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Los Movimientos Sociales en Chile

Movimientos sociales, territorio y conflicto ambiental


Un estudio de movimientos rurales en conflicto con la
gran minería.

E T
Sofía Bowen*, Rodrigo Medel**
Resumen Abstract
ste trabajo presenta una reflexión his paper presents a study on the
acerca de los movimientos sociales rural social movements in the context of
rurales en el marco del conflicto medio environmental conflicts. It is based on
ambiental, a partir de los resultados de the results of field work in the locations
un estudio cualitativo realizado en las of Cuncumén, Caimanes and Chalinga
localidades de Cuncumén, Caimanes y (IV Region, Chile). The article attempts
Chalinga (IV región de Chile). El artículo to understand the internal logics that
se orienta en comprender las lógicas guide collective action, most specifically
internas que guían la acción colectiva, their objectives and strategies.
específicamente sus objetivos y
estrategias. It examines the concept of territory,
understood as that material space
Se analiza el concepto de territorio, charged with social significance; the
entendido éste como aquel espacio social relations dimension associated
material cargado de significados with the territory as well as analyzing the
sociales; la dimensión de las relaciones notion of socio-territorial belonging. Our
sociales inscritas en el territorio y la contention is that this series of meanings,
pertenencia socio-territorial. Se plantea values and identities associated to
que esta serie de significados, valores the territory are best understood with
e identidades asociados al territorio son reference to the specificity of the local
comprensibles de mejor manera en la context.
especificidad del contexto local.

Keywords
Palabras clave Rural Environmental Movements, 85
Movimientos Ambientales Rurales, Environmental Conflict, Territory
Kütral
Conflicto Medioambiental, Territorio.

* Licenciada en Antropología Social, Universidad de Chile. Chilena, investigadora del proyecto de iniciación
en investigación social de la FACSO 2011. Correo electrónico: sofiabowen@gmail.com

** Licenciado en Sociología, Universidad de Chile. Chileno, investigador del proyecto de iniciación en


investigación social de la FACSO 2011 Correo electrónico: rodrigomedel@u.uchile.cl
Los Movimientos Sociales en Chile

Introducción
La emergencia de conflictos medioambientales va de la mano con un
escenario del Chile rural que está en constante transformación. Estos conflictos se
insertan en comunidades rurales fuertemente tensionadas por la recomposición del
capitalismo y la nueva forma de acumulación derivada de los ajustes estructurales
en América Latina, donde las empresas disputan a la comunidad la toma de
decisiones en las zonas de explotación de recursos naturales. Esto se puede ver
como una de las tantas consecuencias de la expansión de las industrias extractivas
de materias primas en países en vías de desarrollo; a la vez que puede enfocarse
desde el punto de vista de la acción colectiva y su cambio de significación y de
orientación simbólica durante las últimas décadas.

La gran minería, que históricamente ha caracterizado al “Norte Grande”


de Chile, se ha expandido a nuevas zonas de influencia en lo que se denomina el
“Norte Chico”, debido al alto precio de los metales en los mercados internacionales
y las facilidades que otorga la legislación chilena a esta industria. Esto ha generado
un fuerte impacto en territorios rurales donde la minería existía a pequeña escala,
pero donde nunca había sido la actividad económica principal.

Dentro de toda la gama de conflictos medioambientales en sectores rurales,


nos enmarcamos en los problemas derivados de la llegada de grandes capitales
transnacionales mineros y que representan un tipo específico de conflicto. Por lo
tanto, este artículo tiene como objetivo generar una discusión y reflexión acerca
de los movimientos ambientales rurales a partir de los resultados de un estudio
realizado acerca de movimientos sociales en conflictos ambientales mineros, de
las localidades de Caimanes, Chalinga y Cuncumén, todos de la provincia del
Choapa, IV Región.

Esta provincia se ha constituido históricamente como un valle agro-minero,


orientado a la agricultura tradicional y a la pequeña minería. Alejado en cierta medida
86 de los procesos de inserción del modelo globalizado del agro, en comparación
Kütral con otros sectores del país, en la última década el valle se ha visto tensionado
por la reciente llegada de grandes inversiones en el ámbito de la minería y de la
agroindustria. Esto, sin duda, es lo que Philip Lowe y Neil Ward (1994), consideran
como una tendencia general de reestructuración de los territorios rurales, en la
medida en que ha habido una migración de empresas que ha mermado la autarquía
de los sectores rurales

Así, en el marco de conflictos medioambientales mineros, están


emergiendo movimientos sociales ambientales que buscan dar respuesta a esta
reestructuración del territorio, configurándose una intensa disputa política entre
habitantes y empresas.
Los Movimientos Sociales en Chile

En este artículo revisaremos, primero, las variables que tienen mayor


importancia para caracterizar a los movimientos sociales estudiados y sus
reacciones colectivas en el marco de problemas ambientales de explotaciones
mineras. Veremos que estos movimientos presentan ciertos tipos puntos o ejes
analíticos en común que nos permiten tener un acercamiento tentativo a estas
nuevas problemáticas territoriales.

