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El Enfoque Ecosistémico.

Un tema relativamente nuevo para la mayoría de las administraciones pesqueras


mundiales, que se viene examinando en los foros internacionales como la FAO, es el
planteamiento de un enfoque ecosistémico en la pesca, es decir, una visión integral del
manejo pesquero, que supone una mayor vinculación con variables de tipo biológicas,
ecológicas y del comportamiento humano. Este es el nuevo desafío de las pesquerías
mundiales, y, es en este tema que la comunidad de Oceanógrafos Sin Fronteras en los
diferentes países, debería más que nunca, trabajar unida a fin de avanzar en su
conocimiento, desarrollo e implementación, para conseguir el objetivo de una ordenación
pesquera responsable y sostenible, que pase por recuperar las poblaciones de peces,
sobre todo aquellas en situación crítica de sobreexplotación, y la protección de los otros
organismos que dependen del ecosistema acuático a través de la cadena trófica.

La FAO, en su informe El Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura (2002), alerta sobre


el hecho de que el enfoque tradicional de la ordenación pesquera, que considera las
especies a las que se dirige como poblaciones independientes y auto sostenibles, es
insuficiente. Además menciona que la utilización sostenible de los recursos acuáticos
vivos en el mundo puede conseguirse solamente si se determinan explícitamente y se
comprenden en la medida de lo posible, tanto los efectos del ecosistema en los recursos
vivos, como los efectos de la pesca en el ecosistema. También se reconoce formalmente
que los pescadores son parte integrante del ecosistema y que es preciso conseguir el
bienestar tanto del ecosistema como de los seres humanos.

ANTECEDENTES

La CONVEMAR, reconoce la interdependencia de las especies objetivo con otros


organismos marinos y la dependencia de su entorno ambiental, cuando menciona que los
Estados Ribereños “tendrán en cuenta los efectos sobre las especies asociadas con las
especies capturadas o dependientes de ellas, con miras a preservar o restablecer las
poblaciones de tales especies asociadas o dependientes por encima de los niveles en que
su reproducción pueda verse gravemente amenazada” (Artículo 61.4 de la Convención de
las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, 1982).

En 1997 el Comité Asesor sobre Investigaciones Pesqueras (CAIP) de la FAO, señaló


la perspectiva de ecosistemas en la pesca como uno de los puntos en que debe centrarse
la investigación, mientras que en 1998 el Cuadro de Expertos Externos de Alto Nivel en
temas pesqueros de dicha Organización, expresó su opinión orientada a que todos los
órganos de pesca deberían desarrollar cada vez más el enfoque de ecosistemas para la
ordenación de sus pesquerías.
En la Declaración de Reykjavik sobre la Pesca Responsable en el Ecosistema Marino
celebrada en octubre de 2001, se menciona la necesidad de fortalecer y sostener la
capacidad de ordenación responsable y sostenible en el ecosistema marino, y se
manifestó la intención de trabajar individual, así como colectivamente, en la incorporación
de consideraciones relativas al ecosistema en dicha ordenación.

En la mencionada Declaración, se insta a las organizaciones internacionales técnicas y


financieras competentes y a la FAO, a que cooperen proporcionando a las Estados
acceso al asesoramiento técnico e información sobre regímenes eficaces de ordenación y
sobre la experiencia derivada de tales disposiciones y otros tipos de apoyo, prestando
especial atención a los países en desarrollo.

En el último período de sesiones del Comité de Pesca de la FAO (COFI 25), celebrado
en Roma en febrero de 2003, se describió los progresos realizados en el desarrollo y la
aplicación del enfoque desde el 24º periodo de sesiones del Comité de Pesca, asimismo,
se puso de manifiesto que el enfoque de la pesca basado en el ecosistema constituía una
ampliación de la ordenación pesquera convencional tal como se contemplaba, entre otros
instrumentos, en el Código de Conducta para la Pesca Responsable.

La Asamblea General de las Naciones Unidas en su quincuagésimo octavo periodo de


sesiones alienta a los Estados que apliquen a más tardar en 2010 el enfoque basado en
los ecosistemas, tomando conocimiento de la Declaración de Reykjavik sobre la pesca
responsable en el ecosistema marino y de las decisiones V/6 y VI/12 de la Conferencia de
las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica, Además, alienta a los Estados a
que examinen las directrices de la FAO, para la aplicación de consideraciones relativas a
los ecosistemas en la ordenación de la pesca, y señala la importancia que para ese
enfoque tienen las disposiciones pertinentes del Acuerdo y del Código de Conducta para
la Pesca Responsable.

