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Sobre la intervención militar imperialista en América Latina,

límites y contradicciones

Diego Torres

“La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Es la tesis de Clausewitz, que Lenin
retoma para caracterizar la naturaleza imperialista de la guerra mundial, y a partir de ahí no
perderse en el pacifismo pequeño burgués ni en el social chovinismo, planteando con claridad, con
el resto de la izquierda de Zimmerwald, la consigna de convertir la guerra imperialista mundial en
guerra civil mundial contra la burguesía. Esa tesis sigue siendo perfectamente válida y nos
permitirá arrancar en la evaluación de la intervención militar de los centros imperialistas en
América Latina.

Los objetivos de la política de los centros imperialistas, y por tanto los objetivos estratégicos de
cualquier operación militar que tenga a éstos como su mando, son el control y expolio de los
recursos naturales (energéticos, minerales, agua, biodiversidad, maderables, cultivos, etc.), los
mercados, las rutas, etc., de la región para beneficio de sus monopolios.

En este sentido se oponen a su objetivo, y consecuentemente son ubicados como su enemigo


(militar en cuanto tienen fuerza con la cual hacer efectiva su oposición), por un lado las
insurgencias, más en general los movimientos populares, comunidades en resistencia, fuerzas
revolucionarias, etc. Por el otro lado centros imperialistas rivales y sectores de la burguesía de los
países Latinoamericanos que decidan tomar parte por alguno de estos centros imperialistas
rivales.

La forma que adopta la intervención, depende de cual fuerza es la que enfrenta y bajo cuales
condiciones se desarrolla la confrontación. Tratándose de operar contra un antagonista de clase,
contra una fuerza que ponga en riesgo toda la dominación burguesa, hace causa común con la
burguesía nativa ampliando los tratados económicos con capítulos de cooperación militar,
entrenando, armando y asesorando a sus aparatos militares. Probablemente no haya ejemplo más
contundente de esto que la guerra que el Estado colombiano con apoyo de EEUU e Israel ha
llevado a cabo para intentar ahogar en sangre y fuego a la heroica insurgencia de las FARC, a las
demás guerrillas, y en general para masacrar a toda oposición. Otros ejemplos de esto son los
tratados militares de EEUU con México y Centroamérica como la Iniciativa Mérida, los tratados de
cooperación en materia de “seguridad” entre Colombia y México, los tratados de cooperación
político-militar entre Perú y Estados Unidos, etc.

Cuando pese a los obstáculos que se le oponen la fuerza revolucionaria ha llegado al poder
entonces la intervención militar abierta continúa y con formas virulentas como el suministro de
armas y entrenamiento a la reacción, la intervención directa, el bloqueo, etc.
Cuando se ha tratado de enfrentar la influencia de centros imperialistas rivales o a regímenes que
de alguna manera no acepten por medios diplomáticos darles ventajas a los monopolios
norteamericanos se ha recurrido a otras medidas como golpes de Estado (frescos en la memoria
están los recientes casos en Paraguay y Honduras, en 2004 en Haití, los no muy lejanos intentos de
golpe de Estado en Venezuela y Ecuador, etc.), el fomento y respaldo de la desestabilización (como
fue muy evidente durante el conflicto post-electoral en Venezuela, o en el 2008 en la llamada
“media luna” de Bolivia, etc.), los atentados, operaciones de terror y sabotaje, la intervención
directa (como en Granada en 1983y Panamá en 1989), etc.

Cuenta para respaldar ambos tipos de intervención con el apoyo de un gigantesco aparato de
propaganda masiva que sirve para enmascarar ideológicamente su intervención ante las masas de
su propio pueblo como entre los pueblos de la región y del mundo. Para reducir la oposición a sus
maniobras, una de sus principales preocupaciones, las excusas van cambiando y adaptándose con
el tiempo. La falaz “guerra contra el narco”, el “combate contra el terrorismo”, la “intervención
humanitaria”, la “protección de la democracia”, etc. Construcciones ideológicas que son repetidas
bajo las más diversas formas, a todas horas, presentadas en la prensa, en la radio, las televisoras,
redes sociales, academia, producciones cinematográficas, etc. No se trata de algo accesorio sino
que busca simultáneamente cumplir objetivos político-militares: desmoralizar a su enemigo,
reducirle el apoyo, inhibir la oposición popular a sus agresiones, confundir e inmovilizar a las capas
de donde puedan tenderse alianzas contrarias a sus intereses, etc.

Veamos de qué fuerzas dispone el imperialismo para efectuar sus intervenciones militares.

Comencemos por el Estadounidense.

Entre sus principales medios se encuentra el llamado SOUTHCOM, Comando Sur, que es integrado
por el 12º Cuerpo de la Fuerza Aérea (cuenta con 396 aeronaves de guerra, 32600 hombres, con
una reserva adicional de 17700 hombres y 214 aeronaves de combate), la 2ª Fuerza Expedicionaria
de Marines (cuenta con 47000 marines, aprovisionados para combatir de manera autónoma por
60 días), la 2ª División de Marines (20,000 hombres), la 2ª División Aérea de Marines (400 aviones
de combate), la 2ª Fuerza Grupo de Soporte (desembarco, mantenimiento, etc.) y el Ejército Sur
“USARSO” (Opera desde el Fuerte Sam Houston en Texas, su base está compuesta por 1800
hombres, aunque puede movilizar a algunas decenas de miles de reservistas y de la guardia
nacional). Además, el SOUTHCOM, posee organismos de inteligencia, que incluyen agentes de la
CIA, conformado por alrededor de 250 y 300 interrogadores, que operan en la Base de
Guantánamo, Cuba.

