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Este trabajo forma parte del proyecto de investigación: «Política, violencia y cri-
sis de la democracia. Un análisis multivariable, cuantitativo y cualitativo del caso
español en perspectiva comparada (1931-1939)». Referencia: HAR2012-31520.
2
V. M. Arbeloa, La Iglesia que buscó la concordia (1931-1936), Encuentro, Ma-
drid, 2008.
3
Á. L. López Villaverde, El poder de la Iglesia en la España contemporánea. La
llave de las almas y las aulas, Los Libros de la Catarata, Madrid, 2013, p. 98.
4
F. Del Rey Reguillo, Paisanos en lucha: exclusión política y violencia en la Se-
gunda República española, Biblioteca Nueva, Madrid, 2008.
Á. L. López Villaverde, El gorro frigio y la mitra frente a frente. Construcción y
5
rechas durante la Segunda República, 1931-1936, Alianza Editorial, Madrid, 2011, pp.
307-388
Archivio Segreto Vaticano, Archivio della Nunziatura di Madrid (en adelante, ASV,
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ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912, f. 529.
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ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912, f. 529.
18
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912, f. 569.
19
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912, f. 569.
20
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912, f. 569.
J. Ordoñez Márquez, La apostasía de las masas y la persecución religiosa en la
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22
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 355.
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ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 345.
24
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 346.
25
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 925, f. 364.
26
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 925, f. 366.
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ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 347.
28
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 352.
29
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 349.
30
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 338.
R. Trullén Floría, Religión y política en la España de los años treinta. El nun-
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ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 925, ff. 354-355.
34
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 925, ff. 422-423.
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ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 340.
36
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, ff. 686-771.
37
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 354
38
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 353.
39
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 358.
40
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 362.
41
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 375.
42
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 363.
43
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 364.
44
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 366.
45
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 367.
46
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 369.
zaban con quemar la iglesia con los fieles dentro47. Desde Vic, el prelado
escribía el 24, destacando tan solo el derribo y destrozo de la estatua de
mármol de un ángel que se encontraba sobre el portal de entrada del ce-
menterio de Manresa48. En la vecina diócesis de Gerona, monseñor Carta-
ñá tampoco tenía, el 25 de marzo, que lamentar hechos notables; tan sólo
algunos alcaldes habían recordado a los párrocos ciertas disposiciones de
carácter laico, referentes a entierros y manifestaciones públicas del cul-
to católico, cuyo cumplimiento se exigía en 1933 y 1934, así como la de-
nuncia a un religioso por parte de un juez en una población rural, debido
a que en una predicación había expuesto la doctrina de la Iglesia sobre el
matrimonio, aunque después el juez de primera instancia la había deses-
timado por infundada49.
En la diócesis de Mondoñedo, sin embargo, sí se produjeron desmanes
de carácter antirreligioso, en concreto en la ciudad de Ferrol y sus alrede-
dores; el obispo, Benjamín Arriba y Castro, señalaba, junto a los que ya
hemos visto producidos en torno al día 20 de febrero, los siguientes: in-
cendio de la iglesia parroquial de Serantes, en la noche del 26 al 27 de fe-
brero, siendo previamente apedreadas las imágenes y los altares, bailando
los asaltantes dentro de la iglesia, para posteriormente amontonar todo el
mobiliario y quemarlo, repitiendo la quema con lo que no había ardido en
la tarde del 27; el 29 de febrero se había incendiado la iglesia parroquial
filial del Villar, aunque el fuego, que quemó la puerta, algunos muebles y
los manteles del altar, fue sofocado por los vecinos; mientras el párroco
de Serantes pudo huir precipitadamente porque fue avisado, otros dos pá-
rrocos, el de La Graña y San Martín de Cobas, fueron amenazados, obli-
gándoseles a abandonar sus parroquias, impidiéndoseles volver, como al
de Serantes; otros dos amenazados, el de Doniños y el de Mandiá, perma-
necían en sus iglesias, mientras que el de La Barquera hubo de marchar-
se, ante las amenazas de que si no lo hacía le quemarían la casa; se ha-
bían producido también intentos de incendio en las iglesias de Filgueira
y de Chamorro, impidiéndolo la Guardia Civil, dándose la circunstancia
de que sólo eran, en este caso, una pareja los incendiarios, que fueron de-
tenidos; el prelado omitía la relación de incautación de cementerios, pro-
47
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 370.
