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¡ALÉGRATE!

Serie Adviento 2018

Programa:
FECHA TEXTO TÍTULO Y SÍNTESIS PREDICADOR

Alégrate en su favor

El ángel saluda a María con la palabra “Alégrate, tú


que has recibido el favor de Dios”. Así, en última
instancia, nuestra alegría descansa en que Dios nos
Domingo 2 Lc. 1:26-45 Jano Suazo
ha favorecido acercándose a nosotros. Además,
esta alegría se comparte, lo que se evidencia en las
palabras de Elizabeth a María: “tan pronto como
llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de
alegría la criatura que llevo en el vientre”.

Domingo 9 Texto libre Libre Pr. Manuel


Alégrate en su misericordia

María reacciona al favor de Dios cantando,


reconociendo que Dios “se ha dignado a fijarse en
Domingo 16 Lc. 1:46-56 Eliezer Leal
su humilde sierva”, y que “de generación a
generación se extiende su misericordia a los que le
temen”. De este modo, María celebra la
misericordia de Dios que levanta al débil.

Alégrate en su fidelidad

Luego de haber estado mudo por un tiempo,


Zacarías abre su boca para profetizar lleno del
Espíritu. Su profecía toma la forma de un canto que
Domingo 23 Lc. 1:67-79 Marco Poblete
exalta la fidelidad de Dios con su pueblo,
mencionando las promesas hechas por los “santos
profetas” y el pacto hecho a “nuestros padres” que
ahora se cumplirían en el “poderoso salvador” que
“ha venido a redimir a su pueblo”.

Alégrate en el Salvador

Los primeros en recibir el anuncio de salvación son


Lunes 24 Lc. 2:8-20 los más depreciados de la sociedad. Los pastores Eliezer Leal
reciben la visita de un ángel que les invita a
alegrarse en el nacimiento del Salvador, quien trae
la paz del Señor a la tierra.
ESTUDIO DE LUCAS
Autoría
A diferencia de las cartas paulinas, en las que el autor se identifica inmediatamente, el tercer
evangelio es completamente anónimo. Es decir, en ninguno de sus versículos encontramos
una referencia directa a su autor. Sin embargo, podemos identificar que se trata de un autor
que no fue un testigo ocular del ministerio de Jesús, sino que es alguien que recurre al
testimonio de los que sí lo fueron (1:2), además, es un escritor culto, familiarizado con las
tradiciones literarias del Antiguo Testamento y con las técnicas literarias del helenismo.

La iglesia primitiva, sin embargo, desde fecha muy temprana reconoció que este evangelio y el
libro de Hechos fueron escritos por Lucas, quien es mencionado tres veces en el Nuevo
Testamento. En Filemón 24 se identifica a Lucas como “colaborador” de Pablo, en Colosenses
4:14 se le llama “el médico amado”, y en 2 Timoteo 4:11 se le señala como el único que
quedaba con Pablo. El nombre de Lucas concordaría con lo señalado en el prefacio del
evangelio donde el autor no fue uno del círculo cercano a Jesús, además de concordar con los
relatos encontrados en Hechos en que se mencionan en primera persona plural parte de los
viajes de Pablo con sus colaboradores (Hechos 16:10-17).

¿Qué más podemos saber de Lucas? No hay acuerdo entre los teólogos en cuanto a su
origen. La tradición señala que provenía de Antioquía y que por lo tanto Lucas era un pagano
griego convertido al cristianismo. Otra corriente señala que, por su conocimiento de la
literatura hebrea, Lucas venía de un trasfondo judío y no pagano. Una tercera interpretación
que viene tomando fuerza, es que Lucas, siendo descendiente judío, nació y se formó en
Antioquía, armonizando de esta forma su excelente griego y su manejo del Antiguo
Testamento. Además de su origen, otra controversia acerca de Lucas se relaciona con el
hecho de si era médico o no. La dificultad se encuentra es que esta tesis se ha sostenido por
mucho tiempo basada en un solo versículo aislado en todo el Nuevo Testamento. Aunque ha
habido autores como W. K. Hobart que en 1882 propuso que el tercer evangelio utiliza un
lenguaje médico mucho más técnico que el resto de los sinópticos, esta tesis fue desmentida
por H. J. Cadbury que en 1912 expuso ampliamente que los términos ocupados por Lucas
eran muy comunes entre otros autores de la época que no tenían relación alguna con la
medicina, además de señalar que históricamente es difícil hablar de un lenguaje técnico de
medicina en el primer y segundo siglo. Es complejo defender una de estas dos posturas con
certeza, sin embargo, el hecho de si era o no médico no afecta de una forma directa al
acercamiento y la interpretación del tercer evangelio.

Fecha
Considerando que el autor de este Evangelio señala depender de los testigos oculares de
Jesús (1:1-4); considerando que debió haber un lapso de tiempo importante para que se
cumpliese lo que señala diciendo que “ya muchos han tratado de poner por orden” las obras y
ministerio de Jesús, y considerando que la data del texto lucano debiera ser posterior a la del
Evangelio de Marcos si es que éste fue utilizado como fuente del tercer Evangelio, nos
inclinamos a pensar que Lucas escribió su Evangelio entre el año 75 y 85 d.C. Es decir,
después de la invasión y destrucción de Jerusalén por mano de los romanos (70. d.C.). Los
fundamentos para esta fecha se pueden resumir en los siguientes puntos:

A. Un número importante de académicos fechan el Evangelio de Marcos cerca del año 68


d.C., de tal manera que Lucas debió escribir posteriormente a esa fecha.

