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El origen del narco, según la glosa popular sinaloense

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Froylan Enciso
Centro de Investigacion y Docencia Economicas (CIDE)
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E L ORIG EN DE L NARC O, SE G Ú N LA G L OSA
PO PU L A R SI N A L O E NSE

Froylán ENCISOi

                                                                                                                     
i
Investigador visitante del Centro de Estudios México-EU, Universidad de
California en San Diego. Candidato a doctor en Historia por Stony Brook
University de New York y becario de la Harry Frank Guggenheim
Foundation. Estudió Relaciones Internacionales en El Colegio de México.

 
10  
Los intelectuales sinaloenses ²sobre todo desde Badiraguato,
municipio al que llaman la cuna del narco² han sido muy efectivos
en estilizar una historia, en que el narcotráfico es producto de
influencias, poderes y apetitos foráneos. Frecuentemente voltean la
pregunta de por qué Sinaloa ha sido tan influyente en el
establecimiento de rutas de trasiego y la producción de drogas: es una
leyenda negra: a los sinaloenses, nos harta que nos criminalicen así de
bote pronto, señalan la tirante relación entre quienes están y quienes
no están metidos en el mundo del narco, reparten culpas entre los
consumidores gringos, su gobierno y sus políticas equivocadas y
copiadas por los gobiernos mexicanos.
Sólo así nos permitimos vivir y crear en la vida mientras allá
afuerita caen los muertos y los narco siguen siendo un poder real por
simbólico y omnipresente.
Gran parte de la crítica a lo quH OODPDPRV OD ³OH\HQGD QHJUD´ VH
debe a los cronistas, periodistas, historiadores y un político con sus
memorias. Un texto fundacional ha sido ³(O FXOWLYR GH RSLR HQ
%DGLUDJXDWR´ GH 5D~O 9DOHQ]XHOD /XJR SXEOLFDGR HQ OD UHYLVWD
Presagio, número 26 en agosto de 1979. Ahí, Valenzuela estableció
la narrativa fundamental de la vida sinaloense entre las drogas:

Difícil resulta precisar fechas respecto a la iniciación del cultivo de


la amapola adormidera en Sinaloa, pero sabido es que en la década
de 1940, y con motivo de la segunda guerra mundial, se intensifica
esta actividad con fines de tráfico en el municipio de Badiraguato,
para abastecer de heroína a los Estados Unidos. Por datos precisos
y fidedignos se enseñó el procesamiento del opio a un chino que
radicaba en Jesús María, el cual se trasladó a Santiago de los
Caballeros para trasmitir a varias personas la técnica de
procesamiento aprendida por él. Muy pronto aparecieron
sembradíos de adormidera en todo el municipio (pp. 15-16).

En el texto los campesinos productores de amapola, primero, y


marihuana, después, aparecen como personajes sin mucha iniciativa.
Se dice que actuaban de buena fe para sobrevivir la marginación y la
pobreza, al mismo tiempo que eran atacados por agentes del gobierno
que condicionaban el ejercicio de la violencia a cambio de un tributo
²primero en especie y luego en dinero² cuando la producción de
opio cundió y bajó de precio. Con los años, vino el colmo de la
PDQLSXODFLyQ GHO LQGHIHQVR FDPSHVLQDGR ³ORV H[SORWDGRUHV GH ORV
campesino llegaron a la voracidad de cobrar tributo y quitarles las
cosechas a los cultivadores, enviándolos a la cárceO´

 
11  
Según Valenzuela, durante el gobierno de Adolfo Ruiz
Cortines (1952-1958) era ya evidente para el gobierno que no podían
seguir los abusos de autoridad. Por eso, el presidente asignó al general
badiraguatense Teófilo Álvarez Borboa para que instrumentara una
campaña antinarcóticos. El general Álvarez citó a algunos productores
de drogas en Mazatlán. Los perdonó por última vez y pidió que no
siguieran en ese negocio. Les pidió que denunciaran a los soldados y
policías abusadores. No todos los productores y traficantes dejaron el
negocio y, según se infiere del relato, a pesar de la idea del general por
castigar a soldados abusadores, muchas arbitrariedades continuaron.
El negocio de las drogas ilegales fue creciendo. Llegó el
momento, en la década de 1970 en que, según dice Valenzuela, el
consumo interno de drogas en Sinaloa era alarmante. ¡Ya hasta morían
por sobredosis! Su preocupación por el consumo, no está de más
mencionarlo, iba a contrapelo del mito repetido por el gobierno de
México para tumbarse la barra ante los gringos: en México no se
consume droga, ese es un problema del primer mundo. Esto por no
mencionar que no fue sólo un problema de campesinos pobres, narcos
y policías, como se infería por las crónicas en los periódicos. Como
todos sabemos ahora, hubo personas connotadas de la élite sinaloense
y nacional que entraron en la actividad.
En esos años, se creó la idea de que las campañas de los
militares y la PGR algo harían para disminuir el consumo local y
salvar a Sinaloa de la leyenda negra. Sin embargo, como apuntó
Valenzuela en lo que parece una caricatura previa de lo que repiten en
contradictorio mantra moralista muchos ³narcointelectuales´ de hoy,
las soluciones tienen asideros más sencillos:

Como mejor solución al problema, considero que deben


implementarse programas de explotación minera, de
bosques, establecer metalúrgicas y aserraderos en la sierra,
todo lo cual daría ocupación a cientos de personas que
dejarían de practicar ilícitas actividades. Además debe
emprenderse una campaña masiva para educar a los padres
de familia, con el objeto de tener mayor acercamiento con
sus hijos, pues los distanciamientos y conflictos familiares
arrojan a los muchachos, a buscar el camino de su
liberación, que por lo general lo encuentran en el vicio y la
prostitución (p. 17).

Es en esta idea donde se evidencia que la forma en que hemos


contraatacado la leyenda negra sinaloense es inconsistente: en tan

 
12  
criminalizado terruño nos hemos contado la historia del narco de
forma equívoca: el narcotráfico es producto de problemas de
desarrollo económico y cultural; si no fuera así, las soluciones girarían
alrededor de cuentos de policías y criminales. ¿Por qué lo contamos
como un asunto de origen chino y desprotección ante gobiernos y
criminales, nacionales y extranjeros, todos corruptos? En el fondo,
quizá, todos queremos ser parte de tan épica y global narración.
Recuérdese bien que, como dijo Valenzuela desde finales de los 1970,
³OD IDPD GH %DGLUDJXDWR la tierra de -RDTXtQ ³HO &KDSR´ *X]PiQ
Loera) triste desde luego en este renglón, llegó a tal como productor
TXHHQ+RQJ.RQJXQDFDOOH\XQUHVWDXUDQWHOOHYDQVXQRPEUH´
Con el tiempo, varios elementos de las historias locales de las
drogas en Sinaloa se han vuelto lugares comunes de la manera en que
los mexicanos nos contamos la historia del narco nacionalmente. Entre
otras cosas, el papel de los chinos se ha discutido en Sinaloa a través
de los años. Y, por lo menos, luego de los 1970, se ha atribuido el
origen del narcotráfico a la llegada de la semilla y la flor de la
amapola en manos de un chino que fue parte de una especie de
complot estadounidense para obtener fuentes alternativas de opio a las
asiáticas, antes de la Primera Guerra Mundial. Ese chino, en parte de
la historiografía y la cobertura periodística lleva el mítico nombre de
Lai Chang Wong.
En el número de Presagio, ya referido, Enrique Ruiz Alba
publicó que ³/DL &KDQJ :RQJ R -RVp $PDULOODV HQDPRUDED FRQ
P~VLFDFXUDEDFRQRSLR´(VWDHV la primera referencia escrita sobre el
chino ligado al origen del narcotráfico, según la narrativa sinaloense
que hemos podido encontrar.1 Según Ruiz Alba, Lai Chang Wong
nació alrededor de 1869 en Hong Kong y se vio obligado a abandonar
su tierra natal por un lío de faldas: su propio tío lo persiguió con un
sable para lavar la honra de su familia: Lai Chang Wong había
embarazado a su tía política.
De acuerdo con Ruiz Alba, la tía de Lai Chang Wong había
FRQIHVDGR TXH ³IXH HOOD VX GHELOLGDG GH PXMHU OD TXH SURSLFLy HO
SUREOHPD´SHURHVRQROHLPSRUWyDOSDWULDUFD$FRPSDxDGRGHRWURV
dos muchachos que vivían en la misma casa, Lai Chang Wong se
embarcó en la primera nao a San Francisco como cocinero. No se sabe
la fecha exacta del viaje. En cuanto llegó a California se dice que
                                                                                                                     
1También glosan esta historia García Ramírez, Guadalupe, y Jesús Ramón Gutiérrez. 2004.
Partidos políticos y movimientos sociales en Sinaloa, 1929-1940. Ciudad de Culiacán, Sinaloa:
Consejo Estatal Electoral de Sinaloa, p. 66.

