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Incas de Vilcabamba

Los incas de Vilcabamba fueron los cuatro monarcas sucesores de Atahualpa, legítimos herederos de Huayna Cápac,
que se enfrentaron al desmantelamiento del Imperio inca por parte de los conquistadores españoles y sus indios
aliados andinos, que formaron la resistencia de la élite cuzqueña gobernando sobre un reducido pero influyente
estado incaico llamado muchas veces Imperio Neoinca de Vilcabamba entre 1537 y 1572 -un territorio con poder
efectivo que correspondía aproximadamente al del actual departamento peruano del Cuzco al este de la ciudad de
Cuzco, que luego del asedio de Cuzco pasó a estar controlada por los conquistadores españoles- y que en algunos
casos establecieron negociaciones con las primeras autoridades españolas del Perú.

Los Sapa Incas de Vilcabamba fueron:

Manco Inca Yupanqui


Sayri Túpac Inca
Titu Cusi Yupanqui
Túpac Amaru I
Antecedentes
Luego de ser asesinado Atahualpa en Cajamarca, Perú, representantes de varias naciones andinas se reunieron con los
conquistadores españoles y su líder Francisco Pizarro para ofrecerles su alianza contra el Imperio Inca. Así, rebeldes
cañaris (de los territorios del sur del actual Ecuador), chachapoyas (de la sierra nororiental peruana) y la Confederación
Huanca (de la sierra central peruana), reafirmaron su independencia de los incas, a quienes ya se habían enfrentado
por su libertad en diferentes revueltas en el pasado. Es más, estas naciones estaban especialmente enfrentadas al
bando de Atahualpa por las atrocidades que habría cometido contra sus poblaciones durante la guerra civil inca, según
las crónicas de la conquista del Perú.

A esta situación de levantamiento general se sumaba la presencia de tres ejércitos incas del bando de Atahualpa
repartidos en diferentes regiones del imperio. Estos estaban dirigidos por los generales Rumiñahui, Chalcuchímac y
Quisquis y no eran populares entre las poblaciones andinas. La situación política de los Andes en ese momento era
inusualmente complicada y hasta hoy difícil de desentrañar pero claramente explosiva.

El objetivo de los conquistadores españoles era claro: llegar a Cusco para apoderarse de las ingentes riquezas que ahí
había según todas sus fuentes de información. Pero en Cusco estaban Quisquis y sus fuerzas y no podían llegar solos.
Huancas, cañaris y chachapoyas les dieron su apoyo, pero necesitaban legitimidad.

Fue por eso que los españoles se vieron en la necesidad de mantener la institución imperial inca para "ordenar" la
situación que habían creado y legitimar su presencia en los Andes Centrales (todos los cronistas hablan de la sensación
de miedo de los conquistadores en ese momento). Así nombraron como Sapa Inca provisorio a un hermano de
Atahualpa, el joven Toparpa pero éste murió poco tiempo después durante la marcha que Pizarro, sus hombres y sus
nuevos aliados andinos (chachapoyas, huancas y cañaris, principalmente) emprendieron desde Cajamarca a Cusco.

Manco Inca y la resistencia


Es entonces cuando es nombrado Manco Inca, que había caído en manos de los partidarios de Atahualpa. Su intención
pudo ser la restauración del imperio con ayuda de los españoles, pero está claro que de esa manera sólo sirvió a los
propósitos de éstos. Recibió la mascaipacha de mano de Pizarro en 1534 convirtiéndose así en un gobernante títere. Al
llegar a las afueras de Cusco, Manco luchó junto a Diego de Almagro y los capitanes de los chachapoyas, huancas y
cañaris contra el general Quisquis.

En abril de 1536 y tras los saqueos que caracterizaron la toma del Cusco, Manco Inca se enfrentó abiertamente a los
españoles por sus demandas constantes de oro y plata y su intolerancia con las creencias e instituciones locales. Ante
esta actitud fue mantenido cautivo en su palacio. El inca, después de haber prometido a Hernando Pizarro traerle unas
estatuas de oro macizo, pudo dejar la ciudad y se dirigió a Yucay donde convocó un gran ejército, abriendo tres
frentes: una expedición de castigo a los pueblos huancas del valle de Mantaro (por apoyar a Pizarro y sus hombres),
otra contra la población de Lima y una tercera y muy importante contra el Cusco, al que mantuvo bajo sitio durante
casi un año, desde la Saqsayhuamán. Fue precisamente en Saqsayhuaman donde se libró el combate decisivo. La plaza
fue perdida por los quechuas.

