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Nueva Corónica y Buen Gobierno de Felipe Guaman Poma de Ayala

La Nueva Corónica y Buen Gobierno se terminó de escribir en el año 1615 supuestamente cuando
Felipe Guaman Poma de Ayala tenía 80 años de edad. No obstante, a partir de lo escrito en la obra
uno puede encontrar que el autor fue testigo de una parte de todos los acontecimientos que
ocurrieron durante el siglo XVI en el Perú. Así, el texto se presenta como una denuncia al Rey de
España de todo lo que estaba aconteciendo en las “Indias del Perú”.

El texto como se puede apreciar es un conjunto de narraciones históricas de pretensiones


universales hasta la narraciones que describían como había sido el Imperio Incaico en su
momento, como ocurrió su caída y como fue el proceso de implementación del sistema colonial en
el Perú. De tal manera que se estableciera un continuum entre todas las diferentes historias, se
puede decir que es un intento por unificar y crear una historia universal desde la perspectiva de un
noble peruano.

Así, el texto comienza presentándonos las cinco edades del mundo donde Guaman Poma unifica
la historia del relato bíblico con la historia de Europa y la del Imperio Incaico:

 Primera edad: Desde Adan y Eva hasta Noe y sus hijos


 Segunda edad: Desde Noe hasta Abraham
 Tercera edad: Desde Abraham hasta el Rey David
 Cuarta edad: Desde el Rey David
 Quinta edad: Desde el nacimiento de las culturas: griega, romana, persa, etc., el
nacimiento de Jesús y el inicio del imperio Incaico.

Sobre ello, es curioso que las cuatro primeras edades estén referidas íntegramente a los relatos
bíblicos, mientras que la última edad, la quinta, es la que establece la conexión de las diferentes
historias.

Posteriormente, nos presentará una historia del Vaticano, de tal manera que la relación de papas
que se suceden unos a otros queda armonizada con eventos que ocurrieron en el siglo XV como el
descubrimiento de las “indias del Perú” y su correspondiente conquista, así como también la
muerte del Inca Atahualpa con quien culmina dicha historia.

Finalmente, el autor presenta las cinco edades de la generación de los indios que precisamente es
la historia de las “Indias del Perú” pero relacionada al relato bíblico, donde lo que se busca es
justificar que los hombres de estas tierras compartían el mismo origen que los españoles. Así
tenemos:

 Uari Uiracocha Runa: que corresponde a los descendientes de Noe que después del diluvio
se establecieron en las “Indias del Perú” pero que durante su estancia se fueron olvidando
de su fe, quedando únicamente resquicios de esta en los ritos que estaban asociados a la
idea de un dios uno y trino pero sin referirse al dios cristiano. No obstante, se afirma que
de ellos salen los cápac apo o señores grandes, mientras que de sus bastardos salieron las
“gentes bajas”
 Uari Runa: que corresponde a la descendencia de los indios Uari Uiracocha Runa, pero
que tenían menos conocimientos que la anterior generación, por ello se afirma que se
vestían con hojas y no sabían ningún oficio. Sin embargo, a nivel religioso el autor afirma
que ellos no adoraban a ninguna huaca o ídolos.
 Purun Runa: que corresponde a la descendencia de los indios Uari Uiracocha y los Uari
Runa, pero que a diferencia de los anteriores estos si cuentan con vestidos y conocen
diferentes oficios, construían casas, y existía una organización política y social. A nivel
religioso adoraban a dios creados como los indios Uari Uiracocha Runa. Es en esta época
en que Guaman Poma nos presenta una estructura social bastante interesante:
o Un rey
o Cuatro emperadores – Pacarimoc Capac Apo
o El señor de 10,000 indios – Huno Apo
o El señor de su partido – Guamanin Apo
o El señor de 1000 indios – Guaranga Curaca
o El señor de 500 indios – Pisca Pachaca Curaca
o El mandón de 100 indios – Pachaca Camachicoc
o El mandón de 50 indios – Pisca Chunga Camachicoc
o El mandón de 10 indios – Chunca Camachicoc
o Mandoncillo de 5 indios – Pichica Camachicoc
o Indios que hacían merced al rey - Allicac
 Auca Pacha Runa: Siguiente generación de los indios construyeron fortalezas e inventaron
armas, eran personas muy belicosas y se quitaban sus propiedades y sus mujeres. A nivel
religioso adoraban al dios creador igual que los primeros indios, por tanto no adoraban a
ídolos ni huacas.
 Ingas: Es la última generación y se consideran hijos del sol, el primer Inga Tocay Cápac no
adoraba ídolos ni huacas, esta práctica religiosa comenzó a desarrollarse con el siguiente
Inca. Durante la quinta edad que corresponde al periodo Inga, se menciona que durante el
gobierno de Sinchi Roca se produce el nacimiento de Jesucristo, así como también se
produce la visita de San Bartolomé al Collao donde convirtió a un indio hechicero, luego de
encarar a su ídolo, y entregándole finalmente la Cruz de Carabuco.

