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BENJAMÍN CORIAT

CIENCIA
TÉCNICA
Y CAPITAL

H. BLUME
EDICIONES
Rosario, 17 – Madrid-5
1
Traducción: María Teresa Martínez

Miguel Pellicer

Portada: Roberto Turégano

Serie CIENCIA, TECNOLOGÍA, SOCIEDAD


Dirigida por Luis A. Fernández-Galiano

Título original: Science, Technique et Capital


© Editions du Seuil
© Hermann Blume Ediciones - Rosario, 17 - Madrid
Primera edición española 1976
Reservados todos los derechos
Impreso en España - Printed in Spain
ISBN 84-7214-096-2
Depósito Legal M-34.292-1976
Reproducción Offset Bárcena
Mercedes Arteaga, 32 - Madrid 19

2
PRINCIPALES ABREVIATURAS UTILIZADAS EN ESTA OBRA

ASMF. American Society of Mechanical Engineers


CAM. American Society of Mechanical Engineers
CMF. Capitalismo monopolista de Estado
DC. Dirección científica
DSE. Direction Scientifique des Entreprises
EPL. Ejército Popular de Liberación
FP. Fuerza productiva
GPIM. Gran producción industrial en masa
GRCP. Gran revolución cultural proletaria
ID. Investigación-desarrollo
IPSAL. Instituciones privadas sin ánimo lucrativo
MF. Millones de francos
MPC. Modo de producción capitalista
MTM. Metros-tiempo-movimientos
OCT. Organización científica del trabajo
PCCH. Partido Comunista Chino
RCT. Revolución científico-técnica
RI. Revolución industrial

3
4
PRESENTACIÓN

Los antiguos revisionistas de la II Internacional tomaban con


frecuencia como pretexto "los datos recientes del desarrollo econó-
mico" para confundir a las masas y vaciar al marxismo de todo con-
tenido revolucionario, al tiempo que enarbolaban la bandera del
marxismo.
La historia se repite en condiciones distintas y bajo formas dis-
tintas. El revisionismo moderno, con la Unión Soviética en cabeza,
apoyándose en las transformaciones económicas ligadas a las exi-
gencias del capitalismo contemporáneo afirma que la humanidad
está entrando en una nueva era —la de la llamada "revolución cien-
tífico-técnica"—, "prevista" ya por Marx en los Grundrisse y cuyo
desarrollo actual "representa el descubrimiento teórico y el desarro-
llo positivo más importante de la teoría marxista desde la época de
Lenin". La cita es de Radovan Richta y merece ser leída prácticamen-
te entera.1
Es, precisamente, a partir de la crítica de la obra de Radovan
Richta, uno de los más destacados "reformistas" checos de la prima-
vera de 1968, que Benjamín Coriat ha escrito el libro Science, Techni-
que et Capital, cuya versión castellana presentamos al lector. Los dos
ensayos que comporta la obra: "El capital, la técnica y la ciencia" y
"Fábricas y Universidades de fábrica en China tras la Revolución
Cultural", responden a una necesaria y urgente interrogación crítica

1 "Un modelo del comunismo y una interpretación del marxismo que no


acepten la revolución científico-técnica como su elemento constitutivo
esencial y continúen a reducir el proceso revolucionario a cuestiones de
poder, cambio en las formas de propiedad y transformaciones en la ideo-
logía (...) perpetúan de hecho las formas sociales heredadas de la revolu-
ción industrial y de las luchas de clases y son incapaces de orientar la so-
ciedad en condiciones nuevas (...). Los inicios de la teoría de la revolución
científico-técnica en la línea del XX Congreso y en particular en el pro-
grama del P.C.U.S. representan el descubrimiento teórico y el desarrollo
positivo más importante de la teoría marxista desde la época de Lenin".
(Radovan Richta y colectivo: El hombre ante la sociedad científico-técnica. Re-
sumen publicado en ruso, inglés y francés, pág.' 7 de la trad. francesa. So-
ciologicky casopis, n°2, Praga, 1966.)
5
acerca del desarrollo científico y técnico y sus repercusiones en el
marco de la división del trabajo y de la lucha política.
Como telón de fondo de estos dos ensayos críticos se refleja la
problemática común a dos sociedades de transición al socialismo.
Mientras que para Richta, las contradicciones existentes en la socie-
dad checoslovaca —contradicciones que culminaron en la agresión
por parte de los nuevos zares del Kremlin— no son sino "secuelas de
la etapa industrial" que serán solucionadas... por la "revolución cien-
tífico-técnica", para los chinos las contradicciones existentes en su
país, o en cualquier otro, no son sino el reflejo de la lucha de clases,
verdadero y permanente motor de la historia.
Si ayer Kautsky y sus epígonos de la II Internacional se esfor-
zaban por buscar la causa determinante del desarrollo de las fuerzas
productivas en los progresos científico-técnicos, los revisionistas
modernos repiten y amplían la pirueta kautskyana llegando a afir-
mar de hecho que la ciencia y su aplicación transforman las relacio-
nes de producción y se están convirtiendo en el "motor de la histo-
ria", en detrimento de la lucha de clases.
Ante estos planteamientos es necesario, en primer lugar, cen-
trar la crítica en el pretendido cambio cualitativo que se produce en
las relaciones de producción como consecuencia de la "revolución
científico-técnica".
Todos sabemos que la contradicción fundamental que caracte-
riza el modo de producción capitalista es la establecida entre las
fuerzas productivas y las relaciones de producción. Contradicción en
la medida que aquéllas acentúan el carácter socializado de la pro-
ducción y éstas la apropiación por parte de unos pocos del producto
de esa actividad o práctica social. Bajo el capitalismo existe un estí-
mulo constante al desarrollo de las fuerzas productivas, llegando a
ser nota diferenciadora con respecto a modos de producción anterio-
res. El capitalista está constantemente interesado en aumentar su ga-
nancia, es decir, su plusvalía. Mientras que la plusvalía absoluta tro-
pieza con una lucha inmediata por parte de la clase obrera y pertene-
ce a formas embrionarias del capital, la plusvalía relativa (ligada a la
disminución del tiempo de trabajo socialmente necesario) está fun-
damentada en el incremento de las fuerzas productivas y es ya fun-
damental en la etapa de la gran industria. Es en este sentido que el
6
capitalista está interesado en el desarrollo de las fuerzas producti-
vas, en la medida que le representa un aumento de su ganancia, en
la medida que impone sus intereses al desarrollo. Las opciones de
investigación científica y sus aplicaciones técnicas se orientan y se
aplican sólo en la medida en que sirven a la producción y reproduc-
ción del capital.
Con todo lo anterior, no parece lógico pensar que este propio
desarrollo de fuerzas productivas impuesto por la dominación polí-
tica del capital, vaya por sí mismo a hacerla desaparecer, a anularla
a partir de un cierto momento.
No se trata de negar el carácter determinante "en última ins-
tancia" de las fuerzas productivas, sino de afirmar que los cambios
en esta esfera no pueden hacer variar cualitativamente la estructura
de las relaciones de producción capitalistas y que este cambio cuali-
tativo sólo se puede resolver en el terreno de la lucha de clases, me-
diante la toma del poder político por el proletariado. Sólo entonces
se está en condiciones de acometer la revolucionarización de las re-
laciones de producción heredadas de la vieja sociedad y hacer que el
modelo de desarrollo de las fuerzas productivas sirva a los intereses
del proletariado.
Revolucionar las relaciones de producción en el marco de la
construcción del socialismo supone no aceptar como "natural" e
"inmutable" una división del trabajo, fundamentalmente la división
entre trabajo manual y trabajo intelectual, que no es sino el producto
de la estructura económica y política capitalista, y sostén de sus cla-
ses sociales.
Esta división entre trabajadores manuales y trabajadores inte-
lectuales, existente bajo el capitalismo, es interpretada por los parti-
darios de la "revolución científico-técnica" como un elemento de ca-
pital importancia que habla del surgimiento de un "nuevo bloque
histórico", formado por el proletariado y los sectores de la cultura,
sectores que presentan como homogéneos socialmente y coinciden-
tes además con los objetivos estratégicos del proletariado. Es la lla-
mada "alianza de las fuerzas del trabajo y de la cultura".
En el fondo de la cuestión, la lógica de quienes pretenden adecuar
así los intereses del proletariado a los de otras clases sociales, la ló-
gica de quienes pretenden sellar un "compromiso histórico" entre el
7
proletariado y la burguesía, es la lógica de la opción política de "paso
pacífico al socialismo". Para los ideólogos de la "revolución científi-
co-técnica" el desarrollo impetuoso de las fuerzas productivas modi-
fica la sociedad y lleva, evolutiva y pacíficamente, a formas superio-
res de vida y de organización, es decir, al "socialismo". Este plantea-
miento conlleva la negación del carácter de clase de todo Estado, la
negación por tanto, de palabra o de hecho, de la destrucción de este
y de la necesaria construcción de un nuevo Estado: el de la dictadura
del proletariado, objetivo histórico de la clase obrera y etapa necesaria
para su emancipación.
Hoy, en los países capitalistas, los partidarios de la "revolución cien-
tífico-técnica" presentan ya su candidatura como ideólogos más
avanzados de la "sociedad post-industrial" con la consecuente per-
petuación y refinamiento de la división del trabajo y de las relacio-
nes de producción, es decir, de explotación capitalistas.
En otros países, como la Unión Soviética, el interés apasionado
con el que se habla de la "revolución científico-técnica" encubre y es
la consecuencia lógica de la vía capitalista que ha elegido, con la
consecuente perpetuación de la división del trabajo y la aparición de
una meritocracia de notables que proponen a Akademgorodok, la
famosa "Ciudad Académica" de cuarenta mil habitantes, dedicados
a la investigación científica como modelo de ciudad del futuro y a
Gagarin como héroe revolucionario de nuestros días a inhumar junto
a Lenin. Son servidumbres propias de una sociedad de clases bajo la
dominación de la nueva burguesía de Estado de la era de la "revolu-
ción científico-técnica".

JOAN SENENT-JOSA

8
ÍNDICE

PRESENTACIÓN ....................................................................................... 6

El actual momento de la crítica del desarrollo científico técnico ...... 13

Primer Ensayo
CAPITAL, TÉCNICA Y CIENCIA

1. La revolución científico-técnica. Crítica de un concepto................ 23

1. Lo esencial de la RCT .......................................................................... 24


1.1. Tesis n° 1: el paso de la RI a la RCT, del principio mecánico
al principio automático ................................................................. 26
1.2. Tesis n° 2: la esencia de la RCT, el nuevo papel de la cien-
cia ...................................................................................................... 31
1.3. Tesis n° 3: una nueva racionalidad en las modalidades de
crecimiento, las transformaciones de las relaciones de produc-
ción ................................................................................................... 34
1.4. Capitalismo monopolista de Estado y revolución científico-
técnica............................................................................................... 37

2. En las fuentes de Richta: algunos textos de Marx. Una crítica del con-
cepto de RCT ........................................................................................... 43
2.1. Sobre la transformación del proceso de trabajo en proce-
so científico: proceso de trabajo y proceso de valorización del
capital ............................................................................................... 43
2.2. La "revolución" de los complejos automáticos de
máquinas ......................................................................................... 49

3. Para concluir: alcance y límites de las tesis de Richta.......................... 57

4. Para proseguir: necesidad de enfocar la técnica y la ciencia como un


proceso ligado al proceso de acumulación de capital ................................ 62
4.1. Primera proposición: necesidad de enfocar la técnica y la
ciencia como un proceso ............................................................... 62
4.2. Segunda proposición: el proceso de producción y circula-
9
ción de los conocimientos científico-técnicos debe ser relacio-
nado con el de valorización del capital ....................................... 63

2. Las condiciones de producción de la técnica y de la ciencia .......... 67

I. Técnica y trabajadores técnico-científicos ................................................. 68


1. ¿"Quién" produce la técnica y la ciencia? La investigación en la divi-
sión del trabajo ......................................................................................... 68
1.1. Definiciones. La investigación como actividad separada . 68
1.2. La actividad investigadora y las formas específicas de la
división capitalista del trabajo ..................................................... 74
1.3. La exclusión de los obreros, técnicos y empleados............. 83
2."Cómo" y "para quién" produce el MPC la técnica. Sus características
particulares .............................................................................................. 88
2.1. La actividad investigadora y las modalidades de su apro-
piación por el capital ...................................................................... 88
2.2. La apropiación de la técnica y de la ciencia por el capital.
La no neutralidad de la técnica .................................................... 96

II. El taylorismo y la expropiación del saber obrero ................................... 110


1. Taylor y su arqueología: el proceso de trabajo antes del "Scientific
Management"........................................................................................ 111
1.1. La pérdida de tiempo sistemática ....................................... 112
1.2. El "mejor de los antiguos sistemas" y sus fallos ................ 114
2. La organización de la sumisión real: el taylorismo como proceso de
expropiación a los obreros de su propio saber......................................... 115
2.1. Elementos constitutivos del sistema: prácticas antiguas y
diversas .......................................................................................... 116
3. El taylorismo y sus herramientas: una revolución en las fuerzas
productivas del capital ........................................................................... 121
3.1. Selección de las herramientas existentes y promulgación
de reglas para la concepción de nuevas herramientas ............ 122
3.2. Uniformización y standarización de la herramienta y del
producto......................................................................................... 128
3.3. Taylorismo y maquinismo ................................................... 132

3. Las condiciones para la incorporación de la técnica y de la ciencia


10
a la producción capitalista de mercancías .......................................... 134

1. Notas, algunas proposiciones de partida ........................................... 139


2. La condición general para la incorporación de máquinas: el tema de la
economía del trabajo vivo ...................................................................... 141
2.1. La cuestión del plazo de transmisión ................................. 144
2.2. Otro elemento: el número de productos a los que transmite
valor por unidad de tiempo........................................................ 145
2.3. Tercer elemento: el volumen de valor que la máquina in-
corpora en sí al principio (o su valor originario) .................... 145
3. La cuestión del plazo de transmisión del valor al producto. Desgaste
material y "desgaste moral", sus efectos ............................................... 150
3.1. Introducción, planteamiento del problema....................... 150
3.2. Desgaste material y "desgaste moral": la cuestión de la ob-
solescencia ..................................................................................... 151
4. Notas sobre la cuestión de la velocidad de rotación del capital........... 162
4.1. Introducción, planteamiento del problema....................... 162
4.2. Innovación y tiempo de producción .................................. 163
4.3. Innovación y tiempo de circulación y de realización ....... 166
5. Innovación en el sector de bienes de subsistencia y en el sector de bie-
nes de lujo. Plusvalía y plusvalía extra.................................................. 167
6. Progreso técnico, producción en masa y crisis de acumulación capita-
lista ........................................................................................................ 172
6.1. 1910-1930: el taylorismo, el fordismo y el primer auge de la
producción capitalista en masa .................................................. 173
6.2. El desarrollo de la producción en masa en los años 1945-65
y las "dificultades" de la acumulación de capital .................... 175
6.3. La "crisis" de los años 1965 y siguientes ............................. 177
Para concluir: progreso técnico y/o progreso de técnicas capita-
listas de producción ..................................................................... 181

Segundo Ensayo
FÁBRICAS Y UNIVERSIDADES DE FABRICA EN CHINA DES-
PUÉS DE LA REVOLUCIÓN CULTURAL

Advertencia ............................................................................................. 189

11
1. El contexto teórico y político: el estudio del "derecho burgués" . 191
1. La actual campaña de estudio de la dictadura del proletariado ........... 191
2. La persistencia del "derecho burgués" en la sociedad socialista y sus
efectos .................................................................................................... 194
3. Discusión con "obreros técnicos"de Shangai.................................... 201

2. Técnica, técnicos y división del trabajo ........................................... 206


Planteamiento del problema ...................................................................... 206

I. Revolución en el sistema de enseñanza .................................................. 209


1. Una línea general.............................................................................. 209
2. Una creación de la GRCP: las "universidades de fábrica" ............... 215

II.Sobre algunas modificaciones en la organización del trabajo industrial.. 227


1. Importancia del tema....................................................................... 227
2. La crítica de los reglamentos irracionales ......................................... 228
3. Los grupos de "triple unión" para la innovación técnica ............... 231
4. El sistema de las dos participaciones................................................ 233

Conclusión ............................................................................................... 237


Una nueva relación entre la formación técnica y la organización del trabajo
industrial ................................................................................................... 237

12
EL ACTUAL MOMENTO DE LA CRÍTICA DEL
DESARROLLO CIENTIFICO-TECNICO

Si bien el tema de una interrogación crítica sobre las formas y


modalidades del desarrollo de la ciencia y de la técnica no constituye
en sí una novedad, aunque periódicamente vemos renacer este inte-
rrogante a través de lo que se manifiesta como "crisis" de la ciencia y
de los medios científicos; el período actual, sin embargo, nos parece
que presenta unas características tales que permite y hace posible
(léase urgente) un reexamen de las posiciones clásicas en el campo
de la crítica del desarrollo científico-técnico. Precisar este punto, im-
plica igualmente concretar cómo y por qué este reexamen, cuyo
desarrollo es fácilmente seguible en la reciente bibliografía, puede
ser también una renovación. Renovación tanto por el sentido con el
que ahora se plantea como por la naturaleza de los interrogantes y el
entorno en el que los plantea.
Bien mirado, los primeros interrogantes sobre la ciencia y la técnica
coinciden con el nacimiento mismo de las ciencias modernas. Piénse-
se, por ejemplo, en las relaciones que mantuvo Galileo con la ideolo-
gía y la Iglesia de su tiempo. Con el desarrollo del maquinismo y de
la gran industria-que incorpora una tecnología cada vez más com-
pleja-por una parte, y con el desarrollo de un aparato estatal-
nacional y centralizado—por otra, este interrogante va a ampliarse
ininterrumpidamente centrándose en las peculiaridades coyuntura-
les. Pero, ateniéndose a lo esencial, se ve claramente que esta interpe-
lación de la ciencia y de la técnica puede enmarcarse en dos campos
principales:
• En lo que se refiere a las ciencias (en principio la física, pronto
sustituida por la química) lo que predomina es la inquietud por ver-
las comprometidas con fines militares y destructivos2. En cualquier

2 Pierre Curie declaraba, ya en 1903, en su alocución por la recepción del


Premio Nobel: "Es concebible que, en manos criminales, el radio puede lle-
gar a ser muy peligroso, y podemos preguntarnos si la humanidad gana
algo conociendo los secretos de la naturaleza, si está madura para aprove-
charlos o si este conocimiento le será perjudicial. El empleo de los descu-
brimientos de Nobel es característico: los explosivos de alta potencia han
13
caso, sus "servicios", encaminados al desarrollo de la biología y de la
medicina, permiten un amplio optimismo histórico3.
• Por lo que se refiere a la técnica (conservando por comodidad
provisional la distinción ciencia/técnica), lo que se percibe es, sobre
todo, la "reificación" del trabajo humano originada por su utilización
masiva en la producción4. Pero también aquí, y la noción misma de
progreso técnico adoptada por el lenguaje corriente así lo indica, do-
mina el aspecto positivo: liberación por la técnica de la servidumbre
a las fuerzas naturales.
Posteriormente, la ciencia y la técnica, conjuntamente esta vez, se-
rán interpeladas en un tercer campo: el de que su utilización indus-
trial implica la destrucción no reversible de los recursos naturales y
del entorno, incluyendo en esta expresión todos sus matices.
Así, resumiendo, hasta una época reciente, los interrogantes sobre
la ciencia y la técnica se plantean exclusivamente sobre el uso que de
sus resultados hace la sociedad. La reflexión y la crítica se han cen-
trado totalmente en torno a la "buena" o "mala" utilización social de
la ciencia y de la técnica; con la finalidad, por supuesto, de favorecer
una "mejor" utilización de los descubrimientos.
Sin embargo, hoy la crítica reviste nuevos contornos.
Desde hace algunos años, las relaciones sociales no son invocadas
para cuestionar el uso que se hace de la ciencia y de la técnica, sino
también, y esto constituye lo específico de las modalidades actuales
del planteamiento, para cuestionar:
• Por una parte, la neutralidad de la técnica como objeto material
poseedor de características particulares, que hasta hoy se han plan-
teado siempre como respuestas "técnicas" a problemas, así mismo
"técnicos", planteados por su concepción
• Por otra parte, profundizando más, se cuestiona la lógica según

permitido a los hombres hacer trabajos admirables. Son también un medio


terrible de destrucción en manos de los grandes criminales que llevan a los
pueblos a la guerra".
3 Como testimonia también la misma alocución de Pierre Curie que prosi-

gue: “Soy de los que piensan con nobel que la humanidad sacará más
bien que mal de los nuevos descubrimientos.”
4 Esta corriente es constante de A. Smith a G. Friedmann.

14
la cual el desarrollo científico-técnico se lleva a cabo; una serie de
nuevos problemas han surgido: desarrollo desigual de las diferentes
disciplinas, legitimidad de los límites entre ciencias afines, desigual
desarrollo tecnológico para niveles similares de elaboración de los
diferentes cuerpos teóricos, carácter esotérico e hiperformalizado de
las proposiciones y del razonamiento científico, etc.
Simultáneamente se refuerza el interrogante, no sólo sobre la uti-
lización social, sino también sobre la explotación ideológica, en sen-
tido amplio, de las teorías científicas y de los científicos mismos en
debates cuyo contenido político es manifiesto. Tal es el caso del viejo
debate sobre el materialismo que resurge, como una serpiente de
mar, con cada descubrimiento científico de alguna importancia.
Este resurgimiento y este nuevo planteamiento, así como la refle-
xión del larguísimo período que ha tenido que transcurrir hasta su
formulación, es para nosotros incomprensible sin recurrir a un re-
sumen —aunque sea breve y esquemático de las críticas formula-
das desde el marxismo.
Desde Marx, y hasta una época reciente, se ha mantenido, sobre
todo partiendo de la crítica de la economía política la estrecha relación
entre capital, maquinismo y división del trabajo (la eterna 4.a sección
del Libro I cien veces reproducida, debidamente reducida a sus "pá-
ginas esenciales"). Es decir, resumiendo, que se ha retenido sobre to-
do las tesis llamadas del "trabajador alienado" por la ciencia y la téc-
nica.
Sobre la ciencia propiamente dicha —a pesar de los desarrollos que
impregnan toda su obra, a pesar de Materialismo y Empiriocriticismo de
Lenin— poca cosa. Prácticamente nada. Hasta lo que Althusser y al-
gunos otros han mostrado —desde el lado de la filosofía— sólo lo
que Marx contenía ya de una teoría materialista de la producción de
conocimientos5. Este silencio del pensamiento marxista no se explica
sino en función de dos acontecimientos que han tenido lugar en el
marxismo.
1. El primero afecta a las formas y condiciones en las que después
de Lenin, se ha efectuado la continuación de la crítica.

5 Para una exposición detallada de este punto, ver S. Karsz, Théorie et Poli-
tique: Louis Althusser, Fayaid, 1974.
15
El lissenkismo, las lamentables tesis sobre el carácter burgués de la
genética mendeliana o de la teoría de los quantas —que constituyen
la segunda etapa de la crítica— son capaces de explicar la prudencia,
léase silencio, en la que la crítica marxista se ha encerrado. "Ciencia
burguesa/ciencia proletaria: alta bandera ondeando en el vacío" dice
Althusser en tono autocrítico. El problema es que, al arriar la bande-
ra, solo se ha dejado el vacío.
Sin embargo, el lissenkismo citado no es, a nuestro entender, capaz
por sí solo de explicar el vacío de la crítica marxista. Incluso supo-
niendo que el razonamiento sobre la ciencia se haya hecho imposible,
hay que explicar todavía el silencio sobre la técnica, crítica que, más
próxima al "proceso real" de producción, habría debido desarrollarse
con anterioridad. Nos parece que la razón de este silencio hay que
buscarla en los principios y la política llevada a cabo en la Unión
Soviética para la edificación del socialismo, sobre todo durante el
período llamado estaliniano.
2. La construcción del socialismo por etapas: en primer lugar las
bases materiales, a continuación las "superestructuras", contenía en
germen la idea de un núcleo compacto, racional, de la industrialización
(sea socialista o capitalista). Este núcleo compacto es el formado por
un complejo coherente de máquinas y de técnicas de producción del que
no se concebía que pudiera revestir formas diferentes. En un terreno
teórico como éste, la idea de poner en cuestión la "neutralidad" de la
técnica tenía, como es fácil comprender, muy pocas oportunidades
de desarrollarse6.
Si, pese a todo, puede adivinarse el perfil de un tercer movimiento
se debe, a nuestro entender, a que la Revolución Cultural China, y el
debate teórico que ha suscitado, permite, evitando las trampas del
lissenkismo, retomar, desplazándolas, las posiciones de partida de la
crítica y también por tanto, su objeto:
—Nunca más la catastrófica disyuntiva ciencia burguesa/ciencia
proletaria, sino dos problemas radicalmente diferentes y planteados

6Queda por precisar -aquí es imposible hacerlo- qué tipos de articulacio-


nes pueden establecerse entre el lissenkismo, tal y como se ha desarrolla-
do, y la práctica de la construcción de las "bases materiales del socialis-
mo."
16
en otro terreno:
• Elaborar una crítica del desarrollo científico que se proponga
abordar cómo las ciencias se crean sólo en lucha con formaciones
discursivas en las que la ideología tiene un lugar importante.
• Frente a una lógica capitalista de acumulación de capital que
imprime características específicas al proceso de producción de co-
nocimientos científicos y técnicos, poner en marcha una vía diferente
—es decir un proceso diferente— basado, no en la división de traba-
jo y la especialización cada vez más acusada de técnicas altamente
cualificadas, sino en la iniciativa de los trabajadores directos y su co-
laboración con técnicos y expertos en el trabajo de concepción y ex-
perimentación científica. Esto es, en una estrategia de lucha por abo-
lir la separación entre trabajo manual y trabajo intelectual.
'—Finalmente, cuestionar no solo la utilización capitalista de la
técnica, sino mostrar que la técnica en su materialidad misma (como
herramientas y máquinas) lleva la impronta de las relaciones sociales
en y bajo las cuales ha sido concebida.
Un nuevo campo se abre así a la crítica7. Es el que, en nuestra opi-
nión, caracteriza las modalidades actuales del cuestionamiento de la
ciencia y la técnica. Se ve, pues, que, si el tema de una interrogación
crítica sobre la ciencia y la técnica no es nuevo, las cuestiones plan-
teadas y sobre todo la base en la que y desde la que se plantean, han
sido singularmente transformadas.
Pero, sin duda, las cosas no son sencillas. Y esta situación, que es

7 No carece de interés señalar que, al menos sobre dos de las cuestiones


planteadas por la GRCP, Occidente tiene pendientes problemas análogos.
Con ocasión de los debates sobre recomposición de las tareas industriales,
vemos afirmar:
—por una parte (plan Scalom U.S. "Democracia industrial en Noruega")
la importancia de la asociación de los trabajadores directos con los técni-
cos e investigadores científicos en el trabajo de concepción de nuevos bie-
nes de equipo;
—por otra parte (teoría de la unidad de producción como "sistema socio-
técnico") la idea del carácter "flexible" de la tecnología, que debe ser con-
cebida de forma diferente para permitir la ejecución de un trabajo no tan
parcializado, sino recompuesto.

17
la de comienzos de los años 70, se ha transformado ya claramente. Es
evidente que este esfuerzo de crítica del desarrollo científico y técni-
co, llevado a partir de posiciones que, para simplificar, calificaremos
de "materialistas", está ya recubierto por una contracorriente que se
alimenta en las fuentes más seguras del oscurantismo, que se lee en
la prensa, la diaria y la otra, llamada especializada. No es otra cosa
que el Retorno de los Brujos, o de los horóscopos hechos con orde-
nadores... en los campos Eliseos.
Hay razones para esto. Y sólidas. No es casual que algunos de los
más prestigiosos físicos modernos hayan podido —monetizando su
Nobel— llegar a consejeros (muy) especializados del Pentágono. Artí-
fices o cómplices activos de la defoliación y del genocidio "científico"
de un pueblo de campesinos. Sin llegar hasta estos ejemplos extre-
mos —pero ¿lo son realmente? — hay que admitir, nos guste o no,
que toda nuestra vida cotidiana está "cientifizada" decidida fuera de
nosotros. Esto no es cierto solamente para el obrero —de la industria
química por ejemplo— que se encuentra a los 30 años con las manos
y los ojos abrasados por la manipulación constante de mezclas de las
que ignora todo; comienza a serlo para cada uno de nosotros.
De aquí nacen nuestros consumidores de alimentos macrobióticos
y, en el seno de los países más "desarrollados", la huida a esos paraí-
sos ecológico-naturales que han llegado a ser Ardéche o Lozére, tie-
rras de pobreza y de éxodo, promovidas ahora al rango de nuevas
Américas. Movimientos de defensa y que, ciertamente, manifiestan a
su manera un rechazo. Pero con ellos y en torno a ellos se organiza la
desconfianza. Desconfianza que rechaza todos los argumentos. Que
yerra más de una vez el blanco de sus iras. Que alimenta por tanto
—sin quererlo— la vuelta a cierto irracionalismo que sí sabe muy
bien adónde va. Y que siempre aparece mezclando con las fuerzas
políticas y económicas más retrógradas que están en el origen mismo
de las "barbaridades" que aquellos rechazan.
Tanto es así que L'Humanité ha decidido tener en 1974 su última
"fiesta" bajo el signo de la Ciencia misma y de su defensa. Dotada de
un stand permanente, no era el menor de los espectáculos ofrecidos
a la contemplación de los obreros llegados de los cuatro rincones de
Francia. Lo más triste del asunto es que esta vez el espectáculo se
daba en nombre del comunismo.
18
Se habrá comprendido adonde queríamos llegar. Si en las socie-
dades capitalistas desarrolladas, la crítica de las formas y modalida-
des que reviste la aplicación tecnológica de la ciencia debe proseguir,
no debe ya efectuarse desde cualquier punto de vista.
Por nuestra parte creemos que hay otras, y mejores, cosas que ha-
cer que —ante la contracorriente señalada— dedicarse a una defensa
pura y simple de la Ciencia y de los científicos. Hay que decidirse,
¡el siglo XIX ha muerto! Y el campo abierto por la "crisis" del ámbito
científico y por el cuestionamiento de una forma determinada de se-
paración entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, no debe ser
abandonado. Demasiados cambios —y de importancia primordial—
dependen de ello.
Si bien este libro se inscribe en un movimiento de reflexión de
cierta envergadura —y del que es preciso fijar los contornos—, se
propone objetivos limitados y bien determinados. Partiendo de la
economía política, tiene por objeto central los cambios tecnológicos
habidos, desde la Segunda Guerra Mundial, en la producción de
mercancías. Aún más, este trabajo querría ser una aportación, en el
sentido de que se dedica más a plantear problemas, a cuestionar la
llamada "revolución científico-técnica", que a aportar respuestas de-
finitivas, cerradas en ellas mismas.
Precisando más todavía, lo que nos proponemos analizar, es la
noción de técnica y de "progreso" técnico. Quién la produce, cuáles
son las condiciones de su incorporación a la producción de mercan-
cías, qué modificaciones reales —más allá de las verbales de las que
estamos saturados— introduce en el proceso de trabajo y en las con-
diciones de funcionamiento del modo capitalista de producción. Re-
sumiendo, este libro intenta analizar la técnica y la ciencia como un
proceso ligado al proceso de valorización del capital. Para lograr es-
to, las actividades de investigación y concepción son enfocadas a
partir del lugar que: ocupan en la división del trabajo. Hay que pre-
cisar que esto significa que, la técnica, más que la ciencia, será el obje-
to de este ensayo. De aquí el título "Capital, técnica y ciencia". La
"ciencia" no será tratada sino en la "forma" en que interviene en la
producción de mercancías: como aplicación tecnológica.
La tesis central de este libro es que la técnica, particularmente de
producción, lleva la impronta y la marca de las relaciones (capitalis-
19
tas) de producción en las que y bajo las que ha sido concebida. Que,
en este sentido, no es "neutra". Esta tesis conduce a una serie de con-
secuencias teóricas y prácticas que son enunciadas y examinadas.
El primer ensayo que compone este libro: "Capital, técnica y cien-
cia" consta de tres capítulos.
El primero está consagrado al análisis de las principales tesis rela-
tivas a la revolución científico-técnica y a su crítica. Este trabajo
constituye para nosotros una especie de punto de partida. Es válido,
sobre todo, en tanto que nos permitirá como "ejemplo negativo" po-
dríamos decir— obtener los medios para proseguir nuestra investi-
gación sobre otras bases, diferentes de las que predominan en púdi-
camente todos los estudios dedicados al análisis de las modificacio-
nes introducidas por las modernas técnicas en la producción de mer-
cancías.
El segundo capítulo intenta examinar las actividades de investiga-
ción y concepción desde el punto de vista del lugar que ocupan en la
división capitalista del trabajo. Se dedica a localizar quién produce
los conocimientos científicos y técnicos y en qué condiciones, formu-
lando la hipótesis de que esta investigación puede permitir que estas
actividades aparezcan bajo un nuevo aspecto.
El tercer capítulo se dedica a enunciar ciertas condiciones que, en
el curso de su valorización, pone el capital a la incorporación de las
técnicas "disponibles".
El segundo ensayo "Fábricas y universidades de fábrica en China
después de la revolución cultural" ha sido redactado a continuación
de una estancia en la República Popular China. Consagrado al análi-
sis de la formación de técnicos y al lugar que ocupan en la división
del trabajo en el seno de las unidades industriales de producción, vie-
ne de alguna forma a precisar "plenamente" algunas de las cuestio-
nes surgidas y planteadas en el primer texto.
Una última precisión: en lo esencial, el primer ensayo presentado
en este libro fue terminado en 1972. Para la presente edición he efec-
tuado algunos retoques y ampliaciones.
Finalmente, querría expresar mi agradecimiento a todos los profe-
sores y amigos que me han ayudado a lo largo de este trabajo.

20
PRIMER ENSAYO

CAPITAL, TECNICA Y CIENCIA

21
22
1. LA REVOLUCIÓN CIENTIFICO-TECNICA.
CRITICA DE UN CONCEPTO.

Desde su primera edición en 1966 (50.000 ejemplares vendidos so-


lo en Checoslovaquia) el libro de Richta, La civilización en la encruci-
jada8 es un éxito. Lo que hacía de él un libro importante y esperado —
como ha demostrado el tiempo transcurrido— era su aparición en
una doble coyuntura, en una doble circunstancia.
Un libro importante. Abordamos aquí el primer nivel de esta con-
yuntura. Aquel cuyos contornos aparecen perfilados por lo que se
ha dado en llamar la primavera de Praga". Obra colectiva y pluridis-
ciplinaria, encargada por la Academia de Ciencias checoslovaca, La
civilización en la encrucijada constituye un momento importante de la
ofensiva dirigida —en el plano ideológico— por los dubcekianos"
para preparar la lucha política abierta de la primavera de 1968. Por
esto es un libro importante. Con Ota Sik, Richta es sin duda uno de
los "reformadores" checos que ha adquirido, y rápidamente, renom-
bre internacional.
Sería un error considerar La civilización en la encrucijada como un
acontecimiento puramente "checoslovaco". La acogida dispensada a
su obra en el Occidente capitalista es el mejor índice. Richta es tam-
bién —y este es el segundo aspecto de la coyuntura en la que surge—
uno de los "teóricos" (si no el teórico por excelencia) más consecuente
con los cambios que el mundo capitalista busca, por su parte, regis-
trar y analizar, por medio de la expresión revolución científico-técnica
(en adelante RCT). Mejor aún, hace de la noción, vaga todavía, un
concepto, proponiendo una interpretación global, coherente y siste-
mática de las transformaciones introducidas en la vida económica
por el desarrollo de la aplicación tecnológica de la ciencia, sobre todo
después de la Segunda Guerra Mundial. Viene así a ocupar el puesto
que un gran movimiento de análisis e investigación preparaba9. Por

8 R. Richta. La Civilisation au carrefour, Anthrppos, 1969, Ed. Du Seuil,


1974. Hay traducción española: La civilización en la encrucijada, Éd. Ayuso,
Madrid.
9 Sobre la importancia de este movimiento no hay mejor indicador que la

bibliografía que él mismo y sus colaboradores han cultivado al máximo y a


23
esto La civilización en la encrucijada era un libro esperado. Con Richta,
la noción de RCT adquiere un status en el análisis de las "sociedades
modernas" que no perderá. Richta ha pasado a ser una referencia
obligada para quien se interesa por las relaciones entre ciencia e in-
dustria.
A la crítica de la noción de RCT están consagradas algunas de es-
tas páginas. Con anterioridad intentaremos describir, lo más exac-
tamente posible, lo que nos parece esencial de las "tesis" que, cuida-
dosamente expuestas en Richta, constituyen —aunque sea implíci-
tamente— esa referencia "obligada", de la que hemos hablado, para
los autores que tratan de la RCT. De aquí, el plan adoptado:
1. Lo esencial de la RCT concentrado y expuesto en 3 tesis. A lo que
seguirá una:
2. Critica del concepto a partir de los textos de Marx a los que Richta
se refiere.

1. Lo esencial de la RCT

En lo que concierne a la delimitación precisa de lo que es la RCT


(su contenido, sus contornos y su significación histórica), lo esencial
de lo que Richta expone puede reducirse a 3 tesis. No pretendemos
de ninguna forma que todo Richta está contenido en estas 3 tesis, ni
tampoco que acá o allano se encuentren, en esta obra amplia y difícil
que es La civilización en la encrucijada, algunas indicaciones que
orienten hacia una comprensión más matizada de tal o cual idea. Sin
embargo, las tres tesis que vamos a enunciar —en detalle, citándolas
ampliamente— reflejan bien, a nuestro entender, lo esencial.
Además, en ninguna parte (ni antes ni después de Richta) se en-
cuentra una exposición de la RCT suficientemente sistemática. He-
mos hablado de referencia obligada. ¡Merece pues alguna atención!
Tres proposiciones pueden resumirlas 3 tesis anunciadas. Helas
aquí:

Tesis núm. 1: Nuestra época es testigo del advenimiento de la RCT,

la que se refieren constantemente. Ver las numerosísimas notas de La civi-


lización en la encrucijada
24
que sustituye a la Revolución industrial (en adelante RI); desde el punto
de vista de los principios que rigen la producción, esta sustitución es
también la del PRINCIPIO MECÁNICO por el PRINCIPIO AUTO-
MÁTICO.

Tesis núm. 2: En su esencia, la RCT consiste en el hecho de que se


establece una NUEVA RELACIÓN entre CIENCIA e INDUSTRIA,
haciendo de la ciencia una Fuerza Productiva (FP) directa e incluso la
FP decisiva.

Tesis núm. 3: Esta introducción de la ciencia en la producción tiene


como consecuencia introducir una NUEVA RACIONALIDAD en el
proceso de trabajo, el "crecimiento" de las sociedades y las leyes de
evolución de la humanidad.

Finalmente, al margen de las tesis mismas, una palabra sobre el mé-


todo de Richta. Según su propia confesión:
"La única vía que nos permite tratar conceptualmente los cambios
en la base de la civilización es preparar modelos teóricos que represen-
ten las formas "puras" de la estructura y dinámica de las FP..." (pág.
19/XXXIX10).
Sobre esta consideración, la del modelo y la forma pura habremos
de volver porque, aplicado a las ciencias sociales, el método de los
"modelos" y de las "lumias puras" tiene una historia11 a la que, llega-
do el momento, será útil referirse para apreciar la andadura de Rich-
ta y sus resultados.
Planteado esto, veamos las tesis en detalle.

1.1. Tesis núm. 1: El paso de la RI a la RCT

10 Las referencias están sacadas de dos ediciones de La civilización en la en-


crucijada: en primer lugar (primer número) a la edición del bolsillo de Seuil
(colección "Politique"), después a la edición Anthropos. Mientras no se diga
lo contrario soy yo (BC) quien subraya.
11 Historia que, con Max Weber, señalémoslo ya desde ahora, se confunde

con la de la utilización del concepto de racionalidad de que Richta hace


uso.
25
Del principio mecánico al principio automático.

De entrada, Richta afirma muy claramente que las transformacio-


nes en curso no son simples "cambios superficiales" sino que lo que
tiene lugar en la RCT son "mutaciones cualitativas revolucionarias".
Resumiendo: en primer lugar, se trata de una revolución que —como
veremos— abre un "nuevo periodo histórico". Revolución: veamos,
en primer lugar lo que resulta superado.

1.1.1. La RI: principio mecánico y trabajo alienado12

"Nos encontramos en las últimas etapas de la civilización, que ha


estado vigente en los dos últimos siglos" (pág. 25/2).
Tres elementos caracterizan esta "civilización"13:

a. Su "base", es la "gran producción industrial en masa" (GPIM, pág.


25/2); organizada en torno a "máquinas, líneas de máquinas, cadenas
mecánicas y, junto a ellas, el ejército de obreros que las sirven" (pág.
25/2).
La RI, explica Richta, ha revestido diferentes formas concretas, pe-
ro su "esencia" es, como es natural (para una esencia), permanente:
consiste "en un continuo cambio de los instrumentos de trabajo"
(pág. 25/2): hay que entender en esto únicamente de los instrumen-
tos de trabajo.

b. Si bien, y este es el punto central, la "síntesis" hecha por Richta


es que lodos estos conjuntos, a través de su evolución y su diversi-
dad, están regidos por un principio único: el principio mecánico: "La
12 Retomamos conscientemente el calificativo de trabajo "alienado". Richta
usa también "reificado". Como sabemos este concepto es central en un
pensamiento: el humanismo que, con el desarrollo del maquinismo, conoce,
bajo formas nuevas, un nuevo auge.
13Para la exposición de los elementos que caracterizan tanto la RI, como la

RCT, adoptaremos un mismo esquema, el mismo que Richta utiliza; a sa-


ber: 1) su base técnica, 2) el "principio" que la mueve, 3) el lugar del hom-
bre (del "factor humano") en este conjunto.

26
máquina herramienta que ha descompuesto y asumido las operacio-
nes de la mano del hombre, la máquina motriz que libera al hombre
del arrastre, la transmisión mecánica; he aquí lo esencial de los ele-
mentos y etapas del nacimiento del principio mecánico" (pág. 25/3
subrayado por el autor R.R.)

c. En cuanto al "factor humano" —puesto que Richta adopta como


método separar el análisis de los elementos humanos y sociales— lo
que le caracteriza en la RI es que el hombre "es el fundamento prin-
cipal directo de la producción", pero solamente en la medida en que
"sirve a las máquinas", que le han desposeído de toda inteligencia
"creadora". El trabajo está alienado.
Esta es, a grandes rasgos, la época que hasta ahora hemos vivido.
Aunque subsisten rasgos profundos y algunos elementos de este
"modelo", estamos entrando en una nueva época, la de la RCT, de la
que también podemos destacar los principales rasgos.

1.1.2. La RCT, principio automático y liberación del factor hu-


mano

Con la RCT —se ha dicho— se instaura nada menos que una "es-
tructura y una dinámica nuevas de las fuerzas productivas de la vida
del hombre" (pág. 27/4). "Estructura y dinámica nuevas de las fuer-
zas productivas": ¿De qué se trata?

a. En cuanto a su "base técnica" puede decirse que Richta es per-


fectamente claro:

"Entre el hombre y la naturaleza ya se interpone, no solo el ins-


trumento o medio de trabajo, sino toda una técnica autónoma de
producción en la que se encuentra sintetizada, de una u otra forma,
la interacción del medio y del objeto, en forma de estructura y di-
námica interna del modelo" (pág. 28/5).
De aquí se desprende que, a diferencia de la RI que no ha trans-
formado nunca sino el medio de trabajo, la RCT implica una revolu-
ción simultánea del medio y del objeto de trabajo, así como de la re-

27
lación existente entre medio y objeto14. Esta es la "interacción" que,
según Richta, realiza una nueva "síntesis".
Por lo que respecta a la "gran producción industrial en masa", ba-
se lunch mental de la RI, parece claro815que se transforma simple-
mente en "gran producción automática en masa".

b. Planteado esto, resulta evidente que, al igual que el principio


mecánico ha caracterizado todo el período de la RI, a partir de ahora
el que destaca y asegura su supremacía es "el principio automático".
"La originalidad (de la RCT) consiste en lograr la síntesis del pro-
ceso natural, tecnifícado, impuesto y asimilado —y por ello regula-
ble— por el hombre; en asegurar el triunfo del principio automático
en el más amplio sentido de la palabra (cualquiera que sea la base
tecnológica concreta) (pág. 28/5).
Podemos ahora repasar las principales dimensiones del principio
automático. Se denominan "cibernización" (pág. 30/8). "quimización"
(pág. 31/9) y "nuclearización" (pág. 32/10) de la vida16. Dediquémos-
les algunas líneas:
—Lacibernización alcanza niveles sucesivos. Su forma más elemen-
tal: "los palpadores ("órganos sensoriales artificiales") eliminan los
últimos vestigios de manipulación humana" (pág. 30/8). Más elabo-
rados, 'los centros de control y autodirección" se transforman "en un
sistema-reflejo técnico ("sistema nervioso") capaz de responder a un
estímulo, y que solo exige una dirección externa ejercida con la ayu-
da de aparatos especiales (pupitre de mando)" (pág. 30/8). Finalmen-
te "la automatización alcanza su tercera etapa cuando la calculadora
("cerebro técnico"), en tanto que nuevo dominante interno (!), se ha-
ce cargo de la producción continua en toda su amplitud" (pág. 30/8).
14 De forma significativa Richta titula el capítulo siguiente, el dedicado a la
"esencia" de la RCT: "La unidad de las transformaciones de la tecnología, de
los materiales y de las fuentes de energía" (p. 29/7).
15 "Se estima en general que, a finales de este siglo, el principio automático

dominará en la gran mayoría de la producción industrial en masa, trans-


formará toda la estructura de la población actual" (p. 33/12).
16 "Nuclearización" este último neologismo lo hemos acuñado nosotros

mismos. Richta habla solo de los "efectos revolucionarios" de la liberación


y utilización de energía nuclear.
28
—La quimización es la segunda gran revolución provocada por la
RCT. Aquí lo esencial es "que libera al hombre de la limitación que
supone un número restringido de materias primas naturales con
cualidades inmutables, reemplazándola por un amplio abanico de
materias sintéticas, cuyas cualidades han sido determinadas inten-
cionadamente" (pág. 31/10). "Los productos químicos... ofrecen infi-
nitas posibilidades a las aplicaciones científicas y son particularmen-
te aptos para los tratamientos automatizados". Cibernización y qui-
mización acumulan de esta forma sus efectos, engendrando esa
"nueva dinámica de las fuerzas productivas" de la que habla Richta.
Por parte de las fuentes de energía, la revolución no es menor
puesto que "la explotación de la energía nuclear parece ofrecer recur-
sos energéticos ilimitados, liberados por la aplicación del principio
automático (—una vez más, efectos acumulados— B.C.) que aparece
aquí como una necesidad técnica" (pág. 32/10). "Parcial" o "total"
(pág. 32-33/10-11), la automatización es, de ahora en adelante, la ca-
racterística de nuestra época.
c. Todo esto demuestra suficientemente el nuevo lugar y el nuevo
papel del "factor humano" en la RCT.
Mientras que en la RI el ejército de obreros se limitaba a "servir" a
las líneas o a las cadenas de máquinas, el auge del principio automá-
tico coloca al hombre "al margen" de la producción directa. En efecto,
"las consecuencias de la RI y las de la RCT son totalmente contrarias
para el factor humano" (pág. 34/14, subrayado por el autor R.R.). "La
automatización transforma la actividad humana en una modalidad
de trabajo complejo, al margen de la producción directa y similar a la
del técnico o a la del ingeniero" (pág. 34/15). Así el hombre adquiere
un "nuevo lugar en el mundo de las fuerzas productivas" y, por con-
siguiente, "un nuevo lugar en general" (pág. 34/16). Mejor aún: el
proceso es dialéctico dado que, por una parte, la RCT augura "traba-
jo complejo" y, por otra, no puede desarrollarse plenamente sino
mediante "el desarrollo integral" del hombre y de "sus posibilidades
creadoras" (pág. 34-38/15-19).
He aquí, pues, esquemáticamente —dado que solo hemos reteni-
do lo esencial— cómo se manifiestan las contradicciones entre la era
que termina y la que está naciendo. Es posible un rápido cuadro de
estas contradicciones:
29
RI RCT

Base técnica Base (técnico)-científica


— GPIM —producción automática
— Continúa transformación en masa
de los instrumentos de traba- —Continúa transformación
jo. de los instrumentos de
trabajo, del objeto de tra-
bajo y de la "interacción"
entre instrumentos y ob-
jeto.

Principio mecánico Principio automático


— trabajo desmenuzado, des- —las máquinas realizan la
compuesto por las máquinas "síntesis" del trabajo sim-
— máquina motriz ple desmenuzado y del
— transmisión mecánica trabajo complejo.
—"máquinas cerebro" que
regulan de forma "autóno-
ma" toda la marcha de la
producción.

"Factor humano”
“Factor humano "

— el hombre está "al


—el hombre alienado es es-
margen" de la producción
clavo de la maquina; trabajo
directa, encargado de ta-
cosificado.
reas “complejas” de in-
geniero o de “técnico”.
—dominador del maqui-
nismo, florecimiento de
su capacidad creadora.
t
a
r
e
Principales contradicciones entre la RI y la RCT a
(recogidas en la tesis núm. 1) s

"
Más allá de estas transformaciones, y más importante que ellas, co
está lo que, para Richta, constituye el fondo de la cuestión: a la vez m
p
origen de estas transformaciones y principio de donde proceden: el l
nuevo papel de la ciencia. e
j
a
1.2. Tesis núm. 2: La esencia de la RCT, el nuevo papel de la ciencia s"
30 d
e

i
Se trata ahora de considerar un tema que impregna la casi totali-
dad de la obra y es probablemente la tesis central de Richta. Lo que
sostiene todo el edificio de la RCT. Ciertamente, Richta no es el úni-
co, en los años 60, en destacar el nuevo papel de la ciencia. Propia-
mente hablando, en nada es un "innovador"; donde hay que buscar
el interés de su obra es en la reconstrucción de conjunto a la que pro-
cede. Lo que nos interesa aquí es comprender la forma específica en
la que, en el marco del edificio general de la RCT, enfoca el nuevo
papel de la ciencia. Poner en evidencia la concepción de la ciencia y
del desarrollo científico-técnico a la que, de forma explícita o implí-
cita, hace referencia; nos será muy útil en lo sucesivo para apreciar el
conjunto de resultados a los que llega.
Se puede explicitar esta tesis reduciéndola a dos elementos prin-
cipales perfectamente solidarios y que únicamente vamos a separar
para mayor claridad en la exposición— que son.

1. La ciencia es una fuerza productiva y es además la FP "decisiva".


2. La aplicación tecnológica de la ciencia transforma los procesos
de trabajo en procesos "científicos".

1.2.1. La ciencia como FP directa y, además, FP decisiva

Existe una antigua polémica en la literatura económica (marxista


y no marxista) sobre el tema de si la ciencia es o no una fuerza pro-
ductiva "directa"17. ¡No nos preocupa! No pretendemos reabrir este
debate. Nos limitaremos a lo que nos parece fundamental, y en Rich-
ta solamente. Lo que interesa es el sentido exacto en el que Richta
desarrolla esta tesis. En pocas palabras, para él, decir que la ciencia
es una FP "directa" no significa únicamente:
—Que la ciencia es una fuerza productiva, es decir que su aplicación
a la industria comporta grandes avances de la productividad del
trabajo, de la producción de mercancías cada vez a mayor escala, e
igualmente, utilizando las propiedades particulares de la materia (o

17 Sin que, por otra parte, se precise con suficiente cuidado lo que se en-
tiende -en las diferentes concepciones- por FP y FP "directa".
31
la preparación sintética de cuerpos o compuestos nuevos), de la
producción de nuevos valores de uso.
—Que la ciencia extiende su ámbito de aplicación a sectores producti-
vos cada vez más numerosos y contribuye a crear otros nuevos,
acortando permanentemente el plazo entre la invención y su incor-
poración al proceso productivo.
Porque esto no es, ni ha sido nunca, puesto en duda por nadie que
se preocupe de analizar los efectos económicos de la ciencia moder-
na. Lo que quiere decir Richta es otra cosa. Puede expresarse con
una palabra, que es a su vez un "juego" de palabras: la ciencia es una
fuerza productiva "directa" en el sentido de que, con la RCT, domina
"directamente" el mundo de la industria. Le impone, dice Richta, su
"lógica" y su "métrica" propias (pág. 25/7). "Coloca al conjunto del
proceso de producción, de principio a fin, sobre una base racional de
ecuaciones y algoritmos" (pág. 37/18). Estructura y reestructura bajo
su autoridad, según su propia racionalidad (se trata de la palabra
clave a partir de la cual se organiza la reconstrucción de conjunto de
Richta; volveremos sobre ello), los diferentes procesos de trabajo y
sus articulaciones específicas. Su área de aplicación es "universal"...
"La industria en su conjunto pasa a ser la aplicación tecnológica de
la ciencia..." (pág. 37/18).
De esta forma, las relaciones entre ciencia e industria son concebi-
das sin contradicciones, como un juego entre secciones ("científicas"
e "industrial") de un gran laboratorio único en el que las realizacio-
nes se fecundan mutuamente: "Nuevos aspectos de la ciencia entran
en juego y asumen directamente una función productiva18 (...). A la
inversa, nuevos sectores se transforman sin cesar en ciencias expe-
rimentales" (pág. 38/19)

Por estas dos razones (su "universalidad" y el hecho de que su


propia “racionalidad se imponga") la ciencia no es solamente una

18Señalemos de paso que Richta no dice "función directamente productiva"


sino la ciencia asume directamente... una función productiva. Con este juego
de palabras, como hemos dicho, Richta desplaza el sentido habitual de la
tesis relativa a la "ciencia como FP directa".

32
fuerza productiva directa, sino también la fuerza productiva decisi-
va: de ahora en adelante, de ella "depende el crecimiento de la rique-
za"... y el renacer del hombre: "La ciencia pasa a ser, cada vez más,
la fuerza productiva central de la sociedad y prácticamente el "fac-
tor decisivo" del desarrollo de las FP" (pág. 43-44).

1.2.2. La transformación del proceso de trabajo en proceso científi-


co

En efecto más importante de estos cambios es la transformación


de los procesos de trabajo en procesos científicos". ¿Qué se entiende
por esto?
Al mismo tiempo que tiene lugar la "cientifízación de la indus-
tria", y a medida que la ciencia se comporta directamente como FP,
la aplicación tecnológica de la ciencia pasa a ser la ley y la norma que
preside la organización de los antiguos procesos de trabajo. Estos pa-
san a ser procesos "científicos". En la medida en que el impulso de la
técnica elimina la fuerza física y mental limitada del hombre de la
producción directa..." "...da a la producción una unidad técnica interna
(subrayando de Richta), base del desarrollo espontáneo de la pro-
ducción". "Unidad técnica interna", no pude decirse más claramen-
te.
Detengamos aquí esta enumeración. Para nuestro propósito es su-
ficiente destacar:
a. Cómo Richta apunta un aspecto del problema, a saber: la
"cientifízación" de la industria en la nueva relación CIEN-
CIA/TÉCNICA19 (aunque el análisis que nos ofrece sea perfectamen-
te idealista).
b. Pero cómo no parece darse cuenta (al menos nada dice) del se-
gundo aspecto, a saber: la industrialización de la investigación: es
decir, la penetración del modo capitalista de producción en la inves-
tigación misma (cf. capítulo 2).
Esto le lleva a plantear la dominación de una "nueva métrica" cien-

19 A este nivel, conservamos todavía, provisionalmente, las categorías de


"ciencia" e "industria" que son las utilizadas por Richta. Para su crítica, cf.
infra, capítulo 1 punto 3.
33
tífica en la producción. Conclusión, por otra parte, perfectamente
lógica a su manera, pero extraída por la supresión pura y simple de
uno de los términos del problema, o mejor dicho de la contradicción.
(Porque la "cientifízación" de la producción de la que habla Richta
no se lleva a cabo sino por y a través de la "industrialización" de la
investigación). En esto se ve la coherencia entre la tesis núm. 1 y la
tesis núm. 2. Coherencia, pero no repetición. La tesis núm. 2 no repi-
te la primera, la prolonga; “el principio automático" se comprende
mejor ahora: por él una unidad técnica sirve de "base al desarrollo es-
pontáneo" de la producción. Esto, ahora podemos verlo claramente,
¡es totalmente nuevo!
Planteados estos elementos, solo queda a Richta sacar de ellos las
implicaciones últimas, las que en el fondo le interesan (porque, en
cierta manera, todo esto no es sino un prólogo). Y lo hace muy con-
secuentemente.