Hallamos también como otro medio a la reactivada IV Flota de la marina de guerra, cuya base de
operaciones se halla en la estación naval de Mayport en Florida. Ésta dispone de la capacidad de
enviar buques artillados (Escuadrón de destructores 6 y 14) así como unidades SEAL al cono sur.
No es casual que su reactivación fuera precedida un mes antes por el bombardeo de territorio
ecuatoriano por unidades norteamericanas y colombianas en Marzo del 2008.
La actividad de estos marinos, soldados, pilotos, agentes contrainsurgentes, etc., sería impensable
sin la infraestructura que representan las bases militares enclavadas en el territorio
latinoamericano que a continuación listamos por países.

Colombia: Con fecha 30 de octubre de 2010, el gobierno de Colombia suscribe con los
Estados Unidos un convenio de cooperación militar en el cual se asignan para ser usadas
por la tropa estadounidense la Base Aérea de Apiay, en el Departamento del Meta; la base
Aérea de Malambo, ubicada en el área metropolitana de Barranquilla; la base Aérea de
Palanquero, situada en Puerto Salgar, en el departamento de Cundinamarca, la base Aérea
de Tolemaida, en Melgar, Tolima;al mismo tiempo el fuerte militar más grande en
Latinoamérica, la base Naval de Bahía Málaga, en Buenaventura, la base Naval de
Cartagena, en la costa del mar Caribe. Éstas se suman a las que ya venían siendo utilizadas,
la Base aérea deTres Esquinas, en Caquetá y la base Aérea Larandia, en el mismo
departamento, así como el puerto de Turbo, para aprovisionamiento de la IV Flota.

Aruba: Se encuentra la base aérea Reina Beatriz.

Costa Rica: Existe una base de EEUU en Liberia. En 2009, el subcomandante del Comando
Sur del Ejército norteamericano Paul Trivelli informó sobre la inversión de 15 millones de
dólares en una base naval que se estaría construyendo en la localidad de Caldera,
provincia de Puntarenas, y que allí funcionará, además, una escuela para el adiestramiento
de oficiales de guardacostas. Adicionalmente el Parlamento Nacional de Costa Rica
autorizó en 2010 la entrada al territorio costarricense de 46 buques artillados, 200
helicópteros, 10 aviones, 1 portaviones, y 7000 soldados. En julio pasado esta decisión
está siendo sometida a revisión por parte de la Sala Constitucional.

Cuba: Los EEUU mantienen una base naval y prisión en Guantánamo, territorio usurpado a
Cuba.

Curazao: Base en Hato Rey.

Chile: Con autorización del gobierno de Sebastián Piñera se abrieron instalaciones en el


Fuerte Aguayo, cerca de Valparaíso, una base militar de los EE UU. El SOUTHCOM realizó la
millonaria inversión del complejo militar bajo la denominación de “ejecutar operaciones
de mantención de la paz o de estabilidad civil”.

El Salvador: Base en Comalapa, aledaña al Aeropuerto internacional de San Salvador.

Honduras: Ya se contaba con la Base Aérea de Soto Cano, en Palmerola,otra en Puerto


Lempira, sobre la laguna Caratasca, y una más en construcción, en Guanaja, Departamento
Islas de la Bahía. A estas hay que agregar recientemente tres nuevas Bases de Operaciones
de Avanzada (FOB) en Mocorón, El Aguacate y Puerto Castilla.

Panamá: Aquí se encuentran doce bases aeronavales en ambas costas. Sobre el Pacífico
están las de Isla de Chapera, Puerto Piña en Darién, Quebrada de Piedra, en Chiriquí,
Rambala, en provincia Bocas del Toro, Punta Coco, en Archipiélago de las Perlas, Isla
Galera,Mensabé, en Los Santos, Coiba, en Veraguas.Sobre el Caribe están las bases
Sherman, en Colón, El Porvenir, en Kuna Yala, Puerto Obaldía, en Kuna Yala y San Vicente,
en Metetí.

Paraguay: Aquí se halla una Base en Mariscal Estigarribia, en el Chaco. Otra base en Pedro
Juan Caballero (Base de la DEA estadounidense), en la frontera con Brasil.

Perú: Existenlas bases militares de Iquitos, Nanay y Santa Lucía. Además el gobierno
peruano autorizó a EEUU el uso de instalaciones portuarias para aprovisionamiento de la
IV Flota en cercanías del puerto de El Callao. En julio del 2010 se terminó de ampliar una
guarnición de la Base Naval El Estrecho, a orillas del río Putumayo.

República Dominicana: Una base naval patrocinada por el gobierno de EE.UU. se está
construyendo en la Isla de Saona, en el extremo sureste del país.

Puerto Rico: Al trasladarse la base de operaciones de la IV Flota a Florida se cerraron la


Estación Naval de Roosevelt Roads, y del Área de Tiro y el Área de Maniobras de la Flota
del Atlántico en Vieques, Puerto Rico. Los destacamentos militares estadounidenses en la
isla están designados para el NORTHCOM, comando Norte, e incluyen las instalaciones de
Punta del Este, el Aerostato en Lajas y el Radar de Arecibo, las instalaciones del
Department of Homeland Security en Aguadilla, Ponce y San Juan, las instalaciones de la
‘Guardia Nacional’, así como instalaciones ‘científicas’ en universidades que llevan a cabo
funciones militares. Poco más de 80% de los efectivos de la Guardia Nacional y de la
Reserva, han pasado por una rotación de al menos un año en misiones de combate en el
extranjero.

Para contar con fuerzas leales dentro de los países bajo su círculo de influencia, tanto si se trata de
evitar que el país se corra a una alianza con un centro imperialista rival como si se trata de
combatir a la revolución, el panorama estaría incompleto sin la formación de cuadros, de oficiales
militares afines. Para esto el ejército norteamericano ha creado la "Escuela de las Americas",
ubicada en Fort Benning, Georgia. A partir de Febrero del 2001 su nombre cambió a WHISC,
“Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación de Seguridad”. Fuera del cambio de
fachada, su misión sigue siendo esencialmente la misma, lecciones de tortura y represión, bajo la
denominación de lucha antisubversiva o de “seguridad democrática”.

