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LA NOVELA DE LACAN.

DE NEUROPSIQUIATRA A PSICOANALISTA

Jorge Baños Orellana

La novela de Lacan
De neuropsiquiatra a psicoanalista

registros

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LA NOVELA DE LACAN. DE NEUROPSIQUIATRA A PSICOANALISTA

“El espíritu me empuja a hablar de cómo UNA IMAGO EN EL PORTAL · ¿WÖLFFLIN PRECURSOR Y FOUCAULT
mutan los cuerpos a formas nuevas. ¡Oh dio- DEFENSOR DE LACAN? · DOS ESQUEMATISMOS CONTRA UNA
ses!, siendo vosotros los que los habéis trans-
formado, inspirad mi tarea.”
NOVELA · RETRATOS ÉPICOS · EL BISTURÍ DE REICHENBACH Y LA
DUDA FREUDIANA · Z OOLÓGICO DEL SEMINARIO DE L A
ANGUSTIA · LOS TRILLIZOS L ACAN · L A PIEDAD DE BORRAR, LA

OVIDIO, Las metamorfosis.
DIDÁCTICA DE SUSTITUIR Y LA FICCIÓN DE RECONSTRUIR

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LA NOVELA DE LACAN. DE NEUROPSIQUIATRA A PSICOANALISTA

“Hay dos tipos distintos de mago. El primero ve el


mundo como un bullente caos y se esfuerza por imponerle
un sistema que organice los fragmentos desordenados para
convertirlos en un todo, mientras el segundo encuentra un
mundo ordenado y se dedica a examinarlo para descubrir
el principio que mantiene sus ruedecillas y engranajes en
armonioso equilibrio.”
JOHN BANVILLE, Los infinitos.

¡MIREN! ES EL PEQUEÑO JACQUES-MARIE LACAN. NO TIENE MÁS DE TRES AÑOS;


le hizo falta escalar un taburete y pegarse al vidrio para observar el
espectáculo callejero sin las interferencias de la balaustrada metálica.
Un señor robusto que lleva la cabeza cubierta con un fez acaba de
pararse a su lado. Las tramas y las formas del afuera, espejadas en los
ventanales de la segunda planta del edificio del 88 del bulevar
Beaumarchais de la ciudad de París, hacen que desde la vereda los
divisemos como dos habitantes fantasmales. Disueltos los detalles del
dibujo, el color se nos impone: la blancura del rostro adelantado del
niño, el bonete bermellón del hombre y el fondo dorado por las luces
incandescentes de la estancia, dan a Jacques-Marie un falso aire ange-
lical, a su acompañante el empaque de un obispo, y al conjunto el
aspecto de un retablo.
¿Quién es la persona mayor? Se llama Charles Baudry, es el abuelo
materno y la escena transcurre tras la puertaventana de la sala de su
departamento. No es un acontecimiento infrecuente, ya que son vecinos
muy cercanos. Jacques-Marie vive con sus padres, sus dos hermanos
menores, Raymond y la beba Madeleine, y con la gobernanta, en el
edificio de la vereda de enfrente, el del número 95. Encumbrado sobre
el taburete, ahora puede contemplarlo todo, desde el basamento
neoclásico convencional hasta el remate de los muros perforados por
chimeneas que tabican la mansarda; pero solamente un balcón imanta
su mirada.
La monotonía debida a los reglamentos municipales del barón
Haussmann vuelve a primera vista insustanciales las diferencias entre
los edificios del Beaumarchais; puede sorprender entonces que Jacques-
Marie se detenga sin vacilar frente al suyo cuando vuelve de un paseo.

