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Causa nº: 2-62723-2017


"C. M. L. C/ T. B. L. S/ CUMPLIMIENTO DE CONTRATOS
CIVILES/COMERCIALES”

JUZGADO CIVIL Y COMERCIAL N°1 -OLAVARRIA-

Sentencia Registro nº: … Folio: .............

En la ciudad de Azul, a los trece días del mes de Diciembre

del año Dos Mil Dieciocho, reunidos en Acuerdo Ordinario los Señores Jueces de

la Excma. Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial Departamental, Sala II,

Doctores Jorge Mario Galdós y Víctor Mario Peralta Reyes (arts. 47 y 48 Ley 5827),

encontrándose excusada a fs.296 la Dra. María Inés Longobardi, para dictar

sentencia en los autos caratulados “C. M. L. c/ T. B. L. s/ Cumplimiento de

Contratos Civiles/Comerciales” (Causa N° 62.723), habiéndose procedido

oportunamente a practicar la desinsaculación prescripta por los arts. 168 de la

Constitución Provincial, 263 y 266 del C.P.C.C., resultando de ella que debían votar

en el siguiente orden: Dr. Peralta Reyes y Dr. Galdós.

Estudiados los autos, el Tribunal resolvió plantear y votar las

siguientes:

-C U E S T I O N E S-

1era. ¿Es justa la sentencia apelada de fs. 224/229vta.?

2da. ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?

-V O T A C I O N-
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A LA PRIMERA CUESTION, el Señor Juez Doctor Peralta

Reyes, dijo:

I. El conflicto objeto de autos se remonta a la denominada

“Promesa de venta de bien inmueble-permuta”, que se formalizó –con fecha 9 de

noviembre de 2011- entre la actora M. L. C. en el carácter de vendedora, y la

demandada B. L. T. en calidad de compradora (ver instrumento agregado con la

demanda a fs.11/14). Por medio de esta promesa de venta, la vendedora M. L. C.

vendió a la compradora B. L. T. dos fracciones de campo ubicadas en el partido

de Bolívar, designada la primera de ellas como parcela 591 f, con una superficie de

216 has. 79 as. 20 cas., Nomenclatura catastral: Circ.VI, parcela 591 f,

matrículas 21.251 y 20.965 de Bolívar, y la segunda de ellas como parcela 589 j,

con una superficie de 56 has. 66 as. 67 cas., Nomenclatura catastral: Circ. VI, 589

j, matrícula 3948 de Bolívar. La vendedora hizo constar en este instrumento que a

las fracciones de campo se les deberá restar la superficie indivisa correspondiente

al 33%, según cesión de derechos que hizo a favor de S. N. O., por Escritura n° 125

de fecha 12 de agosto de 1997, ante el Escribano O. A. P.

En esta promesa de venta se fijó el precio de la operación en

la suma de u$s 380.000, pagadero de la siguiente forma: a) En el acto del boleto la

compradora entregó la suma de u$s 245.000, en su equivalente a cinco unidades

funcionales ubicadas en el predio identificado con la matrícula 53.254, que se

encontraban en proceso de construcción y cuyas características se detallaron

en la memoria técnica de construcción que se incluyó en la promesa de venta como

anexo I; b) El saldo de precio de u$s 135.000 sería abonado en tres cuotas de u$s
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45.000, con vencimiento en los días 20 de diciembre de 2011, 25 de febrero de 2012

y 25 de mayo de 2012 (ver instrumento de fs.11/14).

Pero, con posterioridad, se suscribió entre las partes un

“Boleto de compraventa de bien inmueble-Permuta”, con fecha 23 de

diciembre de 2012, en el cual se observa una modificación con respecto a la

forma de pago del precio de la operación que se había estipulado en la anterior

promesa de venta. En efecto, en este boleto de compraventa no hubo innovación

con relación a la entrega de las cinco unidades funcionales en proceso de

construcción (punto a) del párrafo anterior). Pero sí se estableció una modificación

en cuanto al saldo de precio (punto b) del párrafo precedente), indicándose que la

suma de u$s 45.000 se abonó en efectivo en ese acto, sirviendo el boleto de

suficiente recibo y carta de pago; mientras que quedaba pendiente el saldo de

u$s 90.000 (ver instrumento de fs.15/16vta.).

Posteriormente, se formalizó entre las partes un “Acuerdo de

reconocimiento de deuda”, con fecha 1 de febrero de 2013, donde B. L. T.

reconoció adeudar a M. L. C. la suma de u$s 210.000, la cual sería cancelada y

compensada con la entrega de las cinco unidades funcionales que se detallaron

precedentemente, debiendo efectivizarse la tradición el día 10 de abril de 2013. Se

hizo constar en este acuerdo que la Sra. C. declaró haber dado vista de la

construcción de los inmuebles y haber verificado los materiales utilizados, no

encontrando objeción alguna sobre ello; y se puntualizó que encontrándose los

inmuebles en proceso de construcción, se acompañó a este instrumento una

memoria técnica que lo integró como anexo I (ver fs.17/18).


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II. Los tres instrumentos privados hasta aquí reseñados fueron

acompañados por la actora con su escrito de demanda y no han sido desconocidos

por la demandada en la parte medular de su responde (fs.103/105vta.), por lo que

se erigen en elementos probatorios esenciales a los fines de la dilucidación de la

cuestión que ha sido sometida a juzgamiento (arts.330, 354 y ccs. del Cód. Proc.).

Ahora bien, la demanda de cumplimiento de contrato y daños y perjuicios que

entabló la vendedora M. L. C. contra la compradora B. L. T., que obra a fs.28/36,

fue motivo de una excepción de defecto legal deducida por la demandada, que se

admitió en la resolución dictada en primera instancia a fs.91/92vta., donde se

precisó que la actora debía aclarar concretamente su petición, a los fines de

individualizar correctamente el objeto de marras y clarificar la situación descripta en

el punto cuarto del decisorio.

Fue a raíz de esta resolución que la actora formuló la aclaración

requerida en su escrito de fs.93/93vta., donde luego de aludir a los términos de la

promesa de venta ya analizada en el apartado I de este voto, precisó su

reclamación que se encuentra referida al cumplimiento de la obligación asumida

por la compradora en el contrato de compraventa, consistente en hacerle

tradición de las cinco unidades funcionales del inmueble matrícula 53.254. Así

aludió al acuerdo de reconocimiento de deuda suscripto por las partes con fecha 1

de febrero de 2013 (ver último párrafo del apartado I de este voto), señalando que

en el mismo se convino una nueva fecha de entrega de los departamentos y

cocheras para el día 10 de abril de 2013. Y sostuvo que como la demandada no

cumplió con la tradición de los inmuebles en la fecha convenida, se comenzó una

negociación extrajudicial tendiente a acordar una nueva fecha de entrega,


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habiéndose confeccionado borradores en una negociación que jamás dio frutos

porque la accionada nunca firmó un acuerdo posterior ni cumplió con su

obligación, pese a haber percibido el pago. Concluyó sosteniendo que reclama

el cumplimiento contractual de la obligación de tradición de los inmuebles de

referencia asumida por la demandada (fs.93vta.).

