leaders and managers rests in creating appropriate systems of shared
meanings that can mobilize the efforts of people in pursuit of the desired aims
and objectives”.
Esto no significa que pensemos que el management describa lo que efec-
tivamente sucede en ámbitos concretos, pero sí nos parece que desde este
lugar podemos comprender mejor algunas prácticas y significaciones que se
producen en el mundo de las organizaciones. Así, para comprender la cultura
organizacional se vuelve central atender lo que la misma significa cuando es
utilizada para describir, analizar, justificar, argumentar, teorizar o legitimar
acciones en ámbitos organizacionales. Nuestras reflexiones en relación al sig-
nificado de la cultura en las organizaciones y en el management se orientan

166
Juan Pablo Gonnet/ “Cultura, Organizaciones y...”

en esta dirección.
De este modo, una teoría antropológica de las organizaciones debería
constituirse no en contra del management sino tratando de comprenderlo
como un ámbito significativo del mundo organizacional contemporáneo. En
este artículo, mostramos que las ideas de cultura propuestas por la disciplina
del management constituyen parte del objeto de estudio antropológico. La
cultura como categoría a partir de la cual los nativos se auto-describen es
un fenómeno cultural y, por lo tanto, demanda ser interpretado. Desde aquí
sostenemos la posibilidad de una teoría de la cultura organizacional como
interpretación de segundo orden, es decir, como la interpretación de las in-

ISSN: 1515-2413 (impreso); 1851-1694 (on-line) ◊◊◊


terpretaciones del otro, incluso cuando éste se piensa como atravesado por la
“cultura”.

◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◊◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◊◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦

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DOSSIER / ARTÍCULO
Garriga Zucal, José Antonio (2014). “‘‘Por el pancho y la
coca’. Apuntes sobre las representaciones del trabajo en-
tre los policías de la provincia de Buenos Aires”, Papeles de
Trabajo, 8(13), pp. 34-53.

RESUMEN
En este texto analizaremos dos representaciones del tra-
bajo policial entre los uniformados de la provincia de
Buenos Aires: el desinterés y el sacrificio. Ambas nocio-
nes movilizan estrategias de presentación de los unifor-
mados y de la institución que tienen como objeto juzgar
al mundo policial y sus relaciones. En la medida en que
remarcan sus tareas como riesgosas y ajenas al afán de lu-
cro, el sacrificio y desinterés son representaciones valora-
das positivamente. Así, son puestas en escena para definir
moralmente prácticas y representaciones. Repertorios de
distinción que forman límites moralizantes, recursos que
validan la ocupación de anheladas posiciones sociales.
Palabras clave: Policía, moralidad, trabajo, sacrificio, des-
interés.

ABSTRACT
In this paper we analyze two representations of police-
work among policemen of the province of Buenos Ai-
res, focused on selflessness and sacrifice. We will show
that these notions mobilize self-presentation strategies
that are intended to evaluate the world of policemen and
their relationships. Since they stress police duty as both
risky and not motivated by profit, sacrifice and selfless-
ness are positively valued representations, that are used
to stage and define moral practices and representations,
contributing to a repertoire of distinction that trace
moral boundaries which work as resources that validate
the occupation of desired social positions.
Key words: Police, morality, work, sacrifice, selflessness.

Recibido: 2 / 10 / 2013
Aprobado: 12 / 03 /2014
PAPELES DE TRABAJO 8 (13): 34-53

“Por el pancho y
la coca”
Apuntes sobre las
representaciones del trabajo
entre los policías de la
provincia de Buenos Aires

por José Antonio Garriga Zucal1

“El verdadero policía”

Un fantasma recorre la policía de la provincia de Buenos


Aires. Un espectro que define qué es un buen profesional.
Para esta definición, un policía, un “verdadero policía”,
es quién guiado por su valentía combate, sacrificada y
desinteresadamente, el crimen. Dicho modelo difícil de
encarnar, por la multiplicidad de variables que ensambla,
configura un “deber ser” con el que los policías dialogan
cotidianamente. En estas páginas desmontaremos dos de
los ejes que forman este ideal: el desinterés y el sacrificio.
Ambas nociones movilizan estrategias de presentación
de los uniformados y de la institución que tienen como ob-
jeto juzgar al mundo policial y sus relaciones. En la medida
en que remarcan sus tareas como riesgosas y ajenas al afán
de lucro, el sacrificio y desinterés son representaciones mo-
ralmente positivas. Así, son puestas en escena para definir
moralmente prácticas y representaciones.

1 Doctor en Antropología social, investigador del CONICET y docente de la


Universidad Nacional de San Martín. Contacto: garrigajose@hotmail.com.

35
José Antonio Garriga Zucal / Papeles de Trabajo 8 (13): 34-53

Repertorios de distinción que forman límites moralizantes, recursos


que validan la ocupación de anheladas posiciones sociales.
Desde el 2009 realizo una investigación entre miembros de la policía
de la provincia de Buenos Aires que tiene como objeto analizar las defi-
niciones de violencia desde la óptica de los agentes de la fuerza. En este
período realicé trabajo de campo en dos comisarías, una de zona norte
y otra en las afueras de La Plata, y más de treinta entrevistas abiertas
y no estructuradas, diez de ellas extensas historias de vida, con policías
de distintas jerarquías. Proponemos en estas páginas analizar a partir de
este trabajo cómo estas figuras morales son diferencialmente utilizadas
según las relaciones sociales y los contextos, lo que muestra los límites
relacionales de estos recursos simbólicos. Existe en el mundo policial
una pluralidad de formas distintas y distintivas de ser un buen profesio-
nal. Según la jerarquía, la edad, el género y la pertenencia social, los poli-
cías se ubican en distintos posiciones dentro del entramado sociolaboral
y desde esas diferencias se vinculan diferencialmente con su profesión.
Sin embargo, esas diferencias se opacan ante las representaciones que
enuncian lo que define a un buen policía. Aunque la diversidad es la
particularidad dentro del mundo policial, existen representaciones que
se configuran como arquetípicas y ordenan interacciones que con recu-
rrencia se repiten en la divergencia. Irrumpe entre nuestros informantes
un ideal policial, una forma de ser: “verdadera”, distintiva y caracterís-
tica. Múltiples visiones del hacer profesional que se encuentran con un
mandato que estipula cómo deben ser los policías. El modelo es enton-
ces una especie de representación ejemplar, un exemplum (Humphrey,
1997), una definición moral de lo que debería ser un buen policía: el
“verdadero policía”.
No está de más decir e insistir en que el “verdadero policía” no exis-
te, es parte de un imaginario, una representación que ordena el mun-
do laboral policial. Difícil, diríamos casi imposible, que un actor pueda
personificar las propiedades que, según ellos, caracteriza al grupo. Sin
embargo, el modelo es útil porque ordena un sistema de relaciones labo-
rales. Esta representación establece coherencia y orden en un universo
laboral sumamente fragmentado, caracterizado por la diversidad de ac-
tores. Emerge así un modelo de presentación y representación unifica-
do, totalizador, que se sostiene en la distinción con los no uniformados
(Sirimarco, 2009). Imagen ideal del hacer policial que edifica la deseada
distinción para con la sociedad. Este modelo es el resultado de las in-
teracciones sociales que se dan cita en la institución policial; vínculos
formales e informales que impone un esquema de acción a los actores.
Abordaremos lo que los actores hacen con este esquema y cómo es, a ve-
ces, tomado como técnica de autorepresentación. Proponemos en estas
páginas analizar estos dos criterios que usan los policías de la provincia

36
“Por el pancho y la coca”. Apuntes sobre las representaciones del trabajo entre los policías...

de Buenos Aires para evaluar sus acciones y las de sus compañeros con la
meta de presentarse como buenos profesionales. Pretendemos, entonces,
un estudio sobre la pluralidad de lógicas de presentación que los actores
utilizan y sus límites relaciones.

“No tenemos vida”


Recurrentemente, nuestros informantes, presentan sus labores cotidia-
nas bajo la noción de sacrificio. Dos diferentes, pero conectados, senti-
dos inundan sus conversaciones. Por un lado, una y otra vez, los unifor-
mados muestran el uso y el abuso que la institución hace de su tiempo
vital. La policial no es una profesión más, ya que las condiciones labo-
rales requieren una apropiación total del tiempo del trabajador. Por otro
lado, el peligro que engloba el hacer laboral presenta a los uniformados
como donantes generosos del bien más preciado, la integridad física y,
en el peor de los casos, hasta la vida misma. En ambos casos, el don en-
tregado, el tiempo y la vida, es presentado como desinteresado, cuestión
que analizaremos en el próximo apartado.
El tiempo entregado a la institución es para nuestros informantes
consumido en horarios abusivos y en puestos laborales lejanos a sus ho-
gares que los obligan a realizar largas travesías hasta llegar a sus destinos.
No todos los uniformados tienen el mismo régimen horario, algunos
trabajan 24 horas y descansan 48, y otros trabajan ocho horas diarias.
En ambos casos, suelen en su gran mayoría realizar horas extras2 para
mejorar sus ingresos, lo que incrementa ostensiblemente la jornada la-
boral. Extraños son los casos, casi excepcionales, de aquellos trabajado-
res que terminan su horario y regresan a sus hogares. Ariel sostenía que
los policías ganaban una miseria y que si él no incrementaba su sueldo
con “adicionales” no llegaba a cubrir sus gastos. Ariel, un suboficial3 con
siete años en la fuerza, señalaba que esta necesidad lo alejaba de su hogar
y que le impedía compartir tiempo con sus pequeños hijos.
Además, nuestros interlocutores cuentan que por los avatares de sus
tareas son muchas las veces que tienen que quedarse en sus puestos cum-
plida su jornada. “Siempre pasa algo” explicaba Gabriel, al contar que

2 Las denominadas horas CORES (compensación por recargo de servicio) y el servicio


de policía adicional de (POLAD) son horas de trabajo que se realizan y son remuneradas
independientemente del servicio ordinario.
3 La Policía de la Provincia de Buenos Aires está estructurada en dos escalafones, oficiales
y suboficiales, con distintos subescalafones. (Ley 13.982, ver: http://www.gob.gba.gov.ar/
legislacion/legislacion/l-13982.html, documento disponible en la página web del Ministerio de
Jefatura de Gabinete de Ministro de la provincia de Buenos Aires: http://www.gob.gba.gov.ar/
dijl/DIJL_buscaid.php?var=53057).

37
José Antonio Garriga Zucal / Papeles de Trabajo 8 (13): 34-53

cuando sus jornadas laborales finalizaban invariablemente alguna cues-


tión lo demoraba. Este suboficial que realizaba trabajo de patrullaje decía
que su día era impredecible, que nunca sabía bien a qué hora terminaba.
Eventualidades varias, ausencias de compañeros y pedidos especiales de
los superiores son los motivos más mencionados entre los uniformados
para dar cuenta de este desmedido uso del tiempo que hace la institución.
Nuestros informantes relatan tareas abnegadas, extensas y tediosas
jornadas que los alejan de sus seres queridos y de las actividades ocio-
sas que otrora, antes del ingreso a la fuerza, les apasionaban. Para ser
policía se requiere esta ofrenda. Las voces de nuestros entrevistados se
repiten: explican que las jornadas laborales los obliga a renunciar a los
afectos y a las pasiones, indican haber relegado “su vida”. Ariel repetía:
“los policías no tenemos vida”, en clara referencia a que su profesión
invade todos sus tiempo vitales.
La conquista del tiempo que hace la institución es uno de los moti-
vos que encontraba Raquel para justificar que haya tantos matrimonios
entre compañeros de trabajo. Raquel, una joven suboficial que realizaba
tareas administrativas en la comisaría, afirmaba que solo los pares, com-
pañeros de oficio, podían tolerar las extrañas condiciones horarias en
una potencial pareja. La experiencia de sufrir o haber sufrido estos usos
del tiempo. En la misma corriente de razonamiento, Elpa, un subcomi-
sario con muchos años en la fuerza, contaba los conflictos que tenía con
su mujer, una abogada, quién sospechaba constantemente infidelidades
cuando las tareas policiales lo sorprendían en horarios no convencio-
nales. Elpa nos contaba que ante un hecho delictivo tuvo que quedarse
en la comisaría hasta entrada la noche y que al regresar a su hogar fue
maltratado por su mujer quien pensaba que su pareja había estado de
juerga con prostitutas. Muchos policías que se han separado culpan
a la institución de sus fracasos matrimoniales, ya que las condiciones
laborales impiden, para ellos, una vida normal.
Así, nuestros informantes afirman consumir sus horas en las activi-
dades de una profesión que se transforma, por fuerza de esta invasión,
en un estilo de vida. Es más, esta invasión tiene en la noción de estado
policial4 un fuerte arraigo. Desde su ingreso, a los policías les enseñan que

4 Existe un componente de la legislación policial que determina que el trabajo policial sea
concebido como de tiempo completo: el Estado Policial. En la legislación es definido como: la
“situación jurídica resultante del conjunto de deberes, obligaciones y derechos que las leyes,
decretos y reglamentos establecen para el personal en actividad o retiro”. Si bien este estado
ha sido flexibilizado a través de una Orden del Día Interna que habilita a los funcionarios a no
portar el arma cuando se encuentren fuera de servicio o de licencia, los policías consideran que
el suyo es un trabajo de tiempo completo y que para realizarlo no pueden prescindir de esta
herramienta esencial que se les ha otorgado. Ley N° 21.965. Art 3: Se trata de la “situación
jurídica resultante del conjunto de deberes, obligaciones y derechos que las leyes, decretos y
reglamentos establecen para el personal en actividad o retiro”.

38
“Por el pancho y la coca”. Apuntes sobre las representaciones del trabajo entre los policías...

su profesión es una actividad de tiempo completo, que sus obligaciones


como funcionarios públicos, que sus deberes para con la sociedad no se
terminan con el horario laboral. Esta noción es aceptada de tal manera
que estos trabajadores sostienen que fuera de su horario de trabajo están
obligados a trabajar. Cuestión que les permite afirmar, con más ahínco
aún, que ellos: “no tienen una profesión sino que son una profesión”. Un
subcomisario, Mario, nos narró un hecho que permite iluminar este pun-
to. En una oportunidad cenaba en un restaurante con su esposa cuando
ladrones entraron a robar. Tres “cacos” empezaron a pedir las pertenen-
cias de los comensales mientras a los gritos amenazaban con matarlos.
Vestido de civil sintió que debía intervenir y se tiroteó con los ladrones.
Mario dice ser policía las veinticuatro horas. Innumerables son los casos
en que los policías cuentan y recuerdan sus gestiones como policías más
allá del tiempo estipulado como laboral. Son numerosas, también, las
veces que recuerdan, con una dosis de culpa entre sus palabras y gestos, la
inacción ante hechos que los convocaba como policías y esquivaron para
no ponerse en peligro o incluirse en engorrosos dilemas burocráticos. La
culpa es aquí el dato que ilumina cómo nuestros informantes sienten que
sus actividades profesionales son de tiempo completo.
El estado policial bosqueja una labor ininterrumpida, constante y per-
manente. Así, lo policial deja de ser una profesión para ser una forma del
existir. El estado policial es testimonio del sacrificio, muestra del tiempo
policial que penetra en la integridad existencial. Por ello, para nuestros
informantes, ser policía requiere de una mutación ontológica. Al ser el
policial un trabajo de tiempo completo requiere que las destrezas del
ser policial se incorporen y formen parte de su ser. Mauricio, un joven
sargento, nos contaba que al tiempo de entrar en la fuerza fue incre-
mentando su atención sobre ciertos hechos, que pasó de ser una persona
desatenta, a mantener una atención constante para discernir situaciones
que podían ser definidas, para él, como extrañas. Él afirmaba:

… yo ahora tengo conversación con la gente, pero no es que no quiera mirar a


la cara pero sino que estoy continuamente observando, observando, hay veces
que me disculpo y digo “mira no es que no te quiera mirar sino que hoy…” estoy
así estoy hablando con vos y estoy continuamente mirando.

Notamos como los policías aprenden a mantener una atención


constante, vigilancia continua, aguda y perspicaz. Mauricio nos dice
que desde sus inicios en la fuerza había aprendido a estar atento; an-
tes vagaba distraído y despreocupado, estado de distracción imposible
para un policía. Este cambio lo capacitó para discernir las posibles si-
tuaciones de peligro. El relato de Mario tiroteándose en un restauran-
te también nos empuja hacia esta senda. Él asegura que los ladrones

39
José Antonio Garriga Zucal / Papeles de Trabajo 8 (13): 34-53

reconocen a los policías y dice que de ser reconocido corría peligro, esa
articulación de saberes lo puso ante la necesidad de intervención. La
intervención motivada por el miedo a ser reconocido como policía y
ser asesinado ejemplifica el estado policial. Mario es un profesional de
tiempo completo, no por el efecto de la ley sobre la conformación de
la subjetividad sino por la incorporación de un mundo de saberes. El
sacrificio es representado como mutación y cambio identitario que los
diferencia del no policía. Esta mutación es testimonio del abandono
de la vida civil, evidencia de un límite para con el resto de la sociedad.
El sacrificio es la representación en términos morales de una frontera.
Debemos, ahora, analizar la segunda dimensión sacrificial, aquella que
está vinculado a los riesgos del hacer policial. Para nuestros interlocutores
la profesión policial es sumamente riesgosa. Los policías afirman convivir
con el peligro. Una y otra vez, Gabriel decía que su trabajo era un trabajo
en el que no sabía a qué hora regresaba a su casa ni si regresaba. El va-
ho del peligro entrecruza las labores policiales. Los policías que realizan
tareas de seguridad y prevención en las calles, como Gabriel, recuerdan
situaciones de riesgo o relatan potenciales peligros a los que estuvieron
expuestos. Aquellos que no realizan tareas de vigilancia en las calles, co-
mo Raquel, también, sostienen que su profesión es sumamente riesgosa.
Basan su argumento en recuerdos de sus tareas en las calles o en los rela-
tos de compañeros que por el hecho de vestir uniforme en la vía pública
experimentaron situaciones que ponían en vilo su integridad física.
El recuerdo de los compañeros muertos o gravemente heridos tes-
timonia el discurso del peligro. Las referencias institucionales y de los
uniformados a los caídos en “actos de servicio” se repiten acentuando
la noción de sacrificio. El sacrificio, sacraliza el trabajo policial, crea un
dispositivo que los diferencia y distingue de otras profesiones terrenales.
Mauricio describía una de sus primeras experiencias patrullando y nos
interiorizaba en un mundo de emociones.

Todo fue una… en realidad, bueno, hubo quilombo en la villa, le pegaron un par
de palos a los patrulleros… hubo un par de cosas. Me quedé un poco nublado
en ese día, fue mi primer día, fue mi primera cosa. Un compañero mío que le
pegaron… nosotros más o menos lo cubrimos… eh… pero fue emocionante,
fue lindo. Lo que otros por ahí verían que… como que se escaparían y dirían
“no, yo mira el quilombo este en una villa, me voy, no quiero saber nada”, en el
sentido de la vida civil ¿no?, y para mí era algo emocionante, algo lindo, qué se
yo, no sé cómo explicarte, pero es así como te lo estoy explicando…

El estado policial como distancia de lo “civil” es una representación


efectiva de una diferencia. La emoción del hacer policial, labor heroica
y audaz, se contrapone al mundo civil monótono. Ahora bien, el com-
promiso para con la sociedad que exige una vida de peligros debe, para

40
“Por el pancho y la coca”. Apuntes sobre las representaciones del trabajo entre los policías...

nuestros informantes, una admiración social que es sumamente esquiva.


Los policías sostienen arriesgar sus vidas para defender a la sociedad del
delito, conjurar los peligros sacrificando su integridad, y como moneda
de cambio de descomunal don, el desconocimiento. Aunque el descono-
cimiento del sacrificio hiera la autoimagen policial y descubra la intere-
sada búsqueda del reconocimiento a la entrega, nuestros interlocutores,
aseguran que la dádiva para con la sociedad no busca ninguna retribu-
ción, surgiendo así las nociones de desinterés.

“Por el pacho y la coca”

Una y otra vez, nuestros informantes, vinculan sus magros salarios con
los peligros del hacer policial para finalizar remarcando la noción de
sacrificio. La presentación que hacen de si mismo los uniformados su-
braya la desinteresada ofrenda que realizan para el bien de la sociedad.
Desinterés que es desvalorizado por una sociedad que los estigmatiza, al
tratarlos como corruptos o ladrones.
El trabajo policial se presenta, institucionalmente, como un servi-
cio a la comunidad. Entre las condiciones que la policía define como
favorables para el ingreso a la fuerza está la vocación de servicio. Estas
nociones de asistencia y gracia son aprehendidas y repetidas por los
oficiales y suboficiales de la policía bonaerense. Una dadiva de los po-
licías para con los ciudadanos.
La noción de desinterés de nuestros interlocutores está referida al
interés material. Sostienen que no buscan con el ingreso a esta fuer-
za de seguridad un beneficio económico, que trabajan por poco dinero.
“Laburamos por el pancho y la Coca” me dijo Vito, un suboficial, que
se encarga de arreglar los patrulleros en una comisaría. Las palabras de
Vito articulaban una queja, que en él era constante, por su bajo salario
con una resignación que servía para testimoniar la dosis de desinterés
material que recubre el hacer policial.
“No ganamos nada” murmuraba Carlos, enojado, cuando comparaba
su salario con el de otros trabajadores. Su enojo crecía cuando compara-
ba los peligros del trabajo policial con el salario que cobraba un chofer
de un camión o un basurero. Sandra, una teniente con más de veinte
años en la fuerza presentaba la misma idea que se mezclaba, no con el
riesgo como Carlos, sino con la falta de reconocimiento. Sandra afirma-
ba: “Es muy frustrante porque no se cobra bien y te voy a decir una cosa,
la hora core está $6,80, una empleada doméstica que te cobre por hora
con alguna recomendación está a $10”. Lo frustrante era la ausencia del
reconocimiento. Continuaba comparando lo que gana una depiladora
por hora con los que los policías cobran por servicio adicional y cerraba

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José Antonio Garriga Zucal / Papeles de Trabajo 8 (13): 34-53

su argumento dando cuenta del desconocimiento. “Así que es tan humi-


llante, es tan humillante, porque uno tiene 22 años de servicio, tiene dos
estrellas ¿Y vos te pensás que la gente sabe lo que es un teniente? No”.
Sueldos flacos, comparativamente denigrantes, vigorizan los enunciados
que sostienen la noción de desinterés articulados con el desconocimien-
to del sacrificio.
Esta aparente contradicción, lamentarse por las remuneraciones exi-
guas y señalar estas mismas como marca distintiva de la policía, se repite
constantemente en nuestros informantes. Y la contradicción es aparente
porque para los policías no existe remuneración que pueda compensar el
tiempo y el riesgo que insume la labor policial. Finalmente, como surge
de las palabras de Sandra, parece ser que no es una cuestión de remune-
ración sino de valoración de las abnegadas y peligrosas tareas policiales.
Florece, así, la vocación como argumento que justifique este desin-
teresado sacrificio. Muchos de nuestros informantes solo pueden ex-
plicar su pertenencia a la policía como parte de un espíritu vocacional.
Los uniformados según esta lógica ingresan a la fuerza con el objeto de
combatir la delincuencia, con gusto por el hacer policial y amor por la
profesión. A sabiendas que dicha profesión no es un trabajo ordinario,
sino una fuente inagotable de riesgos y que la paga es mala sostienen
que solo una profunda vocación de servicio puede justificar el deseo de
ser parte de la policía.

Representaciones relacionales

Hasta aquí hemos observado como aparecen las nociones nativas de des-
interés y sacrificio. El “verdadero policía” es un modelo de clasificación del
mundo laboral. Modelo de distinción del buen policía respecto a civiles y
delincuentes. Ahora bien, estas nociones funcionan como una matriz que
se usa diferencialmente según las relaciones sociales. Proponemos en este
apartado estudiar las posibilidades de uso de estos enunciados morales
según las relaciones sociales; para ello, analizaremos el uso de esta matriz
en cuatro tipos de situaciones-interacciones diferentes.
La primera, cuando los policías se relacionan con interlocutores poco
entendidos del hacer policial esta matriz funcionan para valorar positi-
vamente el trabajo policial. La lógica de la entrega desinteresada, del don
puro, se usa estratégicamente para posicionar al mundo policial en un
entramado social, que frecuentemente, interpreta a este como corrom-
pido y deshonesto. Así, la producción y reproducción de las nociones de
sacrificio y desinterés anhelan descontaminar lo contaminado. Ubican al
mundo policial en un entramado societal que no valora positivamente
sus labores y por eso deben vanagloriar sus acciones.

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“Por el pancho y la coca”. Apuntes sobre las representaciones del trabajo entre los policías...

En estas relaciones se fortalece la figura del héroe policial, aquel que


expone su integridad física para que el resto de la sociedad pueda vivir
en un marco de seguridad. Una publicación del ministerio de seguridad
de la provincia de Buenos Aires editado en el año 2002 reúne catorce
testimonios de policías heridos en servicio. El libro ya desde el mismo
título, se denomina Con Honor y dolor, ilumina el carácter sacrificial del
hacer policial. Las palabras iniciales de esta publicación ponen en escena
los tópicos aquí analizados, allí dice: “Mis únicos héroes vivos es un home-
naje a todos los funcionarios policiales de la provincia de Buenos Aires
discapacitados a consecuencia de las heridas sufridas en servicio”. Las
heridas y discapacidades son el testimonio de la entrega policial para
con la sociedad. El sufrimiento de los uniformados heridos se convierte
en prueba metafórica del don institucional.
Como ejemplo extremo del heroísmo irrumpen las imágenes del
martirio. En muchas comisarías placas de bronce recuerdan a los po-
licías asesinados en acto de servicio. Ubicados en los espacios donde
transita el público estos homenajes buscan la evocación societal del
sacrificio policial.5 El mismo objeto tiene la enumeración de los caí-
dos en servicio que aparece en la página web del Ministerio de Segu-
ridad de la provincia de Buenos Aires.6 Un extenso listado que evoca
en clave de homenaje el recuerdo de los uniformados muertos. La
muerte policial argumento superlativo del Sacrificio está sólidamente
emparentada a la noción de desinterés, ya que no existe remuneración
que pueda amortizar el costo de una vida. Como sostiene Galeano
(2011), la muerte policial, la figura del caído, refuerza los límites de
una distinción centrada en la gramática de la lucha contra la delin-
cuencia. El enfoque histórico de Galeano analiza cómo la construc-
ción de las figuras heroicas buscaba afianzar los sentidos de perte-
nencia de los uniformados para con la institución al mismo tiempo
que remarcaba el carácter sacrificial del oficio policial como moneda
de distinción para con el resto de la sociedad y con los delincuentes.
Los enunciados que sustentan ideas de sacrificio y el desinterés se
muestran vigorosos y sin fisuras ante los interlocutores que están por
fuera del mundo policial. Hathazy (2006) señala que entre los policías
de la guardia de infantería de la policía de Córdoba, el sacrificio, como
entrega a la institución genera una distinción moral. La entrega poli-
cial como don dignifica al distinguir y también distingue al dignificar.

5 Es necesario mencionar que la evocación societal no es el único objeto de estas


interpelaciones a la memoria policial, ya que el heroísmo y el martirio son excelentes cimientos
para la construcción de un espíritu de cuerpo, tema que escapa de los intereses de este artículo.
6 El listado se encuentra desactualizado, ya que sus últimas entradas fueron hechas en el
2010. http://www.mseg.gba.gov.ar/mjysseg/fallecidos/fallecidos.htm.

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José Antonio Garriga Zucal / Papeles de Trabajo 8 (13): 34-53

Lo sacrificial asociado a la disciplina, al servicio desinteresado, se con-


forma como un valor moral positivo. Contracara de los actores que
están por fuera del mundo policial asociados estos al hedonismo, al
interés y a la indisciplina. Obviamente que puertas adentro del mundo
policial ambas nociones son utilizadas con matices y ajustes propios
de cada relación, proponemos analizar ahora algunos de estos usos.
En el segundo tipo de interacciones, los uniformados sostienen que el
trabajo policial es el del riesgoso combate contra la delincuencia. Hábil
y constantemente promueven este perfil: los peligros acechan en la lucha
contra la delincuencia. Ahora bien, esta estrategia de promoción oculta la
diversidad del trabajo policial. Quedan opacas las tareas administrativas
y las numerosas labores cotidianas que no tienen nada que ver con las
intervenciones de riesgo. De hecho, buena parte de las labores policiales
están relacionadas con la intervención en problemas domésticos y con-
flictos familiares. El perfil policial que bosqueja la noción de sacrificio al
lidiar con el peligro encuentra los límites de esa presentación al encon-
trarse con interlocutores entendidos sobre la cotidianeidad laboral.
La matriz del sacrificio, vinculada con el riesgo, nos permite des-
nudar las diferencias internas entre oficiales y suboficiales. Los riesgos
y peligros están dentro del mundo policial asociados al trabajo en “la
calle”, trabajo que hacen en su mayoría los suboficiales. Las tareas admi-
nistrativas, alejadas de la acción rutinaria de prevención y lucha contra
la delincuencia, son comúnmente realizadas por los oficiales. Así, las
labores que parecen definir el hacer policial, enlazadas al peligro, están
de buenas a primeras, en manos del personal subalterno. Estos usan
estas representaciones para valorar su trabajo y descalificar el de los ofi-
ciales. Las tareas administrativas requieren, según nuestros informan-
tes, saberes técnicos, conocimientos burocráticos, es decir, un trabajo de
tipo intelectual plasmado en labores rutinarias, apacibles y sosegadas.
Un suboficial, cuya cotidianeidad laboral era la opuesta, repetía que el
trabajo administrativo era “tranquilo”. Sus palabras no eran despectivas
para con sus compañeros pero desnudaban que en la división de tareas
el trabajo administrativo no era peligroso. Trabajar en un patrullero o
caminando, hacer un allanamiento o identificar a un sospechoso son
tareas que, a sus ojos, ponen al policía ante posibles apremios.
Sin embargo, esta matriz se vuelve más compleja en sus usos cotidia-
nos. Muchos oficiales tienen experiencias en el trabajo de “calle” y/o en
situaciones de enfrentamiento, vivencias que utilizan para ejemplificar el
riesgo y el sacrificio. Vanesa, es oficial pero siempre prefirió hacer las la-
bores más riesgosas. Tira por tierra, así, las nociones que suponen que los
oficiales hacen tareas administrativas y los suboficiales la “calle”. Vanesa,
nos decía: “yo soy policía y soy policía en todos lados y en todas las cosas,
hago todo yo. Eso fue mío una cosa para superarme yo.” El trabajo en la

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“Por el pancho y la coca”. Apuntes sobre las representaciones del trabajo entre los policías...

“calle”, representado como la verdadera tarea del hacer policial, aparece


casi vedado para los oficiales pero no siempre es así. Vanesa puede hacerse
de esta matriz para valorar sus prácticas frente a sus compañeros, ubicar
sus acciones en un campo positivado y definirse como “policía”.
Raquel, quien trabaja en una pequeña oficina pintada de verde agua, no
puede ante sus compañeros que hacen trabajos en la calle hacer del riesgo
un bastión que enuncia positivamente sus tareas. Puede y lo hace, ante
nosotros recordar sus épocas de “calle”, evocar peligros y miedos de antaño.
Pero ante sus compañeros que hacen estas tareas calla. Ella es una subofi-
cial que, beneficiada por un acuerdo de su pareja, un oficial, y el comisario,
consiguió un trabajo “tranquilo”, alejado de todo peligro.
Sin embargo, Raquel puede usar el recuerdo de sus años en la calle
como prueba de su sacrificio y por ende de la pertenencia al modelo
policial. El alemán, un suboficial que luego de muchos años en la calle
consiguió tareas más sosegadas en cuanto al tiempo y el peligro decía
que él quería un destino “tranquilo” para sus últimos años laborales antes
de jubilarse. En varias charlas El Alemán, irónico apodo de sus compa-
ñeros por su tez oscura, recordó riesgosas persecuciones y destinos peli-
grosos, prueba de un pasado sacrificial que justifica su presente sosegado.
Su pasado es la evidencia de su posición dentro del ideal de policía, su
pasado lo distingue de la monotonía de la vida civil y lo vincula con sus
compañeros que aún hacen calle.
El tercer tipo de situación se centra en el carácter sacrificial del hacer
policial, aquel que está vinculado al peligro y, por ello, diferencialmente
distribuido entre los policías según las tareas y las jerarquías, por lo que
acontece algo similar respecto del uso y el abuso del tiempo.
Los uniformados que realizan tareas administrativas, con un régi-
men horario de ocho horas, al que se le suman extras, encuentran ante
sus compañeros con otros regímenes más abusivos menos argumentos
para hablar de sacrificio en torno al tiempo vital. Es así que buena
parte de estos trabajadores tienen horarios similares a otros emplea-
dos del Estado y no sufren de los abusos institucionales para con su
tiempo. Nuevamente la división entre oficiales y suboficiales reprodu-
ce, con las excepciones que a continuación exhibiremos, las diferencias
entre trabajos “tranquilos” y sacrificados. Las tareas administrativas no
solo son sosegadas respecto al peligro, sino también a las condiciones
horarias. Elpa iba para la comisaría todas las mañanas; la mayoría de
las veces, llevaba facturas que compartía con los que entraban a su
despacho mientras tomaba mate. Leía el diario y los papeles que les
llevaban los uniformados, charlaba con unos y otros en tono ame-
no mientras ordenaba las tareas diarias de sus subordinados. Muchos
mediodías comía en la comisaría, algunas veces hasta cocinaba él y
luego por la tarde se iba. En caso de acontecimientos que lo requieran

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José Antonio Garriga Zucal / Papeles de Trabajo 8 (13): 34-53

Elpa debía volver y, salvo por esas veces, su vida transitaba los caminos
del ocio y otras actividades laborales. La jerarquía ordena los tiempos
laborales y da a los oficiales de mayor rango libertades que no tie-
nen sus compañeros. Ahora bien, estas libertades temporales son en la
mayor parte de los casos concebidas como una recompensa por haber
transitado muchos años en la institución policial. Este transito es el
recorrido por el camino sacrificial. Pero no solo los oficiales tienen
estas posibilidades a su alcance. Una vez más observamos que el abuso
institucional sobre la temporalidad de los uniformados es construido
como señal de pertenencia y marca de diferenciación. Seguimos así la
línea de interpretación apuntada por Ugolini (2009), quien sostiene
que el régimen horario produce y reproduce identificación entre pa-
res y construcción de una alteridad distintiva. Este régimen temporal
orienta el discurso policial en la senda del sacrificio y aleja toda posi-
bilidad de pensar sus tareas como trabajo.
Ahora bien, esta matriz de distinción es manipulada según los actores
de maneras disímiles. Carlos tiene ocho años en la fuerza y es un subofi-
cial que trabaja 24 horas seguidas, que cumple, según él, todas en la calle.
Además hace adicionales en un ente municipal donde se recauda dinero.
Dice estar cansado y extrañar a su familia. Según él, se queda dormido
en todos lados, “estoy muerto” susurra con una mueca sarcástica entre
los labios. Carlos presenta su sacrificio como una etapa en su carrera
profesional, sostiene que tiene que pagar varias deudas y que, por ello,
toma más horas de las que su cuerpo aguanta. Además, afirma que están
por ascenderlo y que sus condiciones laborales pronto cambiarán. El
sacrificio diario de Carlos es la contracara del trabajo de Raquel, quien
trabajaba en su escritorio las ocho horas que le correspondían más las
adicionales, su jornada laboral transitaba entre papeles, mates y amenas
charlas con sus compañeros. Presentes distintos limitan el uso de la ma-
triz del buen policía; el sacrificio como repertorio relacional está más a
manos de uno que otros.
En el cuarto tipo y como afirmamos anteriormente, es muy común
escuchar a nuestros informantes argumentar que el hacer policial es po-
sible solo si existe una alta dosis de vocación. Repiten que solo aquellos
que anhelan fervientemente servir a la sociedad pueden querer arriesgar
su vida por míseros sueldos en un contexto de desconocimiento de es-
ta entrega. Así, la disposición de servicio se contrapone a la ingratitud
social. Ahora bien, este discurso vocacional es adquirido por los unifor-
mados durante su ingreso a la escuela policial. Galvani (2009) afirma
que, independientemente del motivo de ingreso que los policías tengan,
ellos consideran que el trabajo policial solo es posible de ser realizado si
se tiene vocación. Este es el sentido desde donde la institución interpela
a quienes desean ingresar a la PFA para que más tarde o más temprano

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“Por el pancho y la coca”. Apuntes sobre las representaciones del trabajo entre los policías...

terminen leyendo su propia trayectoria a partir de este llamado voca-


cional. Además, la noción de vocación sirve, según Galvani (2009), para
legitimar la labor al evocar el desinterés de quien lo realiza y el objetivo
del bien común hacia el que se dirige.
Sin embargo, la vocación como recurso de construcción del policía
ideal está desigualmente distribuido. Esta distribución desigual del
repertorio tiene aquí un elemento temporal, ya que la vocación apare-
ce como un bien antaño abundante y ahora escaso. Se dibuja un pasa-
do –perdido– en el que se elegía ser parte de la policía por “vocación”.
La presencia o ausencia de “vocación” es el hito que marca dos tipos de
sujetos policiales diferenciables en el tiempo. Los policías de antaño
son representados, por los policías de antaño, como vocacionales y, por
ende, “verdaderos” policías. Afirman que en tiempos pasados los agen-
tes ingresaban a la fuerza con el objeto de combatir la delincuencia,
con gusto por el hacer policial, amor desinteresado por la profesión.
Por el contrario, a sus ojos, los nuevos ingresantes lo hacen solo por el
dinero y toman su paso en la fuerza como si fuese un trabajo ordinario.
Fernando afirmaba esta idea: “Hoy más que nada se necesita gente
que realmente quiera ser policía y no porque entre porque es un suel-
do, porque es una obra social, ni porque es un seguro de vida”. Conti-
nuaba su alegato marcando que “ya hace años que realmente falta esa
clase de gente, gente que realmente sienta querer ser policía y no que
sea un trabajo más como que uno va tira el currículum y lo llaman de
algún lugar como lo llaman para entrar en policía”. Querer ser policía
parecía un deseo que nada tenía que ver con los fines instrumentales
vinculados a la laboral. La presencia o ausencia de “vocación” es el hito
que marca dos tipos de sujetos policiales diferenciables en el tiempo.
Sin embargo, la noción de vocación es compartida por muchos de los
policías novatos, hasta por los que dicen que entraron a la policía por cues-
tiones materiales pero que dentro de la fuerza creció en ellos “la vocación”.
Esta mutación está justificada en los efectos del modelo ideal del policía,
modelo aprendido y aprehendido en las interacciones laborales. La rela-
ción de la figura del “verdadero policía” con la cuestión vocacional articula
varios de los ejes hasta aquí analizados y nos nutre de herramientas para
entender cómo la vocación se transforma en recurso de presentación. Solo
aquellos que poseen una fuerte vocación policial pueden arriesgar su inte-
gridad en la lucha contra la delincuencia. Lo vocacional, entendido como
desinterés material, es una característica vinculada, en el imaginario de
esta representación, con el desafía al peligro. Vocación y valentía aparecen
ante la mirada de nuestros interlocutores como decisiones no racionales.
El “verdadero policía” es valiente cuando las situaciones ameritan cobar-
día, es corajudo sin calcular las posibles consecuencias negativas de sus
actos. La valentía y la vocación son muestras de “desinterés” y “sacrificio”.

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José Antonio Garriga Zucal / Papeles de Trabajo 8 (13): 34-53

Cemento ambas de fronteras internas que distinguen los que poseen par-
ticularidades positivas. Los que se hacen policías en busca de un salario
–al igual que los que lucran con la fuerza– y los que se esconden lejos de
las calles, que es donde se encuentran los delincuentes, son concebidos
negativamente por este imaginario. El “verdadero policía” es un modelo
que se debe seguir –o en este caso que debe recuperarse– un modelo que
no incluye a todos ni a una mayoría, pero que en cuanto legítimo moldea
las interacciones dentro del mundo laboral.
Obviamente, esta legitimidad es cuestionada. Algunos policías, los
más jóvenes, quienes son muchas veces acusados de ingresar a la fuer-
za por motivos materiales, sostienen que sus pares de antaño tenían las
mismas motivaciones pero las ocultaban. Vito, quién en varias oportuni-
dades recordó su entrada a la policía como una estrategia para esquivar
la crisis económica del 2001, decía en tono irónico que los viejos policías
hacían “todo por la comunidad”. La ironía ponía en duda el desinterés de
sus compañeros, al iluminar sus propios intereses.

