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Básico de Pastoral Vocacional P.V.

en el Magisterio

La Pastoral Vocacional en
el Magisterio
Los documentos,
Su historia
Y su interpretación

Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos


Institutos Vocacionales

LOS DOCUMENTOS SOBRE LA PASTORAL VOCACIONAL


El Magisterio de la Iglesia ha venido ofreciendo, a partir de 1941, una serie
de valiosas orientaciones sobre la Pastoral Vocacional, su finalidad y su
organización. Los documentos más importantes son los siguientes:
1941 | Pío XII, Motu proprio Cum Nobis, funda la Obra Pontificia de
Vocaciones eclesiásticas, una institución dedicada al fomento de las
vocaciones sacerdotales.
1943 | Sagrada Congregación de seminarios y estudios universitarios.
Estatutos de la Obra Pontificia de vocaciones. Prevé los medios para la crea-
ción de la obra diocesana de vocaciones.
1964 en adelante | Mensajes para la Jornada Mundial de Oración por las
vocaciones. Los temas diversos que se tocan son de mucho interés:
 1964: Radiomensaje: qué es la Jornada Mundial.
 1965: Importancia de la p. v. en la misión eclesial.
 1966: Responsabilidad de todos de promover las vocaciones.
 1967: La vocación de todos y las vocaciones consagradas.
 1968: Necesidad de vocaciones y libertad para elegir.
 1969: La iniciación de los jóvenes en el camino vocacional.
 1970: Afrontando la crisis de vocaciones consagradas.
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 1971: Llamado a los jóvenes: consagrar la vida a algo grande.


 1972: La vocación laical y las vocaciones sacerdotales.
 1973: Sentido profundo de la llamada de Dios.
 1974: Llamar directa y claramente a los jóvenes.
 1975: Exigencias del llamado a la consagración.
 1976: Nexo profundo entre vocación y evangelización.
 1977: La vocación implica fe, amor y sacrificio.
 1978: La oración, corazón de la vida vocacional.
 1979: Orar, llamar y responder.
 1980: Evangelizar es anunciar la verdad de las vocaciones.
 1981: La responsabilidad de todos en la pastoral vocacional.
 1982: La vocación es una llamada a la vida.
 1983: La vocación es un don de Dios.
 1984: Los distintos responsables de la pastoral vocacional.
 1985: Pastoral juvenil y pastoral vocacional.
 1986: La comunidad parroquial y las vocaciones.
 1987: Los padres de familia y su tarea vocacional.
 1988: María, modelo de oración vocacional.
 1989: La escuela católica y la pastoral vocacional.
 1990: Solidez espiritual de las vocaciones consagradas.
 1991: Catequesis y pastoral vocacional.
 1992: La vida consagrada.
 1993: Vocación y evangelización.
 1994: Familia y vocación.
 1995: Pastoral juvenil y pastoral vocacional.
 1996: Las vocaciones nacen de a comunidad cristiana.
 1997: Catequesis bíblica vocacional: historia de vocaciones.
 1998: Las vocaciones, obra del Espíritu Santo.
 1999: Dos Padre que llama a la vida filial.
 2000: La Eucaristía, fuente de toda vocación.
 2001: La vida como vocación.
 2002: La vocación, camino de santidad.
 2003: La vocación al humilde servicio.
 2004: La espiritualidad y la oración en la cultura actual.
 2005: Remar mar adentro para seguir a Jesús.
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 2006: La vocación en el misterio de la Iglesia.


 2007: La vocación al servicio de la Iglesia comunión.
 2008: Las vocaciones al servicio de la Iglesia misión.
 1965 | Concilio Vaticano II. Establece la doctrina vocacional básica en
clave eclesiológica. En todos los documentos concilia-res se encuentran
datos vocacionales, pero nos interesan en es-pecial:
 Optatam Totius Nº 2. Establece los principios generales para la Pastoral
Vocacional.
 Lumen Gentium Nº 19-29; 30-33; 39-44. Identidad teológica de las
distintas vocaciones.
 Presbyterorum Ordinis.
 Perfectae Caritatis.
 Apostolicam Actuositatem.
1966 | I Congreso latinoamericano de vocaciones. Es un documen-to
amplio para la aplicación de O.T. 2 en el continente Latinoamérica-no. Se
prevén las dificultades y posibilidades vocacionales.
1966 a 1973 | Cinco congresos europeos de vocaciones. Tocan temas
delicados en momentos muy difíciles, los de la crisis vocacional posterior al
Concilio, en concreto:
 1966: Carácter dinámico de la vocación común y específica.
 1967: La imagen sacerdotal en el mundo actual.
 1969: La cultura juvenil y los valores vocacionales.
 1971: La difusión de una teología vocacional actualizada.
 1973: La vocación surge en el camino comunitario de la fe.
1968 | II Conferencia del episcopado latinoamericano (Medellín). Nueva
insistencia en la importancia de la pastoral vocacional en la pastoral de con-
junto.
1973 | I Congreso internacional de pastoral vocacional. Subraya la
necesidad del acompañamiento vocacional y de utilizar los modernos
medios de comunicación social en la pastoral vocacional 1.
1978 | Sagrada congregación para la Educación Católica: Normas para la
elaboración del plan diocesano de Pastoral Vocacional. Ofrece un esquema

1 Cfr. El reporte sobre este congreso en la revista SEMINARIOS


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completo para organizar la pastoral vocacional en las iglesias particulares.


Fue un documento que sirvió para preparar el II Congreso Internacional de
Pastoral Vocacional.
1979 | II Conferencia del episcopado latinoamericano (Puebla). Insiste
sobre todo en la pastoral vocacional como una acción a la vez encarnada en
la pastoral de conjunto y diferenciada por su contenido específico.
1981 | II Congreso internacional de Pastoral Vocacional, La pasto-ral
vocacional en la Iglesia Particular. Es el documento más completo y más
importante sobre la pastoral vocacional. Su elaboración supuso una amplia
participación y presenta los temas fundamentales 2. Su título es toda una
indicación de la orientación del documento. Está retoman-do toda la
doctrina conciliar sobre la Iglesia Local y la presenta como madre de todas
las vocaciones.
1986 | III Congreso latinoamericano de vocaciones. Su título mues-tra una
orientación diferente: La animación de la pastoral vocacional. Insiste en la
importancia de un acompañamiento vocacional cuidadoso y en la animación
vocacional de todas las acciones pastorales.
1988 | Juan Pablo II. Exhortación postsinodal Chistifideles laici. Define con
claridad la vocación laical en el conjunto vocacional de la Iglesia.
1991 | Congregación para la educación católica, Desarrollos de la Pastoral
Vocacional en la Iglesia Particular. Es una valoración de la recepción del
documento del II Congreso Internacional, a sus diez años. Sobre todo
constata algunas deficiencias de la pastoral vocacional.
1992 | Juan Pablo II. Exhortación postsinodal Pastores dabo vobis.
Además de profundizar en el sentido del ministerio ordenado, en todas sus
etapas, dedica un capítulo completo (nn. 34 a 41) a la vocación sacerdotal
en la pastoral de la Iglesia.
1995 | I Congreso continental americano de Pastoral Vocacional. Subraya
sobre todo la íntima relación de la pastoral vocacional con la pastoral
educativa, familiar y juvenil.
1996 | Juan Pablo II, Exhortación postsinodal Vita consecrata. Sobre la
vocación a la vida religiosa y la promoción de las vocaciones religiosas.
2 Para un estudio más detallado de este II Congreso Internacional, se puede consultar el número monográfico que le dedicó la revista SEMINARIOS
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1997 | I Congreso continental europeo de Pastoral Vocacional. Insiste en


la importancia de una propuesta vocacional integral en la cultura actual, en
la que no se oculte el sentido de entrega definitiva que la vocación exige.
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SELECCIÓN DE TEXTOS DEL MAGISTERIO


I. El término “Vocación”
El Concilio Vaticano II.
Elaboró toda una teología de las vocaciones (LG). Estableció principios
para la Pastoral Vocacional (OT 2). El término "vocación" se aplica al
ministerio ordenado y a la vida religiosa (PO y PC). Se aplica también, pero
con otro sentido, al matrimonio y a la viudez (GS 48).
En el documento de Medellín, 1968.
Dct. 13, Nº 23. La pastoral vocacional es la acción de la comunidad eclesial
bajo la Jerarquía para llevar a los hombres a hacer su opción en la Iglesia.
Por lo mismo, toda la comunidad cristiana, unificada y guiada por el obispo,
es responsable solidariamente del desarrollo vocacional, tanto en su aspecto
fundamental cristiano, la vocación en general, como en sus aspectos
específicos: vocaciones sacerdotal, religiosa y laical.
Congreso internacional de 1973.
Puesta como base la vocación cristiana fundamental, el Congreso ha
querido referirse a: las vocaciones a los ministerios con ordenación
sacramental, presbiterado y diaconado; las varias formas de la vida religiosa
contemplativa y activa, clerical y laical; la profesión de los consejos
evangélicos reconocida por la Iglesia en los institutos seculares. El Congreso
se refiere a los "ministerios" no sacramentales, instituidos en base al P.
Ministeria Quaedam del 15 de agosto de 1972 o a instituirse por las
Conferencias Episcopales. El Congreso ha tenido presente también las
vocaciones misioneras, que el Concilio llama "vocaciones especiales" y
pueden referirse a sacerdotes, religiosos y laicos... La expresión "vocación de
especial consagración" puede indicar: a) la vocación a la vida religiosa; b) la
vocación a la profesión de los consejos evangélicos en los institutos seculares;
c) la vocación sacerdotal (Nota, n.2).
Documento de puebla 1979.
884Toda pastoral vocacional debe estar encarnada en el actual momento
histórico de América Latina y debe ser diferenciada, es decir, reflejar y
promover la diversidad de vocaciones en la unidad de la misión y del servicio
evangelizador. 854 Todos los cristianos según el designio divino, debemos
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realizarnos como hombres –vocación humana- y como cristianos, viviendo


nuestro bautismo en lo que tiene de llamada a la santidad, a ser miembros
activos de la comunidad y a dar testimonio del Reino -vocación cristiana-, y
debemos descubrir la vocación concreta (laical, de la vida consagrada o
ministerial jerárquica) que nos permita hacer nuestra aportación especifica a
la construcción del Reino -vocación cristiana específica-. De este modo
cumpliremos, plena y orgánicamente, nuestra misión evangelizadora.
Congreso internacional de 1981.
Cuando se habla de "vocaciones a los ministerios ordenados y a otras
formas de vida consagrada", o bien de "vocaciones consagradas" o
simplemente de "vocaciones", si el contexto lo permite, quiere dar a entender
las vocaciones: a los ministerios ordenados: presbiterado y diaconado;
también subdiaconado y órdenes inferiores según las leyes vigentes en las
diversas iglesias orientales; a la vida religiosa en todas sus formas:
contemplativa y apostólica, monástica de tradición oriental y occidental,
clerical, masculina y femenina; a los institutos seculares en la diversa variedad
de funciones y miembros: laicos hombres y mujeres; presbíteros y diáconos;
a la vida misionera en el sentido concreto de misión "ad gentes". (Nota
redaccional, apartado "A").
Documento de Santo Domingo 1992.
55 La Iglesia particular es comunión orgánica caracterizada por la
simultánea presencia de la diversidad y complementariedad de las
vocaciones y condiciones de vida, de los ministerios, de los carismas y de las
responsabilidades. 94 El Pueblo de Dios está constituido en su mayoría por
fieles cristianos laicos, llamados también por Cristo, como Iglesia, agentes y
destinatarios de la Buena Noticia de la Salvación, a ejercer en el mundo, viña
de Dios, una tarea evangelizadora indispensable. 99 ...Impulsar la preparación
de laicos que sobresalgan en el campo de la educación, de la política, de los
medios de comunicación social, de la cultura y del trabajo. 98... Evitar que
reduzcan su acción al ámbito intraeclesial, impulsándolos a penetrar los
ambientes socioculturales y a ser protagonistas de la transformación de la
sociedad a la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia. 92
...Reconocer la vida consagrada como un don para nuestras Iglesias
particulares. Fomentar la vocación a la santidad en los religiosos valorando
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su vida por su misma existencia y testimonio. 85 La vida religiosa ha de ser


siempre evangelizadora, para que los necesitados de la luz de la fe acojan
con gozo la Palabra de salvación. 80 Procurar el fomento de las vocaciones
que provengan de todas las culturas presentes en nuestras Iglesias
particulares. El Papa nos ha invitado a prestar atención a las vocaciones de
indígenas.
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II. Los organismos


Congreso internacional de 1973.
Un plan de acción pastoral vocacional supone un esfuerzo general de
evangelización y de formación espiritual. En el plan de acción apostólica es
menester iniciar a los fieles, comprendidos los jóvenes, a descubrir las
necesidades del mundo actual, sobre todo las espirituales, otras tantas
llamadas provenientes de la misión propia de la Iglesia. Tal descubrimiento
conduce a un auténtico compromiso. Solo una Iglesia misionera merece
vocaciones (n.7).
Entre las comunidades cristianas la familia tiene una responsabilidad
fundamental en la promoción de las vocaciones. La acción pastoral debe
apoyarse en la familia y al mismo tiempo debe ayudar a ésta a tomar
conciencia de su papel fundamental en el despertar y en la maduración de
las vocaciones consagradas. La Pastoral Vocacional debe tender a hacer de la
familia el ambiente privilegiado en el que la escucha de la Palabra de Dios
lleve poco a poco a respuestas evangélicas... (n.8)
La vida cristiana necesita una comunidad de fe para su desarrollo. De igual
modo es menester que quien es llamado por el Señor encuentre la
comunidad que le conviene: parroquia, escuela, movimientos apostólicos
laicos, equipos de vida espiritual. Para que una comunidad de fe sea auténtica
y digna de crédito debe ser alegre, orante, atenta a la Palabra de Dios y
abierta a los pobres (n.9).
La pastoral juvenil pretende despertar la conciencia de los jóvenes para que
descubran su responsabilidad en la misión de toda la comunidad cristiana.
Para ello la comunidad debe encontrarse con los jóvenes donde ellos están y
ayudarles a ver cómo la realización del plan de Dios sobre ellos favorecerá el
desarrollo de su personalidad humana y cristiana, y al mismo tiempo les hará
aptos para responder a las necesidades de la Iglesia y del mundo actuales.
(n.10)

Documento de Puebla 1979.


885Hay que dar a la pastoral vocacional el puesto prioritario que tie-ne en
la pastoral de conjunto y más en concreto en la pastoral juvenil y familiar.
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Congreso internacional de 1981.


Este último congreso insiste especialmente en la importancia de la estructura
diocesana, de la Iglesia Particular:
Para favorecer una pastoral vocacional unitaria que desarrolle un constante
y eficaz servicio de animación, se requiere la presencia, en toda la Iglesia
particular, del Centro Diocesano de Vocaciones. No se propone la
multiplicación de estructuras burocráticas, sino que desea la inserción de la
pastoral de las vocaciones, a través del oportuno Centro, en la pastoral
general y en las instituciones locales, como contribución a la común unión.
(n.57)
La Iglesia particular, mediadora de todas las vocaciones, encuentra en el
Centro Nacional de Vocaciones el lugar ordinario de comunión de la pastoral
de vocaciones. Dicho Centro es un instrumento idóneo de estudio, de
programación, de coordinación y de servicio para la anima-ción de la pastoral
unitaria a favor de las vocaciones consagradas.

III congreso latinoamericano, 1986.


7 Comprobamos con gozo un constante aumento de las vocaciones al
sacerdocio en la mayoría de nuestras naciones. En orden al segui-miento de
estas vocaciones y al especial cuidado que ellas merecen, nos permitimos
recomendar con insistencia la creación y fortalecimiento de aquellos
organismos que aseguran la coherencia, continuidad y eficacia de todas las
iniciativas de animación en la pastoral vocacional.

Documento de Santo Domingo 1992.


80Estructurar una pastoral vocacional inserta en la pastoral orgánica de la
diócesis, en estrecha vinculación con la pastoral familiar y la juvenil. Es urgente
preparar agentes y encontrar recursos para este campo de la pastoral y apoyar
el compromiso de los laicos en la promoción de vocaciones consagradas.
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III. Los responsables


El Concilio Vaticano II.
Señala como responsables a los obispos, los presbíteros, las comunidades
religiosas y en la familia como núcleo de la primera promoción vocacional.

Congreso internacional de 1973.


Los obispos están convencidos de que se trata de una responsabilidad
esencial de su misión que exige valor, imaginación y perseverancia en su
realización. Ellos son los primeros responsables de la Pastoral Vocacional. En
esta solicitud de los pastores deben participar activamente, según el espíritu
de Christus Dominus 35, los superiores mayores religiosos y los responsables
de los institutos seculares.
Pero los obispos, los superiores y los responsables no pueden sostener este
empeño si no es en estrecha comunión con toda la comunidad cristiana y
sobre todo con los padres, los educadores y las mismas personas consagradas.

Pablo VI, jornada mundial de oración por las vocaciones.


Os lo dirigimos (el mensaje) a vosotros, nuestros hermanos en el
Episcopado, de quienes compartimos la preocupación por la abundancia de
mies y la escasez de obreros. Lo dirigimos a vosotros, sacerdotes, a fin de que
reavivando en vosotros el legítimo orgullo de servir a Cristo, con las
tribulaciones y las alegrías del apóstol, suscitéis la estima y el deseo del
sacerdocio. Vuestra fidelidad, vuestra esperanza así como la unión entre
vosotros testimonia que se trata de una gracia incomparable.
Lo dirigimos a vosotros, religiosos y religiosas, para que la libertad y la
gratitud de vuestra consagración exclusiva a Cristo, con la entrega abierta a
todo lo que ella permite, ofrezcan ampliamente saborear el Reino de Dios,
haciendo el evangelio actual, creíble, atractivo.
Lo dirigimos a vosotros, educadores, y sobre todo a vosotros, padres y
madres de familia, a fin de que la firmeza de vuestra fe, la profundidad de
vuestra generosidad, vuestro amor a la Iglesia, os permitan preparar almas
fuertes, capaces de escuchar la llamada del Señor. Lo dirigimos especialmente
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a vosotros, jóvenes y adolescentes, a quienes atrae el mensaje de Cristo y a


quienes mueven las necesidades espirituales de vuestros hermanos. El hombre
no sólo vive de pan. Examinaos en presencia de Cristo. Lo dirigimos también
a vosotros, niños, Cristo os ama con predilección. Vosotros estáis ya en
condiciones de dar una preferencia a Dios que os permita adiestrar toda
vuestra vida en el seguimiento a Jesús.

II Congreso internacional de 1981.


Enuncia en sendos números los siguientes responsables: El pastor de la
diócesis primer responsable de las vocaciones (29), las conferencias
episcopales (30), las conferencias de superiores y superioras mayores (31), los
presbíteros (32), los diáconos (33), los religiosos y religiosas (34), los institutos
seculares (35), los misioneros (36), los laicos (38), la familia (39), la parroquia
(40), los institutos de formación eclesiástica (41).

Documento de Santo Domingo 1992.


99Los pastores procuraremos, como objetivo pastoral inmediato, impulsar
la preparación de laicos que sobresalgan en el campo de la educación, de la
política, de los medios de comunicación social, de la cultura y del trabajo.
Estimularemos una pastoral específica para cada uno de los campos de tal
manera que quienes estén presentes en ellos sientan todo el respaldo de sus
pastores. Están incluidos también los militares, a quienes corresponde siempre
estar al servicio de la libertad, la democracia y la paz de los pueblos (cf. GS
79).
Teniendo presente que la santidad es un llamado a todos los cristianos, los
pastores procurarán los medios adecuados que favorezcan en los laicos una
auténtica experiencia de Dios. Incentivarán también publicaciones específicas
de espiritualidad laical.
92Queremos alentar las iniciativas de los superiores mayores en favor de
una formación inicial y permanente y de un acompañamiento espiritual de
los religiosos y religiosas para que estos puedan responder a los retos de la
nueva evangelización.
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IV Los medios

En el Concilio Vaticano II. Se señala especia-mente la oración y la


renovación cristiana de los ambientes, de modo concreto el familiar.

Congreso internacional de 1973.


13 La vocación madura en la intimidad con Aquel que llama. La fidelidad a
la llamada divina supone una cierta experiencia de oración. Ya se ha destacado
la importancia del ambiente familiar y el de la comunidad de fe en la que
crecen los jóvenes; son lugares privilegiados para descubrir la oración, no
como simple teoría, sino como experiencia vivida. A lo largo de todo el
recorrido de la vocación debe ser cultivada la vida de oración, especialmente
mediante la experiencia del sentido de Dios en las circunstancias concretas de
la vida cotidiana.
14El testimonio personal es un elemento insustituible en educación. Es
particularmente necesario en la promoción vocacional. No es en los libros,
sino a través del trato con personas concretas como se aprende qué cosa es la
vida del sacerdote y de las personas consagradas. Es necesario que descubran
en ellos el Cristo servidor de los hombres, completa-mente dedicado al Padre
y a su misión salvadora.
15Es importante, en el momento oportuno, invitar directamente a los
interesados a pensar en la posibilidad del ministerio sacerdotal o de la vida
consagrada. Nuestra época, caracterizada por la atención a la "persona", nos
invita a un gran respeto a cada uno; respeto que no quiere decir indiferencia.
El Señor, para hacer oír más claramente su voz, espera de nosotros iniciativas
prudentes, sí, paro valientemente evangélicas.
19La sociedad actual está profundamente caracterizada por el uso de los
nuevos medios de comunicación. Vivimos en la era de la imagen y de la
comunicación instantánea. Los jóvenes, sobre todo, están profunda-mente
afectados por sus efectos. A través de lo que ven descubren el sacerdocio y la
vida con-sagrada. La Iglesia debe esforzarse en hablar a los jóvenes en su
lenguaje, cosa difícil y poco frecuente todavía. Los responsables de la
promoción vocacional, competentes y abiertos a los objetivos de la pastoral
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diocesana, deben ser capaces de relacionarse con la gente de hoy y de modo


especial con los jóvenes. Se trata de aprender un nuevo lenguaje. La Iglesia
debe ser sensible a su uso, y los responsables de los centros de formación y los
promotores vocacionales deben considerarlo como una obligación.

Documento de Puebla 1979.


862En el complejo problema vocacional es necesario, en todo momento y
a todos los niveles, el recurso ininterrumpido a la oración personal y
comunitaria. Es Dios quien llama; es Dios quien da eficacia a la evangelización.
El mismo Cristo nos dijo: "Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su
mies".
Hay que fomentar las campañas de oración a fin de que el pueblo tome
882

conciencia de las necesidades existentes. La vocación es la respuesta de Dios


providente a la comunidad orante.

Congreso internacional de 1981.


Este documento insiste en la dimensión vocacional de la oración, los
sacramentos y sacramentales, de toda la liturgia. También muestra la
importancia de la catequesis vocacional en dos sentidos: "Toda catequesis
adquiere una dimensión vocacional" (n.25); "La catequesis específica, a su vez,
pone de relieve el carácter propio de la vocación presbiteral, diaconal,
religiosa, misionera y consagrada en la vida secular"

Documento de Santo Domingo 1992.


80Fundamentar la pastoral vocacional en la oración, en la frecuencia de los
sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia, la catequesis de la confirmación,
la devoción mariana, el acompañamiento con la dirección espiritual y un
compromiso misionero concreto; éstos son los principales medios que
ayudarán a los jóvenes en su discernimiento.
Básico de Pastoral Vocacional P.V. en el Magisterio

V. Los modos o estilos

Conferencia episcopal francesa, 1971.


La pastoral vocacional lleva consigo la responsabilidad de acompañar a
los niños, a los jóvenes y a las jóvenes, a los hombres y mujeres que se
plantean el problema de una vocación con vistas a servir a la Iglesia. Esta
asistencia o acompaña-miento es necesario para una maduración y un
discernimiento.

Congreso internacional de 1973.


La vocación se desarrolla y progresa en el tiempo; supone que se la siga
de cerca; necesita de la ayuda de guías espirituales y del sostén de una
comunidad. Tradicionalmente la Iglesia ha provisto a estas necesidades
mediante los seminarios y las casas de formación, de los que el Concilio ha
recordado su permanente validez, y que, como dijo el santo padre a los
congresistas, deben ser "verdaderos lugares privilegia-dos de piedad, estudio,
disciplina".

Documento de Puebla 1979.


883Es necesario acompañar a todos los que sienten la llamada del Señor
en el proceso de discernimiento y ayudarles a cultivar las disposiciones
básicas para la maduración vocacional.

Congreso internacional de 1981.


La vocación a la vida consagrada no es problema puramente individual.
Concierne a toda la Iglesia. La vocación nace en la Iglesia y se desarrolla en
la Iglesia, y es sostenida por la Iglesia en toda su evolución. (n.49).
El acompañamiento individual se siempre necesario, incluso cuando existe
el acompañamiento en grupo... El campo en el que puede y debe
desenvolverse el acompañamiento es amplio. Todo pastor de almas u otra
persona responsable, siente la necesidad de prestar atención a los jóvenes y
adultos que encuentre en su actividad pastoral, individualmente o en grupos,
Básico de Pastoral Vocacional P.V. en el Magisterio

y que despierten interés por sus singulares cualidades. Es obligado, en estos


casos, indagar prudentemente los signos de vocación, cultivarlos y ponerlos a
prueba (n.50)
Las comunidades de orientación vocacional se proponen ayudar a los
jóvenes y a las jóvenes en la maduración de su elección vocacional y se
comprometen a que la orientación vocacional sea un itinerario educativo,
mediante una fuerte experiencia de fe y apostolado. A tal fin, las comunidades
ofrecen personas, ambientes y medios adecuados. Los jóvenes y las jóvenes
que viven en estos ambientes, aprenden cómo se hace comunidad, cómo se
ora, cómo se sirve a la Iglesia. De este modo se les ayuda a seguir a Cristo
según su personal y específica vocación. (n.51)
En todo caso, es urgente cuidar la preparación específica de los directores
espirituales y demás responsables del acompañamiento. Se utilizarán las
posibilidades ofrecidas por las iglesias lo-cales que organizan centros y cursos
especializados a tal fin. (n.56)

III Congreso latinoamericano, 1986.


14 Por acompañamiento vocacional entendemos el itinerario personal y
comunitario mediante el cual la Iglesia crea condiciones para que los
cristianos puedan optar con mayor madurez y libertad posible, por la
manera específica de seguimiento de Jesús, según sea la voluntad de Dios
sobre sus vidas.

Documento de Santo Domingo, 1992.


75Nosotros, obispos, nos proponemos organizar mejor una pasto-ral de
acompañamiento de nuestros presbíteros y diáconos, para apoyar a quienes
se encuentran en ambientes especialmente difíciles.
80 Fundamentar la Pastoral Vocacional en la oración, en la frecuencia de
los sacramentos... el acompañamiento con la dirección espiritual...
Proponemos una acción pastoral que responda a las necesidades de
115

maduración afectiva y a la necesidad de acompañar a los adolescentes y


jóvenes en todo el proceso de formación humana y crecimiento de la fe.
Básico de Pastoral Vocacional P.V. en el Magisterio

La evolución histórica de los documentos


La lectura de estos documentos y su evolución nos hacen descubrir una
serie de constantes que clarifican el sentido de la Pastoral Vocacional y su
orientación para el futuro. Vamos a enunciarlas brevemente, suponiendo
siempre la lectura de los documentos:
El dato fundamental tiene que ver con la definición de la pastoral
vocacional. La Pastoral Vocacional es la acción de la Iglesia que fomenta la
diversidad de vocaciones. Ha de atender armónicamente la concientización
vocacional de toda la comunidad y a la vez el cuidado de los procesos para
las vocaciones de especial consagración.
Hablar de vocaciones de especial consagración no implica una
consideración negativa de las demás vocaciones no consagradas, ni un des-
cuido pastoral de las mismas. Pero se entiende que las vocaciones “especia-
les” requieren también un cuidado y una atención especial. Esta distinción
está claramente señalada en el documento de Puebla. Se distingue entre la
Pastoral Vocacional encarnada en las diversas acciones pastorales y la
Pastoral Vocacional diferenciada, que promueve los procesos vocacionales
específicos. En la mayoría de los documentos se insiste en esta doble atención
pastoral.
Esta idea se puede enunciar como una norma general de la siguiente
manera: la vocación de algunos (líderes, dirigentes, personas consagradas,
sacerdotes) está en relación dinámica y profunda con la vocación de todos
(pueblo de Dios, laicos, todos los jóvenes); pero entre ambas realidades
existe una mutua dependencia y un mutuo enriquecimiento. El hecho de que
se despierte la conciencia vocacional de todos, exige con mayor urgencia el
surgimiento de vocaciones de especial consagración. Pero la existencia de
estas vocaciones consagra-das pide como contraparte necesaria una creciente
sensibilidad y valoración de la vocación por parte de todos. Así, el ámbito
donde puede desarrollarse adecuadamente el don de una vocación
consagrada es el de una comunidad con cultura vocacional, y la existencia
de vocaciones con sentido de total consagración al Señor enriquecen la
cultura vocacional de la comunidad cristiana.