1.3. Tesis núm. 3. Una nueva racionalidad en las formas de creci-


miento, las transformaciones en las relaciones de producción

Hemos visto anteriormente (tesis núm. 2 párrafos 1 y 2) que una


nueva lógica, basada en algoritmos y ecuaciones, al asegurar su do-
minación, colocaba al hombre "al margen" de la producción. Pero es
necesario ir más lejos, y Richta afirma que lo que sucede en el proce-
so de trabajo:
1) sucede a nivel de la economía social (los nuevos modelos de
crecimiento)
2) provoca "profundas mutaciones" en las relaciones de produc-
ción.

1.3.1. Modelo de crecimiento intensivo y extensivo

En efecto, con la RCT se impone un nuevo modelo de crecimiento.


A todo el período que abarca la RI corresponde un modo de creci-
miento "extensivo", basado en la industrialización. En él, se desarro-
llan las leyes de la acumulación de capital y ejercen sus efectos con-
tradictorios. En él, la producción de mercancías sigue los imperati-
vos de la valorización del capital, entendida no como "cosa" sino
34
como relación social; multiplicando en un extremo la acumulación
de riqueza, sin disminuir, en el otro, el paro, los bajos salarios y el
trabajo "alienado". Con el desarrollo de la aplicación tecnológica de
la ciencia..."el proceso de autovalorización y acumulación del capi-
tal, deja de constituir, en el plano puramente económico, la condi-
ción del progreso general de la producción" (pág. 40/22) "se ven apa-
recer signos precursores de un tipo de crecimiento nuevo". A diferen-
cia del precedente —basado en la extensividad de los parámetros
característicos de la industrialización— este modelo es intensivo. Po-
see "... unas leyes y una significación interna totalmente nuevas (y)
originales" (pág. 41/23). Resumiendo, se trata de una "nueva métri-
ca", específica de la era —Richta habla también de la civilización—
postindustrial.
A estas "leyes" nuevas, corresponde —como suele decirse— una
nueva economía política, basada en la economía del tiempo. Confor-
mémonos en este punto simplemente20 con señalar "qué constituye
una forma muy original (!) de racionalidad económica que se distin-
gue de todas las otras formas conocidas (! ! ) tanto por su amplitud
(...) como por su efecto (...)" (pág. 82/85). Con relación a la lógica de
la acumulación de capital, tiene de particular que "suprime la ante-
rior esencia de la racionalidad económica" (pág. 82/85). Queda claro
el fundamento de los nuevos modelos ' intensivos": es la ciencia y su
aplicación tecnológica, el "saber Acumulado" y "socializado". Veamos
ahora, para terminar con la exposición de las "tesis", la última impli-
cación.

20Sobre este punto véase el apartado titulado "Significaciones y paráme-


tros de la economía del tiempo" (p. 78-84/82-86). Todo este pasaje merece
un examen atento. Por simplificar no reproducimos en este texto la parte
que le afecta. Digamos al menos que esta "nueva economía del tiempo"
exige una nueva política económica que, en el fondo, requiere la "generali-
zación del espíritu empresarial..." (p. 76) y "... nuevos sistemas de gestión
basados en la utilización del mercado..." (p. 79). En resumen, estamos ante
las tesis defendidas con más brío todavía por Ota Sik y en la URSS por
Kantorovich, Nancinov..., etc. Sencilla manera de indicar que la "nueva
economía política" nos lleva a las hipótesis teóricas y a los instrumentos
de gestión de los... neoclásicos.
35
1.3.2. El cambio en las relaciones de producción21

Como se sabe, las relaciones de producción son, ante todo y sobre


todo, relaciones de clase22. Aunque Richta no da una definición precisa
de ellas, no puede por menos que saberlo muy bien. Como veremos,
también las relaciones de clase sufrirán una transformación. Como
consecuencia de este silogismo:
—premisa mayor, "las relaciones de producción no son sino una
modalidad del movimiento de las fuerzas productivas"
—premisa menor: como hemos visto detenidamente, la "dinámica y
la estructura de las fuerzas productivas" son transformadas por la
ciencia y la aplicación tecnológica de la ciencia;
—Por tanto, conclusión: "Las profundas alteraciones que en la base
de la civilización de la vida humana, provoca la RCT en su conjunto,
repercuten necesariamente en las leyes elementales de la historia"
(pág. 256, subrayado por el autor R.R.).
La amplitud de estas repercusiones es tal, que se lleva a cabo "un
desplazamiento de los centros de gravedad". De modo que esta idea
—contraria a los clásicos del marxismo, afirma Richta— de que "la
realización del comunismo se refiere a cambios a nivel del poder, de
las formas de propiedad y de la ideología, eventualmente combina-
dos con el crecimiento general de la producción" (pág., 83-86) —en
resumen, de que la revolución es cosa de la lucha de clases—, ¡esta
idea no es sino retórica! Los "nuevos centros de gravedad" conducen
la revolución a "nuevos niveles" que se enuncian como 'transforma-
ción cualitativa de las fuerzas productivas, así como de sus aspectos
sociales y humanos (! )" (pág. 83/87). Desde ahora, ya no se trata sino
del "desarrollo integral del hombre" en un mundo en que la división
del trabajo "sintetizada" por la automatización, reconcilia el trabajo
manual e intelectual.
Resumiendo, vemos pues que las relaciones de clase quedan, así,
"diluidas" por la RCT: ha llegado la época de los "nuevos centros de
gravedad". Señalemos igualmente que estamos tratando lo que cali-

21 Richta dice exactamente: "La RCT y las transformaciones de las relacio-


nes de producción".
22 Ver K. Marx, prólogo a la Introducción a la crítica de la economía política.

36
ficaremos de "versión maximalista" de los efectos de la RCT. La ver-
sión más corriente, y dominante, en las tesis relativas al capitalismo
monopolista de Estado "es la de que, en el "momento actual" (la Fran-
cia de 1974) se caracteriza por "los comienzos de la RCT en una so-
ciedad que es, todavía (nótese, ¡todavía!), una sociedad clasista23.
Hagamos algunas consideraciones sobre estas tesis, porque, con
esta formulación—"francesa"—más "ajustada", la RCT tiene todavía
mayor vigencia.

1.4. Capitalismo monopolista de estado (CME) y revolución cientí-


fico-técnica

No es cuestión, dentro de los límites que nos hemos fijado, de


examinar detalladamente el cuerpo de tesis que constituyen la no-
ción de CME24 y el lugar que ocupa en él la RCT. Es perfectamente
23 En Lenin y la práctica científica, coloquio del CERM, Introducción. Ed. So-
ciales.
24 Una breve llamada es, sin embargo, necesaria. La noción de capitalismo

monopolista de Estado (CME) fue elaborada por economistas de la revista


Economie et Politique en los años 1960, y constituye hoy todavía la referen-
cia fundamental del partido comunista francés para analizar el capitalis-
mo contemporáneo. Desde el punto de vista teórico, según sus autores, el
CME es una "etapa totalmente nueva" del capitalismo en su época imperia-
lista. (En Francia, se considera que adquiere sus rasgos esenciales con el
gaullismo). Lo que caracteriza esta "fase" es, siempre según los mismos au-
tores, un "dominio" global y general de los monopolios sobre el conjunto de la
vida económica y el hecho de que el Estado está puesto al servicio de los mono-
polios, pasa a ser un simple instrumento suyo. Gracias, ante todo, a los
técnicos de planificación. Esta fase totalmente nueva imprime un grado
acelerado a las contradicciones inherentes al capital y prepara inmediata-
mente, por lo que se refiere a "sus bases materiales", la instauración del so-
cialismo (después de un período intermedio llamado hoy de "democracia
avanzada" tras haber sido llamado en las primeras versiones del CME "de-
mocracia verdadera" y luego "democracia auténtica"). Esto, en la medida
en que la interpenetración del Estado y los monopolios (de aquí la expre-
sión de capitalismo monopolista de Estado) ha llevado a una socialización de
las fuerzas productivas tal que hace urgente la recuperación del aparato
productivo por las fuerzas democráticas. Solo estas pueden "hacerlo mar-
37
posible, sin embargo, indicar cómo "funciona" la RCT en el análisis
del CME. Por cómo "funciona" la RCT hay que entender el papel que
juega y qué "función" cumple la mención de la RCT en los análisis
del CME. En este punto, puede decirse que la RCT goza de una do-
ble "presencia":
—Por una parte, es uno de los elementos que sirve para basar la
existencia del CME, como fase inmediatamente anterior al "socialis-
mo". El aspecto central lo constituye el hecho de que, el desarrollo
científico-técnico, ha "socializado" las fuerzas productivas y el traba-
jo social. De aquí el tema, común entre los estudiosos del CME, del
"trabajador colectivo productivo", colectivamente víctima de los
"monopolios". Por esto, el CME —sobre su base técnico-científica
totalmente nueva— ha creado, desde hace tiempo las "bases mate-
riales" del socialismo. Como en Richta, esta tesis presupone una
"neutralidad" del desarrollo científico-técnico en lo que respecta a las
relaciones capitalistas de producción. Todo se concibe como si úni-
camente las ''aplicaciones" de la RCT se hicieran bajo el control y la
dominación del capital (señalemos, por otra parte, que los autores
hablan de "monopolios" y no de capital). Todo se concibe como si el
tipo de desarrollo científico-técnico (es decir, también su ritmo, su
naturaleza, así como su desigual desarrollo en las diferentes ramas
de la economía social) exigido y puesto en práctica por el proceso de
acumulación del capital no imprimiese a estas técnicas caracteres
específicos y no pudiese afectar sino a su "mala" utilización.
—Pero, por otra parte, si la RCT está presente y contribuye a fo-
mentar el paso a una época "totalmente nueva" del capitalismo, no
aparece sino como imagen deformada de sí misma. La deformación es

char" eficazmente y en beneficio de todos, y no solo de los "monopolios".


Desde el punto de vista político el punto principal es que el dominio de los
monopolios es tal que todas las demás capas y clases sufren la dominación. En
las condiciones del CME conviene, pues, poner a punto un "programa
antimonopolista" en base al cual se alíen todas las capas no monopolistas.
En como si la contradicción principal pasase a ser entre "monopolistas" y
"no monopolistas". Prácticamente la alianza con los técnicos, ingenieros y
cuadros está "justificada" por este análisis que sirve también de funda-
mento al "programa común" de la izquierda. Se comprende pues que, en
tal cuerpo de tesis la noción de RCT ocupa un lugar importante.
38
doble:
• en la medida en que la RCT es "desviada" en el CME y sus re-
sultados son "mal utilizados", o sea utilizados contra los trabajado-
res;
• en la medida en que se encuentra "bloqueada", frenada por
el capital monopolista.
Esta tesis puede dar lugar a formulaciones extremas. Por ejemplo:
"En su actual grado de desarrollo, frente a una técnica revolucio-
naria como la automatización, el capitalismo ha podido encontrar,
momentáneamente (!), una utilización en esta técnica mutilándola" (en
Tratado de economía marxista - El CME, XA, pág. 138).
Todo Richta está contenido en esta tesis: la automatización de por
sí ("en si") es una técnica revolucionaria; y el capitalismo —que ha
producido esta técnica, no lo olvidemos— no puede servirse de ella
sino ¡"momentáneamente"! Pero tranquilicémonos, el Espíritu vigila
ya que los autores prosiguen:
"Pero la contradicción subsiste y el peligro se hace mayor a causa
de la dominación del capital" (ibíd., pág. 138).
Esta pequeña tesis, elegida a título ilustrativo, muestra hasta qué
excesos puede llevar el economicismo. En una variante "distinguida",
los dos sentidos de la RCT en el capitalismo, se hacen eco recíproca-
mente: se obtiene, entonces, una tesis según la cual los "monopolios
traen" el progreso técnico del que, simultáneamente, "frenan" el
desarrollo y la aplicación.
Puede afirmarse que, de la misma manera que algunos —según
Santo Tomás de Aquino— abogaban por un suplemento del alma,
los estudiosos del CME aparecen como a la búsqueda de un suple-
mento de las fuerzas productivas. Más allá de lo que aquí se presenta
como un juego del espíritu, es evidente que lo que está en juego, en
esta noción de la RCT y de su comportamiento en el modo de pro-
ducción capitalista (MPC), es una serie de importantes problemas
teóricos centrados en torno a la contradicción fuerzas producti-
vas/relaciones de producción; y que (con algunas diferencias secunda-
rias) los autores del CME se colocan del mismo lado que Richta en lo
que concierne al análisis e importancia del desarrollo científico-
técnico en el capitalismo contemporáneo.
Esta doble "presencia" de la RCT: presencia "positiva" aunque "de-
39
formada" tiene en común con la RCT, tal y como la plantea Richta:
• justificar desde el punto de vista de su base material, la apari-
ción de una fase "totalmente nueva" del capitalismo: el CME
• mantener la mayor de las ambigüedades sobre la naturaleza y
la importancia de esta nueva base técnico-científica: la única indica-
ción crítica consiste en afirmar que los resultados de la ciencia y de la
técnica son "mal utilizados" porque lo son al "servicio de los mono-
polios". En cuanto a la ciencia misma, es mantenida —en su esplén-
dido aparato— lejos del fragor del proceso de producción de mer-
cancías. El concepto de "ciencia", tal y como nos ha sido legado por
el siglo .y la filosofía de las Luces, no es en ningún momento cuestio-
nado desde el punto de vista materialista, "descompuesto" para examinar
cómo "funciona" desde el punto de vista de la división capitalista del
trabajo y sobre qué se articula la práctica productora de conocimien-
tos científico-técnicos en el modo de producción capitalista.
Esto dispensa a los autores del CME (al igual que Richta se siente
dispensado) de interrogarse sobre la naturaleza de la socialización de las
fuerzas productivas a la que la ciencia parece proceder. Y si esa sociali-
zación revistiese caracteres... específicamente capitalistas ¿qué suce-
dería con las "bases materiales" en nombre de las que se ha construi-
do todo el edificio? ¿Cuáles serían las implicaciones a sacar desde el
punto de vista político (en términos de alianza de clases por ejem-
plo?)
Tendremos ocasión de volver ampliamente sobre todos estos pun-
tos. Para nuestro propósito, era suficiente mostrar que son las tesis
de Richta (bajo formas diferentes) las que "funcionan" en el análisis
del CME y, por consiguiente, que, a través de Richta y su crítica,
son también rebatidas tesis actuales y muy "francesas".
Habiendo ya expuesto las tesis relativas a la RCT, nos queda aco-
meter su crítica. Se podría intentar un reexamen detallado de cada
tesis, para destacar los puntos principales a someter a discusión y, a
partir de aquí, empezar la crítica. No es este el método que adopta-
remos. La razón es que, básicamente, todo el edificio de la RCT se
sostiene sobre dos o tres puntos que juegan el papel de puntos noda-
les para el conjunto de la construcción:
Punto núm. 1: la automatización y los complejos automáticos de máqui-
nas (CAM).
40
En efecto, con su aparición, el principio automático sustituye al
principio mecánico y asegura el paso al nuevo periodo. Más aún,
son los complejos automáticos de máquinas lo que van a abolir el fun-
cionamiento de la ley del valor. Esta tesis es central, no sólo en Richta,
sino en todos los ideólogos del "neo-capitalismo" o de la sociedad
"post-industrial".
Punto núm. 2: transformación del proceso de trabajo en "proceso científi-
co".
Se trata del reverso de la tesis precedente. Pero añade que, como
consecuencia de las modificaciones habidas en el proceso de trabajo,
resultan modificadas la estratificación social y las relaciones de clase
en el capitalismo, colocando a los técnicos e ingenieros en una nueva
situación. Asumir plenamente esta diferencia, es la clave para com-
prender, tanto las alianzas de clase a promover (la llamada estrate-
gia "antimonopolista" de los autores del Capitalismo Monopolista de
Estado) como los nuevos modelos de crecimiento impuestos y dicta-
dos por la RCT.
Sobre estos dos puntos principales (es decir siguiendo estas dos
líneas fundamentales) haremos discurrir, en primer lugar, la crítica,
recurriendo a Marx tal y como Richta nos invita a hacerlo. De aquí
extraeremos nuevos medios para proseguir nuestra investigación. Es
decir, que procederemos a una crítica del concepto de RCT desde el
punto de vista de la economía política y de su crítica. Crítica, pues, de
un tipo particular y que responde a una aprehensión particular del
concepto de RCT. Por supuesto, son posibles también otras críticas,
partiendo por ejemplo del punto de vista de la filosofía25. Nos con-

25 Lógicamente escribimos esto pensando en L. Althusser. En particular,


en esta página de la Respuesta a John Lewis: "Introducido en el marxismo el
binomio economicismo/humanismo, apenas cambia de forma aunque le
haga cambiar de vocabulario en parte (solo en parte).
- El humanismo sigue siendo humanismo: con sus reminiscencias: social-
demócratas... nada de lucha de clases o de su abolición sino defensa de
los derechos del hombre, de la libertad, de la justicia, léase de la libera-
ción y del florecimiento de la "personalidad" sin más, o "integral".
- El economicismo sigue siendo economicismo por ejemplo en su exaltación
de las fuerzas productivas, de su socialización (¿cuál?), de la "revolución
científico-técnica", de la "productividad"...." etc. (Réponse a John Lewis,
41
ducirán a otro terreno y a otros conceptos, completando las observa-
ciones que aquí avanzamos.

2. En las fuentes de Richta: algunos textos teóricos de Marx. Una crí-


tica de del concepto de RCT

La primera de las modificaciones fundamentales introducidas por


la RCT es la que transforma el proceso de trabajo en proceso "cientí-
fico". Examinaremos en primer lugar esta cuestión. Al mismo tiem-
po, definiremos algunos conceptos que serán utilizados constante-
mente en este estudio.

2.1. Sobre la transformación del proceso de trabajo en proceso


científico: proceso de trabajo y proceso de valorización del capital

Para Richta, la transformación del proceso de trabajo en proceso


científico es consecuencia de la dominación del principio automático
y de los CAM en la producción industrial. Pero esta afirmación, apa-
rentemente simple, y que se repite constantemente en la literatura
relativa a la RCT y a la automatización, está cargada de implicacio-
nes. Querríamos ahora evidenciar algunas. Al mismo tiempo, la
cuestión de la "cientifización" del proceso de trabajo quedará nota-
blemente aclarada. Examinaremos:
—La noción de proceso de trabajo "en general".
—Los caracteres que el capital imprime al proceso de trabajo al
apropiarse de él.

p. 83).
"Desarrollo integral de la personalidad", exaltación de las fuerzas producti-
vas, RCT, estamos sin duda ante las categorías centrales de Richta. Al-
thusser prosigue:
"Pero entonces, ¿se puede comparar? Si. Y descubrir lo que antes y des-
pués permite identificar el binomio ideológico economicismo/humanismo
y sus prácticas: el escamotear las relaciones de producción y la lucha de clases
(subrayado por el autor L.A.). Se notará que este escamoteo de las relaciones
de producción es también lo que caracteriza la concepción de Richta del
desarrollo científico-técnico y lo que le permite diagnosticar una nueva
"Revolución".
42
—Algunas indicaciones sobre los procedimientos por los que el
capital transforma el proceso de trabajo para imprimirle los caracte-
res adecuados a sus propios objetivos.
Veremos entonces claramente que lo que Richta llama cientifiza-
ción del proceso de trabajo es un proceso captado y señalado por
Marx, pero que ocupa en El Capital un lugar completamente diferen-
te del que Richta pretende darle.

2.1.1. La noción de proceso de trabajo — Definición

En tanto que se trata de un proceso por el que las materias primas


son transformadas en productos consumibles con un valor de uso,
todo proceso de trabajo se descompone en tres elementos simples:
1. La actividad personal del hombre, o trabajo propiamente dicho;
2. El objeto sobre el que el trabajo actúa;
3. El medio (o los medios) a través de los cuales actúa"26.
Sobre esto hay que hacer dos observaciones. Una sobre el objeto de
trabajo: por objeto de trabajo designamos las materias primas sobre
las que se ejerce el trabajo. Otra sobre la noción de medios de trabajo
en la que hay que destacar dos series de elementos:
Por una parte los que están constituidos por "una cosa o conjunto
de cosas que el hombre interpone entre él y el objeto de su trabajo,
como transmisores de su acción" (ibíd. pág. 181): instrumentos, he-
rramientas, máquinas y materias auxiliares por medio de los cuales
se ejecuta el trabajo.
Por otra '... en sentido amplio, todas las condiciones materiales
que, sin participar directamente en sus operaciones, son sin embargo
indispensables" (ibíd. pág. 183) Marx precisa que se refiere a la tierra,
en la medida en que proporciona al trabajo "la base en la que (su ac-
tividad) puede desarrollarse" así como los "talleres, canteras, canales,
carreteras..." etc. que, aunque fruto del trabajo anterior, forman parte
de los medios de trabajo.
En resumen, podemos decir que "el proceso de trabajo es el lugar es-
pecifico donde la actividad del hombre efectúa... con ayuda de los me-
dios de trabajo, una modificación consciente de su objeto" (ibíd., pág.

26 El Capital t. 1, p. 181. Editions sociales.


43
183). El proceso de trabajo es, de esta forma, el lugar donde se lleva
a cabo el "cambio de forma" de las materias naturales que son trans-
formadas en productos asimilables por el hombre: es decir, en valo-
res de uso. Con la producción de estos valores de uso" el proceso de
trabajo se extingue..." (ibíd., pág. 183).
Para terminar con las especificaciones formales del proceso de
trabajo, es necesario añadir que:
• las materias prima' " los instrumentos constituyen las "condi-
ciones objetivas del trabajo"
• la capacidad vivificadora del trabajo, la fuerza de trabajo, son
sus "condiciones subjetivas" (Capítulo inédito pág. 124).27
Todo esto afecta a la especificación de todo proceso de trabajo, in-
dependientemente de las relaciones de producción en las que se ins-
cribe "... Cualquiera que sean el nivel de desarrollo económico y el
modo de producción en el que tiene lugar".

2.1.2. El proceso de trabajo como proceso de valorización del capi-


tal

El proceso de trabajo, tal y como lo hemos definido (con sus de-


terminaciones "naturales"), reviste, con el desarrollo de la produc-
ción capitalista, caracteres específicos. En efecto, "... a medida que se
desarrolla la producción capitalista..., se observa... que las categorías
existentes ya en las etapas precapitalistas de producción, adquieren
caracteres nuevos y específicos" (Capítulo inédito pág. 75). Desde que
el capital se apropia del proceso de trabajo que preexiste a su apari-
ción, lo hace funcionar, sobre todo y ante todo, como proceso de
producción de plusvalía. Los diferentes elementos en los que el pro-
ceso de trabajo se descompone —así como la combinación específica
de la que son objeto— se integran, en adelante, como elementos de
un proceso de producción de capital. Ciertamente, el proceso de tra-
bajo "se agota" siempre con la producción de valores de uso, pero
solo en la medida en la que son soporte de valores de cambio. No

27Las referencias al Capítulo inédito hacen relación al capítulo 6 del Capital


publicado por Dangeville en Editions 10/18. Lo mencionaremos abreviada-
mente con C.I.
44
siendo el fin de la producción capitalista la producción de valores de
uso sino la producción de valores de cambio, su principio básico,
expresado simplemente, se enunciaría así: "hacer más dinero con el
dinero" (D—M—D'). Marx resume el conjunto de estos elementos en
una doble proposición:
"En sí, el proceso de trabajo, que es el medio del proceso de valoriza-
ción, como valor de uso del producto, no es sino el soporte del valor
de cambio. La autovalorización del capital, creación de plusvalía, es
pues el alma, el fin y la obsesión del capitalista, el impulso y el con-
tenido absoluto de su acción (C.I. pág. 143, subrayado por C.M.).
Por tanto, no puede haber ambigüedad en esto: el proceso de tra-
bajo y el proceso de valorización del capital están indisolublemente
ligados. No es posible, como hace Richta (y algunos otros con él),
examinar las condiciones de transformación del proceso de trabajo
sin referirse al proceso de valorización del capital, como Marx señala ex-
plícitamente.

2.1.3. Unidad del proceso de trabajo y del proceso de valoración

Si, efectivamente, el doble aspecto del proceso de producción


puede ser enunciado28 como proceso de trabajo y como proceso de
valorización del capital, conviene señalar que esta distinción es per-
tinente únicamente a efectos puramente analíticos, "formales" po-
dríamos decir, porque:
"Incluso si consideramos el proceso de producción bajo dos ángu-
los diferentes: 1) como proceso de trabajo, 2) como proceso de valoriza-
ción, siempre hacemos referencia a un proceso de trabajo único e in-
divisible. No se trabaja doblemente, una vez para crear un objeto
útil, un valor de uso, transformando los medios en productos y otra
para crear valor y plusvalía, valorizando el valor" (C.I. p. 145, subraya-
do por C.M.).
Se trata de un proceso único en el que "el capital participa como
dirigente y jefe", si bien se trata "de su proceso". (CI, p. 151). Como
tal —se ha dicho— pretende "... esencialmente, producción de plus-

28"Doble aspecto" que remite al de la mercancía que, a la vez, es valor de


uso y valor de cambio.
45
valía, es decir, objetivación de trabajo no pagado. Esto es lo que ca-
racteriza de forma específica el proceso de producción capitalista en
su conjunto" (C.I. p. 145).
De aquí se desprende que, no solo el proceso de trabajo y el pro-
ceso de valorización del capital son un único y mismo proceso —
como ya habíamos señalado—, sino también, y sobre todo, conviene
destacar que hay que partir del proceso de valorización del capital para
dar cuenta de las modificaciones que afectan al (o a los) procesos de
trabajo. Es esto lo que Marx precisa:
"El proceso de trabajo pasa a ser simple medio de valorización y au-
tovalorización del capital, simple medio de producción de plusvalía (C.I.
p. 151).
Los diferentes elementos en los que el proceso de trabajo se des-
compone —y por tanto los medios de producción en particular: los
famosos complejos de máquinas de Richta, entre otros— no son sino
simples "medios de valorización del capital". Posteriormente, saca-
remos las consecuencias de este punto, mostrando que solo encuen-
tran campo de aplicación en las condiciones, muy precisas, de la va-
lorización del capital, y en esferas limitadas de la producción social.
Queda por decir que el capital somete los diferentes procesos de
trabajo a lo largo de un prolongado proceso: por este proceso, que
abarca un amplio período histórico, la sumisión "formal" del trabajo se
transforma en sumisión real.

2.1.4. Sumisión formal y sumisión real del trabajo al capital: plus-


valía absoluta y plusvalía relativa

En la medida (en la medida exacta podemos decir) en que el proce-


so de producción pasa a ser proceso del capital, cada uno de "los
elementos del proceso de trabajo" al igual que la combinación que
los liga— es transformado por el capital, que se esfuerza por ade-
cuarlos a sus propios fines: la extracción de plusvalía, de trabajo no
remunerado. Pero en primer lugar, el capital se apropia de los pro-
cesos de trabajo tal y como los hereda de los modos de producción
precapitalistas: a esto es a lo que Marx llama sumisión formal del tra-
bajo al capital, lista sumisión formal es el punto de partida de un
proceso que tiende a la sumisión real. El primero corresponde, prin-
46
cipalmente, a la producción de plusvalía absoluta, el segundo, prin-
cipalmente, a la producción de plusvalía relativa.

a. La sumisión formal.

"El capital —dice Marx— somete (en primer lugar) un proceso de


trabajo preexistente y determinado; por ejemplo, el trabajo artesanal o
la pequeña agricultura campesina" (C.I., p. 194).
Sobre esta base, el capital se esfuerza en incrementar la intensidad
y duración del trabajo, pero "el contenido del proceso real de trabajo
y de la técnica en vigor no cambian" (ibíd., p. 194). Estos, aunque so-
metidos a las relaciones de producción capitalistas, están en "flagran-
te contradicción con el modo de producción específicamente capita-
lista" (ibíd., p. 194), particularmente en lo que se refiere a la técnica
utilizada y a la organización del trabajo, que deja —desde el punto
de vista del capital— una libertad demasiado grande al trabajador y
hace depender en demasía el producto de la habilidad del obrero.
Así pues, "por oposición al modo de producción capitalista plena-
mente desarrollado, llamaremos sumisión formal del trabajo al capital a
la subordinación al capital del modo de trabajo, tal y como estaba
desarrollado antes de la aparición de la relación capitalista" (ibíd., p.
194-195).
Desde el punto de vista de la apropiación del trabajo adicional, el
carácter "formal" de la sumisión entraña restricciones. En efecto:
"Sobre la base de un modo de producción preexistente, es decir,
de un modo de producción dado ("heredado" B.C.), de la fuerza pro-
ductiva del trabajo y del modo de trabajo correspondiente al desa-
rrollo de esta fuerza productiva, la plusvalía solo puede ser arranca-
da, prolongando la duración del tiempo de trabajo, en forma de
plusvalía absoluta. La sumisión formal del trabajo al capital no afec-
ta, por tanto, más que a esta forma de producción de plusvalía"
(ibíd., p. 195).

b. La sumisión real

Con la sumisión real estamos ante un proceso diferente. Ahora el


47
capital se apropia de los elementos del proceso de trabajo y los
transforma. La sumisión real "... se acompaña de una revolución com-
pleta que prosigue y se renueva constantemente" (ibíd., p. 218). Lo
que se revoluciona es, precisamente, lo que hereda el capital: las
fuerzas productivas (herramientas, máquinas, condiciones materia-
les de producción y formas de organización del trabajo), los trabaja-
dores mismos (cuya base trata de ampliar, incorporando a la pro-
ducción el trabajo de las mujeres y los niños o mediante la cualifica-
ción) así como las relaciones que los unen con ocasión de la produc-
ción. El proceso de trabajo así "sometido realmente", se caracteriza
por un gigantesco desarrollo del "maquinismo, del empleo consciente de
las ciencias naturales, de la mecánica y de la química, aplicados con fines
tecnológicos determinados, para favorecer todo lo que se relaciona con el tra-
bajo efectuado a gran escala...'" (ibíd., p. 200).
Ultima precisión: de igual forma que se puede decir que la pro-
ducción de plusvalía absoluta corresponde fundamentalmente a la
sumisión formal "... la de plusvalía relativa corresponde (siguiendo
el mecanismo que hemos descrito) a la sumisión real"29, (ibíd., p. 201).
Hemos llegado a la misma cita de Richta, aquella en la que Marx
habla de la penetración de las fuerzas científicas en el proceso de
trabajo. Pero la hemos situado en su contexto. Esta "recontextualiza-
ción" permite mostrar cual es la legitimidad de la referencia de Rich-
ta a Marx. Mientras Marx no deja de señalar que la "cientifización"
no puede ser comprendida —es decir, explicada tanto en su desarro-
llo como en su no-desarrollo, sus "retrasos"— sino en relación al
proceso de valorización del capital, Richta parte de ella, cuya exis-
tencia "constata", para explicar —con ayuda de la RCT— que ya no
hay ley de acumulación del capital.
La revisión a la que hemos procedido, habrá mostrado, al menos
así lo espero, la naturaleza y modalidades de las "alteraciones" he-
chas por Richta.
Pero esto no es más que un primer paso, la primera etapa del ca-
mino que nos proponemos seguir. Tras mostrar que los complejos
automáticos de máquinas, que han producido ciertas transformacio-

29Aunque, lógicamente, las dos formas de producción de plusvalía no


solo se alternan sino que, en numerosos casos, coexisten.
48
nes en el proceso de trabajo, son producto del proceso de valoriza-
ción del capital, queda mostrar, y esto es lo esencial, que no modifican
las condiciones de funcionamiento del capital. Es decir, ante todo, que no
queda modificado ese regulador que, para la producción capitalista,
es la ley del valor. Mejor todavía, que es ella la que asigna a los complejos
automáticos de máquinas su esfera (o parte del proceso de trabajo) de apli-
cación.

2.2. La "revolución de los complejos automáticos de máquinas.

Según Richta, en la "producción continua (energética, química,


metalúrgica, de cemento, etc.) es donde el principio automático se
implanta más impetuosamente". Es más, producción "en continuo" y
principio automático son una sola y misma cosa: son como "la esen-
cia" y el fenómeno en el que se realiza. Es aquí donde nacen y se
desarrollan las grandes mutaciones introducidas por la RCT.

2.2.1. El tema de los complejos automáticos de máquinas en los


Grundrisse

El texto de Marx al que haremos referencia pertenece a los Funda-


mentos de la Crítica de la Economía Política (Ed. Anthropos, t. II, p. 210-
236). Richta remite a él al lector30 para que encuentre confirmación
de que, con los complejos automáticos de máquinas, el proceso de
trabajo se transforma en "proceso científico" y por ello se desarrolla
según su propia lógica. Efectivamente, Marx afirma en él que, como
consecuencia de la introducción de los complejos automáticos de
máquinas (resumimos):
"... el trabajo deja de ser el elemento determinante... queda redu-
cido a un papel ciertamente indispensable, pero subalterno ante la
actividad científica general, ante la aplicación tecnológica de las cien-
cias naturales, etc. etc." (Grundrisse, t. II, p. 215).
Estas afirmaciones parecen confirmar las tesis de Richta y sobre
ellas se apoya.

30 Se trata de la nota 26 del capítulo 1 de La civilización en la encrucijada.

49
Sin embargo —y este es un punto fundamental— al tiempo que
enuncia estas proposiciones, Marx señala su límite de validez en el mo-
do de producción capitalista, afirmando en primer lugar y de forma
concisa:
"Incluso si la maquinaria es la forma más adecuada del valor de uso del
capital fijo, de ninguna forma se sigue de ello que su subordinación a
las relaciones sociales capitalista represente el modo de producción más
adecuado y mejor para su utilización" (ibíd., p. 215).
En este texto, Marx proporciona una de las claves esenciales para
interpretar las cuestiones teóricas que subyacen en el debate sobre
los complejos automáticos de máquinas, poniendo en guardia contra
una confusión: en efecto, es necesario ver que la potencia productiva
(la fuerza productiva) de un complejo automático de máquinas no
es lo que garantiza su incorporación al proceso de producción de
mercancías. Lo que Marx introduce aquí es la distinción entre (a) va-
lor de uso de un medio de producción, es decir sus propiedades técni-
cas (como por ejemplo su capacidad de efectuar cálculos, operaciones
de control,...etc.), y (b) las condiciones en las que, mejorando la pro-
ductivas del trabajo (vivo), contribuye a reducir el tiempo necesario
en beneficio del trabajo adicional. Pero esto no es una cuestión técni-
ca, es, ante todo y sobre todo, una cuestión de relaciones sociales de pro-
ducción.
Resulta de ello que, cualquiera que sea el valor de uso de un medio
de producción determinado (su nivel de perfección técnica, la calidad
de sus prestaciones, medida, por ejemplo, por tests— y desde este
punto de vista nadie duda de que el complejo automático de máqui-
nas no sea "la forma más adecuada"), no es lo que determina —si to-
do lo demás permanece invariable— su incorporación a la produc-
ción. Esta incorporación no tendrá lugar —siempre que lo demás no
varíe— salvo que permita aumentar el tiempo de trabajo adicional. So-
bre este punto, Marx es perfectamente claro:
"El capital no utiliza máquinas salvo en la medida en que permiten
al obrero dedicarle una mayor parte de su tiempo... Gracias a ellas,
el tiempo necesario para producir un objeto determinado se reduce,
efectivamente, al mínimo, pero esto es únicamente para que un má-
ximo de trabajo valorice un máximo de objeto" (Grundrisse, p, 217).
La contradicción es aquí la siguiente:
50
• Por una parte, el capital tiende a reducir al mínimo el trabajo
vivo, incluso a suprimirlo —en ciertas partes de la producción en
continuo— (piénsese en el sueño dorado del capital: mercancías que
son producidas sin obreros, ¡y por tanto sin salario y sin huelgas!).
• Pero, por otra parte, "pretende medir las gigantescas fuerzas
sociales, así creadas, con el patrón del tiempo de trabajo y encerrar-
las en los estrechos límites necesarios para el mantenimiento, en tan-
to que valor, del valor ya producido..." (Grundrisse, p. 229).
Esto sucede en tanto que "el capital es una contradicción en proce-
so: por una parte impulsa la reducción del tiempo de trabajo y, por
otra, impulsa el tiempo de trabajo como la única fuente y la única
medida de la riqueza" (ibíd., p. 222).31
El capital no tiene como finalidad la producción de valores de uso
sino de mercancías que incorporen fracciones de trabajo social que
deben ser validadas32 en el cambio.
Así pues, y para concluir, demos la palabra a Marx: "Todo esto
muestra lo absurdo de Lauderdale cuando ve en el capital fijo (los
complejos automáticos de máquinas de Richta) una fuente autónoma
de valor, independiente del tiempo de trabajo" (Lauderdale era un eco-
nomista contemporáneo de Marx).
Marx precisa también: "Solo es fuente en la medida en que ella
misma es trabajo objetivado, y aumenta el tiempo de trabajo adicio-
nal" (ibíd., p. 218). Vemos como, poniendo las cosas en su sitio, nos
lleva muy lejos de la RCT y aclara singularmente el juego de Richta33

31 Veremos posteriormente (c/. capítulo 3, punto 6) que las crisis capitalis-


tas del siglo XX (en particular desde la Segunda Guerra Mundial) no se
explican (en algunos de sus aspectos) sino por la existencia de los grandes
conjuntos mecanizados y automatizados que han permitido el paso a la
producción capitalista en masa.
32 En la producción para el mercado, la necesidad de que los trabajos pri-

vados sean socialmente validados es una de las contradicciones centrales


del modo de producción capitalista, que está en el origen de la posibili-
dad de las crisis.
33 Es el momento de señalar que no sólo de Richta. Habermas, al hacer

suyas las tesis de la RCT cae también, necesariamente en lo mismo. Con


ello queremos decir: la teoría del valor, punto de tropiezo (y punto necesa-
rio) de cualquier "revisión" de Marx, es decir, también punto de retorno a
51
y de las "racionalidades": los complejos automáticos de máquinas
constituyen una etapa particular del desarrollo del maquinismo en
el modo de producción capitalista, la que corresponde a la "fábrica to-
talmente desarrollada". Las leyes específicas del capitalismo conti-
núan produciendo en ella todos sus efectos.
Esta primera "incursión" en los textos de Marx permite destacar lo
que, para simplificar, llamaremos dos errores de Richta.

las concepciones de la economía política ricardiana o neoclásica. Dejamos


de lado el debate sobre las "clases sociales" en Habermas (como en Rich-
ta), hoy "disueltas", para llegar al substrato económico. Escuchemos a
Habermas; con este texto basta: "De esta forma la ciencia y la técnica pa-
san a ser la fuerza productiva principal, suprimiendo así las condiciones pa-
ra la aplicación de la teoría del valor trabajo (subrayado por J.H.) tal como
se encuentra en Marx. Apenas tiene ya sentido calcular el volumen de
capital invertido en investigación y diseño, sobre la base del valor de la
fuerza de trabajo (simple!!...) no cualificado... cuando (fijarse bien, B.C.) el
progreso científico técnico ha pasado a ser una fuente independiente de plusva-
lía, frente a la cual, la única fuente de plusvalía que Marx toma en conside-
ración, la fuerza de trabajo del trabajador directo, tiene una importancia
cada vez más reducida..." (en J. Habermas, La Technique et la Science comme
idéologie, Gallimard, 1973, p. 44).
Podríamos preguntar a Habermas cuántas "fuentes" conoce y por qué la
República Federal Alemana —para atenernos a ella— recurre todavía a
esta "fuente" embarazosa que es la fuerza de trabajo, ¡llegando a impor-
tarla de Turquía! (Realmente Francia no le va a la zaga, los últimos con-
tingentes de trabajadores inmigrados contratados en Citroen venían de...
¡Formosa! ).
Finalmente podríamos hacerle notar que los que "calculan el volumen de
capital invertido en investigación", son precisamente los economistas li-
berales. Que lea las publicaciones americanas o las de la OCDE...
En resumen, podríamos hacer una lista interminable de observaciones.
No la haremos. Basta para nuestros fines destacar cómo de Richta a Ha-
bermas las tesis relativas a la RCT se recubren (apenas) con los velos del
lenguaje. También que uno de los puntos obligados de estas tesis es la
revisión de la ley del valor. "Revisión" (como atestigua el texto de los
Grundrisse) que Marx estaba dispuesto a prevenir. Extraño destino el del
Capital que contiene la refutación de las "revisiones" a las que se preten-
derá someterlo... ¡un siglo antes de que sean formuladas!
52
2.2.2. Dos errores de Richta

2.2.2.1. El primer error se refiere a la noción de valor de uso del


capital fijo

Cuando Richta afirma que es una "unidad técnica interna la que


está en la base del desarrollo espontáneo de la producción", o que
"la aplicación de la ciencia... coloca al conjunto del curso de la pro-
ducción sobre una base racional de algoritmos y ecuaciones", comete
el fallo contra el que Marx pone en guardia. Hablando estrictamente,
este fallo consiste en una confusión y en un desplazamiento.
Una confusión: Richta "confunde", en efecto, la caracterización de
los CAM34 desde el punto de vista de su valor de uso como medios de pro-
ducción, con su consideración como fracción constante del valor del
capital adelantado, el cual permite, en diferentes proporciones, re-
ducir el trabajo necesario y ampliar la duración del tiempo de traba-
jo adicional.
Con otras palabras, Richta supone la adecuación entre las caracte-
rísticas técnicas de un medio de producción dado (su valor de uso),
y su eficacia como medio de producción de (y del) capital, es decir,
los límites en los que puede contribuir al aumento del tiempo de tra-
bajo adicional y a la extracción de plusvalía. Lo cual, como indicaba
Marx, es algo completamente diferente y un problema distinto.
Por esto, podemos afirmar que esta confusión se desdobla median-
te un desplazamiento.
En lugar de partir de un razonamiento en términos de valor y del
trabajo social que los CAM permiten o no reducir (según las condicio-
nes concretas impuestas al proceso de valorización del capital), Rich-
ta hace del valor de uso de los medios de producción el criterio deci-
sivo para su incorporación a la producción capitalista.
Del mismo modo, llega a afirmar la dominación de una "nueva ra-
cionalidad" mientras que el espacio mismo del que esta "racionalidad" (la
"técnica" de los CAM) puede formar parte está definido y asignado por la
ley del valor. Este desplazamiento es una de las consecuencias más ca-

34 CAM = complejo automático de máquinas.


53
racterísticas de un tipo de análisis que "escamotea" las relaciones de
producción en y bajo las cuales el maquinismo y la aplicación tecno-
lógica de la ciencia se producen y ponen en funcionamiento. Es
también el "precio" —entendiendo por esto el resultado inevitable—
de un análisis en términos de "modelo". No obstante, es posible pro-
fundizar aún más y destacar un "error" de Richta rodavía más fun-
damental.

2.2.2.2. El Segundo error se refiere a una cuestión fundamental de


método

Siguiendo literalmente a Richta, solo "cuando se alcanza un cierto


nivel" es cuando la ciencia se desarrolla según su propio impulso,
independientemente dice, y cuando la aplicación tecnológica de la
ciencia pasa a ser el "factor decisivo del desarrollo". Lo que queremos
señalar aquí es que Richta, incluso antes de ese nivel, se refiere de
hecho y constantemente a una concepción no materialista del desa-
rrollo científico-técnico35.
En efecto, en lo que llama período de industrialización (al que pa-
rece reducirse para él la esfera de extensión del capitalismo como
modo de producción con leyes propias), Richta indica, correctamen-
te, que durante él el "maquinismo" se desarrolla con ciertos límites,
que la ciencia se encuentra "ahogada", o también "aprisionada". In-
cluso llega a decir (cf. tesis núm. 3), que lo que rige la "civilización
industrial es un principio de "reproducción ampliada de capital",

35 Señalemos de pasada -y de una vez por todas- que en este texto toma-
mos las expresiones "desarrollo científico-técnico" y "aplicación tecnológi-
ca de la ciencia" como equivalentes. Aunque, hablando con propiedad,
solo nos referiremos a la parte del desarrollo científico-técnico que da lu-
gar a aplicaciones en la producción. Lo que autoriza esta asimilación es el
uso que de ella hace el mismo Richta: así el hecho de que, por sus pará-
metros "económicos" la RCT se defina como una "revolución". No puede
haber error en este punto: La Civilización en la encrucijada no es un ensayo
de historia de la ciencia (y de la técnica); lo que en él se analiza es la rela-
ción "ciencia/industria". De ahí la equivalencia, provisional y limitada a
este texto, entre "desarrollo científico técnico" y "aplicación tecnológica de
la ciencia"
54
cuyo motor es el proceso de valorización y autovalorización del capi-
tal. Pero en ningún momento hace de esto un método para el análi-
sis de las condiciones del desarrollo de las diferentes formas y nive-
les del maquinismo y de la aplicación tecnológica de la ciencia. Su
referencia a las categorías de la "reproducción ampliada de capital"
es una simple clausula estilística, una especie de concesión a cierta
"ortodoxia" marxista. Está mucho más cercano de las páginas espe-
culativas de los Grundrisse (e incluso hace de ellas una lectura muy
"particular", como hemos visto) que de los textos acabados del Capi-
tal de los que se rodea. Sobre la IVa sección del Capital (en la que se
concentran las indicaciones más importantes de Marx sobre la apli-
cación tecnológica de la ciencia) querríamos decir ahora algo. De
aquí se desprenderán, por oposición, las limitaciones de Richta.
Sobre estas páginas de la IVa sección del Capital, podemos avanzar
—a título provisional, la cuestión será retomada posteriormente— la
siguiente tesis: una lectura, incluso rápida, de esta sección permite
inmediatamente la aparición de dos apartados, dos claves: dónde y
cómo analizar el desarrollo del maquinismo y su incorporación a la
producción. El capital, dice Marx en esencia, solo recurre al maqui-
nismo:

a) Cuando el empleo de trabajo muerto (acumulado en el maqui-


nismo) permite obtener una mayor parte de trabajo adicional y, por
esto, disminuir la parte de la jornada de trabajo que el obrero dedica
a su propia producción, en relación a la que revierte al capital.

b) Cuando, por otra parte (las dos condiciones están íntimamente


ligadas: son dos aspectos de un mismo problema, separables para su
análisis, aunque en posesión de una misma y única lógica), la técni-
ca (o las aplicaciones tecnológicas de la ciencia) permite una mejor
dominación del proceso de trabajo por el capital (los capitalistas) y
asegura la sumisión del trabajador (individual o colectivo).

Con estos dos grandes apartados a los que corresponde (a) el aná-
lisis del proceso de explotación (lectura "económica" de la historia del
maquinismo) y (b) el análisis del proceso por el cual el capital ase-
gura su dominación (lectura "política" de la historia del maquinismo),
55
con estos dos grandes apartados, pues, —y con los conceptos que les
son propios— Marx proporciona los medios conceptuales necesarios
para emprender un análisis materialista del maquinismo y de la
aplicación tecnológica de la ciencia: análisis concebido como un pro-
ceso no cronológico, sino, si puede decirse así, "topológico" cuyas
grandes etapas son la cooperación simple, la manufactura, la gran
industria y la fábrica, hasta llegar a lo que Marx llama la fábrica
"plenamente desarrollada", que se basa —añadimos nosotros— en
los complejos automáticos de máquinas.
El paso de cada una de estas "formas" a otra se define por un cierto
estado de las contradicciones entre fuerza de trabajo y capital36.
Planteado esto, podemos volver a Richta y constatar que, razo-
nando al margen de cualquier relación social (no solo capitalista,
sino de una sociedad en transición) pueden construirse todos los
modelos y todos los "tipos puros" del mundo. Siempre, claro está,
que no se pretenda que esos "modelos"37 sean un análisis de las mu-
taciones que afectan al capitalismo contemporáneo, o a las socieda-
des en transición hacia el socialismo.
Así pues, lo que resulta cuando menos sospechoso es su concep-
ción global del desarrollo científico-técnico. Podemos, asimismo,
afirmar que las referencias que hace Richta a las "limitaciones" que
encuentra el desarrollo del maquinismo y la aplicación tecnológica
de la ciencia son puramente formales, vacías de contenido.
Gracias al escamoteo de las relaciones de producción que Althus-
ser (cf. p. 38) señala como el punto fundamental, la concepción del
desarrollo científico-técnico que prevalece en Richta oscila entre el
economicismo más pedrestre ("la causa por la que los sistemas "senso-
riales" y los "cerebros" automáticos sustituyen a los "hombres" es
que, desde el punto de vista técnico (!), son incomparablemente supe-
riores") y el idealismo más puro: "la ciencia desbroza su propio ca-
mino, independientemente..." (subrayado por él, Ed. du Seuil, p. 264)

36 En el subcapítulo 2, empezaremos a desarrollar esta tesis, a propósito


del papel juzgado por los 'taylorismo en la acumulación de capital en
USA a comienzos del siglo XX.
37 ¡Concebir planes, decía ya Kant en la introducción a los Prolegómenos

(debiendo servir a la metafísica futura) es la ocupación más inútil que hay! "
56
Su tesis sobre la incidencia de las relaciones sociales (no sólo sobre
el desarrollo científico-técnico, sino también sobre la técnica misma),
es perfectamente coherente con sus proposiciones. La técnica es neu-
tra con relación a las relaciones de producción. "Si designamos por el
término técnica el conjunto de máquinas (y nada más...), la base téc-
nica aparecerá como inmediatamente independiente, indiferente al sis-
tema social y a la inversa" (p. 45-46/30); con esto, se coloca más atrás
que las ideologías liberales, que preconizan la puesta a punto de téc-
nicas que permitan un trabajo "enriquecido", más "humano", etc.

3. Para terminar: marco y limitaciones de las tesis de Richta

En conjunto, el mérito de Richta es haber insistido sobre la impor-


tancia fundamental que, para nuestra sociedad, tienen los descubri-
mientos científico-técnicos y su aplicación a la producción de mer-
cancías. Toda la vida social resultará modificada por la amplitud de
las transformaciones que originarán. "Civilización en la encrucijada"
la llama para destacar que se trata de algo más que de una transfor-
mación de los métodos y técnicas de producción. Más aún, Richta, y
con él los "apóstoles" de la RCT, enumeran y describen cierto núme-
ro de procesos ya en curso a través de lo que presentan como "la
quimización, informatización o cibernización" de la vida social. Fi-
nalmente, Richta, por su parte, tiene el mérito de señalar con gran
claridad el lugar donde nacen los procesos: "la nueva relación de la
ciencia y la industria", y de iniciar su estudio. Pero en este empeño
se marca límites. Están explícitos en las categorías mismas que le
sirven para describir y analizar los nuevos fenómenos que apunta.
El simple hecho de retomar y hacer "funcionar" —tal cual— las ca-
tegorías de "ciencia" e "industria" no es indiferente desde el punto de
vista teórico. Esto se debe a que estas categorías pertenecen a la eco-
nomía política38 e, incluso, podemos decir, a la economía política

38Sobre lo que hay que entender por "Economía política" su problemática


y sus principales conceptos, ver sobre todo Suzanne de Brunhoff, Marx a
Ricardien,, coloquio de Niza, 1973, y C. Benetti, Valeur et Repartitión du re-
venu, Ed. Pug/Maspero, 1973, capítulo 1.
57
vulgar, en el sentido estricto que Marx da a este término. Es decir,
que se trata —tanto en Richta como en general en todas las construc-
ciones que exaltan "el nuevo papel de la ciencia..." —de categorías
de la economía política cuyo análisis solo alcanza a ciertas manifesta-
ciones y formas, las más aparentes, que el proceso de acumulación de capital
ha revestido desde la Segunda Guerra Mundial. ¿En qué consiste —
desde el punto de vista de la acumulación de capital— esta "ciencia"
y esta "industria", de las que Richta habla permanentemente y que
para él representan conceptos centrales? Podemos leer varias veces
La civilización en la encrucijada sin saberlo. En ningún momento estas
categorías son planteadas como "problemas" o cuestionadas. En
ningún momento son planteadas desde el punto de vista materialis-
ta, es decir, ante todo y sobre todo desde el punto de vista de la di-
visión del trabajo y de las formas específicas que le imprime el mo-
do capitalista de producción y sus leyes de reproducción.
Sin duda, esta "ausencia" en el texto de Richta, no carece de signi-
ficación y de explicación. Desde el punto de vista teórico, puede
obedecer a tres tipos de causas:

1. En primer lugar, Richta no razona en términos de modo de pro-


ducción, de división del trabajo y, por tanto, de las formas específi-
cas: impresas por determinadas relaciones sociales (de producción).
A este concepto —fundamental en todo análisis marxista— lo susti-
tuyen los de "revolución industrial" y "revolución científico-técnica"
como si estas dos etapas del modo de producción capitalista estu-
viesen regidas por leyes diferentes, hecho que supone constantemen-
te pero que nunca demuestra. ¡Y con razón! Pretendiendo eludir el
análisis de las condiciones en las que funciona la relación "cien-
cia/industria" en el modo de producción capitalista (o en una socie-
dad en transición hacia el socialismo), Richta no consigue sino defi-
nirse un espacio puramente imaginario. Las bases desde las que tra-
baja permiten todo tipo de generalizaciones y extensiones deseadas.
Pero de ello resulta, al menos, que en su razonamiento nada dispone
del mínimo de legitimidad que confiere la explicitación del campo de
validez de las proposiciones que ofrece.

2. También, y es el segundo punto, es capaz de razonar sobre la


58
transformación de los procesos de trabajo como si siguiesen un
desarrollo autónomo, una racionalidad que les sería propia, '"técni-
ca" sugiere. En ningún momento considera Richta los imperativos
del proceso de valorización del capital frente a los diferentes proce-
sos de trabajo para intentar explicar su desigual desarrollo.

3. Finalmente, para terminar, unas palabras sobre el "método" im-


plícito o explícito de La Civilización en la encrucijada. Richta parte de
cierto número de fenómenos cuya existencia constata: "quimización,
informatización, cibernización..." y supone su existencia y generaliza-
ción a todos los sectores de la producción social. Basándose en estos,
anuncia y describe la nueva sociedad que puede resultar de ello. A
nuestro entender, en este acto de generalización, es donde parece haber
un "abuso" de método. Si Richta procede a él, es que admite implíci-
tamente que los procesos de trabajo menos tecnificados tienen un simple
"retardo" en relación a los procesos más desarrollados. Esto es, precisa-
mente, lo que el trabajo efectuado con los textos de Marx permite
poner en duda. No es casual que algunos procesos estén técnica-
mente desarrollados mientras otros permanecen largo tiempo poco o
muy poco desarrollados. Más aún, como veremos detalladamente a
continuación, hay una relación precisa entre el desarrollo y el no-
desarrollo de los diferentes procesos de trabajo de la economía social. Pode-
mos, incluso, afirmar que, precisamente porque algunos procesos de
trabajo están desarrollados, otros no lo están o lo están poco.