De acuerdo a la información desclasificada solo para este último año de operaciones contó con
más de 18 millones de dólares de fondos. A lo largo de casi 60 años ha entrenado a más de 61,000
soldados latinoamericanos con una historia igual de larga de salvajes crímenes contra los pueblos
por sus graduados. Cientos de miles de desaparecidos y ejecutados políticos, centenares de miles
de torturados, exiliados y presos políticos, etc. Entre sus egresados se encuentran los del batallón
3-16 de Honduras, 10 de los dictadores militares de América latina, los oficiales golpistas de
Venezuela, los mandos de los diferentes escuadrones de la muerte que han plagado a México,
América Central y Suramérica, etc.
El Reino Unido cuenta con un espacio para entrenamiento de efectivos en Belice, una fortaleza de
la OTAN en Isla Soledad, una base aérea en la Isla Ascensión y Tristán da Cunha, una base naval en
las Bermudas, y la fuerza más grande de la OTAN en el Atlántico Sur en el archipiélago de las
Malvinas.

Francia cuenta con dos bases militares en el archipiélago de Guadalupe (donde se halla
estacionado el 41º Batallón de Infantería de Marina, con aviones, helicópteros y efectivos de la
Fuerza Aérea), en Martinica cuenta con por lo menos dos bases (1000 efectivos permanentes del
33º Regimiento de Infantería estacionados en Fort de France, 500 efectivos de la Marina de guerra
y sus equipos), en la Guayana Francesa cuenta con tres bases militares (en Cayena, San Juán de
Maroni, la Base Aeroespacial en Kourou y el radar en Troubiran que enlazan con el satélite militar
Galileo, y 40000 agentes destacados para luchar contra los independentistas y contra otros
pueblos que se opongan al imperialismo en el continente).

Éste impresionante aparato es el que enfrentan los comunistas y en general todos los
revolucionarios del continente. Con sus drones, sus satélites, su sofisticado aparato de espionaje
electrónico, con su constante refinación de la maquinaria represiva de nuestros países, con su
entramado de bases y todo parece muy sólido.

Sin embargo, a pesar de todo lo sofisticado de la tecnología involucrada, el factor humano sigue
siendo lo principal en la utilización de este aparato. El militarismo queda sujeto a sus propias
contradicciones, contradicciones que vuelven posible enfrentarlo, neutralizarlo y que los pueblos
usen a su favor toda nueva tecnología.

II

Para empezar, la guerra, la intervención militar, no es un fenómeno que se determine solo. La


economía, la organización de una sociedad es lo que alimenta y sustenta los esfuerzos bélicos, más
aún es lo que determina su estallido. Esto ya es abordado por Engels en el Anti Dühring en la
sección segunda, en los capítulos dedicados a La Teoría de la violencia y el poder, donde se aclara
que:

“La violencia se llama hoy ejército y escuadra de guerra, y ambos cuestan, como
sabemos por desgracia nuestra, "una cantidad fabulosa de dinero". Pero la violencia
no puede producir dinero, sino, a lo sumo, apoderarse del dinero ya hecho, y esto no
es de mucha utilidad (…) Así, pues, en última instancia el dinero tiene que ser
suministrado por la producción económica; el poder aparece también en este caso
determinado por la situación económica que le procura los medios para armarse y
mantener sus herramientas. Pero esto no es todo. Nada está en tan estrecha
dependencia de las previas condiciones económicas como el ejército y la escuadra
precisamente. Armamento, composición, organización, táctica y estrategia dependen
ante todo del nivel de producción y de las comunicaciones alcanzado en cada caso. Lo
que ha obrado radicalmente en este campo no han sido las "libres creaciones de la
inteligencia" de geniales jefes militares, sino la invención de armas mejores y la
transformación del material del soldado; la influencia de los jefes militares geniales se
limita, en el mejor de los casos, a adaptar el modo de combatir a las nuevas armas y a
los nuevos combatientes.

A comienzos del siglo XIV, la pólvora llegó a la Europa occidental a través de los
árabes, y subvirtió, como saben los niños de escuela, todo el arte de la guerra. La
introducción de la pólvora y de las armas de fuego no fue empero en modo alguno un
acto de violencia, sino una acción industrial, es decir, un progreso económico. La
industria es siempre industria, ya se oriente a la producción o a la destrucción de las
cosas. Y la introducción de las armas de fuego tuvo efectos radicalmente
transformadores no sólo en el arte mismo de la guerra, sino también en las relaciones
políticas de dominio y vasallaje. Para conseguir pólvora y armas de fuego hacían falta
una industria y dinero, y los que poseían las dos cosas eran los habitantes de las
ciudades, los burgueses. Por eso las armas de fuego fueron desde el principio armas
de las ciudades y de la ascendente monarquía, que se apoyaba en las ciudades contra
la nobleza feudal. Las murallas de piedra de los castillos de la nobleza, hasta entonces
inexpugnables, sucumbieron ante los cañones de los ciudadanos, y las balas de las
burguesas escopetas atravesaron las armaduras caballerescas. Con la pesada
caballería aristocrática se hundió también el dominio de la nobleza; con el desarrollo
de la clase urbana, la infantería y la artillería van convirtiéndose progresivamente en
las armas decisivas; obligado por la artillería, el oficio de la guerra tuvo que añadirse
una sección nueva y completamente industrial: la de los ingenieros.

