Professional Documents
Culture Documents
INTRODUCCION:
Por eso, para empezar, quiero compartir con ustedes una lectura que me
llamó la atención y que está en el devocional Nuestro Pan Diario del día 11
de Abril del 2007. Se titula: LA GLORIOSA PUESTA DE SOL, y dice así:
Es maravilloso ser joven, tener la vista clara, una audición aguda, pasos
elásticos y un pulso que tamborea a la marcha de una salud vigorizante.
Las mejores cosas son las viejas, cosas que han soportado y pasado la
prueba del tiempo. El mismo DIOS, aunque no está sujeto a tiempo, recibe
el nombre de ANCIANO DE DIAS. (Daniel 7:9).
Nada es más triste que una persona que envejece y a quien le espera la
eternidad sin Jesús. Y nada es más dulce que un cristiano que se vuelve
cada vez más tierno y que sigue creciendo y descansando en Cristo a
medida que hace frente al mañana con confianza.
Comencemos con las cosas pequeñas. Hay que evaluar los recursos que
Dios nos da y sacarles el mejor provecho.
Entonces….sólo entonces
Habrás envejecido.
Dios tiene promesas firmes y seguras para todo ser humano que decide
creer y confiar en Él, incluidos aquellos que hemos llegado a los años
dorados.
Ante estos años adicionales que nos han sido concedidos, lo más
importante debe ser nuestra actitud hacia la vida misma.
Después de todo lo que más debemos temer son las arrugas que
desfiguran el alma. Esas sí que envejecen la vida y nos roban la felicidad.
Llegar a la vejez tiene sus ventajas, aunque muchos no creen que la edad
dorada es símbolo de gozo y contentamiento, sino un periodo de vida
triste y melancólico que no podemos evitar.
La vida es hermosa cuando se mira a través de los ojos de Dios, de su
santa, bendita y poderosa palabra.
Una de las claves para lograr tener unos años dorados a plenitud, tiene
que ver con el cuidado de nuestra existencia integralmente, es decir,
nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu.
“Escucha hijo mío acoge mis palabras, y los años de tu vida aumentarán.
Las promesas seguras dadas por Dios sobre la vida, la muerte y la vida
eterna más allá de la muerte, llenan nuestras almas de una dulce y
profunda paz, que nadie ni nada nos puede robar, porque está garantizada
por Aquel que es la resurrección y la vida, el que resucitó de los muertos,
ascendió a la majestad en las alturas y está sentado a la diestra de Dios
Padre, intercediendo por nosotros.