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Evelia Trejo considera que, al igual que al referirnos al término historia, podemos
utilizar dos formas para la palabra historiografía: una con mayúscula y otra con minúscula.
“Hacemos historiografía cuando escribimos sobre el acontecer pasado, e Historiografía
cuando nos ocupamos del estudio de los escritos acerca del pasado”1. Por otra parte, en el
texto “Análisis y crítica en la historiografía”2 se reconocen cuatro posibles acepciones para
el término:
En este sentido, el autor apunta que al hacer referencia a la cuarta acepción referida, el estudio
historiográfico debe ser entendido como un ejercicio de crítica de textos, que a su vez implica
un previo ejercicio de análisis consistente en la descomposición del texto historiográfico en
sus partes, para finalizar con un ejercicio crítico que permita relacionar todos los elementos
internos analizados con las condiciones de posibilidad del texto en cuestión (autor y horizonte
histórico cultural del mismo).
1 Evelia Trejo, “¿Definir o delimitar la historiografía?”, en Rosa Camelo y Miguel Pastrana Flores
(editores), La experiencia historiográfica. VIII Coloquio de análisis historiográfico, México, UNAM-
Instituto de Investigaciones Históricas, 2009, p. 29.
2 Javier Rico Moreno, “Análisis y crítica en la historiografía”, en Rosa Camelo y Miguel Pastrana
Me parece que todas estas son definiciones que, lejos de ser contrarias, se vuelven
complementarias y arrojan luz sobre lo que la historiografía implica. De tal suerte, no me
atrevería a dar una definición absoluta del término, no obstante, podría decir que tiene la
ventaja de encontrarse en una coyuntura de ambigüedad que permite darle diferentes
significaciones, siempre relacionadas con las labores de investigación y de transmisión del
conocimiento que lleva a cabo el estudioso del pasado.
3Álvaro Matute, “Sujeto, objeto y tema en la historia de la historiografía”, en Rosa Camelo y Miguel
Pastrana Flores (editores), Op. cit., p. 91.
como en el epistemológico y simbólico.4 En este sentido, me parece que el análisis y la crítica
historiográficos permiten tener un acercamiento comprensivo a la sociedad y la época de la
cual surge la obra en cuestión.
Siguiendo la crítica señalada por este autor, con la cual, por cierto, concuerdo, me parece que
un contacto constante con la lectura de textos historiográficos (de la época que sean) y la
realización de ejercicios de análisis crítico de éstos, fomentan en aquel que lleva a cabo estas
tareas la escritura ágil, clara e imaginativa, la cual es menester si se tiene el objetivo de
transmitir correctamente el conocimiento, sea éste del tipo que sea.
2. Los libros del conquistador de Irving Leonard es una de las primeras investigaciones
sobre la historia de la lectura. ¿Qué perspectivas abre para la interpretación histórica
en relación con los siguientes aspectos:
a. La situación de la península ibérica al momento de la conquista de América.
b. Las expectativas de los conquistadores españoles.
c. La importancia de la lectura como fenómeno histórico cultural.
En el prólogo de su obra Los libros del Conquistador, Irving A. Leonard apunta claramente
los tres propósitos del libro que, en un afán de disipar la “leyenda negra” de España, busca
en primer término explorar la posible influencia de la literatura de ficción en la mente y en
la conducta de los españoles, en segundo lugar describir el mecanismo e comercio de los
libros en la Nueva España y por último probar la difusión universal de la cultura literaria
española.8 En la persecución de estos propósitos, Leonard dedica los primeros seis capítulos
de su obra al estudio histórico de los conquistadores, comenzando por establecer el horizonte
histórico cultural en que este actor colectivo surge y existe.