QUÉ ES UN ENFOQUE ECOSISTÉMICO

Se denomina ‘ecosistema’ al ambiente natural en el que los organismos vivos son


interdependientes y experimentan intercambios continuos, ya sea entre ellos mismos, o
con la materia inerte.

Un ‘enfoque ecosistémico’ marino significa que se toman en cuenta todas las delicadas y
complejas interacciones entre los organismos (de todos los tamaños) y los procesos
físicos (tales como las corrientes y la temperatura del mar por ejemplo) que componen el
ecosistema marino.

En tal sentido, el enfoque ecosistémico no sólo está dirigido a la reglamentación de la


pesca de ciertas especies, sino que también vela porque la pesca no tenga un efecto
desfavorable en otras especies afines o dependientes de las especies objetivo. Los
esfuerzos, por lo tanto, estarán dirigidos a preservar la ‘integridad’ del ecosistema
mediante el establecimiento de límites conservadores (es decir, precautorios) a fin de
tomar en cuenta las necesidades de las especies relacionadas y preservar la
sostenibilidad ecológica de todas las especies involucradas (incluyendo al hombre) y del
hábitat donde viven.

Por consiguiente, la investigación debe ampliar su ámbito fuera de la especie objetivo,


poniendo mayor énfasis en el análisis de las interrelaciones entre las distintas poblaciones
de un ecosistema.

Elementos fundamentales de un enfoque ecosistémico :

1. El enfoque ecosistémico es integrado. En la actualidad, tendemos a manejar los


ecosistemas para obtener un bien o servicio dominante como por ejemplo pescado,
madera o energía eléctrica, sin reconocer plenamente lo que se está perdiendo
simultáneamente. Es posible entonces que estemos sacrificando bienes y servicios más
valiosos que los que estamos obteniendo; por lo general se trata de aquellos a los cuales
el mercado no les ha asignado un valor, como es la biodiversidad. Un enfoque
ecosistémico considera todo el abanico posible de bienes y servicios e intenta optimizar la
mezcla de beneficios para un ecosistema dado y entre los varios ecosistemas.

2. Un enfoque ecosistémico redefine los límites que tradicionalmente han caracterizado el


manejo que le damos a esas unidades. Se hace énfasis en un enfoque sistémico
reconociendo que los ecosistemas funcionan como entidades completas y requieren ser
manejados como tales y no por partes. Esto implica trascender los límites jurisdiccionales,
dado que los ecosistemas por lo general traspasan las fronteras entre Estados y países.

3. Un enfoque ecosistémico adopta una visión de largo plazo. Si la finalidad es la


sostenibilidad de los recursos, es preciso que las medidas que se adopten perduren para
mantener las generaciones futuras.

4. Un enfoque ecosistémico incluye a la gente. Se integra la información social y


económica con la información ambiental acerca de los ecosistemas. Así pues, en él se
relacionan explícitamente las necesidades humanas con la capacidad biológica de los
ecosistemas para satisfacerlas. Aunque está atento a los procesos de los ecosistemas y a
los umbrales biológicos, este enfoque deja el espacio apropiado para las modificaciones
humanas.

5. Un enfoque ecosistémico mantiene el potencial productivo de las unidades. Esta óptica


no se centra solamente en la generación de bienes y servicios, viéndola más bien como
un producto natural de unos ecosistemas saludables y no como un fin en sí misma. Según
este enfoque, el manejo no es acertado a menos que preserve o aumente la capacidad de
un ecosistema para producir los beneficios deseados en el futuro.

NATURALEZA DEL PROBLEMA: EFECTOS DE LA ACTIVIDAD PESQUERA

La pesca tiene una gran importancia social y económica en los países y contribuye en
forma importante a la alimentación de las poblaciones humanas cada vez más crecientes
en el mundo. Se estima que 12.5 millones de personas están empleadas en actividades
relacionadas con la pesca y se ha estimado en 40,000 millones de dólares anuales el
valor de los intercambios internacionales de pescado durante los primeros años del
decenio de 1990.