Por todas estas razones, las afirmaciones más importantes de Rich-


ta: la RCT como nueva época dominada por el "principio automáti-
co"(tesis núm. 1), él nuevo papel de la ciencia y sus efectos sobre la
economía social (tesis núm. 2), el triunfo de una nueva racionalidad
(tesis núm. 3), no nos parece que posean ningún fundamente serio.
Más que como trabajo científico y teórico, La civilización en la encruci-
jada se presente como una exposición de las posibilidades de la ciencia, y,
por esto, se califica y coloca en una tradición ya antigua de "sociolo-
gía de la ciencia". Únicamente porque, de entrada, el libro se situó en
una coyuntura política, que aseguraba el relanzamiento de un debate
sobre las modalidades del crecimiento de las economías capitalistas
contemporáneas, ha tenido la repercusión que sabemos. Esta es
59
también la razón por la que hemos tomado sus "tesis" como punto
de partida para nuestro propio estudio.
Es necesaria una última precisión. Si bien negamos toda legitimi-
dad al concepto de RCT, tal como se define y utiliza en la mayoría de
los análisis del capitalismo contemporáneo, no tratamos de negar,
por el contrario, que, desde la Segunda Guerra Mundial, el capita-
lismo ha sido claramente afectado por importantes mutaciones.
Con el desarrollo de la automatización, es cierto que el sistema de
lugares y funciones asignados a los diferentes agentes que concu-
rren a la producción, el número y la cualificación de los obreros re-
queridos, las formas de división del trabajo, incluso la estructura-
ción de la clase obrera en sus diferentes componentes, las relaciones
entre ella y otros asalariados..., todo esto, sin duda alguna, ha sido
modificado con mayor o menor intensidad (y exige, urgentemente,
análisis e investigaciones). Pero estas modificaciones se han produ-
cido en el interior de una relación de clase basada en una forma especí-
fica de explotación que, como tal, permanece. Esta es, con toda preci-
sión, nuestra diferencia fundamental con Richta y el resto de teóricos de la
RCT39
El fondo de la cuestión es que Richta y los teóricos de la sociedad
"postindustrial" se mueve continuamente en la ambigüedad cuando
distinguen y oponen dos grandes períodos históricos: la civilización
"industrial" y la abierta por el RCT. Simplemente omiten precisar
que la RI (independientemente de los cambios en la base técnica de
la que emerge), sobre todo y ante todo, ha "engendrado" nuevas
relaciones de producción. Y, de hecho, tratan constantemente de fijar la
diferencia que observan entre la RCT y la RI, no en la comparación de las
"bases" técnico-científicas que distinguen, sino en el hecho de que la RCT
trae consigo nuevas relaciones de producción. Época "de cambios cualita-
39Podemos expresar esta diferencia de otra forma diciendo que allí donde
los defensores de la RCT describen la "cientifizacion" de la industria es
necesario ver modificaciones en las bases técnicas que sirven de soporte a la acu-
mulación del capital. Los análisis del CME que, sin embargo, sitúan la RCT en
el marco de las relaciones capitalistas de producción no sacan de ello las
consecuencias necesarias sobre el carácter (específicamente capitalista) de la
socialización de las fuerzas productivas que en él se desarrollan. Solo es
cuestión de "liberar" el desarrollo de las fuerzas científicas.
60
tivos revolucionarios", "de nueva racionalidad" y de "nuevos centros
de gravedad". En este punto es en el que no estamos de acuerdo. Si
es imprescindible que la RCT sea una revolución,, es —para noso-
tros— una "revolución" en la técnica" (en sentido amplio), una de las
dos o tres grandes mutaciones que el capitalismo (como relación específi-
ca de explotación) ha conocido. Esta nueva revolución "técnica", o si
se prefiere técnico-científica, está acompañada de los cambios que
hemos indicado más arriba.
Por otra parte, lo más importante, a nuestro entender, no es bauti-
zar —aunque sea con el nombre de revolución— a estos cambios. Lo
más urgente en analizarlos.
El análisis global —así como el detallado— al que procede Richta,
al estar basado totalmente en esta "ambigüedad" del término "revo-
lución" resulta de poca utilidad. Las indicaciones proporcionadas
por Marx —en la IVa sección, pero también en el conjunto de su
obra— nos parecen (y esperamos haber empezado a demostrarlos)
plantear un punto de partida más seguro y fecundo.
En cuanto al "éxito" de las tesis de la RCT, se observa un curioso
consenso entre el Este, donde sirve a la "reforma económica" y a las
clases que ésta beneficia, y el Oeste, donde acude en ayuda de los
teóricos de la sociedad postindustrial, y con ella, del "fin" de esos
antagonismos arcaicos —propios de arqueólogos y marxistas anti-
cuados— que son los antagonismos de clase. Podemos estar seguros
que tiene todavía ante sí tiempos triunfales. Tanto más cuanto que
participa en un período de importantes cambios a los que parece
impulsar. Queda por hacer el análisis de estos "cambios" para no ir
—como decía Lenin— "a remolque de los acontecimientos". ¡Es la-
mentable que en este campo no estemos avanzando demasiado...!
Pero estoy seguro de que Richta y sus acólitos no son de mucha
ayuda.

4. Para continuar: necesidad de considerar la técnica y la ciencia


como un proceso ligado al proceso de acumulación de capital

Dejemos a Richta con sus racionalidades y tratemos de buscar los


medios para proseguir nuestra investigación. Para hacerlo, nos pro-
ponemos retomar algunas de las indicaciones formuladas al rebatir
61
a Richta. Explicitándolas y sistematizándolas en forma de cuestiones
metodológicas, nos proporcionarán un punto de partida para formu-
lar proposiciones, "positivas" esta vez, sobre el camino a seguir para
avanzar en el análisis. Estas indicaciones —obtenidas en el "rodeo" a
través de Marx que hemos realizado— pueden agruparse en dos
conjuntos de proposiciones.

4. 1. Primera proposición: necesidad de considerar la técnica y la


ciencia como un proceso

Hemos dicho anteriormente que los análisis de Richta oscilaban


constantemente entre posiciones "economicistas" y "humanistas".
Con ello queríamos indicar, ante todo, que en todas las "tesis" relati-
vas a la RCT se maneja una problemática no materialista. No materia-
lista: por esto hay que entender que, en todos sus análisis, nunca de-
dica el menor estudio a las condiciones en las que son producidos los
descubrimientos científico-técnicos. De igual forma, nunca son especifi-
cadas las condiciones en las que los descubrimientos científico-
técnicos —lo que podríamos llamar el saber social disponible— son
realmente transformados en técnicas de producción, es decir, son incorpo-
rados al proceso de producción de mercancías. Precisamente "olvidar"
este tipo de análisis es lo que conduce, forzosamente, a posiciones
totalmente "economicistas". En pocas palabras, podemos avanzar
que este tipo de análisis tienen en común no considerar la técnica y la
ciencia como un proceso que se desarrolla en las condiciones y bajo las for-
mas que le son propias; esta es otra de las notas que permiten caracteri-
zar estos análisis como no materialistas. Es necesario hacer algunas
precisiones, porque ésta es sin duda tesis central de este libro. ¿Qué
queremos decir al afirmar la necesidad de considerar la técnica y la
ciencia "como un proceso"? ¿Qué implicaciones tiene este punto de
vista?
Explicaremos primero la categoría "proceso". Sobre este punto,
Marx, en el Libro 1 del Capital, escribía ya:
"La palabra "proceso", que expresa un desarrollo considerado en el
conjunto de sus condiciones reales, pertenece, desde hace tiempo, al
lenguaje científico de toda Europa. En Francia se introdujo al co-
mienzo, tímidamente, en su forma latina —processus—. Después
62
pasó, despojada de su aire pedante, a los libros de química, de fisio-
logía, etc. Terminará por tener carta general de naturaleza" (El Capi-
tal, Editions Sociales, t. 1, pág. 181).
Considerar la técnica y la ciencia como un proceso, es pues, exa-
minar —tal y como nos invita a hacerlo esta nota de Marx— "el con-
junto de condiciones reales" ("reales": sabemos que para Marx esto sig-
nifica, ante todo, materiales) en las que los conocimientos científico-
técnicos son producidos, circulan y son incorporados en un determinado
modo de producción. Podemos avanzar precisando que la explicación
de estas condiciones reales —o materiales— de las que habla Marx
viene dada, ante todo, por el examen de las formas y modalidades de
la división del trabajo. En efecto, solo éstas pueden fijar el "lugar"
que las actividades de investigación y concepción ocupan en el con-
junto del trabajo social. Y, por tanto, cómo pueden afectarlo. "Tomar
partido" por el materialismo, aparece así solidario con la necesidad
de analizar la técnica y la ciencia como un proceso y concebir éste,
ante todo y sobre todo, en el marco de la división social del trabajo.
Esta es la primera proposición que nos servirá de guía en la conti-
nuación de nuestra investigación, proposición tan "ausente" en los
errores a los que conducen los análisis (tipo "RCT") que abandonan
este punto de vista, como explícita en los textos de Marx que hemos
consultado a lo largo de este primer capítulo. Pero tratándose del
modo de producción capitalista, podemos avanzar más y decir:

4.2. Segunda proposición: el proceso de producción y circulación


de los conocimientos científico-técnicos debe ser referido al de valo-
rización del capital

Al considerar las conclusiones de este primer capítulo, siempre


desde el punto de vista del método, podemos observar que, tanto en
lo referente al empleo de CAM, como, en general, para toda modifi-
cación referente al proceso de trabajo, Marx hace referencia constan-
temente al proceso de valorización y acumulación de capital40. "El

40Empleamos aquí "acumulación" y "valorización" del capital co-


mo expresiones sinónimas. La distinción no se lleva a cabo hasta el capí-
tulo 3, punto 5.
63
capital —dice Marx— solo utiliza máquinas en la medida en que
permiten al obrero dedicarle una mayor parte de su tiempo..." (ya
citado). Detrás de esta formulación simplificada, se encuentra un
verdadero problema de fondo sobre el "lugar" del concepto "ciencia"
en Marx. Sobre este punto son necesarias algunas precisiones.
Ante todo, hay que constatar que Marx no dedica ningún capítulo
a la ciencia. Sin embargo, paradójicamente, las notas y comentarios
sobre las transformaciones que introduce en el proceso de produc-
ción, así como en el conjunto de la vida social, se suceden a través de
la casi totalidad de su obra. Segunda precisión, que lleva la paradoja
al colmo: Engels (Dialéctica de la naturaleza) y Lenin (Materialismo y
empiriocriticismo) se dedican a estudios centrados, total y absoluta-
mente, en la noción de ciencia. Sin embargo, ni nos fijamos atenta-
mente, la "clave" de esta paradoja se hace evidente. Creemos que
consiste en que, tanto Engels como Lenin, cuando toman por objeto
central la "ciencia", lo hacen —en determinadas coyunturas políti-
cas— esencialmente, desde el punto de vista de la filosofía, es decir, des-
de el punto de vista de la oposición entre materialismo e idealismo,
en tanto en cuanto en ella se centra la lucha de clases en la teoría,
como después mostrará L. Althusser.
Por lo que respecta a Marx —si dejamos de lado los "textos de ju-
ventud"—, sólo aborda la cuestión de la "ciencia", en lo esencial,
desde el punto de vista del proceso global del capital, es decir, el punto
de vista de la crítica de la economía política. En este campo, como ya
hemos dicho, no tiene cabida un concepto de ciencia totalmente aca-
bado, tal y como se hereda del Siglo de las Luces, donde se forja co-
mo arma de la burguesía contra la ideología religiosa cristiana.
Cuando la noción de ciencia es evocada y convocada por Marx en tal
o cual momento de su desarrollo, lo es siempre en forma "fragmen-
tada" —como "aplicación tecnológica de la ciencia"—, es decir, en la
forma en que el capital se adueña de ella en el movimiento para su
valorización. No sólo en la "forma" que el capital le imprime, sino
también en el "lugar" en el que, en el curso de su valorización, recu-
rre a ella. Dicho de otra forma, la "ciencia" sólo aparece en Marx bajo
las formas de su proceso, y de sus elementos, en relación con el pro-
ceso de acumulación de capital.
Esta es la razón por la que —llegamos a la resolución de la "para-
64
doja"—, si bien es cierto que no hay ningún capítulo dedicado a la
"ciencia" en el Capital, sí tenemos, por el contrario, en el capítulo de la
plusvalía relativa (en particular en la IVa del Capital) todos los elementos
que permiten reconstruir su proceso (es decir, el proceso de producción
y circulación de los conocimientos científico-técnicos). Extraer las
implicaciones de esta "inversión" realizada por Marx y reflexionar
sobre el hecho de que sea en e! capítulo de la plusvalía relativa don-
de es tratada la ciencia, y no a la inversa, constituyen para nosotros
aspectos metodológicos.
Por tanto, si este libro sólo va a dedicarse a la parte de la "ciencia"
efectivamente utilizada en la producción de mercancías; de donde
hay que partir es del proceso de acumulación de capital y no de las
nuevas teorías científicas de la física, de la biología, la química o las
matemáticas, aunque hayan contribuido a modificar ciertas modali-
dades del proceso de acumulación de capital. Porque del desarrollo
de las nuevas teorías científicas parciales, contrariamente a lo que
pretende Richta y muchos otros con él, nada podemos concluir y,
menos todavía, que estemos entrando en la era de las sociedades
postindustriales. El descubrimiento del ADN o la utilización masiva
de la informática ¿han puesto fin a la relación de explotación especí-
fica del capitalismo? Realmente resulta cómico planteado de esta
forma caricaturesca. Y sin embargo, es este mismo razonamiento —
eso sí, más finamente acicalado— el que sirve de base a los "teóricos"
de la sociedad "postindustrial". A lo largo de este trabajo tendremos
ocasión de mostrar ampliamente que, sólo partiendo de las exigen-
cias y contradicciones propias del movimiento de acumulación del
capital, es posible explicar el hecho de que entre la "masa" de cono-
cimientos socialmente disponibles en un momento dado, sólo algu-
nos "subconjuntos" muy precisos de estos conocimientos son real-
mente utilizados en la producción de mercancías. Veremos también,
que las condiciones de incorporación de tal o cual procedimiento
técnico sobrepasan ampliamente la simple consideración de su nivel
de perfeccionamiento técnico.

65
2. LAS CONDICIONES DE PRODUCCIÓN DE
LA TÉCNICA Y DE LA CIENCIA

En la primera reflexión (subcapítulo 1 "Técnica y trabajadores...)


nos ocuparemos de precisar algunas de las características esenciales
que reviste el proceso de producción41 de conocimientos científico-
técnicos. Más exactamente, nos esforzaremos en plantear tres cues-
tiones y empezar a responderlas:
—¿"Quién" produce los conocimientos científico-técnicos? Es de-
cir, intentaremos, en primer lugar, localizar el "lugar" ocupado por
la actividad investigadora en el tipo de división social del trabajo
específico del modo capitalista de producción. Aclarar esto nos
permitirá saber, al mismo tiempo, quién no los produce y por qué.
—"Cómo, y por quién" se efectúa este trabajo. En particular, inten-
taremos precisar qué relación mantiene la investigación con las exi-
gencias de la valorización del capital.
Son necesarias algunas precisiones sobre el método seguido. Nues-
tro objetivo no es proceder a una descripción exhaustiva de las dife-
rentes instituciones donde se realiza la investigación. Tampoco, exa-
minar detalladamente las diversas modalidades que puede revestir.
Sobre este punto existen buenos estudios monográficos y empíricos,
constantemente puestos al día. (En particular en la serie "Le progrés
scientifique" de Documentation francaise). Lo que nos interesará es,
tras haber identificado las principales características del "sector" de la
investigación, desde el punto de vista de la división del trabajo, intentar
"elevarnos" hasta los elementos susceptibles de dar cuenta de estas
características y explicarlas.
El subcapítulo 2 ("Taylorismo y expropiación...") es de naturaleza
un tanto particular. Consiste en un primer intento de investigar las
modificaciones sociales/técnicas que afectan al proceso de trabajo en

41 Decimos bien de producción. Los conocimientos científico-técnicos son


contemplados en este capítulo como un "producto". El de un trabajo espe-
cífico, de investigación, confiado a técnicos especializados. El capítulo 3
estará dedicado al análisis de algunas de las condiciones puestas a la in-
corporación de las técnicas socialmente disponibles al proceso de produc-
ción de mercancías.
66
un momento particularmente importante de su historia: el del naci-
miento y desarrollo del taylorismo. La hipótesis es que, tanto éste
como las técnicas (herramientas) a las que da lugar, son una de las
respuestas que el capital americano aporta para vencer la resistencia
obrera y asegurar su desarrollo. Este subcapítulo —aunque más que
desarrollar líneas de trabajo, se limita a indicarlas— posee, pues, uni-
dad propia.

1. Técnica y trabajadores técnico-científicos

1. ¿"Quién" produce la técnica y la ciencia?


La investigación en la división del trabajo

Pasamos pues, a examinar la primera cuestión: "quién" produce la


ciencia y la técnica en el MPC. Partiremos de las diversas formas —
normales en la materia— en que se presentan las actividades llama-
das de "Investigación y Desarrollo" (ID). Lo que resalta este tipo de
información, es el hecho de la separación de la actividad investiga-
dora —base de la innovación moderna— y el surgimiento de un
"sector" particular de la economía social: el de la "ID", en el que se
produce lo esencial de esta innovación. Pero lo que esta literatura
olvida es el por qué de esta separación y sus efectos sobre los resul-
tados de la ID. De aquí los tres puntos que examinaremos:
—definiciones, la separación de las actividades de investigación;
—la ID en la división del trabajo;
—efectos de la división del trabajo sobre la ID.

1.1. Definiciones. La investigación como actividad aparte

Vamos a caracterizar brevemente la evolución del "sector de la in-


vestigación". Hasta el siglo XIX es, ante todo y sobre todo, una acti-
vidad artesanal. Progresivamente, en la medida que se vincula a la
producción capitalista de mercancías, el "proceso de trabajo" sobre el
que se basa será modificado hasta la Segunda Guerra Mundial, en la
que el modelo de división del trabajo predominante en la industria
la impregnará en profundidad.
Progresivamente, el capital se asegura el control y organización
67
de la producción científico-técnica. Si bien todavía cabe que tal o
cual invención, susceptible de transformar un mercado dado, sea fru-
to de un investigador aislado, lo esencial ahora se hace bajo el control
de la industria. El sector llamado de la "ID" se construye progresi-
vamente y es objeto de las máximas atenciones; con él se desarrolla
una importante literatura que lo testimonia. Nos proponemos, en
primer lugar, fijar una terminología precisa; después, plantearnos lo
que nos revela del fenómeno mismo. Debemos las definiciones que
siguen a un informe42 del Ministerio de Desarrollo Industrial y Cien-
tífico, que hace público un estudio realizado en 1969-70 sobre "Los
medios dedicados por Francia a la Investigación y Desarrollo en
1968". Utilizaremos numerosas citas de este documento que resume
una información muy importante. Según este informe, hay que en-
tender por investigación todos:
"los trabajos sistemáticamente emprendidos con el fin de incre-
mentar los conocimientos científico-técnicos, resolver problemas
nuevos o todavía no resueltos"43.
Precisemos que "la noción de investigación comprende las de in-
vestigación básica e investigación aplicada"
"Los trabajos de investigación básica son aquellos encaminados al
análisis de las propiedades, estructuras y relaciones mutuas de los
objetos y seres que componen el universo, con vistas a sistematizar,
en leyes generales, los hechos desprendidos de este análisis. Estos
trabajos son emprendidos, bien por curiosidad científica (investiga-
ción básica libre), bien para aportar una contribución teórica a la re-
solución de problemas técnicos (investigación básica orientada). Los
resultados de las investigaciones básicas; en general, son publica-
dos"44.
Destaquemos éste último punto: "en general, son publicados";
luego veremos su importancia:
"Los trabajos de investigación aplicada son emprendidos, bien para

42 "Les moyens consacrés par la France á la RD en 1968", Ministére du


Développement Industriel et Scientifique, DGRST, número especial dedi-
cado dlProgeso científico.
43 0p.cit.,p.14.

44 Op. cit. p. 7.

68
averiguar las posibles aplicaciones de los resultados de una investi-
gación básica (investigación de aplicaciones), bien para encontrar
nuevas soluciones que permitan alcanzar un objetivo determinado,
seleccionado con anterioridad, con vistas a satisfacer una necesidad
de la humanidad. Los resultados de una investigación aplicada con-
sisten en un tipo de producto, operación o método, utilizable al me-
nos en algunos casos. Cuando son comercializables, son mantenidos en
secreto y dan lugar al registro de su patente"45.
Destaquemos también este punto, simétrico del precedente.
Hemos visto lo que se entiende por trabajo de investigación. Con-
viene ahora precisar que en las modernas condiciones de división del
trabajo— lo más normal, incluso con los resultados de la investiga-
ción aplicada, es que no puedan llegar a integrarse, tal cual, a la
producción de mercancías.
Esta parte del trabajo social, que se inscribe en la ampliación de
los trabajos de investigación propiamente dichos, para hacerlos utili-
zables en la industria, se denomina trabajo de "investigación-
desarrollo". Así, siempre según el informe citado, la "ID" consiste en
toda:
"utilización de los resultados del trabajo de investigación para lle-
gar a la explotación de nuevos productos, dispositivos, sistemas y
procedimientos, o para mejorar los ya existentes. El desarrollo consis-
te en pasar del modelo de laboratorio, que muestra la validez de los
principios elegidos para un nuevo procedimiento industrial, al pro-
totipo industrial digno de ser reproducido para la venta"46.

45 Ibíd.
46 Se dan otras precisiones sobre lo que hay que entender por gastos de

ID:
"Son incluibles en el terreno del desarrollo:
1. La realización y pruebas del prototipo.
2. La construcción y utilización de instalaciones piloto.
3. Los estudios y proyectos" (ibíd., p. 8).
Por el contrario señalemos que, en la terminología de la DGRST: "No
forman parte del desarrollo:
1. El lanzamiento de la fabricación: creación de herramientas, puesta
en marcha de la fabricación, etc.
2. Los estudios de mercado..., el lanzamiento comercial..., etc. (ibíd., p. 8).
69
El conjunto de estas definiciones, está contenido en la introduc-
ción del documento citado. Las formula en una presentación de las
actividades de investigación que realiza bajo los epígrafes que a con-
tinuación reproducimos, tanto por ser característicos de este tipo de
documentos, como, sobre todo, porque proporcionan un buen punto
de partida para nuestra reflexión.

Presentación característica del sector de la ID

Datos relativos a los diferentes tipos de actividades

Actividades de I básica
Actividades de I aplicada
Actividades de I desarrollo

Datos relativos a las fuentes de financiación


Privada
Pública
Otras47

Datos relativos a la localizarían


En el sector Empresas
En el sector Público
En el sector de la Enseñanza
Otros (Instituciones privadas sin ánimo de lucro (IPSAL) etc.).

Examinaremos, a continuación, esta nomenclatura desde el punto


de vista de la financiación de la actividad investigadora, lo cual, evi-
dentemente, es muy rico en enseñanzas. A este nivel, nos interesa
solamente situar adecuadamente la "ID" en la economía social, desde
el punto de vista de la división del trabajo. Por sumarias que sean las
definiciones propuestas por el informe, presentan la ventaja, en lo

De igual forma, tampoco forman parte "la formación profesional y la en-


señanza.
47 Normalmente despreciable: formada por donaciones, etc. sobre todo

del "Instituciones privadas sin ánimo lucrativo (IPSAL).


70
que a nosotros concierne, de permitirnos sacar cierto número de en-
señanzas. Podemos resumirlas de la forma siguiente:48

a. Existe un "sector" específico para la investigación.


Aunque este "sector" se ubique en instituciones diferentes (Admi-
nistración, empresas públicas o privadas, Universidades, Centros de
estudios..., etc.), posee claramente su propia homogeneidad. Forman
parte de este sector todos los "servicios" cuya principal actividad es
producir conocimientos científicos o técnicos, a niveles más o menos ale-
jados de la forma en la que estas ideas penetran (o son susceptibles
de penetrar) en la producción de mercancías.

b. Una característica de este sector es que está formado por técnicos


altamente cualificados.
Es muy significativo constatar que los efectivos de este sector se
miden en "equivalentes a investigadores con plena dedicación". Las
otras categorías laborales (auxiliares, obreros, técnicos con cualifica-
ción baja o media, empleados), incluso cuando en porcentaje consti-
tuyen una parte importante de la población empleada, son compu-
tados en rúbrica aparte. Esto se debe a que la importancia de un cen-
tro de investigación cualquiera no se mide, en este campo, por el
número de obreros, sino por el de investigadores y el de "sus" publi-
caciones.
Trabajo "noble" donde los haya, la investigación es fruto exclusivo
de fracciones muy precisas del trabajo social general. Si bien, y esta
es la tercera enseñanza que podemos sacar:

c. La casi totalidad de la innovación técnica se asegura por técnicos alta-


48 Por supuesto, tanto estas definiciones, como la misma tipología (Inves-
tigación básica, I. aplicada, I. desarrollo) tienen algo de arbitrario, como, en
general, toda norma de clasificación; pero el carácter un poco inusual de
esta taxonomía no es una pega por lo que se refiere a nuestro objetivo aquí.
Podríamos haber partido de cual otra norma clasificatoria. Podrían hacer-
se las mismas observaciones. Porque, como se verá, ninguna clasificación pue-
de anular el hecho básico -único que aquí nos interesa- de que la actividad
investigadora ocupa en la división social del trabajo un lugar muy especí-
fico.
71
mente cualificados, especializados, de los cuales la aplastante mayoría no
participa en la producción directa sino que permanece en oficinas a ra-
zonable distancia de los obreros industriales que, sin embargo, de-
berán trabajar con las "innovaciones" que les llegarán de las oficinas.
Contemplado así globalmente, el sector de la investigación, base
fundamental de la moderna innovación, se presenta como un sector
de alguna forma "separado" de los otros sectores de la economía so-
cial, dotado de su propia autonomía. El hecho de que funcione "pa-
ra" estos sectores no cambia en nada el dato de que los trabajadores
directos, es decir, aquéllos a quienes están destinados los productos
de la ID, quedan excluidos de toda participación en las actividades de con-
cepción de las máquinas y materias primas sobre las que aplicarán su
trabajo, así como de las formas de organización y de las condiciones
de ejercicio de su trabajo. Así, determinando "quién" produce (los
"especialistas" de la ID), se determina, al mismo tiempo, quién está
excluido de estas actividades de concepción', las grandes masas de obre-
ros, empleados y técnicos que aseguran, sin embargo, lo esencial de la
producción. Es fácil imaginar —y esta hipótesis será examinada de-
tenidamente a continuación— que esto no carece de consecuencias
en lo que se refiere a la naturaleza y tipo de las innovaciones conce-
bidas y aplicadas a la producción de mercancías. Pero antes de llegar
a esto, se plantea una cuestión previa. En su forma más simple la
cuestión es ¿por qué esta exclusión? Entendámonos: no se trata de pre-
tender que ciertas tareas de concepción no requieran, para ser lleva-
das a buen fin, un nivel alto o muy alto de competencia técnica. No
se trata de poner en duda la necesidad de técnicos altamente cualifi-
cados. La cuestión es totalmente diferente. Se trata de preguntarse sobre
el por qué de la separación de estos técnicos respecto a los productores direc-
tos, el por qué de la exclusión de las grandes masas de obreros y empleados
de las actividades de concepción. Porque, y este es el punto que quere-
mos someter a discusión, la necesidad de recurrir, para algunas ta-
reas, a técnicos altamente cualificados, no implica que éstos deban
"confiscar" en su exclusivo beneficio el trabajo de concepción. El he-
cho de que una capa específica de trabajadores se apropie entera-
mente de la investigación —como fracción particular del trabajo in-
telectual— debe ser explicado porque, aunque llegue a aceptarse, no
es evidente.
72
Precisemos también que, actualmente, esta cuestión no es sola-
mente de las que llegan a plantearse en función de un razonamiento
"teórico", sino que existen otras formas de organización de la pro-
ducción de conocimientos científico-técnicos que combaten esta se-
paración. Lo cual hace esta cuestión aún más legítima. Estas nuevas
formas son las surgidas en el curso de la Revolución Cultural China49.
Por una de esas "casualidades" históricas —¿realmente es una de
ellas?— que aseguran el triunfo de los grandes cambios sociales, este
movimiento de lucha contra la separación entre el trabajo intelectual
y el trabajo manual (llevado en China, no lo olvidemos, en condiciones
socialistas) se ha desarrollado simultáneamente a que, en el Occidente
capitalista, hayan comenzado a desarrollarse nuevas formas de lucha
obrera atacando frontalmente la organización capitalista del trabajo.
Algunos puntos de reflexión: 1966, desencadenamiento de la Gran
Revolución Cultural Proletaria en China y huelgas en cadena en De-
troit; 1968-69, "Mayo" francés y "Otoño caliente" en Italia. Al menos
en estos dos últimos países, las luchas contra la división capitalista
del trabajo no se han detenido ¡ni van a detenerse próximamente!
Sin embargo, no hay que olvidar que, en la realidad, permanece to-
davía la separación casi total entre el trabajo de concepción (en parti-
cular el de "investigación") y el trabajo de fabricación que, en el ac-
tual estado de cosas, sigue siendo puro trabajo de ejecución. Tras ha-
ber mostrado que esta separación debe ser planteada totalmente co-
mo una cuestión —que "no es evidente", hemos dicho intentaremos
aportar algunos elementos de la respuesta. Lo que, como veremos,
nos traslada al examen de las formas específicas que reviste la división del
trabajo en el modo capitalista de producción

1.2. La actividad investigadora y las formas específicas de la di-


visión capitalista del trabajo

Interrogarse sobre la división del trabajo —y sus formas específi-


cas en el MPC— equivale a interrogarse sobre las condiciones históri-

49Una estancia de tres semanas en la República Popular China me ha per-


mitido profundizar en esta cuestión. Está reflejado en el segundo ensayo
de este volumen.
73
cas en las que se ha desarrollado. ¿Por qué etapas intermedias ha pa-
sado el trabajo social antes de ser dividido y compartimentado por la
gran industria.
Desde el artesano dedicado a tareas completas para la fabricación
de un objeto completo, hasta el obrero relegado a un trabajo parcial
sobre un objeto parcial ¿cuáles son las principales etapas? ¿Qué tipos
de relaciones han mantenido entre ellas las diferentes clases y capas
sociales progresivamente divididas?
Lo que caracteriza el nacimiento de las relaciones capitalistas de
producción, indica Marx50, es la "separación entre el trabajador, las
condiciones objetivas de su realización" (medio, objeto del trabajo) y
el producto de su trabajo. Tanto desde el punto de vista histórico
como desde el punto de vista teórico, esta separación aparece como
la base sobre la que va a desarrollarse la división del trabajo. Desde
que, con el nacimiento de la burguesía como clase, los trabajadores
directos —agrupados en manufacturas— van a depender de los capita-
listas para el aprovisionamiento, tanto de los medios como del obje-
to del trabajo, va a escapárseles el dominio del proceso de produc-
ción. El paso de la cooperación a la manufactura, realizado bajo la
autoridad del capitalista, trae consigo la progresiva división del tra-
bajo colectivo por el capital, quien organiza el proceso de trabajo en
su beneficio. Esta división, que se amplia y profundiza bajo el reina-
do de la gran industria, va a inducir dos series de transformaciones:
—Sobre los diferentes procesos de trabajo así divididos y su nue-
va articulación, en primer lugar.
—Sobre la naturaleza de las relaciones mantenidas por las dife-
rentes clases y capas sociales, a continuación.
En cuanto a las transformaciones de los diferentes procesos de
trabajo, consisten en que su división va a crear nuevas funciones, exi-
gidas por el cumplimiento del proceso de producción. En el fondo,
estas nuevas funciones son funciones de coordinación de las diferentes
fracciones del trabajo social en las que el producto se descompone aho-
ra. Porque, en efecto:
"Todo trabajo común, desarrollado a gran escala, exige una direc-

50"Formas anteriores a la producción capitalista" Fundamentos de la crítica


de la economía política.
74
ción para armonizar las actividades individuales. Debe cumplir las
funciones generales originadas por la diferencia existente entre el
movimiento global del cuerpo productivo y los movimientos indi-
viduales de los órganos independientes de los que se compone. Un
músico, ejecutando un solo se dirige a sí mismo, pero una orquesta
necesita un director"51.
De esta forma, la división del trabajo aparece como la base sobre la
que van a desarrollarse nuevas funciones. Pero, si estas funciones son
generales:
"Como funciones capitalistas, adquieren caracteres específicos"52
¿Cuáles son estos caracteres específicos y qué causas los determi-
nan? Marx responde a las dos cuestiones:
En cuanto a las causas, Marx precisa:
"Siendo el potente aguijón, el gran estímulo de la producción capi-
talista la necesidad de valorizar el capital, su fin determinante es la
mayor extracción de plusvalía... o; lo que viene a ser lo mismo, la
mayor explotación posible de la fuerza de trabajo"53.
Asimismo:
"...en manos del capitalista, la dirección, no solo tiene esa función
especial que nace de la naturaleza misma del proceso cooperativo o
social, sino que también tiene, y ante todo, la función de explotar el
trabajo social54...".
Segundo punto: los caracteres específicos que adquieren las nue-
vas funciones, existentes en "todo trabajo social común, desarrollado
a gran escala", se resumen en que, en el MPC, "la forma de esta direc-
ción es necesariamente despótica"55.
Y esto, al menos, por tres razones:
— En primer lugar, en la medida en que el proceso de trabajo es
"ante todo, proceso de explotación del trabajo". Conforme van pa-
sando al servicio del capital, "la resistencia de los trabajadores crece
y, por tanto, también la presión que es necesario ejercer para vencer

51 Marx, El Capital, libro 1, t. 2, p. 23. Ed. sociales.


52 Marx, El Capital, p. 2 3.
53 Ibíd.

54 Ibíd.

55 Ibíd., subrayado nuestro.

75
esta resistencia"56. A continuación, veremos detalladamente cómo la
puesta a punto de las técnicas más "despóticas" que pueden conce-
birse (las establecidas por Taylor), tenía por objeto, ante todo y sobre
todo, combatir la resistencia obrera al trabajo asalariado, en un mo-
mento muy preciso de la relación de fuerza entre las clases. Aunque
sea un fenómeno poco estudiado57, la dificultad de los patronos para
hacer aceptar a los obreros la "disciplina de la fábrica" ha constitui-
do, sin duda alguna, el principal obstáculo encontrado por la nacien-
te burguesía en el curso de su desarrollo. Al término de una era que
se acaba y de un orden que busca, ante todo, su legitimación y las
formas más adecuadas para ejercer su dominación, es cuando nace
este "despotismo de fábrica" presentado hoy —¿por cuánto tiempo
todavía? — como un imperativo "técnico" de la producción "indus-
trial". En algunos decenios cobran importancia las figuras del hospi-
tal, asilo y casa de internamiento que, tras M. Foucault, es necesario
considerar como figurar de un mismo fenómeno: el llamado "Gran
Encierro".58 Este se fragua como la otra cara del trabajo forzoso, del
despotismo de la fábrica de que habla Marx.
En segundo lugar: para dar ocupación a las grandes masas de tra-
bajadores no cualificados, normalmente recién expropiados del
campo, el capital encuentra en la técnica un aliado seguro. Smith ya
expuso, a propósito de la manufactura de alfileres, todo lo que el
maquinismo aporta para favorecer el impulso productivo a gran es-
cala. Lo que el capital no puede realizar por el ejercicio físico de sus
funciones de dirección será puesto en manos del maquinismo. Cada
vez más, la herramienta se diversifica, para precisar solo un manejo

56Ibíd.
57 Sobre este tema hay algunas excepciones notables. Ver en particular
Sidney Pollard, The Génesis of Modern Management, Penguin Books, 1968.
Para las formas recientes de resistencia obrera ver Critique de la división du
travail, recopilación de A. Gorz, Ed. du Seuil, 1974.
58M. Foucault, Histoire de la Folie, Gallimard, 1966. Incluso si, para utilizar

un lenguaje que es el suyo, entre el juego de las "formaciones discursivas"


y de las formaciones "no discursivas", hay -en esta fantástica historia de la
enfermedad que nos cuenta Foucault- un lugar diferente, y de diferente
importancia, que puede deberse al movimiento de la fuerza de trabajo, ex-
propiada por un lado y reprimida^ por otro.
76
simple. Con ello, el trabajo se descompone, este "análisis" hace posi-
ble la creación de máquinas "complejas", con las que el obrero es
desposeído de su "oficio" y, simultáneamente, de su capacidad de
disminuir el ritmo. De esta forma, cada vez más, los medios de pro-
ducción actúan frente al trabajador "como propiedad ajena" y se
"acentúa la necesidad de un control, de una verificación de su correcto
empleo"59. Por todo esto, el "rodeo" efectuado en torno al maquinis-
mo no hace sino reforzar la necesidad del "control" y de la "vigilan-
cia" y, por tanto, reforzar la forma "despótica" de la relación capita-
lista-asalariado.
—Finalmente, en tercer lugar, el despotismo es necesario para re-
solver la contradicción entre, por una parte, la necesidad de mante-
ner un carácter cooperativo en el proceso de trabajo (reunir los dife-
rentes elementos separados del producto) y, por otra, el hecho de
que a los obreros, desposeídos de su dominación sobre el proceso de
trabajo, el encadenamiento requerido de sus trabajos se les represen-
ta como hecho por el capital. Solo autoritariamente puede ser obtenido
este encadenamiento60.
Para Marx estos son, reseñados muy brevemente, los tres elemen-
tos que permiten comprender cómo las nuevas funciones generales,
fruto de la naturaleza misma del proceso cooperativo, toman nece-
sariamente "forma despótica" en el MPC. Vemos, pues, formarse una
relación dialéctica entre el desarrollo de la división del trabajo y el tipo de
relaciones que las diferentes clases (o capas parciales de trabajado-
res) mantienen bajo el dominio de las relaciones capitalistas de produc-
ción. Brevemente, los principales momentos de esta dialéctica son:
—En primer lugar, la división entre trabajo intelectual y trabajo
manual; sobre este punto hay que destacar que, ante todo, "el capita-
lista empieza por dispensarse del trabajo manual"61 para asegurar
sus funciones generales de dirección, mediación, coordinación y vi-
gilancia.
—En segundo lugar:

59 Marx op. cit., p. 24


60 Marx, El Capital, p. 24
61 Ibíd.

77
"... cuando su capital crece, y con él la fuerza colectiva que explo-
ta, abandona su función de vigilancia inmediata... y la transfiere a
un grupo especial de asalariados. Desde el momento que se encuen-
tra al frente de un ejército industrial, precisa de oficiales (directores,
gerentes) y de suboficiales (vigilantes, inspectores, capataces) que,
durante el proceso de trabajo, ejercen su mando en nombre del capi-
tal"62.
Por tanto, en el segundo momento, se profundiza la división del
trabajo en el seno del trabajo intelectual. Con la necesidad de vigilar
el proceso de producción directo (vigilantes, capataces) y con el
desarrollo de las tareas de gestión (de suministros, de la fuerza de tra-
bajo y de mercancías) y de comercialización (realización de las mer-
cancías) se desarrollan los cuerpos de "oficiales" y "suboficiales" para
cubrir las tareas planteadas por la ejecución del nuevo proceso de
trabajo.
—El desarrollo de las actividades de investigación-desarrollo in-
terviene a un tercer nivel. El capitalista, para asegurar su reproduc-
ción como tal y la reproducción simple o ampliada de sus beneficios,
es obligado, poco a poco, a cuidar la renovación de sus equipos y
técnicas de producción63, so pena de ver su parte del mercado redu-
cida e, incluso, arrebatada por otros capitalistas más emprendedo-
res. Las actividades de "ID", vienen, pues, a plantearse "junto a"
otras actividades, separadas de ellas y reunidas con ellas por la autori-
dad del capitalista (o del "gerente" que actúa en su nombre) en una
"estrategia" capitalista del desarrollo.
Históricamente, solo muy lentamente toma cuerpo —en particular
en Francia— un aparato especialmente creado para la investigación
científico-técnica. Tenemos, así pues, a grandes rasgos, las principa-
les etapas de este desarrollo.
62 Ibíd.,
63 No nos ocupamos aquí de los procedimientos y formas por los cuales el
capital se apropia de las fuerzas científico-técnicas para utilizarlas como
medio para explotar el trabajo social con vistas a producir el máximo de
plusvalía. Examinaremos este punto posteriormente (cf. infra, 2.1). A este
nivel se trata solamente de destacar en qué momento y cómo se desarro-
llan las actividades de ID, y, por tanto, su lugar en la división capitalista
del trabajo.
78
Durante todo el período de la revolución industrial (o más exac-
tamente, durante las diferentes revoluciones industriales en los paí-
ses europeos) se establece cierta colaboración entre '"científicos"—
técnicos e "ingenieros"' sobre todo—e industriales. Asistimos así a la
proliferación de pequeñas "academias de ciencias" locales en todos
los grandes centros manufactureros; en ellas se trabaja en estrecha
relación con ligas y asociaciones patronales. Esta colaboración "hori-
zontal", descentralizada, jugará un papel muy importante en el auge
de la producción manufacturera. Es fundamental señalar que estos
"científicos" —con algunas excepciones— son aficionados más que
"profesionales de la investigación", tal y como los producirá el capi-
talismo desarrollado, a lo largo del siglo XX. Sin duda, en la flexibili-
dad de las relaciones entre estos "ingenieros-artesanos" y la burgue-
sía mercantil naciente, reside una de las razones del éxito de su em-
presa común. Pero, y esto es válido para Francia en particular, la ac-
tividad de estos artesanos-inventores será rápidamente confinada en
las grandes academias que la aristocracia pone de su parte a fin de
conservar un derecho de visado y control sobre el desarrollo manu-
facturero. La Real Academia de Ciencias, revervándose el monopo-
lio del registro y validación social de los inventos, va a aparecer
muy pronto —en parte como consecuencia de su connivencia con
los gremios— como una traba y un obstáculo insuperable a la libre
iniciativa de los comerciantes. De aquí, el asalto en toda regla llevado
contra ella por los revolucionarios de la década de 179064.
Solo tras la Revolución y el Primer Imperio aparecerán los prime-
ros embriones de un aparato para la investigación: creación del Insti-
tuto, del Museo de Historia Natural, del Observatorio, de la Escuela
Politécnica, de las Escuelas Centrales de Ciencias y Letras y, poste-
riormente, de la Escuela Práctica de Altos Estudios. Sin embargo, por
múltiples razones cuyo examen sobrepasa ampliamente los límites
de este trabajo, estas instituciones no permitieron el auge de un ver-
dadero aparato investigador. Señalemos, asimismo, que en lo relati-
vo a la química, hay que buscar en la Comuna la explicación de que,
a pesar del "avance" de Francia, no se desarrolle en laboratorios in-

64 Sobre este tema, ver la apasionante obra de R. Hahn, Anatomy ofa Scienti-
fic Academy, Cambridge.
79
dustriales. Tras el trauma de 1870, la burguesía se vio obligada a rea-
lizar ciertas formas de alianza de clase que asegurasen su poder. En
particular, la necesidad de aglutinar en torno a ella al conjunto del
campesinado para hacer el vacío en torno a la clase "comunera", le
llevó a bloquear el desarrollo de ciertas partes de la química —la de
colorantes en particular— que no podía llevarse a cabo salvo en detri-
mento de productos agrícolas y de las partes del campesinado que
vivían de', ellos. Otra configuración de las relaciones de clase, permi-
tirá a Liebig, formado en Francia (!), crear en Alemania los primeros
laboratorios de investigación industrial, asegurando así una "base"
científico-técnica que conseguirá una expansión casi continua en el
siglo XX. Se crea así la primera industria que funciona sobre una ba-
se científica. También ella adaptará, la primera, las formas de divi-
sión del trabajo que triunfan en los talleres, pero aplicándolas al traba-
jo de investigación.
En realidad, habrá que esperar al siglo XX —en Francia a la Se-
gunda Guerra Mundial— para que la investigación se constituya en
sector propio. Tendrá lugar, sobre todo, a partir de la "readaptación"
y reutilización, en la producción de mercancías, del gran número de
innovaciones que la guerra trae consigo. "Grandes programas" son
adoptados: energía (nuclear en particular), espacial, nuclear otra
vez, pero ahora en un programa militar para la creación de una
"fuerza estratégica", aeronáutica (Concorde-Airbus). Por lo demás,
los ministerios se rodean de oficinas o direcciones generales de inves-
tigación a las que —por medio de ayudas financieras y "contratos",
sobre todo— se dará la importancia requerida... por los imperativos
de la producción capitalista de tal o cual sector de la economía so-
cial65.
En esta etapa, el período de los artesanos-inventores ha desapare-
cido hace tiempo. La figura del "sabio" se encuentra también total-
mente trasnochada y no puede sobrevivir más allá de sus últimos
años "dorados", los de la entreguerra, que ven desarrollarse la revo-
lución de los quantas. De esta forma, el origen de la domesticación

65Particularmente demostrativo de este punto de vista es el ejemplo pro-


pocionado por el "lanzamiento" de la química de los polímeros (plásticos)
en los años 1960. Sobre este punto ver el informe sectorial del Plan
80
de la ciencia por el capital se encuentra en su mismo éxito. La cons-
trucción de la bomba atómica en el marco del proyecto Manhattan
va a pesar por partida doble en el provenir de la ciencia.
Por una parte, la bomba y su eficacia, van a ser, en lo sucesivo,
mezcladas y asociadas a la de la ciencia y los científicos. Si después
de todo ha podido, con pocos medios, realizar un arma de tal efica-
cia ¿qué no podrá lograr dotada de medios importantes? . Sin duda,
este razonamiento se encuentra en la base del extraordinario periodo
de "vacas gordas" vivido por los científicos, particularmente los físi-
cos, después de la guerra. Se esperaban, en la economía, proezas si-
milares a las realizadas en el campo militar. También sobre este tipo
de compromiso entre la industria, a la búsqueda de beneficios, y los
científicos, en busca de créditos, se realiza el auge de nuestra pseu-
do-"revolución científica". Compromiso que, como veremos, es tam-
bién un malentendido.
Esta expansión del "sector" de la investigación se llevará a cabo
más fácilmente, como ha mostrado el proyecto Manhattan, en la
medida en que el mismo modo de organización de trabajo que aseguró el
triunfo de la dominación del capital sobre el trabajo, pueda aplicarse
a la producción científica. A partir de Manhattan (con el antecedente
destacado de los laboratorios alemanes de química industrial) la
misma parcialización de tareas y el mismo tipo de división del traba-
jo que triunfó en la industria, se instala en la investigación. El am-
biente científico se diversifica rápidamente. Del "patrón" a los "do-
mésticos" —pasando por todas las categorías intermedias de obreros
y técnicos—, toda la estratificación clásica de la gran empresa capitalis-
ta va a sustituir, a partir de ahora, a la práctica solitaria del "sabio"66.
La industria por un lado, y el ejército por otro, van a multiplicar,
diversificar y afinar los procedimientos por los cuales someter a sus
necesidades estrictas ese potencial de materia gris así dejado de la-
do. Del "buen" lado, a disposición del capital. El recurso, cada vez
más sistemático, a eventuales e interinos, la práctica de los "contra-

66 Este punto de vista es expuesto con argumentos de peso por G. Way-


sand, la Contre-Revolution Scientifique, Anthropos, 1974. Para lo que se re-
fiere más concretamente a la física, ver J.M. Lévy-Leblond: "L'idéologie
de/dans la physique" en Temps modernes, agosto-septiembre 1974.
81
tos" por tiempo limitado —cuya renovación depende del poder dis-
crecional de los proveedores de fondos—, serán los procedimientos
más eficaces —pero no los únicos— por los cuales la "gens" intelec-
tual será sometida. Al mismo tiempo, se plantean las condiciones
para una "crisis" en el conjunto de la profesión67, que algunos pre-
tenden no comprender.
Esta pequeña aclaración histórica, permite destacar, al menos, dos
cosas: en primer lugar, que el trabajo de concepción y experimenta-
ción científica se ha desarrollado en alguna manera, "a la sombra" de
la producción industrial, según modalidades que tienden, ante todo
y sobre todo, a eliminar y excluir de ellas a los productores directos', en
segundo lugar, que estas tareas "nobles" de concepción sólo han sido
confiadas a técnicos altamente cualificados, bajo procedimientos que
dejan al capital un control casi completo de su actividad. En este senti-
do es posible afirmar que se ha constituido el sector de la Investiga-
ción bajo formas específicamente capitalistas de división del trabajo.
Las implicaciones de esto han sido poco (y pocas veces) estudiadas.
En el apartado siguiente, intentaremos ofrecer algunas de las conse-
cuencias más destacables de esta situación.

1.3. La exclusión de los obreros, técnicos y empleados

Podemos ahora ser más precisos sobre la naturaleza de la "separa-


ción" de la actividad investigadora. Los caracteres específicos que, en
el MPC, adquieren las funciones generales exigidas por la división de
trabajo, confieren a las relaciones sociales caracteres despóticos y au-
toritarios. Las masas de obreros empleados y técnicos, ajenos a sus
medios y condiciones de trabajo —que se deciden sin contar con
ellos y contra ellos, siguiendo los imperativos del proceso de valori-

67 Entendámonos: cualquiera que sea la "elegancia" y complejidad de los


procedimientos por los que el capital somete la actividad investigadora,
en el seno de ésta, y en las instituciones en las que se lleva a cabo, son po-
sibles, y se desarrollan, luchas constantes. Que una ideología y una políti-
ca dominen -y que sean las de una clase- no significa que no puedan esta-
blecerse localmente relaciones de fuerza. Inclusive en la teoría, y en la de-
finición de los programas de investigación.
82
zación—, no pueden ser asociados a la actividad creadora y ven
completamente burlada su iniciativa. Este principio, la exclusión de
toda organización capitalista del trabajo, está "codificado" en lo que
se llama, desde Taylor, "Organización Científica del Trabajo" (OCT)68
que estipula, ya desde sus primeros párrafos:
"La determinación del método de trabajo es una operación dema-
siado complicada para ser dejada en manos del obrero. En las fábri-
cas, son las oficinas de estudio especializadas las que deben encargarse
de esta operación, analizando, a la vez, las máquinas, los tiempos y
los movimientos. De esta forma, podrá definirse una forma de ac-
tuación, la única óptima (one best way), que, a continuación, deberá
ser enseñada a los obreros. Toda iniciativa que se les permita en el
campo de la organización de su trabajo entraña elementos aleatorios
incompatibles con la organización de la empresa y con las previsio-
nes de los ingenieros69 ".
Esta pequeña cita sugiere algunos comentarios. A fin de suprimir
"toda iniciativa" por parte de los productores directos, se lanzan dos
argumentos:
—el primero es que constituye una "operación demasiado compli-
cada"

68 Este tema se estudia más detalladamente, pero desde otro punto de vis-
ta - el del proceso de trabajo- en el subcapítulo 2.
69 Informe, en Recherches en vue d' une organisation plus humaine du travail

industriel, documento de M. Ivés Delamotte. Del Servicio de formación de


inspectores de trabajo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Formación, p.
2. Documentation frangaise, 1972. Las experiencias recogidas en este docu-
mento son de primera importancia. Respecto a nuestro tema, afirma cla-
ramente que pueden concebirse -y han sido concebidos- otro tipo de bie-
nes de equipo que permiten recomponer el trabajo industrial, y, por tanto,
contrarrestar la parcialización y repetitividad de las tareas, principios bá-
sicos de la OCT.
Este documento muestra también que los nuevos tipos de bienes de equipo
han mostrado en la práctica que no hacen disminuir la "rentabilidad", sino
que, incluso, la hacen crecer fuertemente. De esta forma queda claramen-
te planteada -y contestada— la cuestión de la división técnica del trabajo.
Toda división "técnica" del trabajo, es, al mismo tiempo social. Tocaremos
este punto posteriormente.
83
—el segundo es que cualquier iniciativa de los productores direc-
tos, entraña "elementos aleatorios incompatibles con la organización
de la empresa y las previsiones de los ingenieros".
Empecemos por el examen de este segundo argumento.
Destaquemos que la afirmación que contiene no hace sino confir-
mar, con la mayor nitidez y claridad, 1) que la concepción y creación
se hacen sin contar con los productores directos (cf. el comienzo del
texto en "oficinas de estudio especializadas"); 2) que esta concepción
es "incompatible" con la iniciativa y cooperación de los productores
directos y, por tanto, se hace no solo sin contar con ellos, sino contra
ellos. De lo contrario, ¿dónde estaría la incompatibilidad! ¿Por qué la
iniciativa obrera habría de estar en contradicción con las "previsio-
nes de los ingenieros" y con —lo que todavía es más significativo—
"la organización de la empresa"? Es un primer punto que ya los tex-
tos teóricos de Marx citados70 afirmaban, y que vienen a confirmar
los razonamientos del "Management".
En cuanto al otro argumento, el de que esta operación "es dema-
siado complicada", merece también algunas observaciones. Recor-
demos aquí, una vez más, que no se trata de negar que algunas ta-
reas de concepción requieran para su cumplimiento altos niveles de
competencia técnica. De lo que se trata es de que el MPC anula toda
la experiencia acumulada por los productores directos. Esta expe-
riencia puede ser —es, como veremos— fuente de una reflexión
constante, incesante, vuelta sin cesar sobre ella misma, de mil y una
pequeñas mejoras, o sea una concepción completamente diferente
de algunos equipos de organización del proceso de trabajo en la
empresa, de utilización de residuos industriales, etc. Esto atestigua
concretamente la Revolución Cultural China71. La política seguida en
materia de innovación consiste en poner en funcionamiento equipos
mixtos obreros-técnicos-ingenieros que colaboran en la modificación
de los equipos existentes y en la concepción de los nuevos, partici-
pando todos ellos alternativamente, en el trabajo productivo y en el
trabajo de experimentación científica propiamente dicho. Nada de

Marx, El Capital, libro 1, t. 2, p. 23-25. Ed. sociales, cf. supra, 1.2.


70

71Cf. en este volumen "Fábricas y universidades de fábrica en China, des-


pués de la Revolución Cultural”.
84
esto se da sin embargo en el MPC. Lo que la organización capitalista
del trabajo —tal y como está "codificada" en la OCT— instaurada
masivamente, es la separación completa y de principio entre las activida-
des de concepción y las de fabricación:
—por una parte, las grandes masas de productores directos son
relegadas a tareas de simple ejecución
—pero incluso, y este es el punto que queremos precisar ahora, las
propias tareas de concepción están insertas en un proceso de divi-
sión del trabajo que hace de los trabajadores científico-técnicos a
quienes se confía tareas, agentes que no disponen, en la mayoría de
los casos, de una libertad creadora mayor que la que disponen los
obreros.
A. Gorz72 caracteriza esta categoría de trabajadores como "agentes
dominados de la dominación del capital". Son agentes "dominados" en la
medida en la que el ejercicio de su trabajo está sometido a las exi-
gencias del capital y de su valorización, personificadas por la pre-
sencia del ingeniero o jefe del laboratorio. Este se les representa
"como voluntad ajena" dice Marx, exactamente igual que el jefe de
taller frente al obrero.
Pero, entre la actividad del trabajador científico-técnico y la del
obrero, hay diferencias de naturaleza. En realidad, es evidente que la
posición que uno y otro ocupan está regulada por principios de
subordinación jerárquica. Aunque sometido, el trabajador científico-
técnico está investido, frente al obrero, de cierto poder delegado en
él. Además, su actividad creadora, incluso reducida a la simple eje-
cución de parte de un programa que no controla, es utilizada contra
el obrero.
Por esto, es un agente de la dominación del capital.
Con esta observación, el rizo está en parte rizado. En efecto, de es-
ta investigación sobre las condiciones de producción de la técnica y
de la ciencia en nuestra sociedad, se desprende que:
—en primer lugar, los productores directos están totalmente ex-
cluidos de las actividades de concepción e investigación,
—en segundo lugar, esto es resultado necesario y obligado de la for-

72 A. Gorz, "Caracteres de clase de la science et des travailleurs technico-


scientifiques" en Temps Modernes, junio 1974.
85
ma, específicamente capitalista, que reviste la división del trabajo.
— finalmente, en tercer lugar, las tareas de concepción sólo son con-
fiadas a los técnicos, cuando estos han sido ya reducidos a trabajado-
res parciales y/o sometidos al capital.
Quedaría por mostrar que este proceso de división del trabajo no
tiene ni siquiera (o ya) lo que, constantemente, invoca en su apoyo:
ser "eficaz". En otros tiempos, este punto hubiera merecido un largo
desarrollo. Hoy, dos series de fenómenos (al menos73) dispensan de
demostraciones fatigosas:
—por una parte, la oposición, cada vez más clara, a estas formas
capitalistas de división del trabajo ha hecho madurar las condiciones
para una crisis, un rechazo, no solo en el proceso de fabricación de
mercancías (de Detroit a Turín, de Turín a Flins), sino también en la
investigación.
—por otra parte, las experiencias de recomposición de tareas (en
Francia: Renault, BSN, Rhóne-Poulec, etc., en la gran industria) han
"revelado" que las secciones recompuestas tenían una rentabilidad (la
palabra clave) mayor que aquéllas en que el trabajo está parcializado
y desmigajado74.
Este hecho, sin duda, no es el menos importante en el movimiento
de rechazo del trabajo parcializado que, al acentuarse, contribuye a
poner de manifiesto una doble crisis en la división capitalista del
trabajo: la de su eficacia y su legitimación.
Este mismo libro ha llegado a ser "leíble" —si en alguna medida lo
es (!)— por la coyuntura política y teórica muy particular que abre
esta doble crisis.