En un segundo apartado, se busca dar una mirada de conjunto a estos


movimientos sociales rurales en conflicto medioambiental, poniendo especial
atención en la dimensión territorial, entendida como una entrada subjetiva y
simbólica de la relación que establece la comunidad con su entorno natural
inmediato, desde una perspectiva que rescate este vínculo como un eje relevante
en la configuración de estos movimientos.

Marco del problema medio ambiental: la emergencia de


los movimientos territoriales

La necesidad constante de crecimiento económico, propio del modelo


de desarrollo actual, ha llevado a extender e intensificar la industria extractiva
de recursos naturales. A niveles macroeconómicos, Chile ha experimentado un
crecimiento elevado, liderado por las exportaciones, cada vez más diversificadas,
y apoyado por políticas económicas y sociales sólidas. Ante este panorama,
organismos internacionales destacan los avances respecto de la reducción de
la pobreza que genera el modelo de desarrollo pero, a su vez, aparece como
consecuencia una presión considerable sobre los recursos naturales (CEPAL
/ OCDE, 2005). Con la llegada de capitales transnacionales se ha generado un
fuerte impacto a nivel de territorios rurales: el desarrollo que promueven estas
nuevas empresas transforma a las comunidades y sus paisajes, mercantilizando
los recursos naturales y formas de vida, a la vez que modifican un conjunto de
prácticas culturales y productivas tradicionales.
87
Kütral
La ecología política y la sociología medioambiental se han referido a
este tema como un fenómeno estructural, es decir, un problema consustancial al
desarrollo de las sociedades industriales y su consecuente concentración urbana
(Agüero, 2010). En el caso de los sectores rurales, siguiendo a Bengoa (2006), lo
que se intenta es imponer un modelo de desarrollo en territorios rezagados, que
antes de la llegada del capital transnacional estaban excluidos de los éxitos del
país “ad portas” del desarrollo.

Es en este contexto que surgen respuestas desde la acción colectiva que


se caracterizan por ser portadoras de una identidad colectiva en conflicto, de
hecho, siguiendo la definición de movimiento social de Mario Diani, entenderemos
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que “un movimiento social es una red de interacción informal entre una pluralidad
de individuos, grupos y/o organizaciones, involucrados en un conflicto cultural o
político, sobre la base de una identidad colectiva compartida” (Diani, 1992:3). Como
señala Bengoa (2006), los nuevos movimientos sociales rurales se caracterizan
por abrir espacios de debate local, politizando los procesos de desarrollo rural,
además de abrirse a espacios públicos teniendo la función, por ejemplo, de “elevar
estándares” medioambientales y de calidad de vida. Señala, también, que estos
movimientos aportan al desarrollo rural pero de manera reactiva – muchas veces
como respuesta al Estado – y no propositiva: abren espacios de inclusión y diálogo
con el fin de controlar los recursos, sin necesariamente desear apropiarse directa
e inmediatamente de éstos. Además configuran fronteras internas tendiendo a ver
todo lo que proviene de afuera como una amenaza.

Se ha sostenido que existen al menos dos tipos de explicaciones para


comprender las motivaciones de los movimientos medioambientales en contextos
rurales de la actualidad (Urkidi, 2008). Primero, se habla de la existencia de una
influencia a nivel mundial que promueve el surgimiento de estos movimientos,
los cuales germinan por diversos problemas estructurales como lo son la
incertidumbre que produce el deterioro del medioambiente, la flexibilidad del
trabajo, el debilitamiento del Estado y el surgimiento de nuevos valores sociales.
Esto se observa en aquellos movimientos que se relacionan con organizaciones
internacionales y adoptan una mirada más acorde a sociedades urbanas y post-
materialistas. Otro tipo de explicaciones es el llamado “ecologismo de los pobres”,
el cual centra su explicación en el argumento de que las poblaciones de escasos
recursos son muy dependientes del medio y poseen un fuerte apego a su fuente de
subsistencia. Refiere así a una mirada materialista, pero sin dejar de lado que este
apego al medio se transmite en el lenguaje y se sostiene en valores espirituales,
como el considerar a la naturaleza sagrada, por ejemplo (Urkidi, 2008). La mayoría
de los estudios actuales hacen referencia a que ambos aspectos están presentes
en las motivaciones y estrategias de los movimientos sociales rurales en conflicto
medioambiental, específicamente mineros.
88
Kütral Más allá de la validez de ambas propuestas, se buscará complementar la
mirada introduciendo un nuevo eje de análisis: la dimensión territorial. ¿En qué
medida este conflicto trata de una disputa territorial identitaria? ¿Cómo puede
aportar en el entendimiento de las problemáticas medioambientales el conocimiento
de la particular relación con el entorno que establecen las localidades rurales?
Entraremos en la definición del concepto de territorio como eje central para el
análisis de conflictos rurales medioambientales, para así aportar otra arista a la
hora de entender y problematizar la acción colectiva medioambiental actual.
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Método
La siguiente investigación se basa en una metodología de corte cualitativo,
buscando abordar las valoraciones de la acción colectiva por parte de los propios
actores, a partir del discurso; considerando a este como expresión de una
organización particular del sentido (Canales y Peinado en Delgado, J. 1999).
Se utilizaron técnicas etnográficas y entrevistas en profundidad a diferentes
movimientos ambientales en las localidades de Cuncumén, Chalinga y Caimanes,
todos de la provincia del Choapa, IV región de Chile, en las cuales existen
conflictos con empresas transnacionales mineras. El análisis se realizó con el fin de
encontrar aspectos en común, pero considerando las diferencias de cada localidad
y movimiento.