Sin embargo, en la actualidad, una gran proporción de las poblaciones ícticas del mundo
son objeto de una intensa explotación y sobreexplotación, o se encuentran agotadas y
necesitan medidas urgentes de ordenación para ser recuperadas.

En el ámbito mundial, las pesquerías enfrentan una crisis generalizada, producto de 45


años de presiones crecientes sobre los ecosistemas marinos y costeros. Aún cuando los
gobiernos y la industria han mejorado significativamente el manejo de los recursos
pesqueros, la explotación de los stocks ha ido progresando a través de los océanos, cada
vez con mayor efectividad, de forma tal que en pocos años alcanzan su máxima
productividad y poco después empiezan a declinar.

Según FAO (2001), alrededor del 50 por ciento de los recursos de la pesca marítima de
todo el mundo está completamente explotado, el 25 por ciento
está sometido a explotación excesiva y alrededor del restante 25 por ciento podría resistir
porcentajes de explotación más elevados. A pesar de la alerta declarada y los esfuerzos
realizados, la tendencia hacia el aumento de la pesca excesiva observada a principios de
1970, todavía no se ha invertido.

La producción mundial de pescado ha aumentado de 19 millones de toneladas en 1950 a


130 millones de toneladas en el 2000, de las cuales 36 millones toneladas proceden de la
acuicultura. La mayor parte de la pesca de captura (calculada en unos 85 millones de
toneladas) procede de los océanos. Las capturas incidentales y los descartes se calculan
aproximadamente en 20 millones de toneladas cada año (FAO 2001). Como vemos, la
situación ha cambiado significativamente con respecto a lo que se observaba hace unos
20 ó 30 años, cuando todavía se daba cuenta de una cierta cantidad de recursos vírgenes
o subexplotados.

Los daños derivados de la sobrepesca no terminan en las especies objetivo de la


actividad pesquera, ni en aquellas capturadas de forma incidental como especies
acompañantes de menor valor comercial, peces, aves y mamíferos marinos, sino, que
están afectando cada vez más a los ecosistemas marinos de las que estas especies
forman parte, y los científicos están alertando sobre el hecho de que ésto tendrá como
resultado cambios profundos en nuestros océanos, quizás, inclusive, irreversibles

La extracción excesiva de grandes cantidades de especies de peces tendrá repercusiones


sin duda en la red trófica y afectará por ende a las poblaciones interdependientes, así
mismo debemos tener claro, que la distribución y abundancia de los stocks de peces se
supeditan también a la dinámica del medio ambiente marino y, en concreto, a las
condiciones atmosféricas y la oceanografía física y química, por lo que todo tipo de
ordenación también debe incluir en sus modelos de gestión las variables oceanográficas
(p.ej.,corrientes marinas, variabilidad climática, eventos El Niño, entre otras). Ya que en
los casos que se ha podido establecer una relación directa entre el hundimiento de un
stock y la sobreexplotación pesquera, los cambios naturales han sido considerados
también responsables (Hutching y Myers 1994; Hilborn y Walters 1992). El caso más
característico es el de la anchoveta peruana (Engraulis ringens) y su relación con El Niño,
en las que no hay consenso en la importancia relativa de los dos factores, pesca e
hidrografía, como causas del hundimiento, pero es aceptado que ambas han sido
parcialmente responsables. (Lalli y Parsons 1994)

Equilibrio ecológico entre las especies: Nivel de dependencia

En la naturaleza, y por ende en el medio marino, siempre ha existido un equilibrio


ecológico entre las especies, sin embargo, desde mediados de siglo pasado, la
intromisión del hombre en el mar, parece haber desestabilizado ese ‘equilibrio ideal’; esta
intromisión no se refiere a la pesca responsable, la cual contribuye a que los stocks de
peces se renueven y estén en un equilibrio dinámico constante, sino a la sobre pesca
desmedida y sin control e ilegal que se aplica a ciertas especies, y que genera un
desequilibrio ecológico y sustitución de las mismas, afectando la sostenibilidad y
biodiversidad marina.