2. "Cómo" y "para quién" el MPC produce la técnica. Característi-


cas particulares de ésta

73 Decimos "al menos dos acontecimientos" porque hay un tercero de la


máxima importancia. Está constituido por el enorme terreno ganado por
la Revolución Cultural China que obliga, entre otras cosas, a contemplar
todas las cuestiones de organización del trabajo desde un ángulo nuevo.
Además, el argumento de que el Este, y por tanto el "socialismo" no lo ha-
bía hecho "mucho" mejor, ni diferente, cae también.
74 Sobre este punto ver Y. Delamotte, op. cit.

86
Mostrar, como lo hemos hecho en el capítulo precedente, que el
trabajo socialmente dividido conduce, en el MPC, a la separa-
ción de la actividad investigadora, es avanzar en la aclaración de
las condiciones en las que el MPC produce la técnica. Pero esto no es
sino un elemento que sólo adquiere toda su significación enmarcado
en un sistema concreto de contradicciones. Porque el capital, no sólo
separa las diferentes actividades, fracciones del trabajo social; se re-
serva también, controlando las diferentes partes del trabajo social, el
hacer funcionar el conjunto del proceso productivo en su beneficio.
Esto es lo que vamos a intentar mostrar ahora, examinando, en pri-
mer lugar, algunos de los procedimientos por los que el capital se
apropia del trabajo de investigación y de "investigación-desarrollo".

2.1. La actividad investigadora y las modalidades de su apropia-


ción por el capitalismo

Seguiremos fieles al método de partir de datos —en particular los


proporcionados por la encuesta citada—, para luego examinar su
significación. Nos interesaremos, en particular, en los datos relativos
a la financiación de la actividad de ID, partiendo de la hipótesis de
que este tipo de información es fundamental para determinar la
orientación de la ID.

2.2.1. La investigación y su financiación: datos de partida.

La investigación realizada en el sector privado o en el sector públi-


co tiene dos fuentes principales de financiación75:
—financiación con fondos públicos
—financiación con fondos privados: puede consistir en autofinan-
ciación con fondos propios de la empresa o en recurso al crédito
bancario.
¿Qué nos dice a este respecto el informe de la DGRST?76 Un breve

75 Decimos principales: pueden añadirse, en efecto, donaciones, cesiones


gratuitas, etc.
76 las cifras que vamos a dar están un poco anticuadas y no han podido ser

87
examen de los porcentajes de financiación por tipos de investiga-
ción, proporciona las siguientes indicaciones:
Si, en primer lugar, nos planteamos la parte de financiación que
proviene de fondos públicos o privados, se obtiene (para 1968):

Financiación total de ID 13.640 millones de francos (MF) de los que


—Financiación pública 9.187 — (67'4% del total)
—Financiación privada 4.452 — (32'6% del total)

Si consideramos ahora el lugar de ejecución de la ID —lo que, co-


mo veremos, es un dato importante— se constata que:

de los 9.187 MF de financiación pública


2.501,4 MF son utilizados en el sector Empresas, lo que representa
el 56,1 % de lo que el sector Empresas consagra de sus propios fondos
a las actividades de ID.
O sea que la financiación pública, no sólo cubre el 67,4% del total
de actividades de ID, sino que también asegura el 38,1% del total de
la ID que se lleva a cabo en el sector Empresas..
Si examinamos la parte absorbida por los diferentes tipos de inves-
tigación, se obtiene:

19 %para investigación básica


32% para investigación aplicada
49% para ID

Sobre estos datos, pueden observarse algunas tendencias. El co-


mentarista del informe precisa:
"Los trabajos de investigación básica son realizados, en su mayor
parte, en el seno de establecimientos del sector de la enseñanza
(71%) y del sector Público (18%)" (Por tanto con fondos públicos, ca-
si exclusivamente).

puestas al día. Sin duda ha habido modificaciones en tamaño absoluto desde


el censo DGRST al que están referidas. En la medida en que razonamos
casi exclusivamente sobre proporciones (que no han variado de forma signi-
ficativa), los porcentajes que damos aquí son válidos en lo esencial.
88
"Las operaciones de desarrollo son ejecutadas, casi exclusivamen-
te, en las empresas (70%) y en organismos públicos (30% 77)".
"La investigación aplicada abarca todos los sectores económicos.
La parte relativa de los diferentes sectores es la siguiente:

Empresal 52% del total


Sector Público 42%
Sector de Enseñanza 5%
Otros: IPSAL, etc. 1%

A partir de estos datos, pueden ser formuladas varias observacio-


nes, en particular, sobre el juego del binomio Estado/Empresas en la in-
vestigación.

a. La casi totalidad de la investigación básica se efectúa con fondos


públicos. Sabemos que, si bien sus resultados no pueden aplicarse
directamente a la producción, a largo plazo es indispensable que se
lleve a cabo. Sabemos también que "sus resultados son, en general,
publicados". El "en general" hace referencia, en particular, a la ocul-
tación que realiza el Estado de los descubrimientos e inventos sus-
ceptibles de aplicación militar. (Ver en el anexo cuadros.)

b. Por otra parte, el Estado cubre casi el 50% de la investigación


aplicada, de la que lo esencial se hace público, con excepción de —
aparte de los susceptibles de explotación militar— los descubrimien-
tos e inventos cuya explotación se reserva el Estado (SNCF, EDF,
etc.).

c. Así pues, parece que toda la investigación que no es de aplica-


ción inmediata, se realiza por el Estado y se pone —por la publica-
ción de los trabajos— a disposición de las empresas que pueden uti-
lizarla o no.

77Esta cifra no debe sorprender si se tiene en cuenta la importancia de los


presupuestos para ID de empresas públicas tales como SNCF, EDF, CEA,
etc.
89
d. La utilizan, puesto que cubren el 70% de la ID (el Estado finan-
cia el resto)
Esta serie de observaciones nos proporciona un resultado extre-
madamente simple. Lo esencial de la Investigación "intermedia" (bá-
sica y aplicada) está asegurada por fondos e instituciones públicos.
En cuanto a la utilización de esta investigación "intermedia", su pro-
longación en la ID propiamente dicha, se lleva a cabo, esencialmente,
en la industria privada (con fondos propios o públicos). La casi tota-
lidad de la ID es controlada, de esta forma, por las empresas.

2.1.2. Los cuatro sectores investigadores

Tras esta primera presentación "global" de la actividad investiga-


dora, podemos ya proceder a empezar a descomponer los datos dis-
ponibles. Una observación central, a la que nos atendremos ahora, se
desprende inmediatamente: la fuerte concentración de la actividad in-
vestigadora.78

1. Concentración de la investigación y de la ID.

Si nos preocupamos de observar en qué empresas se lleva a cabo


la ID, se impone una primera conclusión. (Ver figura adjunta. In-
forme DGRST, pág. 95).
Las cifras son comentadas por el redactor del informe en los si-
guientes términos (citamos ampliamente porque merece la pena):
"Los gastos en ID de las empresas están muy concentrados. Cuatro
empresas, que pertenecen esencialmente a los sectores aeronáutico y
energético, gastan, cada una, más de 300 millones de francos en I D
.El conjunto de sus gastos en ID representa el 24% de los gastos inte-
riores en ID de todas las empresas.
Siete empresas gastan cada una más de 150 MF. Las veinte primeras
empresas, pertenecientes sobre todo a los sectores aeronáuticos, electrónico,
automóvil y químico, sobrepasan cada uno de los 60 MF. El conjunto
de sus gastos representa casi la mitad de los gastos en ID de todas las
empresas.

78 Informe DGRST, op. cit., p. 24.


90
Las ciento cinco primeras empresas, de las que muchas pertene-
cen a los sectores aeronáutico, automóvil, electricidad y electrónica,
gastan cada una 10 MF, al menos, en ID.
El conjunto de sus gastos representa el 75% de los gastos interio-
res en ID de todas las empresas79.
Si nos fijamos ahora, con mayor precisión, en los tipos de indus-
trias que realizan las actividades de ID más importantes obtenemos.

Reparto de los gastos internos en ID de la industria francesa según la


actividad económica de las empresas

Aeroespacial 27,6%
Electricidad y electrónica 16,9%
Química y farmacia 12,6%
Mecánica y automóvil 15%
Total de los 4 sectores 72,1 %

Para ser significativas, estas cifras deben ser completadas en un


punto80: la dimensión de las empresas que realizan la ID.
En lo esencial, el cuadro 6C (Pág. 97 del Informe DGRST) indica los
gastos internos en ID de las empresas, clasificadas por tamaño y sector de
actividad económica, para los cuatro principales sectores en ID.
—Aeroespacial: 1.523,3 MF de un total de 1.961,3 o sea el 76,1% de
los gastos en ID se llevan a cabo en empresas de más de 5.000 personas.
—Química: 470 MF de un total de 617, o sea el 76,1% se efectúa en
empresas que empelan, como mínimo, a 2.000 personas.
—Eléctrica y electrónica (más material informático): 272,2 MF de
un total de 314,2, o sea el 86,5% se lleva a cabo en empresas que
ocupan, como mínimo, 2.000 personas.
Resumiendo, a través de una dispersión que sólo es aparente, po-
demos constatar:
—Una concentración muy fuerte de la ID en cuatro sectores (aero-
espacial, químico, electrónico y mecánica y automóvil). (Ver en el

79Informe DGRST ya citado, p. 94.


80Sobre la dimensión pueden utilizarse diferentes criterios. El criterio ele-
gido aquí -el del número de personas empleadas— es satisfactorio.
91
anexo cuadros.)
— Dentro de estos sectores, en las empresas mayores.
Este es el primer resultado que obtenemos rápidamente. Nuestra
"revolución científico-técnicas", si la examinamos desde el punto de
vista de la actividad investigadora, afecta a 4 sectores (de los que, al
menos uno: el aeroespacial, se ocupa de "productos" muy particula-
res) y a, aproximadamente, 500 empresas en el momento de redactar
el informe. Precisemos todavía un punto.

2. El papel contradictorio de la "dimensión de la empresa.

El problema planteado aquí es el siguiente: si consultamos las es-


tadísticas de registro de patentes (y de rentas percibidas o pagadas
por este concepto) de las empresas en función de su tamaño, es ne-
cesario constatar que las pequeñas y medianas empresas son, respecto a
las grandes, fuertemente innovadoras. He aquí algunas cifras esta-
blecidas por J.C. Morand (en Le Progrés scientifique, número de sept.
1968) y citadas por M. de Felice en L'Innovation technológique (multi-
copiado IREP 1972).

Registro de patentes y rentas por licencias en relación a la cifra


de negocios

Gr. Empr. Med. Empr. Peq. Empr.


Patentes registradas 45 67 161
Rentas recibidas por licencias 18 33 27
Rentas pagadas por licencias 28 72 79

Como señala M. de Felice,


—estas cifras tienen un valor relativo (en la medida en que las ci-
fras en valor absoluto tienen, por lo menos, igual importancia);
—no aportan nada sobre el carácter realmente innovador de las
patentes registradas (aunque, tratándose de patentes registradas, la
"novedad" ha sido apreciada y reconocida previamente por una co-
misión de especialistas.
—además, en lo relativo a las rentas pagadas (y por tanto a la

92
"dependencia tecnológica") las empresas pequeñas tienen una cifra81
mucho más importante que las grandes82.
Estas indicaciones deben, pues, ser tomadas con gran cuidado. Sin
embargo, testimonian cierto dinamismo de la pequeña y mediana
empresa ante la innovación, aunque no dispongan de los mismos
medios que las grandes. Este fenómeno de "Spin Off" en USA, (fe-
nómeno llamado "florecimiento" de "pequeñas empresas con alta
tecnología a partir de una potente firma-matriz o de un gran labora-
torio público o privado") no es, sin embargo, totalmente sorprenden-
te y puede tener varias explicaciones.
En efecto, si bien la empresa matriz tiene medios para innovar -o
al menos para producir ID— puede, al mismo tiempo, no interesarle
—por su naturaleza misma— incorporar a su producción la innova-
ción. En primer lugar, el volumen de sus inmovilizaciones en capital fijo
(equipamiento) exigido por las modernas condiciones de la gran
producción industrial, no puede ser constantemente transformado y
reconvertido. Es preciso, como mínimo, que haya transcurrido el
tiempo necesario para que la totalidad del valor que incorpora se
haya realizado y haya cubierto los gastos iníciales. Por ello, la gran
empresa no procederá a una modificación de su equipo {proceso téc-
nico y tecnológico de producción) salvo si estas modificaciones son in-
dispensables para su reproducción.
Por lo que se refiere a la fabricación de nuevos productos —entrañen
o no la preparación y utilización de técnicas nuevas— la gran empre-
sa sólo podrá proceder a la innovación a partir del momento en el que
el nuevo producto haya probado que es susceptible de tener un enorme mer-
cado, un mercado a medida de la gran empresa.
De igual forma, puesto que estos factores no pesan sobre ella, la
pequeña o mediana empresa, por la poca importancia de sus inmo-
vilizaciones y por su capacidad para satisfacer un mercado limitado,
intentará —mediante la innovación— abrirse un camino (un merca-
do) allí donde la gran empresa no pueda intervenir. Así se lleva a

81Hay que destacar, para matizar esto, que si para este último punto utili-
zamos cifras en valor absoluto, obtendremos una "dependencia” más im-
portante para las grandes empresas que para las pequeñas.
82M. de Felice, L 'Innovation technologique, op. cit., p. 45.

93
cabo una especie de reparto, de complementariedad83, ente la pequeña
y la gran empresa.
A esto se debe que P.A. Baran84 llegue a afirmar que las innovacio-
nes más importantes —más nuevas— salen de las pequeñas y me-
dianas empresas; las grandes no pueden, en un primer momento,
asumir el riesgo de una "novedad" excesiva. Existe, pues, "comple-
mentariedad". Pero solo estática, dado que dinámicamente las cosas
cambian.
Podríamos seguir enunciando problemas de este tipo; retengamos
solamente que la gran empresa, capaz de llevar a cabo la ID a gran
escala, no puede normalmente asumir los riesgos de una "novedad"
excesiva. Y que, paradójicamente, es la pequeña empresa, dado que
no puede encontrar un mercado salvo con productos muy particula-
rizados, la que asegura una gran parte de la innovación.
Resumiendo, podemos sacar de esta pequeña investigación dos
tipos de enseñanzas:
—En primer lugar', independientemente de lo que se viene diciendo
sobre la Revolución Científica, el extraordinario-desarrollo-de-las-
fuerzas-productivas-que-suscita..., etc., el análisis de los sectores
realmente productores y consumidores de técnica, muestra cómo so-
lamente 4 de ellos —es decir, casi 500 empresas han sido electiva-
mente transformadas por la tecnología de posguerra de forma real-
mente significativa.
—En segundo lugar: las grandes empresas, que cuentan con los
grandes centros de investigación técnica, no son forzosamente las
más innovadoras. Por razón de su dimensión, solo pueden recurrir a
la innovación cuando se dan condiciones particulares de rentabilidad.
De aquí —para no extendernos más— se deduce claramente que
no es posible aceptar las tesis sobre la RCT. Considerando las cosas
desde el punto de vista de su funcionamiento concreto, y en las rela-
ciones capitalistas de producción, destaca que, si bien el capitalismo
tiene una tendencia constante a revolucionar sin parar sus métodos y
técnicas de producción —lo que nadie pone en duda—, sólo lleva a

83M. de Felice, op. cit. p. 45.


84P.A. Baran, Le capitalisme monopoliste, Maspero. Ver sobre todo el cap. 1
"La gran empresa"
94
cabo estas modificaciones según modalidades y procedimientos cu-
yo examen, incluso breve, muestra su complejidad y carácter con-
tradictorio.

2.2. La apropiación de la técnica y de la ciencia por el capital.


La no-neutralidad de la técnica

Tanto en el seno de la empresa, como a nivel social, la función de


los trabajadores técnico-científicos es cumplir cierto número de ta-
reas generales. Estas tareas consisten en velar por la renovación y
mejora de los bienes de equipo, materias primas... o sea permitir la
fabricación de nuevos productos. Pero, como hemos visto, esta acti-
vidad no se efectúa en unas relaciones sociales cualquiera, de donde
se desprende una lógica precisa. En las páginas siguientes intenta-
remos mostrar que el trabajo de concepción de la técnica y procedi-
mientos de producción, inserto en relaciones capitalistas de produc-
ción, lleva a la preparación de técnicas dotadas de caracteres especí-
ficos, que corresponden a las condiciones en las que esta técnica se
produce y a la función que le ha sido destinada. Podemos resumir
diciendo que esta técnica deberá ser acorde:
—de una parte, con las condiciones de valorización del capital
—de otra, (lo que no es sino otro aspecto del mismo problema) con
la necesidad de reproducir la base material, "técnica", requerida por
la reproducción de las relaciones de producción.

2.2.1. Las exigencias del proceso de valorización y la puesta a


punto de conjuntos coherentes de máquinas: el ejemplo de la línea
de montaje.

Afirmar, como lo hace Marx (cf. capítulo 1), que los medios y téc-
nicas de producción solo son incorporados "como medios del proce-
so de valorización del capital", no carece de implicaciones. Lo que
contiene "implícitamente" esta proposición, es la idea -totalmente
ajena a la economía política— de que los diferentes elementos del
proceso de trabajo no podrán revestir cualquier característica técnica.
En efecto, los diferentes elementos del proceso de trabajo —y parti-
cularmente los medios de producción—deben contribuir, ante todo,
95
a producir valores de usos sociales: para el cambio (mercancías). Las
características "técnicas" de los medios de producción deberán, por
tanto, ser concebidas, ante todo y sobre todo, en función de este he-
cho central en la producción capitalista de mercancías: la extorsión
de plusvalía.
La mejor ilustración de este punto de vista la proporciona, sin du-
da alguna, la puesta a punto de líneas de montaje, es decir de la cade-
na, por Ford, en los años veinte.
Por línea de montaje hay que entender también todos los dispositi-
vos técnicos, y el sistema complejo de máquinas, sin el cual no habría po-
dido surgir. El interés de tomar la cadena como "ejemplo", reside en
el hecho de que organiza, en torno a su movimiento, el trabajo de
varios millones de productores. ¡No se nos puede acusar de haber
elegido para nuestra demostración una técnica (o conjunto de técni-
cas) con un campo de aplicación pequeño! Finalmente, la última
ventaja que presenta "la cadena" es que, hasta un período reciente,
—que, por otra parte, no ha acabado (para convencerse de ello basta
consultar los trabajos del CNPF de 1974)— era presentada como exi-
gencia de un imperativo de la producción en serie, no como técnica es-
pecíficamente capitalista de obtención de trabajo adicional. Quere-
mos demostrar que, desde su nacimiento, responde, ante todo y sobre
todo, a la necesidad de permitir la mayor extracción posible de plus-
valía en un momento determinado de la correlación de fuerzas entre
capitalistas y asalariados. Por ello, constituye un punto clave para un
estudio económico y político de la historia del maquinismo.
Para presentar la cadena, demos en primer lugar la palabra al
mismo Ford. En Mi vida y mi obra, expone lo esencial de los princi-
pios básicos de la cadena. Bajo el título: "Las piezas van por delante
del obrero", escribe:
"No hay en los talleres ninguna pieza trabajada que no esté en mo-
vimiento. Unas colgadas por ganchos a cadenas que se dirigen al en-
samblaje en el orden exacto que tienen asignado. Otras marchan so-
bre una plataforma móvil, otras por su propio peso; pero el principio
general es que en el taller nada se mueve salvo las piezas. Los mate-
riales son llevados por vagonetas o por remolques accionados por
chasis Ford sin carrozar, que son lo bastante móviles y rápidos para
circular como se desee por todos los pasillos. Ningún obrero tiene nun-
96
ca nada que transportar ni que elevar, todas estas operaciones son objeto
de un servicio distinto, el servicio de transporte85".
Este texto expresa dos de las ideas esenciales que son origen y
fundamento de la "cadena de montaje", es decir, de la primera forma
en la que '"la cadena" hace su aparición, en la industria del automó-
vil, antes de extenderse y generalizarse a otras industrias. Estas dos
ideas son las siguientes:

a. Todas las tareas de mantenimiento son, en lo posible, asumidas


por el maquinismo (convoyes, cintas transportadoras, chasis móvi-
les) que, en cualquier caso, asume los servicios que no sean tareas de
montaje propiamente dichas. De esta forma, los obreros de fabrica-
ción son "descargados" de todo desplazamiento en el interior del ta-
ller y "fijados" a sus puestos de trabajo.

b. Por otra parte —este aspecto es complementario del primero—


la velocidad de desplazamiento de las piezas, es decir, la cadencia del
trabajo, está regulada mecánicamente, exteriormente a los obreros y,
de hecho, se les impone. Es más, para que las cosas estén totalmente
claras, las piezas "se dirigen al ensamblaje en el orden exacto'9 en el
que deben ser montadas. Lo que suprime la última posibilidad de
"jugar con el tiempo" de que disponían los obreros.
Esta doble observación nos lleva directamente al enunciado de lo
que, para nosotros, constituye el primero de los dos principios fun-
damentales 'sobre los que descansa la concepción de la cadena fordia-
na. Este principio puede enunciarse en forma de dos proposiciones
contradictorias:

1. Por una parte, se crea un sistema mecánico basado en el movi-


miento y circulación constante de piezas, herramientas y materiales de
trabajo; por otra, toda esta circulación es concebida y pensada para
"fijar" al trabajador a un puesto de trabajo muy preciso, de forma
que, de ninguna manera, puede alejarse de él ni un paso.
Por esto, destaca claramente el carácter despótico de la organiza-
ción del trabajo que la cadena implica. Vemos también que la cadena,

85 Henry Ford, Ma vie et mon oeuvre Payot, p. 94.


97
lejos de ser una simple "innovación" tendente a aligerar las tareas de
mantenimiento es, ante todo y sobre todo, un sistema tendente a re-
ducir los márgenes de iniciativa y autonomía que las técnicas pura-
mente taylorianas no habían "reducido" todavía, (sobre este punto
ver infra, subcapítulo 2).
Esta función de la cadena resalta, todavía más, si añadimos que el
segundo principio fundamental que apunta en su constitución es:

2. Por una parte, poner a punto un sistema de máquinas cada vez más
complejas y perfeccionadas sin parar, de modo que, por otra, las ope-
raciones requeridas sean cada vez más simples y elementales y, por
tanto, puedan ser realizadas por trabajadores no cualificados.
En otro pasaje de Mi vida y mi obra, Ford ofrece una exposición de
la línea de montaje, casi metodológica, que permite poner en evi-
dencia otras características de la cadena. Escribe:

"Los principios del montaje son los siguientes:

1. Colocar las herramientas y los hombres según el orden de operacio-


nes de fabricación, de modo que cada pieza tenga que recorrer la
menor distancia posible de la primera a la última operación.
2. Emplear deslizado ras o cualquier otro aparato de transmisión,
concebido de tal forma que, cuando un obrero haya terminado una
operación, su pieza caiga siempre en el mismo sitio, que debe ser lo
más cercano posible a su mano, y si es posible, que por su propio pe-
so la pieza sea llevada hacia el obrero siguiente.
3. Emplear una red de transportadores automáticos o de cadenas de
montaje, por medio de los cuales las piezas a ensamblar queden re-
partidas a distancias convenientes" (p. 90-91).

Sí tomamos estos elementos y los sistematizamos de manera sim-


ple, obtenemos las proposiciones siguientes:
—poner en funcionamiento un proceso de circulación de las piezas
sobre las que se va a trabajar y de las herramientas,
—hacerle corresponder un proceso de distribución de los hombres que
permita "completar", con trabajo humano, las operaciones que no
pueden realizarse de forma mecánica.
98
En cualquier caso, precisa Ford, estos dos procesos deben ser tales
que "ningún hombre deba dar un paso" (p. 90).
Lo que hay que destacar a este nivel, es que el proceso de circula-
ción de las piezas (que habíamos señalado como uno de los elementos
constitutivos de la línea de montaje), asegurado por transportadores
automáticos y diversos sistemas de transmisión mecánica, es un pro-
ceso reglado, incluso podemos decir doblemente reglado:
—en primer lugar, porque las piezas son conducidas mecánica-
mente, y con toda precisión, al lugar en el que deben colocarse y "en
el orden exacto" en el que deben ser montadas;
—luego, porque todos estos sistemas mecánicos de transmisión
marcan los tiempos "requeridos" para cada operación, es decir, que
las diferentes piezas son conducidas a un punto en el que permane-
cen un tiempo muy preciso, previamente definido por el servicio de
"Métodos". Este tiempo es exactamente del que dispone el trabajador
para efectuar la manipulación prevista en el plan de montaje. Plan
que también es elaborado y definido hasta sus menores detalles, sin
contar con el obrero, por los mismos servicios de "Métodos".
Así descrito, el fordismo aparece claramente como lo que es, un gi-
gantesco dispositivo, presentado con apariencias "puramente técni-
cas", pero tendente a obtener del obrero el máximo posible de trabajo
durante la jornada de trabajo. Resumiendo: lo que se busca ante todo
es la intensificación del trabajo. De igual forma, al estar el proceso de
trabajo perfectamente "descompuesto" en gestos elementales, los
trabajadores requeridos por la cadena (y, por tanto, totalmente des-
cualificados) son atacados directamente en lo que, durante todo este
período, ha constituido el principal elemento de su correlación de
fuerzas con el capital: su "oficio", su saber técnico. El hecho de que
esta doble operación sea recubierta de una apariencia de "objetivi-
dad" técnica no altera nada. Por ello, Drucker, teórico apologeta de la
sociedad "postindustrial", replicando a Ford, que no renuncia a ha-
cerse pasar por "gran mecánico y gran ingeniero"86 escribe:
"Si analizamos realmente esta pretendida nueva tecnología, des-
cubriremos que no es totalmente una "tecnología". No es una com-

86Sobre este punto, ver H. Beyron, Working for Ford, Penguin Education,
Londres 1973, p. 1740.
99
binación de fuerzas físicas. Es un principio de orden social. Esto es
aplicable a la obra de Ford. No ha hecho ninguna invención ni des-
cubrimiento técnico, todo aquello de que se ha servido desde el pun-
to de vista mecánico era antiguo y bien conocido87. Solo su concepción
de la organización humana del trabajo era nueva"88.
Por nuestra parte —tras la descripción de las técnicas utilizadas
por Ford que hemos hecho— estaríamos tentados de decir que es
también "una combinación de fuerzas físicas", a condición de preci-
sar a continuación que, en este punto, coincidimos totalmente con
Drucker en que esta "combinación" va a traer consigo un principio
de orden social. Por esto, podemos afirmar, siempre siguiendo a Dru-
cker, qué lo que es claramente nuevo es "su concepción de la organi-
zación humana" cualquiera que sean las apariencias "técnicas" bajo las
cuales se presenta. Una última palabra para señalar que, en lo relati-
vo a esta "combinación" y a la mayor "eficacia" del trabajo que con-
lleva, hay que distinguir entre:
—lo que permite economizar gastos improductivos de fuerza de
trabajo, por ejemplo las numerosas tareas de mantenimiento realiza-
das ahora mecánicamente.
—y acrecentar el producto obtenido por intensificación del traba-
jo, es decir, en última instancia, por un incremento del gasto de
fuerza de trabajo.
Por supuestos, estos dos aspectos están en realidad perfectamente
unidos. Sin embargo, la distinción es —desde el punto de vista analí-
tico— útil e indispensable. Si, por ejemplo, suponemos que el tiempo
disponible para realizar una operación se amplia, en la medida en que
se "gana" tiempo por los transportadores automáticos, estamos cla-
ramente ante un fenómeno que podemos considerar como "progreso
técnico"89. Esta hipótesis es puramente formal; el conjunto del siste-
ma Ford no tiende a ampliar el tiempo disponible para una opera-
ción, sino al contrario, a reducirlo a los límites de lo soportable, e in-

87 No solo los transportadores eran empleados -antes de Ford—en algu-


nas empresas; el principio de la cadena misma fue copiado de las fábricas de
conservas de Chicago, como cuenta Ford en Ma vie et mon oeuvre, p. 91.
88 P. Drucker, New Society, Ed. Harper and Row, 1950, p. 19.

89 Sobre la noción de progreso técnico ver la conclusión de este ensayo.

100
cluso, en algunos casos, más allá.
Por todas estas razones, la caracterización que hace Drucker del
fordismo como principio de orden social nos parece particularmente
afinada y juiciosa: sin perderse en las exposiciones "técnicas" del for-
dismo, va a lo esencial y lo esencial es claramente "político". Político
en el sentido de que la cuestión central a la que Ford y el fordismo
dan respuesta es: ¿cuál es el tipo de organización "técnica" de la pro-
ducción que permite extraer el máximo de trabajo adicional en una
determinada correlación de fuerzas entre la clase obrera y la patro-
nal?

2.2.2. Las exigencias de la reproducción de las relaciones de pro-


ducción y sus efectos sobre los resultados de la ID

Dominando los diferentes elementos del proceso de trabajo y ha-


ciéndolos funcionar en su beneficio, el capitalista reproduce cons-
tantemente las condiciones de su dominación de las diferentes fraccio-
nes del trabajo social en las que se descompone el producto. En el
caso de la cadena antes analizado, se ve claramente que toda la acti-
vidad de los trabajadores científico-técnicos está destinada a poner a
punto los sistemas técnicos —y el cálculo de "tiempos y movimien-
tos"— que permitan asentar la dominación del capital sobre el pro-
ceso de trabajo, y la mayor extracción posible de trabajo adicional.
Pero, más allá de este "ejemplo" —que es más que un ejemplo "cual-
quiera", en la medida que se trata de la técnica por excelencia a la que
recurre el capitalismo moderno en la producción en serie— más allá,
pues, y con mayor generalidad, la actividad de los trabajadores cien-
tífico-técnicos está siempre inserta entre límites precisos, marcados
por el capital.
Por otra parte, si bien es cierto que las relaciones de producción
determinan claramente "un sistema de lugares y funciones asignados
a los diferentes agentes que concurren en la producción"90, indepen-
dientemente del carácter de las relaciones que mantengan entre sí
las diferentes capas o clases ocupadas en la producción (relaciones
despóticas, jerárquicas o no), este "sistema de lugares" se apoya so-

90 Bettelheim Calcul économique et Formes de propriété. Ed. Maspero.


101
bre una base material. Como dice M.A. Macciocchi: "Siempre hay
una base técnica en el proceso de trabajo"91, una base técnica precisa,
específica de cada organización social. Y el capitalista —la empresa
capitalista como lugar de la valorización del capital— debe reprodu-
cir y reproduce, tanto las bases sobre las cuales se asienta la división
del trabajo, como el conjunto de relaciones de producción y trabajo
que implica y que lo caracterizan. Estas bases materiales están for-
madas, en la empresa capitalista, por el sistema de medios de pro-
ducción que la fuerza de trabajo pone en funcionamiento, en la me-
dida en que, con relación a un sistema dado de medios de producción, es
como se distribuye el trabajo social y se organiza el proceso de trabajo. Así,
a nivel de empresa92 y considerando las cosas en su materialidad, para
que el capitalista reproduzca su dominación del proceso de trabajo
parcelado, debe reproducir los medios de producción que son la base de
la división y parcelación del trabajo. Dicho de otra forma, una de las
condiciones de reproducción de las relaciones capitalistas de pro-
ducción, es la reproducción de determinado tipo de medios de produc-
ción, que aseguran la reproducción de determinado tipo de división del
trabajo.
El fondo de la cuestión es que, para reproducirse, la empresa capi-
talista tiene necesidad, no solo de renovar su equipo, sino de que el
nuevo equipo puesto en circulación por ella posea unas característi-
cas tales que reproduzca constantemente las bases "técnicas" de la
dominación del proceso de trabajo. La hipótesis que subyace en es-
tos es que la "técnica" capitalista es a la vez técnica de producción y técnica
de dominación93. En límites de este tipo están insertos los trabajadores
científico-técnicos que trabajan para la empresa —como también lo
están todos los trabajadores científico-técnicos en el MPC—, en tanto
que el capital es dueño de incorporar o no a la producción sus "crea-

91 M.A. Macciocchi "De la Chine ou des racines de la sinophobie occidentale"


en Tel Quel, núm. 48/49, p. 95.
92 Decimos bien a niypl de empresa, porque a nivel social, la reproducción de

las relaciones de producción, remite a un análisis totalmente ditérente, que


Althusser hace posible con la introducción del concepto de aparato ideoló-
gico del Estado.
93 A. Gorz.,op. cit.

102
ciones" técnicas.
Surgen, de este modo, algunos argumentos que permiten rechazar
la tesis de la "neutralidad" de la técnica y de la neutralidad del producto de
la ID, la parte de su producto, al menos, que el capital incorpora a la
producción de mercancías, que es la que aquí nos interesa.
Las exigencias del proceso de valorización y las de la reproducción
de las relaciones de producción, actúan sobre el proceso de produc-
ción concreto —que es, sobre todo, un proceso del capital para la
producción de plusvalía— para favorecer la concepción de técnicas
adecuadas para la reproducción de un determinado "sistema de lu-
gares y funciones asignados a los diferentes agentes que concurren
en la producción" capitalista. Siendo este "sistema de lugares" espe-
cífico del MPC, la "técnica" que le sirve de base, y de "soporte" po-
dríamos decir también, no es neutra. Depende, ante todo, de las rela-
ciones capitalistas de producción.

2.2.3. Los 4 "aspectos" del proceso de apropiación de la ciencia y


de la técnica por el capital.

Podemos resumir diciendo que el proceso de apropiación de la


ciencia y de la técnica por el capital abarca 4 series de problemas.

1. La separación entre el trabajo manual y el trabajo intelectual.

Hemos señalado que esta separación viene exigida por el carácter


capitalista de la producción de mercancías. Solo al llegar a la etapa
de la manufactura, comienza a manifestarse la escisión entre la parte
manual y la parte intelectual del trabajo. A partir de este momento,
el artesano encargado de tareas complejas de fabricación (que son
tanto tareas de concepción como de simple "montaje" manual), va a
ver su trabajo progresivamente dividido. Bajo la autoridad del capi-
talista este proceso de separación y de división de tareas conoce su
primer auge. Desde este punto de vista, es interesante señalar que
para la Enciclopedia (de d'Alembert y Diderot) lo que caracteriza la
manufactura es la "reunión de un número considerable de obreros,
en el mismo lugar, para realizar un tipo de actividad bajo vigilancia de

103
un empresario"94. No está de más insistir en que este proceso de sepa-
ración solo reviste carácter masivo —y de principio podríamos decir—
en el MPC. Nada hay comparable (al menos a esta escala) en las so-
ciedades asiáticas o en la organización corporativa del trabajo. La es-
cisión solo se lleva a cabo porque es condición para la reproducción
del capital y de la producción capitalista de mercancías. Desde este
punto de vista, es inherente a la existencia del salario y de las con-
tradicciones de clase que entraña95.

2. La oposición entre trabajo intelectual y trabajo manual.

No basta, en efecto, con decir que el trabajo manual y el trabajo in-


telectual se "separan". Es necesario también precisar que esta "sepa-
ración" se hace en forma de oposición. Esto es lo que hemos explicado
diciendo que el capital se apodera progresivamente de todas las fun-
ciones de dirección y concepción. La parte Intelectual del trabajo se
autonomiza siempre en tanto que "función" suplementaria del capi-
tal. Hemos visto que el principio cooperativo de trabajo, que supone
una función de "coordinación" ("como una orquesta necesita un di-
rector"), se desarrolla, en conjunto, bajo forma despótica, en particu-
lar tan pronto como esta I unción comienza a ejercerse en las relacio-
nes capitalistas de producción. Del mismo modo, las tareas generales
de concepción—vigilancia-control van a desarrollarse, con el paso a
la gran industria, solo como funciones del capital. El proceso general
de descualificación (llevado a cabo por el taylorismo y el maquinis-
mo) que, por un lado, reduce el trabajo del obrero a la ejecución repe-
titiva de tareas parciales, viene acompañado, por otra parte, de una
apropiación del trabajo intelectual así "autonomizado", como afirma
Marx muy explícitamente:
"El potencial intelectual de la producción se desarrolla unilateralmente
porque desaparecen los demás aspectos. Lo que los obreros parcelados
pierden se concentra contra ellos en el capital. La división manufacture-

94 En l'Encyclopédie, textos escogidos. Ed. sociales, artículo "Manufacture",


p. 60.
95 En este punto estoy de acuerdo con Freyssenet, "Le processus de déqua-

lification-sur-cualification", CSU, 1974.


104
ra les opone las posibilidades intelectuales de la producción como
propiedad ajena y como poder que las domina. Esta escisión... se con-
suma... en la gran industria, que hace de la ciencia una fuerza producti-
va independiente del trabajo y la enrola al servicio del capital"96.
Esta idea de que la ciencia solo se desarrolla en el proceso de la
lucha del capital contra el trabajo, es una constante en Marx. Pode-
mos incluso afirmar que constituye una de las características especí-
ficamente marxistas del análisis del desarrollo científico. El punto
fuerte de Marx, en este tema, es haber ligado este hecho a las formas
y al proceso de división del trabajo en el MPC. En los "Grundrisse",
Marx señalaba ya que la ciencia "... se separa totalmente de la habilidad
y de los conocimientos del obrero individual...". Veremos posteriormente
(cf. subcapítulo 2) como el taylorismo —momento importante si los
hay de la separación entre trabajo manual e intelectual— se ha cons-
tituido "totalmente" en un movimiento de expropiación a los obreros de
su saber. La "toma" del saber (técnico) obrero por el capital y en su
beneficio, aparece como condición necesaria para el desarrollo de la
acumulación de capital. Este proceso, ampliamente impulsado desde
el siglo XIX, ha sido descrito ya por Marx que afirma, en el mismo pa-
saje de los "Grundrisse": "Todas estas aplicaciones (las de la ciencia)
aparecen como medios de explotación del trabajo... por tanto, como
fuerzas del capital frente al trabajo'..". Más aún, presente esta separa-
ción y oposición como un proceso, como un movimiento cuyas condi-
ciones están determinadas exteriormente al obrero, como producto del
capital, y contra él:
"... Y es así como el desarrollo de las fuerzas productivas sociales
del trabajo y sus condiciones de desarrollo aparecen como producto
del capital, frente a los cuales el obrero tiene solo un comportamiento
pasivo... (estas fuerzas) ... se producen contra él"97.
Esto da idea del esfuerzo necesario para pretender encontrar en
Marx los fundamentos de la "revolución científico-técnica" y las ba-
ses para una alianza con los técnicos e ingenieros que no se cuestione
la naturaleza del trabajo realizado por éstos. En cualquier caso, refi-
riéndose a Marx, es fundamental recordar que el aspecto de la "se-

96 Marx, El Capital, libro 1, t. 2, Ed. sociales, p. 50.


97 Marx, "Grundrisse", p. 81.
105
paración" entre la parte manual y la intelectual del trabajo está recu-
bierta por otro aspecto más importante todavía: el de la oposición en-
tre trabajo intelectual y trabajo manual; el primero de los cuales se
desarrolla al lado del capital —y bajo su control y dominación— con-
tra el trabajo. De aquí se desprende una tercera proposición:

3. Consideradas en su doble aspecto de métodos de organización


del trabajo98y de "cosas" (medios de producción), las fuerzas produc-
tivas llevan la impronta y la marca de las relaciones sociales en las
que están inscritas y en las que han sido producidas.

También Macciocchi, a la vuelta de China, constataba que "... es


imposible hablar solo de fuerzas productivas en general. Llevan im-
presas en su seno la marca de las relaciones de producción”99. El ca-
so de la cadena de montaje, del que ya hemos hablado, ilustra esto
perfectamente. El conjunto de sistemas "técnicos" que la componen
está pensado y concebido, de principio a fin, para reducir la capacidad
de “frenado” del obrero, imponerle —incorporándole al maquinis-
mo— un ritmo de trabajo al cual no puede sino someterse. En el fon-
do, es una máquina gigantesca pura extraer plusvalía y desposeer al
obrero de todo control sobre las condiciones de su trabajo, afecta,
por tanto, a su relación de fuerza frente al capital. Veremos también
(cf. subcapítulo 2) cómo el taylorismo ha impulsado un auge de las
fuerzas productivas del capital y un movimiento de renovación del
equipo existente, para hacerlo acorde con los imperativos de la valo-
rización del capital y permitir la reproducción de su dominación so-
bre el trabajo.
Sin embargo, es necesario ir más lejos todavía, sacar implicaciones
de las tres primeras conclusiones que ya hemos formulado, para
enunciar una cuarta y última tesis:

4. Considerándolas cosas a nivel social, pueden apreciarse y mar-

98 "Un modo de producción o una etapa industrial determinada está per-


manentemente ligados a un modo de- cooperación... y este mismo modo
de cooperación es una "fuerza productiva" Marx. La ideología alemana.
99 M.A. Macciocchi op. cit., p. 95.

106
carse "dos vías" y "dos líneas" en lo relativo al desarrollo de las fuer-
zas productivas: una vía capitalista y una vía socialista.

—La vía capitalista es aquella en que el desarrollo de las fuerzas


productivas se hace por y a través de la acumulación de capital.
—La vía socialista que basa el desarrollo de las fuerzas producti-
vas en la "capacidad colectiva de producción y en la iniciativa de las
masas"100.
Esta tesis de las dos vías ha sido ya formulada por Bettelheim en
un artículo dirigido contra los autores de la Nouvelle Critique y am-
pliada, posteriormente, en "Revolución cultural y organización in-
dustrial en China". En el artículo dirigido muirá la Nouvelle Critique,
Bettelheim escribe:
"(Los autores de la Nouvelle Critique) No pueden admitir más que
una sola forma de desarrollo de las fuerzas productivas: el modo ca-
pitalista," basado precisamente en la acumulación de capital. Por con-
siguiente, no pueden concebir que los trabajadores chinos, liberados
de las trabas de la dominación del capital y dominando, cada vez
más, la técnica colectivamente (uniéndose a los técnicos, pero negán-
doles una posición dominante) hayan encontrado lo que los clásicos
del marxismo habían previsto: la vía socialista de desarrollo de las
fuerzas productivas, una vía que permite el pleno resurgimiento de
la capacidad productiva e innovadora de las masas trabajadores"101.
En esta línea, hemos intentado avanzar en el artículo incluido en
este libro que da cuenta de algunos elementos de la política china en
materia de innovación técnica y organización del trabajo. Dejando
de lado la cuestión de saber si China podrá realmente poner en prác-
tica y desarrollar este proceso de nuevo tipo (lo que dependerá de la
marcha de la lucha de clases), podemos reconocerle desde ahora el
inmenso mérito y contribución histórica de haber dado a este pro-
blema forma política, cuyo alcance, cualquiera que sea el futuro in-
mediato de China, apenas ha empezado a dejarse sentir.
A la luz aportada por la Revolución Cultural China, un texto de

100 Bettelheim, notas a la lecturas del artículo "De la Chine ou des racines-
de la sinophilie occidentale" en Tel Quel núm. 48/49.
101 Bettelheim op. cit. p. 104, subrayado por el autor.

107
Marx, citado a menudo, cobra nuevo valor. Qué quiere decir Marx,
cuando afirma:
"Lo que distingue una época económica de otra, no es tanto lo que
se produce sino la forma de producir los medios de trabajo con los que se
produce. Los medios de trabajo son la medida del desarrollo del tra-
bajador e indican las relaciones sociales en las que trabaja"102.
No puede expresarse con mayor claridad la idea de que los medios
de trabajo llevan los rasgos y marcas de las relaciones sociales en las
que son concebidos y para las que funcionan. Creemos con A.D. Ma-
galine103 que conviene hablar de un proceso de materialización de las re-
laciones de producción en las fuerzas productivas. Y sacar de ello sus im-
plicaciones, tanto teóricas como políticas.
Teóricas: toda la "vieja" dialéctica del binomio "fuerzas producti-
vas/relaciones de producción", que concibe cada elemento como ex-
terior al otro, no es válida. Retornando —por un instante— el lengua-
je de las tesis relativas al capitalismo monopolista de Estado, no hay
que hablar de un "desbloqueo" de la RCT, tampoco de una "desvia-
ción" o de una "mala utilización" de la ciencia y de la técnica por el
capital.
La cuestión no es —no lo repetiremos nunca lo suficiente— una
mejor o peor utilización de las posibilidades de la ciencia y de la téc-
nica. La cuestión es comprender que el capital promueve un tipo de-
terminado de desarrollo y de socialización de las fuerzas productivas en
los que "entra como dirigente y jefe". Por ello, el conjunto del sistema
de las fuerzas productivas —tanto su configuración general como sus
aspectos particulares— revisten formas peculiares, capitalistas. Por
otra parte, decir que el capitalismo "frena" el desarrollo de las fuer-
zas productivas no es sostenible salvo al precio de una sólida casuís-
tica. Lo que, por el contrario, le caracteriza es más bien un fantástico
desarrollo de éstas. La verdadera y única cuestión es que, en él, las
fuerzas productivas son fuerzas productivas de y del capital. Polemizando
sobre la cantidad y la eficacia desde su mismo punto de vista, hay peligro
de caer en grandes desengaños.
Implicaciones políticas: remiten a dos series de problemas:

102 Marx, El Capital, Ed. la Pléiade, t. 1., p. 727. El subrayado es nuestro.


103 A.D. Magaline, Lutte des classes et Dévalorisation du capital, Maspero, 1975.
108
En primer lugar: habrá que decidirse a admitir que la "base material”
legada por el capitalismo tiene muchas posibilidades de mostrarse to-
talmente inadecuada para la instauración de relaciones de tipo socia-
lista. La defensa de cualquier avance del desarrollo técnico —porque
contribuya a sentar las bases materiales del socialismo— es, desde
este punto de vista, un juego que no podrá funcionar eternamente.
En segundo lugar: la alianza con los técnicos y cuadros no podrá
mantenerse por mucho tiempo sin que la naturaleza del trabajo reali-
zado por estas categorías de trabajadores sea puesta en cuestión. Sin
que el contenido reivindicativo y de lucha se desplace del salario en
sentido estricto a la puesta en cuestión de la división del trabajo y de
la separación entre la parte intelectual y la manual del trabajo. Sobre
este punto también, China y su Revolución Cultural no pueden ser
negados y deformados por mucho tiempo.

II. El taylorismo y la expropiación del saber obrero

En este subcapítulo nos proponemos presentar ciertos aspectos


del taylorismo. Intentaremos mostrar que el taylorismo, como técni-
ca de organización del trabajo, así como las técnicas (herramientas)
de producción cuya promoción y auge facilita, no pueden compren-
derse sino en relación con las condiciones del comienzo de la acumu-
lación de capital en USA; en un momento preciso de la relación de
fuerzas entre las clases obrera y patronal.
Se trata de una contribución suplementaria a la crítica de la tesis
de la "neutralidad" de la técnica, que viene a completar los elementos
ya avanzados en el subcapítulo 1, haciéndolos "funcionar" en una
situación histórica precisa104.

1. Taylor y su arqueología: el proceso de trabajo antes de la "Scien-


tific Management"

En los años 1870, en las acererías de la Midvale Stell Company, es

104El texto que sigue, debe mucho a un trabajo realizado en común con Robert
Linhart. Evidentamente asumo la responsabilidad de los puntos de vista ex-
puestos aquí.

109
donde Taylor, primero como obrero y luego como capataz, inicia sus
reflexiones y experimentos relativos a un nuevo método de direc-
ción de los talleres. Tres comunicaciones a la ASME105 marcan el
progreso de su pensamiento y, como veremos, dan pie a una refle-
xión —sumamente nutrida en su época— sobre las formas de remu-
neración del trabajo. En "Un nuevo sistema de pago del salario a des-
tajo" (1895) cambia poco a poco de terreno —es el único en hacerlo—
para en "Shop management" (1903) y "Principies of scientific mana-
gement" (1906) proponer una técnica revolucionaria en materia de
organización del trabajo. Revolucionaria en el sentido de que, a la vez,
va a cambiar la organización del proceso de trabajo, quebrar, pese a
su fuerte resistencia, el sindicalismo de los obreros cualificados ba-
sado en el oficio y transformar profundamente la composición técnica
de la clase obrera106 y a imponerle todos sus caracteres modernos: do-
minio del obrero-masa sin cualificar y del obrero de cadena.
La cuestión que —primero como capataz y luego como ingeniero
consultor en organización del trabajo— se plantea es la que todo el
capital se plantea107 y debate en cada sesión del ASME108: como elu-
dir, o mejor quebrar, lo que llaman "pérdida de tiempo" y que noso-
tros llamaremos por su nombre: la resistencia obrera al trabajo asala-
riado, de la que conviene decir primero unas palabras para com-
prender su amplitud y vivacidad:
1.1. La "pérdida de tiempo sistemática"

105 ASME American Society of Mechanical Engineers: representa en las investi-


gaciones sobre organización del trabajos el papel de laboratorio y de difusor de
los resultados durante todo el período considerado (1870-1920).
106 Por composición técnica entendemos la descomposición de la clase obrera en

sus diferentes componentes: obreros profesionales obreros cualificados y obreros


"especializados" sin gran cuakficación.
107 Digamos que se trata, para el capital, de un período de expansión muy fuerte:

el petróleo y con él la química, la electricidad, el ferrocarril y el acero son ya sec-


tores cartelizados y la guerra para la partición de los mercados está a la orden»
del día (ver Lenin: "El imperialismo, fase superior..." y N. Bujarin "La economía
mundial y el imperialismo".
108 Sobre el papel de ASME como lugar de reflexión sobre la organización del traba-

jo ver A.J. Aitken, Taylorism at Watertown, en particular la introducción. Harvard


University Press, Cambridge, Massachussets, 1960.

110
A ella se refiere el "Scientific management" como la cuestión clave
y el obstáculo fundamental que se opone a la expansión del capital.
No se trata solamente de una práctica sistemática de los obreros de la
industria, sino también, y ante todo, de una política sindical. Taylor se
esfuerza, en primer lugar, en averiguar las causas de su auge. En-
cuentra tres.

1.1.1. La "pérdida de tiempo como remedio al paro".

El fondo de la actitud obrera está perfectamente bien resumido por


el mismo Taylor: "La gran mayoría de los obreros creen que, si tra-
bajan a su velocidad óptima, causarían un perjuicio considerable a la
profesión, llevando al paro a gran número de sus colegas" (...). Tam-
bién "a causa de esta opinión falaz, una gran parte de los obreros de
nuestros países (USA e Inglaterra) frenan deliberadamente su ritmo de
trabajo a fin de disminuir la producción". "Más aún, casi todos los
sindicatos obreros tienen definidas reglas relativas a limitar la pro-
ducción de sus afiliados y los hombres que tienen mayor influencia
en la clase obrera, los jefes «Indícales y las personas que los ayudan
con fines filantrópicos, extienden cada día este prejuicio" (DSE, pág.
24-26)109.
La razón de esta resistencia obrera y sindical es, por lo menos, tri-
ple:
—Un primer lugar, el maquinismo ha expulsado y continúa expul-
sando masas considerables de obreros manufactureros; por ello, la
lucha por el empleo tras haberse dirigido contra las máquinas—
asume la forma de lucha por la delimitación negociada de un número
preciso y limitado de tareas por oficio;
—También, en ausencia de toda forma de "salario indirecto" (las
formas actuales de prestaciones sociales) —sólo las cajas obreras
aseguran una débil protección contra la enfermedad o el paro—, es
su existencia física —como fuerza de trabajo lo que el trabajador

Todas las citas de Taylor están extraídas de F.W. Taylor, La Direction identifi-
109

que des entrepríses, Marabout, que recoge extractos de las principales obras de
Taylor, en abreviatura lo llamaremos DSE.

111
arriesga en su resistencia a la intensificación del trabajo, intentando
hacer fracasar su desgaste precoz.
—La tercera razón está relacionada con el salario, pero afecta esta
vez no a su carácter directo o indirecto, sino a su forma de cálculo y
fijación.

1.1.2. El sistema de salario a destajo

También aquí Taylor es un observador lúcido cuando dice:


"no puede encontrarse en ningún establecimiento moderno im-
portante, cualquiera que sea la forma de pago de los salarios, un
obrero competente que no dedique una parte importante de su
tiempo a estudiar cuál es la lentitud limite con la que puede trabajar,
siempre convenciendo a su patrón de que va a una marcha normal"
(DSE).
Forzosamente —y paradójicamente— en el caso del salario a destajo,
que constituye desde el punto de vista del capital la forma más ela-
borada a que ha llegado, esta resistencia es todavía mayor. Porque,
si en un primer momento el salario a destajo puede actuar en el sen-
tido de hacer producir más al obrero, que busca una mayor remune-
ración de su fuerza de trabajo, en la medida en que los mejores tiem-
pos son, en una fase ulterior, tomados como base para el estableci-
miento del salario base, el resultado para el obrero es, a fin de cuentas,
un aumento de la intensificación del trabajo sin (o casi sin) aumentos
de salarios. También los obreros más veteranos y los más conscientes
vigilan, con ayuda de los sindicalistas, para que los ritmos conven-
cionales —negociados para cada oficio— no sean sobrepasados. Así:
"En la mayoría de los casos, el miedo a establecer un record que
pudiera servir de base para establecer un salario a destajo, les lleva a
perder el mayor tiempo posible"110 (DSE).
1.1.3. La tercera causa que favorece la "pérdida de tiempo" se refie-
re a la "grandísima variedad de formas operatorias y herramientas
utilizados en cada oficio

Para demostrar que, a fin de cuentas, el salario a destajo se muestra ineficaz,


110

Marx utiliza los mismo argumentos (C.I. p. 283, 10/18).

112
Como veremos, esta es la razón principal de la resistencia obrera y
según Taylor —que no se equivoca— no sólo favorece la "pérdida de
tiempo", sino que la hace posible y eficaz. Proviene de que
"... en todos los oficios, los obreros han adoptado los elementos de
su trabajo, observando los que se encontraban inmediatamente en
torno suyo; normalmente, existen numerosas formas de ejecutar un
mismo trabajo (N.B.): quizá 40, 50 ó 100 formas de llevar a cabo cada
operación constituyen el trabajo de una profesión; por esta misma
razón, existe una gran variedad de herramientas utilizadas en este
tipo de trabajo" (DSE pág. 46, 47).
Esta multiplicidad de prácticas y herramientas priva a los directo-
res del control, al menos en lo relativo a los tiempos. El obrero, dice
Taylor, puede hacer el trabajo "a su manera". En estas condiciones,
se concibe que todas las técnicas de dirección que le han precedido
hayan sido ampliamente ineficaces y que las juzgue severamente.