Organismos responsables de la pastoral vocacional


Básico de Pastoral Vocacional P.V. en el Magisterio

La Pastoral Vocacional necesita de organismos y de estructuras para poder


realizar su misión. Los organismos naturales para esta acción pastoral son los
que ya existen en la Iglesia particular, así, será el centro diocesano de pastoral
vocacional para la diócesis y el centro nacional o regional para la pastoral
vocacional en ámbitos más amplios. Las competencias de estos centros se
han ido definiendo cada vez con mayor claridad en los documentos. La
pastoral vocacional debe ser planificada adecuadamente desde el centro
correspondiente. En la actualidad es inadmisible una acción vocacional
desconectada de los centros de comunión.
Los organismos no suplen la responsabilidad fundamental de cada una de
las comunidades cristianas. Cada parroquia, cada comunidad religiosa, cada
colegio católico, cada grupo juvenil, cada movimiento apostólico, están
llamados a ser verdaderos centros de pastoral vocacional y lugares para el
nacimiento de las vocaciones. Los organismos vocacionales están para
animar esta responsabilidad, pero no para sustituirla.
La acción pastoral a favor de las vocaciones no es una acción más dentro
del plan diocesano de pastoral, sino una acción prioritaria, medular. Debe
impregnar todas las actividades evangelizadoras y al mismo tiempo es
expresión de una verdadera evangelización. En ella se halla comprometido
el futuro de la misma comunidad diocesana, por ello es un asunto vital para
ella. Juan Pablo II no se detiene al afirmar que es el problema fundamental
de la Iglesia.
Los documentos presentan listas muy semejantes cuando se refieren a los
responsables de la pastoral vocacional. La idea central es que todos en la
Iglesia somos responsables de una acción que compromete el futuro de la
Iglesia. Nadie puede eximirse de esta responsabilidad ni delegarla en los
demás. Cada creyente, desde la vivencia de su propia vocación bautismal y
eclesial, se comprende como comprometido a favor de las vocaciones. Cada
uno deberá descubrir y asumir su responsabilidad como algo propio, no
como algo añadido, respondiendo desde su vocación específica.
El obispo como primer responsable e impulsor del fomento y cui-dado de
las vocaciones. En segundo lugar los presbíteros y el presbiterio, que
comparten con el obispo la misión de cuidar no sólo las vocaciones para el
seminario diocesano, sino todas las vocaciones en la diócesis. Entre los
Básico de Pastoral Vocacional P.V. en el Magisterio

presbíteros merecen una especial mención los párrocos, por la trascendencia


vocacional de la parroquia y los sacerdotes jóvenes, por su cercanía con las
nuevas vocaciones. También se hace referencia a los seminaristas, primeros
apóstoles de la vocación entre otros jóvenes.
Tienen especial responsabilidad los religiosos y religiosas, que con su
testimonio de vida atraen a todos a cumplir los deberes de su propia
vocación. Los formandos y formandas tienen también un papel destacado.
Entre los laicos, se subraya el papel educativo y vocacional de la familia;
los padres cristianos son los primeros que han de orar por la vocación de sus
hijos y anhelar este don de Dios para su familia. Los educadores, sobre todo
lo que tratan con niños y jóvenes. Los responsables de la catequesis y de la
pastoral juvenil, que tienen en sus manos las semillas que el Señor ha
sembrado. Incluso los mismos jóvenes, que desde su conciencia cristiana se
animan unos a otros a seguir con generosidad los pasos de Cristo.
Aparece así una diversidad de responsabilidades y una diversidad de
funciones a la hora de poner en práctica la pastoral vocacional:
 Los ministros ordenados lo harán desde su propia responsabilidad
pastoral, como una función que les pertenece esencialmente (Cfr. P.O. 11).
 Los religiosos y religiosas asumirán la pastoral vocacional más des-de su
testimonio de vida y desde la gratuidad de su presencia, subrayando la
oración por las vocaciones.
 Los laicos lo harán desde la secularidad que caracteriza su vocación,
llevando la catequesis vocacional a los ámbitos donde sólo ellos pueden
llegar con eficacia: el matrimonio, la familia, los ambientes laborales y
sociales, el mundo de la educación, del ocio, etc.

Medios y estilos en la pastoral vocacional


Conviene poner atención al modo concreto como se realiza la Pas-toral
Vocacional, que supone procesos de acompañamiento y discernimiento de
ese don que llamamos vocación. El simple reclutamiento de vocaciones, que
consiste en la admisión de candidatos sin que se verifique positivamente que
tienen las debidas condiciones para una primera opción, resulta a la larga
contraproducente. Esto nos hace concluir que lo importante no es tener
Básico de Pastoral Vocacional P.V. en el Magisterio

llenas las casas de formación, sino que sean habitadas por personas capaces
de hacer un verdadero proceso formativo y que luego prestarán un
verdadero servicio al Pueblo de Dios.
Todo esfuerzo por seleccionar las vocaciones y por purificar las
motivaciones vocacionales antes del ingreso, será productivo a largo plazo.
Por eso se destaca de modo especial la tarea del promotor local, que
acompaña y discierne la vocación desde su comienzo.
La Iglesia quiere así estar presente, cerca de los candidatos, desde el
momento de la toma de conciencia de la vocación hasta la opción por el
ingreso en una casa de formación. Este es un postulado exigente, porque
hace ver la necesidad de la presencia cercana y significativa de un número
suficiente de orientadores, en los ámbitos juveniles.
Por último, están los medios. En los documentos se apunta hacia una
diversidad de medios que confluyen en la única acción a favor de las
vocaciones. Por un lado están los clásicos medios espirituales: oración por
las vocaciones, testimonio de los que han sido llamados, sacrificio... Pero
también esos otros más modernos: dinámica de grupos, técnicas de
expresión, metodología para el acompañamiento grupal y personal, etc. En
un tercer plano, lo relacionado con las comunicaciones: publicidad, prensa,
medios de comunicación social, carteles y pósteres. Se nos abre así un mundo
de elementos que conviene saber poner en marcha armónicamente.
La Pastoral vocacional, en su entrada al tercer milenio, se encuentra en un
momento privilegiado, con una gran claridad doctrinal, muchos elementos
de carácter práctico y moral, de modo que lo restante es poner manos a la
obra, lanzando las redes, como san Pedro, obedeciendo la voz del Señor,
que nos encomienda ser pescadores de hombres en su nombre y para su
Reino.
Básico de Pastoral Vocacional Vocación en la Biblia

La vocación en la Biblia
Los diferentes textos bíblicos
vocacionales y su interpretación
teológica
Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos
Institutos Vocacionales

En el texto bíblico la vocación se narra. Este dato sólo ya nos ofrece una
enseñanza: la vocación es un acontecimiento que sucede en la vida del
hombre y en el caminar histórico del pueblo de Dios.
Un acontecimiento de salvación, un hecho de gracia, una intervención
amorosa de Dios, que toca con su fuerza creadora lo más profundo del
corazón. Sin embargo, no se trata de un acontecimiento puntual, sino de un
proceso, que se va dando con matices diversos a lo largo de toda la vida.
Un permanente acontecer.
Los relatos bíblicos, que aparentemente se sitúan en sólo un momento,
contienen una experiencia de vida vocacional condensada en sus rasgos
fundamentales. Por eso son de gran utilidad para quien quiera hacer un
discernimiento sobre la llamada de Dios.1
Para introducirnos en el tema, y antes de estudiar los diferentes tipos de
textos vocacionales, se explicarán a continuación siete rasgos típicos de la
experiencia vocacional, fundamentando las afirmaciones con algunos
ejemplos de la Biblia. Cada uno de ellos se puede utilizar como un criterio
de discernimiento vocacional.
La vocación está relacionada con el proyecto de un pueblo No es un fin
en sí misma, ni tiene sentido meramente individual; está al servicio del
pueblo de Dios que se entiende como todo él llamado y enviado. Está
estrechamente vinculada a lo que Dios quiere hacer del pueblo de Israel y de

1El texto bíblico no se limita a narrar la vocación en su origen. Con frecuencia describe el proceso vocacional de los personajes, prácticamente a lo largo
de toda su vida. Un caso típico es el del profeta Jeremías, el texto inicial de Jr 1, 4-11 es como una condensación o resumen de una serie de poemas que
el mismo libro ha conservado y se conocen como las confesiones de Jeremías (Jr, 11-18-12,6; 15, 10-21; 17, 14-18; 18, 18-23; 20, 7-18). Lo mismo ocurre
con la vocación de Moisés, la de Isaías, la de los discípulos de Jesús, la de Pablo.
Básico de Pastoral Vocacional Vocación en la Biblia

todos los pueblos de la tierra. Este nexo profundo se puede comprobar en


todos los textos, un ejemplo es el de Abrahán: El Señor dijo a Abrahán: Sal
de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, y vete a la tierra
que yo te indicaré. Yo haré de ti un gran pueblo (Gn 12, 1-2). Del mismo
modo Jesús llama a sus discípulos (Mc 1, 16-20) inmediatamente después de
haber anunciado la inminente llegada del reino de Dios (Mc 1,15); los llama
para ponerse al servicio de ese proyecto.
Una experiencia vocacional será auténtica cuando abra a la persona al
servicio del pueblo y lo ponga en relación profunda con el proyecto de Dios
sobre la humanidad, despertando una solicitud en torno a sus necesidades.
El encuentro con Dios precede al llamado. Las narraciones vocacionales
comienzan frecuentemente con una teofanía, es decir, una manifestación de
Dios. El encuentro personal con Dios y su miste-rio suele ser el primer
momento de toda vocación. Este encuentro con Dios precede al llamado y
lo envuelve a lo largo de toda su trayectoria. Por eso con frecuencia se
presenta en oración a los que han sido llamados. La vocación de Isaías tiene
lugar después de una impresionante visión de Dios (Is 6,5). Los primeros
discípulos parten de un encuentro personal con Jesús que queda grabado en
su memoria (Jn 1, 38-39). Los momentos más centrales del proceso
vocacional de Jesús vienen marcados por la oración.
La vocación no ocurre de pronto. Antes se da un encuentro pro-fundo
con la santidad, la bondad, la misericordia, el amor de Dios. Encontrarse con
él implica ir descubriendo su proyecto, su corazón. Y comprender que desde
siempre ha pensado para nosotros un lugar en ese proyecto. Toda vocación
brota del amor de Dios.
Dios nos llama por nuestro nombre. Queda bien claro que se trata de una
llamada personal. El hombre se sabe profundamente conocido, y sobre todo,
amado por Dios. Esto se subraya con la mención del nombre: ¡Moisés,
Moisés! (Ex ); ¡Samuel, Samuel! (1Sm 3, 5). Cuando se relata la llamada a los
doce apóstoles, se menciona el nombre de cada uno de ellos (Mc 3, 13-19).
También con la sensación de haber sido llamados por Dios desde siempre:
Lo expresa Jeremías: Antes de formarte en el vientre te conocí, antes que
salieras del seno te consagré, te constituí profeta de las naciones (Jr 1,5); y
también Pablo: Dios me eligió desde el seno de mi madre y me llamó por
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pura benevolencia (Gál 1,15).


La vocación se da en medio del consuelo que viene de Dios. Pue-des dar
un paso vocacional con firmeza cuando te sabes amado y, en un sentido pro-
fundo, recreado interiormente por el amor de Dios, porque ha pronunciado
tu nombre.
La vocación toca lo más profundo y cambia tus planes. No se trata de algo
superficial. Resuena en lo que en la Biblia se llama el corazón. Por eso se
llega a describir como una seducción, como un no poder ser de otra manera.
Provoca un cambio radical en la persona, en su estilo de vida, en su
valoración de las cosas, en sus decisiones. El sentido profundo de la llamada
de Dios se expresa por el cambio de nombre, que significa una
transformación profunda. Abrán se llamará Abrahán, es decir, padre del
pueblo; Simón se llamará Cefas, es decir, roca. Este cambio también se
describe como una acción del Espíritu. El profeta Isaías se reconoce como un
hombre de labios impuros, pero es transformado por una intervención de
Dios. El ángel le anunció a María: El Espíritu del Señor vendrá sobre ti, y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra (Lc 1,35). Esta transformación
aparece como un largo proceso que se puede contemplar en los discípulos
de Jesús. Su primera tarea consistirá en estar con él (Mc 3, 14); su vida se
verá trans-formada poco a poco hasta que lleguen a ser apóstoles. La
vocación nos convierte, en cierta medida, en extraños para quienes estaban
más cerca de nosotros, porque los criterios nuevos que proceden de esta
experiencia no siempre son comprendidos.
Toda vocación supone ya cierto cambio, una novedad, sobre todo en las
maneras de juzgar la realidad. Pero sobre todo se expresa en la disposición
a dejarse transformar por el espíritu en un proceso formativo que te brinda
la comunidad. No te consideras algo logrado, ya conseguido, sino en camino
de ser.
La vocación es para la misión. Dios llama siempre para una misión y es lo
que determina el cambio que se da en la persona. Este es el dato que aparece
con más claridad en las narraciones vocacionales. El para qué de la vocación
nunca es la persona del llamado, nadie es llamado para sí mismo, sino el
pueblo de Dios. El centro de los relatos es la encomienda de una misión y el
cambio de nombre señala precisa-mente hacia esa misión. La raíz más honda
Básico de Pastoral Vocacional Vocación en la Biblia

de la misión está en el corazón de Dios: es una conmoción en su corazón. El


por qué de la vocación, su razón fundamentadota, sólo se puede encontrar
en Dios. Esto se expresa reiterativamente, por ejemplo, en la llamada a
Moisés: He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he escuchado el clamor
que le arrancan sus opresores, he bajado para librarlo (Ex 3). En otras
ocasiones se expresa un dolor de Dios porque su pueblo se ha apartado de
él: me da un vuelco el corazón. En el evangelio de Mateo, el envío de los
discípulos nace de esta conmoción que experimenta Jesús: Al ver a la gente
se le conmovieron las entrañas porque ellos estaban como ovejas sin pastor
(Mt 9,36). La vocación es siempre para una misión relacionada con la causa
del pueblo: pare crear un pueblo (Abrahán), para liberarlo (Moisés,
Gedeón), para hacer que vuelva a su proyecto (Samuel, profetas), para dar
a ese pueblo un salvador (María), para anunciar y hacer presente el reino de
Dios (discípulos de Jesús). Esta misión no se realiza principalmente con las
tareas o con el trabajo, sino con la vida misma de quien ha sido llamado.
Así, lo más importante en la vocación de Abrahán es que llegará a ser padre
del pueblo; Moisés será, con toda su vida, guía del pueblo en su caminar por
el desierto; María será madre del Salvador; Matías será testigo de la
resurrección.
Una verdadera llamada de Dios descubrirá en el horizonte de la persona
la perspectiva apasionante de la misión. Un para qué de la vida que no se
reduce a la realización de unas tareas, sino que implica todo lo que soy y lo
que tengo, que me pone en función y al servicio de un fin. Sobre todo
consiste en poner la vida para ser un signo del amor definitivo, irrenunciable
de Dios. Cuando doy este paso, lo hago como Dios, con una verdadera
conmoción del corazón.
La llamada provoca resistencia. Los personajes bíblicos desean ponerse al
servicio del plan de Dios, pero a la vez les surgen grandes resistencias. Casi
siempre proceden de la percepción de su indignidad o de su poca capacidad
para la misión. Estas resistencias se expresan como objeciones en el diálogo
con Dios. Moisés dice: ¿quién soy yo para ir al faraón y sacar a los israelitas
de Egipto? (Ex 3,11)… no me creerán ni me escucharán (Ex 4,1)… pero Señor,
yo no soy un hombre de palabra fácil (Ex 4,10). Jeremías responde así a la
invitación del Señor: Ah, Señor, mira que no sé hablar, pues soy como un
niño (Jer 1,7). María presenta también su objeción: ¿Cómo podrá ser esto,
Básico de Pastoral Vocacional Vocación en la Biblia

puesto que yo no conozco varón? (Lc).


Cuando resuena en ti la llamada de Dios, tu corazón se transforma en un
campo de batalla. Tienes el deseo de responder, pero a la vez descubres los
grandes retos que presenta la misión. Esta tensión interior es bien expresada
por Jeremías: Tú me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir. Me has violenta-
do y me has podido (Jer).
Dios permanece con aquél que ha enviado. Los relatos de vocación
concluyen siempre con una respuesta a estas objeciones. Dios responde de
modo desbordante, con la promesa de su presencia constante cerca de aquél
que ha llamado y enviado a una misión. Así, a Moisés Dios le promete su
asistencia para que no vacile ante el faraón, le concede la potestad para hacer
prodigios en su presencia y, por si esto fuera poco, le dice: yo estaré en tu
boca y te enseñaré lo que has de decir (Ex 4,12). Cuando Jesús envía a sus
apóstoles para que hagan discípulos de entre todos los pueblos, les asegura:
Y sepan que yo estoy con ustedes hasta el final de este mundo (Mt 28,20).
Pablo, cultivando una certeza profunda de que Dios actuaba en medio de su
debilidad, llega a decir: Ya no vivo yo, sino es Cristo quien vive en mí (Gal
2,20). Se trata de una presencia eficaz que sostiene y fortalece a quien ha
sido llamado en medio de las dificultades.
La vocación se vive en la confianza y la gratitud a Dios, porque es él quien
capacita al hombre para el estilo de vida y para la misión que le ha
encomendado.
Se pueden distinguir al menos cuatro tipos de textos vocacionales en la
Sagrada Escritura. El primero conforma un esquema clásico: la narración
vocacional del Antiguo Testamento. Se trata de un género literario bien
definido. Este esquema es seguido también por algunos relatos del Nuevo
Testamento. Tiene una variante: el relato de anunciación, que presenta el
llamado de Dios desde antes del nacimiento. En segundo lugar están los
cantos del Siervo, en el profeta Isaías. Son verdaderas narraciones
vocacionales, pero atípicas, en el sentido de que juegan con la paradoja de
un siervo-ungido-enviado que a la vez es sufriente-despreciado-desestimado.
Se parecen un poco a las confesiones de Jeremías. El tercer tipo son los relatos
del seguimiento de Jesús o del discipulado, acompañados de las
interpretaciones de la vida y vocación de Jesús. Por último, están las
Básico de Pastoral Vocacional Vocación en la Biblia

narraciones vocacionales de la Iglesia naciente. En ellas se discierne


comunitaria-mente, a la luz del Espíritu, quién debe ser enviado. El conjunto
de estas narraciones nos ofrece una reflexión amplia sobre el llamado de
Dios, y cuatro perspectivas complementarias entre sí.
En todos estos relatos se puede constatar que existe una relación dinámica
entre la vocación de algunos y la vocación de todo el pueblo de Dios. De
aquí deriva un principio teológico importante: lo que se dice de algunos, de
alguna manera, se puede decir de todos; lo que se dice de todos, de alguna
manera, está simbolizado en algunos. Las narraciones vocacionales ocupan
un puesto importante en los libros bíblicos, vienen como encabezan-do los
grandes momentos de la Historia de Salvación. Para el pueblo de Dios el
acontecimiento vocacional no es algo irrelevante, sino un referente esencial
de su propia identidad.

El llamado al pueblo de Dios


Antes de estudiar las narraciones de la vocación personal, conviene poner
atención al llamado que Dios hace al pueblo en su conjunto. Continuamente
se describe al pueblo de Dios como llamado y enviado para realizar una
misión.
Se proponen a continuación dos ejemplos de este tipo de textos:

Pautas de análisis
En estas narraciones se describe el llamado que Dios ha hecho a su pueblo.
¿Cuáles son los términos que expresan este llamado? ¿Qué nos enseñan estos
textos sobre la vocación cristiana?

El Señor propone la alianza 3 Moisés subió al encuentro de Dios y el


(Ex 19,1-11) Señor lo llamó desde la montaña y le dijo:
19 1 A los tres meses justos de ha-ber «Así hablarás a la descendencia de Jacob;
salido de Egipto, los israelitas lle-garon al así dirás a los hijos de Israel: 4 Ya han visto
desierto de Sinaí. 2 Habían salido de lo que he hecho con los egipcios, y cómo
Refidín , llegaron al desier-to de Sinaí, y a ustedes los he llevado sobre alas de
allí acamparon, frente a la montaña. águila y los he traído a mí. 5 Ahora bien, si
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me obedecen fielmente y guardan mi por mano de hombre», recuerden 12 que en


alianza, ustedes serán el pueblo de mi otro tiempo estuvieron sin Cristo, sin
propiedad entre todos los pueblos, derecho a la ciudadanía de Israel, ajenos a
porque toda la tierra es mía; 6 serán para la alianza y su promesa, sin esperanza y sin
mí un reino de sacerdotes, una nación Dios en el mundo.
santa. Esto es lo que dirás a los hijos de 13Ahora, en cambio, en Cristo Jesús y
Israel». gracias a su muerte, los que antes estaban
7Cuando Moisés regresó de la montaña lejos, han sido acerca-dos. 14 Porque Cristo
llamó a los ancianos del pueblo y les es nuestra paz. Él ha hecho de los dos
comunicó todo lo que el Señor le había pueblos uno solo, destruyendo el muro de
ordenado. 8 Y todo el pueblo a una ene-mistad que los separaba. 15 Él ha
respondió: «Nosotros haremos todo lo anulado en su propia carne la ley con sus
que le Señor ha dicho». preceptos y sus normas. Él ha creado en sí
Moisés transmitió al Señor las palabras mismo de los dos pueblos una nueva
del pueblo. 9 Y el Señor le dijo: «yo vendré humanidad, restableciendo la paz. 16 Él ha
a ti en una densa nube, para que el pueblo reconciliado a los dos pueblos con Dios
pueda es-cuchar cómo hablo contigo, y uniéndolos en un solo cuerpo por medio
tenga siempre confianza en ti». de la cruz y destruyendo la enemistad.

Y Moisés refirió al Señor las pala-bras


17Su venida ha traído la buena noticia
del pueblo. 10 Después el Señor dijo a de la paz también para los de cerca; 18
Moisés: «Regresa a tu pueblo y purifícalos porque gracias a él unos y otros, unidos
hoy y mañana; que laven sus vestidos 11 y en un solo Espíritu, tenemos acceso al
estén preparados para el tercer día porque Padre. 19 Por tanto, ya no son extranjeros
al tercer día bajará el Señor sobre la o huéspedes, sino conciudadanos de los
montaña del Sinaí a la vista de todo el que forman el pueblo de Dios; son familia
pueblo». de Dios, 20 edificados sobre el cimiento de
los apóstoles y profetas, siendo el mismo
Cristo Jesús la piedra fundamental, 21 en
Cristo, constructor de paz y de unidad (Ef quien todo el Edificio, bien trabado, va
2,11-22) creciendo hasta formar un templo
consagrado al Señor, 22 y en quien también
2 11 Así pues, ustedes, los paganos de
ustedes van formando conjuntamente
nacimiento, los que son llamados
parte de la construcción, hasta llegar a ser,
incircuncisos por los que pertenecen a la
por medio del Espíritu, morada de Dios.
circuncisión «esa marca hecha en la carne

Los textos en los que se describe el llamado que Dios hace a su pueblo a
lo largo de la Historia bíblica ponen de relieve diversas situaciones que ese
pueblo vive. Situaciones históricas que se convierten en retos y caminos para
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que llegue a ser un pueblo libre y consciente, el pueblo llamado por Dios. El
Antiguo Testamento subraya el destino histórico del pueblo hacia la libertad,
en las diversas circunstancias que atraviesa: esclavitud, conquista, monarquía,
destierro, restauración, la voz de Dios le muestra un destino cada vez más
trascendente. Jesús responde por medio de sus palabras, de sus acciones y de
sus milagros a las situaciones sociales que vivía el pueblo de Israel sometido
al do-minio romano. Su intervención es como un rayo de luz que ilumina la
oscuridad en que vive ese pueblo, pero sobre todo lo ilumina con su muerte
y resurrección. La Iglesia, continuando la misión de Jesús, tiene la conciencia
de que está llamada a iluminar al mundo que la rodea.
En el texto bíblico llama la atención la frecuencia con que se mani-fiesta
esta conciencia del llamado a todo un pueblo. Se subrayan tres situaciones
que se repiten en la historia y señalan las dimensiones características de la
misión del pueblo de Dios 2:
Esclavitud-pecado. El hombre y el pueblo se encuentran constantemente
viviendo una situación de opresión y de esclavitud. Tiene que servir a Egipto,
a Babilonia, a otros dioses y señores. La mayor esclavitud la constituye su
propio pecado, por el que pierde la libertad interior y que es abundante-
mente descrito en la Biblia. Esta situación provoca angustia y clamor. El
clamar a Yahvé es expresión a la vez del sufrimiento y de la impotencia del
hombre que busca a Dios como refugio.
La acción de Dios tiende a hacer al hombre a imagen de su semejanza,
alguien dueño de sí mismo, soberano en la determinación de su existencia,
reflejo de la gloria de Dios. Quiere un pueblo de reyes y de sacerdotes, no
un pueblo de esclavos. Quiere hijos que lleguen a constituir una familia, que
le sirvan en y desde el amor.
Jesús toma en sus manos la causa del hombre. Él es el auténtica-mente
libre, el rey-señor. Su realeza, su señorío, consiste en que pone todo su poder
al servicio, para que los demás lleguen a ser libres. Lo hace como siervo de
Dios (Diakonos) a favor de los hombres interpretando su propio camino en
base a los cánticos del siervo de Yahvé en el profeta Isaías. En el hijo-siervo,
los hombres adquieren condición de hijos, imágenes de la imagen, hombres

2 Las dimensiones de la evangelización vienen muy bien presentadas en Rubio, L., Nuevas vocaciones para un mundo nuevo. Laicos, religiosos y
presbíteros para una nueva evangelización, Ed. Sígueme, Salamanca, 2002, pp. 29-35.
Básico de Pastoral Vocacional Vocación en la Biblia

liberados que se hacen servido-res, no dominadores, de los demás. Entre


ellos brilla el sentido del amor fraterno y del servicio mutuo.
El pueblo de Dios es ese grupo de hombres que en Cristo experimenta la
libertad, se reconoce como pueblo de hijos y de reyes y se sabe elegido-
enviado para ser testigo-proclamador de esa libertad integral y radical. Es el
pueblo que se pone al servicio de los hombres en un anhelo de liberarlos,
enfrentándose a todos los señores de la historia que pretenden destruir o
minimizar la imagen de Dios que el hombre está llamado a ser. La Iglesia
recibe la vocación-misión de ser espacio de libertad y agente de liberación.
Esta es la función de la diakonía, que se puede señalar como una dimensión
de la evangelización o misión del pueblo de Dios.
Distancia-lejanía de Dios. El pueblo que experimenta las dificultades en su
camino, llega a considerar a Dios como alguien que no escucha, lejano,
distante, en ocasiones hostil. Son frecuentes los dichos en los que se expresa
esta percepción de un abandono de Dios o incluso se llega a postular la
injusticia de Dios. Todo esto provoca una reacción de miedo y temor. Las
falsas imágenes de Dios surgen en la mente del pueblo y sustituyen al Dios
de la vida que ha dado sentido a su caminar.
La acción de Dios tiende a mostrar lo contrario: que él está cercano: Yo
seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Su profunda solidaridad se presenta bajo
hermosas imágenes como la columna de fuego y de nube en el éxodo, el
arca de la alianza, el padre amoroso, la madre tierna, el marido fiel en los
profetas. Dios revela y manifiesta su cerca-nía llegando a expresiones cumbre
como ésta: Con amor eterno te amé. Esta cercanía se hace patente en Cristo,
el testigo por excelencia, especialmente en la experiencia de la Cruz. Él es
solidario y cercano a todo hombre que sufre, puede comprendernos porque
también pasó por el sufrimiento.
En Cristo el creyente se experimenta como amigo de Dios, hijo en el Hijo,
llamado a la dignidad de ser colaborador en el plan de Dios. Sobre todo,
por la vivencia del perdón, tan claramente expresada, por ejemplo, en la
parábola del hijo pródigo, el miedo da paso al amor, el temor a la confianza.
La comunidad cristiana vive esta cercanía de Dios en Cristo.
Consecuentemente la reconoce, la agradece, la narra, la proclama, la
divulga... La Iglesia es así el ámbito de la enseñanza en torno a la verdad de
Básico de Pastoral Vocacional Vocación en la Biblia

Dios, a su cercanía y a su amor. En el texto griego a este testimonio se le


llama Martiria. Con esta expresión podemos designar toda la actividad de la
Iglesia que explicita por medio de la palabra el misterio del que participa, y
promueve la difusión del evangelio. Este testimonio es parte irrenunciable
de su misión como pueblo de Dios.
Soledad-división. La división y la soledad afectan a la entraña del existir
del hombre en el mundo. Es la suya una situación de lucha, de dispersión,
incluso de enemistad. El hombre, aún el más cercano, ha dejado de ser la
ayuda adecuada transformándose en enemigo: hombre/mujer; Caín/Abel;
pobres/ricos; esclavos/libres; judíos/gentiles... La reacción del hombre es el
resentimiento y el odio y su instinto se aviva con afán de venganza.
El proyecto de Dios consiste en que el hombre no esté solo; es hacer de la
multitud, un pueblo; de los dispersos, una fraternidad; que toda realidad
tenga a Cristo por cabeza y llegue a la comunión, a imagen de la unidad y
comunión trinitaria de Dios. Donde las relaciones no son de opresión o
explotación, sino de igualdad, afecto positivo y servicio.
Este proyecto tiene su realización y fundamento en Cristo, que establece,
especialmente con los excluidos y los pecadores, relaciones de familia. En su
amor repartido y su sangre derramada se reúnen los dispersos, se dan la
mano el cielo y la tierra.
El pueblo de Dios es ese espacio humano de quienes se saben reunidos y
reconciliados en Cristo, unos con él y unos entre sí. Reunidos por un solo
Dios, convocados en una sola fe, regenerados en un solo bautismo. Desde
esta experiencia brota la conciencia de ser en la Historia testigo y agente de
la comunión de los hombres con Dios y de los hombres entre sí. La
enemistad, por medio de la reconciliación, da paso a la fraternidad. A la
responsabilidad de ser unidad y de hacer la comunión se llama en los textos
Koinonia.
Integración de estas tres dimensiones. Una auténtica realización de la
comunidad cristiana implica necesariamente que se desarrollen, de una
manera armónica y orgánica, las tres dimensiones de la misión. No hay
auténtica martiría si ese anuncio no lleva a la comunión y a la solidaridad
con los pobres; no hay auténtica koinonía si no es anuncio explícito y a la
vez liberación. No hay, en fin, diakonía, si ese servicio rompe la comunión
Básico de Pastoral Vocacional Vocación en la Biblia

o acalla el testimonio expreso de la fe.


