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Semillas Cosechadas
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Semillas Cosechadas

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La fe es la semilla base, capaz de alimentar a todo el mundo. Semilla ofrecida gratis por el Gran Agricultor, pero que hay que saber cultivarla para que sea capaz de producir hermosas plantas que ofrezcan sabrosos frutos. Plantas que deben ser regadas con exactitud. Fumigadas contra tantas plagas amenazantes. Y podadas de brotes chupones y de ramas inútiles o secas.

Semillas Cosechadas es una selección de textos de los libros, artículos y apuntes personales del Padre José Luis Caravias, sacerdote jesuita radicado en Paraguay, frutos de miles de encuentros personales, cursos bíblicos, retiros y Ejercicios Espirituales que cubren los últimos 65 años de su vida.

LanguageEspañol
Release dateJan 28, 2020
ISBN9781393123705
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    Semillas Cosechadas - José Luis Caravias

    José Luis Caravias y sus hijos

    Nací en Alcalá la Real (Jaén), Andalucía, a finales de 1935. Crecí en Coín (Málaga). A los 18 años entré de jesuita y todavía de estudiante vine al Paraguay, en 1961.

    Casi toda mi vida la he dedicado a los pobres. Y diversas veces he compartido su vida: Gitanos en Granada, campesinos en Paraguay, hacheros del Chaco argentino, campesinos e indígenas quichuas en el sur de Ecuador, bañadenses en las riberas del río Paraguay…

    He compartido muchos cursos populares en Latinoamérica, siempre enfocando la Biblia desde la perspectiva de los pobres. Ellos me han fecundado. Desde sus genes he desarrollado bastantes libros y artículos. Soy madre de mis libros. Cada uno de ellos tiene un proceso distinto de gestación. Varios tuvieron un parto difícil. Y a algunos fue difícil bautizarlos por la Iglesia…

    Después del Concilio Vaticano II, grupos populares, campesinos y suburbanos, buscaban crecer en su fe, a partir de su cultura y sus necesidades. La unión explosiva de su fe tradicional, su cruda realidad y el contacto con la Palabra de Dios, conformaron el detonante que los despertó y los puso en marcha. Fue clave la apertura del Concilio Vaticano II, y los documentos de Puebla, especialmente los de Paz y Justicia. Acompañando este caminar, me sentía obligado a devolverles sistematizado lo mucho que iba aprendiendo de ellos. Desde abajo, comenzaba a brotar, simultáneamente y en diversos puntos, la Teología de la Liberación…

    En 1968, a partir de una experiencia de sacerdote-campesino en San Ramón (Misiones), las nacientes Ligas Agrarias Cristianas me pidieron que les ayudara en su formación, y al poco tiempo me nombraron su asesor nacional. Del compartir sus cursos y sus luchas nació Vivir como Hermanos, que unos meses después de nacer me mereció un violento secuestro policial para tirarme en tierras argentinas en la noche del 5 de mayo de 1972. Es mi hijo más viajero y el que más idiomas habla… Hasta ahora, que yo sepa, lo han publicado 15 editoriales distintas, entre ellas dos en inglés (India y Filipinas) y una en portugués.

    Repatriado y aburrido en España, rebosando añoranzas, redacté en 1975 una historia de las Ligas Agrarias, que llamé Liberación campesina. Las Ligas Agrarias del Paraguay, editado por la HOAC.

    A los pocos meses conseguí volver a Argentina, y me instalé casi por dos años en el Chaco, donde tuve contacto con las Ligas Agrarias del noreste argentino. Pero los hacheros del monte chaqueño, tan esclavizados, me llegaron al corazón. Y en el fondo del Chaco ayudé a fundar un sindicato de hacheros. En un pueblito llamado Avia Terái, con un calor terrible, sacudido por fuertes tempestades, nacieron dos hermosos hijos: Dios es bueno y Cristo nuestra esperanza, editados en Buenos Aires, y que luego tendrían también una amplia difusión. Angustiado por una terrible persecución fui redactando Consagrados a Cristo en los pobres, que sólo pude editar más tarde en Ecuador. En octubre de 1974 el P. Jorge Bergoglio, mi provincial argentino, me comunicó que la Triple A había decretado mi muerte, y tuve que escapar rápidamente…

    De nuevo en España, ya dos veces expulsado, rodeado de calumnias, ninguna casa jesuítica me acogió. Me dieron trabajo en la HOAC (Acción Católica Obrera), donde me comisionaron para redactarles un plan de formación para sus militantes. La publicaron en mimeógrafo, y después ellos siguieron ampliándola.

    En mayo del 75, gracias a un destino expreso del P. Arrupe, dirigí mis rumbos hacia las alturas andinas del sur de Ecuador. Allá, aislado en un pueblito quichua, sin electricidad, en largos días de reflexión, la exigencia de respeto de su religiosidad me obligó a investigar y escribir Religiosidad campesina y Liberación. Poco después ante el gozo de encontrar ellos su realidad campesina reflejada en la Biblia nació Luchar por la Tierra.

    De diversos encuentros realizados entre jesuitas expulsados del Paraguay nació la necesidad de historiar el proceso de las Ligas Agrarias. Comunitariamente, el equipo EXPA (EXpulsados del PAraguay) dimos colectivamente a luz En busca de la tierra sin mal: Movimientos campesinos en el Paraguay, 1960-1980, que nos trajo muchos problemas…

    La formación de Comunidades Eclesiales de Base campesinas, me incitó para redactar en lenguaje sencillo una Novena a Jesús y un librito de asambleas sobre Jesús: Cristo compañero. Así nacieron los más sencillos de mis hijos. Pero un poco más tarde, según iban creciendo en la fe, me obligaron a redactarles algo más serio: El Dios de Jesús, en el que realizo una minga de teólogos, ofreciendo a las CEBs lo mejor de ellos.

    Los problemas y el espíritu que todo este despertar suscita en los agentes de pastoral lo llevo a la oración en Consagrados a Cristo en los pobres, escrito con dolor y esperanza en el Chaco argentino, pero retocado y dado a luz recién en Cuenca del Ecuador.

    Pedidos más técnicos de desarrollar el tema de la tierra en la Biblia produjo Teología de la Tierra, en dúo con Marcelo de Barros, en Ecuador y Brasil.

    Dedicado a principiantes, como antídoto frente al virus del fundamentalismo, ha tenido gran difusión Biblia, Fe, Vida. Y para ayudar a la búsqueda y diálogo de diversos temas bíblicos, nació con tonada brasileira Cosas de la Biblia.

    Peticiones concretas, que partían de necesidades reales, me llevaron a escribir sobre temas palpitantes, como la idolatría, la familia, los Derechos Humanos, el dolor… Así nacieron en las alturas andinas Idolatría y Biblia, Matrimonio y Familia a la luz de la Biblia, La Biblia y los Derechos Humanos.

    En este tiempo colaboré en dos proyectos comunitarios amplios. Uno organizado por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, un catecismo básico, titulado En camino hacia el Reino de Dios. Y participé también activamente en Palabra y Vida, materiales de reflexión bíblica para la vida religiosa, promovidos por la CLAR.

    De vuelta al Paraguay, al caer Stroessner en 1989, en los suburbios de Asunción, los Bañados, nació Fe y Dolor. Y, a propósito de una marcha campesina, salió: Yvy rekavo: En busca de Tierra, en colaboración con Pepe Ortega.

    Cada vez más cerca de la espiritualidad bíblica, como libro de oración compartí y desarrollé, entre las comunidades eclesiales, Orar la Biblia. Y por el mismo camino, pero esta vez a partir de programas radiales en Asunción, explicando las experiencias progresivas de Dios que tuvieron los personajes bíblicos, nació De Abrahán a Jesús. Y un poco más tarde, el mismo tema a partir de experiencias compartidas con jóvenes confirmandos del Bañado Norte: Catequesis bíblica para jóvenes.

