Professional Documents
Culture Documents
erre be ele
de eme be eme
por jota a y
Notas sobre erre be ele de eme be eme
_____________________________________
Por jota a y
No siempre resulta fácil definir los distintos componentes, los diversos estilos
que integran y con que se aborda el complejo mundo de lo que hoy conocemos
como poesía visual. En todo caso me limitaré a escribir sobre el último trabajo
de Martín Barea Mattos titulado RBL y que también resulta difícil de clasificar.
Publicado por la española Frac de medusas, lanzado al mercado a principios
del 2018, en la ciudad de Madrid, producto del tour poético “Hecho en España
2018” que llevó a Barea por una peregrinación entre abril y junio de este año,
en distintas idas y vueltas por las ciudades de Salamanca, Madrid, Granada,
Barcelona y Zaragoza, éste RBL contó con un tiraje de 250 ejemplares
numerados.
Para describirlo diré que es un sobre de papel vegetal con nueve tarjetas en
cartulina ligeramente texturada, color hueso, de 15 X 10 cm (el clásico tamaño
de las tarjetas postales) impresas de un lado con una obra, mientras que al
reverso tiene los datos del número, tiraje, editor, etc. Estas tarjetas podemos
discriminarlas como una que oficia de tapa, más ocho con obras, a las que hay
que sumarle otra obra más, en una hoja tamaño A4 del tipo papel avión,
impresa de un solo lado y plegada en cuatro.
Obviamente a RBL podemos
tipificarla como obra
ensamblada, de carácter
objetual (a pesar del tiraje y
de su impresión
estandarizada) que juega
con el lector, éste debe abrir,
sacar las tarjetas, desplegar
la hoja, asumir el
conocimiento de la misma no
sólo desde lo visual sino
también desde lo manual, en
dónde el tacto aportará
información secundaria
sobre la obra.
Ahora bien, RBL es además una obra en un continuo proceso evolutivo, un
objeto en constante esporulación de la que tal vez podríamos fijar su comienzo
por el 2004, al menos si rastreamos aquellas que fueron editadas, como por
ejemplo la que aparece en julio de ese año en el número 6 de la revista Arte:
“Identificar las piezas de la unidad de sistema”, o también la que aparece en
octubre con el número 49 de la revista sueca Heterogénesis, en dónde ya se la
nomina como “EREBEELE”. En el 2006 (en México) la obra se corporiza en
una instalación, ocupando un gran patio interior. En la Red también encuentra
un ambiente propicio para propalarse, allí las variantes son incontables. Por el
2015, su estadía en Buenos Aires también le sirvió como caldo de cultivo para
seguir desarrollando el proyecto: pintura, collage, escritura, instalación, todo
soporte fue bueno para la obra.
Pero más allá de esos ejemplos no conozco otras obras realizadas con esta
técnica y que hayan sido presentadas como un conjunto, aunque imagino que
sin duda habrá quienes experimenten con los malabares que se necesitan
hacer para poder obtener diseños con la máquina de escribir, pero repito, no
veo que haya cultores de esta vieja técnica y que a su vez estén preocupados
por difundir esa disciplina. La escritora Andrea Arismendi me contó hace tiempo
que por los ochenta había conocido a un cura jesuita llamado Felipe Navarrete,
que tenía por hobbies realizar retratos y figuras de santos con su máquina de
escribir, trabajos que por cierto poseían una notable experticia.
Este sobre editado en España recupera un modo de trabajar, que nunca fue
bien valorado. Las vanguardias históricas hicieron mucho hincapié en el
automóvil, el avión, el ferrocarril, la velocidad y la potencia de la máquina móvil.
Pero no reivindicaron con el mismo ímpetu las pequeñas máquinas, sin duda
menos pomposas, menos glamorosas, menos heroicas como los ascensores,
las máquinas de coser o las máquinas de escribir. Sobre esta última escribieron
André Ricardo do Nascimento y Miguel Molina Alarcón: “…la máquina de
escribir (es) un artefacto que contribuyó para el desarrollo de la memoria
sonora de la modernidad, y en especial en sus cualidades mecánicas, fónicas y
metafóricas” porque de algún modo, cuando vemos estos trabajos de Barea
Mattos, quienes supimos usar estas máquinas de modo cotidiano en la no-tan-
lejana-época-pre-digital, creemos escuchar bajito, de modo casi imperceptible
el clap-clap-clap de las teclas y el seco y largo rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr del girar
del carro cuando sacamos la hoja sin apretar la palanca del libra-papel.
Este RBL tiene también una marcada voluntad sinestésica.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
_____________________________________
Por jota a y