En un párrafo que reviste importancia a los fines de la cuestión

traída a juzgamiento, se sostuvo en este escrito aclaratorio de la demanda que: “El

dinero de la operación de compraventa del campo de propiedad de la actora,

fue abonado por el Sr. R. E. T., a quien la demandada B. L. T. cedió los

derechos y obligaciones del Boleto de compraventa a excepción de la de

tradición de los inmuebles que continuó en cabeza de la demandada”

(fs.93vta., punto 4). Estas expresiones se complementan con las que volcó la actora

en su escrito original de demanda, donde hizo referencia al asesoramiento

deficiente y contrario a sus intereses por parte de sus abogados, y puntualizó que:

“La más importante cuestión en el negocio realizado es que el dinero de la compra

del campo de mi propiedad fue abonado por el Sr. R. E. T., D.N.I. 10.430.647,

quien por alguna extraña razón que sólo conocen los profesionales intervinientes

por entonces, no fue consignado en el documento, pero es a quien la demandada

T. cedió las obligaciones del negocio en relación a la compra del campo y

respecto de quien me convertí en cedente de los derechos y acciones

hereditarios emanados de la sucesión de mi madre, por iniciativa de T., para

que éste pudiera escriturar. Como dije antes, éste sí obtuvo la posesión

inmediata del predio rural” (fs.29vta.; lo destacado me pertenece).


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III. En oportunidad de contestar la demanda B. L. T., negó que

hubiera habido incumplimiento de su parte y describió un cuadro fáctico

completamente diferente al esbozado por la actora, aludiendo a una “historia oculta

detrás de las mentiras de la aquí actora”. Así señaló que su parte dio cuenta que la

Sra. C. había cedido con fecha 21 de enero de 2013, al Sr. R. E. T., el 67% de

los derechos hereditarios que le correspondían en su carácter de heredera en

los autos “Z. de C. M. E. s/sucesión”, encontrándose incluida en esta cesión

el predio rural que la Sra. C. le había vendido mediante el boleto de

compraventa ya examinado. Y expresó la demandada que a partir de allí

comenzaron una serie de negociaciones tendientes a lograr que la actora le

devolviera las sumas de dinero entregadas que ascendieron a u$s 135.000, las

cuales no dieron resultado favorable (fs.104/104vta.).

Y aludiendo a la actora y a la postura por ésta asumida en su

demanda, precisó la accionada que: “No existe, o no se adjunta al menos, la

cesión de derechos sobre el boleto de compraventa que según ella suscribí

con el Sr. T.” (fs.104/104vta.). En efecto, tal como lo puntualicé en el último párrafo

del apartado II de este voto, la actora afirmó en su escrito aclaratorio de la demanda

que: “El dinero de la operación de compraventa del campo de propiedad de la

actora, fue abonado por el Sr. R. E. T., a quien la demandada B. L. T. cedió los

derechos y obligaciones del Boleto de compraventa a excepción de la de

tradición de los inmuebles que continuó en cabeza de la demandada”

(fs.93vta., punto 4). Aquí se detecta una cuestión medular del litigio –cuyo

esclarecimiento abordaré en el decurso de esta sentencia-, ya que según la versión

de los hechos suministrada por la actora, fue la demandada B. L. T. quien cedió


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a R. E. T. los derechos del boleto de compraventa objeto del diferendo de

autos. Mientras que, muy por el contrario, la demandada sostuvo que nunca

suscribió cesión alguna con el mencionado Sr. T.; y, más aún, adujo haber

tomado conocimiento que fue la actora M. L. C. quien, con fecha 21 de enero de

2013, cedió a R. E. T. el 67% de los derechos hereditarios que le correspondían

en el juicio sucesorio de su madre (fs.104/104vta.). En este orden de ideas, dijo

la demandada B. L. T. que jamás pudo tomar posesión del predio rural que fue

vendido por la actora a otra persona, pese a que la actora había percibido las

sumas dinerarias estipuladas en el boleto de compraventa; lo que significó una

importante pérdida de dinero en su pequeño patrimonio (fs.105). Así puntualizó la

demandada, seguidamente: “No sólo me vi privada de una suma de dinero

significativa, sino que nunca pude recuperar nada del dinero abonado ya que estuve

impedida de explotar el campo que comprara a la Sra. C.” (fs.105).

Fue así que la demandada solicitó el rechazo de la demanda y

dedujo reconvención por enriquecimiento sin causa contra la parte actora, a

los fines de que se condene a ésta última a pagarle la suma de u$s 135.000.

Conforme ya lo puntualicé en el párrafo precedente, dijo la demandada que jamás

pudo explotar el predio rural ni tomar posesión del mismo, porque fue vendido por

la actora a otra persona. Consideró la accionada que hubo un enriquecimiento

sin causa de la actora que percibió la referida suma dineraria, por lo que, en

consecuencia, ésta última debe ser condenada en los términos antedichos

(fs.105/105vta.).

IV. Habiendo transcurrido el período probatorio se llegó al

dictado de la sentencia de primera instancia, en la cual se rechazó la acción de


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daños y perjuicios por incumplimiento contractual deducida por M. L. C. contra B. L.

T.; a la vez que también se rechazó la reconvención por enriquecimiento sin causa

deducida por B. L. T. contra M. L. C.; imponiéndose las costas por la acción principal

a la actora y por la reconvención a la accionada reconviniente. Seguidamente se

regularon los honorarios de los profesionales intervinientes en la causa

(fs.224/229vta.).

El núcleo basal del decisorio apelado en lo que respecta al

rechazo de la demanda, se centra en la valoración de la escasísima prueba

producida en autos, las absoluciones de las partes y el oficio contestado por el

escribano O. A. P., quien da certeza sobre la escritura de cesión de derechos y

acciones sucesorios formalizada por la actora a favor de R. E. T. Y en este orden

de ideas, sostuvo la a quo que pretender la actora que la demandada le abone lo

adeudado es una conducta sumamente reprochable a la luz de la teoría de los

propios actos. Sostuvo que este incumplimiento por parte de la vendedora del predio

rural (actora en autos), ha sido de una gravedad tal que echa por tierra el hecho que

se adeude o no un saldo de precio; sumado a que la actora no ha podido probar sus

alegaciones. También en la sentencia se rechazó la reconvención por

enriquecimiento sin causa deducida por la demandada, al señalarse que ésta no

acreditó los extremos de su pretensión (fs.226/228vta.).

V. El aludido pronunciamiento fue apelado por ambas partes,

habiendo expresado sus agravios la parte demandada a fs.280/284 y la parte actora

a fs.285/287.

Sostuvo la actora que la demandada admitió haber recibido las

fracciones de campo y se atuvo al acuerdo de reconocimiento de deuda formalizado


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entre las partes, que fuera celebrado con fecha posterior a la cesión de derechos

hereditarios realizada por la actora a favor de R. E. T. Aludió a la orfandad

probatoria destacada en la sentencia apelada y se refirió al planteo de

enriquecimiento sin causa formulado por la demandada (fs.285/287).