1.2. El "mejor de los antiguos sistemas" y sus fallos

En la medida en que "los directores admiten tranquilamente que


los 500 ó 1.000 obreros pertenecientes a 20 o 30 profesiones diferen-
tes, que están a sus órdenes, posean sólo esta masa de conocimientos
tradicionales e... (incluso) una gran parte de ellos los ignore" (DSE,
pág. 73) no queda otro remedio que dejar "tranquilamente a sus
obreros la responsabilidad del modo mejor y más económico de eje-
cutar el trabajo" (DSE, pág. 73).
Su papel consistirá en intentar obtener de los obreros —por la re-
presión y la recompensa— el máximo de iniciativas, a fin de conse-
guir la producción más elevada posible. Por supuesto, entre todos los
"estímulos" posibles, el salario constituye el mejor. A esto se debe
que el fondo del "mejor de los antiguos sistemas" (expresión ion la
que Taylor designa los métodos de dirección de talleres más perfec-
cionados, (interiores a él) consista en la utilización de las formas de
remuneración más sofisticadas posibles (el salario a destajo en sus di-
ferentes variantes, con o sin primas individuales o colectivas) que ga-
ranticen la forma más diferenciada posible de remuneración según el

113
volumen de producción obtenido por cada obrero111.
De aquí la expresión de sistema de dirección por "iniciativa y es-
tímulos" por la que designa a esta técnica, queriendo significar con
ello que, en el fondo, su eficacia reposa sobre la buena voluntad (ini-
ciativa) obrera, lo que pone en evidencia su extrema vulnerabilidad.
Con este arcaísmo se propone Taylor romper y con él va a romper
realmente.
En el fondo, lo que se trata de conseguir es la supresión de cierta
clase de frenos, o mejor de desfases, que obstaculizan la expansión
del capital y su valorización. El modo de organización del trabajo,
que presenta aún la particularidad de basarse en el oficio, es decir, en
el saber y saber-hacer obrero, permite a la resistencia obrera desarrollarse
con eficacia. El "saber es para el obrero su bien más precioso" dice
Taylor y no se equivoca. En él reposa lo esencial de su correlación de
fuerzas frente al capital. Por tanto, de lo que se trata en el fondo es de
relación de fuerzas y de saber o, más precisamente, de relación de fuer-
zas en el saber. Con este problema tropieza el capital y Taylor lo abor-
da frontalmente.
Esto es lo que queremos demostrar. Pero antes veamos algunas
precisiones más sobre lo que no es el taylorismo, para comprender
mejor lo que es realmente.

2. La organización de la sumisión real: el taylorismo como pro-


ceso de expropiación a los obreros de su saber

La obra maestra de Taylor, aquella en la que resume toda su expe-


riencia y transmite en forma concentrada lo esencial de lo que hay
que llamar su doctrina, lleva por título, no lo olvidemos, "Principies
of Scientific Management". Y, desde luego, es de principios de lo que
Taylor trata —los relativos a la organización del trabajo— corrió Ri-
cardo trataba de los principios de la economía política. Conviene dar
a Taylor lo que le pertenece y no reducir el taylorismo a la serie de
técnicas que a su sombra desarrollará la OCT. Porque, si bien el tay-
111
Sobre este terreno -el del salario- Taylor no se queda atrás. Con el sistema
llamado "salario diferencial a destajo", aporta una contribución muy importante
que, en un primer momento, ASME no apreciará; solo a petición suya, su co-
municación es revisada, apreciada en todo su valor y ampliamente difundida.

114
lorismo se basa ampliamente en prácticas anteriores a él, consiste en
un replanteamiento y una sistematización de estas prácticas, sistemati-
zación que está en la base de su especificidad.

2.1. Los elementos constitutivos del sistema: prácticas antiguas y diversas

2.1.1. Se trata de un sistema, es decir, de cierto número de elemen-


tos dispersos que, combinados según ciertos principios, colocan los
unos en relación a los otros según cierto orden y los hace funcionar
de forma diferente a como funcionarían separadamente con los an-
tiguos modos de dirección.

Se trata, además, de un sistema abierto como demostrará Ford al-


gunos años más tarde introduciendo otros elementos. En este senti-
do, el taylorismo no es —como equivocadamente se ha pretendi-
do— un catálogo de recetas y de técnicas. Por estar basado en prin-
cipios que permiten la ordenación y combinación de los elementos,
podrá, transformándose y desarrollándose (cf. introducción de la
línea de montaje en el automóvil), conservar como sistema caracte-
rísticas constantes, cualquiera que sean las modificaciones que su
aplicación a tal o cual industria le produzca.
Sobre la cuestión de su herencia. Taylor tiene, por otra parte, una
visión perfectamente clara:
"Se pensará sin duda que en todo lo que venimos diciendo, no hay
nada nuevo, ningún hecho que no haya sido concebido por otra per-
sona en el pasado. Muy probablemente es cierto. La Dirección Cien-
tífica (en adelante DC) no es necesariamente un gran invento. No he
descubierto hechos nuevos o epatantes" (DSE, pág. 312).
Vemos claramente dónde Taylor no coloca su originalidad, dónde
pretende ser, lisa y llanamente, el heredero de una tradición en ma-
teria de organización del trabajo, o más exactamente de prácticas
tradicionales que vienen de lejos, de la manufactura al menos, y so-
bre las cuales se gesta una reflexión.
Pero Taylor sabe también perfectamente en qué consiste sus apor-
tación y la especificidad de su sistema
"(La DC) implica sin embargo una cierta combinación que no exis-
tía en el pasado..." (DSE, pág. 313), y que resume clasificando gestos
115
de trabajo, selección y mantenimiento de los obreros en sus puestos y
nuevo reparto del trabajo entre obreros y dirección.

2.1.2. Lo que la DC no es. Las técnicas que la integran

En palabras de Taylor, la DC no es:


"—un sistema de eficiencia, ni una serie de técnicas eficaces,
—un nuevo sistema de cálculo de los precios de fabricación,
—un nuevo sistema de pago a los obreros; no se trata de pago u
destajo, con bonificaciones o primas" (DSE, pág. 65).
"—No es tampoco una forma de servirse de un cronómetro y se-
ñalar lo que el obrero hace. No es estudio de tiempos, ni estudio de
movimientos. Sobre todo no se trata de imprimir un voluminoso li-
bro de reglas y darlo a los hombres diciéndoles: utilizadlo" (DSE,
pág., 66).
Todo esto no son sino los medios que "tomados en bloque o sepa-
radamente no constituyen la DC". Pertenecen o pueden pertenecer,
como tales a "cualquier otro método de dirección". Ciertamente Tay-
lor no los desprecia (DSE, pág. 66), pero la DC no puede reducirse a
este inventario. Se trata sólo de los elementos con los que trabaja.
Falta lo esencial: los principios que ordenan, jerarquizan y disponen
estas prácticas diversas que preexisten a la DC.

2.1.3. Lo que el taylorismo es. Los cuatro principios de la DC

Es necesario volver al "mejor de los antiguos sistemas" y referirnos


sobre todo al principal obstáculo con el que choca, para apreciar los
cambios a que el taylorismo va a proceder. El saber-hacer obrero,
como hemos visto, es este obstáculo. Taylor procede a su disolución.
Disolución metódica; primera cuestión: ¿de dónde procede? Respuesta:
es consecuencia de una larga acumulación de saber práctico, transmi-
tida oralmente —en la época de aprendizaje— de generación en ge-
neración. "Los métodos empleados ahora podrían ser definidos de
forma aproximativa como el resultado de una evolución a lo largo
de la cual sólo los métodos mejores y mejor adaptados que han sido
puestos a punto a lo largo de los años han sido conservados" (DSE,
p. 72).
116
Esta es también su mayor debilidad porque no están sistematiza-
dos; por el contrario, se caracterizan por una "... ausencia de unifor-
midad en los métodos según los cuales son ejecutados los diferentes
trabajos que constituyen un oficio" (DSE, p. 73) así como las herra-
mientas que se utilizan.
Esta ausencia de "sistematización está ligada al carácter oral de la
transmisión del saber-hacer que constituye un obstáculo para su co-
dificación" (DSE, p. 73).
Transmitido de generación en generación, oralmente y en la prácti-
ca (del aprendizaje), por tanto no sistematizado ni codificado, lo que
constituye la fuerza de los obreros es que la casi totalidad del saber téc-
nico está de su parte y es de su posesión. "Esta masa de conocimientos
experimentales constituye el principal bien de cada obrero" concluye
Taylor (D.S.E., p. 73). Con esto tropieza el "mejor de los antiguos sis-
temas" cuyo "éxito depende totalmente de la forma en que los obre-
ros desarrollen su iniciativa" (DSE, p. 79) y por ello, el sistema de
pago a destajo, incluso diferencial, es por sí solo impotente y no
constituye sino un elemento de la DC.
La clave de la DC es otra: su programa se define por el análisis del
obstáculo que vence: se trata, nada menos, que de expropiar a los obre-
ros su saber, operación decisiva donde las haya. Esto, sin duda, nece-
sita un plan. Esquemáticamente este plan se descompone en tres fa-
ses:
1a Fase: Es necesario, en primer lugar, reducir el saber obrero, com-
plejo, a sus elementos simples, procediendo así a una especie de
achatamiento del saber técnico. El medio de realizar esta descompo-
sición es la medida de los movimientos y tiempos. Lo que va a permi-
tir cumplir este objetivo es la entrada del cronómetro en los talleres. "A ca-
da movimiento corresponde un tiempo", tal es la consigna dada a
los cronometradores.
2 a Fase: Controlados todos los movimientos, este saber "desmiga-
jado" es sistemáticamente expurgado y clasificado.
3a Fase: Para cada operación solo se retiene "the one best way", "la
única mejor forma" que consiste en una combinación, y una sola, de
los elementos simples seleccionados. La mecánica operatoria es, de
esta forma, transmitida a los obreros cada mañana con los tiempos
requeridos para cada elemento simple. Taylor lo resume en una fra-
117
se: "... La dirección se encarga de recoger todos los elementos del sa-
ber tradicional que, en el pasado, eran propiedad de los obreros, clasifi-
car estas informaciones, hacer una síntesis y extraer el conocimiento
de las reglas, leyes y fórmulas" (DSE, p.79). Esto lo designaremos di-
ciendo que no se trata solamente de expropiar a los obreros su saber,
sino también de confiscar este saber —recogido y sistematizado— en
beneficio exclusivo del capital— lo que autoriza a habla de confisca-
ción.
Lo que aquí se instaura masivamente es la separación entre traba-
jo de concepción y de ejecución, uno de los momentos clave de la
separación entre el trabajo manual y el trabajo intelectual.
De aquí, que los cuatro principios a los que Taylor reduce la DC
aparezcan claramente como lo que son: una máquina de guerra que
permite realizar esta expropiación-confiscación.

Principio núm. 1
"Los miembros de la dirección ponen a punto la ciencia de ejecu-
tar cada elemento de trabajo en sustitución de los antiguos métodos
empíricos".
De esta forma, se afirma no solo la separación entre el trabajo de
concepción y el de ejecución, sino también la descomposición de la
ejecución en sus elementos limpies. Todo este proceso permite a la
"dirección" hacerse con el control de la organización del trabajo.

Principio núm. 2
"Seleccionan de manera científica sus obreros y los entrenan: ...,
mientras que en el pasado cada obrero elegía su trabajo y se preparaba él
mismo lo mejor que podrir'.
En principio pues, se instaura la selección. La sicología industrial
y la sicotécnica pasarán a ocupar un lugar que marcará durante mu-
cho tiempo sus posteriores desarrollos.112

Principio núm. 3

112Sobre las funciones asumidas por los sico-técnicos y sobre la crisis política
por la que atraviesan, ver sobre todo M. de Montmollin, Les psychopitres, P.U.F.
1973.

118
Extiende el control del producto al proceso de trabajo y a los traba-
jadores. La dirección "colabora cordialmente con los obreros con vis-
tas a asegurarse de que el trabajo se ejecuta conforme a los principios de la
ciencia que ha sido creada".
Control de niveles y en cascada, ya que los controladores mismos
deben ser controlados —cualquier antagonismo es violento— por
servicios encargados del “súper control", como los que el mismo
Taylor introducirá en una fábrica de cojinetes en la que pondrá en
funcionamiento los principios de su dirección "científica" (DSE).

Principio núm. 4
Este principio, el más importante, afirma la necesidad de que la
dirección retome el saber.
"El trabajo y la responsabilidad del trabajo se dividen de forma
casi igual cutre los miembros de la dirección... mientras que en el pa-
sado todo el trabajo y la mayor parte de la responsabilidad que im-
plica, incumbía a los obreros"
El "casi igual" es por sí solo todo un programa. "Un miembro de la
dirección por tres obreros" (DSE, p. 89) he aquí la proporción que
Taylor preconiza. Ciertamente, quedará a los obreros un gran núme-
ro de tareas. Pero "el trabajo de cada obrero está totalmente previsto
al menos con un día de antelación" y "cada obrero recibe, en la ma-
yor parte de los casos, instrucciones escritas completas...., especifi-
cando...
Lo que debe hacer
Cómo debe hacerlo
El tiempo concedido para hacerlo (DSE, p. 94)

Vemos lo que el "casi igual" significa en realidad: de un lado, la


concepción y preparación del trabajo, de otro su ejecución. Taylor lo
sabe tan bien que reconoce que, de los cuatro principios, los tres
primeros son cumplidos frecuentemente por los antiguos métodos
de dirección "aunque de forma parcial y rudimentaria”, mientras que
sobre el cuarto, punto clave del sistema, realiza un desarrollo parti-
cular y lo presenta claramente como su aportación fundamental.
Una última palabra sobre la tarea que Taylor considera "quizá el
elemento más importante de la DC" (p. 93). Es, en cualquier caso, la
119
que ha dado origen al nombre del sistema propuesto por Taylor,
puesto que fue calificado, por él mismo en primer lugar, como siste-
ma de dirección por fijación de tareas.
La idea de tarea resume y concentra en ella todos los principios bá-
sicos del taylorismo.
—Reduciendo el saber obrero a sus elementos más simples (la ta-
rea, definida como la parte más pequeña de un proceso homogéneo
de trabajo) es como tiene lugar la transformación que el taylorismo
realiza.
—Toda la actividad clasificadora del taylorismo, el estudio "científi-
co" de los tiempos y de los movimientos, sólo tiende a definir tareas sim-
ples confiadas a obreros sometidos a un control.
—Finalmente, y este es un elemento muy importante, la tarea ins-
taura la práctica individual del obrero, allí donde el equipo y la soli-
daridad de grupo eran —como consecuencia de los oficios— fuertes
y vivos. Exactamente en el sentido en que L. Althusser dice que la
ideología convierte al individuo en sujeto, la tarea constituye al in-
dividuo en sujeto. La tarea constituye al individuo en sujeto del proceso
de trabajo113.

3. El taylorismo y sus herramientas: una revolución en las fuerzas


productivas del capital

En la medida en que es un método de organización del trabajo, el


taylorismo es un método particular —y particularmente eficaz— de
producir plusvalía relativa. Por ello, es parte integrante de las fuerzas
productivas. Este aspecto fundamental no es, sin embargo, el que
nos proponemos abordar en este texto. Lo que querríamos poner
aquí en evidencia se refiere a la relación específica que ha manteni-
do el taylorismo con las herramientas (en el sentido general de medio
de trabajo114). Para ponerse en funcionamiento como proceso de ex-
tracción de plusvalía relativa, el taylorismo encuentra cierto nivel de
113
Por esto el grupo reunido en torno al maestro-obrero se disuelve, el despotismo
patronal puede ejercerse con mayor eficacia, allí donde el despotismo de la má-
quina no ha triunfado todavía (cf. infra 5.3).
114 La palabra "herramienta" no está usada, en este texto, en el sentido estricto

que le da Marx de: "simple prolongación de la mano"

120
desarrollo de las herramientas (un conjunto de medios de trabajo), si
no como obstáculo propiamente dicho solo en algunos casos lo se-
rá—, sí, al menos, como inadecuado para su objetivo. El taylorismo
va a transformarlas herramientas que encuentra, al menos, en dos
aspectos que son:
—la selección de la herramienta existente y la promulgación de
reglas para el diseño de herramientas futuras
—la estandarización y uniformizaron de los medios de trabajo por
rama e inter-ramas.
Examinemos estos dos puntos antes de realizar algunas observa-
ciones generales sobre la relación entre maquinismo y taylorismo.

3.1. Selección de las herramientas existentes y promulgación de re-


glas para la concepción de nuevas herramientas.

De la misma forma que el estudio "científico" trata de los tiempos


y movimientos, debe tratar de las herramientas utilizadas en las ope-
raciones que intenta descomponer por el cronometraje115 y la medi-
da en sus elementos más simples. Porque, de la misma forma que
existe una gran variedad de procedimientos de trabajo ("40, 50 y a
veces 100 formas diferentes de ejecución el mismo trabajo" dice Tay-
lor, cf. supra 1) "existe una gran variedad de herramientas para realizar un
mismo trabajo" (DSE, pág. 281). Entre estos procedimientos y herra-
mientas diferentes, la DC debe seleccionar el "único mejor". Este "úni-
co mejor" se entiende aquí con doble criterio:
—permitir la mayor producción posible en un tiempo dado (es de-
cir, como veremos, el mayor gasto de energía posible que no com-
prometa la reconstitución diaria de la fuerza de trabajo);
—definiendo formas de actuar tales que puedan ser descompuestas
en elementos y fracciones lo más pequeñas posibles, en "migajas" lo
llamaremos después, de forma que los departamentos de prepara-
ción del trabajo, puedan programar hasta el 1/100 de minuto el ciclo

115
Las técnicas taylorianas de medida de tiempos y movimientos son desarrolladas
por la OCT, que creará las tablas MTM (metros, tiempos, movimientos) que indi-
can, para cada puesto, el tiempo requerido, así como la forma en que puede rea-
lizar en el mismo tiempo varias actividades simultáneamente.

121
operatorio y confiar su ejecución a cualquier trabajador116.
Lo que interesa destacar aquí es que no se trata de "one best day"
cualquiera. Se trata de "la única mejor forma" desde el punto de vista
del capital, y, por tanto, de la que permita la máxima extracción de
plusvalía, siempre que se asegure la dominación del capital —y su
control absoluto— sobre el proceso de trabajo. Por lo demás, la dis-
tinción que se introduce aquí es puramente analítica.
El capital se asegura al control del proceso de trabajo, del que
quiere maximizar la extracción de plusvalía, desde el punto de vista
del proceso real. Es pues, con este doble criterio como se determina
la mejor forma de actuar, la que el capital —en cada caso concreto—
retiene. En suma, se trata de un simple problema "de optimización
con restricciones". Y la herramienta es analizada como una de las varia-
bles de la función a optimizar. La herramienta es variable, al menos,
en un doble sentido:
—ante todo, 'porque no está estandarizada y porque en cada ofi-
cio, dejando aparte las más sencillas con las que nos encontramos
permanentemente, no se utilizan las mismas herramientas117,
—en segundo lugar porque, en cualquier caso, es modificable.
Así, la "dirección científica" aplicada por uno de sus discípulos, al
que Taylor gustaba citar, a la construcción de paredes de ladrillo (en
el ramo de la construcción), la resume el mismo Taylor en tres prin-
cipios:
—"Ha enseñado a los albañiles a ejecutar movimientos simultáneos
con las dos manos
—ha suprimido totalmente ciertos movimientos,
—ha seleccionado herramientas sencillas "(DSE, pág. 158).
A decir verdad, esta simple yuxtaposición de tres principios no
explica, la realidad del proceso. Ha podido suprimir algunos movi-
mientos gracias a la aparición de nuevos medios (un nuevo tipo de

116
Ford y su cadena llevarán este proceso todavía más lejos. En Ma vie et mon oeu-
vre, Ford se jacta de que más del 30% de las tareas requeridas por su proceso de
trabajo pueden ser realizadas por mutilados (ciegos, mancos, personas sin piernas,
etc.). Tras la guerra de 1914 esta observación toma todo su sentido.
117 Así, Taylor, al contar la experiencia de organización del trabajo que intentó

en el "apaleo", explica que el primer obstáculo con el que tropezó es que cada
obrero (o casi) utilizaba un tipo de pala diferente (DSE).

122
cemento y un andamiaje móvil y regulable). Más todavía, precisa-
mente para suprimir estos movimientos, ha tenido que introdu-
cir nuevas herramientas.
Vamos pues, a partir de este ejemplo concreto, como el taylorismo
procede al desarrollo de cierto tipo de herramientas. Herramientas cu-
yas características son inducidas y exigidas por el análisis de tiem-
pos y movimientos y, en general, por el imperativo del control del
proceso de trabajo por el capital. Taylor afirma esto muy explícita-
mente cuando enuncia claramente los principios que deben aplicar-
se al tratamiento de las herramientas. En efecto, la DC exige (citamos
textualmente):
"1. que se proceda a un estudio profundo de cada tipo de herramienta
de las utilizadas empíricamente,
"2. que se determine mediante el estudio de tiempos, la velocidad de
empleo de cada una de ellas,
3. que los aspectos interesantes de cada una de estas herramientas
sean reunidos en una nueva, normalizada, que permita al obrero tra-
bajar más rápido y con mayor facilidad que antes,
4. esta herramienta debe ser adoptada ahora en lugar de las anti-
guas; su empleo ha de ser mantenido hasta que sea superada por
otra que, tras el estudio de tiempos y movimientos, se muestre todavía
mejor" (DSE, pág. 282).
No se puede ser más claro. Retomemos las proposiciones de Tay-
lor para examinarlas de cerca:
1. Se estudia el diseño, es decir, las características técnicas o, si se
prefiere, el valor de su uso como medio de trabajo de cada herramienta
tal y como ha sido legada por la tradición.
2. Sin embargo, el criterio de selección mantenido no es su valor de
uso como medio de trabajo en general, es su "rapidez de empleo" ob-
tenida por el "estudio de tiempos". El criterio mantenido es su valor
como medio de producción del capital (y de capital). Lo que marca la
diferencia entre los diversos tipos de herramientas disponibles es su
empleo capitalista, cualquiera que sea su valor de uso como medio de
trabajo118.

118
En el prólogo a la Introducción a la crítica de la economía política, Marx desarrolla
esta idea con mucha mayor nitidez. Introduce la distinción -fundamental, a

123
1. Finalmente, aunque quizás sea lo principal, todo esto no es sino
una fase preliminar a la puesta a punto de nuevas herramientas que
combinen las mejores características —desde el punto de vista de su
empleo capitalista, en relaciones de producción específicas— de las
diferentes herramientas disponibles. Este movimiento es concebido
globalmente como un proceso ininterrumpido: "Esta herramienta se
introduce... hasta que sea superada", proceso cuyo ritmo viene mar-
cado siempre por el mismo principio "tras el estudio de tiempos y
movimientos", que es el requerido por la organización de la domi-
nación del capital sobre el trabajo asalariado. Nunca insistiremos
bastante sobre la debilidad en la tradición marxista —por no hablar
de las tradiciones no marxistas— de una lectura política de la historia
de la técnica y de su incorporación al proceso de trabajo. Esta lectura
"política" no anula una lectura "económica" (historia de la técnica
como historia de la economía de trabajo vivo), sino que deben arti-
cularse.
Por su parte el taylorismo muestra claramente cómo se sitúa en la
encrucijada de la economía y de la política en todo lo relativo a su
análisis de las herramientas. Y de forma muy explícita. Está en la ba-
se de un movimiento que es un proceso de innovación y renovación de
la herramienta existente. Conviene decir también que no promueve
un tipo de proceso cualquiera, y que no tiene como efecto la puesta
a punto de cualquier tipo de herramientas. Podemos caracterizar
muy esquemáticamente este proceso diciendo:
1. Su fundamento es la separación entre el trabajo de concepción y
el de ejecución. Las herramientas son seleccionadas por parte de la di-

nuestro entender, para llevar a cabo una lectura de la historia del maquinismo
en el MPC- entre valor de uso de un medio de producción cualquiera y su uso
como medio de producción de capital. Afirma que cualquiera que sea el valor de uso
de un medio de producción, no es éste el que garantiza su empleo en las relacio-
nes sociales capitalistas. Así, a propósito de lo que él llama "maquinaria" (es de-
cir, los complejos automáticos de máquinas) escribe (cf. capítulo 1): "Incluso si
la maquinaria es la forma más adecuada del valor de uso del capital fijo, de ninguna
forma se desprende de ello que su subordinación a las relaciones sociales capita-
listas sea el mejor modo para su utilización". Creemos que esto es precisamente lo
que Taylor va a "descubrir". No es el valor de uso de la herramienta como tal lo
que debe servir de guía, sino su empleo, bajo el criterio de tiempos y movimien-
tos.

124
rección. Ciertamente, partiendo de la herramienta existente heredada
de los oficios, pero retomada de tal forma —en los departamentos
de preparación de herramientas— que excluye de la concepción a los
obreros, su saber y su iniciativa. Esta forma de apropiación del saber
obrero ("coagulado" en las herramientas) y su replanteamiento a la
luz del desarrollo contemporáneo del taylorismo por la mecánica, la
física y la química es también una forma de exclusión de los trabajado-
res directos.
Sobre el hecho de que esta exclusión se hace necesaria, no solo por
razones "técnicas" (tales como: los departamentos de preparación de
herramientas son más eficaces, etc.), sino también por razones políti-
cas que afectan a la naturaleza de las relaciones de producción en el asa-
lariado, Taylor es perfectamente claro puesto que afirma: "Incluso si
el obrero pudiese determinar reglas científicas119 para ejecutar un
trabajo de forma no empírica, estaría interesado en guardar sus descu-
brimientos para él a fin de producir más que los otros obreros y, por
tanto, ganar un salario más elevado" (DSE, pág. 185).
2. Con todo lo demás constante, la herramienta puesta a punto
debe ser tal que favorezca la mayor parcelación posible del trabajo.
Descomposición del trabajo complejo —todavía no reducido— en
trabajo simple. He aquí, como hemos visto, una forma de asegurar el
control del proceso de trabajo por el capital, y romperla capacidad de
resistencia de los obreros (criterio "político").
3. Debe permitir la mayor eficacia posible del trabajo vivo en rela-
ción al estudio de "tiempos" (criterio "económico" = economía de
trabajo vivo).
4. Los dos últimos elementos (criterio económico + criterio políti-

119
Señalemos de paso que la restricción que Taylor introduce: "Aunque el obre-
ro pudiera..." no significa que le deniegue esta posibilidad a causa de su "igno-
rancia'*. Por el contrario, hemos visto que su "diagnóstico" de la eficacia de la
pérdida de tiempo, descansa precisamente en su saber. No es procedente, dice,
"porque no tiene tiempo ni ocasión para definir estas leyes" (p. 185). Estaremos
de acuerdo, fácilmente, que el "tiempo" y la "ocasión" son cosas que pueden
crearse: basta con que se les proporcione', lo que es posible con otro principio de
organización (absolutamente no tayloriano). Por lo demás, el final de la cita
muestra claramente que, en el fondo, no se trata de tiempo "sino de" intereses
entre patronos y asalariados.

125
co), combinando sus exigencias específicas, contribuyen a hacer del
trabajo muerto ("cristalizado" en forma de máquinas) la base fun-
damental del proceso de trabajo.
Ford, mediante la introducción de la cadena de montaje, lleva a ca-
bo un desarrollo creador del taylorismo que lo lleva —desde el punto
de vista del capital— a una especie de perfección. En efecto, la intro-
ducción de la cadena permite simultáneamente, como hemos visto:
—incorporar los tiempos y movimientos al maquinismo
—"desmigajar" y "parcializar" hasta grados nunca vistos los mo-
vimientos requeridos por el trabajo vivo
—haciendo posible una considerable intensificación del trabajo.
Evidentemente, el trabajo muerto (la cadena) es la base del proceso
de
Trabajo. No es pues sorprendente que la cadena fordiana no haya
dejado de ganar terreno desde 1920 y de ser adoptada siempre que
ha sido posible.
Taylorismo y fordismo determinan, pues, un nuevo auge de las
fuerzas productivas y les imprimen, hasta en sus aspectos materiales
(como objetos físicos), características muy precisas. Si estamos ante
una "revolución de las condiciones de producción" se trata de una
revolución interna en el seno del capital, en su beneficio y basada en
procesos que controla totalmente120.
La idea de la “neutralidad” de la técnica, tan fuertemente arraigada
entre los economistas y que corresponde a la tesis de que las máqui-
nas, herramientas y medios de producción en general poseen como
objetos materiales la características exigidas por las reglas "técnicas"

120
Ante la claridad de lo que dice, no se puede por menos que estar de acuerdo
con Ivan Illich cuando describe el carácter "non convivial" de las herramientas
disponibles en lo que llama "sociedades industriales". "Faltas-solamente a Illich
indicar que este carácter "non convivial" es resultado de un proceso objeti-
vo:aquél por el cual la burguesía ha producido las herramientas en las que basa su
dominación. Pero quizá esta "ausencia" no es casual. Quizá, incluso es necesaria
para el proyecto de una sociedad "convivial" que es descrita con tal ambigüedad
que deja totalmente en suspenso la cuestión de la naturaleza de las relaciones de pro-
ducción en la sociedad. Pero esto es otra historia que también hay. que explicar: la
historia del movimiento por el cual la burguesía misma llega a cuestiona su
forma de acumulación, su organización del trabajo (empresa y progreso) y sus
herramientas (Illich).

126
de su fabricación, encuentran aquí un claro desmentido. Por supues-
to la técnica permanece. Pero antes que la técnica están la política, la
lucha de clases y la apropiación de la técnica por el capital. Lo que
explica y hace posible que las características técnicas sean las nece-
sarias, no para una mayor eficacia del trabajo "en general" —lo que
no quiere decir nada: no se trabaja "en general" sino siempre bajo
relaciones de producción concretas—, sino para la maximización del
producto121 en condiciones de una división del trabajo que asegure al
capital el control del proceso de trabajo. Recordemos que estos dos
objetivos no son contradictorios. La instauración de la dominación es,
de alguna manera, condición para la extracción máxima de plusva-
lía, los dos imperativos aparecen, pues, como complementarios.
Pero esto no es todavía más que un aspecto de la "revolución de
las herramientas" a la que procede el taylorismo. Otro aspecto
igualmente importante —desde el punto de vista del papel que va a
jugar en la acumulación de capital y en la extensión de la esfera capi-
talista— es el relativo a la estandarización de las herramientas —y por
ello, en cierta medida, del producto— a la que va a contribuir.

3.2. Uniformización y estandarización de las herramientas y del


producto.

El proceso de innovación y de renovación que induce el tayloris-


mo, se acompaña también, necesariamente, de la uniformización de
los medios de trabajo. Ante todo en la empresa pues, dado que el tay-
lorismo pretende dividir el trabajo complejo del "obrero diestro" pa-
ra desmigajarlo y redistribuirlo en forma de trabajos simples, esta
uniformización de los medios de trabajo se extiende a través de las
ramas productivas, con independencia del tipo de trabajo concreto
que se desarrolle en ellas. Esto se debe a la aplicación del principio
de que a cada movimiento elemental corresponde una herramienta
simple. Ciertamente esto es un proceso paralelo al proceso por el
cual cada rama produce las máquinas específicas que necesita. Exis-
te, pues, un doble movimiento:

121
Para hablar rigurosamente habría que decir: de la plusvalía. Para simplificar,
tendemos, en esta etapa del análisis, a esta aproximadación.

127
—de puesta a punto de máquinas específicas por ramas,
—de extensión de una herramienta uniforme siempre que el tra-
bajo complejo haya sido dividido y separado en trabajos parcelados.
Solo analizaremos este segundo movimiento122. Queremos hacer
tres observaciones:
1. Ante todo hay que destacar que la estandarización y uniforma-
ción de la herramienta son exigidos por la "one best way" misma. "La
reducción de las 40, 50 o las formas de ejecutar el mismo trabajo" a
una "única mejor manera" supone no solamente el análisis de la acti-
vidad (tiempos y movimientos) sino también, evidentemente, de las
herramientas. Con la "única mejor manera" se seleccionan lo que lla-
maremos por analogía "las únicas mejores herramientas". Estas debe-
rán ser generalizadas e introducidas exactamente al mismo tiempo
que "la única mejor manera". Se trata de dos aspectos de un mismo
problema, de la doble cara de la racionalización del proceso de tra-
bajo a que procede el taylorismo. Desde el punto de vista de la divi-
sión del trabajo, esto se traduce en el nacimiento (cuando no existía
ya) o extensión de la parte del trabajo social que se ocupa de la con-
cepción y fabricación de herramientas. El taylorismo refuerza así a
gran escala el surgimiento y consolidación de técnicos separados de
los productores directos a los que se confiará la tarea de preparar las
herramientas y en general los medios de 11 abajo. Lo que Marx
anuncia ya en la 4.a sección del Capital: "La apropiación de la ciencia
por el capital" que la hace funcionar "contra los obreros" empieza así

122Un buen ejemplo del primer movimiento (por el que se perfeccionan o ponen
a punto herramientas específicas por ramas) es proporcionado por el mismo
Taylor. Se trata del famoso ejemplo de los "aceros de corte rápido" para cortar
metales en la industria mecánica. El objetivo de Taylor era "determinar cuál era
la forma de las herramientas y el ángulo de corte mejores para.cortar el metal, y
también determinar cuál era la velocidad óptima de corte del acero" (subrayado
mío, B.C.). Es interesante destacar que, entre las 12 variables que Taylor toma en
consideración, todas sin excepción se refieren a características técnicas de los
materiales (físico-químicos) y que ni una sola hace referencia a la penosidad del
trabajo. Esta, solo se introduce "lateralmente", a través de la "velocidad óptima"
sin relación con el despilfarro de energía. Este punto es interesante porque
permite ilustrar —aunque parcialmente— lo que hemos afirmado respecto a la
naturaleza específica de la renovación de herramientas q ue el taylorismo lleva
a cabo.

128
a utilizarse. Esta ampliación de la división del trabajo tiene un cam-
po de aplicación, tanto a nivel social (la sección I) como en el interior
de la fábrica (diseñadores y vendedores de herramienta). En cierta
forma, la división del trabajo se reproduce por sí sola: el estudio
"científico" de tiempos y movimientos implica simultáneamente el
de las herramientas.
2. Hemos dicho que esta estandarización se hace a costa del obrero.
Vamos a precisar esto. Se produce en dos direcciones: en primer lugar
permite un mayor control por el capital del proceso de trabajo, en se-
gundo lugar permite la extracción de un mayor volumen de plusva-
lía.
La dirección no se limita a determinar las mejores herramientas o
a poner a punto nuevas si las disponibles no son satisfactorias. Co-
mo dice Taylor a propósito de una prueba relativa al corte de meta-
les: "No se había gastado todo este dinero y no se había tomado to-
das las medidas necesarias para llevar todo a buen fin por un moti-
vo abstracto: no se trataba de reunir conocimientos científicos (por amor a
la ciencia)"(DSE. pág.187). En efecto, Taylor tiene otras preocupacio-
nes. "Había un fin práctico: no desechar informaciones exactas123 que
permitieran día a día ayudar a los mecánicos a hacer su trabajo se-
gún los mejores métodos y en el menor tiempo" (ibíd. el subrayado es
nuestro).
Dicho de otra forma, definiendo la herramienta, la dirección define
también las condiciones de su utilización. Entre ellas hay que contar,
sobre todo, "la rapidez de su empleo" para usar la expresión de Tay-
lor. Aquí actúa el mismo mecanismo: desposeído del saber relativo
al manejo de la herramienta, el obrero queda desposeído de su capa-
cidad de freno. El capital, por medio de sus ayudantes y sargentos
(capataces y cronometradores) puede controlar el trabajo y el tiempo.
Además la dirección va a poder alegar que las herramientas le per-
tenecen para imponer un sistema de sanciones pecuniarias en todo
lo relativo a su deterioro y desgaste precoz. Este sistema de control
"por el salario" contribuirá a que el obrero respete estrictamente las
reglas de comportamiento dictadas por la dirección.

"No desechar informaciones": vemos que está siempre en la misma línea: dis-
123

poner del saber para disponer del poder.

129
Hay que señalar que esta estandarización se hace a costa del obre-
ro en otro sentido también. Son estandarizadas solamente un núme-
ro limitado de herramientas, con relación al "obrero ideal" de las ta-
blas MTM que, provenientes de Estados Unidos, van a invadir Euro-
pa tras la Segunda Guerra Mundial. De esta forma son abandonadas
todas las herramientas específicas adaptadas a fuerza física o morfo-
logías diferentes, por no hablar de las que participaban en formas de
actividad diferentes de la "única mejor" seleccionada. Dicho de otra
forma el tipo de acumulación técnica que induce el taylorismo se lle-
va a cabo al precio de abandonar gran parte de los conocimientos y del
saber socialmente disponibles124.
Ciertamente, Taylor lo dice con claridad: "No se trataba de reunir
conocimientos científicos" sino de incrementar las posibilidades de
control sobre el proceso de trabajo y de aumentar la rapidez de uso
de las herramientas.
En cualquier caso los obreros deberán conformarse con las má-
quinas y herramientas seleccionadas porque, y éste es el último pun-
to que nos proponemos señalar, esta estandarización y esta unifor-
mización de las herramientas terminan «Mí donde no está ya he-
cha— la expropiación a los trabajadores de sus medios de trabajo.
Decimos correctamente "terminan" porque el proceso comenzó
mucho antes de Taylor125. En el caso del paleo, Taylor muestra como
los trabajadores eran dueños de sus palas y como éstas tenían caracte-
rísticas muy diferentes y variadas (longitud del mango, capacidad de
la pala, niveles de curvatura, etc.) la "racionalización" por tiempos y
movimientos exigía, ante todo, la expropiación a fas paleadores de su
propia herramienta y la puesta a punto de palas standard para las que
la dirección marcará tiempos standard126.
3. Lo más importante, finalmente, es el papel que juega la estan-

124
Por esto, este pequeño estudio sobre organización del trabajo, viene, por su
parte, a confirmar la idea de que el desarrollo científico-técnico en el capitalismo,
en algunos casos, se desarrolla en detrimento del saber popular, parcial y no siste-
mático. Sea porque la "ciencia" se apropia de este saber, sea porque sus reglas de
constitución excluyen a los detentadores del saber tradicional.
125 Sobre este punto ver supra 3.3.: "Taylorismo y maquinismo".

126 Este sencillo ejemplo ilustra la forma en que se articulan la expropiación rural que

hace "libre" al trabajo y la expropiación, dé los medios de trabajo (diferentes de la tierra).

130
darización de las herramientas en la estandarización del producto y
por tanto su aportación al auge de la producción en serie y de la pro-
ducción en masa.
En efecto, no se insistirá nunca suficiente en el hecho de que, es-
tandarizando la herramienta y los procedimientos de trabajo, se crean
todas las condiciones para la extensión de la producción en serie. Es-
to es lo que Ford comprendió rápidamente en relación al automóvil.
No paró hasta llegar a un modelo lo más simple posible (objetivo
buscado con el famoso modelo T en 1914) fabricado con procedi-
mientos lo más estandarizados posible (la cadena de montaje desde
1924); haciendo depender la salida de los modelos lo menos posible
de la posibilidad de aprovisionarse en un mercado de fuerza de tra-
bajo cualificada. En una palabra, Ford comprendió rápidamente que
no era suficiente la existencia de un gran mercado potencial para el
automóvil. Era preciso también que la naturaleza del proceso de trabajo
no se erigiera como un obstáculo a la extensión de la producción. El
paso de la "sumisión formar del proceso de trabajo al capital a su "su-
misión real" se hace mediante una "ampliación de la escala de pro-
ducción".
La estandarización es a la vez producto de esta "ampliación de la
escala de producción" y el medio por el que se realiza. Esto por una
doble razón:
—en primer lugar, como hemos visto, porque permite, por el con-
trol, la medida de tiempos y movimientos, etc., llevar a un volumen
no conocido la cantidad de productos fabricados en un tiempo dado,
—luego, porque permite el descenso del valor individual del pro-
ducto-mercancía y por tanto ampliar su mercado. Esta es claramente
la segunda obsesión de Ford: reducir constantemente el precio de venta,
de su modelo T, para asegurarse mercados cada vez mayores.
Este problema adquiere toda su importancia para comprender
cómo y por qué la producción en masa conoció en los años veinte su
primer auge que, quebrado por la gran crisis, no se desarrollará to-
talmente sino después de la Segunda Guerra Mundial.

3.3. Taylorismo y maquinismo

Hasta ahora nos hemos referido —en lo relativo a las herramien-


131
tas— a ejemplos simples (palas, máquinas de "corte rápido" de ace-
ro) y se puede objetar que los procesos descritos, y que hemos rela-
cionado con el taylorismo Rabian sido descritos ya 50 años antes por
Marx en la cuarta sección del Capital. A esto queremos oponer algu-
nos reparos:
1. Todo lo que describe Marx está relacionado con un proceso "na-
tural", inherente a la naturaleza misma del MPC. En pocas palabras,
se trata de las leyes que rigen el desarrollo de la división del trabajo y del
maquinismo en el MPC. Es así como se puede valorar todo el alcance y
precisión de su análisis. Porque, cuando Marx describe la fábrica y la
gran industria (o mejor todavía en los Grundrisse los complejos automá-
ticos de máquinas: la "maquinaria') ¿en qué (y en qué número) de fá-
bricas reales se apoya?
Sólo porque le preocupan las formas específicamente capitalistas y en-
tre ellas las más avanzadas (desde el punto de vista de la división del
trabajo y del maquinismo), puede dedicarles todo el espacio que les
consagra. Porque en la realidad (la suya: de los años 1860 en los que
redacta el libro I) lo que domina es un proceso de trabajo basado en el
oficio, en el que el maquinismo ocupa un lugar mucho menos im-
portante de lo que una lectura "inocente", literal, de sus textos, po-
dría hacer pensar. En cierta forma podríamos preguntarnos si la lec-
tura de la cuarta sección no habrá sido un obstáculo (en la tradición
marxista) para la comprensión del proceso real y del estado real de la
industria en el siglo XIX, al menos en lo relativo a los aspectos que
estamos estudiando. Podemos aún precisar este punto recordando
que, incluso cuando la fábrica conoce un desarrollo importante, co-
existe con otros modos de cooperación y de división del trabajo.
Pensar que al aparecer la fábrica en un momento dado "disuelve"
—por no se sabe qué— las formas menos evolucionadas de división
del trabajo y de maquinismo, en lugar de dedicarse a buscar la forma
de apoderarse y someter los procesos de trabajo menos desarrolla-
dos (desde el punto de vista de su sumisión a relaciones específica-
mente capitalistas de producción), nos parece un grave error de "lec-
tura" del Capital, que puede dar lugar a una errónea comprensión de
las mutaciones reales que afectan al capitalismo. Las tesis sobre la
RCT creemos que proceden del mismo tipo de error.
Así planteado, el papel histórico jugado por Taylor y el taylorismo
132
puede ser juzgado correctamente. Todo lo que Marx anuncia en rela-
ción con las características específicamente capitalistas del proceso de traba-
jo (parcelación de las tareas, incorporación del saber técnico en el
maquinismo, carácter despótico de la dirección) lo realiza Taylor, o
más exactamente le da una extensión que hasta entonces no había
tenido. El excepcional interés que presenta Taylor reside en el hecho
de que es la expresión consciente, concentrada y sistemática de los in-
tereses del capital en un momento estratégico de su historia. Hace
consciente a la burguesía de los imperativos de la valorización del
capital relativos a las formas que deben Imprimir al proceso de tra-
bajo, formas que Marx, había anunciado de manera deductiva.
2. Pero esta caracterización es todavía insuficiente porque, en la
medida en que el proceso de trabajo es una combinación específica de
fuerza viva de trabajo y trabajo muerto (máquinas, herramientas, ma-
terias auxiliares de la producción) hay que precisar el papel de Tay-
lor en cada uno de estos aspectos. Para ser breves diremos:
a. todo lo que el maquinismo no había realizado ya en materia de
expropiación técnica de los obreros, lo realiza el taylorismo por medio de la
organización del trabajo,
b. por lo mismo, viene a renovar el maquinismo imprimiéndole nuevo
impulso (cf. 3.1. y 3.2.: "El taylorismo y sus herramientas").
Viene, de esta forma, a favorecer un movimiento inscrito "en la
naturaleza misma de las cosas", para, impulsar la acumulación de
capital según nuevas modalidades —las de la producción en masa—
"recomponiendo" la clase obrera de forma que queda reforzada la
dominación del capital sobre el proceso de trabajo.

3. LAS CONDICIONES DE LA INCORPORACIÓN DE LA TÉCNICA


Y LA CIENCIA EN LA PRODUCCIÓN CAPITALISTA
DE MERCANCÍAS

Introducción

1. A lo largo del trabajo realizado hasta aquí, hemos podido


enunciar algunos de los caracteres específicos que imprime el MPC a
la producción científico-técnica. Al hacerlo hemos podido observar
133
que numerosas invenciones o productos de la ID no llegan a aplicar-
se en la producción de mercancías y pueden permanecer largo tiem-
po sin emplearse, o no emplearse nunca. Esto se debe a que, además
de las limitaciones que el MPC, como modo de producción, impone a
la producción de ID, el MPC pone a la incorporación de los resultados
de la ID al proceso de producción condiciones que pueden conside-
rarse como otras tantas limitaciones. En efecto, una cosa es producir
técnica, que aparece entonces como "perfeccionamiento" potencial, y
otra cosa es utilizar realmente las nuevas técnicas y procedimientos
en el proceso de producción.
Podemos dar a esta cuestión una formulación más general y pre-
guntarnos: entre todas las invenciones disponibles en un momento
dado, por qué solamente algunas son utilizadas en la producción de
mercancías; con qué criterios se hace esta incorporación; por qué un
invento realizado en un país y en un momento dados no encuentra
aplicación en ese país sino mucho más tarde, pero sí inmediatamen-
te en otro país que el que la ha producido.

2. De entrada, se plantea un problema: cómo y dónde estudiar las


condiciones que el MPC pone a la incorporación de los inventos a la
producción de mercancías. Al menos dos caminos son posibles,
— El primero consiste en partir de la empresa (o de la rama pro-
ductiva) y observar cómo procede en su selección en materia de in-
vención, con qué criterios, tomando en consideración qué factores,
etc. Este tipo de camino puede ser fecundo127, pero presenta múlti-
ples inconvenientes ya que, seleccionando la empresa como campo
de estudio, se limitan fuertemente, de entrada, los resultados a los
cuales llegar. Ante todo, este método presenta tres graves inconve-
nientes,
—Primer inconveniente: no podremos nunca distinguir —o mal—
lo que en la empresa (o incluso en la rama) considerada responde en
particular a esta empresa, de lo que puede ser una proposición so-
cialmente válida. Como ya hemos dicho, esta es una de las limitacio-

127. Un camino parecido es seguido, con éxito, por Maunoury en La genése


des innovations que lleva por subtítulo "la creación técnica en la actividad
empresanar'. Por razones que diremos no podemos seguir este camino.
134
nes del trabajo de Richta: "quimización, informatización, ciberniza-
ción" existen ciertamente, pero en actividades muy definidas; y nada
—sobre todo nada debidamente fundado— autoriza y hace creible
suponer que las transformaciones que afectan a estas actividades
deban transformar al conjunto de sectores de la economía social.
—Segundo inconveniente: la empresa, en su selección de innova-
ciones, razona evidentemente en relación a sus competidoras ante
todo, pero también —en su estrategia de crecimiento— ha de referir-
se necesariamente al conjunto de la economía social a la que está li-
gada por toda una serie de interdependencias. De igual forma, por
poco que intente actualizar sus factores de decisión en materia de
innovación, nos remite al examen de problemas que desbordan am-
pliamente lo que el simple análisis de las decisiones de la empresa
permite conocer.
—Tercer inconveniente: quizás el principal, es que observando los
factores que pesan en las decisiones de la empresa en materia de in-
novación, se corre el riesgo de observar más su política en materia de
innovación que las causas que influyen básicamente en que deter-
minado tipo de invenciones sea adaptado o desechado. Nos referi-
mos con esto al hecho de que la empresa tiene un horizonte necesa-
riamente limitado y que ciertos tipos de invenciones pueden ser ex-
cluidos por ellas y, sin embargo, ser aceptables para otras empresa
(para el capital en general). Siempre por razones estratégicas y tácticas,
en su lucha por asegurar y reproducir el mercado en el que se basa,
la empresa puede apropiarse de invenciones para esterilizarlas (por
medio del sistema de patentes), invenciones que, sin estas trabas,
encontrarían aplicación en la economía social. Por otra parte, para
ser coherentes con nuestro objetivo, es necesario llegar a un método
tal que podamos distinguir las exigencias de la autovalorización de
un capital individual (que puede determinar un campo de incorporiza-
ción/no incorporación de los diferentes inventos disponibles) de las exi-
gencias de la valorización del capital en general. Resumiendo, el in-
conveniente de este primer tipo de camino reside en que no permite
hacer claramente esta distinción. Si se quieren destacar las condicio-
nes que el MPC —en cuanto modo de producción— pone a la incor-
poración de inventos, más allá de las causas particulares que pue-
den determinar el comportamiento de tal o cual empresa, es necesa-
135
rio colocarse a un nivel diferente de captación de la realidad: a nivel
social.
De aquí la necesidad de adoptar otro camino. A pesar de las difi-
cultades que presenta, es posible responder a la cuestión: ¿cómo in-
corpora o rechaza el MPC los inventos que produce? 128.
Nuestra hipótesis será la siguiente: si el MPC es ante todo una acti-
vidad dirigida a la valorización del capital, examinando la contribu-
ción que los diferentes tipos de inventos aportan al capital en su pro-
ceso de autovalorización, se podrán conocer las causas —sociales—
que determinan la incorporación o rechazo de los diferentes tipos de
inventos disponibles. Por tanto, en el proceso de formación del va-
lor, y más concretamente en la contribución de los inventos a permi-
tir (o no) la extracción de plusvalía, es donde habrá que investigar,
examinando cómo intervienen desde este punto de vista, los dife-
rentes tipos de inventos: nuevas máquinas, nuevas materias primas
y nuevos productos que, unas u otras, pueden permitir fabricar129.
Al no poder examinar todas las hipótesis en el marco de este traba-
jo, nos dedicaremos en particular a la cuestión de las invenciones
susceptibles de permitir la puesta a punto de nuevas máquinas (el caso
de nuevas materias primas y nuevos productos será también exami-
nado, pero con menor amplitud).
Tendremos de esta forma —para el caso de las máquinas— enun-
ciadas las condiciones que el MPC pone a su incorporación a la pro-
ducción de mercancías, en relación a su forma específica en el proce-
so de formación del valor y de extracción de plusvalía.
Trataremos pues, en primer lugar, de la teoría de la plusvalía relati-
va130 en la que Marx analiza la cuestión de "la transferencia de valor
de la maquinaria al producto."131 Lo esencial de las proposiciones
128 Precisemos que tratamos de examinar las técnicas utilizadas en la pro-
ducción de mercancías "normales". Las que tienen aplicación militares no
son examinadas.
129 Impliquen, o no, nuevas formas de organización del trabajo en la empre-

sa.
130 Esto será demostrado posteriormente. Ahora damos algunas indicaciones

sobre las razones por las que, a nuestro entender, es aquí donde hay que
buscar respuestas a nuestras preguntas.
131 En "El maquinismo y la gran industria", El Capital, cap. 15.

136
que Marx enuncia en ente texto, se refiere a las razones por las que
el capital, en la etapa de la manufactura, se desarrolla hacia la gran
industria y la fábrica, incorporando cada vez más máquinas. Una lec-
tura de este texto como reflexión sobre la contribución de las máqui-
nas a la producción de plusvalía (y sobre las contradicciones que re-
sultan de su utilización), permite encontrar lo esencial de los elemen-
tos que llevan al MPC a incorporar o no los diferentes tipos de in-
ventos disponibles.

3. Sin embargo, este tipo de camino, el más adecuado para nuestro


objetivo, no deja de presentar algunos inconvenientes. En particular,
no encontraremos explicación para ningún invento en concreto. Para cada
caso de invento incorporado o rechazado, es preciso un trabajo espe-
cífico. Pero, en la medida en que hayan sido aclarados los elementos
generales, este trabajo será más fácil. Estudiaremos algunos casos
concretos, pero sólo como simples ilustraciones. Este trabajo no pre-
tende responder a los problemas planteados por el fenómeno de la
innovación, sino contribuir —a partir de una reflexión previa— a
plantearlos.
Este capítulo está dedicado al estudio de cuestiones que afectan a
la relación invención/innovación/ley del valor132. De alguna manera
se trata de reflexionar sobre algunos de los elementos que compo-
nen una "ley de selección de innovaciones" específica del MCP.
Tras una breve introducción (1) examinaremos los puntos siguien-
tes:
—economía del tiempo de trabajo133 (2)
—el plazo de transmisión de valor de la máquina al producto (3)
—la velocidad de rotación del capital (4)
—los diversos efectos de la innovación en las diferentes ramas de

132 Por invento entenderemos, en este texto, todo procedimiento susceptible


de aplicarse a la producción, precisando que el procedimiento en qué con-
siste el invento da lugar, en general, al registro de la patente y por ello su
circulación está sometida a reglas particulares.
133 Solo expondremos los elementos más sencillos de esta cuestión. El pro-

blema de la transformación del valor en precio y del reparto de las tasas de


beneficio no son examinados.
137
la economía social (5)
—antes de concluir con un apartado (6) dedicado a los aspectos de
la "crisis" actual, que un análisis del "maquinismo" permite aclarar en
alguna medida.

1. Notas, algunas proposiciones de partida

Razonaremos sobre las condiciones de incorporación de las nuevas


máquinas con la serie de hipótesis siguiente:
2. La producción es, ante todo y esencialmente, producción de plus-
valía en un proceso de valorización del capital.
3. En el curso de su desarrollo, el capital se apropia, en primer lugar,
de los procesos de trabajo tal y como existen, para después, poco a poco,
transformarlos en el sentido de hacerlos adecuados a su objeto: la
mayor extracción posible de plusvalía. Los diferentes elementos del pro-
ceso de trabajo (sobre todo en lo que nos interesa aquí: las máquinas)
participan como medios del proceso de valorización.
A estas proposiciones (establecidas en la primera y segunda parte
de este trabajo) conviene añadir otras que remiten, en el libro prime-
ro del Capital (t. I, II, III), a las diferentes clases de plusvalía y a las
diferentes formas de extracción.
3. En su proceso de autovalorización, para producir plusvalía, el
capital procede en primer lugar a prolongar la jornada de trabajo —
sin aumentar de forma equivalente el salario (producción de plusva-
lía absoluta)—. Pero pronto, al agruparse y organizarse el proleta-
riado en asociaciones de defensa de su fuerza de trabajo, la prolonga-
ción de la jornada de trabajo encuentra límites relativamente rígidos.
4. El capital busca entonces producir más plusvalía en el mismo
tiempo de trabajo (producción de plusvalía relativa). En este movi-
miento, que sólo puede efectuarse mediante una "revolución de las
condiciones de producción "134, el capital tiene tendencia, inherente a su
funcionamiento, a producir e incorporar máquinas que acrecientan cada
vez más la productividad del trabajo vivo. Este aumento de la pro-
ductividad permite al capitalista —por la disminución del tiempo de

134Marx, El Capital, libro 1, t. 2, pág. 9 Ed. sociales (el subrayado es nues-


tro).
138
trabajo socialmente necesario para la producción de una mercancía
dada— acrecentar el tiempo de plustrabajo, tiempo durante el cual
el obrero trabaja para otro. Esto corresponde al mecanismo general
de producción de plusvalía relativa135, cuyo único "arte" consiste en
pasar del esquema:

a b c donde a — c = jornada de trabajo


a — b = trabajo necesario (C + V)
b — c = plustrabajo (Pl)
C = capital constante
V = capital variable
Pl = plusvalía
al esquema
a b' c

en el que a — c es la misma jornada de trabajo, pero el trabajo nece-


sario queda reducido a a—b'; b'— C sigue siendo tiempo de plustra-
bajo con b' — c > b — c, o sea P1'>P1.
Marx precisa que, para que este desplazamiento pueda producirse:
"Dados los límites de la jornada de trabajo (a — c constante), la
prolongación del plustrabajo ha de resultar forzosamente de la contrac-
ción del trabajo necesario"136.
Antes de sacar una consideración general, ilustra esta afirmación
con un ejemplo:
"Un zapatero puede, por ejemplo, hacer en 12 horas un par de bo-
tas con unos medios dados. Para que en el mismo tiempo pueda ha-
cer dos pares, es preciso doblar la fuerza productiva137 de su trabajo,

135 Los aumentos de la productividad del trabajo se traducen en la extrac-


ción de plusvalía relativa si, y solamente si, se refieren a los sectores pro-
ductores de bienes de subsistencia (cf. supra).
136 Marx op. cit., pág. 9 (subrayado nuestro).