Manco Inca fue asesinado en 1545 por un almagrista a quien había dado refugio luego de las guerras contra los
pizarristas. Los sucesores del inca continuaron con el hostigamiento a los españoles, al tiempo que iniciaron una serie
de negociaciones con ellos para llegar a una paz definitiva.
Manco Inca Yupanqui, también conocido como Manco Cápac II,1 fue el primero de los cuatro rebeldes incas de
Vilcabamba. Escapó de los ejércitos de Atahualpa en el Cuzco y ofreció ayuda a los conquistadores españoles creyendo
que lo liberarían de las «malignas tropas de Quito».2

Lo nombraron Emperador Inca, pero después de los múltiples abusos que cometieron con él y su pueblo, decidió
escaparse y rebelarse.3 En 1536 casi libera al Cuzco y expulsa a los españoles,4 sin embargo se refugió en Vilcabamba
al tener que dar de baja a sus tropas por el excesivo tiempo que estaba tomando la guerra. Finalmente fue asesinado
en 1544, apuñalado por un grupo de siete españoles almagristas que lo traicionaron.

Manco Inca fue uno de los más de 500 hijos de Huayna Cápac, probablemente nació en 1515, en el Cuzco.6 Cuando las
tropas de Atahualpa tomaron dicha ciudad bajo el mando del general Quizquiz mataron a los descendientes de Huayna
Cápac, a los partidarios de Huáscar y a todo aquel que pudiera intentar tomar el lugar del Inca.

Por esta razón Manco Inca se vio obligado a huir evitando cualquier contacto con los atahualpistas.7 El 14 de
noviembre de 1533 encontró a Francisco Pizarro y su contingente tanto inca como español. Este y otros hechos como
la matanza de Atahualpa llevaron a Manco Inca a creer que los españoles eran «salvadores» enviados por los dioses.8
Al presentarse a Pizarro este le respondió:

Has de saber que yo vine con el único propósito de protegerte y liberarte de esta gente de Quito, podéis creer que yo
no vengo en provecho mío.
Existen dos versiones sobre el fin de Chalcuchímac. Una de ellas dice que para convencer al joven inca, Pizarro quemó
vivo a Chalcuchímac delante de aquel. Por otro lado, José Antonio del Busto cita a Pedro Sánchez de la Hoz cuando
afirma que el general ya había muerto un día antes del arribo de Manco Inca:9

Informado el Gobernador de todas estas acusaciones y comprobando cuánto de verdad había en ello, mandó que
fuese quemado vivo en medio de la plaza, y así se hizo, que los principales y más familiares suyos eran los que ponían
más diligencia en prender el fuego (...) toda la gente de la tierra se alegró infinito de su muerte, porque era muy
aborrecido de todos por conocer lo cruel que era.
Pedro Sánchez de la Hoz.
En la mañana del sábado 15 de noviembre, día de San Eugenio, las tropas hispano-indígenas ingresaron a la capital
(Cuzco) por el cerro de Carmenca (actual barrio de Santa Ana) para luego bajar por un camino que llevaba a un río y
que posteriormente bautizaron como «El callejón de la Conquista» o «La calle de los Conquistadores».10 Tras saquear
el Coricancha, los templos y palacios más importantes del Cuzco, Francisco Pizarro coronó a Manco Inca como Sapa
Inca.11

Bajo el vasallaje español


Una vez nombrado, Pizarro solicitó a Manco Inca que organizara un ejército que combatiera a las tropas del general
atahualpista Quizquiz. Pizarro, además, lo apoyaría con caballos y soldados españoles.12 Unos espías informaron a
Manco Inca de las intenciones de las tropas de Quizquiz para atacar Jauja, dándole la opción de enviar justo a tiempo a
su ejército bajo el mando de su hermano; Paullu Inca. Tras la batalla, Quizquiz y sus guerreros se vieron obligados a
retirarse hacia Tarma. Sin embargo, fueron expulsados también de Tarma ya que sus habitantes eran huascaristas.
Finalmente, Quizquiz fue asesinado por un noble partidario de los españoles.13 Finalizada la guerra contra los que
acabaron con su panaca se esperaría que existiese armonía entre el Inca y los españoles, la realidad era diferente.
Pronto el nuevo monarca se dio cuenta del craso error de confiar en los peninsulares por la serie de razones siguientes:

Estando en el palacio de sus antepasados, no podía reinar.


No podía recibir a sus súbditos sin ser vigilado.
No podía circular por el Cuzco con libertad.
Veía múltiples abusos que cometían los españoles contra las mujeres de la nobleza, pueblo y vírgenes del sol.
Se burlaban de él con bromas muy pesadas.
Era, desde el principio, un rehén de los conquistadores. Llegando a haber sido en dos ocasiones un vilipendiado
prisionero.
Por estas y otras razones planeó sacudirse de la influencia española. No obstante sus planes fueron descubiertos y fue
hecho prisionero a mediado del año 1535, soportando mil vejámenes.