En este sentido, Leonard señala varios aspectos que configuran el dicho horizonte
histórico cultural: el carácter peninsular de los pueblos hispánicos y la revolución comercial,
con su consecuente desarrollo de nuevas rutas marítimas, son identificados por el autor como
los factores coadyuvantes que permitieron que Portugal y España tuvieran un impresionante
ascenso y, en consecuencia, papeles fundamentales en la difusión del imperialismo,
nacionalismo y capitalismo modernos.9 Apunta que, con la caída de Constantinopla, la
revolución comercial se desplazó del Este al Oeste, en la búsqueda de nuevas rutas,
coincidiendo éste fenómeno con el desarrollo de avances tecnológicos en cuestiones de
navegación.
7 Ibidem, p. 131.
8 Irving A. Leonard, Los libros del Conquistador, México, Fondo de Cultura Económica, 1979, p. 9-
11.
9 Ibidem, p. 16.
elementos explicativos del fenómeno de conquista y colonización de las tierras americanas.
Además, refiere la explicación tradicional de las motivaciones individuales de los
conquistadores para apoderarse de América, que alude a tres impulsos básicos: Oro, Gloria
y Evangelio. En una interpretación muy reduccionista, pero útil por cuestiones de espacio,
estos tres impulsos podrían explicarse como: codicia insaciable, deseo de fama, y brutalidad,
incomprensión y un delirio de favoritismo divino.10
Una vez expuesto lo anterior, Leonard considera que estos elementos no son
suficientes para explicar la actitud de los españoles, ni la motivación que los incitó a llevar a
cabo el proceso de Conquista. Es entonces cuando comienza a desarrollar su tesis de que los
relatos de ficción pueden ser, y a veces lo son, instigadores inconscientes de los actos
humanos. En este caso, Leonard identifica los libros de caballerías como el aliciente que,
incrustado en la mente de los conquistadores, les llevó a la buscar la realización de hazañas
heroicas, al igual que los protagonistas de las novelas de caballerías, que constituyeron la
primera literatura popular. 11
Para avanzar en este terreno, el autor identifica las características de la primera novela
popular que circuló impresa en Europa: Cuatro libros del Amadís de Gaula, cuya primera
edición se identifica en 1508. Esta novela, expone el ideal de caballerosidad medieval, y llegó
a ser, en palabras de Leonard, “durante todo el siglo XVI la obra favorita de innumerables
lectores, el manual del buen gusto, el modelo de valor y nobleza, y el oráculo de las
conversaciones más elegantes.”12 Además, Leonard señala que a la publicación de esta obra
sucedieron muchas otras similares, de tal suerte que entre 1508 y 1550 se publicaron más de
50 volúmenes de novelas de caballerías, siendo que en las cuatro décadas anteriores
solamente se habían publicado 9. 13
10 Ibidem, p. 17-21.
11 Ibidem, p. 26.
12 Ibidem, p. 29.
13 Ibidem, p. 30.
14
triunfo del héroe, y una geografía vagamente localizada pero fantástica. Estas
características, contrastadas con la realidad de los descubrimientos en África y el Nuevo
Mundo, desembocaba en la plausibilidad de los relatos caballerescos. Por lo tanto, no resulta
prudente, teniendo la evidencia de la amplia difusión de las novelas de caballería, ignorar su
contenido y la posible repercusión que esté pudo tener en los conquistadores.
Lo que Leonard hace palpable con esta obra es que la producción, la comercialización,
la distribución de libros y su lectura, son fenómenos históricos, en el mismo sentido que una
guerra, un proceso de colonización o un levantamiento social; por lo tanto son susceptibles a
una investigación histórica que ayude a comprenderlos mejor. Aunado a ello, el autor se
esfuerza en hacer notar que éstos fenómenos históricos se relacionan con otros fenómenos
históricos. La producción y lectura de novelas caballerescas está estrechamente relacionada
con el fenómeno de conquista de América. Uno de los ejemplos más contundentes e
ilustrativos que se pueden rescatar a este respecto es aquella relación que traza el autor entre
el relato de las amazonas residentes en la isla de California, presente en la novela del Amadís
de Gaula, y las expediciones encabezadas por Cortés y sus lugartenientes para encontrar
minas de oro y plata; así como las referencias que hacía el primero en sus cartas a Carlos V
de la existencia de amazonas en la Nueva España.15
14 Ibidem, p. 31.
15 “IV. Amazonas, libros y conquistadores: México”,Op. cit., p. 45-58.
b. La idea de la sucesión de momentos de cierre y momentos de apertura en la
historia de México.
c. Su interpretación de la conquista.
