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1) seleccionados,
2) percibidos,
3) articulados
Nos hemos preguntado por los distintos ámbitos en los que se estructuran y
determinan nuestros modelos internos o matrices de aprendizaje. Si la vida es una
secuencia ininterrumpida de exigencias adaptativas que comienzan con el
nacimiento, la familia es sin duda, el ámbito determinante de nuestros primeros y
más significativos aprendizajes, de nuestro aprender a aprender. En ese escenario
vincular el sujeto de la necesidad se transforma en el sujeto de la representación,
del lenguaje, de las normas, de la ideología. En el interior de ese grupo familiar y
por efecto de la función materna, función yoica, o de sostén del ser del bebe, este
alcanza, en un dialogo piel a piel, mirada a mirada, cuerpo a cuerpo, la integración
de su yo y la discriminación del mundo, los procesos de simbolización y
pensamiento.' En ese ámbito empieza a ser reconocido el lugar fundante del otro
en el aprendizaje. Ese otro que descifra la necesidad del bebe y la satisface,
proporcionándole la posibilidad de aprendizajes irreemplazables. En ese proceso
interaccional se da, con características que dependen de cada sujeto y de cada
contexto vincular-social, el pasaje de la dependencia a la autonomía, de la
indiferenciación a la identidad.
El ingreso a la institución escolar implica para el niño una ruptura con sus
modelos de aprendizaje previos, particularmente los desarrollados en el ámbito
familiar. La matriz de aprendizaje y vínculo que ha construido, en el que el cuerpo
y el movimiento -aun cuando hayan sido objeto de represión- se constituían como
instrumento de conocimiento y comunicación, asiento de una experiencia que
permitirá pensar, fantasear, preguntar, sacar conclusiones, queda radicalmente
cuestionada al entrar en un sistema en el que se privilegia la enseñanza sobre el
aprendizaje. Inmovilizar un cuerpo infantil y aislarlo tras un banco escolar es un
indicador de la incompatibilidad esencial que ese sistema educativo tiene con el
niño como sujeto de la necesidad, del deseo y desde allí, de la imaginación, la
creatividad. Se le exigirá allí que se someta dócilmente a la acción didáctica, a la
palabra sacralizada del maestro. En ese aprender a aprender se realiza un
proceso de enajenación, ya que más allá de cualquier contenido, se aprende a
desconocerse en la propia necesidad. El sujeto entra así en un engranaje que lo
prepara para el hacer del sistema productivo, hacer desligado de las propias
necesidades y objetivos. La cultura escolar muestra un mundo artificial y aséptico,
sin conflictos y cuando ellos inevitablemente emergen, son presentados en forma
de dilema. Todo es bueno o malo, santo o villano, sin matices ni fisuras. Este
enmascaramiento de lo real impide el desarrollo de un pensamiento dialéctico, a la
vez analítico e integrador, que descubra y analice las contradicciones. El
vaciamiento de experiencia, como lo señala P. Freire, transforma la realidad en
narración. Lo real se hace abstracto, se desvanece en palabras inertes. Despojada
de su riqueza y complejidad, la vida se convierte en un cúmulo de elementos
estáticos y aislados entre si. Se configura así un pensamiento metafísico, una
visión rigidizante del mundo, que no percibe a la realidad en su movimiento e
interconexiones.
BIBLIOGRAFÍA