Astuto ardid y proclama en Calca


Estando prisionero aún, llegó a la capital imperial el conquistador Hernando Pizarro, quien prontamente lo puso en
libertad en febrero de 1536, aunque sin poder salir del Cuzco. El monarca escondió su ira y se mostró resignado ante el
español, al cual en señal de agradecimiento le regaló una vajilla, estatuas, vigas del Coricancha y arybalos, todos
hechos enteramente de oro. Notando el aumento de la ambición de Hernando le ofreció traerle la estatua del Inca
Huayna Capac «toda de oro, incluso las tripas». El ambicioso español le creyó y el 18 de abril de 1536 el Inca salió del
Cuzco junto al sumo sacerdote o Villac Umo pero ya no regresó. Su primer refugio fue Calca, a donde llamó a sus
generales y curacas fieles y lanzó la siguiente arenga: «Yo estoy determinado a no dejar cristiano en vida en toda la
tierra y para eso quiero poner cerco en el Cusco; quien de vosotros pensara servirme, servirme en esto, ha de poner
sobre tal caso la vida; beba por estos vasos y no con otra condición». Los principales fueron bebiendo uno a uno la
chicha en señal de aprobación y entrega a la causa de la reconquista, y el ejército se iba formando desde todas partes
del imperio. Asimismo, se le unieron varios pueblos que sí reconocían las virtudes del estado incaico en su favor, e
incluso un español. Manco Inca nombra como jefe de su ejército a Villaoma y como maestre de campo a Paucar
Huaman.

Asedio del Cuzco


Asentamiento en Vilcabamba y otras acciones[editar]
Con la llegada de las tropas de Almagro desde Chile, Manco Inca se retiró a Ollantaytambo para pasar de allí hacia
Vilcabamba. Desde allí, e invitado por los antis, marchó hacia Chachapoyas, derrotando en Ongoy a un ejército español
que intentó sorprenderlo, obteniendo una aplastante victoria en la que solo se salvaron dos cristianos. Sin embargo
tuvo que distraer sus victoriosas fuerzas en sostener un nuevo frente: El de los huancas.

Se abre el frente huanca[editar]


El Inca mandó a someterlos y castigarles por haberse aliado a los españoles, para lo cual mandó expediciones de
castigo que acabaron vencidas por la coalición huancas-españoles. Enfurecido el Inca, marchó el mismo saliendo de
Sapallanga matando a todos los que encontró en reñidos combates en el camino. Llegó a Jauja, la Grande, donde se
produjo un gran combate en el que tropas españolas participaron de lado de los huancas. Tras dos días de combate, el
Inca vence al ejército enemigo matando 50 españoles y miles de aliados huancas. Tras estas acciones de castigo en el
Valle del Mantaro, Manco Inca regresa al sur donde manda sacar al ídolo huanca, llamado Varihuillca, y echarlo al río
Mantaro, cumpliendo de esta forma su venganza.

Otras acciones posteriores[editar]


Después de terminada la campaña huanca, el Inca pasa a Pillcosuni, donde en Yeñupay derrota y pone en fuga a una
expedición española. Después de producida la batalla de las Salinas el 6 de abril de 1538, Manco Inca regresa a
Vilcabamba y Victos, desde donde pone espías y atalayas en los caminos que llevan a esa región, enterándose de que
una gran expedición iba en su búsqueda al mando de Gonzalo Pizarro y con la compañía de sus traidores hermanos,
Paullo, Inguill y Huaspar. Salió Manco a defender el paso y para mejor cumplir se encastilló en una fortalecilla de piedra
junto a un río.
La lucha fue tan tenaz como ardua, prolongándose durante 10 días. En la refriega caen presos del monarca Inguill y
Huaspar, y pese a las suplicas de la coya Curi Ocllo, los decapitó diciendo: «más justo es que corte yo sus cabezas que
no llevar ellos la mía».

Se reanuda la lucha con furor y los españoles logran capturar la fortalecilla. Acosado por sus enemigos, Manco Inca
hubo de echarse al río y atravesarlo a nado, ganando la otra orilla para gritar a sus burlados adversarios desde ella: «Yo
soy Manco Inca, yo soy Manco Inca», para desconcertarlos y que lo dejasen de buscar, pero no pudo impedir que
capturen a su esposa la Coya y al general Cusi Rimanchi.

Los vencedores partieron inmediatamente al Cusco y, estando descansando en Pampacona, algunos quisieron violar a
la Coya pero ella se defendió cubriéndose con «cosas hediondas y de desprecio», por lo que el abuso no se consumó.
Así llegaron al pueblo de Tambo, donde para vengarse de su marido entendieron más provechoso matar a la Coya, lo
que hicieron los ballesteros asaeteándola inmisericordes. También sirvió la ocasión para encender varias hogueras y
matar en ellas al valeroso Villac Umu y a los generales Tisoc, Taipi, Tangui, Huallpa, Urca Huaranga y Atoc Supi; días
después estando ya en Yucay, los españoles quemaron a Ozcoc y Curi Atao, también caudillos de la rebelión incaica, en
mayo de 1539.

Últimos actos[editar]
Vuelto el Inca a Vilcabamba, hizo hurtar del Cusco a su hijo Titu Cusi Yupanqui y a la madre de este, saliéndolos a
recibir a Victos en 1541. Estando en Victos llegaron siete almagristas sobrevivientes de las Salinas, suplicando servir al
Inca a perpetuidad si este protegía sus vidas. Aceptó Manco Inca a tomarlos como vasallos para aprender mejor los
usos de la guerra entre los españoles, por lo que pronto se supo que ningún indio los debería tocar siendo establecidos
como criados y amigos del Inca. Pronto los españoles alcanzaron amistad con el monarca, enseñándole a este y a su
corte a perfeccionar sus conocimientos sobre los caballos y adentrándolo también en los juegos de bolos y el herrón.