(…) Toda la organización y el modo de combatir de los ejércitos y, por tanto, la victoria
y la derrota, resultan depender de condiciones materiales, es decir, económicas: del
material humano y de armamento, o sea de la cualidad y la cantidad de la población y
de la técnica. Sólo un pueblo de cazadores como el americano podía volver a descubrir
la táctica del tirador en guerrilla; y eran cazadores por razones puramente
económicas, del mismo modo que ahora, también por razones puramente
económicas, esos mismos yanquis de los viejos estados se han convertido en
agricultores, industriales, navegantes y comerciantes, que ya no se dedican a la
guerrilla en los bosques, pero han llegado en cambio muy lejos en el campo de la
especulación, en el que saben muy bien utilizar grandes masas. Sólo una revolución
como la francesa, que emancipó al ciudadano y señaladamente al campesino, podía
inventar a la vez los ejércitos de masas y la libre forma de movimiento contra los
cuales se estrellaron las viejas formaciones en línea rígida, reflejo militar del
absolutismo contra el que combatían. Hemos ido viendo cómo los progresos de la
técnica, en cuanto fueron utilizables militarmente y se utilizaron, provocaron en
seguida, casi por la fuerza y a menudo incluso contra la voluntad del mando militar,
modificaciones y hasta transformaciones completas del modo de combatir.”

La intervención imperialista queda sujeta a una contradicción con el propio imperialismo, a las
contradicciones inter-imperialistas, como bien lo reflejan los desarrollos en Siria. Pues no se trata
de un sistema que armónicamente planifique su desarrollo sino que ante la ley del desarrollo
desigual quedan constantemente enfrentados entre sí grupos de monopolios, bloques de Estados
y centros imperialistas rivales. Conforme un centro imperialista se debilita otros centros corren a
ocupar su lugar, a desplazarlo de sus esferas de influencia, a reacomodar los tratados y alianzas, a
beneficiarse del control de esos recursos y mercados. Tanto secciones de la burguesía rivales como
en ocasiones las fuerzas populares se aprovechan de estas contradicciones para mejorar sus
posiciones. Esto no se resuelve todo el tiempo a través de la diplomacia, y más en tiempos de crisis
se expresa en la forma de choques militares, carrera armamentística primero, presiones,
amenazas y luego escaramuzas, para finalmente resolverse temporalmente mediante
conflagraciones abiertas.

Esto es muy evidente en el caso de Medio oriente y la región más amplia del Mediterráneo, sin
embargo un desarrollo similar aunque en una fase todavía latente se puede observar en América
Latina. El reflejo de estas contradicciones se puede observar en los datos sobre gasto militar, en
las nuevas alianzas militares que se han procurado Rusia y China en la región, así como el peso que
pretende proyectar la fuerza aérea, naval y militar de Brasil.

En inversiones de gasto militar para la región latinoamericana podemos ver un incremento


absoluto desde principios de los 80’s, donde era de poco más de 12000 millones de USD hasta
mediados de los años 90’s, donde llegaba a 25000 millones de USD, que sin embargo no se
traduce en un incremento relativo. Es decir, que como proporción del Producto Interno Bruto o de
proporción del gasto público total no aumentaba, de hecho disminuía. Esta tendencia se invirtió
radicalmente en años recientes, pues ahora el gasto crece precipitadamente tanto en términos
absolutos como relativos, en la crisis está disminuyendo el tope financiero de los Estados
latinoamericanos sin que deje de crecer la inversión en medios de combate y destrucción. Por
ejemplo en el 2013 era de 67800 millones de USD, un año atrás era de 49800 millones de USD y un
año más atrás no rebasaba los 40000 millones de USD.

Por ejemplo, hallamos a EMBRAER, el monopólico constructor de aviones brasileños vendiendo


sus SuperTucano a Guatemala, Chile, Colombia, Ecuador, República Dominicana, y al propio Estado
brasileño. Su papel ascendente viene dado además de estas ventas a lascompras de submarinos
nucleares y otros implementos por la marina brasileña, al mismo tiempo que la industria brasileña
se convierte en una de las más grandes exportadoras de armas chicas, y su producción de
granadas de gas lacrimógeno se van para surtir a países como Turquía.

Rusia tiene firmados contratos por más de 11000 millones de USD para suministrar a Venezuela
con 100000 fusiles automáticos Kaláshnikov, así como para construir dos plantas para su
ensamblaje y fabricación de munición, para la entrega a Venezuela de 25 cazas SU-MK2 y de 47
helicópteros 34 Mi-17B-5, 10 Mi-35M y 3 Mi-26T, carros de combate T-72B1, lanzaderas de
cohetes de bocas múltiples "Smerch" y "Grad", sistemas de defensa antiaérea S-300, camiones de
transportes, etc. Adicionalmente Rusia exportó a otros países de América Latina equipos y
servicios militares por más de 14000 millones de USD.
Colombia ha adquirido en otras compras multimillonarias equipos de aviones de combate y drones
(Hermes 450 y Hermes 900) a Israel, así como embarcaciones ligeras de última generación (tipo
Hovercraft y tipo Pilot), helicópteros Bell 412, buques de OSV, etc.

El militarismo propio del imperialismo queda sumido en contradicciones también por los propios
límites económicos del capital en decadencia. Ya desde la segunda mitad del siglo XIX Engels da un
muy ilustrativo ejemplo de cómo el duelo militarista entre los buques acorazados y las piezas de
artillería pesada llegó a un callejón sin salida, donde los buques apenas tocando el agua ya eran
obsoletos, llevándose consigo cantidades monstruosas de dinero para su producción y
mantenimiento. Así hasta que el más ligero de los torpederos podía anular el más pesado de los
acorazados.

Hoy en día ocurre algo similar en el duelo entre los cazas de cuarta, quinta y sexta generación, que
son uno de los pulsos en los que se miden los principales centros imperialistas. El programa del F-
22 “Raptor”, viene preparándose desde la década de los 80’s del siglo pasado, originalmente se
tenía proyectado entregar la primera flota de los mismos para 1995 a razón de 35 millones de USD
por avión. Hoy, en el 2013, ni un solo F-22 ha cumplido misión alguna, por fallas, y su precio ya se
elevó a 300 millones de USD. El programa de desarrollo de los F-35 ha excedido por mucho los 40
mil millones de USD y se espera que llegue hasta los 56 billones para el 2016, esto genera tanta
presión a la economía sobre-endeudada de los EEUU que se está considerando abandonar por
completo el proyecto. Entonces tenemos millones y millones de dólares invertidos en aviones caza
de tipo Stealth que se vienen al suelo con una inversión contraria en mejoras de equipos de
detección de Stealth.