48
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 371.
49
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 373.
50
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 355-356.
51
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 460.
52
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 377.
53
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 378-379.
54
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, f. 859.
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ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, ff. 862-865.
dos de ellos muy celosos», y aunque se habían adoptado todos los me-
dios que parecieron prudentes de resistencia, finalmente, para evitar ma-
les mayores, se les había autorizado a ausentarse temporalmente de los
pueblos hasta que se calmaran los ánimos; el cardenal señalaba que en
el caso del de Torrijos, los propios feligreses habían reclamado su regre-
so en una exposición firmada por unas dos mil personas; varios sacerdo-
tes tenían que sufrir molestias por algunas amenazas e insultos, exhortán-
doles el prelado a que lo llevaran «con santa resignación para hacer mas
meritorio y eficaz su apostolado»; en relación a los bienes de la Iglesia,
se había dado el conato de ocupación de dos casas rectorales, así como
la amenaza de ocupación de iglesias, aunque no creía que llegara a cum-
plirse; tan sólo en la ciudad de Toledo hubo un asalto al local donde las
Damas Catequistas instruían a los obreros, cuando dicho local estaba va-
cío, pero para Gomá no tuvo carácter antirreligiosos, y las Damas pudie-
ron continuar realizando su apostolado en los barrios obreros, algo que
contrastaba con el hecho de haber tenido que clausurar en dos pueblos los
centros de la Juventud Católica Masculina, debido a que fueron tomados,
sin fundamento alguno, como centros políticos56.
En la diócesis sufragánea de Sigüenza, ya antes de la elecciones, las
Clarisas del convento de Almazán habían sufrido amenazas por parte de
unos individuos que, entrando en el huerto, dejaron mensajes en una de
las ventanas, por lo que, al día siguiente de las elecciones, las religiosas,
temiendo desórdenes, abandonaron el convento, distribuyéndose por al-
gunos pueblos próximos, aunque finalmente regresaron a la clausura; en
el pueblo de Milmarcos, la comisión gestora, tan pronto como se posesio-
nó del ayuntamiento, prohibió al párroco tocar las campanas y hacer pro-
cesiones públicas; en Fuentelsaz, el ayuntamiento exigió al cura el pago
de renta por el uso de la iglesia, casa, rectoral y huerto, alegando que per-
tenecían al municipio; en Cifuentes se habían producido manifestaciones
hostiles contra el párroco, quien pidió al obispo salir urgentemente de di-
cha parroquia; en Riba de Saelices, se habían violentado la puerta de la
ermita de la Soledad, sacando la imagen de la Virgen y quemándola, jun-
to a otros enseres de la ermita57.
56
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 383-384.
57
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 380.
58
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 385.387.
59
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 401-402.
60
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 389.391.
61
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 395.
62
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 408.
63
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 403.
64
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 448
65
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 413.
66
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 415.
67
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 393.
68
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, ff. 643-644. 651.
69
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, ff. 662-663.
70
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, ff. 659-661.
71
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 462.
72
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 397.
73
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 399.400.
74
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 427.
75
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 426.428.
76
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 410.
77
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 417.
78
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 432.
79
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 419.
80
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 422.
