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Resumen
La idea de que el género es una construcción cultural domina gran parte de las ciencias sociales
contemporáneas, por ello, este texto buscará problematizarla mediante cuatro objetivos: analizar el
constructivismo como epistemología, cuestionar el género como constructo cultural, presentar
investigaciones científicas que refuten tal noción y resaltar sus consecuencias epistemológicas.
Introducción.
La idea de que el género es una construcción cultural domina gran parte de las ciencias sociales
contemporáneas, lo cual no sería extraño si no fuese porque se trata de un argumento fallido. Tal creencia,
surgida más por error que por certeza, ha logrado instalarse con absoluta comodidad en disciplinas como
sociología y antropología. Por ello, este texto buscará problematizarla mediante cuatro objetivos: analizar
el constructivismo como epistemología, cuestionar el género como constructo cultural, presentar
investigaciones científicas que refuten tal noción y resaltar sus consecuencias epistemológicas. Como
deberá sospecharse, la justificación del texto no solo responde al análisis de un tópico específico sino
también a necesidades epistemológicas y disciplinares fundamentales que ponen en juego (o en riesgo) la
cientificidad de la ciencia social.
Desde hace un tiempo, varios científicos sociales han optado por descalificar básicamente todo lo que
las ciencias naturales (etología humana, genética poblacional, neuropsicología o psiquiatría) postulen
sobre el comportamiento humano. Sin embargo, visto de cerca, tal criticismo no es más que un síntoma
que revela la nula capacidad que muestran determinados académicos para entender lo que postulan
disciplinas basadas en diferentes epistemologías y métodos.
La construcción de Berger y Luckmann no fue más que un one hit wonder, un texto que obtuvo
seguidores más por su maleabilidad que por su exactitud. Por ello, tras 25 años de publicado, los autores
sostuvieron que fueron malinterpretados pues al oír el término constructivismo “salen corriendo” (Berger,
1992; Luckmann, 1992). Lo cierto es que ambos académicos se desentendieron, dedicándose luego a
cosas diferentes –algo similar a lo acontecido con Thomas Kuhn y La estructura de las revoluciones
científicas que, junto con La construcción, son obras de las que todo mundo quiso hablar excepto sus
autores. Ya para ese tiempo el constructivismo recibía fuertes críticas, como la del filósofo de la ciencia
Ian Hacking:
“La construcción ha sido la última moda. Por eso muchos tipos de análisis invocan el nombre de
construcción social, lo que hace que se mezclen objetivos completamente diferentes. Un enfoque
construccionista que lo envuelve todo ha llegado a ser bastante monótono -en ambos sentidos de la
palabra, aburrido y plano-.” (2001: 69)
A pesar de todo, el constructivismo logró lo que toda propuesta ampliamente criticada obtiene: arraigo
en Latinoamérica, región de recicladores de teorías. Dado que por estos lares la ideología se antepone a la
razón, el constructivismo pasó a formar parte de las llamadas corrientes postpositivistas (Toledo- Nickels,
2003) que conciben a la ciencia social como una “ciencia blanda” (Kahhat, 2003). No importa si tales
perspectivas son acientíficas o si carecen de coherencia proposicional; si hablan del sujeto, el sentido, el
lenguaje, la acción, son enemigos de eso que llaman “positivismo” (Gaeta, 2012) y tienen cierto tufillo
anarco -recursos visibles en corrientes como fenomenología, etnometodología, hermenéutica o
interpretativismo, donde las metáforas se anteponen a los conceptos (Geertz, 2003; Ritzer, 1997)-
entonces pasaban a formar parte de las modas académicas. Según el sociólogo Jaime Osorio:
“Como sucede con muchos cuerpos teóricos, dada en general la ausencia de formación filosófica y
epistemológica en los espacios en donde se enseñan las ciencias sociales y las humanidades, se
han asumido planteamientos posmodernos no siempre por un conocimiento y discusión de sus
fundamentos, sino, […] por el peso de las modas intelectuales y el afán de ‘estar al día’” (2009:
143)
“A pesar de todo, el constructivismo logró lo que toda propuesta ampliamente criticada obtiene:
arraigo en Latinoamérica, región de recicladores de teorías. Dado que por estos lares la ideología se
antepone a la razón, el constructivismo pasó a formar parte de las llamadas corrientes
postpositivistas que conciben a la ciencia social como una “ciencia blanda”.