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LA NOVELA DE LACAN. DE NEUROPSIQUIATRA A PSICOANALISTA CAPÍTULO 1

Tiene, o más precisamente se le impuso, una artimaña para conseguir-


lo: la de tomar como referencia el dibujo de la broza de hierro del 
portal en el que reconoce, no sin disgusto, a una reina insomne, con
los codos en jarra, los labios fruncidos de ira y los ojos inyectados de Hoy, más de cien años después, cualquier aprendiz de psicoanálisis
sueño. Cada vez que la enfrenta, una secreta ráfaga de temor lo inva- interpretará en esa identificación acechante del portal que sobrecogía a
de y se impacienta por dejar atrás la aparición. Cuando demoran en nuestro pequeño héroe la imaginería lacaniana de la madre terrible o,
abrir, le escapa figurándose situado más allá de la reja, en el espacio con más precisión, de la imago materna en su versión mortífera. Y si
inescrutable al ojo por efecto del vidrio esmerilado. Una, dos, cinco, ese aprendiz es locuaz y tiene buena memoria como para recordar los
las veces que haga falta hasta volverse realidad, Jacques-Marie sueña recovecos de “La familia”, un escrito temprano de Jacques Lacan, sa-
despierto con traspasar el obstáculo. Anticipa el eco de su correteo por brá informarnos a partir de qué momento Jacques-Marie pudo recono-
el arco de los buzones y la portería, y no se detiene hasta alcanzar el cer, en la maraña de hierro, esa inquietante solución de la reina en-
patio abierto, donde con el rectángulo del cielo como único techo crespada en vez de la de cualquier otro dibujo posible: Eso tuvo lugar
vuelve a respirar. –asegurará– después de constituirse la imago del cuerpo propio en el
estadio del espejo, y no antes de haber atravesado el destete. Pues en la
fase anterior prevalecía otra imago: la del seno materno acogedor y…
Aguarda un momento –podrá interrumpirlo un aprendiz de estética
moderna–. No hizo falta esperar a 1938 [fecha de publicación de “La
familia”] y ni siquiera al psicoanálisis para escuchar algo así. Medio
siglo antes, en Prolegómenos a una psicología de la arquitectura, de
1886, nuestro patriarca Heinrich Wölfflin decía: “Prestamos nuestra
propia imagen a todos los fenómenos: la exigencia de simetría proviene
así de la constitución de nuestro cuerpo. La asimetría produce malestar
psíquico, como si uno de nuestros miembros hubiera sido mutilado. Por
eso mismo, ante la taza del desayuno, automáticamente el lado del asa
se nos convierte en la parte de atrás de la taza, y la simetría queda
restaurada. Y si tiene dos asas, la relación se transforma, ya que encon-
tramos una analogía con nuestros brazos”.
¡Pero eso es puro neokantismo! –replicará la guardia pretoriana de
Lacan–. Wölfflin asume como dato inmediato lo que se conquista al cabo
de un largo tiempo. Por muy automáticas y universales que parezcan, las
ocurrencias de un adulto no son el punto de partida. De niños tardamos
tanto para llegar a vislumbrar el propio cuerpo en una taza como en
sostener firmemente esa taza por nuestros propios medios. Una de las
primeras cosas subrayadas por Lacan apenas pisó el umbral del psicoa-
nálisis, fue, precisamente, que lo que parece más básico e inmediato,
como el reconocimiento del propio cuerpo y el de la figura de los demás,
es una conquista tardía, eventual, frágil, reversible, y que es apenas la
antesala para que decir «yo» tenga algún asidero. ¡Eso no está en tu