Un esfuerzo de inversión militar que en lugar de servir para mantener las posiciones de este
centro imperialista en particular le ha servido para drenar sumas colosales de dinero del cual no
dispone ilimitadamente. Veamos, mientras el gobierno federal de los EEUU estaba al borde del
default, con una deuda de más del 300% del PIB, para destruir las defensas de Libia y permitirle a
sus aliados de la oposición hacerse con el poder disparó 161 misiles Tomahawk a un costo de 1.41
millones cada uno, lo que da un total de 227,010,000 de dólares solo en los misiles (sin contar los
costos de echar a andar los destructores que los transportaron, los salarios de los marinos,
entrenamiento, sistemas guía, etc.).

Ilustremos más estas contradicciones. Los F-22, F-35 y demás cazas de quinta y sexta generación
son aparatos extremadamente complejos. Requieren componentes que presuponen una
productividad más alta para generarlos, tristemente para el capitalismo una productividad más
alta lleva a una composición orgánica de capital más elevada, y esto disminuye a su vez la tasa de
plusvalía, una contradicción insuperable para todo el complejo militar-industrial de los Estados
Unidos y de otros centros imperialistas.

Estos aparatos que se basan en la moderna producción a escala global, dependen para sostenerse
de que se les exporte fuera de los propios EEUU y que al mismo tiempo se importe para su
fabricación insumos de todo el planeta. Veamos, los imperialistas se pelean entre sí por los
materiales, para pelearse utilizan armamento moderno, que a su vez depende de esos mismos
materiales. Este enredo complica muchísimo el que de manera sostenible avancen en la aplicación
de nuevas tecnologías en la actividad bélica. Por ejemplo, muchos componentes electrónicos
avanzados, como los utilizados para las llamadas “bombas inteligentes”, o para las comunicaciones
satelitales, etc., dependen de la utilización de minerales raros que son refinados en un 95% por
China, y cuyas reservas mundiales se encuentran en un 60% en manos de la propia China, India,
Corea, y los países del surestes de Asia. Del neodimio y otras caprichosas tierras raras depende la
fabricación mundial de imanes de alto flujo, superconductores, láseres, equipos de resonancia
magnética nuclear, equipos aeroespaciales, pantallas de computadoras, etc.

Podría pensarse que los Aviones No-Tripulados, los drones, serían entonces una opción más
sustentable para el imperialismo que los cazas, caza-bombarderos y misiles. Sin embargo el
problema es que los costos de vuelo y mantenimiento son 30 veces superiores a aeronaves de
dimensiones similares tripuladas, además del límite que se impone a la cantidad de armamento
que puede desplazar. Aumentar el tamaño del drone para que pueda desplazar una mayor
capacidad de fuego o de desplazamiento de material bélico hace crecer geométricamente los
costos de su mantenimiento. Los RQ-9 Reaper vuelan a un costo de 3600 dólares por hora, un
costo decenas de veces más caro que una avioneta tipo Cessna que sería su equivalente.

El otro problema es que los EEUU no son el único jugador mundial al que se le ocurrió. Irán, por
ejemplo, ha desarrollado sus propios drones a partir de RQ-170 Sentinel y ScanEagles capturados.
Hasta México, ha desarrollado uno propio denominado S4 Ehécatl.

Los drones presentan ventajas desde el punto de vista del factor sorpresa y de la máxima
conservación de las fuerzas propias, lo cual es notable a la hora de determinar la forma que
adopta el arte de la guerra, pero no sirven para evitar dolores de cabeza financieros para el
imperialismo a la hora de usarlos para defender ganancias que son a su vez absorbidas por el
propio uso de su material bélico.

Pero para que estas maravillas tecnológicas no pasen miles y miles de horas de vuelo inútiles
requieren de los servicios de la inteligencia. El escándalo reciente del asunto Snowden puso al
descubierto el proyecto PRISM. Éste programa interviene todas las comunicaciones electrónicas
del planeta, almacenándolas en una base de datos, para luego ser extraídas y analizadas de
acuerdo a palabras clave o a personas de interés de los servicios de inteligencia de Estados Unidos.
Pero detrás del programa, detrás de las pantallas hay analistas humanos que reciben y recopilan
esa información, y cuando menos uno de estos analistas ha denunciado esta actividad, con lo cual
todo se viene al traste y el programa del servicio secreto ya no es tan secreto. La empresa Olympia
ha notado un anormal aumento de sus ventas de máquinas de escribir, y los FSO (servicios de
inteligencia rusos) han ordenado la compra masiva de maquinas de escribir con una cinta especial
para evitar que sean intervenidas sus comunicaciones. Si lo complejo no pudiera ser destruido por
lo simple, no habría razón para las enfermedades bacterianas fatales.

Antes de la época del correo electrónico y de las llamadas redes sociales la resistencia vietnamita
coordinó mediante papeles escritos y mensajes orales la ofensiva simultánea sobre más de 100
puestos militares colonialistas. Los bolcheviques tomaron durante la insurrección el control de los
teléfonos, los telégrafos, los puentes, etc. y todos ellos dejaron de prestar servicio alguno al
gobierno burgués que quedó aislado. Hay esperanza para nuestra lucha, con una organización
eficiente, una táctica audaz y correcta puede hundirse al imperialismo aún hoy.