Ya podemos sacar una conclusión importante de cara a la pastoral
vocacional: todo proceso vocacional ha de despertar la conciencia de la
pertenencia al pueblo de Dios y del destino que Dios quiere para su pueblo
en este momento histórico. La vocación personal no existe de manera
individual, sino como perteneciente al pueblo de Dios de un modo dinámico
y orgánico. Toda vocación deberá cultivar unas coordenadas horizontales
que la arraiguen fuertemente en la pertenencia a la comunidad por lazos de
identidad, de afecto y de compromiso en medio de ella. La vocación existe
en la Iglesia y es para la Iglesia.
Básico de Pastoral Vocacional Vocación en la Biblia

La vocación personal en el antiguo testamento


La narración vocacional. En el Antiguo Testamento se configuró un género
literario propiamente dicho, que podemos llamar narración vocacional. El
primer dato sobresaliente es que la vocación se narre. Ya nos revela que la
vocación es un acontecimiento histórico, algo que ocurre en la vida del
hombre como intervención amorosa de Dios. Esta pequeña narración se
halla entrelazada profundamente con otra narración más grande: la de la
historia del pueblo. De manera que ambas son inseparables, como la doble
trama de una tela.
Nuevamente se presentan dos textos, a título de ejemplo:

Pautas de análisis
Estas narraciones describen el llamado de Dios a personas concretas en el
Antiguo Testamento. ¿Cuáles son las características de estos llamados? ¿Qué
nos enseñan sobre la vocación cristiana?

Dios llama al más pequeño arrasarla. 6 Así, Israel quedó en gran


(Jc 6,16.11-24) miseria por causa de Madián. Entonces los
israelitas invocaron al Señor...
6 1 Los israelitas ofendieron al Señor con
su conducta, y el Señor los entregó en
11 Un día el ángel del Señor vino a
poder de Madián durante siete años. 2 sentarse bajo el terebinto de Ofrá, que
Madián sometió dura-mente a Israel. Para pertenecía a Joás de Abiezer. Su hijo
librarse de Madián, los israelitas tuvieron Gedeón estaba desgranando trigo en el
que refu-giarse en las cuevas, cavernas y lugar donde se pisan las uvas para que no
refu-gios que hay en las montañas. 3Cuan- se enteraran los madianitas. 12 El ángel del
do los israelitas sembraban, los ma- Señor se le apareció y le dijo: «El Señor
dianitas, junto con los amalecitas y los de está contigo, valiente guerrero». 13 Gedeón
oriente, los atacaban. 4 Acampaban en su le respondió: «Por favor, mi señor, si el
tierra, arrasaban los campos sembrados de Señor está con nosotros, ¿por qué nos
la región hasta cerca de Gaza y no dejaban pasa todo esto? ¿Qué ha sido de todos
a Israel medio alguno de subsistencia, ni esos prodigios que nos cuentan nuestros
ovejas, ni bueyes, ni burros. 5 Pues ve-nían padres, cuando nos dicen que el Señor nos
con sus rebaños y tiendas como una nube sacó de Egipto? Ahora nos ha abandonado
de langostas, hombres y camellos y nos ha entregado en poder de Madián».
innumerables, e invadían la región para
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14El Señor lo miró y le dijo: «Ve-te, que Un hombre de labios impuros


con tu fuerza salvarás a Israel del poder de (Is 6,1-13)
Madián. Yo te envío». 15 Gedeón 6 1 El año de la muerte del rey Ozías vi
respondió: «Por favor, Señor, ¿cómo al Señor sentado en un trono alto y
salvaré yo a Israel? Mi familia es la más excelso. El borde de su manto llenaba el
insignificante de Manasés y yo soy el templo. 2 De pie, junto a él, había unos
último de la familia de mi padre». 16 seres de fuego con seis alas cada uno, con
Respondió el Señor: «Yo estaré contigo, y dos se cubrían el rostro, con dos cubrían
tu derrotarás a los madianitas como si se su desnudez y con dos aleteaban. 3 Y se
tratara de un solo hombre». gritaban el uno al otro: «Santo, san-to,
17 Gedeón insistió: «Si he alcanza-do tu santo es el Señor todopoderoso, toda la
favor, dame una señal de que eres tú quien tierra está llena de su gloria». 4 Los marcos
me habla. 18 Por favor, no te vayas de aquí de las puertas temblaban a su voz, y el
hasta que yo regrese. Yo traeré mi ofrenda templo estaba lleno de humo. 5 Yo dije:
y la depositaré ante ti». El le dijo: «Me «¡Ay de mí, estoy perdido! Soy un hombre
quedaré aquí hasta que regreses». 19 de labios impuros, que habito en un
Gedeón se fue, preparó un cabrito, y con pueblo de labios impuros, y he visto con
una medida de harina hizo panes sin mis propios ojos al Rey y Señor
levadura; puso la carne en su cesta y el todopoderoso». 6 Uno de los seres de
caldo en una olla, los llevó bajo el fuego voló hacia mí, trayendo un carbón
terebinto y se lo presentó. 20 El ángel de encendido que había tomado del altar con
Dios le dijo: «Toma la carne y los panes sin las tenazas; 7 tocó con él mi boca, y me
levadura, coló-calos sobre esta piedra y dijo: «Al tocar esto tus labios, desaparece
derrama el caldo». Gedeón lo hizo así. 21 tu culpa y se perdona tu pecado».
Entonces el ángel del Señor extendió el 8 Entonces oí la voz del Señor, que
bastón que tenía en su mano y tocó la decía: «¿A quién enviaré?, ¿quién irá por
carne y los panes sin levadura. Salió fuego nosotros?». Respondí «Aquí estoy yo,
de la roca y consumió la carne y los panes envíame». 9 Él me dijo: «Vete a decir a este
sin levadura, y el ángel del Señor pueblo: Por más que escuchen, no
desapareció de su vista. 22 Gedeón se dio entenderán; por más que miren, no
cuenta de que era el ángel del Señor, y comprenderán. 10 Endurece el corazón de
exclamó: «¡Ah, Señor, Señor! ¡He visto este pueblo, tapa sus oídos, ciega sus ojos,
cara a cara al ángel del Señor!». 23 El Señor no sea que sus ojos vean, sus oídos oigan,
le dijo: «La paz sea contigo. Nada temas, su corazón entienda, y se convierta y
no morirás». Gedeón construyó allí un quede sano». 11 Pregunté: «¿Hasta cuándo
altar al Señor y lo llamó Señor de la Paz. Señor?». Me respondió: «Hasta que las
Este altar está todavía hoy en Ofrá de ciudades queden destruidas y
Abiezer. despobladas, las casas deshabitadas, los
campos desiertos». 12 Porque el Señor
alejará a los hombres y será inmensa la
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desolación del país. 13 Y si aún queda en él que al cortarlos sólo queda el tronco. Pero
una décima parte, será también este tronco será semilla santa.
exterminada; como una encina o un roble,
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El esquema del género literario es el siguiente3:


A. Introducción. Datación del acontecimiento, localización, descripción de
las circunstancias.
B. Diálogo teofánico. Dios se manifiesta de alguna manera cerca del
personaje, en el cual surge, como una reacción, el deseo de
comprobar que es Dios quien llama.
C. Encomienda de una misión.
B’ Diálogo de misión. Contiene una presentación de objeciones de
parte de quien es llamado y una respuesta de Dios en la que ofrece
una garantía. Dios faculta al hombre para que pueda cumplir la
misión.
A’ Conclusión.
En estos relatos sólo Dios llama. Se nos muestra que Dios pone toda su
fuerza creadora en el acto de llamar. Hay en los personajes una
preocupación por comprobar que es el Señor quien llama, porque será en su
nombre y con su protección como emprendan la misión. La llamada no parte
de la iniciativa del personaje, el cual está entretenido en otras cosas, es clara
y contundentemente iniciativa de Dios. De modo que en la mayoría de las
ocasiones la intervención de Dios les viene a contrapelo, provocando un
cambio radical en su camino. Existe toda una tradición según la cual los que
son llamados y enviados han con-templado el rostro de Dios 4.
La llamada se expresa unánimemente por medio de un verbo en
imperativo: ve y di a Faraón... Vete con esa fuerza que tienes y salvarás a
Israel... ve y di a ese pueblo... Esto supone un dinamismo profundo. La
llamada no se propone como una opción entre otras, sino como mandato
del Señor. El hombre conserva toda su libertad, pero no se le invita sólo a
hacer lo que pueda, sino lo que Dios quiere, como Dios lo quiere. Es
llamativo que en los textos bíblicos la vocación de los grandes personajes se
narra sucesivas veces. Se expresa con ello la necesidad de releer y resituar el
llamado a lo largo de la vida. Tal relectura se hará siempre en un diálogo
3 Este esquema se puede comprobar, por ejemplo, en los siguientes textos: Ex 3, 1-4,17: Moisés; Jc 6, 1-24: Gedeón; 1Sm 31-41: Samuel; Is 6, 1-13: Isaías;
Jer 1, 1-10: Jeremías; Ez 2, 1-15: Ezequiel. Para este tema un excelente mate-rial es Del Olmo Lete, G., La vocación del líder en el Antiguo Israel, Ed.
Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca, 1973, p. 403.
4 No sólo Moisés miraba a Dios cara a cara. También Jacob tuvo la experiencia de la lucha con Dios; Elías fue arrebatado por Dios; Gedeón tuvo miedo

ante la visión del ángel del Señor. Hasta el más sencillo de los personajes ha tenido este encuentro personal.
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profundo con Dios. Así podemos concluir que los personajes no “tienen” la
vocación. Más bien ocurre lo contrario, la vocación los “tiene” a ellos. La
vocación es algo que pertenece a Dios, al ámbito de lo divino y de alguna
manera posee al hombre. Por eso el hombre no puede llevar adelante este
envío como él quiera, sino agradando al corazón de Dios; no con sus solas
fuerzas, sino con la ayuda de Dios.
Dios llama configurando a la persona. Los autores bíblicos se complacen
en subrayar la incapacidad del hombre para la misión. Esta es una constante.
Una y otra vez argumentan su debilidad y su pobreza. Pero Dios responde
facultando a los personajes para cumplir la misión que se les está
encomendando. Expresiones como yo estaré contigo; yo pongo mis palabras
en tu boca; expresan más que una capacitación; equivalen a una verdadera
consagración.
En el centro del relato de vocación se encuentra la encomienda de una
misión. Podríamos denominarlo con razón relato de envío más que relato
de vocación. Porque el envío a favor del pueblo está en el corazón y en las
motivaciones de esta acción de llamar. Dios llama para enviar, no para
poseer. Su acción es salvífica, profundamente transitiva. Dios llama para
poner a su enviado, con todo lo que es, al servicio del pueblo.
El motivo de la llamada, evidentemente, no son las capacidades del
hombre, ni su clase social, ni su origen tribal. Precisamente van por esta línea
las objeciones que presentan y les hacen sentir incapaces para la misión. El
motivo de la llamada está más bien en la total libertad de Dios, en su amor
profundo y definitivo, en su voluntad salvífica y en su fuerza creadora que
se pone en juego a la hora de llamar.
La finalidad del envío está siempre en el pueblo de Dios. Ningún personaje
es llamado desde la óptica estrecha de su salvación o santificación individual,
sino para servir al pueblo descubriéndole el sentido de su historia y
ayudándole a construir su destino. Los que son llama-dos y enviados asumen
una función salvífica en el caminar del pueblo de Dios. Función que va más
allá de la realización de unas tareas y exige la dedicación de toda la persona.
La persona es enviada para ser un signo de la presencia de Dios en medio
del pueblo y no sólo para realizar una actividad. Así, Moisés se convierte en
padre y guía del pueblo, habrá otros que asuman la función de jueces, de
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reyes y de profetas, siempre a favor del pueblo de Dios.


Queda claro que la llamada no parte de las inquietudes de los personajes,
sino de una intervención de Dios que los inquieta y les cambia la vida. Aquí
podemos sacar otra conclusión importante: La pastoral vocacional no se
puede restringir a la búsqueda y seguimiento de los inquietos. Esto implicaría
una penosa reducción. Se trata más bien de sembrar inquietudes en nombre
de Dios, irrumpiendo en la vida de las personas para invitarlas a un modo
de vivir y de interpretar la existencia más pleno, acorde a la voluntad de
Dios. Despertar in-quietudes, es verdad, íntimas y profundas, pero que están
necesaria-mente ligadas a las necesidades de los demás y exigen la entrega
de sí mismo a Dios, pero también en el plano social y comunitario.
Algunos relatos excepcionales. Existen también, como en toda regla, las
excepciones. Hay relatos bíblicos que deben ser interpreta-dos con cuidado
para no absolutizar los puntos de vista que presentan.
El primero de ellos, clásico en la historia de la pastoral vocacional es el
relato de Abrahán en Gn 12, 1-9. Contiene enseñanzas de primer orden sobre
la vida de la fe. Pero es un relato atípico en el sentido de que no nos
encontramos propiamente con un personaje histórico del tipo de Moisés,
Gedeón, o Jeremías, sino con un modelo legendario, signo del primer
llamado del pueblo de Dios. Desde este relato de la vocación de Abrahán
no se pueden justificar ideologías como la de la obediencia ciega o la ruptura
con la propia realidad. Esto se ilustrará mucho mejor desde perspectivas
evangélicas.
Otro relato que se sale de lo corriente es la hermosa narración de la
vocación de Samuel, en 1Sm 3,1 – 4,1. El relato tiene un ritmo litera-rio
profundo y resalta la libre elección de Dios, pero desde aquí no se puede
justificar una práctica vocacional determinista en relación con los niños y
adolescentes, que no cuente suficientemente con su libertad y con su
maduración humana.
Por último, están los relatos de anunciación, en concreto la anunciación a
Ana en 1Sm 1 y el nacimiento de Sansón en Jc 13. Llevan al momento de la
concepción del niño acontecimientos que sucedieron cuando esos niños
fueron adultos. Vuelve a aparecer la idea de predestinación. Desde estos
relatos no se puede justificar una práctica vocacional en la que no se respete
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la libre voluntad de los candidatos.


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La vocación del siervo de Yavé


El título de “siervo” se da en la Biblia a personajes especialmente
relacionados con Dios: patriarcas, profetas, caudillos del pueblo, sacer-dotes,
reyes. El siervo, que aparece en cuatro relatos del profeta Isaías, resume todas
estas figuras, sobre todo la del Mesías-rey. No sabemos si se refieren a un
personaje histórico. Pero son unos textos vocacionales atípicos, que
muestran un dato importante de la revelación en torno al llamado de Dios.
Se les llama cantos del siervo de Yahvé porque se refieren a un personaje al
que se señala con ese nombre. Han sido amplísimamente estudiados por los
biblistas.
Nuevamente aparecen dos ejemplos:

Pautas de análisis
Los textos de la vocación del Siervo de Yahvé tienen unas características
peculiares. Intenta identificar esas características. ¿Cuál es su rasgo más
propio? ¿Qué resulta contradictorio o extraño en estos textos? ¿Qué nos
enseñan sobre la vocación como un don de Dios?

Tercer canto del siervo 5 Y ahora habla el Señor, Aquél que


desde el vientre me formó como siervo
Is 49, 1 Escuchen, habitantes de las islas; suyo, para que le trajera a Jacob y le
atiendan, pueblos lejanos: reuniera a Israel.
El Señor me llamó desde el seno ¡Tan valioso soy para el Señor y en Dios
materno, desde las entrañas de mi madre se halla mi fuerza!
pronunció mi nombre. 6 Él dice: “No sólo eres mi siervo para
2 Convirtió mi boca en espada afilada,
restablecer las tribus de Jacob y traer a
me escondió al amparo de su mano; me los sobrevivientes de Israel,
transformó en flecha punzante y me sino que te convierto en luz de las
guardó en su aljaba. naciones para que mi salvación llegue
3 Me dijo: “Tú eres mi siervo, Israel, y
hasta el último rincón de la tierra”.
estoy orgulloso de ti”,
4 Aunque yo pensaba: “En vano me
7 Así dice el Señor: el redentor y Santo
fatigué, por nada e inútilmente gasté mis de Israel, al que es despreciado y
fuerzas”; sin embargo, el Señor defendía aborrecido por las naciones, al esclavo
mi causa, mi Dios guardaba mi de los poderosos: Te verán los reyes y se
recompensa. pondrán de pie; los príncipes, y se
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postrarán; porque el Señor es fiel, porque Cuarto canto del siervo


te ha elegido el Santo de Israel. Is 50.4 El Señor me ha dado una lengua
8 Así dice el Señor: Te respondo cuando de discípulo para que sepa sostener con
me necesitas, te auxilio el día en que te mi palabra al cansado.
salvo, pues te formé y te constituí Cada mañana me despierta el oído,
mediador del pueblo para restaurar el para que escuche como los discípulos.
país, para repartir las tierras devastadas, 9 5El Señor me ha abierto el oído, y yo no
para decir a los cautivos: “¡Salgan!”, a los me he resistido ni me he echado atrás.
que están en tinieblas: “¡Déjense ver!” A
lo largo de los caminos pastarán, en
6 Ofrecí la espalda a los que me
todos los montes resecos tendrán pastos. golpeaban, mis mejillas a los que tiraban
mi barba; no oculté la cara ante los
10 No pasarán hambre ni sed, el viento insultos y salivazos.
sofocante y el sol no les hará daño, pues 7 El Señor me ayuda, por eso soportaba
el que se compadece de ellos los guiará, y las ofensas, por eso endurecí mi cara
los conducirá hacia manantiales de agua. como una piedra, sabiendo que no
11 Convertiré en caminos mis montañas y
quedaría defraudado.
se nivelarán mis senderos
12 ¡Miren! Vienen todos de lejos, unos del
8 Mi defensor está cerca ¿quién me
denunciará? ¡Comparezcamos juntos!
norte y del poniente, otros de la región
¿Quién me va a acusar? ¡Que venga a
de Sinín.
13 Griten, cielos, de gozo; salta, tierra, de
decírmelo!
alegría; montañas, rompan en
9Sepan que el Señor me ayuda: ¿Quién
aclamaciones, que el Señor consuela a su me condenará? A todos los carcome la
pueblo, se apiada de sus pobres. polilla y se gastan igual que un vestido.

El siervo es una figura misteriosa que combina paradójicamente en la


elección divina dos elementos: la investidura real con todo el poder que
supone y la experiencia del dolor y de la humillación. Es el elegido, el amado
por Dios, y al mismo tiempo el humillado, el des-preciado. El siervo es rey
en el sufrimiento, cargado con los pecados del pueblo es llamado varón de
dolores. Su característica más típica es la paradoja, es decir, la unión de los
contrarios, que siempre provoca un desconcierto. Si hoy nos sigue
cuestionando esta figura fue mucho más fuerte en aquel ambiente religioso
en el que se escribió.
La paradoja se acentúa crecientemente en los cuatro textos hasta llegar a
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identificar al siervo con el chivo expiatorio, que carga sobre sí los pecados
del pueblo. En el cuatro poema podemos reconocer una síntesis de la
experiencia religiosa de Israel y una crítica profunda al culto del templo. El
siervo va al sacrificio consolado por Dios.
Jesús se identificó con la imagen del pastor y del siervo. Esta figura fue
utilizada por los primeros cristianos para comprender la terrible muerte de
Jesús y para explicarla a los demás (Mt 12, 15-21; Hch 3, 13.26). Jesús es el
siervo sufriente. Todo su poder divino lo ha convertido en servicio para los
demás y así ha ganado para todos una vida nueva.
La imagen del siervo y su aplicación a Jesús redimensiona la vocación
cristiana, que solamente se va a comprender como servicio y don total de sí
mismo en beneficio del pueblo. Los cantos del siervo, así interpretados,
arrojan una conclusión: no hay vocación cristiana sin paradoja. La
aceptación de la voluntad de Dios y el seguimiento de Cristo siempre
conllevan una dosis de sufrimiento, de contradicción que es necesario
aceptar. Somos llamados a compartir el destino de Jesús, lleno de
dificultades, y a ser solidarios con el dolor y el sufrimiento del pueblo de
Dios. Si se quisiera ocultar esta parte de la vocación se estaría negando su
misma esencia.
Es importante presentar la vocación con todo su paradójico sentido de
elección y humilde servicio, sobre todo haciendo ver a los jóvenes que no
hay vida cristiana sin contradicción y dificultades.

La llamada de Jesús
Sobresalen los textos que nos transmiten la misma conciencia vocacional
de Jesús. Prácticamente son todos los evangelios. Muestran la importancia
que tiene la catequesis cristológica de la vocación. Jesús es el primer y
principal modelo vocacional. En él encontramos la funda-mental verdad
sobre la llamada de Dios que es a la vez envío a favor de los hombres.
Dos ejemplos a continuación:
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Pautas de análisis
Estos textos describen las actitudes vocacionales de Jesús. ¿Cuáles son las
notas más características de su vocación? ¿Qué nos enseñan sobre la vocación
cristiana?

En la sinagoga de Nazaret mismo”. Lo que hemos oído que has


hecho en Cafarnaún, hazlo también aquí,
Lc 4.14 Jesús, lleno de la fuerza del en tu pueblo. 24 Y añadió:
Espíritu, regresó a Galilea, y su fama se
extendió por toda la región. 15 Enseñaba -La verdad es que ningún profeta es
en las sinagogas y todo el mundo hablaba apreciado en su tierra. 25 Les aseguro que
bien de él. 16 Llegó a Nazaret, donde se muchas viudas había en Israel en tiempo
había criado. Según su costumbre, entró de Elías, cuando se cerró el cielo por tres
en la sinagoga un sábado y se levantó para años y seis meses, y hubo gran hambre en
hacer la lectura. 17 Le entregaron el libro todo el país; 26 sin embargo, a ninguna de
del profeta Isaías y, al desenrollarlo, ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de
encontró el pasaje donde está escrito: Sarepta, en la región de Sidón. 27 Y muchos
leprosos había en Israel cuando el profeta
18 El espíritu del Señor está sobre mí, Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado,
porque me ha ungido Sino únicamente Naamán el sirio.
para anunciar la buena noticia
a los pobres;
28 Al oír esto, todos los que estaban en
me ha enviado a proclamar la sinagoga se enfurecieron; 29 se
la liberación a los cautivos, levantaron, lo echaron fuera de la ciudad
a dar vista a los ciegos y lo llevaron hasta un precipicio de la
a libertar a los oprimidos montaña sobre el cual estaba edificada su
19 y a proclamar un año ciudad, con ánimo de despeñarlo. 30 Pero
de gracia del Señor. él, abriéndose paso entre ellos, se fue.

Después enrolló el libro, se lo dio al


20 Oración de Jesús en el huerto de los
ayudante y se sentó. Todos los que Olivos
estaban en la sinagoga tenían sus ojos fijos Lc 22, 39 Después salió y fue, como de
en él. 21 Y comenzó a decir-les: costumbre, al monte de los Olivos. Sus
-Hoy se ha cumplido ante ustedes esta discípulos lo siguieron. 40 Al llegar allí, les
profecía. 22 Todos lo apoyaban y se dijo: -Oren para que puedan hacer frente
admiraban de las palabras que había a la prueba.
pronunciado. Comenta-ban: -¿No es éste 41Se alejó de ellos como a la distancia
el hijo de José? de un tiro de piedra, se arrodilló y
El les dijo: -Seguramente me
23 suplicaba así: 42 –Padre, si quieres aleja de
recordarán el refrán: “Médico, cúrate a ti mí este cáliz de amargura; pero no se haga
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mi voluntad, sino la tuya. 43 Entonces se le 45 Después de orar, se levantó y fue


apareció un ángel del cielo, que lo estuvo adonde estaban sus discípulos. Los
confortan-do. 44 Lleno de angustia, oraba encontró dormidos, pues estaban
más intensamente, y comenzó a sudar rendidos por la tristeza. 46 Entonces les
como gotas de sangre que corrían hasta el dijo: -¿Cómo es que están durmiendo?
suelo. Levántense y oren, para que puedan hacer
frente a la prueba.
Un primer conjunto de textos nos refiere los orígenes de Jesús. Los
evangelistas son muy cuidadosos en la presentación de Jesús. Mateo lo ha-
ce a partir de la genealogía, el relato del nacimiento, la visita de los magos
y la huída a Egipto; incluye el anuncio de Juan, el bautismo y las tentaciones
y concluye presentando a Jesús como luz de las naciones. El texto de Marcos
es todo él una presentación de Jesús, gira en torno a la pregunta: ¿quién es
Jesús?, que se responde a lo largo de sus 16 capítulos. Lucas recurre al
esquema de la anunciación, añadiendo la genealogía y las tentaciones. Juan
lo hace a través del prólogo y del testimonio de los primeros discípulos.
Lo más importante es que se presenta a Jesús como el enviado del Padre
y como alguien consagrado a una misión. La afirmación de su naturaleza
divina no entra en contradicción con la descripción de todo un camino
vocacional realizado desde una asidua práctica de la oración, a través de la
cual fue descubriendo el sentido de la voluntad del Padre y de su misión.
Jesús es un ejemplo de discernimiento vocacional.
Un segundo grupo de textos son las referencias continuas que hacen los
evangelistas en torno a la conciencia de Jesús como enviado del Padre, y
aparecen en toda la vida pública y muy especialmente en los relatos de la
pasión. Se concentran en esa escena de Getsemaní, en la que Jesús conserva
toda su libertad y expresa su obediencia a la voluntad del Padre. Son
verdaderas lecciones de teología vocacional.
Por último, están las reflexiones de los mismos evangelios y de los otros
textos del Nuevo Testamento sobre la persona y vocación de Jesús. Desde
los solemnes himnos cristológicos hasta la profunda re-flexión de 1 Pe 2, 22-
24. En estas reflexiones se aplica a Jesús la imagen del siervo sufriente.
Sería muy largo detallar un estudio de este conjunto de textos, pero lo
que más nos interesa en este momento es dejar constancia del valor central
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de la cristología bíblica vocacional. Es un elemento que no debe faltar en la


catequesis vocacional.
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La vocación en la primera generación cristiana


Nos encontramos con un grupo de textos que tienen en común la
presentación del camino discipular detrás de Jesús. Les podemos llamar
textos del seguimiento o del discipulado. En estas breves narraciones se
condensa una historia vocacional que probablemente fue más larga y
compleja. Son así textos-síntesis de lo que ha ocurrido en la vida de los
discípulos a partir del conocimiento de la persona de Jesús.