Otro informe que partía hacia nunciatura ese 24 de marzo era el del
obispo de Oviedo, Justo Echeguren81. En la cuenca de Mieres se habían
incendiado, después del 16 de febrero, las iglesias parroquiales de Galle-
gos, Baiña, Loredo, Valdecuna y Riosa, quedando las dos primeras total-
mente destruidas. También había sido incendiada la casa cural de Gran-
da. En la zona de Laviana y la de Ribadesella se habían destacado por su
hostilidad con la iglesia, haciendo huir a los curas con amenazas de muer-
te, o yendo por la noche a molestarles, con piedras e incluso tiros. De este
modo habían huido los curas de Tolivia, Oviñana, Lorio, Condado, Leces,
Cancienes, Collera, Beloncio y Soto del Barco. El obispo había hablado
personalmente con el gobernador, para darle cuenta de todo lo ocurrido,
y pedirle amparo, cosa que el gobernador le había prometido. Don Justo
se lamentaba de que se había iniciado una persecución contra las Juven-
tudes Católicas, acusándoles de fascistas, mientras que el diario socialis-
ta La Tarde denunciaba las reuniones de los adoradores nocturnos para la
vela del Santísimo, diciendo que eran reuniones clandestinas.
En Pamplona, a la altura del 25 de marzo, sólo se habían producido, a
juicio del obispo, Marcelino Olaechea, pequeños incidentes, que se resu-
mían en prohibiciones del toque de campanas en Azagra, prohibición que
quedó en nada; multa al párroco de Lezaun por tener reuniones de reque-
tés, lo cual el sacerdote negaba y apedreamiento de los cristales de su pro-
pio despacho; junto a esto, el 6 de marzo se había producido una manifes-
tación en la que se intentó incendiar el Diario de Navarra, interviniendo
la fuerza pública con el resultado de varios heridos y dos o tres muertos82.
En el vecino obispado de Calahorra y la Calzada, los incendios, cali-
ficados de revolucionarios en el informe, se habían producido en Villa-
mediana, en la noche del 7 al 8 de marzo, volviéndose a incendiar lo que
quedaba pocos días después; en Lardero, en la noche del 14 al 15 de mar-
zo fueron pasto de las llamas la iglesia parroquial y la llamada casa del
sacristán, adosada a la misma; en la ciudad de Logroño, esa misma noche,
se incendió la iglesia de Santiago el Real, así como los conventos de las
Carmelitas, Agustinas, Franciscanas, el colegio de la Compañía de María,
el de las Adoratrices, el de los Escolapios, así como el periódico católico
Diario de La Rioja; en Nájera el pueblo cooperó para evitar que el fuego
81
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 449.
82
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 382.
83
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 420.
84
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 429.
85
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 430-431.
86
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 455-456.
87
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 458.
88
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 467.
89
Jerónimo García Gallego, nacido en Turégano en 1894, había sido alumno del Co-
legio Español de San José de Roma, obteniendo el doctorado en Teología por la Univer-
sidad Gregoriana. Profesor en el seminario de Segovia, en 1920 obtuvo la canonjía de
archivero en Burgo de Osma. Con inquietudes políticas, se enfrentó con la dictadura de
Primo de Rivera, y a la caída de este, en 1930, se manifestó abiertamente republicano,
siendo elegido diputado a las Cortes Constituyentes, por lo que el obispo de Segovia,
Pérez Platero, lo suspendió a divinis. Intervino defendiendo los derechos de la Iglesia,
oponiéndose a la supresión del presupuesto del clero. Al estallar la guerra permaneció
fiel al gobierno republicano, exiliándose a Cuba al finalizar la misma.
90
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 468-471.
91
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 435-436.
92
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 437.
93
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 406.
94
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 404.
95
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 407.
96
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 405.407.
97
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 493.
98
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 438-439.
Sobre los sucesos de Yecla hay un detallado informe de un testigo presencial, re-
99
100
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, f. 671.
101
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 442-445.