    En los últimos 30 años, metido entre laicos que buscan con honradez el crecimiento de su fe cristiana, muy lentamente han ido naciendo unos esquemas amplios de Ejercicios Espirituales en la Vida Corriente. Guías de ayuda para laicos de Comunidades Cristianas, que aún sigo retocando a cada rato, y ya es el más gordo de mis hijos.

    En el 2014, en homenaje agradecido por mis 60 años de jesuita, desarrollé anecdóticamente mi autobiografía, que llamé Dios en mi vida. Y unos meses más tarde publiqué una recopilación simpática de las parábolas que he ido inventando a lo largo de la vida, bajo el título Parábolas nacidas en el hoy.

    Después de la Asamblea Mundial de la CVX en el Líbano en 2013 quise recopilar mi rica experiencia sobre la CVX y realicé unos primeros apuntes que denominé Laicos adultos por los caminos de Ignacio, que sólo se publicaron de forma digital. Pero tres años más tarde, al decidirse que la nueva asamblea mundial sería en Buenos Aires, decidí redactar un libro más amplio, animado por el Presidente Mundial, Mauricio López, que titulé CVX: Laicos en búsqueda por los caminos de Ignacio, que fue lanzado en la Asamblea de julio de 2018.

    La segunda mitad del 18 la dediqué a redactar con ilusión un libro, medio poético, sobre la Encarnación. Ha sido algo así como un canto entusiasta de mi amor a Jesús. Lo he titulado Filigranas de la Encarnación. Desafíos del Verbo encarnado.

    En 2019 he trabajado lentamente en recopilar una selección por temas de lo mejor de todos mis escritos. Pienso llamarle Semillas Cosechadas. Espero darlo a luz al comienzo de 2020.

    Además de los libros, desde 1971 he ido publicando en diversos periódicos y revistas cantidad de artículos, unos 250, intentando siempre relacionar fe y justicia, fe y vida.

    Convencido cada vez más de la necesidad de usar medios audiovisuales, ya que los jóvenes de hoy nacen con el televisor y el celular pegados a sus ojos, he confeccionado bastantes PowerPoint sobre temas bíblicos y sociales

    Dado lo difícil de encontrar libros formativos, y lo caro que son los que se encuentran en nuestros países, fui recogiendo libros digitales, como aporte para la formación del laicado. Primero edité un CD, que pronto se convirtió en un DVD, y luego en dos, para acabar en un disco externo, con multitud de materiales de formación: Biblioteca del Laico, con unos 11.000 libros digitalizados, sobre todo religiosos, pero también sociales y literarios. Algunos están en audio. Llevan en la frente el lema: Se recomienda su reproducción gratuita.

    Sopesando la importancia de la imagen en el mundo actual y conociendo cantidad de películas con mensaje, a partir del 2006 me he dedicado a seleccionarlas y coleccionarlas. Así he logrado formar una cinemateca con algo más de 1.000 Películas con mensaje, de temas bíblicos, religiosos, sociales, familiares, pedagógicos, etc. En un disco duro de dos teras están a disposición del que las necesita. Se impone el compartir, ya que muchas de estas películas son marginadas por las cadenas comerciales. Junto con las películas ofrezco un amplio archivo con fichas, esquemas y preguntas para poder reflexionar y dialogar sobre ellas.

    He puesto especial interés en encontrar todas las películas bíblicas que se hayan rodado, sobre todo las de Jesús, de las que tengo ya casi 200, incluidos los dibujos animados.

    Cumplí con creces eso que dicen del ideal de todo ser humano: escribir un libro. También he sembrado e injertado muchos árboles, flores y hortalizas. Y aunque no tengo hijos biológicos, sí tengo algunos nietos adoptivos, que me quieren como abuelo Pepe… Y, por supuesto, muchísimos amigos fraternos. Por ellos siento un profundo cariño paterno, pues sé que algunos de mis genes espirituales les han ayudado a crecer y salir adelante…

    Todos mis escritos son patrimonio común para compartir. Cantidad de gente los ha copiado y publicado en todo el mundo hispano y un poco más allá también. Las ediciones en papel que yo conozco llegan casi a doscientas.

    Todos mis escritos los comparto en un blog, al que pueden acceder libremente escribiendo en Google Blog de José Luis Caravias. Ahí encontrarán también otros muchos materiales de apoyo.

    Para un contacto personal, si Dios alarga mi vida, me pueden encontrar en: joselcaravias@gmail.com

    José Luis Caravías, S.J.

    Invitación a la fiesta

    Desde pequeño me encantó escribir. Me costaba hablar porque era tartamudo. Pero por escrito me expresaba de maravilla. ¡Y hasta ahora, a mis 84 años!

    También siempre me gustó cultivar la fe en Dios que me trasmitieron mis padres. Fe y Vida han sido siempre los dos faros que han iluminado mis rutas. He utilizado muchas veces este nombre.

    Fe aterrizada, encarnada, semillas sembradas en nuestra realidad palpitante. En esta realidad, tan linda y tan estropeada, con tierras fecundas y tierras esquilmadas… Pero con frecuencia semillas que han dado buenos frutos, ya cosechados.

    La fe es la semilla base, capaz de alimentar a todo el mundo. Semilla ofrecida gratis por el Gran Agricultor, pero que hay que saber cultivarla para que sea capaz de producir hermosas plantas que ofrezcan sabrosos frutos. Plantas que deben ser regadas con exactitud. Fumigadas contra tantas plagas amenazantes. Y podadas de brotes chupones y de ramas inútiles o secas.

    Yo soy tierra, hijo de la tierra. Tierra buena y a veces tierra pedregosa también. Mi Padre, Señor de la Tierra, sembró en mí sus semillas. Mi vida es la historia de sus siembras, con triunfos y fracasos...

    Sus semillas siempre son de alta calidad. Pero mis cultivos no han pasado de mediocres. Por ocioso, no regué suficientemente sus plantitas en crecimiento, y a veces se marchitaron y algunas se secaron. Otras veces permití que me invadieran diversas plagas, malos yuyos por abajo y torpes insectos por mis ramas. Y de repente fuertes tormentas me inundaron y destrozaron los cultivos. Hasta tuve algunas granizadas, que por el momento lo destruyeron todo.

    Pero Papá-Mamá-Dios, Pacha Mama, nunca ha dejado de ofrecerme nuevas semillas. Este libro es un muestreo de sus siembras, mis cultivos y nuestras cosechas. Humildemente reconozco mis fracasos, y con sana alegría muestro las buenas cosechas obtenidas.

    Todos los seres humanos nacemos con un canasto de fecundas semillas. Ojalá la experiencia de mis cultivos le sirva a muchos para mejorar sus propios huertos… Acá se presentan, seleccionados, muchos temas. Mi vida azarosa me ha obligado a tocar muchas problemáticas reales, mías propias y de los demás. Les invito a asomarse a algunos de mis huertos. Son historias ya pasadas, pero permanentes, cíclicas. Les invito a participar de la fiesta. Brindemos con jugo fermentado de mis parrales, por tantas cosechas sabroseadas. Honor al Dueño de la Chacra y chin-chin para todos los que se acerquen a la fiesta.

    Ofrezco una selección de mis libros, artículos y apuntes personales. Son fruto de miles de encuentros personales, cursos bíblicos, retiros y Ejercicios Espirituales. Cubren los últimos 65 años. He publicado 34 libros, la mayoría con varias ediciones: que yo sepa, 175 en total. Y una cantidad aproximada de 274 artículos publicados en diversos periódicos y revistas. Todos mis escritos están en Internet, a disposición gratuita de todos los interesados, en el Blog de José Luis Caravias

    A veces me preguntan dónde hablo de ciertos temas concretos, lo cual no es tan fácil de ubicar. Con esta selección espero que puedan encontrar con más facilidad lo que a cada uno le interese.