Por su parte, la demandada se disconformó con la base

regulatoria fijada en la instancia de origen (fs.280/281vta.), y cuestionó el rechazo

de la reconvención por enriquecimiento sin causa decidido en la sentencia apelada,

sobre la base de diversas alegaciones (fs.281vta./283).

En los desarrollos de este voto analizaré los argumentos dados

por ambos apelantes, dejando sentado, desde ya, que no es procedente el pedido

–efectuado por la demandada- de transcripción o desgravación de la audiencia

videograbada realizada en primera instancia (fs.283). Ello porque el contenido de

dicha audiencia ha sido debidamente visualizado por este tribunal mediante la

utilización de los elementos técnicos disponibles, y las pruebas allí receptadas serán

evaluadas en el decurso de la presente sentencia.

Habiéndose cumplimentado los pasos procesales de rigor y

practicado el sorteo de ley, han quedado los actuados en condiciones de ser

examinados a los fines del dictado de la presente sentencia.

VI. En lo que respecta a la ley aplicable, los hechos motivantes

del presente litigio se han cumplido, en su totalidad, durante la vigencia del

derogado Código Civil, por lo que ésta debe ser la normativa que rija en el caso

(art.7 del C.C. y C.). Sin perjuicio de ello, el código actualmente vigente sirve de

valiosa pauta interpretativa, conforme lo ha destacado este tribunal en numerosos

precedentes (esta Sala, causa n°63320, ”Sherar …”, sentencia del 22/11/2018.
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VII. Conforme resulta de los instrumentos suscriptos entre las

partes (ver apartado I de este voto), la actora vendió a la demandada el 67%

indiviso de dos fracciones de campo ubicadas en el Partido de Bolívar, identificadas

como parcelas 591 f y 589 j, habiéndose fijado el precio de la operación en la suma

de u$s 380.000. Por su parte, la demandada le entregó a la actora en parte de pago

la suma de u$s 245.000, en su equivalente a cinco departamentos o unidades

funcionales -en proceso de construcción- ubicados en el predio identificado con

la matrícula 53.254, habiéndose fijado el saldo de precio en la suma de u$s 135.000.

1. En la sentencia que ha llegado apelada a esta alzada

comenzó la a quo por reseñar las posturas esgrimidas por las partes en los escritos

de traba de la litis. Así señaló que la actora reclama la entrega de los referidos

departamentos –en proceso de construcción- que fuera acordada en la promesa

de venta de fecha 9 de noviembre de 2011 y en el acuerdo de reconocimiento

de deuda de fecha 1 de febrero de 2013, invocando el incumplimiento en que –a

su juicio- incurrió la demandada B. L. T. Y sostuvo la sentenciante de grado que la

demandada reconoció ambos contratos, pero lo que desconoció -y se transforma

en el tema ad decidendum- es que se le haya hecho entrega de la posesión del

predio rural, habiendo afirmado que nunca se hizo de esa posesión porque la

Sra. C. cedió los derechos que poseía sobre dicho predio al Sr. R. E. T. Ello

pese a que, según los dichos de la demandada, ésta le habría abonado a la actora

la suma de u$s 135.000, que se estipuló como saldo de precio de la compraventa.

Luego de haber delineado la juzgadora la temática central del

litigio y las posturas antagónicas de las partes, en lo que respecta a la acción por

cumplimiento de contrato se inclinó por acoger el planteo defensivo


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formulado por la demandada. Así ponderó la escasísima prueba producida en

autos, las absoluciones de las partes y el oficio contestado por el Escribano O. A.

P., quien dio certeza sobre la Escritura n° 17 de Cesión de derechos y acciones

sucesorios celebrada el día 21 de enero de 2013, mediante la cual la actora M. L.

C. cedió a R. E. T. los derechos sucesorios que posee en los autos “Z. de C. M. E.

s/sucesión”, expediente n° 456/97, en trámite por ante el Juzgado de Paz Letrado

de Bolívar (ver sentencia apelada fs.226, escritura de cesión de derechos y acciones

hereditarios de fs.181/182vta., e informe del Escribano O. A. P. de fs.183). Y

partiendo de la base de esta cesión de derechos y acciones hereditarios que la

actora formalizó a favor de un tercero (R. E. T.), la que generó la absoluta

imposibilidad de que cumpliera con su obligación -asumida en el contrato de

compraventa- de entregarle a B. L. T. las fracciones de campo vendidas, se

inclinó la sentenciante por receptar la postura procesal adoptada por la demandada.

En referencia a la accionante M. L. C., sostuvo la a quo que “pretender que se le

abone lo adeudado por T., es una conducta sumamente reprochable a la luz

de la teoría de los propios actos” (ver sentencia apelada, fs.226vta., primer

párrafo).

Prosiguió señalando la juzgadora en esta misma línea de

pensamiento (fs.226vta., último párrafo), que este incumplimiento de la actora

(vendedora del predio rural) ha sido de una gravedad tal que le resta

relevancia a la circunstancia de que se adeude o no un saldo de precio; a lo

que se suma que la actora no ha podido probar sus alegaciones (ver sobre

estas alegaciones la reseña que realicé en el último párrafo del apartado II de este

voto). De esta manera concluyó la sentenciante su desarrollo argumental sobre esta


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parcela del litigio, destacando que: “Bajo esa directriz, es que me permito analizar

la acción de cumplimiento bajo examen, por cuanto la misma no debe prosperar,

toda vez que el hecho del no pago en el contrato como estaba estipulado y luego

en el reconocimiento de deuda, lo fue a consecuencia del no cumplir la

vendedora/actora con su obligación asumida de entrega de la cosa (predio rural)”

(fs.228, primer párrafo). En consecuencia, sostuvo la magistrada que deviene

procedente el rechazo de la acción de cumplimiento, con costas a la actora por su

calidad de vencida (fs.228, segundo párrafo).

2. En el párrafo precedente destaqué que en la sentencia

apelada se tuvieron por no probadas las alegaciones de la actora, quien en su

escrito aclaratorio de la demanda y también en su escrito original de demanda,

brindó explicaciones sobre el rol que –según su postura- habría tenido R. E.

T. en el entramado negocial que generó el conflicto de autos (ver la reseña

efectuada en el apartado II, último párrafo, de este voto). En esos escritos dijo la

actora que el dinero de la operación de compraventa que debía pagar la

compradora, en realidad fue abonado por el Sr. R. E. T., a quien la demandada

B. L. T. cedió los derechos y obligaciones respecto del boleto de compraventa,

a excepción de la tradición de las unidades funcionales que continuó en

cabeza de la demandada (de allí que la actora dirigió la acción de cumplimiento de

contrato relativa a estos departamentos contra la aquí accionada B. L. T.). Y siguió

afirmando la actora en su postulación inicial, que por alguna extraña razón que sólo

conocen los profesionales intervinientes por entonces, esta circunstancia no fue

consignada en el documento contractual. En esa misma línea argumental, remarcó

la accionante que por esta situación se convirtió en cedente de los derechos y


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acciones hereditarios emanados de la sucesión de su madre, a favor de R. E.

T., para que éste pudiera escriturar; agregando que el Sr. T. obtuvo la

posesión inmediata del predio rural (ver fs.29vta. y 93vta.).

