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Clase 1:
Durkheim
Como partícipe de la primera ola sociológica es misión de Durkheim encaminar Francia
hacia un orden social y moral similar al del antiguo régimen pero basándose en otros
principios. Al percibir un resquebrajamiento en los lazos sociales de la sociedad
industrial, el primer interrogante que le surge es como reestablecer dichos lazos que
unen a un individuo a su comunidad. Plantea entonces que un individuo intrínsecamente
no posee límites para sus aspiraciones ni reconoce las aspiraciones ajenas, por tanto, es
menester que le sea brindado un límite moral que le indique hasta donde debe pedir y
hasta donde debe brindar. Este límite no puede ser fijado por él mismo, sino que debe
ser externo y debe de tener la autoridad moral suficiente como para ser respetado por el
individuo. Es la sociedad entonces, la institución con dichos atributos, ya que, según
Durkheim, “es el único poder moral superior al individuo y cuya superioridad es
aceptada por éste”. Se recuerda que la sociedad en términos de Durkheim es una
institución que incide sobre las consciencias de los individuos y cuya exterioridad,
independencia y anterioridad con respecto a éstos la libera de toda influencia de los
mismos.
En términos de la relación individuo-sociedad Durkheim distingue dos tipos de
“solidaridad” entre individuos, a saber:
Egoísta: Es el provocado por el menor grado de integración del individuo, aquellos que
no sienten lazos de solidaridad social para con ellos.
Altruista: Contrariamente al anterior, es aquel que por su fuerte grado de
compenetración se siente profundamente herido al notar algún tipo de anomalía en los
lazos de solidaridad lo que desencadena el impulso suicida.
Anómico: Se observa en aquellos sujetos que no han podido soportar o aceptar los
límites impuestos por la sociedad, aquel que aspira a más de lo que puede obtener.
Weber
Partiendo desde un punto de vista opuesto al de Durkheim, Weber tomó como punto de
partida para sus estudios en sociología al individuo al considerarlo como lo único capaz
de tener intenciones y fines en sus acciones. Utilizando el citado método historicista y
comparativo, promueve que no es sólo cuestión de un contexto económico que el
capitalismo se halla impuesto como modelo de organización social en Europa,
aludiendo a que otros pueblos atravesaron condiciones económicas similares y no
arribaron al capitalismo. La diferencia era, que en ninguno de esos pueblos existió un
conjunto de valores y creencias que determinaran a los actos de los individuos a ser de
tal forma que impulsaran el desarrollo del sistema. En cambio, en Europa, los valores
promovidos por el protestantismo y las alteraciones en los estilos de vida, comenzando
por las acciones de los individuos sentaron base para la expansión capitalista.
Según Weber las regularidades de la conducta humana se deben principalmente al
reconocimiento por los actores de la existencia de un orden legítimo que les otorga
validez. Dicha legitimidad puede estar garantizada por la tradición, por la entrega
afectiva, por el acatamiento a valores absolutos o por la adhesión a la legalidad vigente.
Texto: Rosseau; El Contrato Social o principios de derecho político, Libro primero.
Clase 2:
Introducción
Podría situarse al pensamiento Marxista como una alternativa contemporánea a los
métodos conservadores de la sociología clásica, ya que, lejos de promover un modelo
organicista basado en ideologías positivistas para subsanar el conflicto social y así
permitir el desarrollo de una existente realidad “dada” conforme a las reglas ya
establecidas por el capitalismo, Marx encuentra que las causas de dichas alteraciones en
las relaciones sociales, es decir las relaciones de los hombres con los hombres, se
originan ligadas a las características mismas del modelo de producción capitalista.
Contrario en las bases a los estudios historicistas alemanes, el discípulo de Hegel,
afirma que tanto las relaciones jurídicas como las de estado no pueden analizarse y
comprenderse completamente mediante su evolución histórica, sino que se hayan
relacionadas mucho más fuertemente a las condiciones materiales de vida. Condiciones
que subordinadas a distintos modelos de organización social y de producción
determinan la calidad de las relaciones sociales que los hombres tienen a lo largo de sus
vidas, que a su vez, conforman la existencia de una conciencia social .