 
13  
consiguió trabajo en una botica, porque se había empapado de lecturas
médicas desde muy joven.
Cuando las noticias de la Revolución Mexicana llegaron a sus
oídos, en California Lai Chang Wong se las arregló para introducirse a
México alrededor de 1911 y se enroló como médico con los
revolucionarios del noroeste de México. Durante diez años anduvo en
campaña, hasta que un balazo lo dejó rengo de la pierna derecha de
SRUYLGD(QWRQFHVGHMyHOHMpUFLWR\SUDFWLFyODPHGLFLQD³QDWXUDOLVWD´
en El Dorado, Sinaloa. Allí, el sacerdote católico José Amarillas2 lo
convirtió al cristianismo, y le impuso su nombre.
En El Dorado, el recién bautizado José Amarillas hizo dinero
con sus conocimientos médicos. Tuvo muchos amigos y gustaba del
juego. En una noche de buena suerte, Amarillas ganó mucho dinero.
Sus compañeros querían que siguiera jugando para reponerse, pero
huyó, se escondió y poco después se mudó al pueblo de San José de la
Puerta, en el municipio de Badiraguato. Puso su primer consultorio y
le fue bien como curandero. Enamoró a una lugareña con la que
procreó cuatro hijos. Al poco tiempo la dejó y ya en 1927, vivía en la
cabecera municipal de Badiraguato, donde se enamoró de una sierreña
de ojos verdes, de nombre Jesusita Monjardín.
Era fama que José Amarilla enamoró a Jesusita con estilo de
macho mexicano (vaya usted a saber cómo será un macho sinaloense,
chinesco y rengo): montado a caballo y con tequila en mano llevaba
WDPERUD SDUD TXH WRFDUDQ VX FDQFLyQ IDYRULWD ³&DEDOOLWR EODQFR´
Luego casó con ella y tuvo doce hijos. Siendo ya todo un macho
                                                                                                                     
2 No hemos hallado información de ningún sacerdote José Amarillas. En cambio, hay registro
de un revolucionario de ascendencia yaqui con tal nombre. Dice el general neoleonés, José
Francisco Naranjo de la Garza, que José Amarillas nació en 1878 en Potam, Sonora. Fue parte
GH ORV ³)LHOHV GH +XLYLULV´ EDMR HOPDQGR GHO FDSLWiQ /LQR 0RUDOHV GXUDQWH OD OXFKD FRQWUD
Victoriano Huerta y Pascual Orozco. Luego se unió a Álvaro Obregón en la columna de general
Juan G. Cabral. Fue parte de la fuerzas yaquis que participaron en la toma de la ciudad de
México en 1914. Durante la intervención estadounidense en Veracruz, en 1914, compartió el
mando de las fuerzas yaquis con Morales. Como seguidores de Cajeme, formaron el 20°
Batallón de Sonora y luchó contra Pancho Villa. Luego bajo el mando de los generales Joaquín
Amaro Domínguez y Heliodoro Charis participó en la Batalla de Ocotlán el día de San Valentín
de 1924. Por sus méritos revolucionarios llegó a obtener el grado de General de División. Murió
en Mazatlán, Sinaloa, en 1959, pero fue enterrado en Irapuato, Guanajuato, porque de allá era
su esposa. En las memorias compiladas por el político sonorense Juan de Dios Bojórquez León,
Amarillas aparece como un revolucionario justo, humanitario, institucional y cumplidor que
prefería la casa de campaña que el furgón de ferrocarril (Bojórquez, Juan de Dios. 1960.
Forjadores de la Revolución Mexicana . México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la
Revolución Mexicana, pp. 133-135; Naranjo, Francisco. 1935. Diccionario biográfico
revolucionario. México, D.F.: Imprenta Editorial "Cosmos", sub verbo).

 
14  
sinaloense de DFHQWR ³FKinesco´ OODPDED D VX PXMHU ³&KX\-YLHMD´ \
SURYHtDDVXIDPLOLDJUDFLDVDVXWUDEDMRFRPRPpGLFR³QDWXUDOLVWD´\
al enorme huerto que tenía su casa y consultorio.
También era fama que los chinos en Sinaloa cultivaban muchas
verduras, flores y hierbas medicinales. José Amarillas cultivó col,
rábanos, lechugas, tomates, pepinos y esas flores desconocidas
entonces pero que pronto serían objeto de gran polémica: las
amapolas. Esas hermosas flores de amapola eran una de las materias
primas de Amarillas para su medicina natural: conocía los poderes
narcóticos y curativos de los opiáceos.

Él mismo²dijo Ruiz Alba²recolectaba la goma de los


bulbos y preparaba las mezclas que en forma de cataplasmas
aplicaba en úlceras, llagas y heridas de sus pacientes, para
calmarle los fuertes dolores; él mismo preparaba gotas,
cucharadas y soluciones elaboradas personalmente, o bien
recetaba la Vitacura, medicamento chino que surtía una
droguería de San Francisco y era buena para curar hasta 75
enfermedades.

El conocimiento médico del chino José Amarillas fascinaba a


los sinaloenses. Tenía libros escritos en chino que contenían dibujitos
de los órganos internos, corazón, hígado, cerebro, estómago. Revisaba
los libros y luego atendía al paciente. No usaba el bisturí para nada.
Descubría las heridas de los balaceados, estudiaba la trayectoria del
proyectil y, si podía, les succionaba la sangre hasta que salía la bala.
Si no podía sacar la bala con ese procedimiento o si el proyectil estaba
alojado en algún órgano interno, mejor los mandaba con los cirujanos
GH&XOLDFiQSRUTXHVXPHGLFLQDVyORHUD³QDWXUDO´
Dice Ruiz Alba que cuando los chinos empezaron a ser
perseguidos por los gobiernos revolucionarios,3 Amarillas consiguió el
favor del entonces presidente municipal de Badiraguato, Raúl Uriarte,4
para irse disfrazado de arriero ²de arriero chino, así como lo lee² al
poblado Guadalupe y Calvo, Chihuahua. José Amarillas tuvo la buena
suerte ²la suerte del médico puede ser infortunio del enfermo, como
bien se sabe en las agencias funerarias sinaloenses² de que hubo un
brote de viruela negra en esas tierras. El chino ideó un remedio para
                                                                                                                     
3Quién sabe a qué persecución se referirá, porque hubo muchas.
4Nótese que Raul Uriarte Cuén no fue presidente municipal de Badiraguato sino hasta 1954-
1956 por el PRI (Soto Quintero, Miriam Faviola. 2011. Badiraguato. Culiacán: COBAES/La
Crónica de Sinaloa A.C./Ayuntamiento de Badiraguato/La Crónica de Culiacán, p. 27).

 
15  
alisar las pieles cacarizas de las personas que tuvieron la enfermedad:
excremento de vaca cocido aplicado sobre los hoyos en la piel.
Cuando pasó la campaña antichina apoyada por Plutarco Elías
&DOOHVUHJUHVyD%DGLUDJXDWRFRQVX³&KX\-YLHMD´PRQWDGDHQDQFDV
cargado de dinero con que pagaba a la banda para que le tocara
³&DEDOOLWR EODQFR´ HQWUH WUDJR \ Wrago de tequila. Los pacientes de
José Amarillas empezaron a peregrinar a Badiraguato desde
Chihuahua, para ver a su sanador. Le traían dinero y regalitos. Con
esos presentes, se daba la gran vida, enamoraba muchachas, mantenía
a sus 48 hijos, curaba gratis a quien no tenía dinero. Parece haber
adoptado las formas del mitológico hombre poderoso del campo
sinaloense: sensible y generoso con la gente pobre.
En 1948, José Amarillas decidió retirarse. En compañía de su
hijo Chepe se fue a vivir a Jesús María, en la colindancia entre
Culiacán y Badiraguato. Murió allí en 1953.
No sabemos gran cosa sobre los más de 40 hijos que se supone
que tuvo José Amarillas. Según Ruiz Alba, cinco de los que procreó
con Jesusita se convirtieron en profesores normalistas y las dos hijas
mayores, Margarita y María, se encargaron de escribir las recetas que
dictaba su padre, pero no hay huella de ellas ni de las recetas. Sin
embargo, perduran las anécdotas que mezclan el papel de José
Amarillas con un plan estadounidense para sembrar opio en Sinaloa
poco antes de que iniciara la Segunda Guerra Mundial.
Humberto Valenzuela Álvarez, profesor normalista originario
de Surutato y ex presidente municipal de Badiraguato (1990-1992),
narró por primera vez la historia de un chino de apellido Amarillas
que introdujo la siembra del opio, en una entrevista con Luis Astorga
en 1990.5 Luego, en 2001, publicó un breve artículo ampliando los
detalles de la historia en la revista Tribuna de los Mochis:

Mire usted: poco antes de 1940, después del pacto que autoridades
de altos mandos de Estados Unidos de Norteamérica y México
hicieran para tal fin, la comisión encargada de buscar el lugar
apropiado para la siembra del enervante, se hizo acompañar de un
señor de apellido Amarillas, de ascendencia China que tenía su
domicilio en Jesús María, cerca de la presa El Varejonal (hoy López
Mateos) y los llevó hasta las montañas en busca de clima y tierras
apropiadas, pero también de hombres en que pudieran confiar por su
capacidad y valor, así como su discreción. Para tal fin se llegó a
                                                                                                                     
5Astorga Almanza, Luis Alejandro. 1995. Mitología del "narcotraficante" en México. México,
D.F.: UNAM/Plaza y Valdés Editores, pp. 62-63.