Pautas de análisis
Estas narraciones dan cuenta del llamado que Jesús hizo a sus discípulos.
¿Cuáles son las características principales de este llamado? ¿Qué nos enseñan
sobre la vocación cristiana?

Llamado a los primeros discípulos encontró en primer lugar a su propio


hermano.
Jn 1 35 Al día siguiente, Juan se
Simón y le dijo: -Hemos encontrado al
encontraba en aquel mismo lugar con dos
Mesías (que quiere decir Cristo). 42 Y lo
de sus discípulos. 36 De pron-to vio a Jesús
llevó a Jesús.
que pasaba por allí, y dijo: -Este es el
Cordero de Dios. Jesús, mirándolo, le dijo: -Tú eres
Simón, hijo de Juan; en adelante te
37 Los dos discípulos le oyeron decir llamarás Cefas, (es decir, Pedro).
esto, y siguieron a Jesús. 38 Jesús dio media
vuelta y, viendo que lo seguían, les
preguntó: -¿Qué buscan? Llamado a Mateo
Ellos contestaron: Mt 9, 9 Cuando se iba de allí, vio Jesús
-Maestro, ¿dónde vives? a un hombre que se llamaba Mateo,
39 El les respondió: sentado en la oficina de impuestos, y le
-Vengan y lo verán. dijo:
-Sígueme.
Se fueron con él, vieron dónde vivía y
pasaron aquel día con él. Eran como las El se levantó y lo siguió. 10 Después,
cuatro de la tarde. mientras Jesús estaba sentado a la mesa en
casa de Mateo, muchos recaudadores de
40Uno de los dos que siguieron a Jesús impuestos y peca-dores vinieron y se
por el testimonio de Juan era Andrés, el sentaron con él y sus discípulos.
hermano de Simón Pedro. 41 Andrés 11 Al verlo los fariseos, preguntaban a

sus discípulos: -¿Por qué su maestro come


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con los recaudadores de impuestos y los Entiendan bien qué significa: misericordia
pecadores? quiero y no sacrificios; porque yo no he
12 Lo oyó Jesús y les dijo: -No necesitan venido a lla-mar a los justos, sino a los
médico los sanos, sino los enfermos. 13 pecadores.
Jesús llama directa y claramente a los discípulos: sígueme. Su invitación,
sencilla y cercana, marca una verdadera novedad en la revelación del
misterio de la vocación. Se convierte así en mediación necesaria de la nueva
llamada. Cuando Jesús llama, no caben objeciones. Los evangelistas se
esfuerzan en presentar una respuesta inmediata de seguimiento al Señor.
Probablemente se dio todo un proceso vocacional con cada uno de los
discípulos, el que requiere su propia naturaleza humana, pero se quiere hacer
ver la urgencia de una respuesta pronta y decidida a su invitación. La
invitación que Jesús hace remite de modo inmediato a su persona. Se trata
de seguirlo a él, de comprender, aceptar y compartir su doctrina, su estilo
de vida y su destino.
Existe una diferencia importante entre el modo como los rabinos
reclutaban a sus seguidores y el modo como Jesús elige a sus discípulos. En
el primer caso, la iniciativa es del discípulo, que ruega ser admitido en la
escuela de un maestro. Pero en el caso de Jesús la iniciativa parte de él. Los
evangelistas insisten en que es Jesús quien llama a los que él quiere. Como
en el Antiguo Testamento, queda muy claro que la iniciativa procede de
Dios.
La perspectiva del llamado de Jesús es la del discipulado. Sin embargo se
distinguen tres grupos que forman como círculos concéntricos: el de los
discípulos, el de los apóstoles y el de los doce. Con los tres grupos Jesús
mantiene una relación personal e íntima. Todos son llamados a un
seguimiento radical del Señor y a compartir su misión y su destino, pero de
manera diversa y complementaria. Aún se puede señalar un círculo más
estrecho: el de los tres que le acompañan en momentos especialmente
trascendentes como el de la transfiguración.
Cuando Jesús irrumpe en la vida de las personas, llama con cierta prisa. Se
nota una urgencia. La inminencia de la llegada del Reino de Dios y la
participación en este reino es lo que provoca esa premura. Hay que
responder con prontitud porque el Reino ya es una realidad que se desarrolla
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y hacia cuya novedad es necesario caminar. La res-puesta a la llamada de


Cristo supone una ruptura con el pasado y con la situación familiar y social.
Estos lazos con la parentela eran una fuente de riqueza y de identidad social
en la antigüedad. Así se entiende que el discípulo debe prescindir de toda
seguridad, para vivir en la provisionalidad y en la itinerancia que marca la
vida del Maestro.
Mc 3, 13-15 ofrece una clave importante. Dice que Jesús instituyó Doce,
para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar. Se señalan dos
características típicas de la vocación discipular: la unión con Jesús y la misión.
Vamos a poner atención a ambos elementos:
La unión personal con Jesús. Supone una adhesión incondicional a su
persona. Él es la razón última del camino que emprende el discípulo. Debe
llegar a identificarse totalmente con él. Pide una obediencia total a sus
exigencias, que se muestra claramente en los relatos de misión (vgr.: Mt 6,
25-34). Pero sobre todo exige que el discípulo comparta el destino de
abnegación y de muerte: el discípulo deberá olvidarse de sí mismo, cargar
con su cruz y seguirlo (Mt 10,24).
El envío misionero. Además de los relatos de vocación existen en los
evangelios relatos de misión5. Hablan sobre el contenido del envío y el
modo como debe llevarse a cabo. La misión consiste en anunciar con
fidelidad el mensaje de Jesús y en realizar una serie de actividades: curar a
los enfermos, expulsar demonios, etc., que dan credibilidad a dicho mensaje.
La misión consiste en una participación de la misma misión de Jesús y de su
autoridad. Por eso debe realizarse con su mismo estilo: El que quiera ser el
primero, que sea siervo y esclavo de todos, a ejemplo del Hijo del Hombre
(Cf. Mt 20, 20ss).
Lo que más nos interesa subrayar es que la vocación cristiana se entiende
desde la clave del seguimiento de Jesús, que contempla las necesidades de
los hombres y se dispone a ponerse a su servicio en el nombre de Dios. Esta
actitud de seguimiento y de entrega, de apertura y disponibilidad, está muy
bien expresada en Mt 9, 36-38: Al ver a toda aquella gente, se sentía
conmovido, porque estaban tristes y desalentados, como ovejas sin pastor.
Dijo entonces a sus discípulos: La mies es mucha, pero los obreros son pocos.
5 Son ejemplos de relato de misión: Mt 4, 23; Lc 10, 17; Lc 9, 1-2; Mt 28, 16-20; Hch 1, 21; Gal 1, 15-16.
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Por eso rueguen al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

La vocación en la segunda generación cristiana


Agrupamos en este apartado los textos en los que la comunidad cristiana
envía personas. Son propiamente textos de misión. Nos interesa subrayar el
modo como estas personas son enviadas por Dios contando con la
mediación de la comunidad.

Pautas de análisis
Estas narraciones describen la experiencia de la comunidad cristiana que
llamaba y enviaba a algunos de sus miembros. ¿Cuáles son las características
de estos llamados? ¿Qué nos enseñan sobe la comunidad cristiana?
Un caso de buena suerte con nosotros, 22 comenzando desde el
(Hech 1,15-26) bautismo de Juan hasta el día en que fue
elevado a los cielos, entre a formar parte
1 15 Uno de aquellos días se levantó de nuestro grupo, para que sea, junto con
Pedro en medio de los herma-nos, que nosotros, testigo de su resurrección».
eran unos ciento veinte, y dijo: 16
«Hermanos, tenía que cumplirse la
23 Presentaron a dos: a José, apellidado
Escritura que el Espíritu San-to había Barsabás, por sobrenombre Justo, y a
anunciado por boca de Da-vid acerca de Matías. 24 Y oraron así: «Tú, Señor que
judas, el que siguió a los que arrestaron a conoces los corazones de todos, señala a
Jesús». 17 Era uno de los nuestros y cuál de estos dos has elegido 25 para
participaba de este misterio. 18 Pues bien, ocupar, en este misterio apostólico, el
con el dinero de su crimen compró un puesto del que se apartó Judas para irse al
campo, se tiró desde lo alto, quedó lugar que le correspondía».
destrozado, y se desparramaron todas sus 26 Echaron suertes, y la elección cayó
entra-ñas. 19 La noticia se divulgó por toda sobre Matías, el cual entró a formar parte
Jerusalén, de modo que el campo se del grupo de los once apóstoles.
llamó, en su propio dialecto Hacéldama, Los siete ministros de lengua griega (Hech
es decir, campo de sangre. 20 Así está 6,1-7)
escrito en el libro de los Salmos: Que su
morada quede desierta, y no haya quien 6 1 Por aquellos días, debido a que
la habite. Y también: Que otro ocupe su aumentaba el número de los discípulos,
cargo. 21 Es necesario, por tanto, que uno los creyentes de origen helenista se
de los que nos acompañaron durante quejaron contra los de origen judío,
todo el tiempo que el Señor Jesús estuvo
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porque sus viudas no eran bien atendidas


en la distribución diaria de los alimentos.
2 Los Doce convocaron a todos los
discípulos y les dijeron: «No está bien que
nosotros dejemos de anunciar la palabra
de Dios para dedicar-nos al servicio de las
mesas. 3 por tanto, hermanos, elijan de
entre ustedes, siete hombres de buena
fama, llenos del Espíritu Santo y de
sabiduría, a los cuales encomendaremos
es-te servicio, 4 para que nosotros
podamos dedicarnos a la oración y al
ministerio de la palabra».
5 La proposición agradó a todos, y
eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y
del Espíritu Santo, y a Felipe, Prócoro,
Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás,
prosélito de Antioquía. 6 Los presentaron
ante los apóstoles, y ellos, después de
orar, les impusieron las manos.
7La palabra de Dios se extendía, el
número de discípulos aumentaba mucho
en Jerusalén, e incluso muchos sacerdotes
aceptaban la fe.
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Los textos vocacionales de la Iglesia naciente6 están siempre en la línea del


seguimiento de Jesús, sin embargo, subrayan la mediación eclesial de la
llamada. Es la comunidad cristiana, y quienes la presiden, quien llama en
nombre de Dios y envía para continuar la misión de Jesús. Todo el proceso
del envío es profundamente comunitario: la presentación de los candidatos,
la asamblea que se reúne, los criterios de discernimiento, el mismo acto de
discernir en la oración, el envío solemne por la imposición de las manos, la
recomendación de los envidos por medio de cartas.
Estos testimonios de la Iglesia naciente nos enseñan una verdad de primer
orden sobre la vocación. La vocación cristiana se da en la Iglesia y por
mediación de ella. Es una cuestión más comunitaria que personal. No se
constituye tanto por una certeza íntima, cuanto por un envío de parte de la
comunidad, que continúa en el tiempo la acción de Jesús de llamar. En este
continuo llamar y enviar las necesidades comunitarias son determinantes.
Existe en el texto del Nuevo Testamento una reflexión importante sobre
la idoneidad de los ministros y el comportamiento de los que ocupan los
primeros puestos7. Esta reflexión no es casual. Responde a situaciones de
abuso en la comunidad por parte de los ministros. Por eso se deja muy claro
que las actitudes de humilde servicio y de verda-dera entrega de sí, son
necesarias en el ejercicio ministerial, al grado de que constituyen la identidad
más profunda del ministro y el cauce de su configuración con la persona de
Jesús. Esto que se dice de los ministros y de los apóstoles, se aplica también
a todo creyente. Aunque las vocaciones que se narran son las de quienes
ocupan los primeros puestos, todos son llamados al servicio humilde y
decidido a favor de los demás, en las diversas necesidades por las que pasan,
porque el servicio está en el corazón y en la raíz de la identidad cristiana.
Por último, aparecen una serie de reflexiones sobre otros ministerios y
servicios, que apuntan hacia la identidad específica de cada uno de ellos. En
especial hay una doctrina sobre los solteros, los viudos, los padres de familia,
los jóvenes, los que prestan servicios en la comunidad.

6 Son muchos los textos que narran el envío de distintas personas a la misión. Por ejemplo: la designación de Matías (Hch 1,21); el envío de los ministros
helenistas (Hch 7, 1ss); el envío de Pablo y Bernabé (Hch 13, 2); el mandato a Tito para que nombre presbíteros (Tit).
7 Cf. Mt 20, 20ss; Lc 26, 15, ss; Jn 13, 1-15; 1Pe 5, 1-5.
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Conviene reportar los principales textos vocacionales que aparecen en la


Biblia para que, como agente vocacional, hagas el esfuerzo de conocerlos y
aprendas a manejarlos con cierta agilidad, hasta que vayas haciendo tu
propia comprensión de la teología bíblica de la vocación:

Textos del llamado de Dios al pueblo en su conjunto:

 El Señor propone la alianza ....... Ex 19,1-11


 Renovación de la alianza ................. Ex 34
 Promulgación de la ley en el Orbe .....Dt 4
 Elección de Israel ...............................Dt 7
 La asamblea de Siquén ............ Jos 24,1-28
 Renovación de la alianza después del destierro Jer 31
 La alianza se extiende a todos los pueblosIs 55-56
 Reflexión orante sobre la elecciónSal 32, 105 y 106
 Juicio contra los pastores de Israel .... Ez 34
 Primera jornada de la actividad de JesúsMc 1, 14-38
 La auténtica felicidad.................. Mt 5,1-16
 La Iglesia convocada por la fuerza del Espíritu Hech 2
 La Iglesia, fundada en el evangelio1Cor 12-13
 Cristo, constructor de paz y de unidadEf 2,11-22
 Herederos de la salvación IPe 1,3-5.14-21;2,4-10

Textos de la vocación personal en el Antiguo Testamento.

 Abrahán ................................... Gn 12, 1-9


 Moisés ................................. Ex 3,1 – 4, 17
 Josué .Nm 27, 12-23; Dt 3, 21-28; 31, 1-23
 Gedeón ............................ Jc 6, 1-6 . 11-24
 Sansón ..................................... Jc 12, 1-25
 Samuel ............................. 1 Sm 3, 1 – 4, 11
 Saúl .............................. 1Sm 9, 26 - 10, 16
 David ................................ 1Sm 15, 1-15.17
 Jeremías .................................... Jer 1, 1-10
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 Isaías ........................................... Is 6, 1-13


 Amós ....................................... Am 6, 1-13
 Oseas .............................................. Os 1-3
 Eliseo ....................................1Re 19, 19-21
 Judit ............................................. Jud 8-9
 Jonás ................................... Jon 1, 1 - 2,11
 María....................................... Lc 1, 26-38
 Juan el Bautista .......................... Lc 1, 5-25

Los cantos del Siervo del Profeta Isaías.

 Primer canto .............................. Is 42, 1-7


 Segundo canto ........................... Is 49, 1-7
 Tercer canto .............................. Is 50, 4-9
 Cuarto canto.................. Is 52, 13 – 53, 12

Textos de la vocación de Jesús.

 Prólogo de san Juan....................Jn 1, 1-18


 Testimonio del Bautista ...... Mt 4, 1-11 y ||
 Las tentaciones en el desiertoLc 4, 1-13 y ||
 Bautismo de Jesús ............ Mc 1, 9-15 y ||
 Anuncia la pasión/enseñanza sobre el servicio Mc 10, 32-45
 Inicio de su ministerio ..............Lc 4, 14-30
 Transfiguración ....................... Lc 9, 28-36
 Oración en Getsemaní .......... Lc 22, 39-46
 Oración de Jesús .............................. Jn 17
 Interpretación sacerdotal ... Hb 4, 14 – 5,10
 Himnos cristológicosEf 1, 3-14; Flp 2, 6-11; Col 1, 15-20
 Reflexión de los apóstoles1Pe 2, 22-24; 1Jn 1,1-4

Textos del llamado y la misión en el Nuevo Testamento.

 Juan el BautistaLc 1, 5-25 y ||; Jn 1, 19-36; 3, 22-36


 La llamada en el lago ............. Mc 1, 16-20
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 Los primeros discípulos ............ Jn 1, 35-51


 Diálogo con Nicodemo .............. Jn 3, 1-21
 Diálogo con la Samaritana ........ Jn 4, 1-42
 Diálogo con el ciego de nacimientoJn 9, 1-38
 Llamado de MateoMt 11, 2-14; Mc 2, 13-17
 Llamado a los doce ..... Mc 3,13-19; 6, 6-13
 Instrucciones sobre el discipuladoMc 8,27-9,1; 9,30-37; 10,32-45
 Exigencias del discipuladoLc 9, 57-62; Mt 8, 18-22; Lc 14, 25-35
 Algunos quieren seguir a JesúsMt 8, 18-22; Lc 9, 57-62
 Crisis de los doce .................... Jn 6, 60-71
 El hombre principalMc 10, 17-31; Lc 18, 18-30
 Envío de discípulos .......Lc 9, 1-6 . 10, 1-24
 El Padre envía obreros a la miesMt 9, 36-38
 Las discípulas de Jesús que lo acompañanMc 15,40-41; 16, 1-8
 Encuentro con el Resucitado y envíoLc 24, 13-35.36-49
 María Magdalena................... Jn 20, 10-18
 Encuentro con los discípulos y misiónJn 20, 19-29
 Segundo llamado de PedroJn 21, 1-14.15-23
 El envío evangelizador ......... Mt 28, 16-20

Textos que reflejan la experiencia vocacional de la Iglesia.

 Matías ................................ Hech 1, 15-26


 La elección de los siete ............ Hech 6, 1-7
 El llamado de SauloHech 9, 1-31; 22, 6-16; 26, 12-18
 Elección de PabloHch 9,1-30; 22, 5-16; 26, 10-18
 Reflexión de Pablo .................. Gal 1, 15-16
 El envío de Apolo ...............Hch 18, 23-28
 Envío de Pablo y Bernabé ....... Hch 13, 1-3
 La elección de los presbíteros ......Tit 1, 5-9
 Timoteo ............. 1Tm 1, 1-4.12-17; 4, 6-16

Instrucciones para los ministerios:

 Los jefes deben servir .......... Mt 20, 20-28


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 Eucaristía y servicio ............... Lc 22, 24-30


 Lavar los pies unos a otros ....... Jn 13, 1-20
 Despedida de los responsables de EfesoHch 20, 17-38
 El servicio de los pastores ........... 1Pe 5, 1-4
 Las verdaderas viudas............. 1Tm 5, 3-12
 Los solteros ......................... 1Cor 7, 25-35
 Diversos ministerios en la comunidadEf 4, 7-13
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

Teología de la vocación
La vocación fundamental
La vocación común
Vocaciones específicas
Armonía de las vocaciones
Las formas de vida
Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos
Institutos Vocacionales

La vocación fundamental a la vida


Antes de abordar el tema de la vocación bautismal y de las vocaciones
cristianas, conviene referirse, aunque sea brevemente al valor fundamental
de la vocación a la vida. La sola existencia de la vida racional, es decir, de la
vida humana, nos remite a un sentido que va más allá de sus límites. Los
filósofos de todos los tiempos han reflexionado sobre esta realidad. Ya nos
hemos referido a ello en la sección antropológica.
La vida adquiere un sentido sagrado cuando se comprende como un don
de Dios. No se trata de un sentido mágico, sino de descubrir la
responsabilidad que supone la recepción de este don. De esta manera
podemos hablar de un primer llamado a la vida, al cual cada uno debe
responder.
Lógicamente entrará en la dinámica propia de los dones de Dios. Lo que
es gratuitamente recibido, deberá ser gratuitamente entregado. Este es el
sentido fundamental de la vida. Con ella hay que hacer un don o un regalo.
Por eso el amor oblativo es reconocido por todos como un signo de madurez
personal. La persona llega a ser ella misma y plenamente responsable de su
vida cuando se hace capaz de entregarla a favor de los demás.
Esto es lo que Jesús ha hecho: vivir una vida para el servicio… no ha
venido a ser servido sino a servir. Todo su poder se transforma en servicio.
En él reconocemos al hombre perfecto porque su entrega fue perfecta. Este
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

llamado fundamental es a ser persona, es decir, ser en relación, ser para los
demás.
La vocación común bautismal
El término “vocación” es polisémico, es decir, se le atribuyen en la práctica
diversos significados dependiendo del ambiente en que se empleé. Es
utilizado en ambientes no cristianos para designar una forma de realización
de la persona y de sus objetivos. También se habla de vocación cristiana, en
el sentido genérico y común a todos los bautiza-dos. Se aplica a las
vocaciones específicas como la sacerdotal, la religiosa o la consagración
secular. También se aplica a las diferentes formas de vida, e incluso a las
situaciones de la vida como la enfermedad, la soledad, etc. En este capítulo
queremos clarificar qué se entiende por vocación en cada uno de estos
ámbitos desde el concepto cristiano de vocación.
Vocación y fe bautismal. La vocación es un don de la gracia que se da
solamente en el contexto de la fe bautismal. Antes de ser llamada específica
es una llamada a la conversión. Existe un nexo profundo entre conversión y
vocación. Este nexo viene testimoniado por los tex-tos bíblicos, en los que
ambos acontecimientos se presentan unidos. A la conversión sigue la
vocación. Pero este segundo hecho no ocurre mucho después, sino casi a la
vez que la conversión. Son dos realidades que se implican mutuamente. Por
esta razón hay que afirmar el carácter evangelizador de la pastoral
vocacional. La promoción de nuevas vocaciones es a la vez promoción de
nuevos cristianos.
Efectivamente, la historia de la salvación puede ser leída como historia de
vocaciones, en la cual las personas forman como los eslabones de una cadena
de dones de Dios que han conducido a la Iglesia a lo largo de su caminar 1.
Edificar la comunidad cristiana es asumir un compromiso vocacional. La
vocación es esencialmente seguimiento de Cris-to y no se puede reducir a la
mera realización personal, como se ha visto en la parte antropológica.
Supone el amor vivo y personal a Jesucristo y el deseo profundo de
reproducir sus rasgos en la propia vida.
La vocación supone un desarrollo y a la vez una concreción de la fe
bautismal. Es válida la comparación con un equipo de fútbol. Los jugadores

1 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones,
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al principio no tienen definida una posición. Simplemente son futbolistas.


Pero al poco tiempo comienzan a tomar alguna posición, quizá ensayen
varias. El punto es que ninguno sale oficialmente a la cancha de juego con la
conciencia genérica de ser futbolista, sino con la idea bien específica de jugar
una posición y con un número a la espalda.
Muchos cristianos tienen sólo una conciencia genérica de la vocación.
Saben que han sido bautizados, que son llamados al seguimiento de Cristo,
pero no conocen su posición. La conciencia de la vocación específica es un
síntoma de la maduración de la fe. Para que los creyentes adquieran
conciencia de su vocación, y por ello conciencia plena de su bautismo, es
necesaria la catequesis vocacional.
Sin cultura vocacional es difícil que las personas lleguen a descubrir un
camino específico de seguimiento del Señor y a optar por él. Sin conciencia
vocacional difícilmente se puede hablar de madurez Cristiana. He aquí la
importancia de evangelizar la vocación de todos los creyentes, precisamente
para que lleguen a desarrollar conveniente-mente su fe.
La fe bautismal envuelve la vivencia vocacional. Es el humus o el ethos de
su existencia. Por ello el cuidado de la vocación está íntima-mente
relacionado con la vida de la gracia y la relación personal con Dios. No es
posible una auténtica vivencia vocacional sin un recurso continuo a los
sacramentos, a la oración y al acompañamiento espiritual, así como no
parece posible la conversión sin el recurso a estos medios. La vocación es
fundamentalmente vida espiritual.
La vocación de los no bautizados. En la sociedad actual cada vez somos
más sensibles al punto de vista de los demás. Nos damos cuenta de que la fe
cristiana no puede presentarse como la única opción y mucho menos
imponerse. Es necesario entrar en diálogo con los demás valorando sus
puntos de vista y reconociendo todo lo positivo que hay en ellos. Esto
también ocurre en el terreno vocacional.
Los valores cristianos son una propuesta que conviene reconocer como
válida y razonable. De ninguna manera excluyente, pero ciertamente
distinta. Se propone una visión de la vida y del mundo, del presente y del
futuro, que engloba e interpreta otras maneras de juzgar la realidad.
A primera vista, un concepto de vocación tan ligado a la fe bautismal
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

parece excluyente. Surge la pregunta: ¿Y qué ocurre con los no bautizados?