Límites y usos del modelo

El “verdadero policía” es un modelo de clasificación del mundo labo-


ral. Modelo de presentación y representación, totalizador, que opaca las
diferencias y heterogeneidades7. La uniformidad ha sido moneda de
presentación de la “cultura policial” que aboga por la comunidad y la
familia policial para construir mismidad en donde prima la diversidad.
Esta estrategia, distintiva de toda estrategia identitaria, es un dato que
los investigadores sociales estudiamos. Las maniobras de nuestros in-
formantes, según interlocutores y acciones, para con el modelo exhibe
las fracturas, disparidades y pluralidades al interior de un mundo que
nativamente se representa uniforme.
El modelo ordena un sistema de relaciones laborales y de distinción
para con los no uniformados. Esta representación moraliza las diferen-
cias. Sin embargo nuestro análisis nos permitió no reducir los actores a
los dispositivos incorporados, dar cuenta de las formas variadas de usar
el modelo según las interacciones. Así los policías aparecen como sujetos
no sujetados al modelo. Operadores, limitados por las jerarquías, por las
tareas laborales, por el tiempo en la institución, etc. Limites varios que
no impiden la faena del actuante. Observamos, entonces actores que
manipulan las limitadas piezas de esta matriz relacional.

7 Analizamos hasta aquí las diversas formas de interacción que tienen los actores con el molde
del “verdadero policía” cabe para futuras investigaciones estudiar cómo se construye el mismo
y cuál es la incidencia de la institución en su edificación

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“Por el pancho y la coca”. Apuntes sobre las representaciones del trabajo entre los policías...

Así el modelo promueve cursos de acción. Las relaciones sociales del


mundo policial –tanto las intestinas como las exógenas– imponen un
ideal del “verdadero policía”. Esta imposición obliga a que los miembros
de la fuerza policial se ajusten o relacionen con dicho modelo –acep-
tándolo o impugnándolo parcialmente, interviniéndolo. El ideal policía
–a pesar de sus críticas parciales– es tomado como ejemplo y “obliga”
a los actores policiales a jugar con ese molde. Si bien este molde es
difícilmente seguido por todos, establece modalidades más legítimas de
ser policía. Cada uno de los miembros que se relacionan con este ideal
tienen diferentes herramientas para ponerlo en escena. Esta puesta en
escena tiene, entonces, mejores y peores actores según la diferencial dis-
tribución de estas herramientas.
Lahire (2004) sostiene que determinados universos profesionales,
dotados de espíritu corporativo, buscan producir condiciones de socia-
lización homogéneas y coherentes. Sin embargo, los actores jamás son
reducibles a su ser profesional. La institución policial intenta crear con-
diciones de socialización que restringen la heterogeneidad de los actores
solo a su dimensión profesional, pretende fundar una configuración que
borre la diversidad, crear una imagen que los defina y diferencie. Pero
este ejercicio es imposible, dado que las formas de socialización de los
uniformados no se reducen al mundo policial.
Los usos del modelo nos muestran, por un lado, disciplinamiento al
molde y, por el otro, impugnaciones, negaciones, aceptaciones contex-
tuales y rechazos situacionales. Los usos, que hacen por ejemplo las po-
licías y los oficiales, pueden ser entendidos como tácticas de resistencia,
espacios de fuga que no buscan cambiar la lógica de esa representación
pero que la adecuan a su lugar en el campo. No desean cambiar esta
estructura simbólica para no desdibujar aquello que distingue a la po-
licía de la sociedad pero se aprovechan de las sombras del modelo para
posicionarse en la diversidad.
Mientras así sea, este ideal de policía, define lo que está bien y lo que
está mal, constituyéndose como una –de varias– medida de valor del
accionar policial. Míguez e Isla sostienen que “solo cuando un sujeto
reconoce que su estatus o prestigio en su grupo de pertenencia será esta-
blecido en función del apego de su conducta a un marco valorativo de-
terminado es que este tendrá efectos sobre sus acciones.” (2010:71). en
cuanto los sistemas de prestigio policiales se ajusten al ideal del “verda-
dero policía”, como clave de pertenencia y distinción, este seguirá siendo
el parámetro sobre el que los actores evalúen sus formas de acción.
Por otro lado, sería de una gran miopía analítica negar que las
formas de interacción del mundo policial –donde se busca legitimar
un modelo– se sedimentan en formas de ver el mundo y de actuar.
Las interacciones cotidianas, atiborradas de valores morales, sentidos

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José Antonio Garriga Zucal / Papeles de Trabajo 8 (13): 34-53

y esquemas de percepción, son incorporadas por los uniformados.


Estos entrelazan –a veces armónicamente a veces conflictivamente–
esquemas diversos de percepción del mundo, que se ponen en escena
según los diferentes contextos e interacciones.
Ahora bien, la incorporación de este modelo es diferente según los
actores. Los modos de ser policía, surgen de la articulación del ideal
con las características de cada actor. Género, clase y edad son variables
que desdibujan los efectos homogeneizantes del molde. En la interio-
rización de la configuración de un modo de ser policía es relevante la
particularidad de cada actor (Suarez de Garay, 2005); particularidad que
es el resultado de las diversas tramas relacionales en las que está y/o
estuvo inserto.

Palabras finales

La matriz legitima representaciones de lo que sería el “verdadero poli-


cía”. Entre estos valores se destaca la sobrevalorización de las imágenes
de sacrificio y desinterés. Opaca el modelo otras formas de ser policía y
de pensarse como tal, formas que existen aunque no poseen la legitimi-
dad que tienen los valores que aquí analizamos. El ideal funciona como
molde, como pertenencia, para los actores que transitan la institución
policial, sin importar si alguien lo encarna fielmente. El ideal los dis-
tingue de lo que queda por fuera del mundo policial. El modelo es un
limite identitario. Existe en el mundo policial una pluralidad de formas
de ser policía que se encuentran con un mandato que estipula formas
ideales, modelos y moldes.
Por otro lado, vale insistir con un punto que hemos mencionado en
varias oportunidades. La configuración de un modelo policial es el re-
sultado de la trama de relaciones sociales que establecen los diferentes
actores de la institución policial con la sociedad que los cobija. El ideal
policial no se construye en un mundo de interacciones autónomas, las
imágenes que identifican al hacer policial con la lucha contra la delin-
cuencia superan el mundo de los uniformados. Como sostienen Tis-
cornia y Sarrabayrouse (2004), los policías comparten la sociedad que
presenta la temática de la inseguridad como guerra, represión e intole-
rancia. El sacrificio se asocia a esta guerra en cuanto imagen. Observa-
mos, entonces, que el desinterés y el sacrificio son imágenes asociadas a
múltiples actores por fuera del mundo policial.
Los policías con el objeto de sustentar su distinción hacen alarde
de la autonomía cultural de su universo; sin embargo, esto es solo un
dato del imaginario de la fuerza. Nuestros interlocutores abusan de las
metáforas de comunidad, de las imágenes de “familia policial” y por ello

50
“Por el pancho y la coca”. Apuntes sobre las representaciones del trabajo entre los policías...

el “nosotros” de la bonaerense, a fuerza de insistencia, termina creyendo


en una autonomía inexistente. Si bien la autonomía es inexistente, las
alegorías comunitarias funcionan efectivamente para delinear las ima-
ginarias fronteras de la identidad. Existe, sin dudas, un conjunto de
interacciones laborales propias del mundo policial que determinan re-
glas de conductas, formas de hacer, valores morales. Sin embargo, estos
valores se edifican en la interacción con otros mundos morales que los
nutren de argumentos. Consideramos, como Frederic (2009), que la
policía no puede ser entendida como un actor aislado e independiente-
mente de los valores que la sociedad y el Estado le asignan”.
El “verdadero policía”, como molde identitario, es relacional, es el
resultado de los vínculos sociales que establecen los agentes. Por ello, la
presentación de las características distintivas emerge o se escamotean
según con quiénes se interactúa, en qué términos, de qué manera, en
qué espacios y bajo qué condiciones. El uso estratégico de los diacríticos
identitarios (Briones, 1998), se articula con la desigual distribución de
estos según las herramientas sociales –como mencionábamos en el apar-
tado anterior– junto con las jerarquías formales de la institución. Así, lo
común a todos los policías son los debates, las tensiones y disyuntivas
respecto al modelo policial; tensiones que se plantean según las propias
trayectorias y el lugar que ocupen en el campo laboral.
Teniendo esto en cuenta se entiende, por ejemplo, que un suboficial
que no posee las jerarquías para mejorar su posición en el campo y obte-
ner prestigio, las desestime y eleve frente a ellas la importancia de “poner
el cuerpo”, y hacer gala así de su sacrificio.

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José Antonio Garriga Zucal / Papeles de Trabajo 8 (13): 34-53

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53
EL PARADIGMA DE LA “SOCIEDAD
DE TRABAJO”

Julio Godio*

1. El núcleo del paradigma de la sociedad comenzado a perder sustento desde los años 70,
de trabajo cuando la crisis de realización del capital fue re-
suelta por mutación a través de una nueva auto-
1.1. Autorrevolución del capital y rrevolución del capital que, mediante la aplica-
desarticulación de la sociedad industrial- ción en las empresas de las nuevas tecnologías
salarial: la revolución conservadora sobre procesos y productos del trabajo, logró pro-

E n el XVI Congreso Continental de la Organi-


ducir fuertes aumentos en la productividad.
Nace la economía informacional, cuyo núcleo
zación Regional Interamericana de Trabajadores duro son las nuevas tecnologías. Se pasa del for-
(CIOSL-ORIT) celebrado este año por la central dismo al toyotismo y a la empresa de variedad.
sindical internacional más importante del conti- Surge a escala mundial la nueva economía o eco-
nente americano, se aprobó como documento pro- nomía informacional en redes (con eje en la in-
gramático la Plataforma Sociopolítica 2005-2009 formática y en las comunicaciones) y, junto a ella,
en la cual se destaca la propuesta de luchar por se va conformando la sociedad de la información.
la construcción de sociedades de trabajo. Se generalizan las grandes empresas en “estre-
Se trata de un paradigma sociolaboral hoy lla”. Se agotan los yacimientos de trabajo fordis-
novedoso al cual, sin embargo, diferentes corrien- tas. Los mercados de trabajo se vuelven más he-
tes de la sociología del trabajo francesas –de ins- terogéneos. Se erosiona la sociedad salarial. Se
piración socialcristiana o socialista– hacen refe- aplica, como solución sociopolítica, la sociedad de
rencia desde hace tres décadas. Podemos afirmar mercado, compuesta por clases y capas sociales
entonces que es un paradigma fundado en prác- ganadoras y perdedoras. El desempleo y el su-
ticas y demandas actuales del mundo del trabajo bempleo se convierten en fenómenos estructura-
todavía no “realizado” en la historia. les no sólo en los países periféricos y menos desa-
Las fuerzas político-laborales representativas rrollados, sino también en los altamente desa-
de los trabajadores se movieron hasta hace dos rrollados y de desarrollo intermedio.
décadas con el paradigma sociolaboral de la so- El capitalismo liberal –vencedor sobre el key-
ciedad industrial-salarial, sustentado, a su vez, nesianismo dentro de su propio sistema, triunfa-
en las instituciones del originario Estado de bien- dor a nivel mundial ante la desaparición por ob-
estar. Hasta la década de los 80, en efecto, exis-
tía la convicción de que la sociedad industrial-
solescencia de la Unión Soviética y los países del
socialismo europeo y fortalecido además por el
117
salarial era capaz de extender constantemente viraje de la República Popular China a la econo-
sus estructuras productivas y aumentar la fuer- mía socialista de mercado– logra que predomi-
za laboral involucrada en la sociedad salarial. Se nen las pautas orientadas a configurar la econo-
creía también que la acción sindical y los com- mía informacional dentro de la segunda ola de
promisos tripartitos garantizarían, por su parte, mundialización de la economía, conocida como
el avance de la humanización del trabajo y el bien- globalización económica. Articulado en esta se-
estar de las sociedades. Sin embargo, el paradig- gunda ola de mundialización de la economía, el
ma de la sociedad industrial-salarial ya había capitalismo se torna plenamente “global”. Las

* Director del Instituto del Mundo del Trabajo.

J ULIO - DICIEMBRE DE 2005


Desarrollo y empleo de calidad

economías de mercado han terminado por demos- ral apunta a construir una nueva hegemonía,
trar su superioridad sobre los regímenes estado- para lo cual resulta imprescindible producir cam-
cráticos de planificación central. bios en los imaginarios sociales y erradicar mo-
La autorrevolución del capital no fue neutral. delos interiorizados vinculados con toda variedad
Desde sus comienzos se observa que el capital de socialismos, con tradiciones e instituciones
financiero motoriza las operaciones, favorecien- positivas fundadas en el keynesianismo y con
do a las grandes empresas multinacionales de los concepciones valorativas del Estado-nación.
países altamente industrializados. No existe la Jeremy Rifkin, en su artículo “Europa y el fu-
voluntad de utilizar las nuevas tecnologías para turo del capitalismo”,1 nos transmite una vívida
promover la modernización integrada de las eco- imagen de los resultados globales del capitalis-
nomías en escala global, sino para favorecer una mo liberal y la revolución conservadora: “Con la
gigantesca concentración capitalista. La herra- caída del muro de Berlín y la defunción de la
mienta política es la teoría económica neoclásica Unión Soviética, el capitalismo ha disfrutado de
sustentada por la revolución conservadora (con un indiscutido campo de juego mundial para im-
epicentro en Estados Unidos y Gran Bretaña) que poner su voluntad al mundo. Quizá vaya siendo
sostiene como objetivo central garantizar la prio- hora de preguntarse qué tal lo ha hecho el capi-
ridad de la oferta del capital (rentabilidad em- talismo. Hoy, cuando los beneficios de las multi-
presarial) sobre la demanda, rentabilidad empre- nacionales se disparan en todas partes, noventa
sarial que parece no detenerse aun con el riesgo y nueve países se encuentran en peor situación
de agudizar la destrucción del medio ambiente. económica que a principios de la década de los
La revolución conservadora –luego conocida 90. El capitalismo prometió que la globalización
como neoliberalismo– imagina y promueve una reduciría las diferencias entre ricos y pobres. Por
nueva sociedad funcional al predominio de la teo- el contrario, la división no ha hecho más que au-
ría de la oferta: la sociedad de mercado. Entien- mentar. Las 356 familias más ricas del planeta
de que el progreso económico y social exige mer- disfrutan ahora de una riqueza combinada que
cados de trabajo desregulados y admite la exis- supera la renta anual del 40% de la humanidad.
tencia de grupos sociales ganadores y otros per- Los ideólogos capitalistas prometieron conectar
dedores. Avanza aun más al aplicarse al rediseño a los desconectados e introducir al mundo pobre
del mundo del trabajo y anuncia que en el futuro en la aldea global de la alta tecnología. La pro-
el trabajo será escaso, que en los países indus- mesa no se ha cumplido. Dos tercios de la huma-
trializados descenderá el número absoluto de tra- nidad no han realizado jamás una mera llamada
bajadores asalariados y que se habrán de confi- telefónica, y un tercio de los seres humanos care-
gurar, a escala mundial, sociedades duales habi- ce de acceso a la electricidad, lo cual los deja al
tadas por un tercio de desocupados y trabajado- margen y aislados del comercio y de los intercam-
res informales de bajos ingresos sujetos de asis- bios mundiales. Los adalides del capitalismo pro-
tencialismo. El advenimiento de esta época con metieron promover el desarrollo económico sos-
trabajo escaso es explicado pormenorizadamente tenible y conservar y preservar la frágil biosfera
en la obra de Jeremy Rifkin, El fin del trabajo. de la que depende la vida en la tierra. Pero se-
El neoliberalismo se afianza particularmente guimos derrochando las reservas de combustible
en los países altamente desarrollados del G7, pero fósiles que nos quedan, arrojando cantidades cre-
su objetivo es de alcance mundial. Necesita para cientes de dióxido de carbono a la atmósfera, des-
ello contar con la participación de organismos truyendo los ecosistemas y los hábitats del mun-
118 multilaterales y bilaterales de crédito (FMI, Ban- do, amenazando la supervivencia de otras cria-
co Mundial y otros), partidos políticos, centros turas y aumentando la preocupante amenaza del
académicos, sectores de las iglesias. Intenta un calentamiento de la Tierra y la perspectiva de
posicionamiento cultural y político orientado a que el próximo siglo se produzca un cambio cli-
neutralizar eventuales nichos de resistencia en mático catastrófico”.
los sindicatos, en los partidos políticos progresis- A la descripción de Rifkin se podría agregar
tas y de izquierda, en organizaciones del empre- que, con la caída del comunismo, el capitalismo
sariado favorables al Estado de bienestar, en co- anunció el comienzo de un mundo pacífico. Pero
rrientes culturales y científicas opuestas al los resultados hoy nos muestran un mundo más
neoconservadurismo. Su objetivo político-cultu- peligroso signado por guerras de agresión, ten-

1. J. Rifkin, “Europa y el futuro del capitalismo”, El País, Madrid, 23 de mayo de 2005.

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EL PARADIGMA DE LA “SOCIEDAD DE TRABAJO”

siones entre grandes potencias, aumento del te- antiguos movimientos sociales (entre ellos, los
rrorismo y nuevos impulsos en favor del arma- campesinos) y los nuevos movimientos emergen-
mentismo nuclear. tes (ecologistas, asociacionistas, de género, mi-
norías étnicas) los que organizaron las acciones
1.2. Apropiación por el neoliberalismo de la de resistencia al neoliberalismo. La mayoría de
categoría mercado: el libre mercado los partidos políticos asociados en el pasado con
el mundo del trabajo quedó impactada y sin re-
El neoliberalismo se apropia –en el actual con- acción ante el neoliberalismo. La capacidad de
texto de la segunda mundialización de la econo- convocatoria social solidaria y pluralista de anti-
mía– de la categoría mercado y la reformula como guos y nuevos movimientos sociales, de los sindi-
libre mercado. No fue sencillo descubrir que exis- catos, de los medios de comunicación, se consti-
tía una contradicción sustancial entre ambos tér- tuyó, sin la presencia masiva de partidos impor-
minos. tantes, en la gran matriz de resistencia. Logra-
A partir de los años 70 se produjo una auto- ron alto prestigio el Foro Social Mundial de Por-
rrevolución del capital que refunda el capitalis- to Alegre y su consigna “Otro mundo es posible”.
mo liberal. Pero, por sus resultados y secuelas de En el interior del heterogéneo escenario so-
desempleo, subempleo y pobreza, fue posible cons- ciopolítico de resistencia al capitalismo liberal,
tatar que el supuesto libre mercado se construía se van perfilando posiciones políticas, económi-
en gran medida a costa de la pauperización rela- cas y laborales que se constituyen en contraten-
tiva de importantes segmentos de trabajadores dencias legítimas al neoliberalismo. Tienen como
asalariados, de la consolidación estructural de la denominadores comunes los esfuerzos por reins-
pobreza, de los empleos de baja calidad entre los talar el rol del Estado como organizador de los
trabajadores de la economía informal y de las mercados, y las políticas públicas de desarrollo
economías campesinas familiares. económico-social como herramientas principales.
A fines de los años 90 se hizo evidente que, en Como contratendencias, estas posiciones críticas
las condiciones de hegemonía de los países del penetran ideológicamente en las grandes buro-
G7 y sus instituciones financieras operativas cracias del FMI y del Banco Mundial, provocan-
(FMI, Banco Mundial), el capitalismo liberal des- do divisiones doctrinarias y políticas. Joseph Sti-
articulaba los mercados, incapacitándolos para glitz ha sido el gran testigo crítico de la crisis ideo-
promover el desarrollo sustentable. Las políticas lógica temporal producida en los organismos
públicas laborales propias del neoliberalismo se multilaterales de crédito. Y ha dejado testimonio
fundaban en una premisa “malthusiana”: para del desconcierto inicial por el fracaso de las rece-
garantizar el crecimiento económico global pare- tas neoliberales y por la filtración de ideas neo-
cía inevitable, durante un período histórico de- keynesianas en esos organismos, ahora someti-
terminado, la exclusión del trabajo productivo y dos a críticas por sus responsabilidades en las
decente de casi la mitad de la población mundial. grandes crisis de la deuda que involucraron a
Lo que estaba en curso era una gigantesca con- países periféricos desde la crisis mexicana (1994)
centración y centralización del capital: quinien- hasta la crisis argentina (2001).2
tas grandes empresas multinacionales controla-
ban en 2000 el 70% del comercio y las inversio- 1.4. El retorno de Keynes: planificación y
nes a escala mundial. Ese proceso de concentra- economía de mercado
ción y centralización era acelerado por el capital
financiero rentístico, que se había constituido en Súbitamente nace un neokeynesianismo. Por
119
una especie de modo autónomo de realización del el desplome de la Unión Soviética, Keynes vuel-
capital –vía ganancias financieras especulativas– ve a la escena sin rivales a la izquierda y con el
a escala mundial. prestigio de haber sido el precursor de la idea –y
de la implementación– de que es posible planifi-
1.3. Se inicia la resistencia sociopolítica: la car en la economía de mercado. Un caso especta-
consigna “otro mundo es posible” cular de versión neokeynesiana –en gran medi-
da por haber sido capaz de demostrar la posibili-
Fueron los sindicatos, los sectores de empre- dad de planificar en los mercados sin renunciar
sarios desplazados y condenados a la ruina, los políticamente al curso socialista– es el de la Re-

2. Véase Joseph Stiglitz, Los felices 90. La semilla de la destrucción, Buenos Aires, Taurus, 2003.

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Desarrollo y empleo de calidad

pública Popular China. Pero el auge keynesiano minador común político para la organización de
está presente en otras áreas clave. Ante todo, en los mercados –según la tradición keynesiana– es
la Unión Europea, donde la mitad de los habi- la acción concertada del Estado con las empre-
tantes rechaza el curso neoliberal sociolaboral que sas, los sindicatos y otras organizaciones de la
se pretende legitimar con el Tratado Constitu- sociedad civil.
cional –hoy en debate y rechazado en Francia y
Holanda–. También está presente en los inten- 1.5. La sociedad de trabajo: premisa del
tos de países, agrupados en el Grupo de los 20, desarrollo sustentable
de convertir la OMC en un ámbito de equilibrios
comerciales. Y en la exigencia de un retorno del Actualmente no es viable a largo plazo un
FMI y el Banco Mundial a las funciones moneta- modo de producción sustentable sin instituciones
rias y financieras previstas en Bretton Woods. sociopolíticas que garanticen la igualdad de opor-
En los gobiernos neodesarrollistas de América tunidades. Ésta se garantiza, ante todo, con una
Latina (Brasil, Argentina, Chile, Venezuela, Uru- distribución positiva de los ingresos directos, pero
guay) también comienzan a aplicarse políticas de incluye también la distribución masiva de una
inspiración keynesiana. variedad de bienes sociales (educación, salud,
¿Qué significa organizar los mercados? Sinté- vivienda, entre otros). Estructuras sociales soli-
ticamente, significa que el Estado democrático se darias y generadoras de bienestar social son im-
reforma para ejercer su poder y asegurar modos prescindibles para alcanzar las metas del desa-
de producción y distribución nacionales y supra- rrollo sustentable democrático. Este requisito
nacionales funcionales a la inversión productiva –con formas históricas específicas en diferentes
y a la expansión del consumo popular. Para ello etapas de evolución de las sociedades– adopta hoy
se debe planificar una distribución equilibrada la forma concreta de sociedades de trabajo. Esta
del excedente económico a fin de alcanzar la me- categoría reivindica como valor esencial que el
jora constante y equilibrada de la productividad trabajo es sustancia fundante de toda la historia
media de la economía. Cuatro de los componen- de la humanidad.
tes sociolaborales centrales para organizar los La sociedad del trabajo se articula con teorías
mercados son: el pleno empleo decente (entendi- y prácticas sociales precedentes, que son sus pisos
do como trabajo para todos), las políticas labora- civilizatorios. Las instituciones y las prácticas so-
les y educativas para la capacitación continua de ciopolíticas que sustentan la entrada en la histo-
trabajadores y empresarios, las políticas de equi- ria de la sociedad del trabajo son principalmente
dad de género y las políticas públicas laborales aquellas que han dado lugar a la creación de em-
para la incorporación a los mercados de trabajo pleo productivo en diferentes momentos de la his-
de jóvenes y mujeres. Esto requiere de redes y toria del capital y de las organizaciones autóno-
estructuras productivas modernas y eficientes mas de los trabajadores asalariados. Concurren
ensambladas con normas laborales (dimensión como pisos civilizatorios sociolaborales la acción
social) que protejan a los trabajadores asalaria- de los sindicatos, las diferentes modalidades e ins-
dos y a las categorías no asalariadas propias de titutos del Estado social, las empresas que pro-
las nuevas formas de trabajar.3 mueven las innovaciones productivas aplicadas
El neokeynesianismo reafirma la centralidad mediante negociaciones con los sindicatos y los
de las economías de mercado. Concurren a la or- trabajadores, las organizaciones políticas afines
ganización de economías de mercado diversas for- al mundo del trabajo, los impulsos morales e ins-
120 mas de propiedad (privada, pública, cooperativas) titucionales de corrientes religiosas progresistas,
que estructuran economías de propiedad mixta. la cooperación institucional entre los intelectua-
Las economías de mercado se pueden denominar les y el mundo del trabajo para humanizar y me-
economía social de mercado, o economía socialis- jorar la calidad del trabajo. Las normas interna-
ta de mercado, o economías mixtas-integradas, u cionales del trabajo y el tripartismo, promovidos
otras fórmulas especiales. Pueden existir diferen- por la OIT, han jugado un papel central para cons-
cias entre ellas, pero serán secundarias si se acep- truir mercados de trabajo nacionales y suprana-
ta que el capital no tiene por qué realizarse ex- cionales regulados por normas laborales que favo-
clusivamente con el capitalismo liberal. El deno- recen la humanización del trabajo y la solidari-

3. Véase André Gorz, Miserias del presente, riquezas de lo posible, Buenos Aires, Paidós, 1998.

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EL PARADIGMA DE LA “SOCIEDAD DE TRABAJO”

dad social. La aplicación de las normas laborales dos de producción y distribución superiores a los
a la economía global es lo que se conoce como di- que ha generado la presente autorrevolución del
mensión social de la globalización. capital en los marcos del capitalismo liberal. Para
La primera razón de la legitimidad de la so- hacer posibles las sociedades de trabajo, es nece-
ciedad del trabajo consiste en que se confronta, sario pugnar en las economías de mercado de
con fundamentos empíricos y teóricos, con la ca- modo de convertir en dominantes a nuevos mo-
tegoría de sociedad de mercado. Esta última se dos de producción sustentables según regiones y
corresponde con los intereses de un sector de las países, con capacidades políticas y técnicas para
sociedades, identificado con las capacidades in- apropiarse –y utilizar para el bienestar de las
novadoras y a la vez “darwinistas” del capital. sociedades– de los logros tecnológicos y producti-
La constitución de sociedades de mercado es el vos de la autorrevolución del capital. Esto sólo
resultado del curso real de la historia bajo la he- será posible reestructurando las formas de pro-
gemonía temporal de la ideas de la revolución piedad para favorecer la formación de empresas
conservadora. Ésta se ha realizado como apro- privadas, cooperativas y públicas, e introducien-
piación unilateral –y dominantemente privada– do la participación de los trabajadores en la ges-
del excedente económico, generando segmenta- tión empresarial. Los nuevos modos de produc-
ción en las estructuras productivas y de ingre- ción y distribución basados en la economía políti-
sos, y bloqueando la expansión del trabajo pro- ca de desarrollo pueden –como hemos dicho– ser
ductivo en sus diversas modalidades salariales y denominados economía social de mercado, econo-
no salariales. Por eso el neoliberalismo termina mía mixta de mercado o economía socialista de
siendo inaceptable para las sociedades. Se ha mercado, entre otras expresiones.
verificado, por sus resultados, que el neolibera- Utilizando las ideas de Jean-Paul Fitoussi,4
lismo sobredimensiona el carácter rentístico-fi- esos nuevos modos de producción y distribución
nanciero de la acumulación, agudiza la concen- –en el nivel sociolaboral– deberán articularse bajo
tración de las riquezas y el poder, y genera un tres condiciones básicas: reunificación del espa-
malestar generalizado en las sociedades. cio físico (eliminación de las asimetrías catastró-
La segunda razón es que actualmente –en co- ficas entre las clases y capas sociales urbanas y
rrespondencia con la segunda ola de mundializa- rurales), reunificación en el espacio social (inte-
ción de la economía– se difunde con insistencia gración de las sociedades mediante diversas for-
que el comercio es el factor de unidad de las so- mas de trabajo productivo y predominio de la eco-
ciedades. Pero el comercio, si bien es fundamen- nomía productiva y ambientalista sobre la eco-
tal, no integra a las personas sino que las pone nomía rentístico-financiera), y reunificación en
en contacto. Lo que integra y une a las personas el tiempo generacional (asegurando, a través de
en las sociedades es el trabajo. En la economía la planificación, el desarrollo de las trayectorias
global, lo que integra mundialmente es el traba- laborales de las diferentes generaciones de tra-
jo en cadenas globales de valor productivas su- bajadores por medio de la estabilidad y la capaci-
pranacionales. Éstas conforman mercados de tra- tación continua, junto con la entrada sistémica a
bajo supranacionales. El comercio mundial per- los mercados de trabajo de mujeres y jóvenes).
mite a esas cadenas productivas la realización La fórmula sociolaboral de Fitoussi parece, a
del valor y, por lo tanto, consolida las relaciones primera vista, sencilla, pero se trata de una fór-
de producción globales. La demanda de construir mula muy compleja. Supone, ante todo, en el ni-
sociedades de trabajo es legítima. vel del sistema de relaciones de propiedad, ex-
cluir el viejo recurso ideológico y simplista de la
121
1.6. La sociedad de trabajo no es una utopía izquierda de plantear estatizar en masa el capi-
tal. Se trata de economías de mercado con regí-
La categoría sociedad de trabajo podría per- menes de propiedad mixtos. De economías nacio-
manecer en el reino de las utopías si no lograse nales de mercado integradas en los flujos de la
constituirse como fuerza sociopolítica, componen- economía global, pero con apertura selectiva, que
te de la economía política de desarrollo sustenta- para ser eficientes deben realizar en los merca-
ble. La sociedad de trabajo debería ser el institu- dos subregionales, regionales y mundiales un 20-
to sociolaboral específico genérico dentro de mo- 30% del PBI.

4. Véase Jean-Paul Fitoussi, “En Francia se discute otra cosa”, Clarín, 26 de mayo de 2005.

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Desarrollo y empleo de calidad

¿Qué significa, para lograr esas metas, orga- demostrado su eficiencia: los sistemas de capa-
nizar los mercados? Significa que el Estado en citación duales (combinación y coordinación en-
todos los niveles debe contar con herramientas tre escuelas de empresas y del sistema público)
de política económica (políticas públicas) para que para los jóvenes trabajadores en Alemania y en
el ahorro y la demanda efectiva (consumo más los países escandinavos. Actualmente, para Amé-
inversión) sean direccionados por políticas públi- rica Latina y Caribe, incluyendo los sistemas
cas de distribución del excedente económico, re- duales, se debe retomar como parte de la lucha
gulando así el comportamiento de las variables para fortalecer las políticas públicas laborales
económicas según un patrón de industrialización la idea de reinstalar los sistemas de educación
y especialización de los sectores económicos. A su pública como herramientas prioritarias para
vez, las reglas de la economía integrada deben calificar a los aspirantes a entrar a los merca-
estimular las inversiones extranjeras, localizán- dos de trabajo.
dolas en los sectores productivos estratégicos que Las nuevas sociedades de trabajo ponen en
movilicen al conjunto del aparato económico, y crisis el paradigma tradicional de educación-ca-
estimulando que esas empresas multinacionales pacitación y obligan a reformularlo a partir del
y grandes empresas locales funcionen como di- replanteo de diversas relaciones o situaciones,
namizadoras del nuevo modo de desarrollo pro- como las de género, las nuevas percepciones del
ductivo. Es en el universo de la economía global mundo de los jóvenes adiestrados en las culturas
donde, en definitiva, se demostrará la vitalidad virtuales, la importancia de la dialéctica trabajo-
histórica de la doctrina de economía política del ocio, los nuevos valores y actitudes que definen
desarrollo de inspiración neokeynesiana, para los la relación de los trabajadores/as en las empre-
países y regiones. sas y en las familias, entre otras posibilidades.
La esquemática formulación de un modo de La capacitación continua debe tener presente que
desarrollo –que, como tal, articula y ensambla las hoy los jóvenes crecientemente piensan e imagi-
prácticas económicas, sociales, culturales y polí- nan los trabajos en relación con el mundo simbó-
ticas de las sociedades– apto para dotar a las eco- lico y con las prácticas de la sociedad de la infor-
nomías de mercado de direccionalidad y de sus- mación. Con esas ventajas comparativas cultu-
tentabilidad programada con trabajo para todos, rales, contingentes de jóvenes se van transfor-
requiere de instrumentos de la economía laboral mando espontáneamente en educadores-capaci-
y, por lo tanto, de la gestión de instituciones pú- tadores de las generaciones más adultas, en con-
blicas y de especialistas capacitados para formu- textos complicados y dolorosos dado que, a su vez,
lar y dar seguimiento a la ejecución de los pro- son expulsados de los mercados de trabajo aque-
gramas destinados a cubrir demandas laborales llos a quienes hoy se considera trabajadores vie-
de los mercados de trabajo. La categoría abstrac- jos luego de cumplir los cuarenta y cinco o cin-
ta de sociedad de trabajo podrá transformarse en cuenta años y de haber cumplimentado un largo
categoría concreta (operativa) sólo si se cuenta trecho de la trayectoria laboral. Un gran desafío
con la identificación ideológica por parte de los es, sin duda, concentrar los esfuerzos para la com-
sujetos del mundo del trabajo (trabajadores, sin- pleja tarea de incorporar a los mercados de tra-
dicatos, organizaciones empresarias, asociacionis- bajo, a través de los sistemas de capacitación, a
tas y centros generadores de tecnologías aplica- las mujeres y a los jóvenes en los diversos tipos
das) con los objetivos y las prioridades de plan. de ocupaciones, aunque dentro de la lógica de la
Como la planificación opera en los mercados, sociedad de la información, y constituir y recons-
122 es fundamental que se generen sistemas públi- tituir los lazos laborales y culturales intergene-
cos de capacitación continua de trabajadores, de racionales. Otro desafío consiste en asegurar las
empresarios y de gerentes según las demandas trayectorias laborales de los trabajadores/as adul-
de las empresas y los mercados laborales nacio- tos mayores.
nales, los mercados laborales interempresas
multinacionales y los mercados laborales globa- 1.7. La sociedad de trabajo, un
les en escalas regionales y mundiales. Esos sis- objetivo sociopolítico
temas de capacitación se fundan en la coopera-
ción entre el poder político, las instituciones es- La sociedad de trabajo es sinónimo de una
pecializadas públicas y privadas, las organiza- sociedad con diversas modalidades de empleo
ciones empresariales y los sindicatos. Ejemplos decente. Pero si bien la calidad de los empleos
de este tipo de planificación para incorporar tra- depende, en última instancia, de la productivi-
bajadores al mercado laboral ya existen, y han dad media de una economía, ninguna economía

R EVISTA DE T RABAJO
EL PARADIGMA DE LA “SOCIEDAD DE TRABAJO”

puede funcionar adecuadamente si los patrones su concreción se logra, por ejemplo, a través de
de distribución del ingreso se ajustan a la cre- guerras entre civilizaciones. Las sociedades de
ciente polarización social consolidada por la fuerte mercado pensadas y organizadas en Occidente
descalificación profesional que se registra en los favorecen el clima de violencia, racismo y xeno-
bolsones de desempleo y pobreza. En una socie- fobia. Como antídoto civilizatorio, apostamos por
dad del trabajo existen las desigualdades, pero la construcción de sociedades de trabajo que fa-
esas desigualdades deberán ser acotadas. Las vorezcan la solidaridad entre los pueblos y na-
escalas salariales, cuando son superiores a un ciones.
diferencial de ingresos mayor de 1 a 10, impiden La sociedad de trabajo es un instituto clave
en distinto grado el crecimiento económico soste- para dotar de vitalidad a la democracia repre-
nido y la cohesión social. La sociedad de trabajo sentativa. La democracia representativa es vi-
necesita incluir políticas impositivas que graven tal sólo cuando incluye el funcionamiento de los
fuertemente la riqueza a fin de que la distribu- contrapoderes civiles. La lucha sociopolítica por
ción del ingreso sea favorable a la igualdad. la realización de la democracia económica, polí-
La viabilidad de la sociedad de trabajo se de- tica y social es una gran consigna. Pero la de-
cidirá a escala mundial. En otros términos: la mocracia política es creíble y defendible cuando
sociedad de trabajo forma parte de un diseño del los excluidos y explotados perciben que la meta
sistema-mundo sustentado en políticas suprana- a alcanzar es la constitución de sociedades de
cionales y nacionales destinadas a favorecer los trabajo.
intereses de los pueblos, y como herramientas
restrictivas del poder discrecional de las empre- 2. Los componentes y las articulaciones en
sas multinacionales y del sistema financiero in- el paradigma
ternacional. La edificación de sociedades de tra-
bajo debería ser uno de los núcleos de sustenta- 2.1. Un nuevo mundo recién está tomando
ción del “objetivo del milenio” de erradicar la po- forma
breza.
La sociedad de trabajo sólo es sustentable en El paradigma de la sociedad del trabajo cons-
escala mundial a través de distintos niveles de truye sus fundamentos morales y políticos en
una nueva articulación política democrática en- competencia con el paradigma de la sociedad de
tre los Estados y los pueblos. La democracia, para mercado. Son dos modelos en lucha dentro de un
ser global, requiere de esa doble integración y de nuevo mundo que recién está tomando forma. Es
la capacidad de instalarse como cemento políti- una lucha dentro de la segunda ola de mundiali-
co-cultural del pueblo-mundo que, aunque hoy se zación de la economía y de la constitución de la
encuentra en traumático proceso de desarrollo, economía informacional, como ha demostrado en
es una de las consecuencias positivas de la mun- forma magistral Manuel Castells.5 Tres procesos
dialización. Al mismo tiempo, la sociedad de tra- independientes concurren a conformar el escena-
bajo será sólida si se afinca en el desarrollo local rio de confrontación:
y en las empresas. Así, por ejemplo, la existencia
legal de los comités o cuerpos de delegados en las – la evolución de la tecnología de la información
empresas, o la participación democrática de los y la constitución de la economía informacio-
ciudadanos/as en las instituciones públicas que nal;
regulan la protección del medio ambiente o los – la implantación de un modo de producción bi-
sistemas de salud y de seguridad social públicos, nario de capitalismo informacional que se ca-
123
son prácticas sociales clave para la construcción racteriza, en su modo específico de desarrollo,
de sociedades de trabajo. por limitar el bienestar pleno a una parte de
Los paradigmas de la sociedad posindustrial la población mundial (20%) y condenar al sub-
o de la sociedad de la información prefiguran, desarrollo y la exclusión social a la mayoría
ciertamente, los nuevos modos alternativos de de esa población (50%);
desarrollos económicos, sociales y políticos. Esos – la pérdida relativa de posiciones de institu-
modos, bajo la hegemonía unilateral del capi- ciones sociopolíticas clave de la democracia
tal, pueden dar lugar a resultados perversos si liberal (partidos, sindicatos, etc.), la emergen-