 
16  
Santiago de los Caballeros, Badiraguato, con la seguridad de que en
esa región surgieron revolucionarios relevantes como el Coronel
Eduardo Fernández, el Sargento Jesús Caro, el Mayor Martín
Elenes, el Capitán Mauro Valenzuela, y sería largo enumerar los
hombres que pusieron en alto el honor de Badiraguato; unos a lado
del General Ángel Flores y otros a lado del General Ramón F.
Iturbe, los que jugaron un papel importante, tanto en la toma de
&XOLDFiQ «  \ de Mazatlán o defensa como punto clave en todos
estos tiempos de lucha revolucionaria. Después fueron solicitados
estos hombres de la región de Santiago de los Caballeros, para poner
orden en diferentes partes del país, desde Jalisco hasta Cananea ya
con el nombre GHORV&DUDELQHURVGH6DQWLDJR«estas circunstancias
fueron determinantes para que en esta región, les gustara para la
siembra de amapola, una preciosa, pero maligna flor. 6

El profesor Valenzuela Álvarez no especifica los términos del


acuerdo entre los gobiernos de México y Estados Unidos. Sólo lo
enuncia sin detalles de dónde quedó algún registro que lo pruebe. Dice
que lo aprendió leyendo, hablando con especialistas y observando la
vida de su tierra. Para 1946, el cultivo de amapola llegó a su pueblo en
la sindicatura de San Javier, Badiraguato, una de las regiones más
alejadas del estado. Dijo que para ese tiempo todas la barrancas y
cerros de Badiraguato estaban llenos de amapola y que la gente
peleaba por obtener semilla para vender el producto a ORV³FR\RWHV´R
intermediarios que trabajaban para el ejército y el gobierno federal
PH[LFDQR TXLHQHV WHQtDQ HO FRQWURO GHO SURGXFWR ³KDVWD KDFHUOR
entregar a los comisionados de los Estados Unidos de Norteamérica,
dondHVHHQFDUJDEDQGHSURFHVDUOD´ El gobierno mexicano perdió el
control de esta producción con el tiempo. Llegó el momento en que la
comercialización de goma de opio era masiva.
-¡¿Compras goma?!, gritaba alguien de un lado de la calle.
-¡No, ya quisiera vender tres kilos que tengo!, contestaban de
la acera de enfrente.
Las primeras luchas, dice Valenzuela, no fueron tanto por la
eliminación de narcotráfico, sino para mantener el control del mercado
por parte de los productores que estaban aliados con algunos
personeros del gobierno. Este proceso que se extendió en las décadas
de los años 1950 y 1960 fue el origen del problema que vivimos hoy

                                                                                                                     
6 +XPEHUWR 9DOHQ]XHOD ÈOYDUH] ³+LVWRULD GH OD OOHJDGD GH OD DPDSROD D OD HQWLGDG 6LQDORD
¢HVFXHODGHOQDUFRWUiILFR3ULPHUD3DUWH´5HYLVWD7ULEXQDDxR;9,,,Q~P, abril de 2001.
El artículo fue reproducido en Soto Quintero, op. cit., pp. 251-256.

 
17  
en día, según se infiere del relato de Valenzuela Álvarez. Aunque no
aporte muchos datos del supuesto vínculo de José Amarillas con la
supuesta comisión binacional de producción de opio, dice que hubo un
rápido proceso de aprendizaje de los habitantes locales, en especial los
que participaron en la Revolución. También deja claro que no todos
los sinaloenses participaron del proceso. Sobre todo quienes tuvieron
influencias familiares que los hicieron proclives a la educación formal.
Valenzuela Salazar rememora lo que decía su padre.

(VWXGLHQSDUDTXHVHDQDOJXLHQODYLGDSOHEHV3D¶TXHOHSXHGDQGDU
algo a la familia y a su pueblo. Esas flores se ven muy bonitas, pero
son del diablo. De ahí sacan veneno, envenenan a la gente. Nunca
vayan a sembrar de esa flor.

Fueron estos consejos de su padre y el apoyo de su tío y


padrino, Raúl Valenzuela Lugo, lo que alejó a la familia del profesor
Valenzuela del camino del narcotráfico. De sus ocho hermanos, cuatro
fueron maestros normalistas, dos ingenieros civiles, uno abogado y
otro comerciante. Y su familia no fue la única, hubo otras familias en
San Javier que llegaron a ofrecer educación formal a sus hijos, como
los Báez Hurtado, Angulo Valenzuela, Báez Márquez, Martínez Lugo
y Serrano Salazar. Esta formación, dice Valenzuela, ayudó para que
resistiera las tentación de corromperse cuando le ofrecían regalos
siendo alcalde de Badiraguato, como un tractor DC-7, una camioneta
Ram Charger del año o dos toros de registro Cebú y Suizo.7

Entre las múltiples preguntas que han dejado las ideas sobre el
origen del narco en Sinaloa y México en general resalta la falta de una
explicación rigurosa acerca de cómo llegaron los chinos a Sinaloa. La
historia de un tal Lai Chang Wong que de boticario en California salta
a enrolarse en una revolución al sur de la frontera, de ninguna manera

                                                                                                                     
7 En 2010, cuando intentaron desaparecer los albergues escolares, Valenzuela Álvarez se
enfureció y declaró a la prensa³+D\SHUVRQDVTXHVHSUHRFXSDQUHDOPHQWHSRUODHGXFDFLyQGH
la gente de la sierra y hay otras que únicamente atiende intereses muy personales y de grupos y
no se preocupan realmente porque las nuevas generaciones se preparen, sabiendo que la
preparación es una de las mejores armas para combatir delincuencia, narcotráfico y una serie de
delitos que trae coPR FRQVHFXHQFLD QR HVWDU SUHSDUDGRV SDUD HQIUHQWDU OD YLGD´ ³3UHWHQGHQ
GHVDSDUHFHUDOEHUJXHVHVFRODUHV´/D*DFHta. Semanario de Sinaloa, 26-V-2010, consultado en
http://www.semanariolagaceta.com/scgibin/noticias.cgi?Action=Viewdetails&Pk=35
53).

 
18  
parece disipar las dudas y se antoja ser parte de las mitologías que
mezclan hechos con la transmisión de historias orales.
En 1986, el historiador sinaloense de ascendencia japonesa,
Heberto Sinagawa Montoya, proporcionó una de las primeras
respuestas documentadas sobre el origen del narcotráfico en esas
tierras. En su diccionario Sinaloa, historia y destino, bajo la palabra
³$PDSROD´GLFHHQIiWLFRTXH³ODVHPLOODIXHWUDtGDSRUORVFKLQRV´
Desde que llegaron en los inicios del Siglo XX, los chinos se
dedicaron a establecer pequeños negocios: abarrotes, lavanderías,
moteles, huertos y restaurantes donde compartían su conocimiento
culinario. Sin mediar explicación, Sinagawa dice que los chinos
trajeron la semilla de la amapola para seguir con el vicio del opio que
transmitían de generación en generación:

Ellos trajeron la semilla de amapola, la sembraron en sus huertos y el


producto lo destinaros para su uso personal. Muchos de ellos
eludieron a los inspectores del servicio de migración y por medio de
un trabajo intenso hicieron fortuna y se acoplaron a la sociedad
mexicana; pero la mayoría se encerró en sus sórdidas madrigueras
para satisfacer un vicio muy arraigado que se transmitía de padres a
hijos en la patria alejada y pobre.