La relación que existe entre los rasgos historiográficos presentes en el Laberinto de la
soledad y el historicismo y el romanticismo se puede trazar partiendo de la búsqueda del
romanticismo por explorar formas de conocimiento diferentes al científico, siendo la primera
de estas la poesía, que se entiende como una forma diferente de la razón. En este sentido, el
romanticismo emprende una repoetización del conocimiento, que implica una revaloración
del mito en tanto que forma de comprensión de la realidad. Uno de los mitos que obtiene
mayor atención es el de la unidad perdida, a la que sucede un periodo de rupturas y
consecuentemente al deseo de retornar a la unidad.
Con base en este esquema interpretativo, Paz explica la Revolución Mexicana como
un fenómeno cuyas causas formales son: el problema agrario y la insuficiencia ideológica,
que se refiere a la falta de un sustento ideológico previo al movimiento armado que le diera
cuerpo. Paz encuentra entonces un segundo punto de oposición, entre la razón y el instinto
popular, siendo este último el que alienta el movimiento revolucionario en México, lo cual
le otorga autenticidad.
16 Octavio Paz, El laberinto de la soledad, 2ª ed., México, Fondo de Cultura Económica, 1972
al retomar el modelo mítico de la unidad primigenia, le otorgue sentido al pasado mexicano.
Paz enuncia que la revolución zapatista tiene un carácter eminentemente radical, cuyo
propósito es la vuelta a la verdadera raíz de la nación mexicana: la tradición indígena. 17 “Si
se contempla la Revolución mexicana desde las ideas esbozadas en este ensayo, se advierte
que consiste en un movimiento tendiente a reconquistar nuestro pasado, asimilarlo y hacerlo
vivo en el presente.”18 En este continuo ir y venir entre oposiciones, Paz considera la
revolución como un momento en el que, de manera similar a lo que sucede en la fiesta, hay
un descontrol que se asocia a la apertura.19
La Conquista es para Paz el momento inicial de la historia de México, que comienza con la
traición primigenia de los dioses aztecas que genera, a su vez, el suicidio y la rendición del
pueblo azteca. 21 Éste hecho histórico constituye, en sus palabras, una violación en el sentido
histórico.22
17 Ibidem, p. 130.
18 Ibidem p. 132.
19 Ibidem p. 134.
20 Ibidem p. 90.
21 Ibidem p. 85.
22 Ibidem p. 77.
Además, a esto se suma la ola de movimientos estudiantiles acaecidos en el año de 1968, y
el comienzo de un periodo de relativa estabilidad económica.
23 Lawrence Stone, “La historia de las ciencias sociales en el siglo XX”, en El pasado y el presente,
trad. Lorenzo Aldrete Bernal, México, Fondo de Cultura Económica, 1986, p. 25-29.
24 Peter Burke, “Teóricos e historiadores”, en Historia y teoría social, trad. Stella Mastrangelo, México,
Es a partir de este modelo de sociedad folk que Womack configura su obra, basándose
en los antagonismos que operan entre tradición y modernidad para articular su relato, y
encarnándolos en sujetos históricos que se convierten en actores del proceso revolucionario:
pueblos y haciendas. Para el autor es este antagonismo el que origina el movimiento
revolucionario, como una reacción que se opone al acelerado proceso de modernización de
la industria cañera morelense, del cual el pueblo trabajador no formó parte activa y por lo
tanto, lejos de verse beneficiado, se vio afectado negativamente por él.