102
Ésta estaba prevista para el 15 de marzo, III domingo de Cuaresma, pero la cere-
monia tuvo que ser suspendida, entrando casi de incógnito el lunes 16, debido a las al-
garadas y manifestaciones preparadas. Véase M. Ibarra Benlloch, La persecución re-
ligiosa en la diócesis de Barbastro-Monzón (1931-1941) 2 Vol., Fundación Teresa de
Jesús, Zaragoza, 2011, pp. 134-137.
103
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 463.466.
104
P. Salomón Chéliz, Anticlericalismo en Aragón. Protesta popular y movilización
política (1900-1939), Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2002, pp. 350-354.
105
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 411.
106
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 412.
107
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 433.
108
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 434.
109
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 440-441. 446-447. 450.
110
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 464-465.
111
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 479-487.
112
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, f. 873.
113
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, f. 874-875.
114
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, f. 876.
115
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 472-473.
116
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 475-476.
117
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 451-452.
118
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 494.
119
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 478.
120
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 492.
121
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 488-489.
122
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 925, ff. 471-544.
habían expulsado a los curas. Todo ello era debido a que en muchos pue-
blos se había nombrado como delegados gubernativos a «sujetos de pési-
mos antecedentes, alguno de los cuales... ha llegado a llamar a cuatro cu-
ras para pedirles cuentas de cómo ejercen su ministerio incluso en la con-
fesión»; como algún cura le aseguró que el gobernador había dado su au-
torización para una incautación, el obispo se entrevistó con él, recibiendo
de nuevo promesa de amparar a los sacerdotes y los derechos de la Igle-
sia, pero después no había hecho nada123.
El 20 de abril, el obispo de Santander tenía que añadir el incendio de
otras dos nuevas iglesias y siete sacerdotes habían sido encarcelados, dos
el mismo día anterior, todo lo cual estaba generando una situación angus-
tiosa, y se lamentaba de que, desde la proclamación de la República, en
su diócesis se habían quemado un total de trece iglesias y «todo ha que-
dado impune; ni siquiera se ha dado con un solo incendiario»124.
El 21 era el de Orense el que añadía a las informaciones ya enviadas la
del incendio del templo parroquial de Barbadanes, del que sólo quedaron
la fachada y los muros y aunque el pueblo había ido en manifestación al
gobierno civil para protestar por ello, señalando a los culpables, ninguna
medida se había tomado, de modo que el obispo sentía que estaban huér-
fanos de autoridad en la provincia; además había sido detenido por orden
gubernativa el párroco de Ourantes, sin que las gestiones realizadas para
liberarle hubieran tenido éxito125. El prelado, ante los rumores de nuevas
detenciones de sacerdotes, opinaba que esto era debido a la cercanía de
las elecciones a compromisarios, «para llevar el terror al ánimo de los ve-
cinos...no obstante ser del dominio público que lo elementos de derecha
se abstienen de intervenir en tal contienda».
El obispo de Lérida tuvo que escribir el 22 de abril lamentando que
dos sacerdotes habían sido encarcelados, aunque señalaba que no creía
hubiera motivos delictivos para ello126.
Ya en mayo, el día 5, el obispo de Badajoz comunicaba los sucesos
ocurridos en Zafra, donde se asaltaron todas las casas religiosas, comen-
zando por los Misioneros del Inmaculado Corazón de María a los que
123
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 454.
124
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 453.
125
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 477.
126
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 357.
127
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 925, ff. 548-549. 551-555.
128
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 925, f. 558.
129
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 925, f. 565.
130
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, ff. 494-506.
131
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, f. 623.
132
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, f. 805.
133
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, ff. 809-837.
134
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 912B, ff. 900-901.
135
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 925, ff. 461-468.
136
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 510; 967, f. 3.
137
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, f. 5.
138
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, f. 6.
139
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, ff. 75-228.
140
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 945, f. 512.
subsiguientes, existe una relación detallada, realizada el 5 de mayo. Véase ASV, Arch.