Precisamente, en esta quinta generación de los indios o la edad de los Ingas, el autor hace un
recuento de todos los Ingas que hubo en el Tawuantinsuyo, luego todas las Coyas y finalmente los
capitanes. Respecto a este último grupo el doceavo capitán es relevante pues se trata del abuelo
de Guaman Poma: Capac Apo Guaman Chaua Chinchay Suyo.

Posteriormente, se detallan las ordenanzas dictadas por Tupac Inca Yupanqui de las cuales, según
el autor, el virrey Francisco de Toledo recogió algunas normas. Y es que dichas normas se
caracterizan por establecer la organización del Tawuantinsuyo de las cuales el Virreynato recogerá
algunas figuras como la del escribano público de cada pueblo que era denominado llactapi
quipococ camachicoccuna mandoncillos. Otro aspecto es la visita general de los indios que es una
forma de mantener ocupados en ciertos trabajos a los indios, además de servir como un sistema
de control de población, pues este sistema se divide en diez grupos denominados calles:

 La primera calle, corresponde a jóvenes de treinta y tres años que pueden servir de
militares
 La segunda calle, corresponde a indios mayores entre los sesenta años y setenta y ocho
años que eran designados a trabajos en la chacra, a traer leña y paja y a la limpieza en la
casa del Inca o de algún señor o principal.
 La tercera calle, le corresponde a los indios mayores de ochenta años a quienes les asignan
labores menores como portero, crianza de animales pequeños, etc.
 La cuarta calle le corresponde a los enfermos y lisiados.
 La quinta calle que corresponde a indios que tenían entre dieciocho y veinte años.
 La sexta calle le corresponde a los indios que tienen entre doce y dieciocho años.
 La sétima calle corresponde a indios entre los ocho y doce años
 La octava calle le corresponde a indios entre los cinco y ocho años.
 La novena calle le corresponde a los niños de uno a cinco años
 La décima calle donde se consideran niños recién nacidos y menores de un año.

Asimismo, este mismo esquema de visitas lo encontramos con las mujeres, siendo clasificadas en
diez calles de acuerdo a edades y distribuyendo el trabajo en función a ello.

Posteriormente, Guaman Poma nos hablará de la religiosidad de los Ingas. En esta parte
mencionara algo importante respecto a Topa Inga Yupanqui y es que éste Inca tenía la
particularidad de hablar con las “uacas”, las piedras y los demonios. Esto tiene que ver con el
animismo que era muy común en ellos. Respecto a estas conversaciones entre el Inca y las uacas e
ídolos, éste podía tener acceso a información del pasado y del futuro, es así que recibe la noticia
de que los españoles o uiracochas iban a llegar a gobernar estas tierras, por esta razón el pasó a
denominarse “Uiracocha” Inga. Por otro lado, el Inca contaba con dos hechiceros que le permitían
hablar con un demonio más grande denominado Supay.

Asimismo, se menciona que dicho Inca iba a ser reemplazado por Guayna Capac Inga, quien
también intentó comunicarse con las huacas, piedras y demonios, pero al no recibir respuesta de
ninguno de ellos, decidió matar a las huacas menores. Frente a ello, una de las huacas mayores,
Pariacaca, habló y señalo que no había lugar para hablar o gobernar, porque los Uiracochas venías
a gobernar estar tierras trayendo a una deidad mayor.