Contexto local de los movimientos estudiados:


características del conflicto de Cuncumén, Caimanes y
Choapa.
La discusión teórica e interpretativa expuesta en este artículo se basa
en un estudio empírico de cuatro movimientos sociales hallados en los valles
cordilleranos de la provincia del Choapa. Para la comprensión de nuestros
resultados y reflexiones se hace necesario conocer, aunque sea de forma superficial
y descriptiva, la realidad local del conflicto.

Los movimientos estudiados se encuentran en la provincia de Choapa, en


tres distintos valles; el valle Choapa en donde se halla la localidad de Cuncumén, el
valle Chalinga y el valle de Pupío, en donde se encuentra la localidad de Caimanes.
La actividad minera transnacional es en la actualidad muy prominente en todas las
localidades y valles, a pesar que éste se ha construido históricamente como un
valle agrícola y de pequeña minería. La IV región, según datos del INE (Instituto
Nacional de Estadísticas), tiene un 22% de población rural y depende en gran parte
de la actividad minera, la cual representa el 15,7% del PIB regional, que la sitúa 89
como la actividad productiva más importante de la región1. Kütral

En el valle de Choapa se instaló una mina a rajo abierto, hace alrededor de


10 años, en las cercanías de la localidad de Cuncumén, construyendo su tranque
de relave principal en el valle de Pupío, a pocos kilómetros de Caimanes. En
el valle de Chalinga, se ha instalado una planta de lixiviación a 300 metros del
poblado de Arboleda Grande, de una empresa distinta a la que se instaló en el valle
de Choapa y Pupío.

1  Plan Regional Coquimbo (2010) recuperado el 15 de agosto del 2011 de http://www.gorecoquimbo.gob.cl/


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En Cuncumén, que se encuentra a 42 kilómetros de distancia con el centro


urbano de Salamanca2, encontramos dos organizaciones medioambientales: “Alto
Cuncumén,” que representa al sector alto, más cercano geográficamente a la
mina, y OCAS (Organización Ciudadana Ambiental de Salamanca), la cual es
la más antigua del sector, ya que surge como primera respuesta a los impactos
ambientales y sociales que generó la empresa. El sector lleva alrededor de 10
años relacionándose con la empresa minera, resultando una larga historia con
momentos de mayor enfrentamiento y otros de mayor negociación y diálogo.

En Caimanes existe el movimiento “Comité de Defensa del pueblo de


Caimanes y el Valle de Pupío”. Con anterioridad existieron otros movimientos y
organizaciones comunitarias que se han articulado para enfrentar los problemas
que se han producido por lo menos desde hace una década, una vez construido el
tranque de relave.

En Chalinga, la empresa minera se ha relacionado con la Comunidad


Agrícola del sector para la venta de los terrenos. En ese proceso surge el movimiento
“Comité de Defensa del Valle Chalinga”, único movimiento u organización de esta
índole en el sector.

En la discusión presentada a continuación no mencionaremos citas o


referencias explicitas a algún movimiento o localidad, por motivos de confidencialidad
y para hacer hincapié en la reflexión teórica y conceptual, antes que la presentación
de los resultados empíricos.

Dinámicas de los movimientos sociales


Ser parte de un conflicto y disputar el territorio a grandes empresas mineras
es un foco de tensión al interior de las comunidades. Se buscará en el siguiente
apartado un ejercicio descriptivo del discurso de los movimientos medioambientales
rurales estudiados, enfocándonos en aquellos factores transversales, así como de
90 ciertos elementos diferenciadores.
Kütral

1. Lo medioambiental
Si bien cada movimiento tiene objetivos concretos distintos, pues se
enfrentan a contextos diversos, se puede decir que hay un objetivo general que
es común a todos los movimientos: este es que sus organizaciones se movilizan
por el tema medioambiental, pero ¿qué lenguaje utilizan para referirse al medio
ambiente, a qué se asocia? En otras palabras, ¿a qué se refieren cuando hablan

2  PLADECO Salamanca (2011) recuperado el 15 de agosto del 2011 de http://200.111.67.89/virtual/


salamanca.cl/www/municipalidad/documentos/pladeco/PLADECO_2011-2015.pdf
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de lo medioambiental? Lo medioambiental es común, pero las formas de referirse a


ello son distintas, esto se hace lógico al integrar el contexto en el ejercicio analítico.
Cada movimiento presenta una variación en la manera en cómo se interpreta lo
medioambiental acorde a su situación histórica y social particular. Las formas de
referirse al medio ambiente se pueden asociar, a modo expositivo, con momentos
temporales. Es decir, el medio ambiente como el pasado, como el presente y como
el futuro.