Pues bien, si se compulsan las diferentes actuaciones de la

causa, puede concluirse –sin hesitaciones- en que la actora no ha probado sus

alegaciones referidas al rol que habría asumido R. E. T. en la operación de

compraventa objeto del presente proceso, siendo que ello constituía un hecho

por demás gravitante a los fines de dotar de basamento a su postura procesal.

Resulta por demás llamativo que no haya sido objeto de prueba un aspecto fáctico

de tanta trascendencia para sostener la pretensión de la actora, por lo que pasaré

a destacar los distintos actos procesales que ponen en evidencia esa orfandad

probatoria. Así se tiene que en el escrito de demanda se ofreció como testigo a R.

E. T., con domicilio en Corral de Bustos, Provincia de Córdoba, transcribiéndose el

pertinente interrogatorio (fs.35vta./36). Pues bien, este interrogatorio fue

notoriamente ampliado por la a quo en ejercicio de las facultades conferidas

por el art. 452 del código ritual, mediante la agregación de seis preguntas (ver

auto de fs.200). Al mismo tiempo se dispuso el libramiento del oficio del caso y se

le hizo saber a la parte actora que debería informar el juzgado de radicación del

oficio dentro del plazo de diez días del libramiento, bajo apercibimiento de tenerla

por desistida de la prueba en cuestión (citado auto de fs.200). Al haber adoptado

dicha medida instructoria de ampliación de interrogatorio, surge evidente la

relevancia que la jueza de grado le confirió a esta prueba testimonial ofrecida

por la actora, precisamente, por el rol protagónico que esta parte le había otorgado

a la actuación del testigo R. E. T. en el negocio de compraventa. Pero este marcado


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activismo del juzgado fue en vano, ante la inacción evidenciada por la actora que

generó el dictado de la resolución de fs.205, donde se la tuvo por desistida a esa

parte de la prueba testimonial en análisis. Esto motivó el recurso de reposición

deducido por la accionante, donde se dijo que el testigo se encontraba fuera del

país al momento en que debía celebrarse la audiencia, y que no se había podido

contactar un abogado para realizar la diligencia en la Provincia de Córdoba, lo que

se cumplimentó en esa oportunidad autorizándose al Dr. M. U. Pero, además, la

actora alteró su petición inicial y solicitó que, en primer lugar, se dispusiera la

declaración testimonial de T. ante el Juzgado de Olavarría (por encontrarse

pendiente la declaración del testigo E. H.), y recién en forma subsidiaria se librara

el oficio al organismo competente de la Provincia de Córdoba (ver escrito de

fs.209/209vta.). Este recurso de reposición fue rechazado mediante la providencia

de fs.214/214vta., poniéndose fin a un largo derrotero donde quedó de manifiesto la

inacción de la parte actora en el diligenciamiento de una prueba testimonial que

resultaba medular para la acreditación de sus dichos (arts.375, 384, 451 y 452 del

Cód. Proc.).

Algo similar sucedió con otra prueba que hubiera sido de interés

para apuntalar la posición procesal de la accionante, ya que ésta manifestó –como

lo destaqué supra- que al haberle cedido a R. E. T. los derechos y acciones

hereditarios emanados de la sucesión de su madre, para que pudiera escriturar, el

Sr. T. obtuvo en forma inmediata la posesión del predio rural (ver fs.29vta. y

93vta.). Como corolario de esta aserción se imponía, entonces, la constatación de

la ocupación de las fracciones de campo objeto de la compraventa, lo que fue

solicitado por la demandada en oportunidad de deducir la reconvención


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(fs.106vta./107), y reiterado por la propia actora al contestar el traslado

conferido (fs.115). El pertinente mandamiento de constatación fue ordenado en la

audiencia preliminar de prueba (fs.136vta.), pero la diligencia nunca se llevó a

cabo, poniéndose una vez más de resalto la falta de diligencia de la accionante en

cuanto a la recolección de material probatorio que resultaba gravitante para

sustentar su pretensión (arts.375, 384, 477, 478 y ccs. del Cód. Proc.).

A lo antedicho se suma otra carencia probatoria de entidad, que

está referida a la declaración del Dr. E. J. H., domiciliado en la localidad de

Daireaux, a quien la actora ofreció como testigo en su demanda (fs.35vta., in fine).

Esta declaración testimonial también presentaba marcada importancia, por tratarse

del letrado que asesoró a la actora en la formalización del negocio jurídico, y a quien

se le adjudicaron cargos por demás severos en el escrito de demanda,

atribuyéndosele un asesoramiento deficiente y en franca concordancia con

los intereses de la contraparte (fs.29, tercer párrafo). En consecuencia, resultaban

trascendentes las respuestas que pudiera brindar este profesional del derecho,

más, sin embargo, la actora no activó los trámites necesarios para concretar la

producción de esta prueba. Fue así que se intimó a la actora para que en relación

al testigo E. H., acompañara la constancia de fijación de nueva fecha de audiencia

a llevarse a cabo en el Juzgado de Paz de Daireaux, bajo apercibimiento de tenerla

por desistida de la prueba (fs.214vta., último párrafo). La actora solicitó el oficio del

caso (fs.215), lo que fue debidamente proveído (fs.216), pero en atención al

tiempo transcurrido y al pedido de la contraria se la tuvo por desistida de esta

prueba testimonial (fs.218).


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A la luz de este deficiente accionar de la parte actora en lo

tocante a la producción de prueba que resultaba de sumo interés para avalar su

pretensión, se muestran manifiestamente insustanciales las aseveraciones que

vuelca en su expresión de agravios, donde expresa que han existido pocas

posibilidades de producir las pruebas aportadas, que los testigos H. y T. no tuvieron

ocasión de declarar, y que la constatación en el predio rural no pudo realizarse

(fs.286, punto 4). Como puede extraerse del desarrollo argumental vertido en este

voto, fue la falta de diligencia de la parte actora la que impidió la recepción de

estos medios de prueba que hubieran sido de gran utilidad para esclarecer la

trama fáctica, máxime que sobre ella recaía la carga probatoria (art.375 del Cód.

Proc.).

Sólo resta efectuar una breve consideración con respecto a la

prueba confesional que consta en la audiencia videograbada y que he tenido

oportunidad de visualizar. Las respectivas absoluciones de posiciones de las partes

no hacen sino corroborar las antagónicas posturas que desplegaron en el proceso,

por lo que esta prueba no resulta de relevancia. Así se tiene que la demandada B.

L. T. dijo no conocer a T. ni haber realizado operación alguna con esta persona;

agregando que su esposo (Avendaño) tampoco tiene relación alguna con T. Sostuvo

la absolvente que nunca tuvo posesión del campo ni sabe quién maneja el predio

rural en la actualidad; señalando que cuando tuvo los departamentos terminados

para entregar habló con la Sra. C. para que le entregara el campo, pero la aquí

accionante no cumplió con su obligación contractual (arts.384, 421 y ccs. del Cód.

Proc.).
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3. Del modo en que quedaron planteadas las posturas de las

partes en los escritos liminares del proceso, pesaba sobre la actora la carga de

probar los hechos que invocó en respaldo de su pretensión (art.375 del Cód. Proc.).