B. Considerando que desde la resurrección de Cristo hasta la caída de Jerusalén el


cristianismo ya había salido de los límites de Palestina, o que ningún escrito del Nuevo
Testamento parece haberse escrito desde Palestina, esta teoría no ve ninguna
problemática en que no se mencione de manera directa la invasión a Jerusalén (argumento
usado por quienes defienden una fecha más temprana). Mas bien se pregunta ¿Por qué
habrían de mostrar tanto interés los escritores bíblicos en este hecho cuando todas sus
fuerzas estaban abocadas a la expansión del cristianismo por el mundo gentil?

C. Dado lo anterior, las predicciones encontradas en Lucas 19 y 21 se entienden como


“profecías cumplidas”. Algunos argumentan, de hecho, que Lucas escribe estos textos con
detalles vívidos como alguien que ya presenció lo ocurrido.

Destinatarios
Lucas señala a su destinatario como “excelentísimo Teófilo”. (1:3) Puesto que Teófilo se
traduciría al español como “el que ama a Dios”, algunos estudiosos han querido señalar que
Teófilo representa un “público genérico” y no a una persona concreta. Es decir, Lucas escribiría
a todos aquellos que “aman a Dios”. Dicha interpretación parece demasiado caprichosa.
Además, la palabra “excelentísimo” apunta a una persona concreta que ocupa cierto rango en
la aristocracia romano. Sin embargo, aunque el texto lucano está dirigido a una persona
específica, no niega que al autor tenía en mente al mismo tiempo un público más amplio que
compartía la realidad de Teófilo como pagano-cristiano viviendo en un ambiente gentil.

Tenemos abundante evidencias en el evangelio para señalar que sus destinatarios son
creyentes gentiles:

A. En primer lugar, Lucas omite pasajes claves que encontramos en Marcos que apuntan a
ritos judíos sobre pureza ritual. (Por ejemplo: Mc. 7:1-23) Por otra parte, cuando incluye
costumbres judías que encontramos en los otros evangelios, los hace con retoques de
redacción que parecen acomodar dichas tradiciones a una mentalidad no judía.

B. En segundo lugar, Lucas toma nombres o títulos judíos y los escribe con sus
correspondientes en griego. Por ejemplo, maestro en vez de rabí, Calavera en vez de
Gólgota, o doctor de la ley en vez de escriba.

C. En tercer lugar, su preocupación por los pagano-cristianos lo lleva a estirar su genealogía


hasta Adán. Diferente a Mateo que llega sólo hasta Abraham, el padre de los judíos.

D. Finalmente, cabe notar que Lucas utiliza el término “Judea” en un sentido global para
abarcar a toda Palestina. Esto sugiere claramente que Lucas está escribiendo a
destinatarios no palestinos.

Lucas y la alegría1
El evangelio de Lucas es el «evangelio de la alegría». A lo largo de sus páginas se nos invita a
acoger a Jesús con gozo. No hemos de salir a su encuentro con miedo, preocupación o
recelo, sino con alegría y confianza. La primera que escucha esta invitación es María:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo» (1:28). Ya antes de nacer, Lucas presenta a
Jesús difundiendo alegría mesiánica desde el seno de su madre (1:44). Su nacimiento en Belén
es motivo de gran alegría. Así lo anuncia el enviado de Dios: «No tengan miedo. Les anuncio

1 Texto tomado y editado del libro: “El camino abierto por Jesús: Lucas”, del autor José Antonio Pagola.
una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
Salvador, que es el Mesías, el Señor» (2:11).

Más tarde, Lucas presenta a Jesús irradiando alegría allí donde se hace presente. Las
curaciones que lleva a cabo en las aldeas de Galilea despiertan la alegría y la alabanza a Dios:
cuando llega Jesús, la gente siente que «Dios está visitando a su pueblo» (7:16). En sus
parábolas, Jesús les habla de la alegría que experimenta Dios cuando un pecador se convierte
(15:7; 10:32). Al entrar en Jerusalén, «toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, se
pusieron a alabar a Dios con grandes voces» (19:37). Al subir Jesús al cielo, sus discípulos
vuelven a Jerusalén «con gran gozo» y «estaban siempre en el templo alabando a
Dios» (24:53), Este evangelio de Lucas nos ayudará a descubrir a Jesús como algo nuevo y
bueno, que puede llenar nuestra vida de gozo y agradecimiento a Dios.

En el origen de esta alegría está la gran noticia de la salvación que Dios nos ofrece en Jesús.
Por eso Lucas lo presenta como Salvador. Así anuncia el ángel del Señor su nacimiento: «Os
ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor» (2:11). Cuando
Simeón toma en sus brazos a Jesús canta: «Ahora, Señor, según tu palabra, puedes dejar que
tu siervo se vaya en paz, porque mis ojos han visto tu salvación» (2:30). En Jesús podemos
ver, tocar, sentir y palpar la salvación de Dios. Por eso, Lucas lo presenta «salvando» del
pecado (7:50), del maligno (8:36), de la muerte (8:50). Según Lucas, Jesús «ha venido a buscar
y salvar lo que estaba perdido» (19:10).

Lucas insiste en que Jesús es el «hoy de la salvación». En Cristo, Dios nos está ofreciendo su
salvación hoy, ahora mismo, siempre: «Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
Salvador» (2:11). En casa de Zaqueo Jesús dice: «Hoy ha llegado la salvación a esta
casa» (19:10). En la cruz promete al buen ladrón: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (23:43).
El evangelio de Lucas nos invita a acoger a Jesús, el Cristo, que viene a nuestras vidas a
salvar lo que estamos echando a perder; a resucitar lo que está muriendo en nosotros; a sanar
lo que está enfermo; a liberamos del pecado que nos esclaviza. Este relato nos va a enseñar a
vivir el seguimiento de Jesús como una experiencia de salvación y alegría.

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