    Cada tema tiene su bandeja propia. Sepan seleccionar los bocaditos que más les atraigan. Echen primero un vistazo al conjunto. No pretendan atragantarse comiéndolo todo de una vez. Poco a poco, según los gustos y las necesidades de cada uno. ¡Feliz fiesta!

    Asunción del Paraguay, Año Nuevo 2020

    1. Fe en Dios

    1.1. ¿Ateos o idólatras?

    Asunción, Última Hora, 14 agosto 1999

    Hay personas que piensan que la idolatría es un problema de tiempos remotos. Creen que el problema grave de nuestro tiempo es el ateísmo: No se trata tanto de optar entre este o aquel dios, sino, mucho más radicalmente, de saber si Dios existe o no existe.

    Quizás ése sea asunto del primer mundo y de algunos círculos reducidos de por acá. Pero en Latinoamérica creo que ése no es el problema fundamental en temas de fe.

    Antes de poder afirmar la existencia o la inexistencia de Dios, hemos de aclarar de alguna forma de qué Dios hablamos. Existen personas honradas que sinceramente confiesan que no creen en Dios, y realmente así es, pero en lo que no creen es en esas especies de espantajos que en sus primeras catequesis les habían querido hacer pasar por dios, como el dios del palo alzado, el dios soluciónalo-todo o el dios mecanismo de relojería. El que considera a Dios como algo denigrante u opresor, enemigo del amor y la libertad, tiene toda la razón en rechazarlo.

    Ciertamente hay muchísimas ideas sobre Dios. Aun los que lo niegan, tienen que tener una idea de qué es lo que rechazan. Es posible que cuando varias personas discuten sobre Dios realmente no estén hablando sobre la misma realidad.

    En la Biblia se va desarrollando lentamente un proceso de conocimiento de Dios, pero para ello la pedagogía que usa generalmente es ir aclarando lo que precisamente no es Dios. Va poco a poco desenmascarando los rostros falsos de Dios, las ideas ilusorias sobre la divinidad, o sea, los ídolos.

    Según el mensaje bíblico, lo opuesto a la fe en Dios no es el ateísmo, sino la idolatría. Por eso la lucha contra los ídolos es un tema básico que recorre toda la Biblia.

    La cuestión de la idolatría no puede ser propia solamente de épocas pasadas, incultas y supersticiosas. También actualmente se inventan fetiches e ídolos. También ahora existen sistemas de opresión que para mantenerse en el poder producen ídolos justificadores, a los que diariamente se ofrecen multitud de víctimas. Por ello afirmamos que en un mundo oprimido como es el latinoamericano la evangelización debe enfrentar fundamentalmente la idolatría y no tanto el ateísmo.

    El pueblo necesita cada vez más una teología que apoye su lucha de liberación. El enfrentamiento político se abre al enfrentamiento teológico. La teología se convierte en un terreno de lucha. La praxis de la dignificación humana necesita más que nunca una teología que la apoye. Los pobres ya no luchan solamente contra las clases opresoras y sus mecanismos de explotación; sino también contra toda clase de doctrinas y poderes espiritualistas opresores. En este contexto la búsqueda y proclamación del Dios de Jesucristo, que para el sistema capitalista es la afirmación de lo subversivo e irracional, para los cristianos es la afirmación de una práctica anti idolátrica. No se puede hoy buscar al Dios de Jesús sin enfrentarse directamente con los ídolos y fetiches del sistema dominante. Una vez más el Dios de Jesús está en lucha contra los dioses falsos, esta vez asentados en el olimpo del neoliberalismo.

    Hoy se fomenta idolatrar el aparentar, el consumismo, el placer egoísta, y aun a la misma corrupción. Se idolatra al tener y al poder. Es más importante lo figuretti que lo que realmente se es.

    Se habla poco y mal de las verdaderas necesidades y las auténticas soluciones. No se enfrenta la realidad. Se fomenta toda una maraña tenebrosa de encubrimiento de la verdad, de escapismos, de máscaras y drogadicciones… La mayoría de los anuncios publicitarios —los económicos, los políticos y aun los religiosos—, no son sino mentiras maquilladas. Las imágenes dicen que con tal tabaco o bebida se alcanza la felicidad, aunque la letra muerta al final del anuncio afirme lo contrario… Con sesudas estadísticas quieren convencernos de lo bien que vamos, aunque los pobres tengan que ir al basural para comer algo… Se anuncia deje de sufrir en un programa que te enferma por la idiotez de sus remedios… Se emborracha al pueblo con programas de fútbol y concursos de belleza…

    La felicidad sólo se alcanza por el camino de la autenticidad, el esfuerzo y la verdad. Pero pululan por doquier multitud de religiones que justifican hipocresías, moralismos ridículos, soluciones fáciles ineficaces. Es muy cómodo cubrir las realidades putrefactas con paños piadosos. A mucha gente le encanta meter su cabeza en el agujero de una secta para que la palpitante realidad no le inquiete ni le tense.

    Por todo esto afirmo que la idolatría es el auténtico opio de nuestro mundo. Hay como un frenesí por inventarnos nuevos dioses, fomentadores y justificadores de todo lo que tenemos de mediocres consumidores y egoístas acaparadores…

    Los altares de la idolatría están repletos de nuevos santos patrones: fanatismo sectario, milagrerismo fácil, consumismo desenfrenado, politiquería zoquetera, drogas escapistas, sexo sin amor, propagandas alienantes, irresponsabilidad institucionalizada…; plata acumulada, orgullo opresor, placer egoísta. Estos son los nuevos dioses a los que tenemos que desenmascarar, en nombre del Dios de la vida, de la justicia, la libertad y el amor… ¡En nombre del Dios de Jesús!

    1.2. Ateos en búsqueda

    Asunción, Última Hora, 13 noviembre 1999

    Me atraen los ateos honrados, esas personas que confiesan que no creen en Dios, pero se mantienen limpias en su trabajo y en su familia, y aún tienen un serio compromiso por los pobres.

    Francamente, hay personas así; y me gusta su amistad. Veo en ellas una actitud sincera y consecuente. Pero quizás mi actitud de simpatía se apoye también en un cierto complejo de culpa. Detrás de una actitud sincera de ateísmo, normalmente se esconde en ellos un cúmulo en su niñez y juventud de experiencias religiosas alienantes subrayadas por escándalos provocados por ciertas personas religiosas.

    No me refiero a los que se confiesan ateos para justificar un comportamiento egoísta y abusivo. Ellos sí que son realmente ateos, pues lo que buscan es vivir su egoísmo sin remordimientos.

    Tampoco me refiero a los idólatras, que quieren aparentar religiosidad: los que usan la idea de Dios para justificar comportamientos cerrados, egoístas, orgullosos y abusivos. Los que pretenden usar a un dios inventado en el que apoyar sus vulgaridades e injusticias. Tienen con frecuencia en sus labios el nombre de Dios, pero se trata de un dios imaginado por ellos mismos: hacen decir y querer a dios lo que Dios nunca dice ni quiere.

    Hoy me refiero a los que por falta de formación o/y por malas experiencias religiosas rechazan ese cúmulo de enfoques alienantes sobre la divinidad que encuentran a su alrededor, y que quizás en la infancia se les forzó a aceptar. Ellos rechazan enfoques sobre Dios que ciertamente no son admisibles. En eso coincidimos. Yo también me siento rebeldemente ateo frente a muchas imágenes necias sobre Dios.

