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Miguel Morey,
Pequeñas doctrinas
de la soledad
México, Sexto Piso,
2a ed., 2015.
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va, que transforma a la vez aquello cación. Pero, se puede decir sin
que se piensa y el sujeto mismo que dudas, este proceso no es ninguna
lo piensa” (263). La necesaria eluci- Consolación por la filosofía. El lec-
dación de este “leerse uno mismo” tor no es solamente una figura qui-
nos lleva a nuestro segundo paso so- jotesca que, como un Ignatius Rei-
bre que requiera el pensar-se. lly en contra de toda La conjura de
La soledad propia, de aquel que los necios, encuentre en la lectura
empieza a pensar totalmente vacío, consolación alguna, o peor aún, la
tiene a lo largo del libro una condi- locura. Porque escribir es también
ción particular por la que no solo saber leer –“¿Qué es preferible: leer
es experiencia singular sino que un libro dos veces o leer dos libros?
puede ser transmitida a otros, ese ¿Vale la pena leer una sola vez un
es precisamente el poder compar- libro que no merece ser leído dos
tido en el envés de la escritura y la veces?” (433). Saber leer es, antes
lectura. En el sujeto actual, aquel que nada, leer en uno mismo, di-
que piensa está sujeto a ser un al- jimos. El Quijote es una vez más
guien que lee y, por defecto, ejerce referencia aquí. Es con él que se
una racionalidad discursiva, escribe puede marcar cabalmente el inicio
en su cabeza. ¿Qué aporta pensar de esta nueva forma de lectura –
en el que escribe o en el que lee? sin lugar a dudas un momento que
Morey trata de profundizar propicia la propagación del uso de
en el cambio que supone tras la la imprenta, a la desterritorializa-
Modernidad, el ámbito de expe- ción le seguirá el arma, “las armas
riencia novedoso que ocurre en la y las herramientas son consecuen-
modificación de la alianza entre las cias, nada más que consecuencias”
palabras y las cosas. Tal experien- (Deleuze y Guattari, 1987: 398)–;
cia tiene cierta forma de paradoja; por eso, este libro es una herra-
aquel que escribe, se dispone sólo mienta para pensar y un arma
ante una página en blanco, es un frente al enemigo, el pensamiento
acto en soledad, pero a la vez esa instrumentalizado del cálculo, de
soledad expresada engendra un lo posible como verdad. Morey,
motor de sentido para otros. Al aun cuando comparte con Deleuze
mismo tiempo el lector se apresta la opinión de que “la filosofía no
a buscar la requerida soledad para sirve ni al Estado, ni a la Iglesia”,
enfrentar el texto, pura comuni- pone las miras en su propuesta
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