Pero no solo se trata de estas contradicciones de las que está preñada la intervención imperialista,
sino que la misma tiene límites históricos que constantemente amenazan con derrumbarla del
todo. El hundimiento social y la guerra son odiosas calamidades para los pueblos, pero al mismo
tiempo aceleran todas las contradicciones, desnudan a la luz del sol la naturaleza de clase del
Estado y de las distintas fuerzas políticas, generan las precondiciones para una ruptura
revolucionaria.

Rechazamos por ello el fatalismo geográfico y otras formas de llevar el derrotismo a la clase
obrera de nuestros países, que son propagadas por quienes pretenden vernos doblar la rodilla
frente al imperialismo. Cierto que el poder que defiende a sus monopolios reacciona ferozmente
contra quien se le oponga. Pero existe la dialéctica, descrita por Hegel, del amo y el esclavo
(HerrschaftundKnechtschaft), cuando éste se rebela no solo entra en riesgo él, sino también el
amo que se ve ante el doble riesgo de ser destruido o dejar de ser amo si no puede controlar a su
antiguo esclavo sin destruirlo. La Revolución Cubana fue una enorme demostración de que se
puede hacer una revolución aún con un centro imperialista volcado a impedirla.

Tras décadas y décadas de guerra e intervención militar, de lanzar contra las FARC-EP operativos
de arrasamiento como el Plan LASO, la operación Sonora, la operación Casa Verde, Destructor 1 y
Destructor 2, Plan Patriota, Plan Colombia, etc., la guerrilla sigue viva, expresando los anhelos más
sentidos de los campesinos y trabajadores de Colombia, captando a miles de nuevos jóvenes que
son llevados a sus filas acosados por los propios paramilitares y la espantosa situación económica.

III

Por último, valdría la pena hablar brevemente sobre la intervención militar imperialista en nuestro
país, con la llamada guerra contra el narcotráfico, y como visualizamos en general el
enfrentamiento al imperialismo en nuestro país.

En el caso concreto de México y la Iniciativa Mérida, con la escusa del combate al narcotráfico
gran parte del territorio ha sido militarizado. Hay una venta constante de armamento por parte de
los EEUU, los aviones no tripulados vuelan sobre el territorio nacional, abiertamente interviene el
FBI, la CIA y la DEA, por recomendación de éstas agencias se han construido dos nuevas bases
militares en Chiapas (Chiquimosuelo y jiquipilas que se suman a los 14000 militares ya
acantonados en la región para combatir contra las comunidades autónomas del EZLN) así como
una Academia policial en Las Encinas, al oriente de Puebla, con participación directa del FBI. Con
todo lo anterior y más de 150000 muertos después (de acuerdo a datos del propio Leon Panetta,
secretario de defensa de los EEUU) el capital invertido en el mercado de las drogas sigue su
acumulación.
Y esto es así porque el mercado de la droga es un fenómeno asociado con la existencia del propio
mercado, porque al igual que otros sectores del mismo al tiempo que acumula tiende a su
concentración y centralización, y las contradicciones que provoca la búsqueda de captar más
plusvalía entre las distintas “empresas” controlando las rutas de trasiego, la producción, los
precursores químicos, etc., son dirimidas de forma extra-legal (y nos opondríamos igualmente a
que se dirimiera legalizando la droga o parte de la droga). Al mismo tiempo la gente que se enrola
para servir a alguno de los cárteles, en su mayoría jóvenes desclasados, buscan ahí una forma de
acumulación originaria. Dicha guerra está condenada a fracasar estrepitosamente mientras las
armas, la tierra de cultivo, las semillas, los botes, los camiones, las sustancias químicas y la fuerza
de trabajo sean mercancías, mientras dure el dominio del capitalismo.

Tampoco puede hablarse de un proceso de colonización con motivo de esta intervención militar,
como ya hemos abordado en otros artículos en publicaciones anteriores, los monopolios con
asiento en México ven asegurados sus intereses generales con la asociación imperialista
internacional del TLCAN y es natural que enfrentados en una lucha de clases cada vez más aguda
agreguen contrapartes de alianza político-militares a la asociación, como el ASPAN, el Plan Mérida
y algunos acuerdos secretos.

Las sangrientas agresiones sufridas casi a diario por campesinos, trabajadores migrantes,
trabajadores autónomos, comerciantes pequeños, estudiantes, sindicalistas, ecologistas, etc., en
medio de la llamada guerra contra el narcotráfico no solo es un síntoma de la barbarie del capital
parasitario, sino esencialmente una continuación de la contradicción entre capital y trabajo. Al
tiempo que se aprueban las medidas anti-obreras y anti-populares más duras de las que se tenga
memoria, la operación del paramilitarismo en México ha quedado como un fenómeno plenamente
demostrado. Estos mecanismos paramilitares aún cuando son autónomos en su financiamiento no
tienen problema en asumir un rol auxiliar en la represión, y sus objetivos no chocan de manera
antagonista con los objetivos del Estado. Recordamos el doloroso caso de nuestros camaradas,
Raymundo, Samuel y Miguel, cuya vida fue cobrada por mecanismos paramilitares, y que se
sumaron a una lista de centenas de casos de ataques contra dirigentes obreros, campesinos y
sociales. Muchos de nuestros cuadros no desconocen las amenazas y el hostigamiento que este
fenómeno impone a nuestra actividad.

No es ninguna casualidad que durante un tiempo operen los cuerpos de paramilitares con total
impunidad en lugares donde la burguesía pretende implementar medidas duras para salvaguardar
su acumulación como el corredor petrolero en el Golfo de México, o los territorios del Pacífico sur
donde se hallan reservas minerales codiciadas por grandes mineras, etc.. Ni tampoco que una vez
que se logra desplazar a parte de la población, aterrorizar o masacrar a los dirigentes
revolucionarios, y militarizar la vida social, una vez que se despoja por completo los territorios o
entran en efecto sus planes de desarrollo pasen a prescindir de los servicios de estos
paramilitares, mediante la detención “espectacular” de líderes de cárteles, su extradición,
desarticulación de algunas estructuras, y reacomodo del mercado de la droga con el concurso de
otros carteles. Una suerte similar a la que le deparó a algunos de los dictadores militares en Centro
y Suramérica tras cumplir sus tareas. Mucho menos que algunos connotados dirigentes de las
bandas paramilitares tengan en su historial un tiempo de servicio en unidades policías-militares
del gobierno federal con adiestramiento en la Escuela de las Américas.