Muerte[editar]
En 1545 (algunos sostienen que fue en 1544), Alonso de Toro, teniente gobernador de Cuzco ofreció una oportunidad
a los almagristas que habían traicionado a España. Les dijo que si mataban a Manco Inca les perdonarían, y ellos
aceptaron; por lo que un día de los primeros meses de 1545, en Vilcabamba, los siete almagristas asesinaron a Manco
Inca delante de su hijo,14 Titu Cusi Yupanqui, quien fue más tarde cronista, y narró la muerte de su padre.

Los españoles salieron por la puerta celebrando la muerte del que fuera su protector y amigo, mas los descubrió el
capitán Riamnchi Yupanqui, quien con algunos antis les cortó la retirada derribándolos de sus cabalgaduras y
arrastrándolos hasta el poblado, donde enterados de los sucedido, dieron cruel muerte a aquellos, quemando a los
más culpados. Las cabezas de los siete españoles que asesinaron a Manco Inca fueron exhibidas en las plazas y calles
de Vitcos y Vilcabamba.15

Manco Inca sobrevivió unos cuantos días en agonía y entre las últimas conversaciones que tuvo con su su hijo se
encuentra este mensaje:

No te dejes engañar con sus melosas palabras, son todas mentiras, si tú les crees te engañarán como lo hicieron
conmigo.14
Le sucedió su segundo hijo, Sayri Túpac, quien renunció y dejó el trono a su hermano mayor (hijo mayor de Manco
Inca) llamado Titu Cusi Yupanqui y cuando este murió le dejó el trono a su hermano llamado Túpac Amaru I. Los cuatro
incas de Vilcabamba fueron de la familia de Manco Inca.16
Después de Manco Inca
Sayri Túpac fue hijo de Manco Inca y Culchima Caype. Fue declarado heredero legítimo cuando murió Manco Inca y
tomó como esposa principal a su hermana mayor Cusi Huarcay. Sayri Túpac empezó negociaciones con el nuevo
gobierno español, lo que lo enfrentó al resto de la élite de Vilcabamba. Incluso dejó su reino para viajar a Lima donde
fue recibido con honores. Aparentemente en ese momento Titu Cusi Yupanqui adquirió poder de facto y organizó el
gobierno de Vilcabamba. Sayri Túpac, luego de obtener inmunidad y la propiedad de las tierras del Valle de Yucay
(Valle Sagrado o de Urubamba) construyó un palacete en Yucay, donde murió unos años después. Aceptó el bautismo.

Titu Cusi Yupanqui, al mando de su reino, tomó una posición bélica contra los españoles. En 1568 después de las
negociaciones finalizadas con el Tratado de Acobamba dejó entrar a los misioneros a Vilcabamba. Titu Cusi dictó a un
escribano uno de los relatos más importantes conservados sobre el punto de vista inca de la Conquista del Perú. Un
confuso incidente con un misionero (Diego de Ortiz) terminó con la enfermedad y repentina muerte del rey y el
posterior asesinato en represalia del cura.

Sayri Túpac
Sayri Túpac (c. 1535 - 1561) fue el 2° inca de Vilcabamba, hijo del 1° inca vilcabambino, Manco Inca Yupanqui, y de su
esposa, Cura Ocllo. Después de que los conquistadores españoles almagristas mataron a su padre en 1544, sucedió a
su padre como gobernante del estado independiente inca de Vilcabamba. Gobernó hasta 1560.

El asesinato de Manco Inca por los almagristas


El 1° inca de Vilcabamba, Manco Inca, albergó a varios españoles partidarios del conquistador Diego de Almagro. Estos
juraron lealtad y agradecimiento hacia su protector pero su codicia pudo más. El teniente gobernador del Cusco les
ofreció perdón y riquezas si mataban al inca, y un día mientras los siete españoles, el Inca y su hijo Titu Cusi Yupanqui
jugaban al herrón, en el momento de levantar el Inca el herrón para iniciar el juego, los almagristas se lanzan sobre él
con puñales y a pesar de su resistencia logran asestarle una herida mortal y lo dejan ensangrentado pregonando su
victoria al huir, no obstante son apresados cerca por un capitán y tras ser torturados se les da muerte. A pesar de la
gravedad de sus heridas, el Inca logra sobrevivir unos días en las que da disposiciones finales y escoge a su sucesor. Ya
la madre había sido asesinada por los españoles en 1539 (cuando Sayri Túpac tenía cuatro años de edad). Al morir su
padre Sayri Túpac quedó como Inca de Vilcabamba.