    Las terribles rebeldías de Job eran en contra de la presentación ideologizada e irreal sobre Dios que le querían imponer sus amigos. Él putea con rabia contra el dios de sus amigos, pero al mismo tiempo lo busca con una sinceridad radical, y en esta diatriba, descarnadamente sincera, se encuentra consigo mismo y con los pobres, y ahí, dentro de su rebeldía, encuentra un nuevo rostro de Dios.

    Un pensador moderno que encarna esta búsqueda sincera y rebelde de Dios es Miguel de Unamuno. Como plastificación literaria comparto con mis lectores una de sus poesías:

    "¿Por qué, Señor, no te nos muestras sin velos, sin engaños?

    ¿Por qué, Señor, nos dejas en la duda, duda de muerte?

    ¿Por qué te escondes?

    ¿Por qué encendiste en nuestro pecho el ansia de conocerte, el ansia de que existas,

    para velarte así a nuestras miradas?

    ¿Dónde estás, mi Señor; acaso existes?

    ¿Eres tú creación de mi congoja, o lo soy tuya?…

    ¿Por qué hiciste la vida?

    ¿Qué significa todo, qué sentido tienen los seres?…

    Señor, ¿por qué no existes? ¿Dónde te escondes?

    Te buscamos y te hurtas, te llamamos y callas,

    te queremos y tú, Señor, no quieres decir: ¡vedme, mis hijos!

    Una señal, Señor, una tan solo,

    una que acabe con todos los ateos de la tierra;

    que dé sentido a esta sombría vida que arrastramos.

    ¿Qué hay más allá, Señor, de nuestra vida?

    Si tú, Señor, existes, ¡di por qué y para qué, di tu sentido! ¡Di por qué todo!

    ¿No pudo bien no haber habido nada, ni tú, ni mundo?

    Di el por qué del por qué, ¡Dios de silencio!…

    ¿Tú, Señor, nos hiciste para que a ti te hagamos,

    o es que te hacemos para que tú nos hagas?

    ¿Dónde está el suelo firme, dónde?

    ¿Dónde la roca de la vida, dónde?

    ¿Dónde está lo absoluto?

    ¡Lo absoluto, lo suelto, lo sin traba no ha de entrabarse ni al corazón ni a la cabeza nuestra!

    Pero… ¿es que existe? ¿Dónde hallaré sosiego? ¿Dónde descanso?…

    ¡Oh tú, a quien negamos afirmando y negando afirmamos, dinos si eres!

    ¡Quiero verte, Señor, y morir luego, morir del todo;

    pero verte, Señor, verte la cara, saber que eres!

    ¡Saber que vives!

    ¡Mírame con tus ojos, ojos que abrasan; mírame y que te vea!

    ¡que te vea, Señor, y morir luego!…

    ¡Dinos yo soy para que en paz muramos,

    no en soledad terrible, sino en tus brazos!

    ¡Pero dinos que eres, sácanos de la duda que mata el alma!…

    ¡Mira, Señor, que va a rayar el alba y estoy cansado de luchar contigo como Jacob lo estuvo!

    ¡Dime tu nombre! ¡Tu nombre, que es tu esencia!

    ¡Dame consuelo! ¡Dime que eres!"

    Miguel de Unamuno (1864-1936)

    1.3. El túnel de la fe. Parábola

    Capítulo 15 de Parábolas nacidas en el hoy, 2014

    Me sueño en una cueva profunda totalmente a oscuras. Hace frío, está húmeda y su suelo es resbaloso.

    Estoy desorientado y un poco angustiado. No sé hacia qué lado está la salida. Ni soy del todo consciente de por qué caí tan hondo. Mi cabeza me da vueltas.

    Pero en el zapateo de mi desesperación, mis pies tropiezan con un cable. Me agacho con cuidado y lo agarro. Es de acero trenzado, y parece muy fuerte. Siento en mis manos que se mueve lentamente. Jala en una dirección, lento pero enérgico. En mi angustia brota una luz de esperanza. Alguien está al otro lado del cable, atrayéndome hacia la claridad.

    Pero no estoy seguro de si ésa es la dirección correcta. Dudoso, suelto el cable. Cuesta creer a ciegas que en esa dirección voy a llegar a la luz. Pero no veo otra alternativa. Vuelvo a tantear por el suelo fangoso hasta toparme de nuevo con el cable. Lo agarro con fuerza y siento una vez más que alguien hay al otro extremo del cable jalando hacia allá. No tengo pruebas de que ésa es la dirección de mi salvación. No sé quién jala. Pero allá hay alguien o algo que me invita a salir de mi oscuro encierro.

    Agarrado con fuerza al cable experimento que me ayuda a subir la empinada cuesta arriba. A veces me suelto del cable, o porque me resbalo, por cansancio o por duda. Pero cuando lo busco de nuevo ahí está siempre, cerca de mí. El túnel es largo. Me siento libre de agarrar o soltar el cable. Nadie me lo impone ni me lo impide. En esta oscuridad estoy solo. No tengo a quién pedir consejo. La decisión es sólo mía…

    A veces pequeñas claraboyas derraman desde arriba haces de luz multicolor que iluminan hermosas estalactitas colgando del techo. El suelo tiene excrementos de murciélago, pero el techo es hermoso, aunque sólo lo vislumbro.

    Aferrado con fuerza al cable me voy convenciendo de que camino en la dirección correcta. Ya no me siento perdido. Pronto espero deslumbrarme invadido por la luz. Aparece un puntito luminoso allá a lo lejos del túnel, cada vez más nítido. Poco a poco empiezo a distinguir, con más claridad, mi cuerpo, sucio y sudoroso, y las paredes ennegrecidas del túnel. Cada vez hay más luz. Hasta que, de un último jalón, salgo a la superficie. De golpe mis ojos rebosan verdes y azules. ¡Qué maravilla! ¡Qué suspiro de alivio!

    Y sí, era verdad, alguien había estado jalando del cable todo el tiempo. Y ahí está, esperándome, cara a cara, satisfecho. Hice bien en fiarme del cable de fe del que él me jalaba hacia sí. Aun a la distancia, en las peores circunstancias, aquel bendito cable me mantuvo en contacto con la Esperanza. Me indicó el camino y me dio fuerzas para salir.

    En el próximo pozo en el que caiga me agarraré con más fuerzas y decisión al cable de la fe en la Esperanza…

    1.4. Fe y creencias

    Texto del PowerPoint Fe y creencias, de la serie Fe en Dios 1-2

    Dios insinúa a todos los seres humanos su presencia. Nos ha hecho capaces de conocerlo y amarlo. Pero nos deja libres de decirle que sí o que no… Que más o que menos…

    La fe es un don de Dios, que él ofrece a todos sus hijos. Pero muchos, por su historia, sus ignorancias o los escándalos que sufren, deciden no creer en dios o inventarse dioses a su medida

    La energía maravillosa de Dios siempre está libremente a nuestra disposición. Podemos desconectarnos… Y aun cortar los cables… Pero sin conexión directa, tenemos que contentarnos con la corta energía de nuestras pequeñas baterías naturales, que también han sido creadas por Dios…

    Por la FE aceptamos a ciegas la existencia vital de Dios. Por ella entramos en contacto directo, auténtico, con Dios. Por la fe nos agarramos al cable que nos une a Dios. Sentimos su fuerza en la oscuridad. Y vemos su luz en el horizonte…

    La fe nos pone en contacto directo con Dios. Pero no sabemos bien cómo es Dios. Las CREENCIAS son nuestras ideas sobre cómo es Dios. En esta vida no tenemos capacidad para conocer a Dios tal cual es… Sólo en la resurrección le podremos ver cara a cara.