137 "Por aumento de la fuerza productiva o de la productividad del trabajo

entendemos, en general, un cambio en sus procedimientos, que acorta el


tiempo socialmente necesario para la producción de una mercancía, de
forma que una menor cantidad de trabajo adquiere capacidad para pro-
ducir más valores de uso en el mismo tiempo de trabajo (subrayado nues-
tro). Marx, ídem pág. 9.
139
lo que es imposible sin cambiar sus instrumentos o su método de tra-
bajo o las dos cosas a la vez"138.
A partir de este ejemplo se puede establecer una proposición ge-
neral: para que crezca la productividad del trabajo y pueda ser ex-
traída más plusvalía en el mismo tiempo de trabajo: "Es necesario que
se lleve a cabo una revolución en las condiciones de producción"139.
Este ' breve nota permite ver con mayor claridad —como hemos
dicho en la introducción (punto 2)— que en el capítulo de la plusva-
lía relativa (en la medida que su comprensión exige el examen de la
"revolución en las condiciones de producción") encontraremos lo
esencial del análisis de las transformaciones que las máquinas im-
primen al producto —desde el punto de vista de las diferentes frac-
ciones de valor (C, V y Pl) en las que se descompone el producto y la
jornada de trabajo. Por tanto, que encontraremos también lo esencial
de las condiciones que el capital —en el curso de su proceso de valo-
rización— pone a la incorporación de máquinas, en tanto que son un
medio de este proceso.

2. La condición general para la incorporación de máquinas: la cues-


tión de la economía de trabajo vivo

Supongamos una nueva máquina (un procedimiento, un dispositi-


vo) de la que queremos probar —desde el punto de vista del capi-
tal— las ventajas que presenta su incorporación a la producción de
mercancías.
Supongamos que esta máquina permite, en relación a las ya exis-
tentes, incrementar la productividad del trabajo, es decir, que su
empleo permite al capitalista que la utiliza producir una mercancía
dada en un tiempo inferior al socialmente necesario. Esta hipótesis
es, al nivel que la colocamos, indispensable. Porque desde el punto
de vista de su utilización capitalista, es absurdo pensar que un capi-
talista cualquiera la aplicaría a la producción salvo por razones que
podemos llamar tácticas y que hemos acordado excluir de nuestro
campo de análisis.

138 Marx. op. cit., pág. 9


139 Ibíd.
140
Examinemos los efectos que esta máquina produce en las diferen-
tes fracciones del valor que —como la fuerza de trabajo viva que la
hace funcionar-imprime al producto. Por sí solo, el aumento de pro-
ductividad no garantiza que la máquina sea incorporada. Esto se de-
be, como veremos ahora, a que su efecto es contradictorio. Para ilus-
trar esto hay que recordar ante todo que:
"Como cualquier otro elemento del capital constante, la máquina
no produce valor, sino que simplemente transmite el suyo al artículo
que sirve para fabricar. De esta forma es como su propio valor entra
en el del producto"140.
Así se obtiene este resultado aparentemente paradójico:
"En lugar de hacerlo más barato, lo encarece en proporción a lo
que vale"141.
E incluso:
"Si... la industria... incorporando fuerzas físicas y naturales poten-
tes, aumenta de forma maravillosa la productividad del trabajo, po-
demos preguntarnos si lo que se gana de un lado no se pierde de
otro, si el empleo de maquinas economiza más trabajo del que cuesta su
construcción y mantenimiento"142.
Todo se reduce pues a examinar 1o). En qué proporción la maqui-
na encarece el producto; 2o) si este encarecimiento —este incremento
de valor que la máquina transmite al producto— es, o no, una eco-
nomía de tiempo de trabajo en relación al tiempo socialmente nece-
sario.
Esta evaluación del encarecimiento debe llevarse a varios niveles.
En particular, hay que distinguir estas dos cosas diferentes aunque
ligadas que son: 1o) la parte de su valor que la máquina transmite al
producto (tanto a cada producto tomo al conjunto de productos a los
que se transmite) y 2o) la parte de plusvalía o de plusvalía extra143
que permite extraer por la disminución del tiempo socialmente nece-

140 Marx, op. cit., pág. 72 (subrayado nuestro)


141 Ibíd.

142 Marx, op. cit., libro 1, t 2, pág. 72 (subrayado nuestro).

143 La cuestión de las diferentes formas de extracción de plusvalía (plusva-

lía absoluta, relativa o extra) la retomamos y examinamos posteriormente


(ver infra 5). A este nivel la forma de la plusvalía no nos interesa.
141
sario. Examinemos estas cuestiones más de cerca:
"Destaquemos, en primer lugar, que la máquina entra en su tota-
lidad en el proceso que crea el producto y, sólo fraccionadamente, en
el proceso que crea el valor"144.
La fabricación de un bien cualquiera supone una importante in-
movilización de capital en maquinaria en forma de capital fijo (como
Marx indica en la primera parte de su proposición: "la máquina entra
en su totalidad en el proceso que crea el producto") pero, por lo que
se refiere propiamente al proceso de creación de valor:
"No transfiere nunca más valor que el que, como promedio, le ha-
ce perder su uso"145.
Esto, cualquiera que sea la importancia de la inmovilización de
partida (la importancia del valor que la máquina en su conjunto cris-
taliza). Así mismo:
"Hay una gran diferencia entre el valor de la máquina y la frac-
ción de valor que transmite periódicamente a su producto, entre la
máquina como elemento de valor y la máquina como elemento de
producción"146.
Planteado esto, tenemos ya algunos elementos que permiten saber
si la máquina va a permitir o no, al capitalista que la utiliza, rebajar
el tiempo socialmente necesario, a pesar del encarecimiento de valor al
que contribuye. Marx indica al menos los tres principales elementos.
Son:
1. La importancia del valor que la máquina incorpora en un prin-
cipio y, por tanto, que va a transmitir totalmente pero de forma frac-
cionada;
2. El tiempo (el plazo) que necesita para transmitir íntegramente
su valor;
3. El número de productos a los que se aplica.
Examinaremos en primer lugar los puntos 2 y 3 y después el pun-
to 1. Estos tres puntos nos sitúan en el centro de nuestro problema
que enunciaremos en lo sucesivo como: valor transmitido por la ma-

144 Ibíd.
145 Ibíd. Esto no es sino una forma —más precisa— de decir que la máquina

entra "...fraccionadamente, sólo en el proceso que crea el valor".


146 Marx, op cit. pág. 72.

142
quinaria al producto y condiciones para la incorporación de máquinas.

2.1. El problema del plazo de transmisión

Si bien es cierto —para retomar la cita precedente—que hay una


gran diferencia entre el valor de la máquina y la fracción de valor
que transmite periódicamente a su producto, queda por aclarar de
qué forma el "tiempo", el plazo de transmisión, contribuye a deter-
minar la parte de valor que será transmitida al producto. Marx res-
ponde a este interrogante precisando:
"Cuanto más largo es el período durante el cual la máquina fun-
ciona, mayor es esta diferencia"147.
Con otras palabras, si la máquina (produciendo un número cons-
tante de productos) transmite íntegramente su valor en 7 años y me-
dio o en 15 años, transmite en el primer caso 2 veces más valor a ca-
da producto que en el segundo caso (evidentemente suponemos que
se transmite íntegramente en los plazos respectivos de 7 años y me-
dio y 15).
Así pues, considerando las cosas sólo desde el punto de vista del
uso material y de la fracción de valor que se transmite al producto148,
cuanto mayor es el tiempo de funcionamiento de una máquina, ma-
yor es el plazo en el que se transmite, igualmente, mayores posibili-
dades tiene de encontrar empleo en las relaciones capitalistas de
producción.
Pero este punto de vista —unilateral— cambia si se une a otros
elementos que hay que tomar en consideración.

2.2. Otro elemento: El número de productos a los que transmite


valor en un mismo período de tiempo

Si en el mismo tiempo de trabajo (por ejemplo 10 horas) de dos


máquinas que incorporan el mismo valor inicial y se dedican a la

147 Ibíd.
148 Decimos bien desgaste material. La cuestión de la obsolescencia o "des-

gaste mural" se examina posteriormente (cf. infra 3).

143
producción de una misma mercancía, con una se obtienen 500 pro-
ductos y con otra 1.000, es evidente que la segunda máquina (sin
contar los gastos de mantenimiento) incorpora en cada mercancía 2
veces menos valor que la primera.
Esto se debe a la "velocidad" de la máquina, es decir, al número de
operaciones que es capaz de realizar en un tiempo dado. Así:
"Dado... el volumen de una máquina, la amplitud de su produc-
ción dependerá de la velocidad de sus operaciones, de la velocidad,
por ejemplo, con que gira la broca o del número de golpes que el
martillo dé por minuto"149.
En igualdad de condiciones, cuanto mayor es la velocidad de una
máquina menor la parte de su valor que transmite y mayor es la di-
ferencia con el tiempo socialmente necesario.

2.3. Tercer elemento: El valor que la máquina incorpora inicial-


mente en si (o su valor originario)

El sentido en el que interviene este elemento es totalmente eviden-


te:
"Dada la proporción según la cual la máquina transmite valor al
producto, el tamaño de esta cuota dependerá del valor originario de
la máquina. Cuanto menos valor transmite, más productiva es y más
se aproxima el servicio que presta al de las fuerzas naturales"150. "Por
otra parte, precisa Marx, es del máximo interés considerar que la
producción de máquinas por medio de máquinas disminuye evidente-
mente su valor proporcionalmente a su extensión y eficacia"151.
Un número ya antiguo' de Recherches internationales152 dedicado a
la automatización recoge el cálculo de rentabilidad realizado por
149 Marx op. cit., pág. 73. El texto citado prosigue dando ejemplos de veloci-
dad desigual. "Algunos de estos martillos pilones dan 70 golpes por minu-
to; la máquina de Ryder, que emplea martillos a vapor de menor tamaño
para forjar brocas, llega a los 700 golpes por minuto". Ibíd.
150 Marx, op. cit., pág. 73

151 Ibíd. Tener en cuenta este punto para la comprensión del fenómeno de

la automatización de los procesos de producción, de la que habla Richta.


152 Recherches Internationales a la lumiére du marxisme núm. 1957. "Sobre la

automatización".
144
Austin antes de tomar la decisión de automatizar algunas de sus
unidades de producción. Los elementos esenciales de este cálculo
están recogidos en el cuadro siguiente (en libras esterlinas):
Cambio
Antigua fábrica fábrica automatizada en %
Inversión inicial L 30.850 L 25.903 -16
Volumen de
producción 2.500 unidades/semana 3.000 unidades/semana + 20
Coste de funcionamiento de las
máquinas L 4.8s.9 d/hora L 3.13s.3 d/hora -17
Gastos en salarios L 2.17s.2 d/hora 11s.0 d/hora -80

Por esquemático que sea este ejemplo, ilustra bien las ventajas ob-
tenidas tanto por unidad de producto, como globalmente.
Pero este ejemplo no permite llegar al fondo del interés por la in-
corporación de las máquinas. Sin duda los datos no están disponi-
bles y no es posible evaluar en qué medida el trabajo vivo economi-
zado en la fábrica automatizada no ha sido trasladado y desplazado
al nivel de la fabricación de las máquinas que hacen posible la auto-
matización de la factoría. Porque en el fondo:
"Es evidente, en efecto, que tiene lugar un simple desplazamiento
del trabajo, es decir que no ha disminuido la suma total de trabajo
que exige la producción de una mercancía, o que no ha aumentado
la fuerza productiva del trabajo, si la producción de una máquina
cuesta tanto trabajo como economiza su empleo"153. Lo que permite
afirmar que:
"La productividad de una máquina (o de una máquina dada en
relación a otra) tiene como medida la proporción en que sustituye al
hombre"154.
153 Marx op. cit., pág. 75. Para ser más precisos todavía hay que añadir que
"La diferencia entre el trabajo que cuesta y el que economiza no depende
de la relación de su propio valor respecto al de la herramienta que susti-
tuye. Esta diferencia se mantiene mientras que el trabajo realizado en la
máquina y la porción de valor que, como consecuencia, añade al produc-
to sean inferiores al valor que el obrero añadiría con su herramienta al
objeto de trabajo" Ibíd.
154 Ibíd.

145
Planteado esto, la condición fundamental para que una
máquina —cualquiera que sea la proporción en que incrementa la
productividad del trabajo humano— sea incorporada queda perfec-
tamente clara. Podemos formular un primer resultado general:
"Considerado exclusivamente desde el punto de vista de hacer el
producto más barato,155 el empleo de máquinas tiene un límite. El trabajo
gastado en su producción ha de ser menor que el trabajo suplido por su
uso156 ".
Señalemos, y esto es significativo, que Marx emplea la expresión
"límite" para la incorporación de máquinas.
Tenemos pues la condición general para la incorporación de ma-
quinas. Pero Marx es más preciso todavía, porque añade:
"Para el capitalista, sin embargo, este límite es más estrecho. Como no
paga el trabajo sino la fuerza de trabajo que emplea, está regido en
sus cálculos por la diferencia de valores entre las máquinas y la fuer-
za de trabajo que pueden desplazar"157.
Llegamos así al término de nuestra investigación. Hemos visto,
con relación a la ley del valor, una primera serie de elementos que
permiten comprender los "límites" al empleo capitalista de máqui-
nas.
En la medida en que: en primer lugar el capitalista está regido en sus
cálculos, no por el valor del trabajo sino por el precio de la fuerza de
trabajo en un momento dado; y en segundo lugar este "precio" de la
fuerza de trabajo puede variar mucho según los países y las ramas
productivas, se comprende que una misma máquina puede encon-
trar empleo en buenas condiciones de rentabilidad en un país dado
(si por ejemplo la fuerza de trabajo es, en él, "cara") y no hallar estas
condiciones favorables en el país en que ha sido concebida. Como
Marx constata: "vemos hoy cómo máquinas inventadas en Inglaterra

155 El razonamiento realizado hasta aquí implica la exigencia precisa "de


hacer el producto más barato". Cuando esta exigencia no interviene direc-
ta o secundariamente (caso de nuevos productos, por ejemplo) estamos
ante situaciones diferentes y ante condiciones de incorporación diferen-
tes. Serán examinadas posteriormente.
156 Ibíd. pág. 76 (subrayado nuestro).

157 Marx op. cit. pág. 75.

146
sólo encuentran empleo en América del Norte". La razón está en que
en USA, los trabajadores asalariados habían podido negociar tipos
salariales relativamente altos158. Allí, el empleo de máquinas —
economizando trabajo vivo— respondía a los imperativos de la valo-
rización del capital. "Por la misma razón en la Alemania de los siglos
XVI y XVII se inventaban máquinas que sólo servían en Holanda; y
más de un invento francés del siglo XVIII sólo era explotado en In-
glaterra"159.
Así, para concretar más:
"Los yankees han inventado máquinas para romper y moler pie-
dras. Los ingleses no las emplean porque el "miserable"... que ejecu-
ta este trabajo recibe una parte tan pequeña de lo que le corresponde,
que el empleo de la maquina encarecería el producto para el capita-
lista"160.
Otro ejemplo aún, y más adecuado ya que conduce a una proposi-
ción general:
"En Inglaterra, se emplean todavía, a lo largo de los canales, muje-
res en lugar de caballos para tirar de las cuerdas porque los gastos de
los caballos y de las máquinas, son cantidades dadas matemática-
mente, mientras que los de las mujeres, consideradas como la escoria
de la población, escapan a todo cálculo. Así pues, en Inglaterra, el
país de las máquinas, la fuerza humana se derrocha en bagatelas con

158 Marx dice exactamente: "...la división de la jornada de trabajo en trabajo


necesario y trabajo adicional, difiere, no sólo entre los diversos países, sino,
dentro de un mismo país, en diferentes periodos, y, en el mismo periodo,
entre las diversas ramas de la industria...". Además "... el salario real del
trabajador varía por encima y por debajo del valor de su fuerza de trabajo'
(op. cit., pág. 76-77).
159 Ibíd. pág. 77. Estas mismas razones explican el nivel de "mecanización"

totalmente desigual entre los diferentes países del capitalismo desarrolla-


do. Algunos sectores del proletariado francés o italiano, por ejemplo, ob-
tienen remuneraciones tan bajas por su fuerza de trabajo que el empleo
de máquinas en esos sectores es totalmente "superfino" desde el punto tío
vista capitalista.
160 Marx op. cit., pág. 78. Marx recoge en una nota esta proposición de Ri-

cardo: "sucede a menudo que la maquinaria no puede ser empleada salvo si


el trabajo (quiere decir el salario) se eleva". Ibíd. pág.
147
el mayor cinismo"161.
Para este caso concreto, el precio de la fuerza de trabajo de esta
fracción particular que son las mujeres, es tan bajo que, cualquiera
que sea el nivel de mecanización de las diferentes ramas de la eco-
nomía social, para algunas tareas realizadas por mujeres, el empleo de
máquinas es, desde el punto de vista del capitalista una aberración, cual-
quiera que sea la dureza del trabajo a que están condenadas.
Vemos pues, a partir de estos ejemplos, que todo planteamiento
que, observando un alto nivel de desarrollo técnico en algunas ra-
mas de la industria, suponga su extensión y generalización a todas
las ramas de la economía social, desconoce las leyes específicas por
las que se rige el MPC en la incorporación de maquinaria. Más aún,
en algunas situaciones, el empleo de máquinas en ciertos sectores
hace altamente improbable su incorporación a otros sectores. Así,
Marx afirma:
"En todos los países de civilización antigua, el empleo de máquinas
en algunas ramas de la industria produce en otras una tal super-
abundancia de trabajo (redundancy of labour, dice Ricardo) que el des-
censo del salario por debajo de la fuerza de trabajo, obstaculiza su uso y las
hace superfluas, muchas veces incluso inviables desde el punto de vista del
capital, cuyo beneficio proviene, en efecto, de la disminución no del
trabajo que emplea, sino del trabajo que paga"162.
Estas observaciones pueden ser consideradas como elementos pa-
ra la crítica a Richta, su método y sus hipótesis y para recordar la
necesidad de proceder, para cada modo de producción, al análisis
de las condiciones específicas en las que produce e incorpora inven-
tos.
En conclusión, este primer trabajo nos muestra la condición gene-
ral de incorporación de la maquinaria en el MPC: debe permitir una
"economía de trabajo vivo". Pero hay que precisar dos cosas:
—En primer lugar que esto es válido "exclusivamente" desde el
punto de vista de "hacer el producto más barato". Pero esto, por im-
portante que sea, no agota los motivos que impulsan la innovación.
La economía de trabajo vivo es únicamente una referencia, un "lími-

161 Ibíd.
162 Ibíd.
148
te" dice Marx, queda por elucidar la dialéctica que puede desarrollar-
se en y alrededor de este "límite".
—En segundo lugar que cuando se trate de un producto nuevo, no
es la "economía de trabajo vivo" lo que puede determinar el compor-
tamiento capitalista, puesto que en este caso no es el descenso de los
costes lo que puede ampliar el mercado. Por el contrario la cuestión
en este caso es establecer un nuevo mercado que solo es potencial.
Por estas razones debe proseguir nuestra investigación de las con-
diciones para la incorporación de inventos y considerar otros ele-
mentos.

3. La cuestión del plazo de transmisión del valor al producto. Des-


gaste material y "desgaste moral", sus efectos

3.1. Introducción, planteamiento del problema.

Hemos visto en el punto precedente que la máquina transmite a


cada producto una parte de su valor cuya importancia depende:
—del valor total inicial que la máquina incorpora (antes de fun-
cionar).
—del número de productos a los que se transmite por unidad de
tiempo (o sea la "velocidad de la máquina")
—del plazo durante el cual funciona" y en el que transmite ínte-
gramente su valor.
Los dos primeros puntos no exigen más explicación.
El tercer elemento (el plazo), por el contrario sugiere una serie de
cuestiones importantes.
Si suponemos el caso de una máquina que incorpora un gran va-
lor inicial y que no puede funcionar sino muy poco tiempo (uno o
dos años por ejemplo), en igualdad de condiciones, transmitirá a ca-
da producto una parte de su valor tal que corre el riesgo de no permi-
tir en tan corto plazo la obtención de ninguna renta supletoria. In-
cluso encarecería el producto de tal forma que lo llevaría por encima
de su precio social. De igual forma, suponemos que la misma má-
quina, funcionando 15 ó 20 años, transmitiría a cada producto una
parte de su valor tal que disminuiría el valor individual claramente
por debajo del valor social y permitiría, por tanto, la obtención de
149
una renta supletoria. Esta hipótesis muestra claramente que la cues-
tión del plazo durante el cual la nueva máquina funciona es decisiva
desde el punto de vista de su empleo capitalista. Si a esto añadimos
que la máquina no es destruida (puesta fuera de funcionamiento)
solamente por el desgaste material, sino también por el hecho de que
nuevas máquinas aparecidas inmediatamente después que ella la
hacen no rentable desde el punto de vista de su empleo capitalista,
seremos conscientes de la importancia del tema. El fenómeno llama-
do "obsolescencia" (Marx lo llama "desgaste moral") se traduce en un
acortamiento del plazo de funcionamiento de la máquina. Desde el
punto de vista económico, se plantean una serie de problemas en
torno a esta cuestión.

3.2. Desgaste material y "desgaste moral" El tema de la obsoles-


cencia

En primer lugar, vamos a precisar los conceptos a utilizar:


"El desgaste material de las máquinas se presenta bajo un doble as-
pecto. Se desgastan, por una parte, en razón de su uso, como la mo-
neda metálica en circulación; por otra parte, por su inacción, como
una espada se enmohece en la funda"163.
Suponiendo que la máquina funcione produciendo mercancías
hasta su destrucción (física), al transmitir una parte de su valor a ca-
da producto que obtiene, desgasta materialmente los elementos que
la componen. En el momento de su destrucción ha transmitido, ín-
tegramente, por desgastes sucesivos su valor a la totalidad de pro-
ductos que ha contribuido a fabricar.
Pero es raro —y aquí reside lo fundamental— que pueda funcio-
nar hasta su total desgaste material y su destrucción física, porque:
"En efecto, la máquina está sujeta a lo que podríamos llamar des-
gaste moral. Pierde su valor de cambio a medida que son reproduci-
das, más baratas, máquinas de la misma construcción, o a medida
que máquinas más perfectas vienen a hacerle competencia"164.
En los dos casos (máquinas menos costosas o más perfeccionadas)

163 Marx op. cit., pág. 87.


164 Marx op. cit., pág. 87-88.
150
las ventajas que el capitalista obtiene con su uso son anuladas. Inclu-
so, como hemos señalado, la operación de incorporar una nueva má-
quina puede resultar desastrosa si la máquina incorporada es supe-
rada rápidamente y, por tanto, debe ser transmitida íntegramente en
tan pequeña cantidad de productos que, en realidad, lleva a encare-
cerlos por encima del precio social en lugar de haber llevado a abara-
tarlos por debajo de ese límite165.
Por otra parte, esta hipótesis (del encarecimiento) no es totalmente
irreal porque, en efecto, si la concepción de un conjunto mecánico origi-
nal necesita a menudo un trabajo muy importante, muy lento, muy
minucioso y muy costoso, la reproducción de este conjunto o perfec-
cionamientos en puntos precisos, no incorporan de ninguna forma la
misma cantidad de trabajo. Como indica Marx, esto es cierto hasta
tal punto que es, incluso, una regla a constatar:
"Tras la introducción de una máquina en un sector cualquiera se
suceden nuevos métodos para producir la más barata166, luego vienen
las mejoras que afectan, no sólo a piezas o partes aisladas, sino a toda
su construcción"167.
Lógicamente la consecuencia es:
"En los dos casos, por reciente y boyante que sea, su valor no está
determinado ya por el tiempo invertido en ella, sino por el que exige
su reproducción, o la reproducción de máquinas más perfeccionadas"168.
De esta forma, la cuestión del plazo durante el que funciona la
máquina y transmite su valor, la cuestión de su desgaste moral, llega
a ser en el MPC una de las condiciones para la incorporación de má-

165 En la práctica capitalista, o en términos contables si se prefiere, esta


cuestión es la de la mayor o menor duración del periodo de amortización
del capital adelantado e invertido en los medios de producción.
166 Sobre la relación entre el coste de producción de una máquina y el cos-

te de su reproducción, Marx recoge una indicación de un autor de su


época, Babbage, según la cual: "Estimamos que aproximadamente son
necesarios 5 veces más gastos para construir una sola máquina, según un
nuevo modelo, que para reconstruir la misma máquina según el mismo
modelo" ("On the Economy of Machinery). El Capital, libro 1, t. 2, pág. 88,
nota 1.
167 Marx, op cit., pág. 88.

168 Ibíd.

151
quinas.
Cualquiera que sea la proporción en la que una máquina dada
aumenta la productividad del trabajo y permite por ello economizar
trabajo vivo, si el capitalista no está seguro de poder hacerla funcio-
nar "suficiente" tiempo, tiene todas oportunidades de no ser incor-
porada nunca.
Examinemos ahora, con diversas hipótesis, las diferentes condi-
ciones para el empleo capitalista de máquinas y para la transforma-
ción de los inventos en inventos efectivos.
Distinguiremos claramente entre el caso en que las nuevas má-
quinas sirvan para producir valores de uso ya existentes, para el que
la forma de intervención de la máquina consiste en rebajar el coste de
las mercancías, y el caso en que las nuevas máquinas sirven para
producir nuevos valores de uso. Las condiciones de incorporación
de estos dos tipos de máquinas sólo coinciden en parte:
3.2.1. Primer caso: condiciones para la incorporación de máquinas
que permiten rebajar el valor de mercancías ya disponibles en el
mercado.
El primer elemento a tomar en consideración es tener en cuenta en
qué medida la nueva máquina permite rebajar el valor individual de
la mercancía y, por tanto, cuanta plusvalía permite extraer por la di-
ferencia con su valor social. Es evidente que si esta diferencia es dé-
bil, la ventaja que resulta de la utilización de una nueva máquina se-
rá reducida en la misma proporción. Será incluso nula si el valor de
la máquina (inmovilización inicial en capital fijo) es demasiado im-
portante.
Supondremos pues, en lo sucesivo, que esta diferencia es suficien-
temente grande. He aquí, por tanto, una condición necesaria para la
incorporación de la máquina. Necesaria pero no suficiente. Es preci-
so que se den también otras condiciones:
—las relativas a la "protección" de la innovación
—las que aseguran un tiempo de funcionamiento, lo más largo
posible, para la nueva máquina

1) Protección de su innovación
Nos limitaremos a simples indicaciones sobre este problema por-
que su análisis remite a la teoría jurídica del monopolio y del mono-
152
polio parcial.
El fondo de la cuestión es que la institución del sistema de paten-
tes de invención como mercado de inventos169, permite al capitalis-
ta proceder a la protección del invento que incorpora de dos formas
al menos:
—cubriendo los sistemas que utiliza de una maraña de patentes;
—adquiriendo todas las patentes que amparan procedimientos
susceptibles de competir con la máquina que utiliza, sea para perfec-
cionarla él mismo, sea para esterilizarlos.
2) Prolongación del tiempo de funcionamiento.
Por lo que se refiere a la prolongación del tiempo de funciona-
miento propiamente dicho, el capitalista que quiere garantizar el
empleo de su nueva máquina no está desarmado. Un pequeño
cálculo permite comprenderlo. En igualdad de condiciones, desde el
punto de vista del volumen total de valor transmitido, es totalmente
indiferente que una máquina funcione 3 horas diarias durante 16
años, 16 durante 3 años ó 24 horas durante dos años. Pero para el
capitalista, estas igualdades no son equivalentes. Porque, en los di-
ferentes casos citados, el riesgo de ser su máquina superada, inutili-
zable a causa del "desgaste moral" adquiere diferentes proporciones.
El capitalista adopta dos procedimientos suplementarios para lu-
char contra el riesgo del desgaste moral. Estas dos garantías son, en
primer lugar, alargar la duración de la jornada de trabajo social y, en
segundo lugar, la intensificación del trabajo.
Prolongación de la jornada de trabajo social. Más allá de la limitación
reglamentaria del número de horas de trabajo diarias y semanales
exigible a un trabajador en un sector cualquiera, hay que entender
por esto el hecho de hacer funcionar la máquina considerada el ma-
yor tiempo diario posible —24 horas diarias si se puede— incluso si
para esto es necesario recurrir a turnos de trabajadores para los
mismos puestos de trabajo (el sistema llamado 3 x 8). El capitalista
dispone así de un medio para reducir el "riesgo" de que su máquina
se vea afectada demasiado pronto por el "desgaste moral". Esta ten-

Incluso si en el MPC este mercado más que ningún otro, se hace opaco
169

por el juego de la competencia y la estrategia de las empresas.

153
dencia a prolongar la jornada de trabajo social es tanto más fuerte
cuanto que contribuyen a ella otros elementos:
—por una parte, el hecho de que esta prolongación permite en un
plazo menor, no sólo disminuir el riesgo de obsolescencia, sino tam-
bién "absorber el mismo plustrabajo" en un tiempo reducido170,
—por otra, el hecho de que cuanto más importante es la inmovili-
zación de capital fijo en la máquina, tanto peor hará el capitalista
aceptando su uso en forma improductiva:
"Si un trabajador, dice Mr. Asworth... deja su azada, hace inútil
mientras tanto un capital de 18 peniques. Cuando uno de nuestros
hombres abandona la fábrica, hace inútil un capital que ha costado
100.000 libras esterlinas. Basta con pensar esto: hacer inútil, aunque
sólo sea un segundo un capital de 100.000 libras esterlinas... (De esta
forma)... la proporción siempre creciente de capital fijo en máquinas,
hace siempre deseable la creciente prolongación de la jornada de
trabajo171 ".
Esta es la razón por la cual, a medida que se elevan las inversiones
en medios de producción, se extiende el trabajo nocturno, por tur-
nos. Esto no está justificado por razones técnicas salvo en raros casos
(por ejemplo, las empresas que utilizan fuego continuo, pero mu-
chas veces bastaría con un solo equipo de mantenimiento).
Otro procedimiento de que dispone el capitalista para reducir el
peligro de obsolescencia:
La intensificación del trabajo: Este procedimiento obedece a la misma
lógica que los anteriores. Tiende a hacer producir al obrero que ma-
neja la máquina más productos en el mismo tiempo, lo que sólo
puede obtenerse incrementando el gasto de energía del obrero. En la
medida en que el capitalista no paga el trabajo gastado —por tanto el
aumento de energía gastada— sino la fuerza de trabajo del obrero, y
que, por tanto, obtiene esta intensificación del trabajo sin aumentos
paralelos de salarios, o incluso sin aumentos de ningún tipo, recurri-
rá a este procedimiento172.

170 Marx, op. cit., pág. 88.


171 Marx, op. cit., pág. 89.

172 Para mayores precisiones, ver el aparato dedicado a la intensificación

del trabajo, El Capital, libro 1, t. 2, pág. 91-100, Editions sociales. El análisis


154
De esta forma, de que "el peligro de desgaste moral es tanto me-
nor cuanto más corto es el periodo en el que su valor total se repro-
duce" y de que "este periodo es tanto más corto cuanto más larga es
la jornada de trabajo", se desprende que "la primera etapa de la vida"
de una máquina es también "la etapa más aguda de prolongación
del trabajo173, y, podemos añadir, de intensificación del trabajo.
El empleo capitalista de nuevas máquinas, en particular en los
sectores de fuerte consumo tecnológico, es a este precio.
Gracias a estos elementos se comprende esta afirmación, algo bru-
tal a primera vista, de Marx, que reproducimos antes de concluir:
"Si bien la máquina es el medio más potente para incrementar la
productividad del trabajo, es decir, para reducir el tiempo necesario
para la producción de mercancías, pasa a ser, como soporte del capital,
en las ramas de la industria en que primero se instala, el medio de alargar la
jornada de trabajo más allá de todo límite natural"174 (el subrayado es
nuestro).
Afirmación que nos lleva muy lejos de las tesis de Richta sobre la
unidad del factor subjetivo con el factor objetivo" en la "síntesis" que
lleva a cabo la moderna maquinaria automática. La necesidad de
proceder al análisis de las condiciones en las que la máquina se in-
corpora a la producción de mercancías en el MPC, teniendo en cuen-
ta las formas especificas que en él adopta esta incorporación, se des-
prende claramente.
Para terminar este punto, podemos afirmar, en lo relativo a las
máquinas que permiten rebajar el valor de mercancías ya disponibles

del taylorismo y del fordismo ha mostrado que lo que se busca es tanto


"el aumento de la intensidad del trabajo como su productividad.
173 Ibid. pág. 88. Marx recoge un ejemplo que le sirve de ilustración sacado

del mismo "On i lie Economy, of Machinery" (Londres, 1832) de Babbage.


Se trata de mejoras introducidas en las maquinas para fabricación de tu-
les: "... se han sucedido las mejoras con tanta rapidez que las máquinas
quedan inacabadas en manos de sus constructores, desechadas como con-
secuencia de la invención de máquinas mejores". Marx añade "En este pe-
riodo de actividad devoradora, los fabricantes de tul prolongaron el
tiempo de trabajo de 8 a 24 horas empleando el doble de obreros (Ibíd.,
pág. 88, nota 3).
174 Marx, op. cit. pág. 87. Esta tesis es retomada y discutida en la conclusión.

155
en el mercado, que el capital cuenta con el sistema de patentes y la
prolongación e intensificación del trabajo, de medios eficaces para
protegerse contra la obsolescencia.

3.2.2. Segundo caso: condiciones de incorporación de máquinas


que sirven para producir nuevos valores de uso (nuevos productos)
Ante todo conviene precisar que los elementos reseñados en el
punto precedente siguen actuando. Es evidente, en efecto, que in-
cluso si se trata de máquinas o procedimientos que sirven para pro-
ducir nuevos productos, la "tendencia" a proteger los nuevos proce-
dimientos (gracias al sistema de patentes), a prolongar e intensificar
el trabajo, siguen actuando.
Examinaremos este caso particular sólo en la medida en que pre-
senta características propias.
Nos preguntaremos, en primer lugar, por las razones que llevan al
capitalismo a producir en su etapa actual nuevos valores de uso en
tan gran número, antes de pasar a abordar las condiciones específi-
cas de este tipo de innovaciones.
No es un secreto para nadie que la puesta en circulación de nuevos
productos constituye uno de los rasgos más característicos y más im-
portantes del capitalismo moderno.
Para numerosos economistas, "conservando una importancia deci-
siva, las innovaciones relativas al proceso de producción, se desarro-
llan relativamente más lentas que las innovaciones relativas a la na-
turaleza, estilo y presentación de los productos de consumo"175
Suponiendo que este cambio en la importancia relativa —
cuantitativa— de los dos tipos de innovaciones se haya producido
realmente: ¿por qué razones ha sido? ¿Qué ventajas presenta para el
capital el lanzamiento de nuevos productos?
Marx, op. cit. pág. 87. Esta tesis es retomada y discutida en la con-
clusión.
A. Gorz, art. citado, en Les Temps Modernes, pág. 148.
Antes de responder concretamente a esta cuestión, observemos
que existen límites importantes, a partir de cierto nivel del desarro-
llo de las fuerzas productivas, M las innovaciones relativas a los pro-

175 A. Gorz, art. citado, en Les Temps Modernes, pág. 148.


156
cesos de producción y que estos límites se manifiestan cualquiera que
sea la importancia de los descubrimientos e invenciones susceptibles
de llevar a máquinas más perfeccionadas.
Para comprender esto basta recordar que las innovaciones relati-
vas a los excesos de producción tienden a dos objetivos principales:
—economizar trabajo vivo, hacer bajar el tiempo socialmente ne-
cesario y extraer el máximo de plustrabajo;
—incrementar la productividad del trabajo para producir, en el
mismo tiempo, cada vez más mercancías y extraer plusvalía de un
gran número de mercancías.
Estos dos objetivos que en la realidad están ligados pero que no-
sotros separamos aquí por necesidades de análisis—, a partir de cierto
momento no pueden estarlo, o sólo pueden alcanzarse parcialmen-
te.
En primer lugar, por lo que se refiere a la EXTRACCIÓN DE
PLUSTRABAJO: el capital sólo se desarrolla a través de una contra-
dicción importante: cada vez que una máquina permite economizar
trabajo vivo —condición para su incorporación simultáneamente
reduce la base de trabajo vivo a la cual extraer plustrabajo.
"Cualquiera que sea la proporción según la cual, mediante el in-
cremento de las fuerzas productivas, aumenta el plustrabajo a costa
del trabajo necesario, es evidente que obtiene este resultado dismi-
nuyendo el número de obreros ocupados en relación al capital176.
En la medida en que la industria mecánica sólo hace transformar
en maquinaría, es decir "en elemento constante que no genera plusvalía
una parte del capital que antes era variable..." (y que por tanto gene-
raba) y en la medida en que es imposible —si la jornada de trabajo
está fijada, por ejemplo en 12 horas— "obtener de dos obreros tanta
plusvalía como de veinticuatro, el capital está cogido en una contra-
dicción177. Siendo la tendencia de la maquinaria a disminuir el núme-
ro de obreros ocupados en la producción (de 24 a 12, por ejemplo) y
siendo incluso la condición para su incorporación, es como Marx
puede afirmar:
"El empleo de maquinaria con el fin de incrementar la plusvalía

176 Marx op. cit. pág. 90, (subrayamos nosotros).


177 Ibíd.
157
implica una contradicción, puesto que de los dos factores de la plus-
valía generada para un volumen dada de capital, no aumenta uno, la
tasa de plusvalía, sino disminuyendo el otro, el número de obreros"178,
Dicho de otra forma, todo sucede como si la "tendencia a innovar"
en lo relativo a transformaciones del proceso de producción dismi-
nuyese y tendiese a ser nula a medida que se alcanza un cierto nivel
de desarrollo de la fuerza productiva de la maquinaria. En este nivel,
los aumentos de productividad esperados tienen tal coste que no
justifican un incremento de la inversión, lo que Marx ilustra con este
pequeño razonamiento:
"Si el tiempo de trabajo necesario se reduce al 1/1000, la plusvalía
total serla de 999/1000. Si la fuerza productiva se multiplicase ahora
por 1.000, el trabajo necesario caería a 1/1.000.000 de la jornada de
trabajo y la plusvalía se elevaría al 999.999/1.000.000 de la jornada de
trabajo..., habría aumentado, por tanto, 999/1.000.000, es decir, que
para una fuerza productiva multiplicada por mil, ella (la plusvalía)
sólo habría aumentado una milésima179".
Esta es la razón por la cual las innovaciones relativas a los procesos
de producción encuentran ciertos límites. Examinemos ahora la otra
razón.
Por lo que se refiere al aumento de la productividad del trabajo y la
producción de cada vez más mercancías en el mismo tiempo, los capitalis-
tas encuentran también algunas contradicciones. Aquí el capitalista
se encuentra ante la alternativa de mantener una alta tasa de beneficio,
que sólo extraerá de un número restringido de mercancías, o dismi-
nuir su tasa de beneficio con la esperanza de ampliar su mercado y
obtener plusvalía de una mayor cantidad de productos180.
Nos queda por ver que desde los años 1950, el capital no cesa de
sacar al mercado nuevos productos. ¿Qué ventajas saca de esto el
178 Ibíd. El empleo de máquinas aumenta la tasa de plusvalía pero reduce el
número de obreros de los que extrae plusvalía. La contradicción es entre la
tasa y la masa de plusvalía extraída.
179 C. Marx Introducción a la crítica de la economía política, Anthropos, t. 1,

pág. 244.
180Encontramos aquí, bajo otra forma, la dialéctica tasa de benefi-

cio/volumen de plusvalía. Esta cuestión merecería un examen específico. -


A falta de espacio nos limitamos simplemente a indicarlo.
158
capitalista? ¿Cuáles son las condiciones para la incorporación de es-
te tipo de maquinaria?
Si el problema para los monopolios (o las grandes unidades de
producción) es impedir la saturación de su mercado y mantener una
demanda continua, y esto no pueden conseguirlo reduciendo los cos-
tes (innovación en el proceso de producción), el "continuo lanza-
miento de nuevos productos" aparece claramente como el medio y la
solución que el capital puede encontrar para asegurar la perpetuación
de sus beneficios. En la medida en que estos nuevos productos son
lanzados regularmente un éxito (encuentran una demanda solvente y
pueden realizarse) y "hacen pasar de moda los productos para lo que
el mercado está próximo a la saturación, i remplazan estos por pro-
ductos diferentes, más sofisticados, que presentan el atractivo de la
novedad"181 (sean o no valores de uso realmente nuevos, lo esencial es
que desplacen hacia ellos la demanda solvente en cada nuevo lanza-
miento). En este raso la competencia (hipotética) no actúa con la
misma eficacia y el capitalista puede fijar precios de venta que no
tienen ninguna relación con el valor de los productos y obtener tasas
de beneficio extraordinariamente elevadas.
Las tasas de beneficio son entonces tales que incluso si el producto
tiene una vida relativamente breve (pongamos 2 años) no constituye
un obstáculo a la valorización. La masa de plusvalía obtenida en es-
te corto periodo de tiempo permite realizar, pese a todo, la máquina
y el valor que transmite al producto, en buenas condiciones182.

181 A. Gorz op. cit., pág. 48. Este mecanismo que depende de la producción
en masa no está exento de contradicciones. Cuando éstas alcanzan cierto ni-
vel asistimos a una crisis de realización. Este aspecto se retoma y explícita
en el punto 6 de este mismo capítulo.
182 A. Gorz recoge el ejemplo de la industria farmacéutica: "El caso de la

industria farmaceútica es totalmente típico de esta relación: el lanzamien-


to de nuevos productos, llamados "especialidades" permite a la empresa
que posee la exclusiva obtener durante cierto tiempo (mientras detenta el
monopolio de este tipo de productos) beneficios extraordinarios del or-
den del 1.000 °/0 del coste de producción. Las nuevas especialidades, cuya
eficacia terapéutica muchas veces no es mayor que la de las antiguas (a
menudo se trata sólo de asociaciones, de acondicionamientos, o de presen-
taciones nuevas, o de nuevos productos terapéuticamente equivalentes a
159
Por tanto el procedimiento es ahora muy simple: se obtienen du-
rante un breve periodo tasas de beneficio excepcionalmente eleva-
das y, tan pronto como se ven amenazadas, se abandona el producto
para lanzar uno nuevo que permite, a su vez, una tasa muy alta de
beneficio, etc. Por supuesto no es totalmente cierto que todas las
empresas, en cualquier sector, puedan funcionar según este principio.
Sin embargo es evidente que la química, la electricidad o la electró-
nica lanzan al mercado regularmente cantidad de productos que
presentan estas características. El hecho de que estos sectores sean los
que consumen más ID se explica igualmente, en parte, por fenóme-
nos de esta naturaleza. La preocupación del capital por encontrar
continuamente nuevos productos a los que dedicarse rentablemente
es, así mismo, una constante que estos elementos pueden ayudar a
explicar.
Así pues, para concluir, siempre que hablemos de maquinas que sir-
ven para producir nuevos bienes de consumo, las condiciones de su in-
corporación presentarán características particulares. La LONGEVI-
DAD del producto (así como el plazo en el que la máquina transmite
su valor y, por tanto, también la proporción en la que lo encarece) es
en este caso una condición mucho menos importante quien el caso
de innovaciones relativas a los procesos de producción propiamente
dichos. Esto se explica, como hemos visto, por la importancia de la
tasa de beneficio que los nuevos productos permiten extraer. La
NOVEDAD183 del producto —o más exactamente su capacidad de
imponerse en un mercado suficientemente importante de consumi-
dores que puedan pagar altos precios (lo que a menudo viene de-
terminado1 por su grado de "novedad") —juega el mismo papel que
la LONGEVIDAD en el caso de las innovaciones relativas al proceso
de producción. Esta dialéctica NOVEDAD-LONGEVIDAD comple-

los antiguos) pero cuyo precio es generalmente mucho más elevado, son
objeto de una propaganda intensiva ante los médicos y sustituyen pro-
gresivamente a los antiguos productos que terminan por ser retirados de
la venta. Los beneficios extraordinarios obtenidos gracias a las nuevas espe-
cialidades son, a su vez, reinvertidos en parte en la investigación de nuevos
productos" (A. Gorz, art. citado, pág. 150, nota 9).
183 En el sentido en el que en la regulación jurídica de los inventos, se habla

de "novedad" como condición para poder patentar.


160
menta, pues, los elementos que integran la problemática del empleo
capitalista de la maquinaria.
Sin embargo, no todo está en estas dos proposiciones. El problema
del "tiempo" que la máquina permite ganar o perder influye también
en otra dirección, muy importante desde el punto de vista de su em-
pleo capitalista. En efecto, según que la máquina (o, como veremos,
otro procedimiento) permita, o no, reducir el tiempo necesario para la
realización del ciclo completo del capital (D—M—D') y conseguir, por
tanto, que un volumen determinado de capital produzca en el mis-
mo tiempo varias "generaciones de mercancías", su incorporación
presentará para el capital diferente interés.

4. Notas sobre la cuestión de la velocidad de rotación del capital

4.1. Introducción, planteamiento del problema

La misma lógica que lleva al capital a economizar trabajo vivo, le


impulsa a luchar por reducir el tiempo de rotación del capital. Este
"tiempo" se presenta como un límite a la valorización del capital.
En efecto, antes de que el capital, el volumen de capital monetario
(D) de que disponía el capitalista al comienzo de su actividad,
reaparezca en forma de más dinero (D'), puede transcurrir un perio-
do de tiempo más o menos largo. Es evidente que desde su punto de
vista: "hacer más dinero con el dinero"184, la amplitud de este plazo
(que se extiende de la primera aplicación del capital monetario a la
realización de las mercancías) no le es indiferente.
Supongamos que puede —con algún invento socialmente disponi-
ble— acortar este plazo; podría, simultáneamente, producir más
mercancías y, por tanto, extraer más plustrabajo en forma de plusva-
lía. Esto, incluso si la inversión suplementaria para incrementar la
velocidad de rotación del capital, encareciese el producto que lubrica.
Por esta razón, los elementos que influyen en la determinación de la ve-
locidad de rotación del capital se enuncian también como condiciones para
la incorporación de las invenciones.
Sabemos que Marx identifica la velocidad de rotación del capital

184 Marx, C. I.
161
con la luí muía r =R/n185, en la que
R=1 año como medida del tiempo de rotación
n =número de rotaciones
r=tiempo de rotación de un capital dado.
Cualquier elemento que haga crecer n, reduce por tanto el tiempo
de rotación y permite al capitalista, en igualdad de condiciones, ob-
tener plusvalía de mayor número de mercancías.
Sabemos también que el tiempo de rotación del capital se des-
compone en
—tiempo de producción
—tiempo de circulación y realización
Examinemos brevemente qué condiciones se derivan de cada uno
de estos dos niveles para la incorporación de invenciones.

4.2. Innovación y tiempo de producción

En el tiempo de producción influye —como ya hemos visto— la


"velocidad" de la máquina, es decir, el número de operaciones que
puede efectuar en un periodo dado de tiempo. Hemos indicado res-
pecto a esto, cómo para aumentar la "velocidad" de la máquina el
capitalista tiene tendencia a aumentar la intensidad (cadencia) del
trabajo. Nos proponemos examinar ahora el otro elemento que entra
en el tiempo de producción —cómo límite a su reducción— consti-
tuido por el plazo requerido para el aprovisionamiento de materias
primas.
En primer lugar, destaquemos que en la fórmula de la velocidad
de rotación del capital (r= R/n) no es arbitrario que Marx represente
por R el año como medida del tiempo de rotación. Justifica así su
elección:
"De igual forma que la jornada de trabajo es la unidad natural para
medir el funcionamiento de la fuerza de trabajo, el año constituye la
unidad natural para medir las rotaciones del capital que describen su
proceso. Esta unidad de medida tiene su base natural en el hecho de
que los productos agrícolas más importantes de la zona templada, cu-

185 Marx, El Capital, libro 2, t. 4, pág. 143-144. Editions sociales.


162
na de la producción capitalista, son productos anuales”186.
Es decir, que el tiempo de maduración natural de los productos agríco-
las reviste importancia para la determinación del tiempo de produc-
ción. En efecto, mientras la industria dependía para su aprovisio-
namiento de los productos naturales (y del tiempo natural de su
maduración) el capital encontraba un límite absoluto. Este límite
podía ser ampliado aumentando la fertilidad del suelo —o por pro-
cedimientos similares— pero este aumento encontraba también lími-
tes relativamente fijos. Desde que fue posible —y el capital por su
parte contribuyó a hacerlo posible— producir de forma sintética las
materias primas (o productos equivalentes) necesarias para la indus-
tria, el límite natural al aumento de la velocidad de rotación del ca-
pital podía ser franqueado y, multiplicando el número de mercan-
cías que podía producir en un tiempo dado, el capital multiplicaba
en la misma proporción sus beneficios.
Un artículo dedicado a este problema dice:
"Para luchar contra el descenso de la tasa de beneficio, consecuen-
cia ineludible de la sustitución de trabajo "vivo" productor de valor
por el trabajo de las máquinas.,., el MPC puede utilizar... un método
muy eficaz: la aceleración de la rotación del capital mediante el au-
mento de la velocidad de producción y de cambio. La misma canti-
dad de capital puede ahora poner en circulación una mayor cantidad
de mercancías y de fuerza de trabajo, absorber un mayor volumen
de beneficios a condición de que existan suficientes posibilidades de
expansión. El MPC lleva cada vez más lejos este método... Desde este
punto de vista es como... hay que considerar el enorme crecimiento
de la industria química: la sustitución de materias primas y de pro-
ductos agrícolas por productos sintéticos, lo que acorta el tiempo de
producción porque evita el lento proceso de maduración natural. En
función de estas necesidades es como se desarrolla la química orgá-
nica, luego las teorías atómicas187,... etc.".
A condición, pues, de "que existan suficientes posibilidades de ex-
pansión", el aumento de la velocidad de rotación del capital permite
obtener importantes superbeneficios. Como destaca el artículo cita-

186 Marx, El Capital, libro 2, t. 4, pág. 144 (subrayamos nosotros).


187 Chahiers du comunisme des conseils, abril 1969, núm. 3 pág. 13. 134
163
do, los productos químicos parecen jugar, desde este punto de vista,
un papel decisivo, lo que, entre paréntesis, explicaría también, al
menos en parte, la importancia de la ID en este sector y las razones
por las que penetra tan profundamente en la producción. La "quimi-
zación" de los procesos productivos destacada por Richta, se justifica
tanto más —desde el punto de vista capitalista— cuanto que no solo
permite reducir el ciclo de maduración de los productos naturales
sino también:
—asegurar la regularidad en el aprovisionamiento de materias
primas Que las causas naturales (malas cosechas agrícolas) u otras
circunstancias188 hacían aleatorio;
—producir nuevas materias primas, base de nuevos productos, con
todas las ventajas que este tipo de innovación presenta189 (cf. supra
1.3),
—reducir el tiempo y coste de transporte, dado que las materias
primas pueden ser producidas sintéticamente cerca de los lugares
de producción, en lugar de ser importadas, muchas veces de lejos
(sobre esto el ejemplo del caucho es típico);
—utilizar en la producción desechos que, en caso contrario, serían
gastos suplementarios190.

188 Podemos citar dos ejemplos de desigual importancia. El desarrollo de


la guerra de liberación nacional de Vietnam -cuyas plantaciones de cau-
cho alimentaban la producción de neumáticos para automóviles- ha favo-
recido considerablemente la creación del caucho sintético., Igualmente, la
potencia de las empresas químicas alemanas (Hoescht, BASF.--) está li-
gada, sin duda, a la guerra de 1940, en el curso de la cual Alemania debía
asegurarse su propio aprovisionamiento con un nivel de intercambios con
el resto del mundo extremadamente bajo.
189 Además, este punto ha sido explícitamente indicado por Marx: "Des-

cubriendo nuevas materias primas útiles o nuevas cualidades útiles de las


ya usadas, la química multiplica el campo de colocación para el capital
acumulado" (Marx, El Capital, libro 2, t. 3, p^§- 46, Editions sociales).
190 "Mediante métodos apropiados para devolver al flujo circular de la re-

producción los residuos de la producción y del consumo social, sus ex-


crementos, convierte, sin ninguna ayuda del capital, estos no-valores en
otros tantos elementos adicionales de acumulación" (Marx, El capital, libro
2,t.3, pág. 46, Editions sociales).
164
Para cerrar este paréntesis sobre la química, señalemos —dada la
diversidad de sus formas de acción y de sus aplicaciones— el lugar
que ocupa en el proceso social de valorización del capital. La "quimi-
zación", que Richta señala corno la manifestación más evidente de la
"interpenetración dialéctica" de la ciencia y la industria^ aparece así
como un ejemplo demasiado particular para que su demostración
sea probatoria191.
Dicho esto, vemos como la producción de nuevas materias primas
—sobre todo gracias al desarrollo de la química—, permite aumen-
tar la velocidad de rotación del capital, suprimir los límites inheren-
tes al ciclo de maduración de los productos naturales y luchar contra
el descenso de la tasa de beneficio. Es evidente que cualquier invento
o dispositivo en esta dirección tiene todas las posibilidades de expe-
rimentar importante desarrollo.

4.3. Innovación y tiempo de circulación y realización

Sobre esto, desde el punto de vista de los principios, no hay ningún


cambio en relación a los problemas que afectan a la reducción del
tiempo de producción.
Simplemente, hay que precisar que a medida que se amplía el
plazo de realización, crece la parte relativa de capital circulante res-
pecto al fijo. El almacenamiento y conservación de mercancías au-
menta los gastos del capitalista. Por lo mismo, los intereses que
adeuda el capitalista industrial se elevan al prolongarse el plazo de
realización. Esto repercute en que la parte de la plusvalía total que
debe ceder al capital financiero crece. Vemos, pues, que en torno a la
cuestión del tiempo de circulación se mueven intereses complejos192.
191Por no citar toda la destrucción traída por el desarrollo de la química
industrial y Mué, por otra parte, es coextensiva con su empleo en condi-
ciones capitalistas.

192El sector del transporte en la medida que afecta simultáneamente a la


esfera de la producción y a la de la circulación, es señalado por Marx co-
mo el punto clave de este problema, de ahí la importancia de los cambios
que experimenta (ferrocarril, marina y aviación).
165
El artículo ya citado de Cahiers du communisme des Conseils sugiere
que, de igual forma que para reducir el tiempo de producción, el ca-
pital ha contribuido ampliamente a desarrollar la industria química,
para reducir el tiempo de circulación y de cambio, ha intentado
desarrollar la "electrotecnia" en la medida en que está "directamente
ligada" a esta reducción (teléfono, radio, telégrafo, electricidad). La
electricidad como fuente de energía sustitutiva del carbón, no sólo
"reduce el plazo de transporte", sino que también incrementa de
forma considerable la fuerza productiva de las máquinas que pone
en funcionamiento.
Estos elementos son interesantes, también, al permitir explicar por
qué este sector es de los que consumen un volumen importante de
ID. Sobre este punto bastan estas breves indicaciones.
Antes de concluir este apartado, debemos abordar una última cues-
tión. Se trata de los diferentes efectos que produce la innovación (al
aumentar la productividad del trabajo) en los diferentes sectores en
que se aplica. Este problema, tratado por Marx en las primeras pági-
nas que dedica al examen de la plusvalía relativa, merece una aten-
ción particular.