2° Inca de Vilcabamba[editar]
Sayri Túpac, con nueve años de edad, se prepara para tomar el poder contando con su pariente Atoc Supa como
regente por su menoria de edad. Al cumplirse esta, Sayri Tupac recibe la mascapaicha y se convirtió en el 2° inca en
Vilcabamba.

Su gobierno fue una época de paz con los españoles. Pedro de la Gasca se ofreció a proporcionar a Sayri Túpac tierras y
casas en el Cuzco, si salía de los territorios aislados de Vilcabamba. Sayri Túpac aceptó, pero durante los preparativos,
su pariente Paullu Inca murió repentinamente. Esto fue tomado como un mal augurio (o un signo de la traición
española), y Sayri Túpac se mantuvo en Vilcabamba.

Reinicio de las negociaciones[editar]


En 1556 Andrés Hurtado de Mendoza, III Virrey del Perú y III Marqués de Cañete, se hizo cargo del inmenso virreinato.
Al igual que de la Gasca, el nuevo virrey creyó que sería más seguro para los españoles si Sayri Túpac era atraído al
área de colonización española con el fin de que pudieran controlar al reducto indígena.

Sayri Túpac estuvo de acuerdo en salir de Vilcabamba. Viajaba en una litera rica con 300 asistentes. El 5 de enero 1560
fue recibido amistosamente por el virrey Hurtado en la capital virreinal, Lima. Sayri Túpac renunció a su reclamo del
Imperio Inca, se convirtió al catolicismo y aceptó el bautismo, llamándose Diego. A cambio él recibió un perdón
completo, el título de encomendado de Yucay, grandes propiedades y ricos ingresos. Trasladó su residencia a Yucay, en
el noreste de un día de viaje de Cusco. En el Cusco, se casó con su hermana Cusi Huarcay después de recibir una
dispensa especial del Papa Julio III. Tuvo una hija: Beatriz Clara Coya. Sayri Túpac nunca más volvió a Vilcabamba.

Defunción[editar]
Murió repentinamente en 1561. Su medio hermano Titu Cusi Yupanqui tomó el control de Vilcabamba y de la
resistencia Inca hacia los españoles. Titu Cusi sospechaba que Sayri Túpac había sido envenenado por los españoles.

Titu Cusi Yupanqui


o Titu Cussi Yupangui en quechua general (Cuzco, 1526 - Vilcabamba, 1570 ), fue el 3° monarca inca en el Reino de
Vilcabamba, entre 1563 y 1570. Hijo natural de Manco Inca, su medio hermano Sayri Túpac, el 2° inca de Vilcabamba,
decidió aceptar las condiciones ofrecidas por los españoles y renunciar al trono, por lo que Titu Cusi Yupanqui se
convirtió en el nuevo gobernante del reino de Vilcabamba, un pequeño reducto inca que comprendía la propia ciudad
de Vilcabamba así como las localidades de Vitcos y Rangaya
Llegada de Titu al poder[editar]
El 2° Inca de Vilcabamba, Sayri Túpac, había hecho testamento dejando como sucesor a su hermano Túpac Amaru, hijo
legítimo de Manco Inca -padre de ambos y 1° Inca de Vilcabamba- un príncipe de corta edad. Al llegar la noticia de su
muerte, Titu Cusi Yupanqui, otro hijo ilegítimo de Manco Inca, se proclamó señor de aquellos territorios. Al legítimo
heredero Túpac Amaru I, con intención de desprestigiarle lo apodó "uti": bobo, y lo encerró en las casas de las
mamaconas o vírgenes del Sol.

Inicio de su gobierno[editar]
Desde los primeros momentos de su mandato Titu mostró su gran belicosidad. Continuamente armaba a sus hombres
y mandaba atacar pueblos, ciudades y caminos. De esta forma consiguió dominar en poco tiempo muchas tierras en las
que cultivaba maíz, cañigua, quinua y bastante cantidad de coca, que producía en los valles calientes, desde donde era
transportada al Cusco, Abancay, Andahuaylas y el Collao, lugares de buena venta por la mucha demanda. A base de
estos productos el Inca se enriqueció rápidamente.

Reinicio de las negociaciones[editar]


La corona española decidió terminar con la guerra, reinició negociaciones bajo el gobierno de Lope García de Castro,
enviando al mensajero Rodríguez de Figueroa, quien llegó a Pampacona y se entrevistó con el Inca a quien encontró
lujosamente vestido mostrando su gran poder. Titu lo aceptó y designó a dos personas para que se ocupasen de sus
asuntos: por notario, al mestizo Martín de Pando y de apoderado en el Cusco a Juan de Betanzos, casado con una
prima suya, Cuxirimay Ocllo.

Firma del tratado de Acobamba y sus resultados[editar]


Titu firmó con las autoridades del Virreinato del Perú el Tratado de Acobamba en 1566. En dicho tratado se ponía fin a
las hostilidades, se otorgaba el Título de Inga al Inca y sus descendientes y se perdonaban los actos cometidos
mutuamente durante la guerra. El Inca aceptó el catolicismo y recibió el bautismo con el nombre de Diego de Castro
con su famiilia en 1568. Además autorizó la entrada de misioneros en Vilcabamba. Estos hechos que no fueron bien
vistos por los curacas más radicales.