Nunz. Madrid, b. 925, ff. 439-442. Véase también J. L. González Gullón, El clero en
la Segunda República. Madrid 1931-1936. Monte Carmelo, Burgos, 2011, pp. 397-411.
ciones se les obligó a huir. En otros pueblos se incautaron las casas cura-
les y las huertas. Todos estos desmanes se habían puesto en conocimien-
to de las autoridades de la provincia, que dando buenas palabras, sólo pu-
sieron en libertad a los sacerdotes, aunque también conminaron al alcal-
de de Ribadesella a que no impidiera al encargado de Leces que adminis-
trara la parroquia.
Palencia: en Villarramiel de Campos el ayuntamiento tomó el acuerdo
de incautarse de un edificio perteneciente a una comunidad de religiosas.
Pamplona: en Mendavia se prohibió tocar las campanas; en Caparroso
se destruyó una imagen de la ermita; en Garde se rompió a pedradas una
vidriera artística y en Ujué se destrozó una cruz de piedra.
Plasencia: en Béjar se había incendiado la ermita de Santa Ana, no
quedando más que los muros; en Peromingo el párroco tuvo que aban-
donar la parroquia por amenazas personales de los elementos socialis-
tas; en Palacios, el sacerdote estaba tan amenazado que le hacían impo-
sible la vida.
Salamanca: en Trabanca la gestora municipal se incautó de un prado
parroquial; en Miranda de Castañar se prohibió el toque de campanas y
en Los Santos, el alcalde reguló el culto en una ermita, encarcelando y
multando al párroco por celebrar un día sin su permiso.
Santander: habían sido incendiadas totalmente las iglesias parroquiales
de La Montaña, Cortiguera, Campuzano, Ganzo, Llano, Zurita y Salce-
do. En Mata, Somahoz y Vioño se quemaron las imágenes y ornamentos.
Santiago de Compostela: en Andabao un grupo de campesinos, arma-
dos y capitaneados por el alcalde, amenazaron de muerte al cura, obligán-
dole a salir de la parroquia; otros sacerdotes fueron detenidos, algunos
más debieron abandonar las parroquias, varias iglesias sufrieron incen-
dios, así como casas rectorales; la de Vilaboa fue convertida en casa del
pueblo y en Mugardos se incautaron del cementerio parroquial.
Segorbe: en la ciudad de Segorbe el alcalde prohibió la celebración de
entierros católicos y clausuró una escuela católica nocturna de obreras;
en Montán se expulsó al párroco y al coadjutor, impidiendo la autoridad
civil que a los actos de culto fuera otro sacerdote; en Ademuz y Mas del
Olmo se impuso una contribución al toque de campanas, mientras que en
Sinarcas, como impuesto de utilidades, se gravó a la parroquia con 700
pesetas anuales; varios párrocos, como el Torás, habían recibido diver-
sas amenazas.
do por el prelado valenciano era uno de los más extensos que llegaron a
nunciatura146.
Vic: en Rupit, con ocasión de una gira comunista, se retiraron imáge-
nes de santos que se veneraban en hornacinas callejeras; en Sampedor fue
incendiada parcialmente la capilla de San Francisco de Asís.
Zamora: en la capital había sido maltratado un sacerdote, durante el
entierro de un comunista, otro sacerdote fue lesionado en el pueblo de
Montamarta, a otro se le quiso hacer trabajar en las obras de un juego de
pelota; una casa rectoral fue apedreada; una imagen de la Virgen fue sus-
traída de su ermita y en Tolilla se forzó la puerta de la ermita y se escri-
bió en la paredes contra el Papa y los sacerdotes.
Zaragoza: en Used se expropió violentamente y sin retribución la casa
parroquial; en Zuera y Torres de Berrellen el ayuntamiento se oponía a
que entraran sacerdotes en los pueblos; en Caspe, mientras estaba el ar-
zobispo, se incendió la residencia de los Franciscanos, que, por orden del
alcalde, tuvieron que salir de la población; en Fuentesclaras se violentó
por dos veces la puerta de una dependencia de la iglesia, apoderándose
del local; en La Hoz de la Vieja se prohibió tocar las campanas, prohibi-
ción que se extendió a varios pueblos.