Esta parte de la religiosidad es importante también porque menciona un detalle particular de los
Incas y que son los sacrificios humanos (niños y niñas de 10 años considerados bellos eran
sacrificados al dios sol). En efecto, la religiosidad incaica se divide paradójicamente en 2: culto al
sol, efectuado por el Inca y sus seguidores en el Coricancha; y el culto a la luna, realizado
exclusivamente por mujeres. No obstante en ambos espacios se realizaban sacrificios humanos,
especialmente durante el Capac Inti Raimi, donde el Inga y su esposa y sus hijos realizan ofrendas
al Dios uaca: Uanacauri Urco, Tambotoco y Titicaca, sacrificando niños para contentarlos.

Respecto a los castigos y prisiones de los Ingas, estos eran clasificados en castigos de justicia y los
castigos del Inga.

Respecto a las fiestas de los Ingas, Guaman Poma aclara que éstas no tienen nada de hechicería,
sino que estas fiestas únicamente tienen la función de permitir la interrelación entre los indios por
medio de tres cosas: canto, baile y comida; es decir, que en dichas fiestas solo había diversión,
aunque el autor observaba que el único punto en contra eran las borracheras, por todo esto, el
autor recomendaba que los españoles deberían mantenerse al margen y no intervenir en las
fiestas pues no se busca hacer un mal a nadie. Por otra parte, en dichas fiestas participaban Ingas,
Cápac Apos, Principales e indios comunes del Chinchaysuyo, Andesuyo, Collasuyo y Condesuyo.

En estas fiestas había música y canciones del Inga, de los demás señores de este reino (Cápac
Apocona y Principales) y los indios. Respecto a las fiestas estas se clasificaban en fiestas del Inga y
la fiesta de los Chinchaysuyos, Andesuyos, Collasuyos y Condesuyos.

A continuación, Guaman Poma nos habla de cómo se establecían las relaciones entre aquellos que
no formaban parte de la nobleza. El primer personaje que se nos presenta es el Camachicoc
Allicac, que se trata de indios a los que el Inga hacía merced y por tanto no podían pertenecer a las
familias de los Apo, quienes heredaban sus funciones desde los primeros indios que poblaron
estos tierras. Además, los Allicac solo podían llegar a ser a lo mucho un mandón de cincuenta diez
indios o un mandoncillo de cinco indios pero con la salvedad de que el cargo no es transmisible de
forma hereditaria, por lo que la función no es transmisible y termina con la muerte del
beneficiado. Asimismo, hubo curacas y camachicoc que no pertenecieron a la nobleza sino que
dichas funciones eran ejercidas por indios bajos que no tenían un vínculo de sangre ni de linaje.
Dichas funciones los llevaba a ser curacas de oficio y de oficiales de: labradores, pastores y
albañiles.

Respecto a los instrumentos musicales que poseía el Inga, llama la atención unos tambores
especiales, denominados Runa Tinya, cuya materia prima de la cual se confecciona no era otra
cosa que el cuerpo de los hombres Principales que se habían revelado en contra del Inga. Cabe
señalar que el abdomen era la parte utilizada para confeccionar el tambor.

Otro aspecto importante, que se menciona en la obra es la inexistencia del pago de tributos, en el
sentido que no se entrega una determinada cantidad de unidades de cambio al Inga o a la nobleza
o como retribución por parte del Inga a los miembros de la Corte. Sino que en el primer caso, lo
que se entregan son indios de servicio, mientras que en el segundo caso, el Inga premiaba
entregando mujeres, chacras y ropas a los Cápac Apoconas y a los Principales.

De otro lado, se señala una serie de descripciones físicas de los Ingas y de los habitantes de cada
suyo, así el autor afirma que «Como tenían estatura y talle los Ingas, gentilhombre y delgado, y
hermosa coya, ñusta, palla, así mismo los de Chinchaysuyo; y los de los Collasuyos gordos y
seboso, y los Conde(suyos), flacos, delgados; y los Ande(suyos) delgados y flacos, mal inclinados,
soberbiosos, fingidos y traidores como Chile.» (Guaman, p.256). Adicionalmente, menciona que la
presencia de los españoles significo un daño terrible a los indios que se manifestó en la
disminución demográfica y la condición de tributario esclavo a la que son sometidos los indios.

