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PEC 2: EL SER HUMANO EN EL PERÍODO MEDIEVAL

Julio Baca
La obra de Diego de San Pedro, la Cárcel de Amor, del año 1492, puede servir como un
ejemplo sorprendentemente claro de la influencia filosófica en la sociedad medieval, así
como de la organización y estructura social de la época dentro del marco del feudalismo. En
esta novela de amor cortés se encuentran sintetizados diferentes elementos del pensamiento
medieval contemporáneo. La resonancia de la religión, como en toda obra cultural de la Edad
Media europea, es obviamente importante; pero también lo es la influencia de la tradición
racional y filosófica de la Antigua Grecia.
En la Edad Media, la religión determina la vida y todas sus características. La política, la
sociedad, las costumbres y la cultura están intrínsicamente ligadas a la creciente importancia
del cristianismo en Europa. El ser humano se coloca, por tanto, no como el centro del
universo, sino como un mero servidor de Dios, un mero lacayo cuya existencia obtiene valor
sólo al considerarse bajo la teología cristiana. Sin embargo, a medida que esta época de la
Historia se desarrolla y la religión aumenta cada vez más su influencia, también crece la
importancia de la tradición filosófica nacida en Grecia. Pero, claramente, la filosofía ya no es
aplicada de la misma forma en que sus creadores la conciben: ahora la metafísica y la
dialéctica se entienden bajo un marco religioso, y sirven a los teólogos cristianos (en esencia
los intelectuales de la época) como un medio para explicar a Dios de forma racional y
coherente. Las enseñanzas de Platón y, más tarde, de Aristóteles, son apreciadas en tanto que
son parte de una cultura importante e influyente; pero al ser una cultura profana, los teólogos
consideran como su deber la correcta utilización de sus enseñanzas y escritos, como un medio
para confirmar y justificar el cristianismo desde la filosofía y desde la razón. Hasta los
últimos siglos de este período histórico, alrededor de los siglos XIII Y XIV, el Platonismo
generalmente domina este pensamiento filosófico-religioso: las divisiones encontradas en sus
escritos, como la existencia de un mundo “real” y uno falso, “erróneo”, o la división entre
cuerpo y alma, siendo la última inmortal, son considerablemente aplicables a la teología y
creencia cristiana. Considerando el importante puesto de la moral en el discurso filosófico de
Platón, su apropiación por el cristianismo no resulta sorprendente. San Agustín de Hipona
(354-430) es probablemente el ejemplo más reconocido del llamado platonismo medieval, y
su influencia se extienda a través de los siglos posteriores. En los textos de San Agustín nos
encontramos con la pregunta fundamental de la filosofía medieval: ¿Es posible reconciliar
dos formas de pensamiento tan contrarias como la fe y la razón? La respuesta es, sin
embargo, bastante directa. Para los filósofos medievales, la filosofía profana enriquece y
desarrolla la fe cristiana.
Los principales dos filósofos de la Edad Media, San Agustín y Santo Tomás de Aquino, están
separados por aproximadamente 8 siglos de diferencia. Entre ambos nos encontramos con
figuras como Boecio (477-526), Anselmo de Canterbury (1093-1109) o Guillermo de
Ockham (1285-1347). Boecio, fuertemente influido por Aquino, busca una solución al
problema de las tres identidades de Cristo mediante la metafísica. Anselmo de Canterbury se
suele considerar el fundador de la escolástica, el método de aprendizaje conjunto entre los
teólogos en el que la dialéctica es la herramienta principal para comprender verdades.
Siguiendo de cerca la metafísica, Anselmo también pronuncia un argumento ontológico sobre
la existencia de Dios (“Si el ser superior definitivo existe en la mente, también debe existir en
la realidad”). En los escritos de Guillermo de Ockham nos encontramos con la proposición
metafísica del nominalismo: negación de los universales y de los objetos abstractos, seguida
de una afirmación de términos y predicados generales; en la rama característica del
nominalismo de Ockham (Conceptualismo) el problema de los universales está
particularmente planteado. Lo que todos estos autores tienen en común es, por supuesto, este