En consecuencia se observa que el modo de producción vigente de la vida material de
los hombres moldea su vida social, política e intelectual al determinar el tipo de
relaciones que mantienen a lo largo de sus vidas. De esto se sigue que “no es la propia
conciencia del hombre la que determina su ser, sino por el contrario, es su ser social
(conciencia social) el que determina su conciencia”.
Por estos motivos, serán sus estudios de economía política la base para su crítica al
modelo vigente, ya que se recuerda, son las condiciones materiales de vida, signadas
por los procesos económicos las que determinan los tipos de relaciones sociales
prevalecientes determinando así la existencia y conciencia de los individuos.
En tanto a los principios de la economía política existentes, esgrimirá que se ésta se vale
de conceptos y fundamentos de los que no da cuentas de su origen, como por ejemplo
la propiedad privada, la separación de trabajo capital y tierra, división del trabajo, etc.,
sino que los sabe como preexistentes para establecer a partir de ellos sus teorías, cuando
lo que intentará probar Marx es que en muchos casos, no son preexistentes ni axiomas a
partir de los cuales pueda fundamentarse y analizarse el modelo capitalista, sino que por
el contrario son consecuencias de las condiciones materiales de vida que éste sistema
impone.
Primer Manuscrito, el origen de la propiedad Privada
En su primer manuscrito, Marx intentará relacionar al trabajo enajenado con la
propiedad privada de manera en que sea ésta ultima fruto de la acción del primero, el
cual es producto natural y necesario de las relaciones de trabajo en el modelo capitalista.
Para comprender más fácilmente su razonamiento, será necesario encadenar y definir de
manera lineal los conceptos que Marx propone para llegar a dicha conclusión.
Sabiendo que Marx opone trabajo enajenado a una noción de trabajo en sí, será
necesario entonces definir trabajo a fines de entender su posterior enajenación.
Se considera trabajo a toda aquella actividad humana productiva y conciente cuya
finalidad es ella en si misma y que como consecuencia de su realización, quien la lleva a
cabo obtiene medios para proveerse sustento y prolongar su existencia al mismo tiempo
que usa su resultado para responsabilizarse del mismo, y de ésta manera, tomar
conciencia de su propia existencia. Según Marx, es en ésta actividad donde reside el
carácter genérico de la especie humana, es decir, aquello que lo identifica como género
y diferencia de las actividades vitales realizadas por los animales cuya única finalidad
es prologar su existencia, en otras palabras, la actividad vital animal no se diferencia de
la vida del animal ya que forman un todo no discriminable. En cambio, la actividad
productiva humana es conciente y no sólo se limita a la mera subsistencia física, porque
como se sabe el hombre es capaz de producir por gusto, belleza, diversión, etc. y así es
como transformando la naturaleza que lo rodea, para luego contemplar su trabajo, al
entenderlo como propio toma conciencia de su ser.
