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EL GOBIERNO DE ENRIQUE PEÑA NIETO

El desplome de los precios del petróleo por una sobreoferta mundial y la


depreciación del peso por la expectativa de que el banco central de Estados
Unidos inicie con el aumento de su tasa de interés aderezan este año las débiles
expectativas de crecimiento económico para México.

A ello se le suma el gasto público y un desempeño titubeante de la economía


estadounidense.

En este escenario especialistas nos dicen qué ha sido lo bueno, lo malo y lo feo en
materia económica del tercer año del Gobierno de Enrique Peña Nieto.

Lo bueno
Entre los factores positivos destaca la aprobación de las reformas estructurales, la
estabilidad macroeconómica y el descenso de la tasa de desempleo.

"La aprobación de las reformas que habían sido imposibles durante 15 años, al
menos el país se mueve en la dirección de cambios estructurales, aunque aún no
sabemos qué tan profundos van a ser, pero ponen al país un paso adelante que al
resto de América Latina”, indicó el director para América Latina de Moody’s
Analytics, Alfredo Coutiño

Las variables macroeconómicas se han mantenido estables pese a la


depreciación de 11.60% que acumula el peso frente al dólar en el año y la caída
de 60% del precio de la mezcla mexicana en 15 meses.
“Entre lo bueno está que la inflación se ha mantenido bajo control; la
implementación de la reforma educativa pese a las resistencias, el Sistema
Nacional Anticorrupción y la ley de disciplina financiera para los estados”, dijo por
su parte el director del Programa del Sector Financiero y Seguridad Social del
Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), Enrique Díaz-Infante.

“Lo bueno es que se ha privilegiado la estabilidad. La historia del país nos ha


mostrado que nos va mejor en el largo plazo cuando premiamos la estabilidad que
cuando buscamos crecimiento a corto plazo”, señaló el director de estrategias de
mercado de Finamex Casa de Bolsa, Guillermo Aboumrad.

Para el académico del Colegio de México, Gerardo Esquivel, lo bueno de 2015


está en la creación de empleos formales y la disminución de la tasa de desempleo,
que en junio se ubicó en 4.4% anual desde 5.5% de julio de 2014.

Lo malo
Entre los aspectos negativos, los especialistas destacaron el débil crecimiento
económico, así como el aumento de la pobreza y desigualdad.

“Un crecimiento mediocre, debajo de lo que necesitamos, así como un retroceso


en materia de pobreza y desigualdad: el 1% de la población concentra el 21% del
ingreso total, según el estudio ‘Desigualdad Extrema en México’”, comentó Díaz-
Infante, quien agregó que la fuga de “El Chapo” Guzmán es una muestra de cómo
la corrupción afecta a las instituciones.

“El crecimiento ha sido muy pobre a pesar de la euforia que el Gobierno generó y
que se convirtió en desilusión y descontento en los mercados y quien paga por
esto es la misma economía porque no logra incrementar los montos de inversión
productiva”, dijo Coutiño. Esto porque en lo que va del sexenio el crecimiento es
en promedio de apenas 2% .
“Entre lo malo es que la baja en el desempleo tiene una contraparte porque los
empleos cada vez son más precarios. Los empleos creados son de uno a tres
salarios mínimos y han disminuido los de más de cinco salarios mínimos”, señaló
por su parte Esquivel.

Según cifras del INEGI, en el segundo trimestre del año, las personas que
ganaban más de cinco salario mínimos sumaron 3.09 millones desde 3.92
millones al cierre de 2012.

Lo feo
Los escándalos de conflictos de interés han sido lo feo de 2015, además de los
decepcionantes resultados de la primera parte de la Ronda Uno.