Asimismo, el autor describe la organización política del Incanato, cargo por cargo pero con la
salvedad que dicha descripción deja la impresión de que se hubiera tomado elementos del
Virreinato para reflejarlo en el Incanato, estructura que coincide con lo que se afirmará
posteriormente respecto a la transferencia de la corona por parte de los Ingas al Rey de España,
mientras que los demás integrantes son asimilados a un nuevo sistema de control social. En
efecto, encontramos que el Inga es concebido como rey y el Incap Rantin es denominado como
Virrey del Inga, cargo al que solo pueden llegar los príncipes auquiconas y los cápac apo, pues se
entiende que ellos tenían la autoridad para mandar sobre la tierra y los mandoncillos o indios
hechos merced. Al respecto, existe un dato curioso, pues el abuelo del autor (Cápac Apo Guaman
Chaua) fue segunda persona o virrey del inca. Respecto a los demás cargos, Guaman Poma los
asocia con cargos españoles de la siguiente forma:

 Uatac (Alcalde de Corte o Juez)


 Uatay Camayoc (Alguacil mayor)
 Chacnay Camayoc (Alguacil menor)
 Tocricoc (Corregidor)
 Michoc (Juez)
 Suyayoc (Administrador)
 Hatun Chasqui (Correón)
 Incap Cimin Quipococ (Secretario del Inga)
 Tahuantinsuyo Capac Apocona Incaconep Cimin Camachicuynin Quipococ (Secretario del
Consejo)
 Tahuantinsuyo Runa Quipoc Incap Haciendan (Tesorero Mayor)

Agrega el autor que solo los integrantes del Consejo Real habitan en la ciudad del Cuzco. Dicho
Consejo se encuentra conformado por Señores Principales, virreyes, príncipes cápac apo, apo
curaca y allicac; y que se dividen en dos sectores: Hanan Cuzco (Chinchaysuyo) y Hurin Cuzco
(Collasuyo).

Para cerrar la parte de los incas, Guaman Poma de Ayala se presenta mostrando una doble
identidad que se corresponde con los dos mundos o universos culturales en los que se
desenvuelve, el colonial español y el de la tradición incaica. Así presentará ese primer aspecto
como «administrador, protector, teniente general de corregidor de la provincia de Lucanas»,
mientras que el segundo aspecto se presenta como «señor y príncipe de este reino». Este último
aspecto se encuentra estrechamente vinculado a los orígenes de su abuelo, pues al ser éste un
Cápac Apo, pertenece a la descendencia de la primera generación de indios, los Uari Uiracocha
Runa y de allí la diferenciación que él mismo hace respecto a los indios, los mestizos y los negros.
Finalmente, el autor hace una crítica comparativa entre los cristianos españoles y los indios
afirmando que: «en toda la ley cristiana no he hallado que sean tan codiciosos en oro ni plata los
indios, ni he hallado quien deba cien pesos, ni mentiroso, ni jugador, ni perezoso, ni puta, ni puto,
ni quitarse entre ellos, que vosotros lo tenéis todo, inobedientes a vuestro padre y madre prelado
y rey; y si negáis a Dios lo negáis a pie juntillas, todo lo tenéis y lo enseñáis a los pobres de los
indios, decís, cuando desolláis entre vosotros y mucho más a los indios pobres, decís que habéis de
restituir, no veo que los restituís en vida ni en muerte. Paréceme a mí, cristiano, todos vosotros os
condenáis al infierno. (…)»

Concluida la parte de los Ingas, el autor comienza con el relato de la conquista española. Dicha
narración comienza mencionando el primer contacto entre europeos e indios, volviendo a señalar
la llegada de San Bartolomé durante el gobierno de Sinchi Roca, hasta que la ruta marítima fuera
descubierta posteriormente. Lo más resaltante de este punto es la explicación que se hace sobre
el origen del nombre que le atribuyen los españoles a estas tierras, pues ellos la denominan
“indias” que significa tierra en el día y de allí el gentilicio: indios para los naturales de estas tierras.