El medio ambiente como pasado: Esta variante se vio presente en


mayor medida en movimientos encontrados en las localidades donde el conflicto
medioambiental se viene arrastrando por lo menos hace 10 años y en donde
el daño medioambiental ha sido constante y paulatino, como es el caso de
Cuncumén y Caimanes. En este caso, se señalaba que ya no es posible defender
el medioambiente, pues ya “está perdido el valle”. No se explicita el medioambiente
como objetivo principal del movimiento, sino concretamente que se pague, se
indemnice el daño producido al medioambiente y a su comunidad. El medioambiente
es lo que quedó, aquello perdido que los une y canaliza una lucha en el presente.
Para ellos es traducible el daño socio-ambiental en dinero y consideran que una
forma de suplir el daño es el pagar a las familias afectadas por destruir lo que era
común y les pertenecía a todas ellas. Es decir, “luchar” por el medioambiente será
luchar por una reparación económica de lo perdido y de los daños causados. Para
justificar la idea central de “indemnización” se esgrimen argumentos tales como:
Indemnización acorde al daño de su entorno; por haberles quitado la fuente de
producción; por la división social y por la destrucción del empleo.

El medio ambiente como presente: Se reivindicará el objetivo de


“defender”, “proteger” el medioambiente, señalando así que se está defendiendo
algo que está siendo atacado. Acá el centro no estará puesto en reparaciones
económicas ni en indemnizaciones, ya que lo que existe es una amenaza que no
termina de concretarse. No se asocia al dinero ni a indemnización, así legitiman
su posición pues el dinero viene a ser una perversión proveniente de la empresa
91
que corrompe los ideales identitarios con los cuales ellos se identifican. El Kütral
medioambiente es el presente de un estilo de vida, de una identidad agraria que
buscan defender frente a aquello que amenaza con destruirla. Su objetivo específico
principal será que no haya gran minería en el Valle. Esta forma de comprender lo
medioambiental fue encontrado en todos los movimientos, pero en mayor medida
en aquellos ubicados en localidades donde el trabajo minero aún no está del todo
instalado, como Chalinga.

El medio ambiente como futuro: Se buscará “cuidar y apoyar” el


medioambiente en miras a un trabajo que asegure la convivencia con la minera. El
medioambiente cuidado garantiza calidad de vida y la prosperidad de la localidad.
Se habla de un pasado más confrontacional, pero que ahora ha cambiado la
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manera en que se abarca el objetivo. El medioambiente es una lucha proyectada


hacia el futuro a fin de preservarlo y mantenerlo para las generaciones próximas.
Dentro de sus objetivos más específicos estará informar a la comunidad sobre la
importancia de cuidar el medioambiente e incidir para que la minera invierta en la
comunidad y se comprometa a cuidar el entorno. Esta variante fue encontrada en
localidades donde ha habido intensa relación con la minera durante décadas y en
donde han surgido instancias de diálogo, como Cuncumén.

2. Estrategias de acción
Se plantean dos grandes estrategias de acción colectiva, aquellas donde
prima la negociación y aquellas donde prima la protesta. Las primeras tienden
hacia acciones más institucionales, mientras que las segundas combinan acciones
institucionales con otras no institucionales. Las estrategias en las que prima la
negociación buscarán hacer seguimiento de las irregularidades y generar exigencias
ambientales para la actividad minera en pos del medioambiente y de la comunidad.
Para estos movimientos son fundamentales acciones como la educación de la
comunidad, integrarse e influir en organizaciones institucionales, seguimiento y
control de actividad minera y entablar procesos de diálogo. Estas estrategias se
observan en mayor medida en movimientos que consideran el medio ambiente
proyectado hacia el futuro, en pos de su preservación y cuidado para obtener
mayor calidad de vida.

Por otro lado, están las estrategias de protesta y denuncia. Estarán


los huelguistas, que buscan paralizar las faenas, sensibilizar a la comunidad
y deslegitimar a la empresa, así como también los que buscan informar a la
comunidad de los peligros que conllevan las explotaciones a fin de evitar que
se instalen en la localidad. Estos tienden a realizar acciones no institucionales,
como la toma de caminos, entablar denuncias y demandas judiciales y generar
distintos procesos de presión y tensión en la comunidad. Estas estrategias se
observaron en movimientos con mayor conflictividad con la empresa minera, y en
92 donde consideran que lo medioambiental es algo por lo cual se debe “luchar” y
Kütral “defender”, tanto en términos pretéritos (se lucha por lo que “fue” el medioambiente
en el sector) como en presentes. (se lucha por cuidar lo que “es” hoy el entorno
natural).