Según Marx, bajo las relaciones de trabajo que nacen del capitalismo, ésta actividad de
deshace y deja lugar a una versión enajenada de ella. En primer lugar el trabajo
asalariado es externo al trabajador ya que no le pertenece puesto que otro se lo brinda,
además la relación no es voluntaria sino forzada debido a que no representa un fin en si
mismo, sino un medio para satisfacer necesidades que nada tienen que ver con esta
actividad. Por lo tanto la finalidad de este tipo de trabajo no es la expresión creativa que
conllevaría a la identificación del sujeto, sino sólo un medio para prolongar su
existencia empleando el salario para conseguir víveres, similar a la actividad vital
animal. Si la actividad propia de trabajar ya le es ajena al trabajador, también lo será el
fruto de ella, es decir, el objeto o producto que lleve a cabo, así el trabajador es siervo
de su objeto ya que en tanto que no le pertenece, le es necesario porque a partir de su
elaboración obtiene medios de subsistencia. Sintiéndose entonces tanto la actividad
trabajo como el objeto de trabajo ajenos al trabajador, éste, otorga su posesión a otro,
ya que si a él no le pertenecen, a alguien mas han de pertenecer, y ése “alguien mas” no
es mas que otro hombre que evidentemente no es él ni ningún otro en su misma
situación. Resumiendo, si ni actividad ni fruto de la actividad trabajo son asimiladas
como propias por el trabajador, éste encuentra nula la posibilidad de definirse como ser
por medio de esa labor (alienación en cuanto al género humano), por lo tanto, no es él
cuando esta en el trabajo y es él cuando no está en el trabajo. Entonces, si tanto la
actividad como el resultado que de ella se obtiene no son realizadas por él ya que no le
es posible reconocer su autoría, es natural que otorgue su posesión a otro ser, que será
en todos los casos el capitalista o patrón o como se decida llamarle. Serán estas
entonces, las causas de la noción y aceptación de la propiedad privada que no es algo
preexistente a las relaciones de trabajo capitalistas, sino mas bien, resultado de ellas.
Texto: De Ipola E.; “Las Cosas del creer, creencia lazo social y comunidad política”
Introducción
En un breve acercamiento a las causas de los orígenes de la sociología De Ipola
reconoce dos vertientes; la primera es la que posiciona a la sociología como un
emprendimiento fuertemente influido por pensamiento conservador cuya finalidad es
restituir aquellos vínculos comunitarios y sociales que la Europa de la post revolución
muestra rumbo a desaparecer dentro del caos de la organización de las sociedades
burguesas. Es decir, la sociología habría surgido como ciencia cuyo objeto de estudio se
encontraba camino a desintegrarse. Considerando la segunda vertiente, se podría tratar
a la sociología como la ciencia de la modernidad por excelencia donde se forjan los
conceptos y términos que constituyen a las sociedades modernas desde entonces y
donde se desarrollan los elementos para lograr un desarrollo del sistema capitalista
moderno.
Sin importar cual sea la consideración, tal vez, lo más correcto sería no dejar de
considerar ninguna, ya que ambas posturas albergan mayor o menor grado de veracidad.
Con el objetivo de señalar algunas posturas contrapuestas en torno a la misma
problemática, es decir, respecto de la desintegración del lazo social, el progreso del
individualismo y la pérdida de una figura cohesiva que fomentara la solidaridad en las
sociedades, De Ipola cita a Bonald, Le Bon y Durkheim cuyos escritos poseen
desarrollos y propuestas disímiles aunque comparten su punto de partida y hasta de
cierto modo, su finalidad.
Bonald
Muy apegado aún a las figuras cohesivas de la sociedad en el antiguo régimen, sépase,
religión, feudalismo y sociedad estamental como un todo conjunto, Bonald no propone
otra salida más que regresar a dicho orden, ya que aborrece la revolución y sus medios.
Con una inclinación religiosa muy fuerte, considera que las sociedades no deben
organizarse bajo ningún formato que proceda de algún tipo de intervención humana,
cuya forma organizativa sea distinta de la monarquía feudal, que consideraba natural,
así como al orden social que ésta promovía. Desestimaba que la moralidad y la ética
pudieran ser forjadas por hombres, puesto que ésta era de orden divino y era dada.
Contrario por consecuencia de ello, a los autores contractualistas a los cuales intenta
refutar con análisis históricos y teológicos. Como señalaran posteriores analistas al
margen de sus planteos “nostálgicos” y retrógradas, lo característico en Bonald y otros
contemporáneos es que dicha añoranza se basa en una necesidad de poner en evidencia
su descontento por el desgaste que a los lazos sociales y solidarios los hechos de la
revolución y el cambio hacia el dominio burgués había provocado.
Le Bon
Se lo considera un pensador social, antisocial y dicha contradicción queda en evidencia
en tato que Le Bon no mostraba ni añoranza por el antiguo régimen ni preocupación por
los lazos sociales deshechos, en cambio, se encontraba avocado a dirimir acerca de las
multitudes tratando de hacer hincapié en su intrínseca maldad, su capacidad de ser
conducida en cualquier dirección y en como dichas aglomeraciones de sujetos eran
contrarias a la tranquilidad social necesaria para la vida.