En 1927, el gobierno del Presidente Elías Calles avaló una


campaña antichina que fue popular en Sinaloa y Sonora. Esta campaña
racista era apoyada activamente por líderes de cámaras comerciales y
amplios sectores de la sociedad mexicana. Llegaron al grado de
expulsar de México a chinos con descendencia mexicana. Al parecer,
el móvil de fondo era la competencia que los chinos representaban
para los pequeños comerciantes en las ciudades del noroeste. Dice
Sinagawa que muchos funcionarios que apoyaron la campaña
terminaron adueñándose de los exitosos negocios chinos. Pocos
chinos lograron eludir la expulsión y los que lo hicieron cayeron en
depresión, se encerraron en guetos y aumentaron el uso personal de
opio. Con el tiempo, la demanda de opio para los combatientes y ex
combatientes de la Segunda Guerra Mundial y para consumidores que
intentaban mantenerse a flote en la vida acelerada de la sociedad
industrial aumentó. Según Sinagawa, algunos campesinos sinaloenses
asesorados por los chinos produjeron opio en grandes cantidades para
salir de la pobreza y abastecer estos nuevos mercados:

La extraordinaria riqueza que propició tal cultivo se extendió como


reguero de pólvora especialmente en los municipios sierreños, donde

 
19  
la cicatera de la naturaleza se expresa en magras cosechas de maíz y
frijol y donde el hambre y el abandono son marcas indelebles en la
piel de los sinaloenses ajenos a los avances económicos y sociales
frente a una demanda creciente de parte de combatientes y ex
combatientes de las guerras y por los viciosos de nuevo cuño que
engendró la voraz resaca de la sociedad industrial deshumanizada y
cruel.

Sinagawa no menciona ningún pacto entre el gobierno de


México y Estados Unidos. Desde su perspectiva, el origen del narco
sinaloense se debió a la transmisión del conocimiento sobre opio de
los chinos a campesinos pobres y aventureros cazafortunas. De su
narrativa se puede inferir que son estos cazadores de fortunas quienes
crearon las expresiones más vistosas de la ahora llamada narcocultura
y quienes fueron los responsables de que surgiera tanta violencia en
Sinaloa: los ganadores de un negocio ilegal que no puede entenderse
sin sus vínculos con gobernantes y la economía política internacional:

La amapola se convirtió en el recurso más socorrido de los que


flagelados por miserias ancestrales o por aventureros hambrientos de
fortunas rápidas quisieron cobrarse cuentas atrasadas y ascender en la
escala social con el lubricante del dinero. Surgieron así fabulosas
fortunas exhibidas en los escaparates de residencias diseñadas por
famosos arquitectos, llenas de prados, árboles y flores de aluminio,
mármol y maderas africanas de bibliotecas compradas por metros, de
vajillas de plata adquiridas por kilo, de automóviles de últimos
modelo, de ranchos con ganado del más alto registro, con la
maquinaria más eficientes y FRQ WHOpIRQR GH OtQHD GLUHFWD«Tal
prosperidad ficticia y mal habida creó la peor corrupción social de
que se tenga memoria en Sinaloa, alegrada con el ritmo de la tambora
y de la metralleta y que fue el origen de una violencia que midió
injustamente con la misma vara a todos. A los miembros de las
mafias de traficantes y a los sinaloenses ajenos a aquel derroche y
dedicados a su trabajo honrado de sobrias y legítimas ganancias. El
narcotráfico mancha un estado amante del trabajo y de la paz.

La versión del origen de la migración china y su vínculo con el


inicio de la producción de opio en Sinaloa se tornó más compleja y
completa muy pronto en la pluma de Héctor R. Olea. Un par de años
después de la aparición del libro de Sinagawa, Olea publicó una

 
20  
monografía sobre la historia de Badiraguato, su lugar de origen.8 La
criminalización territorial de Sinaloa, y Badiraguato en particular, ha
sido evidente en muchos artículos periodísticos sensacionalistas y en
la percepción de la sociedad mexicana, inconscientemente respaldada
por las historias que han contado los escritores y políticos. Por eso
Olea quería dejar claro que no todos los habitantes de ese lugar
participaban o avalaban el narcotráfico.
Luego de hacer un recuento de las primeras crónicas sobre el
pasado prehispánico por parte de colonizadores y conquistadores
espirituales, Olea nos adentra en la historia colonial que resaltaba la
enorme riqueza minera, especialmente de oro, en Badiraguato. Cuando
esta región se incorporó a la provincia de Nueva Vizcaya a finales del
siglo XVI, llevó el nombre de Provincia de Santiago de los
Caballeros, porque tenía la categoría de Real de Minas. En nuestros
días sólo un pequeño pueblo lleva por nombre Santiago de los
Caballeros, y es famoso por ser el lugar de nacimiento de
innumerables bandidos y líderes en el tráfico de drogas durante el
VLJOR ;; 'H DFXHUGR FRQ 2OHD HO QRPEUH GH ³6DQWLDJR GH ORV
&DEDOOHURV´ORDGRSWyGRQ'LHJRGH,EDUUDSDUDKRQUDUODPemoria de
su sobrino, devoto de Santiago el Mayor, don Francisco de Ibarra, a
quien sustituyó como gobernador cuando murió en 1575. Además los
primeros colonizadores que exploraron las tierras de Badiraguato
alrededor de los años de 1530, el capitán de jinetes Cristóbal de Oñate
y el capitán José de Angulo eran Caballeros de la Orden de Santiago.
Desde el siglo XVI, Badiraguato se integró a la historia de la
minería en la Nueva España: tuvo su primer bonanza minera a finales
del siglo XVI; recibió misioneros jesuitas al ritmo que se explotaban
nuevos yacimientos en el siglo XVII; sus riquezas fueron registradas y
se incluyeron en crónicas burocráticas durante las reformas borbónicas
a finales del siglo XVIII, cuando los jesuitas fueron expulsados al
mismo tiempo que el lugar se erigió como el epicentro de la minería
en la región. Después de este breve y rico relato, Olea sintetiza una
historia de modesta participación heroica del pueblo en la guerra de
independencia; las pugnas por la formación de la República en la

                                                                                                                     
8Olea, Héctor R. 1988. Badiraguato: visión panorámica de su historia. [Badiraguato, Mexico]:
H. Ayuntamiento de Badiraguato y Dirección de Investigación y Fomento de Cultura Regional,
Sinaloa.

 
21  
primera mitad del siglo XIX;9 las revueltas liberales a finales del siglo
XIX10 y la Revolución Mexicana a principios del siglo XX.
La decadencia minera de finales del siglo XIX, es lo que, según
Olea, explica el inicio de estallidos sociales revolucionarios, el auge
de ciertos bandidos y los primeros momentos del cultivo de amapola
en Badiraguato. Menciona Olea a revolucionarios que lucharon ahí.
Unos venían de Santiago de los Caballeros: Martín Elenes y su tío del
mismo nombre, Eduardo Fernández, Eligio Samaniego, Mauro
Valenzuela y Candelarios Ortiz. Otros del poblado de Babúnica, como
los hermanos Pilar, Francisco (chico) y Valente Quintero. Otros
habían nacido en Durango, en especial en el pueblo de Copalquín,
como Juan M. Banderas, Herculano de la Rocha, sus hijos Mateo y
Clara y su sobrino Nabor. Y menciona a José María R. Cabanillas,
Juan Ramón Rangel Valenzuela, quien nació en Higueras de Ballaca,
%DGLUDJXDWR)UDQFLVFR5DPRV(VTXHU ³3DFKHFR´ )UDQFLVFR5DPRV
Obeso y su hijo Lázaro. Vale la pena detenerse en su narración sobre
la Revolución en Badiraguato; muchos de los personajes, su
descendencia y los lugares tuvieron un papel en el inicio del
narcotráfico en Sinaloa.
Entre las batallas revolucionarias de 1911 para llevar al poder a
Francisco I. Madero narradas por Olea está la toma de Jesús María,
poblado señalado como zona de cultivo por quienes sostienen la
historia de José Amarilla. Juan M. Banderas y Francisco Quintero
estaban a cargo de las tropas que no sólo lograron la toma del ahora
mítico Jesús María, sino de Higuera de Ballaca y Ocualtita el 2 de
marzo de 1911. La pelea continuó hasta que las tropas maderistas al
mando de José María R. Cabanillas tomaron la cabecera municipal de
Badiraguato el 23 de marzo. Fue hasta el 31 de marzo que, luego de
una cruenta lucha, los revolucionarios cabalgaron hasta Culiacán para
anunciar su triunfo al gobernador maderista Diego Redo.
La lucha continuó luego de la usurpación de Victoriano Huerta.
El 6 de agosto de 1914, perdió la vida el coronel Juan Ramón Rangel
Valenzuela mientras defendía Mazatlán del asedio huertista. El 27 de
                                                                                                                     
9 Olea resalta, por ejemplo, que los habitantes de Badiraguato se unieron a la rebelión de
Francisco Iriarte y Conde, quien se erigió en gobernante de Sinaloa, y votaron por separar a
Sinaloa de Sonora, cuando eran una sola unidad política, el Estado de Occidente (p. 43).
10 En Badiraguato, los ciudadanos juraron la Constitución liberal de 1957 en el palacio

municipal, a pesar de que el Obispo había amenazado con excomulgar a quien lo hiciera.
Además en las enconadas luchas electorales de los liberales, Badiraguato fue juarista. Por
Badiraguato cruzó la columna de Donato Guerra durante la Revolución de Tuxtepec, pone por
ejemplo Olea (pp. 44-46).