Como hemos observado, las formas de entender y concebir lo


medioambiental, como también sus distintos objetivos específicos y estrategias
son variables. Una posible explicación a esta diversidad radica, en parte, en las
considerables diferencias entre las distintas localidades en que se ubican los
movimientos estudiados. Como hemos señalado, existen localidades en que el
conflicto lleva una larga trayectoria histórica y otros en que es más reciente. Por
tanto, una variable que debe ser considerada en estudios de casos concretos es
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justamente la historia del movimiento, sus hitos y cambios. Sin embargo, otros
factores locales, como la infraestructura local, el tipo de sustento económico y el
tipo de impacto ambiental y social que produce la minera, también son importantes
de considerar.

Ahora bien, planteamos que una dimensión transversal para englobar estos
factores y analizarlos desde un punto de vista mas interpretativo es el del territorio.
El territorio dirá relación con la historia local, las condiciones socioeconómicas, los
poderes locales. Pero además dirá relación con un elemento subjetivo, es decir
con la especificidad sociocultural de cada comunidad, por lo que el movimiento
social, al ser portador de una identidad colectiva, será un espejo de la comunidad
de la cual emerge. Esta dimensión permite entender que la amenaza ambiental,
que orienta la acción del movimiento, recae en un aspecto fundante o nuclear
de las sociedades: el vínculo de la comunidad con el entorno natural. De esta
forma, la amenaza más grande para la comunidad es romper los vínculos sociales
tradicionales con el entorno natural.

Se ahondará a continuación en este último factor, el cual nos revela la


importancia de este vínculo en la conformación de movimientos sociales rurales en
territorios en conflicto medioambiental.

Territorialidad, relación simbólica con el territorio


Una vez comprendidas las distintas dinámicas de los movimientos
ambientales estudiados, surge la necesidad de comprender de qué manera la
dimensión territorial cobra importancia a la hora de estudiar a los movimientos
ambientales. En este apartado, nos abocaremos a realizar un ejercicio de tipo
interpretativo de las significaciones y representaciones del territorio, presente en el
discurso de los movimientos.

Primero es importante esclarecer ciertas premisas teóricas. Siguiendo los


postulados de la geografía cultural, “el proceso de apropiación de la naturaleza, 93
inherente a cualquier sociedad, no puede comprenderse – como por desgracia se Kütral
ha hecho – como un proceso exclusivamente material, casi siempre de carácter
económico, como si la apropiación material careciera de sentido. Toda apropiación
material es al mismo tiempo simbólica” (Gonçalvez, 2001:5). Es decir, el territorio
responde a funciones de tipo económicas, políticas y sociales de cada sociedad,
pero es también objeto de operaciones simbólicas en las que los actores sociales
proyectan concepciones de mundo. El territorio entonces puede ser entendido
de múltiples maneras, ya sea como medio de subsistencia y fuente de recursos,
como área política estratégica, como paisaje, como objeto de apego afectivo, como
espacio histórico y colectivo, entre muchos otros (Giménez, 1996). Las relaciones
entre el hombre y la naturaleza están mediadas por significados que crean y dirigen
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sus prácticas (Gonçalvez, 2001), es decir, el territorio sería definido como el espacio
físico cargado de valores y significados.

Para abordar este tema, se considerarán tres ejes analíticos en el estudio


de la territorialidad presente en el discurso de los movimientos estudiados, a partir
de los planteamientos de Giménez (1996). En primer lugar, se trabajará el territorio
como un espacio de inscripción de cultura y de historia, buscando comprender
las principales representaciones de la comunidad acerca del mismo a través
de los movimientos estudiados. En segundo lugar, se abordará la dimensión de
las prácticas y lógicas particulares inscritas en el territorio. Se trata de rasgos
culturales objetivados como pautas distintivas de comportamiento. En tercer lugar,
se considera la dimensión de pertenencia socio-territorial, en el cual el territorio
es apropiado como objeto de representación y de apego afectivo. No está demás
dejar en claro que estas distinciones están imbricadas entre sí por lo que la
separación en dimensiones es un ejercicio puramente analítico que ha permitido
conocer de mejor manera la particular relación que se entabla con el territorio y sus
lógicas de acción en pos de defenderla.

1. La inscripción de la cultura en el territorio.

Para la mayor parte de los movimientos estudiados, el problema


medioambiental se constituye en gran parte como un conflicto social, esto es así
pues al verse cuestionado el medio, se ve cuestionada también una cierta manera
de relacionarse e identificarse en el mismo. Como ya se ha venido planteando,
significa un cambio en la vida en sociedad, porque en el territorio los actores
sociales entablan relaciones específicas con el medio, que otorga una determinada
identidad que con el tiempo va construyendo un sentido común, propio de cada
localidad (Yi Fu Tuan, Senecal en Barros, 2000).

El espacio físico, siguiendo a Nogué (1989), a medida que se carga de


significado y valores se conforma como un “lugar”, lo que llamamos territorio. Estos
94
Kütral
significados y valores determinarán una forma específica de relacionarse con el
medioambiente – que no es estática ni única – pero que va ligado a un estilo de
vida, o como diría Maffesoli (1990), la materialidad de “estar juntos” en un espacio
determinado constituye un aspecto central para entender las formas del proceder
social.