Ello no impidió que el Inca se mantuviese firme en lo que respecta a su soberanía, por lo que llegó a dictar a un
escribano, en 1570, una carta al rey Felipe II de España, en la que exponía los agravios a los que su pueblo había sido
sometido ("Relación de cómo los españoles entraron en Birú y el subceso que tuvo Manco Inca en el tiempo que entre
ellos vivió").1

Defunción[editar]
Su muerte en 1570, posiblemente causada por una pulmonía, aunque no hay evidencia de ello, fue un problema para
los misioneros Agustinos que lograron entrar tras la capitulación, ya que en su afán de ayudar le dieron brebajes que
los andinos pensaron era veneno. El religioso Diego Ortiz fue encontrado culpable siendo torturado y ajusticiado
posteriormente. Los españoles y mestizos que se encontraban en Vilcabamba también fueron “ajusticiados” y
nuevamente comenzaron las hostilidades.
La élite buscó un sucesor y fue así que su hermano Túpac Amaru I empuñó el cetro y se ciñó la mascapaycha a
comienzos de 1571.

Rebelión de Túpac Amaru I


El más joven de los hermanos de Titu Cusi tomó entonces el mando: Túpac Amaru —es decir: Serpiente de Fuego—,
(conocido como Túpac Amaru I para diferenciarlo de José Gabriel Condorcanqui quien también llevó el mismo nombre
aunque en el siglo XVIII, y que también se enfrentó a los españoles). El nuevo Sapa Inca formó un ejército y lo puso a
las órdenes de los generales Huallpa Yupanqui, Cori Páucar Yauyo y Colla Túpac. Denunció el Tratado de Acobamba,
expulsó a los españoles de Vilcabamba, cerró sus fronteras y pregonó que luchaba por la restauración del
Tahuantinsuyo.

El virrey del Perú, Francisco Álvarez de Toledo, quinto gobernante del Perú hispano (1569–1581), que ya había recibido
de España el "cúmplase" que incluida la bula que autorizaba el matrimonio de Quispe Titu, el 20 de julio de 1571, envió
al dominico Gabriel de Oviedo y al licenciado García de los Ríos a Vilcabamba, para que entregaran los documentos a
Túpac Amaru Inca y solucionar el problema de forma pacífica. Esta comisión no fue recibida por Túpac Amaru Inca y
tuvo que volver al Cusco. Encontrándose el virrey en el Cusco, envió a Tilano de Anaya con una carta amenazante al
Sapa Inca. Al cruzar el puente de Chuquichaca, fue muerto por los leales a Túpac Amaru. Conocido el hecho, el virrey
Toledo decidió terminar las conversaciones y el concordato con Vilcabamba, enviando una expedición militar al mando
de Martín García Óñez de Loyola, Martín Hurtado de Arbieto y Juan Álvarez Maldonado, para ocupar Vilcabamba "a
sangre y fuego". Ofreció a la ñusta Beatriz, heredera de las riquezas de su padre Sayri Túpac, como trofeo en
matrimonio para quien capturase al Inca.

Con ayuda de los informes de múltiples espías, la expedición española logró burlar las defensas de Vilcabamba,
destruir Vitcos y capturar, tras una larga persecución, al joven rey. Así y tras un juicio sumario en la antigua capital del
imperio, Túpac Amaru fue decapitado en mayo de 1572.
Con su muerte terminó oficialmente la Conquista del Perú.
Túpac Amaru (Cusco, 1545 - ibídem, 24 de septiembre de 1572) fue el cuarto y último inca rebelde de Vilcabamba. Hijo
de Manco Inca fue hecho sacerdote y guardián del cuerpo de su padre.

En quechua, túpaq amaru significa ‘víbora brava’

Adquisición[editar]
Túpac Amaru asumió como inca de Vilcabamba después de que su medio hermano el uari inca Titu Cusi Yupanqui
muriera en 1570. Los incas creían que su medio hermano se había visto forzado a admitir a los sacerdotes misioneros
en Vilcabamba y que los españoles lo habían envenenado. En estos tiempos los españoles todavía no estaban
advertidos de la muerte del anterior uari inca y habían enviado rutinariamente dos embajadores para continuar con las
negociaciones en curso. El último de ellos fue el conquistador Atilano de Anaya quien, tras cruzar el puente de
Chuquisaca, fue capturado y ejecutado junto con su escolta por el general inca Curi Paucar.1 Al ser confirmada esta
noticia por el cura de Amaybamba, el nuevo virrey del Perú, Francisco Álvarez de Toledo, decidió someter por la fuerza
al reino de Vilcabamba.

Apelando a la justificación de que los incas habían roto «la inviolable ley de todas las naciones del mundo: el respeto a
los embajadores», el virrey declaró formalmente la guerra el 14 de abril de 1572.