¿No participan también del don de la vocación? ¿Cómo interpretar la
entrega generosa y la vivencia de los valores trascendentes de tantas personas
que viven su vocación desde otras religiones y culturas?
Indudablemente la vida entregada de tantas personas no bautiza-das tiene
un sentido y un valor vocacional. Todo cristiano deberá res-petar y valorar
ese sentido de vida. Aspiran a los valores trascendentes y los realizan desde
su propia cultura. Con ellos compartimos la mayor parte de los retos y
exigencias del camino vocacional. Su opción vocacional tiene exigencias muy
similares a las nuestras
Sin embargo, la motivación propia del cristiano es diferente. El sentido de
la vocación se descubre con más claridad examinando los cinco valores de
la vocación común o bautismal y los niveles de la vocación.
Los cinco valores vocacionales. Se pueden señalar cinco valores que son
esenciales en toda vocación cristiana. Por eso les llamaremos los valores
vocacionales. Pertenecen a todos los creyentes: la unión con Dios, el
seguimiento de Cristo, la pobreza, la castidad y la obediencia. Vamos a
explicarlos uno por uno, desde el punto de vista del amor o caridad, que
define la espiritualidad cristiana:
La unión con Dios no es otra cosa que expresar el amor a quien es la fuente
de ese amor. Jesús vivió este valor con intensidad, pasando a veces la noche
en oración. Por su continua disposición orante muestra que es consciente del
amor recibido del Padre y que intenta corresponder a ese amor.
Efectivamente, amamos a Dios, pero no con el amor que deriva de nuestras
limitadas capacidades, sino como un eco del amor indefectible de Dios. Por
eso dice San Pablo que es el espíritu quien ora en nosotros (Rm 8,26). Un
hombre unido a Dios por medio del silencio, de la reflexión y la oración, es
un hombre más pleno y perfecto.
El seguimiento de Cristo. Este es el enfoque propio del cristiano. A un
creyente no le basta con la simple unión con Dios. Él se une a Dios por medio
de Jesucristo, a quien reconoce como Hijo de Dios. Profesa amor y adhesión
personal y profunda a la palabra de Cristo, a los ejemplos de amor de Cristo,
a su presencia amorosa en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía. El
amor lleva naturalmente a la imitación de los valores que existen en aquél a
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

quien amo. Cuando una persona se decide a reproducir en sí mismo los


rasgos de Cristo (Gal 4,19), ya se encamina hacia su propia plenitud personal,
porque en la persona de Jesús reconoce al modelo de hombre, al hombre
perfecto.
La pobreza. Es el tercer valor vocacional. Consiste en lograr una libertad
suficiente ante los bienes materiales, de modo que su posesión y su uso no
esclavicen al hombre, sino que se muestre en medio de to-das las cosas como
dueño de sí mismo. El creyente sabe en qué consiste el recto uso de los
bienes. Nunca pone los objetos materiales por encima de las personas, al
contrario, sabe poner en práctica el consejo del Señor: con el injusto dinero,
gánense amigos que los reciban en el cielo (Lc 16,9). La pobreza consiste en
un modo de amar. Sé amar usando los bienes materiales, porque
gestionándolos, hago el bien a todos, llenando su corazón de gratitud y de
vida.
La castidad. Este valor vocacional consiste en la integración de la
sexualidad en la personalidad. Hay castidad cuando la persona, por medio
del lenguaje sexual, transmite el mismo mensaje que comunica por el
lenguaje afectivo y racional. No hay rupturas notables en su interior, porque
todo se haya en vías de ser integrado en una única personalidad. La persona
casta sabe amar más, y quien sigue a Jesús por el camino de la castidad
aprende a amar con profundidad cada día. La castidad hace más pleno al
hombre porque le ayuda a transmitir con su cuerpo y su sexualidad el mismo
mensaje amoroso que anhela transmitir con su afecto y su razón. La castidad
es también una virtud cristiana. Traduzco en mi cuerpo y mi sexualidad la
caridad que procede de Dios.
La obediencia. Es el quinto y último de los valores vocacionales. Consiste
en poner por encima de la propia voluntad otros intereses mayores. Esto se
hace movido por el amor. La obediencia puede entenderse como una serie
de cuatro círculos concéntricos. El primero envuelve e interpreta a los demás,
y representa a la voluntad de Dios; ningún buen cristiano es rebelde ante lo
que comprende como voluntad de Dios. El segundo círculo es el de las
necesidades del prójimo; a través de ellas descubrimos lo que Dios nos está
pidiendo; soy obediente cuando permanezco disponible ante las necesidades
de los de-más. El tercero, es el de las necesidades comunitarias; me sé
perteneciente a una comunidad cristiana y estoy dispuesto a ofrecerme para
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

lo que en ella es una necesidad. Por último, el cuarto círculo representa a la


autoridad dentro de esa comunidad; obedezco a un superior porque acepto
que él interpreta de un modo cualificado la voluntad de Dios y las
necesidades comunitarias. Una persona disponible y obediente es más plena
y más libre. Su plena disponibilidad es una manifestación del amor siempre
dispuesto de Dios.
Los cinco valores vocacionales se pueden resumir de la siguiente manera:
La unión con Dios es como la cancha de juego. Desde este valor se interpreta
todo lo demás. Ninguna cosa es admisible si me separa del amor de Dios. El
seguimiento de Cristo es como el enfoque propio. El creyente lo interpreta
todo desde su amor personal a Cristo y desde su afán de imitar su ejemplo.
La pobreza, la castidad y la obediencia son caminos concretos, en cada uno
de ellos se muestra que el amor de Dios es vivo y actuante en el creyente.
Como se puede observar el amor está a la base de la interpretación cristiana
de la vida... y es perfectamente accesible a todos.
Ahora bien. Los valores vocacionales de la unión con Dios, la pobreza, la
castidad y la obediencia, tal como han sido explicados, no sólo son vividos
por los cristianos. Las personas de otras religiones y otras culturas también
los viven. ¿Quién puede dudar, por ejemplo, del régimen de castidad y de
pobreza de un monje del Tibet? Ellos en muchas ocasiones harán realidad
estos valores incluso con mayor perfección que un cristiano. Por eso, lo que
hay que subrayar es el elfo-que propio, es decir, el amor personal a Jesucristo
y su seguimiento. Es precisamente lo que hemos hecho al definir la vocación
como una gracia. La vocación en sentido cristiano sólo se entiende desde la
amistad personal con Jesús.
Ahora se entiende mejor que la vida cristiana es una propuesta abierta;
que no abriga pretensiones de superioridad sobre los demás, antes al
contrario, tiende a respetar y valorar profundamente la búsqueda vocacional
que existe en otras culturas y otras religiones. El hecho de que esto se
reconozca, constituye una gran exigencia para el cristiano.
La vocación es una experiencia que engloba la personalidad. Todo el
hombre y toda su vida se pone en juego ante el llamado de Cristo. Así se
pueden describir cuatro niveles de comprensión y de vivencia de la vocación:
El nivel humano El primer y fundamental llamado que experimentamos
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

es el llamado a ser hombres y mujeres. Se trata de asumir de manera


consciente y libre la propia naturaleza humana. Hemos sido llamados por
Dios a la vida, al desarrollo personal, a una personalidad integral. Los
cristianos en-tendemos este llamado como una gracia, es decir, como un don
de Dios. El proyecto de Dios consiste en eso: que lleguemos a ser hombres
en plenitud. Y pedimos la ayuda del Espíritu Santo para ir consiguiendo,
poco a poco, este ideal.
Dice profundamente el Concilio Vaticano II: Cristo muestra al hombre lo
que es el hombre, y así le descubre la sublimidad de su vocación (G.S. 22).
Si algo llama la atención de la persona de Jesús, de su modo de vivir y de
morir, es precisamente su perfección humana. Reconocemos en Jesús al
modelo de hombre perfecto que todos estamos llamados a ser.
Vivir con conciencia el nivel humano de la vocación implica comprenderse
a sí mismo siempre como persona en camino, que se está haciendo, y no
como alguien ya completo, ya perfecto. Es aceptar el reto de un continuo
crecimiento y maduración; es buscar el equilibrio y anhelar la más plena
realización de todas las dimensiones de la persona.
El nivel humano de la vocación incluye también una perspectiva
comunitaria. Se trata de establecer relaciones humanas ricas y armónicas, de
caminar hacia un estilo de convivencia fraterna, de afrontar la dimensión
política de la existencia, de crear caminos para la justicia y la paz.
Hay que decir que ser seguidor de Jesucristo exige, primera y
fundamentalmente, aceptar el reto de llegar a ser hombre en plenitud. De
modo que la conciencia de la fe lleva inmediatamente a la conciencia de los
valores humanos y a la necesidad de conseguir un desarrollo personal
adecuado. Nada más lejano de la vida cristiana que ese hombre disminuido,
apocado, desequilibrado, que ha caricaturizado triste-mente al hombre
religioso. La formación humana está a la base de cualquier proyecto
vocacional, y se hace especialmente presente en las casas de formación para
el sacerdocio o la vida consagrada.
El nivel cristiano. Somos llamados por Dios a la fe y a la conversión, a
vivir en el marco del Reino de Dios y a construirlo con nuestro trabajo de
cada día. Este nivel consiste en aceptar a Jesús como el Hijo de Dios y a
establecer con él una relación personal de amor y seguimiento.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

Partimos de la conciencia de que este amor no ha brotado de nuestra


propia iniciativa, sino del mismo Señor: No me eligieron ustedes a mí, fui yo
quien los elegí a ustedes. Y los he destinado para que vayan y den fruto
abundante y duradero (Jn 15, 16). La experiencia del seguimiento de Jesús es
una experiencia de fe. No se trata de una mera búsqueda religiosa, ni de una
inclinación natural por los valores trascendentes, sino de un amor viva y
realmente experimentado, que ha irrumpido en la vida de la persona y le
muestra un nuevo modo de ser y de vivir. El creyente es siempre un testigo
del amor personal de Jesús.
El nivel cristiano de la vocación implica antes que nada la apertura a la
vida de la gracia. El creyente se descubre a sí mismo como discípulo del Señor
y por ello vive una continua amistad con él, que se renueva en la
participación en los sacramentos.
Pero este dato fundamental se complementa con el camino huma-no que
el hombre emprende para llegar a ser discípulo, y contiene dos elementos
básicos: la oración y el acompañamiento. La fe y la conversión implican un
continuo abrirse a la Palabra de Dios por medio de la oración. Jesús mismo
recorrió un camino perseverante de oración, por el que llegó a comprender
la voluntad del Padre y enseñó a los discípulos este valor. El discípulo tiene
también la necesidad de una instancia clarificadora en su camino de fe, de
un acompañante.
La vocación cristiana tiene también su dimensión comunitaria. El hombre
se sabe llamado a participar en una comunidad que tiene como centro la
liturgia y la oración y emprende tareas evangelizadoras. El discípulo es un
hombre comunitario, capaz de compartir la vida con los demás hermanos e
inclinado a trabajar en equipo. Nada más contrario a la vocación cristiana
que u afán individualista o protagónico.
El nivel cristiano de la vocación es también llamado “vocación común”,
porque contiene los cinco valores vocacionales que se han explicado y
pertenecen a la fe bautismal. Esta vocación común no está completa si no se
especifica en el siguiente nivel.
El nivel específico. En este nivel la vocación adquiere un nombre propio.
En la iglesia existen tres vocaciones específicas: la de los laicos y laicas, la de
los religiosos y religiosas y la de los ministros ordenados. Habitualmente se
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

utiliza el término “vocación” para referirse a la vocación común, y se recurre


al plural “vocaciones” para referirse a las vocaciones específicas. Estas tres
vocaciones se explicarán ampliamente más adelante.
Ahora lo que más interesa es dejar muy claro que existe este nivel de la
vocación, y que es necesario cultivarlo y catequizarlo. Es deseable que todos
los cristianos puedan dar plena razón de su vocación, la comprendan y la
sepan explicar, para que también la puedan vivir con un mayor grado de
intencionalidad y de libertad. Por aquí se puede entrever la importancia de
una adecuada catequesis vocacional dirigida a todos los creyentes, y especial-
mente a los jóvenes cristianos.
Pueden existir personas e instituciones que participan de dos vocaciones
específicas. En concreto está el caso de los religiosos que además son
ordenados. El derecho distingue entre instituciones religiosas laica-les y
clericales. En el proceso formativo de estas vocaciones se distingue
claramente cómo lo primero es ser religioso y hacer la correspondiente
profesión, y lo segundo es ser ordenado. Sin embargo hay que señalar que
los religiosos que a la vez son clérigos están obligados a participar de la vida
del presbiterio.
El nivel institucional. Toda vocación se vive en la pertenencia a una
institución concreta, con sus grandes valores y también con sus re-tos y
deficiencias. No se puede dejar de lado esta realidad. Las instituciones
vocacionales ofrecen los medios para el acompañamiento, la formación y el
discernimiento de la vocación específica. Ofrecen cauces concretos que se
han ido tejiendo en relación con la realidad. Las instituciones vocacionales
son parte de la Iglesia. Participan de su sentido divino y del misterio de Cristo
presente en ella, pero también de sus condiciones humanas, históricas,
limitadas.
Son instituciones vocacionales un presbiterio, una orden o congregación
religiosa, un instituto secular, una sociedad de vida apostólica, una
asociación de vírgenes consagradas, etc. La pertenencia a una institución no
es algo de poca importancia. Toca el corazón de la experiencia vocacional
por medio de un carisma específico y promueve un estilo legítimo para vivir
la vocación específica. Además, crea vínculos jurídicos, históricos y afectivos.
Cada persona vive su vocación en una institución determinada.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

El matrimonio es también, a su nivel, una verdadera institución, tanto en


el plano civil como en el religioso. Un matrimonio cristiano es ámbito donde
se cuida y sostiene la vocación de los esposos, y también donde se educa y
posibilita la vocación de los hijos y de otras personas que participan de la
familia. Por ello ha recibido el nombre de iglesia doméstica.
Las instituciones vocacionales son primeramente instituciones de Iglesia.
No son entes independientes. Están puestas para la edificación de la Iglesia y
se arraigan en las distintas Iglesias particulares o diócesis, a las que deben
enriquecer con los dones y carismas que han recibido de Dios.
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Vocación laical (Textos)


Ejercicio

Indicaciones:
Lee detenidamente estos textos que se refieren a los laicos, e intenta
localizar las frases que expresan:
 Su origen.
 Su función propia.
 Las formas de vida que adopta.
 Las tareas que los caracterizan.

"Los cristianos seglares obtienen el derecho y la obligación del apos-tolado


por su unión con Cristo Cabeza. Ya que insertos por el bautismo en el Cuerpo
místico de Cristo, robustecidos por la Confirmación en la fortaleza del Espíritu
Santo, son destinados al apostolado por el mismo Señor. Se consagran como
sacerdocio real y gente santa (I Pe 2,4-10) para ofrecer hostias espirituales por
medio de todas sus obras, y para dar testimonio de Cristo en todas las partes
del mundo. La caridad, que es como el alma de todo apostolado, se comunica
y mantiene con los sacramentos, sobre todo de la Eucaristía" AA.3.
"El carácter secular es propio y peculiar de los laicos. Los que recibieron el
orden sagrado, aunque algunas veces pueden tratar asuntos seculares, incluso
ejerciendo una profesión secular, están ordenados principal y directamente al
sagrado ministerio, por razón de su vocación particular, en tanto que los
religiosos, por su estado, dan un preclaro y eximio testimonio de que el
mundo no puede ser transfigurado ni ofrecido a Dios sin el espíritu de las
bienaventuranzas. A los laicos pertenece por propia vocación buscar el reino
de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales. Viven en
el siglo, es decir, en todas y cada una de las actividades y profesiones, así
como en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social con las que su
existencia está como entre-tejida. Allí están llamados por Dios a cumplir su
propio cometido, guiándose por el espíritu evangélico, de modo que, igual
que la levadura, contribuyan desde dentro a la santificación del mundo y de
este modo descubran a Cristo a los demás, brillando, ante todo, con el
testimonio de su vida, fe, esperanza y caridad" LG.31.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

"Los seglares, cuya vocación específica los coloca en el corazón del mundo
y a la guía de las más variadas tareas temporales, deben ejercer por lo mismo
una forma singular de evangelización. Su tarea primaria e inmediata no es la
institución y desarrollo de la comunidad eclesial -esa es la específica función
de los pastores- sino el poner en práctica todas las posibilidades cristianas y
evangélicas escondidas, pero a la vez ya presentes y activas en las cosas del
mundo. El campo de su actividad evangelizadora es el vasto y complejo
mundo de la política, de lo social, de la economía, y también de la cultura,
de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios de
comunicación de masas, así como otras realidades abiertas a la evangelización,
como el amor, la familia, la educación de los niños y jóvenes, el trabajo
profesional, el sufrimiento.
Cuantos más seglares haya impregnados del evangelio, responsables de
estas realidades y claramente comprometidos con ellas, competentes para
promoverlas y conscientes de que es necesario desplegar su plena capacidad
cristiana, tantas veces oculta, tanto más estas realidades -sin perder ni sacrificar
nada de su coeficiente humano, al contrario, manifestando una dimensión
trascendente, frecuentemente desconocida- estarán al servicio de la
edificación del reino de Dios y, por consiguiente, de la salvación de Cristo
Jesús" Evangeli Nuntiandi 70.
“La novedad cristiana es el fundamento y el título de la igualdad de todos
los bautizados en Cristo, de todos los miembros del Pueblo de Dios... En razón
de la común dignidad bautismal, el fiel laico es corresponsable, junto con los
ministros ordenados y con los religiosos y las religiosas, de la misión de la
Iglesia. Pero la común dignidad bautismal asume en el fiel laico una
modalidad que lo distingue, sin separarlo, del presbítero, del religioso y de la
religiosa. El Concilio Vaticano II ha seña-lado esta modalidad en la índole
secular... Precisa-mente para poder captar completa, adecuada y
específicamente la condición eclesial del fiel laico es necesario profundizar el
alcance teológico del concepto de la índole secular a la luz del designio
salvífico de Dios y del misterio de la Iglesia... La Iglesia, en efecto, vive en el
mundo, aunque no es del mundo, y es enviada continuar la obra redentora
de Jesucristo; la cual, al mismo tiempo que mira a la salvación de los hombres,
abarca también la restauración de todo el orden temporal. Ciertamente todos
los miembros de la Iglesia son partícipes de su dimensión secular; pero lo son
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

de formas diversas. En particular, la participación de los fieles laicos tiene una


modalidad propia de actuación y de función, que, según el Concilio, es
“propia y peculiar” de ellos. Tal modalidad se designa con la expresión
“índole secular” Ch.L.15.
La vocación laical
Un laico es aquel fiel cristiano que no es sacerdote ni religioso. Esta
distinción negativa, utilizada por el Concilio Vaticano II 2, sirve como primera
aproximación. Pero la vocación laical es algo más que un "no ser". Exige,
como las otras vocaciones, la opción vital por unos valores vocacionales
determinados que marcarán la vida del llamado.
El fundamento de toda vocación son los sacramentos de la iniciación
cristiana: el bautismo, la confirmación y la eucaristía. Esto se afirma
especialmente de los laicos. Con estos sacramentos, la persona se inicia en el
camino de la fe. Hace la opción fundamental de seguir a Jesucristo; queda
incorporado a su Cuerpo, que es la Iglesia; participa, de este modo, en la
triple función sacerdotal, profética y real de Cristo. El Espíritu infunde,
además, en los laicos sus dones, para que desempeñen con fidelidad la tarea
que les corresponde, tanto en al ámbito de la Iglesia como en el mundo.
Es frecuente que los laicos no tengan conciencia de su propia vocación.
Necesitan hacer una opción clara por vivir los valores del evangelio en medio
de las realidades del mundo, con la fuerza del Espíritu. Los laicos, en cuanto
consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, son llamados y enviados
para que produzcan los mejores frutos (Cfr. AA, 4). El Espíritu les confiere los
dones necesarios para las circunstancias que conforman sus vidas.
La misión del laico se nos presenta con claridad en los documentos de la
Iglesia, muy especialmente a partir del Concilio Vaticano II. Un texto clave
está en L.G. 31: El carácter secular es propio y peculiar de los laicos... A los
laicos pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios tratando y
ordenando, según Dios, los asuntos temporales. Viven en el siglo, es decir, en
todas y cada una de las actividades y profesiones, así como en las condiciones
ordinarias de la vida familiar y social con las que su existencia está como
entretejida. Allí están llamados por Dios a cumplir su propio cometido,
guiándose por el espíritu evangélico, de modo que, igual que la levadura,

2 Cf. Lumen Gentium, n. 41.


Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

contribuyan desde dentro a la santificación del mundo y de este modo


descubran a Cristo a los demás, brillando, ante todo, con el testimonio de su
vida, fe, esperanza y caridad.
Esta definición se complementa con la que dio Pablo VI en el n. 70 de la
Evangeli Nuntiandi: Los seglares, cuya vocación específica los coloca en el
corazón del mundo y a la guía de las más variadas tareas temporales, deben
ejercer por lo mismo una forma singular de evangelización. Su tarea primaria
e inmediata no es la institución y desarrollo de la comunidad eclesial -esa es
la específica función de los pastores- sino el poner en práctica todas las
posibilidades cristianas y evangélicas escondidas pero a la vez ya presentes y
activas en las cosas del mundo. El campo de su actividad evangelizadora es el
vasto y complejo mundo de la política, de lo social, de la economía, y
también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional,
de los medios de comunicación de masas, así como otras realidades abiertas
a la evangelización, como el amor, la familia, la educación de los niños y
jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento. Cuantos más seglares haya
impregnados del evangelio, responsables de estas realidades y claramente
comprometidos con ellas, competentes para promoverlas y conscientes de
que es necesario desplegar su plena capacidad cristiana, tantas veces oculta y
asfixiante, tanto más estas realidades, sin perder ni sacrificar nada de su
coeficiente humano, al contrario, manifestando una dimensión trascendente,
frecuentemente desconocida, estarán al servicio de la edificación del reino de
Dios y, por consiguiente, de la salvación de Cristo Jesús
Intentemos hacer una definición breve: Laico es aquel fiel cristiano que ha
optado por seguir a Cristo desde las condiciones y compromisos ordinarios
de la vida familiar, profesional y social, ejerciendo su apostolado en medio
del mundo a la manera de fermento, como la levadura en la masa.
Los laicos, pues, están llamados por Dios para que, desempeñando su
propia profesión, guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la
santificación del mundo desde dentro. Esto se expresa, en una palabra: la
secularidad. Es propio del laico animar y ordenar las realidades temporales,
para que se transformen continuamente según Cristo. Por ello su misión,
como parte activa en la vida de la Iglesia, se extiende a ser testigos de Cristo
en todo momento en medio de la sociedad.
Sin la vocación laical, la Iglesia perdería su dimensión fundamental: el ser-
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

para-el-mundo. Cristo, el Señor, se supo enviado al mundo, para que el


mundo tenga vida. Y el Hijo envía constantemente a la Iglesia para que
anuncie el Reino de Dios, instaurando ya los valores evangélicos en el mundo
presente. Por ello, todas las vocaciones tienen una relación esencial con el
mundo actual en el que viven.
Los laicos hacen real esa dimensión secular de la Iglesia: enviados al mundo
para hacer de él un cielo y una tierra nuevos, son signo del amor con que
Dios ha creado y sostiene todas las cosas. Son signo de Cristo, que tomó
nuestra condición humana y se comprometió totalmente en la vida de los
hombres, en las realidades del mundo.
La vocación laical admite una gran amplitud de formas de vida: la soltería
o el celibato; el matrimonio y la vida familiar; la viudez; los diferentes oficios
y profesiones; la consagración en institutos seculares., la misión ad gentes...
Las formas de vida son importantes para ellos porque representan caminos
muy concretos para la secularidad.
Así pues, hay que desterrar la idea de que un "laico comprometido" es sólo
aquel que está trabajando en la parroquia: da catequesis, proclama las
lecturas en la liturgia... Es cierto que estos apostolados son también un deber
de los laicos. Pero no el único ni el fundamental. El ejercicio de las
actividades políticas, sociales, culturales, económicas, artísticas, profesionales
y familiares, es el campo donde el laico debe desempeñar principalmente su
función. Son, pues, actividades extra eclesiales, de cara al mundo al que
sirven y al cual quieren transformar. Conviene señalar el papel importante
que están llamados a realizar en las estructuras sociales, nacionales e inter-
nacionales, defendiendo la libertad, la justicia, la vida, la naturaleza... Todas
ellas son de enorme importancia para la Iglesia, porque son un instrumento
de primer orden para evangelizar la cultura. Quienes llevan a cabo esta tarea
con coherencia y fidelidad, son laicos verdaderamente comprometidos y
están viviendo su vocación laical en plenitud.
Además de esto, los laicos tienen su puesto al interior de la Iglesia. En ella
colaboran ejerciendo diversos oficios y ministerios. En el ámbito de la
Palabra, podrán ocuparse de la catequesis y de la educación en la fe, así
como de algunas encomiendas evangelizadoras, como la predicación o las
misiones populares. En el servicio de la caridad, apoyando a las instituciones
de acción social o de promoción de las personas y obras de caridad.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

Colaboran en la administración de los bienes de la Iglesia. En la liturgia,


ejercen los ministerios laicales de lectores y acólitos, organizan las
celebraciones desde las comisiones de liturgia, son ministros extraordinarios
de la comunión... Parece importante también que los laicos colaboren en los
diversos organismos eclesiales, como son el consejo pastoral, el consejo de
asuntos económicos, comisiones de liturgia, organismos diocesanos... de tal
manera que desempeñen esas funciones que les son propias desde su
preparación, experiencia o conocimiento.
Los ministerios laicales son siempre sectoriales y temporales. Precisamente
para que los laicos no descuiden sus tareas seculares. Estas tareas intra
eclesiales deberán ser la manifestación comunitaria de una respuesta viva al
llamado de Dios en medio de las realidades temporales, en el esfuerzo diario
por hacer de este mundo, un mundo mejor.
Vocación a la vida religiosa (textos)
Ejercicio

Indicaciones:
Lee detenidamente estos textos que se refieren a los religiosos y religiosas,
e intenta localizar las frases que expresan:
 Su origen.
 Su función propia.
 Las formas de vida que adopta.
 Las tareas que los caracterizan.

"Los religiosos, también ellos, tienen en su vida consagrada un medio


privilegiado de evangelización eficaz. A través de su ser más íntimo, se sitúan
dentro del dinamismo de la Iglesia, sedienta de lo absoluto de Dios, llamada
a la santidad. Es de esta santidad de la que ellos dan testimonio. Ellos encarnan
la Iglesia deseosa de entregarse al radicalismo de las bienaventuranzas. Ellos
son por su vida signo de total disponibilidad para con Dios, la Iglesia, los
hombres.
Por esto asumen una importancia especial en el marco del testimonio que...
es primordial en la evangelización. Este testimonio silencioso de pobreza y de
desprendimiento, de pureza y de transparencia, de abandono en la
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

obediencia puede ser, a la vez que una interpelación al mundo y a la Iglesia


misma, una predicación elocuente, capaz de tocar incluso a los no cristianos
de buena voluntad sensibles a ciertos valores”. Evangeli Nuntiandi, 69.
"La profesión de los consejos evangélicos aparece como un distintivo que
puede y debe atraer eficazmente a todos los miembros de la Iglesia a cumplir
sin desfallecimiento los deberes de la vocación cristiana. Por-que, al no tener
el pueblo de Dios una ciudadanía permanente en este mundo, sino que busca
la futura, el estado religioso, que deja más libres a sus seguidores frente a los
cuidados terrenos, manifiesta mejor a todos los presentes los bienes celestiales
-presentes incluso en esta vida- y sobre todo da un testimonio de la vida nueva
y eterna conseguida por la redención de Cristo y preanuncia la resurrección
futura y la gloria del reino celestial". Lumen Gentium, 44.
"La vocación religiosa es un gran problema de nuestros tiempos... Es
necesario reafirmar con fuerza que dicha vocación religiosa pertenece a la
plenitud espiritual que el mismo Espíritu Santo suscita y plasma en el pueblo
de Dios. Sin las órdenes religiosas, sin la vida consagrada por me-dio de los
votos de castidad, pobreza y obediencia, la Iglesia no sería plenamente ella
misma". Juan Pablo II a los superiores generales, 24-IX-78.
"Los consejos evangélicos son consagraciones para el seguimiento y para su
doble estructura místico-política. 1) La pobreza como virtud evangélica es la
protesta contra la dictadura del tener y del poseer o de la pura
autoafirmación. Impele a la solidaridad práctica con aquellos pobres para
quienes la pobreza no es en absoluto una virtud, sino una situación vital y
una imposición social. 2) La castidad como virtud evangélica es expresión de
un radical sentido aprehendido y de un inextinguible anhelo por el "día del
Señor". Empuja a la ayuda solidaria a aquellos para quienes ser célibes significa
soledad, "no tener a nadie", para quienes el celibato no es ninguna virtud,
sino destino de la vida; la castidad como virtud evangélica empuja a ponerse
al lado de los que son cercados por la ausencia de esperanza y por la
resignación. 3) La obediencia es la entrega radical y sin cálculos de la vida al
Dios Padre que levanta y libera. Lleva a la cercanía práctica para con aquellos
para quienes la obediencia es señal de sometimiento, de minoría de edad y
de humillación" J. B. Metz, Las órdenes religiosas, Herder, Barcelona, 1978,
pp. 103 s.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

“Cuantos han sido llamados a seguir a Cristo “más de cerca” en la forma


característica de la vida consagrada, han hecho de Él el todo de su existencia.
En su llamada está incluida la tarea de dedicarse totalmente a la misión, mas
aún, la misma vida consagrada, bajo la acción del Espíritu Santo, que es la
fuente de toda vocación y de todo carisma, se hace misión, como lo ha sido
la vida entera de Jesús. La profesión de los consejos evangélicos, al hacer a la
persona totalmente libre para la causa del Evangelio, muestra también la
trascendencia que tiene para la misión. Se debe pues afirmar que la misión es
esencial para cada instituto, no solamente en los de vida apostólica, sino
también en los de vida contemplativa. En efecto, antes que en las obras
exteriores, la misión se lleva a cabo en el hacer presente a Cristo en el mundo
mediante el testimonio personal. ¡Este es el reto, éste es el quehacer principal
de la vida consagrada! Cuanto más se deja conformar a Cristo, más lo hace
presente y operante en el mundo para la salvación de los hombres Vita
consecrata Nº 72.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

La vocación a la vida religiosa


La vocación religiosa es algo esencial en la vida de la Iglesia, un valor
irrenunciable. En este sentido es insistente el documento resultante del sínodo
sobre este tema: Vita Consecrata. Supone un don que el Espíritu Santo hace a
la Iglesia y le ayuda a ser ella misma en las diversas circunstancias de la historia.
Pablo VI, en el n. 69 de la Evangeli Nuntiandi, explica el origen eclesial de
la vida religiosa: Los religiosos, también ellos, tienen en su vida consagrada
un medio privilegiado de evangelización eficaz. A través de su ser más íntimo,
se sitúan dentro del dinamismo de la Iglesia, sedienta de lo absoluto de Dios,
llamada a la santidad. Es de esta santidad de la que ellos dan testimonio. Ellos
encarnan la Iglesia deseosa de entregarse al radicalismo de las
bienaventuranzas. Ellos son por su vida, signo de total disponibilidad para
con Dios, la Iglesia y los hombres. Por esto asumen una importancia especial
en el marco del testimonio que... es primordial en la evangelización. Este
testimonio silencioso de pobreza y de desprendimiento, de pureza y de
transparencia, de abandono en la obediencia puede ser, a la vez que una
interpelación al mundo y a la Iglesia misma, una predicación elocuente, capaz
de tocar incluso a los no cristianos de buena voluntad sensibles a ciertos
valores.
Los religiosos y religiosas encarnan y concretan, algo que la Iglesia está
llamada a vivir en su conjunto. Son un símbolo de la tensión espiritual que
debe caracterizar a todos los creyentes: tensión evangeliza-dora, tensión hacia
la santidad de vida, tensión hacia el mundo futuro. Es lo que llamamos, con
una palabra, radicalidad.
La Constitución Lumen Gentium, en el n.44, explica la función pro-pia de
la vida religiosa: La profesión de los consejos evangélicos aparece como un
distintivo que puede y debe atraer eficazmente a todos los miembros de la
Iglesia a cumplir sin desfallecimiento los deberes de la vocación cristiana.
Porque, al no tener el pueblo de Dios una ciudadanía permanente en este
mundo, sino que busca la futura, el estado religioso, que deja más libres a sus
seguidores frente a los cuidados terrenos, manifiesta mejor a todos los
presentes los bienes celestiales, presentes incluso en esta vida, y sobre todo da
un testimonio de la vida nueva y eterna conseguida por la redención de Cristo
y preanuncia la resurrección futura y la gloria del reino celestial.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