5. La innovación en el sector de bienes de subsistencia y en el


sector de bienes de lujo. Plusvalía y plusvalía extra

Si entendemos por aumento de la productividad del trabajo: "...un


cambio en los procedimientos (de trabajo) que disminuye el tiempo
socialmente necesario para la producción de una mercancía, de tal
forma que una cantidad menor de trabajo adquiere fuerza para pro-
ducir más valores de uso193", es evidente que este aumento de pro-
ductividad puede producirse en cualquier sector de la economía so-
cial. Y es también evidente que, al término de cierto número de in-
novaciones sucesivas a un mismo sector, el valor de las mercancías
que produce habrá bajado. Sin embargo, según las "ramas" de la
producción social, los efectos de este descenso no serán los mismos.
En particular, hay que distinguir el caso en que un aumento de la

193 Marx, El Capital, libro 1, t. 2, pág. 9. Editions sociales.

166
productividad afecta a los sectores en los que se producen bienes de
subsistencia y el caso en que se realiza en el sector que produce bie-
nes "de lujo".
La línea de demarcación entre estos dos tipos de sectores y sus
respectivas esferas remite al análisis de la fuerza de trabajo y de las
condiciones de su reconstitución. Sabemos que para Marx la fuerza
de trabajo es, en el MPC, una simple mercancía; su valor está deter-
minado —como para cualquier otra mercancía— por el tiempo de
trabajo socialmente necesario para su reconstitución. Dicho de otra
forma, su valor está constituido por el de cierta cantidad de mercan-
cías (necesarias para su reproducción), excluyendo otras. Planteado
así, es evidente que en un período histórico determinado, en un país
con costumbres peculiares, es difícil apreciar qué mercancías pueden
ser consideradas como integrantes de la reconstrucción de la fuerza
de trabajo (y por tanto, forman parte del sector productor de subsis-
tencias) y qué mercancías no forman parte de él, y por tanto, perte-
necen al sector que produce bienes llamados "de lujo". Aunque estas
dificultades prácticas sean reales, esta distinción entre los diferentes
tipos de mercancías es, desde el punto de vista teórico, necesaria e
indispensable. Es fácil admitir, por ejemplo, que un mismo volumen
de capital dedicado a producir un nuevo tipo de bebida gaseosa o a
la construcción de viviendas obreras, no produce los mismos efectos
en la economía social.
Examinaremos, pues, separadamente los efectos de la productivi-
dad del trabajo (por incorporación de progreso técnico) en el sector
de bienes de subsistencia y en el de bienes de "lujo". De esta confron-
tación saldrán algunas conclusiones.
1er caso. Innovación en el sector de bienes de subsistencia
En este sector, el incremento de la productividad del trabajo ac-
túa, como en otros, rebajando el valor individual y, por tanto, el va-
lor social de la mercancía producida por medio de las nuevas técni-
cas. Pero, y esto es específico de este sector, dada la peculiar natura-
leza de las mercancías sobre las que actúa (recordemos que partici-
pan en la reconstitución de la fuerza de trabajo), el incremento de la
productividad se "transmite" y produce efectos "en el conjunto " de la
economía social.
"El incremento de la productividad —dice Marx—... (cuando)...
167
afecta a las ramas de la industria194 cuyos productos determinan el
valor de la fuerza de trabajo... hace bajar el valor de la fuerza de tra-
bajo195 ".
Por tanto, este incremento de la productividad beneficia al con-
junto de la clase capitalista. Marx proporciona un ejemplo concreto:
"Las camisas, por ejemplo, son un objeto de primera necesidad
como muchos otros. El descenso de su precio disminuye el gasto del
obrero en este objeto particular196".
Cuando estos "descensos de precios" afectan a la producción de
subsistencias, sus efectos repercuten pues, no sólo en los capitalistas
individuales, sino en el conjunto de la economía social. El descenso
de valor de la fuerza de trabajo que resulta de los aumentos de la
productividad del trabajo en los sectores que producen bienes de
subsistencia, afecta al conjunto de la fuerza de trabajo social y disminu-
ye, para el conjunto de los capitalistas, el tiempo de trabajo necesa-
rio, en beneficio del tiempo de plustrabajo. Esto lleva, para la clase
capitalista en su conjunto, a un incremento de la plusvalía extraible.
Se produce entonces lo que Marx llama una "elevación de la tasa ge-
neral de plusvalía" (Pl/V) o "tasa social de explotación".
Los efectos del aumento de la productividad del trabajo en el sec-
tor de bienes de "lujo" son completamente diferentes.
2.° caso. Innovaciones en el resto de los sectores
Contrariamente a lo que sucede en el sector de bienes de subsis-
tencia:
"En las ramas de la industria que no proporcionan ni bienes de
subsistencia ni sus medios naturales, un incremento de la producti-
vidad del trabajo no afecta para nada al valor de la fuerza de trabajo197".
Por esto mismo, si contemplamos las cosas a nivel social, el des-
censo del tiempo de trabajo necesario y la correspondiente elevación
del tiempo de plustrabajo no se producen, y por tanto tampoco se
produce la elevación de la tasa general de plusvalía.

194 Trátese de la sección II (producción de bienes de subsistencia) o de la


sección I (medios de producción que sirve para producirlos).
195 Marx, op. cit., pág. 10.

196 Ibíd.

197 Marx, op. cit., pág. 10. 138

168
Sólo tiene lugar en fenómeno mucho más limitado que afecta a los
capitalistas del sector particular (y de la mercancía particular), en el
cual (y para la cual) se ha obtenido el aumento en la productividad.
El capitalista del sector al que beneficia la innovación podrá extraer
—por diferencia entre el valor social y el individual de esta mercan-
cía— lo que Marx designa por el concepto de "plusvalía extra". Un
ejemplo permite ilustrar este mecanismo. Supongamos una mercan-
cía cuyo precio promedio es 1 chelin y un capitalista que, gracias a
determinada técnica, puede producirlo por nueve peniques. Si re-
cordamos que "el valor de un artículo expresa, no su valor indivi-
dual sino su valor social y (que) éste está determinado por el tiempo
de trabajo que cuesta, no en un caso particular sino como media198",
el capitalista podrá vender su artículo en 11 peniques, o incluso en
un chelin, y obtener una plusvalía extra de 2 ó 3 peniques por mer-
cancía. Evidentemente "obtiene este beneficio con independencia de
que pertenezca o no al conjunto de medios de subsistencia que de-
termina el valor de la fuerza de trabajo199"
El fondo de la cuestión es que en los dos casos (los dos sectores)
hay una extracción de plusvalía "suplementaria" por el capitalista
innovador en cualquiera de los sectores, pero que solo los aumentos
de productividad del trabajo en el sector de bienes de subsistencia
permiten200 el incremento del tiempo social de plustrabajo, en detri-
mento del trabajo necesario, y la elevación de la tasa general de plus-
valía.
A partir de estos datos es posible formular algunas observaciones
sobre los efectos de la "innovación" técnica en los diferentes sectores
de la economía social y sobre la acumulación de capital.
1. Si bien los aumentos de productividad obtenidos gracias a mejo-
ras en las técnicas de producción tienen, a nivel individual (de em-
presa), el mismo efecto: permitir la obtención de un volumen suple-
mentario de plusvalía; desde el punto de vista social son completamen-
te diferentes.
2. A este nivel, el de la reproducción del capital en su conjunto, no

198 Ibid, pág. 11.


199 Ibid.
200 Cuando el "valor social" desciende al nivel del nuevo valor individual.

169
es lo mismo que las "innovaciones" se apliquen en el sector de bienes
de subsistencia o en los otros sectores (que no entran en la reconstitu-
ción de la fuerza de trabajo). Sólo las técnicas de producción que se
aplican en los sectores de bienes de subsistencia permiten un incre-
mento de la tasa (social) de explotación y, por tanto, permiten detraer
para la acumulación (ulterior) volúmenes más importantes de capi-
tal.
3. Esto explica que, cuando el proceso de trabajo en los sectores
que producen bienes de subsistencia se transforma, sufre modifica-
ciones notables el conjunto del capitalismo. El auge de lo que se llama
"producción en masa", es decir, la producción de mercancías en grandes
series cuyo valor individual ha disminuido, es correlativo con la pene-
tración del maquinismo y las técnicas taylorianas y fordianas de or-
ganización del trabajo en estos sectores.
Se transforma, por una parte, la relación entre los precios de las
mercancías agrícolas (la base más importante para la reconstitución
de la fuerza de trabajo, no lo olvidemos) y los de las mercancías in-
dustriales y, por otra parte, por la producción en serie, entre las
mismas mercancías industriales.
Estos fenómenos constituyen la base de las nuevas modalidades de la
acumulación de capital, que ahora descansa en la producción de mer-
cancías en grandes series, lo que Marx llama "la gran producción de
plusvalía", que distingue las formas modernas de acumulación de ca-
pital de las anteriores, aquellas en que la producción en grandes se-
ries no era todavía la forma principal y dominante de la producción
capitalista.
De este modo, se modifican las "formas" así como los "ritmos" y
"modalidades" de las crisis de acumulación de capital.
Vamos a terminar con este punto. Nos parece que la investigación
que hemos llevado a cabo en este capítulo puede explicar algunos
aspectos de la "crisis" que sufren las economías capitalistas actuales.
Concretamente los relacionados con la llamada "sobreacumulación",
es decir, (quedándonos en lo más simple) la existencia de grandes
stocks de medios de producción no utilizados y de mercancías que
no pueden —en mucho tiempo— venderse y realizarse a pesar de los
múltiples artificios empleados en los diferentes proyectos de "relan-
zamiento".
170
6. Progreso técnico, producción en masa y crisis de la acumulación
capitalista201

A partir de los elementos que ha permitido destacar este capítulo,


es posible avanzar algunas líneas de reflexión que permitan explicar
algunos aspectos de la crisis, tal y como se manifiestan en el siglo
XX, en particular, porque "la crisis", cuya existencia hoy nadie se
atreve a negar, es nuestro objetivo central. Sin entrar en todos los
elementos constitutivos del proceso de acumulación de capital (en
particular, sus dimensiones monetarias y financieras202) es posible
avanzar algunas hipótesis centradas en torno a la cuestión del "pro-
greso" técnico y de su forma específica de actuación en las condicio-
nes capitalistas.
La, hipótesis central que vamos a defender es que la crisis, que so-
lo reviste carácter agudo en 1974-75, viene de muy atrás. A nuestro
entender, la razón está en que la "crisis" actual, que afecta al conjun-
to del mundo capitalista, no lo olvidemos, no es una simple "rece-
sión" coyuntural, sino que afecta a algunas de las modalidades que
reviste la acumulación de capital desde, por lo menos, la Segunda
Guerra Mundial.
Creemos que cierto tipo de "modelo" de acumulación, en particu-
lar una configuración y unas formas particulares de extracción de
plusvalía, encuentran, a partir de 1965, cierto número de dificultades.
Partiendo del estudio de las diferentes modalidades de extracción
de plusvalía podemos, a grandes rasgos, localizar dos etapas princi-
pales de expansión del capital. Cada una viene "sancionada" por una
"crisis". La primera fase de expansión entre el período 1910-30; la
segunda los años 1945-65203.
201 Este apartado debe mucho a las jornadas de estudio sobre las crisis organi-
zadas por ACSES (Association pour la critique des sciences économiques et
sociales) 6-7 y 8 de junio, 1975.
202 Sobre estos aspectos ver en particular: Suzanne de Brunhoff, La politique

monétaire, PUF, 1973.


203 Tanto esta periodificación como los demás elementos presentados

aquí, son válidos sobre todo para USA. Nos parece que la "crisis" americana
-sin duda por ser la más aguda- es el mejor campo de análisis.
171
6.1. 1910-30 El taylorismo, el fordismo y el primer auge de la pro-
ducción capitalista en masa

En este período se refuerza la constitución de monopolios, el nue-


vo papel de los bancos en la financiación de la acumulación y la fu-
sión del capital bancario y el capital industrial en el "capital financie-
ro". Resumiendo, este período es el de la formación del sistema im-
perialista. Algunos países del "centro" establecen su dominación so-
bre el conjunto del planeta. Es la época de la formación de un mer-
cado mundial sometido a algunos países. USA es ya parte importan-
te en este gran concierto imperialista, pero menos que las potencias
tradicionales de la (ya) vieja Europa. Por su parte, el capital ameri-
cano está ampliamente ocupado en asegurar su expansión en su
propio espacio nacional. La victoria de los nordistas asegura el triun-
fo de los modos de producción industrial y capitalista en el conjunto
del territorio. Además, recordémoslo, USA recibe por millones la
fuerza de trabajo expulsada del campo europeo a medida que se
desarrolla la revolución industrial en Europa (en los años 1900 y si-
guientes, sobre todo en la Europa Central y del Este). Todos estos
elementos (excedente de las colonias, importante fuerza de trabajo
inmigrada) son susceptibles de favorecer la acumulación de capital,
a condición de que la fuerza de trabajo disponible pueda realmente
ser incorporada a la producción de mercancías. Hemos visto ya (cf.
subcapítulo 2) que el taylorismo y, más tarde, el fordismo llegan a
modificar el proceso de trabajo para adecuarlo a las nuevas condicio-
nes de la valorización del capital.
Lo más significativo es que el auge del taylorismo y del fordismo
es simultáneo al primer auge de lo que hoy llamamos producción en
masa. No es cuestión de entrar en detalle en estas características, pe-
ro podemos destacar varios elementos que entran en su constitución
y cuya consideración es indispensable para explicar las modalidades
de la acumulación de capital y de las crisis en la etapa actual del ca-
pitalismo. Desde este punto de vista, son destacables varios hechos:
En primer lugar, el proceso de trabajo de tipo tayloriano (y for-

172
diano) permite una intensificación del trabajo sin posible compara-
ción con todo lo que le ha precedido en la historia de los modos de
producción.
No sólo crece la intensificación del trabajo —en razón de la confi-
guración del proceso de trabajo— sino que, y este es otro punto, asis-
timos paralelamente a un crecimiento considerable de la escala de
producción. Con la incorporación a la producción de las grandes
masas de campesinos expropiados de sus campos, la esfera de apli-
cación del capitalismo crece en grandes proporciones. En resumen,
se pasa a lo que Marx llama la "gran producción de plusvalía", basa-
da en la producción en serie de mercancías con "débiles" valores in-
dividuales.
—El taylorismo y el fordismo se desarrollan en los sectores que
aseguran la producción de medios de subsistencia y de medios de
consumo de la clase obrera; la tasa (social) de explotación crece tam-
bién en grandes proporciones.
El taylorismo y el fordismo son, de esta forma, potentes instru-
mentos de extorsión de plusvalía.
—Al mismo tiempo —y como consecuencia del crecimiento de la
tasa de explotación— asistimos a un alza importante del salario no-
minal y (aunque menor) del salario real. Sabemos que Taylor no cesa
de recomendar —y aplicar— la elevación de la tasa de salarios, a fin
de crear una capacidad de consumo susceptible de "realizar" la
enorme masa de mercancías que el trabajo, organizado según sus
métodos, permite producir. Por otra parte, estas alzas salariales son
compatibles con las alzas ya señaladas de las tasas de explotación y
beneficios.
De esta forma, una "mecánica" es puesta en funcionamiento, la de
producción en masa correspondiente a las modalidades particulares,
y nuevas en relación a las del siglo XIX, de la acumulación de capi-
tal, "Mecánica", pero que todavía posee una gran sensibilidad y vul-
nerabilidad. La quiebra general de 1929 lo testimonia elocuentemen-
te204.

No podemos entrar aquí en detalle en la "gran crisis". Pero el hecho de


204

que suceda al primer auge de la producción en masa seguramente no se


debe al azar.
173
De este periodo tenemos que retener, ante todo, esto: comienzan a apare-
cer nuevas modalidades de la acumulación de capital, basadas en un proceso
de trabajo de nuevo tipo, que permite un primer auge de la producción y del
consumo en masa. Estos son los elementos que vamos a encontrar, pe-
ro a un nivel superior, en la segunda gran fase de la expansión del
capital, en los años 1945-65.

6.2. El desarrollo de la producción en masa en los años 1945-65 y


las "dificultades" de la acumulación de capital

Durante este período van a desarrollarse nuevas modalidades de


acumulación de capital basadas sobre la "gran producción de plus-
valía".
Las técnicas taylorianas y fordianas son desarrolladas y afinadas.
Sobre todo con ocasión de la guerra. En efecto, esta favorece en los
arsenales y talleres de armamento la puesta a punto de técnicas que
permiten la producción en masa. La resistencia obrera no puede
oponerse a las tareas patrióticas de lucha contra el enemigo205.
Durante la guerra son puestas a punto las famosas tablas M-T-M
(metro-tiempo-movimiento), que son la base de la organización
"científica" del trabajo moderno. Desde el fin de la guerra, se extien-
den a todos los sectores de la industria y penetran masivamente allí
donde las técnicas puramente taylorianas encontraban todavía una
viva resistencia obrera.
— Al mismo tiempo, asistimos a un considerable desarrollo del
maqumismo. Originan este desarrollo al menos dos series de razo-
nes.
—Por una parte, el taylorismo y el fordismo habían permitido el
análisis del trabajo y su descomposición en conjunto de gestos ele-
mentales; con ello se facilitaba la puesta a punto de dispositivos me-
cánicos susceptibles de asumir directamente algunas de las tareas
elementales. Porque hay que tener claro que la división y parcelación
del trabajo precede y hace posible el maqumismo. No a la inversa.

205Mucho menos viva que en tiempos de paz, no podrá oponerse al esta-


blecimiento de "normas" de trabajo en la fabricación, en la "medida" que
no lo hayan sido en materia de gestos y formas operatorias.
174
Por otra parte, la guerra ha movilizado enormes créditos para la
investigación y creado laboratorios que van a servir de base a series
de innovaciones tendentes a rentabilizar, en la producción de mer-
cancías, los grandes programas militares de investigación científica e
innovación técnica. De aquí provienen las "revoluciones" de Richta:
las de la informática, la química, la energía nuclear y, finalmente, las
técnicas de producción en conjuntos automatizados.
Estos elementos diversos convergen para asegurar una nueva mo-
dificación fundamental del proceso de trabajo y el auge de nuevas téc-
nicas de aumento de la productividad y de la intensidad del trabajo, que
permiten relanzar la extracción de plusvalía.
Más que nunca, la acumulación de capital se basa en la produc-
ción en masa.
— En relación con estas modificaciones —teniendo también en
cuenta el crecimiento de la sindicación y de la combatividad de im-
portantes sectores tic la clase obrera— nacen nuevas normas de consu-
mo obrero, que corresponden al incremento de los bienes de uso dis-
ponibles gracias al desarrollo de la productividad del trabajo, en par-
ticular en la sección II206. Estas nuevas normas de consumo corres-
ponden también a modificaciones del valor de la fuerza de trabajo correla-
tivas con los cambios habidos en las modalidades de la acumulación
de capital207.

6.3. La crisis de los años 1965 y siguientes

Ateniéndonos al examen de los datos menos sospechosos —


proporcionados por los departamentos de estadística estadouniden-
ses e internacionales— en 1965 comienzan a manifestarse los prime-
ros signos de la "crisis". En particular, por medio de este "indicador"
fundamental que es la evolución de la tasa de beneficio.
Los desórdenes monetarios y el incremento del paro (aunque sólo

206 Sobre este punto ver en particular M. Aglietta: "La régulation du mode
de production capitaliste en longue periode" tesis, Paris 1975.
207 Cf. Suzan de Brunhoff et Jean Cartelier "Une analyse marxiste de l'in-

flation" en Cronique sociale de France, núm. especial sobre la inflación, 1974.

175
se haya acelerado en un período reciente) comienzan también a ma-
nifestarse (con ligeras detenciones anuales que no nos interesan) a lo
largo del mismo período.
Un cierto recrudecimiento de las luchas obreras refleja estas difi-
cultades en todo el mundo capitalista, tanto en las revueltas de De-
troit, en el Mayo francés o en el Otoño Caliente italiano. Hasta 1974-
75, en que el conjunto de signos de la crisis, que se manifestaban has-
ta entonces separadamente y, en cierta forma sucesivamente, con-
vergen para dar un giro agudo y nuevo en parte: la stagflation. No
pretendemos proceder a un análisis detallado y "ajustado" de las di-
ferentes manifestaciones de la crisis. Sin embargo, esta breve visión
histórica de las modalidades de la acumulación de capital creemos
que puede permitir aclarar algunos aspectos de los problemas actua-
les.
Ante todo, hay que constatar que los sectores más duramente
afectados son los que han asegurado el crecimiento capitalista en la
posguerra: automóvil, química, electrónica. Ellos han arrastrado a la
industria pesada (acero, maquinaria pesada...). Resumiendo, son los
sectores que han asegurado por excelencia el auge de la producción
capitalista en masa.
Con su generalización al conjunto del mundo capitalista desarro-
llado, el fin de la reconstrucción europea y japonesa y la escalada
eurojaponesa en los mercados mundiales, el modo de acumulación
de capital que ha asegurado el desarrollo del capitalismo en USA y,
a su amparo, el de Europa Occidental y Japón, parece marcar la pauta.
Mientras, la crisis de la hegemonía del imperialismo americano a la
que estamos asistiendo viene acompañada del auge de burguesías
locales (del tercer inundo) que toman su parte del excedente "colo-
nial" y comprometen así las posibilidades de una acumulación a es-
cala mundial. Uno de los primeros efectos de este auge (o de esta
aparición en la escena mundial) de las burguesías locales, se 11 adu-
ce en el encarecimiento de algunas materias primas... tras otras. De
esta forma se compromete (o está camino de serlo) el aprovisiona-
miento de materias primas a bajo precio, que era uno de los elemen-
tos centrales del tipo de acumulación que había asegurado el desa-
rrollo de la producción capitalista en masa. De aquí el tema de la ne-
cesaria "reasignación" (del capital) intentado hoy por todas las políti-
176
cas económicas de los países del centro imperialista. A nuestro en-
tender, lo que hay detrás de esta "reasignación" es, simplemente, la
búsqueda de una nueva con figuración de la acumulación de capital.
Observar la política de las empresas multinacionales petroleras pro-
porciona un buen ejemplo de esto. En efecto, desde, aproximada-
mente, 1965 (el proceso resulta acelerado con las recientes alzas), las
empresas multinacionales petroleras han tomado el control del con-
junto de lo que podría constituir un nuevo sector de la energía. Car-
bón, pizarras bituminosas, arenas asfálticas y, por supuesto, energía
nuclear: lo esencial de lo que es convertible en energía ha pasado a
sus manos.
Con este "nuevo sector", volúmenes considerables de capitales
deben dedicarse a la investigación, a la puesta a punto y producción
de nueva tecnología, explotación de las "canteras", circulación y dis-
tribución de las nuevas fuentes de energía, etc. En resumen "relan-
zar", al menos en parte, la acumulación de capital, que tanto lo nece-
sita208.
Podríamos seguir en esta dirección hablando, por ejemplo, de la
"elección nuclear" hecha por Francia. No tendríamos grandes difi-
cultades en mostrar que, más allá de la cuestión puramente energéti-
ca, la "elección nuclear" se ha hecho ante todo con la esperanza de
que asegure el crecimiento de cierto número de sectores "pesados"
de la economía francesa, de los que cabe preguntarse —sin esta "in-
yección"- dónde encontrarían con qué alimentar su actividad a sufi-
ciente nivel.
Con estos ejemplos solo queremos indicar (una demostración exige
un campo de análisis con diferente organización) que, en algunas
manifestaciones de la actual crisis, sobre todo en la "superacumula-
ción" de mercancías (pienso, por ejemplo, en los stocks de automóvi-
les o químicos), lo que está en juego son algunos aspectos del modelo
de acumulación de capital vigente desde la guerra.
En particular, lo que está en el origen de los actuales fenómenos de
superacumulación son las grandes innovaciones y las grandes modifi-

A condición de que no se manifiesten obstáculos financieros demasiado


208

importantes.

177
caciones del proceso de trabajo integrantes de lo que se ha llamado
revolución científico-técnica. Dicho de otra forma, no solo la ciencia
no ha modificado en nada las condiciones de funcionamiento del ca-
pital y de la ley del valor, sino que incluso podemos afirmar que la
extraordinaria acumulación de mercancías que ha acompañado su
penetración en algunos sectores de la producción social se presenta
hoy como una de las causas de la crisis.
La contradicción es que, por un lado, los grandes conjuntos mecá-
nicos automatizados e informatizados requieren para su valorización
la producción a gran escala. Y que, por otro, con la disminución de
los salarios "reales", el paro y el recrudecimiento de la competencia
intercapitalista, estas grandes masas de mercancías no llegan a reali-
zarse. De aquí también el alza de los precios de producción y venta
(continua, por ejemplo, en el automóvil, aunque disminuyan las ven-
tas) para retardar la caída de la tasa de beneficio; cuando las inver-
siones en capital fijo se realizan en menor número de productos con-
tribuyen a encarecerlos (cf., los tres primeros apartados que descri-
ben este proceso).
Por supuesto, de aquí no se puede deducir la catástrofe inminente,
prever el alcance de la crisis supone un análisis de cuyos elementos
no disponemos. Solamente queríamos mostrar, al final de este capí-
tulo dedicado al análisis de la relación entre "progreso" técnico y ca-
pital, cómo las grandes innovaciones que hemos descrito hablando
de la RCT, mantienen una estrecha relación con las modalidades de
la actual crisis. Esto, por si era necesario recordar a los defensores de
la RCT y de la "sociedad postindustrial" cómo las modificaciones de
algunas de las bases técnicas del capitalismo —incluso las originadas
por la ciencia— pueden, en determinadas circunstancias, contribuir a
imprimir a la crisis capitalista un carácter más agudo, en lugar de,
como se pretende a menudo, hacerla imposible
Finalmente, hay todo tipo de razones para pensar que la puesta en
funcionamiento "de los recursos y posibilidades de la RCT209" para
hacer frente a la crisis, sólo puede consistir en una reasignación de la
acumulación capitalista. En este caso, la crisis desembocaría solo en

La expresión es de Herzog en un artículo de Le monde de Junio de 1975,


209

dedicado al análisis de la crisis y a las medidas a tomar para combatirla.


178
modalidades diferentes de la reestructuración del capital actualmen-
te en marcha. Tanto es así, que el recurso a la RCT (en sus diferentes
variedades) solo tiene significación en un proyecto de "gestión" del
capitalismo.

179
PARA TERMINAR: PROGRESO TÉCNICO Y/O PROGRESO
DE LAS TÉCNICAS CAPITALISTAS DE PRODUCCIÓN

"¡Esa no era su finalidad! "

A la pregunta de J. S. Mill que se interroga sobre "...si los inventos


mecánicos logrados hasta ahora han suavizado la labor cotidiana de
un ser humano cualquiera", Marx da esta respuesta en forma de
boutade: ¡esa no era su finalidad!" Luego, prosigue y explica:
"Como cualquier desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, el
empleo capitalista de máquinas solo tiende a disminuir los precios
de la mercancía, a reducir la parte de la jornada de trabajo en la que
el obrero trabaja para sí mismo, a fin de alargar la otra, en la que so-
lo trabaja para el capitalista." (El capital t.2, p. 58, Editions sociales).
Vamos a fijarnos un momento en esta boutade y esta respuesta.
Porque en ella encontramos, en forma concentrada, al término de
nuestra investigación, lo que de específico —y no reducible a cual-
quier otro análisis de la economía política— tienen las tesis marxis-
tas relativas a la técnica.
¿Qué dice este texto?
1. Dice, en primer lugar y explícitamente, que tanto la ciencia
"como cualquier aplicación tecnológica de ésta, sólo puede conside-
rara desde el punto de vista "económico" como desarrollo de la fuer-
za productiva del trabajo vivo. Dicho de otra forma, que "todo progreso
técnico" solo puede considerarse en relación al concepto de producti-
vidad del trabajo.
—Pero esto no es más que el comienzo porque este texto dice, en
segundo lugar, que el empleo de máquinas —y por tanto la producti-
vidad del trabajo— en las condiciones capitalistas de su empleo, solo
sirven para prolongar el tiempo de plustrabajo a costa del tiempo
que el obrero dedica a trabajar "para sí mismo", es decir, para re-
constituir su fuerza de trabajo. Es decir, imposible más claro, que la
cuestión de la técnica y de su "progreso", en las condiciones capita-
listas de su "empleo", no puede y no debe ser tratada sino desde el
punto de vista del capital que la utiliza, ante todo y sobre todo, co-
mo uno de los elementos de la relación de explotación que liga a capi-
talistas y obreros.
180
Por ello, las modificaciones en las técnicas de producción contri-
buyen (o al menos pueden contribuir)210 al crecimiento de la plusva-
lía relativa extraída. En este sentido, es posible hablar de la existencia
de un concepto de "progreso técnico" en Marx.
—Pero, y este es el tercer punto interesante de este pequeño texto,
las modificaciones en el tamaño relativo del tiempo de trabajo nece-
sario en relación al tiempo de plustrabajo, pueden resultar también
de la intensificación del trabajo, la cual, como sabemos, está relacio-
nada con el análisis de la producción de plusvalía absoluta. Los nume-
rosos ejemplos desarrollados a lo largo de este trabajo esperamos que
lo hayan mostrado suficientemente: tanto como una mayor eficacia
de la fuerza productiva .del trabajo, se busca en los "progresos" de la
técnica la sumisión del trabajador (individual o colectivo) a las con-
diciones de producción capitalista. Lo importante ahora es incre-
mentar, con la misma jornada de trabajo, el tiempo de trabajo real-
mente productivo. Esto no puede conseguirse sino reduciendo los
"poros" de la jornada de trabajo, las pausas y tiempos muertos. Sin
modificar la jornada de trabajo "legal", se "alarga" mediante el au-
mento de la intensidad del trabajo. Lo que conviene tener muy claro
es que con un mismo movimiento, el de modificación de las condi-
ciones "técnicas" de la producción, el capital realiza el doble objetivo
de incrementar la extorsión de plusvalía relativa y absoluta. Entre pa-
réntesis, podemos preguntarnos, con un cierto nivel de organización
de la resistencia obrera, cómo sería posible intensificar el trabajo sin
que esta intensificación se presente bajo apariencia "técnica", sin la
posibilidad de modificar las técnicas de producción.
En la línea de montaje, las dos formas del "empleo capitalista" de
máquinas coexisten perfectamente. Los sistemas mecánicos forma-
dos por cintas transportadoras, deslizadores,... etc. en la medida en
que permiten reducir las tareas de manutención (por la economía de
trabajo vivo) muestran claramente lo que se ha dado en llamar un
"progreso técnico". Pero el conjunto del sistema mecánico formado por
la cadena no busca solamente este "aligeramiento" de las tareas de

2101. Cuando estas modificaciones afectan a los sectores que producen me-
dios de subsistencia (cf. punto 5 capítulo 3).

181
manutención. Como hemos dicho, está concebido para asignar al
trabajador un puesto preciso, una actividad parcelada y repetitiva,
cuya duración, en el maquinismo, depende del transportador que
"pasa" con una cadencia regulada exteriormente permitiendo obte-
ner el máximo de actividades productivas posibles (y a veces más)
en la jornada de trabajo.
¿Quién puede poner en duda que es la intensificación del trabajo lo
que se busca (y obtiene) al mismo tiempo que el incremento de la
fuerza productiva del trabajo? Y sobre todo que es con dispositivos
"técnicos" corno se obtiene este resultado.
El "esa no era su finalidad" lanzado por Marx a J.S. Mili se aclara
de esta forma. Lo que Marx pone tranquilamente en ridículo es toda
una tradición de "fetichización" de la técnica. La que ve en la Ciencia
y sus Aplicaciones el reino del Progreso. De igual forma, Marx se
aparta de la manera en que la cuestión había sido planteada por la
Economía Política. La economía política equivale para Marx a decir
Ricardo. Digamos algunas palabras sobre la noción de progreso téc-
nico en Ricardo. La especificidad del análisis marxista de la técnica y
de su "progreso" aparecerá así más nítidamente.
2. Simplificando mucho y ciñéndonos a lo esencial, el concepto de
progreso técnico es definido —y esto nos parece el punto fuerte de
Ricardo— en relación con cierta forma de funcionamiento de la ley
del "valor-trabajo"
En efecto, se puede afirmar que —en Ricardo— hay progreso téc-
nico cuando una técnica B permite producir una mercancía M incor-
porando una cantidad de trabajo directo e indirecto menor que la reque-
rida para la producción de la misma mercancía M por medio de otra
técnica A.
Tres puntos son destacables en esta "definición" del progreso téc-
nico:
— Lo que toma en consideración es la cantidad total de trabajo gas-
tado según que se recurra a una u otra técnica. Total, es decir directo
más indirecto: el trabajo exigido para producir la técnica —A ó B—
debe añadirse al trabajo "directamente" gastado para producir la mer-
cancía M considerada.
— La cantidad de trabajo gastada se mide en horas de trabajo vivo

182
(trabajo que corresponde en Marx al trabajo "concreto")211 y relacio-
nado con una unidad de salario.
— Una de las mayores "dificultades" de esta definición (no resuel-
ta en los "Principies") es que, al no llegar Ricardo a distinguir con-
ceptualmente la diferencia entre trabajo y fuerza de trabajo, el crite-
rio utilizado para señalar un "progreso técnico" no permite distin-
guir entre las diferentes técnicas consideradas (en un momento da-
do):
—las que actúan intensificando el trabajo (es decir, permitiendo
obtener una mayor parte de plustrabajo en una misma jornada de
trabajo),
—de las que permiten realmente reducir el tiempo de trabajo nece-
sario (para la producción de la mercancía) sin "prolongar" la jornada
de trabajo.
Este es el punto débil de la definición de Ricardo. Impide total-
mente tener en cuenta la distinción entre intensificación del trabajo y
productividad por la caracterización misma del concepto de progre-
so técnico.
3. Podemos ahora volver a Marx y enunciar las diferencias,
— En primer lugar, contrariamente a Ricardo y por tanto a la eco-
nomía política, Marx hace funcionar el concepto de "progreso técni-
co" solo en el marco de la teoría de la explotación del trabajo asala-
riado en el que son pensadas y distinguidas, una de la otra, las no-
ciones de productividad y de intensidad del trabajo. Esta distinción
solo es posible partiendo de la previa, entre trabajo y fuerza de tra-
bajo212.
— A esto se debe que las modificaciones técnicas sean siempre
contempladas desde el punto de vista del capital. Solo hay "progreso" en
las técnicas de producción en la medida que permiten actuar sobre
211 Sabemos que el concepto de trabajo abstracto no se encuentra en Ri-
cardo.
212 En "nuevas Investigaciones sobre la producción de plusvalía", donde

Marx, tras haberlos distinguido, hace "funcionar en el mismo análisis los


conceptos de plusvalía absoluta y relativa, dice sobre su diferencia con
Ricardo: "Para él la jornada de trabajo no cambia nunca su duración, o el
trabajo su intensidad, de forma que la productividad del trabajo es el único
factor variable" {El Capital t. 2 pág. 194, Editions sociales).
183
la relación fundamental del modo capitalista de producción: tiempo
de trabajo necesario/tiempo de plustrabajo. Por ello es posible afir-
mar que —en Marx— todo "progreso" de las técnicas de producción
es ante todo "progreso" interno al capital, progreso de las técnicas capita-
listas de producción y de extorsión de plustrabajo.
— Finalmente, y es la tercera diferencia que señalaremos, al anali-
zar Marx el progreso de las técnicas capitalistas de extorsión de
plustrabajo en las condiciones de trabajo asalariado puede presentar
(en forma fragmentaria, ciertamente) un análisis de las técnicas ten-
dentes a asentar la dominación del capital sobre el proceso de trabajo.
Perfectamente significativa de este punto de vista es la lectura de la
historia del maquinismo de Ure y Babbage a la que procede. Allí
donde éstos no ven más que progreso en los dispositivos mecánicos (en
suma progreso del espíritu) Marx describe las técnicas utilizadas por
los fabricantes para incorporar el saber técnico en el maquinismo,
romper la capacidad negociadora de los tejedores y su "cuasi-
monopolio" del mercado de trabajo y para imponerles ritmos de tra-
bajo cada vez más rápidos (sobre este punto ver en particular el capí-
tulo 15 de El Capital).
Si bien se puede afirmar que la "huella" del concepto de progreso
técnico —tal como lo define la economía política— está muy presen-
te en Marx, a través del análisis que realiza de la productividad del tra-
bajo vivo, el "lugar" que el concepto ocupa en Marx y en la economía
política es radicalmente diferente. En ésta está en el centro de una
teoría del "crecimiento" pensada en forma ahistórica y acrítica; en
aquél es uno de los elementos de una teoría de la explotación del
trabajo asalariado y de la dominación del capital sobre el trabajo.
De esto se desprende que el concepto de "progreso técnico" es de
los que ocupan en Marx un lugar radicalmente diferente que en la
economía política.
Para lo que aquí nos ocupa, una de las consecuencias inmediatas
de esta "reestructuración" de la economía política afecta a los con-
ceptos de productividad e intensidad del trabajo. En Marx solamen-
te, esta distinción adquiere un status conceptual y de ella extraerá
todas las implicaciones teóricas tanto desde el punto de vista del vo-
lumen de valor como desde el punto de vista de la división de la
jornada de trabajo entre trabajo necesario y plustrabajo. Pero esta
184
distinción solo es útil desde un punto de vista puramente analítico.
Basarse en ella para realizar una especie de "clasificación" de las téc-
nicas (a la izquierda las que permiten incrementar la productividad
del trabajo, a la derecha las relativas a la intesificación del trabajo) es,
no solo imposible, sino que supone no comprender el fondo de lo que
es el análisis marxista de la técnica y de su "progreso" en el modo ca-
pitalista de producción. En otros términos, tan pronto como se in-
tenta excluir el hecho central de que las técnicas de producción solo
pueden ser comprendidas e interpretadas en las relaciones de clase bajo
las cuales son puestas en funcionamiento -y que éstas determinan su
"naturaleza" y el ritmo de su desarrollo— se pasa rápidamente del
terreno de la economía política al de la economía vulgar. Uno de los
avatares recientes de esta "incomprensión" de Marx (que tiene unas
razones y una historia que, como siempre en la tradición marxista,
hay que buscar del lado de la política y de la historia del movimiento
obrero) consiste en separar la "técnica" de su "mala" utilización por
el capital o, peor todavía, por los "monopolios"
Resumiendo, si el "progreso técnico" fuese analizado como progreso
de las técnicas capitalistas de producción, tal y como Marx nos invita a
hacerlo, muchos debates ganarían en claridad empezando por el de
la "neutralidad" de la ciencia y de la técnica y el correlativo, referen-
te a la "base material del socialismo".

185
SEGUNDO ENSAYO

FÁBRICAS Y UNIVERSIDADES DE FABRICA


EN CHINA DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN
CULTURAL

186
187
ADVERTENCIA

El texto que sigue es una especie de informe sobre una estancia de


tres semanas efectuada en China Popular, a lo largo del mes de abril
de 1975, con un grupo de 12 enseñantes.213 El objeto inicial de la in-
vestigación era la cuestión del "estatuto del saber" en China después
de la Revolución Cultural. ¿Cómo se producen los conocimientos
científicos y cómo circulan? ¿Cómo se tienen o retienen en conside-
ración los "saberes tradicionales", parciales y no sistematizados?
¿Cuáles son las relaciones que se establecen entre los "intelectuales"
—detentadores del "saber técnico"— y las "masas", simples obreros y
campesinos?
Una parte de este programa ha sido cumplida adecuadamente.
Pero, en un país que es —al menos dos veces— otro sistema social
(una vez Confucio, una vez dictadura del proletariado) y que se pare-
ce tan poco a las imágenes (de derecha o de izquierda) bajo las cuales
se le presenta generalmente, es necesario reajustar el objetivo para
tratar de comprender y no trasplantar cuestiones llegadas directa-
mente del barrio Latino (o casi).
Estas páginas están dedicadas al tema de la relación entre saber
técnico y organización del trabajo.
Este problema ha sido seleccionado (en última instancia) porque
creo que corresponde, a la vez, a una cuestión que se plantean los
mismos chinos — ¡y sobre la cual han acumulado una cierta expe-
riencia! — y a un problema que se plantea, cada vez más explícita-
mente, en las luchas obreras posteriores a Mayo. Sin embargo, a fin
de evitar una lectura un poco simplista y mecánica, querría, en la
primera parte, decir algunas palabras sobre el contexto teórico y po-
lítico en el cual se plantean esta cuestión los chinos. (Un lector apre-
213Este grupo, compuesto de enseñantes de diferentes disciplinas de cien-
cias sociales, estaba dirigido por Jean Chesnaux. Quiero expresar mi
agradecimiento a los miembros de este grupo y en particular a Jean
Chesneaux. No es necesario decir que muchas de las ideas expuestas en
este texto son fruto de reflexiones y discusiones; colectivas. La forma y el
orden en que están expuestas aquí son,evidentemente, responsabilidad
mía.

188
surado o poco familiarizado con las cuestiones llamadas "de la tran-
sición al socialismo" puede ahorrárselas).
La segunda parte aborda la cuestión del "lugar" del saber técnico
y del papel de los técnicos en dos aspectos:
—cuál es la significación —desde este punto de vista— de la revolu-
ción en la enseñanza superior, tal como puede desprenderse 6 años
después del IX Congreso del Partido Comunista Chino, que marca
una fecha importante de la Revolución Cultural;
—cómo esta revolución en la enseñanza contribuye a profundizar
en la revolucionarización de las relaciones de producción en las em-
presas industriales.
Es necesario hacer una precisión. Las experiencias relatadas son, a
menudo, consideradas (en la misma China) como experiencias "pun-
ta", particularmente avanzadas. Sin embargo, esto no debe limitar en
nada la importancia que es necesario atribuirles. Me he esforzado,
sobre todo, en demostrar como estas experiencias llevan en germen
una nueva política, cuyo aspecto fundamental es ligar la formación de
técnicos procedentes de las filas obreras y la organización del trabajo
industrial. La unidad de estos dos procesos viene exigida por el obje-
tivo de luchar contra la división del trabajo heredada del capitalis-
mo. Como tal, esta política, basada en nuevos principios, no puede es-
tudiarse de igual forma en China... que en Francia.
Una última consideración: hemos dicho que este texto es una "es-
pecie de informe". En efecto, se mezclan aquí discusiones con dife-
rentes responsables chinos y consideraciones de carácter "teórico",
que tratan de centrar y aclarar estas discusiones. Hemos preferido
esta forma a cualquier otra —a pesar de sus inconvenientes— por ser
la más adecuada para reflejar la forma en que, en la misma China,
funciona una cierta relación de la teoría y la práctica. Esta no es la
menos importante de las lecciones que hemos tenido el privilegio de
aprender.

189
1. EL CONTEXTO TEÓRICO Y POLÍTICO:
EL ESTUDIO DEL "DERECHO BURGUÉS"

1. La actual campaña de estudio de la dictadura del proletariado

Cuando apenas han transcurrido, podemos afirmar que los cuatro


primeros meses de 1975 quedarán marcados por un gran aconteci-
miento: el lanzamiento de una campaña política de suma importan-
cia. Los chinos la llaman campaña "de estudio de la dictadura del
proletariado". Como suele suceder, esta "campaña" viene de lejos.
En el transcurso del movimiento de crítica a Lin Piao y a Confucio
("Pi Lin-Pi Kong"214), que, en cierta forma, prosigue en los artículos
de la prensa nacional y en los editoriales (éstos últimos tiene como
función indicar la orientación general y promover las rectificaciones
y reajustes a la dirección del movimiento), se insistía sin cesar en la
necesidad de estudiar la teoría de la dictadura del proletariado. Ex-
plícitamente, estos artículos recomendaban la lectura y el estudio de
textos muy concretos; la Crítica del programa de Gotha de Marx, en
particular.
También durante este movimiento (Pi Lin-Pi Kong) ;apareció la di-
rectriz, con una significación y un alcance estratégicos, de formar
"amplios contingentes de obreros teóricos" Es decir —teniendo en
cuenta la significación de algunos de los elementos que preceden
inmediatamente el lanzamiento de la campaña de 1975 que sus "ba-

214Se impone una observación sobre el movimiento de Pi Lin-Pi Kong.


Aparte de algunas observaciones pertinentes aisladas, es necesario reco-
nocer que los intelectuales de Occidente no han llegado a comprender por
qué la crítica a Lin Piao se ha llevado paralelamente a la de Confucio y se
hace referencia a ella constantemente. Querría solamente señalar que no
se traía sino de buscar en la filosofía el origen y la base de las diferencias
políticas. Y que esta práctica es ya una sólida tradición marxista. ¿Hay que
recordar que Lenin para combatir a los emigrados agrupados en torno a
Bogdanov retrocedía a Kant y a Hume? . El mismo Marx recurre a llcgd
para romper con B. Bauer, M. Stirner... y toda la "Sagrada Familia". La
única diferencia está en que las posiciones ocupadas en nuestra cultura
por los Kant y los Hegel, lo están en China poi Confucio, Mencio, etc.

190
ses" estaban ya planteadas.
Sin embargo, poco después de la clausura de la 4a Asamblea Na-
cional Popular, se publica un nuevo editorial de "Renmin Ribao": "
Es necesario estudiar a fondo la teoría de la dictadura del proleta-
riado" (Pekín Informa del 17 de febrero de 1975) seguido inmedia-
tamente por tres artículos. La importancia de estos textos salta a la
vista. En China' nadie se engaña: se trata de un nuevo salto adelante
y de una nueva profundización, de lo que se ha llamado, de manera
impropia, una nueva "campaña", que prolonga el Pi Lin-Pi Kong in-
vitando al estudio y a la crítica de las nuevas vías.
El primero de los tres textos que hemos mencionado es una colec-
ción de citas de Marx, Engels y Lenin sobre la dictadura del proleta-
riado. Fechado el tres de marzo, puede ser considerado como una
especie de compendio de las principales tesis a estudiar y servirá de
referencia común a todos los que participen en el estudio.
El segundo texto, y tal vez el más importante, firmado por Yao
Wen-yuan lleva por título: "Sobre las bases sociales de la camarilla
antipartido de Lin Piao". En relación a los textos anteriores del mo-
vimiento Pi Lin-Pi Kong, introduce una serie de elementos nuevos.
El tercer texto: "De la dictadura integral sobre la burguesía" (Pekín
Informa del 7 de abril de 1975) firmado por Tchang Tchouen-kiao,
incribiéndose en la misma línea que el segundo, desarrolla y pro-
fundiza algunos puntos abordados por Yao Wen-Yuan.
Con estos tres textos disponemos, a la vez, de un primer balance
en profundidad de la significación de la linea Lin Piao y de las luchas
que se están desarrollando en el interior del P.C.Ch. tras el IX Congre-
so y, lo que es quizá más importante todavía, disponemos de los
principales elementos tenidos en cuenta por el PCCh para plantear
—en la fase actual de la revolución china—la cuestión de la transición
al comunismo. Por consiguiente, también estos textos, que se refieren
a todo lo que hemos podido ver y comprender a lo largo de nuestra
estancia en China, indican claramente la forma en que se plantea la
cuestión de la reducción de la separación entre trabajo manual y tra-
bajo intelectual. Por esta razón vamos a detenernos aquí un instante,
comenzando por comentar algunas palabras del texto que para
nuestro objetivo es el más importante, el de Yao Wen-yuan.
En algunos aspectos, este texto, central para todo el período que
191
estudiamos, es un primer balance de la campaña de crítica a Lin Piao,
lo que se llama en China la décima gran lucha entre las dos líneas en
el seno del PCCh. Pero no solo es esto. Podemos decir incluso, que su
principal esfuerzo recae sobre lo que aparece a la vez como una pro-
fundización de esta crítica y un relanzamiento de la crítica sobre
nuevas bases. Por eso este texto es como el punto de unión entre dos
momentos del movimiento de crítica.
Hasta el texto de Yao Wen-yuan, en lo esencial, los temas y prácti-
cas del "cuartel general" Lin Piao son explicados y analizados como
exponentes, en gran parte, de la "supervivencia" en la sociedad socia-
lista de tesis y prácticas "feudales". Se trata además, de una de las ra-
zones por las cuales la crítica a Lin Piao está ligada a la de Confucio.
Así, el editorial del 17 de febrero: "El movimiento de crítica a Lin
Piao y a Confucio ha desenmascarado profundamente la línea revi-
sionista, contra-revolucionaria de Lin Piao y su importante fuente ideo-
lógica: la doctrina de Confucio y de Mencio..." Sobre este vpunto, que
parecía ser uno de los fundamentales del Pi Lin-Pi Kong, no es sobre
el que más insiste el texto de Yao Wen-yuan. De entrada se propone
otro objetivo y lo enuncia claramente: "Cuales el carácter de clase de
gentes como Lin Piao" y, sobre todo, "de qué base social puede nacer
tal camarilla". Esta cuestión se presenta como decisiva, no sólo para
comprender y explicar el pasado, sino para en el futuro "crear gra-
dualmente las condiciones en las cuales la burguesía no podrá ni
existir, ni reformarse". En una palabra, se trata de comprender esta
"base social" para ir suprimiendo progresivamente el "terreno" —
palabra clave todavía en la campaña en curso donde una "nueva
camarilla revisionista" pudiera/ nacer y desarrollarse, hasta encon-
trarse en situación de proyectar apoderarse del poder supremo. La
cuestión es seria porque, insiste Yao Wen-yuan, la aparición de esta
línea (Lin Piao) "no constituye un fenómeno fortuito" y tiene "un pro-
fundo origen social de clase"... "La camarilla antipartido de Lin Piao
encarnaba los intereses de la burguesía y de los terratenientes derro-
tados. Esto es evidente"; en resumen, esta caracterización llena toda
la prensa china, y no es lo que el artículo de Yao Wen-yuan pretende
aportar de nuevo. Por el contrario, pone en guardia contra la repeti-
ción de fórmulas hechas: "Una comprensión tal de las cosas —
previene— no abarca aún el conjunto del problema". Porque, si bien
192
es cierto que la línea antipartido de Lin Piao encarnaba los intereses
de las'clases derrocadas, ante todo y sobre todo, podría decirse que
representaba las "esperanzas de los nuevos elementos burgueses en-
gendrados en la sociedad socialista", misma (!) nos atreveríamos a
añadir. Vemos como cambia la perspectiva habitual, y también como
Yao Wen-yuan indica claramente el aspecto principal: "Sobre este se-
gundo aspecto (los nuevos burgueses), es sobre el que debemos insis-
tir".
Llegado a este punto, Yao Wen-yuan hace un pequeño rodeo teó-
rico enunciando y comentando una tesis fundamental; tesis que está
en el centro de la campaña de estudio de la dictadura del proletaria-
do y que le da toda su significación. Vamos a detenernos aquí un
instante, porque se trata también de una de las "claves" para com-
prender la forma en que los chinos plantean la cuestión de la reduc-
ción de la diferencia trabajo intelectual/manual.