Atribuirá a las multitudes la capacidad de desatar los instintos más crueles y salvajes del
ser humano, y a los cabecillas, la capacidad de conducir a las masas hacia fines
inescrupulosos. Contrario a la revolución francesa y a sus mentores a los cuales califica
de cabecillas, intenta demostrar que aún aquellos avances que considera positivos a los
que se llegaran luego de la revolución podrían haberse alcanzado por otros medios. Su
ideología esconde un perverso concepto de control en las sociedades que ha sido
utilizado en numerosas condiciones y es el considerar a las multitudes como un ser
sospechoso y potencialmente criminal el cual debe de ser controlado y reprimido a favor
del orden de la sociedad misma.
Durkheim
Cabe agregar a lo adjudicado a Durkheim que si bien su modelo es positivista y
organicista, considera esto último en un grado mucho más complejo que autores
anteriores, y se muestra contrario a otras corrientes contemporáneas tanto a
contractualistas como Rosseau y a reformistas como Marx. Descarta que los conflictos
sociales sean producto de la lucha de clases adjudicando su malestar al problema de los
límites que es necesario imponer por parte de una autoridad que brinde cohesión a la
sociedad para que finalmente se vea esto reflejado en la solidaridad orgánica, pero no
propone una vuelta al anterior régimen sino que las soluciones deberán aceptar a la
presencia de las condiciones que impone la modernidad y será cuando los valores de la
ciencia, el positivismo, y la democracia formen parte del cuerpo social, que como se
sabe es anterior y exterior a los individuos, y luego éste posea la fuerza moral para
condicionar las relaciones de los hombres, que los conflictos se diluirán.
Clase 3:
Clase 4:
Del análisis del libro de E. Abbot, “Planolandia” el autor intenta resaltar a través de la
metáfora la relatividad de la percepción de la realidad. Similar en algunos aspectos al
mito de la caverna de Platón, aunque con mucho menos lugar para interpretaciones
elitistas y oligárquicas, la historia de un mundo de dos dimensiones integrado por
figuras geométricas y el posterior viaje de uno de sus habitantes (un cuadrado) hacia
mundos de una y tres dimensiones, pone a éste protagonista en las dos posiciones
posibles: por un lado, negar la posibilidad de otro estado de cosas y no tolerar a quien
postula otra mirada, y por otro, el tener la seguridad de que los hechos y situaciones
puedan interpretarse o entenderse de otro modo y no ser entendido ni tolerado por el
resto de la comunidad.
Así es que al proponer una mirada mucho más amplia y tolerante acerca de las visiones
de la realidad, sosteniendo en la conciencia que pueden existir otras verdades a parte
de las propias o las conocidas, Watzlawick, lo ve como un camino hacia la madurez
humana para evitar que “nos entreguemos de nuevo al mundo inquisidor” y avivar las
hogueras o chimeneas de un campo de exterminio.
Texto: Searle J.; “La construcción de la realidad social”
Existen hechos objetivos del mundo que sólo existen por conveniencia entre los
hombres, así como existen hechos que son independientes de toda voluntad humana,
como las montañas, los ríos y los animales y no dependen de las opiniones, actitudes y
sentimientos de quienes los observan, por lo tanto no se encuentran sujetos a
subjetividad alguna. Estos hechos son denominados hechos brutos.
Sin embargo, otros hechos del mundo como por ejemplo el dinero, las naciones, el
matrimonio y demás, existen debido a que quienes los utilizan u observan dan cuentas
de su veracidad y existencia, pero como puede verse, poseen cierto grado de
subjetividad ya que si no existiera quien les diera sentido, simplemente no existirían. A
diferencia de un árbol por ejemplo que existe sin importar si hay alguien para
contemplarlo.
