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Fuente: Wikipedia
Vida
Marga Gil Roësset nació en Las Rozas, a las afueras de Madrid, en 1908. El parto fue
complicado y los médicos le auguraron una muerte prematura, pero su madre se negó a
dejar morir a su segunda hija y consiguió sacarla adelante.3 Más tarde nacieron sus
hermanos Pedro (1910) y Julián (1915).5
Tanto ella como su hermana mayor, Consuelo Gil Roësset, tres años mayor que ella,
crecieron en un ambiente ilustrado y fueron educadas en casa bajo la tutela de su
madre, Margot Roësset, que les inculcó el gusto por el arte, las apremió a crear cuentos y
las instruyó para ser cultas, hablar cuatro lenguas, viajar, visitar museos y asistir a
conciertos de música clásica.6
Gil Roësset fue una niña prodigio. A los siete años ya mostraba una extraordinaria
capacidad para el dibujo. Es de esta edad la obra más temprana que se conserva de ella,
un cuento que escribió e ilustró para su madre. Pero este talento queda patente con la
publicación en 1920 de un cuento de su hermana titulado El niño de oro, primorosamente
ilustrado por ella.5
En 1923, en París, ambas hermanas publicaron otro cuento, Rose des Bois. Marga tenía
15 años en ese momento y ya había alcanzado la maestría. Fue entonces cuando dio un
giro absoluto y empezó a dedicarse a la escultura. Su madre siempre había querido
rodear a sus hijas con lo mejor y siguiendo esta línea la llevó a Victorio Macho, escultor
español, precursor de la escultura contemporánea española, que se negó a darle clase
por miedo a estropear su talento. Fue, por tanto, completamente autodidacta y, quizá por
eso, no se le pudieron encontrar influencias. Los críticos coincidían en que era única,
distinta, genial. En palabras de José Francés, como escultora “Marga ES”.5
En 1930, a los 22 años, presentó un Adán y Eva a la Exposición Nacional y fue un clamor.
Nadie se explicaba cómo era posible que Marga Gil Roësset pudiese esculpir así.7
Obra
Según Nuria Capdevila-Argüelles, «su trayectoria impresiona por el cambio de género
artístico (del papel, la acuarela y la tinta a la madera, la escayola y el granito) y estilo
(del modernismo a la vanguardia) en un tiempo muy breve. En poco más de diez años,
menos de la mitad de su corta vida, despliega su pericia como ilustradora, usando tinta
china y acuarela sobre papel. Después domina la técnica
del vaciado en escayola y bronce para alcanzar a continuación una sorprendente maestría
en la talla de madera, aplicando, a finales de su vida, martillo y cincel a la piedra y
al granito».4
Gracias a su escultura, Marga Gil, quien se instruyó por sus propios medios, fue aceptada
en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1930 y de 1932. Su mejor escultura fue
el busto de la esposa de Juan Ramón Jiménez, Zenobia Camprubí. En el ámbito de la
ilustración, combinaba modernismo y simbolismo e ilustraba los cuentos que escribió
Consuelo Gil Roësset de Franco, su hermana. Es probablemente uno de los ejemplos
más duros y singulares del expresionismo español.7
Antes de suicidarse, Marga Gil trató de destruir toda su obra pero en el año 2001,
el Círculo de Bellas Artes de Madrid mediante una exposición y varios artículos de prensa
(ABC Cultural 1997) consiguieron recuperar lo que quedaba de sus esculturas (lo más
dañado en su afán destructor), sus acuarelas y sus dibujos en tinta china. La Fundación
Juan Ramón Jiménez también ha contribuido a la preservación de las obras mediante la
inauguración de una exposición sobre la escultura de Marga en la Casa Museo de
Moguer.11
Influencias posteriores[editar]
En 1933 se publicó un libro de canciones con texto en francés y español de su hermana
Consuelo, música de su cuñado José Mª Franco, y tres ilustraciones de Marga Gil. Una de
esas ilustraciones es tan parecida a las de la obra de El Principito de Antoine de Saint-
Exupèry que se considera muy probable que se inspirara en ellas, sobre todo teniendo en
cuenta que este escritor había visitado España con asiduidad.1
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