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LA NOVELA DE LACAN. DE NEUROPSIQUIATRA A PSICOANALISTA CAPÍTULO 1

Wölfflin! Hasta Foucault, sobreponiéndose a las tensiones que mantenía a la vida efectiva de sus primeros y decisivos pasos, con las idas y
con el psicoanálisis, lo reconoció como novedad a la prensa, dos días vueltas, con las exageraciones de principiante, con los protagonismos
después de la muerte de Lacan: “Con él descubrimos que la filosofía y las de compañeros de ruta posteriormente olvidados y con los saltos al
ciencias humanas vivían sobre una concepción muy tradicional del suje- vacío de las primeras experiencias clínicas.
to. No era suficiente decir, con algunos, que el sujeto era radicalmente Es cierto que si permitimos que continúe, ese duelo verbal entre
libre, y con otros, que estaba determinado por condiciones sociales. Ha- principiantes de comienzos del siglo XXI pronto se convertirá en un em-
bía que buscar todo lo escondido detrás del empleo aparentemente simple brollo babélico de chicanas e infatuaciones. Pero no olvidemos que ta-
del pronombre «yo»”. Y tenía razón: no hay forma sin formación previa, les escenarios son, casi siempre, la tierra fértil en que surgen los Kant y
imagen sin construcción imaginaria, no hay Bild sin Bildung, eso debió los Lacan. Dicho esto, sería mejor regresar cuanto antes al ventanal de
haber escrito Wölfflin para verdaderamente adelantarse a... Jacques-Marie, antes de que en la discusión se suban las apuestas a
Desde luego –intercede impaciente la otra parcialidad–, puedes leer propósito del neokantismo, de las diferencias de los cinco grandes Otros
eso mismo en el último libro de Didi-Huberman, que, además, precisa: del seminario de Lacan o del acercamiento de la revista de Krauss al
“Todo artista verdadero no quiere simplemente construir la imagen de informalismo de Georges Bataille.
un cuerpo sino un cuerpo para una imagen”. Y me parece que Lacan se Ellos pretenden definir a Lacan desde los precursores y los herede-
vuelve improbable sin considerar la precedencia de… ros, lo cual es atendible; sin embargo, abrir ese abanico daría pie a una
Usted, estimado lector, que es sabio y ecuánime, a esta altura esta- novela superpoblada de personajes célebres y secundarios, asaltada por
rá con ganas de terciar entre ellos, de aclarar que el calificativo demasiadas complacencias, pleitos y contradicciones: una novela rusa
“neokantiano” carece de sentido, porque los neokantianos se dispara- escrita por un epiléptico, diría malicioso un partidario de soluciones
ron en todas las direcciones, y, sobre todo, que Kant era demasiado expeditivas.
despierto para afirmar que los aprioris de la razón son congénitos y no
una meta a conquistar. De buena gana les recordará los apuntes de 
psicología del desarrollo –parece ser eso lo que les gusta– escritos por el
bueno de Kant en su Antropología. Podría ser: “La observación de que Pero una vuelta apresurada al ventanal del bulevar podría convertirse
el niño no usa el llanto ni la risa como señal antes del cuarto mes de en un atajo para evitar el dilema narrativo de esta novela: cómo evitar
vida, parece descansar en la espera del desarrollo de ciertas representa- esos empantanamiento de listas de nombres propios y de doctrinas, sin
ciones del agravio o el beneficio, que anuncian la aurora de la razón”. dejar de contar honestamente el origen y el desarrollo de las ideas y las
O ese otro párrafo donde se detiene en el momento en que el niño deja prácticas de Lacan, que ciertamente no partieron de cero, ni avanzaron
de hablar de sí mismo en tercera persona y pasa a emplear el pronom- en soledad, ni dejaron de servirse de encuentros casuales y malos enten-
bre yo, para: “desde ese día ya no volverá a hablar de aquella otra didos, ni de ser recibidas en territorios de disputa. Porque, al respecto,
manera. Porque antes, meramente se sentía a sí mismo, ahora se piensa lo de Lacan entró en las generales de la ley: no fue de otra manera como
a sí mismo”. Aunque si usted es de pocas pulgas, preferirá mandarlos surgió el resto del psicoanálisis, la crítica de arte, la medicina, la botá-
directamente a leer Ak. I, 355-356 y Ak., XVII, 492, y si no saben de nica, la física o cualquier otra empresa de conocimiento. La cuestión es
qué está hablando, peor para ellos. Pero no se trata de eso. cómo tomar en consideración las influencias sin enredarse en una
Aquí no se trata de decir, cuanto antes y con todas las letras, la zarzarrosa de personajes e ideas tangenciales, postergando indefinida-
verdad –la de Lacan en nuestro caso–, sino de narrar la novela de cómo mente la aparición de lo original. Y cómo lograrlo sin ceder a la opera-
Lacan inicio un camino que le permitirá pronunciar algunas verdades ción inversa, la de los esquematismos.
que provocaron adhesiones y rechazos llamativos, habiendo él antes, a Porque dos esquematismo conspiran contra las novelas de forma-
su vez, pertenecido a distintas parcialidades. El propósito es acercarnos ción. Uno es el del relato épico, empeñado en elevar la estatua de bron-