5. Véase Manuel Castells, La era de la información, México, Siglo Veintiuno, 1999, 3 vols.

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Desarrollo y empleo de calidad

cia de nuevos movimientos sociales de contra- es, por la hegemonía del capital, el núcleo de la
poder (defensa de los derechos humanos, eco- lógica binaria de desarrollo-subdesarrollo y co-
logismo, feminismo y género, movimientos existe con sociedades preexistentes. En primer
étnicos) y la formación de grandes espacios lugar, coexiste con instituciones aún vigentes de
sociopolíticos pluralistas internacionales, en la sociedad industrial, pero también lo hace con
oposición a la subsunción de la política en la las diversas modalidades de sociedades precapi-
economía neoliberal altamente concentrada. talistas que han sobrevivido.
Su principal territorio operacional es Estados
¿Dónde prioriza su instalación estratégica el Unidos, sede de las grandes compañías de la in-
capitalismo informacional? En la industria de la formación. Su programa básico incluye ciertos
información, en empresas de medios, en servicios asuntos clave: la protección de los derechos de
avanzados, en empresas estrella y en las institu- propiedad intelectual, la privacidad y la protec-
ciones generadoras de bienes sociales (salud, edu- ción electrónica de los datos, la seguridad de re-
cación). La autorrevolución del capital, orienta- des, la protección de los consumidores y los usua-
da por el capitalismo liberal, organiza las activi- rios, la tarifación de los servicios, las legislacio-
dades económicas utilizando las tecnologías de nes laborales flexibles.
la información. Se establece así la interrelación
entre el modo de producción capitalista liberal y 2.2. Las nuevas relaciones sociales y técnicas en
el modo de desarrollo informacional. las empresas
Estos procesos interactúan entre sí y dan lu-
gar a la sociedad en red, a la economía informa- Los sindicatos, en sus prácticas diarias, vie-
cional en red y a la cultura de la virtualidad real. nen experimentando los cambios organizaciona-
Es un mundo interdependiente, cuyo núcleo fun- les en las empresas transformadas por el impac-
dacional es la tecnología de la información. Las to de la autorrevolución del capital sobre los pro-
relaciones económicas, políticas y culturales cesos y productos. Las relaciones técnicas de tra-
adoptan la forma de redes. Los resultados de la bajo (derivadas principalmente de los procesos
Cumbre Mundial de la Sociedad de la Informa- productivos concretos en cada rama económica)
ción, celebrada en Ginebra en 2003, ilustran constituyen la base de nuevas relaciones socia-
sobre la identificación institucional entre la so- les de producción, definidas mediante las catego-
ciedad de la información con el neoliberalismo: rías de productividad y competitividad. Las em-
el punto de intersección es la edificación de la presas transformadas (que suelen aplicar formas
sociedad de mercado. de organización del trabajo fordistas) mantienen
El documento central de esa cumbre reafirma la división entre trabajo calificado y no calificado
la Declaración de Principios de la Cumbre Mun- pero tratan de disolver al trabajador masa y sus-
dial de 1998, la cual establece que la sociedad de tituirlo por el trabajador innovador, quien está
la información –a partir del uso de los servicios identificado y asociado de diversos modos con la
de las telecomunicaciones– se sustenta en la uti- empresa
lización del desarrollo tecnológico para constituir Coexisten en las empresas diversas formas de
sociedades de mercado. Estas sociedades funcio- relación laboral: trabajo a tiempo completo, tra-
nan sobre la base de la autoapertura comercial. bajo a tiempo parcial, trabajo estable, trabajo
Los intereses del mercado son transformados en temporario, trabajo en el núcleo duro de la em-
interés público. El rol del sector público es el de presa, en red o en estrella; trabajos tercerizados
124 auxiliar al mercado y, para ello, se crea una at- en empresas subsidiarias (subcontratistas; out-
mósfera favorable a los grandes consorcios del sourcing), trabajo individual y personalizado,
área de la información y de las comunicaciones. entre otros. Estos diferentes atributos o modali-
La información sería entonces la poderosa mer- dades de trabajo pueden ser incorporados a cate-
cancía a comercializar a cambio de la energía, gorías más amplias (por ejemplo, al trabajo pre-
los recursos naturales y los bienes intensivos en cario, que suele ser temporario y con salarios in-
trabajo. feriores y es el que predomina en pequeñas y
Se han creado instituciones políticas y técni- medianas empresas).
cas específicas para hacer viable el objetivo de ¿Qué significa comenzar a luchar por la so-
identificar sociedad de mercado y sociedad de la ciedad de trabajo en mercados laborales estruc-
información, y se han configurado grandes esce- turados según estratificaciones sociotécnicas de
narios “globales” de coordinación. la fuerza laboral en la empresa, y en ramas y en
La sociedad de la información (conocimiento) sectores de actividad? Significa luchar –como ya

R EVISTA DE T RABAJO
EL PARADIGMA DE LA “SOCIEDAD DE TRABAJO”

está ocurriendo– para que las diversas catego- Para defender las opciones del trabajador a
rías de trabajadores sean tuteladas por legisla- construir su trayectoria laboral (especialmente
ciones laborales actualizadas y por la negocia- en el caso de los jóvenes) se requiere profundi-
ción colectiva. Esto significaría constituir un zar la presencia del sindicato dentro de las em-
marco que permita al sindicalismo desplegar sus presas: comités de delegados del personal, cuer-
capacidades sociopolíticas para centralizar las pos de delegados sindicales, constitución de re-
diversas tensiones laborales y utilizar la centra- presentaciones especiales del sindicato en las
lidad para combatir las decisiones unilaterales empresas, entre otras modalidades de partici-
de las empresas. La centralidad sindical debe pación. Ciertas formas de cooperación en la em-
servir para extender la afiliación de las diferen- presa, como los círculos de calidad toyotistas, no
tes categorías de trabajadores asalariados a los deben rechazarse a priori sino compatibilizar su
sindicatos. rol con criterios de solidaridad laboral y centra-
Una política laboral sustentada en el paradig- lidad sindical.
ma de la sociedad de trabajo debe tener en cuen- Las estructuras laborales y sindicales en la
ta que cada situación laboral particular presen- base –en la empresa– han sido y son fundamen-
ta siempre, en su unidad, aspectos contradicto- tales para los trabajadores. Su fortaleza depen-
rios. Un ejemplo de ello es el trabajo a tiempo derá de dos condiciones: la afiliación masiva de
parcial, que por un lado puede ser funcional a la los trabajadores a los sindicatos y la utilización
explotación de los trabajadores y trabajadoras a de las estructuras laborales: delegados en la em-
través de la intensificación de la jornada de tra- presa, comités y cuerpos de delegados, comisio-
bajo reducida pero, por otro, puede interesar a nes paritarias para el cumplimiento de los con-
los colectivos de género o a jóvenes que preten- venios colectivos de trabajo, entre otras instan-
den contar con tiempo libre. Por lo tanto, no se cias. Cabe considerar las identidades laborales y
trata de criticar en bloque esa modalidad sino de sindicales de los colectivos de trabajo, y las for-
hacerlo respecto de su aspecto reaccionario (la mas de organización y representación sindical y
explotación) protegiendo el aspecto potencialmen- laboral que responden a situaciones particulares,
te positivo que puede tener cuando es reclamado entre ellas la feminización del trabajo, el trabajo
por el trabajador o la trabajadora que necesita de jóvenes y el trabajo de los migrantes.
contar con tiempo libre para otras actividades. Las empresas transformadas se organizan en
La ingeniería de los procesos de trabajo puede torno de un nuevo tipo de clase patrimonialista y
exigir variadas formas de contratación. Luego, de gerenciamiento, productos del otro fenómeno
de lo que se trata es de impedir que la variedad de nuestra época: el capitalismo patrimonial. In-
de relaciones contractuales sirva para favorecer tegrado por los propietarios de acciones (stockhol-
la explotación de trabajadoras y trabajadores. La ders) y los gerentes, su objetivo es lograr ganan-
flexibilidad en la táctica sindical no debe afectar cias extraordinarias. Son parte de los mercados
los pisos históricos jurídico-laborales: la jornada financieros globales y de sus redes de gestión.
de ocho horas, la estabilidad, los descansos, las Las características de este nuevo tipo de pro-
vacaciones, la seguridad ocupacional, entre otros. piedad y de managenement empresarial le plan-
La empresa transformada genera objetiva- tean al movimiento sindical el desafío de anali-
mente el individualismo y la competencia profe- zar y estudiar estas nuevas formas de poder en
sional. Se trata de comportamientos que no de- las empresas.
ben ser rechazados a priori. Por el contrario, pue-
den ser canalizados y situados dentro de los va- 2.3. La empresa como comunidad de trabajo
125
lores comunes de cooperación y fraternidad pro-
pios de las clases trabajadoras. Consecuentemen- ¿Qué significa luchar por la sociedad de tra-
te, no se debería pretender suprimir artificiosa- bajo en las empresas transformadas y en las tra-
mente realidades como la personalización del tra- dicionales? Implica ubicar como prioritario el
bajo según tramos de ingresos, sino incorporar- objetivo de la participación de los trabajadores
los inteligentemente a las escalas salariales y a en la gestión de las empresas, establecer en el
los derechos laborales en los convenios colecti- ámbito empresarial la identidad de comunidad
vos. No se necesita inventar “trabajos ideales”, de trabajo y la cooperación para el buen resulta-
se debe actuar sobre las formas concretas del tra- do empresarial, y restablecer la función específi-
bajo. Para ello, lo central es poner freno al auto- ca de la renta financiera como herramienta de la
ritarismo capitalista y a la visión empresarial del buena performance económica y social de la em-
“trabajador descartable”. presa.

J ULIO - DICIEMBRE DE 2005


Desarrollo y empleo de calidad

La humanización del trabajo y la calidad de dades para organizar los mercados. Sólo la eco-
los empleos son las primeras condiciones sociola- nomía política del desarrollo –de la que es com-
borales de la llamada “responsabilidad social de ponente articulador la sociedad de mercado– pue-
las empresas”. Es importante que los trabajado- de sustentar políticamente a los Estados-nación
res perciban la empresa como experiencia de vida, promotores del desarrollo. El destino de nuestra
como comunidad de trabajo. El poder inmaterial propuesta es incierto, porque existe una crisis de
del capital se vuelve material y, por lo tanto, con- legitimidad de los Estados-nación y de los parti-
trolable por los trabajadores cuando la empresa dos políticos. La democracia está subvaluada. La
es reconocida por ellos como una institución so- economía y el poder mundial en red se constitu-
cial superior a sus componentes de clase. En toda yen como poderes inmateriales e inasibles para
comunidad hay intereses antagónicos; las empre- las sociedades frente a la virtualidad de los flu-
sas como comunidades de trabajo no excluyen sino jos globales –controlados por el capitalismo in-
que incluyen el conflicto histórico entre empre- formacional– que dan identidad al mundo tras-
sarios y trabajadores. Pero la comprensión de las cendiendo el tiempo y el espacio. Largas y duras
partes del nuevo contexto empresarial facilita la batallas esperan a las sociedades para revertir
búsqueda de soluciones a los conflictos en el marco una correlación de fuerzas desfavorable, genera-
de la legislación laboral protectora del trabajo. da por la construcción de la economía global.
El gran objetivo de la sociedad de trabajo es el La ausencia de temporalidad de la hegemo-
de servir como plataforma sociolaboral capaz de nía del capitalismo neoliberal confunde y atemo-
agrupar las fuerzas necesarias para desplazar del riza a las sociedades. Dada la creciente subordi-
centro de las decisiones políticas y económicas a nación de los Estados a los poderes de los merca-
los poderes que pretenden la consolidación del dos libres, son las comunidades y los gobiernos
capitalismo liberal a escala mundial a través del locales quienes pueden funcionar hoy como auto-
desarrollo binario. La sociedad de trabajo debe defensas y trincheras de protección frente a la
ser un gran mito movilizador. Su razón de exis- globalización capitalista. Es necesario influenciar
tencia es la posibilidad de generación de trabajo a favor de posiciones democráticas, solidarias e
para todos, noción que engloba al trabajo asala- internacionalistas a las comunidades y a los go-
riado como una de sus formas dominantes, pero biernos locales. Las propuestas de la sociedad de
no como la única. La lucha contra la exclusión trabajo constituyen una buena plataforma para
social comienza en la empresa, dotando a las re- ambos escenarios. Pero es necesario alertar que
laciones sociales de producción de atributos vin- las comunidades y gobiernos locales pueden tam-
culados con los empleos decentes y productivos. bién funcionar como trincheras defensivas final-
mente reaccionarias frente a la globalización, a
2.4. La sociedad de trabajo como componente de través de los fundamentalismos religiosos, el
la democracia política, económica y social militarismo y los nuevos fascismos de las llama-
das comunidades autónomas. Ni el neolibera-
El gran desafío para el triunfo progresivo de lismo conservador ni las versiones ultradere-
la sociedad de trabajo es concebir su configura- chistas y reaccionarias pueden resolver las de-
ción como parte de la lucha por un poder político mandas de trabajo para todos y la eliminación
que abra caminos a la instauración de democra- de la pobreza que reclama la mayoría de la hu-
cias económicas, sociales y políticas. Sólo la re- manidad.
formulación del poder político podrá garantizar El capitalismo liberal y la economía de libre
126 que la globalización basada en la sociedad infor- mercado constituyen grandes paradojas de la his-
macional se universalice de modo inclusivo. Esto toria: están cambiando el mundo pero, al mismo
demandará una gran batalla civilizatoria frente tiempo, son incapaces de garantizar la reproduc-
al capitalismo liberal, que no debe confundirse ción a escala planetaria de un atributo básico de
con el liberalismo político, ya constituido como la vida de las personas: el trabajo.
un estadio histórico civilizatorio a escala univer-
sal. La sociedad del trabajo forma parte de la 2.5. A modo de resumen: imposición o
batalla mundial por la democratización de la eco- desarticulación de la lógica binaria
nomía global.
La lucha por la sociedad de trabajo es política El capitalismo informacional opera median-
en la era de la información, y para su edificación te una lógica binaria de desarrollo-subdesarro-
progresiva requiere ser asumida como programa llo. Esta lógica adopta formas concretas a través
por los Estados-nación democráticos con capaci- de las relaciones sociotécnicas del trabajo. Esto

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EL PARADIGMA DE LA “SOCIEDAD DE TRABAJO”

significa que, en cada formación económico-social mación. Al mismo tiempo, los conceptos de eco-
–en la que coexisten, como hemos dicho, diferen- nomía informacional y empresa en red son cate-
tes modos de producción–, existen empresas y gorías fácilmente asociables con otras como el
situaciones laborales distintas que corresponden cooperativismo, el sector social de la economía,
a modos de producción diferentes y a fases de la economía solidaria, etcétera.
desarrollo propias de cada modo de producción. Por último, el nuevo mundo de la aldea global
En los países periféricos, por ejemplo, la mayoría también favorece el acercamiento del ámbito lo-
de los trabajadores se desempeña en economías cal con la globalidad sustentada en la sociedad
familiares rurales, en pequeñas y medianas em- de la información, vinculándose a formas de co-
presas formales e informales, en cooperativas (in- municación que constituyen un fenómeno social
dustriales, rurales, comerciales, de servicios, so- sin parangón en la historia.
ciales), en actividades unipersonales, entre otras La sociedad de trabajo es inviable sin modifi-
modalidades. Casi mil millones de personas tra- car los regímenes de propiedad que bloquean el
bajan como asalariadas en la industria, el comer- despliegue masivo de las capacidades sociopro-
cio y los servicios. Con la economía informacio- ductivas potenciales. Democratizar la propiedad
nal surgen nuevos puestos de trabajo –los llama- no es sinónimo de desorganización de grandes
dos trabajos del futuro: call-centers; teletraba- unidades empresariales –como lo son las empre-
jos–, pero su desarrollo todavía es incipiente. Lo sas multinacionales– sino de mejor distribución
que predomina a nivel mundial son las ocupacio- de los ingresos y las rentas, de apertura al acceso
nes o trabajos de baja productividad, los empleos a la propiedad productiva de los segmentos so-
mal remunerados y los crecientemente precari- ciales excluidos. La justa distribución del ingre-
zados, conviviendo con el desempleo masivo. so y las posibilidades de acceso a la propiedad
Diseñar la sociedad de trabajo significa recu- son herramientas clave para invertir el exceden-
perar y redefinir el concepto mismo de trabajo. te económico en el desarrollo de economías de
Dado que los yacimientos de empleo asalariado mercado integradas.
son limitados, pasa a ser prioritario lograr que La elevación global de la productividad del
los colectivos productivos tradicionales con situa- trabajo es imperiosa para resolver un problema
ciones laborales diversas se modernicen, y que de la época: el crecimiento del ciclo vital para
los trabajadores/as afectados se reciclen a través trabajar. La sociedad del trabajo busca impedir
de la alfabetización masiva, la capacitación con- que la tercera edad avance hacia el abismo o la
tinua y la protección social. Es cierto que la pro- incertidumbre, mediante el fortalecimiento de
puesta socialdemócrata de la extensión de la so- los servicios sociales y personales a trabajado-
ciedad industrial democratizada es hoy inviable. res inactivos, lo que exige la formación de fon-
Pero también lo es que, en las antiguas y nuevas dos sociales para el reclutamiento de trabajado-
formas de trabajar todavía marginales a la nue- res/as sociales.
va economía informacional, se localizan grandes El tema nos introduce en la cuestión de la eco-
yacimientos de empleos productivos. Es uno de nomía política del desarrollo: una nueva econo-
los principales desafíos civilizatorios transformar mía exige una nueva contabilidad o un nuevo
estos yacimientos en componentes dinámicos del cálculo económico. La planificación del mercado
modo de desarrollo de economías de mercado in- en la economía global requiere la reforma del tipo
tegradas. No es aceptable la estrategia de subva- de interconexión en las instituciones económicas
lorar los trabajos campesinos e informales de baja y financieras internacionales Pasar de las regu-
productividad y atenderlos piadosamente a tra- laciones comerciales unilaterales al comercio
127
vés de dispositivos asistencialistas. Se trata de mundial equilibrado, del monetarismo ortodoxo
dotar a esos puestos de trabajo de nuevos conte- a las políticas monetarias y de crédito favorables
nidos técnicos y nuevas relaciones sociales de a la inversión y las innovaciones productivas, es
producción. un imperativo civilizatorio que los propios mer-
Un requisito básico para modernizar los seg- cados terminarán por reclamar para garantizar
mentos laborales hoy confinados al subdesarro- su sustentabilidad mediante el crecimiento sos-
llo es, al mismo tiempo, un atributo privilegiado tenido de la demanda.
de la sociedad de la información: el conocimien- Quizá ésta sea la principal novedad del neo-
to. La demanda de conocimiento, que en gran keynesianismo: los mercados terminarán por re-
medida se materializa en la necesidad de los sis- clamar nuevas formas de planificación. La socie-
temas de capacitación continua, se inscribe en el dad de trabajo es una construcción teórica aso-
imaginario colectivo de la sociedad de la infor- ciada con el concepto dinámico de planificación

J ULIO - DICIEMBRE DE 2005


Desarrollo y empleo de calidad

económica, hoy temporalmente estigmatizado por la política y el mundo del trabajo. Es en el inte-
la economía neoclásica. rior del mundo del trabajo donde adoptan formas
La batalla por la sociedad de trabajo requiere concretas, materiales y sociales, los progresos tec-
una política informacional. Es imposible redirec- nológicos que, a través de Estados y gobiernos
cionar la globalización si el proceso revoluciona- democráticos, pueden adquirir direccionalidad
rio de la sociedad de la información –que ha trans- progresista y asociarse con valores democráticos,
formado, entre tantas cosas, nuestro modo de en detrimento de riesgos neofascistas.
pensar, de producir, de consumir y de vivir– es La oposición sociedad de trabajo versus socie-
capitalizado por medios controlados por el popu- dad de mercado es local, nacional y mundial. Las
lismo mediático. Ubicar a la sociedad de trabajo estructuras donde compiten ambos modelos son
como elemento articulador prioritario de la eco- las redes globales virtuales, en las que se proce-
nomía informacional permitirá retomar la inicia- san las experiencias, los saberes y las pugnas por
tiva política para derrotar, en el campo de las el control político. El escenario común es la so-
ideas y los símbolos, a la versión reaccionaria de ciedad de la información. El soporte tecnológico
la economía informacional. sobre el cual se organiza la sociedad de la infor-
mación es la articulación de la nueva lógica en-
3. Funcionamiento del paradigma en las tre la economía y las comunicaciones. En 1995,
formaciones económico-sociales dieciséis mil millones de personas se conectaban
en redes de internet; en 2005 serán mil millones,
3.1. La economía informacional como motor del y en 2010 tal vez alcancen los dos mil millones.
progreso Así, casi un tercio de la humanidad se constituye
en la base social de la hegemonía político-cultu-
La economía informacional, por sus potencia- ral de la sociedad de la información.
lidades para configurar la economía mundial, se No será posible dotar de racionalidad a la eco-
ha adueñado legítimamente del mito moviliza- nomía informacional sin organizar sindicalmen-
dor del progreso. Hoy, el capitalismo global se ha te a una gran parte de quienes están conectados,
posesionado de los destinos de la ciencia y la tec- que son también asalariados del conocimiento.
nología al orientarlas –bajo la hegemonía neocon- Sin embargo, ésa es la primera condición para
servadora– exclusivamente hacia la creación del plantear, con herramientas efectivas, la lucha
valor económico. Los vectores económicos, en con- contra la revolución conservadora desde el inte-
textos de Estados subsidiarios de los mercados, rior de la economía informacional. Se trata de
se desvinculan de la economía política de desa- impedir que internet (instrumento vital para la
rrollo y con ello, de las consideraciones éticas, producción, la seguridad y las comunicaciones
sociales y de políticas públicas. mundiales) esté cada vez más expuesta a ser di-
Para recuperar el control sobre los vectores reccionada por los lobbies de proveedores, por
de la ciencia y la tecnología –y lograr su utiliza- grupos internacionales que controlan los medios,
ción a favor de la humanidad– se requiere dete- por grandes corporaciones. El control de internet
ner el desmantelamiento del Estado. Este des- debería estar a cargo de entidades interguberna-
mantelamiento, acompañado por ideas justifica- mentales dentro de un esquema democrático de
torias, orienta a países y regiones a abandonar reestructuración de la ONU.
sus funciones de organizadores de los mercados No es posible prescindir de las redes si se pre-
para asumir, cada vez más, el carácter de Esta- tende influir en el orden mundial. Los Estados,
128 dos policiales-represores. Por lo dicho, es funda- los partidos democráticos, los sindicatos y las
mental concientizar a las sociedades respecto de ONG progresistas deberían movilizarse para es-
que las políticas públicas económicas, laborales tablecer trincheras capaces de contradecir el di-
y sociales son estructuras y herramientas del seño actual de las redes de la información. Los
Estado organizador para preservar la democra- sindicatos deben comenzar a representar a los
cia, para organizar los mercados y para promo- trabajadores de las redes, quienes mayormente
ver el bienestar popular. Estas condiciones son trabajan bajo modalidades de contratación pre-
también fundamentales para asegurar la perfor- carias. Se trata de ubicar esta estrategia dentro
mance de las empresas y fomentar sus funciones de la perspectiva sociopolítica del desarrollo de
sociales. instituciones constituidas para asegurar los de-
Constituir una nueva hegemonía sociopolíti- rechos de los ciudadanos a ser el sustento arti-
ca que restablezca la legitimidad del Estado sólo culador consciente de una nueva ciudadanía di-
será posible a través de un nuevo vínculo entre gital.

R EVISTA DE T RABAJO
EL PARADIGMA DE LA “SOCIEDAD DE TRABAJO”

El Estado recuperará sus capacidades –y los den a diferentes fases tecnológicas y de organi-
partidos políticos progresistas y de izquierda vol- zación del trabajo. Un denominador común de
verán a ser representativos– si en sus agendas las necesidades de los colectivos de trabajo resi-
ubican, como motor del progreso social, a una de en que los contenidos del trabajo asalariado
sociedad de la información basada en la partici- hoy otorgan más importancia a la participación
pación política de los ciudadanos/as según prác- de los trabajadores, colectiva o individualmen-
ticas democráticas. Caso contrario, el “malestar te, en el desarrollo y la aplicación de innovacio-
posmoderno” será funcional al “asalto a la razón” nes productivas, las cuales determinan la rede-
(por derecha), que se incuba en el capitalismo li- finición de los contenidos del trabajo en su rela-
beral global. ción con los procesos y productos flexibles. Au-
menta la importancia de la capacitación conti-
3.2. La sociedad de trabajo como componente de nua y, con ella, la indispensabilidad para la
la economía política empresa de la fuerza laboral capacitada. La in-
dispensabilidad se vuelve así un recurso políti-
En la construcción de la sociedad del trabajo co-jurídico del sindicato para exigir la estabili-
concurren y se ensamblan varias categorías teó- dad laboral en todo tipo de empresas.
ricas que, a su vez, incluyen conocimientos y sa- En la empresa estrella, como hemos dicho,
beres sociales y técnicos. El trabajo, como valor coexisten un núcleo duro de trabajadores califi-
abstracto universal y como valor concreto, se rea- cados y trabajadores no calificados localizables
liza a través de las prácticas de profesiones y ca- tanto en las empresas madre como en las subsi-
tegorías laborales y constituye la sustancia sim- diarias. Rigen simultáneamente diversas formas
bólica y material de la “sociedad de trabajo”. de contratación, por lo que un desafío político-
El trabajo de calidad para todos es una pode- laboral inherente a la constitución de sociedades
rosa utopía movilizadora de la humanidad, en- de trabajo consiste en alcanzar una legislación
tendiendo por utopía una teoría todavía no reali- del trabajo unificada, que garantice a los traba-
zada en la historia. La sociedad de trabajo es un jadores la vigencia del trípode estabilidad labo-
proceso que ha llevado siglos de construcción, no ral/remuneraciones/condiciones de trabajo acep-
pocas veces mediante los mitos movilizadores de tables. La productividad del trabajo es fundamen-
las utopías. tal para la buena performance de las empresas,
Como hemos destacado, en la categoría gené- pero siempre debe ser medida en el marco de la
rica de sociedad de trabajo concurren nociones productividad total de los factores.
teóricas, conocimientos, saberes e instituciones. Las negociaciones colectivas son herramien-
Si bien se corresponden con diferentes universos tas fundamentales para construir gradualmente
sociotécnicos, éstos pueden ser agrupados y fun- pisos aceptables de estabilidad, de remuneracio-
damentar los modos de desarrollo sustentable nes, de condiciones de trabajo y de productividad
dentro la categoría de economía de mercado. en la economía global, según patrones de la so-
ciedad de trabajo. La participación de los traba-
3.3. La sociedad de trabajo en las empresas jadores en la planificación estratégica de la em-
transformadas presa es central. Sólo aquel sindicato que tenga
presencia en las empresas (comités, cuerpos de
En el universo de empresas transformadas delegados, delegaciones del sindicato) puede ga-
se agrupan las relaciones de producción y dis- rantizar la participación de los trabajadores y su
tribución propias de la economía y la sociedad identificación con la empresa. Empresa no es lo
129
de la información. Pero también se ensamblan mismo que empresario. Empresa es algo más que
relaciones laborales heredadas de la segunda re- empresario y que trabajador. Empresa debe ser
volución industrial y de la sociedad industrial. una comunidad de trabajo.
Se observa que las categorías ocupacionales en Entonces, ¿qué significa construir sociedad de
los colectivos asalariados de la empresa toyotis- trabajo en la empresa? Significa que es necesa-
ta y en la fordista se van acercando en sus perfi- rio dotar a cada categoría ocupacional de los atri-
les laborales. La empresa transformada suele butos mencionados del trabajo decente y produc-
funcionar como un mix organizacional de am- tivo. Esos atributos son reglamentados por nor-
bos tipos de empresas. La sociedad de trabajo mas laborales en sus formas abstracta y concre-
debería operar como gran matriz que agrupa y ta, pero sólo adquieren sentido político cuando
satisface las necesidades propias de los colecti- cada trabajador percibe que forma parte del di-
vos de trabajo en economías que se correspon- seño de la sociedad del trabajo. El trabajo decen-

J ULIO - DICIEMBRE DE 2005


Desarrollo y empleo de calidad

te, en su acepción plena, debe ser trabajo asala- nes técnicas y sociales de producción. Las rela-
riado sindicalizado. ciones técnicas comúnmente hacen referencia a
bajos niveles de productividad. Las relaciones
3.4. La sociedad de trabajo en las formaciones sociales se refieren a los sistemas que se organi-
económico-sociales zan sobre la base de relaciones familiares (eco-
nomías familiares), de contratos laborales no es-
En ningún país existe el modo de producción critos (acuerdos de remuneración monetarios, en
capitalista en su forma pura; existen formacio- especie, mixtos, entre otros), entre el pequeño
nes económico-sociales. Quizá sólo Estados Uni- propietario del stock comercial y los trabajado-
dos se aproxima, por su historia farmer y protes- res eventuales. Lo característico de estas rela-
tante, al ideal de capitalismo puro. Por el contra- ciones sociales es la baja densidad de la acumu-
rio, en la mayoría de los países periféricos las lación de capital y de ahorro, la escasa o inexis-
redes del capital suelen incorporar y utilizar for- tente tecnificación de los procesos de trabajo y la
mas de trabajo preindustriales, entre las que se baja calificación profesional de los actores.
destacan las provenientes de economías campe- Si se observan con atención las prácticas so-
sinas individuales, las actividades artesanales, ciotécnicas de los campesinos precapitalistas y
las manufactureras simples, el comercio de de- los trabajadores del sector informal urbano, se
tail. Este universo de actividades de baja produc- verifica que existe una gran potencialidad en el
tividad presenta un signo común: son activida- desarrollo de sus capacidades productivas indi-
des primarias, secundarias y terciarias en las que viduales, familiares o dentro de las instituciones
todavía no se ha producido una diferenciación colectivas: las cooperativas de comercialización
estructural entre las relaciones sociales y técni- y servicios, los círculos sociales municipales, la
cas del capitalismo moderno y aquellas que man- escuela, entre otros ámbitos. Todos los procesos
tienen fuertes rasgos precapitalistas. de trabajo en las áreas económico-sociales preca-
El universo de la pobreza en gran medida se pitalistas se realizan dentro de civilizaciones y
corresponde con los trabajos de baja productivi- culturas ancestrales que funcionan como provee-
dad informales y campesinos y con sus familias, doras de símbolos y valores de identidad colecti-
que suman tres millones de personas, casi el 50% va. Esas civilizaciones y culturas deben ser res-
de la población mundial. En este universo de po- petadas y protegidas en el marco del gran para-
breza, y también de exclusión social, se localizan guas civilizatorio de los nuevos modos de desa-
frecuentemente las peores formas de explotación rrollo orientados según el patrón de la economía
del trabajo infantil, subsisten bolsones de mano informacional.
de obra esclava y permanece el atraso cultural. La vía para liberar y modernizar los gigan-
Si no se liberan las fuerzas productivas exis- tescos yacimientos de trabajo precapitalistas
tentes dentro de ese universo de pobreza y exclu- plantea la necesidad política de suprimir las re-
sión, será imposible que sus trabajadores pue- laciones sociales de propiedad y de poder arcai-
dan incorporarse a la productividad y al consu- cas, que sostienen la pobreza y la exclusión: las
mo masivo. rentas precapitalistas del suelo rural y urbano,
¿Qué significa construir progresivamente so- los monopolios de comercialización y crédito, las
ciedades de trabajo en ese universo de excluidos relaciones de trabajo basadas en formas varia-
en el que suelen coexistir la economía individual das de servidumbre y en la esclavitud, el bloqueo
y fuertes identidades comunitarias? En gran es- a la capacitación y la educación básica y técnica,
130 cala, sólo existe un camino: potenciar las capaci- la inaccesibilidad a los servicios de salud y segu-
dades productivas individuales. El objetivo prin- ridad social, entre otras.
cipal no puede ser el cooperativismo, aunque éste No es posible pretender saltar etapas históri-
sea indispensable en ciertas condiciones para fo- cas teniendo como meta el comunitarismo popu-
mentar el desarrollo económico y social. El cami- lista, o el disciplinamiento burocrático del colec-
no es la promoción de la pequeña empresa fami- tivismo forzado del llamado socialismo real. La
liar productiva, incorporada progresivamente a historia contemporánea –y también la previa–
los mercados locales e internacionales mediante muestra experiencias populistas conservadoras o
el uso de las tecnologías de la información y bajo estadocráticas que han fracasado en sus intentos
la protección y el fomento de los Estados organi- por congelar o saltar etapas históricas. Vale la
zadores de los mercados. pena recordar el fracaso de las utopías milena-
En el universo de los trabajadores de las eco- ristas agrarias en nuestra región, y comparar esos
nomías precapitalistas existen diversas relacio- fracasos con la actual y colosal transformación

R EVISTA DE T RABAJO
EL PARADIGMA DE LA “SOCIEDAD DE TRABAJO”

agraria en China iniciada a fines del siglo pasa- sas eran las mejores herramientas para fortale-
do, cuando se abandona el régimen de comunas cer las economías capitalistas resultó en su mo-
populares y más de ochocientos millones de fa- mento acertado. Hoy, la sociedad de trabajo es
milias campesinas pasan a trabajar en unidades una propuesta políticamente correcta porque re-
productivas familiares independientes, coordina- estructura y centraliza técnicamente diversas
das en su base por los municipios. formas de trabajar dentro un paradigma socio-
Para las diversas categorías laborales no ca- productivo dinámico y nuevo.
pitalistas, la sociedad de trabajo significa susti- Es importante recuperar conceptualmente una
tuir las relaciones de producción y de poder atra- categoría que hemos utilizado en este artículo:
sadas e injustas por relaciones de producción la formación económico-social. Efectivamente,
basadas en diversas formas de trabajo cuyo nú- en cada época histórica un modo de producción
cleo duro son las economías y los emprendimien- es dominante y, a ese modo de producción le co-
tos familiares productivos dentro de economías rresponden roles laborales y formas de trabajar
de mercado. En la era de la economía informa- específicas. Pero el modo de producción dominan-
cional, de las redes y los flujos, existen los recur- te no existe en forma pura. Por el contrario, su-
sos técnicos y culturales para acelerar la libera- bordinados a él coexisten otros modos que fueron
ción de todas las formas de trabajo precapitalis- anteriormente dominantes y ahora subsistentes
ta y transformarlas en formas de trabajo indivi- de otras formaciones económico-sociales. La arti-
duales, familiares y asociadas para la realización culación entre modos de producción distintos de-
de formas diversas de trabajos decentes y pro- termina que, en cada formación económico-social,
ductivos. Se trata de un proceso histórico de lar- existan variadas formas de trabajo y de relacio-
ga duración y desarrollo desigual, articulado en- nes laborales. En la actualidad el modo de pro-
tre comunidades, naciones y regiones en el mar- ducción dominante es el capitalista, en pleno pro-
co de una economía política de desarrollo. ceso de transformación de capitalismo industrial
a capitalismo informacional. Este proceso de
3.5. La sociedad de trabajo como sustento y la transformación también incluye la imbricación de
política como transformación diferentes modos de desarrollo del capital.
El modo de producción capitalista es todavía
No es posible pensar que una sociedad de tra- –y lo será por un largo período– dominante. El
bajo pueda constituirse en la economía global si capital se ha vuelto, a su manera, global. El capi-
carece de soportes políticos en los Estados-nación, talismo es un modo de producción con capacida-
o en comunidades políticas supranacionales que des para autorrevolucionarse periódicamente y
aseguren la utilización racional del excedente para originar desconcierto y confusión entre sus
económico que garantice el desarrollo. No es po- adversarios sociales e intelectuales.
sible imaginar una sociedad de trabajo pensada Actualmente estamos viviendo una nueva
fuera del cálculo macroeconómico. No es viable autorrevolución del capital: está naciendo la so-
el desarrollo sustentable si están ausentes las ciedad de la información. Pero –como ya hemos
políticas públicas y los consensos para promover dicho– el modo de desarrollo capitalista informa-
la autonomía y la autoorganización de la socie- cional se realiza como relación binaria entre po-
dad civil. los de desarrollo y de subdesarrollo, generando
La sociedad de trabajo no es una utopía. Sus en este último pobreza y desempleo masivos. El
perfiles surgen espontáneamente de una época modo de desarrollo del capitalismo liberal inclu-
que tiene la necesidad de redefinir los conteni- ye formas de exclusión social, desempleo, preca-
131
dos de las distintas formas de trabajo. Pero para riedad laboral y autoritarismo empresarial en su
demostrar su viabilidad se requiere emprender propio núcleo dinámico: los países del G7. Pero,
la lucha por demostrar que constituye un “para- estratégicamente hablando, lo nuevo no es sólo
digma científico” verificable. Es decir, deberá re- la autorrevolución del capital sino que –posible-
correr el mismo camino que tuvieron que empren- mente por un largo período histórico– ha triun-
der los sindicatos durante el siglo XIX para de- fado la economía de mercado a escala mundial.
mostrar que, reduciendo las horas de trabajo de Este último aspecto es históricamente positivo.
los trabajadores/as, se estimulaba el uso del re- El mercado es una institución preexistente al
curso de las inversiones tecnológicas para abara- capital, y en su larga construcción histórica arras-
tar costos. Debemos recordar también que el ca- tra prácticas sociales que han convertido las re-
mino recorrido por el keynesianismo para demos- laciones de intercambio de bienes en una forma
trar que el ahorro popular y el consumo de ma- universal de progreso social. El mercado ha cor-

J ULIO - DICIEMBRE DE 2005


Desarrollo y empleo de calidad

tado en forma transversal todas las formaciones dadanas –según intereses sociales diferenciados
económicas preexistentes al capital. El comercio y mundos ideológicos plurales– en las institucio-
mundial ha sido un gran puente de comunica- nes políticas de la democracia.
ción entre civilizaciones y comunidades a lo lar- Dos tercios de la humanidad dicen sentirse
go de la historia de la humanidad. identificados más con los beneficios del desarro-
El mercado es una categoría económica uni- llo económico que con los valores morales e inte-
versal mientras que el capitalismo es sólo la for- lectuales de la democracia. A esos dos tercios, la
ma conocida y hasta ahora más desarrollada de democracia les resulta algo ajeno o lejano. Es la
realización del valor del trabajo. economía política del desarrollo la que debe ser
¿Cómo debe pensarse entonces la relación en- reinstalada para proteger la democracia políti-
tre las sociedades de trabajo y los mercados? Como ca, la cual se fortalece con el desarrollo sustenta-
sociedades capaces de construir mercados cuyas ble, con empleos productivos y con el crecimiento
matrices de acumulación y distribución sean fun- de la demanda.
cionales a la necesidad de expansión de los traba- La economía política, al promover el bienes-
jos productivos, según políticas de planificación tar, apuntala la legitimidad del concepto de go-
democrática acordadas entre los agentes económi- bernabilidad democrática. Desde esta conceptua-
cos y el Estado, y aplicables a un espacio no sólo lización se comprende mejor por qué las socieda-
nacional sino también regional y mundial. des de trabajo son parte constitutiva de la econo-
La sociedad de trabajo no es una utopía. Es mía política. Son las sociedades las que, a través
una construcción social que recobra la centrali- de sus prácticas, organizan las tramas de rela-
dad igualitaria y humanista del trabajo. Consti- ciones entre instituciones económicas, sociales y
tuye una categoría política, porque es en sus ar- políticas capacitadas para orientar y servir de
ticulaciones donde puede asentarse la democra- herramienta a los modos de desarrollo democrá-
cia motivando a participar a los ciudadanos y ciu- ticos.