 
22  
diciembre de 1915, las tropas del general Ángel Flores atacaron a
fuerzas villistas al mando de J. Miramontes, pero fueron derrotadas.
Días después, el mayor badiraguatense Eliseo Quintero venció a los
villistas en el cerro de El Macho, y puso fin a la incursión de estas
fuerzas antihuertistas en Sinaloa. Al triunfo de Carranza, el general
Flores fue designado gobernador del estado el 1 de mayo de 1916. Su
sucesor Ramón F. Iturbe confirió la categoría de municipio a
Badiraguato, con lo que se eligió a su primer presidente municipal,
Candelario Elenes, quien asumió mando el 1 de enero de 1918.
La familia Elenes tiene un lugar prominente en la historia oral
y la cultura popular que exalta a los bandidos y revolucionarios de
Badiraguato, al igual que sus acérrimos enemigos de entonces, los
Quintero. En 1921, se dice que Rosendo Monzón Quintero escribió
una de las canciones favoritas de las fiestas en la sierra sinaloense³(O
FRUULGRGH9DOHQWH4XLQWHUR´TXHYHUVDVREUHODSXJQDHQWUHODIDPLOLD
Elenes de Santiago de los Caballeros y los Quintero de Babúnica. La
canción cuenta cómo el mayor Martín Elenes mató a Valente Quintero
en una fiesta por una rencilla de honor.11 Para Olea, es una muestra de
TXH³ODP~VLFDVHXWLOL]DSDUDPDQLIHVWDUHQIRUPDYLJRURVDWRGDVOD
expresiones internas de la vida singular y emocional de suVKRPEUHV´
Aunque no da pistas para entender cómo estas rancherías y
pugnas se relacionaron con el origen de la producción de drogas. Pero
ahora sabemos que algunas tienen un lugar en la historia del
narcotráfico: en Santiago de los Caballeros, nació Ernesto Fonseca; La
Noria es lugar de origen de Rafael y Miguel Ángel Caro Quintero; de
Babúnica es el patriarca de los Quintero que se involucraron en el
narcotráfico, Emilio Quintero Payan, y su hermano Juan José; y en
Bamopa fue enterrado el revolucionario Valente Quintero. El
problema es que Olea ni nadie nos ha contado cómo sucedieron las
                                                                                                                     
11 ³$TXtPHVLHQWRDFDQWDUFRQFDULxRYHUGDGHURYHUVRVTXHOHFRPSXVLHURQDGRQ9DOHQWH
Quintero./ Valente se fue a Santiago/ iba a ver a sus amores/ se fajo su carrillera/ con sus cuatro
cargadores./ Su querida le decía/ Valente qué vas a hacer/ el mayor anda borracho/ algo te ha de
suceder./ Valente le contestó/ no te quedes con pendiente/ que al cabo si él es mayor/ yo
también soy subteniente./ Cuando Valente llegó/ les mando tocar ³El toro´/ si el mayor paga
con plata/ yo se los pago con oro./ Los músicos le contestan/ no la sabemos tocar/ si no me
tocan ³El toro´ cántenme a ³Heraclio Bernal´./ Valente andaba borracho/ con su sombrero de
lado/ con esta cuarenta y cinco/ no respeto ningún grado./ Sale el mayor y le dice/ bastante muy
disgustado/ Valente tú no eres hombre/ no eres más que ocasionado./ Yo no soy ocasionado/ yo
soy hombre de valor/ nos daremos de balazos/ si usted gusta mi mayor./ Se agarraron de los
brazos/ se apartaron de la bola/ a los poquitos momentos/ se oyen tiros de pistola./ Llegaba la
policía / a ver qué había sucedido/ Valente ya estaba muerto/ el mayor muy mal herido./ Vuela
vuela palomita/ si no has de volar detente/ estas son las mañanitas/ del mayor y de Valente.

 
23  
cosas. Se limita a dar su versión de cómo los chinos llegaron e
iniciaron la actividad. Según él todo empezó con la promoción de
inmigración china por parte de Estados Unidos, luego de que los
HVWDGRXQLGHQVHV UREDUDQ OD PLWDG GHO WHUULWRULR PH[LFDQR ³(O
gobierno norteamericano, para poblar los nuevos territorios, en 1848,
trajo mil familias asiáticas que fundaron el famoso barrio chino de San
Francisco. Estos Orientales, bagaje de vicios, trajeron el cultivo de la
DGRUPLGHUD\ODDPDSRODDODVWLHUUDVGH$PpULFD´
Sociedades secretas en Pekín, Shangai y Hong Kong
organizaron la inmigración de estos orientales, según Olea. Las mafias
secretas chinas, o tongs, fueron un problema en la Alta California
desde los años 1860, pero los chinos se dispersaron por todo el
Pacífico, a pesar de la resistencia popular. Olea cuenta algunas
escenas de resistencia a la supuesta invasión asiática:

La inmigración china invadió los puertos sinaloenses. El


nacionalismo y la competencia comercial asiática originó algunos
motines. En el puerto de Mazatlán, al anunciarse la llegada del vapor
³6DUGRQL[´ XQD PXOWLWXG KRVWLO HVSHUDED HO GHVHPEDUFR GH ORV
inmigrados en el muelle, la tarde del 28 de marzo de 1886. Mas el
EDUFR IXH RWUR HO ³5RPHUR 5XELR´ GHO FXDO EDMy D WLHUUD HO JHQHUDO
Manuel Márquez de León, enemigo y opositor del porfirismo,
recibido con entusiastas vítores. Ante el fracaso, la muchedumbre se
dedicó a recorrer las calles del pueUWR DO JULWR ³0XHUD ORV FKLQRV´
lapidando la casa de don Jesús Escobar, agente de la compañía
transportadora de asiáticos y el restaurante del oriental Chau. Don
Bernardo Vázquez, prefecto del distrito, intervino personalmente a
caballo y al frente de la policía montada, que disolvió a los
amotinados. El general don Emilio Lojero envió, también, dos
partidas de fuerzas federales para reestablecer el orden público (pp.
76-77).

Estas manifestaciones de protesta popular contra los chinos


eran frecuentes en aquella época en muchas ciudades del noroeste de
México. Dice Olea que se debían principalmente al deseo de impedir
su avance en el comercio y la industria en que los chinos lograron
FLHUWRVPRQRSROLRV\SDUDHYLWDU³ODGHJHQHUDFLyQGHODUD]D´FXDQGR
lo chinos varones se unían a mujeres mexicanas. También fueron parte
de estos objetivos el deseo de evitar el avance del vicio, porque los
chinos eran asiduos a los juegos de naipes y los fumaderos de opio.
Olea parece ver en estas protestas cierta resistencia heroica del pueblo
de Sinaloa frente a la insensibilidad del gobierno. Cuenta que Ramón

 
24  
Corral, miembro del gobierno porfirista, aprobó que el diplomático
don Manuel de Aspíroz y el embajador de China en Washington Wo
Ting Fan firmaran un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación en
1893.12 Según Olea, la mafias chinas se ampararon en este convenio
para dedicarse al tráfico de drogas, porque las autoridades no se
atrevían a procesar a los orientales, ni había algún inspector de
VDQLGDGTXH³FDSD]GHRUGHQar la clausura de los fumaderos de opio y
la destrucción de los enormes plantíos de amapola y adormidera que
crecían, a la vista de todo público, en las huertas aledañas a la ciudad
de Culiacán y en el pueblo de Jesús María, que tenía entonces un
millar de KDELWDQWHV´ S 
Los sinaloenses tenían la impresión de que los chinos se habían
convertido en una invasión de intocables comerciantes viciosos que
degeneraban la raza.13 Por eso, Olea parece notar cierto carácter
heroico en el surgimiento de comités antichinos en la región. Dice que
en 1929 en Culiacán surgió un movimientos nacionalista antichino
que sesionaba en la casa de la profesora doña Concepción Ocaranza en
la esquina de Colón y avenida Constitución que vino a fortalecer la
campaña gubernamental antichina iniciada en 1920. La campaña de
 QR WXYR p[LWR VHJ~Q 2OHD SRU HO ³SRGHUtR HFRQyPLFR GH ORV
IXQHVWRV WRQJV DVLiWLFRV´ SHUR SXGR UHHVWDEOHFHUVH FRQ HO DSR\R GH
estos comités antichinos con participación de la sociedad sinaloense.
Los asiáticos fueron, por fin, expulsados de territorio nacional, gracias
al rompimiento de relaciones amistosas con China en 1931,
instrumentada por el secretario de Relaciones Exteriores de origen
mazatleco, Genaro Estrada, luego de que China perdiera la guerra
contra Estados Unidos.

