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En esta vida nuestro mejor aliado y amigo somos nosotros mismos.

Aprender a
conocernos es clave para entender que debemos querernos, cuidarnos y hacernos cargos
de nuestros miedos y nuestras virtudes, para poder disfrutar en plenitud de la vida. Cuando
entendemos que debemos cargar con el peso de la existencia, el peso desaparece, no
porque sea fácil vivir, sino porque comenzamos a tener un propósito, el hacernos cargo de
nosotros mismos.

Cuando somos niños, sabemos que siempre tenemos a alguien detrás que se preocupará
de que no nos suceda nada. Siempre hay alguien que nos consuela, nos apoya y nos
anima en los momentos en que lo necesitamos.

Cuando vamos creciendo, tenemos que aprender a dejar atrás esta protección y a no
esperar que los demás, ya sean nuestros padres, nuestros amigos o nuestra pareja se
haga cargo de nuestra vida, nuestras emociones y nuestros sentimientos. Este hacernos
cargo de nosotros mismos forma parte del proceso de maduración emocional que nos va
a llevar a ser adultos desde el punto de vista emocional, no cronológico.

La madurez emocional no tiene nada que ver con la edad, y muchos conocemos a
personas adultas, incluso ya padres o madres de familia, que siguen esperando que los
demás se hagan cargo de ellos, que satisfagan sus necesidades, que cumplan sus deseos
y que los ayuden a soportar los momentos duros o de desánimo de sus vidas.

Hacernos cargo de nosotros mismos significa aprender a cuidarnos en todos los órdenes
de nuestra vida, aprender a que habrá momentos emocionalmente duros en los que no
tengamos a nadie en quien apoyarnos y deberemos ser nosotros quienes nos mimemos,
nos animemos y nos ayudemos a salir adelante.

También significa hacernos responsables de nuestra vida. Dejar de ser víctimas y de


quejarnos por todo lo que va mal y poner los medios para mejorar aquellos que
podemos mejorar y para cambiar aquello que no nos gusta. También consiste en luchar
por conseguir nuestros sueños, por nuestra felicidad, por nuestro bienestar físico y
emocional.
Por ello muchas personas encuentran gran dificultad en lograrlo. No confían en sus
capacidades, en sus fortalezas y creen que no serán capaces de afrontar su vida sin
muletas emocionales. Dejar atrás estas muletas y tener el valor de confiar en nosotros
mismos es el primer paso hacia la madurez emocional.

Tal como han afirmado psicólogos, filósofos y pensadores a través de todas las épocas, la
libertad y el miedo van de la mano. Salustiano decía:" Son pocos los que quieren la libertad; la
mayoría solo quieren tener un amo justo". Pero cuando las personas deciden hacerse dueñas
de su vida y de sus decisiones , el crecimiento personal no tiene límites.

La búsqueda de autonomía es una tendencia natural en sujetos sanos. Más aún, cuando la
libertad se restringe, los humanos normales nunca nos damos por vencidos. Desde espartaco
hasta Mandela, la historia de la humanidad podría resumirse como una lucha constante y
persistente para obtener la independencia añorada, qualquiera que ella sea. En psicología ha
quedado demostrado que las personas autónomas que se hacen cargo de sí mismas desarroyan
un sistema inmunológico altamente resistente a todo tipo de enfermedades.
Por desgracia, las personas que sufren de apego afectivo son las que más bloquean la
autonomía, porque sus necesidades son demasiado fuertes. La adicción a otro ser humano es la
más difícil de erradicar, y más aún cuando la motivación de fondo es la necesidad de
seguridad/protección. ( "Más vale mal acompañado que solo" ). Mientras el principio de la
esploración facilita la obtención de reforzadores y la pérdida del miedo a lo desconocido, el
principio de la autonomía permite adquirir confianza en uno mismo y perder el miedo a la
soledad.
Un estilo de vida orientado a la libertad personal genera, al menos, tres atributos psicoafectivos
importantes: la defensa del territorio, una mejor utilización de la soledad y un incremento en la
autosuficiencia."
El amor es un tema difícil y escurridizo y por eso asusta». Esta es una de las reflexiones
con las que el psicólogo Walter Riso comienza su libro «Amar o depender», una oda al
amor del bueno, al amor que se disfruta sin complejos y sin ataduras y en el que el camino
hacia la felicidad comienza con una máxima, la de quererse y aprender a disfrutar de uno
mismo.
Suenen a tópicos o no, el psicólogo analiza cuidadosamente todos losfactores que rodean
al enamoramiento, algo para lo que en el ámbito psicológico existe «un vacío innegable»,
incluyendo los que terminan introduciendo a los individuos en una relación caracterizada
por la adicción afectiva, por un amor obsesivo. De ahí que la publicación de Riso sea una
oportunidad para todo aquel que quiera mejorar su relación o ser capaz de crear un estilo de
vida más inmune al apego.
Con un gran trabajo detrás -ha llevado a cabo el estudio de casos durante más de veinte
años-, la obra del psicólogo es también unadosis de realidad: el amor puede doler, es muy
probable que fracase, pero siempre merece la pena intentarlo. De ahí que sea vital «amar sin
apegos y hacer del amor una experiencia plena, alegre y saludable». Estas son sus claves.
1. Entender qué es el desapego
La obra de Walter Riso comienza con un análisis muy interesante sobre una creencia
bastante extendida, la de que amor y apego deben ir de la mano. «Los hemos
entremezclado hasta tal punto, que ya confundimos el uno con el otro», explica el autor.
De ahí que Riso explique que el desapego «no es desamor, sino una manera sana de
relacionarse, cuyas premisas son: independencia, no posesividad y no adicción (...) El
desapego no es más que una lección que dice a gritos: el amor es ausencia de miedo».