En el estudio realizado constatamos que existen diversas maneras de


significar el territorio y de entender el conflicto. Se observó que en la mayoría de los
movimientos la relación con el medio es entendida como un estilo de vida que se
ve en peligro o amenazada por la gran minería. El territorio estaría asociado a un
estilo de vida “agrario”, caracterizado por una economía de subsistencia, entendida
como una actividad tranquila, de pequeña producción y destinada a la familia. La
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agricultura es entendida, para estos movimientos, como la base alimenticia de la


sociedad. Los recursos naturales, por tanto, deben ser protegidos para asegurar
a las siguientes generaciones el correcto desarrollo de la actividad agrícola y
para asegurar también la existencia del mismo valle. Esto pues, el territorio es
concebido como “un hogar” en el cual se ha invertido trabajo y esfuerzo y en donde
se proyecta una vida a futuro.

Existen algunos sectores, animales y plantas en el territorio con alta


significatividad patrimonial considerados relevantes para la definición de su identidad
territorial. Los movimientos de estas localidades señalan que la empresa minera
no ha sabido respetar estos sectores o plantas, destruyéndolos para el trabajo
minero. En el discurso se observa que existe una re-significación del territorio una
vez llegada la minera. En términos pretéritos, el territorio es significado, no sin un
dejo nostálgico, como un espacio limpio, hermoso y tranquilo. Sin embargo esto
se ha perdido luego de la llegada de la empresa. De esta manera, la llegada de la
gran minería estaría poniendo en peligro un estilo de vida estrechamente ligado al
territorio y sus bienes materiales. El discurso de los movimientos lee el conflicto
en términos muy similares a como lo señalan Svampa y Alvarez (2010), quienes
indican que las empresas mineras, en contextos de conflicto medioambiental, se
transforman en el “actor social total” de las localidades a las que afectan. Esto
se genera debido a que estas empresas tienden a reconfigurar bruscamente
las economías locales preexistentes, reorientando la actividad económica de
la comunidad en función de la minería. La actividad agraria por su parte queda
relegada a la abrupta llegada de un capital acelerado que la mayoría de las veces
irrumpe apoderándose, y en algunos casos contaminando, los recursos antes
destinados para la actividad agropecuaria.

Desde el discurso de los movimientos ambientales, la minera ha impactado


fuertemente al medio ambiente, mermando directamente la actividad agropecuaria,
y utilizando y contaminando los recursos (agua, aire y tierra) que eran destinados
para la actividad productiva y el desarrollo de la vida agrícola cotidiana. En
definitiva, se señala que la minera ha impedido a la población el relacionarse como
95
tradicionalmente se había hecho con el entorno, lo que es comprendido como una Kütral
pérdida de la libertad y un daño a su identidad.

Es importante señalar que existen algunas diferencias en la forma de


concebir y significar el territorio entre los movimientos estudiados. Para unas
organizaciones, no es equiparable el daño al entorno con la inversión que la
minera ofrece en desarrollo y bienestar económico de la localidad. Pues de nada
sirve tener desarrollo si su “comunidad de vida y territorio” (Svampa, Bottaro y
Sola Álvarez, 2009) se ve destruido. Lo que están defendiendo estos movimientos
medioambientales es un estilo de vida que asocia y entiende de manera conjunta
el paisaje, el entorno, la economía, la historia y relaciones sociales. De esta
forma, su propuesta recae en buscar caminos alternativos de desarrollo, acorde a
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esta identidad. Sin embargo, esto no es así para todas las organizaciones. Todos
comparten la preocupación por el entorno y los problemas sociales, pero algunos
subrayan que consideran una buena oportunidad para el desarrollo productivo y
social la llegada de una empresa minera transnacional. Bajo esta mirada, la minera
es susceptible de convivir con la actividad agrícola, si es que ésta puede respetar
el estilo de vida propio y cuidar los recursos naturales. El mantener el entorno
descontaminado sería importante para mantener lo que ellos llaman su “calidad de
vida”, asociada a una comunidad tranquila, limpia y ecológicamente equilibrada,
lo que va de la mano con el progreso económico posible gracias a la inversión
minera. Señalan que vendría bien inversión en el ámbito productivo, pues es un
territorio con baja actividad económica y en el cual hoy la única oportunidad real de
trabajo radica en la minería.

Existe entonces, dentro de los movimientos ambientales rurales, gran


diversidad de enfoques que tienen directa relación con las formas de definir el
territorio y concebir el desarrollo. Vemos que algunos cuestionan aspectos
puntuales al defender su territorio, pero a la vez critican los modelos de desarrollo
en el cual se ampara la llegada de grandes inversiones como la gran minería a
localidades rurales. Otros en cambio, ven una necesidad de proteger y cuidar
el entorno, pero antes de considerar perjudicial el modelo, observan que es una
oportunidad que no debe ser desechada. Así el “lenguaje de valoración” divergente
sobre la territorialidad (Svampa, Bottaro y Sola Álvarez, 2009) es un aspecto muy
relevante a la hora de comprender los conflictos medioambientales. Esto también
es aplicable a otros actores como la empresa minera o las políticas de Estado.