132

R EVISTA DE T RABAJO
CAPÍTULO 6

DESESTANDARIZACION DEL TRABAJO PRODUCTIVO:


EL FUTURO DE LA FORMACIÓN Y DE LA OCUPACIÓN

La importancia adquirida por el trabajo en la sociedad industrial no tie-


ne parangón en la historia. En las ciudades-estado de la antigua Grecia, los
esclavos realizaban el trabajo necesario para la existencia y que alcanzaba
a satisfacer, de manera siempre idéntica, las necesidades cotidianas sin que
comportara ulteriores consecuencias relativas a la seguridad de la vida. Los
ciudadanos libres se dedicaban a tareas políticas y a la creación cultural.
También en la Edad Media, cuando el trabajo aún era de carácter manual,
la división del trabajo tenía un sentido distinto. La aristocracia consideraba
el trabajo indigno; era propio de las clases inferiores. Los signos más claros
del mundo que irrumpía aparecieron cuando el vastago de una casa conside-
rada noble decidió adoptar una «profesión burguesa»: tuvo que descender
a las bajezas de la medicina o de la jurisprudencia. Si en esa época se hu-
biera declarado lo que durante los últimos años se ha pronosticado sobre la
disminución o incluso desaparición del trabajo productivo, no se habría com-
prendido el mensaje ni la preocupación.
La importancia del trabajo productivo para la vida de los hombres en la
sociedad industrial no radica, o por lo menos no esencialmente, en el trabajo
considerado en sí mismo. Tiene que ver, en primer lugar, con el hecho de que
la aportación de fuerza de trabajo es la base para la supervivencia y a su vez
para un tipo de vida individualizada. Pero esto sólo explica una parte de la
alarma desencadenada por el anuncio de la desaparición de la sociedad del
trabajo. El trabajo productivo y la profesión, en la época industrial, se han
convertido en el eje de la existencia. Junto con la familia, constituye el sistema
de coordenadas bipolar en que queda encuadrada la existencia en esta época.
Podemos dar un ejemplo claro de esto refiriéndonos a un período de la vida
típicamente ideal en un mundo industrial intacto. Ya en la infancia, cuando
aún se encuentra totalmente vinculado a la familia, el adolescente experi-
menta la profesión de su padre como clave de comprensión del mundo. Más
tarde, la formación, a lo largo de todas sus etapas, queda referida a cuanto
queda «más allá» de la profesión. Llegar a ser adulto está totalmente orienta-
do por el trabajo productivo, y no sólo en razón de la exigencia temporal del
propio trabajo sino también por su proyección o planificación anterior, pos-
terior o al margen del tiempo. Incluso la «vejez» se define por la carencia pro-
176 INDIVIDUALIZACIÓN DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

fesional; comienza en el momento en que los hombres abandonan el mundo


de la profesión, con independencia de si se sienten viejos o no.
Quizá no hay aspecto en el que quede más clara la importancia del tra-
bajo productivo para la vida de los hombres en el mundo industrial que la
situación que se produce cuando dos personas que no se conocen pregun-
tan: «¿Quién es usted?». La respuesta no se da en términos de las propias
aficiones, colombófilo, ni de pertenencia a una religión, católico, ni según
ideales de belleza, soy una persona pelirroja o rechoncha; se considera lo más
obvio responder refiriéndose a la profesión: técnico especialista de la Sie-
mens. Cuando sabemos la profesión de alguien creemos conocer/e (o la). La
profesión sirve como medio de identificación y gracias a ella valoramos en
los hombres, si es que la «tienen», sus personales necesidades y las capaci-
dades atribuibles por su posición económica o social. Por extraño que sea
identificar la persona con la profesión que tenga, en la sociedad en que la
vida pende de los hilos de la profesión, ésta proporciona realmente algunas
informaciones básicas: renta, estatus, aptitudes lingüísticas, intereses pro-
bables, relaciones sociales, etc.'
Helmut Schelsky, a mediados de la década de los años sesenta, aún ha-
blaba, en este sentido, acerca de que la familia y la profesión eran los dos
grandes ámbitos de seguridad que conservaban los hombres en la época
moderna. Proporcionan «estabilidad interna» a la existencia. La profesión fa-
cilita el acceso individual a verdaderas relaciones sociales. Incluso quizá se
pueda decir que quien «posee profesión» accede a ser «configurador del mun-
do» en pequeño, a través del ojo de la aguja de su puesto de trabajo. En todo
caso, la profesión (como la familia, por otra parte) garantiza experiencias
sociales básicas. La profesión es una situación que permite participar de la
realidad social de un modo directo, por así decirlo.^
Prescindiendo de si esa imagen resulta adecuada a la situación de la dé-
cada de los sesenta, actualmente y en la perspectiva del futuro probable ya
no corresponde a muchos ámbitos de ocupación. Al igual que la familia, la
profesión ha perdido sus funciones de garantía y protección anteriores. Los
hombres, al perder la profesión, pierden la columna vertebral propia de las
formas de vida originadas por la época industrial. Los problemas y las ven-
tajas del trabajo productivo impregnan toda la sociedad. La sociedad in-
dustrial es también, de una parte a otra, una sociedad de trabajo productivo,
fuera del trabajo, en el esquema de vida, en las alegrías y penas, por su no-
ción de rendimiento, por su justificación de la desigualdad, por su derecho
social, por su equilibrio del poder, por su política y cultura. Si es que nos ha-
llamos ante un cambio del sistema del trabajo productivo, entonces nos en-
frentamos a un cambio de sociedad.

1. Véase al respecto U. Beck y M. Brater, H.-J., Daheim: Soziologie der Arbeit uiid der Benife,
Reinbek, 1980.
2. «La continuidad de vida y de profesión se encuentran estrechamente relacionadas hoy,
para nosotros; estamos dispuestos a cambiar más fácilmente de medio social y geográfico.
Hoy es posible cambiar de residencia, de país y de sociedad con gran facilidad sin sentirse
"desarraigado", si las propias posibilidades profesionales pueden mantenerse en el cambio»
(H. Schelsky, 1972, pág. 32).
DESESTANDARIZACIÓN DEL TRABAJO PRODUCTIVO 177

6.1. DEL SISTEMA DE PLENO EMPLEO AL SISTEMA DE SUBEMPLEO FLEXIBLE Y PLURAL

El tema del paro forzoso en los países industrializados de Occidente,


continúa discutiéndose con criterios y categorías anticuados. Todavía im-
pera la esperanza, en casi todos los ámbitos políticos y económicos, de que,
a raíz de una recuperación de la economía durante la década de los noven-
ta, se recuperará de pronto el pleno empleo. Sistemáticamente se deja de
ponderar, tanto teórica como políticamente, la posibilidad de que nos en-
contremos ante el inicio de un proceso de racionalización antiindustrial, en el
curso del cual los principios del sistema ocupacional actual queden elimi-
nados, y no sólo se trate de reestructurarlos profesionalmente.
En cambio, los expertos coinciden en un punto, en todas las controver-
sias: incluso con una tasa anual de crecimiento económico comprendida en-
tre el 2 y el 4%, no será posible reducir el paro por debajo del límite de los
dos millones, antes de la década de los noventa. Sólo entonces, para las gene-
raciones procedentes de una natalidad baja, puede caer en picado la hasta
entonces creciente «población potencialmente activa», de modo que el pro-
blema de los puestos de trabajo disminuiría en relación con el inicio de la dé-
cada de los años ochenta. En ese juego de cifras quedan muchas incógnitas:
por ejemplo, la participación creciente en el empleo de las mujeres, o en qué
medida podrán compensarse los empleos destruidos por la creciente incor-
poración de tecnologías de la información y de robots de producción (el cálcu-
lo oscila entre 1 y 2 e incluso entre 1 y 6); finalmente, hasta qué punto esos
cálculos actuales no han expirado en el tiempo al que se encuentran estre-
chamente ligados, pues en lo esencial estudian el volumen de los empleos a
tiempo pleno y, en cambio, globalmente los empleos a tiempo pleno se re-
convierten en empleos a tiempo parcial del tipo más variado.
Las inseguridades de ese tipo de cálculos no deben inducir a engaño
acerca de su gran alcance político. Pues esa valoración del proceso augura
todavía un largo período de estrecheces hasta bien entrada la década de los
años noventa; y sólo tras esos años «duros» cabe esperar otros «abundan-
tes» para el mercado de trabajo, con la consecuencia decisiva de que, así, se
está defendiendo una inhibición política de hibernación (directa o indirecta-
mente). Según esa versión de abandono político, sólo se trata de adoptar
«medidas transitorias» a fin de dulcificar la situación para las «generacio-
nes intermedias afectadas». Y por lo que respecta al curso de políticas eco-
nómicas, laborales y educativas, no sólo no es necesario experimentar sino
que incluso es contraproducente.
Esa interpretación que se ha afianzado no sólo científica sino también
políticamente durante los últimos años casa y coincide con una premisa
que aquí hemos de poner en duda sistemáticamente: la continuidad del sis-
tema ocupacional actual y sus puntos de apoyo (ocupación, trabajo, profe-
sión, etc). Se prescinde de que las fases de modernización en tecnología de
la información, así como en el ámbito social y jurídico conlleven, por así de-
cirlo, una especie de cambio constitucional del sistema ocupacional. La po-
sibilidad de un cambio de sistema del trabajo remunerado será objeto de re-
flexión a continuación. A mi modo de ver —de acuerdo con el viejo y buen
178 INDIVIDUALIZACIÓN DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

Popper—, si una alternativa teórica admite en general una contrastación


empírica, entonces también es posible la tesis contraria. A continuación se
expone, pues, un conjunto de hipótesis —ni más ni menos— cuya contras-
tación empírica y discusión crítica están por ver, pero cuya función central
consiste en romper el monismo teórico predominante (de tan amplias con-
secuencias políticas) del pensamiento de la continuidad, así como en facili-
tar una prueba empírica de ambas perspectivas en el futuro, al provocar la
contraposición entre continuidad y cesura del desarrollo de la ocupación.
En este sentido, en primer lugar ha de explicarse qué se entiende por «cambio
de sistema» del trabajo remunerado (véase al respecto el capítulo 8). Luego
habrá que aclarar en concreto con qué medios, cómo y con cuáles consecuen-
cias puede realizarse e impulsarse ese cambio de sistema, cuáles son los obs-
táculos que se le interponen, cuáles los riesgos que provoca, etc.
Al extrapolar el desarrollo del paro hasta el año 2000, así como al plani-
ficar la formación y profesiones, la mentalidad y la práctica políticas pre-
suponen constante el actual sistema ocupacional en sus características, se-
gún antes ya hemos dicho. A continuación analizamos esos supuestos, que
precisamente resultan cuestionables en las actuales fases de modernización
y racionalización.
El sistema de trabajo, surgido durante el siglo pasado a partir de duros
conflictos y crisis sociales y políticas, se funda en progresivas estandariza-
ciones de todos los aspectos esenciales: del contrato de trabajo, del lugar del
trabajo y del tiempo de trabajo. La aportación de trabajo comporta, en con-
diciones normales, contratos tipificados que se negocian temporalmente
para el conjunto de ramas y grupos laborales, por lo que respecta a tarifas
y condiciones marco. Ha llegado a ser evidente para nosotros que el traba-
jo se realiza en forma concentrada localmente y en (grandes) organizacio-
nes laborales. También se da por supuesta (hasta finales de la década de los
años setenta), en el sistema laboral como medida temporal de la organiza-
ción —prescindiendo de algunas excepciones—, la norma unitaria «del em-
pleo pleno de por vida» para la planificación e incorporación de la fuerza de
trabajo en la fábrica, así como en el contexto biográfico. Ese sistema per-
mite —en principio— trazar claras fronteras entre trabajo y falta de traba-
jo, que pueden establecerse temporal y espacialmente, pero que también
expresan divisiones sociales y jurídicas entre desempleo y ocupación. Ese
sistema estandarizado de pleno empleo empieza a debilitarse y a tambalear-
se a partir de las fases sucesivas de racionalización que flexibilizan tres pi-
lares: derecho laboral, la localización del trabajo y el horario laboral. Con
ello, las fronteras entre trabajo y desocupación se hacen fluidas. Se generali-
zan formas plurales, flexibles, de subempleo. Incluso en el último rincón
social se hace patente que la norma del pleno empleo para toda la vida está
siendo sustituida por múltiples formas de flexibilizaciones del tiempo labo-
ral. Menos sabido es que esto podría regir, en un futuro próximo, también
para el caso de la concentración espacial y también para la «estructura labo-
ral» del trabajo. La relación cooperativa del trabajo puede conseguirse ya
actualmente, por lo menos en ámbitos parciales, electrónicamente (admi-
nistración, oficinas técnicas de dirección de empresas, servicios); de ese
DESESTANDARIZACIÓN DEL TRABAJO PRODUCTIVO 179

modo se descentraliza y puede decirse que se organiza «en localización di-


fusa», «con independencia local». Esa desconcentración espacial del em-
pleo puede tener lugar de muchas formas: desde la dispersión de la presencia
personal mediante nuevas redes distribuidas en secciones y equipos, hasta
el traslado de funciones parciales al trabajo a domicilio, total o parcialmen-
te electrónico. Pero ¡as consecuencias son siempre idénticas. La relación
entre procesos de producción y trabajo social se deslocaliza; la evidencia
de que la cooperación directa significa «trabajar conjuntamente en un lu-
gar» queda alterada. Y así el sistema ocupacional varía su aspecto de ma-
nera esencial. En lugar de la configuración ocupacional del trabajo, desarro-
llado en grandes edificios y fábricas, aparece una organización de la
ocupación invisible. Indicios observables de ese tipo de transición del viejo
al nuevo sistema ocupacional se dan en el paulatino abandono de los gran-
des edificios de trabajo, que cada vez más parecen recordar una época pa-
sada, como dinosaurios de la época industrial. Finalmente, con ello no ocu-
rre nada radicalmente nuevo. Se trata de transferir «sólo» la invisibilidad
del entramado del capital al plano de la organización laboral, con ventajas
por lo demás similares a las posibilidades propias de las redes y organiza-
ciones ocultas que aquí se aplican al ámbito de la dirección del trabajo.
Evidentemente, esa flexibilización espacial y temporal del trabajo no se
produce del mismo modo en todos los campos del sistema ocupacional.
Hay que suponer que la diversificación del tiempo y de la localización del
trabajo se producen de forma independiente. Además, hoy aún no se alcan-
za a ver en qué casos se trata de algo definitivo o circunstancial, dependien-
do de límites políticos; a qué funciones (y, por tanto, profesiones, ramas y
secciones) afecta. Pero lo que sí ya es posible decir es que la flexibilización
del tiempo laboral y la transformación de los empleos a tiempo pleno en
temporales de lo más diverso no puede ocurrir de manera neutral en rela-
ción al salario. Esto significa que, junto con la división del tiempo laboral
(litil para la generalización del 5M¿)empleo y para la explotación del desem-
pleo y no para el objetivo de un pleno empleo), tiene lugar una redistri-
bución de ganancias, de la seguridad social, de las oportunidades de pro-
moción y de la posición en la empresa en el sentido descendente, de pérdida
colectiva (de forma transversal a las diferenciaciones de jerarquía, de pro-
fesión y de especialidad). En este aspecto, la política de tiempo laboral es
siempre una política de reconversión que crea nuevas incertidumbres socia-
les y desigualdades. En esto se basa, está claro, la oposición de los sindica-
tos así como los activos avances de muchas empresas, durante los últimos
años. Esto tiene plena vigencia también para el caso en el que las formas
flexibles de subempleo presentan interés creciente para mujeres y hombres
(especialmente jóvenes); incluso a veces se reivindica a fin de compatibili-
zar mejor el trabajo laboral y el familiar, el trabajo y la vida. Según más ade-
lante explicaremos, es posible combinar las ganancias autónomas de los
trabajadores con una privatización de los riesgos de salud y psíquicos del tra-
bajo, gracias a la deslocalización del trabajo remunerado. Las normas sobre
seguridad en el trabajo quedan al margen del contrato público en las for-
mas de trabajo descentralizado, y los costes de su transgresión o manteni-
180 INDIVIDUALIZACIÓN DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

miento corren a cargo de los trabajadores (del mismo modo que las em-
presas se ahorran así los costes de la organización central del trabajo, des-
de los costes del edificio hasta el mantenimiento de la maquinaria elec-
trónica).
Si consideramos conjuntamente las consecuencias de la estandariza-
ción del tiempo y del espacio, podemos decir que se da el paso de un sis-
tema, propio de la sociedad industrial, del trabajo unificado, organizado
fabrilmente a lo largo de toda la vida, cuya alternativa radical es el desem-
pleo, a un sistema lleno de riesgos de subempleo más flexible, plural y des-
centralizado que no reconoce el problema del paro (en el sentido de desem-
pleo). En este sistema, el paro está, por así decirlo, «integrado» en las
formas de subempleo y se intercambia por una generalización de las insegu-
ridades en el empleo que no conocía el «antiguo» sistema de pleno empleo
de la sociedad industrial. Al igual que el desarrollo del siglo xx, este desa-
rrollo también presenta un aspecto básico de cabeza de Jano. Progreso y mi-
seria se interfieren de un nuevo modo. El aumento de la productividad pro-
voca nuevos problemas de control. Los trabajdores cambian una parte de la
libertad frente al trabajo por nuevos vínculos e inseguridades materiales.
Desaparece el paro, pero emerge de nuevo al generalizarse las formas de
subempleo con grandes riesgos. Y todo esto representa que tiene lugar un
desarrollo en dos sentidos, contradictorio, en el cual se dan, de modo inse-
parable, ventajas e inconvenientes, cuyas amplias consecuencias y riesgos
no resultan perceptibles para la práctica y conciencia políticas. Precisa-
mente, a esto se alude cuando se habla de un sistema de subempleo propio
de una sociedad de riesgo.
En la sociedad industrial, tras largos períodos de trabajo a domicilio, el
trabajo fuera de casa se convirtió en lo obvio. Esa separación entre el tra-
bajo familiar y el remunerado vuelve a disminuir en el sistema de la socie-
dad del riesgo, debido a la desregulación de los empleos, a las redes elec-
trónicas, etc. Las amplias consecuencias sociales apenas si se adivinan:
mejora del tráfico diario y, por tanto, del medio natural y ambiente huma-
no, posible desarticulación de las ciudades, limitación de la movilidad coti-
diana, que representará transferirla a circuitos electrónicos y que quizá re-
percuta en un aumento de la inmovilidad espacial, etc.
Además, las categorías hasta hoy básicas —fábrica, profesión, empleo—
ya no sirven para la realidad emergente de la organización del trabajo que
deviene imperceptible socialmente. Se adaptan al sistema de subempleo
que se está constituyendo como la concepción del trabajo de la sociedad
feudal se adaptó a las relaciones laborales de la sociedad industrial. Eso no
significa que, con este desarrollo, se supere el trabajo remunerado en senti-
do positivo sino al contrario: las nuevas formas más flexibles y plurales de
subempleo representan a la vez más trabajo que antes y, en general, tam-
bién menos trabajo; eso significa que la realidad laboral que se está for-
mando nos resulta opaca, si la contemplamos a través de los conceptos de
la sociedad industrial.
La perspectiva aquí esbozada también podemos describirla consideran-
do que todo cuanto se ha contrapuesto antitéticamente —trabajo formal e
DESESTANDARIZACIÓN DEL TRABAJO PRODUCTIVO 181

informal, empleo y paro— en el futuro se fusionará en un sistema nuevo


más flexible y plural en formas de subempleo que presentan muchos ries-
gos. Esa integración del paro mediante una diversificación de las relaciones
de trabajo remunerado no estrangulará totalmente el sistema ocupacional
conocido, sino que lo solapará, o mejor dicho, socavará y someterá a cons-
tante presión de adaptación el conjunto del volumen de trabajo en proceso
de disminución. Ese proceso puede describirse también como una polariza-
ción del mercado de trabajo entre normas de incorporación estandarizada y
desestandarizada de la fuerza de trabajo (por lo que respecta a los aspectos
temporal, espacial y sociojurídico). De ese modo se originará una nueva es-
cisión del mercado de trabajo entre la parte normal propia de la sociedad
industrial y otra correspondiente al mercado del subempleo, flexible y plu-
ral, expuesta a riesgos sociales. En este proceso, el segundo segmento del
mercado se irá ampliando cuantitativamente hasta que domine al primero.
¿Por qué? Hasta aquí no hemos hecho más que esbozar una diferenciación
teórica, una tipología. Corresponde ahora argumentar y justificar cómo el
proceso de modernización en tecnología de la información conduce el sis-
tema ocupacional en esa dirección.
Toda política laboral —tanto la pública como la privada— , por lo menos
desde los inicios de los años ochenta, se encuentra sometida a la ley de re-
distribuir la falta de trabajo que se ha originado de manera sistemática. Si an-
tes se suponía que la recuperación económica había de comportar una eli-
minación del paro, durante los liltimos años se ha reconocido que ambas
cosas son independientes. Muchas empresas —casi todas las importantes
de la industria alemana— en los últimos tres años han aumentado sus
beneficios y paralelamente han reducido personal. Eso es posible por la am-
plia incorporación de la microelectrónica junto con nuevas formas de orga-
nización del trabajo. Las máquinas-herramienta —los «esclavos de la auto-
matización electrónicos de la época moderna»— se adueñan primeramente
de una gran parte del trabajo en las industrias de transformación (indus-
trias del automóvil, química y de bienes de equipo), y luego, la incorpora-
ción de ordenadores reduce el trabajo de la administración y oficinas. La
envergadura y celeridad de ese proceso queda claro si se considera el au-
mento de la productividad desde el año 1977 hasta 1984. En la industria y
en la minería, la productividad por hora trabajada en 1977 era aún del
2,7%; en 1979 aumentó hasta el 4,7% y luego hasta 1982 cayó en diente de
sierra hasta el 1,5%. Ya en el último trimestre de 1983 ascendió rápida-
mente en flecha hasta que en 1984 (calculado desde el primer trimestre) su-
bió al valor del 10,8 %. Esto significa ¡un aumento importante de la produc-
tividad en algo más de un año! (véase Der Spiegel, n. 21/1984, págs. 22 y
sigs.). Ese desarrollo se produce paralelamente a la incorporación de robots
industriales, que en 1980 eran 1.255, en 1982 aumentaron a 3.500 y en 1984
ya eran 6.600 (véase Süddeutsche Zeitung del 8.2.1985, pág. 23). Y hay que
tener en cuenta que se trata de la primera ola de un desarrollo cuyo final
hoy apenas se vislumbra.
En el anterior sistema ocupacional de pleno empleo, el paro correspon-
de a un esquema bipolar de blanco/negro; empleo y paro se contraponen.
182 INDIVIDUALIZACIÓN DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

En la actual situación de crisis se descubre y difunde, como si fuera un


Deus ex machina en sus ventajas e inconvenientes, el tiempo de trabajo en
términos de reserva de organización. En tal contexto es fácil comprender
que la capacidad de maniobra para reducir el tiempo de trabajo estandari-
zado es extraordinariamente escasa en el supuesto de exigir plenas equiva-
lencias salariales.^ Esto tiene vigencia para el horario laboral semanal, se-
gún pone de manifiesto la lucha por introducir la semana de 35 horas; pero
también, para el caso de la anticipación de la jubilación o de la prolonga-
ción de la edad de la escuela obligatoria; además, ambas reducciones del
volumen de la actividad laboral no caen bajo la competencia de las partes
que pactan. Bajo las condiciones del sistema de pleno empleo estandariza-
do —ésa es la conclusión que se perfila—, la destrucción del trabajo condu-
ce forzosamente a una marginación masiva de los parados. De ahí que crezca
la presión por una flexibilización de las relaciones laborales. Hay muchos
partidarios: instancias estatales que se encuentran bajo la presión del «es-
cándalo político» del paro masivo; mujeres y especialmente trabajadores
jóvenes que pretenden compaginar mejor el trabajo familiar con el remu-
nerado o conseguir mayor «soberanía sobre el tiempo»; empresas que des-
cubren una inesperada fuente de productividad en la aplicación de una or-
ganización del trabajo temporal. Contra esa enorme coalición entre el Estado,
grandes sectores de los trabajadores y administradores de las empresas está
la resistencia de los sindicatos (y los tradicionales partidos obreros), que
ven tambalearse los fundamentos del actual sistema ocupacional y de su
propia situación de poder.
Ante ese aparente callejón sin salida, las empresas descubrieron la fuer-
za productiva del trabajo a tiempo parcial, el subempleo o, dicho de modo
más general, la desestandarización de las normas del trabajo y las posibili-
dades organizativas ahí implícitas para el aumento de la productividad en

3. Esa integración del no trabajo (la parte de paro del sistema ocupacional) puede adoptar
diferentes formas. Las más conocidas son las siguientes: elevación de la edad media de la pri-
mera ocupación, descenso de la edad media de jubilación, incorporación de trabajo parcial,
descenso del tiempo de trabajo diario, semanal o durante la vida; incremento de los períodos de
vacaciones y descanso; aumento de la frecuencia en que se dan interrupciones de trabajo por
participar en cursos de formación en el curso de la vida activa, etc. Todos esos indicadores
apuntan a una reducción sistemática de la sociedad de pleno empleo en este siglo (aimque en di-
ferente medida, en todas las sociedades industrializadas occidentales): en Alemania ha dismi-
nuido el tiempo laboral diario, semanal, y durante toda la vida en los liltimos cien años. Hacia
1880, la semana laboral era de 65 floras y antes de la primera guerra mundial aiin era de 55 fio-
ras; durante la década de los años veinte se redujo oficialmente a 48 horas. A mediados de la dé-
cada de los años cincuenta se situó en 47 horas; se trabajaba 6 días y las vacaciones anuales eran
de dos semanas aproximadamente. Actualmente el período de vacaciones alcanza unas 6 sema-
nas, el horario semanal es de 40 horas en cinco días. Paralelamente se reduce la actividad labo-
ral durante la vida por jubilaciones frecuentes anticipadas; en muchas actividades laborales, la
vida laboral termina como máximo a los 57-60 años. Asimismo, los jóvenes se incorporan cada
vez más tarde a la vida laboral. A mediados de la década de los años cincuenta, por término me-
dio anual, cada hora trabajada se correspondía a 2,9 no trabajadas por trabajador; en cambio,
la relación en 1980 era de 1:4,1. En las últimas décadas, también se han incorporado medidas
de formación continuada en las empresas, de modo que se puede hablar de una reincoiporación de
la formación en el sistema ocupacional.
DESESTANDARIZACIÓN DEL TRABAJO PRODUCTIVO 183

base a la microelectrónica.'' Aunque esto ocurre de modo desigual, contra-


dictorio y discontinuo.
Para sorpresa del observador en sociología industrial, ocurre «en los
sectores nucleares de la industria ante nuestros ojos un cambio fundamen-
tal en el empleo de la fuerza de trabajo que habría que conceptuar como cri-
sis del taylorismo. Se podría hablar de un cambio de paradigma en políti-
ca laboral en las actividades nucleares» (H. Kern, M. Schumann, 1984,
pág. 149). El desplazamiento y reorganización del trabajo humano tiene lu-
gar bajo las condiciones de las formas de trabajo tayloristas como una re-
conversión de la antes vigente «filosofía de dirección de empresas». Debido
a las racionalizaciones anteriores o actuales, es posible incorporar autóma-
tas de producción para tareas parciales restrictivas, de modo que las nuevas
tareas de supervisión, vigilancia y control cabe concebirlas como puestos
de trabajo escasamente especializados. El principio de la división del tra-
bajo o fragmentación del trabajo queda sustituido por el principio contrario
de reunificación de tareas parciales en un nivel superior de cualificación y de
soberanía especialista. La gran cantidad de trabajadores poco cualificados o
sin cualificación es sustituida por una reducida cantidad de «trabajadores
de automatización profesionalizados». Así, pues, en esa fase, resulta posi-
ble la ampliación de la flexibilización laboral y el ahorro drástico de perso-
nal en términos de racionalización mediante la concentración e incremen-
to de la especialización del trabajo residual.
Pero esto al principio afecta sólo, en lo esencial, al campo de bienes de
equipo de los sectores principales industriales. Casi paralelamente, se im-

4. En realidad, ese descubrimiento de !a destrucción del tiempo de trabajo del sistema ocu-
pacional como fuerza productiva organizadora tiene larga tradición. En este sentido, Martin
Sklar proporciona las primeras indicaciones de una erosión de la sociedad laboral en los Esta-
dos Unidos ya en la fase posterior a la Primera Guerra Mundial. Pero durante mucho tiempo las
interrupciones del desarrollo no se interpretaron estadísticamente en tal sentido, puesto que se
dieron por reversibles. En lo esencial, se destacan tres hechos básicos: primero, hasta 1919 la
cantidad de trabajadores en las fábricas y el nivel de producción de bienes se amplía en su con-
junto, mientras que de 1919 a 1929 se redujo en 100.000 trabajadores pese a que simultánea-
mente la producción aumentó en un 65 % aproximadamente. Segundo, aunque la parte de tra-
bajo en la economía, medido en «personas-año», ascendió en conjunto de 28,3 millones en 1890
a 42,5 millones en 1910, cayó, de 1910 a 1920, en 1 millón y se redujo finalmente a un creci-
miento cero durante la década de los años veinte. Sklar interpreta esos procesos y relaciones es-
tadísticas del siguiente modo: al iniciarse los años veinte empezaron a resultar eficaces nuevas
fuerzas productivas. Así se consiguió que el incremento de la productividad fuera independien-
te de la expansión de la aportación de trabajo (considerado en horas trabajadas). Así, pues, aquí se
dan ya los primeros indicios de una erosión del sistema de trabajo industrial «viejo» y del sur-
gimiento de uno «nuevo». Ahí favorecieron el desarrollo productivo, durante los años veinte,
tres principales innovaciones en la dirección de empresas: primero, el taylorismo que se gene-
raliza en las fábricas, tras dos décadas de resistencia. Segundo, se difundió la electricidad, con
sus nuevas posibilidades, en el conjunto del sistema productivo. Y tercero, se aplicaron nuevas
técnicas de organización a fin de compensar la centralización y la descentralización de las em-
presas diferentes por tamaño y localización. Así, pues, los incrementos productivos aplicados y
descubiertos ya durante esa temprana fase se produjeron por una racionalización de la infor-
mación, de la tecnología y de la dirección organizativa (véase M. Sklar, «On the proletarian re-
volution and the end of political-economic society». Radical America 3, págs. 3-28, 1969, cit. por
L, Hirschhom, «The theory of social services in disaccumationist Capitalism», en International
Journal of Health Services, volumen 9, n° 2, 1979, págs. 295-311).
184 INDIVIDUALIZACIÓN DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

pulsa la reconversión de las relaciones laborales a tiempo parcial y fijo en el


campo de los servicios (pequeño comercio, grandes almacenes y sector ho-
telero). Tras iniciales resistencias, resultan perceptibles progresivamente
las ventajas productivas para las empresas: consisten por lo esencial en
que permiten, por una parte, administrar flexiblemente la cantidad del
tiempo de trabajo por encargo y así desembarazarse, a costa de los traba-
jadores, de parte del riesgo de la empresa en forma de subempleo tempo-
ral y flexible en el marco de las expectativas de paro. Por otra parte, así se
desacoplan el tiempo de producción de tiempo laboral de manera que las
instalaciones productivas se usan de modo más compacto, intensivo y pro-
longado. Finalmente, el subempleo y el empleo a tiempo parcial amplían
en su conjunto el espacio de maniobra en relación a la política de personal
para la empresa, al permitir la sustitución de los puestos de trabajo de ma-
nera más fácil y al poder compensar más rápidamente las desvalorizaciones
en cualificación que plantean las nuevas exigencias tecnológicas, y asimis-
mo se consigue debilitar la posición de poder de los empleados mediante
su diversificación. En este sentido, se puede decir que la «filosofía de frag-
mentación» de Taylor se ha transferido de las relaciones laborales en rela-
ción al contenido a las temporales y contractuales. La piedra angular de
ese nuevo «taylorismo en las relaciones laborales» ya no se encuentra en
la combinación de trabajo y máquina, sino en la limitación temporal, en la
desprotección jurídica y en la diversificación contractual de la incorpora-
ción al trabajo. A este respecto, las posibilidades de la configuración fle-
xible del tiempo laboral gracias a la microelectrónica no se han agotado
ni mucho menos. Piezas de ese «rompecabezas del horario» organizativo
son los horarios flexibles (en la República Federal Alemana durante la pri-
mera mitad de 1985 ya alcanzaba a más de seis millones de trabajadores)
y distintas formas de trabajo a tiempo parcial (Job-Sharing semanal, men-
sual, etc.) que actualmente afecta a más de dos millones de trabajadores, la
mayoría mujeres.
Junto a esas racionalizaciones de los horarios, las empresas empiezan a
ensayar los primeros modelos de deslocalización de funciones parciales
como recurso productivo. Se inicia ese proceso con la reorganización de las
tareas de oficina y administración. Pero se trata de una posibilidad impor-
tante durante esta fase del proceso que podría ser que se transfiriese a otros
campos funcionales tras el período de prueba con éxito. Lo más importan-
te a este respecto es la capacidad de la microelectrónica para desarticular o
incluso suprimir en tecnología de la información las ramas cooperativas de
funciones relacionadas entre sí como partes del trabajo. En este sentido, la
incorporación de telecomunicaciones y medios de almacenamiento ade-
cuados permite un desacoplamiento temporal y espacial de procesos pro-
ductivos y laborales; dentro de las nuevas formas de organización descen-
tralizadas del trabajo, el tan discutido «trabajo electrónico a domicilio»
representa sólo un caso extremo. Aquí también lo característico es que el
desarrollo de las fuerzas productivas coincide con la reconversión del ac-
tual «paradigma laboral» de la organización del trabajo: el aumento de la
productividad y la experimentación e implantación de nuevas formas de or-
DESESTANDARIZACIÓN DEL TRABAJO PRODUCTIVO 185

ganización del trabajo humano y de ocupación al margen de las profesiones


y de la empresa son las dos caras de la misma moneda.
Estas posibilidades, pronto captadas por las empresas, del subempleo
flexible han sido sancionadas por la «ley sobre las reivindicaciones labora-
les» que ha entrado en vigor en mayo de 1985. Con ella se han creado las ba-
ses jurídicas para una flexibilización del mercado del trabajo y del derecho la-
boral (contratos temporales, Job-Sharing, trabajo por encargo, trabajo por
intermediarios). Aunque la validez de esas reglamentaciones se limita al
año 1990, esto permite durante los próximos cinco años disponer del ins-
trumento jurídico para fortalecer y perfeccionar la reconversión de los
puestos de trabajo a tiempo pleno en parcial. Así, pues, no es posible aiin
predecir hasta qué punto esa reconversión de las empresas del sistema es-
tandarizado de plena ocupación a un sistema desestandarizado de subem-
pleo más flexible puede hacer marcha atrás durante la década de los años
noventa. La «gracia» de la ley está en que los contratos laborales pueden li-
mitarse a 18 meses sin causa objetiva, con la consecuencia de que se puede
obviar la protección legal frente al despido. Por una parte, se ha creado un
estímulo para integrar el paro en relación a las relaciones laborales aplaza-
das dentro del sistema laboral; por otra parte, se abre así un amplio margen
de formas de subempleo inseguro con todos los riesgos que conlleva.
Apenas si hay datos e informaciones (accesibles) acerca de la enverga-
dura que ha adquirido hoy la relación laboral contractualmente desprotegi-
da o desorganizada en la República Federal Alemana (o en otros estados in-
dustrializados occidentales). Esa parte del mercado de trabajo constituye
«una laguna» en la investigación por lo que a su volumen y distribución es-
pecífica por ramas y tipos se refiere. En proporción inversa a lo que se sabe
crece su importancia. Carola Müller ha aportado algunos datos: trabajo
temporal legal a través de agencias (en 1981 se apuntaron 43.000 trabajado-
res de ese tipo); el trabajo temporal ilegal a través de agencias se calcula que
es de 6 a 9 veces más elevado; la difusión se produce la mayor parte de las
veces en forma de falsos contratos de obra, sobre todo en la construcción y
en la metalurgia, y asimismo en el caso de trabajadores extranjeros; ocupa-
ción breve (menos de 20 horas semanales excluye el seguro de paro, menos
de 15 también la seguridad social; en 1979 ambas formas juntas se situaban
aproximadamente en 1.240.000 personas, especialmente mujeres); empleo
estacional (a tiempo pleno); eventuales (horario variable según rendimiento),
contrato temporal limitado sin horario fijo; el trabajador ha de estar dis-
puesto al despido; esta forma es practicada por las empresas en razón de las
ventajas notables que presenta en el pequeño comercio; además podemos
citar: contrato por obra, «colaboraciones libres», trabajo negro, etc. (véase
C. Müller, 1982, págs. 183-200).
Al igual que antes queda latente, pues, la naturaleza explosiva del pro-
ceso en el desarrollo de las fuerzas productivas. Pero las fuerzas producti-
vas ya no hacen saltar a pedazos —según creyera Marx— las relaciones de
producción. Desde el punto de vista marxista, actualmente su potencial re-
volucionario las amenaza mucho más con dar marcha «hacia atrás», por así
decirlo. Explotan las relaciones del contrato laboral y del mercado de trabajo,
186 INDIVIDUALIZACIÓN DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

las formas de la sociedad industrial de la oferta e inserción de fuerza de tra-


bajo y así se crean equilibrios de poder totalmente nuevos entre las partes
contratantes del mercado de trabajo y las organizaciones que defienden sus
intereses. Si consideramos la pervivencia de intereses del sistema prece-
dente y su poder organizativo político y asociativo, no es difícil predecir que
ese cambio de sistema laboral va a encontrar considerables resistencias
que posiblemente se prolongarán durante tiempo. De todos modos, hoy por
hoy no es posible aventurar una predicción sobre cuál de las partes del sis-
tema laboral de la sociedad industrial va a mantenerse o desaparecer en ese
proceso de disolución. Por contra, el nuevo sistema de subempleo flexible,
diversificado y de formas de trabajo descentralizadas ha logrado dar el pri-
mer golpe al reivindicar la mayor productividad hasta ahora conseguida. La
«superioridad histórica» del nuevo sistema laboral depende de las posibili-
dades de separar la grave carencia de trabajo de los fenómenos de escánda-
lo público por las amenazas del paro; cabe redistribuir éste e incluso trans-
formarlo en un factor de avance para las fuerzas productivas. Desde la
perspectiva de los trabajadores coinciden los perjuicios que comportan las
formas de subempleo con la libertad y soberanía parciales que consiguen
en relación a su propia vida.
Muchos pueden creer que con la conversión de los puestos de trabajo
fijo en puestos de trabajo a tiempo parcial se contribuirá esencialmente a
superar el paro. Debería ocurrir lo contrario. La progresiva individualiza-
ción abre el mercado de trabajo a mucha gente. La creación de oportunida-
des de subempleo y de empleos eventuales flexibles y diversificadas rompe
los diques que mantenían dividida la sociedad del mercado de trabajo. Los obs-
táculos que aún se interponen en el camino —inseparabilidad de la familia
y participación en la vida profesional, estudios y actividad profesional— se-
rán destruidos, y las mujeres y los jóvenes que aguardan en la «tranquila re-
serva» pueden irrumpir en el mercado a favor de la subocupación flexible.
Al crearse la oferta correspondiente, podría ser que incluso la cuestión cre-
ciera desproporcionadamente y se formara una avalancha que invalidara to-
dos los cálculos presentes.
Hasta aquí hemos esbozado una teoría de la autorrevolución del sistema
de la sociedad industrial en su fase de desarrollo más avanzada. El proceso de
racionalización ya no tiene lugar sólo en el interior de las formas industria-
les y de los cauces del trabajo remunerado sino que también se orienta en
su contra. En el curso de la dinámica innovadora no sólo varían las distri-
buciones cuantitativas en relación a las precedentes categorías de las fuer-
zas de trabajo y de los puestos de trabajo, sino que se refunden sus formas
sociales y principios de organización. Según esta perspectiva teórica, conti-
nuidad y cesura del desarrollo social están en cierto modo entrelazadas y
condicionadas entre sí: desde la lógica anterior de la racionalización de las
ganancias, se produce una cesura del sistema industrial-estandarizado co-
nocido que conduce a un sistema futuro de subempleo descentralizado, fle-
xible y diversificado. En consonancia con la distribución específica del paro
masivo durante las fases de la vida ocurre lo siguiente: del mismo modo que
períodos de la vida de paro ya se han convertido para gran parte de la po-
DESESTANDARIZACIÓN DEL TRABAJO PRODUCTIVO 187

blación en parte integrante de la biografía normal, también el subempleo es


«integrado» como síntesis entre la plena ocupación y el paro en el sistema
ocupacional. La «normalización» biográfica se corresponde con la institu-
cional. En lo esencial se mantienen las reacciones políticas. Sin desarticu-
lación del sistema de presión social amenaza el futuro de la miseria. Con la
creación de una renta mínima asegurada jurídicamente para todos, el de-
sarrollo podría ganar algo de libertad.

