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lógicos no parece n más impropios para aportar alguna luz sobre esta cues- c u e r p o hasta una f o r m a q u e llamaremos ortopédica de su totalidad —y
tión q u e los ridículos esfuerzos intentados con vistas a reducirlos a la ley pre- hasta la a r m a d u r a por fin asumida de u n a identidad alienante, q u e va a mar-
t e n d i d a m e n t e s u p r e m a de la adaptación. Recordemos ú n i c a m e n te los rayos car con su estructura rígida todo su desarrollo mental. Así la r u p t u r a del cír-
q u e hizo fulgura r sobre el a s u n to el p e n s a m i e n to (joven entonces y en re- culo del Innenwelt al Umwelt e n g e n d r a la cuadratur a inagotable de las rease-
ciente r u p t u r a de las prescripciones sociológicas en q u e se había f o r m a d o ) veraciones del yo.
de un Roger Caillois, c u a n d o bajo el t é r m i no de psicastenia legendaria, subsu- Este c u e r p o f r a g m e n t a d o , t é r m i n o q u e he h e c h o también aceptar en
mía el mimetismo morfológico en u n a obsesión del espacio en su efecto des- nuestro sistema de referencias teóricas, se muestra r e g u l a r m e n t e en los sue-
realizante. ños, c u a n d o la moción del análisis toca cierto nivel de desintegración agre-
También nosotros h e m o s m o s t r a d o en la dialéctica social q u e estructura siva del individuo. Aparece entonces bajo la f o r m a de miembros desunidos y
c o m o paranoico el c o n o c i m i e n t o h u m a n o 4 la razón q u e lo hace más autó- de esos órganos figurados en exoscopia, q u e adquieren alas y armas para las
n o m o q u e el del animal con respecto al c a m p o de fuerzas del deseo, pero persecuciones intestinas, los cuales fijó para siempre por la pintura el visiona-
también q u e lo d e t e r m i n a en esa "poca realidad" q u e d e n u n c i a en él la insa- rio J e r ó n i m o Bosco, en su ascensión d u r a n t e el siglo d e c i m o q u i n t o al cénit
tisfacción surrealista. 5 Y estas reflexiones nos incitan a reconocer en la cap- imaginario del h o m b r e m o d e r n o . Pero esa f o r m a se muestra tangible en el
tación espacial q u e manifiesta el estadio del espejo el efecto en el h o m b r e , plano orgánico mismo, en las líneas de fragilización q u e definen la anatomía
p r e m a n e n t e incluso a esa dialéctica, de una insuficiencia orgánica de su rea- fantasiosa, manifiesta en los síntomas de escisión esquizoide o de espasmo,
lidad natural, si es q u e atribuimos algún sentido al términ o "naturaleza". de la histeria.
La función del estadio del espejo se nos revela entonces como un caso par- Correlativamente, la formación del yo [je] se simboliza o n í r i c a m e n t e p o r
ticular de la f u n c i ó n de la imago, q u e es establecer una relación del orga- un camp o fortificado, o hasta un estadio, distribuyendo desde el r u e d o in-
nismo con su realidad; o, c o m o se ha dicho, del Innenwelt con el Umwelt. terior hasta su recinto, hasta su c o n t o r n o de cascajos y pantanos, dos cam-
P e r o esta relación con la naturaleza está alterada en el h o m b r e p o r pos de lucha opuestos d o n d e el sujeto se e m p e c i n a en la b ú s q u e d a del al-
cierta dehiscencia del o r g a n i s m o en su seno, p o r u n a Discordia primordial tivo y lejano castillo interior, cuya f o r m a (a veces yuxtapuesta en el mismo
q u e revelan los signos de malestar y la incoordinación motriz de los meses libreto) simboliza el ello de m a n e r a sobrecogedora. Y p a r e j a m e n t e , a q u í en
neonatales. La noción objetiva del inacabamiento anatómico del sistema pi- el plano mental, e n c o n t r a m o s realizadas estas estructuras de obra fortifi-
ramidal, c o m o de ciertas remanencia s humorales del organismo m a t e r n o , cada cuya m e t á f o r a surge e s p o n t á n e a m e n t e , y c o m o b r o t a d a de los sínto-
c o n f i r m a este p u n t o de vista q u e f o r m u l a m os como el dato de u n a verdadera mas mismos del sujeto, para designar los mecanismos de inversión, de aisla-
prematuración específica del nacimiento en el h o m b r e . miento, de reduplicación, de anulación, de desplazamiento, de la neurosis
Señalemos de pasada que este dato es reconocido como tal por los embrió- obsesiva.
