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Teoría y aplicaciones

semióticas
Análisis del curso de acción
de las prácticas*

Jacques Fontanille
(Universidad de Limoges - Instituto Universitario de Francia)

Recibido: 11/1/2016
Aprobado: 8/3/2016

Resumen: Este ensayo semiótico indaga la producción del sentido en el curso


mismo de la acción. Como se trata de un curso abierto, es relevante la natu-
raleza y el horizonte proyectivo, lo que nos ubica en el terreno de la acción
como lenguaje y en los arreglos sintagmáticos necesarios para mantener la
congruencia. Para lograrlo, el curso de acción tendrá que acudir a la acomoda-
ción, la regulación, el ajuste, la memoria y la anticipación, entre otros meca-
nismos; por ejemplo, toda una tipología de las huellas nos lleva de las formas
a los procesos interpretativos, así como a la concordancia o discordancia y a
las reglas de interpretación.
Palabras clave: sintagmática / isotopía / articulaciones modales / huella
/ acomodación / concordancia / discordancia

Analysis of the Course of Action in Practices

Summary: This is a semiotic essay in which the production of meaning is


analyzed during the course of action. As it is an opened course, its nature and
projective scope are relevant, which places us in the action field as language, and
also in the syntagmatic settings needed to maintain the congruence. In order
to achieve it, the course of action would have to use adaptation, regulation,
adjustment, memory and anticipation, etc. For example, there is a typology of
traces which leads us from the forms to the interpretative processes, as well as
to the concordance or discordance, and to the interpretation rules.
Key words: syntagmatic / isotopes / modal articulations / trace / adaptation
/ concordance / discordance

* Traducción: Desiderio Blanco.

Contratexto n.o 25, enero-junio 2016, ISSN 1025-9945, pp. 127-152


Jacques Fontanille

Introducción corresponden otros tantos «planos

L
de inmanencia») tiene ya por objeto
a cuestión está planteada: ¿puede abrir la investigación semiótica más
la semiótica interesarse útilmen- allá de los límites del texto, definien-
te por las prácticas en cuanto ta- do al mismo tiempo el lugar del texto
les, es decir, consideradas como cursos en un conjunto más amplio. Pero esa
de acción abiertos y fluctuantes? propuesta no es pertinente si no logra
La pregunta es arriesgada en la me- asumir la diferencia de constitución
dida en que toda la metodología semió- semiótica de cada uno de esos planos,
tica de inspiración greimasiana reposa ni convencerse de que las significa-
en el principio de la textualidad, es de- ciones respectivas de un signo, de un
cir, en un tipo de semióticas-­objetos texto, de un objeto, de una práctica,
cerradas, acabadas y estabilizadas, a de una estrategia o de una forma de
diferencia de la semiótica peirciana, vida, se dan a captar bajo especies di-
que reposa en el principio de la in- ferentes y por métodos y operaciones,
terpretación infinita. Las únicas aber- en parte al menos, también diferentes.
turas que se les ha otorgado a esas La demostración de esas diferencias
semióticas-objetos cerradas son, por de pertinencia ha sido hecha en otro
un lado, la pluri-isotopía, y, por otro tiempo por el signo y por el texto. Hay
lado, la intertextualidad, que abre cada que intentar hacerla por medio de las
semiótica-objeto a la diversidad de co- prácticas, así como por los otros tipos
nexiones con otras semióticas-objetos, de semióticas-objetos, cuya lista no es-
con co-textos y con otros contextos. tá necesariamente cerrada.
Sin embargo, esa pregunta mere-
ce ser planteada y sometida a debate
en el seno mismo de las semióticas Las prácticas como lenguajes
con vocación textual. Si las expresio-
El semiotista no se interesa en las
nes «enunciación en acto», «praxis
prácticas en general, sino en aque-
­enunciativa», «semiosis viviente» tie-
llas que producen sentido y en cuan-
nen algún sentido, ese no puede ser
to configuran un tipo particular de
sino el sentido de un curso fluctuante
semióticas-objetos. La especificidad
que, justamente, en el desarrollo sin-
del acercamiento semiótico, entre to-
tagmático mismo busque su significa-
dos los otros de las ciencias humanas
ción, la cual se esfuerza por estabilizar
y sociales, implica que toda tentativa
y que la construye en interacción per-
de comprensión y de interpretación de
manente con otros cursos de acción y
cualquier objeto de estudio responda a
con otras prácticas.
dos preguntas previas:
La propuesta que consiste en dis-
tinguir varios niveles de pertinencia i) ¿La comprensión del objeto de estu-
del plano de la expresión (a los que dio tiene una forma específica que

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Análisis del curso de acción de las prácticas

produce significación, que contiene términos, el proceso de producción de


valores, y que constituye por eso esa significación radica en la organiza-
un «objeto semiótico»? ción sintagmática misma. Inversamente,
buscar el sentido puesto en la mira y
ii) ¿Cuál es el «modus operandi» de la clausurado de una acción en curso, fo-
producción o de la generación de calizado en el objeto de valor, se redu-
esa significación y de esos valores? ce a tratarla como un texto narrativo.
En respuesta a esas dos preguntas, El mismo objeto de análisis puede
el analista se interesará entonces, a la recibir los dos tipos de aproximación,
vez, por las propiedades características alternativa o sucesivamente, lo cual su-
de la relación semiótica y por el proce- pone que se acepta la especificidad y la
so de constitución de su significación. complementariedad de ambos puntos
de vista metodológicos diferentes. El
punto de vista textual parte del prin-
La significación de un curso cipio según el cual la clausura es por
de acción sí misma significante, y especialmente
el “final” de un relato es portador de la
Por lo que concierne a las prácticas, “última palabra” de la historia, y que,
precisamente, lo que hace la diferen- por lo mismo, cierra la significación
cia con el acercamiento del sociólogo sobre sí misma. El punto de vista prác-
o del etnólogo es: (i) por un lado, que tico [de la práctica] parte del principio
las prácticas solamente pueden consi- según el cual los eventuales límites y
derarse «semióticas» en la medida en marcos del objeto no son en sí mismos
que, como mínimo, estén constituidas significantes, y que es preciso buscar el
por un plano de la expresión y por un sentido en las articulaciones del “curso
plano del contenido; (ii) por otro lado, de acción” en cuanto curso.
que produzcan algún tipo de signifi- Por consiguiente, es posible tratar
cación en la exacta medida en que una un texto o una pintura bajo el punto
práctica es una organización de accio- de vista práctico, focalizando el «modus
nes que construye con su movimiento operandi» de su producción o de su in-
mismo la significación de una situación terpretación, sin tomar como pertinente
y de sus transformaciones. el hecho de que ese texto o esa pintura
A diferencia de una acción textua- estén «terminados». De la misma ma-
lizada y terminada, cuya significación nera, es igualmente posible «textua-
está totalmente contenida en el sentido lizar» una conversación, una práctica
del objeto que ha tenido en la mira, la de juego o cualquier otra secuencia de
acción (el objeto de valor), una acción, “curso de acción”, decidiendo que los
considerada en su curso práctico, debe límites son ahora pertinentes y que van
su significación al ordenamiento mis- a contribuir a la constitución de un sen-
mo del curso de esa práctica. En otros tido global del objeto.

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El hecho de que el curso de ac- etapas del recorrido deben ser deduci-
ción de las prácticas cotidianas esté dos exclusiva y retrospectivamente a
con frecuencia cerrado por razones partir de los valores puestos en juego
de compatibilidad con otras prácticas en esa transformación constatada. El
concurrentes, a veces por simples ra- detalle de las «peripecias» y las modu-
zones culturales, no es un argumento laciones de los arreglos estratégicos y
contra su tratamiento en cuanto prác- tácticos del curso de acción no afectan
ticas. Una comida tiene necesariamen- en nada dicha significación.
te un comienzo y un fin (aunque la En cambio, los valores de una
costumbre de comer cualquier cosa al práctica no pueden ser deducidos
paso está rompiendo la norma cultu- retrospectivamente a partir de una
ral), pero eso no significa que el aná- transformación constatada in fine, por-
lisis deba considerar necesariamente que una práctica es un desarrollo abierto
esos dos límites como pertinentes pa- al comienzo y al final, que no ofrece
ra su significación. Pueden serlo evi- ningún asidero para una confronta-
dentemente en la perspectiva de una ción entre una situación inicial y una
«textualización» o de una «narrativi- situación final. Si las prácticas no tie-
zación» de la comida; pero pueden no nen, propiamente hablando, «objetos
serlo en la perspectiva de una «prácti- de valor», tienen sin embargo «objeti-
ca de la comida». vos» y «horizontes de referencia» axio-
Haremos la hipótesis de que las lógica. Un «objetivo» es ciertamente
prácticas significantes se caracterizan puesto en la mira, pero ese objetivo se
y se distinguen principalmente por el diferencia de un «objeto de valor» al
rol del curso de acción en la producción menos por dos razones:
de formas significantes y específica-
mente de valores prácticos, suscitados y i) Un objetivo es de naturaleza pro-
expresados por la forma de los cursos yectiva: la acción lo construye en su
de acción, con el «grano» más fino de curso mismo, mientras que un «ob-
su despliegue espacial, temporal, as- jeto de valor» solo puede ser firme
pectual, modal y pasional. y retrospectivamente determinado
por confrontación de la situación
El valor de las prácticas no se lee en
final con la situación inicial.
el contenido de los objetos puestos en
la mira, a diferencia del hacer narrati- ii) Un objetivo es siempre revisable y
vo textualizado y considerado como el adaptable: por definición, como es
resultado de una transformación ele- de naturaleza proyectiva, participa
mental. Este último, en efecto, se inter- de las regulaciones de la acomoda-
preta a partir de la confrontación entre ción sintagmática que él determi-
una situación final y una situación ini- na, pero de la que recibe en retorno
cial, y, desde ahí, la significación y los diversas inflexiones. Un objetivo
valores implicados en cada una de las solo se refiere a sistemas de valores