Sin embargo, tal como los otros constructivismos, la epistemología del constructivismo de género
esconde una tesis relativista: si no existe una ciencia objetiva, las ciencias naturales tampoco pueden
serlo. Según Maria Teresa Citeli:
“muchos estudios feministas fueron señalando que las afirmaciones de las ciencias biológicas
sobre los cuerpos femeninos y masculinos […] no pueden ser tomadas como espejo de la
naturaleza porque las ciencias, como cualquier otro emprendimiento humano, están impregnadas
por los valores de su tiempo.” (2001: 133) [Traducción del autor]
“Sin embargo, tal como los otros constructivismos, la epistemología del constructivismo de género
esconde una tesis relativista: si no existe una ciencia objetiva, las ciencias naturales tampoco
pueden serlo”.
“Aparentemente, todo lo que ha sido tipificado como género por las ciencias sociales, ha sido
tratado con éxito por las ciencias naturales. El problema, por tanto, no es que unos estudien el
género mientras que otros, el sexo; el asunto es que es imposible comprender qué es el género si no
sabemos qué es el sexo”.
El año 2010, la televisión noruega emitió una serie de documentales titulado Hjernevask (Lavado de
cerebro)9 que exploraba tópicos como raza, inteligencia, homosexualidad, género, etc. El primer episodio,
titulado “La paradoja de la igualdad”, tenía por fin discutir por qué en Noruega había notoriamente más
mujeres en medicina y enfermería, y más hombres en ingeniería, a pesar de ser el país con la mayor tasa
de equidad de género en el mundo. Tras una serie de entrevistas, académicos noruegos del Nordic Gender
Institute (NIKK) postularon que tal brecha profesional era consecuencia de una persistente crianza basada
en estereotipos de género, mientras que científicos noruegos, ingleses y norteamericanos sostuvieron que
el problema trascendía lo social. Tras recoger ambas perspectivas, las confrontaron, lo que permitió
observar las nerviosas reacciones de los académicos noruegos al no poder rebatir lo que las
investigaciones científicas mostraban: diferencias innatas de género. Cuenta la historia que tras la emisión
del documental, el Consejo Nórdico cerró el NIKK, congelando su presupuesto ascendente a 56 millones
de euros10. Distintos medios describieron el suceso como “el fin de la ideología de género”11.
Aparentemente, todo lo que ha sido tipificado como género por las ciencias sociales, ha sido tratado
con éxito por las ciencias naturales. El problema, por tanto, no es que unos estudien el género mientras
que otros, el sexo; el asunto es que es imposible comprender qué es el género si no sabemos qué es el
sexo. Así, el constructivismo de género contribuye con la ideología de la tabula rasa que, según el
cognitólogo Steven Pinker (2003), ignora el aspecto heredado del comportamiento humano promoviendo
una imagen falsa del mismo12. Y es que aquellas corrientes que en su momento juraron combatir la
ortodoxia, ahora toman su lugar: el espíritu anticientífico de los estudios de género (repletos de violentos
feministas que se creen con derecho de capturar las universidades para impedir la presencia de
académicos contrarios a su infantil idiosincrasia, como ocurrió en Ottawa13, Toronto14 y Berkeley15, o de
censurar, en Australia, la proyección del documental sobre los derechos del hombre, The red pill16) hace
que gestar un verdadero diálogo parezca imposible. Según el sociólogo Héctor Ricardo Leis:
“Aquellos sociólogos que neutralizan o disminuyen la importancia de la naturaleza humana para
comprender la vida social y que […] presuponen la bondad de la acción social están afirmando
algo más […] que una hipótesis científica: están transformando tales supuestos en fundamentos
míticos o religiosos de sus trabajos, de modo tal que los mismos no pueden ser discutidos […] y
mucho menos refutados […]. Lo más gracioso de esto es que estos sociólogos no perciben que
están operando de un modo no científico. Precisamente su reduccionismo les impide ver que sus
supuestos son más religiosos que científicos.” (2002: 20)
Finalizando
Negar que el género sea una construcción cultural no significa afirmar que la biología lo determine ni
implica negar que posea un aspecto social. El objetivo del texto ha sido discutir la importancia de lo
biológico en la constitución del género (incluso tal como ha sido definido por las ciencias sociales más
“blandas”) mediante referencias científicas, lo cual no solo evitará el reduccionismo cultural o el
aislamiento disciplinar sino que enriquecerá el debate al posibilitar que lectores y estudiantes puedan
discutir con autonomía sin que ningún conocimiento sea tergiversado y/o vetado por profesores incapaces
o por “científicos” que más parecen ideólogos. Y aunque se trata de un debate abierto (Fausto-Sterling,
1985, 2006; Fine, 2010; Spelke, 2005), queda claro que ninguna alternativa seria se plasmará mediante
constructivismos, reduccionismos, posmodernismos, relativismos y antibiologismos. ¿Qué les espera a
nuestras ciencias sociales si sus promotores le dan cabida a la pseudociencia más por corrección política
que por ética científica? ¿Qué clase de conocimientos podríamos delegar a las futuras generaciones? Al
igual que Baron-Cohen, como en dicho documental, sostengo: “no estoy diciendo que todo sea biología,
simplemente estoy diciendo «no olviden la biología»”.