Por otro lado, se continúa con el relato del descubrimiento de las “indias” apareciendo dos
nombres conocidos: Cristobal Colón y Pedro de Candia y que coincidiría con el gobierno del Inca
Huayna Capac. De los dos aventureros solo regresaría a España el segundo y con el tiempo
aparecerían otros dos aventureros: Francisco Pizarro y Diego de Almagro, quienes se lanzarían a
una aventura a las Indias por el oro y plata del Perú.

Otro punto importante, es el momento previo a la captura del Inca en Cajamarca, cuando fray
Vicente intenta convencer a Atahualpa sobre la fe cristiana:

«preguntó el dicho Inga a fray Vicente quién se lo había dicho, responde fray Vicente que le había
dicho evangelio el libro, y dijo Atahualpa: dámelo a mí el libro para que me lo diga, y así se lo dio y
lo tomó en las manos, (…) y dice el dicho Inga: que cómo no me lo dice ni me habla a mí el dicho
libro, hablando con grande majestad, asentado en su trono, y lo echó el dicho libro de las manos el
dicho Inga Atahualpa.»

En dicho párrafo podemos ver como el animismo de los Incas se hacía presente en el momento en
que Atahualpa toma la biblia y espera que esta le diga lo mismo que le dijo a fray Vicente
Valverde. Sin embargo, dicha particularidad de la cultura del Inca será el motivo por el cual los
españoles encuentren la excusa perfecta para tomarlo prisionero.

En otro momento, se narra el actuar de los españoles quienes no se limitaron a llevarse el oro y la
plata a la que podían acceder u obtener con engaños, sino que también se dedicaban a violar
mujeres y si estas oponían resistencia, simplemente eran asesinadas. Posteriormente, al relatar el
alzamiento de Manco Inga, se menciona la muerte del abuelo de Guaman Poma, la segunda
persona del Inga Cápac Apo Guaman Chaua, quien fue quemado por Francisco Pizarro y Diego de
Almagro. Dicha rebelión también significó un sincretismo religioso a nivel de los indios, pues se
relacionó a Yllapa (el rayo) con la intervención del Apóstol Santiago Mayor de Galicia, quien según
el relato interviene en un momento crucial en que los españoles se encuentran rodeados por los
ejércitos de Manco Inga, obligándolos a huir al pueblo de Tambo y posteriormente se refugiarían
en la montaña de Vilcabamba, pero en el traslado deja olvidada la corona (mascapaycha y chambi)
que se entiende es tomada por los españoles y tomada por Carlos V, interpretándose en ese
momento que el Rey de España pasa a ocupar el lugar del Inca en el imaginario que describe
Guaman Poma.

En otro párrafo, que hace referencia a la primera visita general de indios, se menciona como los
españoles provocaron un caos en la organización incaica, debido que durante la resistencia incaica
se acabaron con los señores Principales y los Ingas, entonces se vieron en la necesidad de colocar a
indios bajos como caciques.

Después de ello, Guaman Poma pasa a relatar brevemente las acciones de cada uno de los
virreyes, otorgando mayor atención al cuarto virrey: Francisco de Toledo, quien fue el responsable
de implementar los corregimientos, que el autor señalará como un gran daño para los indios, pues
dicha reforma y la aparición del corregidor como funcionario del sistema colonial implicara una
serie de problemas a nivel de la propiedad de la tierra que provocará pleitos entre los mismos
indios y donde algunos perderán sus tierras, mientras otros que no tenían nada accederán a estas.

Otro punto que se señala sobre el cuarto virrey es que obligo a que los niños entren a la doctrina
desde la edad de cuatro años y salieran a los seis años. Al respecto, el autor señala que las
ordenanzas del virrey no son acatadas por los españoles, razón por la cual se genera una
“perdición” en la que comienzan a aparecer hijos de españoles con indias, los mestizos.

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