149
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, f. 235.
150
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, ff. 242-378.
151
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, f. 247.
nador Civil de la Provincia, pero insuficiente para que pueda volver sacerdo-
te a esas parroquias»152.
Es cierto que la situación de las diócesis variaba, desde las siete pa-
rroquias sin culto de Guadix153, a las sesenta y dos desprovistas de asis-
tencia religiosa en Huesca154. En este caso eran pueblos con poca pobla-
ción, y sólo en uno tuvo que salir el párroco, pero en Málaga numerosos
pueblos con varios miles de habitantes se encontraban sin culto, tanto por
expulsión de los sacerdotes como por destrucción total de los templos155.
En Valencia eran varios también los pueblos de más de mil habitantes en
los que no se celebraba el culto, por haber sido expulsado el sacerdote y
no permitir que fuese otro a celebrar, mientras que en otras parroquias se
podía prestar asistencia religiosa en condiciones muy difíciles, dado que
los templos habían sido destruidos y sólo se toleraba la presencia de al-
gún sacerdote natural del pueblo o de edad avanzada, ejerciendo el mi-
nisterio «con verdadero heroísmo», incluyéndose en estas últimas pobla-
ciones como Alcira, con tres parroquias de más de 12000 habitantes cada
una, Carcagente, con 17.000 o Cullera, con 14.000156.
Junto a esta realidad, existía también un grupo numeroso de diócesis
en las que los pueblos no estaban desprovistos de asistencia religiosa, o si
lo estaban era por motivos distintos a la violencia, como podía ser la es-
casez de clero o el pequeño tamaño de las poblaciones, que eran asisti-
das desde otro pueblo mayor. Estas eran Vic, Valladolid, Burgos, Ciudad
Rodrigo, Mallorca, Pamplona, Segovia, Tuy, Plasencia, Tarazona, Gero-
na, Osma, Zamora, Solsona, Jaca, Coria, Ávila, Córdoba, Vitoria, Ibiza,
León, Salamanca, Sigüenza, Barcelona, Barbastro, Santander, Tarragona,
Menorca y Cádiz-Ceuta.
Esta situación, cada vez más insostenible, llevó a monseñor Sericano
a desarrollar una intensa labor diplomática, si bien infructuosa. Como el
ministro de Estado, Augusto Barcia, se encontraba esos días en Ginebra,
Sericano se entrevistó el 30 de junio con el subsecretario de estado, Ure-
152
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, f. 271. 332.
153
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, f. 252.
154
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, f. 253. 373.
155
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, ff. 260-263.
156
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, ff. 272-276.
157
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, ff. 65-67.
158
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, ff. 63-64.
159
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, ff. 493-494.
160
ASV, Arch. Nunz. Madrid, b. 967, ff. 72-73.