La guerra final con España[editar]


La expedición de conquista fue encargada al encomendero y regidor Martín Hurtado de Arbieto, como maestre de
campo fue designado Juan Álvarez Maldonado y como alférez real y secretario Pedro Sarmiento de Gamboa. Las
poderosas tropas a su mando estaban conformadas por varias piezas de artillería, 250 soldados españoles y 2500
nativos aliados, entre los cuales figuraban 1000 cañaris, enemigos mortales de la panaca de los incas rebeldes.2

Para la defensa de Vilcabamba, el inca Túpac Amaru contaba con aproximadamente 2000 soldados de los cuales 600 o
700 eran guerreros anti (llamados chunchos por los incas del Cuzco), de quienes el fallecido Titu Cusi solía decir a los
emisarios españoles, fingida o realmente, aun practicaban el canibalismo. Entre sus generales figuraban Hualpa
Yupanqui, Parinango, Curi Paucar y Coya Topa.3

Para atacar el baluarte inca, Hurtado de Arbieto dividió a su ejército en dos grupos, el primero de ellos bajo su mando
directo atacaría por Chuquichaca mientras que la segunda columna, al mando de Arias de Sotelo, lo haría por
Curahuasi. Se libraron gran cantidad de escaramuzas, pero la única gran batalla de la campaña tuvo lugar en
Choquelluca, a orillas del río Vilcabamba. Los incas atacaron primero con mucho espíritu a pesar de estar solo
ligeramente armados, pero los españoles y sus aliados indígenas lograron resistirlos; según Martín García Óñez de
Loyola, los españoles llegaron a estar en un momento crítico a punto de ser arrollados por los guerreros incas, pero
súbitamente estos abandonaron el combate tras ser arcabuceados y muertos sus generales Maras Inga y Parinango.4
Un momento cumbre del combate se alcanzó con la pelea personal y a mano limpia entre el capitán inca Huallpa y el
español García de Loyola, cuando el comandante español se hallaba en una situación desesperada por haber recibido
varios golpes directos y encontrarse en riesgo de ser desabarrancado, uno de sus leales disparó traidoramente sobre la
espalda del inca, matándolo y provocando un clima de indignación que reavivó el combate. Los cronistas españoles lo
narraron así:

Peleóse con gran porfía de una parte y otra, y Martín García de Loyola se vio en un evidentísimo peligro de la muerte
porque estando peleando salió un indio enemigo de tan gran disposición de cuerpo y fuerza, que parecía medio
gigante y se abrazó con él por encima de los hombros que no le dejaba rebullirse, pero socorrió le un indio amigo, de
los nuestros, llamado Currillo, que llegó con un alfanje y le tiró una cuchillada a los pies, que se los derribó, y
segundando otra por los hombros lo abrió de suerte que cayó allí muerto, y así, mediante este indio, se libró de la
muerte el capitán Martín García de Loyola, que cierto fue hazaña digna de poner en historia el ánimo y presteza con
que Currillo quitó la vida al medio gigante de dos cuchilladas, y salvó a su capitán.
Crónica de Martín de Murúa5
Tras esta batalla los españoles capturaron la ciudad y el palacio de Vitcos, al acercarse la expedición a la ciudadela de
Tumichaca fueron recibidos por su comandante Puma Inga, quien rindió sus fuerzas y manifestó que la muerte del
comisionado español Anaya había sido responsabilidad de Curi Paucar, y otros capitanes rebeldes a sus incas deseosos
de la paz. El 23 de junio cayó ante la artillería española el último foco de resistencia inca, el fuerte de Huayna Pucará,
que los nativos habían construido recientemente y se encontraba defendido por 500 chunchos flecheros. Los restos del
ejército inca, ahora en retirada, optaron por abandonar Vilcabamba su última ciudad y dirigirse a la selva para
reagruparse. El 24 de junio los españoles tomaron posesión de la misma cumpliendo Sarmiento con las solemnidades
del caso, quien tras enarbolar el estandarte real en la plaza del poblado proclamó:

"Yo, el capitán Pedro Sarmiento de Gamboa, alférez general de este campo, por mandato del ilustre señor Martín
Hurtado de Arbieto, general de él, tomo posesión de este pueblo de Vilcabamba y sus comarcas, provincias y
jurisdicciones".
Acto seguido campeó tres veces el estandarte y a grandes voces dijo:

«Vilcabamba, por don Felipe, Rey de Castilla y León»


.Clavó el estandarte en la tierra y realizó las salvas de ordenanza.
Acompañado de los suyos Túpac Amaru se había marchado el día anterior con dirección al oeste, dentro de los
bosques de las tierras bajas. El grupo, que incluía a sus generales y a los miembros de su familia, se había dividido en
pequeñas partidas en un intento de evadir la persecución.
Grupos de soldados españoles y sus indios auxiliares fueron enviados para cazarlos trenzándose en sangrientas
escaramuzas con la escolta del inca. Uno capturó a la esposa e hijo de Wayna Cusi. El segundo regresó. El tercero
regresó también; lo hizo con dos hermanos de Túpac Amaru, otros parientes y sus generales. El uari inca y su
comandante permanecieron sueltos.