                                                                                                                     
12 La migración de chinos al noroeste de México se intensificó con la Chinese Exclusion Act
que promulgaron en Estados Unidos durante 1882. Además México y China firmaron un
Tratado de Amistad y Comercio, que incluía una cláusula de la "nación más favorecida" en
1893. Según esta autora en la caja fuerte de la Biblioteca Nacional en la Ciudad de México se
encuentra una copia de esté tratado, ratificado en 1900, bajo el título "Tratado de amistad,
comercio y navegación entre los Estados Unidos Mexicanos y el Imperio de China (Hu-DeHart,
Evelyn. "Los chinos del norte de México, 1875-1930: la formación de una pequeña burguesía
regional", en: China en las Californias, Centro Cultural Tijuana, CONACULTA, México, 2002,
p. 11).
13 También pudo deberse a la falta de empleo. En 1889 el cónsul Edward Kelton, que se

encontraba en Mazatlán, envió una carta al Departamento de Estado en que observó que la
Anglo Mexican Mining Co. había estado contratando durante dos años trabajadores chinos y
que en ese momento tenía alrededor de 150 (Hu-DeHart, Evelyn. "Los chinos del norte de
México, 1875-1930: la formación de una pequeña burguesía regional", en: China en las
Californias, Centro Cultural Tijuana, CONACULTA, México, 2002, p.11).

 
25  
La expulsión de los chinos y el inicio de la Segunda Guerra
Mundial son los factores determinantes para explicar el inicio de la
SURGXFFLyQ GH RSLR DOUHGHGRU GH  ³H[WUDQMHURV OOHJDGRV GH
diversas partes del mundo, apoyados por magnates de gran poder
económico, en la región se dedicaron al cultivo de plantas narcóticas o
HVWXSHIDFLHQWHV´ 2OHD FLWy WH[WXDO OD YHUVLyQ TXH 9DOHQ]XHOD /XJR
escribió un década antes, acerca del abastecimiento de opio para el
frente de batalla estadounidense y del chino en Jesús María que
enseñó el procesamiento de la amapola a los badiraguatenses. Olea
escribió que en 1941 ya había certeza de la lucha por el narcotráfico y
puso como primer evento importante las operaciones de erradicación e
intercepción de opio en Badiraguato comandadas por Alfonso
Leyzaola, jefe de la policía judicial del estado de Sinaloa:
Acompañado de una fuerte escolta, un martes 1 de abril de
1941, Leyzaola destruyó platíos de amapola e incautó goma de opio
de los pobladores de la zona de Santiago de los Caballeros. A su
regreso, un docena de hombres los emboscaron desde la parte alta de
una cañada llamada Los Alisos. Leyzaola sobrevivió, gracias que su
ayudante Francisco Urías lo condujo a una choza para curarlo. Poco
tiempo después, sus atacantes los alcanzaron, los torturaron y colgaron
a Leyzaola de un árbol.
Luego de este trágico inicio de la lucha por el narcotráfico, la
actividad se mantuvo en la región. Olea explica el hecho por motivos
geográficos, económico, sociales y psicológicos. La orografía de la
Sierra Madre fue buen escondite de cultivadores que aprovechaban el
clima propicio para la siembra de amapola. Dada la crisis de la
minería, el cierre de la casa de Moneda de Culiacán que atizó la
Revolución dejó a la población como un enorme ejército laboral de
reserva para actividades ilícitas. En términos sociales, la gente de
Badiraguato no estaba consciente de la prohibición de estos cultivos y
sustancias. En el ámbito psicológico, según Olea, en la década de los
1940, hubo una ola de miedo generalizado entre la población que
permitió trabajar libres a los traficantes. Finalmente, el narcotráfico
tuvo auge porque se abrieron nuevos nichos en el mercado
internacional de opio, dada la calidad de la amapola de Badiraguato
que permitió competir con productores asiáticos.
Heberto Sinagawa complementó esta historia del inicio de la
violencia del narcotráfico en Sinaloa con una nota autobiográfica
sobre la relación que, desde aquellos años, se estableció entre los
productores y traficantes de la sierra con la gentes del Valle de

 
26  
Culiacán. Es fama, según Sinagawa, que desde su construcción el
mercadito Rafael Buelna de Culiacán fue fundamental para entender
cómo la violencia de los productores de opio de la sierra bajó hacia el
fértil valle de Culiacán a finales de los años 1940. En el mercadito
había una terminal de los tranvías que iban a la sierra, con lo que este
espacio se volvió el punto de conexión entre ambas orografías.
³$OOt IXH HO SULPHU JHUPHQ GH OD YLROHQFLD GHO narcotráfico en
&XOLDFiQ´GLMR6LQDJDZDHQDOJXQDRFDVLRQHV14
Según él, este germen de violencia se empezó a evidenciar al
final de la II Guerra Mundial, pero no después de 1952, cuando las
balaceras de los pendencieros campesinos eran ya frecuentes. Luego
de bajar del tranvía y cambiar sus dólares, los nuevos productores y
traficantes de opio se metía en las cantinas. Había tamboras tocando
música tradicional por todos lados. No faltaban los rivales que se
aparecían a dirimir sus diferencias a balazos. Fue entonces que se
empezó a hablar del narcotráfico y, poco a poco, la violencia se fue
esparciendo en todos los rincones de la ciudad.
Muchos narcotraficantes construyeron casa en la ciudad de
Culiacán, porque según dice Sinagawa (aunque a mí no me convenza)
no eran del valle sino de la sierra. Venían del lado de las montañas de
Topia o de Canelas, Durango, y se instalaban al oriente de la ciudad.
Los de Badiraguato, en cambio, se fueron a vivir a la colonia Tierra
Blanca. La fama narca de la colonia Tierra Blanca, retratada en la
novela homónima de Leonides Alfaro, se consolidó en aquellos años.
Muy pronto llegaron viajeros que, enterados de la tremenda
violencia de este pedazo de tierra culichi, preguntaban a los
intelectuales locales:
-¿Qué es lo que pasa en Tierra Blanca?
-¡Pues simplemente que la gente de la sierra ha venido a
construir su casa en Tierra Blanca y aquí viven muy contentos!
Además se convirtió en un verdadero polvorín, se matan unos con
otros, siempre en las famosas vendettas de las bandas rivales,
contestaba Sinagawa
Los intelectuales sinaloenses no se quedaban callados.
Aclaraban a los fuereños que había narcotraficantes muy nobles y
serviciales con su comunidad. Sinagawa reprodujo las conversaciones
                                                                                                                     
14Algunos de sus discursos y conversaciones se conservaron en esta publicación: Sinagawa
Montoya, Herberto, and Luis Antonio García. 2005. Después de todo, fue muy divertido: relatos
autobiográficos de Herberto Sinagawa Montoya . [Mexico]: H. Ayuntamiento de Culiacán, p.
53.