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LA NOVELA DE LACAN. DE NEUROPSIQUIATRA A PSICOANALISTA CAPÍTULO 1

ce del Gran hombre y en contar el cuento de que le debemos todo y que No es que una venda en los ojos impida al esquematismo lógico ver
él no dejó deudas impagas con nadie. El retablo de Jacques-Marie junto la historia tal cual fue, sino que la juzga irrelevante. Apartándose
al abuelo Charles bien podría servirle de escenario. Mira la expresión programáticamente de cómo se forjaron, se focaliza en el resultado
de su rostro contra el vidrio, cómo frunce el ceño empeñado en una final y su validez racional. Hans Reichenbach, patrono del relato logicista,
búsqueda inédita: desde muy pequeñito, nuestro héroe observaba el admitía sin disimulo lo que dejaba de lado: “El acto del descubrimiento
mundo de una manera nueva desde la ventana de sus ojos. Pronto co- escapa al análisis lógico. No existen reglas según las cuales pudiera
menzará a nombrar las cosas con otros términos. Y después, cuando construirse una máquina descubridora que asumiera la función creado-
salga del falansterio familiar, experimentará su superioridad con res- ra del genio, pero la tarea del lógico no es explicar los descubrimien-
pecto a los otros niños pero esa verdad no lo quebrará –como le sucedió tos”. Esos misterios, agregaba, se los cedía “a la psicología”.
al niño triste del Baudelaire de Sartre–, porque Jacques-Marie consigue Consideremos el siguiente acertijo: si hasta sus treinta y dos años
pasearse como mirlo blanco sin ser vilipendiado por todos los mirlos Lacan sólo contaba oficialmente con antecedentes de una formación de
negros, y en solitario sabe complacerse contemplando con el rabillo del neuropsiquiatra de adultos, ¿cómo se explica que a los treinta y cinco
ojo la blancura de sus alas. Sus mayores no saben muy bien qué hacer haya pronunciado una legendaria ponencia psicoanalítica sobre el esta-
con tanta iniciativa y aires de superioridad; solamente nosotros, tú y dio del espejo de los lactantes de seis meses, y muy poco después haya
yo, estimado lector, estamos en condiciones de reconocer y justificar, publicado “La familia”, un denso texto a propósito de las vicisitudes de
desde la atalaya del futuro, los signos anticipatorios de la originalidad los niños en la vida doméstica? ¿Qué circunstancias vitales, qué expe-
y la grandeza en Jacques-Marie Lacan. riencias clínicas, qué libros, lecciones de maestros, argumentaciones,
Aun sabiendo de sobra hacia dónde se dirige e incluso cuál será la etc. sirvieron de puente para semejante conversión? Acertada o no, cual-
luctuosa fecha de su muerte, querrás –nos dice el narrador del esquematismo quier respuesta a una pregunta semejante es intrascendente e improce-
épico– que te cuente cómo nuestro niño fue sorteando la vulgaridad de los dente para el espíritu de Reichenbach. Él pretende una reconstrucción
otros pequeños, la perplejidad, primero, de los maestros y los profesores, de otra clase: “La epistemología no considera los procesos del pensa-
de los sacerdotes del templo de la psiquiatría médica después. Y querrás miento tal como realmente ocurrieron: considera substitutos lógicos,
escuchar otra vez la lista de sus apóstoles, la de los obstinados enemigos, reconstrucciones racionales, más que procesos verdaderos”. Respecto de
y ver de nuevo el sello de los traidores. Y no nos vengan con presuntas los epistemólogos, podrá ser; ¿pero resulta igualmente atendible que esa
influencias: él fue un fundador de discurso, una elevación súbita, incalcu- respuesta tampoco les incumba a los aprendices de psicoanálisis?
lable, salida del vientre de la Inmaculada concepción. (Apenas ironizo: es ¿Será fructífero ponerlos al corriente de qué etapas atravesó Lacan
el patrón narrativo de cómo se suele contar, en universidades y en nues- en la metamorfosis del neuropsiquiatra a psicoanalista, o es mejor in-
tras escuelas de analistas, el cuento épico de Lacan.) culcarles ordenadamente las nuevas convicciones sin mencionar de dónde
Para el otro esquematismo, el esquematismo lógico, ni siquiera hay proceden? Estamos frente a una duda incómoda heredada de Freud.
relato. Parte del axioma de que las ideas no vienen de nadie, sino de Porque en Algunas lecciones elementales de psicoanálisis, de 1938,
otras ideas, y se desentiende del embrollo de si fue tal o cual personaje, lo último que salió de su pluma, Freud se debatía entre tomar partido
y bajo qué circunstancias, el que las pronunció primero. No le incumbe por las ventajas y riesgos de persuadir, ofreciendo un teorema ordenado
el parloteo de ensayo y error de su producción; tampoco la vida social de las certezas analíticas, o de rememorar, exponiendo abiertamente la
de cómo fueron recibidas. Lo que vale, lo que las dignifica, no son los saga de cómo las obtuvo. Vale la pena citarlo extensamente: “Un autor
certificados de sangre azul de su cuna, sino la tarea de pasarlas en debe hacer claramente su elección entre dos métodos o técnicas. Es
limpio, de reconstruirlas dentro de razonamientos bien constituidos, con posible partir de lo que cualquier lector sabe (o piensa que sabe) y
las palabras justas, la fórmula nítida. Lacan llegó a esto, ni más ni considera como evidente en sí mismo sin contradecirlo ya desde el co-
menos, y no pregunten cómo. mienzo. Pronto se presentará una oportunidad para llamar su atención

