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1.- Dar cuenta de los principales rasgos criollistas que se encuentran presentes en el
cuento de Mariano Latorre.
En forma podemos apreciar a primera vista el uso de formas más populares, como es el
ejemplo de “chiquilla rota”, siendo estos introducidos mayormente a través de la oralidad
refleja en los personajes al interactuar. También hay ejercicios de comentarios a la obra,
como es la explicación “no se daba cuenta de lo que significaba”, desplazada del narrador,
hecha en relación al comentario “chiquilla rota”.
Tenemos en contenido una retórica de la denuncia social, donde no es explícito de por sí,
sino casi alegórico al exponer el recorrido que aleja a esta niña desde no ser de la raza a
no tener interés por los juguetes de los niños. Este último episodio es importante porque
guarda relación con el haber jugado con la corneta y comido la fruta, complaciendo el
juego y comida que ella podía ver en los niños que le hacían sentir mal.
Es tras una espiritualización correlativa del ambiente que podemos ver este aspecto en
su redondez (Alonso 220). En un principio y en el final contamos con la figura de la luna,
representada como la leche y la plata lunar. A lo largo extendiéndose mucho más las
relaciones del ambiente que guían al primitivismo que se busca alcanzar. Es a través de
los objetos presentados en el ambiente, de la mano del Niño Dios, que la protagonista
puede conectarse y sentirse bien por comparación a lo que representa en ella el contacto
con las personas.
El orden cultural nos permite ver el final como algo positivo completamente y no como
un final lastimero, puesto que gracias a este recorrido se llena algo del vacío que el resto
percibe en la protagonista, pero que ella vive como realidad simplemente.
Fernando Díaz Guajardo
Literatura Chilena, Latinoamericana y Española del Siglo XX
Profesores: Javier Bello – Francisco Cuevas – Cristian Montes
Universidad de Chile
2.- ¿Cómo el criollismo de Marta Brunet se abre a temáticas renovadoras como la relación
entre violencia y la sexualidad?
Aguas abajo nos presenta un criollismo más crudo y directo, presentando la pérdida
categórica en la organicidad de la obra. Desde un paisaje violento y destructivo,
descontrolado y cíclico, hasta una visión de condena eterna del más puro determinismo
naturalista.
Este placer visto de manera noble para respecto al hombre sólo muestra la deformación
dispuesta para una violencia generalizada en la pugna femenina. El hecho de que todo
esto acontezca aguas abajo es el llamamiento y a su vez el primitivismo que queda de
sabor en la boca tras leer el texto.
Fernando Díaz Guajardo
Literatura Chilena, Latinoamericana y Española del Siglo XX
Profesores: Javier Bello – Francisco Cuevas – Cristian Montes
Universidad de Chile
El cuento de Juan Emar nos lanza naturalismo a la cara nada más comenzar, pudiendo
sentirse desde las fechas hasta las descripciones la mixtura del formalismo científico en
compañía a formas populares. Más aún el caos cuando nos percatamos de la creencia del
autor en una realidad literaria total, donde nos ahogamos en las referencias de una
tradición anterior. La coronación a un modelo para superarlo (Rubio 39).
Mientras mayor es el avance del relato, más atrás quedan los efectos para la propia
persona y comienza a ser un discurso abiertamente especulativo. Incluso la fecha
21/2/1919 toma un sentido distinto al convertirse el texto tras la noción de espejo.
Volver a no entender nada ha dejado de ser una opción, tras llegar a la última de las
sensaciones, la vista y de este último evento que incluye al gato y la pulga. Una
circunstancia que distorsiona por completo los principios de la expectativa para este
cuento.
Fernando Díaz Guajardo
Literatura Chilena, Latinoamericana y Española del Siglo XX
Profesores: Javier Bello – Francisco Cuevas – Cristian Montes
Universidad de Chile
4.- Definir e interpretar el simbolismo del motivo del viaje inmóvil en La mortajada de
María Luisa Bombal.
