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Una mujer usa los servicios de una empresa para borrar de su memoria todo recuerdo
de su ex pareja. Su ex pareja intenta hacer lo mismo, pero en el proceso no sucede lo
esperado y el protagonista rememora todo lo vivido con ella. El eterno resplandor de una
mente sin recuerdos ( 2004), presenta una historia en torno a la relación entre Joel (Jim
Carrey) y Clementine (Kate Winslet), quienes parecen estar recién conociéndose y
comenzando un romance. Lo que ellos no saben, es que no es la primera vez que se topan y
que están a punto repetir el ciclo del que quisieron olvidarse.
Si bien esto corresponde a una historia de ciencia ficción, dichos tales como “sólo el
hombre se tropieza dos veces con la misma piedra” resuenan con bastante regularidad en el
imaginario popular, no porque necesariamente repitamos a las mismas personas dentro de
nuestra vida amorosa, si no porque caemos en el mismo patrón de relaciones que no son
necesariamente satisfactorias., y que por el contrario, nos hacen sufrir. El psicoanálisis nos ha
presentado algo de eso en la forma del goce: aquello que más gusta también es también
aquello que más hace sufrir. En “Más allá del principio de placer” (1920), Freud, al presentar
la compulsión a la repetición como una manifestación de la pulsión de muerte, impulso del
aparato psíquico a volver a los estadios previos al nacimiento a través de liberarse de toda su
energía psíquica, nos enfrenta a que existen momentos en que actuamos no acorde al
principio de placer, buscando la satisfacción de la pulsión, sino que a un más allá, difuso y
mortífero. En el ejemplo de la película, se nos muestra un amor que pareciera insistir en
ocurrir, como si estuviese destinado. Nociones románticas no se hacen necesarias: nos parece
que eso responde a algo del Goce, lo que se está jugando ahí parece ser algo de una
dimensión gozosa, sintomática, que el sujeto no logra comprender. Un goce que se mantiene
inescrutable para el pensamiento, las palabras.
Ahora bien, ¿qué procesos permitirían este loop aparentemente sin sentido? En este
ensayo intentaremos una aproximación a estas preguntas mediante una revisión bibliográfica
de la literatura psicoanalítica, particularmente de Freud y Lacan. Primero, a propósito de las
ideas de “pulsión de muerte” y “compulsión de repetición”, tal como son trabajadas por
Freud en su texto de 1920, “Más allá del principio de placer”. Y luego, con los conceptos
lacanianos de goce y repetición, en su relación con el registro de lo real. Finalmente,
intentaremos esbozar cómo la noción lacaniana de sinthome permitiría anudar algo del goce
en tanto “saber-hacer-con” lo Real del Inconsciente, poniendo un freno al sinsentido de la
repetición.
Del más allá del principio de placer al goce y la repetición
Podríamos pensar el aparato psíquico freudiano como constituido por dos tendencias:
una restitutiva, asociada al principio de placer y de realidad, y una repetitiva, asociada a la
pulsión de muerte. En un sentido estricto, el principio del placer es que el placer cese, que no
llegue a un exceso; es una cuestión homeostática: displacer es exceso de energía, el placer es
desprenderse de este. .El principio de placer es propio del proceso primario del aparato
anímico (Freud, 1920), lo cual lo vuelve ineficaz e incluso peligroso para la preservación del
organismo, ya que, ya que la realidad se muestra displacentera, y hasta dolorosa. Luego de
estas primordiales insatisfacciones, el principio de placer es relevado (pero nunca ahogado)
por el principio de realidad, mediante la influencia de las pulsiones de autoconservación y las
insatisfacciones de la realidad, consiguiendo posponer, renunciar e incluso tolerar el
displacer.
A partir del trabajo clínico, Freud (1914b) observa que el paciente no puede recordar
lo reprimido, sino más bien se ve forzado a repetir aquello reprimido como vivencia presente.
Ya en su texto de 1919, “Lo Ominoso”, Freud anticipa una de las tesis fundamentales de
“Más allá del principio de placer”, cuando dice que "en el inconsciente se discierne el imperio
de una compulsión de repetición que probablemente depende de la naturaleza más íntima de
las pulsiones y tiene el suficiente poder para doblegar al principio del placer" (p.238).
“Forzado” en el sentido figurativo de hacer algo que no se quiere, al menos conscientemente.
Esta repetición, que actúa un contenido de la vida sexual infantil, se escenificaría con
regularidad en el terreno de la transferencia con el analista. Algo parecido sucede con los
llamados sueños traumáticos: los ex soldados que participaron de la primera guerra vuelven a
casa, pero a menudo sufren de sueños donde reviven los horrores de lo ocurrido (Freud,
1920). A este ejercicio de repetir lo reprimido, Freud (1920) lo llamará finalmente
“compulsión de repetición”. Esta compulsión de repetición puede provocar displacer al Yo
debido a que saca a la luz mociones pulsionales reprimidas; sin embargo, esto no se
contradice con el principio del placer. Lo nuevo en esta compulsión, es que también repite
vivencias que no tienen ninguna posibilidad de placer ni para entonces ni para el momento en
que fueron presentes. Es una repetición forzada.
El trauma es ese encuentro fallido con ese goce sexual que no se sabe. En el lugar de
lo que no se puede decir ni representar, aparece la repetición. El síntoma es la manera que
encuentra el sujeto de responder ante esta ausencia de saber respecto de lo real del goce
sexual. Aquello que se repite es el S1, rasgo unario que representa al sujeto y que es la
conmemoración de una marca de goce en el cuerpo impactado por el significante. Es en el
cuerpo que esa marca se imprime, armando así el camino para la repetición.