En efecto, si la actora vendió a la demandada el 67% indiviso de las fracciones de

campo ubicadas en el Partido de Bolívar, identificadas como parcelas 591 f y 589

j, conforme a los instrumentos analizados en el apartado I de este voto (promesa de

venta de fecha 9-1-2011 y boleto de fecha 23-12-2012), aparece absolutamente

incomprensible y carente de todo sentido que, con fecha 21 de enero de 2013, le

haya cedido a un tercero (R. E. T.) los derechos sucesorios que poseía en los autos

“Z. de C. M. E. s/sucesión”, expediente n° 456/97, mediante escritura que obra

agregada a las presentes actuaciones (fs.181/182vta.). Y ello resulta inexplicable

porque, precisamente, las fracciones de campo vendidas a la aquí demandada

eran las que la actora había recibido por herencia en dicho juicio sucesorio,

tal como se desprende del convenio parcial de partición y división de

condominio hereditario que luce agregado a ese expediente n° 456/97, en trámite

por ante el Juzgado de Paz Letrado de Bolívar y que tengo a la vista (ver convenio

a fs.192/194vta. del juicio sucesorio y la pertinente resolución homologatoria de

fs.222).

Fue así que, en su escrito originario de demanda y en el escrito

aclaratorio posterior, la actora esgrimió una explicación a esta situación irregular y

carente de sentido, habiendo alegado que el dinero de la operación de

compraventa del campo que debía pagar la compradora B. L. T., en realidad

fue abonado por R. E. T., a quien la Sra. T. cedió los derechos y obligaciones

relativas al boleto de compraventa, a excepción de la tradición de las unidades


18

funcionales que continuó en cabeza de la demandada (ver escrito aclaratorio de

demanda de fs.93vta., punto 4). Y prosiguió expresando la actora en sus escritos

de demanda que por alguna extraña razón que sólo conocen los profesionales

intervinientes por entonces, esa circunstancia no fue consignada en el

documento contractual. Así remarcó la accionante que por esta situación se

convirtió en cedente de los derechos y acciones hereditarios emanados de la

sucesión de su madre, a favor de R. E. T., para que éste pudiera escriturar;

agregando que el Sr. T. obtuvo la posesión inmediata del predio (fs.29vta. y

93vta.). Esta versión de los hechos es la misma que la actora brindó al absolver

posiciones (como lo he podido cotejar en la audiencia videograbada realizada en la

instancia de origen), habiendo señalado en esa oportunidad que el negocio lo hizo

el Dr. H. (su abogado) con el Sr. A. (esposo de la demandada), y que el que puso

el dinero fue el Sr. T.; no recordando cuánto dinero recibió ella, porque de todo se

encargó su letrado Dr. H. Señaló que la Sra. T. y el Sr. T. estuvieron en su casa,

por lo que no se explica el desconocimiento que la demandada dijo tener de esta

persona; manifestó que el campo se lo entregó al Sr. T. y que éste tiene la posesión

del inmueble; y expresó que firmó la cesión de derechos hereditarios a favor de T.

porque se lo indicó su abogado, quien no estaba presente en ese momento en la

escribanía (arts.330, 384 y 421 del Cód. Proc.).

Pues bien, ninguno de los extremos fácticos esgrimidos por

la actora para justificar su irregular conducta contractual, ha sido materia de

prueba en este proceso, surgiendo evidente la carencia probatoria que vengo

apuntando. Al haberse frustrado la prueba testimonial de T. y H. y no haberse

realizado la constatación del estado de ocupación del predio rural (ni haberse
19

ofrecido tampoco otras probanzas que pudieran haber sido de utilidad), se

desmoronan –con estrépito- las alegaciones de la actora que reproduje en el párrafo

anterior, pues sobre esta parte recaía la carga de la prueba. El art.375 del código

de rito establece las reglas que rigen la carga de la prueba, disponiendo que cada

una de las partes deberá probar el presupuesto de hecho de la norma o normas que

invocare como fundamento de su pretensión, defensa o excepción. Así afirma Devis

Echandía que el aspecto más importante de la evolución del concepto de carga de

la prueba, es el reconocimiento de una regla de juicio dirigida al juez, que le

señala el modo de decidir en el fondo cuando falta la prueba de los hechos que

fundamentan las pretensiones y excepciones en cada proceso; o sea que es una

regla que cobra vigencia cuando en el juicio ha fracasado o no ha cumplido

su finalidad la actividad probatoria (Ver de autor citado, Teoría General de la

Prueba Judicial, tercera edición, págs.424 y 425; ver también Quadri, La prueba en

el Proceso Civil y Comercial, Teoría General, tomo I, págs.691 y sgtes.).

En este orden de ideas se ha expedido la Casación Provincial,

puntualizando que “quien invoca ciertos hechos como fundamento de su pretensión

tiene la carga de acreditarlos y, si no logra cumplir con esa carga mediante la

actividad probatoria desarrollada durante el juicio, corre el riesgo de que su acción

sea rechazada. Ello por cuanto el juzgador necesita adquirir plena certeza, de ser

ello posible, acerca de los hechos (o de la afirmación que sobre ellos hacen las

partes), para formular su convicción sobre esa base y fallar razonablemente, es

decir analizando críticamente el material probatorio. De ahí que de mediar

inexistencia o insuficiencia de la prueba conducente o eficaz sobre un punto

litigioso, habrá de acudir a las reglas de distribución de la carga probatoria que se


20

encuentran condensadas en el art.375 del Código Procesal Civil y Comercial, las

que están dirigidas al juez que deberá tenerlas en cuenta al sentenciar en los

supuestos de orfandad” (S.C.B.A., C 118.339, sentencia del 2/7/2014, “Fernández

Humberto c/Banco Patagonia Sudameris S.A. Daños y Perjuicios”, sumario JUBA B

4200088, lo destacado me pertenece; esta Sala, causa n°56.811, del 29/11/2012,

”Dos Santos…”, entre otras).

4. De manera que en autos no se probaron las alegaciones de

la actora tendientes a justificar la cesión de derechos y acciones sucesorios que

formalizó a favor del tercero R. E. T., lo que derivó en el incumplimiento absoluto

de su obligación esencial contenida en el contrato de compraventa que -con

anterioridad- había celebrado con B. L. T., la cual consistía en la entrega del

porcentaje indiviso de las fracciones de campo vendidas identificadas como

parcelas 591 f y 589 j. En consecuencia, debe ser rechazada la demanda de

cumplimiento de contrato y daños y perjuicios, a través de la cual la actora pretendió

que la compradora demandada le hiciera tradición de las cinco unidades

funcionales –en proceso de construcción- ubicadas en el predio identificado con la

matrícula 53.254, que habían sido convenidas como parte de pago en el contrato

de compraventa objeto de autos (juntamente con un saldo de precio de u$s

135.000). Efectivamente, si la actora incurrió en un incumplimiento absoluto de su

obligación de entregar la porción indivisa de las fracciones de campo vendidas, de

ningún modo puede pretender que se le haga tradición de las unidades funcionales

que se acordaron como parte de pago, pues, en rigor, el contrato de compraventa

ha devenido ineficaz como consecuencia de ese incumplimiento absoluto en


21

que incurrió M. L. C. (arts.512, 1137, 1197, 1198 primer párrafo, 1204 y ccs. del

Cód. Civil; arts.163 inciso 5, 375, 384, 421, 452, 453 y ccs. del Cód. Proc.).