La sobrepesca contribuye a la degradación del ecosistema marino y de alguna manera


afecta también a todos los organismos que dependen de él para su supervivencia,
incluyendo al ser humano como ente activo de las interrelaciones marinas, ya que las
flotas pesqueras en muchas regiones tienen a menudo una capacidad que excede a los
stocks de peces disponibles.

El entendimiento de los ecosistemas actualmente es limitado, teniendo un impacto serio


sobre éstos el crecimiento del sector pesquero y otras actividades humanas. La
complejidad de los ecosistemas marinos nos obliga a definir un marco ecológico que
involucre a las industrias pesqueras responsables. (Sommer 2001)

En el enfoque ecosistémico, debe considerarse dentro de la red trófica al hombre, como


ente distorsionador de las relaciones existentes por siglos en el ambiente marino, y
conjuntamente con ello, se debe entender la estructura dinámica del ecosistema y las
diferentes interrelaciones tróficas que ocurren en él, según su estructura en la red.

En realidad, las pesquerías del mundo están dirigidas tanto a las concentraciones de
depredadores como de presas. Para lograr el aprovechamiento más ventajoso de ambas
será necesario conocer las interacciones y los efectos en el ecosistema marino. (Sanders
2002)

A continuación mencionaremos algunos casos en donde el grado de dependencia o


interrelación trófica entre las especies se ven afectadas, positiva o negativamente por
diferentes interacciones debido principalmente a la competencia, a la depredación, a
variables oceanográficas, a la sobrepesca, entre las más importantes:

1. En el caso del tiburón, habría que tener en cuenta que, de no ser capturadas 46.355 t
(peso corporal) de tiburones (que son depredadores y por ello se ubican en el nivel trófico
superior) el consumo de otras especies registraría una cantidad de 3.475 t diarias o 1,3
millones de t anuales (los juveniles de tiburón suelen consumir un 10% de su peso
corporal cada día, este porcentaje disminuye hasta un 5% a medida que envejecen). Si la
protección de la pesca se extiende únicamente a los tiburones, éstos depredarán 1,3
millones de t de gambas, calamares y sepias al año. Además de competir por su alimento
con los depredadores humanos, competirán con otros peces depredadores y también
entre ellos mismos, desequilibrando el ecosistema marino. (Vivekanandan 2001)

2. En la India, con la reciente incorporación de tiburones, rayas, gasterópodos y bivalvos


al Apéndice I de la Ley de Protección de la Vida Silvestre, se puede injerir un ejemplo de
lo que no sería lo más recomendable de hacer, pues solamente estos grupos han sido
protegidos de la explotación. Este tipo de medidas, a las que se recurre en nombre de la
conservación, parten del supuesto de que la productividad de los stocks depende
únicamente de factores a ellos inherentes como son el crecimiento, la mortalidad, la
fecundidad, etc. Aunque dicho planteamiento no sea del todo incorrecto, no contempla
algo tan importante como la interdependencia de las diferentes poblaciones y de los
demás elementos que componen un ecosistema.

3. Recientemente, unas 50.000 aves marinas aparecieron muertas en la costa de las islas
Shetland, se cree que la alta producción industrial de pequeños pelágicos de la que es
objeto el mar del Norte fue la causa de esta mortandad.

4. En el Perú, la disminución de las poblaciones de aves marinas, a pesar de que no se


practica la cacería de éstas, ha sido explicada por la mayor explotación a que han sido
sometidos los recursos pelágicos de cardumen, base de su alimentación.

Además de la presión de pesca a que son sometidos estos recursos, las aves marinas,
entre las que destacan el guanay (Phalacrocorax bougainvilli), el piquero (Sula variegata),
los pelícanos (Pelecanus thagus) también se ven afectadas indirectamente por las
variables oceanográficas, pues condiciones adversas en el océano condicionarán la
permanencia de la anchoveta y otros pequeños pelágicos que les sirven de alimento.
Como lo acontecido en los años 97-98 en que ocurrió un evento extraordinario de El Niño,
que según el Instituto del Mar del Perú (IMARPE), originó un registro de cifras bajas de
aves marinas, debido a una alta mortalidad, así como, de mamíferos marinos tales como
el lobo fino sudamericano (Arctocephalus australis) que registró también cifras bajas con
6.257 individuos en 1998 comparado con los 24.136 registrados en 1996 (año
considerado como “normal” - IMARPE 1999). Es obvio entonces que las medidas de
ordenación deberán incluir necesariamente a las variables oceanográficas.