“Negar que el género sea una construcción cultural no significa afirmar que la biología lo
determine ni implica negar que posea un aspecto social”.
Cuando comprendamos que la antropología no es una disciplina que tenga por objeto una parte del
fenómeno humano (como la psicología para la mente, la neurología para el cerebro, la etología humana
para el comportamiento, la arqueología para la cultura material o la sociología para los fenómenos
sociales) sino su totalidad, entenderemos que una antropología científica jamás podrá edificarse sesgando
voluntariamente su objeto de estudio; ella debe ser naturalmente transdisciplinar. Si vamos a discutir
fenómenos humanos, comencemos por situarlos entre naturaleza y cultura –he aquí nuestra mayor riqueza
disciplinar vilmente abandonada. La antropología, a pesar de los golpes recibidos (por antropólogos),
sigue siendo la Ciencia Total del Hombre, sin embargo, será responsabilidad de todos nosotros (o de los
que quieran adjudicarse tal fin) sacarla de la crisis en la que todavía se encuentra. El espectro posmoderno
(Morales, 2013) está presente aun en nuestra academia pero será cuestión de tiempo y, sobre todo, de
iniciativa para que desaparezca de una buena vez, por la salud académica de todos los que así lo
deseamos.
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1
A la que tildaron de “método puramente descriptivo y […] “empírico”, pero no “científico”” (Berger y Luckmann,
2003: 35), contradiciendo lo que el mismo Schütz pensaba.
2
Se lee: “la comprensión del lenguaje es esencial para cualquier comprensión de la realidad de la vida cotidiana”
(ibíd. 53).
3
Según la OMS: “El género se refiere a los conceptos sociales de las funciones, comportamientos, actividades y
atributos que cada sociedad considera apropiados para los hombres y las mujeres”. Ver:
http://www.who.int/topics/gender/es/
4
Su último número (enero 2017, Vol. 40, n. 1), dedicado enteramente al género, insinúa la idea de su construcción
cultural.
5
Para contrarrestar el “sexismo”, distintas feministas han impulsado la creación de juguetes neutrales (gender-
neutral toys), sin embargo, tal como lo discute Christina Hoff Sommers (2016b), que las niñas jueguen con muñecas
y los niños con naves sería impermeable al condicionamiento social.
6
Ver:http://www.abc.es/sociedad/20150824/abci-david-reimer-experimento-sexo-201508211445.html 1927. P. 1.
7
Ver:http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/09/150921_republica_dominicana_guevedoces_ genetica_ac_lav
8
Ver: http://www.bbc.com/mundo/noticias-37875836
9
Ver: https://temcasite.wordpress.com/2016/06/12/hjernevasklavado-de-cerebro-2010/
10
Ver: http://www.elsalvador.com/articulo/editoriales/teoria-genero-vino-abajo-noruega-63979
11
Ver: http://gaceta.es/noticias/documental-desmonto-ideologia-genero-07072014-1436
12
Para exponer el aspecto epistemológico, en mención al subtítulo del texto de Pinker, en vez de “negación moderna
de la naturaleza humana”, prefiero hablar de la “negación posmoderna de la naturaleza humana”.
13
Ver:http://www.titleixforall.com/extremists-disrupt-dr-janice-fiamengos-lecture-at-university-of-ottawa-video/
14
Ver:http://www.macleans.ca/education/uniandcollege/a-mens-rights-advocate-spoke-at-the-university-of-toronto/
15
Ver: https://www.theguardian.com/world/2017/feb/01/milo-yiannopoulos-uc-berkeley-event-cancelled
16
Ver:https://www.theguardian.com/film/2016/oct/26/the-red-pill-melbourne-cinema-drops-mens-rights-film-after-
feminist-backlash
17
Citando a Foucault, Butler y Rubin, Bedoya afirma que las creencias religiosas “apuntan a negar la construcción
social del género” (2017). Me pregunto si pensará lo mismo de las investigaciones científicas aquí citadas.
18
“No es correcto oponer, a manera de antónimos, ‘ideología’ y ‘hechos’ […]. De hecho, existen ‘ideologías’ con
base científica y factual”, afirma Pereira (2016). Sin embargo, de haber algún sistema proposicional plausible de
verificación, se le llamaría hipótesis, tesis o teoría. Ningún juicio sano catalogaría como ideología a la gravedad, la
herencia genética o la evolución cultural.
19
En mención a los estudios de género, luego del constructivismo, habría que agregar la brecha salarial de género, la
igualdad neurocognitiva entre hombres y mujeres o la noción de “patriarcado”, que han demostrado ser desde
ampliamente debatibles hasta empíricamente inexistentes.