En su escrito de expresión de agravios la actora procura

enervar estas conclusiones que ya emanan del decisorio apelado, haciendo

referencia al acuerdo de reconocimiento de deuda formalizado entre las partes con

fecha 1 de febrero de 2013, y en el cual la aquí demandada se limitó a reconocer

su obligación de entregar las cinco unidades funcionales (fs.17/18). De este

instrumento la apelante procura extraer una conclusión carente de sentido, al

afirmar que en ese acto la demandada habría admitido la entrega de los inmuebles

rurales a su favor (ver fs.285/285vta.). Más si se repara en la literalidad del

instrumento privado de fs.17/18, puede observarse que nada se expresa con

relación a la entrega de las fracciones de campo, ni tampoco se dice –en modo

alguno- que esta esencial obligación de la vendedora hubiera sido cumplida.

El acuerdo de reconocimiento de deuda de fecha 1 de febrero de 2013, sólo está

referido a la entrega de las unidades funcionales, resultando lógico y razonable

que las partes efectuaran una estipulación sobre esta cuestión, en atención a que

esos departamentos se encontraban en proceso de construcción y surge evidente

que se había producido una demora en la tradición de los mismos (ver memoria

técnica de fs.18). Por lo demás, la cesión de derechos y acciones hereditarios que

la actora realizó a favor de T., se formalizó con fecha 21 de enero de 2013, o sea

unos pocos días antes del acuerdo de reconocimiento de deuda de fecha 1 de

febrero de ese mismo año, razón por la cual bien puede suponerse –ante la falta

de prueba en contrario- que la demandada desconocía por entonces la existencia

de esa cesión que conducía a la ineficacia del contrato de compraventa (arts.1197


22

y 1198 primer párrafo del Cód. Civil; art.375 del Cod. Proc.). Tampoco reviste interés

que la demandada no haya intimado el cumplimiento del contrato con anterioridad

al inicio de este juicio, como se dice en la expresión de agravios de la actora (fs.286),

pues lo cierto es que ante la carencia de prueba sobre la versión de los hechos dada

en la demanda, no es posible dudar del cuadro fáctico esbozado al deducirse la

reconvención, donde la accionada señala que la entrega del campo se dilató, al

igual que la entrega de las unidades funcionales, y que recién después de haberse

firmado el acuerdo de reconocimiento de deuda de fecha 1 de febrero de 2013, tomó

conocimiento de la cesión que la Sra. C. había realizado a favor del tercero R. E. T.

(fs.103/104vta.). Insisto, una vez más, la total carencia probatoria que se ha

producido en autos, conduce –sin hesitaciones- al rechazo de la demanda

promovida por quien tenía la carga de la prueba de la versión de los hechos que

daban fundamento a su pretensión; máxime que los documentos que he

analizado en el decurso de este voto, son completamente desfavorables a la

postura procesal de la actora (arts.330, 332, 354, 375, 384 y ccs. del Cód. Proc.).

Por las consideraciones hasta aquí vertidas, propicio la

confirmación de la sentencia apelada de fs.224/229vta., en cuanto rechazó la acción

de cumplimiento de contrato y daños y perjuicios promovida por M. L. C. contra B.

L. T., con imposición de las costas a la actora en su calidad de vencida (art.68 del

Cód. Proc.).

VIII. Tal como ya lo puse de resalto supra, en la sentencia

apelada se rechazó la reconvención por enriquecimiento sin causa deducida por

la demandada B. L. T. contra la actora M. L. C., con imposición de costas a la

reconviniente (fs.228vta./229). Ante los agravios expuestos por la demandada


23

contra esta parcela del decisorio, procederé seguidamente al abordaje de esta

temática del litigio.

1. Si se recala en el escrito portador de la reconvención, se

observa que allí la demandada alude a la sorpresa que le generó haber tomado

conocimiento de la cesión de derechos hereditarios que M. L. C. formalizó a favor

de R. E. T., dentro de la cual se encontraba el predio rural que había sido objeto de

la compraventa motivo de estas actuaciones (fs.104/104vta.). En función de esta

situación consideró la demandada que se había frustrado la compraventa que

celebrara con la actora, al señalar que jamás pudo explotar el predio rural ni tomar

posesión del mismo, porque fue vendido por la actora a otra persona (T.), con quien

ella negó tener vinculación alguna (fs.104vta./105).

Y en este orden de ideas sostuvo que hubo un obrar ilícito y

malicioso de la actora (fs.104vta.), y que ésta ha experimentado un enriquecimiento

sin causa al haber recibido –con motivo de la frustrada operación de compraventa-

la suma de u$s 135.000. Dijo la demandada reconviniente que hay falta de causa

para este efectivo incremento patrimonial de la accionante, a la vez que una pérdida

importante de dinero en su pequeño patrimonio. Así expresó que: “No solo me vi

privada de una suma de dinero significativa, sino que nunca pude recuperar nada

del dinero abonado ya que estuve impedida de explotar el campo que comprara a

la Sra. C.” (fs.105). Fue así que solicitó, por razones de estricta justicia, que la actora

devuelva lo recibido en concepto de venta del inmueble rural, porque no hay

obligación sin causa y no se puede proteger un enriquecimiento patrimonial

inmotivado. En suma, además del rechazo de la demanda (temática abordada en el

apartado anterior), la accionada reconviniente solicitó que se condene a la


24

actora al pago de una indemnización equivalente a la suma de u$s 135.000

(fs.105vta.).

Para rechazar esta reconvención por enriquecimiento sin

causa, consideró la magistrada que la demandada reconviniente no acreditó los

extremos de su pretensión, con invocación de las normas, doctrina y jurisprudencia

relativas a la carga de la prueba (art.375 del Cód. Proc.). Entiendo que esta parcela

del pronunciamiento de grado debe ser revocada y corresponde acoger la

reconvención deducida por B. L. T., aunque con un menor alcance al pretendido por

esta parte. Me explicaré en el punto siguiente.

2. Ante todo es menester dejar sentado que, en ejercicio de la

prerrogativa conferida por el iura novit curia (art.163 inc.6 del Cód. Proc.),

corresponde calificar correctamente y con arreglo a derecho la pretensión esgrimida

en el escrito de reconvención, ateniéndose a la verdadera voluntad petitoria allí

expresada por la demandada reconviniente (esta Sala, causas n°43919,

“Monges…”, sentencia del 10/9/2002; n°51428, “Angelillo….”, del 15/4/2008, entre

otras). En efecto, más allá del erróneo enfoque legal que en esa pieza procesal se

le otorgó a la pretensión esgrimida (encuadrándola en la figura del enriquecimiento

sin causa), lo cierto es que lo pretendido por la reconviniente es la devolución

de las sumas dinerarias que, en su carácter de compradora, le habría

entregado a la actora como parte del precio de la operación de compraventa

del predio rural que devino ineficaz. Y el encuadramiento formulado en la

reconvención resulta erróneo, puesto que la doctrina mayoritaria es conteste en

cuanto a que la acción de enriquecimiento sin causa tiene carácter subsidiario, o

sea que no procede cuando el demandante disponga de otra acción contra el


25

enriquecido que le permita remediar los efectos del empobrecimiento, obteniendo

un beneficio equivalente (conf. Pizarro-Vallespinos, Instituciones de derecho

privado, Obligaciones, tomo 4, pág.111, con cita de numerosos autores; siendo ésta

la doctrina actualmente consagrada en los arts. 1794 y 1795 del Código Civil y

Comercial de la Nación, aplicable como guía de interpretación).

