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I. Concepto operativo
Sobre el concepto de “violencia laboral” no existe en nuestro ordenamiento positivo norma vigente
alguna que nos brinde una herramienta definitiva o siquiera inicialmente abarcativa al respecto,
desde que no se encuentra expresamente contemplada en la LCT ni en ningún otro cuerpo legal de
alcance nacional y obligatorio al cual podamos acudir en auxilio, a pesar de que existen numerosos
proyectos legislativos que descansan en el Parlamento aguardando su turno. Si damos por sentado
que resulta particularmente elusivo el concepto de violencia en sentido genérico, no deviene extraño
que tampoco exista coincidencia en relación al mismo fenómeno, pero enfocado en el ámbito del
trabajo dependiente.
Sin embargo, se han esbozado algunos intentos conceptuales; entre los que cabe poner de resalto el
de la Organización Internacional del Trabajo, que pone de resalto que violencia en el trabajo es:
«cualquier acción, todo incidente o comportamiento que no pueda considerarse una actitud
razonable y con el cual se ataca, perjudica, degrada o hiere a una persona dentro del marco de
su trabajo o debido directamente al mismo» (Repertorio de recomendaciones prácticas de la OIT
sobre la violencia en el trabajo en el sector de servicios y medidas destinadas a combatir ese
fenómeno, OIT, Ginebra, noviembre de 2003).
A su vez la Oficina de Violencia Laboral dependiente del Ministerio de Trabajo, Empleo y
Seguridad Social de la Nación, define a la violencia laboral como:
“toda acción, omisión o comportamiento, destinado a provocar, directa o indirectamente, daño
físico, psicológico o moral a un trabajador o trabajadora, sea como amenaza o acción
consumada. La misma incluye violencia de género, acoso psicológico, moral y sexual en el
trabajo, y puede provenir de niveles jerárquicos superiores, del mismo rango o inferiores”
(www.trabajo.gov.ar/oavl)
Como resulta fácil advertir, la pretendida conceptualización es claramente amplia e intenta captar la
mayor cantidad de acciones lesivas para el trabajador que pudieren acaecer en sede laboral. No
obstante ello, la laxitud de los términos utilizados puede -, y de hecho ha generado-dar lugar a
controversias doctrinarias y jurisprudenciales respecto de su alcance y consecuentes efectos. No
obstante la mencionada dificultad, utilizaremos el concepto de la Oficina de Violencia laboral local
como operativo, a los fines de este artículo y como marco para la comprensión de algunos de los
fenómenos jurídicos que desata la conducta violenta activa u omisiva, empero bajo el paraguas de la
definición de la OIT en relación a su fuente/causa: “dentro del marco de su trabajo o debido
directamente al mismo”.
1. Violencia exógena: Aquella que se dirige “desde afuera hacia adentro” del núcleo de labor,
verbigracia: Violencia ejercida por los clientes/pacientes/usuarios o bien por terceros extraños (ej:
ladrón) de una organización pública o privada contra los trabajadores de aquella
2. Violencia endógena: La que tiene su origen en el seno mismo de la organización pública o
privada, contra sus propios integrantes, es decir se desarrolla “desde adentro y hacia adentro”,
verbigracia: hostilidades entre compañeros, jerárquicos y subordinados, etc.
B) Por su destinatario
1. Violencia entre pares: esto es entre los propios trabajadores, pudiendo asumir formas
individuales o grupales, tales como enfrentamientos de grupos internos, del grupo contra un
trabajador o de dos trabajadores entre sí
2. Violencia de los empleados jerárquicos contra los de menor rango: Por ejemplo el denominado
“bossing”, conducta persecutoria del Jerárquico contra el subordinado
3. Violencia de los subordinados contra el empleado jerárquico: Aunque menos frecuente, también
existen casos de ejercicio de violencia de grupos de trabajadores contra Gerentes o Subgerentes a
fin de eliminarlos del puesto de superioridad en busca de una figura de mayor simpatía entre los
subordinados
También podríamos clasificar entre actos de violencia física (golpes) y los de violencia psicológica
o moral (gritos, insultos aislados o sistemáticos, hostigamiento, acoso sexual), y aquellos actos de
violencia aislados (acaecen una sola vez) y los insidiosos que procuran una persecución sistemática
y permanente contra un “target” previamente definido (mobbing, bossing).