Por ello, este psicólogo enfatiza la idea de que ser dueño de tu propia vida y amar a la
persona que está a tu lado es compatible y, de no ser así, si hay un desequilibrio entre
ambas formas de querer es cuando aparecen las enfermedades mentales: «El apego enferma,
castra, incapacita, elimina criterios, deprime, genera estrés...».
2. Comprender que no hay relación sin riesgo
«El amor es una experiencia peligrosa y atractiva, eventualmente dolorosa y
sensorialmente encantadora. Este agridulce implícito que lleva todo ejercicio amoroso
puede resultar especialmente fascinante para los atrevidos y terriblemente amenazante para
los inseguros», explica el autor.
Por ello, es importante disfrutar de una relación con lo que Riso define como un
«optimismo moderado», es decir, no dejarse llevar por la idea romántica de que ciertos
amores «son invunerables e inalterables».

3. Prevenir el apego afectivo


Walter Riso explica que el apego que se puede evitar y que hacerlo se trata de un proceso
que no se puede descuidar ya que siempre podemos «estar afectivamente mejor». ¿Cómo
hacerlo? Riso establece en su libro tres principios para desarollar una independencia
psicológica sin dejar de amar: la exploración, la autonomía y el sentido de vida. Eso sí, la
aplicación de los tres tiene que ser conjunta para que el impacto psicológico sea óptimo y
así ganarle el pulso a los apegos.
En lo que a la exploración se refiere, se trata de arriesgarse y evitar el estancamiento
personal e, indirectamente, de la pareja. «Amar no es anularse, sino crecer de dos a dos. Un
crecimiento donde las individualidades, lejos de aparcarse, se destacan», explica Riso. Así,
resulta básico que la persona mantenga sus inquietudes, que tenga sus actividades solo y, en
definitiva, «ser capaces de amar profunda y respetuosamente a tu pareja» y al mismo tiempo
«seguir siendo un ser humano completo y normal».
El principio de la autonomía o de hacerse cargo de uno mismo resulta esencial para que el
crecimiento personal no tenga límites. «La búsqueda de autonomía es una tendencia
natural en sujetos sanos», explica Riso. Así, si llevamos a cabo un estilo de vida orientado
a la libertad personal estaremos generando, al menos, tres atributos psicoafectivos
importantes: «la defensa de la territorialidad, una mejor utilización de la soledad y un
incremento en la autosuficiencia».
Por último, el sentido de la vida. Aquí entra en juego la espiritualidad y la capacidad de
cada uno de ser más fuerte, puesto que se pierden grandes miedos. Así, son personas que
Riso define como «duras de matar», que no suelen quedarse estancadas «en idioteces».
«Cuando un individuo ha encontrado su autorealización vocacional o trascendental,ama
con una paz especial. No es perfección, sino tranquilidad interior».
Ayer hablamos que ser conformista es quitarse la responsabilidad de encima, que
cada uno es responsable de lo suyo y debe crear su propio camino, porque decir
"Dios proveerá" no es aceptable, ya que uno debe moverse e ingeniárselas para salir
adelante.
Por lo tanto, a fin del año, cuando hagamos un balance y analicemos qué
logramos y que cosas dejamos en el camino, debemos visualizar, que es
representarnos la imagen de cómo queremos estar de aquí a un tiempo
más, que lograremos tres o cuatro metas más a corto plazo, lo que sirve para
motivarnos y evitar la apatía.
La ansiedad por llegar a los resultados es producto de la velocidad del mundo actual, hay
poca tolerancia a la frustración., pero todo requiere de un tiempo. Hay que transmitir que
nada se consigue de la noche a la mañana, no se ha encontrado el sistema de ser exitoso
rápidamente, el que desea subir de inmediato bajará de la misma forma. No se trata de
esperar indefinidamente, pero tiene que haber un lapso de evolución que debemos
esperar, porque espontáneamente las cosas no van a suceder, porque debemos tener un
plan de acción.
Parece que siempre nos hacemos la pregunta por qué los otros sí y yo no, qué tienen los
demás que no tenga yo, y resulta que todos nacimos con las mismas capacidades, pero
influye la actitud que tenemos frente a la vida. A veces creemos que el bienestar y la
felicidad es patrimonio de pocos, pero el sólo hecho de existir nos da ese derecho, pero es
una conquista propia, lo mismo que la autoestima, que no depende del dinero, ni de la
fama, sino que del juicio que nos merece la propia persona.
Y termino con una frase de un filósofo griego, que era esclavo y que sin embargo era feliz:
No es el hecho lo que altera el hombre, sino la interpretación que ese hombre hace de ese
hecho.
Las gafas oscuras de la sumisión