    La represa de Itaipú produce en sus turbinas una poderosa energía de 500.000 voltios. Para que podamos usar esta energía tiene que pasar por transformadores que la rebajen a 220 voltios… Nadie podría aguantar la energía de Itaipú tal como sale de la Central. Pero adaptada a nuestras capacidades, ya es sólo cuestión de conectarnos…

    También nosotros, aunque estemos en contacto auténtico con Dios, nuestra captación de la energía divina es muy pequeña. Somos tan limitados, que lo que digamos sobre Dios será siempre parcial y restringido: ¿Cómo imaginamos a Dios…? ¿Cuál pensamos que es su voluntad…?

    Todas las religiones tienen algo de verdad. Pero ninguna toda la verdad. Dios es mucho mayor de lo que las religiones dicen sobre él. No siempre que decimos la palabra dios nos referimos a Dios. Inventamos con frecuencia dioses a la medida de nuestra pequeñez o nuestras suciedades.

    Dios es la palabra más vilipendiada de la historia. A veces decimos de Dios cosas terribles que no pensaríamos ni de nuestros peores enemigos:

    —Que mató a un hijo en accidente para probar nuestro amor a él…

    —Que le enfermó con leucemia como castigo por una falta mía…

    —Que mandó una desgracia colectiva como aviso…

    Desde pequeños, en la familia y en la catequesis, nos han dado muy diversas imágenes de Dios, casi siempre para meternos miedo…

    En pocas ocasiones nos han ayudado a crecer en la fe como personas adultas. Por eso estamos llenos de dudas. No encajan nuestra fe y nuestra vida. Están desfasadas… La fe se quedó chiquita, como inservible…

    Sobre nuestra mala formación pesan además los malos ejemplos de cristianos irresponsables, que nos escandalizan y minan los cimientos de nuestra fe… Nos escandalizan las corrupciones, las injusticias, los robos, los lujos, las hipocresías de muchos llamados cristianos. Parece que la fe no les sirve para nada bueno.

    Nos escandalizan las discusiones, los abusos, la incompetencia de algunos sacerdotes y obispos, religiosas y catequistas. Parece que en estos sabios no vive Cristo. Estamos cansados de tantas teologías distintas, y aun contradictorias… De tantos párrocos caprichosos que prohíben lo que era bueno para su antecesor…

    Si miramos a la Historia…En nombre de Dios y de la Iglesia se ha quemado a mucha gente. En su nombre se han cometido terribles masacres…

    Conocemos a creyentes que idolatran al poder absoluto, y masacran al pueblo con tal de subir… Muchos cristianos adoran la acumulación de capitales, que empobrece a las mayorías…

    Hay creyentes fervorosos fanáticos del consumismo. Muchos divinizan al sexo sin amor… y sin compromiso. Otros, apoyados, dicen, en Cristo, inventan religiones de la facilidad: ¡Pare de sufrir! Basta un rezo o un rito para tenerlo todo… Inventan sectas escapistas, que alejan de la realidad del pueblo.

    Tenemos que saber que por más piadosos que se presenten, si sólo buscan sus intereses, son unos salvajes idólatras. Nada de odio, ni de falsedad; ninguna injusticia, ningún tipo de opresión tienen nada que ver con Dios.

    Este mundo, en el que los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez más pobres, no tiene nada que ver con la fe en el Dios de Jesús.

    1.5. El credo y el anti-credo que dan sentido a mi vida

    Capítulo 55 de Dios en mi vida, 2015

    Este credo fue germinando lentamente a lo largo de los años 90, ya de vuelta al Paraguay después de 18 años de destierro. Es fruto de muchas conversaciones con diversos tipos de personas, reelaboradas en mi interior, a veces con brisa fresca, a veces entre truenos…

    Creo que Dios es siempre enteramente bueno (ore taita juky ete asy), que nos quiere a todos por igual y que tiene hermosos proyectos para con cada uno de sus hijos.

    No creo en el dios araña, en vigilante espera para atraparnos, de frente fruncida, que nos castiga para probarnos y reparte felicidad y desgracia a su antojo…

    Creo en el Dios que está presente y activo en todo lugar donde se busca y se realiza justicia, verdad, libertad y amor.

    No creo, en cambio, en dioses que favorecen y blanquean injusticias, mentiras, esclavitudes y odios. No creo en el dios del dinero acumulado y el poder opresor.

    Creo en el Dios que siempre respeta la dignidad y la libertad humana. Ofrece sus dones a todos, pero a nadie se los impone. Y ha puesto la marcha de la historia en nuestras manos.

    José Luis Caravías, S.J.

    Pero no creo en dioses cuadriculados, que lo tienen todo fijamente predeterminado, enemigos de la libertad; o en dioses boticarios, que con recetas milagreras resuelven los problemas y evitan así a sus clientes el compromiso responsable de construir comunitariamente un mundo justo.

    Creo en el Dios que ha creado un universo maravilloso, capaz de desarrollarse autónoma y evolutivamente, según las propias energías que él mismo le dio al ponerlo en marcha.

    No creo en esos dioses que tienen que estar dando permiso cada momento para que llueva o no llueva, para que alguien se enferme o se cure, para que un terremoto destruya esta casa y salve a la otra…

    Creo en el Dios que es misterio, al que se va conociendo poco a poco, cada vez más de cerca, pero al que en esta vida nunca podremos comprender del todo.

    No creo en el dios de los orgullosos que presumen de conocer todo lo divino.

    Creo en el Dios que es enteramente libre, del que nadie se puede apropiar, ni se deja manejar por ningún devoto.

    No creo en esos diosecillos que tienen dueños, y a los que se les puede encasillar en ideologías, guetos o santuarios.

    Creo en el Dios que históricamente se encarnó en Jesús, a través de María, haciéndose así en todo semejante a nosotros, sus hermanos, para que podamos así acercarnos a él con toda confianza.

    No creo en ningún tipo de dios que sea insensible a nuestros sufrimientos o a nuestras alegrías. Ni en dioses racistas o machistas…

    Creo que Jesús es la imagen viva del amor de Dios para con todos, especialmente para con los despreciados y empobrecidos.

    Pero no creo en ninguna imagen de Dios que justifique falta de compromiso para con los pobres.

    Creo que Jesús es plenamente Dios y plenamente hombre.

    No creo en un Jesús al que se le quite algo de humano o algo de divino.

    Creo que Jesús no sólo perdona nuestros pecados, sino que además nos posibilita crecer en humanidad fraterna y acercarnos cada vez más al Padre; nos convierte en hijos legítimos de Dios, constructores y herederos de su Reino. Él es Señor del Universo y hacia él corre la Historia.

    No creo en un Jesús al que no le importe la política, el hambre del pueblo, la hipocresía de los grandes o el acaparamiento de los poderosos…

    Creo que Jesús, hermano universal, está presente en todo ser humano, pero especialmente en los que sufren desprecio, marginación o cualquier tipo de miseria. Cuanto más y mejor ayudamos a los hermanos a crecer, más cerca estamos de Jesús y su Reino.

    No creo en esas imágenes de un Jesús dulzón y afeminado, lujosamente ataviado, al que se le compra ayuda con devociones.

    Creo en la fuerza del Resucitado, que es capaz de realizar en nosotros maravillas insospechadas.

    No creo en ese Jesusito al que se acude sólo para satisfacer pequeños egoísmos.

    Creo en el Espíritu Santo como sabiduría, ánimo y consuelo, fuerza creadora y transformadora del amor del Padre y del Hijo.

    No creo en ese espíritu que usan algunos para buscar milagrerismos y evitarse así compromisos en serio.

    Creo que Dios es familia y es comunidad, amor complementario de tres, en perfecta comunión recíproca.

    El Dios Trino de Jesús está del lado de la unión y no de la exclusión; del consenso, en lugar de la imposición; de la participación y no de la dictadura.

    Creo en las Iglesias donde se vive y se celebra el perdón y la fraternidad de Jesús.

    No creo en ningún tipo de iglesia fanática, despreciadora de las demás, que se cree la única portadora de la verdad.