6.2. ESTACIÓN FANTASMA: FORMACIÓN SIN OCUPACIÓN

Si alguien despierta del sueño de la rutina de la investigación y abre


bien los ojos, se planteará la inquietante cuestión del futuro de la forma-
ción, ante el cambio del sistema de la sociedad industrial, y verá ante sí un
alud de cuestiones cuya clara urgencia sólo parece superada por su carác-
ter irresoluble. ¿Cómo influye propiamente la situación de paro masivo de
larga duración en el sistema educativo? ¿Qué consecuencias educativas
pueden derivarse del paso hacia el subempleo? ¿Cómo se resolverá la com-
petición entre las iniciativas de reforma de la tecnología de la información
en el ámbito de la enseñanza y las nuevas fases tecnológicas que precisa-
mente convierten en iniitiles esas reformas? ¿Tiene sentido, en esa situa-
ción, orientar la enseñanza preponderantemente hacia la profesionalización
o es preferible abandonar el intento puesto que no hay manera de ponerse
al día?
Veamos la primera gran cuestión. Es evidente que el paro masivo ha
cambiado radicalmente la situación de los procesos formativos. El fantas-
ma del paro ronda incluso por los feudos, antes seguros en relación a la
ocupación, de la enseñanza superior (medicina, derecho, ingeniería, econo-
mía, titulados superiores; véase pág. 119). Los procesos formativos profe-
sionalizadores cuando su futuro profesional se ensombrece varían esencial-
mente de sentido incluso en el caso de que se mantengan idénticos los
contenidos que se enseñan. Esto puede quedar oculto, para los gestores e
investigadores de la enseñanza, bajo el gran capítulo de las «discrepancias
entre formación y ocupación», y también puede pasar inadvertido para los
educadores (situados entre su empleo y la dignidad) pero no por parte de los
jóvenes que luego, al abandonar el sistema educativo, se encuentran ante la
puerta cerrada del sistema ocupacional, hecho que ellos anticipan, eviden-
temente, mientras estudian. Pero esto significa que los fundamentos que
dan sentido de modo inmanente a la formación y al sistema de enseñanza son
dañados o destruidos por la irrupción externa del mercado de trabajo. El fu-
turo profesional anticipado y que aún no existe —es decir, una «variable
irreal»— ocasiona un cambio radical de la situación en el sistema de ense-
ñanza. Los jóvenes permanecen más tiempo en la escuela y a menudo eli-
gen una formación complementaria a fin de evitar el paro. Sin embargo,
cuanto más tiempo permanecen en la escuela tanto más les parece la for-
mación una pérdida de tiempo en relación a su implícita aspiración de un
futuro profesional. Puede ser que algunos descubran su vocación por la cul-
188 INDIVIDUALIZACIÓN DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

tura, pero, en cuanto que centros institucionales, las escuelas se convierten


en instalaciones para la espera, en «salas de espera», que dejan de cumplir la
función que se les atribuye de una cualificación profesional. Paralelamente,
se deteriora la autoridad de los profesores, y los planes de estudio así como
los contenidos, orientados profesionalmente, se deslizan hacia lo in"eal.
En un sentido metafórico, aunque se trata de algo con graves conse-
cuencias, podemos decir que los segmentos del sistema educativo afectados
por el paro hoy parecen, cada vez más, encontrarse en una estación fantas-
ma a la cual ya no llegan los trenes previstos por el horario. En cambio,
todo ocurre según las viejas normas. Quien quiere emprender viaje —y cómo
va a querer nadie quedarse en casa, cuando ello significa carecer de futu-
ro— ha de situarse en la cola de espera para la venta de billetes para trenes
que a menudo van llenos o cuyo destino ya no es el previsto. Como si nada
hubiera ocurrido, los funcionarios de enseñanza, detrás de las ventanillas,
distribuyen billetes, con gran pompa burocrática, para ninguna parte y
«amenazan» a los que están en la cola y que aún han de formarse: «Sin bi-
llete nunca podréis tomar el tren». Y lo peor es que además tienen razón.
El paro estructural, de larga duración, permite que la situación en el sis-
tema educativo orientado por las profesiones se convierta en contradictoria.
Es obvio que esto no refuerza precisamente la confianza en el «sistema». En
este sentido se imparte a las generaciones nuevas un curso básico de irracio-
nalidad, como «hidden curriculum» (curriculum oculto), que las obliga a du-
dar de sí mismas, de los mayores o del «sistema», o de todo a la vez; éste es
un proceso que provoca graves preocupaciones de carácter psicológico y po-
lítico (véase al respecto, D. Mertens, 1984, así como W. Hornstein, 1981).
De modo parecido varía la situación en las instituciones de previsión so-
cial y del Estado de bienestar. En períodos de paro estructural, se realizan
programas para la preparación profesional, para la reconversión de delin-
cuentes que han recuperado la libertad, así como se intenta la reinserción
de los enfermos psíquicos o bien convencer a las amas de casa para que
abandonen el «nido que ya está vacío» y regresen al mundo profesional;
todo ello es tan necesario como inverosímil. Asistentes sociales, psicólogos
y asesores se esfuerzan por «rehabilitar» e «integrar» a tales personas y gru-
pos —lo cual siempre significa integrar parados en el sistema del trabajo—,
pero se encuentran con que la eficacia y autoridad de su trabajo están bajo
la amenaza de que tales programas no pueden cambiar la situación básica
de falta de trabajo.
El cambio de sistema de la sociedad industrial, en este sentido, proyec-
ta ya sus sombras. La espada de Damocles del paro pende, mientras tanto,
sobre todos los campos y niveles jerárquicos del sistema formativo (aun-
que, estadísticamente, a veces sea en forma de guillotina y otras de cuchillo
de cocina) y difunde por tanto su terror. Para una cantidad creciente de cuan-
tos finalizan los distintos niveles formativos, se interpone entre formación y
ocupación una zona gris llena de riesgos de lábil subocupación. Los signos
del futuro —los indicadores de un sistema de subempleo flexible y diversi-
ficado— pueden reconocerse ya en el pasado de los últimos quince años. Tal
y como muestran análisis empírico-estadísticos, han empeorado espectacu-
DESESTANDARIZACIÓN DEL TRABAJO PRODUCTIVO 189

larmente, durante la década de los años setenta, las oportunidades de em-


pleo de los que han finalizado estudios profesionales. Las puertas del siste-
ma ocupacional casi se han cerrado en esos niveles inferiores del sistema
formativo debido a desplazamientos y procesos de despido así como por las
medidas de racionalización del trabajo. En el período de 1970 a 1978 dis-
minuyeron sobre todo los puestos de trabajo de quienes no tienen estudios
o sólo poseen oficios; paralelamente, tanto en el sector público como en la
economía privada, se ha producido un notable incremento de titulados de
grado medio y profesionales, así como de bachilleres (véase H.-P. Blossfeld,
1984, págs. 175 y sigs.). Igualmente elevado es el riesgo ocupacional para
quienes terminan estudios en las escuelas técnicas de grado medio sin una
formación profesional complementaria. A mediados del año 1983, el 55%
de los que pasaron al paro no tenían cualificación profesional (aproxima-
damente, éstos representan el 30 % de todos los empleados), y todas las pre-
visiones consideran también que, en el futuro, el nivel inferior del sistema
educativo producirá un contingente creciente de parados permanentes sin
perspectivas de trabajo.
Menos sabido es que, mientras tanto, lo que antes se consideraba el pa-
raíso de la ocupación, el trabajo especializado, se ha visto atrapado también
por el fantasma del paro. En efecto, en 1981 la falta de especialistas se con-
virtió en un exceso de especialistas. En 1982 se ofertaron 50.000 puestos de
trabajo para 300.000 especialistas en paro. Los expertos coinciden al consi-
derar que, en el futuro, también los técnicos especialistas constituirán una
parte creciente de los trabajadores en paro. De ahí que tampoco la forma-
ción profesional, antes tan preciada, quede al margen de la pérdida de esta-
tus. Asimismo, la parte de la promoción que, inmediatamente después de
su formación profesional, tuvo que aceptar una degradación, en 1950 era
todavía del orden del 5,5 %, durante el período de 1950 a 1969 pasó a ser del
7,6% y en 1979 se situó en un 10% (véase H. Althoff, 1982, págs. 16 y sigs.).
También en esta cuestión hay acuerdo en considerar que durante los próxi-
mos años esa situación va a empeorar
Asimismo aparecen graves dificultades de inserción en la vida laboral
en el caso de la promoción de titulados de formación profesional de grado
superior; durante la década de los años setenta se encontraba afectada por
el paro una cantidad relativamente pequeña, gracias a la capacidad de
absorción en el campo de los servicios públicos. La situación empeoró a
principios de los años ochenta cuando el paro les afectó, aunque de modo
diverso según las especialidades (por ejemplo, técnicos sociales, 14%; en
cambio los ingenieros técnicos en electrónica y en comunicaciones apenas
si se han visto afectados). A los dos años de terminar los estudios, un 33 %
de los titulados por escuelas técnicas se han visto afectados por el paro (tam-
bién en este aspecto las mujeres se ven afectadas con mayor frecuencia que
los hombres: véase M. Kaiser, 1984, págs. 241 y sigs.).
Esto es especialmente importante en el caso de los titulados de las es-
cuelas superiores: durante la década de los años ochenta, se ha ampliado la
diferencia entre la cantidad de diplomados y los puestos de trabajo dispo-
nibles tanto en el sector público como en el privado. Contrariamente a mu-
190 INDIVIDUALIZACIÓN DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

chas suposiciones, los análisis empíricos comparativos muestran que la ex-


pansión educativa y el aumento de especialistas titulados (de escuelas pro-
fesionales de grado medio y superior) no se debe atribuir, en general, a la
economía sino a la expansión, durante la década de los años setenta, del
sector público de servicios; esa demanda desaparece durante la década de
los años ochenta de modo que empeora rápidamente la situación de empleo
de los recién titulados. Y el peligro es especialmente grave para la última
promoción, porque ya no es previsible el empleo en el ámbito público para
ninguna promoción de titulados debido a la profesionalización de la forma-
ción. Efectivamente, en 1978 más del 80% de los profesionales ocupados
con estudios profesionales o de escuelas superiores (entre las mujeres, in-
cluso el 91 %) trabajaban en servicios del sector público. Además, para la
mayor parte de titulados —tales como asistentes sociales, pedagogos, jue-
ces, maestros así como la mayoría de especialistas en ciencias sociales y hu-
manidades— apenas si hay salidas en la economía privada (véase Blossfeld,
pág. 186). No es, pues, la formación en cuanto tal lo que vincula a los titu-
lados con el proceso formativo sino la posibilidad del ejercicio profesional
debido al monopolio de consumo público, lo cual influye perjudicialmente
en el sistema educativo originando la grave hipoteca de una enorme cualifi-
cación ineficaz. Sólo mediante recualificaciones ajenas a la especialidad se
podría proporcionar a esa promoción posibilidades de empleo en el futuro.
Así pues, por lo general se procederá a transformar puestos de trabajo a
tiempo pleno en trabajo parcial, de modo que también en este campo se im-
plantará el sistema de la subocupación flexible.
En todos los niveles de la jerarquía educativa aumenta la tendencia a
adquirir formación complementaria y adicional debido al paro que amenaza.
De ese modo crece, bajo la presión de la escasez del mercado de trabajo, la
inclinación por los estudios universitarios al finalizar la escuela profesional
(M. Kaiser, pág. 239). También en el tránsito de la escuela a la carrera ad-
quieren creciente importancia los «períodos de espera». Son cada vez más
los jóvenes que antes de iniciar una carrera se preparan en una escuela pro-
fesional o destinan un año a estudios profesionalizadores. También prece-
den a los estudios, cada vez con mayor frecuencia, fases sin formación, por
ejemplo períodos de paro o el servicio militar o civil. Es cierto que se ofre-
cen medidas ocupacionales o de «aparcamiento» así como otras compensa-
ciones. Pero cada vez es más normal que al terminar la formación profesio-
nal se interponga una fase de transición en que se alternan un mal trabajo
con el paro o relaciones precarias de trabajo con subocupación.
Todavía esa transición global y en parte dramática a un nuevo sistema
ocupacional es aceptada sorprendentemente con tranquilidad por los jóve-
nes. La mayor parte soporta, con una mezcla de desilusiones y esperanzas,
que la finalización de sus estudios se vaya desvalorizando progresivamente
y que sus esfuerzos en el estudio no tengan equivalencia en la actividad pro-
fesional. A su vez, se sienten esperanzados de que sus esfuerzos del algún
modo serán «premiados». De ahí que la mayoría de jóvenes amenazados por
el paro, al finalizar su formación, están dispuestos a aceptar «provisional-
mente» (según creen) cualquier trabajo por conseguir integrarse como sea
DESESTANDARIZACIÓN DEL TRABAJO PRODUCTIVO 191

de una vez por todas en el sistema ocupacional. Aunque también perciben


el peligro de quedar marginados definitivamente en actividades subcualifi-
cadas al aceptar esas actividades sin cualificación. Hasta qué punto esa pre-
sión para incorporarse a trabajos descualificados resulta eficaz depende
esencialmente del ámbito social y de las relaciones de la vida privada de los
jóvenes. Esa oscilación entre desilusión y esperanza se hace extensiva tam-
bién a las posibilidades de mejorar las perspectivas profesionales mediante
una reescolarización o continuación de estudios.

6.3. ¿DISTRIBUCIÓN DE OPORTUNIDADES MEDIANTE FORMACIÓN?

La cantidad de trabajo de la sociedad industrial disminuye, y el sistema


laboral se impregna de nuevos principios organizativos. El tránsito del sis-
tema educativo al ocupacional se hace inseguro y precario; entre ambos se
sitúa una zona gris de subocupación llena de riesgos. En relación a esos sín-
tomas de un cambio de sistema de la sociedad industrial, la planificación
profesional del sistema educativo resulta cada vez más un anacronismo. En
este sentido, durante los últimos años, el núcleo del sistema educativo se ha
visto sometido a un cambio radical provocado «desde fuera», desde las con-
diciones del entorno. Esto no fue reconocido suficientemente por las insti-
tuciones educativas durante mucho tiempo y luego se silenció mediante
una reelaboración pedagógica. Cabe diferenciar entre «organización» edu-
cativa y «significado» educativo; se entiende por organización el contexto
institucional, las disposiciones, las titulaciones, los planes de estudio y conte-
nidos que se enseñan, mientras que por significado educativo hay que enten-
der el sentido que dan los individuos a su formación. Podemos, pues, decir
que organización y significado de la formación se han separado e independi-
zado entre sí. La formación ha perdido su «implícito luego», las líneas de
sentido que la orientaban más allá de ella hacia la actividad profesional. Al-
gunos ahora —más bien informalmente y en contra de la línea de la orien-
tación profesional prefijada— buscan el sentido y la finalidad de la forma-
ción en ella misma; al margen de la finalidad para la cual la formación se
encuentra organizada formalmente, se redescubre su naturaleza de expe-
riencia, valiosa en sí, como autodescubrimiento y autoconfiguración.
Simultáneamente, el marco institucional de la formación se burocrati-
za incorporando los últimos frutos del taylorismo, y asimismo asistimos a
un renacer tardío de Humboldt en el «hogar burocrático de la pertenencia
a la cultura». Cuando se derrumban los fundamentos «trascendentes» que dan
sentido profesional, los jóvenes más inteligentes reclaman que sólo la pro-
longación durante años de la formación puede darle sentido: el valor en sí
de la formación. En este sentido se expresan, por ejemplo, de manera ines-
perada quienes defienden la superespecialización frente a las especialida-
des genéricas, demasiado masivas, o bien quienes abogan por intereses teó-
ricos nuevos en los seminarios.
Además, no se debe perder de vista hasta qué punto la formación se ha
tenido que (o bien se debía de) configurar, en cuanto al contenido, de
192 INDIVIDUALIZACIÓN DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

acuerdo con un sistema flexible de subempleo móvil y plural en la «rela-


ciones de cooperación» descentralizadas y facilitadas electrónicamente. A
este respecto, sería necesario en primer lugar proceder a un brainstorming
público sobre los problemas originados por ese sistema de subempleo.
Pero ya se puede decir ahora que inevitablemente se produce un retroceso
del contenido profesionalizador y que se abandona históricamente la opor-
tunidad de una reconversión fantasiosa de la formación en cultura en un
sentido de nuevo proyecto. En el centro del debate cabría situar la contro-
versia referida a la formación orientadora que tenga en cuenta las múlti-
ples exigencias derivadas de la (super)vivencia y la acción (política) de la
futura sociedad del riesgo.
También la distribución de (desiguales) oportunidades sociales median-
te la formación debe ser discutida nuevamente. Según confirman las inves-
tigaciones empíricas, entre 1970 y 1982, han disminuido drásticamente las
probabilidades de acceder a una posición de mayor estatus que la inicial me-
díante una formación superior En el transcurso de ese proceso, el sistema
educativo ha perdido su función distribuidora de estatus en la década de los
años setenta. Un nivel educativo por sí solo ya no sirve para obtener una de-
terminada posición profesional ni unos ingresos y prestigio determinados.
Sin embargo, tampoco se trata de que la formación sea desdeñable. Al
contrario; sin estudios cualificados el futuro profesional queda totalmente
destruido. Así que empieza a aplicarse el principio de que la finalización de
estudios cualificados resulta cada vez menos suficiente aunque sea siempre
algo necesario a fin de alcanzar los puestos de empleo precario a que se as-
pira. Pero ¿qué significa esto? En la tierra de nadie entre condición «sufi-
ciente» y «necesaria», el sistema educativo ha perdido su función, pública-
mente controlable, de distribución de oportunidades, que se le atribuía
desde la Ilustración y que renovaron la década de los años sesenta. ¿Cómo
y en función de qué criterios se distribuyen hoy, y previsiblemente en el fu-
turo, las escasas oportunidades sociales entre quienes formalmente poseen
idéntica cualificación? ¿Cómo repercute la pérdida de función selectiva en
la situación pedagógica, según los distintos niveles del sistema educativo —en
las escuelas de bachillerato, de formación profesional, de nivel superior y
de educación especial— que construyen el futuro profesional de modo muy
distinto? ¿Qué significa esto para las relaciones de autoridad entre docen-
tes y discentes, para la actitud ante el estudio y el comportamiento en la
elección de profesión de las promociones siguientes?
Estas cuestiones aquí sólo podrán quedar indicadas. En cualquier caso,
es posible afirmar que la función de la enseñanza de distribución de estatus
se ha escindido, durante la última década, en dos aspectos separados: una
selección negativa de los excluidos de la competencia por el estatus y la atri-
bución realmente positiva de oportunidades de estatus. Al mismo tiempo que
el sistema educativo ha perdido la función real de decidir la selección del per-
sonal, el control público de la distribución de oportunidades en el sistema
educativo ha quedado reducido a una selección negativa de la pre atribución
del estatus. El trasfondo de ese desplazamiento de función es la ruptura de
la dependencia entre formación y empleo.
DESESTANDARIZACIÓN DEL TRABAJO PRODUCTIVO 193

En la época de la plena ocupación, al otorgar una acreditación de estu-


dios casi se precondicionaba la decisión de clasificación del personal. En
cambio, en tiempos de una sobreoferta inflacionaria de titulaciones se ha
delegado al sistema ocupacional la decisión sobre estudios equivalentes.
Las empresas ahora pueden decidir mediante pruebas propias o cuales-
quiera otros procedimientos a quién le dan un puesto u otro. Esto significa
también que las titulaciones otorgadas por el sistema educativo ya no son el
acceso al sistema laboral, sino sólo a la sala de espera en la cual se distribu-
yen las llaves para las puertas de entrada al sistema laboral (aunque tam-
bién según ciertos criterios y reglas de juego). Esa pérdida de significado,
sin embargo, adquiere una importancia muy distinta según sean los dife-
rentes niveles y jerarquías del sistema educativo.
Las consecuencias más drásticas se dan cuando la finalización de estu-
dios no sólo no sirve para abrir las puertas de las «salas de espera» sino que
incluso se convierte en el criterio de descalificación. Eso es lo que ocurre cada
vez con más frecuencia en el caso del sólo certificado de estudios. Es nece-
sario finalizar con éxito cualquier formación profesional como condición
previa para poder acceder a la vida laboral. En la medida en que esos títu-
los se convierten en el «billete de entrada» para el trabajo técnico, quienes
no pueden alcanzar ningún nivel profesional con éxito quedan marginados.
Quienes sólo finalizan los estudios obligatorios resultan ser unos «incultos»
y se sitúan en un mercado de trabajo condenado. El paso por la enseñanza
obligatoria se convierte en una vía de dirección única hacia la falta de opor-
tunidades profesionales. Así pues, la escuela obligatoria selecciona los mar-
ginados sociales y resulta ser la escuela de quienes no tienen futuro profe-
sional y pertenecen a los grupos sociales inferiores.
Esa nueva función negativa en relación a las oportunidades se mani-
fiesta de modo «puro» en la enseñanza obligatoria. Se trata de un proceso
muy curioso porque al elevar las exigencias formativas, la formación que se
recibe en la escuela obligatoria queda degradada a una «no formación» que
históricamente casi se equipara con el analfabetismo. Dicho brevemente: du-
rante el siglo xviii aún resultaba «evidente» que sin conocimiento del alfa-
beto era posible ganarse la vida. Durante el siglo xix el dominio de la lectu-
ra y escritura se convierte en la condición previa para el ascenso en el
sistema laboral de la sociedad industrial en expansión. Durante el último
cuarto del siglo xx los estudios obligatorios ya no alcanzan a garantizar por
sí solos la posibilidad de una existencia material, en función del acceso al
mercado de trabajo. En el caso de la escuela obligatoria resulta perceptible
que la «formación» —esa característica clásica para el estatus adquirible— his-
tóricamente ha retrocedido a una característica casi negativa: la escuela dis-
tribuye falta de oportunidades y así amenaza como institución educativa
con convertirse en el muro del gueto tras del cual quedan adscritos los grupos
sociales inferiores a una existencia sin trabajo (o bien con ayudas sociales).
La sociedad de la formación realizada genera también en este sentido un
nuevo tipo sorprendente de «casi analfabetismo» para los niveles formati-
vos inferiores (escuela primaria y escuela de educación especial). Cabe se-
ñalar aquí marginalmente que, en la incorporación a la formación profe-
194 INDIVIDUALIZACIÓN DE LA DESTGUALDAD SOCIAL

sional, también se refleja este aspecto —esa característica del sistema for-
mativo alemán que, por ejemplo, en Estados Unidos no existe del mismo
modo.
Con esa función marginalizadora, tanto la escuela obligatoria como la
de educación especial se convierten en una guardería para los jóvenes que
no tienen trabajo. De modo que, en su calidad de «albergue juvenil», la es-
cuela ha quedado desplazada a un lugar intermedio entre la calle y la cár-
cel. El contenido de sus enseñanzas se reorienta en términos de terapia ocu-
pacional y consiguientemente la situación pedagógica de maestros y planes
de estudio quedan perjudicados en su legitimación. Se proyectan sobre ellos
las contradicciones de una «formación orientada profesionalmente que
conduce a la nada». En la medida en que la escuela ya no «ofrece» nada a
los alumnos, su autoridad se desmorona. Las reacciones anómicas de los jó-
venes se encuentran prefiguradas (de modo real o potencial) en ese tipo de
guetos formativos carentes de futuro profesional. Los signos más extrema-
dos y aparentes de eso son la violencia creciente hacia profesores, sobre todo
en grandes ciudades con índices de paro elevados y constantes.
Pero, paralelamente, la selección interna en la escuela obligatoria adquie-
re un tínico significado final: el paso a la escuela profesional o a los centros
de bachillerato se convierte en el salto a una «playa de salvación» de un fu-
turo profesionalmente poí/We. Lo mismo ocurre, por lo menos según sea el
tipo de titulación primaria, en el caso de la situación de partida en la com-
petencia para escasos puestos de enseñanza de los estudios de grado medio
y de bachillerato. La titulación de la enseñanza obligatoria cualificada dis-
tingue, en este sentido, entre diferentes grados de carencia de oportunida-
des. De ahí que las consecuencias para la situación pedagógica en la escue-
la obligatoria (así como para el conjunto del sistema escolar) no sea de un
único signo. Por una parte, según ya hemos dicho, los estudios obligatorios
en cuanto tales apenas si ofrecen oportunidades de ascenso en el sistema la-
boral. Por otra parte, representa la cima que es necesario escalar para atra-
par uno de esos escasos puestos de enseñanza. La «función necesaria» de
los títulos formativos también contiene estímulos para el rendimiento y un
potencial de disciplina que significan límites implícitos. El juicio negativo
del maestro amenaza con la inutilidad de llamar a la puerta de la sala de es-
pera de las oportunidades. Precisamente cuando el éxito formativo sólo
conduce a la zona gris de una posible (sub)ocupación, se produce el senti-
do negativo de una amenaza para la existencia material; la persecución de
buenas notas y resultados se convierte en la esperanza de «sustituir» esa es-
calera que conduce hacia abajo en la jerarquía social por el piso superior El
lema «no tienes ninguna oportunidad, aprovéchalo» se convierte en el prin-
cipio de supervivencia más realista.
La situación en los sectores superiores del sistema educativo —faculta-
des y escuelas universitarias— ha variado de un modo más sutil y menos
claro. La «^redistribución de oportunidades» significa aquí que los estudian-
tes ya no son capaces de dominar la planificación de estudios a largo plazo.
La crisis del mercado de trabajo y de la sociedad industrial les afecta menos
como pérdida de profesión que como pérdida de seguridad de encontrar un
DESESTANDARIZACIÓN DEL TRABAJO PRODUCTIVO 195

empleo bien pagado y de prestigio. El más allá profesional de los estudios


no se pierde sino que se hace imprevisible e incalculable. Según esto, a me-
nudo la planificación a largo plazo es sustituida por la concentración en lo
posible transitorio. Eso podría significar que al saturarse por contenidos
formativos que resultan falsamente profesionalizadores se redescubra el
hambre por la cultura. Pero también podría significar que en la conciencia
sobre la desvalorización de las cualificaciones con contenido sólo se aspire
a la titulación formal que garantiza quedar a salvo de la caída en la pérdida
de empleo. Finalizar estudios ya no asegura el porvenir; pero continúa sien-
do la condición previa para evitar la situación de pérdida de esperanza que
amenaza. Y en esa situación de estar siempre al borde del abismo —y ya no
con la zanahoria ante los ojos de terminar la carrera— se cumplen paso por
paso todas las exigencias burocráticas de la formación. No es extraño que
luego ya «no se abra la boca».
El desplazamiento de la función de atribución de estatus del sistema
educativo al sistema ocupacional —según muestra una mirada a las estadís-
ticas de paro— conlleva graves consecuencias: los grupos que más proble-
mas tienen en el mercado de trabajo y que resultan especialmente afectados
por el riesgo del paro a largo plazo son las mujeres (sobre todo en el caso de
una interrupción de la actividad laboral), personas con problemas de salud,
gente mayor y los jóvenes sin estudios y desfavorecidos socialmente.
A este respecto resulta claramente modélico que al final de la reforma
educativa recuperen valor los criterios de selección que antes regían y que
precisamente tenían que ser superados mediante la sociedad de la forma-
ción: concretamente indicadores tales como sexo, edad, salud, aunque tam-
bién, actitudes, comportamiento, relaciones, vínculos, etc. Esto plantea la
cuestión de hasta qué punto la expansión del sistema de educación genera-
lizada (al reducirse la sociedad del trabajo industrial) de facto conduce a un
renacimiento de los criterios indicadores propios de las capas en la distri-
bución de las oportunidades sociales. Existen indicios de que se está yendo
a una refeudalización, aunque actualmente oculta por la educación, en la
distribución de las oportunidades y riesgos en el mercado de trabajo. Y esto
viene favorecido por el hecho de que, al elegir entre quienes poseen cuali-
ficaciones formalmente idénticas, se adoptan de nuevo criterios que están
más allá de los certificados de estudios y que acaban por presentarse como
justificaciones forzosas. Se ha perdido o reducido en general el carácter
controlable públicamente, antes tan ensalzado y valorado, del proceso de
atribución. Hoy por hoy no es posible predecir hasta cuándo ese retroceso
de la sociedad de la cultura en la atribución de oportunidades de la socie-
dad anterior se mantendrá o bien derivará en una situación política explo-
siva generando nuevas oleadas de protesta.
8M: Paro Internacional de Mujeres

Más precarizadas y con menores salarios


La situación económica de las mujeres argentinas

MARZO DE 2018

Autoras: Julia Strada, Eva Sacco, Débora Ascencio, Gabriela Cabanillas y


Nayla Bosch
Resumen
Las desigualdades económicas que afectan a las mujeres constituyen una de las grandes
motivaciones que nos llevan a movilizarnos el próximo 8M de 2018, en el paro internacional de
mujeres. El presente informe se propone sistematizar las principales desigualdades de género
en la economía argentina a la luz de las transformaciones en la etapa reciente, proponiendo al
mismo tiempo una agenda de políticas públicas. En una primera parte, analizamos el origen de
la brecha de ingresos entre varones y mujeres. Desde el sentido común, generalmente se
asocia esta problemática a la discriminación en la remuneración obtenida entre varones y
mujeres, a igual tarea realizada. Sin embargo, existen una serie de factores de profunda
raigambre social que explican la existencia de la brecha de ingresos: la desigual distribución
entre trabajo productivo y reproductivo, la mayor inserción de las mujeres en empleo no
registrados y la penalización en la remuneración de las profesiones asociadas al cuidado y
fuertemente feminizadas. En un segundo apartado, analizamos la feminización de la pobreza,
muy vinculada a la maternidad y particularmente acentuada en los hogares monoparentales,
donde la mayoría tiene mujeres al frente. Por último, examinamos dos fenómenos asociados al
consumo desde una perspectiva de género: costos diferenciales asociados al ciclo reproductivo
femenino y pink tax (impuesto rosa) en productos similares para varones y mujeres.
1. Brecha, desigualdad, empleo no registrado y profesiones de cuidado
Brecha de ingresos entre varones y mujeres
La paridad en términos de ingresos constituye una de las principales desigualdades
económicas que afecta a las mujeres. Si se consideran los ingresos de la ocupación principal
(aquellos compuestos por la principal actividad laboral) la brecha se ubica en el 27%. Es decir,
que las mujeres perciben ingresos laborales 27% más bajos que los varones. Pero aun cuando
se consideran los ingresos personales (aquellos compuestos por la totalidad de los ingresos de
una persona: ingresos laborales de la ocupación principal y secundaria e ingresos no laborales,
como por ejemplo jubilaciones, pensiones, renta, cuota por alimentos, entre otros), la brecha
entre varones y mujeres se ubica en el 29%. Es decir, que las mujeres perciben ingresos
personales un 29% más bajos que los varones.
Gráfico 1. Brecha de género en ingresos de la ocupación principal e ingresos personales (2004-
2017)

34% 32% 33% 33%


32% 31%
32% 31% 30%
33% 30% 30%
32% 31%
30% 29%
30% 27% 27%
28% 27%
26%
26% 27%
27%
24% 26% 25% 26%
25% 25% 25%
22% 23%
22%
20%

Brecha de ingresos personales Brecha de ingreso de la ocupacion principal

Fuente: Observatorio de género de CEPA, en base a EPH – INDEC

Cuando se observa la brecha de ingresos de la ocupación principal (laboral) en el largo plazo,


es posible identificar una disminución de 11 puntos porcentuales durante la etapa previa,
pasando del 33% en 2004 al 22% en 2015, con una contundente disminución durante los
primeros años y un relativo estancamiento en la caída en la segunda mitad. Esta evolución está
relacionada con la mejora de los indicadores macroeconómicos y particularmente aquellos
asociados al mercado de trabajo (salario real, nivel de formalización e incorporación a
convenios colectivos de trabajo, etc.). En 2017 la brecha obtenida por los ingresos diferenciales
de la ocupación principal se ubica en 27%. Si bien en un período de corto plazo resulta difícil
dar cuenta de tendencias de este tipo, el crecimiento de la brecha entre 2015 - 2017 permite
prever que en un contexto de desmejora macroeconómica las desigualdades de género en los
ingresos se profundizan, hecho que se visualiza asimismo para el periodo recesivo del año
2014. De cualquier manera, es posible concluir también que la brecha de ingresos entre
hombres y mujeres por la ocupación principal se mantiene entre el 20 y 30% desde hace más
de una década.
Si se considera la brecha de ingresos personales, la evolución es similar, aunque con
disminuciones menos pronunciadas porque incluye ingresos no – laborales, que no
evolucionan necesariamente a la par del mercado de trabajo. La misma da cuenta de la
existencia de desigualdades de género aún en los ingresos no vinculados directamente a lo
laboral. Así, la brecha de ingresos personales disminuyó 6 puntos porcentuales entre 2004-
2015, para volver ascender 3 puntos porcentuales hacia 2017.
Sin embargo, si bien es posible identificar una correlación negativa entre la performance
macroeconómica y la evolución de la brecha de ingresos entre varones y mujeres (mientras se
formalizaba el empleo y crecía el salario real, la brecha disminuía), como se mencionó
previamente se corrobora la existencia de un núcleo duro de la desigualdad, que se manifiesta
en la existencia de una brecha superior al 20% durante todo el período bajo análisis, ante la
ausencia de políticas específicas. Así, la eliminación de la brecha de ingresos entre varones y
mujeres, exige la puesta en práctica de políticas públicas con perspectiva de género, que
haga especial hincapié en las causas de la inequidad salarial.
En los próximos apartados analizamos los determinantes sociales que explican en gran medida
las desigualdades de género en los ingresos. Uno de los principales mitos en cuanto al origen
de la brecha es que la misma se debe a que las mujeres perciben menor remuneración a igual
tarea realizada por varones (práctica prohibida por ley). Lo cierto es que esta práctica per se no
explica el fenómeno macro. Si bien es cierto que estos casos de discriminación existen, otros
fenómenos resultan determinantes: la desigual distribución entre trabajo productivo y
reproductivo, la mayor informalidad laboral y penalización de las profesiones del cuidado. Allí
deben apuntar las políticas públicas.
Desigual distribución entre trabajo productivo y reproductivo
Las mujeres realizan la mayor parte del trabajo reproductivo en los hogares, dedicando casi
cuatro horas diarias más que los varones a las mismas. Por trabajo reproductivo se entienden
las tareas domésticas asociadas al sostenimiento del hogar (lavar, cocinar, planchar, etc. y las
tareas de cuidado de los hijos, adultos mayores y la propia pareja). En efecto, mientras que las
mujeres destinan 5,7 horas diarias al trabajo reproductivo, los varones destinan sólo 2
(Encuesta sobre Trabajo no Remunerado y Uso del Tiempo - INDEC).
Esta presión de las tareas reproductivas sobre las jornadas femeninas las posiciona en
desventaja a la hora de insertarse en el mercado laboral, pudiendo dedicar menos horas al
trabajo productivo y remunerado y por ende obteniendo menores ingresos. El cuadro N°1
muestra la distribución de horas trabajadas por condición de actividad entre varones y mujeres
para el segundo trimestre de 2013. Las trabajadoras ocupan un total de casi 10 horas
semanales menos en trabajo productivo y casi 25 horas adicionales de trabajo reproductivo no
remunerado que sus pares varones. En total, las mujeres trabajadoras dedican 15 horas
semanales adicionales si se considera el total de trabajo productivo y reproductivo. Los
factores sociales y culturales quedan de manifiesto cuando se analizan las diferencias entre el
tiempo dedicado al trabajo reproductivo entre varones y mujeres inactivos. Los varones
inactivos dedican solamente 16 horas promedio al trabajo reproductivo y las mujeres lo hacen
en 46 horas promedio.
Cuadro N° 1. Distribución de horas promedio semanales al trabajo productivo y reproductivo
según sexo para mayores de 18 años

Condición de actividad
Ocupado/a Desocupado/a Inactivo/a Total
Trabajo reproductivo 17,9 20,8 16,0 17,5
Varón Trabajo productivo 47,2 0,0 0,0 35,0
Total 65,1 20,8 16,0 52,5

Trabajo reproductivo 42,4 56,1 48,3 45,9


Mujer Trabajo productivo 38,1 0,0 0,0 17,6
Total 80,5 56,1 48,3 63,5
Fuente: Observatorio de género de CEPA, en base a Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del
Tiempo y EAUH 2013.

Así, el perjuicio en los ingresos femeninos se explica por la menor dedicación femenina en
términos de horas al trabajo remunerado, como contracara de la mayor dedicación al
trabajo no remunerado. El mismo fenómeno se constata cuando se observa la tasa de
actividad de mayores de 14 años (la proporción de la población que está inserta en el mercado
laboral): 69,8% es la tasa masculina y 47,9% la femenina.
En síntesis, el análisis de la brecha de ingresos es fundamental considerar la desigual inserción
en las tareas productivas y reproductivas. Los países que más éxito han tenido en cerrar la
brecha de género han extendido la provisión y extensión de servicios de cuidado mediante
guarderías públicas, geriátricos, apoyo a madres solteras y promoción de la crianza compartida
entre ambos progenitores. Por el contrario, el PRO se propone presentar un proyecto de ley
que no ataca la problemática de fondo (se centra exclusivamente en el precepto del artículo 14
bis de la CN “a igual tarea igual remuneración”) y reduce los recursos del Estado dedicados al
sostenimiento de las tareas de cuidado, tales como la falta de vacantes escolares en CABA y
Provincia de Buenos Aires, el cierre de cursos y escuelas, entre otros.
El empleo no registrado en las mujeres
Otro de los elementos que afecta negativamente los ingresos de las mujeres es la mayor
inserción de las mismas en empleos no registrados. En este sector, las mujeres representan el
36%, mientras que los varones sólo el 31% (EPH-INDEC II trimestre 2017).
Cuadro N° 2. Tasa de informalidad por sexo
Diferencia
Diferencia en
Periodo Varones Mujeres Total en puntos
porcentaje
porcentuales
II-2004 43% 53% 47% 10 p.p. 23%
II-2015 31% 35% 33% 4 p.p. 13%
II-2017 31% 36% 34% 5 p.p. 16%
Fuente: Observatorio de género de CEPA, en base a Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del
Tiempo y EAUH 2013.