Captura de Túpac Amaru en 1572. Ilustración de Felipe Guamán Poma.


Captura de Túpac Amaru[editar]
A continuación un grupo de cuarenta soldados elegidos personalmente salieron en persecución de éstos. Siguieron el
río Masahuay durante 170 millas, donde encontraron un almacén inca con cantidades de oro y vajilla de los incas. Los
españoles capturaron un grupo de chunchos y los obligaron a decirles lo que habían visto, y si habían visto al uari inca.
Estos informaron que se había ido río abajo, en bote. Los españoles construyeron después 20 balsas y continuaron la
persecución.

Río abajo descubrieron que Túpac Amaru había escapado por tierra. Continuaron con la ayuda de los aparis, los cuales
avisaron qué ruta habían seguido los incas e informaron que Túpac se veía ralentizado debido a que su mujer estaba a
punto de dar a luz. Después de una marcha de 50 millas vieron una fogata alrededor de las nueve de la noche.[cita
requerida] Encontraron al uari inca Túpac Amaru y a su mujer calentándose entre sí. Les aseguraron que no se les
produciría ningún daño y asegurarían su rendición. Túpac Amaru fue apresado.

Los cautivos fueron traídos de regreso a las ruinas de Urcos y juntos se encontraron en Cuzco el 30 de noviembre. Los
vencedores también trajeron los restos momificados de Manco Cápac y Titu Cusi Yupanqui y una estatua de oro de
Punchao, la más preciada reliquia del linaje inca que contenía los restos mortales de los corazones de los incas
fallecidos. Estos objetos sagrados fueron luego destruidos.[cita requerida]

Ejecución[editar]
Los españoles hicieron varios intentos para convertir a Túpac Amaru al cristianismo pero se cree que estos esfuerzos
fueron rechazados por un hombre que estaba convencido de su fe. Los cinco generales incas capturados recibieron un
juicio sumario en el que nada fue dicho en su defensa y fueron sentenciados a la horca. Varios de los que murieron de
las severas torturas que recibieron fueron también colgados.

El juicio del uari inca comenzó un par de días más tarde. Túpac Amaru fue condenado por el asesinato de los
sacerdotes en Urcos, de los cuales fue probablemente inocente.6 Fue sentenciado a la decapitación. Numerosos
clérigos, convencidos de la inocencia de Túpac Amaru, suplicaron de rodillas al virrey que el líder inca fuera enviado a
España para ser juzgado en vez de ser ejecutado.

Un testigo ocular del día de la ejecución, el 24 de septiembre de 1572, lo recordaba montado en una mula con las
manos atadas a su espalda y una soga alrededor del cuello. Otros testigos dijeron que había grandes masas de
personas y que el uari inca estaba rodeado por cientos de guardias con lanzas. Frente a la catedral, en la plaza central
de Cuzco, un patíbulo había sido erigido. Se dice que había entre 10 000 y 15 000 personas presentes.

Túpac Amaru subió al patíbulo acompañado por el obispo de Cuzco. Mientras lo hacía, se dice en las fuentes que
una multitud de indios [sic], que llenaron completamente la plaza, vieron el lamentable espectáculo de que su señor e
inca iba a morir, ensordecieron los cielos, haciéndolos reverberar con sus llantos y lamentos
(Murúa, 271)
Como es relatado por Baltasar de Ocampa y fray Gabriel de Oviedo, prior de los dominicos en Cuzco, ambos testigos
oculares, el inca levantó su mano para silenciar a las multitudes, y sus últimas palabras fueron:7

Túpac Amaru I
El virrey Toledo comunicó al rey Felipe II la ejecución de Túpac Amaru, en una carta del 24 de septiembre de 1572,
manifestándole

lo que vuestra magestad manda acerca del Inga, se ha hecho8


A decir de algunos historiadores,9 cuando el virrey Toledo dejó su cargo para regresar a España fue recibido por el rey
Felipe II con las siguientes palabras

Podéis iros a vuestra casa, porque yo os envié a servir reyes, no a matarlos


aludiendo a la ejecución de Túpac Amaru.

Descendientes[editar]
Cerca de cuarenta años después de que la conquista del Imperio inca hubiese comenzado con la ejecución de
Atahualpa, esta concluyó con la ejecución de su sobrino. Con el fin de prevenir el resurgimiento del imperio y borrar
todo rastro de su descendencia, la fuente de futuras generaciones reales fue prontamente eliminada por el virrey.
Varias docenas de personas, incluyendo al hijo de tres años de Túpac Amaru, fueron desterradas a los actuales México,
Chile, Panamá y a otros lugares distantes. Sin embargo, a algunos se les permitió finalmente retornar sus lugares de
origen. Dos siglos después, uno de sus descendientes, José Gabriel Condorcanqui Túpac Amaru II, lideró un
levantamiento indígena en 1780 contra la continua presencia española en América, siendo nombrado inca-rey.

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