Deseo y Ley son dos caras de una misma moneda. El origen del objeto perdido del
deseo se ubicaría en la ley prohibitiva del incesto, interdicción y pérdida de un goce
originario correspondiente a aquel de la madre, que introduciría al sujeto en el circuito de la
repetición. El sujeto mítico del goce (Lacan, 2018), ideación retroactiva del sujeto dividido,
daría cuenta de la imposibilidad de un “goce todo”, complementario, sin barrar, producto de
la operación del significante sobre la Cosa (Freud, 1950[1895];1925). La ley del incesto en
tanto prohibición separaría al sujeto de la posibilidad de un goce pleno, dándole a este un
estatuto mítico. La diferencia entre el goce y el deseo pasará por cómo el deseo está anudado
a una falta: la hiancia entre la necesidad y la demanda inaugura el deseo. Cuando la madre
está en otro lugar, el infante ve como la madre desea algo fuera de él, inaugurando el deseo
en la cría a través de esa falta. El goce, por otro lado, tendrá que ver con algo real, anclado al
cuerpo y a la satisfacción de la pulsión. El deseo tiene relación al Otro, es aquello que puede
hacer lazo. El goce, por su parte, tiene que ver con el Uno y el goce del propio cuerpo. Al ser
inasible por el significante, es asocial, no entra dentro de las tramas simbólicas. Sin embargo,
es necesario situar que el Uno, en tanto soporte de la identidad es también el soporte de la
diferencia, siendo el Uno y el Otro una misma cosa, en tanto el hecho de que haya el Uno
implica que debe haber el Otro. De esta manera, deseo y goce aparecen íntimamente
relacionados. En la medida en que el deseo es deseo del Otro y es ese Otro quien inaugura al
sujeto en el campo del significante, es ese Otro también quien, al gozar del sujeto, al tomar al
sujeto por causa de su propio deseo, deja en él las marcas de goce que guiarán la repetición.
El Uno, en su relación con el S1, es aquello que identificará al sujeto y que lo guiará por los
desfiladeros del significante. A su vez, el objeto a, objeto causa del deseo, estará en íntima
relación con aquello que el sujeto fue para el Otro, aquello que fue él mismo en tanto causa
del deseo del Otro. Ese lugar, esa posición formada por un encuentro, por una contingencia,
adquirirá el valor de trauma en la medida en que es irrepetible, causando así la fijación que lo
vuelve necesario en la repetición. Es por medio del trauma que un acontecimiento
contingente se convierte en uno necesario. El sujeto queda alienado a este lugar, a este objeto
que fue en el deseo del Otro y que le otorga una ilusoria identidad y lo que el análisis hará
será intentar conmover esta fijación, para que así la libido pueda fluir más libremente,
saliendo del circuito incesante de la repetición de ese mal encuentro con el objeto.
Sinthome y variantes de la repetición
En su última enseñanza Lacan describe una nueva noción del síntoma, que llega a
“anudar” retroactivamente buena parte de las problemáticas que el psicoanálisis encontraba al
momento de pensar el estatuto de lo simbólico, y como este podía tener efectos sobre lo real
en la práctica y la teoría: la noción de sinthome. El sinthome sería un arreglo que vendría a
“anudar” los tres registros: Real, Simbólico e Imaginario, y que a su vez permitiría solucionar
una falla primordial, constitutiva del sujeto: la imposibilidad del rapport sexual. Dicha falla
tendría que ver, en principio, con la falta o la no-función del significante Nombre-del-Padre,
representante de la Ley, la castración y, por tanto, la separación de la madre. El sinthome
tendría entonces el estatuto de una suplencia que, a falta de Nombre-del-Padre, permitiría
anudar los tres registros estabilizando al sujeto, sería el cuarto término que daría forma y
consistencia al nudo borromeo. Si bien Lacan teorizó sobre este concepto a propósito de la
psicosis no desencadenada de Joyce, el sinthome no tiene un estatuto único para la psicosis, si
no que es pensable para todo sujeto como una forma de separación respecto de la “ley de la
madre” (Morel, 2012). El Nombre-del-Padre, finalmente, sería sólo una entre otras
posibilidades de anudamiento.
Referencias
Freud, S. (1914). Introducción del narcisismo. En Obras Completas Vol. XIV. Buenos Aires:
Amorrortu.
Freud, S. (1914b). Recordar, repetir y reelaborar (Nuevos consejos sobre la técnica del
uenos Aires: Amorrortu.
psicoanálisis, II). En Obras Completas, Vol. XII. B
uenos Aires:
Freud, S. (1919). Lo ominoso. En Obras Completas, Vol. XVII. B
Amorrortu.
Freud, S. (1920). Más allá del principio de placer. En Obras Completas Vol. XVIII.
Ed. Amorrortu. Buenos Aires.
uenos
Freud, S. (1950[1895]). Proyecto de psicología. En Obras Completas, Vol. I. B
Aires: Amorrortu.
Lacan, J. (2006). El Seminario de Jacques Lacan, Libro 23, El Sinthome (1975-1976).
Buenos Aires: Paidós.
Lacan, J. (2010). El Seminario de Jacques Lacan, Libro 11, Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis (1964). Buenos Aires: Paidós.
Lacan, J. (2017). El Seminario de Jacques Lacan, Libro 6, El deseo y su
interpretación (1958-1959). Buenos Aires: Paidós.
Lacan, J. (2018). El Seminario de Jacques Lacan, Libro 10, La angustia (1962-1963).
Buenos Aires: Paidós.
antiago:
Morel, G. (2012). La ley de la madre: Ensayo sobre el sinthome sexual. S
Fondo de Cultura Económica.