Creemos que la sumisión nos libera de amenazas físicas y de castigos emocionales. Y es un


convencimiento que nos lleva a darle la espalda a nuestra propia realidad hasta el punto de
olvidar quiénes somos. Es el efecto camaleón llevado a su máxima expresión.

Descubrir que cedemos hasta el punto de que llegamos a desdibujarnos no es sencillo. Hay
hábitos emocionales y mentales poderosos que se apropian de nosotros con el ánimo de
custodiar nuestra integridad, sin embargo, distorsionan la percepción de lo que ciertamente
nos llevaría a preservarla.

La primera dificultad está en el autodiagnóstico. Darnos cuenta que tenemos una tendencia a
someternos no es sencillo, aunque se encubra con actitudes brabuconas, actos de aparente
valentía, o comportamientos agresivos.

Cuando somos criados en ambientes posesivos y de excesiva dominación, una actitud sumisa
abierta o encubierta puede ser un recurso que salva nuestro pellejo, pero que nos distancia de
nosotros mismos.

Para un niño no hay mayor amenaza que la retirada de afecto por parte de sus padres. Y para
que esto no ocurra tratará de cumplir sus expectativas y en ocasiones, se hará con la carga de
dolor que lleve sobre sus hombros uno de ellos.
La incomprensión familiar, los maltratos, las exigencias desde muy temprana edad confunden
el amor con la defensa, y la supervivencia con la sumisión. Incluso si estos niños crecen y se
hacen fuertes, de adultos crearán condiciones supuestas o reales en donde se reproducen
situaciones que siguen justificando la sumisión.

Lo peor es que la persona no distingue, y percibe con prevención o no distingue la oveja del
lobo. Suele no verse cuando nos metemos en la boca del lobo en nuestras elecciones vitales.
Lo puede intuir, e incluso preguntarse por qué, o darse cuenta. Sin embargo, no consigue dejar
de hacerlo.

En su fuero interno no puede soportar la falta de afecto. Hará lo imposible por ganarse a otro,
aunque a veces crea que ganárselo pasa por atacarle o perseguirle.

Un otro que también responde al mismo código de dominación, de forma abierta o encubierta.
Con los matices que la sociedad tolera o que ahora denuncia. Y que sin embargo encierra una
complejidad que se desconoce. Permanece en la sombra de la psique personal. Y se lidia con
ella como buenamente se puede o se conoce.

La sumisión puede llegar a ser un manto muy sutil con el que cubrimos nuestras acciones y
palabras, bajo la obviedad de lo que la cultura establece y de los roles que tradicionalmente se
asumen. Sin embargo, debajo de ello hay un conflicto de identidad profunda que distorsiona el
ser uno mismo y el relacionarse si hacerse daño unos a otros.

Pueden ser indistintamente la mujer o el hombre quienes adopten la actitud de sometidos o