5. Conclusiones
El análisis de la rica y detallada documentación recogida por la nun-
ciatura nos ha permitido aproximarnos al denso clima de violencia creado
contra la Iglesia tras las elecciones de febrero de 1936. Aunque en bue-
na medida era continuación del vivido en años anteriores, la radicaliza-
ción que supusieron los comicios y el ambiente de violencia generaliza-
do, que alteró los últimos meses de existencia de la República, le dieron
una impronta nueva. La brutalización de la vida pública que se impuso en
España, fenómeno común a otras sociedades europeas del periodo de en-
treguerras161, hizo que la espiral de violencia se fuera intensificando hasta
cotas cada vez más peligrosas, y si bien no se llegó al derramamiento de
sangre, tal y como había ocurrido durante la revolución de 1934, se esta-
ba aproximando en muchas ocasiones a rozarlo, como sucedió en la po-
blación granadina de Puebla de Don Fadrique, en la que sólo la ausencia
casual del párroco le libró de una muerte ritual, con visos de reproduc-
ción de algunos relatos martiriales162. Todo ello llevó a la convicción, per-
cibida así por bastantes católicos, de que vivían bajo una auténtica per-
secución, y en ese clima espiritual muchos se fueron preparando para lo
que consideraban un más que probable martirio por Cristo. Tal vez este
clima previo es el que nos permita entender el holocausto de sangre vi-
vido durante el verano, cuando muchos clérigos, religiosos y religiosas,
aún pudiendo haber escapado de la muerte, prefirieron afrontarla y asu-
mirla, dando la vida por Cristo, aspecto este que suele ser soslayado en
bastantes de los análisis históricos de dichos asesinatos. Esta furia cleró-
foba e iconoclasta no fue algo surgido de cero, a partir del 18 de julio163,
sino que era consecuencia directa de lo que se había venido desarrollan-
do desde febrero, sólo que ahora, sin ninguna traba, se intensificó hasta
las últimas consecuencias, una de las cuales era la erradicación física de
161
G. Mosse, De la Grande Guerre au totalitarisme. La brutalisation des sociétés
européennes, Hachette, Paris, 1999.
162
Archivo Diocesano de Toledo, Pontificados, cardenal Isidro Gomá y Tomás, caja
7, Secretaría de Cámara 1936 s. n.
Como señala Gabriele Ranzato, «tutto il repertorio degli atti distruttivi e profa-
163
la Iglesia, poniendo así fin, por vía de los hechos, a la cuestión religiosa
que venía siendo uno de los principales problemas del país, y para mu-
chos de los victimarios, la causa principal del atraso de España y la prin-
cipal rémora para el establecimiento de la nueva sociedad revolucionaria.
Sin entrar en ucronías, que en historia siempre resultan estériles y gra-
tuitas, no podemos imaginar qué hubiera sucedido sin el desencadena-
miento de la guerra civil, que al permitir la desaparición del orden repu-
blicano en el territorio que permaneció bajo la nominal autoridad del Go-
bierno de Madrid hizo que fuera posible la masacre clericida del vera-
no. Lo que sí es cierto es que en los meses previos al conflicto bélico tan-
to desde nunciatura como desde los obispados se veía el futuro con gran
preocupación. También es verdad que en algunas diócesis el clima era
mucho más tranquilo y que algunos sacerdotes tenían esperanza en que la
situación poco a poco mejorase. Sería necesario, para conocer el por qué
en determinadas zonas la violencia alcanzó unas fuertes cotas, descender
a los estudios locales y regionales; asimismo, una comparación con mo-
mentos especialmente complejos desde el punto de vista social y laboral,
como la recogida de la cosecha o conflictos industriales, nos mostrarían
si estos tenían algo que ver en el estallido de actos violentos, aunque pa-
rece que sí existe una relación causa efecto. Asimismo sería preciso es-
tudiar los casos en los que la violencia se dirigía hacia personas eclesiás-
ticas concretas o hacia el colectivo como tal. Pero previo a ello es nece-
sario conocer el alcance de la violencia. Hasta ahora teníamos datos par-
ciales, aproximados; la prensa no servía de fuente fiable, dado que estaba
censurada y los discursos en las Cortes podían entrañar el riesgo de ma-
nipulación con fines políticos. Otras fuentes conllevaban dificultades si-
milares. Por ello el estudio pormenorizado de la documentación vaticana,
que en una primera aproximación he pretendido realizar en el presente ar-
tículo, nos puede proporcionar una imagen mucho más real de lo ocurri-
do en España en aquellos intensos meses, estudio que se debería comple-
mentar con el análisis detallado que la microhistoria nos permite. Sólo así
podremos entender plenamente el por qué de lo ocurrido durante el vera-
no, sin olvidar las nuevas perspectivas que nos aportan los análisis reali-
zados desde otras ciencias, como la antropología164.
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