Cabe aquí poner de resalto que suele confundirse “violencia laboral” con “mobbing” llegando a
utilizarse como conceptos fungibles, en este yerro incurre por ejemplo la ley 1225 y su
modificatoria 4330 de Prevención, Sanción y Erradicación de la Violencia en el ámbito laboral del
sector público de la Ciudad de Buenos Aires, que determina:
Artículo 1° bis.-Definición. Se entiende por violencia laboral las acciones y omisiones de
personas o grupo de personas que, en ocasión del ámbito o relación laboral, en forma
sistemática y recurrente, atenten contra la dignidad, integridad física, sexual, psicológica y/o
social de un trabajador/a, mediante acoso sexual, abusos, abuso de poder, ataques, amenazas,
intimidación, amedrentamiento, inequidad salarial, trato discriminatorio, maltrato físico,
psicológico y/o social.
Se considerará que la violencia laboral reviste especial gravedad cuando la víctima se encuentre
en una situación de particular vulnerabilidad, por razón de su edad, estado de salud, inferioridad
jerárquica, u otra condición análoga.
Empero como se advertirá si bien todo mobbing es un fenómeno de violencia en el trabajo, no toda
violencia laboral es mobbing, y ello toda vez que el mobbing puede definirse como:
“La comunicación hostil y sin ética, dirigida de manera sistemática por uno o varios individuos
contra otro, que es así arrastrado a una posición de indefensión y desvalimiento, y activamente
mantenido en ella” (Leymann,1990)
Es decir que el denominado “mobbing” refiere a una conducta violenta que detenta dos caracteres
típicos: a) sistematicidad, b) direccionalidad. Otros autores indican que debe tener como objetivo el
eliminar al sujeto de la organización, definiendo mobbing como:
“Continuo y deliberado maltrato verbal y modal que recibe un trabajador por parte de otro u
otros, que se comportan con él cruelmente con vista a lograr su aniquilación o destrucción
psicológica y a obtener su salida de la organización a través de diferentes procedimientos” (I.
Piñuel, 2001)
Cualquiera fuere la definición elegida, el mobbing para ser considerado tal debe asumir la
característica de recurrencia sistemática, que no todo accionar u omisión violenta en el trabajo
presenta. Con ello queda claro entonces que el mobbing es una de las formas que puede adoptar el
fenómeno de violencia en sede laboral, pero no la única.
Al respecto la Jurisprudencia de la CNAT ha dicho lo siguiente:
Violencia laboral. Deberes del empleador en caso de denuncia de acoso por una trabajadora. En
atención a la intimación de la actora destinada a que cese el acoso laboral y sexual ejercido por
el personal jerárquico de la accionada, en el marco de su delicado estado de salud, es evidente
que se requería de la empleadora una actuación más diligente, respetuosa de la integridad
psicofísica y de su dignidad como dependiente y como persona humana. CNAT Sala VI Expte Nº
1.181/08 Sent. Def. Nº 62.343 del 21/9/2010 “A., R.A c/Hipódromo Argentino de Palermo
s/despido” (Fontana – Fernández Madrid)
Violencia laboral. Integridad psicofísica de los dependientes. Deberes del empleador. El
empleador debe velar irrestrictamente por la integridad psicofísica de sus dependientes mientras
se encuentren dentro del establecimiento y/o cumpliendo sus tareas, obligaciones que dimanan
del deber genérico de seguridad y del principio de indemnidad (arts. 75 LCT y 4 apartado 1
LRT), de la misma forma que debe preservar también la dignidad del trabajador cuyo
fundamento no es otro que el dispositivo constitucional que le garantiza "condiciones dignas y
equitativas de labor" (art. 14 bis CN). De ahí que el principal no sólo se encuentra legitimado
para tomar medidas en resguardo de la integridad de sus dependientes sino que ello constituye
una exigencia derivada del principio de buena fe exigible al buen empleador y lo esperable de
éste (arts. 62/63 y concs. LCT). CNAT Sala II Expte Nº 7.358/05 Sent. Def. Nº 95.304 del
12/10/2007 “R., F. c/Cablevisión SA s/ despido” (Maza – Pirolo). En el mismo sentido, Sala II
Expte Nº 4.509/08 Sent. Def. Nº 97.140 del 21/9/2009 “P., C. A c/Unión Obrera Metalúrgica de la
República Argentina y otro s/despido” (Pirolo – González), Sala II Expte Nº 33.688/07 Sent. Def.
98.839 del 29/12/2010 “M., J. c/Coto SA s/despido” (Pirolo - González) y Sala II Expte Nº
31.939/09 Sent. Def. Nº 100.146 del 16/2/2012 “R.F., P c/Citytech SA s/mobbing” (González –
Maza).