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LA NOVELA DE LACAN. DE NEUROPSIQUIATRA A PSICOANALISTA CAPÍTULO 1

sobre algunos hechos en el mismo campo, que aunque le son conocidos, los seminarios orales, Lacan resulta bastante hermético. Pero se vuelve
ha descuidado o ha apreciado imperfectamente. Empezando con ellos, reprobable cuando, abusando de su posición hegemónica, el
uno puede introducir más hechos ante él de los que no tiene conocimien- esquematismo se atreve a borrar lo que no debe: las fuentes, la huella
to y prepararlo así para ir más allá de sus primeros juicios, para buscar del archivo. Es decir, a aniquilar las condiciones de posibilidad de cual-
nuevos puntos de vista y tomar en consideración nuevas hipótesis. Por quier intento de reconstrucción de un pasado en el que todavía Lacan no
este camino se le puede llevar a tomar parte en la edificación de una era lacaniano. Veamos un ejemplo elocuente. Porque no sería sincero
nueva teoría acerca del sujeto y se pueden conocer sus objeciones a ella iniciar la novela de la formación intelectual de Lacan disimulando la
durante el curso del trabajo en común. Un método de esta clase podría piedra en la boca con que vamos a narrarla.
llamarse genético. Sigue el camino que el propio investigador ha segui-
do antes. A despecho de todas sus ventajas, tiene el defecto de no hacer 
una impresión demasiado contundente sobre el que aprende. No queda-
rá tan impresionado por algo que ha visto surgir a la existencia y pasar En una de las reuniones del seminario La angustia, la del 15 de mayo
por un difícil período de crecimiento como lo sería por algo que se le de 1963, aparece inopinadamente una analogía a propósito de la
presentara ya hecho como una totalidad aparentemente cerrada. Este filogenia de los mamíferos para subrayar cierta condición de lo que
otro método, el dogmático, empieza por plantear sus conclusiones. Las Lacan designaba como el objeto a. Estamos considerablemente aleja-
premisas exigen la fe de la audiencia y en apoyo de ellas se aduce muy dos de los comienzos, él acaba de cumplir sesenta y dos años y este es el
poco”. décimo seminario que dicta en el hospital de Sainte-Anne; sin embargo,
Desde luego, está la posibilidad de una solución mestiza: es lo que para nuestros fines inmediatos puede quedar en suspenso qué cosa es eso
algunas veces hizo Freud para no avivar la mala fe de los objetores, del objeto a; lo que cuenta ahora es detenernos en el párrafo que dice
no siempre consiguiendo los mejores resultados. Lacan, por su parte, así: “Les dibujo los elementos glandulares, los lóbulos productores de
fue mucho más reservado o pesimista; evitó pintar grandes frisos ex- leche [de la madre ornitorrinco] y este hocico armado [de su cría] que
poniendo el camino seguido y narrando sus casos clínicos. Al punto ahí se aloja –todavía no está endurecido en forma de pico, como más
que si interrumpiéramos cualquiera de los largos debates en que los tarde ocurrirá–”. A esta altura (en la traducción española, en la origi-
aprendices de Lacan afilan sus certezas chocándolas contra rivalida- nal sucede ocho líneas más abajo), la edición oficial se detiene oportu-
des, para preguntarles acerca de los pasos por los cuales Lacan se namente para incluir una inserción.
volvió analista, pronto reinaría el silencio. No es que en los últimos ¿Pero cuál? Uno espera un dibujo de zoología. Idealmente, la pre-
años no se hayan develado documentos y realizado avances en tal sentación ventral de la madre ornitorrinco exhibiendo, de un lado, el
sentido, pero llegan tarde; las ofertas de los esquematismos son hoy surco por donde entra el hocico de la cría; del otro lado, la disección
hegemónicas. De ahí el apremio de que se escriba la novela de su que pone a cielo abierto los lóbulos de la glándula mamaria escondida
formación. bajo los tegumentos. Sorprendentemente, en su lugar, se planta una
No tenemos nada contra los buenos esquemas. Claros, asertivos y fórmula del álgebra lacaniano repartiendo los términos del Otro (A), el
expeditivos, resultan indudablemente una fuente de acuerdo, de norma- sujeto (S), la angustia y el objeto a:
lización, de consolidación institucional y hasta cierto punto una guía en
investigación. Y lo que no es menos importante, resultan una panacea a
la hora de tomar o dar examen. Sería necio restar méritos a quienes S A
hábilmente podan las ramas, cercenan raíces e incluso queman la si-
miente para que el tronco de una proposición lacaniana cobre visibili- a Angustia
dad y haga sentir su peso; pues es sabido que en sus escritos, incluso en