Éste es un libro acerca de unos campesinos que no querían cambiar y que, por eso mismo, hicieron una
revolución. Nunca imaginaron un destino tan singular. Lloviera o tronase, llegaran agitadores de fuera
o noticias de tierras prometidas fuera de su lugar, lo único que querían era permanecer en sus pueblos
y aldeas, puesto que en ellos habían crecido y en ellos, sus antepasados, por centenas de años, vivieron
y murieron: en ese diminuto estado de Morelos del centro-sur de México. 26
25 “Vinieron entonces cerca de once años de guerra, durante los cuales los pequeños agricultores y
jornaleros se convirtieron en guerrilleros y terroristas, soportaron sitios y sabotearon, además de
resistir pasivamente a la pacificación.” en John Womack, Zapata y al revolución mexicana, trad.
Francisco González Aramburu, 4ª ed., México, Siglo XXI, 1972, p. XI.
26 Idem.
La paradójica frase introductoria que utiliza Womack para inaugurar su obra determina el
punto nodal de su interpretación historiográfica: la revolución morelense fue una revolución
conservadora. Esta forma de concebir la revolución zapatista es otro de los rasgos que
caracterizan la interpretación de Womack. Además, en este primer párrafo, comienza a
esbozar las características propias de una sociedad folk al tiempo que deja sentir el carácter
trágico de la narrativa.
Otro excelente ejemplo que da luz acerca de cómo interpreta Womack el proceso
revolucionario zapatista es el relato sobre cómo, una vez llevada a cabo la revolución, Zapata
tenía la esperanza de que los modernos ingenios fueran utilizados por los campesinos, para
que éstos se vieran beneficiados directamente por la producción azucarera; no obstante, y a
pesar de la insistencia de Zapata, la mayoría de los campesinos prefirieron seguir cultivando
hortalizas y sosteniendo una economía local. 27
El hecho de que fueran los ancianos quienes, “en calidad de expertos”, acudían a
ayudar a los ingenieros agrónomos que tenían por encomienda trazar los planos de los límites
territoriales, para indicarles, los primeros a los segundos, cuáles eran los límites que
tradicionalmente se habían respetado;28 o bien, que los antedichos límites se marcaran
siguiendo lo estipulado por “la mapa” (títulos virreinales de las tierras),29 son otros ejemplos
de cómo la sociedad estaba determinada por la tradición.
27 Ibidem, p. 236.
28 Ibidem, p. 223.
29 Ibidem, p. 228.
30 Luis Villoro, El proceso ideológico de la revolución de independencia, 2ª ed., México, UNAM, 1977,
p. 9.
individuo o un grupo social a la situación en que se encuentren inmersos; cuando se obtiene
esta respuesta, comienza la dinámica histórica. 31
En este sentido, en la base de la interpretación que hace Villoro acerca del fenómeno
histórico en cuestión se encuentra la utopía, entendida en términos de Manheim como una
destrucción parcial o total del orden de las cosas en determinada época.
31 Ibidem, p. 10.
32 Ibidem, p. 9.
33 Idem.
34 Ibidem, p. 13-14.
Tal parece que bastara destruir el orden social opresor, dejando explayar el impulso popular, para que
adviniera la nueva vida. Esta vivencia inconsciente del mundo futuro en la realidad actuante del pueblo,
es la única condición que nos permite explicar el cariz que la lucha presenta a sus ojos. 35
La ideología es para Villoro una forma de ocultamiento en la que los intereses y valores de
un grupo social se disfrazan, y se hacen pasar por universales. El mundo vivido común de
cada clase determina de qué manera concibe ésta al mundo, así como el conjunto de intereses
y valores que comparten; estos se ven enmascarados en una ideología de carácter progresista
o tradicional. La ideología se manifiesta en la actitud histórica adoptada por las clases
sociales, por ejemplo, las clases sociales que se encuentran en una posición dominante tienen
una ideología de corte tradicional, que encausa a una actitud histórica contrarevolucionaria,
en aras de proteger sus intereses.