Lo curioso es que dichas instituciones creadas por los seres humanos pueden dar lugar a
hechos objetivos en el sentido de que no dependen de los observadores y sus actitudes
ni puntos de vista para su existencia, por ejemplo, que un billete de diez pesos, sea un
billete de diez pesos no depende de quien lo posee, además, será por siempre un billete
de diez pesos. Un sujeto nacido dentro de las fronteras argentinas, (cuya existencia
recordamos es una convención sujeta a cierto grado de subjetividad) es de nacionalidad
argentino independientemente de sus actitudes y sentimientos, y además permanecerá
siéndolo hasta que deje de existir como sujeto. A estos hechos que poseen un carácter
objetivo pero que su existencia depende de otras instituciones humanas sujetas a cierto
grado de relatividad, se los denomina hechos institucionales.
Un hecho curioso es que estas convenciones humanas resultan a los hombres tan
naturales y dadas como las montañas y los ríos. Sin embargo, a diferencia de aquellos
hechos brutos que se definen por sus características intrínsecas (composición material,
ubicación, etc.) los hechos de construcción humana se encuentran comúnmente mucho
mas ligados a su función dentro de una realidad social determinada y no tanto a su
composición. En cuanto dicha función desaparece, el identificarlos se vuelve una tarea
mas complicada. Por ejemplo, ¿Qué diferenciaría a un trozo de papel de un billete, si no
se tuviera en cuenta la función del dinero como tal?
Dilucidar el origen y proceso de formación de dichas construcciones sociales será el
objetivo primordial al que Searle se avocará en el texto.
Asignación de funciones
Se determinarán dos tipos de rasgos en relación a los objetos y hechos existentes en el
mundo, a saber: serán rasgos intrínsecos de la realidad a aquellos objetos y hechos que
existen a merced de la existencia de posibles observadores capaces de admirarlos u
ejercer sobre ellos algún tipo de valoración. Por el contrario, serán rasgos relativos al
observador a aquellos hechos u objetos que existen a raíz del ejercicio activo de un
estado mental que un sujeto observador posee a través del cual les adjudica algún tipo
de finalidad intencional o juicio de valor. Así pues, un objeto cualquiera, tiene ciertas
características que le son intrínsecas (masa, estructura molecular) y otras que le son
otorgadas de acuerdo a una finalidad particular que su observador les confiere.
Queda claro entonces, que la asignación de una función cualquiera hacia un hecho u
objeto es uno de los factores que diferencia un mero hecho bruto de un hecho
construido por el hombre y que en todas las ocasiones, dicha función no es intrínseca al
objeto, sino que responden a las necesidades o intenciones de quien se la adjudica. Es
decir, las funciones no son intrínsecas al objeto sino que son relativas al observador ya
que se concretan a fines de realizar un determinado acto o de explicar cierto fenómeno
por parte del sujeto usuario u observador consciente quien realiza la asignación.
Debe hacerse sin embargo una distinción entre las funciones para una mejor compresión
de las mismas.
Cuando la asignación se produzca motivo de favorecer un fin o un propósito práctico, y
se denominará agentiva. Cuando en cambio, una función se asigne a un objeto o
proceso que ocurre de forma natural y que se descubre se denominará no agentiva.
En resumen una función agentiva necesita para seguir sucediendo que la intención sobre
el objeto de ser usado con tales fines se mantenga, en cambio una función no agentiva
sucede sin que se tenga intencionalidad sobre el objeto.
Concluyendo para este primer factor, se tiene, que el imponer funciones es una actividad
conciente por parte de los observadores, relativa al observador, y está relacionada con
las intenciones que se tiene sobre el objeto y no con las características intrínsecas del
mismo, sin embargo poseen la cualidad de quedar ocultas e invisibles una vez
impuestas. Se añade que existe dentro de las funciones agentitas un tipo especial en el
que la función misma es simbolizar, representar o hacer valer otra cosa.