5. Los cefalópodos, como la pota (calamar gigante), han tenido en los últimos años en el
Pacífico Oriental, un repunte en términos de biomasa disponible y en desembarques, esto
podría ser explicado por el incremento de las capturas del tiburón, su principal predador,
desequilibrando la relación predador-presa existente por siglos.

6. En el Atlántico Nororiental y Noroccidental, se limita la captura del capelán (Mallotus


villosus), a fin de que queden suficientes ejemplares como para alimentar al bacalao
(Gadus Morhua), especie de mayor valor comercial. En cambio, en el Atlántico
Sudoriental la anchoa y la sardina se siguen explotando intensamente a pesar de que
estos peces constituyen un alimento preciado para especies de depredadores de mayor
valor comercial, como la merluza y otros demersales, impactando negativamente en el
crecimiento y recuperación poblacional de estas especies.

7. Algunos investigadores consideran que se debe tener en cuenta, además de las


interacciones entre especies, el beneficio económico en este tipo de enfoque; así tenemos
que entre la cigala (Nephrops norvegicus) y el bacalao en el mar de Irlanda (son las dos
especies más valiosas) se estima que el bacalao es responsable del 88 por ciento de la
depredación total de la cigala, llegándose a la conclusión de que la explotación del
bacalao se debía mantener al nivel de máximo rendimiento sostenible, a fin de reducir la
depredación de la cigala y obtener un mayor rendimiento económico entre ambas
especies.

8. La disminución de especies demersales en el mundo está llegando a una situación


preocupante. En el Perú, la merluza (Merluccius gayi peruanus) considerada por el
IMARPE en el 2003 como una especie que había llegado a niveles críticos de explotación,
se están adoptando medidas para su protección y recuperación (de la manera tradicional,
es decir, la de proteger sólo a una especie), orientando el esfuerzo pesquero a otro tipo
de pesquería para ‘proteger a la merluza’, como es el caso del bereche con barbo
(Ctenosciaena peruviana), considerada por los científicos como alimento natural de la
merluza (Mejía et. al. 1971; 1973; Sánchez y Mendoza 1973; Fuentes et. al. 1989); por lo
que resultaría contraproducente una medida como la adoptada para hacer que el recurso
merluza pueda recuperarse en un futuro.

9. La merluza en la costa del Perú, según Espino y Wosnitza-Mendo (1989), compite por
alimento con la anchoveta cuando ambas se encuentran en su estadio larval, y por lo
tanto, pueden exponerse a la depredación por parte de las anchovetas adultas; incluso se
comprobó de manera indirecta que la biomasa de las anchovetas adultas impactaba
negativamente sobre los huevos y larvas de merluza cuando sobreponían sus áreas de
distribución. (Sandoval et. al. 1989)

10. La relación entre las ballenas y el krill en el Mar Antártico, es un buen ejemplo de la
interacción por predación; en este caso, el agotamiento de las poblaciones de ballenas
ocurrido en 1983, provocó una mayor densidad de krill y, en consecuencia, mejores
capturas para una pesca potencial de krill. Por otra parte hubieron temores que al ser
mayores las capturas de krill disminuya el índice de recuperación de las ballenas, y por
último, las capturas que podrían haberse hecho con la reposición de las poblaciones de
ballenas. En este ejemplo la interacción entre las pescas de una u otra especie tiene
direcciones opuestas – más capturas de ballenas (y poblaciones de ballenas menores)
mejorarán la pesca de krill, mientras que al aumentar las capturas de krill se dañan las
poblaciones de ballenas y toda pesca de este cetáceo.

11. En general, podría mencionarse que la mayor parte de las situaciones en las que se
producen interacciones entre la pesca de dos o más especies no siempre son tan
elementales como los casos anteriores. Las interacciones entre especies pueden ser de
muy distinta naturaleza y aunque a veces parece que se está efectuando alguna, el
mecanismo no puede ser tan evidente. Los huevos o los juveniles muy pequeños de
grandes predadores (p.ej., el bacalao) pueden ser vulnerables a los que se alimentan de
plancton (p.ej., caballa o arenque, como en el caso de la merluza y la anchoveta adulta),
por lo que la relación prevista entre depredador y presa queda inadvertida. Teniendo en
cuenta las distintas fases vitales y la posibilidad de que una fase de una especie que se
alimenta con otra, o que compita con algunas fases para una alimentación común, el
número de interacciones posibles entre dos especies es de gran magnitud.