    Creo en los sacramentos como signos visibles de la presencia consoladora y transformadora de Jesús.

    No creo en los sacramentos que se convierten en drogas tranquilizantes o en ocasión de fiestas de lujo.

    Creo en las inmensas posibilidades de desarrollo de todo ser humano; creo en las capacidades de la inteligencia y el amor; creo en la creatividad del pueblo consciente y organizado; creo en el proceso de dignificación de la mujer; creo en la presencia de Dios en la cultura, en la belleza, en el arte, en la expansión del universo… Creo que todo ello es imagen creciente de las maravillas de Dios.

    No creo en ningún tipo de dios enemigo del desarrollo.

    Creo en la amistad; amistades complementarias, multiplicadoras, fieles, sacrificadas y sinceras. Creo que en la amistad vive Dios…

    No creo en ningún tipo de espiritualidad que desconfíe de las amistades particulares o fomente educadas hipocresías ante los demás.

    Creo que Dios está presente en lo más íntimo de toda pareja enamorada, en el corazón de los padres, en la solidaridad de los amigos…

    No creo en ningún dios celoso del amor humano.

    Creo en la sexualidad humana, don de Dios, como expresión de su amor y su fecundidad.

    No creo en un dios fiscalizador, enojado con todo lo que sea sexo.

    Creo que la creación es un desbordamiento de vida y de comunión de las tres divinas personas, que invitan a todas sus criaturas a entrar en el juego simultáneo de la diversidad y la complementariedad.

    No creo en un dios fixista, que exige que todo sea siempre igual.

    Creo que la muerte no es sino el paso a la plenitud de la vida, en la que, como regalo de Dios, desarrollaremos todas nuestras potencialidades.

    No creo en dioses que matan. Ni que la muerte sea el final de todo.

    Creo en el triunfo definitivo de Dios en cada uno de nosotros, en la sociedad, en la historia y en todo el universo.

    No creo en los dioses del fracaso y del pesimismo.

    Espero un cielo nuevo y una tierra nueva, un mundo en el que reinará la justicia. Viviremos como una sola familia, los minerales, los vegetales, los animales y los seres humanos, todos en íntima unión con la Familia Divina.

    1.6. Opto por creer en Dios

    Asunción, Acción, marzo 2017

    Ante los muchos avances de la Ciencia, la fe clásica se me escapa como arena entre los dedos…

    El planeta Tierra no es el centro de la Creación, sino un punto azul de un pequeño sol de una galaxia marginal… Resulta que la evolución de la vida y de los humanos está en marcha desde hace millones de años… Las enfermedades tienen causas y remedios naturales… La manipulación genética realiza milagros, antes ni soñados… La pobreza es un problema socio-político… No se trata de posesiones diabólicas, ni de castigos divinos…

    Conozco a gente honrada y feliz sin tener para nada en cuenta a Dios. ¿Dónde quedan tantas creencias y rezos para conseguir la felicidad y espantar enfermedades y accidentes?

    ¡Muchas prácticas religiosas son un fracaso!

    Dios se me escapa. No es representable ni controlable. No es omnipotente. Ni siquiera tiene nombre… Mil nombres, pero ninguno vale.

    Pero, aturdido en medio del tornado, se me impone otra realidad: Tengo que reconocer que la fe en Dios me ha ayudado eficazmente a cultivar ideales, a meterme en serio entre los pobres, a superar grandes dificultades, a ayudar a dignificarse a mucha gente… He sentido, a veces, sus pasos callados…

    Por ello, razonable y libremente, opto, de forma nueva, por creer en Dios. Rebosando interrogantes, doy el salto en el vacío.

    Mi vida, tan comprometida y tan dichosa, es una realidad palpitante, que no se puede entender sino apoyada conscientemente en Dios. No puedo negar una presencia divina en mi vida. Ni en la vida de otras muchas personas a quienes he acompañado en profundidad.

    Contemplo a Dios en parejas largamente enamoradas y en madres heroicamente solidarias. He sintonizado la presencia de Dios en valientes luchas de organizaciones populares…

    Reconozco que no somos capaces de comprender a Dios tal cual es. Él es siempre mayor de lo que podamos pensar o imaginar. No lo veo, no lo puedo tocar, no tiene rostro, pero he experimentado personalmente sus energías, tan tiernas y tan poderosas…

    Encerrado en calabozo sin horizontes la mano de Dios acarició mi corazón. Sentí su abrazo cuando me calumniaron o me persiguieron a muerte…

    Con su doble tracción he atravesado ciénagas tenebrosas… Su energía ha iluminado mis recodos oscuros y movido mis pesadas maquinarias… Tanto, que a mis 81 años puedo compartir gozoso la vida de un barrio marginal…

    Por eso opto por creer en Dios, pero un Dios distinto

    A partir de mi experiencia vital de Dios, extasiado, puedo admirarlo en las maravillas de la naturaleza. Creo que las energías maravillosas del Universo, gravedad y expansión, son de Dios, tanto en el micro como en el macrocosmos.

    Reconozco que las maravillas de la evolución de la vida a través de millones de años son fruto de la paciente sabiduría divina. Acepto con entusiasmo la lenta y larga evolución de los homínidos, en proceso asombroso de humanización ascendente.

    Pienso que el homo sapiens no es el término de la evolución. En lento y largo proceso evolutivo se desarrollarán nuevos humanos, con capacidades superiores de inteligencia y amor.

    Creo que existen en el Universo una diversidad exuberante de seres conscientes, en constante evolución hacia el Cristo Total. Pero acepto que en este pequeño planeta no somos hoy capaces de detectarlos, ni de relacionarnos con ellos.

    Me comprometo a seguir trabajando por la dignificación de todo ser humano. No importan demasiado las religiones. Lo importante es que la fe nos ayude a ser más humanos.

    Creo que algún tipo de presencia de Dios actúa en todas las religiones. Dios hay sólo uno. Pero se insinúa en diversidad de formas, según cada cultura.

    Dios no necesita ni nuestros rezos ni nuestras ofrendas. Él permanece siempre en actitud respetuosa, ¡silenciosa!, dispuesto a fortalecer con suavidad nuestros compromisos, si es que de veras queremos dejarnos ayudar por él en el camino del amor.

    Dios ha puesto la marcha de la historia en nuestras manos. Y no está dispuesto a sustituir nuestras responsabilidades… La fe en él implica compromisos eficaces —personales y sociales—, para construir un mundo digno y justo para todos.

    Opto por creer en Jesús, el hombre en el que se manifestó Dios en plenitud. Él muestra que la omnipotencia de Dios es el amor. Y nos capacita para amar sin condiciones.

    Según Jesús, a Dios sólo se accede a través del amor. Y nos promete, con su ayuda, el triunfo definitivo del amor…

    El Dios de Jesús no tiene poder. Es sólo misericordia. Le duele el ser humano. Pero es impotente ante la libertad que nos dio. Es tan impotente que necesita de nuestra colaboración.

    En el rostro de todo sufriente veo el rostro de Jesús interpelándome. Lo hago presente en mi vida viviendo la misericordia…

    A lo único que ayuda Dios es a querer, especialmente a los marginados, creando fraternidad.

    Me entusiasma la figura del Jesús de los Evangelios. Cristologías y Cristofanías. También novelas, pinturas, películas sobre él… Pero rechazo indignado, enfoques fanáticos, trasnochados o elitistas.

    Creo en el triunfo evolutivo de Cristo. Él es la cumbre, el punto Omega, hacia el que tiende la marcha del Universo.

    Creo en su presencia intercultural, interreligiosa e intergaláctica…

    Espero que de alguna forma el amor que he desarrollado en esta vida se expanda sin fronteras, más allá del espacio y el tiempo…

    Lo acepto, en oscuridad, sin preguntar por el cómo.