En el caso de autos, la demandada reconviniente cuenta con

una vía procesal idónea para obtener la satisfacción de su pretensión, la cual surge

del efecto natural que acarrea la ineficacia del negocio jurídico motivo del presente

juicio, a raíz del incumplimiento absoluto en que incurrió la actora M. L. C., al no

haber entregado a la compradora el porcentaje indiviso de las fracciones de campo

vendidas. Dicha ineficacia trae como consecuencia la obligación de las partes de

restituirse mutuamente lo que hubieran recibido en virtud del contrato, salvo

el supuesto –que no es el de autos- de las prestaciones recíprocamente cumplidas

que quedan firmes (arts.555, 1052, 1204 y ccs. del Cód. Civil; arts.1080 y 1081 del

Código Civil y Comercial de la Nación, aplicable como pauta hermenéutica). Y no

pueden quedar dudas de que en el caso en juzgamiento se está ante un

incumplimiento absoluto de la vendedora, por cuanto la prestación esencial a

cargo de ésta, que consistía en la entrega de la porción indivisa del predio rural a la

compradora, por una razón sobreviniente a la formación del contrato, cual fue la

cesión de los derechos hereditarios a favor de un tercero, se tornó de imposible

ejecución y tal imposibilidad reviste el carácter de definitiva (Conf. Wayar,

Derecho Civil, Obligaciones, Bs. As. 1989, tomo I, págs.501 y 502; Wayar, Tratado

de la mora, Bs. As. 2007, págs.42, 43, 44 y 45). Es decir que la sobreviniente

ineficacia del contrato de compraventa por el incumplimiento absoluto de la


26

vendedora, conlleva a que ésta deba restituirle a la compradora las

prestaciones recibidas en virtud de ese contrato que devino ineficaz.

3. Sobre la base del correcto encuadramiento legal que he

dejado establecido en el párrafo precedente, es menester analizar las constancias

probatorias obrantes en la causa a los fines de establecer cuál fue la suma dineraria

entregada por la compradora en virtud del frustrado contrato de compraventa. Así

se tiene que en el boleto de compraventa celebrado entre las partes con fecha 23

de diciembre de 2012, se introdujo una modificación con respecto a la forma de

pago del precio de la operación que se había estipulado en la anterior promesa de

venta. Allí se indicó que la suma de u$s 45.000 se abonó en efectivo en ese acto,

sirviendo el boleto de suficiente recibo y carta de pago (ver instrumento de

fs.15vta., cláusula tercera, punto 2); por lo que al haber quedado suficientemente

acreditado este pago realizado por la compradora, surge palmaria la obligación que

recae sobre la vendedora de restituirle a aquélla esta suma dineraria que recibió en

virtud del contrato ineficaz (arts.555, 1052, 1204 y ccs. del Cód. Civil, art.375 del

Cód. Proc.).

Pero no corresponde adoptar igual solución con relación a la

restante suma de u$s 90.000 estipulada en el boleto de compraventa, respecto a la

cual se estableció que sería abonada el día 30 de marzo del año 2012 (fs.15vta.,

cláusula tercera, punto 3). Es evidente que aquí se deslizó un error de fecha porque

el boleto en análisis fue celebrado en un momento posterior, es decir, el día 23 de

diciembre de 2012; razón por la cual debe interpretarse que la fecha que en rigor

se estableció para este pago era el día 30 de marzo del año 2013, porque si así no

fuera se estaría consagrando un verdadero absurdo desprovisto de toda lógica,


27

puesto que el pago aparecería previsto para un momento anterior a la

constitución misma del negocio jurídico (arts.375 y 384 del Cód. Proc.). Ahora

bien, con relación a esta suma de u$s 90.000, la demandada reconviniente no

aportó ninguna prueba documental que avalara la efectiva realización del

pago, siendo estériles las alegaciones que sobre el particular realiza en su escrito

de expresión de agravios, donde reproduce esta cláusula contractual sin advertir el

desvío lógico al que conduce su postura procesal (fs.282).

Y procurando sostener su planteo, alude la reconviniente a otros

elementos de la causa que no resultan idóneos en orden a la demostración de este

extremo fáctico. Es así que no resulta de gravitación a los fines que aquí interesan,

que en su escrito de demanda la actora no haya reclamado esta suma dineraria

(fs.282vta.), porque de este silencio de la accionante no puede extraerse, en modo

alguno, una admisión de haber recibido la cantidad de dinero en examen (art.919

del Cód. Civil); máxime que, vuelvo a repetir, no hay ninguna prueba documental

que permita respaldar la efectiva recepción de este pago. Tampoco es posible

extraer de la absolución de posiciones de la actora la conclusión que intenta esbozar

la apelante (fs.282vta./283), pues en esa oportunidad manifestó la actora no

recordar cuánto dinero recibió ella, porque de todo se encargó su abogado Dr.

H., sin que hubiera brindado precisión alguna sobre la cantidad de dinero

recibida por este letrado. Por lo demás, al no haber comparecido como testigo

este profesional del derecho (pese a la relevancia que su testimonio hubiera tenido),

quedaron sin demostración alguna las circunstancias atinentes a su concreta

intervención en la operación de compraventa (ver las consideraciones efectuadas


28

en los puntos 2 y 3 del apartado VII de este voto; arts.375, 384, 421 y ccs. del Cód.

Proc.).

4. Por todo lo expuesto, propicio la revocación de la sentencia

apelada de fs.224/229vta., en cuanto rechazó la reconvención deducida por B. L.

T., haciéndose lugar parcialmente a la misma y condenándose a la actora a restituir

a la demandada reconviniente la suma de u$s 45.000, que fuera entregada por la

compradora a raíz del negocio de compraventa que devino ineficaz, lo que se hará

efectivo dentro del plazo de diez días de adquirir firmeza el presente decisorio. Sin

que corresponda adicionar intereses porque los mismos no fueron solicitados en el

escrito de reconvención (ver fs.105vta.), y es menester apegarse al principio

procesal de congruencia (arts.34 inc.4 y 163 inc.6 del Cód. Proc.). Y ello por cuanto

es doctrina legal consolidada de la Suprema Corte provincial que si el rubro

intereses no fue objeto de petición en la demanda, no puede condenarse a la

accionada a cumplir una obligación que no fue motivo del juicio; de lo contrario se

afectaría al principio de congruencia en su vinculación con el derecho de defensa

en juicio (SCBA, Ac 41765, “Lozano, Raúl F.S…”, del 09/10/1990; Ac 44911,

“Benedetti, Omar N….”, del 09/06/1992; Ac 41765, “Lozano, Raúl F….”, del

06/09/1994; AC 69734, “Ciresa Viuda de Cervetto, Amalia…”, del 14/03/2001; Ac

84919, “Martinez, Emilio…”, del 03/03/2004; C 102887, “Blotta, Maria y otros…”, del

15/04/2009; C 97386, “Cobos, Antonio…”, del 02/03/2011; C 110319, “S. d. M. ,M.