sometedores. En el vínculo amoroso los mandatos sociales se transforman y adquieren
características particulares que tienen más que ver con la historia personal de cada integrante
que con la historia general de la sociedad en que esa pareja está inmersa.
En la cercanía de la relación afectiva no siempre es fácil detectar el sometimiento de uno de los
miembros ya que esté aparece “disfrazado” o “justificado” en nombre del amor. Sin embargo,
se trata de un abuso de poder injustificable en tanto, paradójicamente, no aparece como tal,
sino como un exceso de amor. En las viejas publicidades puede verse a una mujercita
abnegada fregar pisos, lavar cortinas, atender niños y esperar al marido con las pantuflas para
que descanse en su sillón preferido como si fuera el único de los dos integrantes de la pareja
que tuvo un día de arduo trabajo. Sin embargo, el sometimiento que se da en la relación de dos
no necesariamente es masculino y, además es muy más sutil y menos detectable.
¿Qué es el sometimiento? ¿Cómo se reconoce?
El sometimiento se produce sobre la base de una pareja profundamente asimétrica en la que
uno de sus dos integrantes establece pautas y reglas de manera unilateral y el otro siente la
angustiante sensación de que no le queda más remedio que acatarlas aunque estas reglas le
resulten injustas, absurdas y le provoquen sufrimiento.
La sumisión puede recorrer una amplia gama de grados, desde las restricciones leves –pero
restricciones al fin- hasta el silencio total del sometido. En una pareja hay una relación de uno
de los miembros si:
 Por definición, la sumisión tiene que ver con la falta de independencia de uno de los
integrantes que se va volviendo, paulatinamente, una suerte de “esclavo afectivo” del otro.
 Hay uno que se arroga el derecho de tomar las decisiones ya sean de orden económico o
existencial.
 Hay uno que es el que tiene el derecho a la palabra, mientras el otro debe obedecer y
callar.
 La relación se sumisión se va “naturalizando” con el tiempo, como si fuera lógico que las
cosas funcionaran de esa manera. Y hasta tal punto se “naturalizan” que tanto el
sometedor como el sometido dejan de percibir claramente el rol que ejercen. También el
sufrimiento del sometido se “naturaliza”, de modo que llega a tomarse como algo que
“debe ser así” porque, inconscientemente, el sometido cree que merece vivir y sufrir como
lo hace.
 El sometimiento no necesariamente se da bajo una forma de violencia explícita (gritos,
desvalorizaciones, incluso maltrato psicológico y físico). También existen formas sutiles del
sometimiento difícilmente detectables por el entorno de la pareja. Por ejemplo, el sometido
siente temor a “equivocarse” en una decisión determinada, se siente obligado a consultar
todo, sólo se viste de la forma en que sabrá que será aprobado por su pareja, deja de
frecuentar a las personas que a su pareja le molestan, teme contradecirlo y rara vez se
anima a manifestar su desacuerdo.
La química de la sumisión: complaceme, complaceme, complacemee.
En una relación de sumisión hay un mensaje de base, una orden que es, “complaceme
no importa el precio que debas parar por ello porque yo estoy para ser complacido y vos
sos sólo el vehículo para lograr sea complacido”. La sumisión es una de las formas de
expresión de cierta “toxicidad” existente en la pareja . Una pareja tóxica es aquella que, de
diferentes formas, quita oxígeno, enrarece él vínculo y lejos de enriquecer la vida de sus
integrantes, la empobrece con elementos que van de celos excesivos e injustificados a
actitudes autoritarias. No se trata de que ambos componentes o uno de ellos sean tóxicos
en sí mismos, sino que la toxicidad se da en la interrelación entre ambos.
La sumisión es una manifestación de toxicidad. ¿Cuáles son sus causas?
 La combinación de una personalidad con deseos de dominación con otra que, por diversas
circunstancias, tiene las “defensas afectivas” bajas.
 El temor al abandono es una de las causas frecuentes de la sumisión. Si alguien
experimenta pánico de que lo abandonen, necesariamente admitirá cualquier cosas para
que esto no suceda. Y si, además, su pareja tiene tendencias autoritarias, las condiciones
para una relación sumisa están dadas.El temeroso de ser abandonado hará todo lo que
esté a su alcance para complacer al otro, aunque jamás lo logrará porque para que
el vínculo funciones en la sumisión, la parte autoritaria debe mostrarse siempre
insatisfecha estimulando de esta forma el temor y el deseo de complacer del otro.
 La baja autoestima. Una persona que no se quiere y se respeta a sí misma no se creerá
merecedora de ser querida y respetada. Por lo tanto, admitirá como “natural” que su
“voz y su voto” tengan menor valor en la pareja que la voz y el voto de su
partenaire. Es más, en ocasiones, puede resignarse, sencillamente, a no tener ni voz ni
voto.
 El deseo infantil de complacer para ser premiado. Quien busca complacer al otro, está