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Análisis del curso de acción de las prácticas

abiertos y provisionales, que de- de que debe estar dotado de un plano


penden de las fluctuaciones de los de la expresión y de un plano del con-
valores en curso de acción. tenido. Por cierto, la identificación de
esos dos planos y la de su correlación
Los valores práxicos pueden ser es un mínimo necesario y una de las
captados a través de las formas moda- primeras tareas por cumplir consiste
les, sensibles y pasionales, temporales y justamente en la identificación y en
espaciales, aspectuales y rítmicas de la la descripción del «plano de la expre-
organización sintagmática del proceso, sión» propio de la práctica en estudio
principalmente, y secundariamente, a y de sus relaciones con otros planos
través de los valores semánticos impli- de la expresión. Pero para que poda-
cados provisionalmente en el conteni- mos hablar de «lenguaje», y sin que
do de su objetivo u objetivos. sea necesario identificar cualquier co-
La evocación de los estados sensi- sa como una «lengua» dotada de una
bles y pasionales del curso de acción «gramática», hace falta, no obstante,
incita a volver sobre un malentendi- que existan allí códigos y normas que
do que se produjo con las primeras guíen en cierto modo la atribución de
formulaciones de la semiótica de las valor a las formas sintagmáticas.
pasiones: en aquellas primeras formu- Y las prácticas no carecen ni de unos
laciones, en efecto, pudo dejarse enten- ni de otras, los cuales determinan las
der que la sintagmática de las pasiones opciones axiológicas entre las «mane-
podía ser tratada de la misma manera ras de hacer» y entre las articulaciones
que la de la acción, con el mismo tipo prácticas: por ejemplo, en el caso de
de modelos y de esquemas canónicos, las prácticas profesionales, las deon-
y que las pasiones eran completamen- tologías definen el marco ético den-
te «textualizables». Hoy ya sabemos tro del cual pueden desenvolverse los
que una pasión o una experiencia sen- “saber-hacer” y sus aprendizajes. Las
sible son procesos abiertos, ritmados prácticas científicas están igualmente
y escondidos, con momentos fuertes reguladas por códigos de cientifici-
y momentos débiles, con impulsos y dad, con protocolos establecidos y por
latencias, pero jamás cerrados y total- una deontología. Otras prácticas esta-
mente textualizables. rán también reguladas por códigos de
estética. Poco importa, puesto que se
construyen primero sobre el fondo de
Reglas del desarrollo sintagmático
valores de contenido asociados a ex-
presiones de naturaleza sintagmática,
Por lo demás, si las prácticas pueden
es decir, de naturaleza ética.
ser calificadas de «semióticas», deben
poder ser asimiladas a un «lenguaje», Si el valor de las prácticas pudiera
y un lenguaje no se reduce al hecho leerse dentro de una clausura textual,

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no sería necesario acompañarlas de tituido por las articulaciones sin-


una deontología, pues sería suficiente tagmáticas directa o indirectamente
con asegurar que el contenido de los observables, y su plano del contenido
valores adquiridos o transformados es consistirá en las modalizaciones se-
conforme con el sistema de valores de gún el poder-ser, el deber-ser, el querer-
referencia. Pero eso no es suficiente, y ser, y el saber-ser, que caracterizan a su
el debate ético multisecular entre las vez las apreciaciones eufóricas o dis-
teleologías y las deontologías da tes- fóricas, así como los efectos pasiona-
timonio de eso: en efecto, en nombre les asociados a las fluctuaciones del
de los valores teleológicos (o sea esca- curso de acción. En esta perspectiva,
tológicos) –aquellos que solamente se los «usos prácticos», en cuanto arre-
pueden alcanzar al fin de un recorri- glos sintagmáticos del plano de la ex-
do concluido– se pueden cometer los presión, están correlacionados en el
peores abusos; y cultivar las prácticas plano del contenido con polaridades
menos aceptables, esta vez en nombre modales, axiológicas y pasionales
de valores deontológicos. que fundamentan las elecciones sin-
El ethos reproduce, pues, en su tagmáticas, y cada uno de esos arre-
propia dimensión, la distinción entre glos elegidos (en la expresión) remite
dos puntos de vista: puede, en efec- a valores específicos (en el contenido).
to, constituirse a partir de resultados Tal es la relación semiótica específica
y desenlaces a los que se llega al final (e inmanente al curso de acción) que
del recorrido (para una «teleología» tenemos en la mira aquí mismo.
es la palabra «fin» la que encierra el
sentido del recorrido); pero también, Los valores práxicos
como lo han puesto de relieve todos
los retóricos desde largo tiempo atrás, Las prácticas son lenguajes especí-
a partir del detalle de los comporta- ficos, cuyas opciones sintagmáticas
mientos intermedios, de los argumen- reposan en un sistema de valores pro-
tos utilizados, y más generalmente de pios, en pocas palabras, un sistema de
las maneras de conducir el curso de valores práxicos.
acción (para una «deontología», es el Además, las opciones sintagmáti-
detalle de los procedimientos el que cas propias de las prácticas, efectuadas
conlleva el sentido del recorrido). durante los cursos de acción abiertos,
Lo que caracteriza, pues, a las prác- manipulan reglas, normas y códigos en
ticas en cuanto “lenguajes” (es decir, todo punto de la cadena sintagmática,
en cuanto semióticas-objetos), son los en las dos direcciones de esa cadena:
arreglos sintagmáticos que aceptan regresiva y progresiva, y bajo una doble
o que rechazan, que son requeridos determinación: externa e interna.
o excluidos, deseados o desdeñados. Respecto a las dos direcciones (re-
Su plano de la expresión estará cons- gresiva y progresiva), el razonamiento

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Análisis del curso de acción de las prácticas

que convendría desarrollar aquí de- Podríamos, para simplificar la ex-


bería parecerse a aquel que Gustave posición, atenernos al «poder-ser». En
Guillaume desarrolló al describir la todo punto de la cadena, el operador
evolución coordinada de los dos quanta debe tratar regresiva y progresiva-
tensivos que componen un proceso en mente la contingencia y la posibilidad
curso de desarrollo: un quantum de ten- de las opciones que se le presentan,
sión y un quantum de distensión. Gui- de la necesidad y del azar, etc. Él
llaume explica que en cada momento construye en cada punto la significa-
del proceso, el equilibrio entre los dos ción de todas las modalizaciones que
quanta evoluciona de manera solidaria afecten y determinen las organizacio-
e inversa a la vez, desde el comienzo nes sintagmáticas, o más llanamen-
del proceso en que la tensión es máxi- te, las peripecias de la acción. Debe,
ma y la distensión nula, hasta el fin del pues, modalizar y evaluar las articu-
proceso en que la distensión es máxi- laciones anteriores y las ulteriores,
ma y la tensión nula. Los valores nulos reconstruir la coherencia eventual
(sea los de la distensión o los de la ten- y las regularidades de las primeras,
sión) proporcionan la definición de los deducir de ahí las posibilidades que
límites inicial y final. quedan abiertas para las segundas, e
incluso, si es posible, preverlas.
En una práctica, el curso de acción
ha de ser tratado en principio como Los dos quanta solidarios serían en
abierto, los valores iniciales y fina- el caso del «poder-ser» la contingencia/
les no pueden ser nulos; en cambio el posibilidad por un lado, y la significa-
principio de antagonismo y de solida- ción/coherencia, por otro lado. Cuanto
ridad funciona plenamente. Además, más abiertos son los posibles, menos
no se trata aquí de tensiones y de dis- accesible es la significación de la prác-
tensiones en el sentido de Guillaume, tica; cuanto más dispersiva es la obra
pues él no se interesa más que en el de la contingencia, menos adquirida
desarrollo de un proceso cualquiera. parece la coherencia del curso de ac-
Para nosotros, de lo que se trata es de ción. El mismo razonamiento podría
la capacidad de un curso de acción hacerse a propósito del «saber-ser» y
para construir y descubrir su propia del «querer-ser».
significación, y, en general, de la exten- Esta propuesta se deriva, en parte,
sión o de la reducción de los posibles, de los de una hipótesis más general formula-
conocibles, o incluso de los deseables de da en Semiótica de las pasiones, a propó-
la acción. Dicho de otro modo, lo que sito de la generación de la significación
está en juego en el desarrollo sintag- a partir de la «masa tímica»: en el nivel
mático es la elección modal, es la inven- más profundo, la masa de los flujos y
ción y la selección de las articulaciones tensiones disponibles es máxima, y
semánticas dominantes de la acción. las articulaciones son mínimas; a me-

