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Estos diseños requieren del análisis hidrológico cuantitativos para la selección
del evento de diseño necesario.
El objetivo de la hidrología aplicada es la determinación de esos eventos. Los
resultados son normalmente solo estimaciones, en muchos casos, con
aproximaciones limitadas.
1.2. EL CICLO HIDROLÓGICO
Es frecuente definir la Hidrología como la ciencia que se ocupa del estudio del
ciclo hidrológico.
Han sido sugeridos numerosos esquemas del ciclo hidrológico, siendo la finalidad
común la de proporcionar un gráfico sencillo que muestra las diferentes formas
y estados en que se presenta el agua (fig. 1.1).
Fig. 1.1
El movimiento permanente del ciclo se debe fundamentalmente a dos causas: la
primera, el sol, que proporciona la energía para elevar el agua del suelo, al
evaporarla; la segunda, la gravedad, que hace que el agua condensada precipite
y que una vez sobre la superficie, o bajo ella, discurra hacia las zonas bajas.
Se puede suponer que el ciclo se inicia cuando una parte del vapor de agua de la
atmósfera (proveniente a su vez de la evaporación desde los océanos y la
superficie terrestre), se condensa y da origen a que inciden nuevamente sobre
tales superficies. No toda la precipitación alcanza la superficie del terreno, ya que
una parte se vuelve a evaporar durante su caída y otra es retenida ( intercepción)
por la vegetación o por las superficies de edificios, carreteras, etc., y devuelta a
la atmósfera al poco tiempo, en forma de vapor.
Del agua que alcanza la superficie del suelo, una parte queda retenida en charcas
o en las irregularidades del terreno (almacenamiento superficial), y en buena
parte retorna pronto a la atmósfera en forma de vapor. Otra parte circula sobre
la superficie y se concentra en pequeños surcos, que luego se reúnen en arroyos
y más tarde desembocan en los ríos (escorrentía superficial), agua que luego se
dirigirá a lagos o al mar, de donde será evaporada o bien se infiltrará en el
terreno.
Por último existe una tercera fracción de la precipitación que penetra bajo la
superficie del terreno (infiltración) a través de los agujeros o canalículos del
suelo y va rellenando los poros o fisuras de este medio poroso. Una buena parte
del agua infiltrada no desciende hasta la zona saturada del subsuelo o de agua
subterránea, sino que es retenida en la zona no saturada o zona de humedad
del suelo, de donde retorna a la atmósfera por evaporación o por la
transpiración de las plantas. En la práctica no es fácil separar ambos fenómenos,
por lo que se los suele considerar en forma conjunta, con el término de
evapotranspiración.
El movimiento del agua a través del terreno se caracteriza por su extraordinaria
lentitud y se debe fundamentalmente a la acción gravitatoria. En el movimiento
del agua en la zona no saturada, otras fuerzas (especialmente la tensión
superficial) pueden jugar un papel muy importante. En tales condiciones el agua
puede discurrir a través del suelo en dirección sensiblemente horizontal o
paralela a la superficie como flujo superficial y descargar en los ríos agregándose
a la escorrentía superficial.
Otra parte del agua infiltrada puede percolar profundamente para recargar el
agua subterránea, la que a su vez puede volver a la atmósfera por
evapotranspiración, cuando el ancho de la zona no saturada (franja capilar) es
relativamente pequeña y aquella quede suficientemente próxima a la superficie
del terreno. Otras veces, el agua subterránea pasa a engrosar el caudal de los
ríos, alimentando directamente su cauce o a través de manantiales: en las zonas
costeras estos manantiales, a veces, son submarinos.
Si la precipitación cae en forma de nieve, quedará acumulada en estado sólido
sobre el terreno, hasta que reciba suficiente calor para su fusión, por lo que, a
los efectos hidrológicos, la precipitación en forma de nieve equivaldría a otra de
lluvia que hubiese caído al tiempo de la fusión, descontando la cantidad de nieve
que se evapora directamente.
Excepto en áreas de escurrimiento endorreicas o interiores de las zonas áridas o
semiáridas, resulta que la mayor parte de las aguas de la escorrentía directa y de
la subterránea terminan en el mar, pudiendo considerarse por ello, que los
océanos constituyen el punto final del ciclo hidrológico, pues de ellos vuelve a
evaporarse el agua, para iniciar de nuevo todo el proceso.
El ciclo hidrológico es un proceso continuo en el que, en su concepción más
general, una partícula de agua evaporada del océano vuelve al mismo después
de pasar por las etapas de precipitación y escorrentía superficial o subterránea.
Sin embargo, a lo largo del ciclo puede haber múltiples cortocircuitos o ciclos
menores; por ejemplo, una gota de lluvia caída sobre el continente podría
recorrer indefinidamente el ciclo: lluvia-infiltración-evaporación-lluvia-
infiltración, etc.; o, en forma análoga, una partícula de lluvia sobre el mar: lluvia-
evaporación-lluvia-evaporación, etc.
También hay que tener muy en cuenta que el movimiento del agua en el ciclo
hidrológico se caracteriza por su irregularidad, tanto en el espacio como en el
tiempo. Por ejemplo, en las regiones desérticas, la lluvia puede ocurrir en unos
pocos días y no todos los años, sino sólo cada cierto número de ellos; en este
caso, algunos elementos del ciclo hidrológico, como la infiltración y la
evaporación, suelen ser casi tan irregulares como la lluvia, y la escorrentía
superficial o subterránea son a veces, prácticamente inexistentes.
Análogamente, tampoco se registra una correspondencia entre las regiones
donde se produce la evaporación del agua y aquellas sobre las que luego incide
la precipitación, como consecuencia del transporte del vapor de agua por las
masas móviles de aire.
Concretando lo anterior, debe tenerse muy presente que aunque el concepto de
ciclo hidrológico es simple, el fenómeno es sumamente complejo e intrincado.
Aquél no es sólo grande, sino que está compuesto de muchos ciclos
interrelacionados de extensión continental, regional y local. Aunque el volumen
total de agua en el ciclo hidrológico global permanece sensiblemente constante,
la distribución de esta agua está cambiando en forma continua en continentes,
regiones y cuencas locales de drenaje.
1.3. ENFOQUE DE LOS PROBLEMAS HIDROLÓGICOS
Los procesos naturales que intervienen en los en los fenómenos hidrológicos son
sumamente complejos, resulta difícil examinarlos mediante un razonamiento
deductivo rigurosos. No siempre es aplicable una ley física fundamental. para el
resultado hidrológico esperado.
Para determinar el resultado hidrológico esperado, es razonable partir de una
serie de datos observados analizados estadísticamente y después de tratar de
establecer la norma que gobierna dichos sucesos.