Cuando se observa la brecha de ingresos en el trabajo informal con respecto al trabajo formal,
queda de manifiesto el rol del Estado en dicha problemática: mientras que entre las
trabajadoras y trabajadores registrados la brecha ronda el 20%, entre las y los informales la
brecha se duplica, ubicándose en torno al 40%.
Gráfico 2. Brecha salarial trabajadores registrados y no registrados

50% 44% 45% 43%


45% 41% 42%
39% 39% 40%
38% 39% 37% 39%
40% 36%
34%
35%
30%
25%
20%
15% 21% 21% 20% 21%
17% 18% 17% 18% 19% 17% 18%
10% 16% 15% 16%
5%
0%

Brecha de ingresos trabajadoras y trabajadores no registrados


Brecha de ingresos trabajadores y trabajadoras registrados

Fuente: Observatorio de género de CEPA en base a EPH - INDEC

Por otra parte, una de cada dos trabajadoras con empleo no registrado se inserta en el trabajo
doméstico, actividad casi completamente feminizada, donde el 98% de esta actividad es
realizada por mujeres. En este rubro, la diferencia entre formalidad e informalidad es
determinante: entre las empleadas domésticas formalizadas, el 26% es pobre, mientras que
entre las empleadas domésticas no registradas el porcentaje asciende al 48%. El salario por
hora de las trabajadoras domésticas no registradas representa el 75% del salario por hora de
las registradas.
Pero la mayor inserción femenina en la informalidad laboral es un factor de inequidad que
excede la brecha salarial. La menor tasa de formalidad afecta el acceso de las mujeres a la
salud, a derechos laborales básicos (vacaciones, aguinaldo, entre otros), restringe sus
posibilidades de participación sindical y también limita la posibilidad de contar en la vejez con
cobertura previsional. En este sentido, pueden reconocerse positivamente las moratorias
previsionales que permitieron la jubilación, hasta el año 2015, de 2 millones de trabajadoras y
trabajadores que no contaban con los aportes jubilatorios reglamentarios. El 86% de los
nuevos jubilados fueron mujeres.
En este sentido, el fin de las moratorias y creación de la pensión universal para el adulto mayor
(PUAM), afecta particularmente a las mujeres porque constituye el 80% de un haber mínimo
para los casos que no cuenten con aportes suficientes para lograr una jubilación de hecho. En
este sentido, las amas de casa, trabajadoras domésticas y demás trabajadoras no registradas
no podrán acceder a una jubilación. El bono que se les pagó a los jubilados como
“compensación” por el empalme de haberes con el cambio del coeficiente de actualización
también discrimina los ingresos de las mujeres. A los jubilados que hayan realizado aportes se
les entregó la suma de $750, mientras que a los que ingresaron al sistema por moratoria se les
entregará $375, aún menos.
Por su parte, la Asignación Universal por Hijo (AUH), ocupa un rol preponderante en los
ingresos de las trabajadoras informales con hijos, ya que es percibida mayoritariamente por
mujeres. Según la encuesta ENES (Encuesta Nacional Sobre la Estructura Social), el 38% de los
hogares donde conviven menores de edad perciben el beneficio de la Asignación Universal por
Hijo. El coeficiente de actualización de la AUH es el mismo que aquel que corresponde a las
jubilaciones, por lo cual la misma crítica cabe en uno y otro caso: el cambio con la aprobación
de una nueva ley previsional en diciembre de 2017 implica que la evolución y actualización de
los haberes sea inferior a la que habría operado con la anterior Ley de Movilidad del año 2009.
Penalidad en las profesiones de cuidado
La desigualdad salarial no es un factor asociado solamente a la cantidad de horas vertidas en el
trabajo reproductivo o la informalidad laboral. Cuando las mujeres efectivamente se insertan
en el mercado laboral formal tienden a concentrarse en profesiones asociadas al componente
de cuidado: docencia, sanidad y trabajo doméstico. Mientras que sólo el 6% de los varones se
insertan laboralmente en tareas de este tipo, el 62% de las mujeres se desempeña en estas
áreas.
Gráfico 3. Distribución según sexo de las ocupaciones
100% 94%
90%
80%
70% 62%
60%
50%
38%
40%
30%
20%
10% 6%
0%
Varones Mujeres

Ocupaciones con carga de cuidado Ocupaciones sin carga de cuidado

Fuente: CEPA en base a INDEC-EPH II-2016

Las investigadoras Valeria Esquivel y Francisca Pereyra, estudiaron las remuneraciones


promedio horarias de los trabajadores y trabajadoras argentinas entre 2006 y 2015 y
concluyeron que los trabajadores del sector de sanidad, docencia y domésticos tenían
remuneraciones por hora inferiores a otras actividades similares, identificando una
penalización del cuidado en este tipo de profesiones.
Para dar cuenta de este fenómeno, se realizó un relevamiento en los portales de búsqueda de
empleo Compu trabajo y Jooble considerando 10 puestos laborales, 5 de profesiones sin carga
de cuidado y 5 con carga de cuidado, pero con similares características y requisitos de
expertice. Por ejemplo, un administrador de base de datos requiere título universitario y tiene
una remuneración promedio horaria de $160. Un docente de nivel primario o especial requiere
título de profesorado (4 años de duración) con un salario de $130 y $132 por hora
respectivamente. El caso de un profesional de la medicina, sin especialización para trabajar
como médico laboral tiene una remuneración promedio de solo $107 por hora, equivalente al
de un electricista profesional con tres años de antigüedad y primaria completa.
Un analista de sistemas con la carrera en curso (carrera terciaria de 3 años de duración) y 3
años de antigüedad se puede comparar con un enfermero auxiliar recibido (curso de dos años
de duración). En el primer caso, la remuneración es de $102 y en el segundo de $91 por hora.
Por último, un puesto de bachero que no requiere ni experiencia y nivel educativo primario se
remunera $107 y el personal doméstico con retiro medio turno $84, la peor de las
remuneraciones relevadas.
Cuadro N° 3. Remuneraciones de actividades sin carga de cuidado y con carga de cuidado
Experienci
Tipo de Nivel educativo Salario Salario Horario
Puesto laboral a mínima Horas diarias
actividad mínimo requerido mensual ajustado por SAC
requerida
Administrador
1 año Universitario $ 30 000 9 $ 160
Base de datos
Analista de
3 años Terciario en curso $ 19 000 9 $ 102
sistemas
Actividad
Electricista Secundaria
sin carga de 3 años $ 20 000 9 $ 107
Industrial completa
cuidado
Chofer Primaria y carnet
1 año $ 17 400 9 $ 93
repartidor profesional
6 horas, 6 días
Bachero Sin exp. Primaria $ 15 300 $ 102
a la semana

Medico laboral 1 año Universitario $ 11 100 5 $ 107


Curso aux.
Auxiliar de
1 año enfermería (2 $ 19 000 10 $ 91
enfermería
años)
Maestra grado
2 años Profesorado EGB $ 20 200 7.5 $ 130
Profesiones escuela priv.
con carga Profesora de
de cuidado educación Profesorado de
3 años $ 9 600 3.5 $ 132
especial educación especial
inst. priv.
Personal
doméstico con 1 año Primaria $ 7 000 4 $ 84
retiro ½ turno

Fuente: CEPA a partir de Compu Trabajo y Jooble (marzo de 2018)

2. Hogares monoparentales y feminización de la pobreza


Si bien no existen diferencias tan significativas entre el porcentaje de mujeres pobres y
varones pobres (32% mujeres y 30% hombres) la feminización de la pobreza aparece cuando
se considera la maternidad, particularmente en aquellas mujeres que crían a sus hijos sin un
cónyuge. Tanto la desigual distribución de ingresos, como de las tareas de cuidado se
potencian en los hogares monoparentales donde una mujer está al frente. El 27% de los
hogares argentinos con menores son monoparentales (cuando hace sólo 5 años era el 24%) y
de estos el 83% tiene jefatura femenina.
El mayor porcentaje de hogares monoparentales se da entre los deciles de menores ingresos,
como muestra el gráfico a continuación.
Gráfico 4. Distribución por deciles de Ingreso per cápita familiar de hogares monoparentales
40%
34%
35%

30% 28%
26% 25%
24% 23% 24%
25%

20% 18%
15%
15% 12%
10%

5%

0%
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Fuente: Observatorio de género de CEPA, en base a INDEC-EPH II-2017

Si bien los hogares monoparentales representan sólo el 27% de los hogares con menores,
estos son el 66% de los hogares pobres y los que tienen jefatura femenina constituyen el 60%.

Gráfico N° 5. Distribución de hogares con ingresos por debajo de línea de pobreza y menores a
cargo

70%
60%
60%

50%

40% 34%
30%

20%

10% 6%

0%
Hogares monoparentales Hogares monoparentales Hogares biparentales
con jefatura femenina con jefatura masculina

Fuente: Observatorio de género de CEPA, en base a INDEC-EPH II-2017

A pesar de que los hogares con sólo una mujer al frente del hogar son la mayoría entre los
hogares pobres con menores a cargo, el parámetro que se utiliza para cuantificar las
necesidades básicas sigue siendo la familia tipo formada por un hombre trabajador, una mujer
ama de casa y dos niños pequeños. Esto es poco representativo para los hogares
monoparentales, ya que el hecho de que las mujeres carguen con todo el peso del cuidado de
menores las deja en una posición desigual para la generación de ingresos y se agrega un perfil
de necesidades básicas adicionales. Estos hogares requieren del servicio de guarderías y/o
niñeras mientras que tienen mayores costos logísticos, por las dificultades asociadas a la
necesidad de congeniar el cuidado de menores con la generación de ingresos para sostenerlos.
Desde las políticas públicas, puede reconocerse la importancia que la Asignación Universal por
hijo tiene para estas familias: el 47% de las mismas percibe la AUH en relación porcentajes
menores en los otros tipos de hogar. Sin embargo, una mirada de género sobre esta política
pública debería incluir montos diferenciales para las madres solteras (y padres también
aunque solo representan un pequeño porcentaje del universo) en virtud de los mayores costos
que acarrean por la necesidad de conjugar el trabajo reproductivo y productivo y la
informalidad laboral.
Gráfico N° 6. Distribución de la percepción de AUH según los tipos de hogares

50% 47%
45%
39%
40% 37%
35% 33%
30%
25%
20%
15%
10%
5%
0%
PSH Varón y PSH Mujer y Monoparental Monoparental
Cónyuge Cónyuge Varón Mujer

Fuente: CEPA en base a encuesta ENES (Encuesta Nacional Sobre la Estructura Social)

3. La canasta de consumo femenina


Si bien hay consenso entre las y los economistas en que el consumo es una variable central de
la economía, son pocos los análisis que incorporan en esta variable una mirada de género. Los
estudios de consumo siguen teniendo al varón como paradigma, y las diferentes formas en
que varones y mujeres se desenvuelven en tanto consumidores están invisibilizadas.
Es posible examinar, cuantitativa y cualitativamente, distintos tipos de consumo entre mujeres
y varones. Solo considerando el ciclo reproductivo de la mujer, existe una serie de costos
adicionales que vale la pena considerar. A los efectos de la estimación que se presenta a
continuación se consideró una mujer cuya menstruación se produce desde los 15, tiene dos
hijos durante su vida fértil y a los 50 años tiene la menopausia. Durante toda su vida, tendrá la
menstruación 420 veces descontando tres años de embarazo y posparto. Sumando el valor de
las toallitas femeninas, pastillas anticonceptivas y analgésicos tendrá un costo de $6.518
anuales o bien $198.700 a lo largo de su vida productiva. Asimismo, en la etapa de la
menopausia y considerando el promedio de vida de la mujer, tendrá otros 35 años donde
deberá afrontar el gasto de apósitos para pérdida de orina, remedios para la incontinencia,
pastillas de calcio, además de algunos años más de hormonas, lo que implicará un gasto anual
de $9.240 o de $346.200 durante los 35 años.
Cuadro N° 4. Ejemplo de gastos relacionados a la vida de una mujer

Precio Total Total


Cantidad
Unitario general anual
Periodo Reproductivo
Toallitas femeninas (paq x 8 u) (2 por mes) 600 $ 50 $ 30.000 $ 1.200
Pastillas anticonceptivas (caja mensual) 420 $ 380 $ 159.600 $ 4.560
Analgésicos para dolores menstruales (caja x 140 $ 65 $ 9.100 $ 758
10 unidades cada 3 meses)
TOTAL $ 198.700 $ 6.518
Embarazo, posparto y lactancia
Ropa de embarazada (pantalón de 4 $ 2 000 $ 8.000
embarazo)
Crema para el embarazo 2 $ 500 $ 1.000
Apósitos de posparto (paq x 30 u) 20 $ 100 $ 2.000
Apósitos de lactancia (paq x 100 $ 70 $ 7.000
Analgesia Peridural para el parto 2 $ 10.000 $ 20.000
TOTAL $ 38.000
Menopausia
Apósitos para pérdida de orina (4 paq./mes) 1680 $ 60 $ 100.800 $ 2.880
Remedios para la incontinencia (1 por mes) 420 $ 450 $ 189.000 $ 5.400
Hormonas estrógenos (entre 50 y 55 años) 60 $ 380 $ 22.800 -
Pastillas de Calcio (1 paquete/mes) 420 $ 80 $ 33.600 $ 960
TOTAL $ 346.200 $ 9.240
TOTAL VIDA $ 582.900
Fuente: Observatorio de género de CEPA, en base a relevamiento propio

Además de los costos diferenciales que las mujeres tienen que enfrentar en función de su vida
reproductiva, existen otros costos ocultos y mucho más arbitrarios. El pink tax (impuesto rosa)
hace referencia al mayor costo que tienen algunos productos en su versión femenina. Realizar
la comparación no es fácil, ya que justamente existe diferenciación de productos, pero en
algunos casos como los expuestos en el Cuadro N° 5, se trata del mismo (o muy similar) con
versiones orientadas al público femenino, donde el precio sobre el producto masculino o
genérico representa entre un 5% y 100% más.
Un ejemplo clásico son las maquinitas de afeitar en versión femenina: en este caso hay un 47%
de sobre precio respecto de la masculina. Otro caso es el de la marca de yogures y productos
lácteos SER con propagandas fuertemente orientadas a las mujeres y un diseño femenino
(aportan calcio para las mujeres en menopausia, mejoran el tránsito intestinal en “esos días”,
son algunas de las temáticas de los spots). La diferencia entre la versión de SER y otra primera
marca (SANCOR), también ligth llega a 47%. Estas diferencias no se limitan a los productos para
mujeres adultas, sino que los orientados a niñas y adolescentes también vienen con pink tax.
Por ejemplo, una mochila en tela rosa cuesta un 100% más que la misma mochila hecha con la
misma tela y diseño aunque en color azul.
Tabla N° 5. Ejemplo de productos con precios diferenciales para la versión femenina

Versión masculina o Versión


Producto Diferencia
genérica femenina
Maquinita de afeitar bic
$ 40,49 $ 59,49 47%
comfort x 5 u
Ibuprofeno capsulas blandas
$ 35,41 $ 37,28 5%
(actron)
Yogurth descremado con
$ 30,05 $ 36,05 20%
cereales
Yogurth firme descremado
$ 25,15 $ 37,05 47%
pote x 2
Mochila Escolar $ 299,00 $ 599,00 100%
Fuente: Observatorio de género de CEPA en base a relevamiento propio

Imagen N° 1. Capturas de pantalla Coto Digital

Fuente: Coto Digital 21 de febrero de 2018


Más precarizadas y con menores salarios
La situación económica de las mujeres argentinas
Conclusiones
 Una de las principales desigualdades económicas que afecta a las mujeres es la brecha
de género en los ingresos. Si se considera la brecha de ingresos de la ocupación
principal (vinculada a la actividad laboral), la misma se ubica en el 27% para el segundo
trimestre de 2017, según los últimos datos de la EPH – INDEC. Incluso si se considera la
brecha de ingresos personales (incluye ocupación principal, secundaria e ingresos
como laborales como jubilación o renta) la brecha de género persiste ubicándose en
29%.
 Cuando se considera la evolución de la brecha de ingresos por la ocupación principal
en el largo plazo, se observa que entre 2004 y 2015 hubo una contundente
disminución (11 puntos porcentuales) pasando del 33% al 22%. Este proceso está
asociado a la mejora de los indicadores macroeconómicos en general y del mercado de
trabajo en particular (salario real, nivel de registración, mayor cobertura de los
convenios colectivos de trabajo. etc.). Hacia 2017, vuelve a haber un repunte de la
brecha asociado a la incipiente desregulación del mercado de trabajo, ubicándose en
27%. Ahora bien, la permanencia de una brecha que rondó el 20%-24% durante todo
el período demuestra la existencia de un núcleo duro de la desigualdad que requiere
políticas específicas si se pretende erradicar la inequidad de género en los ingresos.
 Uno de los mitos en torno a la brecha de género es que la misma se debe a que las
mujeres son peor remuneradas a igual tarea realizada por varones. Sin embargo, esto
aunque pueda suceder en la práctica en algunos casos, no explica el fenómeno macro.
Entre las principales causas de la desigualdad salarial, se encuentra la inequitativa
distribución entre trabajo productivo y reproductivo (las mujeres dedican menos horas
al trabajo remunerado porque deben atender al sostenimiento del hogar), lo que se
refleja en la tasa de actividad: 69,8% es la tasa masculina y 47,9% la femenina.
 Otra de las causas de la desigualdad de género en los ingresos es la mayor inserción de
las mujeres en la informalidad laboral: mientras que el 36% de las mujeres trabaja de
manera informal, en los varones el porcentaje desciende a 31%. Además, en este
universo la brecha en las remuneraciones es más pronunciada: mientras que para el
trabajo informal se ubica en 34% en el trabajo registrado lo hace en 21%.
 Adicionalmente, un elemento central en la desigualdad salarial es la penalidad de las
profesiones asociadas a tareas de cuidado. Según el relevamiento realizado en
portales web de búsqueda laboral, las profesiones de la sanidad, docencia y servicio
doméstico, fuertemente feminizadas y asociadas al cuidado, tienen peores
remuneraciones horarias que otras profesiones con similares características en
términos de formación profesional y experiencia laboral.
 El fenómeno de feminización de la pobreza se acrecienta en los hogares con menores y
monoparentales con jefatura femenina. El 27% de los hogares argentinos con menores
son monoparentales y de estos el 83% tiene jefatura femenina. Esta representación se
profundiza en los deciles de menores ingresos: los hogares monoparentales
representan el 66% de los hogares pobres y los que tienen jefatura femenina son el
60%. En estos hogares la AUH es central ya que el 47% la percibe como ingreso
principal.
 En cuanto al consumo, las mujeres contamos con costos diferenciales asociados al
ciclo reproductivo de la mujer. Una mujer cuya menstruación se produce desde los 15,
tiene dos hijos durante su vida fértil y a los 50 años tiene la menopausia deberá
dedicar a lo largo de su vida y a valores actuales casi $600.000. Durante toda su vida,
tendrá la menstruación 420 veces descontando tres años de embarazo y posparto.
Sumando el valor de las toallitas femeninas, pastillas anticonceptivas y analgésicos
tendrá un costo de $6.518 anuales o bien $198.700 a lo largo de su vida fértil.
Asimismo, en la etapa de la menopausia y considerando el promedio de vida de la
mujer, tendrá otros 35 años donde deberá afrontar el gasto de apósitos para pérdida
de orina, remedios para la incontinencia, pastillas de calcio, además de algunos años
más de hormonas, lo que implicará un gasto anual de $9.240 o de $346.200 durante
los 35 años.
Anexo metodológico

Definiciones
Brecha de ingresos:
La brecha se calcula como la diferencia entre los ingresos promedio masculino y femenino
expresado como promedio de los ingresos femeninos.
̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅
(𝐼𝑛𝑔𝑟𝑒𝑠𝑜𝑠 ̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅
𝑚𝑎𝑠𝑐 − 𝐼𝑛𝑔𝑟𝑒𝑠𝑜𝑠𝑓𝑒𝑚 )
𝑏= ∙ 100
̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅̅
𝐼𝑛𝑔𝑟𝑒𝑠𝑜𝑠𝑚𝑎𝑠𝑐

Los ingresos surgen de las encuestas de hogares relevadas por el INDEC. Según el tipo de
ingreso considerado y el universo al que se refieren surgen diferentes brechas:
Brecha de ingresos personales: surge de considerar todos los ingresos laborales y no laborales
que perciben las personas: salarios, jubilaciones y pensiones, rentas son ejemplos de ingresos.
Brecha de la ocupación principal: surge de considerar los ingresos de la ocupación principal de
los activos. Incluye además de ingresos salariales, los ingresos de los cuentapropistas y demás
remuneraciones de los activos ligadas a la ocupación principal.
Brecha salarial: surge de considerar los ingresos estrictamente salariales de los empleados en
relación de dependencia (registrados y no registrados).
Brecha salarial horaria: surge de considerar los ingresos salariales de los empleados en relación
de dependencia (registrados y no registrados) por hora trabajada.
Los diferentes cálculos de la brecha de ingresos muestran diferentes dimensiones de la
desigualdad o inequidad.
La brecha de ingresos personales, expresa el grado de inequidad en la distribución de los
ingresos de las personas (sean activos, inactivos, empleados o rentistas) y, por lo tanto, es
apropiada para analizar la desigual distribución del producto del trabajo (entendiendo el
trabajo en un sentido amplio y no solamente en relación de dependencia) entre varones y
mujeres. La brecha de ingresos salariales mide la desigual inserción de mujeres y varones
empleados (registrados o no) en el mercado del trabajo y la brecha salarial horaria por su
lado, sirve para analizar inequidades en la retribución del trabajo que no provienen de la
desigual distribución de tiempo trabajado, ya que se controla por dicho factor.
El Dipló: Mujeres y trabajadoras 1/3 19-10-2016 21:03:57

Edición Nro 208 - Octubre de 2016


CONTRA LA VIOLENCIA DE GéNERO Y LA DESIGUALDAD LABORAL

Mujeres y trabajadoras
Por Laura Oszust*

Bajo la consigna #VivasNosQueremos se realiza la segunda marcha en el año en contra de la violencia de género en el
país. En esta ocasión no sólo se reclama por la cantidad de femicidios que se registraron en el último mes sino que
también se puso en agenda la desigualdad laboral, reclamo expresado en el primer paro nacional de mujeres.

Romina Lerda l femicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata desencadenó


un clima social de indignación. La joven de 16 años,
según la fiscal del caso, María Isabel Sánchez, fue
sometida a "una agresión sexual inhumana". Lucía murió
por el dolor provocado por la violación perpetrada por
Juan Pablo Offidani y Matías Farías. Estos dos hombres
fueron detenidos por el femicidio a horas de dejar a
Lucía en la salita de primeros auxilios de Playa Serena, y
un tercero, Alejandro Maciel, fue detenido días después.
Este crimen de género fue el punto cúlmine para desatar
la convocatoria del 19 de octubre: a 17 días de ese mes
habían sido asesinadas 19 mujeres.

Esta jornada de lucha sostiene reclamos más específicos: las leyes ya existen por lo tanto se exige su cumplimiento y el
presupuesto para el mismo. Pero lo novedoso aquí es que la convocatoria posee dos instancias: paro de mujeres por una
hora de 13 a 14 horas y movilización a Plaza de Mayo. Esta primer acción de lucha es interesante, ya que coloca a las
mujeres en el lugar de trabajadoras y relaciona la violencia de género con la desigualdad laboral con el lema: "Si mi
vida no vale, produzcan sin mí".

El movimiento sindical y las medidas de fuerza, como el paro, están asociadas a la figura masculina. No resulta casual
que en la pelea por la reapertura de paritarias y la negociación por el bono de fin de año sea un triunvirato de la CGT
compuesto por hombres quienes intervienen en el tema, y que los principales gremios estén dirigidos por varones.

Luchas históricas

Si bien es el primer paro nacional de mujeres en Argentina, la lucha del movimiento feminista en el ámbito laboral
tiene una larga historia, en la que se conquistaron algunos derechos.

En 1909 los trabajadores de fábricas textiles de Nueva York realizaron un cese de actividades comandado por Clara
Lemich, dando origen al "Levantamiento de las 20 mil", en femenino debido a que entre un 60 y 70% de las empleadas
textiles eran mujeres. A partir de esa medida consiguieron la reducción de la jornada laboral, vacaciones pagas y
equiparación salarial.

En 1968 tuvo lugar en Inglaterra el conflicto de las trabajadoras de la empresa de automóviles Ford. Las únicas 187
mujeres empleadas que tenía la empresa trabajaban en la planta de la localidad de Dagenham y estaban clasificadas
como Grado A o de "Habilidades mínimas". Por este motivo su salario era significativamente inferior al de los varones,

Por Laura Oszust* -1- Edición Nro 208 - Octubre de 2016


El Dipló: Mujeres y trabajadoras 2/3 19-10-2016 21:03:57

y además las condiciones del espacio de trabajo eran insalubres. Estas trabajadoras se unieron y ante la negativa de su
delegado hombre para exigir cambios en su situación eligieron como delegada a Rita O´Grady. Ese año realizaron una
huelga de tres semanas con el lema: "Igualdad salarial o nada". Como consecuencia de esta lucha, en 1970 se aprobó la
Ley de Igualdad Salarial en el Reino Unido.

La experiencia vivida en Islandia en 1975 en el denominado "Viernes largo" es realmente importante. Ante la
desigualdad de los cargos legislativos (sólo el 5% de las bancas del Parlamento estaban ocupadas por mujeres), las
islandesas realizaron un paro en sus trabajos formales pero también en los trabajos no remunerados, como lo son las
tareas del hogar y el cuidado de niños o adultos. Tanto la modalidad de paro con el cese de actividades no rentadas
(que obligó a los hombres a llevar a sus hijos al trabajo) como la exigencia de la paridad en el ámbito legislativo son
discusiones que están vigentes este 19 de octubre.

Precarización por género

Actualmente en Argentina, según explican las periodistas de Economía Femini(s)ta, Mercedes D´Alessandro, Magalí
Brosio y Violeta Guitart, las mujeres ganan un 27% menos que los varones. Al mismo tiempo las mujeres tienen doble
jornada laboral, ya que realizan el 76% del trabajo no rentado del hogar (1). En este sentido, según la Encuesta
Permanente de Hogares del INDEC en el tercer trimestre de 2013 (últimas estadísticas realizadas) en el hogar de una
pareja el 95% de las mujeres tuvo participación en el trabajo doméstico no remunerado y el 54% de los hombres
participaron de estas tareas. El tiempo promedio de dedicación en este período al trabajo no rentado fue de 7,6 horas en
las mujeres y 3,4 horas en los hombres.

La situación del empleo es un tema que preocupa, no sólo por la situación socioeconómica en general, sino porque la
desigualdad de género es alarmante. Según la Encuesta Permanente de Hogares, la tasa de empleo remunerado para las
mujeres es del 43% frente a un 67% para los varones (2).

Además las mujeres tienen obstáculos para acceder a cargos directivos y subir su jerarquía. Este es el llamado "Techo
de cristal", la limitación de las mujeres a acceder a puestos superiores en una institución. En Argentina sólo un 4% de
las empresas grandes y pymes están dirigidas por mujeres, y en el Estado nacional ocupan un 22% de los cargos de
conducción política, como subsecretarías, secretarías y ministerios, en el gobierno de Mauricio Macri (aunque las cifras
fueron las mismas durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner) (3). En cuanto al ámbito académico, el 60%
de las becarias del CONICET son mujeres pero sólo un 25% llegan a ser investigadoras superiores o principales.
Siguiendo a las especialistas de Economía Femini(s)ta, esto se debe a la maternidad, no sólo a ser madre sino a la
posibilidad futura de serlo. Como se menciona anteriormente, las mujeres realizan la mayor parte del trabajo doméstico
(el cual incluye el cuidado de los hijos) y por eso es la mujer quien tiene que compatibilizar los dos trabajos, el
remunerado y el no remunerado. En este sentido la autora de Mujeres malabaristas en una sociedad desigual y doctora
en Ciencias Sociales, Eleonor Faur, afirma que se deben proveer servicios de cuidado infantil gratuito desde el Estado
y que es necesario comenzar a "comprender la cuestión del cuidado no como un problema personal sino como un
problema público" (4). Se puede observar además que el sistema laboral reconoce su carácter patriarcal al dar sólo dos
días de licencia por paternidad, hecho que refuerza la asimetría.

Por último, los estereotipos y prejuicios de género colaboran en la permanencia del "Techo de cristal". Pensar en un
jefe como varón asociado a la resolución, practicidad, simpleza, dureza, no emocionalidad, ubica a la mujer en un lugar
de inferioridad de capacidades para ejercer autoridad. La representación de estos roles de género en publicidades y
otras producciones de medios de comunicación refuerzan la brecha.

El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional reconocen que la igualdad de género en el plano laboral
favorece el crecimiento económico y el desarrollo de los países. Es importante que desde el Estado, a quien va dirigido
el reclamo de este 19 de octubre, incluya este tema en agenda. La obligatoriedad de la educación a partir de los 4 años
es un gran avance pero la falta de instituciones que alberguen a esta población y la poca cantidad de escuelas con doble
escolaridad son obstáculos para empezar a reducir esta desigualdad. Además debe ejercerse un control para la
igualación de salarios y licencias. Este primer paro nacional de mujeres, que se replicará en otros países de América
Latina, será la punta de lanza de esta demanda, visibilizando no sólo las muertes sino la situación precaria de las
Por Laura Oszust* -2- Edición Nro 208 - Octubre de 2016
El Dipló: Mujeres y trabajadoras 3/3 19-10-2016 21:03:57

mujeres en el mercado laboral. Las luchas de Nueva York, Dagenham e Islandia sirven de ejemplo de que es posible
romper la asimetría.

1. "Economía feminista, ¿modo o necesidad?", por Estefanía Pozzo, El Cronista, 14-10-16.

2. www.trabajo.gov.ar

3. http://w4000416.ferozo.com/rompamos-el-techo-de-cristal/

4. "El problema invisible", por Eleonor Faur, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, septiembre de 2015.

* De la redacción de Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

Por Laura Oszust* -3- Edición Nro 208 - Octubre de 2016


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Eficacia del poder, retroceso del derecho


y degradación del trabajo
El escenario regresivo de la salud laboral
en América Latina

Jaime Breilh

2003

Artículo publicado en: Salud Problema, 8 (5) (2000): 7-20.


ISSN-0187 -3148

511L\JD
PKODlILMII
NUEVA ÉPOCA lAÑo 5 I NÚMERO 8I JUNIO DE 2000

Jaime Breillt Eficacia del poder, retroceso del derecho y degradación del trabajo.
El escenario regresivo de la salud laboral en América Latina

Martín Acosta Fernández Repercuciones psicosociales del desempleo

Esther Monean La desocupación y el empobrecimiento como repercusiones del


desempleo y sus efectos en la salud mental de las mujeres

El estudio de la alteración mental y el trabajo: el síndrome del


Jorge Sandoval
trabajador quemado o burnout

Alfredo Guerrero Tapia Representación social del trabajo y la enfermedad mental

Proceso de trabajo y salud mental. Área medular de la psicología


Susana Martínez Alcántara
del trabajo

Reselia del libro de Osear Betancourt por Para la enseñanza e investigación de la salud y seguridad
Carolina Reynaldos Quinteros en el trabajo

~ UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLlTANA-XOCHIMILCO


Casa abierta al tiempo
índice

EDITORIAL

ARTíCULOS

Eficacia del poder, retroceso del derecho y degradación del trabajo.


El escenario regresivo de la salud laboral en América Latina
Jaime Breilh

Repercuciones psicosociales del desempleo


Martín Aeosta Fernández

La desocupación y el empobrecimiento como repercusiones del


desempleo y sus efectos en la salud mental de las mujeres
Esther Monearz

El estudio de la alteración mental y el trabajo: el síndrome del trabajador


quemado o burnout
Jorge Sandoval

Representación social del trabajo y la enfermedad mental


Alfredo Guerrero Tapia

Proceso de trabajo y salud mental. Área medular de la psicología del trabajo


s Susana Martínez Alcántara
a
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Para la enseñanza e investigación de la salud y seguridad en el trabajo
e
Reseña del libro de Osear Betaneourt por Carolina Reynaldos Quinteros
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Los autores

Jaime Breilh. Médico cirujano (Universidad Central de Jorge Ignacio Sandoval Ocañll. Licenciado en Psicología
Ecuador, ueE), Maestro en Medicina Social (UAM-X) y en la ENEP-Zaragoza, UNAM. Maestría en Psicología del
especialista en epidemiología y estadística (Escuela de Trabajo, Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma
Higiene y Salud Pública, Univesidad de Londres). Profesor- de Querétaro. Diplomado Binacional México-Cuba en
investigador de las maestrías en Investigación y Diagnóstico Psicolaboral. Profesor Asociado "e" Tiempo
Administración en Salud y Salud Ocupacional de la Facultad Completo Definitivo en el área de Psicología Social de la
de Ciencias Médicas (ueE), fundador y primer director Carrera de Psicología de la Facultad de Estudios Superiores
ejecutivo del Centro de Estudios y Asesoría en Salud de Zaragoza. Líneas de trabajo: Integridad-alteración mental y
Quito, Ecuador, del cual es miembro activo. Ha recibido trabajo, psicología del trabajo. Asesor sindical en salud en
diversos premios y reconocimientos por su trabajo de el trabajo. Integrante de la Sociedad Mexicana de Medicina
investigación y docencia, forma parte del consejo editorial del Trabajo.
de prestigiadas revistas internacionales, es asesor y
consultor de diversos organismos nacionales e Alfredo Guerrero Tapia. Licenciado en Psicología por la
internacionales y tiene una extensa obra publicada tanto en Universidad Nacional Autónoma de México. Profesor de
Ecuador como en el extranjero sobre teoría, metodología y tiempo completo en la Facultad de Psicología de la UNAM.
resultados de investigación de las relaciones entre las Profesor invitado en la Maestría de Psicología del Trabajo
ciencias sociales y la salud. de la Universidad Autónoma de Querétaro y en la Maestría
de Psicología Social de la Benemérita Universidad Autónoma
Martín Acosta Fernández. Licenciado en Psicología. de Puebla. Creador de la Maestría en Psicología del Trabajo
Universidad de Guadalajara. XIV Generación 1982-1986. de la UAQCoautor del libro Psicología del trabajo. Nuevos
Diplomado en Docencia Universitaria. Universidad de desarrollos teórico-empíricos. Ha publicado diversos
Guadalajara 1991. Maestro en Psicología del Trabajo. artículos de psicología educativa, política educativa,
Universidad Autónoma de Querétaro. IV Generación psicología laboral y psicología social. Actualmente realiza
1992-1994. Institución laboral: Centro Universitario de investigaciones en el campo de las representaciones sociales
Ciencias de la Salud. Universidad de Guadalajara. y la psicología política.
Departamento de Ciencias Sociales. Departamento de
Psicología Básica. Líneas de investigación: Salud mental en Susana Martínez Alcántara. Licenciada en Psicología,
el trabajo. Desempleo y Salud Mental 1998. Estudio Escuela Nacional de Estudios Profesionales-Zaragoza,
Binacional México-Venezuela sobre Economía Informal y 1977-1981. Maestra en Medicina Social. Universidad
Salud Ocupacional en colaboración con la Universidad de Autónoma Metropolitana-Xochimilco. 1986-1987.
Guadalajara y la Universidad Nacional Experimental de Actualmente es Profesora-investigadora de la Maestría en
Guyana. Enero 2000. Ciencias en Salud en el Trabajo. Universidad Autónoma
Metropolitana-Xochimilco. División de Ciencias Biológicas
Esther Moncarz. Licenciada en psicología, egresada de la y de la Salud. Departamento de Atención a la Salud. Docente
Universidad de Buenos Aires. Integrante de la mesa de la Maestría en Psicología del Trabajo de la Universidad
coordinadora de la Red Nacional por la Salud de la Mujer- Autónoma de Querétaro, en la Facultad de Psicología, desde
Argentina. Psicóloga clínica. Coautora de Estudios sobre la 1989. Líneas de investigación: Desde 1987 Salud de los
subjetividadfemeflina y El malestar de las mujeres. Autora trabajadores, con énfasis en el campo de la Salud Mental en
de La crisis de infertilidad y fas técnicas de fertilizacion el Trabaj o. Parti c ipaci ón en diversos proyectos de
asistida. Vivir cansada. Docente invitada en diversas investigación realizados en el sector siderúrgico, refresquero,
cátedras de grado y posgrado. periodístico y en el sector docente básico y universitario.
Eficacia del poder, retroceso del derecho y
degradación del trabajo
El escenario regresivo de la salud laboral en América Latina

( Jaime Breilh )

Conferencia de apertura en el Encuentro Nacional de Salud del Trabajador en Brasil


Brasilia, Junio /999

os perfiles contemporáneos de sufrimiento humano ellos; trabajar cuidadosa y responsablemente en una

L en el trabajo sobre los que me toca hablar en el día de


hoy son dramáticos, pero si pensamos que las mismas
razones históricas que explican el apogeo del actual sistema
contraperspectiva, más razonable, más humana y más valiente,
y desterrar ese discurso de la resignación y el derrotismo
como una ilusión creada, y como parte de un gran movimiento
productivo y social que nos rige, son las que ahora están de hegemonía del que un evento como este tiene que tomar
incubando su propia crisis, se nos abren fisuras importantes cuenta.
para un quehacer alternativo en la salud. Es decir, asumir el
sentido original de crisis, que viene del griego krinein y que Alan Badiou (1994), define la verdad como el "proceso
quiere decir discernir o separar, para situarnos en la real de fidelidad a un evento de ruptura por parte de un
perspectiva práctica de un optimismo vitalizador, aunque sujeto", creo que es una buena recomendación para este
ponderado y responsable. encuentro, y para otros similares que realizan las personas
democráticas en su lucha por la defensa de la vida. Pues
Podría parecer un contrasentido esgrimir ahora una gente como nosotros, puede ser el soporte de una nueva
bandera de esperanza desde las sociedades de la desigualdad, fidelidad en la salud ocupacional, demostrándole al mundo
y más aún hacerlo cuando impera un clima creado de que en nuestros espacios no ha muerto el sujeto social, y
desencanto, una filosofia de deconstrucción de los derechos, que estamos aquí, vivos con nuestra experiencia acumulada
que se propaga como resignación ante la supuesta para consolidar una estrategia de humanización del trabajo.
inevitabilidad de los problemas sociales y laborales que
enfrentamos, mientras el poder tiene amplias posibilidades En tal virtud y sin ningún ánimo de idealización
para descalificar a priori, las fórmulas alternativas que desde desproporcionada, me atrevo a decir que un Encuentro
los centros productivos y desde los núcleos académicos se Nacional de Salud en el Trabajo, con sus deliberaciones y
han propuesto para humanizar las condiciones de trabajo. propuestas, puede ser asumido como un gran indicador del
Por el contrario, es ahora cuando necesitamos construir una grado de avance de una sociedad en su humanización. Pero
práctica y un discurso de la emancipación del trabajo, además, si tal actividad se desarrolla en Brasil, como en este
justamente ahora, cuando desde el poder se los declara caso, a la citada importancia del evento, se añaden el peso
anacrónicos e ilusorios es cuando más debemos trabajar en gravitante de este gran país sobre el resto de América Latina,

Correspondencia: Jaime Breilh, eEAS, Asturias N24-02 y G.


de Vera, Quito Ecuador. Tel: 593 2 566714, correo electrónico:
Fecha de recepción: septiembre de 1999
Fecha de aprobación: diciembre de 1999 j breilh@ceas.med.ec
ARTÍCULO

que ya empezó un camino en la VIII Conferencia del 86 y la regulación estatal de las relaciones laborales, por la
otros eventos, que concretó conquistas jurídicas en la regulación automática basada en el miedo al desempleo y el
Asamblea Constituyente del 88, a través de una neodespotismo del capital en los centros industriales, por
representación federal democrática -a la que me honro en ejemplo; la presión a los países periféricos para el abandono
acomp~ñar en este mesa directiva- y que ha plasmado de políticas de protección del mercado interno en función de
avances legales de importancia que alientan nuevas economías hacia fuera; el impulso agresivo de una política
conquistas. de privatizaciones; y la reducción y focalización del gasto
social.
El trabajo es el gran mediador entre los seres humanos y
la naturaleza, así como entre los seres humanos y la Desde esa perspectiva, la tesis de que el crecimiento
realización de sus necesidades y de sus sueños, por eso, económico es por sí mismo una fuente de bienestar y trabajo,
cualquier encuentro como éste, que se plantee el desafío de encuentra en la realidad latinoamericana su más importante
construcción de un modelo para la salud en el trabajo, está mentís. Como se podrá constatar del panorama expuesto por
afrontando, primeramente, un problema humano social y sólo Vilas (1999), a pesar de que en el periodo 1991 a 1997 la
en segundo lugar un problema técnico y político. De ahí economía capitalista creció en 20%, casi triplicando los
que, apartándome un poco de los asuntos más específicos índices de la década anterior, dicha expansión de su
de mi oficio de epidemiólogo, abriré esta intervención a los productividad, contrasta con un rápido deterioro de las
asuntos del contexto social. condiciones de vida en medio de un acelerado
empobrecimiento masivo y mayor inequidad social, al punto
El capitalismo tardío: inequidad, centralización del poder y que los indicadores más recientes de dicho deterioro son
pérdida de derechos aún peores que aquéllos que se calcularon para la crisis de
los ochenta.
A estas alturas de la década, existen muchas contribuciones
científicas de enorme valor para comprender aquello que ha El paso de una época en que el empleo era asumido, por
dado en llamarse globalización o mejor qicho, capitalismo lo menos teóricamente, como un derecho del que además se
global. Además, como acontece con todo nuevo fenómeno desprendían los demás derechos sociales y el acceso a los
histórico de magnitud, se ha levantado una controversia servicios públicos, hacia una era de desregulación y
interpretativa. Sin pretender abordar exhaustivamente tales precarización laboral, pérdida de los derechos y de
formulaciones y debates -para los fines de este encuentro- la protección pública -como supuestos lastres para la
voy a resaltar primero el contexto socio histórico en que se competitividad- significó un mayor descalabro de la ya
implanta en América Latina y luego los hechos escuálida calidad de vida latinoamericana, poniéndose una
caracterizadores especialmente ligados a las condiciones de vez más en evidencia que el incremento de la inequidad no
trabajo. es una inesperada consecuencia de los cambios producti-
vos y políticos de esta década, sino uno de sus más claros
Escenario Latinoamericano: crecimiento sin empleo y la efectos.
rentabilidad del desempleo
Para 1997 según la fuente citada, alrededor del 50% de los
La base de los cambios estructurales que se fueron latinoamericanos se encontraban viviendo en la pobreza,
construyendo desde la década anterior es el neoliberalismo. bajo una distribución que desmiente la supuesta ruralidad
Valenzuela (1991) en un visionario ensayo sobre el de dicha pobreza pues en números absolutos hay más po-
neoliberalismo, distinguió los procesos de las esferas de la bres en las ciudades, aunque persistieran mayores
circulación y en la política que hicieron posibles los cambios porcentajes en el campo; urbanización de la pobreza que no
de los sistemas productivos y del trabajo: en primer lugar, un se corresponde a índices migratorios ya estabilizados desde
proceso de liberalización radical de ciertos elementos del años anteriores sino que es más bien una pobreza nueva,
mercado -por ejemplo el aperturismo impuesto a los países alimentada por asalariados y clase media empobrecidos.
de la periferia y la liberación de todos los precios de sus
bienes de consumo, en contraste con un cerrado control del La desigualdad de ingresos y propiedad es de tal
precio de la única mercancía que nunca se liberó, la fuerza de magnitud que supera los contrastes de sociedades
trabajo; una sustitución de la intervención reguladora desde convencionalmente reconocidas como de extrema inequidad
el Estado por la intervención directa corporativa de los tales como la India, Tanzania y Uganda. Así por ejemplo, el
monopolios (oligopolios), tanto en los espacios del mercado índice de concentración de Gini de América Latina es 7%
como en los propios centros laborales, es decir, el cambio de más alto que el de Africa y 40% más alto que el de los países