A través de la narrativa de una experiencia personal, Apple desarrolla con una óptica
específica lo que Bourdieu deja claro en sus escritos. Existen grupos de poder, que
poseen intenciones y de cuya lucha con otros por imponerse como dominadores de la
capacidad de asignar significados sobre el mundo (creencias, actitudes, valores, etc.)
surgen relaciones de dominación dentro de las cuales está inmerso cualquier sujeto, ya
sea como parte de un grupo con poder de imposición de verdad, o como parte de un
grupo dominado en la lucha.
Para Apple el grupo de los blancos capitalistas, ha impuesto históricamente no sólo su
dominio económico-militar sobre el mundo sino la capacidad de generar sentido común
dentro su grupo (Durkheim, Bourdieu) los cuales, naturalmente, tienen a su vez cierto
grado de dominio cultural por sobre otros grupos oprimidos.
Éste sentido común que influye sobre los conceptos, acciones y estructuras mentales
como Bourdieu asegura, no tiene nada de inocente, y es un elemento político de gran
importancia. Conocimiento es poder. En este caso Apple considerará que la educación
formal tanto como el “sentido común” del hombre blanco han contribuido a esconder
aquellas relaciones de dominación económico-sociales que hicieron posible el
desarrollo de un estilo de vida que es característica única del grupo de la blanquedad
(whiteness) y que para su mantenimiento implica necesariamente la ejecución de
aquellas políticas que sostengan ciertas condiciones de pobreza, ignorancia, y necesidad
extrema en los países periféricos que son las que hacen posible la producción de esos
bienes y servicios que definen a la sociedad de consumo típica de la blanquedad.
Países que se autodenominan centrales, sabido es que poseen cierto grado de influencia
por sobre las decisiones y rumbos económicos de aquellos otro países denominados
periféricos, sin embargo la fisonomía y la forma en que se desarrollan, y los fines que
persiguen son en mayor medida desconocidos para muchos de quienes contribuyen a
sostenerlos, y esto es así porque conocer que para que un determinado bien pueda tener
un precio accesible a una clase media blanca de un país central es necesario producir
bajo una relación costo/precio final/ganancia del productor, que implican gastos en
mano de obra, tierra, servicios, transporte extremadamente bajos que sólo pueden
conseguirse en aquellos países en los que el estado de cosas no contempla educación,
seguridad social, salud, nivel de empleo, equidad social, etc. plantearía un interrogante
que complotaría contra el sostenimiento del sistema. De más esta aclarar entonces que
serán aquellos países periféricos en los que el mito de la integración a la economía
global y al mundo de la inversión extranjera traería la igualdad y la paz social que no
pudo lograrse o no supo o quiso mantenerse históricamente, candidatos perfectos por
cumplir al pie de la letra con las condiciones.
Tomar conciencia de que una porción de papas fritas baratas implican la expulsión de
nativos de sus tierras, relegarlos a la marginación y a la subsistencia dentro de un
sistema que los mantiene a la raya de la existencia misma en un contexto donde no
existen instituciones que los amparen, y en donde los estados soberanos hacen
negociados a expensas de las condiciones de vida de sus habitantes que adquieren el
status de “mano de obra desesperada”, y que del otro lado del océano son servidas por
un empleado cuyas condiciones laborales son paupérrimas y su salario no se ve mucho
mejor, no tiene porque conducir a la inmovilidad completa, sino en cambio, al
interrogante de porque todas éstas relaciones permanecen en las sombras tanto del
sistema educativo oficial, como de la política, de los medios de comunicación y natural
y consecuentemente en el sentido común de los habitantes de los países centrales.
La relación es simple, y obliga a remontarse a lo siguiente: tanto conocimiento como la
circulación e imposición de un tipo de saber en detrimento de otros no es más que una
faceta de la distribución del poder y la riqueza. Ya que funciona como plataforma de
legitimación de un cierto conjunto de acciones y pensamientos que se ven reflejados en
el sentido común, que, quiérase o no, contribuye y contribuyó a la dominación de
género, de clase, de raza, etc. a través del consentimiento mas o menos conciente de
dicha dominación.