interés en racionalizar problemas religiosos y de fe a partir de las fuentes de la filosofía
clásica. Es importante resaltar la novedad histórica de este desarrollo intelectual: con estos
autores, y con muchos menos influyentes, se proponen desafíos filosóficos a verdades
supuestamente incuestionables. El ejemplo más claro de esta novedad es la necesidad de
buscar una explicación lógica y racional a la existencia de Dios.
Hacia 1492, cuando Diego de San Pedro escribe su obra Cárcel de Amor, el desarrollo de la
cultura y sociedad en la Edad Media llega a su apogeo: las catedrales góticas de los siglos
anteriores sirven como una clara representación del poder de la religión sobre la vida
cotidiana, mientras que las obras de Tomás de Aquino (1225-1274) son evidencia de la fusión
entre Aristóteles y el cristianismo. Aunque la sustitución de Platón por Aristóteles en los
siglos tardíos de la Edad Media como principal fuente de conocimiento tiene gran cantidad de
críticos, llamados los “neoagustianos” por su defensa de un retorno al platonismo medieval,
lo cierto es que la metafísica aristotélica es esencial para explicar a Dios desde el punto de
vista de Tomás de Aquino, probablemente el filósofo cristiano más importante e influyente.
En esta época tardía también nos encontramos con una sociedad claramente organizada en
torno al feudalismo y a los estratos culturales, y éste es también un punto importante en la
redacción de la Cárcel del Amor. Las novelas de amor cortés son escritas, en esencia, como
piezas de entretenimiento para la nobleza, la clase más alta en la jerarquía feudal, sólo
inferior al rey y a la familia real. Y en ellas se presentan, por tanto, los valores medievales
caballerescos, inspirados en las enseñanzas cristianas y su valor moral; se acentúa la
sinceridad, lo noble, el valor de la cultura, la honestidad y lo humano, por un lado. En
conexión cercana, pero, al mismo tiempo, en un plano considerablemente más visceral, el
amor cortés expresa el amor como un deseo carnal y espiritual, placentero y transcendente al
mismo tiempo, en el que el ideal del amor es más poderoso y capaz que todo problema al que
se enfrenten los amados. Y la influencia platónica está en la palabra “ideal”. La idealización
de conceptos e ideas, y su entendimiento como verdades absolutas que van más allá de toda
situación terrenal: en las novelas de amor cortés, el amor como idea absoluta y perfecta, es
prueba de otro mundo, más real y más verdadero; en otras palabras, más cercano a Dios. Así,
el dualismo metafísico platónico encuentra seguidores en los nobles europeos medievales. Y
en su idealización del amor se refleja también su estatus social, en el que la nobleza, como el
sector más culto y refinado de la sociedad medieval, utiliza la cultura como medio para
obtener sus fines amorosos, y, por tanto, como medio para acercarse a Dios. Se debe tener en
cuenta que la influencia del pensamiento filosófico sólo afecta a una parte específica de la
población, es decir, a aquella que se considera digna de cultura y de aprendizaje: sólo la alta
nobleza es capaz de entrar en contacto con Platón dada la división estamental de la sociedad
de la época.
La cárcel del amor presenta, de forma alegórica, estos valores contemporáneos al utilizar
personajes llamados Esperanza, Alegría, o Deseo como parte de la trama y desarrollo: las
emociones, tomadas de ideas, no solo son perfectas y más intensas que cualquier sentimiento
terrenal, sino que son autónomas y tan reales como un ser humano. Este concepto de toda
distinción lógica como distinción real es tomado directamente del pensamiento platónico, y
representa cómo los escritos clásicos son capaces de influenciar incluso obras vulgares y de
un objetivo no religioso, cuando mucho menos filosófico.

Bibliografía:

-Hirchsberger, J. (1963, Edición 1976). Historia de la filosofía, tomo II, edad moderna,
edad contemporánea (Trad: Luis Martínez Gómez). Editorial Herder
-Holmes, G. (1992, Edición 2001) The Oxford History of Medieval Europe. Oxford
University Press
-Ruiz Simón, Josep M. La filosofía en el Occidente latino medieval (800-1277). Apuntes
UOC

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