Los religiosos y religiosas son un signo de aquello que toda la comunidad


cristiana está llamada a ser. Pero no tienen pretensiones de superioridad.
Todos sabemos y ellos mejor que nadie, que la comunidad religiosa no es
perfecta. Cuando se dice en los documentos que ellos siguen más de cerca al
Señor, este “más” no se puede interpretar comparativamente, como si dijera
“más que los demás”. Hay que interpretarlo en relación a sí mismos: “más
cada día”, “cada vez más estrecha y radicalmente”. Para clarificar el sentido
de esta radicalidad puede ser útil describir algunas notas de la comunidad
religiosa:
Es una comunidad convocada por Dios, cuya existencia ha partido de la
iniciativa de él y no de la nuestra. No están juntos porque se les ha ocurrido,
para realizarse, o para llevar a cabo una obra social, sino para vivir los
valores objetivos, trascendentes y revelados que están en el centro de su vida
común. Su definición es normativa, no democrática. Por ello necesita ser
aprobada por la Iglesia. El punto de comunión son los valores, no los estilos
personales o las simpatías. Los valores están en un plano más alto, y obligan
a todos los miembros de la comunidad a levantar la vista y a interpretar
desde ellos las relaciones interpersonales y la misión apostólica.
Su corazón es la experiencia de Dios. No el orden sociológico o político,
tampoco el trabajo. Esto le exige un constante descentramiento, es decir, un
salir de sí misma hacia la cercanía de Dios, experiencia muchas veces
desconcertante porque cuenta con la complejidad de la persona y del grupo
y sobre todo con la novedad de Dios. Consecuentemente los momentos
espirituales ocupan el centro y la prioridad, o como formula el Concilio, son
cumbre y fuente de toda su actividad. Vive en torno al misterio que la
acrecienta continuamente. Es una comunidad que se edifica en la oración, en
la fracción del pan y en el servicio apostólico. Allí encuentra su fuente de
identidad.
Lo que la comunidad religiosa hace, fluye de lo que es. La actividad es
expresión y concreción de los valores que viven y postulan. Lo esencial está
en ser comunidad de trascendencia, y desde allí se interpreta la tarea. Hay
una fundamentación carismática de las actividades, de modo que lo que se
realiza es expresión de una realidad escondida y pro-funda, que es cultivada
desde el corazón por cada uno y por la comunidad. Aunque la actividad es
un complemento necesario, cuan-do un religioso deja de tener esa actividad,
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

no disminuye su identidad.
Lo esencial es ser religioso o religiosa y no ser apto o apta para una tarea.
Se sabe encontrar el lugar propio de cada uno, sin pedir más de lo que cada
persona pueden dar. En la comunidad se aprenden muchas cosas y se realizan
muchas actividades, pero ante todo se aprende a ser religioso o religiosa. La
comunidad educa, conduce y contextualiza la libertad de los individuos que
se orienta libremente hacia los valores vocacionales. Esto le da una gran
libertad para evaluar y corregir las actividades, porque la actividad ya no es
la clave de la identidad personal ni de la propia estima, sino su ser como
consagrados a Dios.
Es una comunidad de discípulos de Jesús, y por ello abierta siempre al
aprendizaje y a la novedad de la fe. El talante discipular señala hacia un
seguir más de cerca al Señor y lo posibilita. Religioso o religiosa es quien
continuamente mantiene la actitud discipular que se describe en los
evangelios: sentada a los pies del Maestro, escuchaba su palabra. La vida
personal y comunitaria es continuamente interpretada desde la escucha de
la Palabra, a la luz de la fe.
Es una comunidad profética, disponible para la proclamación de la verdad
y para el anuncio del reino de Dios. Capaz de descubrir y con-templar el don
de Cristo en las realidades cotidianas. Comunidad que cree en un futuro
mejor y lo adelanta por medio de sus actividades y sus obras. Comunidad
que invita y convoca hacia nuevos estilos de ser cristiano y de seguimiento
del Señor. Comunidad que renueva su propia manera de existir para ofrecer
un testimonio profético y humilde en medio del pueblo de Dios.
La comunidad religiosa se funda en un don espiritual. Es el carisma
fundacional. Aunque este don la define íntimamente, está destinado a la
Iglesia, para que llegue a ser ella misma. Por eso es responsabilidad de la
comunidad religiosa conocer y vivir ese carisma, para después entregarlo.
Esto es maravilloso porque está en la línea de las relaciones amorosas: lo más
valioso que tengo, soy capaz de entregarlo, porque gratuitamente lo he
recibido.
La comunidad religiosa entrega su carisma en el ámbito de la Iglesia
Particular, manteniéndose disponible ante las necesidades que en ella existen
y constituyen un reto evangelizador en la línea del carisma. El obispo es
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

intérprete cualificado de esas necesidades y tiene la misión, junto con su


presbiterio, de ayudar a la comunidad a actualizar su carisma.
Este es el fundamento de la participación de los carismas. Los laicos, los
sacerdotes y otros religiosos pueden participar del carisma de la comunidad.
Esta participación enriquece su vida espiritual, pero no deforma su propia
vocación. Participar del carisma no exige la entrega personal a las obras de
la comunidad religiosa; es más bien una participación en su espíritu que lleva
a cada uno a entregarse en su propia vocación y misión.
Los religiosos y religiosas son como una brújula que señala el camino, o
como un faro que guía en la oscuridad. Ellos muestran a toda la comunidad
que Dios es el valor absoluto en la vida del hombre. Por eso relativizan todos
esos bienes que en el mundo tienden a idolatrarse: el dinero, la autonomía,
el sexo. No desprecian estas realidades seculares, simplemente las colocan en
su justo lugar, dándoles un sentido nuevo, en el que resplandece la luz del
evangelio.
El origen de la vida religiosa es específicamente contemplativo. Así
vivieron los Padres del desierto y las primeras comunidades religiosas,
alrededor de sus maestros. Pronto se organizaron los cenobios, que so-lían
acoger a algunos eremitas. Posteriormente se erigieron monasterios, con una
regla bien establecida y éstos han sido objeto de sucesivas reformas, hasta
llegar a los modelos actuales de vida contemplativa. Esta es una gran rama
de la vida religiosa. Todas las instituciones religiosas conservan algunos
rasgos contemplativos.
A lo largo de la historia de la Iglesia, han existido muchos hombres y
mujeres que han querido abrazar la vida religiosa, pero ofreciendo a la par,
una respuesta a las necesidades que ellos encontraban en la sociedad de su
tiempo. Soluciones de urgencia para tiempos de crisis. Son los fundadores.
Ellos, animados por la fuerza del Espíritu, se sintieron impulsados a responder
a las necesidades de sus contemporáneos. Por eso, la vida religiosa fue
derivando hacia un ejercicio activo de di-versos trabajos o apostolados. Es
lo que se conoce como vida apostólica.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

Vocación al ministerio ordenado (textos)


Ejercicio

Indicaciones:
Lee detenidamente estos textos que se refieren a los ministros ordenados,
e intenta localizar las frases que expresan:
 Su origen.
 Su función propia.
 Las formas de vida que adopta.
 Las tareas que los caracterizan.

"Para apacentar el pueblo de Dios y acrecentarlo siempre, Cristo Señor


instituyó en su Iglesia diversos ministerios ordenados al bien de todo el
Cuerpo. Porque los ministros que poseen la sagrada potestad están al servicio
de sus hermanos, a fin de que todos cuantos son miembros del pueblo de
Dios y gozan, por tanto, de la dignidad cristiana tiendan todos libre y
ordenadamente a un mismo fin y lleguen a la salvación". Lumen Gentium 18.
"El Señor Jesús, a quien el Padre santificó y envió al mundo (Jn 10,36), hizo
partícipe a todo su cuerpo místico de la unción del Espíritu con que El está
ungido; puesto que en El todos los fieles se constituyen en sacerdocio santo y
real, ofrecen a Dios, por medio de Jesucristo, sacrificios espirituales, y
anuncian el poder de quien los llamó de las tinieblas a su luz admirable. No
hay pues miembro alguno que no tenga su cometido en la misión de todo el
cuerpo, sino que cada uno debe glorificar a Jesús en su corazón y dar
testimonio de El con espíritu de profecía.
Mas el mismo Señor constituyó a algunos de ellos ministros que,
ostentando la potestad sagrada en la sociedad de los fieles, tuvieran el poder
sagrado del orden, para ofrecer el sacrificio y perdonar los peca-dos, y
desempeñaran públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en
favor de los hombres, para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo, en
que no todos los miembros tienen la misma función (Rm 12,4)
El ministerio de los presbíteros, por estar unido al orden episcopal, participa
de la autoridad con que Cristo mismo forma, santifica y rige su cuerpo. Por
lo cual el sacerdocio de los presbíteros supone, ciertamente, los sacramentos
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

de la iniciación cristiana, pero se confiere por un sacramento peculiar por el


que los presbíteros, por la unción del Espíritu San-to, quedan marcados por
un carácter especial que los configura con Cristo Sacerdote, de tal forma que
pueden obrar en nombre de Cristo Cabeza". Presbiterorum Ordinis 2.
"Sois educadores de la fe, formadores de las conciencias, guías de las almas,
para permitir a cada cristiano desarrollar su vocación personal según el
evangelio, en una caridad sincera y activa, leer en los acontecimientos lo que
Dios espera de él, ocupar su lugar plenamente en la comunidad de los
cristianos, de la que vosotros sois los convocadores y los pastores, y que debe
ser misionera; para permitirle también asumir sus responsabilidades
temporales en la comunidad de los hombres de un modo conforme a la fe
cristiana. Los catecúmenos, los bautizados, los confirmados, los esposos, los
religiosos y las religiosas, individualmente o en grupo, cuentan con vuestra
ayuda específica para llegar a ser aquello que deben ser. En una palabra, todas
vuestras fuerzas están consagradas al crecimiento espiritual del cuerpo de
Cristo, cualesquiera que sean el ministerio preciso o la presencia misionera
que os estén confiados". Juan Pablo II en la catedral de Notre-Dame, 30-V-
1980.
“Jesús confiere a Pedro y a los doce poderes muy particulares sobre la
futura comunidad y para la evangelización de todos los pueblos. Después de
haberlos llamado a seguirle, los tiene cerca y vive con ellos, impartiendo con
el ejemplo y con la palabra su enseñanza de salvación, y finalmente los envía
a todos los hombres. Y para el cumplimento de esta misión Jesús confiere a
los apóstoles la misma autoridad mesiánica que le viene del Padre... Jesús
establece así un estrecho paralelismo entre el ministerio confiado a los
apóstoles y su propia mi-sión... Por tanto, los presbíteros son llama-dos a
prolongar la presencia de Cristo, único y supremo Pastor, siguiendo su estilo
de vida y siendo como una transparencia suya en medio del rebaño que se
les ha confiado (Pastores dabo vobis, 14-15).
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

La vocación al ministerio ordenado


El ministerio ordenado supone, como las otras vocaciones, los
sacramentos de la iniciación cristiana. De ellos alimenta su vida espiritual.
Esto se representa físicamente en el acto de comulgar el sacerdote antes que
los fieles: él necesita alimentarse del cuerpo del Señor para poder repartirlo
a los demás.
Se confiere por el sacramento del orden. Es importante señalar que desde
los mismos ritos de la ordenación, se subraya el origen colegial de este
ministerio: todos los presbíteros imponen las manos al nuevo presbítero,
mostrando que este don se transmite no sólo de persona a persona, sino
también de colegio a colegio. Es un ministerio de comunión y para la
comunión. Es un ministerio que se recibe del obispo y para colaborar con él
en la misión evangelizadora. Por eso es esencial la unión de los presbíteros
con el orden episcopal y la pertenencia y participación en un único
presbiterio.
La Lumen Gentium, en el n. 18, define la función de los ministros
ordenados: Para apacentar el pueblo de Dios y acrecentarlo siempre, Cristo
Señor instituyó en su Iglesia diversos ministerios ordenados al bien de todo
el Cuerpo. Porque los ministros que poseen la sagrada potestad están al
servicio de sus hermanos, a fin de que todos cuantos son miembros del
pueblo de Dios y gozan, por tanto, de la dignidad cristiana tiendan todos
libre y ordenadamente a un mismo fin y lleguen a la salvación.
El texto se refiere a “diversos ministerios ordenados” porque existen tres
grados dentro del ministerio ordenado. Los tres tienen su ori-gen en el
Espíritu de Cristo que introduce en el ministerio e estos hombres escogidos
de entre los hermanos, los llama y capacita para continuar el ministerio
apostólico de reconciliar, apacentar el Pueblo de Dios y enseñar (Cfr. PDV
15; Hech 20, 28; 1Pe 5,2). Sus funciones son las siguientes:
- El episcopado: Se le llama también sacerdocio de primer grado, en el
sentido de que es el sacerdocio en plenitud. Son los obispos, pastores
propios de la comunidad. Su nombre viene del verbo griego episcopein,
que significa vigilar, cuidar. A ellos se les ha encargado una porción del
Pueblo de Dios, para que cuiden de ella y la conduzcan. Son los sucesores
de los Apóstoles y tienen como responsabilidad conservar en las
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

comunidades cristianas la pureza y la autenticidad de la fe. Los obispos


ocupan el lugar de los Apóstoles. Han sido constituidos por el Espíritu
Santo, que se les ha dado, verdaderos maestros de la fe, pontífices y
pastores. Son el signo de unidad de la Iglesia y de la comunión entre las
Iglesias.
- Los presbíteros: Son los sacerdotes de segundo grado. Son
colaboradores directos del obispo en el cuidado de las comunidades
cristianas, que forman el conjunto de la Iglesia local. Apacientan al Pueblo
de Dios fundamentalmente por la predicación de la Palabra, la celebración
de los sacramentos y la animación de la caridad. El nombre de cura designa
la misma realidad y procede de la misión del presbítero denominada cura
de almas.
- Los diáconos: son colaboradores del obispo aunque, en una dimensión
diferente de los presbíteros. El diácono es el servidor (diakonía significa, en
griego, servicio). Se dice que ha recibido la ordenación no en or-den al
sacerdocio, sino al servicio. Esto quiere decir que su ministerio lo une
especialmente a los más pobres. Repite el rasgo de Cristo, que lava los pies
a los discípulos convirtiéndose en esclavo de todos. Es interesante saber que
el diaconado es la puerta de entrada al sacerdocio. Por ello se puede hablar
con toda verdad de la diaconía episcopal y de la diaconía presbiteral. El
obispo y el presbítero no dejan de ser diáconos y por ello continúan
destinados al servicio.
Pero sobre todo nos interesa la función que es común a todos ellos. La
Pastores Dabo Vobis dice en el n. 15 que los presbíteros son llamados a
prolongar la presencia de Cristo, único y supremo Pastor, siguiendo su estilo
de vida y siendo como una transparencia suya en medio del rebaño que se
les ha confiado. Con este sencillo enunciado se está mostrando lo más
esencial. Son la prolongación en la historia de la presencia de Cristo pastor.
El pastor es quien va delante del rebaño mostrando el camino. Jesús es el
buen pastor que da la vida por las ovejas, que se ofrece a sí mismo en
alimento. Por eso el texto insiste en que siguen su estilo de vida y en que son
como transparencia suya.
No basta con que sean ordenados y realicen unas funciones, las de-ben
realizar con un estilo bien definido: el del buen pastor. En la 1ª carta de Pedro
se describe este estilo.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

La característica fundamental del ministerio ordenado es el cuidado o


pastoreo de la Iglesia. Este cuidado debe vivirse en la comunión: todos son
corresponsables del crecimiento de la comunidad cristiana. La vida de los
presbíteros está marcada por tres relaciones. La primera, con el obispo, viene
exigida desde su mismo origen. Se llama comunión jerárquica. La segunda,
con los hermanos en el presbiterio, es la fraternidad presbiteral. La tercera,
con los fieles laicos, se llama fraternidad apostólica (cf. P.O. 7-9). Estas tres
relaciones, profundamente cultivadas, marcan la espiritualidad propia de los
ministros ordenados. Como se puede ver, en la vida sacerdotal el amor y la
comunión ocupan el centro.
Desde esta comunión-corresponsabilidad, el ministro ordenado se
convertirá en el verdadero motor de la acción misionera de la Iglesia: todo él
es-para-la-misión, en el servicio de la Palabra, de los sacramentos y de la
convocación y guía de la comunidad. Es testigo ante el mundo de los misterios
de la fe: separado como testigo, pero viviendo entre sus hermanos los
hombres confirmando a todos en la fe de la vida futura y animando su
preparación ya en este mundo. Lo hace con su propio ejemplo. Por eso se ha
unido el ministerio sacerdotal al celibato.
El ministro ordenado debe partir del hecho de que ha sido llamado y
enviado para realizar un humilde servicio en favor de la comunidad eclesial y
humana, garantizando la autenticidad de la Iglesia en la realidad de una
cultura determinada. Así será el coordinador de todas las vocaciones, carismas
y ministerios para que la Iglesia dé su verdadera imagen ante el mundo y sea
agente firme de evangelización. Por eso no cabe la separación del ministerio
ordenado de las otras vocaciones, como si fuera superior o más importante.
Su servicio sólo se entiende desde el conjunto de la Iglesia. Anima toda la
pastoral: coordina y dirige las iniciativas de todos, para que las acciones sean
eficazmente evangelizadoras.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

La armonía de las vocaciones


Ya hemos estudiado cada una de las vocaciones específicas en sus funciones
propias. Cada una de ellas tiene un cometido o finalidad en la Iglesia. Pero
hay que subrayar que todas tienen la misma dignidad. El carácter específico
de las vocaciones no se define en detrimento de la vocación común, sino en
una profunda complementariedad entre ellas. Es hermoso comprender a la
Iglesia como una armonía vocacional, en la que todos tienen algo
importante que aportar y en la que no se oponen unos ministerios a otros,
sino que se integran en un único pueblo de Dios y se complementan en
orden a la edificación de ese pueblo.
Un principio teológico simple, pero profundo, enseña que la vocación de
algunos tiene una relación esencial con la vocación de todos; y que la
vocación de todos tiene la necesidad de referirse y concretarse en la vocación
de algunos. Así, para que todos se comprometan en la secularidad, es
necesario que los laicos vivan como núcleo de su identidad cristiana el
compromiso secular; para que todos vivan radicalmente, es necesario que
los religiosos den auténticos pasos de radicalidad en el seguimiento de Jesús;
para que todos lleven en el corazón el amor al pueblo de Dios es necesario
que algunos, los ministros ordenados, se pongan totalmente a su servicio.
Esta es la noción de la comunión. En la Iglesia, la misión nos lleva a la
comunión y la experiencia íntima de la comunión nos lanza a la misión. Son
como dos fuerzas complementarias que constituyen a la comunidad cristiana.
Ya hemos señalado que las vocaciones se comprenden en clave de misión...
son misiones dentro de la Iglesia que dan continuidad y actualidad a la
misión de Jesús, el Hijo de Dios. Pero para que estas misiones se realicen con
verdadero sentido necesitan de la comunión.
En la Biblia aparece con mucha frecuencia la idea de la comunión muy
armonizada con la diversidad de ministerios y de servicios. Somos como
piedras vivas que formamos un solo edificio, como un solo cuerpo,
armónicamente integrado, como la familia de Dios, en la que todos
participan desde los dones recibidos. La Iglesia es así un cuerpo armónico, en
el que todos son importantes, en el que todos tienen un ser que aportar y
un quehacer para colaborar.
Las vocaciones son complementarias en su origen, porque todas nacen de
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

la unión con Cristo y a través de él con Dios Trinidad. Todas nacen de los
sacramentos de la iniciación cristiana. El origen común de las vocaciones nos
hace ver cómo todos bebemos en la misma fuente del Espíritu. En la Pastoral
Vocacional hay que partir del cuidado de la vocación común. En la medida
en que se cultiva la iniciación cristiana, en que se hacen verdaderos cristianos,
en esa medida también tendremos personas llamadas a una función
específica dentro de la comunidad. En la Iglesia antigua se cuidaba mucho la
iniciación y de entre los que ya estaban iniciados se llamaba a las personas
para ejercer diversos servicios. Con el tiempo se fue descuidando la
formación de todos los cristianos, y se concentraron los esfuerzos en la
formación de algunos: los sacerdotes y religiosos. Pero a partir del Concilio
Vaticano II se ha vuelto a insistir en la gran importancia del cultivo de la
vocación común.
Las vocaciones son complementarias en su función. Lo que define a cada
una de ellas, de alguna manera también lo viven los otros. Ocurre algo
similar con las partes del cuerpo: cada una tiene su función, pero participan
de la misma estructura básica y de los mismos principios. Así, la secularidad
que es propia de los laicos, constituye a la vez una característica propia de la
Iglesia en su conjunto y un valor irrenunciable para cada uno de los fieles,
sean o no laicos. La radicalidad de los religiosos nos mueve a todos a asumir
con semejante radicalidad las funciones de la propia vocación. El don que
hacen los ministros ordena-dos de su persona y de su vida en bien de la
comunidad, es repetido por todos en la Iglesia, que han de vivir con un
auténtico interés por el crecimiento de la comunidad.
Las vocaciones son complementarias en las formas de vida. Las formas de
vida son realidades humanas como el matrimonio, o la vida comunitaria.
Estas formas de vida se van conformando con la fe en la vivencia de una
vocación. Pero hay que decir con claridad que ninguna forma de vida es
superior o inferior a las demás. Para que existan personas célibes, que se
consagren en cuerpo y alma al servicio de Dios y de la comunidad, es
necesario que haya personas casadas, que vivan con fidelidad los valores
huma-nos y cristianos del matrimonio. Las formas de vida diversas son
complementarias y armónicas. Es conveniente que la pastoral vocacional y
toda la pastoral de la Iglesia haga un esfuerzo por valorar y dimensionar
algunas formas de vida que en ocasiones han sido poco valoradas, en
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

concreto la viudez, la soltería, la virginidad consagrada, la profesión...


formas extraordinariamente fecundas desde el punto de vista apostólico y
eclesial.
Las vocaciones se complementan en las tareas. Las tareas constituyen el
vasto campo de colaboración entre las distintas vocaciones. La vocación no
se identifica con las tareas, sino con algo más importante y trascendente que
es una función eclesial. Sin embargo, las tareas constituyen el campo de
ejercicio de la vocación. No es lícito enfrentar las tareas, como si los que han
sido llamados tuvieran que competir para conservar sus campos de acción.
Sucede todo lo contrario: las tareas y la acción apostólica o social son el
ámbito de la colaboración práctica y de la comunión efectiva. En la
realización de una tarea concreta, los religiosos subrayan la dimensión de la
radicalidad, los laicos la de la secularidad y los ministros ordenados la de la
eclesialidad. Hay campos preciosos de colaboración: la parroquia, la pastoral
educativa, la pastoral de la salud. En estos campos todos tienen algo que
aportar.
El mejor aporte que cada uno de los fieles cristianos puede hacer a la
Iglesia es la vivencia alegre y profunda de su propia vocación. En la medida
en que todos ocupen adecuadamente su lugar, la comunidad llega a ser lo
que debe ser. Por esta misma razón son todos responsables del fomento y
cuidado de todas las vocaciones... como en un equipo, como en una familia.
Esto supone el conocimiento y la valoración de las demás vocaciones en la
Iglesia. Lo más contrario a la complementariedad vocacional es el espíritu de
competencia, de rivalidad, o los prejuicios en torno a las vocaciones, eso que
san Pablo señalaba como obras de la cerne. Hacer pastoral vocacional es
también dar a conocer la diversidad de vocaciones en su propio valor y en
su armonía eclesial. Por esta razón se tiende a constituir equipos mixtos de
pastoral vocacional, en los que participan los laicos, los religiosos y los
ministros ordenados en una sola acción vocacional.
La complementariedad de las vocaciones tiene un profundo fundamento
teológico. Teológicamente las vocaciones se contra distinguen y se
complementan, porque constituyen modos de ser dentro del único modo de
ser que es la vida cristiana.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

Las formas de vida


Además de las vocaciones específicas, están las formas de vida. Son
realidades humanas, que existen en otras culturas y religiones, y sin embargo,
son interpretadas desde la fe y la vocación cristiana específica. Las formas de
vida más comunes son: el matrimonio, la paternidad o maternidad, la
familia, la viudez; la soltería y el celibato; la vida comunitaria y la vida
eremítica; la misión ad gentes; la profesionalidad; la vida contemplativa, la
vida apostólica y la vida mixta; la vida de equipo; la consagración secular y
la virginidad consagrada. Vamos a especificar a continuación, muy
brevemente, el sentido cristiano de cada una de estas formas de vida, para
clarificar cómo cada una de ellas debe llegar a vivirse vocacionalmente.
El matrimonio, la paternidad-maternidad, la familia, la viudez. Son cuatro
formas de vida diferentes. Que no se implican necesariamente unas a otras.
El matrimonio es interpretado por san Pablo como signo del amor radical
de Cristo por la Iglesia3, un camino para la mutua santificación de los
esposos. La paternidad y la maternidad son un reflejo y participación de la
fuerza creadora de Dios. La familia es designada con la expresión Iglesia
doméstica, que muestra la gran gama de posibilidades que la marcan. La
viudez es llamada por el Concilio continuidad de la vocación conyugal.
Tiene el sentido de una paternidad que se abre a los demás y de una apertura
profunda a la trascendencia, a la hospitalidad y al servicio. En tiempos de
san Pablo existió un orden de las viudas para las que da normas en 1Tm 5,
3-16; se ofrecen una serie de criterios importantes para comprender y vivir
mejor esta forma de vida4.
La soltería y el celibato. Soltería es la condición de la persona que aún no
ha elegido una forma de vida. Es típica de los jóvenes. El celibato es la
condición de la persona que ha decidido permanecer sol-tero. San Pablo
tiene una reflexión importante sobre los solteros en la comunidad cristiana 5.
Son quienes tienen todas sus fuerzas para servir al Señor y a los hermanos sin
distracciones. El celibato es una forma de vida extraordinaria, que exige un
acompañamiento cuidadoso y la capacidad de establecer relaciones humanas
positivas. Ha sido siempre muy valorado en la Iglesia.