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dida que se progresa en los niveles del arreglos sintagmáticos reconocibles,


recorrido generativo, el número y la prospectiva o retrospectivamente. La
consistencia de las articulaciones sig- identificación de las zonas críticas, de
nificantes aumentan, al mismo tiempo las «singularidades» del curso de ac-
que el potencial de las tensiones dispo- ción constituye, pues, la primera tarea
nibles disminuye. Esta descripción es por cumplir, ya que esos puntos críti-
«generativa» y no «sintagmática», pero cos dan acceso a los segmentos y a las
la transposición a la sintagmática de formas sintagmáticas pertinentes.
las prácticas es no obstante legítima, ya En una perspectiva textual, los lí-
que se trata siempre de un proceso de mites inicial y final de la clausura
constitución de la significación. narrativa definen el perímetro del
Globalmente, el sentido del curso análisis, dentro del cual los mode-
de acción se construye por la negación, los son pertinentes. En la perspectiva
de una parte, del campo de modaliza- de las prácticas, las zonas críticas del
ción, y de otra parte, por la selección. curso de acción juegan el mismo rol.
Esta «reducción» es provisional, pues- Y a fin de funcionar como criterio de
to que en un curso de acción abierto pertinencia para la acomodación sin-
por ambos lados, los posibles seleccio- tagmática, deben ellas mismas ser
nados y explotados lo son siempre en seleccionadas y marcadas. En otros
número indeterminado: esto sería en términos, necesitamos comprender
suma una «negatividad» sin esperan- cómo se pasa de un curso de acción
za de clausura. virtualmente ­continuo, pero insignifi-
cante, a una serie ­actualizada, marca-
da, discontinua y significante.
Puntos críticos y marcajes:
hacia una semiótica de la huella La semiótica de las prácticas tiene
que elaborar una teoría de los «mar-
La diferencia con la evolución de un cajes» sintagmáticos, de esos marca-
proceso según G. Guillaume, consiste jes que se supone que determinan los
en que la progresión no es, en la pers- «puntos críticos pertinentes», a partir
pectiva de las prácticas, lineal: en to- de los cuales se reorganiza el curso de
do punto de la cadena, los equilibrios la práctica, entre la reducción de los
solidarios y antagonistas entre las dos campos de modalización, por un lado,
tensiones pueden invertirse, la evolu- y las acomodaciones significantes y
ción puede seguir una nueva tenden- coherentes, por otro lado. Para distin-
cia; y es justamente esta propiedad la guirlos del conjunto de todos los pun-
que transforma el curso abierto de las tos virtuales, deben estar marcados, es
acciones prácticas en una secuencia decir, llevar un acento, una sobrede-
virtualmente continua de zonas crí- terminación de naturaleza pasional,
ticas, a partir de las cuales se forman espacio-temporal, modal y sensible.

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Análisis del curso de acción de las prácticas

Como los participantes que interac- dos formas del contenido (las formas
túan en el curso de una práctica son modales, pasionales y axiológicas, por
cuerpos-actantes (y no simples posi- un lado; las formas de interacciones
ciones o roles formales narrativos), el corporales, por otro lado) son, respec-
marcaje de un punto crítico en el curso tivamente, la inmanencia y la mani-
de acción no puede ser tratado como festación las unas de las otras.
una simple marca formal y abstracta: Las dos condiciones reunidas per-
debe corresponder a una huella, a un miten precisar que en razón de su
marcaje corporal. naturaleza figurativa y corporal, la
Para lograrlo, la huella ha de obede- huella añade al marcaje, cuya mani-
cer a dos exigencias complementarias: festación figurativa asegura, propie-
(i) debe, de alguna manera, poder ser dades temporales, transformando al
aprehendida como una transposición mismo tiempo la dirección regresiva
en el plano figurativo y corporal, de en memoria y la dirección progresiva
las propiedades de los «puntos críticos en anticipación.
pertinentes» para la acomodación sin-
Para resumir este punto diremos que
tagmática, y (ii) en consecuencia, debe
la articulación entre la dimensión sin-
ser, al menos en parte, isomorfa de los
tagmática de las prácticas y la dimen-
segmentos de acomodación práctica. La
sión figurativa de las huellas supone,
primera exigencia es cumplida por la
primero, el establecimiento de dos rela-
relación entre inmanencia y manifesta-
ciones semióticas de expresión, y luego,
ción. La segunda condición se cumple
de dos relaciones de manifestación:
por la estructura regresiva y progresi-
va, común a los dos niveles del análisis. E1: las figuras de articulaciones
En cuanto a la condición de isomor- sintagmáticas//C1: los valores
fismo, queda cumplida en la medida práxicos (modales, pasiona-
en que una huella es el resultado de les, etc.).
interacciones anteriores, de las cuales
da testimonio e indica que han sido E2: las figuras de huellas corpora-
­actualizadas en detrimento de todas les//C2: las formas de interac-
las otras que no han dejado trazas. ciones corporales.
Además, prepara las interacciones ul- Plano de la expresión: E2 es la mani-
teriores, proporcionándoles un con- festación de E1// Plano del contenido: C2
junto de determinaciones semióticas es la manifestación de C1.
(espacio-temporales, aspectuales, mo- El conjunto puede tomar la forma,
dales, sensibles, pasionales, etc.) a las en algunas realizaciones textualiza-
cuales deberán confrontar y a­ daptarse. das, de un sistema semisimbólico: (E2
En lo que se refiere a la condición de es a E1 lo que C2 es a C1), pero esa
transposición figurativa, diremos que las realización implica una clausura que

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no es apropiada para el análisis de las curso de acción. Además, esa dimen-


prácticas propiamente dichas, porque sión epi-semiótica proporciona un
esas correlaciones únicamente tienen anclaje interno al observador exterior
validez para una zona crítica deter- y al analista. Dicha dimensión epi-
minada y no para el conjunto del cur- semiótica gestiona el conjunto de los
so de acción. procesos que hemos designado glo-
balmente con la expresión de «acomo-
dación sintagmática».
El curso del sentido
En efecto, la textualidad de una
y su acomodación
­semiótica-objeto, cuya significación
La cuestión que se plantea es la del está clausurada, reposa a la vez sobre
sentido práctico, elaborado y captado una objetivación y sobre la puesta a
al mismo tiempo, en su curso. Las se- distancia de un analista que se sitúa
cuencias canónicas y los modelos de entonces como no implicado en el pro-
análisis no pueden ser “aplicados” de ceso semiótico de modelización inter-
la misma manera al sentido práctico y na, propio de la semiótica-objeto.
al sentido textual. En el segundo caso, A la inversa, la «practicidad» de
pertenecen a la competencia de un una semiótica-objeto reposa por prin-
observador externo, a un intérprete cipio en el postulado de una dimen-
que no estaría directamente implica- sión epi-semiótica y de modelización
do; en el primer caso, en cambio, los interna, y en la hipótesis de sistemas
modelos están disponibles en la com- y de procesos de reglaje inherentes
petencia de un actante implicado en al curso de la práctica misma. Nece-
el curso de acción, para participar en sitamos partir de la hipótesis según
el curso del sentido, aunque entre mu- la cual toda práctica comprende una
chas otras presiones circunstanciales parte de interpretación, una dimen-
yd­ ébilmente modelizables. sión cognitiva y pasional interna que
Tratar las prácticas como lenguajes incluiría todas las operaciones de re-
equivale a reconocerles también una glaje de las interacciones, comprendi-
dimensión “epi-semiótica”1, que no das las relativas a los valores práxicos,
es un verdadero «metalenguaje», pe- sin importar que esas interacciones
ro que permite al menos al operador sean automáticas o preparadas, pro-
ejercer a la vez un control (cognitivo) gramadas o improvisadas, volunta-
y una regulación (práctica) sobre el rias o involuntarias.