Nueva época / Salud Problema / Año 5 núm. 8/junio 2000


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ARTÍCULO

desarrollados. En el caso del Brasil, con un PIB/habitante informales para complementar sus ingresos como signo del
promedio nueve veces mayor que la India, presenta poli-empleo caracterizador de los apuros de supervivencia
indicadores de desigualdad diez veces peores que dicho en el capitalismo actual.
país.
El tema del poli-empleo formalmente reconocido, esconde
Justamente en los tres países destacados como líderes de el eterno poli-empleo que han desempeñado las mujeres
las reformas neoliberales -Argentina, Chile y México- es desde siempre, cubriendo sin remuneración la segunda
donde se encuentran los índices más altos de concentración jornada del trabajo doméstico, cuya invisibilidad para
del ingreso de la región. Yen el área metropolitana de Sao la ideología de género preponderante, no puede esconder la
Paulo que ha sido la gran irradiadora de desarrollo capitalista magnitud de su importancia en la reproducción de la sociedad
del Brasil, el porcentaje de familias pobres creció de 39% en en su conjunto y, además, su peso en la determinación de
1990 hasta47% en 1994, según estimaciones conservadoras. condiciones de trabajo con sus consecuencias para la salud,
las cuales han recrudecido en los años recientes.
Uno de los mayores contrasentidos de la llamada Precisamente Santana et al (1999) ejemplifican el deterioro
modernización de los noventa se pone de manifiesto de la salud laboral femenina en el sector informal en Brasil.
precisamente en el sector laboral; gracias a dichas reformas
se han agravado los ya antes deteriorados perfiles de los Lo que Vilas (1999) hace notar con razón es que en muchos
ochenta y los contrastes sociales ligados a una profunda de nuestros países, casi más que una destrucción del ~mpleo
segmentación del mercado de trabajo. se ha dado una degradación de las condiciones del irabajo.
Ya veremos luego que con la flexibilización, esa degradación
Como resultado de esa dinámica regresiva el desempleo tiene velocidades distintas en los dos contextos laborales
se ha incrementado, lo que se pone de relieve en algunas principales: el de las empresas integradas a la dinámica de la
tendencias significativas. En estados modernizadores como globalización y el de los espacios ligados a los mercados
el argentino, a la par que la productividad creció en el 50% locales.
en los noventa, el desempleo abierto lo hizo paralelamente.
Asimismo, una acumulación acelerada del sector informal en Las políticas de Estado en la mayor parte de casos
América Latina, concentra el 87% de los puestos creados de alimentan la crisis del trabajo y representan la contraparte
1990 a 1995 y así supera el ya alto 80% que existía antes. política del poder económico. El desempleo estructural es
una necesidad de reproducción del sistema y resulta un
Las estadísticas promediales de algunos países disfrazan negocio redondo, ya que contribuye a sostener en niveles
el deterioro, como es el caso de Chile que, de 1992 a 1994 bajos el precio de la fuerza de trabajo -que es el arma
mejoró muy discretamente el salario real, pero en cambio, fundamental de competitividad del capitalismo periférico- y
mostró un claro ascenso del porcentaje de familias que viven además, favorece la contención y vaciamiento de la fuerza
de ingresos menores al salario mínimo vital, el cual subió de sindical o de las organizaciones laborales, porque el
48% al 67 porciento. desempleo garantiza la sustituibilidad de la fuerza de trabajo
en contextos productivos de baja calificación, como son la
También las reformas de la producción industrial que mayoría de los latinoamericanos tal como veremos después.
analizaremos luego en profundidad, denotaron una Si a lo anterior se añade el papel de los nuevos gestores del
tendencia regresiva, acentuándose la terciarización, tanto Estado para desmantelar las modalidades de desaHollo hacia
a expensas de un crecimiento del sector tradicional de ese el mercado interno, y favorecer el aperturismo de nuestro
componente como de los modernos servicios para- mercado a los productos externos, y si se recuerda además
empresariales. que los actores del Estado han trabajado diligentemente en
el campo jurídico por el cambio del modelo tripartito de
Una fuente de deterioro laboral ha sido también la pérdida regulación del trabajo (empresa-trabajadores-gobierno) hacia
masiva y deterioro del empleo público. un mecanismo binario (empresa-gobierno) o peor aún por
una desregulación que favorece las decisiones unilaterales
Otra tendencia que marca el retroceso social es el de las empresas, se comprende aún más la orientación contra
borramiento progresivo de las barreras entre los sectores el empleo de las políticas estatales. En otras palabras, los
formal e informal, pues las empresas tienden a incorporar estados latinoamericanos en la etapa neoliberal, al igual que
formas de trabajo informales como parte de la flexibilización en otros tiempos han representado los intereses de las clases
que estudiaremos adelante y, a su vez, los trabajadores del dominantes en una sociedad pero ahora lo hacen sin las
sector formal se ven obligados a recurrir a actividades mediaciones y sin los suavizamientos del keynesianismo.

Eficacia del poder, retroceso del derecho y degradación del trabajo 9


ARTÍCULO

En resumen el escenario de América Latina, constituido inoperantes en medio de la trama estructural de una
como el de perfiles más graves en el mundo desde la década privatización de la vida que hasta ahora dejamos pasar.
anterior, es el contexto en que tienen que comprenderse los
problemas más recientes de la reestructuración productiva y El capitalismo tardío cuyo eje de gravedad radica en Norte
la flexibilización. América, fija ahora las normas que las máquinas de la
comunicación y la guerra hacen respetar. Desde la Casa
El nuevo orden global del capitalismo, la flexibilización y la Blanca imperial y desde los polos de poder universal se
degradación del trabajo establecen los criterios y referencias de una hegemonía
global, mil veces reproducida por la prensa y, también, por
Si la realidad de los pueblos latinoamericanos era ya amarga que no decirlo, por la imitación o la aceptación funcional en
en décadas anteriores, el vértigo de la hiper-explotación congresos, seminarios y otros espacios de encuentro. Y
humana en los años más recientes es el desafio más complejo cuando la persuasión no es suficiente, entonces el destino
que haya enfrentado el pensamiento humano libre y la ética manifiesto se impone por medio de la tecnología de la guerra
de la responsabilidad. Por eso, es vital para este encuentro para hacer respetar una supuesta "odisea norteamericana"
trascender una racionalidad tecnocrática y empaparse de la que nos es impuesta como paradigma de moral y de una
realidad del trabajo con un profundo sentido crítico. Nada cultura para todo el mundo. No es una simple coincidencia
ganaríamos con volver a nuestros espacios de acción con que, justamente cuando escribo estas reflexiones llegue una
un recetario para la cosmética de las actuales condiciones carta de Mary Ashford, Vice-presidente de la asociación
de trabajo degradado, pues tenemos que negarnos internacional de Físicos por la Prevención de una Guerra
frontalmente a aceptar como "natural" o "inevitable" ese Nuclear denunciando el peligro inminente de un tercera
tipo de labor. guerra mundial que ha sido ocultado por los medios.

En efecto, desde el lado humano de la humanidad, Los trabajadores del mundo enfrentan entonces, la doble
atestiguamos perplejos la multiplicación de las formas más encrucijada de los peligros de esa guerra externa y también
dolorosas del sufrimiento de la población laboral. A la vez los de la guerra interna que, como veremos, les ha planteado
que las maravillas de la ciencia y las de la tecnología hacen el neoliberalismo en sus propios sitios de trabajo, fenómenos
posible la informatización productiva y la comunicación evidentes de los cuales no podemos tomar distancia y
global instantánea, la teleinformática y los h ipermedia están refugiarnos en un academicismo elegante.
siendo utilizados en contra del ser humano y del trabajo. Es
la vocación lucrativa del sistema capitalista que termina Podrían distinguirse dos grandes periodos en la economía
convirtiéndose en estupidez y ceguera institucionalizadas, monopólica del siglo xx: la que corresponde al capitalismo
y acaba empuñando las armas de la tecnología contra la fordista (hasta mediados de los ochenta) y la que ha dado en
propia humanidad, y a favor de un proceso insólito de conocerse como posfordismo, posindustrialismo, capitalismo
concentración-exclusión de la riqueza del mundo y de neoliberal o tardío, desde entonces. Tanto en el uno como
destrucción de la naturaleza. Es como si el egoísmo esencial en el otro periodo ha existido una "economía mundial" o
que siempre encarnó el capitalismo, experimentara una "internacionalizada" y un comportamiento imperialista de
especie de destape, ahora que su primacía puede operar los grandes centros del poder pero es necesario distinguir
coyuntural mente sin control efectivo; y a momentos, esto profundos cambios y aclarar algunos términos.
nos crea la sensación de que vivimos bajo la ley del instinto
con el agravante de que, como nos hace recordar Saramago, El fordismo perfeccionó el proceso que se había estaba
"el instinto de los animales por lo menos defiende mejor la forjando desde la Revolución Industrial y el Capitalismo de
vida que nuestra razón, que, por el contrario, ha servido para la Gran Industria del siglo pasado para transformar a los
dominar, humillar y expfotar a otros". Es también como si nos trabajadores manufactureros que sabían su oficio y controlar
viéramos obligados a testimoniar un proceso de "suicidio sus técnicas, sus tiempos, las formas de organización y
colectivo" y nos estuvieran negando el derecho a réplica; coordinación de las tareas, por medio de lo que dio en llamarse
cuestión que no es nueva bajo el capitalismo, pero que ahora la organización científica del trabajo o taylorismo en grandes
eclosiona sin control y se hace visible con relieves inéditos, centros industriales que fue para ese momento la piedra de
en momentos en que aun los medios de comunicación masiva toque de la productividad. Según Lipietz (1998) el pico de
lucran con la industrialización de las imágenes de guerra y este periodo se dio en los años sesenta y constituyó para
violencia, mientras las organizaciones sociales y las los obreros una fase de legislación laboral garantizada por el
entidades de defensa colectiva permanecen congeladas por Estado de Bienestar y bajo normas estables de la relación
el miedo, debilitadas por su fragmentación o simplemente laboral. Era una etapa que por ese motivo ha sido descrita

10 Nueva época / Salud Problema / Año 5 núm. 8/junio 2000


ARTÍCULO

una como keynesiano-fordista y en la cual la forma de acumulación. En el marco de su interpretación, este autor
acumulación y de regulación se asentaron en gran medida insiste en que no hay realmente un contraste rígido entre el
en los estados nacionales. En América Latina, el fordismo se periodo fordista y posfordista, y que tampoco podría
lorte implantó limitadamente, sobre todo en los sectores de atribuirse al fordismo una relación con un proyecto de
e la sustitución de importaciones, pues en las amplias masas de acumulación capitalista nacional ni con el Estado Benefactor.
:asa semi-asalariamiento y de trabajo marginal tales procesos y Sostiene por último que el periodo keynesiano-fordista no
ti se garantías o estuvieron ausentes o estuvieron presentes en fue menos globalizante, pues a continuación de las guerras
onía medida muy limitada. económicas de la II Guerra Mundial, la globalización ya había
, por ocurrido durante los cincuenta y sesenta, recuperando el
llen Al final de los sesenta y en los años setenta el modelo terreno perdido durante la guerra.
). y keynesiano-fordista entró en crisis. Tal acontecimiento ha
,tino merecido explicaciones contradictorias y propuestas Astarita (1999) contribuye con un incisivo análisis a aclarar
¡erra encontradas. aún más el panorama de los trabajadores cuando sostiene
ana" que no se trata simple y llanamente de una era de depredación
una Teóricos como Hirsch (1991) han explicado el declive del por el capitalismo financiero como "dinero salvaje", y de
:ncia fordismo y la emergencia del neoliberalismo global como el anarquía que hubiera desbordado los estados nacionales y
: una producto de una crisis estructural de reducción de las roto la regulación keynesina estatal, ni se trata, según él, de
Ición ganancias del capital en los países metropolitanos, una que la contradicción capital-trabajo haya sido desplazada
¡erra creciente desestabilización de los mecanismos institucionales por el antagonismo de las finanzas y las sociedades civiles
'cera de regulación y una crisis financiera con excesos de liquidez excluidas. No es así, según este autor, porque el control
ocasionados por el estancamiento económico. El financiero impuesto en países como China, Indiay Chile, no
agotamiento de la tecnología fordista, habría desencadenado ha impedido que en estos países persistan niveles altos de
loble la tendencia declinante de las ganancias y al rápido sobreexplotación; todo lo cual pone en evidencia que el
lbién crecimiento del capital financiero. Lo que estaría vinculado proceso de fondo de la crisis actual es la desvalorización de
eado con la aparición de formas tayloristas en los países asiáticos, capitales, es decir, la existencia de desvalorizaciones masivas
lenos Brasil y México, y con la ineficiencia del taylorismo, su rigidez que redefinen las relaciones empresariales del mundo, y
;ia y e incapacidad de responder ágilmente a una demanda permiten que las compañías, especialmente norteamericanas,
cambiante. Circunstancias éstas que llevan a este autor a en cuidadosa articulación con el Fondo Monetario
sostener que en la globalización el Estado, al cual le asigna Internacional, y en contubernio con los grupos de poder de
omía ahora el nombre de Estado de Competencia, queda cada vez nuestros países, estén comprando a precio de oferta los
ismo más dedicado a asegurar el espacio nacional como bienes estratégicos de los estados más pobres:
jo en localización del capital productivo, es decir, a ofrecer en Chossudovsky (1999) ejemplifica como un plan de saqueo,
lismo competencia con otros estados, las condiciones más cuidadosamente orquestado, el asalto a la reserva monetaria
;omo favorables para el capital móvil global, atraerlo a su playas y del Brasil ocurrido en enero pasado, y nosotros sabemos
al" o retenerlo en su territorio. Desde esta forma de ver las cosas, que en todos los países periféricos se ha forzado la venta de
,ta de la confrontación social contemporánea es esencialmente un bienes públicos a precios irrisorios.
nguir conflicto entre fracciones del capital para lo cual la "cuestión
obrera" sería una insignificancia y el conflicto social un proceso El hecho es que, volviendo al tema del fordismo, y sea
demasiado fragmentado como para producir un impacto cual sea la explicación sobre el verdadero sentido histórico
:staba democratizador, por lo cual estaríamos irremediablemente de su crisis, han ocurrido cambios profundos de la estructura
no de condenados a una democracia de baja intensidad, en cuyo capitalista que debemos entender, antes de pensar en salidas
a los seno sólo cabría un reformismo institucional para crear formas para los trabajadores.
trolar de control de la explotación del trabajo.
ión y El capitalismo tardío busca penetrar en las distintas
marse Otros pensadores contemporáneos alimentan una visión estructuras productivas mediante un doble proceso de
andes distinta. Así, Bonefeld (1999) por ejemplo, insiste en que no purificación y de recomposición productiva. En efecto,
Ira de se trata ahora de una simple contradicción entre las fracciones Jameson (1994) llamó la atención sobre la purificación del
co de del capital financiero y productivo, sino más bien de una capitalismo, como una intensificación de su lógica y la
I para disociación entre la acumulación productiva y monetaria, penetración del mercado en los últimos enclaves de
porel una oposición entre el trabajo como fuente de valor y la resistencia, tales como la cultura. A lo cual tendríamos que
lación acumulación monetaria de riqueza; en condiciones en que el añadir un proceso de apropiación en espacios que, según el
:scrita trabajo ya no proporciona los valores relativos para la pacto de posguerra, se habían mantenido al margen de lo

2000 Eficacia del poder, retroceso del derecho y degradación del trabajo 11
ARTÍCULO

mercantil, como los derechos laborales; una apetencia que por trabajadores a los que la pérdida de estabilidad induce a
se explica porque la antes mencionada tasa decreciente de un fuerte individualismo. La empresas por su parte,
ganancia y la crisis de acumulación requieren la conquista encuentran en la subcontratación de riesgos la salida para
de espacios nuevos de rendimiento económico por parte de invisibilizar los procesos de degradación laboral.
los grandes empresarios y la privatización de las áreas
sociales para lograr el doble efecto de desmantelar los Entonces, las grandes empresas han trasmutado
programas estatales del área social y convertirlos en radicalmente su estructura, descentralizándose en pequeñas
lucrativos negocios. Como lo destaca Laurell (1997) para el empresas, convertidas en una red de interconexiones en la
caso latinoamericano, las privatizaciones de las actividades que sus partes, de gran dinamismo y capacidad de
del bienestar social, la educación y la salud son apetecidas adaptación, trabajan interconectadas como una unidad en
porque llegan a representar importantes rubros económicos tiempo real a nivel planetario.
que van del 13% al 45% del PIB, motivo por el cual son un
bocado seductor para los mecanismos lucrativos, así como Como lo explica Castells (1999), a pesar de que más del
también un rubro significativo para el financiamiento de la 80% d~ la mano de obra del mundo trabaja en mercados
crisis fiscal, sacado de los bolsillos de los pobres. locales, y a pesar de que una considerable parte de los
ahorros no circulan globalmente, lo que sucede ahora es
El segundo proceso de recomposición productiva que las empresas monopólicas dirigen mediante conexión
consiste en un conjunto de estrategias que se han aplicado instantánea las redes, de tal forma que la dinámica, la
de manera desigual y combinada según los diferentes países. situación y el funcionamiento de las economías de todos los
países dependen de la conexión con ese núcleo central. La
Los nuevos vientos de competencia capitalista empresa matriz sigue siendo la unidad de capital, la unidad
determinaron que no sea la calidad el único instrumento de jurídica, la de estrategia financiera pero cada segmento, cada
competitividad, sino una flexible adaptabilidad ante la unidad, cada mercado nacional, cada departamento trabajan
demanda, frente a lo cual los centros de poder adoptaron con gran autonomía. Un proceso en que la informatización y
dos tipos de estrategias: o la flexiblización del trabajo, típica la teleinformática son cruciales porque garantizan la
según Lipietz (1998) de los capital istas del Atlántico: Estados instantaneidad de los procesos de coordinación y unidad
Unidos, Inglaterra, Francia y España; mientras las empresas de mando de las empresas-red. La red pone juntos varios
de los países continentales de Europa como Alemania, Italia elementos, vari'as personas, varios segmentos de la empresa
del Norte, Suiza, los países nórdicos, así como Japón --donde o varias empresas para hacer algo juntos con la ventaja de
se ha dado la estrategia llamada toyotista- adoptaron flexibilidad, adaptación rápida a la demanda e incluso
predominantemente la estrategia de redireccionar el posibilidad de inmediata disolusión ante las bajas de demanda
taylorismo y reorganizar el trabajo por medio del con lo cual se superan las rigideces del modelo fordista.
involucramiento de los/as trabajadores/as, lo cual, aunque
disminuye discretamente el control del capital sobre el trabajo La ciencia y la tecnología se constituyeron desde el siglo
e implica inversiones de capacitación, en cambio asegura pasado en fuerzas productivas pero ahora el conocimiento y
productividad a cambio de estabilidad. la instantaneidad de la información son la base de la
productividad, de la competitividad y del manejo social. Las
Para el caso de los países de Europa con una más agresiva nuevas tecnologías de información permiten la velocidad, la
flexibilización se describen en años recientes incrementos flexibilidad y la adaptación inmediata estratégica.
notables de indicadores de segmentación de las condiciones
de trabajo y precarización del empleo, con ascenso en las Pero aquí cabe resaltar un punto clave para el problema
formas de contratación a tiempo parcial y otros retrocesos, que nos ocupa. Esa descentralización, esa activación
más pronunicados en las empresas pequeñas, las cuales a formidable de recursos y redes de comunicación, esa potencial
su vez registran niveles más altos de accidentabilidad que disponibilidad planetaria de información no llevan a la
revelan el impacto de dicha segmentación desigual y democratizac ión de nuestras soc iedades ni de I orden
sobrecarga de las condiciones de trabajo (Blanco, 1999). internacional, sino por el contrario a lo que Mclaren (1997)
Así, en el citado país, el índice de siniestralidad grave del denomina la implosión de la centrafización y una inédita
trabajo en las empresa pequeñas -menores de 50 asalariados- concentración de poder de decisión. No porque la
por cada mil accidentes en 1995 fue de 19.6, mientras que ese información y su base tecnológica lleven por sí mismas a tal
indicador fue de 13.3 por mil en las empresas mayores; concentración, sino porque su lógica determinante es el
asimismo, la tasa de accidentes fatales fue 30% más alta. productivismo y el enfrentamiento privado, lo que genera
Condición que es aceptada con una pasividad resignada, formas de saturación comercial de los datos e información

12 Nueva época / Salud Problema / Afio 5 núm. 8/ junio 2000


ARTÍCULO

luce a vaciada de contenido integrador, que hacen parte del ciclo • Flexibilización numérica: ajuste del número de empleados
¡arte, alienante de los aparatos de dominación cultural. a la demanda fluctuante.
1 para • Flexibilización salarial: recálculo del salario en función
La flexibilización en América Latina: penetración desigual de productividad y no de antigüedad.
y combinada • Flexibilidadfuncional: recambio del tipo de uso de la
Itado fuerza de trabajo en los procesos productivos,
ueñas La penetración en los distintos países de la lógica del especialmente el trabajo polivalente y la movilidad interna
en la capitalismo tardío y la recomposición de sistemas entre puestos, departamentos, turnos y horarios.
Id de productivos es muy he:erogénea como lo demuestran varios
ad en estudios recientes como los de Caste 11s (1999) Y Blanco (1999) Las expresiones regionales y sectoriales de la flexibi-
en Europa; los de Loomis (1997) y Smith (1999) en lización muestran una heterogeneidad que es producto, ya
Norteamérica; y especialmente el importante estudio De la sea de las distintas necesidades estratégicas de los
ás del Garza y Bouzas (1998) en México, en los que nos hemos empresarios, del tipo de capitales involocrados, de su
cados sustentando para esbozar un panorama de los patrones de vocación y capacidad exportadora, así como de las
le los flexibilización bajo el modelo de desarrollo altamente tradiciones sindicales y experiencia de lucha existentes en
)ra es inequitativo, desigual y combinado del capitalismo tardío en cada sector. En el caso mexicano por ejemplo, estudiado por
exión el mundo y especialmente en América Latina. De la Garza y Bouzas (1998), se encontró como lo muestra el
ca, la siguiente cuadro, que la flexibilización se concentra
os los Ya hemos comentado suficientemente los resultados del especialmente en las grandes empresas privadas y en las
al. La fracaso de la flexibilización neoliberal y su complicidad en la públicas privatizadas.
nidad exclusión masiva de trabajadores que ha llegado a acumular,
,cada según un informe reciente de la OIT (1997), mil millones de Cuadro 1
Ibajan desempleados y subempleados en todo el mundo, es decir
Flexibilidad laboral en México según
ción y un escalofriante 30% de la fuerza de trabajo.
tipos de er.npresas
:an la
.nidad A diferencia de otras regiones en América Latina, la Tipo de Flexibilidad
varios desregulación del trabajo -uno de los componentes de establecimiento Baja Media Alta
'presa la flexibilización- no es de ahora y lo que las reformas Exportación
aja de de estos años han logrado es una hiperdesregulación. Si 77.9 22.1
lcluso Veamos esto y las otras dimensiones de la flexibilización en No 71.7 28.3 --

nanda la producción latinoamericana.


Capital
;ta.
Extranjero 71.7 28.3
A nivel de los determinantes estructurales más amplios, --
Nacional 74.6 25.4
I siglo la crisis de competitividad determinó en la lógica empresarial
ento y ---<.:omoya lo hemos explicado-- una denuncia de las rigideces Tamaño
de la de fas relaciones laborales y una búsqueda de eliminación Pequeña 86.1 13.9
11. Las de los obstáculos y de reducción aún mayor del precio de la Mediana 79.3 20.7 --

lad, la fuerza de trabajo, de ahí que se empezó a buscar desde Grande 50.5 49.5
mediados de los ochenta, tanto a nivel general como al interior Productividad
de las empresas, estrategias de desregulación y flexibilización Baja 75.4 25.6
blema salariales, movilidad en el empleo, profesional y geográfica Media 100.0 -- --
'ación y búsqueda de tecnologías con equipos flexibles y obreros Alta 55.0 --
tencial polivalentes, cuyo financiamiento provino en gran medida
n a la de la apropiación privada de los fondos de reactivación Fuente. Cálculos efectuados con base en datos de cinco mil estableci-
orden logrados para salir de la anterior década perdida. mientos de una encuesta de la Secretaria del Trabaio (1992):
encuesta de 500 establecimientos efectuada por la UAM: y encuesta de
1997) mil establecimientos ereCluada por la UNAM (1995).
nédita Ya en el espacio de las refaciones laborales y rees-
lue la tructuración productiva. la reconversión implicó tanto El énfasis mayor de reconverslOn ha sido puesto
1S a tal cambios tecnológicos "duros" cuanto modificaciones en las generalmente en los siguientes procesos de flexibilización:
, es el relaciones laborales (contractuales y legales) que conllevaron
;enera las siguientes formas de reestructuración de la fuer::a de • Movilidad horizontal y vertical de la fuerza de trabajo
lación trabajo: • Pofivalencia

,2000 Eficacia del poder, retroceso del derecho y degradación del trabajo 13

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ARTÍCULO

• Reducción de la así llamada injerencia sindical • Las posibilidades de generar problemas masivos de salud
• Liberalización de las reglas de contratación. por el deterioro del trabajo administrativo en América
Latina en la reingeniería de la organización gerencial,
Cuando se miran casos particulares se descubre una creando tensionamientos o "exigencias", en la
heterogeneidad interna de lajlexibilización en las empresas, terminología de Noriega (1989), se consigna en estudios
pues las mismas establecen, cuando así le demandan sus como el del CEAS de Ecuador (1994) que demuestran el
estrategias productivas, diferencias entre subramas de las entrelazamiento de los procesos de sobrecarga
empresas en cuanto a: movilidad de la fuerza de trabajo; administrativa y de género en la génesis de sus
formas de organización y tecnologías; salarios y problemas de salud.
prestaciones; definición de ascensos; niveles de seguridad
en el empleo; categorías de puestos y subcontratación a La flexibilización requiere de un soporte desde el Estado
terceros; y restricciones a la labor sindical con las cláusulas y de un cambio del marco jurídico. Aquí se entra de lleno en
de exclusión. el tema de la desregulación como base de un incremento de
la competitividad internacional del capital. En Argentina,
De esa forma pueden desentrañarse tendencias tipo de por ejemplo, durante el mandato del Presidente Carlos Saúl
./lexibilización según grandes exponentes de la estrategia Menem se han dictado 16 cuerpos jurídicos, entre decretos
neoliberal: y leyes, dirigidos a la flexibilización y contra el trabajo que
• Las empresas maqui/adoras que introdujeron han logrado rebajar las cargas sociales empresarias, fijar
tempranamente en la región (década de los setenta en topes salariales y congelar el salario mínimo vital, limitar el
unos países y de los ochenta en otros) formas altamente derecho de huelga, favorecer la generalización de contratos
flexibilizadas en contextos de baja conciencia laboral y flexibles, retroceder los derechos adquiridos, reducir las
de disponibilidad de mano de obra barata, sobre todo prestaciones sociales, transferir la responsabilidad de los
femenina. riesgos, descentralizar la negociación colectiva, etcétera.
• Las empresas de ensamblaje automotriz y semejantes
con una heterogeneidad interna entre sus subempresas; En esta línea se han observado las siguientes estrategias:
centraron sus estrategias en la productividad, • Variación de lajornada de trabajo con paso al régimen
desmantelamiento sindical y destrucción de contratos de pago por hora
colectivos; compactación y reestructuración de • Salario en función de la productividad
categorías y puestos. • Reducción o cambio de la estabilidad en los contratos
• Las empresas del capital bancario, bajo una marcada • Escalafón por desempeño y no por antigüedad
unilateralidad introducen cambios como la incorporación • Revisión de los tribunales de trabajo
de nuevas tecnologías informáticas y desplazan al • Giro del papel del Estado frente a la regulación de las
usuario las tareas mediante la automatización. relaciones laborales y la seguridad social
• En los centros de trabajo docentes en el marco de las • Desregulación del derecho a la huelga y limitación más
estrategias privatizadoras y semi privatizadoras se drástica de los derechos de asociación y contratación
observan reformas, como las descritas por Gentili (1995) colectiva.
Y Kohen (1997) con un doble proceso de transposición:
desplazamiento del problema de la democratización de la En resumidas cuentas observamo~cómo opera la nueva
educación al de calidad; y la transferencia de los racionalidad que se esgrime como producto inevitable de la
contenidos de la discusión sobre calidad desde el campo competencia y se valoriza como respuesta a la eficiencia. Sin
productivo empresarial hacia el campo educativo y el embargo, los duros perfiles que aquí quedan trazados no
análisis de los procesos pedagógicos. Las universidades deben convertirse en una visión apocalíptica y en una
son ejemplos del cambio del espíritu de cuerpo y el saber sensación pesimista de inevitabilidad. Por el contrario, hay
de producción colectiva hacia patrones de alta buenas posibilidades de una salida democrática, pero no
privatización del trabajo académico. por simple obstinación, sino porque los mismos procesos
• En las empresas y unidades de servicios de salud también que le han dado a esta formación económica su ciclo de
se observa la incorporación de un cambio hacia el fortaleza, encaman contradicciones profundas y problemas
paradigma de la administración por competencia para su viabilidad a más largo plazo que, aunque no es del
gerenciada (managed campe/i/ion), lo cual está caso tratarlos exhaustivamente aquí, podemos enunciarlos
significando la intensificación del trabajo sin brevemente siguiendo a Castells (1999). La flexibilidad que
compensación, la pérdida de estabilidad y la regresión le otorga adaptabilidad y competitividad al capitalismo
de los derechos y la organización. monopólico actual, conspira directamente contra la

14 Nueva época / Salud Problema / Alio 5 núm. 8/junio 2000


ARTÍCULO

Id productividad. La individualización de la fuerza de trabajo, los centros laborales. El carácter tendencioso y


;a por su parte, determina una masiva polarización y contradictorio de la información hegemónica en salud, se
ti, empobrecimiento. y por último, la individualización creciente pone de manifiesto también en el contraste entre el sigilo y
la del trabajo y la consiguiente disminución de la capacidad de acuciosidad institucionales al manejar la exigua información
)S agregación de las relaciones laborales socava una de las disponible sobre la salud de los/as trabajadores/as que
el instituciones centrales del pacto social y de cualquier acción laboran en los espacios económicos principales como las
~a de bienestar, determinando una profunda desigualdad, con empresas industriales y comerciales -una verdadera po 1ítica
IS
lo cual entra en crisis de financiamiento y solidaridad, el de expresa desinformación- mientras que, por otro lado hay
conjunto del beneficio de las relaciones industriales y del una mayor soltura y circulación informacional para los
Estado. A lo que habría que añadir el tope o suicidio espacios que Sabroza et al (1992) denominan circuitos
lo ecológico, como lo define Hinkelammert (1997), de procesos económica y territorialmente secundarios como las barriadas,
:n de producción inviables a largo plazo por su destructividad. favelas y zonas rurales excluidas.
le
a, Por último, está el argumento esgrimido desde la La lógica lucrativa llega a producir la paradoja de que
úl antropología que nos hace caer en cuenta que, en medio de algunos avances tecn'ológicos de los sistemas producen
)s sus propios topes estructurales, de la incapacidad del deterioro de la información como es el caso de la
le capitalismo tardío para ofrecer bienestar, trabajo, y servicios, automatización de los expedientes de trabajadores
lr y en medio de su acelerada creación de desigualdad, la industriales, de tal forma que los sistemas "nuevos" y los
el subordinación de las comunidades tradicionales no puede programas se tornan inaccesibles, de "propiedad" de
lS ser total, como lo sugiere acertadamente García Canclini empresas contratadas, y donde, en la transcripción de la
lS (1991). Es de suponer, por el contrario, que el lento proceso información, se pierden sospechosamente aspectos
lS de despertar de los pueblos y naciones oprimidos, abran eseflciales de la misma.
profundas brechas para la construcción de un mundo
humano. Hay que trabajar intensamente para dar un giro total a la
s: información en salud ocupacional, pues ahora, de modo
:n La salud: degradación de las condiciqnes de trabajo semejante al que ciertas construcciones del lenguaje y el
ypandemia discurso técnico reproducen una cultura de la inequidad y una
lógica favorable a las asimetrías sociales, étnicas y de género
A pesar de que no existen aún amplios estudios -con las cualesse nos hace convivir hasta declararlas naturales-
comprobatorios sobre la magnitud del impacto en la salud asimismo la información en salud ocupacional está estructurada
de las nuevas formas de explotación instauradas, se puede de tal forma que, no sólo nos limita en el conocimiento
IS decir que no existe un solo tipo de país donde las condiciones epidemiológico de la génesis de los problemas, sino que tiende
humanas y laborales no se hayan degradado en términos a reemplazar el conocimiento con información y a ubicar esa
IS absolutos o relativos bajo el neoliberalismo (Breilh, 1998). información inofensiva en sofisticadas redes electrónicas.

En tales circunstancias es de suponer que los perfiles Creo que bien haríamos en América Latina en
epidemiológicos en el trabajo se hayan deteriorado a lo largo concentranos ahora en los vínculos determinantes que
'a y ancho del mundo. Aún los/as trabajadores/s del primer existen entre los procesos de reconversión productivista
la mundo han sufrido las consecuencias jurídicamente que hemos esbozado, que borran las barreras definidas entre
n regresivas y epidemiológicamente destructivas del modelo; puestos y secciones y que introducen procesos de
o no otra cosa significa esa expansión en los Estados Unidos, degradación laboral de alta peligrosidad, así como en los
a descrita por Loomis et al (1997), de patrones sureños de proceso de exclusión e informalización de la fuerza de trabajo,
y flexibilidad laboral y su asociación con el avance de espacios unos y otros seguramente correlacionados con la expansión
o no regulados por las agencias correspondientes, y la de una verdadera pandemia de procesos críticos
15 persistencia de formas de accidentabilidad, violencia y epidemiológicos particularmente ligados con:
,e problemas del auto empleo. • La saturación de estresores en los procesos productivos,
IS que hacen que el estresamiento florezca como un gran
:1 En América Latina la falta de estudios abarcativos y mediador con una variada patogénesis en el campo de la
15 suficientes, a pesar de todos los esfuerzos contracorriente salud mental y física.
que ya han cumplido y con gran éxito, muchos núcleos de • La proliferación de procesos productivos formales e
o salud de los trabajadores, como el propio eESAT, son informales que imponen la intoxicación neuro-psíquica
a producto del sigilo y la impunidad que se han impuesto en de la fuerza de trabajo.