Pero los efectos del terror, ni siquiera el bestial terror del Nazi Fascismo alemán llevado a una
escala industrial, nunca han probado ser tan duraderos como lo quisiera la burguesía. Y éste
embate ha traído ya algunas respuestas desde las capas populares.

El acoso de los paramilitares, sobre todo en las zonas rurales, como su accionar conjunto con el
Estado burgués ha orillado a comunidades campesinas a armarse para la autodefensa de sus
tierras, y de su integridad física. Este fenómeno comenzó en la región de La Montaña de Guerrero,
donde una población campesina de aproximadamente 300000 habitantes repartidos en 77
pueblos de 12 municipios, que se sustenta sobre la base de 8800 minifundios cafeticultores, y del
cultivo de subsistencia en régimen ejidal y comunal, decidió responder desde 1995 a la cuota
diaria de horrores y asesinatos con la formación de una guardia comunitaria de cerca de mil
efectivos. Esta policía comunitaria fue armada por el pueblo, no percibe un salario especial por su
actividad, y responde ante las autoridades comunitarias. Con el paso del tiempo, los éxitos en
lograr recuperar el control de su territorio, desalojar a las bandas paramilitares y abatir la
inseguridad, llevaron a otras comunidades a imitar el ejemplo. Esto se volvió una verdadera
amenaza para el Estado cuando un cuerpo de ya varios millares de guardias comunitarias se
pronunció contra los proyectos de despojo representados por la construcción de una
hidroeléctrica o las inversiones de monopolios mineros en la zona. El Estado pretende desarmar a
estas guardias, pero las comunidades entienden perfectamente que eso significa quedarse
impotentes frente a intereses contrarios a los suyos, por lo cual se arriesga a desatar un estado de
práctica guerra civil en la región. Además en el momento en que el ejército mexicano es
desplegado para el desarme de las comunidades, este desarrollo rebasa Guerrero y el propio
gobierno reconoce su existencia en por lo menos 13 estados.

No solo es que algunos pueblos se arman, naturalmente que los grandes propietarios y los
ganaderos también optan por levantar sus propios ejércitos particulares, desde hace años la gran
burguesía legalizó la contratación de mercenarios como seguridad privada de sus personas y sus
empresas. Paulatinamente la sociedad entera queda escindida y confrontada. Desde hace más de
un siglo, es decir de la época de la revolución de 1910, no ha habido un momento en que una
proporción tan alta de la población mexicana estuviera armada, ni hay antecedentes de un apoyo
mayoritario a un desarrollo similar (según encuestas de la prensa burguesa más de la mitad de la
población aprueba la formación de la policía comunitaria).

Por otro lado los grandes choques protagonizados por sectores organizados de los trabajadores y
la PFP, policía militarizada, son sin duda políticos en su contenido pero por sus formas se asemejan
a actos de baja intensidad de una guerra, a escaramuzas. En esta categoría entran los
enfrentamientos de los diversos episodios de la insurgencia magisterial (2006, 2008-2009, 2013),
las barricadas de la APPO, Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, los enfrentamientos que
tuvieron lugar durante la primera parte de la lucha del Sindicato Mexicano de Electricistas, el
enfrentamiento en la siderúrgica de la empresa SICARTSA, en Michoacán, entre huelguistas y la
policía militar, etc.

La guerra va adquiriendo formas que la acercan a una polaridad máxima, no consiste nunca en un
esfuerzo único que no se prolonga en el espacio y el tiempo, no consiste en un único golpe. Hoy
están enfrentados por un lado los obreros, campesinos y sectores de los trabajadores organizados,
y por el otro lado el poder de los monopolios, con la fuerza aliada de los aparatos militares
mexicanos, colombianos y estadounidenses. Hoy en día enfrentamos a la bota de la gendarmería,
los granaderos, los militares y paramilitares, los asesores colombianos y los agentes del
imperialismo norteamericano. Cada conflicto lo vemos como un episodio de un proceso
ascendente, escaramuzas donde nuestra clase y nuestro pueblo va adquiriendo experiencia,
donde se van destacando, pese a las derrotas temporales, nuevos cuadros, donde el Partido
Comunista obtiene nuevos reclutas entre los más avanzados y firmes luchadores populares.

Pensamos que la única salida de esta situación debe ser el ejercicio de la violencia revolucionaria
de la clase obrera y los oprimidos para hundir el bloque negro del poder de los monopolios, para
quebrar la resistencia que oponen los capitalistas a las medidas que deben ser implementadas
para salir del hundimiento social en el que nos encontramos, para romper los tratados y alianzas
inter-imperialistas.

Como lo indica V.I. Lenin en El programa militar de la Revolución Proletaria

II capítulo. “Una clase oprimida que no aspirase a aprender el manejo de las armas, a tener
armas, esa clase oprimida sólo merecería que se le tratara como a los esclavos (…) no se
puede olvidar que no hay ni puede haber otra salida que la lucha de clases.