buscando, en realidad, complacer a alguien de su pasado, seguramente a alguien de su
familia de origen. Se trata, por lo tanto, de una conducta regresiva que retrotrae a quien la
ejecuta a la niñez que cronológicamente ha abandonado hace tiempo.
La buena noticia: salir de la sumisión es posible
Afortunadamente, las parejas, por tóxicas que sean, tienen capacidad para reciclarse. El
primer paso para lograrlo es tomar conciencia del problema. Si alguien de los dos sufre en
la pareja, señal de alerta: algo no está bien. Una pareja no debe generar sufrimiento. El
segundo paso consiste en quebrar el círculo vicioso para entrar en un círculo virtuoso
de funcionamiento. Esto sólo puede lograrse cambiando algunos elementos
aparentemente sin importancia pero que traerán una importante reacción en cadena. El
tercero consiste en comenzar a desautomatizar la sumisión, es decir en comenzar a
sentirse merecedor/a de las mejores cosas de la vida. El cuarto y último, en estar
dispuesto a realizar pequeños cambios para lograr grandes efectos y no dejar de hacerlo
un solo día.Los buenos resultados están garantizados. Revertir el problema de la sumisión
y reciclar una pareja tóxica es una tarea absolutamente posible aunque a primera vista
pueda parecer lo contrario. Todo consiste en realizar pequeños cambios capaces de
transformar el círculo vicioso en virtuoso e ir profundizando los cambios los hasta
volver a estrenar una pareja flamante, libre de polución afectiva y en la que ambos
integrantes puedan respirar el aire puro del apoyo mutuo, la comprensión y el respeto.
Tips para acabar con una relación de sumisión
 Prepárese para un cambio total de vida a través de la introducción de pequeños cambios
diarios.
 Fortalezca su autoestima permitiéndose frecuentar a aquellas personas que quiere y le
hacen bien y realizando las actividades que lo gratifican.
 Establezca pequeños bolsones de independencia. Por ejemplo, si deja de vestirse para
complacer a su pareja e introduce su gusto personal en la elección de sus prendas y “se
banca” la desaprobación de su partenaire amoroso, habrá dado un importante paso
adelante.
 Abandone la respuesta inmediata a la orden implícita de complacer al otro. Esto le
dará un tiempo de respiro para pensar y también para comprobar que el mundo no se
derrumba porque usted no haya de inmediato lo que su pareja quiere.
 Aprenda a escuchar sus voces interiores. Antes de acceder a su pareja le pide, trata de
establecer si eso es realmente lo que usted quiere.
 Piérdale el miedo a las discusiones. Aunque el desacuerdo tiene mala prensa, muchas
veces fortalece las relaciones.
 Deje de lado la culpa que le produce no satisfacer a su pareja en todo. Los
autoritarios saben trabajar sobre la culpa –muchas veces lo hacen de manera
inconsciente- para dominar a la otra persona.
 No pida permiso. Siga sus gustos y corazonadas sin consultar todo.
 Introduzca un factor sorpresa que cambie por completo las coordenadas de la
relación. Por ejemplo, anuncie que se tomaré tres días para pensar y que realizará un
breve viaje para estar libre de influencias. La seguridad que su pareja tiene se
resquebrajará necesariamente de este modo y comenzará a vislumbrar que no es posible
“apropiarse” de usted, que todos tenemos libertad de decisión.
 Recupere la alegría haciendo lo que le gusta. Una persona alegre es más fuerte que
una persona triste.
 No admita cuestionamientos a sus decisiones. Pero tampoco se preste a discusiones.
Sencillamente diga NO y manténgase en esa actitud.
 No tome como definitivas las decisiones de su pareja. Tenga en cuenta es posible
negociar y que usted no tiene por qué aceptar decisiones unilaterales. Pero también usted
debe conocer sus propios límites y defenderlos. Si para usted hay temas que no son
negociables, por ejemplo, su relación con sus amigos, la dedicación a su carrera o lo que
fuera, sepa que nadie puede obligarla a negociar. Simplemente, defienda su posición.
 Ante cada nuevo tema que surja, establezca pre-acuerdos con su pareja que no tienen por
qué ser unilaterales.
 Fortalezca su autoestima porque de esa forma perderá el temor excesivo al
abandono. Si se prueba que usted vale por usted mismo y que puede llevar adelante su
vida sin que otro le escriba el libreto de su vida, habrá dado un paso adelante muy
importante.
 Reenamórese poco a poco de la libertad de decisión y demuéstrele a su pareja que los
términos del contrato han cambiado y que no está dispuesto a ceder.
Mujeres que renuncian a la igualdad, en la que han podido ser educadas, para
evitar disputas o conflictos con su pareja, y que el planteamiento es el no
asumir responsabilidad. Sumisión y entrega de la mujer como panacea para
que una relación de pareja funcione; no muy diferente de aquello que
observamos que sucede en culturas islámicas que marcan el camino que les es
más sencillo y fácil; que sea la mujer la que renuncia a ciertos derechos en
pro del hombre.