1 «Epi-semiótica»: de «epi-» (del griego έπі = «sobre» y σημεÎωτіĸή = semiótica): una supra-
semiótica, sin llegar a ser un metalenguaje; la semiótica de la «episteme», tal vez; de las
nociones generales que condicionan las formas de entender y de interpretar el mundo en
determinadas épocas [N. del T.].

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Análisis del curso de acción de las prácticas

Como esa dimensión cognitivo- implícitamente, una actividad inter-


interpretativa, considerada separada- pretativa, sea reflexiva (tendremos que
mente, constituye por sí misma una hacer entonces una auto-acomodación o
práctica (un curso de acción abierto «ajuste») o transitiva si se refiere a un
y fluctuante), resulta de ello que toda horizonte de referencia tipológica o
práctica comporta por principio una canónica (y estaremos ahora ante una
dimensión estratégica integrada, en ­hetero-acomodación o «programación»).
el sentido en que acomoda al menos Este principio es constitutivo pa-
dos prácticas: el curso principal y el ra todos los tipos de prácticas sin ex-
curso secundario de la práctica inter- cepción, comprendidas aquellas que
pretativa. No llegaremos a decir, con no parecen depender de la hetero-­
Bourdieu, que los modelos, las secuen- acomodación. Por ejemplo, un «proto-
cias canónicas y los regímenes tipo no colo» parece intuitivamente que solo
tienen ninguna pertinencia para la podrá ser programado de manera rí-
comprensión del sentido práctico. Pe- gida y enteramente predefinida; pero
ro sí estaremos de acuerdo en que la incluso en el curso de una ceremonia,
práctica no consiste en «ejecutarlos». la puesta en escena previamente más
Funciona más bien como horizonte de detallada no puede preverlo todo y
referencia y como seguridad respec- menos excluir por adelantado los ine­
to de los azares y de las peripecias, vitables incidentes del recorrido y un
así como de los esquemas que ejercen tanto de improvisación. Y justamen-
presión persuasiva y de la conducción te en caso de algún incidente, el pro-
deontológica o teleológica, para re- tocolo hace valer sus derechos para
solver los problemas planteados en la proporcionar respuestas inmediatas y
práctica misma. adaptables a situaciones imprevistas,
En el curso de esos reglajes y bajo el para guiar, en suma, la improvisación.
control de la dimensión epi-semiótica, El caso del «ritual» es más delicado,
especialmente de sus aspectos pasio- puesto que su eficiencia se supone que
nales y axiológicos, se producen los deriva de la estricta aplicación de un
«marcajes» de los puntos críticos per- esquema y de un recorrido figurativo
tinentes, que corresponden a las «hue- fijado. Sin embargo, es sin duda el ca-
llas» dejadas por las interacciones sobre so en el que mejor se cumple el prin-
los cuerpos-actantes. cipio de acomodación estratégica, a
La organización sintagmática del condición de ampliar el campo de per-
curso del sentido práctico está, pues, tinencia. Para comenzar, el recorrido
constituida, de hecho, por confronta- ritual solo fija una parte de los nudos
ciones y por acomodaciones, eventual- sintagmáticos de la práctica, aquellos
mente (y solo eventualmente) guiadas que son pertinentes para una eficiencia
por el horizonte de secuencias canó- simbólica óptima, y todos los demás
nicas, e implica siempre, al menos están sometidos a variaciones cultura-

Contratexto n.o 25, enero-junio 2016 137


Jacques Fontanille

les o contingentes. Pero sobre todo, en de acción, y el segundo por una «pro-
su principio mismo, un ritual tiene por puesta» de significación que autoriza
objetivo proporcionar una solución a la continuación o el relanzamiento.
un problema surgido en una comuni- La «falta de sentido» se debe úni-
dad. Ese problema puede ser originario camente al hecho de que no se conoce
y recurrente, y la solución, periódica aún la forma ni el sentido del curso
(como en el caso de la eucaristía); el de acción, porque tiene precisamente
problema por tratar puede ser también la forma de una abertura del campo de
accidental (enfermedad, catástrofe, in- las modalizaciones y en particular de los
cidente o intemperie), y la solución será posibles de la acción. Esa «falta de sen-
entonces puntual (como en el caso de tido» es más precisamente un «defec-
los rituales terapéuticos africanos); el to modal» que inhibe la propuesta de
problema por tratar puede ser, en fin, una significación coherente. La aber-
errático, a la vez recurrente e irregular, tura de los campos de modalización
como las comidas que marcan las nece- resulta directamente de la confrontación
sidades de convivialidad en el seno de de cada práctica con otras prácticas, por-
los grupos de trabajo o de ocio. que ningún curso de acción puede
Protocolos y rituales obedecen, pues, desarrollarse fuera de situación, en
también al principio de la acomo­ da el «vacío semiótico», en abstracto, y sin
ción estratégica. confrontación con otras.
La secuencia de resolución parte
de la experiencia de esos «posibles de
La secuencia de acomodación sentido», y desemboca en una forma
de acomodación, en el segundo punto
Los procesos de acomodación tienen crítico, el de la «donación de sentido».
un doble objetivo: por un lado, el obje- La secuencia de resolución tendrá la
tivo propio de la práctica y del curso de forma siguiente:
acción, y por otro lado, el objetivo «her-
menéutico», puesto que ambos ayudan <MARCAJE1 – ABERTURA MODAL
a revelar la significación del curso de – COMPROMISO Y ESQUEMATIZACIÓN
acción, al mismo tiempo que contribu- – REGULACIÓN – ACOMODACIÓN
yen a lograr el objetivo inmediato de – MARCAJE2>
la práctica. Toda práctica incluye, pues,
zonas de acomodación que toman la a) La abertura modal y los «posibles
forma de una secuencia de resolución de sentido»
y de puesta en forma significante entre
dos puntos críticos, marcados, el pri- Es la fase de actualización de la
mero por un defecto de sentido y por situación-ocurrencia y de la con-
una carencia de articulaciones signifi- frontación entre la práctica y su
cantes, capaz de interrumpir el curso alteridad, donde se hace la expe-

138 Contratexto n.o 25, enero-junio 2016


Análisis del curso de acción de las prácticas

riencia de la extrañeza (o de la fa- te, llevada por el compromiso de los


miliaridad), de la congruencia (o de actores, nos conducirá entonces a la
la incongruencia), etc. Encontrarse proyección de un esquema innova-
con otras personas en un ascensor dor y específico, en una perspectiva
es un ejemplo bien conocido de ­auto-adaptativa. En el equilibrio
esa experiencia: la sola condición entre esas dos tendencias se juega
espacio-temporal que reúne provi- la alternativa o la combinación de
sionalmente a varios actores com- las dos formas de la acomodación:
prometidos separadamente en la el ajuste y la ­programación.
misma práctica crea una situación-
ocurrencia que demanda sentido, y c) La regulación
la indeterminación modal suscita
un malestar pasajero, hasta la pri- Es el momento en que la solución
mera palabra o el primer intercam- (la forma eficiente) es proyectada
bio de miradas, o hasta la llegada sobre la ocurrencia. La propiedad
al piso marcado. El «malestar» es la principal de la regulación es la de
primera huella de la secuencia. ser interactiva e indefinidamente
recursiva. Es una fase en la que el
peso axiológico y la legitimidad
b) El compromiso y la
cultural de los esquemas utiliza-
esquematización dos actúan sobre las relaciones
de fuerza: si no son reconocidos o
Una situación-ocurrencia p ­ ercibida
admitidos por los otros actores, la
como portadora de alteridad y de
regulación fracasa, y deja lugar a
asperezas está sometida a la bús-
otras tentativas. Más precisamente,
queda de esquemas y de organiza-
el «peso» de los esquemas propues-
ciones reconocibles con las que los
tos es un peso modal en el sentido
actores sean capaces de comprome-
en que modifica el equilibrio de los
terse: búsqueda de una isotopía, de
querer-hacer, de los saber-hacer, y de
un juego de roles actanciales, de mo-
los poder-hacer de los actores.
dalidades dominantes, de latitudes
espaciales y temporales, que se pu- En el curso de la subida del ­ascensor,
dieran identificar en la intersección por ejemplo, una combinación de
de la práctica en curso y otras prác- miradas, de sonrisas y frases puede
ticas potenciales. Esa identificación ser recibida tanto como una amable
puede ser facilitada por el recurso diversión que como una intrusión
a una situación-tipo cuya solución insoportable; en un caso, los querer-
ya se conoce en una perspectiva he- y saber-hacer se ponen de acuerdo;
tero-adaptativa, y tenemos que ver en el otro caso, la propuesta es re-
en tal caso con una esquematiza- cibida como la manifestación de un
ción; o ­conducida prospectivamen- querer-hacer inoportuno.