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La procedencia de esta fórmula intrusa es un misterio. En vano ras-


treamos en las versiones no oficiales de La angustia, hechas a partir de
la estenotipia de esas reuniones, las grabaciones magnetofónicas y las
notas tomadas por muchos concurrentes: por ningún lado aparece la
fórmula pegada. Resulta inverosímil que nadie la haya anotado, a ex-
cepción del encargado del establecimiento oficial. ¿De dónde la obtu-
vo? ¿Es su invención y la añadió subrepticiamente como una colabora-
ción anónima? ¿Es de Lacan, quien se la entregó solamente a él en otro
momento? ¿Pertenece a una copia con agregados que Lacan envió de
ese seminario a su hija Judith? Ninguna nota al pie aclara el enigma.
Digamos a su favor que, aunque filológicamente sea una calamidad,
para los lectores no es dañina: en sí misma es una fórmula correcta, una
buena ayuda mnemotécnica en vistas a la claridad y al redondeo del
concepto. Lástima que sustituyó al dibujo, en lugar de sumársele a con-
tinuación. Uno de los rasgos esotéricos del objeto a es que no puede figurar en
Entonces, el añadido de la fórmula vaya y pase; la eliminación ninguna de las dos caras del espejo: no es especularizable, ante todo por
del dibujo, en cambio, muestra un ejercicio discrecional del poder ser un objeto perdido. En ese sentido, esta figuración zoológica es un
editorial. Ahora bien, no se trata de un capricho solitario: señalamiento feliz, porque las mamas del ornitorrinco, comparadas con
sorprendentemente, ninguna de las versiones no oficiales que se con- las del resto de los mamíferos, son invisibles: son planas, no exteriori-
sultan comúnmente incluyen hasta la fecha (marzo de 2013) el dibu- zan su turgencia. Además, no se puede decir que pertenezcan del todo a
jo en cuestión. Aparentemente, los esfuerzos por reconstruir lo dicho la madre, en el sentido de que estén allí, rebosantes de leche, esperando
y escrito en esa reunión no dieron con nadie, entre los numerosos la llegada de la cría: por el contrario, sus tejidos sólo se desarrollan al
asistentes al seminario que habitualmente se consultan, que se toma- recibir la primera intrusión del hocico de la cría, por unos pequeños
ra la molestia de copiar la pizarra. Y no por desidia: son los mismos ojales laterales que le surcan el vientre materno. “La mama de la ma-
dre del ornitorrinco necesita de la estimulación de la punta armada que
que habían reproducido, y reproducirían aplicadamente años des-
presenta el hocico de su pequeño para desencadenar su función. Duran-
pués, decenas de esquemas sumamente complicados de espejos que
te unos ocho días, el pequeño ornitorrinco se empeña a fondo en este
reflejan espejos, de nudos de más de tres cuerdas y superficies
desencadenamiento, que parece mucho más dependiente de su presen-
topológicas. A primera vista, parece igualmente inaudito que nin- cia y de su actividad que de un funcionamiento autónomo del organis-
gún encargado de esas versiones haya tenido la ocurrencia, como en mo de la madre. Por otra parte nos da, curiosamente, la imagen de una
otros muchos casos, de subsanar la omisión a través de la ubicua relación de algún modo invertida respecto a la de la [habitual] protube-
Internet (la edición oficial es de 2004, pero las no oficiales son perió- rancia mamaria”, precisa Lacan.
dicamente revisadas y actualizadas). Doy fe de que, con un par de Se trata de una comparación feliz e irónica. Obviamente, busca
horas de paciencia, cualquiera podría pescar que Lacan tomó como sorprender, y de ninguna manera remontar biológicamente, a partir de
modelo estos dos dibujos de un clásico de la filogenia, The mammary los ornitorrincos, la filogenia de la angustia, del sujeto, del Otro o del
Apparatus of the Mammalia in the Light of Ontogenesis and objeto a... “Me dirán ustedes que un saltamontes o una sanguijuela,
Phylogenesis de Ernst Bresslau: organismo paciente de la experiencia, no sabe nada de esta dimensión