Utilizando éste análisis de los ciclos económicos, Florescano procede a estudiar las
consecuencias sociales que conllevan los fenómenos económicos asociados al precio del
35 Ibidem, p.73.
maíz, por ser éste el grano más importante, el alimento básico de personas y animales durante
la época colonial. Así, la pérdida de cosechas era la causa del alza de los precios del maíz,
que a su vez generaba un alza en todos los precios; esto desembocaba en una crisis económica
que repercutía en todos los sectores de la sociedad, y no sólo en aquellos que dependían
directamente de la producción del maíz.36 A pesar de ser los sectores más pobres quienes
primero resentían los efectos de estas crisis, el autor hace énfasis en que todos los sectores
sociales, tanto de la ciudad como del campo, eran afectados por este fenómeno; de la misma
forma, otras actividades económicas, como la minería o la producción textil, resentían la
crisis agraria.37
36 Enrique Florescano, Origen y desarrollo de los problemas agrarios en México [1500-1821], México,
Era, 1976, p. 78.
37 Ibidem, p. 73-78.
actividad minera, lo cuál genera unidades agro-minero-comerciales. Además, Cardoso
identifica a la sociedad colonial como una sociedad de clases.
La delimitación de una primera gran fase en la historia economicosocial del país después de la
independencia, fase que se extiende hasta más o menos 1880, se debe a que sólo después de esta fecha
las estructuras típicas del capitalismo dependiente o periférico están ya suficientemente visibles y bien
establecidas en México. 38
Esto deja en evidencia la convicción de que la historia, el pasado como realidad, tuvo
periodos históricos en sí, y no que éstos son una categoría establecida por el historiador en
un afán de comprender el pasado.
9. Analiza el texto indicado en el programa de David Brading. ¿De qué trata? ¿Qué tipo
de historiografía es?
El texto que se indica en el programa corresponde al capítulo XXIII de la obra de Brading
titulada Orbe Indiano. De la monarquía católica a la República criolla 1492-1867. Dicho
capítulo, intitulado “Un viajero científico” se avoca al análisis de la obra de Alexander von
Humbolt escrita a raíz de sus experiencias en el continente americano. Este análisis tiene, en
mi opinión, todas las características propias de un análisis historiográfico, por lo que podría
afirmar que la obra de Brading se encuentra dentro de la categoría de historia de la
historiografía. No obstante, al ampliar un poco la mirada sobre la obra del autor, el análisis
contenido en este capítulo cobra un sentido más concreto, en el marco de un objetivo
específico.
38Ciro Cardoso (coord.), México en el siglo XIX (1821-1910). Historia económica y de la estructura
social, 5ª ed., México, Nueva Imagen, p. 52.