Contratexto n.o 25, enero-junio 2016 139


Jacques Fontanille

La regulación explora posibilida- Modelo de la acomodación eficiente2


des de interacción, las testifica y
las ­negocia. El curso de acción óptimo tiene un
doble objetivo (pragmático y cogniti-
vo). Podemos considerar que el logro
d) La acomodación
del objetivo hermenéutico (compren-
der el sentido de la acción en curso al
«Acomodación» significa aquí, muy
mismo tiempo que se realiza) caracte-
precisamente, que el conjunto de la
riza la situación, como mínimo, aquella
situación-ocurrencia forma ahora,
justamente con la que uno se conten-
en este momento, un mismo conjun-
ta cuando el objetivo práctico todavía
to de prácticas coherentes, y que
no es accesible. La acomodación del
esa coherencia ha sido obtenida
curso de acción queda entonces re-
por la articulación estratégica de
ducida a la búsqueda de la eficiencia
una de las prácticas con las otras,
y de la prosecución de la acción. En
y recíprocamente. «Acomodación»
otros términos, la eficiencia elemental
designa, pues, a la vez, el resulta-
–el grado mínimo de acomodación–
do, la forma sintagmática aplicada
garantiza a la vez la cursividad y la
a la práctica en curso, y el proceso
significación de la práctica.
que a eso conduce. Para volver a la
situación del ascensor, si una de La significación de los cursos de
las personas propone a una ancia- acción se inscribirá en sistemas de
na ayudarla con sus paquetes em- valores prácticos, cuyas «valencias
barazosos, y si la anciana acepta, constitutivas» es preciso identificar
la acomodación da a la práctica en ahora, y muy especialmente la cua-
curso de esa persona la forma de lidad intensiva y extensiva de las per-
una entre-ayuda pasajera. Referida cepciones y de las impresiones del
al «malestar» que ha precedido, la operador, las cuales dan acceso a los
huella resultante de la acomoda- valores en construcción y le permiten
ción exitosa produce ahora un «ar- participar directamente en el marcaje
chivo» y una distensión corporal. de las huellas. Las valencias que aquí
nos interesan ya han sido anterior-
La acomodación termina la secuen- mente invocadas a través de los dos
cia, pero muy precisamente como un modos principales del proceso de aco-
relanzamiento del curso de acción y modación: el modo hetero-adaptativo
no como una clausura del sentido. y el modo auto-adaptativo. Como ca-

2 Para un mejor conocimiento de la «acomodación», véase Fontanille, 2014, capítulo III,


p. 150 y ss. [N. del T.].

140 Contratexto n.o 25, enero-junio 2016


Análisis del curso de acción de las prácticas

da práctica se compone de una parte real, en el tiempo mismo del curso de


de acomodación hetero-adaptativa y acción; ningún procedimiento, incluso
de una parte de acomodación auto- perfectamente programado, escapa a
adaptativa, cada proceso de acomoda- ese tipo de ajustes, que pueden afectar
ción opera en tensión entre esas dos igualmente a rutinas arraigadas como
tendencias, y las soluciones conserva- promover innovaciones inesperadas.
das pueden, por tanto, ser definidas La percepción de la valencia de pro-
dentro de una estructura tensiva. gramación es extensiva porque se aprecia
El curso de las prácticas se desa- en función del tamaño del segmento
rrolla entre una presión reguladora programado, de su complejidad, de su
externa (la programación) y una presión duración, del número de bifurcaciones
reguladora interna (el ajuste), entre el y de alternativas tomadas en cuenta, así
reglaje a priori y el reglaje en tiempo como por la capacidad de anticipación
real, o sea a posteriori. La programa- global que comporta. La percepción de
ción de las prácticas, y especialmente la valencia de ajuste es intensiva porque
su programación discursiva, previa o capta la fuerza del compromiso del
paralela al curso de acción, sea oral, operador en su práctica, de una presión
escrita o icónica, es una de sus dimen- interna de interés, de afecto participa-
siones mejor instituidas, particular- tivo, y de adhesión a la acomodación
mente en el caso de las prácticas de en curso. El destello, el acento de inten-
trabajo y de transformación de objetos sidad están del lado de la valencia del
materiales: modos de empleo, proce- ajuste y de la abertura, mientras que la
dimientos, indicaciones y señales de restricción, la estabilidad en el tiempo
seguridad, cuadernos de cargo, son al- y en el espacio están del lado de la va-
gunas de las manifestaciones posibles. lencia de programación y del cierre. En
Pero la programación práctica de- razón de la tensión entre esas dos va-
be acomodarse también a los azares y lencias, algunas prácticas parecen más
a las interacciones en tiempo real, que «abiertas» y otras más «cerradas».
constituyen el objeto de ajustes perma- La reunión de las dos valencias
nentes en la interacción, en todo punto perceptivas graduables puede ofrecer-
del curso de acción: ajuste con el entor- se en el seno de una misma estructura
no, con las otras circunstancias y con tensiva, en la cual pueden ser defini-
las interferencias de las otras prácticas. das un número determinado de po-
Ninguna conducta, ningún rito pue- siciones axiológicas, en particular las
de desarrollarse sin reglaje en tiempo posiciones y los valores extremos:

Contratexto n.o 25, enero-junio 2016 141


Jacques Fontanille

+ Conducta Hábito Ritual

PROTOCOLO
INTENSIDAD AUTO-ADAPTATIVA
(Ajuste)

– Accidente Procedimiento Rutina

– EXTENSIDAD
+
HETERO-ADAPTATIVA
(Programación)

Huella de las interacciones prácticas en la acomodación sintagmática será


examinada a través del proceso de la
Si consideramos ahora los cuerpos- huella corporal.
actantes implicados en esas prácticas,
podemos examinar la acomodación
sintagmática de las interacciones bajo La huella como significante de las
una iluminación complementaria. En interacciones pasadas y venideras
cuanto cuerpos, los cuerpos-actantes
contribuyen a la acomodación de las La huella reposa en un modo de fun-
tensiones retrospectivas y prospecti- cionamiento semiótico particular, y po-
vas del curso de acción. Y para hacer- demos comenzar por la huella sobre los
lo, en cuanto cuerpos-actantes, entran cuerpos-envoltura, cuya aproximación
en interacción, y esas interacciones in- parece intuitivamente más accesible.
ducen marcajes corporales, que son las En ese caso, en efecto, la huella re-
huellas. En la dirección retrospectiva, sulta de un contacto entre dos cuer-
se trata de la constitución de una me- pos, y más precisamente, entre dos de
moria figurativa de interacciones, y, en sus envolturas, bajo el efecto de una
la dirección prospectiva, de una capa- fuerza que los acerca uno a otro. En
cidad de anticipación de las interaccio- ese sentido, la huella no es más que la
nes. Las dos orientaciones nos parecen traza de un ajuste en el curso de una
indisociables y su asociación está en interacción. Sería inexacto concluir
la base misma de la definición de las de ahí que la huella es por ese mismo
huellas y de los «puntos críticos» a los hecho una expresión o un significan-
cuales las huellas corresponden. La te del otro cuerpo. Si la huella expresa
participación de los cuerpos-actantes algo, no puede ser más que el esfuerzo