logos, bajo el t é r m i n o de fetalización, para d e t e r m i n a r la prevalencia de los Pero, de edificar sobre estos únicos datos subjetivos, y por poco q u e los
aparatos llamados superiores del n e u r o e j e y especialmente de ese córtex q u e emancipemos de la condición de experiencia que hace q u e los recibamos de
las intervenciones psicoquirúrgicas nos llevarán a concebir c o m o el espejo u n a técnica de lenguaje, nuestras tentativas teóricas q u e d a r í a n expuestas al
intraorgánico. reproche de proyectarse en lo impensable de un sujeto absoluto: por eso he-
Este desarrollo es vivido c o m o u n a dialéctica temporal q u e proyecta deci- mos buscado en la hipótesis aquí f u n d a d a sobre una concurrencia de datos
sivamente en historia la f o r m a c i ó n del individuo: el estadio del espejo es un objetivos la rejilla directriz de un método de reducción simbólica.
d r a m a cuyo e m p u j e i n t e r n o se precipita de la insuficiencia a la anticipación; Éste instaura en las defensas del yo un orden genético que responde a los vo-
y q u e para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación espacial, ma- tos f o r m u l a d o s por la señorita Anna Freud en la primer a parte de su gran
q u i n a las fantasías q u e se s u c e d en desde una imagen f r a g m e n t a d a del obra, y sitúa (contra un prejuicio f r e c u e n t e m e n t e expresado) la represión
histérica y sus retornos en un estadio más arcaico q u e la inversión obsesiva y
4 Cf. en este t o m o pp. 116 y 177. sus procesos aislantes, y éstos a su vez como previos a la alienación paranoica
5 [Alusión al texto de A n d r é Bretón, Discours sur lepeu de réalité. TS] que data del viraje del yo [je] especular al yo [je\ social.
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Este m o m e n t o en q u e termin a el estadio del espejo inaugura, por la iden- el suicidio, u n a conciencia del otro q u e no se satisface sino por el asesinato
tificación con la imago del semejant e y el d r a m a de los celos primordiales hegeliano.
(tan a c e r t a d a m e n t e valorizado p o r la escuela de Charlotte Bühler en los he- A estos enunciados se o p o n e toda nuestra experiencia en la medida en
chos de transitivismo infantil), la dialéctica q u e desde entonces liga al yo [jé] que nos aparta de concebir el yo como centrado sobre el sistema percepción-con-
con situaciones socialmente elaboradas. ciencia, c o m o organizado por el "principio de realidad" en q u e se formula el
Es este m o m e n t o el q u e hace volcarse decisivamente todo el saber hu- prejuicio cientifista más opuesto a la dialéctica del conocimiento — p a r a in-
m a n o en la mediatización p o r el deseo del otro, constituye sus objetos en dicarnos q u e partamos de la función de desconocimiento q u e lo caracteriza en
u n a equivalencia abstracta p o r la rivalidad del prójimo, y hace del yo [je] ese todas las estructuras tan f u e r t e m e n t e articuladas por la señorita Anna Freud:
a p a r a t o para el cual todo impulso de los instintos será un peligro, aun pues si la Verneinungrepresenta su f o r ma patente, latentes en su mayor parte
c u a n d o respondiese a u n a maduración natural; pues la normalización misma q u e d a r á n sus efectos mientras no sean iluminados p o r alguna luz reflejada
de esa m a d u r a c i ó n d e p e n d e desde ese m o m e n t o en el h o m b r e de un expe- en el plano de fatalidad, d o n d e se manifiesta el ello.