3 Cfr. Ef 5, 21-33. También Equipo Animación Vocacional Sol, Vocación y matrimonio, Ed. Savsol, México, 2005.
4 Cfr. Equipo Animación Vocacional Sol, Vocación y viudez, Ed. Savsol, México, 2003.
5 Cfr. Equipo Animación Vocacional Sol, Vocación y soltería, Ed. Savsol, México, 2003.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

La vida comunitaria y la vida eremítica. La comunidad es una expresión


de la comunión de la Iglesia, un signo de lo que la Iglesia está llamada a ser.
La mayor parte de las instituciones vocacionales tiene alguna forma de vida
común. No es exclusiva de los religiosos. Tiene un gran valor el esfuerzo de
aceptación mutua y de diálogo para edificar la comunidad en la diversidad.
En ella aprenden unos de otros a vivir los valores de su propia vocación, a
ser lo que están llamados a ser. Por contraposición está la vida eremítica. Es
una vivencia solitaria de la fe que subraya la dimensión espiritual. Siempre
conlleva un modo de relación con los demás, de modo que no es
aislamiento. Es una forma de vida poco frecuente.
La misión ad gentes. Consiste en anunciar el evangelio en lugares no
cristianos o descristianizados. Se habla con frecuencia de vocación misionera,
precisamente por que se le concede un gran valor en la Iglesia. La misión es
una dimensión esencial de la fe. Pero sería más preciso decir laico-misionero,
religioso-misionero y sacerdote-misionero. La misión requiere una
preparación especial tanto para afrontar las condiciones del lugar y la lengua
como para tolerar las dificultades propias del anuncio evangélico en
ambientes difíciles. Exige un modo peculiar en la vivencia de la propia
vocación y una espiritualidad propia. Los institutos de carácter misionero
lógicamente necesitan promover las vocaciones en otras comunidades
distintas de aquellas a las que destinan su trabajo.
La profesionalidad. Es el ejercicio de una profesión o un oficio. La
profesionalidad es vivida por los religiosos y los sacerdotes, pero es
especialmente importante para los laicos. Existe una sintonía profunda entre
la identidad secular del laico y el compromiso secular en la profesionalidad.
Por la profesionalidad las personas unen su vida a un modo de relación con
el mundo, ya sea en el plano de lo material o de lo humano, que marca su
existencia. La profesionalidad es un campo precioso y amplísimo para el
compromiso de fe. Se subraya sobre todo la autonomía del campo
profesional que, al mismo tiempo, puede ser identificado con la viña que el
Señor nos ofrece para adelantar la venida de su Reino. Tiene un gran interés
definir la espiritualidad de los diferentes campos profesionales y animar el
sentido vocacional del ejercicio profesional 6.
La vida contemplativa, la vida apostólica y la vida mixta. La forma de vida
6 Cfr. Equipo Animación Vocacional Sol., Vocación y profesión, Ed. savsol, México, 2004.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

contemplativa subraya una cierta ruptura con el mundo para unirse más
profundamente al misterio de Cristo. Es muy conocido el estilo de la clausura
de las monjas o monjes contemplativos. Pero pueden existir otras maneras
de vida contemplativa. Por contraposición, la vida apostólica supone un
compromiso de apostolado en me-dio del mundo. La expresión está tomada
de los padres de la Iglesia. Por ella se referían al estilo de vida de los
apóstoles, entregados al servicio eclesial. Entre ambas se puede hablar de una
forma de vida mixta. Algunas instituciones vivieron de forma intermitente la
contemplación y el apostolado, es el caso de los pasionistas: vivían quince
días en la contemplación y quince en la misión. Las condiciones de la vida
actual ya no requieren esa separación tan rígida, pero existen muchas
instituciones religiosas que postulan en sus constituciones esta mezcla entre
estilo contemplativo y estilo apostólico.
La vida de equipo. Esta es una forma de vida que cada día es más
frecuente. Un modelo clásico es el del equipo formador en el seminario. Un
grupo de sacerdotes que comparten la vida diaria en función de una tarea
específica. El equipo sacerdotal también existe en otros apostolados. El
nuevo código de derecho canónico contempla la posibilidad de hacer
copárrocos, para facilitar esta expresión de la fraternidad presbiteral. Pero
en otros muchos ámbitos de la Iglesia el trabajo y la vida en equipo es una
realidad.
La consagración secular y la virginidad consagrada. La consagración secular
es una forma de vida relativamente nueva7. Consiste en una verdadera forma
de consagración, pero sin separarse de los compromisos temporales y de la
vida ordinaria. Es consagración para vivirse en medio de la secularidad. Los
miembros de los institutos seculares no son religiosos, viven una
consagración en las condiciones ordinarias de su vida laical: la familia, la
profesión, el trabajo, etc. Se les define adecuadamente con la metáfora
evangélica de la levadura en la masa. Existen institutos sacerdotales de
consagración secular. Las vírgenes consagradas pertenecen a un orden muy
antiguo en la Iglesia8. Son siempre de carácter diocesano, y por ello
dependen del obispo. Conservan también su carácter laical. Viven su
consagración virginal en las condiciones ordinarias de su vida. Estas dos

7 En 1941 se aprobó la erección de los institutos seculares. Pablo VI explica qué es la consagración secular: una consagración verdadera, pero puesta en
práctica en medio de la realidad secular.
8 Se explica detalladamente su función y espiritualidad en: Fuertes, E., Vírgenes consa-gradas, Ed. Atenas, Madrid, 1987.
Básico de Pastoral Vocacional Teología de la vocación

formas de vida tienen en común que pretenden iluminar el mundo desde


dentro, sin hacer una separación como la hacen los religiosos y religiosas. Los
votos en los institutos seculares son privados.
Básico de Pastoral Vocacional Práctica de la P.V.

La práctica de la pastoral
vocacional
Principios y criterios para la acción
vocacional
Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos
Institutos Vocacionales

PRINCIPIOS DE LA PASTORAL VOCACIONAL


En este momento queremos mirar de un modo concreto los principios
pastorales que rigen la acción a favor de las vocaciones. Cada comunidad
cristiana que emprenda esta acción pastoral, necesitará establecer unos
principios que proceden a la vez de tres fuentes: los da-tos revelados sobre
la vocación y las vocaciones; las exigencias de una sana psicopedagogía de
la vocación y la situación concreta de las vocaciones en cada Iglesia particular
o en un ámbito pastoral. Aquí enunciaremos un conjunto de principios más
universales que necesitan ser adaptados y reformulados desde un análisis de
la realidad.
Se llama “principios de acción” a aquellas convicciones y acuerdos de un
grupo que señalan hacia un modo más eficaz de actuar en relación con la
realidad. En nuestro caso les podemos llamar principios pastorales, porque
quieren marcar un estilo que, en las circunstancias de la Iglesia actual, parece
más recomendable, más práctico, más adaptado a las necesidades de los
jóvenes y a las exigencias de la sociedad.
Pero a la vez, este conjunto de principios, se derivan de la doctrina
vocacional que ya hemos estudiado, de modo que ayudan a proceder de tal
manera que se facilite la experiencia del llamado de Dios y se respete el
misterio de la vocación en cada una de las personas. Son los acuerdos de un
grupo que unifican su actividad. No sólo en el sentido de que los llevan a
realizar una única actividad; además les ayudan a compartir un estilo común,
Básico de Pastoral Vocacional Práctica de la P.V.

un modo de hacer, que en el caso de las actividades pastorales tiene una


gran trascendencia. Importa tanto lo que hacemos como el modo de hacerlo.
Cada equipo de pastoral vocacional deberá formular sus principios, los
cuales conviene que sean discutidos de modo que todos razonen su sentido
y sepan justificarlos, hasta llegar a formar un acuerdo. Sin embargo, puede
ser útil enunciar algunos de ellos, que serán válidos en cualquier lugar y para
cualquier acción vocacional.
1. El respeto a la acción de Dios que llama. Este es el primer y fundamental
principio. Es Dios quien llama libremente a quien quiere. Promover las
vocaciones significa ir en pos del don de Dios, respetan-do profundamente
sus designios. Este respeto grande a la vocación conviene infundirlo en los
padres de familia, en los maestros y forma-dores, en los mismos candidatos.
Se excluyen tácticas poco respetuosas de las personas como son:
 La manipulación. Consiste en coaccionar de cualquier modo a los
candidatos para que ingresen o permanezcan en una casa de formación.
Hay maneras sutiles de coaccionar desde los valores religiosos, que
constituyen verdaderos atropellos a los derechos de los jóvenes.
Desgraciada-mente esto continúa siendo frecuente en la Iglesia. Es algo
inmoral, que debe ser denunciado.
 La privatización. Es impedir que los candidatos tengan un conocimiento
suficiente y amplio de las distintas opciones vocacionales que están a su
alcance, con el fin de que ingresen a la propia institución o permanezcan
en ella. No se trata de que pruebe de todo, pero sí de que se le planteen
con una actitud respetuosa, las distintas opciones en el momento en que
conviene hacerlo. Es una especie de engaño, en el sentido de que no
ofrece los datos suficientes.
 La competitividad. Consiste en presentar a la propia institución como la
mejor, la más potente o la única válida. Con frecuencia se subrayan este
tipo de visiones que pretenden colocar a la propia institución en un plano
de superioridad. Este modo de acción vocacional atenta contra la
verdadera teología de los carismas, según la cual los diversos dones son
igualmente importantes y complementarios entre sí. Es muy penoso
cuando lo que se subraya son distinciones meramente humanas, cuando
no sociológicas e incluso económicas.
Básico de Pastoral Vocacional Práctica de la P.V.

La vocación ha de percibirse siempre como un don. Respetar la acción de


Dios es al mismo tiempo respetar la libertad del candidato, que orienta sus
pasos en una dirección siguiendo la voz interior de su conciencia y guiado
por el Espíritu Santo. El promotor vocacional deberá encontrar una alegría
en mantener este respeto grande al don de Dios, incluso asumiendo el riesgo
de tener menos vocaciones por este motivo.
2. La centralidad del encuentro con Dios . Si es Dios quien llama, hay que
poner al candidato en contacto con Dios. No existe un verdadero camino
vocacional sin la práctica asidua de oración personal y comunitaria. La pasto-
ral vocacional debe asumir una enseñanza continua de la oración porque se
está proponiendo a los jóvenes un camino espiritual. La catequesis
vocacional tiene como cumbre la expresión orante oblativa A este tipo de
oración, en la que el hombre ofrece todo lo que tiene y lo que es a Dios, en
una actitud de disponibilidad absoluta, conviene conducir a los candidatos.
Hacer pastoral vocacional es enseñar a las personas a ponerse en manos de
Dios, para lo que él quiera. Es el fruto final de cualquier camino espiritual 1.
Debe ser la cumbre de toda catequesis vocacional.
Consecuentemente, la educación para la oración ocupa un puesto
prioritario en las actividades vocacionales. Toda actividad vocacional debe
incluir momentos de oración que marcan una cumbre y le dan sentido. Esta
actitud oblativa es, además, un signo de madurez personal 2.
3. El amor sincero a los candidatos. Esta es la motivación adecuada para
la pastoral vocacional. Los documentos interpretan la pastoral a favor de las
vocaciones como una acción misericordiosa, es decir, que brota del amor
compasivo, propio de Dios. Sólo quien ama auténticamente puede llamar
como Jesús llama.
Acompañar a un joven en su proceso vocacional es un verdadero acto de
misericordia. Implica ayudarle en su decisión más importante, en sus
determinaciones para el futuro, es decir, en lo más propio de su edad juvenil.
La sentencia de san Juan Bosco: por el sólo hecho de ser jóvenes los amo,

1Los grandes santos y maestros de espiritualidad conducen habitualmente hacia la oblatividad. Basta recordar el tomad, Señor, y recibid toda mi libertad
en la última contemplación de los ejercicios ignacianos; o el vuestra soy, para vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí? de santa Teresa de Jesús; o el Haz de
mí, Señor, un instrumento de tu paz de san Francisco de Asís; o el Padre, me pongo en tus manos de Charles de Foucauld. En todas estas expresiones
cumbre de la espiritualidad cristiana se unen la actitud oblativa y la más densa oración vocacional.
2 La capacidad oblativa es el sello del amor del adulto. El amor infantil consiste en de-mandar afecto, pero el adulto opta por dar sin esperar nada a
cambio. No parece posible una vocación de servicio eclesial si faltara la mínima disposición humana para un verdadero servicio.
Básico de Pastoral Vocacional Práctica de la P.V.

debería poder decirla en primera persona un promotor vocacional. En este


sentido la pastoral vocacional es un carisma. Me acerco a los jóvenes movido
por un don de Dios que se llama amor.
El amor se traduce en actitudes bien concretas. La acogida, la escucha, el
respeto, la discreción, el aliento. También en actitudes interiores: el
recuerdo, la oración por los jóvenes, la preocupación por su vida.
Desde allí se privilegia y se atiende la situación vocacional de los
candidatos, sus personas, su futuro, su felicidad. Este es el interés prioritario.
Lo más importante es que llegue a ser él mismo y sea feliz. Donde Dios quiera
y como quiera. Otros intereses pasan a segundo plano. Intereses que pueden
ser legítimos y sin embargo no responden a la necesidad del joven, como el
interés por la expansión de mi institución, o por el sostenimiento de las obras
que realiza, o el afán de éxito en mi gestión de promotor vocacional.
4. La comunión y participación que pide una pastoral vocacional realizada
desde el conjunto eclesial, desde la armonía de los carismas. Es necesario que
se realice esta acción pastoral desde una unión real y afectiva con la Iglesia
Particular, en la que nacen y se desarrollan las vocaciones.
La comunión nos lleva a amar y desear todos los bienes espirituales,
vocaciones y carismas que existen en la Iglesia, y a trabajar en su favor, para
bien de la Iglesia. Nada más lejano a este espíritu que la rivalidad o el
desinterés por los demás.
La participación se concreta en los organismos eclesiales para la pastoral
vocacional: el centro diocesano de vocaciones y el centro nacional. Se
excluye la acción con estilo de francotiradores, que mira sólo al propio bien
y a la propia institución. El proceso vocacional debe llegar a ser una escuela
de comunión para promotores y candidatos.
5. La relación fraterna. El promotor se muestra ante los candidatos no
como vocación conseguida, con aires de superioridad, sino como vocación
en camino. Antes de ser maestro o guía, es hermano en la misma fe y en la
común vocación. Por eso sabe permanecer humil-demente entre ellos.
Se postula un estilo pastoral en el que el contacto personal y el compartir
en la fe constituyen el clima básico de la pastoral vocacional. Las vocaciones
nacen y crecen en una comunidad de hermanos. Y por ello nos llevan a ser
Básico de Pastoral Vocacional Práctica de la P.V.

hermanos.
La confianza que puede existir entre candidato y promotor tiene como
base esta relación fraterna y este comprendernos todos en camino. Se invita
al candidato a compartir su vida y por ello ya desde ahora compartimos la
vida con él.
6. El testimonio de los valores evangélicos y vocacionales. Sola-mente
quien hace un intento serio por vivir los valores se hace capaz de llamar
hacia ellos. Nuevamente no se trata de un bien poseído, sino anhelado,
continuamente buscado.
Los jóvenes exigen cada vez más signos de credibilidad en sus
orientadores, que sean visibles y comprobables. La falta de credibilidad es
uno de los principales motivos de distancia con la vida consagrada en
general.
El testimonio es también comunitario: una comunidad abierta, acogedora
y alegre, donde la convivencia se da en torno a valores positivamente
vividos y compartidos. El testimonio frente a la ficción. Se trata de un valor
auténticamente vivido y no de disimular los males. El testimonio frente al
culto de la apariencia, donde se presenta la mejor cara de la institución
ocultando intencionadamente sus limitaciones. El testimonio frente a la mera
propaganda, en la que se promueve la vocación como si se tratara de colocar
un producto.
7. La vocación en situación y en cambio. Es necesario vivir y presentar la
vocación como un diálogo vital en el hoy de nuestra existencia vocacional.
No como recuerdo de historias pasadas o como reliquia que hay que
conservar.
A los jóvenes les interesa cómo estamos respondiendo hoy a las
necesidades cambiantes de nuestro mundo. Los viejos recuerdos y las
anécdotas, aunque parezcan interesantes, son percibidas como antigüedades
si no vienen avaladas y recomendadas desde un compromiso real en el
presente. Un recuerdo remoto edifica, pero una actitud de fe en el presente
conmueve.
8. La presencia liberadora de Dios y de la Iglesia, donde el punto de
atención está en las necesidades concretas de los jóvenes y más allá de ellos,
Básico de Pastoral Vocacional Práctica de la P.V.

en las necesidades sociales. No se invita al muchacho a arrastrar un barco


encallado, sino a responder de una manera viva y comprometida a las
necesidades sociales y eclesiales.
Una pastoral vocacional que hace a las personas más libres, más dueñas
de si mismas, atenta a la solidez de la formación de los jóvenes, superando
nuestros intereses de número o de sobrevivencia. Que, por ejemplo,
promueve la formación académica de los jóvenes y los deja libres para
emprender otros caminos. Que consigue que se superen las deficiencias de la
personalidad y sean más libres para caminar hacia donde ellos lo decidan.
Hacer pastoral vocacional es promover a las personas para que sean más
ellas mismas, más felices, más libres en todo sentido, también más capaces
de una entrega radical.
9. El seguimiento de los procesos completos. Se ofrece un
acompañamiento sistemático y cuidadoso, que parte de la toma de
conciencia de la vocación y facilita su clarificación, hasta llegar a una decisión
vocacional. Una organización pastoral que propone plazos y consigue
objetivos, que respeta el ritmo de maduración del candidato y lo facilita. Un
estilo pedagógico que ya busca, desde la misma pro-moción vocacional, la
formación integral.
Un estilo de promoción que cuenta con las objeciones y dificulta-des de
las familias de los candidatos y les ofrece a su vez un camino formativo para
comprender la vocación de sus hijos. No son aceptables los planteamientos
puntuales que tienen como única finalidad el ingreso en la casa de formación,
que no cuentan con la familia del candidato.
10. La invitación valiente y clara que presenta la vocación por su nombre,
y cada una de las vocaciones específicas. Tener el coraje de llamar y
provocar, de anunciar y catequizar la vocación, frente a las insinuaciones
más o menos disimuladas; frente a una pastoral juvenil que no se concreta
en procesos vocacionales.

LOS OBJETIVOS DE LA ACCIÓN PASTORAL VOCACIONAL


La definición de los objetivos de la Pastoral Vocacional es importante,
porque describen la meta hacia la que queremos llegar como agentes de
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pastoral vocacional y como equipos. Conviene distinguir los objetivos


generales, que se refieren a la base que hay que establecer para que surjan
vocaciones, y por ello remiten a los objetivos de toda evangelización y
especial-mente de la pastoral juvenil, de los objetivos particulares más
propios y específicos de la acción pastoral vocacional.
Los primeros tienen que ver con lo que el documento de puebla llama
pastoral vocacional encarnada y los segundos con lo que llama pastoral
vocacional diferenciada. Ambos elementos deben ser cuidados de modo
paralelo y complementario.
A. Objetivos generales
1. Presentar la misión evangelizadora de la Iglesia y la urgencia de su
realización. Muchos bautizados tienen la imagen de una Iglesia meramente
tradicional, envejecida, centrada en su narcisismo. Cuanto más se haga ver
que la comunidad cristiana es llamada y enviada, tanto más se estará
promoviendo el surgimiento de las vocaciones. Quizá no basta con mostrar
esta misión, sino que conviene hacer participar en ella, de modo que los
jóvenes puedan percibir la actualidad de la evangelización. El apostolado es
un ámbito precioso para el anuncio de la vocación y para su discernimiento.
2. Ayudar a todos los creyentes a tomar conciencia de la dimensión
vocacional de su existencia. Cómo toda la vida y toda la vida está abierta al
llamado de Dios y a su concreta realización en las circunstancias históricas y
sociales. La pastoral vocacional deberá incluir a todos como destinatarios de
su acción catequética vocacional, en especial a aquellos cuya vida está en
riesgo de perder el sentido o necesitan recuperarlo: los solteros, los viudos,
los profesionistas, los matrimonios.
3. Descubrir a la comunidad creyente el valor de la complementariedad
vocacional, ofreciendo un testimonio de colaboración y de mutuo aprecio
en el “nosotros” eclesial. Mostrarse las personas consagradas como equipo
haciendo patente la valoración de todas las vocaciones y la comunión que
el Espíritu Santo crea en la Iglesia. Lo contrario sería presentar un camino
vocacional como una secta o una facción, sin relación armónica con el
conjunto.
4. Facilitar a los creyentes la toma de conciencia de su responsabilidad en
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la Pastoral Vocacional. Es sorprendente el interés y esfuerzo que las personas


ponen en esta tarea cuando se les descubre que es algo que les pertenece por
su propia vocación. Responsabilidad no sólo en el ámbito de la oración por
las vocaciones, sino también en el trabajo efectivo por su promoción, su
cuidado y su sostenimiento.
B. Objetivos particulares
5. Presentar con claridad las actitudes vocacionales de Jesús, sin dejar de
lado una catequesis vocacional cristológica, sabiendo que es Jesús la
mediación vocacional fundamental. En este sentido se puede afirmar que
todo el evangelio es vocacional. Ayudar a los candidatos a caer en la cuenta
de las actitudes vocacionales de Jesús, como su intensa relación con el Padre,
su búsqueda del camino de la oración, su amor por una tierra concreta, su
entrega al servicio de los demás, especialmente de los pobres y los enfermos.
Recurrir a María como modelo vocacional. Ella es verdadera discípula de
Jesús. Iniciar en algún tipo de devoción mariana para acostumbrar a los
creyentes a recurrir a su ayuda en los planteamientos de su propio futuro.
7. Abrir espacios de oración vocacional, donde los jóvenes encuentren la
posibilidad de compartir en la fe la visión de su propio futuro, sus
planteamientos vocacionales. Es proporcionar lo que no encuentran en su
propio ambiente familiar y social: una oportunidad de silencio, de reflexión
y de oración, de contacto con los textos bíblicos vocacionales; un ámbito
comunitario de amistad en la fe, donde se comparte el anhelo de escuchar
la llamada y de responder con alegría. Un lugar y un tiempo para expresar
lo que llevan en el corazón y estimularse mutuamente en el camino de la fe.
8. Ayudar a los creyentes a descubrir la realidad concreta de la Iglesia en
los servicios que presta a los hombres y a participar en ella. Que pasen de la
sola percepción del templo y del culto al descubrimiento de los salones de
catequesis, de las visitas a los enfermos, de las obras de caridad. El hecho de
actuar y colaborar en el Iglesia es ya un planteamiento vocacional de primer
orden.
9. Clarificar el sentido de auténtica realización humana que implica la
aceptación de los valores evangélicos de servicio, entrega, y amor a los
hombres. Frente a la imagen tan común de las personas consagradas como
disminuidas, acomplejadas, empobrecidas en su dignidad. Al contrario, hacer
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ver las grandes exigencias de libertad y de madurez que exige el camino


vocacional. Esta visión prepara la opción por valores más específicos con un
sentido plenamente humano.
10. hacer descubrir a los jóvenes sus capacidades personales, y de modo
muy especial aquellas que facilitan la construcción de la Iglesia, como son la
colaboración, el servicio, la gratuidad. Descubrirles la necesidad que tiene la
Iglesia de personas que pongan todos sus talentos a funcionar en orden el
Reino de Dios. La vocación es un don de Dios que conlleva el desarrollo y
la integración de todos los dones que él mismo nos ha dado.
11. Poner en contacto con las necesidades más urgentes del en-torno
humano y eclesial, necesidades del cuerpo y del espíritu que pi-den una
pronta solución. Las necesidades de los demás están a la base de los diversos
planteamientos vocacionales a lo largo de la historia. Es proponer
experiencial menté las mediaciones históricas de la vocación. Se trata de ayu-
dar a los jóvenes a salir de sí mismos y de la vida cómoda que en muchas
ocasiones se les ha fabricado para abrir las fronteras de su percepción y de
su corazón.
12. Facilitar a toda la lectura creyente de los acontecimientos sociales,
religiosos y políticos, de modo que descubran horizontes y posibilidades
vocacionales para sí mismos. Llevar esta lectura a la dimensión grupal por
medio de la oración vocacional. Es explicitar en el plano orante y grupal la
noticia de las mediaciones históricas.
13. Ofrecer el testimonio vocacional de los santos, como modelos
concretos que la Iglesia propone a nuestra fe en un camino vocacional
específico. En nuestro momento actual contamos con medios estupendos
para presentar a los santos: textos, imágenes, biografías, anécdotas,
películas... El contacto frecuente con el testimonio de los santos clarifica las
posibilidades vocacionales concretándolas bien en personas particulares.
14. Presentar a los candidatos un abanico vocacional suficiente que
corresponda a cada etapa de su proceso. Presentar también este abanico a
todos los creyentes y a las familias de los candidatos, para que valoren todas
las vocaciones y oren por ellas. En la medida que se presenten todas las
vocaciones equilibradamente, se abrirá la posibilidad de una mayor libertad
para la opción.
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15. Facilitar a los candidatos el contacto con comunidades vivas que


representen concreciones vocacionales en la vida de la Iglesia. Un medio que
no debe faltar es el recurso a las comunidades de vida contemplativa, que
complementan los variados testimonios de compromiso y acción
apostólicos.
16. Llevar a su plenitud vocacional el proceso grupal de crecimiento en la
pastoral juvenil y educativa. Es una referencia obliga-da, la más natural y,
por ende, la más eficaz. Ofrecer a la organización de la Pastoral Juvenil la
catequesis vocacional necesaria.
17. Llamar directa y claramente, deber fundamental de todo promotor
vocacional. La llamada atrayente, sí, por el testimonio, pero también por la
palabra que provoca una reacción, que invita personal-mente a los jóvenes
a responder al urgente llamado de Dios.

LA PASTORAL VOCACIONAL EN MÉXICO


Una gracia especial. México tiene una gracia de Dios muy especial que
incide en la pastoral de las vocaciones: la profunda religiosidad de su pueblo.
Este ha sido el soporte real de tantas instituciones eclesiales y de vida
consagrada. Una religiosidad que se expresa de dos modos fundamentales:
como religiosidad popular profundamente arraigada, y como movimientos
espirituales y evangelizadores con un gran dinamismo. Es fácil constatar la
gran riqueza espiritual de México sólo comprobando que han surgido más
de 200 congregaciones religiosas femeninas. Como ejemplo de la
religiosidad popular basta con mencionar las posadas, el vía crucis, las
peregrinaciones, todo el culto a la Virgen de Guadalupe. Como ejemplo de
los movimientos evangelizadores se pueden señalar las obras y la
espiritualidad de la Cruz, los movimientos modernos como Familia
Educadora en la Fe, el Movimiento Familiar Cristiano, los cursillos de
Cristiandad, las Jornadas de Vida Cristiana, la Renovación en el Espíritu
Santo, el S.I.N.E., etc. Las vocaciones suelen venir a las casas de formación
apoyadas y animadas por estas realidades espirituales de nuestro pueblo.
Un momento difícil. Sin embargo, nuestro País también pasa por
dificultades en el campo vocacional. Se puede hablar de dificultades que
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proceden de fuera, de la cultura que nos envuelve, y de dificulta-des que


proceden de dentro, de la misma Iglesia y de los métodos vocacionales.
Desde fuera, se constata el fuerte impacto del secularismo y de la
globalización, que uniforma a los jóvenes en un común denominador
neutro, en el que casi no caben planteamientos de fe. El ambiente
posmoderno, que instala especialmente a los jóvenes en la cultura del
fragmento y de la provisionalidad. En los últimos años, la influencia de los
medios de comunicación, especialmente la televisión por cable y el inernet,
han favorecido una crisis de valores y un alejamiento de la Iglesia. El poco
respeto con el que se trata a las vocaciones en los me-dios de comunicación
social influye directamente en un cuestionamiento de las vocaciones
consagradas.
Desde dentro se plantea una situación conflictiva. El poco valor efectivo
que se concede a la pastoral juvenil en la Iglesia de México. El deterioro de
la religiosidad popular y de los movimientos y corrientes de espiritualidad.
El continuo cambio de los promotores vocacionales. El estilo de la
promoción vocacional de algunas instituciones, mirando sólo su propio
interés, hasta extremos que se pueden calificar de calificar de “piratería
vocacional”, con muy poco respeto de los procesos personales y rompiendo
claramente la comunión con la Iglesia Particular. La poca preparación de los
agentes vocacionales. La falta de procesos de acompañamiento suficientes.
Una larga historia. La pastoral vocacional en México ha tenido ya una
larga historia. Después de las muchas iniciativas de los años 40 a 60, entre
ellas el Club Serra, se estableció, en 1964, la Asamblea Nacional de Pastoral
Vocacional, en la última semana del mes de mayo. Esta iniciativa del
episcopado mexicano fue una respuesta a la puesta en marcha de la Jornada
Mundial de Oración por las vocaciones, por Pablo VI. Las asambleas se han
realizado sin interrupción por más de cuarenta años. Posteriormente se vio
la necesidad de ofrecer un tema anual de reflexión y un espacio de encuentro
para los agentes vocacionales, y se instituyó la Jornada Nacional de Pastoral
Vocacional, que se celebra en la última semana de noviembre.
Se constituyó la Comisión Episcopal de Seminarios y Vocaciones, que a su
vez coordina dos organismos: la Organización de Seminarios de México
(OSMEX) y la Organización Mexicana de agentes de pastoral vocacional
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(OMAPAV). Esta Organización es coordinada por un Consejo, que se forma


con la participación de sacerdotes diocesanos, religiosos y religiosas y laicos.
Esta estructura, que existe a nivel nacional, suele existir en las diócesis: el
seminario, por un lado, y el centro diocesano para la pastoral vocacional,
por el otro. Es algo que ya existe en la mayoría de las diócesis.
Con la nueva organización del episcopado mexicano (2006) se cuestiona
este modo de funcionar. Se ha adoptado para la pastoral vocacional la forma
del DEVYM, que funciona a nivel latinoamericano, es decir, una comisión de
vocaciones y ministerios, en la cual se engloban todas las vocaciones y la
pastoral vocacional. Esto es interesante porque lógicamente se tenderá a una
integración mayor de las diversas vocaciones y ministerios, de modo que
dejen de quedar fuera de la organización vocacional realidades como el
diaconado permanente, los ministerios laicales, la virginidad consagrada, etc.
Queremos poner especial atención al centro diocesano para la pastoral
vocacional, porque es la estructura de participación de los agentes
vocacionales. Este Centro se constituye como el lugar natural de encuentro
de los agentes vocacionales. Y lógicamente debe ser coordinado por el
coordinador diocesano de la pastoral vocacional y necesita la colaboración
de los sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos.
El II Congreso Mundial de Pastoral Vocacional (1981), clarifica muy bien
las competencias propias del Centro Nacional y de los Centros diocesanos.
Conviene mirar esta definición para clarificar la participación de todos en
ellos:
Para favorecer una pastoral vocacional unitaria, que desarrolle un
constante y eficaz servicio de animación, se requiere la presencia, en toda
Iglesia particular, del Centro Diocesano de las Vocaciones 3. No se propone
la multiplicación de estructuras burocráticas, sino que se desea la inserción
de la pastoral de las vocaciones, a través del oportuno Centro, en la
pastoral general y en las instituciones locales, como contribución a la
común unión. Todo retraso en la erección de este organismo o de su eficaz
puesta en marcha se traduce en un daño para la Iglesia.