    Con los ojos puestos en Jesús, el Jesús encarnado, hago antesala tranquilo…

    2. Dios Trinitario

    2.1. Dios es comunidad creativa

    Asunción, Última Hora, 21 agosto 1999

    Jesús nos enseñó que Dios es Padre, Hijo y Espíritu. No vive solo: es una familia, una comunidad.

    Los primeros cristianos desarrollaron esta experiencia de Dios, comunión de tres, que se respetan en su diversidad y se complementan perfectamente por amor.

    Cada persona divina es distinta, pero está siempre abierta a las otras, en reciprocidad absoluta. Son tres personas y un único amor; tres únicos y una sola comunidad. Las tres personas divinas se aman de tal forma que viven siempre unidos, de una forma tan profunda y radical, que son un solo Dios.

    Pero esta diversidad de vida y de amor no se queda encerrada en su comunidad, sino que se desborda creativamente fuera de ella. En la raíz de todo lo que existe hay un proceso de vida procedente de la Trinidad. La creación es un desbordamiento de vida y de comunión de las tres divinas personas, que invitan a todas sus criaturas a entrar en el juego simultáneo del respeto, el crecimiento y la complementariedad.

    Los seres humanos, a imagen de la Familia Divina, estamos llamados a mantener relaciones de comunión con todos los seres creados, dando y recibiendo, construyendo todos juntos una convivencia rica, abierta, que, respetando las diferencias, forme un solo pueblo. De esta forma se realiza, como en Dios, la riqueza pluriforme de la unidad y no una mera uniformidad.

    Acentuar demasiado la unicidad de Dios lleva a justificar concentraciones de poder: fomenta totalitarismos políticos, autoritarismo religioso, paternalismo social y machismo familiar. En esta sociedad de egoísmos, en la que se tiende a acumular poder y riquezas, y por consiguiente, se mata el respeto a las diferencias, hay que partir de la fe en las relaciones iguales, amorosas y unitivas entre las tres personas divinas. Sólo la fe en un Dios-comunidad ayuda a crear una convivencia humana fraterna.

    La vida es un misterio de espontaneidad, un proceso inagotable de dar y recibir, de asimilar, incorporar y entregar la propia vida en comunión con otras vidas. Toda vida se desarrolla, se abre a nuevas expresiones de vida y se reproduce en otras vidas. La vida implica movimiento, espontaneidad, libertad, futuro y novedad. La Trinidad es novedad, como toda vida; libertad, donación y recepción perenne, encuentro consigo misma para darse incesantemente.

    El Dios Trino de Jesús está del lado de la unión y no de la exclusión; del consenso, en lugar de la imposición; de la participación y no de la dictadura. Es dador de vida y protector de toda vida amenazada. Actúa animando el coraje de los profetas e inspirando sabiduría para las acciones humanas. Ayuda a realizar el difícil desafío de construir la unidad en la pluralidad.

    La Trinidad está presente cuando hay entusiasmo en el trabajo de la comunidad, cuando hay decisión para inventar caminos nuevos para nuevos problemas, cuando hay resistencia contra todo género de opresión, cuando hay voluntad de liberación, cuando hay hambre y sed de Dios…

    Cuando nos amamos de veras y nos sentimos confraternizados con los excluidos de la sociedad, estamos revelando en la historia el rostro del Dios Trino.

    La lucha de los oprimidos contra la disgregación de la comunión querida por la Trinidad tiene una especial densidad trinitaria. Siempre que se comienza de nuevo después de cada fracaso, y aun después de cada triunfo, se está anunciando la presencia del Padre. Siempre que en medio de las contradicciones se avanza hacia unas relaciones más fraternales y productoras de vida, es el Hijo el que se revela. La unión de los oprimidos, la convergencia de intereses en la línea del bien de todos, el coraje para enfrentarse con los obstáculos, la valentía de la palabra que denuncia, la habilidad para la creación de alternativas, la solidaridad con los más oprimidos, la identificación con su causa y con su vida, la fuerza arrolladora del amor, no son sino las huellas en la Historia de la presencia activa del Espíritu.

    La fe en la Trinidad lleva a criticar todas las formas de exclusión y de no-participación que existen y persisten en la sociedad y en las Iglesias. E impulsa las transformaciones necesarias para que haya participación en todas las esferas de la vida. Pero si violamos la naturaleza humana, si atropellamos los derechos de las personas, si vilipendiamos a los pobres, si consentimos un gobierno corrupto, estamos destruyendo los caminos de acceso al Dios-vida-comunidad.

    Las tres divinas personas nos invitan a participar de la vida de su comunidad, de forma que se superen las barreras que transforman las diferencias en discriminaciones. Ellas desencadenan energías para alcanzar niveles cada vez mayores de participación y, al mismo tiempo, relativizan y critican cada conquista alcanzada, conservándola abierta a nuevos avances.

    El misterio trinitario apunta hacia formas sociales en las que se valoran todas las relaciones entre las personas y las instituciones, de forma igualitaria, fraternal, dentro del respeto a las diferencias. Así se superarán las opresiones y triunfarán la vida y la libertad para todos.

    2.2. Desde Jesús, Dios es Padre, Hijo y Espíritu

    Capítulo 11,6 de El Dios de Jesús, 1986

    A partir de Jesús, Dios no puede ser concebido sino como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Después de la resurrección de Cristo se radicaliza, explicita y sistematiza la estructura trinitaria de la salvación, y por ello, de la experiencia y de la realidad de Dios.

    Desde los primeros Concilios con toda claridad Dios es afirmado como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y lo es de forma jerarquizada. El Padre es el origen sin origen dentro de Dios. El Hijo es la Palabra que el Padre se dice de sí mismo. El Espíritu es el amor que une al Padre y al Hijo.

    Dios, en cuanto es el insondable Misterio, origen de todo siendo él mismo sin origen, se llama Padre. Este mismo y único Dios en cuanto se abre permanentemente a todos, se revela en su Verdad, deja manifestar su misterio, está presente en el mundo, se llama Palabra o Hijo. Este mismo y único Dios en cuanto se entrega como don, como amor, como fuerza unificante y como vida que lo renueva todo, se llama Espíritu Santo.

    Dios se ha revelado como Padre, es decir, como el Ser que da la vida al hombre y está siempre en favor del hombre. Dios se ha revelado como Hijo, es decir, como el amigo cercano y familiar al hombre, que traza el camino que debe seguir el creyente. Dios se ha revelado como Espíritu, es decir, como amor absoluto y libertad soberana, que describe cuáles tienen que ser las opciones fundamentales del hombre en la vida.

    A partir de esto se intuye en qué puede consistir nuestra experiencia trinitaria, nuestra auténtica experiencia de Dios. Es la experiencia de la seguridad y la confianza total en Dios como Padre. Es la experiencia del seguimiento a Jesús, como Hijo. Y es la esperanza del amor sin límites y de la liberación total frente a los poderes e instituciones de este mundo. Porque es la experiencia de lo que Dios es en sí mismo.

    Creer en el Padre significa la entrega confiada y obediente a lo que en Dios hay de misterio absoluto, origen gratuito y futuro bienaventurado. Creer en el Hijo significa creer que en Jesús se ha acercado y dicho el Padre; que el misterio del Padre es realmente amor, en la escandalosa dialéctica de amor resucitante y amor crucificado; es creer que en el seguimiento de Jesús, y no fuera de él, se da el acceso al Padre. Creer en el Espíritu significa la realización de la entrega al Padre y del seguimiento a Jesús.

    La fe es entrega al Dios que se revela, pero como Dios es trinitario, la fe tiene también su propia estructura trinitaria. Por ser Dios así, la salvación histórica, personal y social, se realiza manteniendo una estructura trinitaria. Si se mutila ésta, se mutila también al hombre individual y las relaciones entre los hombres.