Eficacia del poder, retroceso del derecho y degradación del trabajo 15


ARTÍCULO

• La utilización de formas incontroladas de transferencia en la salud ocupacional, y que a través de una determinada
de energía (Hagberg, 1997) bajo la lógica productivista, construcción del discurso técnico, de los conceptos y de las
ligadas a la producción masiva de lesiones, injurias y disposiciones prácticas, no es otra cosa que una forma
accidentes graves en el trabajo y en el transporte coligado. transfigurada, legitimada, irreconocible de las otras for-
Basta ver las cifras de los accidentes de trabajo en la mas de poder. La única manera de superar la dominación de
época de reestructuración productiva en el Brasil, estudio ese poder simbólico es la toma de conciencia de que existe y
realizado por Filho (1998), para constatar el crecimiento de que, a lo mejor, parte de nuestro pensamiento y acción lo
vertiginoso de letalidad de dichas injurias de 1.84 por mil reflejan.
trabajadores asegurados en 1970, pasando a 3.3 por
mil en 1980, hasta llegar a 9.83 por mil en 1995, en este Algunas tareas urgentes
último año aún persisten 403,652 accidentes, de los cuales
3,967 fueron fatales. Para finalizar, cabe hacer una breve revisión de algunas de
• El empleo bajo regulación de baja intensidad de las tareas más urgentes. Una tarea primordial, tal vez la primera
sustancias y materias cancerígenas -promotoras e en el or.den lógico y desde una filosofía de la praxis es la
inductoras- en la producción. defensa de una cultura solidaria que contrarreste el
• Las formas de deterioro ecológico desigual y combinado individualismo atomizador que se propugna como estrategia
que se dan, tanto en los circuitos o espacios productivos de dominio. Hay que trabajar con denuedo para construir
primarios de la economía monopólica como en los articulaciones fuertes entre los/as trabajdores/as y los otros
circuitos secundarios -siempre en la terminología de componentes de la sociedad civil, incluidos los profesionales
Sabroza- de la economía marginal e informal, y que se y expertos; cerrar espacios de reflexión colectivizada donde
ligan a la determinación de los procesos de transmisión se recupere el carácter colectivo del pensamiento humano y
infecciosa en el trabajo, así como al deterioro ecológico desprivatice las almas.
urbano y rural de las áreas dormitorio de la fuerza de
trabajo. Sobre la base de un tej ido social fortalec ido, debe
trabajarse también en una renovación conceptual y
Pero no sólo los procesos destructivos que hemos metodológica, quiero implicar con esto la necesidad de
descrito hacen parte de la problemática de la salud cambiar de racionalidad a nuestra práctica, desembarazándola
ocupacional. La acción enfocada en los procesos protectores del paradigma conceptual factorialista y de los modelos de
que existen en el trabajo o que se incorporan gestión funcionalistas.
sistemáticamente como componentes de un programa
preventivo y de promoción -tales como la práctica sistemática La llamada medicina del trabajo convencional y las viejas
de la educación física, el deporte y la recreación formativa- concepciones de la salud pública aplicadas al trabajo operan
son elementos benéficos que, como lo hemos demostrado generalmente en el marco de la teoría de los factores de
en estudios epidemiológicos contrarrestan la producción riesgo. Yo no dispongo de tiempo para ampliar un
de morbi-mortal idad laboral y constituyen elementos de cuestionamiento de esa base conceptual y sólo me limitaré
convocatoria para la planeación participativa de acciones. en este momento a transmitirles un brillante y sintético
cuestionamiento del factorialismo como base de la acción,
En síntesis, lo importante de un panorama de la salud que consta en el siguiente.1lrgumento:
ocupacional para este encuentro, no es tanto el exponer
exhaustivamente información epidemiológica sobre el trabajo, La prevención basada en la epidemiología de los
factores de riesgo está gobernada por el tipo de lógica
que por otro lado no está del todo disponible, sino resaltar según la cual, la temperatura de una habítación es
aquí el hecho de que tenemos que liberar a la epidemiología reducida mediante la ubicación del termómetro dentro
del trabajo de la camisa de fuerza del pensamiento de un cubo de hielo (Kuhn, citado por Silva, 1997)
reduccionista de la teoría de los factores de riesgo, pues
ésta ha sido hasta ahora, un recurso de evasión de La visión más moderna de la epidemiología, aún la que se
responsabilidad empresarial e institucional, como lo registra en los textos más novedosos del pensamiento clásico
comentaré más adelante. como las últimas ediciones de Rothman-Greenland (1998) ya
reconocen la obsolescencia de la interpretación clásica del
La hegemonía de un orden social injusto radica concepto de riesgo atribuible y la inutilidad de la separación
fuertemente en la amplia y permanente reproducción del poder de tipos de causas ambientales y genéticas. Sólo desde una
simbólico, como lo denomina Bourdieu (1998), que se lógica que podríamos calificarla de escapista o expiatoria
constituye también en cada campo profesional, y por tanto tiene sentido separar los supuestos riesgos laborales, de los

16 Nueva época / Salud Problema / Año 5 núm. 8/junio 2000


ARTÍCULO

ninada no-laborales, lo que la salud en el trabajo debe hacer es se discutan modelos creativos para el impulso de la salud en
'delas partir de los determinantes que existen en el trabajo y el trabajo deben enfocar el rediseño de los sistemas de
forma combatirlos, existan o no evidencias perfectas de la magnitud información en salud en general y específicamente los
lS for- de su asociación con las formas de deterioro de la salud, y de salud en el trabajo. La información es una herramienta del
;ión de procurar al hacerlo, que los diseños de investigación y de saber y también lo es de la configuración simbólica y de
:xiste y los planes de intervención respeten la integralidad de la vida los sistemas de ideas y de construcción del conocimiento y
ción lo de los trabajadores, sin fragmentar la realidad ni aislar la práctica, por eso no podemos darnos el lujo de
artificialmente pedazos de la vida de las personas y de los descuidarlos. Como lo destaca acertadamente Castiel (1999),
grupos en factores manipulables. en este mundo al revés, los poderosos han logrado dar la
vuelta a los papeles de la realidad y de la ficción y poner
Asunto central es también una toma de distancia con el la información de salud a su servicio; sea por deformación o
mas de funcionalismo, es decir, con la reducción de la práctica de la por omisión, el sistema de información se encuentra ahora
)J'imera salud colectiva a la planificación de reformas menores dentro constreñido. La articulación de nuevos modelos de la salud
es
:s la de límites permisivos, unilateralmente establecidos e ocupacional requiere nuevos modelos de información.
~ste el inhumanos y siempre centrados en los clásicos espacios del
rategia trabajo formal. Nuestra acción debe abrirse con realismo pero En estos tiempos en que se abren las nuevas posibili-
nstruir también con tenacidad hacia la instrumentación y expansión dades de la comunicación en redes, hay señales interesantes
s otros de los términos que establecen la Constitución y las leyes en el mundo actual que están demostrando, como lo ha hecho
ionales sobre los derechos humanos, sociales y laborales, hacia la el Foro Abierto Internacional para una Estrategia Global de
donde concepción más integral de la protección y promoción del Comunicación de los Trabajadores (1999), Y otros semejantes,
nano y trabajo saludable. Cuando la Constituyente del 88 dio un que es posible volcar al servicio de las causas más humanas
salto al reconocer los derechos sociales y consignarlos como y democráticas los poderosos recursos de la comunicación
responsabilidad del Estado para garantizar la atención de la digital y las redes electrónicas globales.
, debe salud de los/as trabajadores/as y del medio ambiente, estaba
tual y colocándose a la altura de los cuerpos jurídicos más Un componente crucial del cambio de nuestro quehacer,
jad de avanzados; señala la responsabilidad del Sistema Nacional que guarda relación con los puntos anteriores, es la apertura
:ándola de Salud de ocuparse de la protección del trabajo y de la mental hacia una visión democrática, que se entremezcle
~los de promoción de condiciones saludables en el mismo, no sólo con la riqueza del saber popular de las clases subordinadas,
en los espacios convencionales de trabajo industrial, sino en de las nuevas perspectivas más abiertas de género y de la
todos los ámbitos donde se ejerce trabajo humano, formal o profunda sabiduría étnico-cultural, de las sociedades
; Viejas infonnal, del espacio público o privado, del ámbito doméstico afroamericanas e indoamericanas. Hacerlo, sería romper los
operan o extradoméstico, en fin de toda la población que trabaja. moldes del pensamiento cerrado, unidimensional en que
¡res de fuimos entrenados y ventilar los espacios técnicos y la
iar un La salud en el trabajo debe desbordar los límites de la academia, para situar a la salud en el trabajo en el camino
imitaré medicina ocupacional y de los modelos de control limitado más humano y más equitativo del multiculturalismo como
ntético del llamado "riesgo en puestos", para dar paso a formas perspectiva enriquecedora de la praxis y de la acción.
1cción, participativas y de cogestión para las cuales la salud pública
latinoamericana, y del Brasil particularmente, han acumulado En esas direcciones es poco lo que podremos avanzar si
una importante experiencia. Nos haría mucho bien propi- no construimos una interdisciplinariedad en la que converjan
ciar una interdisciplinariedad y un contacto de experiencias las distintas ciencias y disciplinas técnicas en el
en estrategias como las de monitoreo e investigación perfeccionamiento de nuestros objetos de transformación
participativos, que remplacen las viejas nociones de de la práctica. Una interdisciplinariedad crucial en este campo,
vigilancia epidemiológica vertical y pasiva; reconfigurar los es la que tiene que lograr la salud colectiva con las ciencias
sistemas de información sobre salud en el trabajo para que jurídicas pues una parte considerable de la defensa de la
!que se dejen de centrarse exclusivamente en organismos médicos y salud laboral pasa por el avance legal. En el caso mexicano,
clásico núcleos académicos y se abran a un modelo participativo el estudio de De la Garza (1998) cita opiniones especializadas
}98) ya y multicultural, donde los saberes de los otros se integren al que recomiendan la ubicación de los tribunales del trabajo
ica del proceso de inteligencia epidemiológica en el trabajo. en el poder judicial y otras medidas para contrarrestar las
¡ración
formas antidemocráticas de flexibilización.
,de una La racionalidad de los actuales sistemas de información
iatoria para el conocimiento y para el poder simbólico que antes En fin, apelo a la comprensión de los presentes sobre la
,delos resaltamos, por lo cual este encuentro y los eventos donde intensidad de estos argumentos pero es que no cabe

72000 Eficacia del poder, retroceso del derecho y degradación del trabajo 17
ARTÍCULO

definitivamente, ante esa irracionalidad que se nos impone o racionalidad extraña y la macdonalización de su magnífica
mejor dicho, ante esa racionalidad perversa, abordar las cultura, bajo la narcosis de una vertiginosa información
graves condiciones del trabajo que afectan a millones de digital que desplaza el pensamiento crítico y derrota el
seres humanos con un academicismo light que, como lo conocimiento, dejando atrás siglos de historia que, entre
diría Benedetti (1985): otras cosas, recogen la memoria de la lucha del ser humano
por los derechos del trabajo. No es de extrañarse entonces,
..entiende lo que está pasando, cree que es absurdo lo
que en Asia, Africa yen la América de los pobres opere aún
que está pasando, pero se limita a lamentarlo ... con más fuerza ese colosal proyecto de expropiación o
[demostrando el] ... gran globo democrático en que vaciamiento de la memoria colectiva, y de sustitución por un
nos hemos convertido.. [porque] .. hemos sido sueño extraño que termina otorgando como lo diría Roland
serenos, objetivos, pero con una objetividad
Barthes, "a una realidad CÍnica la patente de una moral noble".
inofensiva, que no sirve para cambiar el mundo ...
[porque para eso] .. hace falta pasión.
Espero que ustedes acepten con benevolencia estas
Somos muchos los que guardamos en el pecho un grito palabras de un ecuatoriano que ama este país, que tiene
de inconformidad. Al cierre de este milenio las mayorías lazos de sangre y familia en él, y que, más allá de las
organizadas todavía tenemos oportunidad de revertir las limitaciones propias del entendimiento, ha querido inyectar
tendencias regresivas que se han regado por el mundo, a en las deliberaciones el calor de un compromiso solidario
condición de que despertemos del letargo y nos sacudamos para que este colectivo eleve hacia nuevas conquistas
del miedo. No somos sólo nosotros los perjudicados, aun el humanas, la plena valoración de lo que Brasil ha logrado en
viejo continente, ha pasado a ser, como lo explica Debray el campo ocupacional y que es un referente para todos
(1999), una Europa sonámbula, pues acepta ahora esa nosotros.

Nueva época / Salud Problema / Año 5 núm. 8/junio 2000


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ARTÍCULO

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20 Nueva época 1 Salud Problema 1 Año 5 núm. 8/junio 2000


2017­5­11 "Nuestra vida está reducida a la agenda" ­ 31.08.2012 ­ LA NACION

"Nuestra vida está reducida a la agenda"
El célebre antropólogo francés, creador del concepto de "no lugar", habla de su nuevo
libro, Futuro, que Adriana Hidalgo publicará la semana próxima, y afirma que la única
manera de escapar del puro presente empobrecedor en el que vivimos consiste en
volver a hacer el esfuerzo de educar y educarse

Luisa Corradini LA NACION VIERNES 31 DE AGOSTO DE 2012

A unque sea una verdad de Perogrullo, ¿cómo resistir la tentación de escribir que Marc Augé
es uno de los últimos monstruos sagrados que quedan en Francia? A los 77 años,
considerado uno de los más célebres etnólogos y antropólogos del mundo, es el perfecto ejemplo
de esa generación de eruditos y pensadores humanistas formados por la universidad francesa
hasta mediados del siglo XX. De esos que, en la actualidad, apenas se pueden contar con los dedos
de una mano.

Marc Augé nació en la ciudad de Poitiers en 1935. Desde entonces y hasta convertirse en un
jubilado cautivador e hiperactivo, el autor de libros de referencia como Hacia una antropología de
los mundos contemporáneos (1994), Los no lugares. Espacios del anonimato (1992) o El viajero
subterráneo. Un etnólogo en el metro (1986), pareciera haber vivido varias vidas. Desde las
lagunas del sur de Costa de Marfil hasta el Jardín de Luxemburgo, de Togo al metro de París, del
paganismo al hipermodernismo, Marc Augé inventó una singular antropología de los mundos
africanos y contemporáneos.

Nacido en una familia de militares, se interesó en la descolonización, pero también en las ciencias
de la información y la comunicación. Con el tiempo, terminó transformándose en el mejor

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observador de lo que él mismo llamó "sobremodernidad". Una situación social marcada por el
exceso: tiempo, velocidad, movimientos y consumo.

Ex alumno de la Escuela Normal Superior de París,
especialista en literatura clásica, doctor en Literatura y
Ciencias Humanas, Augé fue profesor, director y presidente
de la prestigiosa Escuela de Altos Estudios de Ciencias
Sociales, dirigió un sinnúmero de investigaciones en el
Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS),
escribió cerca de 40 libros y no dejó nunca ­pero realmente
Foto: PHILIPPE MATSAS / OPALE /
DACHARY jamás­ de reflexionar sobre los temas más inesperados que
tienen al hombre como protagonista. Adonde vaya, este
etnólogo fuera de lo común es capaz de descubrir la
característica oculta, la zona de sombra o de humanidad de los objetos que estudia. Como la
mayoría de sus condiscípulos, Augé comenzó su carrera estudiando distintas etnias en lejanos
países africanos. Fue allí donde desarrolló el concepto de "ideo­lógica", que definió como la lógica
interna de las representaciones que toda sociedad produce de sí misma para sí misma.

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Según Augé, la sociedad está devastada por una profunda crisis financiera. ´Los jóvenes temen no conseguir un trabajo para
sobrevivir, son incapaces de proyectarse´, dice. Foto: PHILIPPE MATSAS / OPALE / DACHARY

A mediados de la década de 1980, diversificó sus campos de observación. Viajó por América latina
(Venezuela, Bolivia, la Argentina y Chile) y estudió las realidades del mundo contemporáneo a
través de su medio ambiente más inmediato (en Francia, Italia o España) y mediante sus
producciones más "lejanas", sobre todo artísticas, como la fotografía, el cine, la pintura, la
arquitectura y la literatura. Utilizando los mismos métodos que había desarrollado en sus estudios
africanos, Augé decidió fijar su atención en el habitante de una gran metrópoli contemporánea
como París. Analizó su profunda soledad, paradójicamente provocada por la expansión de las
tecnologías de la comunicación, y terminó acuñando dos nuevos términos: "sobremodernidad" y
"no lugar".

Augé sitúa el mundo actual en lo que denomina "sobremodernidad", que se caracteriza por los no
lugares (lugares de anonimato), el no tiempo (presentismo) y lo no real (virtualidad). Para él, la
"sobremodernidad" se opone a la modernidad porque la época actual produce un número
creciente de acontecimientos que los historiadores tienen dificultades para interpretar (se refiere
en particular al derrumbe del bloque soviético, que precedió por poco tiempo la aparición de su
célebre libro Non­lieux ); por una superabundancia espacial, que corresponde tanto a la
posibilidad de desplazarse rápidamente y por todas partes como a la omnipresencia, en cada
hogar, de imágenes del mundo entero a través de la televisión; y por la voluntad de cada uno de
interpretar por sí mismo las informaciones de que dispone, en vez de apoyarse ­como sucedía
antes­ en el grupo.

Augé acuñó el concepto de "no lugar" para referirse a los espacios de tránsito con poca o relativa
importancia para ser considerados "lugares". "Son considerados antropológicos los lugares
históricos o vitales, así como aquéllos en los que nos relacionamos. Un no lugar es una autopista,
una habitación de hotel, un aeropuerto, un subte o un supermercado... Carece de la configuración
de los espacios, es circunstancial, casi exclusivamente definido por el pasar de los individuos",
precisa.

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Hace poco, por pedido de un editor italiano, publicó en ese idioma (y no en francés) su último
opus: Futuro . En ese libro, que acaba de ser traducido al español y estará en las librerías
argentinas esta semana, examina la sociedad del "presente permanente" en la que vivimos; una
sociedad devastada por una profunda crisis financiera que induce a mirar el futuro como una
incógnita que aterroriza y paraliza.

"En esta sociedad, los jóvenes temen no conseguir un trabajo para sobrevivir, son incapaces de
proyectarse en el futuro y se sienten bloqueados en un permanente presente constituido sólo de
precariedad. Al mismo tiempo, sus padres temen perder sus pensiones, sus seguros de desempleo,
y terminar en la miseria", afirmó en la extensa entrevista que mantuvo con adn cultura en París.

Eterno optimista, en Futuro Marc Augé intenta, sin embargo, ofrecer una perspectiva nueva, que
permita a la gente reapropiarse de un tiempo que pueda ser vivido y no temido.

­En este libro usted habla de "dictadura del presente" y de "miedo al futuro". Afirma
que el tiempo se ha vuelto circular, como una suerte de inmovilismo que impide al
hombre ver la salida?

­Mi abuelo no pudo estudiar, pero era un hombre inteligente e invirtió en la educación de sus
hijos. Mi padre era empleado público y quiso que yo fuera un intelectual. En mí vio sus sueños
realizados. Todo eso fue posible gracias a la escuela pública, a la educación para todos. Pero hoy
eso se terminó. La escuela ya no puede luchar contra la desigualdad: el cuerpo social está cada vez
más inmóvil, la gente se queda encerrada en sus barrios, sus escuelas, sus familias, como si fueran
una suerte de casta premoderna.

­¿Y el miedo al futuro provoca una parálisis en el presente?

­El hombre actual vive en una especie de hipertrofia del presente, amplificado por los medios de
comunicación. En cierto sentido, como sucedía en las sociedades primitivas y el mundo rural,
nuestro tiempo ha dejado de ser lineal para volverse circular: actualmente nuestro tiempo está

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determinado por las temporadas deportivas, los ciclos escolares, los periodos de elecciones?
Nuestra vida está reducida a la agenda.

­En otras palabras, lo contrario del tiempo histórico. ¿Podríamos hablar de un "no
tiempo"?

­Sí. Es lo contrario de un estado de evolución. Lo contrario de lo que se podría pensar de una
civilización tecnológica que se dirige en forma permanente hacia la innovación. Somos prisioneros
de una especie de retorno permanente a los ritmos fijados por la televisión o las finanzas globales.
Hoy el hombre vive mucho más tiempo, pero comienza a vivir más tarde. Tomemos el ejemplo de
la Revolución Francesa: fue hecha por gente que apenas tenía 20 años; jóvenes que cambiaron el
curso de la historia. Paradójicamente, una vida más corta obligaba a madurar más rápidamente.

­Según afirma, ésa es la característica típica de una
sociedad que abolió los ritos iniciáticos.

­Así es. Sin esas etapas iniciáticas de la vida, es muy difícil
construir un porvenir.

­¿Un porvenir o un futuro? Para usted, no son lo
mismo.

­No, no lo son, en efecto. Si bien esas dos palabras no
significan lo mismo en francés, italiano o español, el porvenir
es un concepto bastante miope que tendemos a proyectar
sobre una colectividad determinada (¿qué porvenir
dejaremos a nuestros hijos? o ¿cuál es el porvenir de la
ciencia?). Por el contrario, el futuro es la vida que se vive
´´Estamos aprendiendo a cambiar el mundo
individualmente. El futuro es inmediato, tiene una relación
antes de imaginarlo´´, reflexiona Augé. Foto:
PHILIPPE MATSAS / OPALE / DACHARY con lo evidente; el porvenir es incierto, es motivo de dudas.

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El futuro puede provocar esperanza o temor (¿qué puedo
esperar de mi vida en los próximos dos años?).

­Pero también se podría decir que futuro y porvenir son dos expresiones de la
solidaridad esencial que une a un individuo con la sociedad.

­Seguramente. Un individuo totalmente solo es inimaginable. Tan insoportable como un futuro sin
porvenir. En sentido inverso, el hecho de subordinar un individuo a las normas colectivas y su vida
futura al porvenir de un grupo es típico del totalitarismo.

­En el fondo, lo que es válido para el porvenir es también válido pa ra la felicidad.

­La democracia no tiene como fin último la felicidad de todos, sino crear para todos las
condiciones de posibilidad de la felicidad, eliminando las causas más evidentes de infelicidad. Un
porvenir deseable para todos es aquél en el cual cada uno pueda administrar libremente su tiempo
y dar un sentido a su futuro individualizando el propio porvenir.

­Pero volviendo a la sociedad actual, otra de sus paradojas es que todo va tan rápido
que, en pleno inmovilismo, la globalización terminó por canibalizar hasta el espacio
para imponer el tiempo como unidad de medida.

­Por difícil que parezca, así es. El hombre contemporáneo ha dejado de hablar de distancia para
referirse al "tiempo de recorrido": tres horas de vuelo, cuatro horas de ruta. Y nuestros puntos de
referencia han dejado de ser nacionales para volverse globales. Ahora hablamos de ciudades y no
de países: "Nueva York, Buenos Aires, París?". Ese conjunto forma una nueva geografía, una
inédita territorialidad virtual. En ese sentido, la tecnología y la economía son más veloces y mucho
más poderosas que la política. El capitalismo financiero logró lo que no pudo hacer el
internacionalismo socialista. Las finanzas transformaron el universalismo en "globalismo", en
economía multinacional. Por eso las desigualdades aumentaron a pesar del ingreso de nuevos
protagonistas en la escena histórica.

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­¿Es por eso que afirma que la política se encuentra reducida a una simple
gobernanza, a la simple gestión del consumo y los servicios públicos?

­El problema es que se trata de una idea de la política propia del fin de la historia. Vivimos
sometidos a un modelo de libre mercado y de democracia que, al mundializarse, se transforma en
pensamiento único: sólo queda la posibilidad de asegurar el buen funcionamiento del mercado.
Estamos ante el último acto del ocaso de las grandes narraciones filosóficas, políticas y nacionales
en el que Jean­François Lyotard identifica el espíritu de la posmodernidad.

­Y para salir de ese ocaso usted apela a un "existencialismo político".

­Sí, porque para avanzar los políticos deberían escapar tanto al esencialismo de los sistemas como
a un pragmatismo sin principios. Deberían, como los existencialistas, admitir que la existencia
precede la esencia y, como los científicos, aprender a formular hipótesis para ponerlas a prueba.
La hipótesis es la síntesis de la duda y de la esperanza. Ambas son necesarias.

­Pero entonces, ¿cuál es la solución? ¿O todo está perdido?

­Yo soy un optimista y creo que, a pesar de las apariencias, no todo está perdido. En este mismo
momento, la ciencia y la tecnología hacen progresos extraordinarios. La gente está convencida de
que, para crear un mundo nuevo, primero hay que imaginarlo. Pero no es así: las grandes
invenciones que revolucionan actualmente la vida, desde la píldora anticonceptiva hasta Internet,
no nacieron de la imaginación política o de alguna otra utopía.

­En otras palabras, la ciencia y la tecnología no necesitan grandes narraciones.

­Exactamente. Sólo hay que esperar las consecuencias de los descubrimientos científicos. Diría
que estamos aprendiendo a cambiar el mundo antes de imaginarlo. Como si fuéramos
existencialistas pragmáticos. Y de esto precisamente podría nacer la fe en el porvenir. Pero, para
conseguirlo, debemos apropiarnos primero de nuestro futuro.

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­¿Es decir?

­Asumir plenamente el desafío del conocimiento. Creo que allí reside el secreto de la felicidad de
los hombres y de la sociedad. Para llegar a ese estado existen dos prioridades absolutas: potenciar
de inmediato la instrucción pública y esforzarse en alcanzar la absoluta igualdad de sexos.

­Usted se define como un optimista. Sin embargo, cuando habla de la única
posibilidad de salvación del hombre usa la expresión "utopía de la educación", lo
que no parece demasiado optimista.

¿Y por qué no se podría creer en una utopía? Yo sé bien que la dirección actual que toman los
diferentes sistemas educativos no va en el sentido de reducir las desigualdades. Por el momento
nos dirigimos hacia una sociedad de clases planetaria, dividida entre aquellos que tendrán acceso
al saber y al poder, aquellos que sólo serán consumidores y aquellos que estarán excluidos tanto
del saber como del poder. Pero, por ejemplo, ¿cuántos niños se necesitan en una clase para que un
profesor pueda enseñarles a todos en óptimas condiciones? ¿Quince? ¿Y por qué no pretender que
algún día los gobiernos acepten esa idea, aun cuando cueste fortunas? Es una utopía. Pero no es
imposible.

­En otras palabras, el mundo se salvará gracias a la escuela y la mujer. ¿Es por eso
que en su libro hace el elogio del pecado original?

­Fue gracias a Eva que el hombre comió el fruto del árbol del conocimiento y se transformó en
hombre. Ése fue el comienzo de nuestra historia y, si queremos que exista un porvenir, debemos
seguir comiendo de ese fruto. Dividiendo la manzana en partes iguales.

­Al final de su vida, Claude Lévi­Strauss solía decir que, comparado con el mundo
que había conocido, detestaba el actual. Con derroteros similares, usted no parece
haber dejado de querer el mundo.

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­Es verdad, pero yo soy definitivamente un moderno. Veo el mundo como los pensadores del siglo
XVIII. Creo en el progreso y en la evolución. Estoy convencido de que la historia no ha terminado,
que el individuo es la medida de todo y que es capaz de desmontar, con su sola existencia, el
carácter ineluctable de la ley del silencio, la evidencia mediatizada y la resignación consumista.

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El Dipló: La uberización del mundo 1/5 29-03-2016 20:09:08

Edición Nro 201 - Marzo de 2016


SILICON VALLEY AL RESCATE DEL NEOLIBERALISMO

La uberización del mundo


Por Evgeny Morozov*

Al convertir a particulares con vehículo en choferes ocasionales sin estatuto, la sociedad Uber no sólo logró enfurecer a
los taxistas profesionales de distintas partes del mundo: su nombre simboliza hoy el vínculo entre las nuevas tecnologías
y la precarización laboral. El éxito de los gigantes de Silicon Valley va de la mano de una ola de desregulaciones.

Un trabajador revisa el diagrama de un chip (Charles


O’Rear/Corbis/Latinstock)

ace ya casi diez años que somos rehenes de dos conmociones. La primera es producto de Wall Street; la segunda, de
Silicon Valley. Uno y otro se complementan de maravillas en el papel del policía malo y el policía bueno: Wall Street
predica la penuria y la austeridad; Silicon Valley exalta la abundancia y la innovación.

Primera conmoción: la crisis financiera mundial, que terminó en un salvataje del sistema bancario, transformó al
Estado social en un campo de ruinas. El sector público, última muralla contra las avanzadas de la ideología neoliberal,
quedó mutilado, o incluso completamente aniquilado. Los servicios públicos que sobrevivieron a los recortes
presupuestarios tuvieron que aumentar sus tarifas o se vieron obligados a experimentar nuevas tácticas de
supervivencia. Así, algunas instituciones culturales, a falta de una solución mejor, debieron apelar a la generosidad de
los particulares recurriendo al financiamiento participativo: como las subvenciones públicas desaparecieron, no les
quedó más elección que entre el populismo de mercado o la muerte.

La segunda conmoción, en cambio, es bastante bien vista. En este caso, en el que se trata de digitalizarlo todo y
conectarlo todo a Internet –un fenómeno perfectamente normal, según los inversores capitalistas–, las instituciones
deben escoger entre la innovación o la muerte. Silicon Valley asegura que la magia de la tecnología va a deslizarse
muy naturalmente hasta el más mínimo rincón de nuestras vidas. Oponerse a la innovación equivaldría entonces a
renunciar a los ideales de la Ilustración: dirigentes de Google y de Facebook, Larry Page y Mark Zuckerberg serían los
Diderot y los Voltaire de nuestro tiempo, reencarnados en empresarios tecnófilos y asociales.

Pero se ha producido un fenómeno extraño: llegamos al punto de creer que la segunda conmoción no tenía nada que
ver con la primera. Así se ha podido presentar el auge de los cursos en línea (los MOOC: Massive Open Online
Courses) sin hacer referencia a las reducciones presupuestarias que, al mismo tiempo, golpeaban a las universidades.
¡No, la fiebre de los MOOC no era más que la consecuencia natural de la innovación promovida por Silicon Valley!
Los hackers, convertidos en empresarios, decidieron “revolucionar” la universidad como antes habían trastornado los
campos de la música y el periodismo.

De la misma manera, hacemos como si no existiera ningún vínculo entre, por un lado, la multiplicación de las
aplicaciones concebidas para seguir nuestro estado de salud y, por el otro, los problemas que una población que
envejece, que ya padece de obesidad y otras enfermedades, plantea a un sistema de salud fragilizado: no, este último

Por Evgeny Morozov* -1- Edición Nro 201 - Marzo de 2016


El Dipló: La uberización del mundo 2/5 29-03-2016 20:09:08

atraviesa nomás su “momento Napster” (1). Abundan los ejemplos de este tipo, que muestran que el relato apologético
de la conmoción tecnológica ha eclipsado aquel, mucho más deprimente, de la conmoción política y económica.

Un perfil monetizable

Ahora bien, hay que subrayar que estos dos fenómenos están entrelazados, y que el telón de fondo del evangelio de la
innovación no es nada reluciente. Ejemplo en Barcelona: como muchas instituciones culturales españolas, un club de
stand-up (unipersonal humorístico), el Teatreneu, sufría un descenso de público desde que el gobierno, buscando
desesperadamente cubrir sus necesidades de financiamiento, había decidido aumentar el impuesto sobre las ventas de
entradas del 8% al 21%. Los administradores del Teatreneu encontraron entonces una solución ingeniosa: asociándose
con la agencia de publicidad Cyranos McCann, equiparon el respaldo de cada sillón con tabletas último modelo
capaces de analizar las expresiones faciales. Con este nuevo formato, los espectadores pueden entrar gratuitamente
pero deben pagar 30 centavos por cada risa reconocida por la tableta, fijando la tarifa máxima en 24 euros (o sea, 80
risas) por espectáculo. Consecuencia, el precio promedio de la entrada aumentó 6 euros. Una aplicación móvil facilita
el pago. Además, se puede compartir con los amigos selfies de uno mismo riéndose a carcajadas. El camino de la
diversión a lo viral nunca fue tan corto.

Desde el punto de vista de Silicon Valley, éste es un ejemplo perfecto de “conmoción” positiva: la proliferación de los
sensores inteligentes conectados a Internet crea nuevos modelos de empresas y nuevas fuentes de ingresos. Además,
genera numerosos usos entre los intermediarios, fabricantes de materiales o creadores de softwares. Nunca fue tan
sencillo comprar servicios y productos: nuestros smartphones se encargan de hacerlo por nosotros. Pronto, nuestros
documentos de identidad podrán hacer lo mismo: MasterCard ya firmó un acuerdo con el gobierno nigeriano para
lanzar un documento de identidad que también funciona como tarjeta de crédito.

Para Silicon Valley, no se trata en este caso más que de una innovación tecnológica. Se trata de “revolucionar” el
dinero líquido. Si bien esta explicación puede satisfacer, e incluso atraer, a empresarios e inversores de riesgo, ¿por qué
todo el mundo debería aceptarla sin discusión? Hay que estar totalmente enceguecido por el amor a la innovación –la
verdadera religión de nuestro tiempo– para no ver su verdadero precio: el hecho de que, por lo menos en Barcelona, el
arte se ha vuelto más caro. Este cuadro tecnocéntrico, al disimular la existencia de la conmoción financiera, oculta la
naturaleza y las razones de las transformaciones en curso. Regocijémonos de poder comprar más, y con mayor
facilidad. Pero ¿acaso no debemos preocuparnos de que, gracias a esta misma infraestructura, también es infinitamente
más fácil debitar de nuestra cuenta bancaria?

Sin lugar a dudas, se puede ganar bastante dinero “revolucionando” el efectivo. Pero, ¿es realmente deseable? El dinero
líquido, que no deja huellas, representa una barrera significativa entre el cliente y el mercado. La mayoría de las
transacciones efectuadas en papel moneda son singulares, en el sentido de que no están vinculadas unas a otras.
Cuando uno paga con su teléfono móvil, o su selfie es registrada para la posteridad, o incluso compartida en una red
social, se produce una huella que los publicitarios y otras empresas son capaces de explotar.

De hecho, no es fortuito que una compañía publicitaria esté en el origen de la experiencia barcelonesa: el registro de
cada transacción es un buen medio para recuperar datos que servirán para personalizar la publicidad (2). Lo que
significa que nuestras transacciones electrónicas nunca están realmente terminadas: los datos que generan permiten no
sólo seguirnos de cerca, sino también establecer un lazo entre actividades que tal vez preferiríamos que permanecieran
separadas. De repente, nuestra velada divertida en un club de stand-up se vincula con los libros que compramos, con
los sitios que frecuentamos, con los viajes que efectuamos, con las calorías que quemamos. En suma, con las nuevas
Por Evgeny Morozov* -2- Edición Nro 201 - Marzo de 2016
El Dipló: La uberización del mundo 3/5 29-03-2016 20:09:08

tecnologías todas nuestras andanzas se integran en un perfil único monetizable y optimizable.

Los datos, un recurso preciado

Si bien esta conmoción pasa por la tecnología, sus orígenes están en otra parte. Favorecida por las crisis políticas y
económicas, tendrá una profunda incidencia en nuestro modo de vida y nuestras relaciones sociales. Parece difícil
preservar valores como la solidaridad en un medio ambiente tecnológico fundado en experiencias personalizadas,
individuales y únicas. Silicon Valley no miente: nuestra vida cotidiana se encuentra sin duda alguna revolucionada;
pero por fuerzas mucho más solapadas que la digitalización o la conectividad. El fetiche de la innovación no debe
servir de pretexto para que soportemos el costo de las recientes turbulencias económicas y políticas.

Esto lo comprendieron los choferes de taxi enfrentados con el poderoso ascenso de Uber, una empresa que propone a
particulares que buscan un ingreso adicional transformar su vehículo en taxi y conectarlos con clientes. Contra la pared,
los profesionales protestaron. Como las autoridades de regulación, de India a Francia, se enfrentaban con Uber, esta
empresa californiana se lanzó a una operación de seducción. Sus dueños, que fueron tan virulentos y sordos ante las
críticas, ahora gritan alto y claro que hay que regular el sector. También parecen haber comprendido por qué su
empresa es un blanco fácil: sus prácticas son simplemente demasiado infames. El pasado invierno boreal, bajo el fuego
nutrido de las críticas, Uber debió renunciar a hacer pagar a los clientes tarifas exorbitantes cuando la demanda
aumentaba en horas pico. Pero no es todo. En un genial golpe publicitario, también propuso a uno de sus adversarios
más feroces, la ciudad de Boston, acceder al tesoro que constituyen los datos (anónimos) relativos a los itinerarios, para
ayudarla a limitar los embotellamientos y mejorar el ordenamiento urbano. Por supuesto, es una mera coincidencia que
el Estado de Massachusetts, donde se encuentra Boston, haya recientemente reconocido las plataformas de utilización
compartida de los taxis como un medio de transporte legal, eliminando así uno de los principales obstáculos que
enfrentaba Uber…

Uber se inscribe en la estela de start-ups más modestas que hacen sus datos accesibles a los urbanistas y a las
municipalidades. Y estas últimas se muestran encantadas de afirmar que, con estas informaciones, el ordenamiento
urbano se volverá más empírico, más participativo, más innovador. En 2014, la dirección de transportes públicos de
Oregón firmó un acuerdo con Strava (una aplicación para smartphones muy popular que sigue los movimientos de los
corredores y los ciclistas) y pagó una fuerte suma para acceder a los datos referentes a los itinerarios tomados por los
ciclistas usuarios de la aplicación, con el objeto de mejorar las pistas para ciclistas y concebir trayectos alternativos.

El hecho de que Uber aparezca como un reservorio de datos indispensables para los urbanistas es plenamente acorde a
la ideología solucionista de Silicon Valley, que consiste en resolver de urgencia por vía digital problemas que no se
plantean, o no lo hacen en esos términos. Como las empresas tecnológicas acapararon uno de los más preciosos
recursos actuales, los datos, ganaron influencia sobre municipalidades tan desprovistas de dinero como de imaginación,
y pueden erigirse en salvadores benevolentes de los monótonos burócratas que pueblan las administraciones.

El problema es que las ciudades amigables con Uber corren el riesgo de desarrollar una dependencia excesiva de sus
flujos de datos. ¿Por qué aceptar que la empresa se vuelva el único intermediario en la materia? En vez de dejarla
aspirar la totalidad de las informaciones relativas a los desplazamientos, las ciudades deberían tratar de obtener esos
datos por sus propios medios. Luego podrían autorizar a las empresas a utilizarlos para implantar sus servicios. Si Uber
se muestra tan eficaz es porque controla la fuente de producción de los datos: nuestros teléfonos le dicen todo cuanto
necesita saber para planificar un itinerario. Pero si las ciudades tomaran el control de esos datos, la empresa, que no
posee casi ningún activo, no alcanzaría los 40.000 millones de dólares de su valuación actual. Cabe dudar que sea tan
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El Dipló: La uberización del mundo 4/5 29-03-2016 20:09:08

costoso concebir un algoritmo capaz de relacionar la oferta y la demanda… Sin duda bajo la presión de las compañías
de taxis, ciudades como Nueva York y Chicago parecen haber comprendido finalmente que había que reaccionar: una y
otra intentan lanzar una aplicación centralizada, capaz de enviar taxis tradicionales con la eficacia de Uber. Además de
contrarrestar el dominio de esta última, el programa impedirá que los datos referentes a los itinerarios se conviertan en
una mercancía costosa, que las ciudades deban comprar.

Crítica del solucionismo

Pero el verdadero desafío consiste en saber cómo hacer funcionar esas aplicaciones con otros modos de transporte. La
visión de Uber emerge ahora con claridad: usted lanza la aplicación en su teléfono y un auto viene a buscarlo. Decir
que esto no revela una imaginación desbordante estaría mucho más allá de la realidad. Este enfoque funciona en
Estados Unidos, donde casi no se camina y donde los transportes públicos son la mayoría de las veces inexistentes.
Pero, ¿por qué este modelo debería replicarse en el resto del mundo? El hecho de que la caminata no le reporte nada a
Uber no obliga a excluir ese modo de locomoción. La crítica del solucionismo se aplica aquí a la perfección: no sólo
éste ofrece una definición demasiado estrecha de los problemas sociales, sino que por lo general lo hace en términos
que benefician ante todo a los creadores de la “solución”.

Imagínese que la aplicación desarrollada por su municipalidad pueda informarle de todas las posibilidades de
transporte de que dispone (con exclusión de Uber): usted podría tomar la bici que lo espera en la esquina, subir a un
minibús cuyo itinerario estuviera adaptado a su destino y al de los otros pasajeros, luego caminar el resto del trayecto
para saborear los encantos del mercado del barrio. Algunas ciudades ya lanzaron proyectos semejantes. Helsinki, en
colaboración con la start-up Ajelo, creó Kutsuplus, fascinante cruza de Uber y un sistema de transportes públicos
tradicional. Los pasajeros ordenan un transporte en su teléfono y la aplicación calcula el mejor medio de conducir a
destino a todo el mundo, a partir de datos en tiempo real. También ofrece una estimación del tiempo de trayecto, con
Kutsuplus como con otros modos de transporte.

El éxito de proyectos como éste depende de varios factores. En primer lugar, las municipalidades no deben considerar a
Uber como el único medio de mejorar la eficacia de los transportes públicos, y mucho menos de reducir los
embotellamientos (se puede estar seguro de que los datos que suministra jamás indicarán que hacen falta menos taxis y
más pistas para ciclistas o vías peatonales). Luego, los combates relativos a los servicios públicos serán ganados por
aquellos que posean los datos y los sensores que los producen. Si se deja todo eso a Uber –o, peor aun, a las empresas
de tecnología gigantes que buscan acaparar una parte del jugoso mercado de las “ciudades inteligentes”–, nos
estaríamos privando de experimentaciones que permitirían que las colectividades organicen sus transportes como lo
deseen.

La asociación entre Uber y la ciudad de Boston suscita además una cuestión política: ¿es posible autorizar a Uber a
“poseer” los datos de sus clientes, sea que los utilice como una ventaja a su favor en sus negociaciones con las
municipalidades o que simplemente quiera venderlos al mejor postor? Uber, sin haberle realmente formulado la
pregunta a nadie, respondió por la afirmativa. Como Google y Facebook lo habían hecho anteriormente.

No obstante, la realidad es más matizada, particularmente porque los sensores integrados en las infraestructuras
públicas pueden reproducir esos datos con bastante facilidad. Imaginen lo que sería capaz de hacer una red que
combine lectores automáticos de patentes, rutas y semáforos inteligentes: podría localizar y seguir a los vehículos Uber
exactamente como lo hacen los smartphones de sus conductores y pasajeros. No se trata de predicar un refuerzo de la
vigilancia, sino simplemente de subrayar que Uber pretende ser propietario de datos que no le pertenecen.
Por Evgeny Morozov* -4- Edición Nro 201 - Marzo de 2016
El Dipló: La uberización del mundo 5/5 29-03-2016 20:09:08

No porque Uber venga de California –región conocida por la pobre calidad de sus transportes públicos– uno debe creer
que los vehículos individuales a motor son el futuro de los transportes. Desgraciadamente es lo que podría ocurrir a
causa del descenso de las inversiones en las infraestructuras públicas. La solución sería restablecerlas y, para ello,
combatir las políticas de recortes presupuestarios.

1. Nombre del sitio de distribución de archivos musicales cuyo éxito, a comienzos de los años 2000, había sembrado el
pánico en la industria discográfica.

2. Véase Marie Bénilde, “La traque méthodique de l’internaute révolutionne la publicité”, Le Monde diplomatique,
París, noviembre de 2013.

Este artículo forma parte de la edición especial de Le Monde diplomatique y la Universidad Nacional de San
Martín

EL MUNDO EN CRISIS

Migraciones, desigualdad, conflictos armados, malestar democrático: un análisis a fondo de las principales líneas de
fractura globales.

Escriben, entre otros: José Natanson, Pablo Stancanelli, Pablo Stefanoni, Serge Halimi, Juan Martín Bustos, Ignacio
Ramonet, Mario Greco, Nancy Fraser...

Lea otras notas del número:

Bombas de tiempo, por Pablo Stancanelli

Disponible sólo en kioscos.

* Autor del libro La locura del solucionismo tecnológico, que en marzo publicarán Katz - Capital intelectual, Buenos
Aires.

Traducción: Víctor Goldstein

Por Evgeny Morozov* -5- Edición Nro 201 - Marzo de 2016

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