Pensamos que en un momento de ruptura, el Partido habrá conquistado su papel de vanguardia


de la clase obrera. Y pensamos que en México, dada la naturaleza de nuestra clase, dado que la
población se proletariza y concentra en grado superlativo en los polos de acumulación, en las
grandes urbes (cerca de una cuarta parte de toda la población nacional vive en el área conurbada
de la Ciudad de México), mientras que los otros sectores oprimidos languidecen y desaparecen -
90% del campesinado perdió sus tierras, los sectores medios han sido lanzados como trabajadores
del sector servicios, etc. En otras palabras, dado que el grado de desarrollo del capital en México
puede ser caracterizado por haber llegado a una fase imperialista, la fuerza decisiva de un
levantamiento popular recaería en la actuación de la clase obrera de las grandes ciudades
industriales del país. En caso de empatar esta preponderancia de nuestra clase con las otras dos
condiciones que trazara para ello Lenin (el ascenso revolucionario del pueblo, el momento de
viraje en que la vanguardia es más fuerte, mayores son las vacilaciones en el campo del enemigo y
entre las filas de los indecisos), pensamos que la forma principal que más probablemente
adoptaría una ofensiva militar de la clase obrera sería la insurrección. Esto no debe interpretarse
mecánicamente, es evidente que los avances y retrocesos en la lucha de clase pueden imponer
otras formas previas o formas auxiliares, ni que una victoria total supone el concurso de otras
capas oprimidas en un levantamiento general, o que se puede y se debe combinar con el efecto de
las huelgas en los sectores estratégicos o bien la huelga general, etc.
No tenemos absolutamente ninguna duda de que una ofensiva, tanto en su intento como en su
victoria, acarrearía una confrontación con el imperialismo, y más probablemente con el
imperialismo norteamericano. Sea inmediato o sea postergado. Lo cual no contradice que un
poder obrero en México pudiera insistir en una política de buena vecindad, o en aprovechar las
contradicciones inter-imperialistas para maniobrar, etc.

Pero en este terreno solo se puede abordar la cuestión de un modo general, pues hacerlo de otro
modo sería ya especular de manera árida y pedante. Tenemos claro que el entusiasmo de las
propias masas por una victoria contra sus opresores directos no bastaría para confrontar
exitosamente con un centro imperialista de primer orden, que contaría con mucha más
experiencia, recursos y organización que nuestro enemigo de clase interno.

“Pero el entusiasmo sólo no basta para sostener la guerra con un enemigo como el
imperialismo alemán (…). La guerra se hace en toda regla o no se hace (…). Para sostener
una guerra en toda la regla hace falta una retaguardia fuertemente organizada. El mejor
ejército, los hombres más leales a la causa de la revolución, serán de inmediato
aniquilados por el enemigo si no están bien armados, bien abastecidos, y adiestrados.

V.I. Lenin, “En Terreno Práctico”

Sabemos que un poder obrero debería proceder a el armamento general del pueblo para contar
en sus manos con un aparato capaz de hacer naufragar un intento de intervención directa.
Sabemos que un poder obrero no ya al otro lado del mundo, sino al otro lado de la frontera puede
suscitar el apoyo de la población obrera de los países vecinos, así como del apoyo de las grandes
masas de población migrante.

Pero la fuerza decisiva recaería en el mismo éxito o fracaso en la construccióndel socialismo-


comunismo. Mientras el burgués solo puede pagar y pagar, por materiales de guerra, por
investigación, por un ejército mercenario, etc., para su defensa, los obreros en el poder pueden
cooperar directamente entre ellos sin reparar en la Ley del valor de la producción mercantil. Una
economía socialista permitirá rápidamente aprovechar las fuerzas productivas contenidas y ya
latentes. Un poder obrero en México, si se ve en la necesidad de ir a la guerra con el imperialismo
puede contar con desarrollar a un grado que no permite el capitalismo la mecanización,
automatización y robotización más plena de su industria, tanto pacífica como bélica, puede
recurrir a la combinación de los productos de la industria pesada y ligera, su opción de
armamentos no estaría constreñida por el interés de dedicar cantidades colosales de dinero para
rescatar monopolios, sino que buscaría las formas más eficientes de oponer sus avances
tecnológicos al instrumental de guerra imperialista.

El triunfo de la economía socialista-comunista en México significaría al mismo tiempo ganar la


capacidad de hundir al centro imperialista que se le oponga, y servir como escudo protector para
la lucha de los obreros y los pueblos de nuestra América por alcanzar su destino socialista.

A la memoria de los camaradas Raymundo Velázquez, Samuel y Miguel.


FuentesConsultadas

Foreign Affairs Latinoamérica


Federation of American Scientist – Military Analysis Network
Navy Times
Marine Corps Times
Army Times
Army Magazine
Air Force Times
Defense-Aerospace
Defense Daily Network
War Times Journal
Stratfor Global Intelligence
New York Times
Washington Post
Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (SIPRI)
Centro de Estudios y Documentación sobre Militarización (Cedomi / Mopassol)
Centro de Estudios Políticos para las Relaciones Internacionales y el Desarrollo (CEPRID)
Comité Independencia y Soberanía para América Latina (CISPAL)
V.I. Lenin, “En Terreno Práctico”
“La Posición del C.C. del POSDR (Bolchevique) en el problema de la paz por
separado y anexionista
“II Congreso de los soviets de diputados obreros, soldados y campesinos de toda
Rusia”
“El Programa militar de la revolución proletaria”
“Obras militares escogidas”
“El Marxismo y la insurrección” Carta al CC del POSDR
V. Tsvetkov, V. Zajárov, E. Ribkin, Ya. Dziuba, S. Kolin y M. Zhuravkov, Acerca de la herencia
teórico-militar de V.I. Lenin
F. Engels, Anti Dühring
G.W.F Hegel, Fenomenología del espíritu
VoNguyenGiap, Guerra del pueblo, ejército del pueblo
Karl Von Clausewitz, De la Guerra
Tesis del IV Congreso del PCM
FARC-EP Comisión Internacional, Esbozo Histórico
Tesis del XIX Congreso del KKE
Sitio Web de la Drug Enforcement Agency – Foreign Office Locations
Sitio Web del United States Southern Command – Partnership for the Americas
Sitio Web de la USNAVSO/FOURTHFLT
Wikileaks

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