    El pecado por consiguiente, es también trinitario.

    Se peca contra el Padre, cuando el hombre se considera salvador absoluto de sí mismo. Entonces aparecen los totalitarismos políticos y los paternalismos eclesiásticos. Se confunde el libre designio del Padre con la imposición de una voluntad arbitraria; la absolutez del Padre con el despotismo. Se ignora que el misterio de Dios se ha concretado en Jesús y produce la libertad del Espíritu.

    Se peca contra el Hijo, cuando desaparece lo concreto, histórico, normativo y escandaloso de Jesús. En su lugar se pone la pura trascendencia o el sólo sentimiento, como si Jesús fuese lo provisional y no el definitivo acercamiento de Dios a los hombres y de los hombres a Dios. Pero se peca también, cuando se le exclusiviza o absolutiza. Entonces surge la imitación voluntarista, la ley sin espíritu, la secta cerrada en lugar de la fraternidad abierta. Se ignora entonces el gozo de la gratitud del Padre y la inventiva imaginación del Espíritu.

    Se peca contra el Espíritu, cuando desaparece la apertura a la novedad histórica como manifestación de Dios o la voluntad de seguir dando vida en la historia, -en lugar de sólo juzgarla desde fuera-; cuando se ahoga el movimiento interior que nos libera y nos hace salir de nosotros mismos. Pero se peca también cuando se le exclusiviza y absolutiza. Entonces surge el anarquismo, el olvido de lo concreto de Jesús y el rechazo de lo que de peligroso tiene su recuerdo.

    Todo esto tiene abundantes repercusiones prácticas comprobadas por la historia. Una fe y una vida que mutilen en su realización concreta su estructura trinitaria mutilan o anulan la salvación. La realidad trinitaria de Dios es el recuerdo constante de cómo debe ser la fe y la vida para que sean salvíficas.

    Fuimos creados a imagen de Dios. Y, puesto que Dios es comunidad, la perfección de la persona humana se ha de realizar también en la comunidad, en la unión con los demás, en el amor. Por ello podemos afirmar, siguiendo al Concilio Vaticano II, que la Trinidad es la meta y el modelo de la vivencia cristiana:

    El Señor, cuando ruega al Padre que todos sean uno, como nosotros también somos uno, (Jn 27,21-22), abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere una semejanza entre la unión de las Personas Divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad (Vaticano II, Gaudium et spes, 24).

    2.3. Las primeras comunidades experimentan a Dios como Padre, Hijo y Espíritu

    Capítulo 39 de De Abrahán a Jesús, 2001

    ¿Qué importancia tiene para nosotros creer en la Trinidad? Si, por un imposible, se nos dijera oficialmente que no hay que creer más en la Trinidad, ¿qué cambiaría en nuestras vidas? Lastimosamente, quizás para muchos de nosotros no cambiaría nada importante…

    Muchos esconden su ignorancia infantil tras la afirmación de que la Santísima Trinidad es un misterio insondable, imposible de entender. Y ahí se quedan sin más. Pero resulta que el misterio divino no es absolutamente incognoscible, sino algo inmensamente maravilloso, que ya conocemos en parte y cada vez lo podremos conocer mejor, pero tan grandioso que nunca podremos llegar a abarcarlo del todo.

    Progresivo conocimiento de la Trinidad

    A partir de la enseñanza del Maestro, las primeras comunidades se fueron aclarando progresivamente que Dios es uno y trino.

    Nosotros también tenemos que ir madurando nuestra fe, de forma que poco a poco vayamos conociendo a Dios en sus tres personas, distinguiéndolas y aprendiendo a relacionarnos con cada una de ellas. No basta con conocer a una familia en bloque; es necesario saber distinguir y relacionarse con el padre, con la madre y con los hijos, cada uno tal como es…

    Los apóstoles habían presenciado con estupor cómo Jesús se dirigía a Dios llamándole Papito querido (Abbá). Fueron testigos de la intimidad entre Jesús y el Padre, absolutamente única, vivida no sólo ante ellos, sino para ellos también, ya que Jesús los invita a compartirla (Mt 6,9).

    Después de su muerte, al sentir la fuerza arrolladora de Jesús resucitado, y recordando sus palabras, llegan a la conclusión de que Jesús es Dios. Si Dios no se hubiera hecho hombre, ¿cómo podría ser divinizado el hombre? ¿Y cómo un Dios que no fuera más que una persona podría encarnarse?

    Además, él les había prometido: En adelante el Espíritu Santo, el Intérprete que el Padre les va a enviar en mi Nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho (Jn 14,26). Por eso, en Pentecostés se sienten invadidos por el Espíritu de Jesús, tal como él se lo había prometido. Pero se dan cuenta de que este Espíritu no puede ser otro que el Espíritu de Dios, ya que sólo Dios puede dar su Espíritu. Nosotros no podemos dar nuestro espíritu, pero Dios sí. A partir de Pentecostés entienden que Jesús es Dios y su Espíritu también.

    La Iglesia mantuvo un combate apasionado durante los primeros siglos para mantener y desarrollar la fe en un Dios Trino. No quiso separar nunca, en la unidad de su fe, la triple creencia en la divinización de la humanidad, en la divinidad de Jesucristo y en la existencia de la Trinidad. Si Dios no fuera trinitario, la Encarnación sería un mito; y si la Encarnación fuera un mito, de nada serviría el ideal cristiano.

    A Dios se le conoce poco a poco. Ello es aún más verdad al final del recorrido, al llegar a la fe en el Dios Trino. Cuanto más conozcamos a Dios en su misterio trinitario, más nos sentiremos invitados y desafiados a profundizar en su conocimiento. Estamos llamados a experimentar cada vez más a fondo el misterio de la Trinidad, sin agotar jamás esta voluntad de conocer y de alegrarnos con la experiencia que vamos adquiriendo progresivamente.

    Misterio de amor

    Como hemos visto, Jesús enseñó y las primeras comunidades aceptaron que Dios es Padre, Hijo y Espíritu. Después de resucitar, mandó predicar y bautizar en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19).

    A partir de Jesús, Dios no puede ser concebido sino como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Después de la resurrección de Cristo se radicaliza, explicita y sistematiza la estructura trinitaria de la salvación, y por ello, de la experiencia y de la realidad de Dios. Dios no vive solo: es una familia, una comunidad. Cada persona divina es distinta, pero está siempre abierta a las otras, en reciprocidad absoluta, por puro amor. Son tres personas y un único amor; tres únicos y una sola comunión. Los tres divinos se aman de tal manera y están tan interpenetrados entre sí que viven siempre unidos, de una forma tan profunda y radical, que son un solo Dios.

    Los primeros cristianos fueron desarrollando esta experiencia. Fueron comprendiendo que Dios es siempre comunión y unión amorosa de tres. Y desde los primeros Concilios con toda claridad Dios es afirmado como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

    ¿Por qué tres personas? Sencillamente porque la exigencia de reciprocidad es esencial para la perfección del amor. En teoría, quizás bastaría con dos, por lo menos en nosotros. Pero en Dios el amor entre el Padre y el Hijo es tan perfecto que ese amor es una nueva persona, el Espíritu Santo. Entre ellos el amor se vive tan en plenitud, que existe el Amante, el Amado y el Amor. El amante es amado, el Amado es amante y el Amor es el dinamismo del impulso por el que dos no son más que uno siendo distintos.

    En ellos está excluido todo egoísmo, todo tener. En Dios no hay señal de propiedad de sí mismo. El amor recíproco del Padre y del Hijo se abre a un tercero, con exclusión absoluta de toda forma de tener, de toda mirada sobre sí. Es la pureza absoluta del amor.

    Amar es ser y vivir para el otro y por el otro, para los otros y por los otros; nunca por sí y para sí. Cada una de las

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