“No se ha avanzado en la reforma energética al ritmo que se requiere por el


precio del petróleo y debido a que las condiciones de las subastas tal vez no
fueron las mejores”, apuntó Aboumrad, de Finamex Casa de Bolsa.
“El Gobierno pesar de todo el discurso no solo no ha hecho mucho por dar una
respuesta contundente a los problemas de corrupción , de tráfico de influencias y
el uso del poder para beneficiar a unos cuantos, sino que también ha mostrado
mucha opacidad al interior de los casos que han salido públicamente (…) Lo feo
es la falta de transparencia y la imagen que da de continuar viviendo en un
ambiente de corrupción”, dijo Alfredo Coutiño.
Para Esquivel, el punto malo será la situación fiscal que enfrentará el Gobierno en
2016 con menores ingresos petroleros y recortes al gasto.

El presidente Enrique Peña Nieto está por presentar su último informe de labores.
Supongo que dirá algo sobre las reformas constitucionales que tuvieron lugar en su
sexenio. A él le tocó promulgar 27 decretos de reforma. No es el presidente que más
decretos ha promulgado. Felipe Calderón promulgó 38. En segundo lugar sí está
Enrique Peña, y en tercero Ernesto Zedillo (18 decretos).

Hay que tomar en cuenta que en un decreto se pueden reformar varios artículos
constitucionales. En este sentido, el presidente Peña sí ocupa el primer lugar. En su
administración se reformaron 74 artículos. Incluso, se modificaron 6 artículos que
nunca antes habían sido reformados. Eso supone que el 54% de los artículos
constitucionales es distinto al vigente hace seis años.

El porcentaje de modificaciones ocurrido en el sexenio que termina es mayor al de


los cambios que hubo entre la Constitución de 1857 y la de 1917. Como profesor de
derecho constitucional lo noté. En 2017 tuve la fortuna de darles clase en su último
semestre a muchos de los alumnos que tuve en su primer año de carrera, en 2012. Lo
que les había enseñado ya no servía. Era otra Constitución.

El mayor periodo de estabilidad del texto constitucional fue de 319 días, entre el 7
de julio de 2017 y el 22 de mayo de 2015. Y el menor tiempo fue un fin de semana.
El viernes 7 de febrero de 2014 se publicó una reforma a los sujetos de juicio
político, que fue modificada en la reforma del lunes 10 de febrero siguiente. Es
decir, no hubo certeza en el derecho vigente.

Se han valorado estas reformas extensamente y por separado. Hay oposición a


cambios que aún no han entrado en vigor, como la Fiscalía General de la República.
También hay críticas a la primera de todas estas reformas, la educativa. El próximo
presidente ya anunció su cancelación.

Hacer una evaluación sustantiva global es complicado por la variedad de termas


reformados. Habría que tratar desde justicia cívica hasta temas energéticos. Lo que
si se puede es analizar los aspectos formales de manera general. En este punto
considero que la mayoría han sido un despropósito. Han llenado la Constitución de
normas que no tienen nada que hacer ahí. Podrían, incluso, ni siquiera estar en ley.
¿Tiene la Constitución que ocuparse de la jornada escolar, la que no se regulaba ni
siquiera en la Ley General de Educación? ¿Debe la Constitución regular los minutos
de trasmisión en cada estación de radio y canal de televisión que tienen los partidos?
Me parece que no.

Los sistemas de numeración e identificación de las normas constitucionales son un


desastre. El artículo 28, por ejemplo, tras su reforma, tiene dos listas de fracciones.
Si alguien alude a la fracción I del artículo 28 hay que preguntarle: ¿te refieres a la
primera o a la segunda fracción I? Hay artículos que se dividen en apartados y
después en fracciones, a la vez que otros se dividen en fracciones y después en
apartados. No hubo ninguna técnica.

Hay contenidos que son muy buenos y que debían hacerse. Pero técnicamente se
hicieron mal. Con independencia del fondo, nos hemos quedado con una
Constitución abigarrada y disfuncional. Podemos y debemos discutir si la Carta
Federal contiene las normas que queremos. Pero para eso requerimos optimizar,
aclarar y ordenar el texto que actualmente tenemos. Eso permitiría un mejor
manejo y conocimiento de la Constitución lo que, sin duda, tendría un gran impacto
en la cultura jurídica del país.

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