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del Otro. Estoy absolutamente de acuerdo”, había dicho en la reunión psicoanálisis, resulta ilegible en las lecturas que no reconstruyeron cuál
del 12 de diciembre de 1962; evidentemente, algunos concurrentes al era el valor de los anélidos para los neuropsiquiatras de 1930, ni el de
seminario venían tomando al pie de la letra fábulas semejantes, sin la morfogénesis de las plantas para los botánicos y los hombres de
advertir su carácter metafórico y desopilante. letras de 1930.
No lo advertían porque no compartían su mismo sentido del humor, Para resumir, y procurando ser más contundente, valga este foto-
tampoco el mismo universo de referencias, y él no solía molestarse en montaje de los trillizos Lacan:
aclararlo. Entonces, en tales trances, la sorda decisión de censurar a
Lacan era lamentablemente la menos mala de las soluciones. Esas ta-
chaduras, ¿representan costos muy grandes? No siempre, a veces sí. Y
en las ocasiones en que tales tachaduras no podían realizarse, por ejem-
plo porque se trataba de un texto enviado por él, la ignorancia, la falta
de contacto de su auditorio y de sus lectores con el mundo de donde
provenía Lacan, generaban malos entendidos indeseables, simplemente
porque impedían una trasmisión más completa o porque se entendían al
revés. Para explicarlo concretamente, pongámosle fin a esta necesaria
introducción con un último ejemplo: el de la sanguijuela.