Las lógicas de las relaciones sociales en el mundo agrario


El vínculo con el entorno estará conformado tanto por la actividad
económica como por las relaciones sociales y los diversos significados asociados
que se entablen en el mismo. El territorio, desde esta perspectiva, puede ser
entendido como un área de distribución de instituciones y prácticas espacialmente
96 localizadas (Gonçalvez, 2001). Por lo mismo, una de las razones más relevantes
Kütral que lleva a estos movimientos sociales ambientales rurales a reunirse y generar
acción colectiva es el reconocimiento de que este nuevo actor que se instala en el
territorio no reconoce ni respeta las lógicas sociales imperantes. El impacto social
negativo ha sido uno de los principales problemas que han tenido que enfrentar las
distintas localidades, esto se refleja, por ejemplo, en el alto nivel de división social
de las localidades. Todos los movimientos señalan que el principal culpable de
estos problemas es la empresa minera, debido a sus “malas” lógicas de relación,
como lo es generar tratos diferenciados dentro de la comunidad, dando privilegios a
algunos y dejando de lado a otros. La posibilidad de mejoras en la infraestructura,
educación, trabajo, salud y otras áreas, se presentan como una gran posibilidad
de desarrollo local, sin embargo, muchas veces este proyecto colectivo genera
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procesos de competitividad entre sujetos para optar a ciertos beneficios.

Las relaciones sociales en las distintas localidades son asociadas a


lógicas comunitarias y de reciprocidad que, señalan, se han visto mermadas o
perdidas debido al enorme impacto social de la empresa minera. Son las lógicas
de la confianza o la reciprocidad las que los habitantes habrían valorado desde la
empresa minera, y que quizás habrían cambiado en algo la difícil relación que se
establece hoy con las comunidades. La mayoría de los movimientos conciben a la
minera como un extranjero que ha venido a socavar su estilo de vida y su entorno
natural, y que se caracteriza por ser “mentirosa”, “codiciosa”, “poderosa”, “astuta”,
“amenazante” e “irresponsable”. Sobre todo, se desconfía de su preocupación
por la localidad, pues realiza trámites legales y negociaciones sin presentar
honestamente sus intereses o movimientos.

La confianza es un concepto clave para comprender la lógica de las


relaciones propias del territorio rural: “la reciprocidad descansa en las expectativas
que surgen entre las partes involucradas de que cada uno de ellos reconocerá el
vínculo y responderá a las exigencias que se desprenden de él” (Bahamondes,
2004). Así, no es de extrañar que los movimientos sociales en estos contextos
defiendan una forma de gobernar el territorio que sea democrática y que primen
los actores locales en la toma de decisiones. Sin embargo, la empresa y el Estado
apuntan a una legitimidad legal de sus actividades productivas y al apego a las
normas ambientales.

La disputa política del territorio


Cuando hablamos de territorio, seguimos el planteamiento de Lobato (en
Benevides et. al, 2009) que define éste como la tierra que pertenece a alguien. El
vínculo de apropiación de la tierra refiere al control efectivo o legitimado de sus
recursos y al establecimiento de una dimensión afectiva con el mismo (Mayumi en
Benevides et. al, 2009), construida a partir de las prácticas sociales cotidianas y la
trayectoria de la comunidad. La gran variedad de acciones estratégicas desplegadas 97
por los movimientos sociales observadas en el apartado anterior son ejemplos de Kütral
que la acción organizada abre la discusión política a nivel local. La disputa es política
no sólo en cuanto a las prácticas formales y organizadas, sino también, por la
legitimidad de diferentes ideas y formas de conocimiento (Bebbington et. al, 2007).
Como se señaló en el apartado anterior, Bengoa (2006) puntualiza al respecto
que los nuevos movimientos sociales rurales tienen como principal tendencia el
acumular capital simbólico, es decir, se transforman en interlocutores válidos a
la hora de disputar espacio de poder e influir en la toma de decisiones, ganando
dignidad y respeto. Esto pasará a conformar parte importante de su identidad
como movimiento, transformándose en una herramienta de consciencia y de lucha.
También están en disputa aspectos materiales concretos del territorio, como lo es
Los Movimientos Sociales en Chile

la tierra y el agua, centrales tanto para el trabajo minero como el agrícola.


