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Reflexiones acerca del comportamiento económico del sector cultural Pag.

#1
autor: Gerardo Neugovsen ©

Reflexiones acerca del


comportamiento económico del sector cultural

Autor: Gerardo D. Neugovsen©


Reflexiones acerca del comportamiento económico del sector cultural Pag. #2
autor: Gerardo Neugovsen ©

Reflexiones sobre el financiamiento público de la cultura

Este artículo analiza de qué manera la inversión en cultura resulta beneficiosa para el tejido social,
económico e intelectual de una región. Por múltiples causas que exceden a este análisis, se han
instalado percepciones que inducen a pensar que los recursos que destina el Estado al sector
cultural corresponden a una suerte de "recompensa por las buenas acciones" que hacen las
personas que trabajan en este sector, ya sea artistas, creativos, productores, gestores culturales y
más. Unos y otros parecen haberse puesto de acuerdo en que los recursos públicos provenientes
de la recaudación fiscal deben destinarse a "buenos" proyectos culturales seleccionados con
diversos criterios que varían desde el aporte estético y patrimonial, hasta el impacto en públicos y
similares.

Esta visión lineal del flujo financiero parece pasar por alto los aspectos sistémicos que genera la
actividad cultural así sus impactos en el ecosistema financiero general de una sociedad. También
ignora que gracias a la actividad cultural se genera un retorno impositivo a las arcas del Estado que
en muchas ocasiones supera a las inversiones que el mismo Estado realiza en el sector cultural.

El verdadero derrame

La actividad cultural tiene la posibilidad de generar genuinos "derrames económicos" impactando


directa e indirectamente en múltiples industrias conexas, siendo el Estado uno de los principales
"beneficiarios" de estos procesos.

Imaginemos un grupo de artistas


actuando en una sala de teatro. Si
realizamos la trazabilidad de los
recursos financieros que se movilizan
en torno a esta única actividad,
veremos un primer círculo donde los
artistas cobrarán sus honorarios por la actuación; percibirán ingresos por derechos autorales así
como por la venta de Cd´s, MP3 y/o videos. Asimismo los productores, representantes y asistentes
cobrarán sus respectivos honorarios debido a que el grupo se presenta en una sala de
espectáculos.

Ahora ampliemos el círculo y veamos qué ocurre en la sala donde se presenta el grupo.

En este segundo círculo, el dueño de la sala


obtendrá sus beneficios. Los técnicos
sonidistas, iluminadores, tramoyistas,
vestuaristas, escenógrafos, asistentes, así
como el personal de la sala (boleteros,
seguridad, mantenimiento, limpieza y otros)
también percibirán sus ingresos gracias a que
los artistas estarán actuando en la sala. Si hay
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un bar o si se vende "merchandising", estos también tendrán sus beneficios debido a la actividad
cultural. Expandimos a un nuevo círculo: la actividad previa, durante y después del espectáculo.

Previo a la actividad intervienen


diseñadores gráficos, imprentas y
distribuidores vinculados con la
publicidad y promoción tradicionales.
También intervienen los diseñadores
web, los "community managers"
dinamizando las redes sociales
(también los diseñadores gráficos
para estos entornos), los agentes de
prensa, la prensa misma, los medios
de comunicación en general (radio,
tv, periódicos, revistas, etc). Si
asisten personas desde lugares distantes, se generará impacto también en la hotelería local.
Durante el evento interviene el transporte público y privado, los estacionamientos y todas las
personas involucradas. Al terminar, se activará la gastronomía local: bares, cafés, restaurantes y
otros. Los servicios de administración externos (contadores) intervienen también y es probable
que a los fines contractuales, hayan intervenido abogados y afines.

Otros sectores que se ven impactados de


manera indirecta por la actividad cultural son,
por ejemplo, tiendas de ropa, dado que es
probable que una persona decida comprar una
camisa o un par de zapatos con motivo de asistir
al teatro, o que se asista al salón de belleza o
peluquería, generando así un beneficio
específico en este sector a causa de la actividad
cultural en la sala de teatro. Tal vez se contrate
una "nana" para cuidar de niños pequeños.

Por último es necesario incluir también en este esquema a todas las industrias conexas que
proveen insumos, equipamiento, herramientas y
más como consecuencia directa de la actividad
cultural que ocurre en la sala de teatro.

El razonamiento opuesto sirve para evidenciar la


relación directa entre la actividad cultural y el
dinamismo del sector: sin la presentación del
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grupo, todo el proceso descripto no tendría lugar.

El Estado como gran recaudador

Pero quien más flujo financiero experimenta es el Estado, dado que de todas las actividades
anteriores percibe impuestos en diversas categorías y montos, tanto por los contratos
involucrados, impuestos al valor agregado, cargas sociales y otros. En este sentido, el Estado deja
de ser "el gran benefactor altruista" de la cultura para pasar a ser un sector de financiamiento que
obtiene sus retornos de múltiples fuentes. En este sentido, los datos que se proporcionan a
continuación relacionados con el Festival de Cine de San Sebastián, corroboran desde la práctica el
impacto sistémico que la actividad cultural genera en la economía local.