142 Contratexto n.o 25, enero-junio 2016


Análisis del curso de acción de las prácticas

y el proceso de ajuste entre dos cursos de o prefigura la traza); la figura de la


acción prácticos, vía las envolturas de huella sintetiza una micro-secuencia
los cuerpos-actantes. de interacción, al hacer coexistir dos
Por esta definición en términos de momentos de dicha interacción, uno
ajuste, se puede ver que esta concepción potencializado (la presencia ante-
de la huella puede ser extendida inme- rior o posterior), y el otro actualiza-
diatamente a otros tipos de huellas, que do (la ausencia actual).
conciernen a otras figuras distintas del • E
l lazo entre la presencia poten-
cuerpo-envoltura. El modo de signifi- cial y la ausencia actual, a través
car de la huella podría ser analizado en de la forma de la huella, supone un
general en los términos siguientes: marcaje intensivo específico, que co-
• La huella solo funciona por conti- rresponde a un «punto crítico» de
güidad espacial o temporal. Conti- la interacción. El marcaje no es más
güidad no significa exhaustividad, que una determinación local, reten-
y por tanto la huella puede ser siva y protensiva. La huella le añade,
parcial e incluso discontinua. Pero por el juego de los modos de existen-
allí donde hay huella ha habido y cia, una dimensión temporal.
habrá contigüidad, aunque haya
­
En la huella, nada disjunta los dos
sido imperfecta.
cuerpos en interacción, a no ser un
• Una huella solo se puede identifi- cambio de estatuto existencial (poten-
car si se separan los dos cuerpos cializado/actualizado), y un desem-
en interacción. La huella implica, brague espacio-temporal. La huella
pues, el retiro y la ausencia del cuerpo realiza, de hecho, dos condiciones que
que ha interactuado o que interactua- son explotables bajo formas de confi-
rá con el cuerpo marcado; y en ese guraciones temáticas y narrativas: (i)
sentido implica un funcionamien- una contigüidad espacial y/o temporal
to semiótico elemental: es algo que perfecta o imperfecta, con o sin solu-
vale (que de alguna manera nos ción de continuidad; (ii) y una necesa-
esforzamos en establecer) por otra ria basculación de los modos de existencia.
cosa ausente3. La primera condición está tan bien
• Esa ausencia se produce necesaria- realizada que la huella se considera
mente después o en previsión de una testimonio, prueba y firma individual:
presencia (de la que la huella guarda a ese respecto, asegura la continuidad

3 Alusión a la definición de «signo» de San Agustín: «Signum est res quæ, praeter speciem
quam ingerit in sensibus, aliud aliquid ex se faciens in cogitationem venire» (El signo es
una cosa, que además de la especie que inscribe en los sentidos, hace que alguna otra cosa
venga al pensamiento). De doctrina christiana, II, 1.1. [N. del T.].

Contratexto n.o 25, enero-junio 2016 143


Jacques Fontanille

entre los dos estatutos sucesivos o con- racciones y de tensiones recibidas por
comitantes del cuerpo-actante. Con la el cuerpo-envoltura. Los otros tipos de
segunda ocurre lo mismo, pues por el cuerpos-actantes (el cuerpo-cavidad,
tiempo que la mano permanezca posa- el cuerpo-punto, el cuerpo-carne) aco-
da sobre la superficie en la que marca gen igualmente redes de huellas, que
sus trazas, no hay, estrictamente ha- exploraremos más adelante.
blando, huella. Es necesario que las dos Este conjunto conceptual: marcaje,
facetas de la huella sean una actual y la huella y memoria/anticipación ­figurativas
otra potencial, a la vez separadas por hay que incluirlo en una sintaxis
su modo de existencia respectivo, y ­figurativa de las semióticas-objetos,
enlazadas por la fuerza de un marcaje, integrada a su vez a la semiótica de
para que pueda funcionar como signo las prácticas.
e implicar así procesos interpretativos
y persuasivos, estrategias de reminis-
cencia y de testimonio, etc. La huella como significante en busca
Hemos denominado «marcaje» a de su significado
ese principio sintagmático general de
modificación de las entidades semió- La semiótica de la huella es generaliza-
ticas por las interacciones anteriores ble en el sentido en que concierne a la
o posteriores: ese fenómeno sintag- función semiótica en su acepción más
mático supone al menos que esas en- amplia. El problema por tratar ahora es
tidades, además de su rol puramente el del proceso de interpretación de las
formal, obedezcan a un principio de huellas, sabiendo que esa interpretación
identidad y de permanencia. La cade- participa directamente de la regulación
na de marcajes constituye la memoria y de los cursos de acción y de la dimen-
la anticipación de las interacciones. En sión epi-semiótica de las prácticas.
fin, en el caso particular de las entida- El problema será abordado a partir
des figurativas, y especialmente de las de un caso emblemático de ese pro-
figuras tratadas como cuerpos-actantes, ceso: el dispositivo de interpretación
los marcajes son operaciones que pro- puesto en escena por Kafka en su obra
ducen huellas, y la capacidad de memo- En la colonia penitenciaria: un condena-
ria y de anticipación corporales de las do por haber quebrantado una regla o
semióticas-objetos está constituida en una ley es inmovilizado en una má-
ese caso por la red de esas huellas. quina, que va a ejecutar la sentencia;
En el caso particular de los esa máquina inscribe sobre la piel y en
c­ uerpos-envolturas, esa red de huellas la carne del condenado, gracias a una
forma lo que hemos llamado la super- multitud de agujas, el texto de la ley
ficie de inscripción, que está constituida que ha quebrantado y que justifica su
por la totalidad de los recuerdos y anti- condena, y eso durante doce horas. El
cipaciones de estimulaciones, de inte- verdugo debe «dactilografiar» previa-

144 Contratexto n.o 25, enero-junio 2016


Análisis del curso de acción de las prácticas

mente el contenido de la inscripción en de tortura semiótica espera con impa-


la máquina, ponerla luego en marcha, ciencia el momento en que los efectos
y vigilar que el condenado soporte el de la lectura carnal e interior se mani-
suplicio por un largo tiempo. El objeti- fiesten en el rostro del ajusticiado. El
vo es llegar por lo menos al momento relato de Kafka es muy preciso sobre
en el que el condenado pueda leer des- este punto: el condenado no conoce la
de el interior y en el sufrimiento de su sentencia, el suplicio de la inscripción
carne, el contenido de aquello que se dura doce horas hasta la muerte; pero
inscribe sobre su piel y que se graba a la hora sexta, el rostro del condenado
en su carne. El marco de ese suplicio se alegra, pues logra al fin leer el enun-
es una interacción social: en general, ciado en las sensaciones de su carne.
el condenado es un soldado que, por El segmento pertinente está deli-
ejemplo, ha faltado al respeto a uno de mitado por dos «puntos críticos», que
los cuadros militares de la colonia, y corresponden a dos versiones diferen-
el castigo infligido es una respuesta a tes de la huella: desde la primera hora,
esa infracción, y se aplica hasta que el se trata de la huella sobre la superfi-
infractor haya reconocido desde el in- cie de inscripción; a partir de la hora
terior la razón de su falta. sexta, se trata de la huella carnal. La
Ese ritual penitenciario es ejem- inscripción recapitula los efectos y las
plar: la sentencia, inscrita en la consecuencias de las interacciones an-
superficie exterior de la piel del con- teriores que han conducido al suplicio,
denado por la máquina, es también y anticipa y motiva el suplicio mismo.
reconocida y leída desde el interior La huella carnal recapitula los efectos
por el cuerpo torturado, pero con un y las consecuencias del suplicio y an-
cambio de estatuto; por un lado, la ticipa y motiva la agonía que vendrá,
inscripción exterior proporciona la convertida en significante.
descripción de la regla que ha sido Las dos dimensiones, por un lado
quebrantada, mientras que por otro la de la inscripción de la regla que-
lado, la lectura interior está indisolu- brantada, y por otro, la de la aplicación
blemente asociada a la aplicación de la de la sentencia (el castigo) están enla-
sentencia (el sufrimiento y la muerte). zadas de dos maneras complementa-
El sufrimiento está a su vez modula- rias: (i) en «producción», se hallan en
do en una secuencia que manifiesta la relación de contigüidad, gracias a la
conversión en cuestión: simple dolor superficie de inscripción (la piel del
superficial al principio, se convierte en condenado) que les es común, pero
comprensión íntima y carnal al final. como interfaz entre un interior y un
Paralelamente, los efectos de ese exterior; (ii) en «recepción», están en
sufrimiento y de su lectura interior relación a la vez en el plano pasional
deben ser legibles desde el exterior, y y en el plano cognitivo. Por un lado, el
todo el público que asiste a esa sesión sufrimiento experimentado en el in-