V. La clave en la práctica
Por todo lo más arriba expuesto, lo importante en la práctica será lo siguiente:
- Identificar con detalle y precisión la amenaza o inicio de lesión del trabajador, a fin de suspender
con éxito y siempre mediante la vía telegráfica pertinente, la prestación de tareas a que aquel está
obligado. De ser posible, es menester poner a disposición del empleador las constancias médicas o
de profesional de la psicología que obren en poder del dependiente, y que indiquen la peligrosidad o
imposibilidad de continuación de tareas en las circunstancias de violencia debidamente
denunciadas.
- Acreditar debidamente los daños ocasionados- para el supuesto de iniciarse acción judicial -, a
cuyo fin es menester acompañar la mayor cantidad de documentación probatoria al alcance del actor
damnificado a fin de probar: tratamiento médico/psicológico u otro, costo del mismo, costo de
medicación, prescripción de recetas médicas, estudios que indiquen diagnóstico, necesidad de
acciones terapéuticas y pronóstico de la patología o daño ocasionado; todo a fin de agotar la
instancia probatoria. Resulta prudente requerir la aplicación del criterio de carga dinámica
probatoria (art. 1735 del CCC) requiriendo del Juez que haga saber a las partes que utilizará tal
criterio en el proceso.
- Demandar y proceder a la liquidación únicamente de los rubros que se esté en condiciones
acabadas de probar, pues de lo contrario se corre el riesgo – al tiempo de la sentencia - de cargar
con costas al actor/trabajador en la hipótesis de rechazo de cualesquiera rubros reclamados y no
acreditados.
- En algunos casos es pertinente solicitar – como medida preparatoria o en el proceso mismo, como
prueba anticipada - un informe pericial de especialista en higiene y seguridad en el trabajo, a fin de
acreditar lo que sabemos podrá recabarse de un adecuado análisis del ambiente de trabajo por el
experto efectuado de manera temprana.
Nuestros Tribunales han brindado algunas pautas de criterio al respecto:
Violencia laboral. Acoso sexual y daño moral. Prueba. En lo relativo al acoso sexual y
consecuente daño moral, la única prueba posible de valorar es la indiciaria, ya que resulta
improbable que puedan existir constancias testimoniales directas del acoso (Del voto del Dr.
Fernández Madrid). CNAT Sala VI Expte Nº 1.181/08 Sent. Def. Nº 62.343 del 21/9/2010 “A.,
R.A c/Hipódromo Argentino de Palermo s/despido” (Fontana – Fernández Madrid).
Violencia laboral. Daño. Prueba. La carga de la prueba por parte de la víctima consiste en
demostrar no la causalidad del daño sino, simplemente, la posibilidad de la causa del daño por el
efecto del riesgo y que esta posibilidad tiene una superior probabilidad respecto de causas
externas. Queda así fuera de discusión la antigua y poco sistemática controversia acerca de las
“concausas”. No hay concausa porque lo que interesa, en la reparación jurídica del daño no es
la causalidad médica ni física, es simplemente la causalidad jurídica que implica, en palabras de
Goldenberg una prognosis póstuma tanto para la determinación del daño como para la
investigación de la causa eficiente que se identifica con la indagación respecto del agente capaz
de romper un equilibrio, aun así este equilibrio fuera lábil. (Del voto del Dr. Arias Gibert). CNAT
Sala V Expte Nº 7.302/07 Sent. Def. Nº 74.558 del 31/10/2012 “B., N.A. c/Registro Nacional de
Trabajadores Rurales y Empleadores s/despido” (Arias Gibert – Zas – García Margalejo)
VI. Conclusiones
Fácil resulta colegir que el espinoso tema de la violencia en sede laboral - que se inscribe en el
marco-ambiente de una sociedad que ha venido poniendo en evidencia distintas “violencias” que
rugen en su seno-, no se agota en el iter de la relación laboral, pues con anterioridad a su
anudamiento, e incluso con ulterioridad a la misma, se han verificado conductas violentas tales
como discriminación previa a la contratación y amedrentamiento a fin de que el trabajador no ejerza
su derecho resarcitorio una vez despedido, tornándose entonces aún más complejo el discernimiento
de la aplicabilidad de las pautas normativas de lo que se denomina tradicionalmente “violencia
laboral”. Como muchos de los modernos desarrollos conceptuales, su abordaje y tratamiento
jurídico está aún por hacerse, está “siendo”.