diente cultural: c o m o se ve en lo q u e respecta al objeto sexual en el complejo Así se c o m p r e n d e esa inercia propia de las formaciones del yo [jé] en las
de Edipo. q u e p u e d e verse la definición más extensiva de la neurosis, del mismo m o d o
El t é r m i n o "narcisismo primario" con el q u e la doctrina designa la carga q u e la captación del sujeto por la situación da la f ó r m u la más general de la
libidinal propia de ese m o m e n t o revela en sus inventores, a la luz de nues- locura, de la que yace e n t r e los muros de los manicomios c o m o de la q u e en-
tra c o n c e p c i ó n, el más p r o f u n d o sentimiento de las latencias de la semán- sordece la tierra con su sonido y su furia.
tica. Pero ella ilumina tanTbién la oposición dinámica q u e trataron de defi- Los sufrimientos de la neurosis y de la psicosis son para nosotros la escuela
nir de esa libido a la libido sexual, c u a n d o invocaron instintos de de las pasiones del alma, del mismo m o d o q u e el fiel de la balanza psicoana-
destrucción, y hasta de m u e r t e , para explicar la relación evidente de la li- lítica, c u a n d o calculamos la inclinación de su a m e n a z a sobre c o m u n i d a d e s
bido narcisista con la f u n c i ó n alienante del yo [jé], con la agresividad que se enteras, nos da el índice de amortización de las pasiones de la civitas.
d e s p r e n d e de ella en toda relación con el otro, a u n q u e fuese la de la ayuda En ese p u n t o de j u n t u r a de la naturaleza con la cultura q u e la antropolo-
más samaritana. gía de nuestros días escruta obstinadamente , sólo el psicoanálisis r e c o n o c e
Es q u e tocaron esa negatividad existencial, cuya realidad es tan vivamente ese n u d o de servidumbre imaginaria que el amor debe siempre volver a des-
promovida por la filosofía c o n t e m p o r á n e a del ser y de la nada. hacer o cortar de tajo.
Pero esa filosofía no la a p r e h e n d e desgraciadamente sino en los límites de Para tal obra, el sentimiento altruista es sin promesas para nosotros, q u e
una self-sufficiency de la conciencia, que, por estar inscrita en sus premisas, en- sacamos a luz la agresividad que subyace a la acción del filántropo, del idea-
c a d e n a a los desconocimientos constitutivos del yo la ilusión de a u t o n o m í a lista, del pedagogo, incluso del reformador.
en q u e se confía. J u e g o del espíritu que, por alimentarse singularmente de En el recurso, q u e nosotros preservamos, del sujeto al sujeto, el psicoaná-
préstamos a la experiencia analítica, culmina en la pretensión de asegurar un lisis p u e d e a c o m p a ñ a r al paciente hasta el límite extático del "Tú eres eso",
psicoanálisis existencial. d o n d e se le revela la cifra de su destino mortal, pero no está en nuestro solo
Al t é r m i n o de la empresa histórica de una sociedad por no reconocerse ya p o d e r de practicantes el conducirlo hasta ese m o m e n t o en q u e empieza el
otra función sino utilitaria, y en la angustia del individuo ante la f o r m a con- verdadero viaje.
centracionaria del lazo social cuyo surgimiento parece r e c o m p e n s a r ese es-
fuerzo, el existencialismo se juzga p o r las justificaciones q u e da de los calle-
j o n e s sin salida subjetivos q u e efectivamente resultan de ello: u n a libertad
q u e no se afirma n u n c a tan a u t é n t i c a m e n te c o m o entre los m u r o s de u n a
cárcel, u n a exigencia de compromiso en la que se expresa la impotencia de
la p u r a conciencia para superar n i n g u n a situación, u n a idealización voyeu-
rista-sádica de la relación sexual, una personalidad q u e no se realiza sino en