Contratexto n.o 25, enero-junio 2016 145


Jacques Fontanille

terior es provocado por el dispositivo no las inscripciones de superficie son


exterior, y por otro lado, al momento convertidas en animaciones de una
de la conversión del sufrimiento en carne imaginaria. Igualmente, sobre
«comprensión», se instala la fase in- la página del poema son inscritas
terpretativa suscitada por la huella. formas escritas, que son transfor-
Esa interfaz cumple, pues, en el madas al momento de la lectura, por
caso examinado, un verdadero rol el cuerpo del lector, en un universo
performativo: la traza exterior es una poético que está a la vez «detrás» de
descripción (en forma de una escri- la página y «envuelto» en los límites
tura y de grafismos decorativos com- de su propio cuerpo: el desembra-
plementarios), pero su inscripción es gue por proyección e inversión está
también una acción que modifica el actuando aquí claramente, e instau-
estado del cuerpo por medio de la tra- ra el campo de enunciación donde la
za interior. Podemos, entonces, consi- interpretación puede desplegarse.
derar que las dos trazas sobre las dos En el curso de la tortura semiótica
fases de la envoltura corporal forman relatada En la colonia penitenciaria, la
una sola y misma red de huellas, en cuyo envoltura de superficie no es solamen-
seno se produce, entre los dos puntos te una interfaz entre un exterior y un
críticos identificados más arriba, una interior; es también, por efecto del des-
conversión entre las huellas del cuerpo- embrague (proyección-inversión), el
envoltura y las del cuerpo-carne. La red lugar de una conversión entre dos regí-
de huellas, comprendida la de la con- menes diferentes de la huella (cuerpos-
versión, adquiere ahora la estructura envoltura/cuerpos-carne), que da cuenta
de un acto de enunciación (aserción, más concretamente de la ­conversión
asunción y transformación). La con- de las expresiones en contenidos: las ex-
versión en cuestión, que le propor- presiones son inscritas en superficie y
ciona al actor el sentido del curso de deben ser resentidas e interpretadas
acción, permite igualmente a ese cur- por la carne sensible, y, lejos de ser
so proseguir más allá del momento de una simple correlación formal, esa
«comprensión», y hasta la muerte. conversión asume la vía de los place-
Asimismo, sobre la pantalla de res y de los sufrimientos del cuerpo:
cine son proyectadas formas y figu- esa sería, en otros términos, la puesta
ras, que son percibidas por el cuerpo en escena de una conversión de mani-
«tout percevant» [que todo lo percibe] festaciones exteroceptivas en vivencias
del espectador, como una enuncia- interoceptivas, gracias a la mediación
ción que transforma su entorno in- del cuerpo propio y a las operaciones
mediato y su campo de presencia (proyección-inversión) del desembra-
sensorial en un universo de ficción gue del que es objeto.
ambiental y envolvente, en cuyo se-

146 Contratexto n.o 25, enero-junio 2016


Análisis del curso de acción de las prácticas

Figuras del cuerpo y tipología A cada tipo de «concordancia» co-


de las huellas rresponderá, por c­ onsiguiente, a la
vez un tipo de huella y un tipo de
a) De las formas de la huella a los interpretación de la huella en cues-
tión. A fin de cuentas, la tipología
procesos interpretativos
hacia la cual tendemos será una ti-
Hemos definido las huellas como un pología de los «modos de significar»
efecto particular del marcaje de los de las huellas, que se fundará prin-
puntos críticos del curso de acción: cipalmente en una identificación del
desde los marcajes propios de los soporte semiótico y en las exigencias
cuerpos hasta la dimensión figurati- que él impone a la i­ nterpretación.
va de las interacciones entre cuerpos-
actantes. La cuestión que se plantea, Las huellas producidas por defor-
por consiguiente, es la de la eventual maciones son inscritas en cuerpos-
especificidad de las huellas que co- envolturas; y están destinadas a ser
rresponden a cada uno de los tipos «leídas» y descifradas porque se dan
de figuras del cuerpo y a cada uno a captar como figuras de superfi-
de los tipos de movimientos concor- cie. «Inscripciones», «superficie de
dantes con esas figuras del cuerpo. inscripción», «desciframiento» son
aquí denominaciones aproximadas
La tipología de las huellas que pro- para un solo y mismo fenómeno, a
ponemos aquí es, por consiguiente, saber, la transformación de la en-
una tipología de las modificaciones voltura de un cuerpo en un sopor-
por marcaje que puede soportar te semiótico que pueda acoger una
cada uno de los tipos de figuras red de manifestaciones plásticas
del cuerpo afectado por el tipo de tridimensionales (dos dimensiones
movimiento que le corresponde. para la disposición de las inscrip-
La concordancia entre los tipos de ciones-trazas y deformaciones, y
figuras del cuerpo, los tipos de mo- una tercera para la profundidad de
vimiento y los tipos de huellas es las inscripciones).
una condición para que la huella
sea interpretable. La cuestión de Esa red inscrita sobre una superficie
los marcajes que son producidos es interpretada entonces como un
por combinaciones discordantes arreglo sintagmático de trazos y de
será examinada ulteriormente. La caracteres, que deben ser conside-
interpretación, en la ocurrencia, es rados como la manifestación actual
particularmente la de participantes sea de interacciones anteriores con
en interacciones, sobre la dimen- otros cuerpos, sea de interacciones
sión epi-semiótica de las prácticas que vendrán posteriormente. Las
en vista de la acomodación del trazas de desgaste (de usura) en un
curso de acción. objeto de uso ilustran ese tipo de

Contratexto n.o 25, enero-junio 2016 147


Jacques Fontanille

huellas: resultan de una multitud la eficacia del marcaje. Ese conjun-


de manipulaciones acumuladas to de configuraciones asociadas y
en el curso de prácticas de uso re- enlazadas por la sensación motriz
petidas; esas manipulaciones mo- constituye un «haz» sensorio-motor.
difican la envoltura del objeto, de Uno de los ejemplos más conocidos
una manera que se distingue de de ese tipo de configuración es aquel
otros tipos de manipulaciones o de que resurge en la memoria sensorial
prácticas (ruptura, accidente, des- del narrador de En busca del tiempo
montaje o desglose, grabado, etc.) perdido, en el tomo titulado El tiem-
y en ese sentido, y porque permi- po recobrado, cuando tropezando con
ten reconstituir una gama de prác- los adoquines desiguales del patio
ticas bien identificadas y distintas de la residencia de los Guermantes,
de otras gamas de prácticas, esas enlaza con la misma sensación que
huellas pueden ser interpretadas experimentó con los adoquines de
como trazas de desgaste. La «red» la plaza de San Marcos en Venecia,
de las huellas de superficie corres- y esa huella sensorio-motriz conlle-
ponde, pues, a una clase de huellas va el conjunto de sensaciones que
homogénea, o sea, isótopa, desde el había «anudado» en un haz confi-
momento en que puede ser objeto gurativo: un instante y un lugar de
de una lectura coherente. Venecia han sido así resucitados.
Las huellas «enterradas» en la car-
Las huellas sensorio-motrices no
ne móvil resultan de marcajes
son legibles ni directamente obser-
sensorio-motores: el marcaje pro-
­
vables. Su soporte es la estructura
cede o de un acento de intensidad,
material del cuerpo, el c­ uerpo-carne,
emoción, dolor o esfuerzo, o de la
cuya plasticidad permite apren-
iteración de una rutina instalada
dizajes, así como la formación de
por el uso, pero en los dos casos
esquemas motores a partir de las
singulariza un esquema sensorio-
contracciones y dilataciones que lo
motor que será susceptible de ser re-
animan: esquemas sensorio-motores
actualizado posteriormente. El mar-
se constituyen en la experiencia
caje sensorio-motor tiene de par-
sensible, y algunos de esos es-
ticular el hecho de asociar a una
quemas son marcados para ser
sensación motriz bien identificada
restituidos. Esas huellas están,
un conjunto de figuras y de sensa-
pues, «escondidas», enterradas, en
ciones características de la situación
la carne móvil en vías de apren-
figurativa en cuyo seno tiene lugar
dizaje, y serán «desenterradas» y
la experiencia sensorio-motriz.
sacadas a la luz algún día. En el
La riqueza y la extensión de esas momento de la operación de desen-
configuraciones asociadas expresan terramiento, arrastrarán con ellas