3 Este organismo asume denominaciones diversas en las distintas Iglesias locales: Centro, Obra, Servicio, Secretariado, Departamento, Oficina, etc. El
Documento Conclusivo usa el término “Centro”, utilizado en muchas partes. El término indica propiamente el “Centro operativo de la Obra de
Vocaciones”, de que habla el Concilio.
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El Centro Diocesano de Vocaciones bajo la guía del Obispo:


- tiene por objeto ayudar y coordinar la animación vocacional que hay que
llevar a cabo en toda la diócesis y en cada parroquia, según las directrices
del Concilio4, sin ocupar el puesto que corresponde a la comunidad
parroquial, que es el centro primario de animación de todas las
vocaciones;
- constituye el lugar natural de encuentro de personas, instituciones,
asociaciones que pueden contribuir a la pastoral de las vocaciones,
uniendo sus fuerzas y respetando los carismas y fines propios de cada uno;
- desarrolla su trabajo en servicio de todas las vocaciones consagra-das, sin
invadir el campo de aquellas iniciativas que cada una de las Instituciones
pueden legítimamente promover a favor de las vocaciones propias 5;
- mantiene los necesarios contactos con las distintas iniciativas de
acompañamiento y con los Institutos de formación presbiteral, diaconal,
religiosa y misionera existentes en la Iglesia local.
Al Director del Centro Diocesano de Vocaciones, nombrado por el Obispo
de acuerdo con los otros Representantes de la vida consagrada, se unen
presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas, misioneros, miembros de
Institutos Seculares y laicos, los cuales son elegidos para cooperar en la
actividad del Centro, en armonía con el programa o Plan de Acción
diocesano a favor de las vocaciones. Estas personas son conscientes de la
importancia de su ministerio y se prestan a ejercerlo de la mejor manera con
competencia y experiencia.

EL PROCESO DE UNA VOCACIÓN


El cuidado pastoral es necesario en todos los momentos del proceso
vocacional. La acción a favor de la vocación se revela como una realidad
compleja y exigente, que toca el corazón de la comunidad cristiana en todos
sus niveles. Esta es una necesidad urgente de la Iglesia y configura un
verdadero carisma en la Iglesia, que se desarrolla en diversas dimensiones y

4 Cfr. Optatam Totius 2, donde el Concilio ilustra la finalidad y objetivos de este organis-mo diocesano y de análogos organismos nacionales y regionales:
“La Obra de vocacio-nes, ya establecida o por establecer en el ámbito de cada Diócesis, región o nación, según los documentos pontificios referentes a
esta materia, organice, metódica y cohe-rentemente, y promueva con celo y discreción toda la acción pastoral para el fomento de las vocaciones”.
Lógicamente, la benemérita Obra de las Vocaciones, instituida hace mucho tiempo, debe adaptarse a las nuevas normas del Concilio. Cfr. también
Presbyte-rorum Ordinis 11 y S. Congregación para la Educación Católica, Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis 8-10.
5 Cfr. Perfectae Caritatis 24.
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por medio de diversos agentes. Para compren-der mejor la amplitud de la


pastoral vocacional puede ser útil el esquema de la página siguiente.
Se presentan tres etapas en el proceso de fe:
 la apertura a la fe,
 el crecimiento de la fe
 y el desarrollo de la fe.
Son tres etapas bien diferenciadas. En la primera, la vocación es semejante
a una semilla que se ha sembrado en la tierra. Permanece oculta o apenas
comienza a surgir. En la segunda, la vocación de pare-ce a un arbolito de
muy buena apariencia, pero que aún no da frutos. En la tercera, la vocación
se puede comparar con un árbol frondoso, que da frutos abundantes.
Como se puede observar en el cuadro, el cuidado pastoral de la vocación
adquiere diversas características según el momento espiritual en que se
encuentran los destinatarios.
 En el momento de la primera evangelización o iniciación cristiana, y
especialmente en el caso de los niños y adolescentes, hay toda una pastoral
vocacional de la preparación. Se trata de esa acción que pone los elementos
culturales y ambientales para que aquellas personas, en su día, puedan abrirse
convenientemente al llamado de Dios. Este es el sentido de los aspirantados
y seminarios menores, pero también de toda la labor vocacional que se hace
en los colegios de educación primaria y secundaria, o en los diversos
ambientes comunitarios cristianos, como los hospitales, los asilos, los grupos
juveniles, etc.
 Durante la etapa de la promoción vocacional, la acción pastoral toma
el sesgo de la propuesta y el discernimiento. Es un momento privilegiado
para hacer una propuesta valiente y clara a cada persona. Hay que decir que
todos los fieles, sean más o menos jóvenes, tienen derecho a que se les
plantee una catequesis vocacional completa y se les hagan propuestas
específicas. En la segunda parte de este proceso, se intensifica la vida
espiritual y el acompañamiento, porque la persona necesita discernir lo que
Dios le está pidiendo. Para algunos llamados de Dios este momento se vive
en una edad evolutiva posterior: virginidad consagrada, soltería, diaconado
permanente, etc.
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Propuesta Momentos
Etapas Vida espiritual Proceso personal
vocacional formativos

Inicio,
Pastoral
apoyos, Propuesta
Toma de vocacional de
deficiencias en vocacional
conciencia. la preparación
la genérica.
Apertura a vida espiritual.
la fe Dudas,
Me siento
atractivo,
Emoción Llamado a
sospechas.
privilegiada. la
fe, pero
La vocación
Dependencia aún no a
permanece en
de la vocación
secreto.
un grupo específica. Pastoral
de referencia. Vocacional de
la propuesta
Deseo de
y el
consolidar la La vocación
Propuesta discernimiento
fe. se comunica.
Crecimiento específica.
de la fe
Liberación de Primera
Invitación
andamiajes. decisión,
concreta
ya con rasgos de
y personal.
Apertura definitividad.
más universal.

Búsqueda de Formación
Cuestionamiento Pastoral
una de
y maduración vocacional
profundización la vocación
de la decisión. del cuidado
espiritual. específica.

La fe polariza
Desarrollo toda la vida.
Opción
Encomienda
definitiva Pastoral
La persona oficial
de vida. Vocacional de
tiende de una
Sostenimiento
a un misión.
Perseverancia.
de la fe compromiso
eclesial estable.

 La formación básica viene caracterizada por dos elementos. El primero


es la revisión de la iniciación cristiana. Hay que reconocer que gran parte de
la formación se dedica sobre todo a formar al hombre o mujer y al cristiano.
La fe de los formandos y sus valores cristianos necesitan ampliarse y
profundizarse de un modo muy especial en este período. El segundo es la
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formación específica, que no sólo se refiere a los valores vocacionales, sino


a los medios para cultivarlos. Es un momento en que ambos elementos se
pueden trabajar de un modo sistemático y riguroso. Surgen muchas
preguntas sobre las oportunidades de formación vocacional de los laicos,
que ciertamente necesitan ampliarse. La acción esencial en este momento es
el cuidado de la vocación.
 La formación permanente tiene como característica central la
autoformación. Es cada uno de los llamados el primer responsable del cultivo
de su propio proceso vocacional. Es un período muy largo en el que hay que
permanecer atentos a la edad evolutiva. Adquieren un relieve especial los
medios espirituales, como la oración, el examen, la dirección espiritual. Un
término clásico que describe bien la acción pastoral en este momento es el
de sostenimiento vocacional. Las tareas en esta línea son amplísimas.
Queda muy claro cómo el cuidado pastoral de la vocación no se puede
reducir al primer momento, sino que implica todos y cada uno de los
momentos. Ahora bien, en las pequeñas comunidades cristianas, sean
parroquias, o comunidades religiosas, o colegios, o grupos juveniles, o
movimientos eclesiales, es donde existen personas que van pasando por
todas estas etapas vocacionales.
Remitir la responsabilidad sólo al coordinador general de la pastoral
vocacional en la diócesis es prácticamente negarse a realizarla.
Evidentemente cada comunidad cristiana tiene unas responsabilidades
pastorales que asumir para amar a los que el Señor llama con el mismo amor
de Cristo. Por eso se insiste tanto en los documentos en que la pastoral
vocacional es una acción misericordiosa en la cual todos tenemos una parte.
Podemos aplicar literalmente la cita evangélica: Sintió compasión de ellos
porque estaban como ovejas sin pastor.
Después de examinar el proceso del desarrollo de una vocación durante
toda la vida, conviene poner atención a esa encomienda específica que se
hace a los promotores vocacionales y que propiamente puede llamarse
“promoción vocacional”. Es el proceso en el cual se cultiva la vocación de
una persona partiendo de la toma de conciencia del llamado de Dios hasta
la opción por el ingreso en una comunidad formativa. La promoción
vocacional comienza cuando las personas ya van abriéndose a la fe (1ª.
Básico de Pastoral Vocacional Práctica de la P.V.

Etapa) y concluye cuando las personas van solidificando esa fe por medio de
un crecimiento que expresa en la opción por un camino vocacional
específico.
Etapas del Experiencias Actitudes objetivas del
Proceso formativas candidato
Apertura a la fe

a) Pastoral de la 1ª - Catequesis de Confirmación. - Sentido altruista y de servicio en el


conversión. apostolado.
- Pertenencia a un grupo juvenil.
Enlace con las - Vivencia positiva del grupo y de las
pastorales afines. - Primer apostolado
relaciones.

- Aceptación de un planteamiento
b) Primera
- - Tratamiento directo y claro del personal de su futuro con Cristo.
presentación de la
vocación. término vocación. - Apertura inicial a una pluralidad de
caminos.

- Encuentro con los textos bíblicos - Compromiso en un pequeño


c) Catequesis vocacionales. proyecto de vida.
general sobre la - Formación de un círculo vocacional - Oración personal en torno a la
vocación. - Análisis y contacto con mediaciones vocación y meditación de textos
vocacionales. vocacionales.

Crecimiento en la fe

- Diálogo con el orientador y en el


d) Catequesis - Encuentro con tipos vocacionales y grupo vocacional sobre proyectos
sobre la vocación comunidades específicas. específicos.
específica. - Cambio en la forma de apostolado. - Apertura a experiencias nuevas en el
campo apostólico y espiritual.

- Profundización espiritual.
e) Discernimiento - Diálogo programado con el - Cierto hábito de oración personal.
vocacional orientador. - Diálogo con su entorno social menor
específico. - Contacto con formandos y sobre el proyecto vocacional.
comunidades formativas.

- Contacto con aquellos que - Primera decisión por una vocación


f) Ingreso a una pretenden ingresar. específica.
comunidad de - Información suficiente y clara. - Interés por el proceso de ingreso.
formación. - Contacto con el apostolado - Cierre de la etapa anterior en
concreto. estudios, trabajo, etc.
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Este planteamiento supone una comprensión dinámica de la vocación


como un acontecimiento permanente, siempre nuevo y renovador, en la
vida de las personas. No es un asunto del pasado ni un hecho exclusivo de
la juventud. Desde esta visión de las cosas conviene recordar la importancia
de una verdadera pastoral de las vocaciones en todas las etapas posteriores
a la opción inicial.
Se detalla a continuación el contenido de cada una de estas seis etapas de
la promoción vocacional, subrayando el paso que el Joven va dando en su
proceso de fe.
 Apertura a la fe
a) Pastoral de la primera conversión, que corresponde a la Pastoral Juvenil
o a otras pastorales afines. En concreto la pastoral familiar, catequética,
educativa y social. Muchas veces es asumida por movimientos laicales, por
las parroquias o catecumenados de confirmación. La promoción vocacional
supone que ya ha existido la primera conversión.
Es frecuente que esta primera acción pastoral a favor de los jóvenes se
quede en mera convocatoria, sin proponer una profundización espiritual. La
propuesta vocacional es un elemento importante para dar profundidad a la
pastoral juvenil, porque responde al problema más fundamental de los
jóvenes.
Por otro lado, parece conveniente proponer a los jóvenes que manifiestan
inquietudes vocacionales, que hagan un verdadero proceso en la catequesis
para la confirmación y en la pastoral juvenil. Esta experiencia garantiza un
sentido más profundo de pertenencia a la comunidad cristiana y prepara la
opción vocacional.
En el apostolado se pueden observar con facilidad las actitudes de servicio
de los jóvenes con inquietudes vocacionales, de modo que se convierte en
un ámbito para ponerse a prueba, para sentirse a sí mismos en la línea de su
futura opción. Un elemento precioso de discerní-miento es la observación
de su integración en el grupo juvenil. Las relaciones positivas en el grupo son
un signo de madurez personal y de las posibilidades vocacionales del
candidato.
Básico de Pastoral Vocacional Práctica de la P.V.

b) Primera presentación de la vocación. Es un momento de choque con el


conjunto de prejuicios que las personas tienen en torno al mismo término
“vocación”. El fruto de esta etapa consistirá en que los jóvenes harán un
planteamiento vocacional personalizado, aunque sea a nivel general. Este
momento del proceso vocacional exige una gran creatividad del promotor.
Es necesario presentar la vocación de un modo novedoso y desconcertante,
poniendo para ello los medios pedagógicos necesarios.
El medio fundamental consiste en poder hablar serena y directa-mente
sobre la vocación, entendiendo que es un tema trascendental en la vida de
cualquier joven. Cuando se da este paso, también se abre la posibilidad de
iluminar desde un punto de vista espiritual y vocacional otras decisiones de
los jóvenes que están relacionadas con la vocación, como la elección de su
carrera o la elección de la pareja.
Para el joven que da este paso, el seguimiento de Cristo se transforma en
una opción irrenunciable, definitiva, aunque aún no esté definido el camino
concreto para su seguimiento.
c) Catequesis general sobre la vocación. Es el último paso dentro de la
apertura a la fe. Se trata de crear la disposición necesaria para un
planteamiento vocacional serio. El joven ya se ha abierto a unir su fu-turo a
Cristo y a la Iglesia, pero ahora necesita saber con más precisión qué es la
vocación y cuáles son sus exigencias.
Es un momento privilegiado para una catequesis amplia y profunda en
torno a la vocación. El planteamiento vocacional es aún genérico. Es
importante respetar esta característica, de modo que se promueva la
maduración del joven, sin aún insistirle demasiado en una opción vocacional
específica.
Hacer comprender el sentido del llamado de Cristo, las mediaciones de
la vocación, los niveles y condiciones que supone. Al finalizar esta catequesis
las personas habrán adquirido la cultura vocacional suficiente para no estar
confundidas en su decisión vocacional. En este momento el muchacho se
afirma en una espiritualidad vocacional, que es marcadamente juvenil: la
oración vocacional, el proyecto de vida, la meditación de los textos bíblicos
vocacionales, todo en una fase inicial y genérica, y a la vez muy real.
Básico de Pastoral Vocacional Práctica de la P.V.

 Crecimiento en la fe
d) Catequesis sobre la vocación específica. Cuando en un grupo hay
apertura vocacional ya se puede plantear el abanico de las vocaciones
específicas como cauces concretos para responder a la llamada. Es
importante que desde este momento se comprendan estos caminos desde el
“ser” y no solamente desde el “hacer”.
Una presentación equilibrada de todas las vocaciones crea el ambiente
más propicio para opciones libres y responsables. Hay que hacer notar la
complementariedad que las caracteriza en el contexto de la única comunión
misión eclesial. Para esta presentación contamos con el testimonio de los
santos, que son propuestos precisamente como modelos vocacionales.
Es un momento intenso de crecimiento espiritual. Para propiciar es-te
crecimiento puede ser útil un cambio de apostolado, que lleve al joven a
una experiencia complementaria de la Iglesia y desde allí a un sentido más
profundo de pertenencia a ella. El hecho de que el joven acepte esta
propuesta, y efectivamente cambie de apostolado es un signo vocacional
importante.
El resultado final es un joven que busca la ayuda de un orientador para su
proceso vocacional.
e) Discernimiento vocacional específico. Busca la clarificación sobre un
camino vocacional específico. Supone una atención cuidadosa a las
mediaciones históricas, eclesiales y del mismo orientador. Al final de esta
etapa se llega a una primera decisión que tiende a afirmarse rápi-damente.
Cuando se ha dado un proceso respetuoso se plantea con facilidad la
posibilidad del ingreso.
Es útil en este momento ofrecer algún modo de profundización espiritual,
como unos ejercicios espirituales. Esto ayudará a que tenga una mayor
determinación en todo, también en su planteamiento vocacional, y sobre
todo a que vaya formando ya un indispensable hábito de oración personal,
que fundamentará su opción.
Es también el momento de un acompañamiento sistemático y per-
sonalizado. El conocimiento de los formandos y de la casa de formación es
conveniente ahora porque los intereses del joven son más concretos.
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Habitualmente su comunicación con los formandos toca aspectos que no se


tocan tan francamente con el orientador y estimulan al joven para toma
runa decisión.
Estos elementos facilitarán la tarea de comunicar sus inquietudes
vocacionales en el entrono social menor, es decir, en su familia, con sus
amigos, etc. La vocación deja de mantenerse en secreto y se comienzan a
poner los medios para tomar una decisión.
f) Ingreso en una comunidad formativa. Hay un acompañamiento con
rasgos concretos que ayuda a las personas al ingreso en una institución. Ya
no está solamente en la línea de la clarificación, sino de la implementación
práctica de una decisión que tiende a afirmarse rápida-mente. Cuando se ha
dado un proceso respetuoso se plantea con facilidad la posibilidad del
ingreso.
La convivencia con otros jóvenes que, como él, se plantean la posibilidad
del ingreso es un factor importante que suscita un sentimiento de pertenencia
al grupo. El conocimiento existencial del apostolado concreto de la
institución es un referente de identidad, que garantiza que el joven quiera
formarse para ese fin, y no para otro. Es un deber moral del orientador
ofrecer la información suficiente y clara en este momento, de modo que se
garantice que el joven no vaya a sentirse luego engañado. Información sobre
las condiciones reales de la institución a la que va a ingresar, sobre el proceso
formativo, los costos, el régimen de vida, etc.
Hay que constatar que el joven cierre como debe hacerlo las situaciones
que marcaban su vida anterior: liquide sus deudas, termine con la novia o el
novio, termine los estudios que hacía, deje a su familia en una situación
positiva. De modo que estas situaciones no sean una pre-ocupación para él
en la casa de formación.
El muchacho debe tener un interés expreso por el ingreso en la casa de
formación. No debe ser “empujado” por el orientador en este momento
final, sino que ya debe contar con la autodeterminación que este paso
requiere.
Nuestro acompañamiento vocacional tiende con frecuencia a que-mar
algunas de estas etapas. No es raro que se quiera hacer un discernimiento
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específico sin haber abierto el abanico de las vocaciones específicas; o que


se hable de éstas sin romper los prejuicios contra el término vocación. En
este apresurar los procesos, se puede encontrar una causa de la ineficacia de
la pastoral vocacional o de algunos efec-tos contraproducentes.

LOS ITINERARIOS VOCACIONALES


Ya hemos estudiado el proceso normal de una vocación. Ahora queremos
dar un paso práctico: la elaboración de los itinerarios vocacionales.
Queremos responder a la pregunta: ¿Qué medios pedagógicos es necesario
poner para que los jóvenes puedan hacer un proceso suficiente? Es una
pregunta que tiene mucho que ver con la organización práctica de la pastoral
vocacional.
En los documentos sobre la pastoral vocacional existe una marcada
insistencia en la importancia de las primeras etapas del proceso vocacional.
Estas son las que se dan con mayor profusión en las comunidades
parroquiales y en las comunidades religiosas, es decir, en el nivel local. Según
el principio de subsidiaridad, cada uno debe realizar aquello que
propiamente le corresponde, y sobre todo eso que si él no lo hace no lo
hará nadie más; al mismo tiempo, hay que dejar que otros actúen en lo que
es de su competencia y cuando esos otros lo pueden hacer. ¿Qué parte del
acompañamiento corresponde al nivel local y al nivel general?
Fácilmente se puede localizar un punto privilegiado, que siempre ocurre
en el nivel local. Se trata de estar presente en el momento de la toma de
conciencia de la vocación. Es decir, estar de tal manera cerca de los jóvenes,
que puedan recurrir a un acompañante adecuado con confianza y prontitud.
Esto es fácil decirlo, pero no es tan sencillo llevarlo a la práctica. Supone una
familiaridad con los jóvenes y sobre todo un grado de confianza de su parte
que les permita poner su futu-ro en manos de los agentes vocacionales. Esta
familiaridad y confianza recuerda con fuerza el modo de estar de Jesús entre
la gente. ¿Los agentes vocacionales de la comunidad local, disfrutan de esta
familia-ridad con los jóvenes?
El punto privilegiado de la toma de conciencia, supone un proceso previo
que sólo se puede dar en el nivel local. Son los pasos pedagógicos que hay
Básico de Pastoral Vocacional Práctica de la P.V.

que dar para que se pueda llegar a la toma de conciencia. Tiene las siguientes
características:
- Presencia habitual cerca de los jóvenes. Es ilusorio pensar que será
posible la manifestación confiada de las propias inquietudes vocacionales
cuando no hay una presencia habitual cerca de los jóvenes. Se trata de una
presencia gratuita, cordial, amigable, de quien está convencido del valor de
los jóvenes y de sus procesos.
- Presencia significativa en su vida. No vale cualquier tipo de presencia.
Hay que ofrecer una presencia vocacional cualificada. Que la comunidad
sea conocida por los valores vocacionales. No será significativa por su
relevancia en el sentido sociológico y menos eco-nómico, sino por su
sentido evangélico, por su fuerte referencia a los valores.
- Catequesis previa. La inquietud vocacional surge en un ambiente en el
cual se ha ido cultivando una cultura vocacional. La catequesis vocacional
no implica sólo contenidos; también la disposición orante o espiritual y el
aprecio de la vocación consagrada. Es más fácil compartir el don de la
vocación cuando el ambiente social en que el joven se desenvuelve
permanece abierto a ese don.
- Espacios y tiempos destinados para el acompañamiento. La in-quietud
vocacional es sentida como algo íntimo y trascendente. Es una realidad muy
seria para los jóvenes. Por tanto, algo que no se puede compartir en un
pasillo, o hablando de prisa. Es necesario contar con un espacio adecuado,
a la vez íntimo y abierto, en el que el muchacho pueda pedir que se le
acompañe sin que este hecho suscite una separación del grupo.
- Agentes suficientes respecto al número de jóvenes. La presencia en el
momento de la toma de conciencia se da por múltiples agentes. Quizá no
basta el promotor vocacional, ni el compromiso de toda la comunidad
religiosa. Quizá convenga contar con laicos, conveniente-mente
preparados, y sobre todo, sensibles ante el llamado de Dios, que puedan
ejercer esta función.
Al mismo tiempo implica un proceso posterior que enlaza la pastoral
vocacional de la comunidad local con los organismos vocacionales, es decir,
con el nivel general. Estos elementos se dan hasta que el proceso del
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candidato es tomado por otro acompañante. Aquí también pueden señalarse


algunas características:
- Acompañamiento sistemático. Ahora ya se platea la vocación específica
y se hace necesario un acompañamiento sistemático. Lo importante es
garantizar que se da el proceso suficiente como para que el joven goce de
una mayor libertad para su opción vocacional. Este acompañamiento es
mejor que se brinde de modo personal y grupal, complementando ambas
instancias. Cuando los candidatos están dispersos, al menos habría que
garantizar unas referencias comunitarias indispensables.
- Respeto a la libertad del candidato. Cuando un muchacho manifiesta
sus inquietudes espera un profundo respeto a sus decisiones. El
acompañante deberá estar preparado para ello. Este respeto implica sobre
todo que se busque el bien de la persona por encima de cualquier otro
interés; que se cuente con sus capacidades para poder realizar el proceso
vocacional; que se le presenten las opciones que estén a su alcance con
transparencia y fidelidad.
- Referencia profunda a la Iglesia particular. La vocación nace en la Iglesia
particular, se forma y se realiza en ella. La acción vocacional deberá ayudar
a que el candidato se sitúe bien en la Iglesia particular, de modo que no
sólo conozca las diversas opciones vocacionales que existen en la diócesis,
sino que establezca vínculos afectivos con su Iglesia de origen. El paso a la
incorporación a una comunidad religiosa debería suponer una mayor
inserción en la Iglesia particular, y nunca un desapego de esa comunidad
que es madre de las vocaciones. Esta referencia se cultiva también por la
participación en el Centro diocesano de pastoral vocacional.
- Remitir al candidato a la parroquia. Desde el primer momento la
parroquia debe ser una comunidad significativa para el candidato. La
comunidad religiosa debe garantizar esto por su propia referencia a la
parroquia. De modo particular conviene respetar el papel del párroco
como pastor de la comunidad local y como ministro de los sacramentos
para el mismo candidato.
- Acompañamiento continuo en etapas previas. La llamada de Dios no
tiene un tiempo ni una edad predeterminados. Con frecuencia surgen
personas demasiado jóvenes para dar un paso vocacional formal, o que
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necesitan cumplir algún requisito, como, por ejemplo, el estudio de la


preparatoria. Se plantea así un acompañamiento prolongado. Conviene
ofrecer a estos candidatos un modo de apostolado, pero a la vez una
atención personal y grupal esmerada. Ilustra este tipo de servicio toda la
experiencia eclesial en los seminarios menores, que precisamente busca
preparar a los candidatos para que en su día puedan responder con mayor
libertad a la llamada de Dios.
Así llegamos al momento del ingreso en una casa de formación. Aquí se
abre un nuevo proceso que ya corresponde a los coordinado-res de la
pastoral vocacional y a los formadores. Un momento delicado, que conviene
preparar bien y celebrarlo comunitariamente.
Puesto este esquema fundamental, nos interesa ahora diseñar los
itinerarios formativos. Se trata de proponer un proceso en el que se incluyan
los siguientes elementos:
 La catequesis vocacional.
 El acompañamiento personal.
 El acompañamiento grupal.
 Alguna experiencia de profundización espiritual.
 Alguna experiencia de apostolado.
 El contacto con otros jóvenes que tienen interés por ingresar.
 El contacto con la casa de formación y con los formadores.
 Las pruebas psicológicas y exámenes médicos.
 El contacto con la familia de los candidatos.
Para diseñar un itinerario vocacional, conviene dar los pasos siguientes:
 Describir la realidad pastoral en la cual se quiere implementar el
itinerario.
 Definir el tiempo que durará el proceso, contando con las dificultades
para la convocatoria y la necesidad de hacer reuniones frecuentes.
 Clarificar qué pasos del proceso se darán a nivel local y cuáles a nivel
general.
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 Insertar las experiencias espirituales, apostólicas o de otra índole.


 Prever los lugares significativos en donde se realizarían algunos
encuentros.
 Prever las oportunidades para tener la entrevista y el acompañamiento
grupal.
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vocacional
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¿Hubo algún tema, celebración, o momento grupal, que te tocara
personalmente o te cuestionara durante este curso? ¿cuál?

4. Tus principales intereses


El curso se dividió en tres módulos. Señala los temas que fueron más
interesantes para ti:

Introducción  Teología de las vocaciones


 Ejercicio del radar  Complementariedad voc.
 Dinámica de integración  Definición de la P.V.
 Las culturas juveniles Práctica de la P.V.
 Situación de tu comunidad  Principios de la P.V.
Fundamentos de la P.V.  Objetivos de la P.V.
 La vocación en la Biblia  La P.V. en México.
 Las vocaciones en la Historia  Etapas/procesos vocacionales
 La P.V. en el Magisterio  Elaboración de itinerarios
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5. La metodologia
¿Qué opinas de la metodología empleada? ¿Alguna sugerencia para
mejorarla?

6. Los servicios
Tu opinión sobre las instalaciones, las comidas, el horario del curso, el
servicio de café, etc.
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7. Otras sugerencias

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