 
27  
de los narcotraficantes con la gente del pueblo:
-¡Óyeme que tengo a la mujer parida!
-¿Cuánto necesitas?
-¡Que mi hijo!
-¡Que medicinas!
-¡Que no llovió!
-¡Que necesito comprar un par de mulas!
-¡¿Cuánto le hace falta?!
Muchos narcos desde aquellas fechas suplieron al gobierno
proveyendo de algunos servicios. Se veían muy generosos y pues, si el
gobierno no se hacía cargo de llevar los servios a la sierra, les pedían a
ellos. Seguramente, muchos narcotraficantes hubieran preferido que el
gobierno llegara y se hiciera cargo de los gastos, pero como nunca
pasó ellos desembolsaron, por ejemplo, para llevar energía eléctrica a
los pueblos perdidos entre los cerros de la Sierra Madre. El costo
social fue lidiar con la violencia de sus negocios, porque con ese
dinero no todo podría ser bondad.
³¢3RUTXé no le causa ninguna alarma al sinaloense este baño de
VDQJUH GH WRGRV ORV GtDV"´ VH SUHJXQWy HO SHULRGLVWD VLQDORHQVH
$QWRQLR +DVV HQ ORV DxRV  eO PLVPR FRQWHVWy ³3RUTXH VRQ
PXHUWHVSUHGHVWLQDGDV´
Eran tiempos en que el narcotráfico implicaba un destino. Los
narcotraficantes seguían ciertos lineamientos o reglas. Sabía que
OLTXLGDUtDQDORV³GHGRV´FXDOTXLHUDTXHORVGHQXQFLDUDFRQOD3*5R
el Ejército. También liquidarían a los traidores, que poniendo cara de
socio buena gente hacían malas jugadas. El pueblo sinaloense y sus
intelectuales tenían la certeza de que los grupos de narcotraficantes
VyORVHDWDFDEDQHQWUHHOORVDXQTXHKXELHUDEDODVSHUGLGDV³(QWRQFHV
estas bandas rivales ²decía Sinagawa² son las que se liquidan unas
a otras y son las que nos mantienen en constante zozobra a todo el
mundo porque en el alto del semáforo, no sabe uno si de repente lo
YDQ D URFLDU GH SORPR SRU XQ ODGR´ Y como el dinero no tiene
principios morales ni ideología, fue con base en el dinero que los
narcotraficantes entraron a todos los espacios de la sociedad
sinaloense. Llegaron a colonias, como la Guadalupe y la Chapultepec,
que antes estaban reservadas a los agricultores decentes, sobre todo de
ascendencia griega, que se dedicaron a la innovación tecnológica y a
la exportación de hortalizas. Los narcotraficantes también atestaron
los bancos locales con cuentas de ahorro que nunca se invertían.
Luego lograron casar a sus hijos con la hija de algún agricultor
poderoso. Se extendieron en cada ámbito de la buena sociedad.

 
28  
Ya en los años 1960, era frecuente ir a alguna fiesta del Hotel
Ejecutivo, que estaba de moda, para darse cuenta que era el
matrimonio de alguna niña bien de Culiacán con el hijo de un
narcotraficante sierreño. En alguna ocasión, hubo una de estas fiestas
en el Country Club: trajeron gardenias y tulipanes desde Holanda,
había caballos y una carroza de los establos de Pedro Domeq y el
servicio de banquete viajó desde la ciudad de México con todos sus
chefs y meseros. ¿El recuerdito de la fiesta?: Centenarios. Oro macizo
para que el bodorrio fuera inolvidable.
Por esta profunda vinculación social con el narcotráfico,
Sinagawa atinó en llamarnos a aceptar la triste realidad sinaloense:

Culiacán creció con el empuje del tomate, del algodón, del


sorgo, del trigo, del arroz, pero también por la fuerza
espantosa, terrible del narcotráfico, y en otras circunstancias el
narcotráfico ha venido a llenar ciertos vacíos de tipo
económico que ha venido permitiendo que la ciudad siga
manejándose a cierto nivel con cierta solvencia. Porque
muchos economistas se preguntan ¿Qué sería de Culiacán, de
Sinaloa, sin el aporte significativo del narcotráfico? ¡tenemos
que aceptar esa realidad!

/DVRSFLRQHVSDUDVDOLUGHOD³OH\HQGDQHJUD´HQ%DGLUDJXDWR
el municipio más pobre de Sinaloa, como es previsible en el relato de
Olea y Sinagawa, son el desarrollo económico mediante la explotación
de la riqueza minera, ganadera y forestal y la educación. Olea señala
que no hay bibliotecas ni escuelas suficientes en el municipio. Faltan
profesores y medios de comunicación para llegar a todas las pequeñas
comunidades esparcidas en las montañas. Pero se tiene la esperanza de
que se logre formar a una élite educativa que ayude a sacar a
Badiraguato de la pobreza y el estigma de la ilegalidad, pues el pueblo

«tiene fe, a pesar de las privaciones y dificultades pecuniarias,


espera que se logre una cohesión social de todos aquellos niños que
se instruyen por medio de una nueva mentalidad, que están en la
época de gestación de su generación, elite que se irá formando ante
los grandes hechos y variaciones que vayan apareciendo, en su etapa
de receptividad, no obstante otros factores agregados que puede
interponer una renovación de la sociedad.

En 1991, el periodista sinaloense José María Figueroa Díaz dio


su propia versión del origen del narco sinaloense en su best seller local

 
29  
La muerte de Lamberto Quintero. Cuenta del pleito entre la familia
Lafarga y la familia Quintero que llevó al asesinato de Lamberto,
mitologizado mediante un famoso corrido. Según él, era por todos
sabido que la semilla fue traída por inmigrantes chinos a finales del
siglo XIX. Figueroa dice que los chinos entraron por puertos
VLQDORHQVHV FRPR 0D]DWOiQ $OWDWD \ 7RSROREDPSR ´D ERUGR GH
diligencias, HQ EXUUR R FRPR SRGtDQ´ \ TXH VX LQPLJUDFLyQ VH
intensificó a principios del siglo XX. A diferencia de Sinagawa,
Figueroa atribuye, con tono abiertamente racista, su llegada a su
SDUWLFLSDFLyQHQODFRQVWUXFFLyQGHIHUURFDUULOHV³(ODUULERGHORV)X
Man Chu se intensificó a principios de esta centuria, cuando se les
ocupó como peones en la construcción del Ferrocarril Sud-3DFLHQFLD´
Usa la referencia a Fu Manchu, personaje ficticio de las novelas del
escritor inglés Sax Rohmer. Este personaje no sólo ha circulado desde
la primera mitad del siglo XX como arquetipo del malvado criminal
asiático en Europa y América, sino que en español permite
UHODFLRQDUOR FRQ HO KiELWR GH IXPDU ³(Q VX JUDQ PD\RUtD ²agrega
irónico Figueroa² eran muy afectos a estos paraísos inhalantes. La
implacable campaña anti-china los regresó a su tierra, dejándonos
como herencia maravillosa esta benéfica fuente de trabajo, favor que
QXQFDDFDEDUHPRVGHDJUDGHFHU\DSODXGLU´15
Las mitologías sinaloenses sobre el origen del narco han
circulado alrededor del mundo, por los menos, durante décadas. Las
mitologías sinaloenses, que tanto ha analizado Luis Astorga, se
mantendrán por muchos años, dado su gran arraigo popular.16 Nos
referimos a la fuerza que adquieren las historias a cuento de contarse
mil veces, y también a las relaciones de poder político y económico
que las sostienen: las grandes cantidades de dinero que trajo el tráfico
de cocaína desde finales de los 1980, la habilidad de los gobiernos
para mantener un discurso de persecución a la par de que obtiene
cantidades millonarias de recursos corruptos para combatir o colaborar
con esta actividad empresarial ilícita, la incapacidad de crear
proyectos de desarrollo en la sierra y la habilidad de los traficantes
sinaloenses para adaptarse a un mercado cambiante y competitivo.
El primer gran mito del origen del narco en Sinaloa es este que
atribuye a los chinos todo el crédito por el origen del mal. Es evidente
que los chinos sufrieron la persecución racista de los sinaloenses y
                                                                                                                     
Culiacán, Sin.: Impr. El Diario de Sinaloa, p. 24.
15

Astorga Almanza, Luis Alejandro. 1995. Mitología del "narcotraficante" en México. México,
16

Universidad Nacional Autónoma de México-Plaza y Valdés.

