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Es un medio poderosísimo para nuestro crecimiento espiritual. Los santos son para los creyentes un modelo
de santidad e intercesores en favor nuestro.
Por supuesto la Iglesia Católica a nadie obliga a invocar y tener devoción a los santos. Solamente los propone
como modelos para ser imitados y los promueve como poderosos intercesores.
Muchos católicos no saben qué contestar y están dudosos frente a estas opiniones, y lo peor: caen en la
tentación de privarse de la inmensa gracia que Dios quiere concedernos por este medio…
El Apóstol Pablo: «Hermanos, sigan mi ejemplo y fíjense también en los que viven según el ejemplo
que nosotros les hemos dado a ustedes» (Fil. 3, 17).
En otra parte dice el Apóstol: «Sigan ustedes mi ejemplo como yo sigo el ejemplo de Cristo Jesús»
(1 Tim. 1, 16).
Pablo se pone a sí mismo como ejemplo de seguidor de Cristo, e incita a los creyentes a ser sus
imitadores, como él lo es de Cristo.
La Biblia, pone claramente a María como modelo de santidad para todas las generaciones. «en
adelante todos los hombres me llamarán bienaventurada» (Lc. 1, 48).
Y es eso lo que celebra la Iglesia Católica al venerar a María. La veneración a María nunca puede ser culto
de adoración; la veneración es un culto de honra y de profundo respeto hacia la Madre de Jesús.
Por supuesto debemos evitar excesos, los santos no son semidioses y la santidad de tal o cual persona
nunca puede oscurecer el seguimiento de Cristo. Al contrario, la verdadera santidad de los santos siempre
anima hacia una mayor búsqueda de Dios.
-su modo de seguir a Cristo que los hizo victoriosos sobre pruebas, tentaciones, ataques del demonio,
-En su celo apostólico, obras apostólicas,
-En la radicalidad de su entrega y en su amor apasionado y ferviente por Cristo…
-En el ejercicio heroico de las virtudes… Heb 11 y 12…
Al invocar a los santos siempre contemplaremos las virtudes que obró Dios en ellos.
Los santos no nos alejan de Dios, sino que nos invitan a ponernos directamente en contacto con El, con la
sola mediación de Jesucristo.