G. S…”, del 15/04/2015; en igual sentido, esta Sala, causas n° 37517, “Cabrera de

Quin M. E….”, del 17/04/97; n° 46.041, “Visconti, Pedro Emilio…”, del 18/11/03; n°

49.401, “Cascio…”, del 14/03/06; del 14/03/06; 49.157, “Crivelli…”, del 02/03/06;
29

“Hermosilla, Silvina Ivana…”, del 22/09/11; Causa nº 57607, “Vittor, Mónica Beatriz,

del 10/10/13; causa n° 59.578, “Sosa” del 13 de agosto de 2015).

En cuanto a las costas de la reconvención que prospera

parcialmente, las mismas deben imponerse a la actora reconvenida que ha

resultado perdidosa en esta parcela del litigio (art.68 y 274 del Cód. Proc.).

IX. Finalmente, con relación a las costas de alzada, con

arreglo a la regla objetiva de la derrota, deben imponerse a la actora reconvenida

tanto las correspondientes a la acción de cumplimiento de contrato y daños y

perjuicios cuyo rechazo se confirma, como las atinentes a la reconvención que se

acoge parcialmente en el presente decisorio revocatorio del fallo dictado en la

anterior instancia (art.68 del Cód. Proc.).

Asimismo, con relación a las regulaciones de honorarios,

corresponde dejar sin efecto las efectuadas en el pronunciamiento apelado

(fs.229/229vta.), debiendo practicarse nueva regulación en la instancia de origen

con arreglo a la decisión que se adopta en la presente sentencia (art.274 del Cód.

Proc.). Esta solución torna innecesario el abordaje del recurso de apelación que

versa sobre la base regulatoria (fs.280/281vta.).

Así lo voto.

A la misma cuestión, el Dr. Galdós, por los mismos

fundamentos, adhiere al voto que antecede, votando en igual sentido.

A LA SEGUNDA CUESTION, el Señor Juez Doctor Peralta

Reyes, dijo:

Atento a lo que resulta del tratamiento de la cuestión anterior,

se resuelve: 1) Confirmar la sentencia apelada de fs.224/229vta., en cuanto rechazó


30

la acción de cumplimiento de contrato y daños y perjuicios promovida por M. L. C. y

contra B. L. T., con imposición de las costas a la actora en su calidad de vencida

(art.68 del Cód. Proc.); 2) Revocar la sentencia apelada de fs.224/229vta., en cuanto

rechazó la reconvención deducida por B. L. T., haciéndose lugar parcialmente a la

misma y condenándose a la actora a restituir a la demandada reconviniente la suma

de u$s 45.000, que fuera entregada por la compradora a raíz del negocio de

compraventa que devino ineficaz, lo que se hará efectivo dentro del plazo de diez

días de adquirir firmeza el presente decisorio; sin adición de intereses porque los

mismos no fueron solicitados en el escrito de reconvención (arts.34 inc.4 y 163 inc.6

del Cód. Proc.); 3) Imponer a la actora reconvenida las costas de la reconvención

que prospera parcialmente, por haber resultado perdidosa en esta parcela del litigio

(arts.68 y 274 del Cód. Proc.); 4) Imponer las costas de alzada a la actora

reconvenida, con arreglo a la regla objetiva de la derrota, tanto las correspondientes

a la acción de cumplimiento de contrato y daños y perjuicios cuyo rechazo se

confirma, como las atinentes a la reconvención que se acoge parcialmente en el

presente decisorio revocatorio del fallo de la anterior instancia (art.68 del Cód.

Proc.); 5) Dejar sin efecto las regulaciones de honorarios practicadas en el

pronunciamiento apelado (fs.229/229vta.), debiendo practicarse nueva regulación

en la instancia de origen con arreglo a la decisión adoptada en la presente

sentencia; por lo que se torna innecesario el abordaje del recurso de apelación que

versa sobre la base regulatoria (fs.280/281vta.).

Así lo voto.

A la misma cuestión, el Dr. Galdós por los mismos

fundamentos, adhiere al voto que antecede, votando en igual sentido.


31

Con lo que terminó el Acuerdo, dictándose la siguiente:

S E N T E N C I A

Azul, Diciembre de 2018. –

AUTOS Y VISTOS:

CONSIDERANDO:

Por todo lo expuesto, atento lo acordado al tratar las

cuestiones anteriores, demás fundamentos del acuerdo, citas legales, doctrina y

jurisprudencia referenciada, y lo dispuesto por los arts.266, 267 y concs. del

C.P.C.C., se resuelve: 1) Confirmar la sentencia apelada de fs.224/229vta., en

cuanto rechazó la acción de cumplimiento de contrato y daños y perjuicios

promovida por M. L. C. contra B. L. T., con imposición de las costas a la actora en

su calidad de vencida (art.68 del Cód. Proc.); 2) Revocar la sentencia apelada de

fs.224/229vta., en cuanto rechazó la reconvención deducida por B. L. T., haciéndose

lugar parcialmente a la misma y condenándose a la actora a restituir a la demandada

reconviniente la suma de u$s 45.000, que fuera entregada por la compradora a raíz

del negocio de compraventa que devino ineficaz, lo que se hará efectivo dentro del

plazo de diez días de adquirir firmeza el presente decisorio; sin adición de intereses

porque los mismos no fueron solicitados en el escrito de reconvención (arts.34 inc.4

y 163 inc.6 del Cód. Proc.); 3) Imponer a la actora reconvenida las costas de la

reconvención que prospera parcialmente, por haber resultado perdidosa en esta

parcela del litigio (arts.68 y 274 del Cód. Proc.); 4) Imponer las costas de alzada a
32

la actora reconvenida, con arreglo a la regla objetiva de la derrota, tanto las

correspondientes a la acción de cumplimiento de contrato y daños y perjuicios cuyo

rechazo se confirma, como las atinentes a la reconvención que se acoge

parcialmente en el presente decisorio revocatorio del fallo de la anterior instancia

(art.68 del Cód. Proc.); 5) Dejar sin efecto las regulaciones de honorarios

practicadas en el pronunciamiento apelado (fs.229/229vta.), debiendo practicarse

nueva regulación en la instancia de origen con arreglo a la decisión adoptada en la

presente sentencia; por lo que se torna innecesario el abordaje del recurso de

apelación que versa sobre la base regulatoria (fs.280/281vta.). Regístrese,

notifíquese por Secretaría y devuélvase a su Juzgado de origen. Firmado: Dr.

Jorge Mario Galdós - Presidente – Dr. Víctor Mario Peralta Reyes – Juez – Cám.

Civ. y Com. Sala II. Ante mí: María Fabiana Restivo – Secretaria – Cám. Civ. y Com.

Sala II.

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