148 Contratexto n.o 25, enero-junio 2016


Análisis del curso de acción de las prácticas

todas las configuraciones sensibles cuerpo-punto es típicamente de


asociadas, la totalidad del haz de naturaleza deíctica. Tal sistema se
percepciones y de acciones que ha halla en constante revisión, en la
sido objeto de un marcaje asociativo medida en que, por la definición,
por la fuerza del lazo impuesto por la referencia deíctica es siempre
la huella sensorio-motriz. relativa a la actualidad efímera del
cuerpo de referencia. Pero ocurre
En el cuerpo-cavidad, las agitaciones también que algunos de los estados
diseñan escenarios, disposiciones del sistema en transformación pue-
espacio-temporales y distribuciones den ser objeto de marcajes, sea por
de roles actoriales. Esas agitacio- efecto de un acento de intensidad
nes esquematizadas, sea por la in- emocional, o también en razón de
tensidad de la emoción que de ella cualquier iteración. Esos marcajes
emana, sea por la repetición de su producen también huellas, que de-
aparición, dejan como consecuencia nominamos «huellas deícticas» del
huellas configuradas en forma de cuerpo-punto. Desde ese momento,
escenas y de acontecimientos. Las la memoria de las huellas deícticas
calificaremos como huellas diegéticas, constituye, como las piedrecillas
cuyo modo de significar será nece- de Pulgarcito, una cadena de pistas
sariamente temático y narrativo (o que pueden formar itinerarios. La
sea: diegético). La formación de la interpretación de esas huellas y su
huella es una presentación de escena enunciación procederán entonces
(la instalación de una situación y a través de las pistas de los puntos
de los acontecimientos que la trans- marcados, y de la reconstitución de
forman), y su interpretación será las series de pistas: la forma especí-
una representación, que apuntará a fica de los conjuntos de las huellas
la reconstitución, en forma de una deícticas constituye un itinerario.
enunciación de tipo narrativo, de la
escena en cuestión. Es posible ahora proponer una
tipología de las huellas y de sus
Por el lado del cuerpo-punto, el modos de significar, que podemos
movimiento de desplazamiento in- proyectar para terminar sobre la
duce relaciones entre posiciones tipología concordante de las fi-
corporales. Ese sistema de posicio- guras del cuerpo y de las figuras
nes p­ otencializadas, memorizadas del movimiento4:
y referidas a la posición actual del

4 Para una ampliación de esta problemática sobre la huella y su tratamiento, véase


Fontanille, 2008, tercera parte, capítulos 1 y 2; del mismo autor: “Cuerpo y sentido”. Lima:
Universidad de Lima (de próxima publicación) [N. del T.].

Contratexto n.o 25, enero-junio 2016 149


Jacques Fontanille

ENCRIPTAJES Y DESENCRIPTAJES OCULTACIONES Y DESOCULTACIONES

Huellas de superficie Huellas motrices


redes de inscripciones haces sensorio-motores

Huellas diegéticas Huellas deícticas


escenas interiores itinerarioss deícticos
PRESENTACIÓN Y REPRESENTACIÓN PISTAS Y SERIACIONES

b) Concordancia, discordancia y La concordancia y la discordancia


reglas de interpretación son propiedades de la asociación
de figuras corporales tomadas de
La elaboración de este modelo con
cada una de las cuatro dimensio-
cuatro estratos tipológicos repo-
nes, de suerte que cada una de las
sa en una homologación entre las
cuatro posiciones del cuadrado
cuatro dimensiones, cuya declina-
semiótico en cuestión se convierte
ción concreta es, para cada una de
en una «posición de concordancia
las cuatro posiciones del cuadrado
o de discordancia» entre dimen-
semiótico, lo que hemos llamado
siones figurativas.
la «concordancia» entre figuras.

ENCRIPTAJES Y DESENCRIPTAJES OCULTACIONES Y DESOCULTACIONES

Huellas de superficie Huellas motrices


redes de inscripciones haces sensorio-motores

Deformaciones Mociones íntimas


Cuerpo-envoltura Cuerpo-carne

Cuerpo-cavidad Cuerpo-punto
Agitaciones Desplazamientos

Huellas diegéticas Huellas deícticas


escenas interiores itinerarios deícticos
PRESENTACIÓN Y REPRESENTACIÓN PISTAS Y SERIACIONES

150 Contratexto n.o 25, enero-junio 2016


Análisis del curso de acción de las prácticas

Ese principio de concordancia/dis- «fisonomía» del rostro, y por el tiempo


cordancia nos permite, por ejemplo, durante el cual las variaciones de for-
afirmar que las «agitaciones» son mas y de rasgos del rostro permanecie-
movimientos propios de un cuerpo- ran en los límites de las inscripciones
cavidad (y no de un ­cuerpo-carne), propias de los cuerpos-envolturas, la
que la esquematización y el marcaje fisonomía podría permanecer recono-
de esas «agitaciones» producen es- cible o volverse irreconocible, aunque
pecíficamente «huellas diegéticas» siguiera siendo una «fisonomía». En
(y no inscripciones de superficie), y otros términos, la concordancia entre el
apelan a estrategias de enunciación tipo de figura del cuerpo, el tipo de mo-
del tipo «presentación y represen- vimiento y el tipo de huella, garantiza
tación de escena» (y no de demar- la isotopía de la configuración.
cación deíctica). En cambio, si no está ­prohibido apli-
car a un rostro movimientos t­omados
El principio de concordancia recu-
de las mociones íntimas del cuerpo-
bre de hecho a la vez un proceso de
carne (dilataciones y contrac­ciones),
engendramiento deductivo (desde el
como también las huellas sensorio-
punto de vista de la producción de la
motrices que esquematizan estas
configuración) y una condición de isoto-
últimas, hay que esperar que esos mo-
pía (desde el punto de vista de la in-
vimientos produzcan efectos de una
terpretación de la configuración). Hay
naturaleza totalmente diferente, por-
ahí, en efecto, a la vez un «recorrido
que la configuración obtenida no es
generativo» y una «isotopía» entre las
isótopa, y los movimientos y huellas, al
cuatro dimensiones en cada una de las
escapar a los límites de la concordan-
posiciones. Por ejemplo, cuerpo-cavidad
cia con el cuerpo-envoltura, destruyen
> agitaciones > huellas diegéticas > presen-
la «fisonomía» del rostro. Es posible,
tación de escena están en ese sentido en
entonces, considerar que el resultado
una relación de isotopía y en una ca-
no es interpretable, y concluir que no
dena concordante de engendramiento.
tiene sentido. Es igualmente posible
La discordancia implica funcio- continuar con la interpretación de esa
namientos alótopos o atípicos que nueva configuración pero, en ese caso,
exigen condiciones suplementarias y es preciso explotar registros de varia-
específicas para que sean significan- ción específicos, capaces de motivar la
tes e i­ nterpretables. ruptura de isotopía, y principalmente
Si se considera, por ejemplo, que un la conversión del régimen propio del
rostro es un cuerpo-envoltura dedicado cuerpo-envoltura en el régimen del
a recibir inscripciones, cifrables y des- cuerpo-carne. En el caso invocado,
cifrables, entonces tenemos que ver con puede ser un género (lo fantástico o la
una construcción isótopa. El nombre ciencia-ficción), un estilo (el morfismo,
de esa isotopía podría ser en ese caso la típico de las puerilidades visuales de la

Contratexto n.o 25, enero-junio 2016 151


Jacques Fontanille

televisión), un tema de intriga atípico tos de la carne en texto descifrable, y


(las deformaciones patológicas del ros- recíprocamente, constituye incluso el
tro de Elephant Man), etc. resorte principal de la intriga.
De la misma manera, se pueden No se trata ahora de distinguir entre
proyectar sobre un sistema de marcas un funcionamiento «normal» o canóni-
deícticas huellas diegéticas y toda la co y un funcionamiento «anormal» o
agitación y la distribución de un micro- idiosincrásico del modelo. En cambio,
cosmo de actores, de lugares y de acon- es claro que una configuración cons-
tecimientos. Pero hace falta, entonces, truida sobre asociaciones concordantes
para dar cuenta de la ruptura de isoto- encuentra su motivación en sí misma,
pía, y de la conversión del c­ uerpo-punto puesto que las cuatro dimensiones
en cuerpo-cavidad, convocar ya con- figurativas que la componen están
venciones de género (lo maravilloso o enlazadas por una continuidad de-
lo fantástico) o también convenciones ductiva e isotópica, mientras que una
de género sostenidas por un dispositi- configuración discordante, en razón de
vo técnico de visualización que autorice la ruptura de isotopía, debe buscar su
tales variaciones de escala (microsco- motivación en otros registros distintos
pía, zoom en un sistema de información de aquellos cuatro que proporcionan
geográfica, etc.), como es el caso de las las dimensiones figurativas de los cuer-
prácticas médicas o científicas. pos y de las huellas, especialmente los
La cuestión de la concordancia y de registros de género y de estilo.
la discordancia entre las cuatro dimen-
siones del modelo tiene, pues, una gran
virtud heurística, y constituye una res- Referencias
tricción y una alternativa portadoras
de consecuencias particularmente sig- Fontanille, J. (2008). Soma y sema. Figuras
nificativas en términos de estrategias semióticas del cuerpo. Lima: Univer-
enunciativas. En la colonia penitenciaria, sidad de Lima, Fondo Editorial.
la conversión de las huellas sobre una Fontanille, J. (2014). Prácticas semióti-
superficie de inscripción en huellas cas. Lima: Universidad de Lima,
sensorio-motrices, y de los sufrimien- Fondo Editorial.

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