En esta batalla se definen actores y posiciones, generándose una separación
entre un “nosotros” – habitantes del territorio que apoyan y/o se organizan en torno
a la causa medioambiental – y un “otro”, empresa minera y aliados. A la manera de
Carl Schmitt (1999), rige el criterio de diferenciación entre “amigo-enemigo”, lo que
lleva a una afirmación de sí mismos: el movimiento social ambiental se transforma
en un actor político. Desde esta perspectiva, el reconocimiento de un “enemigo
público” otorga sentimientos de pertenencia a la propia identidad adoptada por el
movimiento que a su vez va ligada a la identidad que se establece con el territorio.
En este punto se debe hacer una diferenciación entre los movimientos, pues
no todos asumen la misma posición en la disputa por el territorio. Para algunos
movimientos la minera es un “extraño”, un extranjero, marcando así una distancia
y un límite claro: se trata de un “enemigo”. Para otros movimientos la empresa
minera no es un extraño ni un enemigo, sino un “vecino” indeseado, estableciendo
una importante diferencia, pues está siendo integrado en el sistema de relaciones
sociales de la localidad a pesar de que se le posicione en el espacio más distante
de la misma.

Ahora bien, ¿Por qué lo disputan? ¿Por qué organizarse? Un interesante


aspecto común en todos los movimientos estudiados recae en considerar que
la venta de terrenos a la minera se hizo en forma deshonesta por parte de la
empresa. Esto deslegitima su propiedad legal, reforzando la noción de que se debe
defender el territorio del cual son “dueños” y en el cual han formado un vínculo
afectivo enraizado en una base de vida agrícola, con una historia en común y un
flujo de relaciones de vecindad y contigüidad (Machado, 2009). De esta forma, el
territorio se politiza, pues se vuelve un campo de disputa. Disputa de legitimidades,
discursos, paradigmas, ideas acerca de la manera de relacionarse con el medio y
con la sociedad. Se distingue un “otro” en base a una relación, que si bien puede
ser mutable en el tiempo, configura un movimiento social y una acción colectiva
con características nuevas y coherentes al nuevo contexto del mundo rural.

98 Conclusiones
Kütral
En este estudio se describen y analizan distintos movimientos ambientales
rurales ubicados en la provincia del Choapa, los cuales se organizan para hacer
una contraparte a la llegada de grandes empresas transnacionales mineras a sus
localidades. Se expusieron los principales resultados del estudio, proponiéndose
realizar una reflexión y discusión conceptual acerca de la realidad, dinámicas y
motivaciones de los movimientos sociales ambientales de hoy. Dentro de las
dinámicas de los movimientos se busca discutir que el componente ambiental o
discurso ambientalista dentro de las movilizaciones sociales muchas veces es
utilizado como un mecanismo que canaliza demandas sociales que no sólo tienen
que ver con lo estrictamente ambiental, sino que conjuga aspectos identitarios
Los Movimientos Sociales en Chile

y subjetivos. Vimos que lo medioambiental de sus demandas es comprendido


y discursivamente utilizado de maneras distintas, que responden a contextos
locales diversos y a determinadas estrategias. Concluimos que los movimientos
presentaban gran diversidad en cuanto a objetivos y estrategias, lo cual es
comprensible si añadimos diversos factores socioculturales, como la historia propia
del conflicto de cada localidad, el tipo de impacto que ha generado la mina, las
características sociales propias de cada sector, y otros. Todos ellos pueden ser
englobados en lo que denominamos la dimensión territorial. Observamos que las
subjetividades y significatividades serán esenciales para comprender la naturaleza
de estos movimientos sociales rurales, ya que la acción organizada responderá en
gran medida a cómo se comprende el conflicto y qué identidades están asociadas
al territorio habitado. El territorio estaría dando cuenta de la relación que establece
una comunidad con su entorno natural, lo que no es solo mediado por ámbitos
materiales, sino que también cargado de significados.

Para analizar la dimensión territorial, se consideraron tres ejes en el discurso


de los movimientos estudiados. En primer lugar se trabajó el territorio como un
espacio de inscripción de cultura, donde se ve el problema medioambiental como
un problema social-territorial. Se observó que el territorio está lleno de significados
asociados, en su mayoría, a la vida agraria de subsistencia, eje identitario relevante
que ha sido socavado por la llegada de la gran minería. En segundo lugar, se
abordó la dimensión de las relaciones sociales inscritas en el territorio, donde
se observó que existen ciertas lógicas de relación, basadas en la confianza y la
reciprocidad, que se han ido perdiendo debido a la empresa minera. En tercer
lugar, se consideró la dimensión de pertenencia socio-territorial. Desde este eje se
profundizó en el estrecho vinculo afectivo y de apropiación que se establece con
el territorio, dando pie a una disputa política concretizada en la demanda por la
propiedad del agua y la tierra.

En definitiva, el movimiento social rural es el reflejo de una transición


histórica en el mundo rural, a la vez que también de un nuevo contexto socio-
productivo. En este marco surgen los movimientos sociales rurales, los cuales
99
son agrupaciones donde las condiciones estructurales no siempre explican los Kütral
comportamientos políticos. Será la búsqueda de la identidad, colectiva o individual,
atribuida o construida, la que se convierte en la fuente fundamental de significado
social, para comunidades y movimientos sociales rurales, y cuyo origen tiende a
estar más vinculado al vínculo cultural y material que se establece con el entorno.

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