Aunque no voy a entrar en juzgar u opinar, que ya podremos analizar en otro


artículo, mi pregunta es la siguiente ¿Para que una pareja funcione
plenamente tiene una de las partes que renunciar a ser sí mismo o ser
sumisa?, ¿A que os referimos cuando hablamos de funcionar?, ¿A no
discutir?
En una relación es necesario el equilibrio entre esas dos fuerzas distintas que son los dos
miembros de la pareja. Un equilibrio que se traduce en espacio propio, toma de decisiones
conjuntas y, sobre todo, respeto. Tampoco nos olvidamos del amor, o del exceso de amor,
cuando tanto mujeres como hombres terminan sometidos a sus parejas. Cuidado con
la sumisión en la pareja.
Parejas sumisas
Dejando a un lado connotaciones sexuales, una persona sumisa es una persona sometida,
dependiente, anulada. Conviene dejar esto bien claro porque aún hay personas que creen en
la sumisión de uno de los dos miembros de la pareja, preferentemente la mujer. Es evidente
que la sumisión en la pareja la ejerce más habitualmente la mujer, porcuestiones
culturales que deberían estar superadas pero no lo están. Sin embargo, también se dan casos
de sumisión por parte de hombres.
En cualquier caso, la sumisión es una de las principales características de una pareja
tóxica. Es cierto que la sumisión suele ir acompañada de un exceso de amor, de una
necesidad de amor, de complacencia, a la vez que resta discusiones de pareja. No hay
malentendidos en una pareja sumisa. Uno dicta y el otro acata. Pero la sumisión no es
indicativo de una pareja feliz, sino todo lo contrario.
Porque el sometimiento a una persona, aunque sea voluntario, aunque no entren en juego
manipulaciones, ni violencia, ni siquiera chantajes emocionales, acaba por destruir a la
pareja. Primero destruye al sometido, anulándole como persona. Y más tarde termina por
destruir a la pareja porque pocas personas pueden amar a alguien que no se ama a sí mismo.
Los motivos de la sumisión en la pareja
Nos preguntamos cómo una persona renunciaría a ser quien es por amor. Entendemos que
se pueda renunciar a un lugar, a ciertas costumbres, a algunos hábitos...pero renunciar a la
propia personalidad, eso no es saludable. Eso ni siquiera es amor. Una persona sumisa lo es
principalmente por dos motivos: la falta de autoestima y el miedo a la soledad.
Con la autoestima baja una persona se considera insegura, poco merecedora de ser amada,
ya que ni siquiera se ama ella misma. Así que cuando encuentra una pareja, expresa ese
agradecimiento y sorpresa en forma de sometimiento. Complacer a su pareja en todo y a
costa de cualquier cosa parece la mejor forma de no ser abandonada para esas personas a las
que lesaterroriza la soledad.
Cabe preguntarse por el otro miembro de la pareja, por el que no es sumiso, por el que
acepta la sumisión del otro. No debe ser muy desagradable dejarse mimar, ser el centro de
atención y ver satisfechos los deseos de forma inmediata. Pero entonces no estaríamos
hablando de una relación de pareja. ¿Verdad?

Cómo es una persona sumisa?

Es una persona que se deja dominar por otros y lo acepta. Es una persona
que aprendió a ser obediente, subordinada, dócil, manipulable, rendido,
subyugado. Puede ser un hombre o una mujer.

La persona sumisa elige a quien someterse. Es decir la persona sumisa se


entrega. Necesita que alguien les diga a dónde ir.

En el fondo desea ardientemente la severidad, determinación, disciplina,


y control. Nadie somete a nadie sin una entrega voluntaria.

Por qué entregamos nuestro poder personal?