sobre México abarcan desde el periodo colonial hasta la historia del siglo XX, y se
caracterizan por presentar una amplia cobertura temática. En palabras de Enrique Florescano:
[...] en lugar de seguir ordeñando la misma vaca con los artilugios aprendidos en los orígenes del oficio,
se ha desplazado del cultivo del análisis económico al del estudio de los grupos y los comportamientos
colectivos, de la historia social al escrutinio de las ideas, los imaginarios colectivos, la religiosidad y
los mitos de identidad. 39
Al contrastarse el contenido del capítulo en cuestión con el resto de la obra a la que pertenece,
y teniendo en cuenta el espectro temático-temporal en el que trabaja el autor, es posible
entender mejor de qué tipo de historiografía se habla. En el prólogo de Orbe indiano, Brading
explicita que esta obra tiene como tema central el patriotismo criollo, y que su propósito es
demostrar que, por mucho que la América española dependiera de Europa en materia de formas de
arte, literatura y cultura general, sus cronistas y patriotas lograron crear una tradición intelectual que,
por razón de su compromiso con la experiencia histórica y la realidad contemporánea de América, fue
original, idiosincrásica, compleja y totalmente distinta de todo modelo europeo.40
Partiendo de esto, procederé a abordar el contenido del capítulo, para posteriormente tratar
de definir por qué ésta obra lo contiene. En primer lugar, considero fundamental mencionar
que Brading utiliza, a reserva de que mi cuenta esté errada, seis obras de Humbolt para la
elaboración del capítulo.41 Con base en ellas el autor identifica las ideas que caracterizan el
pensamiento de Humbolt. Destaca entre ellas el hecho de que éste autor consideraba que la
tarea del científico estaba orientada a descubrir las leyes bajo las cuáles se regían los
fenómenos, y no explicar el origen de éstos, razón por la cuál sus obras constituyen
colecciones de hechos verificados,42 en dónde se hace evidente que “casi no hizo ningún
intento por explicar o por interpretar; evitó toda investigación de las causas de las cosas;
dedicó toda su energía a observar, medir, describir y compilar.”43
de Naturaleza, Ensayo sobre la geografía de las plantas, Vistas de las cordilleras y monumentos de
los pueblos indígenas de América, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, Cosmos.
42 David Brading, Orbe indiano. De la monarquía católica a la República criolla. 1492-1867, trad. Juan
De esta forma, el capítulo “Un viajero científico”, se ubica enmarcado en una obra
que tiene como propósito mostrar la construcción de una tradición intelectual, distinta de la
europea acerca de América, que finalmente será reconocida como un patriotismo criollo. Este
fragmento evidencia, en mi opinión, un proceso de interpretación que deriva en la
construcción de una historia de las ideas, a partir de fuentes primarias; por un lado, en el
capítulo referido, el autor construye un panorama de las ideas características del pensamiento
de Humbolt, al tiempo que, éste capítulo, forma parte de un esfuerzo por construir la historia
de las ideas que dieron lugar a la formación de un pensamiento criollo.
44 Ibidem, p. 562.
45 Ibidem, p. 565.
46 Ibidem, p. 556-557.
47 Ibidem, p. 565.
48 Ibidem, p. 559.
Bibliografía.
Burke, Peter, “Teóricos e historiadores”, en Historia y teoría social, trad. Stella Mastrangelo,
México, Instituto Mora, 2000, 225 p.
Camelo, Rosa y Miguel Pastrana Flores (editores), La experiencia historiográfica. VIII
Coloquio de análisis historiográfico, México, UNAM-Instituto de Investigaciones
Históricas, 2009, 285p.
Cardoso, Ciro (coord.), México en el siglo XIX (1821-1910). Historia económica y de la
estructura social, 5ª ed., México, Nueva Imagen, 525 p.
David Brading, Orbe indiano. De la monarquía católica a la República criolla. 1492-1867,
trad. Juan José Utrilla, México, Fondo de Cultura Económica, 1991, 770 p.
Florescano, Enrique, Origen y desarrollo de los problemas agrarios en México [1500-1821],
México, Era, 1976, 158 p.
Leonard, Irving A., Los libros del Conquistador, México, Fondo de Cultura Económica,
1979.
Paz, Octavio El laberinto de la soledad, 2ª ed., México, Fondo de Cultura Económica, 1972,
191 p.
Stone, Lawrence, “La historia de las ciencias sociales en el siglo XX”, en El pasado y el
presente, trad. Lorenzo Aldrete Bernal, México, Fondo de Cultura Económica, 1986,
289 p.
Villoro, Luis, El proceso ideológico de la revolución de independencia, 2ª ed., México,
UNAM, 1977, 255 p.
Womack, John, Zapata y al revolución mexicana, trad. Francisco González Aramburu, 4ª
ed., México, Siglo XXI, 1972.