 En el centro, está el Lacan esclarecido de la versión oficial, escri-


biendo una fórmula nítida, en vez de demorarse con dibujitos. A la
En esa misma reunión de la curiosa lactancia del ornitorrinco, Lacan izquierda, el Lacan de las versiones no oficiales, con el un brazo estira-
menciona la sanguijuela, eso no pudo tacharse. ¿Entendió el auditorio do como sonámbulo hacia una pizarra que permanecerá vacía. A la
dónde estaba la pertinencia de nombrar a ese animalito? Creo que tam- derecha, el Lacan ocupado en reproducir la lámina de Bresslau.
poco. Y ese sería un ejemplo de una pérdida menor. Y digo que creo que A juzgar por la respuesta del público allí presente, que no creyó
tampoco por lo que sucedió después, en los años noventa, en la lectura indicado copiar su dibujo, el tercer trillizo es un médico viejo extravia-
que hicieron algunos de los participantes más jóvenes y destacados de do en digresiones irrelevantes y prelacanianas. Pero como “tenían trans-
aquel seminario La angustia, al interesarse en “Estructura de los deli- ferencia” con el maestro, se las arreglaron para borrarlo o sustituirlo
rios paranoicos”, un notable artículo de 1931 del neuropsiquiatra Lacan piadosamente con una fórmula a la usanza del auténtico Lacan, po-
en que se comparan delirios con anélidos. En vez de pensar en sangui- niendo las cosas en su sitio. Relojeros habilidosos, soplan fuera la pelu-
juelas o en lombrices de tierra, auténticos anélidos, todos ellos tomaron sa o añaden el diente perdido del engranaje, y así las ruedecillas vuel-
el modelo de la lombriz solitaria, un platelminto, lo que los condujo a ven a encajar, el sistema Lacan echa a andar nuevamente. A andar con
lecturas involuntariamente cómicas. Para una novela que busque dar un tic-tac aceitado por el mandamiento de Reichenbach: “Tome en con-
cuenta de la formación intelectual de Lacan, semejante malentendido sideración los substitutos lógicos y las reconstrucciones racionales, an-
no es una pérdida menor, sino desastrosa... Demoraremos unas cuantas tes que los procesos verdaderos”.
páginas en alcanzar ese capítulo, pero se verá la importancia El caso es que el dibujo de las tetas del ornitorrinco no funcionaba
epistemológica y personal que tuvo, para el joven Lacan, desprenderse como ripio en el curso del pensamiento de esa reunión del seminario, no
del paradigma del anélido, tomado prestado de uno de sus maestros, y era un estigma de adhesiones pasadas al campo de la biología o, peor,
sustituirlo por el de la morfología botánica. Ese desenlace, decisivo en una regresión intelectual presenil de Jacques Lacan. Era un chiste
la intelección de la naturaleza de los delirios y en el pasaje de Lacan al filogenético que remitía a las coordenadas de las disputas intelectuales

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donde sucedió la metamorfosis de Lacan, y que muestra lo que él supo


hacer con la neuropsiquiatría en que se había formado. Porque no se la
sacó simplemente de encima, como se quita un abrigo pesado o se pela
y arroja al plato la piel de un durazno. Si las ocurrencias zoológicas del
seminario La angustia fueran restos de cáscara de una fruta mal mon- 2
dada, sería atendible disimularla; pero eso no cuadra con el particular
talento de Lacan para examinar el lado oscuro de la luna, para eviden-
ciar las fisuras y atraer hacia su vereda capítulos enteros de un sistema
rival.
Le queda, estimado lector, recapacitar acerca de qué trillizo se acer-
ca, a su entender, al Lacan único y verdadero. Admito que el tercer
trillizo no reproduce tal cual, sino que condensa en una sola, dos figuras LA RELIGIÓN DE LA HUMANIDAD · RETRATO DE ADOLESCENTE
del manual de Bresslau, y admito que esa imagen de Lacan corresponde CON LIBRO · LACAN CON JOYCE · PAUL GUIRAUD CONTRA EL


a una muy conocida fotografía de otro seminario dictado ocho años
ESTILO DE LA TESIS · BATALLAS PRE-EDÍPICAS · NACHTRÄGLICH ·
más tarde, porque del seminario La angustia no hay ninguna disponi-
ble. No me disculpo por haberme tomado esas libertades, sí por no
“CURO LA HOMOSEXUALIDAD EN SEIS SEMANAS” · LAS TETAS DE
haberle ennegrecido algunas canas con el Photoshop: en las páginas LA VANGUARDIA · OTRA IMAGO EN EL PORTAL · MISA NEGRA
que siguen se evitaron semejantes negligencias. Luego, si para usted el PARA EL OBJETO a · LA HOSTIA DE LA RÉVOLUTION SURRÉALISTE
recurso ficcional es en todos los casos inaceptable, no siga, apártese de
este libro que incluye algunas pocas artimañas como la recién confesa-
da. Igualmente apártese si es de los que evitan oscuridades, pues encon-
trará otras páginas más que restauran tachaduras y borran agregados
debidos a la voluntad de sistema de algunos lacanianos.
¿En qué andan, a todo esto, nuestros dos espectros del ventanal? Les
cuento: el abuelo está tomando examen al nieto acerca de dónde vive
cada uno. Siendo un juego infantil, nada puede tener de inocente.

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