 
30  
sonorenses incluso después de haber colaborado con su esfuerzo al
desarrollo económico de estas tierras. Con el correr de los años y las
investigaciones, es posible afirmar que los inmigrantes chinos trajeron
consigo conocimiento sobre el opio y que, dados sus antecedentes con
el imperio inglés (recuérdense las consecuencias de la Guerra del
Opio), también trajeron su dependencia física a los opiáceos. Pero los
chinos no pudieron iniciar solos ni fueron los grandes beneficiarios de
las primeras redes de contrabando de opiáceos. Quedan muchas dudas
sobre cómo se establecieron estas primeras redes, cuál fue el papel del
gobierno y quiénes fueron los personajes que mayores beneficios
obtuvieron de estos contrabandos. Habría que profundizar en la
investigación aún de esta compleja historia. Por lo menos parte de esta
exploración debería analizar el papel de los campesinos que tuvieron
algún papel en el paso de la Revolución Mexicana por Sinaloa.
De los pocos datos que tenemos del proceso de aprendizaje de
los sinaloenses sobre la producción y el tráfico de drogas son los
vínculos entre los grandes apellidos revolucionarios de la región con
el subsecuente desarrollo industrial del tráfico. ¿Qué falló en el
discursos y los primeros años del ejercicio de poder de los gobiernos
revolucionarios que llevó a la división de esta nueva élite entre
quienes estaban metidos en el tráfico y quienes no? ¿Qué vínculos hay
entre facciones post revolucionarias que no pudieron resolver los
conflictos derivados de políticas revolucionarias más que a balazos y
abriendo la puerta a nuevas actividades económicas ilícitas? ¿Fue la
Revolución un periodo histórico de aprendizaje de habilidades que
ayudaron al inicio del narcotráfico? Estas y otras preguntas quedan en
el aire, cuando una revisa con cuidado tan prolíficas historias.
El segundo gran mito que circula sobre el origen del narco
sinaloense es el supuesto pacto con Estados Unidos para producir
opiáceos para el frente de batalla durante la II Guerra Mundial. Esta
idea es sostenida en nuestros días por muchos académicos, periodistas,
comentaristas políticos, entre muchos otros, debido a versiones como
la del intelectual y periodista sinaloense Antonio Haas, quien señaló
en 1988 que "...la siembra industrial de la amapola se inició en la
sierra sinaloense durante la II Guerra Mundial a instancias y con
financiamiento del gobierno de Roosevelt (...) Ávila Camacho accedió
a la medida propuesta (...) al terminar la guerra, los dos gobierno
acordaron ponerle fin al cultivo..."17
                                                                                                                     
17Antonio Hass, Siempre!, 23 de marzo de 1988, pág.24, citado por Astorga, op.cit., pág.63,
nota 45.

 
31  
Ha habido intentos de parte de algunos académicos por romper
FRQ HVWH PLWR VLQ IXQGDPHQWR YHULILFDEOH ³/D KLVWRULD GHO VXSXHVWR
pacto es parte de las creencias compartidas no sólo por sinaloenses de
varias generaciones, sino también por académicos nacionales y
extranjeros que le han dado crédito a pesar de la falta de pruebas
VXVWHQWDEOHV´ HVFULELy FRQ FLHUWR KDUWD]JR HO VRFLyORJR GH &XOLDFiQ
Luis Astorga en su libro de 2003, Drogas sin fronteras³1DGLHGXGD
GH ODV DVWXFLDV SDUD MXVWLILFDU \ RFXOWDU ODV µUD]RQHV GH (VWDGR¶ SHUR
hasta que se demuestre lo contrario, el supuesto pacto forma parte de
las mitologías sinaloenses sobre el tráfico de drogas, originadas muy
probablemente en las oficinas del gobierno estatal de la época o en
otros espacios locales de fabriFDFLyQGHUXPRUHV´
Los textos de Astorga es de los muy pocos donde de niega tan
extendido mito. No es extraño, por tanto que incluso desde la
academia otros autores señalen que poco se puede hacer ante la
insistencia popular en extenderlo. Nery Córdova, investigador de la
UAS, ha señalado que importantes figuras políticas del estado han
afirmado con la certeza de quien vio las cosas el afamado mito:

Aunque se ha hablado mucho sobre este pacto cuasi oficial, en realidad


no existe algún documento ni firmas explícitas en algún archivo
LGHQWLILFDGRTXHDYDOHHOµFRQYHQLR¶(PSHUR0DQXHO/D]FDQR2FKRD
procurador de Justicia en aquellos años, en el sexenio del gobernador
3DEOR0DFtDV9DOHQ]XHODKDVHxDODGRHQIiWLFR\FRPRWHVWLJRTXHµHO
DFXHUGR Vt H[LVWLy¶ ,QFOXVR DJUHJD /D]FDQR 2FKRD TXH IXH WUHV YHFHV
procurador de Justicia en tres gobiernos diferentes de Sinaloa (los
cuarenta, los sesenta y los ochenta del siglo XX), el presidente
mexicano Miguel Alemán justificaba el convenio no escrito con la idea
GHTXHODSURGXFFLyQGHDPDSRODJHQHUDEDµPX\EXHQDVGLYLVDV¶ 18

El comentario de Nery Córdova se inscribe, estratégicamente, en


la frontera entre la reafirmación del mito y la afirmación de las
realidades que el ex procurador de Sinaloa, Manuel Lazcano Ochoa
dice haber visto. Efectivamente, Lazcano arguye que los agentes
aduanales estadounidenses se hacían de la vista gorda cuando los
sinaloenses llegaban cargados de goma de opio a la frontera durante la
II Guerra Mundial, lo que le parecía algo extraño, pero no afirma
ninguna evidencia, más allá de su observación, de algún pacto entre

                                                                                                                     
18Córdova, Nery. 2011. La narcocultura: simbología de la transgresión, el poder y la muerte :
Sinaloa y la "leyenda negra". Culiacán, Sinaloa: Universidad Autónoma de Sinaloa, pp. 60-61.

 
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gobiernos.19 Al margen de esto, Córdova es efectivo en señalar la
prevalencia de los mitos fundacionales del narco sinaloense.
En 2007, la periodista sinaloense Judith Valenzuela Ortiz publicó
un artículo con un título más que evocativo para los propósitos de este
WH[WR³3DFWRVHFUHWR0p[LFR-Estados Unidos para producir drogas. En
su texto, Valenzuela repite muchas de las anécdotas y testimonios que
aquí hemos revisado, y cita como fuente la novela Tierra Blanca de
Leonides Alfaro para reafirmar la existencia del pacto México-EU
para sembrar amapola.20 También cuenta una anécdota alucinante:
Armada de valor para averiguar la verdad sobre el pacto, se
enfila rumbo a Badiraguato. El arco y el boulevar curvo de la entrada
de la cabecera municipal la reciben en un clima caliente y de calles
desoladas. La gente anda en camionetones y cuatrimotos nuevas. Sale
de allí rumbo a un poblado llamado El Sitio, como a 15 kilómetros.
Atraviesa la carretera que construyó algún hombre con su propio
dinero para llegar a su rancho cómodamente quince años atrás. No hay
señalamientos, porque este hombre era narco y no quería dar pistas a
quien lo persiguiera a su casa. A los costados de la carretera hay
tumbas, cruces, imágenes de la Virgen de Guadalupe y San Judas
Tadeo, santo de las causas difíciles. Finalmente llega a El Sitio y se
reúne con Alonso Amarillas, un hombre de 95 años conocido como
Loncho que aún recordaba los tiempos en que el narco era legal. Aún
ágil y lúcido, Loncho la recibe en su casa de adobe, sentado en una
silla de ixtle tejido en su zaguán. Contó cómo empezó a sembrar opio
enseñado por su padre Lai Chang Wong en los 1940. Dijo que este
naturalista chino tuvo hijos con cuatro mujeres sinaloenses, y que fue
contratado para enseñar a otro para que abastecieran en exclusiva a
Estados Unidos. Don Loncho suspira y sintetiza la historia:

Mi padre fue el primer hombre que trajo la semilla, sembró y


procesó la goma de opio por aquel tratado que hubo entre México y
los Estados Unidos, y enseñó a muchos a trabajarla. Se ganaba
buen dinero en aquellos años, y a eso nos dedicábamos los que
vivíamos aquí en la sierra. En esos tiempos, muchas familias
completas se dedicaban a sembrar la amapola, pues cada quien
tenía su pedazo de tierra en la sierra para eso. Luego le sacábamos
la goma, la hacíamos bola y luego la vendíamos a quien nos la
comprara. Grandes fortunas se amasaron a finales de la década de
                                                                                                                     
19 Córdova, Nery, Una vida en la vida sinaloense. M emorias de M anuel L azcano O choa,
1992, Universidad de Occidente, Los Mochis, Mexico.
20
Alfaro B., Leonides. 1996. Tierra blanca . [Culiacán, Sinaloa, México]: Fantasma Editorial.

 
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los 30 y principios de los 40. Ricas y conocidas familias que
actualmente manejan comercios importantes en el Estado, o son
dueñas de grandes superficies de tierras, tuvieron el origen de su
riqueza en el cultivo y el tráfico de drogas. A mí me fue muy bien
con las ganancias, pero yo me lo gasté todo. Me gustaba mucho la
P~VLFD \ OD FHUYH]D \ FXDQGR WUDtD GLQHUR DJDUUDED OD EDQGD SD¶
TXHPHWRFDUDWRGRHOGtD\ODQRFKH«£$KTXpWLHPSRVaquellos!

Vaya usted a saber.

 
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