Por para una persona sumisa sus necesidades personales son


desconocidas

Qué hacer para intentar superar una dependencia? Según asegura Castanyer:
"Hay que aprender a superar el miedo a perder a la otra persona, es decir, Yo soy
yo y tú eres tú y tener claro que nadie va a poder cubrir nuestras necesidades
afectivas, sólo nosotros podemos hacerlo.
Pero para aprender a ser yo, explica la experta, hay que aprender a cuidarnos y
reconfortarnos. A respetarnos y afirmar nuestros derechos de forma asertiva. A
hablarnos de forma respetuosa y confiada, a tener claros cuáles son nuestros
valores y confiar en ellos, a aprender a tomar decisiones basadas en criterios
propios. Por último, hay que confiar y guiarnos por nosotros mismos. Porque uno
no nace dependiente, sino que nos han enseñado a serlo. Por eso, al estar
hablando de un aprendizaje, concluye que "se puede re-aprender a ser
independientes y a confiar en nosotros mismos".
La dependencia emocional es una mezcla potente de muchos miedos: miedo a quedarte sola, miedo
a no merecer ser amada, miedo al compromiso, miedo a enamorarnos, miedo a la traición, miedo a
que nos dejen de querer. El peor de todos ello es el miedo a la soledad, de hecho en casi todas las
películas, las protagonistas están solas. No tienen redes de afecto a su alrededor que las ayuden, por
eso necesitan príncipes azules. Nunca aparecen con sus madres, hermanas, abuelas, tías, primas,
amigas, vecinas…. El aislamiento las hace más vulnerables y más necesitadas de amor, porque su
felicidad depende de una sola persona.
El miedo a la soledad nos lleva, en ocasiones, a apresurarnos a la hora de elegir una buena pareja. Es
demasiado doloroso enamorarse de alguien y darse cuenta de que no lo conocíamos con profundidad,
que nos equivocamos, o que nos engañó, así que es importante que conozcamos bien a la persona,
tomarnos un tiempo para poder analizar si la relación que vamos a iniciar merece la pena, para poder
saber si la persona que nos gusta tanto realmente es tan maravillosa, si el balance de virtudes y defectos
te compensa… Para eso necesitamos la observación, el análisis, y el tiempo para elaborar toda la
información que nos llega a través de las palabras y el comportamiento de la otra persona.
Necesitamos, también, opiniones externas para contrarrestar nuestra intensidad en el autoengaño, y
trabajar con una duda fundamental: ¿es buena persona?, ¿tenemos ambos herramientas para construir
una relación bonita?
Otra de las claves de la dependencia emocional es la incapacidad para dejar el pasado atrás, la
carga de traumas y carencias que arrastramos desde la infancia. No es fácil, pues algunas de nosotras
tenemos que trabajar en ello durante muchos años, o toda la vida, para poder hacer borrón y cuenta
nueva. No podemos pedirle al amado que nos cure, o que asuma nuestros problemas o carencias, o
que nos proteja de los dolores y los miedos que nos habitan por dentro. El trabajo tenemos que hacerlo
nosotras mismas, el camino hacia la sanación o la superación es nuestra responsabilidad, y tenemos
que emprenderlo con alegría, con fuerza, con ganas de liberarnos de todas las cargas del pasado para
caminar con ligereza por nuestro presente.
Para evitar la dependencia, es importante también construir relaciones equilibradas, y horizontales.
En las relaciones de dependencia, tendemos a situar a la otra persona en un pedestal y a sentirnos
inferiores a ella. Somos capaces de sacrificarnos por el otro, tratar de agradarle continuamente,
aguantar ciertas situaciones dolorosas, comportarnos con sumisión ante cualquier conflicto. Somos
capaces, también, de asumir toda la carga doméstica, de crianza y educación para liberar al otro de sus
responsabilidades, sin preocuparos por nuestra salud y nuestra necesidad de descanso. Somos capaces
de renunciar una y otra vez, de ceder siempre o casi siempre, de darle todo el poder a la otra persona
para que permanezca junto a nosotras, para que no haya problemas, para que establezca las reglas del
juego amoroso. Pero todo esto tiene un coste, aunque esté invisibilizado, y no nos sirve para construir
relaciones igualitarias.
Y ahí entonces nos damos cuenta, de pronto, de que al depender de alguien perdemos parte de nuestra
personalidad. Descubrimos que no nos mostramos tal y como somos, aunque se hayan enamorado de
nosotras. Al empequeñecernos perdemos atractivo, aunque lo hacemos pensando que así puede que
nos amen más. Al entrar en la estructura de la dependencia podemos llegar a transformamos en seres
débiles, infantilizadas, victimas y victimistas que mendigan amor y atención, y generalmente
recibimos lo contrario, pues el masoquismo de una persona alimenta el sadismo de otra en este tipo de
relaciones desiguales.

