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Editorial: Desastres naturales y el

desastre de las acciones humanas


No es demasiado distinto un efecto climático, fenómeno natural, actividad de la
naturaleza, una erupción, terremoto, huracanes, tifones, tsunamis, avalanchas o
sequías o la llegada a una nueva edad del hielo; de la actividad del ser humano sobre
la naturaleza en general o en particular, la acción de un presidente de un país como
Corea del Norte Kim Jong-Un o un presidente como Donald Trump.

La actuación de ambos, un “desastre humano”, es capaz de generar incertidumbre


incrementada capaz de rivalizar con un fenómeno de la naturaleza que puede ser
catastrófico.

Hemos llegado al grado de que la utilización de un desarrollo tecnológico, una app, el


twitter, un tuit en específico, un tuitero compulsivo con “poder” otorgado por votantes
o por herencia, es capaz de rivalizar con un fenómeno natural en términos de poder
destructivo. Generar miedo, provocar pánico, incertidumbre, pues.

Un líder insolente y ególatra de la misma calaña de un tuitero compulsivo que gusta


de jugar y amedrentar con juegos de artificio atómicos capaz de generar tal terror como
la amenaza de un tsunami, o una erupción volcánica. O peor, una guerra con fuegos
irracionales, dignos de dioses griegos que desde un Olimpo celestial enojados con la
humanidad lanzaban amenazantes rayos destructivos.

Hoy estamos asediados por huracanes, golpeados por sismos, naturales, económicos
y políticos. En lo económico, un dólar debilitado a imagen y semejanza de su líder
tuitero, hace correr a los inversionistas lejos de la divisa históricamente asilo ante la
incertidumbre, pero ahora lejos de serlo ante la impredictibilidad del habitante de la
Casa Blanca.

Los inversionistas y especuladores están recurriendo a lo que mandan los fenómenos


naturales y humanos: asilarse en el oro y la plata, los menos propensos al riesgo, ni
siquiera a los bonos del gobierno de Trump, y los más visionarios hacia los
commodities básicos en función de la expectativa de que los huracanes y sus estragos
lleven a subir el precio de los alimentos, de la energía, de lo básico más básico: comida
y energía.

Hoy, para México y de cara a ser menos vulnerables a los fenómenos de la actividad
humana, la otra es impredecible, es imprescindible negociar un TLCAN que ofrezca
mejores condiciones a quienes han estado al margen de sus beneficios. Evitar que el
tuitero nos amenace y decida unilateralmente lo que tenemos que hacer y obedecer.

Es urgente mirar al Sur, tanto de nuestro país como del continente. Es urgente
diversificar mercados, Europa, Asia, África, Latinoamérica, pase lo que pase, para tener
poder de negociación con nuestro perenne vecino del norte. La geografía puede ser
inmutable. Nada fortalecería más nuestra posición contra la iracunda reacción de
poderosos irracionales que tener alternativas, otros planes, otros socios, otros
destinos.

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