En tal sentido, resulta fundamental admitir la interdependencia real de todos los


elementos que forman un ecosistema, en lugar de actuar como si los stocks fuesen
independientes. Si bien los problemas prácticos que plantea este nuevo enfoque son
considerablemente complejos, existen mecanismos científicos que podrían posibilitar
intervenciones de gestión pesquera orientadas a la conservación de la estructura y
función de los ecosistemas marinos, y por ende, a la conservación de los recursos
pesqueros.

ENFOQUE ECOSISTÉMICO COMO MEDIO PARA LA GESTIÓN DE LAS


PESQUERÍAS.

Acciones realizadas en el marco de la FAO.


Según FAO a mediano y largo plazo el mayor desafío al cual debe enfrentarse la pesca
marina es una ordenación mejor y más responsable de las poblaciones. Esta ordenación
exige una regulación de la producción (idealmente, teniendo en cuenta tanto los insumos
como los productos en una pesquería) con un enfoque precautorio de forma que no se
aplique a las poblaciones que se intentan pescar un esfuerzo excesivo que provoque la
sobre pesca. Además, la ordenación del ecosistema, que tiene en cuenta el impacto de la
pesca en las poblaciones que no son objeto de la pesca, es cada vez más común y
añadirá una complicación más al proceso de ordenación.

Así mismo, la FAO deberá actuar como intermediario entre los resultados que surjan de
las investigaciones y sus interlocutores en el sector pesquero (internacionales, nacionales
y regionales) para hacer que se centre más la atención en el papel de la pesca en el
ecosistema, la manera en que éste afecta a la actividad pesquera y la relación entre los
usos alternativos y el valor de los ecosistemas.

En el Código de Conducta para la Pesca Responsable, adoptado en la FAO, se incluyen


referencias a distintas consideraciones de ecosistema, por ejemplo:

• a) En el párrafo 6.1 se propone que los Estados conserven los ecosistemas


acuáticos).
• b) En el párrafo 6.6 se dice que: "Deberían continuar perfeccionándose y
aplicándose artes y prácticas de pesca selectivas y ambientalmente seguras a
fin de mantener la biodiversidad y conservar la estructura de las poblaciones y
los ecosistemas acuáticos".

• c) En el párrafo 7.2.2, se especifica que las medidas de ordenación


deberían encaminarse, entre otras cosas, a la conservación de la
biodiversidad, a la consideración de los efectos ambientales y a la reducción al
mínimo de efectos perjudiciales como la contaminación, los descartes, las
capturas de especies no objetivo y los efectos sobre las especies asociadas o
dependientes.

El cumplimiento efectivo de éstas y otras disposiciones del Código contribuiría a avanzar


mucho hacia la aplicación realmente eficaz de un enfoque de ecosistemas en la pesca
(EEP).

En la actualidad, cada vez está más claro que el enfoque de la gestión y ordenación de la
pesquería tenga que integrar como unidad mínima al ecosistema (Sherman and
Alexander 1986; Sherman et al. 1991, 1993), como medida para gestionar un
ordenamiento pesquero responsable. Fuente: Ökoteccum, Oldepesca.

REFERENCIAS
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4-16
CURY, P., BAKUN, A., CRAWFORD, R.J.M., JARRE-TEICHMANN, A., QUINONES, R.,
SHANNON, L.J., & VERHEYE, H.M. 2000. Small pelagics in upwelling systems: patterns
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Science, 57:603-618.
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1953-1987. En D.Pauly, P.Muck, J.Mendo and I.Tsukayama (eds.) The peruvian upwelling
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MEJÍA,J. L.A.FLORES y G.SEGURA. 1971. Exploración sobre recursos costeros y
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OLDEPESCA/BID (2002) Instrumentos Internacionales de Pesca. Programa de
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SOMMER,M. 2001. Industria Pesquera Responsable de los Ecosistemas Marinos. Ökoteccum,(9): 9p.

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