Cuando perdemos toda nuestra autonomía para que nos quieran más, estamos cayendo en una
trampa: pues anularnos como personas no nos hace más sexys, sino más aburridas y predecibles: la
gente normalmente se enamora de personas alegres, activas, con iniciativa, con energía vital para
moverse por el mundo. Al anularte, eliminas también todo eso que te hace ser tú y que enamora a la
gente que te conoce.
La dependencia emocional nos lleva a sentirnos poco merecedoras del amor, por eso surgen los
celos y el afán de posesión. Cuanto más inseguras estamos y más complejos tenemos, más necesidad
de control tenemos sobre la otra persona. Cuanto más miedo nos posee, más necesidad de aceptación
y reconocimiento continuo sentimos. A veces ocurre que nos cuesta creer que alguien quiera
permanecer a nuestro lado, a veces nos prohibimos el derecho a disfrutar del amor. Por miedo a no
que nos dejen de querer, no podemos ni disfrutar de que nos quieran en el presente.
El amor solo tiene sentido, creo, si nos liberamos de los miedos, y amamos desde la libertad. Un
amor no basado en la dependencia es aquel en el que podemos querer sin perder nuestra personalidad,
sin renunciar a nuestra autonomía, sin establecer relaciones de dominación y sumisión con la otra
persona.
Para poder querer desde la generosidad, el respeto, el cuidado mutuo y el amor profundo tenemos
quequerernos a nosotras mismas, lo que supone también aceptarnos y trabajar para mejorar lo que
no nos gusta de nosotras. Practicar la autocrítica amorosa consiste en analizarnos con cariño para
conocernos mejor a nosotras mismas e identificar las claves de nuestra inmensa necesidad de afecto
que nos hacen ser dependientes de las personas a las que queremos.
Siendo consciente de aquello que nos limita a la hora de construir relaciones bonitas, será más fácil
trabajar para aprender a relacionarnos desde la libertad y no desde la necesidad, para aprender a
disfrutar de la soledad y de la compañía, para disfrutar de la vida tengamos o no pareja.
Otras claves para superar la dependencia emocional:
-Ser tú misma. La gente se enamora de ti, por lo tanto es fundamental que sigas siempre siendo tú.
Además, independientemente de que te amen o no, sigues siendo siempre una bella persona y hay
mucha gente que te aprecia y te quiere.
– Amar como adultas: tenemos que aceptar y cultivar nuestra autonomía, no delegar
responsabilidades propias, no esperar que los demás nos cambien o nos mejoren la vida. Aprender,
en fin, a querernos, a tomar decisiones sin miedo, a respetar los pactos con una misma, a tomar la
iniciativa, a equivocarnos, a volverlo a intentar.
– Construye tu relación amorosa con el mismo amor que construirías tu casa si pudieras. Elige un
buen compañero, establece unos pactos para la convivencia y el reparto igualitario de tareas y roles, y
que las bases de vuestra relación sean siempre el respeto, la igualdad, el equilibrio, y el cuidado mutuo.
-Hazte de vez en cuando estas preguntas: ¿soy feliz en mi relación?, ¿tengo mis espacios y tiempos
propios?, ¿cómo resuelvo los problemas con mi pareja?, ¿estoy acostumbrada a tomar decisiones, o a
que mi pareja las tome por mi?, ¿me siento querida?, ¿el intercambio de cuidados y cariño es
equilibrado o está descompensado?, y ¿qué podría hacer para mejorar, cambiar la situación o salir de
ella?.
-Aprende a decir no: nadie va a dejar de quererte si te niegas a hacer algo que no te gusta, si expresas
una opinión contraria, si no cumples las expectativas sociales, si tomas tus propias decisiones, si
defiendes lo que sientes o lo que piensas, si pides respeto hacia tus posiciones. No tienes por qué tener
miedo al conflicto: se puede discutir con alguien sin hacerse daño, dialogando, hablando con
sinceridad y cariño. Nadie va a dejar de quererte si dices No, si te sales del papel que te habían
asignado…
-Atrévete a romper: deja atrás el pasado, acepta las pérdidas, y explora las nuevas etapas que se abren
en tu vida. Atrévete a tomar decisiones, y no tengas miedo a los cambios. Solo dejando atrás lo antiguo
podremos abrir las puertas y las ventanas hacia lo nuevo, lo que está por venir.
-Aceptar las pérdidas: la gente nos acompaña en el camino de la vida, a veces durante años, a veces
menos tiempo, pero nadie recorre con nosotras completamente todo nuestro paso por este mundo. Así
pues, aunque es doloroso, es importante seguir caminando, bien sola, o bien acompañada.
– Mejor soltera que mal acompañada: cuando estás en una relación de dependencia te resulta muy
difícil pensar que podrías enamorarte de nuevo y encontrar un compañero estupendo. O te cuesta
imaginarte sola y feliz porque crees que no puedes valerte por ti misma. Sin embargo, es cuestión de
aprender lo que no sabes, y de abrir la mente a una nueva etapa de tu vida. Las relaciones amorosas
son para ser disfrutadas, y si estás sufriendo, mejor acabar una relación dañina que permanecer en ella
durante años. La soledad es buena también para ordenar ideas, para empezar de cero, para repensarse
e inventarse, para fortalecer la autonomía propia, para conectar con una misma. Además, sin pareja
siempre es más fácil conocer otra gente para acompañar y sentirnos acompañadas; y es más fácil crear
redes de afecto duraderas y diversas.
-Pregúntate de vez en cuando, también: ¿cómo se sentiría tu pareja si lograses aumentar tu
autoestima y empoderarte?,¿ si dedicases más tiempo a cultivar tus aficiones, o a cuidar a tu gente
querida?, ¿cuál sería su reacción si empezases a decir lo que opinas y sientes sin miedo?, ¿crees que
tu pareja sería feliz si te viese feliz, trabajando tu autonomía para no depender tanto de él?, ¿crees que
podrías compartir ese proceso con tu pareja, que te respetaría y te animaría a ser independiente?.
–Desintoxicación emocional: de vez en cuando es bueno estar sin pareja, y tomarse vacaciones
sentimentales. Piensa en la cantidad de tiempo y energías que se nos van en las relaciones: estos
descansos te vendrán bien para reorganizar tus pensamientos, para estar un tiempo tranquila, o para
llevar a cabo grandes proyectos… utiliza tu energía amorosa para hacer más felices a los demás o a ti
misma.
– Solas no podemos: juntas, sí. Rodéate de mujeres, únete para trabajar por la independencia y la
autonomía de todas. Llena tu vida de gente, de aficiones y pasiones personales. Aprende a disfrutar
de tu soledad, y de la compañía. Conoce gente nueva, cuida a la gente de siempre. Diversifica afectos
y únete a grupos de personas que se juntan para aprender, para compartir aficiones o pasiones, para
construir, para luchas por tus derechos, para celebrar la vida.
——— ♥ ———

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