El texto de Patricio Lizama nos permite definir el simbolismo del viaje inmóvil, presente
en la obra de Bombal. El primer contexto a dar es que Ana Maria comienza envuelta en
la mortaja, pero puede percibir dos mundos al encontrarse ausente de su realidad física
(132).
Sin embargo, para llegar a explicar ese momento es necesario volver sobre las palabras
de Lucía Guerra. Ella nos describe la obra de Bombal como una oposición entre la
realidad y la irrealidad, carácter más que marcado en su declaraciones como “soy una
Géminis” (11).
Bombal está en una línea de pensamiento similar a Woolf, pero a diferencia de su visión
del ideal andrógino, Bombal tiende a esquematizar en múltiples dicotomías, separando en
este caso a los hombres de mujeres. Ya no tenemos una historia de un hombre hablando
cientos de páginas sobre la mujer que fue llave para él ver un poco del mundo de la locura,
sino que tenemos en un acercamiento casi surreal a la misma locura hablándonos desde
el interior encerrado de una mujer dicotómica.
El mundo interior es relevante por esto, Ana María nunca pudo salir de su espacio cerrado,
fuera de casa un segundo escenario metafórico la persigue y la encierra. No dejándole
más opciones que el viaje inmóvil como alternativa de escape.
El primer instante de la obra no es más que la representación de aquello que fue toda la
vida de Ana María, un viaje inmóvil desde el cual no puedes salir de tu espacio cerrado.
El giro irónico esta vez se encuentra en que el mismo cuerpo cuyo placer comenzó todo,
se ha vuelto una cárcel para su espiritualidad.
Fernando Díaz Guajardo
Literatura Chilena, Latinoamericana y Española del Siglo XX
Profesores: Javier Bello – Francisco Cuevas – Cristian Montes
Universidad de Chile
5.- Dar cuentas de los diversos niveles de realidad que visualiza en El milagro secreto de
Jorge Luis Borges.
Paul de Man es quien nos habla de la duplicidad, las imágenes reflejadas y en cierto modo
a los distintos niveles de realidad que puede alcanzar la obra de Borges (147), incluso
hasta el absurdo. En el caso de Milagro secreto, contaremos con las nociones de sueño,
realidad y tiempo, el juego que saldrá a continuación es mera interpretación.
Tenemos una primera realidad presente en los principios del texto, que desde primer
momento presenta intertextos. Jaromir se nos dice un autor de una obra inconclusa, de
modo que los tiempos ya se dividen en dos al ponernos en dudas si la obra permanece
inconclusa o nunca si fue concluida. Así mismo podemos cuestionarnos el tiempo desde
el que se relata la historia, si este no fuera un presente perfectamente puede ser la segunda
opción. Si el narrador fuera omnisciente como tal y fuera en pasado, también tendríamos
una versión distinta.
Tras esta primera confusión nos encontramos con que soñaba con un evento que aconteció
tiempo atrás. El juego de los tiempos verbales nos vuelve a poner en jaque para interpretar
con seguridad desde donde se cuenta la historia, con qué tipo de saltos incluso. Peor aún,
no se sabe tampoco si el narrador se dirige al lector ideal, a quien sostenga el libro físico
o a los propios personajes.
Haber hecho esta confusión no es azar, puesto que el juego de tiempos en comunión a la
realidad y el sueño expuestos acá genera la cantidad de ficciones desencadenadas en el
final. Si desde este momento no fuera expuesto el peso profético-religioso de los sueños
y su relatividad, no podría tener el mismo efecto el climax de la obra.
Tras caer en un delirio circular, una vez ya casi llegado el momento de su ejecución,
vemos distorsionarse las realidades una vez más. Esta vez combinamos los motivos
oníricos con la presencia de Dios, llamado a voz para generar un milagro.
El climax de la obra llega al unirse todos los temas bajo la unidad de tiempo de la lluvia,
se relativiza la inconclusión de la obra con la inconclusión de su propia vida. No hay
cabida para la explicación del milagro y esta especie de meta-realidad no tiene influencia
en la realidad, pero ver el universo físico detenerse claramente es otro nivel.