Cuánto más relevante serán estos impactos si se multiplican los procesos mencionados por la
cantidad de salas y espacios públicos y privados dedicados a la cultura, desde bibliotecas, galerías
de arte, museos, locales de venta de bienes culturales (disquerías, librerías, etc.), espectáculos
diversos (festivales, conciertos, etc.).

El caso del Festival de cine de San Sebastián

Un estudio realizado en el año 2013 por la consultora Ikertalde acerca del impacto económico del
Festival Internacional de Cine de San Sebastian en el País Vasco, pone en evidencia de qué manera
el Estado no sólo recupera la "inversión" realizada a través del mecanismo de los subsidios a la
actividad cultural, sino que obtiene en retorno excedentes que pasan desapercibidos a la hora de
ponderar el impacto económico de la cultura.

De acuerdo a dicho estudio, el presupuesto del Festival en aquella edición, ascendió a 7,5 millones
de euros, de los cuales el 56% procedieron de capital público y el 44% restante privado. El 85% del
presupuesto se concretó en un gasto local de 6,3 millones de euros. A esta cifra deben añadirse los
impactos indirectos en la ciudad durante los nueve días del festival. Durante este período, el
precio de las habitaciones de hotel son los más elevados del año. Sólo los ingresos por
pernoctación durante esos días representa 3,2 millones de euros en tanto que la ocupación
hotelera se incrementa en 28.025 camas. El gasto en el sector terciario asciende a 8,7 millones, lo
que implica un total de 11,9 millones. La actividad inducida en sectores interrelacionados, como
consecuencia del Festival, implica 27,3 millones de euros lo cual se traduce en un PBI de 14,5
millones de euros generando además 235 empleos temporarios. En total los días del festival
generan 45,5 millones de euros tanto por los impactos directos como por los indirectos (noches de
hotel, gastronomía, transporte, suvenires, etc.), así como por los inducidos (decenas de empresas
que prestan servicios y productos tales como imprentas, alquiler de equipos y otros).

Retorno tributario

Una dimensión que suele pasar desapercibida es por lo tanto el retorno directo de ingresos
públicos como consecuencia directa de la organización de eventos y espectáculos culturales y
artísticos, los cuales, en el caso del Festival de San Sebastián, asciende, a 4,6 millones de euros
desglosados en conceptos tales como: 801.499 euros por el Impuesto de las Personas Físicas,
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746.013 por el Impuesto de Sociedades, 1,5 millones por el Impuesto sobre Productos y 1,5
millones en Seguridad Social. En otras palabras, el Estado ha invertido 4,2 millones de euros en
forma de subsidios y obtiene un retorno tributario en diversos rubros de 4,6 millones.

Este movimiento es generado por la organización del festival constituido como una PyMe que
posee una planta de 82 empleados fijos y colaboradores. Como beneficios secundarios se puede
considerar la generación de una proyección internacional del Festival y de la ciudad, habiéndose
contabilizado 18.000 apariciones en 520 medios de comunicación globales representando un
contravalor económico de 67,7 millones de euros en contratos de publicidad. Monto que se suma
a los 45,5 millones de euros ya mencionados como parte del beneficio económico que genera el
Festival.

Este conjunto tiene como consecuencia la proyección de una "marca-ciudad" que emite una
imagen positiva global vinculada a esta actividad cultural que agrega glamour y atractivo a las
tierras donostiarras. Prácticamente 158.000 personas asistieron a las 226 películas presentadas
convocando a su vez a más de 2300 profesionales de 69 países y cerca de 1000 periodistas de 42
países, quienes actúan como embajadores creando un efecto "llamada" hacia la región a través de
las 18.000 alusiones al festival en 520 medios de comunicación diversos, que se constituyen en
una valiosísima campaña de publicidad para la ciudad.

Conclusiones

Las actividades de este sector pueden considerarse como cultura viva dado su carácter efímero, ya
que se agotan en el mismo momento en que son celebrados como es el caso de los festivales, de
las obras teatrales, los espectáculos de danza y de música y otros. A pesar de su carácter intangible
se derivan de aquí objetos tangibles y reproducibles que le darán sentido de continuidad al
conjunto a través de videos, cd´s, libros y otros, estableciendo una clara conexión con las
industrias culturales y creativas. Por último se genera un efecto de puesta en valor patrimonial, ya
sea por el carácter identitario de la propuesta y/o porque se celebran en espacios de significación
histórica o de interés especial, contribuyendo a poner en valor la identidad y culturas locales.

Prácticamente todos los trayectos económicos mencionados son trazables y es posible, tal como
han hecho los expertos en el caso de San Sebastián, ponderar cada trayecto para extraer
conclusiones sobre el comportamiento económico del sector cultural y creativo y su impacto en la
sociedad.

Por ello, toda clase de incentivo fiscal debería partir del supuesto filosófico de que toda forma de
estímulo debe en realidad ser considerado como la inversión necesaria que el Estado debe realizar
para fomentar la puesta en valor de un sector emergente que impacta de manera positiva en la
diversificación de la matriz productiva y que no se trata de dádivas o de apoyo filantrópico del
sector público al privado, sino de una clara relación de mutuo beneficio con riesgos relativamente
bajos y en donde el Estado cumple con su función estratégica de alentar el desarrollo y las
industrias locales.

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