2. La persistencia del "derecho burgués" en la sociedad socialista y


sus efectos

El "derecho burgués" constituye la "base económica" donde pue-


den nacer y desarrollarse los "nuevos elementos burgueses". Esta es
la tesis. Un primer problema se plantea: ¿en qué consiste este "dere-
cho burgués"? Segundo problema, ¿por qué es necesario que en una
sociedad socialista subsista un derecho burgués? Las cosas se complican
más todavía cuando, prosiguiendo la lectura, se comprende que este
"derecho burgués" continúa existiendo durante todo el período de
transición, es decir, ¡probablemente varios siglos! La razón de esto es
que, como siempre sucede con las cuestiones de "derecho" si se las
enfoca desde un punto de vista teórico, no se trata de tribunales ni
de jueces ni, propiamente hablando, tampoco de "leyes", sino más
bien de relaciones de producción. Y esta es la razón por la cual el "dere-
cho burgués" —como cualquier otro derecho— en la medida en que
es "reflejo" y concentrado de otra cosa: las relaciones de producción,
continúa existiendo, produciendo sus efectos, sin que pueda ser eli-
minado. Dicho de otra forma, sólo con la "revolucionarización de las
relaciones de producción" y a medida que ésta progrese, será posible
reducir y después abolir el "derecho burgués". Porque, como recuer-
193
da Marx: "El derecho no puede ser nunca superior a la estructura
económica ni al desarrollo cultural de la sociedad a la que corresponde"
(Crítica al programa de Gotha, Ed. Pekin, pág. 15). Planteado esto,
podemos tratar de "remontarnos" hacia lo concreto. Puesto que el
"derecho burgués" no hace más que acompañar, o si se prefiere "re-
presentar", una cierta "estructura económica", ¿cuál es esta "estructu-
ra" en China? La respuesta nos la proporciona un pequeño texto iné-
dito de Mao Tsé-tung publicado con ocasión del lanzamiento de la
nueva "campaña":
"China es un país socialista. Antes de la Liberación, era casi capi-
talista. Actualmente, se practica aún un sistema de salarios con ocho
niveles (el principio "a cada uno según su trabajo") y el intercambio
monetario; esto no difiere apenas de la antigua sociedad. La diferen-
cia está en que el sistema de propiedad ha cambiado.
Nuestro país practica en el momento actual el sistema de merca-
do; el sistema de salarios no es igual, hay ocho niveles, etc. Todo esto
sólo puede reducirse bajo la dictadura del proletariado".
A poco que se examine, la respuesta a nuestra pregunta está con-
tenida en este texto. El punto central es el siguiente: "Nuestro país
practica en el momento actual el sistema de mercado". Cierto que "el
sistema de propiedad ha cambiado" -la propiedad privada está casi
abolida y ha sido reemplazada por la propiedad de todo el pueblo o
la propiedad colectiva- pero eso no ha hecho desaparecer el "dere-
cho burgués". Este, aunque limitado (volveremos sobre este punto),
continua existiendo en calidad de regulador de los intercambios y de la
distribución. Podemos resumir todo esto diciendo que mientras sub-
siste "el sistema de mercado", el derecho burgués no puede ser eli-
minado. ¿Qué significa esto? Y si subsiste el derecho burgués, ¿en
qué consiste la diferencia entre la sociedad socialista y la sociedad
burguesa? . He aquí la diferencia. En el fondo, se reduce a dos prin-
cipios, que son propios de la sociedad socialista y que sólo ella, pue-
de realizar y poner en práctica:
Primer principio: "El que no trabaje que no coma" (Lenin). Este prin-
cipio es propiamente socialista. En efecto, en la sociedad burguesa la
propiedad privada de los medios de producción permite al propieta-
rio apropiarse de una parte del trabajo social. Y es el sistema de pro-
piedad —y el Estado que lo garantiza (comprendiendo en él, por su-
194
puesto, la fuerza coactiva que monopoliza)— el que hace posible esta
extorsión que se realiza, como es bien sabido, con toda legalidad. Se
trata del modo de actuación y de la función principal del derecho
burgués en la sociedad burguesa. Es evidente que no es bajo esta
forma como tiene vigencia en la sociedad socialista.
Segundo principio: "A cada uno según su trabajo". Se trata del prin-
cipio que regula la distribución en una sociedad socialista. Señale-
mos, porque esto no deja de tener importancia, que Lenin da a este
mismo principio otra formulación. El emplea la fórmula: " A canti-
dad igual de trabajo, cantidad igual de productos". Cualquiera que
sea su formulación, este principio es también propiamente socialista.
En la sociedad burguesa, en efecto, no solamente los que no trabajan
pueden percibir -en virtud del derecho de propiedad- importantes
fracciones del producto social, que es producto del trabajo ajeno, sino
que además la distribución (tomando, para simplificar, el caso del sala-
rio) se rige tanto por reglas económicas —la cantidad de mercancías
necesarias para la reconstitución de la fuerza de trabajo— como por
consideraciones políticas: situación de la competencia entre los tra-
bajadores y capacidad de cada capa de trabajadores para negociar la
venta de su fuerza de trabajo por encima o por debajo de su valor.
Por encima de todo, en el orden jurídico, la compra de fuerza de tra-
bajo está regida por el contrato de trabajo, que es, como sabemos, per-
sonal. Todo esto ha sido recordado con el fin de demostrar el carác-
ter propiamente socialista del principio "A cada uno según su traba-
jo". Retendremos esto para enunciar las diferencias existentes entre
el "derecho burgués" en la sociedad burguesa y en la sociedad socia-
lista. Pasemos ahora a las similitudes. Nuestra pregunta —desde este
punto de vista— puede formularse de la manera siguiente:
—¿Cómo reflejan el derecho burgués los dos principios mencio-
nados más arriba como propiamente socialistas?
—Pregunta corolario de esta: ¿por qué no puede —siendo clara-
mente designado como burgués— ser suprimido! ("En la primera
etapa de la sociedad comunista —llamada normalmente "socialis-
mo"— el derecho "burgués" no es abolido completamente, sino so-
lamente en parte..." afirma Lenin; "Todo esto sólo puede reducirse ba-
jo la dictadura del proletariado" prosigue, a su vez, Mao Tsé-tung).
La respuesta a estas dos preguntas nos permitirá constantar que la
195
noción de "derecho burgués" es más complicada de lo que parece a
primera vista. El fondo de la dificultad reside en esto, cuya com-
prensión no es simple ni intuitiva: el derecho "igual" —es decir, el
que rige el principio socialista de la distribución— es también un
derecho burgués. Esto es lo que expone Marx con algún detalle en la
Crítica del programa de Gotha. Resumiendo los principales elementos
de su argumentación, obtenemos:

1. En la sociedad socialista, es decir, tal como sale de la sociedad


capitalista, la aplicación del principio "A cada uno según su trabajo"
equivale a hacer que: "El productor recibe individualmente... el
equivalente exacto de lo que ha dado a la sociedad". Y "lo que el
productor ha dado a la sociedad es su cuota individual de trabajo"
(pág. 13) "La sociedad, le entrega un bono consignando que ha ren-
dido tal o cual cantidad de trabajo... y con este bono saca de los de-
pósitos sociales de medios de consumo la parte equivalente a la can-
tidad de trabajo que rindió. La misma cantidad de trabajo que ha
dado a la sociedad bajo una forma, la recibe de ésta bajo otra forma
distinta" (pág., 14).
Este corto extracto contiene varias afirmaciones. Dice, en primer
lugar, que en la sociedad socialista es el tiempo de trabajo (Marx dice
"la cantidad de trabajo que ha dado...") lo que sirve de unidad de medi-
da en la distribución. Dice a continuación, en segundo lugar, que en el
fondo hay un simple "cambio de forma": la misma cantidad de tra-
bajo gastado en la producción es recuperado, por otro lado, en for-
ma de productos que incorporan la misma cantidad de trabajo so-
cial. Notemos de paso que este punto explica por qué "Actualmente
se practica aún... el intercambio monetario..." (Mao Tsé-tung). El di-
nero y el intercambio monetario son, en efecto, absolutamente nece-
sarios para ese "cambio de forma". Dicho de otro modo y añadién-
dole un elemento suplementario, es necesario admitir que:

2. "Se trata, evidentemente, del mismo principio que regula el in-


tercambio de mercancías (es decir, el de la sociedad burguesa—B.C.)
por cuanto este es intercambio de valores equivalentes" (pág. 14). Así,
prosigue Marx: "...en lo que se refiere a la distribución de estos (los
medios individuales de consumo) entre los distintos productores,
196
rige el mismo principio que en el intercambio de mercancías equivalentes:
se cambia una cantidad de trabajo, bajo una forma, por otra cantidad
igual de trabajo, bajo otra forma distinta" (pág. 14). Y Marx puede
concluir:

3. "El derecho igual (subrayado por él) sigue siendo aquí... el derecho
burgués (subrayado por él). De forma aparentemente paradójica,
Marx llega a formular esta tesis de que, aunque, y es necesario decir
también porque, la distribución se efectúa "según el trabajo", el de-
recho burgués continúa reinando. Brevemente, repartir igualitaria-
mente según el trabajo es todavía y siempre burgués. Marx precisa
aún más este punto, indicando: "Este derecho igual es un derecho
desigual para trabajo desigual. No reconoce ninguna distinción de
clase" (pág. 16). La única distinción que toma en consideración es la
relativa a la desigualdad de "aptitudes" y esto para contabilizar las
diferencias de rendimiento, y por ellas justificar los privilegios
¡dándoles una base "natural"! "En el fondo es, por tanto, como todo dere-
cho, un derecho basado en la desigualdad" (pág. 15). Esta es la última
palabra —o casi— de Marx. Decimos o casi: en efecto, Marx no per-
mite que nadie sino él mismo extraiga las últimas consecuencias de
lo que expone y, con toda lógica, afirma: "Para evitar todos estos in-
convenientes, el derecho no tendría que ser igual, sino desigual".
Hemos llegado casi al fin de nuestro pequeño "rodeo teórico".
Queda solo por precisar un último punto: por qué este derecho —del
que vemos ahora en qué sentido sigue siendo un derecho "bur-
gués"— no puede, durante todo el período de transición, ser más
que "limitado" pero no abolido. Tras los desarrollos dedicados al
análisis de las razones por las cuales continúa manifestándose, la res-
puesta es simple. Mientras subsistan las categorías de mercado, el
intercambio monetario, etc., dicho de otra forma, mientras se man-
tengan las relaciones de producción capitalista —y, por consiguien-
te, también el tipo de división del trabajo que les corresponde— las re-
laciones de distribución (que no son, repitámoslo, sino "el reverso"
de las relaciones de producción) sólo pueden estar marcadas por un
carácter burgués. Si precisamos a continuación que el tipo de derecho
"desigual", que prevalece con la aplicación del principio socialista "a
cada uno según su trabajo", es el derecho más "igual" posible, tene-
197
mos la respuesta a nuestra pregunta. Esta consiste en un desplaza-
miento. Reducir el derecho burgués supone, no una manipulación
jurídica, sino la "revolucionarización de las relaciones de producción"
y, en primer lugar, la reducción y abolición de la división del trabajo.
Marx afirma más explícitamente aún este último punto: "... cuan-
do haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los indivi-
duos a la división del trabajo y, con ella, la oposición entre el trabajo
intelectual y el trabajo manual... solo entonces podrá rebasarse to-
talmente el estrecho horizonte del derecho burgués". Una última
advertencia, este texto no es una página de literatura, se trata de una
tesis teórica central del período de transición y es tomada como tal
por los chinos. A partir del texto de Yao Wen-yuan (al menos) la
cuestión de la lucha entre las dos vías y las dos líneas se limita siem-
pre a la cuestión siguiente: nos esforzamos y queremos realmente
reducir el derecho burgués o, por el contrario, amparándonos tras
discursos "de izquierda" queremos dejar las cosas como están, es de-
cir, dejar de hecho (espontáneamente, por el libre juego de las cate-
gorías de mercado) ampliarse el derecho burgués y, por tanto, a la
larga, restaurar el capitalismo, aunque sea bajo una forma específica,
sin restauración de la propiedad privada. Todo este proceso es el que
los chinos simplifican en una fórmula, a menudo mal comprendida
por lo concentrada, diciendo que se trata de la "vía capitalista".
Una vez planteado esto, se pueden resumir los puntos abordados
a lo largo de este "rodeo teórico" y tratar de sacar algunas enseñan-
zas, desde el punto de vista de la división del trabajo, que es el único que
nos preocupa aquí. Se pueden agrupar los elementos reunidos en la
lectura de la Crítica del programa de Gotha en tres tesis.
Tesis núm. 1: El derecho "igual" —el que prevalece con la aplica-
ción del principio socialista "A cada uno según su trabajo"— sigue
siendo, en el fondo, un derecho burgués.
Sin embargo, en la sociedad de transición este derecho no puede
ser abolido, no puede ser sino reducido y limitado progresivamente.
Mejor aún, sólo en la medida en que progrese la "revolucionarización
de las relaciones de producción" —y podemos añadir que al mismo
ritmo que ella— el "derecho burgués" puede ser limitado. Esto es
cierto en la medida en que:
Tesis núm. 2: "El derecho no puede ser nunca superior a la estruc-
198
tura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad a la que co-
rresponde".
Esta segunda tesis permite comprender la afirmación de Lenin —
la cual es también una simple constatación tomada por Yao Wen-
yuan— serón la cual, estando caracterizada la sociedad de transición
como una economía de mercado, el "derecho burgués" se mantiene
"como regulador de la distribución y del intercambio". Notemos de
paso, en lo que concierne a la distribución, que tenemos aquí la ra-
zón por la cual "...el sistema de salarios no es igual; tiene ocho nive-
les..." (Mao Tsé-tung). En cuanto a las condiciones que deben reunirse
para que sea abolido el derecho burgués, están claramente indicadas
por Marx. Constituyen la
Tesis núm. 3: "En una fase superior de la sociedad comunista,
cuando haya desaparecido
—la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del tra-
bajo, y con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual;
—cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la pri-
mera necesidad vital;
—cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspec-
tos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno
los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse
definitivamente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la socie-
dad podrá escribir en su bandera: "De cada cual según sus capacida-
des, a cada cual según sus necesidades! " (Marx).
Detengámonos un instante en esta tesis. Precisemos que nos limi-
taremos al examen de la primera condición enunciada por Marx. (Hay
razones para pensar que esta primera condición es de hecho la prin-
cipal —es decir, que de su realización depende, en primer lugar, la
de las otras). Tomemos la tesis de Marx al pié de la letra. Dice esto:
"la abolición del derecho burgués presupone la abolición de... la divi-
sión del trabajo", en particular, el fin de la oposición entre el trabajo inte-
lectual y el trabajo manual. ¡Nada menos! Tratemos de profundizar en
este punto. Porque bajo esta forma lapidaria —es natural puesto que
se trata de una "tesis"— esta proposición no revela la lógica que la
sostiene. Por razones de comodidad, partiremos de un ejemplo
"simple". Sea, pues, el "sistema de salario con ocho niveles", conside-
rado hoy {en China) como una de las manifestaciones más flagrantes
199
de la existencia del "derecho burgués". ¿Por qué se mantiene un sis-
tema —desigual— de salarios con ocho niveles? . Dicho de otra for-
ma, ¿en qué se "basa" la existencia de estos ocho niveles? . Una larga
discusión con algunos responsables y miembros de un grupo de
obreros teóricos de la Fábrica de máquinas-herramientas núm. 1 de
Shangai nos ha permitido esclarecer un poco esta cuestión.

3. Discusión con "obreros teóricos" de Shangai: "derecho burgués",


sistema, desigual de salario y diferencia de competencia técnica

Primera serie de cuestiones: "¿Por qué un sistema de salario con ocho


niveles?¿Cuál es su origen? ".
"La aplicación de este sistema se remonta a la Liberación (1949).
Poco a poco, se fue extendiendo en las fábricas reconstruidas de
propiedad estatal. Hay otros sistemas de salarios, pero éste es el más
extendido. Ha sido concebido según el modelo del sistema de sala-
rios aplicado en la URSS. En un principio, en relación con la socie-
dad anterior a la Liberación, este sistema constituía un progreso. Hoy,
teniendo en cuenta el nivel de desarrollo económico y los éxitos al-
canzados en los terrenos político e ideológico, es necesario profun-
dizar la dictadura del proletariado y reformar este sistema. Además,
este sistema debe ser reformado porque es uno de los campos que
favorecen la restauración capitalista". (Recordemos que Mao Tsé-
tung índica que el sistema de salarios con ocho niveles es una de las
razones por las cuales "si gentes como Lin Piao se apoderaran del
poder, les sería fácil restaurar el capitalismo").
"¿Cómo y sobre qué bases se establecen los ocho niveles?"
"Varios criterios son tomados en consideración para definir los
ocho niveles:
—la edad del trabajador y su antigüedad en la fábrica;
—a duración del trabajo;
—la penosidad (esto explica el hecho, que es frecuente constatar
en las fábricas chinas, de que el salario de los obreros es superior al
de los empleados y, a veces, al de los cuadros); por último y sobre
todo, el nivel de competencia técnica del trabajador215. Este último crite-

215 También intervienen otros criterios. En este apartado ponemos de re-


200
rio —modulado por los precedentes— permite pasar de un nivel a
otro.
"Teóricamente, todo el mundo puede pasar progresivamente del
1o al 8o nivel, a medida que incrementa su competencia técnica y su
experiencia en el trabajo industrial. En la realidad esto no pasa. En
numerosas especialidades, en efecto, hay un tope en el 4o nivel, a
partir del cual un obrero no puede progresar en base a los conoci-
mientos que adquiere con la experiencia y la práctica". (Pienso que lo
que se nos quería indicar con esto —y confieso no haber tenido el
ánimo suficiente para plantear la cuestión— es que para beneficiarse
del 5o nivel y de los siguientes era necesario ser técnico, es decir, en la
mayor parte de los casos, haber seguido cursos de perfeccionamiento
"teórico'). Nuestros interlocutores insisten en este punto: el carácter
desigual del sistema de salarios puede ser combatido de diferentes
formas, pero la base de la desigualdad sigue siendo la diferencia de
competencia técnica y, también, es fundamentalmente ella la que es
necesario combatir y reducir. Por añadidura, este sistema "favorece"
entre los obreros la idea y la búsqueda del perfeccionamiento técni-
co individual, "justificado" en cierto modo por alcanzar el 8o nivel,
en detrimento de la cooperación, la ayuda mutua y la enseñanza re-
cíproca. Por esto, se comprende mejor que, si no se le presta aten-
ción, sea una base económica e ideológica de la restauración del capi-
talismo. Asimismo, como lo afirma Yao Wen-yuan, el terreno donde
pueden nacer y desarrollarse "nuevos elementos burgueses" engen-
drados en la sociedad socialista. Dicho esto, queda por plantear una
cuestión: una vez admitido el papel "regulador" de los diferentes cri-
terios tomados en consideración —y es a este nivel al que interviene
la política proletaria— ¿por qué se encuentra "tras" el sistema con
ocho niveles la diferencia de competencia técnica? .
En principio, podemos dar a esta cuestión una respuesta "contra-
ria". Recordar que este principio de distribución es provisional, im-

lieve intencionadamente el criterio de la diferencia de "competencias"


técnicas -dándole sin duda más importancia de la que tiene en realidad-
porque plantea directamente una serie de cuestiones esenciales de la so-
ciedad de transición.

201
puesto por "la estructura económica y el desarrollo cultural de la so-
ciedad a la que corresponde" (Marx). Tchang Tchouen-kiao indica el
objetivo estratégico, desde el punto de vista del comunismo:
"Mientras las comunas populares no tengan la cantidad suficiente
de productos para practicar la "comunidad de bienes" con las briga-
das y los equipos de producción, y mientras el sistema de propiedad
de todo el pueblo no disponga de una abundancia extraordinaria de
productos para aplicar entre nuestros 800 millones de habitantes el
principio de la distribución según las necesidades, no habrá más remedio
que conservar la producción de mercado, el intercambio por medio
del dinero y la distribución según el trabajo" (P.I. núm. 14, pág. 10).
En resumen, podemos pues decir que mientras no se hayan alcan-
zado las condiciones que permitan aplicar el principio comunista de
distribución "según las necesidades" —lo cual supone lógicamente
"una abundancia extraordinaria de bienes"—no se puede recurrir
más que al principio de distribución "según el trabajo".
Una vez planteado esto, podemos volver a nuestra cuestión: ¿por
qué la diferencia de competencia técnica está, en última instancia, en
la base de los 8 niveles, en el principio de distribución "según el tra-
bajo"? Para responder a esta cuestión es necesario destacar, en pri-
mer lugar, que en virtud del principio "A trabajo igual, salario
igual", el "derecho del productor es proporcional al trabajo que ha
rendido" {Critica del Programa de Gotha, pág. 14). Y recordar que "la
igualdad consiste aquí en el empleo del trabajo como unidad de medi-
da", lo que exige que se determine su duración, pero también su "in-
tensidad". Brevemente, desde el punto de vista de la ley del valor,
esto quiere decir que es necesario tener en cuenta que el "trabajo
compuesto es... un múltiplo del trabajo simple". Y que esto se "en-
cuentra de nuevo" en la distribución, por lo que el funcionamiento
de la ley del valor no ha sido totalmente abolido216. Esto no hace sino

216Hay que tener cuidado, sin embargo, de que este tipo de argumento no
sirva para justificar, y legitimar, desigualdades, en particular salariales.
Por su parte, los chinos insisten para que, desde ahora, estén presentes los
elementos del reparto "según las necesidades" y pasen a ser progresiva-
mente los principales. Un reciente texto publicado por la revista Théorie et
Politique (núm. 5, julio 1975) traducido por Joél Bel Lassen, y extraído de
202
confirmar la idea, ya expuesta, de que no se pueden abordar los pro-
blemas de la distribución —incluso en la sociedad socialista— inde-
pendientemente de la "distribución de las condiciones de producción"
(Marx, idem. p. 16). En la medida en que, en primer lugar, la compe-
tencia técnica es indispensable para el buen funcionamiento de las
unidades de producción; y en que en segundo lugar, esté (todavía) en
manos de un reducido número de expertos —apropiada de forma
privada, podríamos decir— constituye el tope con el que tropieza la
igualdad de salarios, y la base "oculta" de los ocho niveles. Mientras
el proceso de distribución de tareas y funciones siga siendo un pro-
ceso de tipo capitalista, que entraña un proceso de distribución del
"saber técnico" caracterizado por la apropiación de ese saber por una
minoría de expertos; y asimismo también, mientras subsista la sepa-
ración entre trabajo manual y trabajo intelectual, persistirá siempre
el "derecho burgués".
Dicho de otra forma, y con esto terminamos este punto: el medio
para crear gradualmente las condiciones para la supresión del "derecho
burgués" y del principio desigual de distribución "según el trabajo", consis-

una de las revistas más vivas de Shangai, Estudios y Críticas, es explícito


sobre este punto. Este texto afirma "Es lamentable que tras la muerte de
Lenin, la URSS haya abandonado progresivamente los principios de la Co-
muna de París sobre los salarios... En el terreno del reparto y de los salarios,
a causa de 1) la falta de experiencia; 2) el obstáculo que constituye un
pensamiento metafísico, (Stalin) benefició a los expertos en detrimento de las
masas, a la técnica en detrimento de la política, a los estímulos materiales en
detrimento del trabajo ideológico, a la lucha contra el igualitarismo en
detrimento de la lucha contra los privilegios. De ello resultó una aplicación
abusiva ya que no dialéctica, del principio: de cada uno según su capacidad, a
cada uno según su trabajo y un incremento constante de la diferencia en el
plano de las rentas individuales entre, por una parte, las masas populares
y, por otra, los intelectuales y los responsables del Partido... (el subrayado
es mió, B.C). El texto se presenta bajo forma de contribución al balance
del periodo staliniano, pero es evidente que estas observaciones van diri-
gidas a los chinos ocupados en la lucha contra el "derecho burgués". Hay
que destacar también que si en China se estudia el "derecho burgués" no
es para justificar el estado de cosas existente, uno para transformarlo en
sentido socialista.
203
te en la lucha contra la apropiación de la técnica por expertos, y la lucha co-
rrelativa por la abolición de la separación entre el trabajo intelectual y el tra-
bajo manual. Simplificando (mucho) podemos decir que cualquier
otro medio no es más que una "chapuza" jurídica sobre el enrejado o
abanico de salarios, y no se atacan las raíces que fundamentan y re-
producen la desigualdad. Entendámonos bien: esta "chapuza" es ne-
cesaria y es, incluso, uno de los contenidos permanentes en la lucha
de clases. Quiero solamente indicar que no puede haber eficacia du-
radera si no se acompaña de una revolucionarización de las relacio-
nes de producción, única que puede lograr las condiciones económi-
cas y políticas que aseguran la reducción de las desigualdades. Este
punto es, por otra parte, confirmado —creo— por nuestros interlocu-
tores de la Fábrica de máquinas-herramientas.
A la pregunta: ¿Cómo tratáis de reducir los efectos del derecho
burgués en lo que concierne al sistema de salarios? la respuesta fue
la siguiente:
"Este problema es uno de los que estudiamos prioritariamente en
este momento y al cual dedicamos mucha atención. El mejor ejem-
plo en este terreno lo suministra la Comuna de París que, en 1871, de-
dicó un enorme esfuerzo a limitar el derecho burgués. Las medidas
principales eran:
Los miembros dirigentes de la Comuna no debían tener un salario
superior al de los obreros.
Igualdad de salarios entre hombres y mujeres.
3) Los miembros dirigentes que tienen dos responsabilidades no
deben percibir una doble remuneración.
4) Es necesario reducir los salarios superiores y aumentar los más
bajos.
La Comuna de París responde a nuestras necesidades actuales. En
particular, en lo inmediato, es necesario ponerse en guardia para no
ampliar el abanico de salarios sino, al contrario, reducirlo aumen-
tando los salarios bajos". Pero, precisan inmediatamente, para conso-
lidar estas medidas e ir hacia adelante, es necesario luchar contra la
apropiación de la técnica por especialistas y combatir la división en-
tre trabajo manual y trabajo intelectual. Para conseguirlo "es necesa-
rio ampliar constantemente los conocimientos de los obreros; y ate-
nerse firmemente al sistema de la '''doble participación" (obreros en la
204
gestión y cuadros en la producción).
Tal es el contexto general en el que se plantea la cuestión de la dife-
rencia de competencia técnica entre trabajadores y grupos de trabajado-
res. Como vemos, la cuestión es examinada en profundidad por los
chinos y considerada en relación a las tareas de la transición al co-
munismo. Se pueden resumir muy brevemente las notas obtenidas
en tres proposiciones.
La cuestión de la diferencia de competencia técnica solo puede ser
comprendida en relación a la más general de la "separación" entre el
trabajo intelectual y el trabajo manual.
Esta "separación" es una de las tres grandes herencias de la socie-
dad burguesa. Su "reducción" es una de las grandes tareas históricas
de la transición al comunismo.
Luchar o no contra esta desviación, reducirla progresivamente es
decir, atacar las bases materiales e ideológicas en las que se basa— es,
en última instancia, seguir "la vía socialista" o "la vía capitalista". Esto
es, esforzarse o no en reducir progresivamente las condiciones que
aseguran la reproducción del derecho burgués.
Desde la caída de Lin Piao y el X Congreso del PCCh (la insistencia
de Yao Wen-yuan y Tchang Tchouen-kiao en este punto de vista es
claramente significativa) parece que el campo principal del enfrenta-
miento de clases lo consituye la cuestión de la lucha contra el "dere-
cho burgués" y sus manifestaciones. Uno de los puntos principales
que se debaten es precisamente el del "lugar" ocupado por la técnica
y los técnicos en un momento en el que, según parece, existe un con-
senso general en hacer de China (en 25 años) un gran país industrial.
Planteado esto, querría ahora presentar las características princi-
pales de la política llevada a cabo después de la GRCP para asegurar
la apropiación de la técnica por las masas obreras, prosiguiendo así
la revolucionarización de las relaciones de producción.

2. TÉCNICA, TÉCNICOS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO

Planteamiento del problema

De la investigación llevada a cabo en la primera parte, retendre-


mos, en primer lugar y ante todo, la idea de que una lucha verdadera
205
y consecuente por la abolición del derecho burgués (incluso en sus
manifestaciones relativas al sistema de salarios) exige la revoluciona-
rización de las "condiciones de producción", es decir, también de las
relaciones de producción. Esta revolucionarización de las relaciones
de producción exige, a su vez, que sea combatido y transformado, no
solo el sistema de relaciones sociales en el interior de las unidades de
producción, sino también todo lo que "en los orígenes" prepara las
diferentes categorías de trabajadores para ejercer tal o cual función;
y, por consiguiente, el sistema de enseñanza en particular. Precisemos
estos dos puntos.

1. Como demuestra el ejemplo del sistema de salarios, lo que en el


interior de la empresa asegura la persistencia del "derecho burgués", a
pesar de las limitaciones que se puedan alegar, es fundamentalmente
la "división del saber técnico" entre los diferentes miembros que con-
curren en la producción. Hay en la fábrica un "trabajador productivo
colectivo", pero todavía no un "trabajo asociado". En la fábrica capita-
lista —y es necesario partir de ella, incluso en China—, se parte de
una desigual división del saber; la cual se manifiesta en una particular
configuración del proceso de distribución de las tareas y de las funciones.
Bettelheim caracteriza este proceso como sigue:
"En la fábrica capitalista, la división entre el trabajo intelectual y el
trabajo manual se manifiesta por la distinción entre;
— el trabajo de producción directa asignado a los obreros.
—y el trabajo de los ingenieros y los técnicos que dirigen el proce-
so de producción y toman las decisiones en lo relativo a los cambios
en los procesos de trabajo, en las máquinas empleadas y en las reglas
técnicas" (Revolution culturelle et Organisation industrielle en Chi-
ne, Masperó, p. 89).

A lo que es necesario añadir, en lo que respecta al trabajo intelec-


tual, las tareas de gestión. Simplificando más aún, se puede decir que
están separados y opuestos:
—por un lado, el trabajo de fabricación asignado a los productores
directos.
—y por otro, el trabajo de concepción-gestión.
Si añadimos que "esta división coloca a los productores directos
206
en una posición subordinada en relación a los ingenieros y técnicos"
(Bettelheim, id., p. 89), obtenemos una precisión suplementaria, y
que completa la visión de conjunto que podemos tener del proceso
de distribución de tareas y funciones en las condiciones capitalistas,
diciendo que:
—de una parte, hay separación entre el trabajo intelectual y el tra-
bajo manual (separación fabricación/concepción-gestión);
—y de otra, hay oposición (relación "subordinada" dice Bettelheim)
entre el trabajo que se presenta como trabajo de dirección (comercial,
financiera o técnica) y el trabajo de pura ejecución.
Así se explica el hecho de que la separación (fabrica-
ción/concepción-gestión) esté recubierta por una oposición (ejecu-
ción/dirección). Por ello, vemos claramente que, si todo este sistema
no es modificado, la promoción de cuadros y técnicos "extraídos de
las filas obreras" no cambia en nada la situación. Lo que es necesario
modificar son las relaciones de producción, el sistema de "puestos" y
la división del trabajo en el interior de la unidad de producción con-
siderada. Y esto no se consigue reemplazando una burocracia por
otra —aunque sea de "izquierdas"—.

2. Una vez planteado esto, es necesario remontarse más hacia "los


orígenes", y ver la ligazón estrecha existente entre un sistema de re-
laciones de producción y las condiciones sociales que permiten su re-
producción. Especialmente, qué relaciones concretas mantienen el sis-
tema de formación de trabajadores con el sistema de "puestos" en las
unidades de producción, en la medida en que su función es de "cualifi-
car" —tanto desde el punto de vista técnico como ideológico— las
diferentes fracciones de la fuerza de trabajo que vendrán a ocupar
tal o cual "puesto" en la empresa. Por todas estas razones, vemos
claramente que la revolución en el sistema de formación y la revolu-
ción en las unidades de producción deben ser llevadas a cabo para-
lelamente, si no se quiere que se entorpezcan una a otra, en lugar de
apoyarse. El progreso de la edificación socialista lo requiere.

3. Establecido esto, querría reunir en la segunda parte de este ar-


tículo una serie de elementos representativos de la manera como se
plantea y llave a cabo la lucha contra la separación y oposición entre
207
el trabajo intelectual y el trabajo manual tras la GRCP. Veremos que
lo que se plantea, más allá del simple aprendizaje de la técnica por
las masas, es una cuestión bastante más difícil y complicada, puesto
que se trata nada menos que del ejercicio de la dictadura del proletaria-
do en el terreno de la técnica. Los chinos han enfocado este problema
desde varios lados. Me referiré aquí a dos:
—la revolución en el sistema de enseñanza y formación,
—la revolucionarización de las relaciones de producción en las unidades
de producción (Examinaremos solamente los elementos directamen-
te relacionados con la cuestión de la apropiación proletaria de la
técnica).

1. REVOLUCIÓN EN EL SISTEMA DE ENSEÑANZA: LAS


"UNIVERSIDADES DE FABRICA" Y LA LUCHA POR LA
APROPIACIÓN DE LA TÉCNICA POR LA CLASE OBRERA

1. La línea general

Tras la Revolución Cultural, las transformaciones efectuadas en el


sistema de enseñanza son objeto habitualmente de estudios y artícu-
los. De tal manera que acabamos por creer saber todo sobre este im-
portante aspecto y hemos dejado de prestarle la atención necesaria.
Si vuelvo sobre esta cuestión es porque tiene que ver con el tema que
nos ocupa; pero también porque me parece que su verdadera signifi-
cación política, tal como apareció 6 años después del IX Congreso, no ha si-
do todavía, en Francia al menos, verdaderamente comprendida. Y
esto, como veremos, se explica en gran parte por el hecho de que in-
cluso en China se han desarrollado luchas importantes sobre la sig-
nificación a dar a las directrices generales relativas a la evolución en
la enseñanza. Empecemos pues por el principio. En lo esencial es ne-
cesario remontarse a 1968. En efecto, 1968 es el año en el que tienen
lugar, al menos, dos acontecimientos decisivos y que estarán en el
centro de las luchas durante los años siguientes.
—El primero de estos acontecimientos consiste en la entrada de
grupos de propaganda obreros, primero en la Universidad politécnica
Tsing Hua de Pekín y, a continuación, en todos los establecimientos
de enseñanza superior de China. Al mismo tiempo que se empezó a
208
comprender que estos grupos de propaganda no habían venido so-
lamente para poner fin al fraccionamiento que paralizaba totalmente
la continuación del proceso de la revolución y que "estaban all í por
mucho tiempo", se publicó un importante editorial firmado por Yao
Wen-yuan y que lleva un título que anuncia claramente su conteni-
do: "La clase obrera debe dirigirlo todo". En este pequeño artículo
Yao Wen-yuan, que sabe de qué habla, afirma claramente:
"La entrada de equipos obreros de propaganda en el campo de la
enseñanza constituye un acontecimiento destinado a cambiar cielo y
tierra".
Por añadidura, este texto contiene una nueva directriz de Mao
Tsé-tung en un momento particularmente importante de la lucha en
la enseñanza. Mao, por su parte, no se anda por las ramas. Juzgúese:
"Para llevar a cabo la revolución proletaria en la enseñanza, es ne-
cesario que la clase obrera asuma la dirección, es necesario que las masas
obreras tomen parte en ella y realicen, con la cooperación de los comba-
tientes del EPL, la triple unión de elementos revolucionarios, que
comprenda también a los elementos activos de entre los estudiantes,
los enseñantes y los trabajadores de las escuelas que estén decididos
a conducir esta revolución hasta el fin. Los equipos obreros de propa-
ganda deberán quedarse durante mucho tiempo en las escuelas y participar
en todas las tareas de lucha-crítica-transformación. Además, debe-
rán dirigir siempre las escuelas..." (El subrayado es mío B.C.).
Lo más destacable —y que constituye verdaderamente un hecho
nuevo— es la idea de que para asegurar la dirección de la clase obre-
ra sobre la revolución en la enseñanza es necesario (entre otras con-
diciones, pero" esta es explícitamente señalada por Mao): "que las
masas obreras tomen parte en ella". Brevemente, la "entrada del pro-
letariado en la superestructura" es también la entrada en carne y
hueso de las mismas masas obreras. Este punto no parece haber sido
aceptado unánimemente, ya que Yao Wen-yuan se ve obligado a pre-
cisar: "Queremos liberarnos a nosotros mismos y no tenemos necesi-
dad de la participación de obreros que no dependen de la escuela",
dicen algunos. He aquí lo que dice la Decisión del Comité Central
del partido comunista chino sobre la GRCP: "Las masas no pueden
ser liberadas más que por ellas mismas". ¿Es que los obreros no es-
tán comprendidos entre las '"masas"? Y más adelante, para que las
209
cosas queden perfectamente claras, Yao Wen-yuan añade:
"Todos los que consideran a los obreros como fuerzas extrañas a
las "mismas" masas, son o bien provocadores, o bien elementos ex-
traños a la clase obrera y, por consiguiente, esta tiene toda la razón
para ejercer su dictadura sobre ellos. Hay intelectuales que se pro-
claman "revolucionarios proletarios"; pero cuando la clase obrera
toca los intereses de su pequeñito "reino independiente" resulta que
se oponen a los obreros".
Esto da una idea de las luchas que de entrada — ¡y qué entrada: la
de los obreros!— van a marcar la revolución en la enseñanza.
— El segundo acontecimiento está constituido por otra directriz
de Mao que viene a apoyar el trabajo de los equipos obreros de pro-
paganda (que se esfuerzan en volver a poner en marcha las universi-
dades) y marca la orientación general. Esta directriz, llamada del "21 de
julio", tiene vigencia permanente. Hela aquí:
"Las escuelas superiores son necesarias. Por ellas entiendo, sobre
todo, las escuelas politécnicas. Sin embargo, es necesario reducir la
duración de los estudios, llevar la revolución a la enseñanza, poner
la política proletaria en el puesto de mando y seguir la vía marcada
por la Fábrica de máquinas-herramientas de Shangai, es decir, for-
mar personal técnico extraído de las filas obreras. Los estudiantes
deben ser elegidos entre los obreros y campesinos que tengan expe-
riencia práctica; después de algunos años de estudios, volverán a la
práctica de la producción".
Como consecuencia de esta directriz, una de las medidas adopta-
das consistió en enviar a los jóvenes instruidos, al terminar su esco-
laridad secundaria, a pasar 2 ó 3 años en el campo. Esta medida ha
suscitado sin duda una viva oposición en diferentes medios conser-
vadores y no es casual que haya sido combatida por Lin Piao. En el
"Proyecto de trabajo 571" se puede leer de su pluma: "La instalación
de jóvenes en el campo vuelve a abrir campos de reeducación por el tra-
bajo". (Cito este documento según la versión publicada en la revista
Nueva China, núm. 16, de marzo de 1974. La parte subrayada es la
reproducida corrientemente en la prensa china). Y es este un punto
sobre el cual Yao Wen-yuan, 7 años después, vuelve a la carga. En su
texto de marzo de 1975, criticando a Lin Piao, escribe: "Perseverar o
no en la vía de la integración de los jóvenes intelectuales en el cam-
210
po con los obreros y campesinos, está en relación directa con la si-
guiente cuestión: la revolución en la enseñanza superior puede o no pro-
seguirse por la vía trazada por la Fábrica de máquinas-herramientas de
Shangai, es decir, que los estudiantes sean elegidos entre las filas
obreras y campesinas y vuelvan a ellas al terminar sus estudios". De
donde resulta que, en 1975, la lucha está tan viva como en 1968, y
que las "ciudades fortificadas" que se han construido los "expertos"
en el campo de la enseñanza solo .podrán tomarse al término de una
lucha prolongada, donde pueden producirse retrocesos de la izquier-
da. (Sobre este punto consultar especialmente un artículo de Nueva
China, núm. 17, "la crítica Pi Lin-Pi Kong" donde se expone, con al-
gún detalle, la manera en que una cierta restauración había comen-
zado a manifestarse en la enseñanza antes del comienzo del Pi Lin-
Pi Kong). Vemos, pues, que la revolución en la enseñanza —y parti-
cularmente en la enseñanza superior no se lleva a cabo sin dificulta-
des. La razón es, creo, que, como anunciaba Yao Wen-yuan en su ar-
tículo de 1968, ¡el fenómeno está destinado a cambiar "cielo y tierra"!
Una vez planteados estos elementos, querría formular tres observa-
ciones sobre el significado de las directrices relativas a la revolución
en la enseñanza superior. Tal vez entonces se advertirá que lo que es-
tá en juego va mucho más allá de lo que generalmente creemos.
Primera observación: Lo que se propone como "modelo" y como "lí-
nea" a seguir no es un centro superior, sino una fábrica. El texto (tan-
to de Mao como de Yao Wen-yuan) no dice: según el camino de la
universidad de Pekín, o de Shangai, sino de la Fábrica de máquinas-
herramientas de Shangai. Más allá de la prosa, incluida la ~de "iz-
quierda", a la que estamos acostumbrados sobre la GRCP, evalue-
mos seriamente lo que esto significa. Y la inversión tan completa que
supone la "vía" propuesta, en relación a todas las prácticas imagina-
bles de reforma de la enseñanza. "Revolución" en la enseñanza dicen
Mao y Yao Wen-yuan. Y no "reforma" como dicen otros textos.
Segunda observación: La caracterización más breve dada de la "vía
de la Fábrica de máquinas-herramientas"consiste en lo siguiente:
"...los estudiantes son elegidos en las filas obreras... y vuelven a ellas".
Ahora bien, es necesario señalar que los "jóvenes instruidos", que
forman todavía hoy lo esencial de los estudiantes de las universida-
des, no son obreros y campesinos, propiamente dichos. A lo sumo han
211
permanecido, en la mayoría217 de los casos, un período de 2 ó 3 años
en el campo. Creo que no se ha prestado la suficiente atención a este
punto, que incluso "la permanencia en el campo" no es sino una me-
dida, en cierta manera, conservadora.
Si relacionamos ahora estas dos observaciones con las luchas que
se desarrollaron desde 1968 sobre la forma de comprender y aplicar
las directrices centrales, llegaríamos a una nueva comprensión de la
revolución en la enseñanza.
Tercera observación: Podemos, en efecto, afirmar hoy que lo que está
en juego es el rechazo radical del antiguo sistema de enseñanza y la
reconstrucción de un sistema nuevo que, en todos sus aspectos
esenciales, tiene poco que ver con el antiguo sistema. He aquí por
qué los textos de Mao hablan de revolución en la enseñanza. Desde
este momento se empiezan a perfilar los grandes contornos del nue-
vo sistema. Desde el punto de vista estratégico, y en lo relativo a la en-
señanza superior, se desprenden dos características:
—debe ser organizada en torno a las fábricas y, como veremos, bajo
la dirección de los obreros;
—y reclutar sus estudiantes en las filas obreras.
Desde el punto de vista táctico, y para realizar este objetivo estra-
tégico, la revolución debe proseguirse siguiendo tres direcciones
principales.

1. Allí donde sea posible, establecer cuanto antes "universidades


de fábrica" según el modelo de la universidad 21 de julio de la Fá-
brica de máquinas-herramientas de Shangai.
2. Conservar aún los antiguos establecimientos de enseñanza supe-
rior, pero a) renovando profundamente su reclutamiento, permanen-
cia de jóvenes en el campo y designación de estudiantes por los

217Digo bien en la mayoría porque esto no sucede todavía en la totalidad


de los casos. Por otra parte, "recomendaciones" existen todavía como lo
testimonia un dazibao que denuncia la existencia de estudiantes, hijos de
cuadros, ingresados en la universidad por "la puerta falsa". Señal, si era
necesaria, de que "la gran revolución en marcha es indispensable y total-
mente oportuna para prevenir el revisionismo y consolidar la dictadura
del proletariado" (Mao).
212
campesinos; acogida permanente de grupos obreros y campesinos
para períodos de formación de duración variable según las necesida-
des y preocupaciones de estos grupos; b) revolución en los métodos
de enseñanza: partir de la práctica y de la experiencia acumulada
por los obreros, campesinos o jóvenes durante el trabajo productivo;
enseñanza llamada "de puertas abiertas": la universidad practica el
doble principio de "invitar" (a trabajadores de diferentes sectores y
niveles para aprender de ellos) y. "salir" (para investigar sobre el te-
rreno y aprender en la práctica).
3. Establecer una corriente permanente en profundidad con el res-
to de la sociedad, en particular con las unidades de producción. La
universidad es un lugar "abierto", una "base" al servicio de los traba-
jadores; y no un lugar cerrado donde se cultiva en invernadero una
pseudo "élite" técnica. Brevemente, y para utilizar una expresión chi-
na, la universidad debe formar los "continuadores de la revolución,
y no "eminencias académicas" de todas clases, agazapados tras la
"villa fortificada" de su saber, buenos solamente para ser los conti-
nuadores de... la burguesía.
Esto, repitámoslo, constituye la "línea general", y choca con una
oposición que, por disimularse bajo una apariencia a menudo "de
izquierda", no deja de ser menos extremadamente viva. Así, en la
universidad Beida de Pekín, un enseñante nos explicaba: "Tras la
caída de Lin Piao, algunos, bajo el pretexto de criticar su línea pre-
tendidamente "izquierdista", han atacado de hecho a la izquierda misma,
combatido las conquistas de la Revolución Cultural, y así —lo que consti-
tuía su plan— favorecido una cierta restauración del poder académi-
co. De esta forma han obstaculizado seriamente el desarrollo de la
revolución en la universidad. Solo con el desarrollo del movimiento
Pi Lin-Pi Kong la iniciativa ha vuelto a la izquierda; y la revolucio-
narización de la universidad solo ha tomado una vía correcta tras va-
rios meses".
La revolución en la enseñanza incluye, sin duda, numerosos as-
pectos. No se trata de exponerlos todos en los límites de este simple
artículo. Por consiguiente, querría atenerme en las próximas páginas
al examen de una sola cuestión: como se efectúa la apropiación de la
técnica por la clase obrera. Esta elección se explica por dos tipos de
consideraciones.
213
—Incluso en China, la capacidad de resolver progresivamente esta
cuestión se considera como una de las condiciones esenciales para el
mantenimiento y reforzamiento de la dictadura del proletariado.
Además, como se ha visto, esta cuestión, en la medida en que está
recubierta por el problema de la división del trabajo intelec-
tual/manual, es de las que sirven de fundamento a la existencia del
"derecho burgués" en la sociedad socialista.
— En Francia, y más generalmente en los países capitalistas desa-
rrollados, la ideología del experto y la competencia sirve de justifi-
cación no solamente a las clases dominantes, sino también a muchos
de los proyectos y programas "de izquierda".
Por consiguiente, la experiencia acumulada en este terreno por el
pueblo chino es de gran importancia. Más aún cuando no hay mu-
chas más, como es fácil adivinar ¡Sobre todo desarrolladas a esta es-
cala!

2. Una creación de la GRCP: las "universidades de fábrica"

A pesar de que habían sido intentadas diversas experiencias desde


1958, la creación de universidades de fábrica y, sobre todo, su exten-
sión, data de después de la Revolución Cultural. El punto central lo
constituye el intento, triunfante, de "formar técnicos salidos de las
filas obreras". Las otras modificaciones solo son resultados y conse-
cuencias de esta orientación central.

"formar técnicos procedentes de las filas obreras”

Es necesario, de entrada, señalar un punto: la formación de técni-


cos a partir de las filas obreras no tiene como objetivo asegurar la
promoción del personal obrero en el interior de la fábrica; o "desblo-
quear las carreras" de los obreros. La cuestión ha estado planteada
siempre en términos políticos, en términos de clase. Lo que está en
juego es otra cosa, es lo siguiente: ¿es posible, si o no, y por qué me-
dios, quebrar el monopolio de los "expertos" sobre el saber técnico, y
así quebrar el poder sobre el que se han asentado? Dicho de otro
modo, la cuestión es: cómo ejercer en el campo de la técnica la dictadura
del proletariado, es decir, el poder de la gran masa de simples trabaja-
214
dores productivos de fábrica. También (cf. parte I de este artículo)
asegurar ese poder en un proceso que conduzca gradualmente a la
supresión de todas las diferencias en el interior de la fábrica.
He aquí algunos ejemplos de las dificultades y de los fracasos su-
fridos. Desde 1958, a raíz de la gran movilización realizada en torno
al "Gran Salto", Mao Tsé-tung se esfuerza en suscitan un movimien-
to de lucha contra el sistema de enseñanza donde se ejerce "la domi-
nación de expertos burgueses". En lo esencial, esta directriz no sur-
tió efecto. Este "fracaso" es hoy atribuido a la línea Liu Shao Chi, que
en la época dominaba este sector. Sin embargo, donde se intentan
algunas experiencias, no son coronadas por el éxito. Así Yao Wen-
yuan, en el curso de una "charla" mantenida en 1971 con los princi-
pales responsables de Shangai para hacer el balance de la revolución
en la enseñanza y relanzarla, recuerda la experiencia de 1958. En es-
ta época se había intentado ya formar técnicos procedentes de las
filas obreras. El resultado no había sido satisfactorio porque, según
explica, los obreros-técnicos se comportaron después como vulgares
"expertos burgueses". La razón de esto reside en que se había puesto
el acento de manera casi exclusiva en la formación técnica, además
de que la organización del trabajo en las fábricas apenas había sido
modificada y los nuevos técnicos no hicieron más que ocupar el lugar
de los antiguos, o añadirse a ellos, sin que por consiguiente progre-
sara un ápice la revolucionarización de las relaciones de producción.
Todavía hoy, recuerdan los participantes en esta charla, una de las
dificultades a superar proviene de la ideología de numerosos obre-
ros que se consideran "revolucionarios de nacimiento", ven con mala
cara la unión teoría/práctica bajo pretexto de que "por lo que se re-
fiere a la práctica hemos hecho suficiente en el taller", manifestando
con ello una cierta incomprensión de los objetivos de la revolución
en marcha. Estos hechos son recordados con el fin de mostrar que
las cosas no son simples y necesitan una gran vigilancia para ser lle-
vadas a buen fin. La universidad 21 de Julio de la Fábrica de máqui-
nas-herramientas de Shangai, que hemos visitado, proporciona una
experiencia triunfante y es considerada por eso como "modelo" para
toda China.

"tomar por asalto los bastiones de la ciencia y de la técnica": el ejemplo de la


215
Fábrica de máquinas-herramientas de Shangai

Aquí la lucha "en el frente de la técnica" ha comenzado muy pron-


to, y los éxitos de hoy no "caen del cielo", han sido preparados por
numerosas iniciativas tomadas desde la Liberación. Para atenernos a
lo principal, es necesario distinguir al menos dos grandes periodos.
De 1953 a 1965, 250 obreros se forman para llegar a ser técnicos
(sobre un total de 600, o sea el 40 por ciento). Se utilizan varios mé-
todos:
a) En primer lugar se monta una "escuela amateur", donde, fuera
de las horas de trabajo, los obreros van a ejercitarse en montajes y
manipulaciones difíciles y, con la ayuda de técnicos y cuadros de la
fábrica, perfeccionarse en el estudio de tal o cual disciplina. Parece
que este sistema ha dado buenos resultados, puesto que todavía hoy
subsiste una escuela amateur del mismo tipo.
b) Un segundo método utilizado ha consistido en enviar obreros a
las oficinas técnicas de la fábrica. Allí, en directo, los toman a su car-
go técnicos formados y son vinculados a programas de estudios y de
investigación para la innovación técnica. Prolongando esta formación
con estudios complementarios, ayudados por técnicos ya formados,
progresan rápidamente para llegar a ser técnicos de pleno derecho.
c) El tercer método, más clásico, ha consistido en organizar in situ
cursillos de estudios para obreros, completados en caso necesario,
con cursos realizados en las diferentes escuelas técnicas del distrito
donde son enviados los obreros que lo necesitan.
Las cosas están así cuando en el año 1966 la Revolución Cultural
mica su auge. En esto, como en otros aspectos, va a entrañar pro-
fundos cambios. En el terreno que aquí nos ocupa, la formación de
los técnicos, podemos decir que el principal cambio operado ha con-
sistido en poner en pie un verdadero centro de enseñanza superior de
nuevo tipo: una "universidad de fábrica" que, siguiendo la directriz del
21 de julio de 1968, va a tener la importancia que sabemos en la re-
volución de la enseñanza. 3 elementos principales la caracterizan: el
reclutamiento, la naturaleza y las modalidades de la enseñanza y la
composición del "cuerpo de enseñantes".

216
a. El reclutamiento
En lo sucesivo, los estudiantes de la universidad 21 de julio (la
cual, precisémoslo, es administrada por la fábrica y depende de ella)
son todos elegidos entre los obreros de la fábrica o de otras fábricas
del mismo tipo. 3 promociones han sido ya reclutadas y formadas.
La primera abarcaba 52 obreros de la fábrica. La edad media era de
29 años, la antigüedad de 12 años. La segunda comprendía 98 obre-
ros (de ellos 58 de la misma fábrica y 40 de otras). La antigüedad
media y la edad media bajan: son, respectivamente, 8 y 27 años. La
tercera comprende 109 obreros, de ellos 60 de otras fábricas de
Shangai: edad media 26 años, antigüedad 7 años. No se crea, sin em-
bargo, que todos los problemas están resueltos. Así "algunos talleres
de la fábrica no parecen dispuestos a dejar los hombres que forman su
armazón. Tienen un espíritu particularista218 ". Vemos, pues, que la
lucha, tanto en este campo como en otros, prosigue. Pese a todo, los
progresos son considerables puesto que en el curso de la GRCP ha
sido barrido el absurdo sistema "uno por uno". La "combinación uno
por uno (un obrero sirve a un técnico)... significaba que "el papel del
ingeniero es servirse de su lengua, el del obrero de sus manos", que
"el papel del ingeniero es aportar ideas, el del obrero realizarlas"; en
suma, quedaba barrida la vieja concepción milenaria según la cual
"los que aportaban el esfuerzo mental eran los gobernantes, y los que
utilizaban sus manos los gobernados". Este texto muestra simultá-
neamente el vigor y la profundidad de la crítica desarrollada. Para
que el anterior estado de cosas no pueda reproducirse han sido to-
madas numerosas garantías, de las que las más importantes afectan
a la nueva concepción de la enseñanza.

b. Una enseñanza de nuevo tipo


Dos puntos, al menos, marcan la diferencia con el antiguo sistema.
Se trata de las materias enseñadas: y de las formas de funcionamien-
to de la unión entre la teoría y la práctica. Para comprender mejor su
alcance, creo que es necesario recordar que la enseñanza destinada a
los obreros no busca solamente convertirlos en técnicos competentes,

218Ver las "Charlas", ya citadas, en Luchemos por la creación de una universidad


científica y técnica moderna y socialista. Ed. Pekín, pág. 72.
217
sino que también, y ante todo, debe permitir el ejercicio de un nuevo
tipo de poder, proletario, en el campo de la gestión y de la investiga-
ción técnica. Con otras palabras, no se trata de reemplazar expertos
por expertos, sino de permitir, rompiendo el monopolio ejercido por
un puñado de "expertos", garantizar la democracia y la iniciativa de
las "masas" de la fábrica en todos los campos, Planteado esto, pase-
mos a las transformaciones.
—Las nuevas materias de estudio. Son establecidas a partir del pro-
grama general de la universidad: "Concepción y fabricación de má-
quinas rectificadoras de precisión". Los manuales "clásicos" de me-
cánica, dinámica, cinética, electricidad, etc., existen y, por supuesto,
están disponibles. Pero no se parte de ellos. Grupos mixtos obreros-
técnicos están encargados, a través de investigaciones y discusiones
con obreros veteranos y experimentados, de localizar y reunir en
"asignaturas" más o menos provisionales, conjuntos homogéneos de
datos y problemas. Lo importante aquí es que, de acuerdo con el pro-
grama general de la universidad, los problemas "teóricos" de concep-
ción no están separados de los "prácticos" de fabricación. Aquí, co-
mo en la universidad de fábrica de la mina de Keilwhan, se llega por
este método a concebir —aunque sea en germen— nuevas asignaturas
que obedecen a una taxonomía diferente de la tradicional heredada de Occi-
dente. Que nadie quiera ver en esto la consecuencia de una "chapuza/'
resultante de una concepción empirista o productivista del saber.
YaoWen-yuan, como dirigente político, pero también como filósofo
(su "formación" inicial) pone los puntos sobre las íes: "partir de la
práctica para redactar nuevas materias de estudio y establecer nuevas
asignaturas es una gran creación de la GRCP" (Charlas... p. 62). Inde-
pendientemente de este "resultado", cuya importancia puede medir
cada uno, se habrá notado también que "partir de la práctica" garan-
tiza adecuadamente la participación e iniciativa de los simples obre-
ros en las transformaciones en curso. Y, por tanto, también la posibi-
lidad de ejercer cierto control sobre los técnicos formados. Esto se
completa por:
—Las formas de funcionamiento de la unión teoría-práctica. En el anti-
guo sistema de formación, que prevalece en el conjunto de China
(como todavía hoy en Francia, por ejemplo) se creía inevitable pasar
por las tres etapas: 1. enseñanza básica; 2. enseñanza teórica com-
218
plementaria; 3. especialización. Estas tres fases son, a partir de aho-
ra, "fragmentadas" en 4 períodos. 1er Período: Resumen y estudios
de las primeras materias de enseñanza; se insiste sobre el estudio
teórico y las técnicas profesionales básicas; esto durante 8 ó 9 meses.
2o Período: "Aprende a hacer la guerra haciéndola". Los estudiantes
salen de la escuela y vuelven a los talleres. Son integrados en los
grupos existentes de "triple unión para la innovación técnica" y con-
tribuyen directamente al avance de los programas e investigaciones
en curso, e, incluso, —insisten nuestros interlocutores— en la fabrica-
ción. Durante este período los profesores continúan su enseñanza,
pero sobre el terreno y en función de las dificultades encontradas. El
3er período está consagrado a un nuevo salto en el conocimiento. De
nuevo estudio teórico para resolver los problemas difíciles dejados
en suspenso. Por fin, el 4o período está consagrado de nuevo a la
práctica. Pero a este nivel, los obreros-técnicos son capaces de anali-
zar los problemas de forma independiente. Participan en los trabajos
de concepción y fabricación de las máquinas más complejas.

c. El cuerpo de enseñantes
Ha sufrido modificaciones a medida de las transformaciones en
curso. Compuesto de 22 miembros permanentes, proviene de tres
fuentes: 8 son obreros y técnicos de la fábrica (2 obreros veteranos +
6 obreros-técnicos formados sobre el terreno); 4 provienen de las es-
cuelas técnicas de Shangai; y los 10 últimos son enseñantes de dife-
rentes universidades del Estado. Pero no hay que considerarlos co-
mo un cuerpo de enseñantes "profesionales". Constantemente se
añaden obreros experimentados o técnicos de la fábrica que vienen a
dar un curso, realizar una demostración, prevenir una dificultad o
un problema a resolver. Con esto se evita el peligro de un eventual
cierre del grupo en sí mismo, solicitando su participación en los tra-
bajos de la fábrica donde su "carácter de expertos" es controlado y
socializado. Así se han realizado grandes progresos. Juzgúese: "An-
tes, cantidad de investigadores anotaban en sus tarjetas datos técni-
cos que consideraban como una "pequeña reserva" personal Ahora, es-
tán reunidas en fascículos para distribuirlas a todos como documen-
tación". Sin duda, con este tipo de indicadores se miden la realidad e
importancia de las modificaciones en curso.
219
Quizá se comprende mejor ahora la distancia recorrida desde los
antiguos métodos. En la universidad Beida de Pekín, el antiguo sis-
tema se nos había presentado como caracterizado por "tres centros:
profesor, curso, libro". Estos tres centros llevaban a una enseñanza
"a puerta cerrada", en la penumbra de las ventanas cerradas y de un
impalpable saber, dulcemente escondido en las páginas de los libros.
El estudio se hacía "de noción en noción y de libro en libro, sin saber
cómo trabajan los obreros, cultivan los campesinos o cómo circulan
las mercancías". Resumiendo, la enseñanza basada en los tres cen-
tros llevaba a "tres separaciones". "Separación del trabajo, producti-
vo, de las masas obreras y campesinas y separación de la política
proletaria para la consolidación de la revolución". En pocas pala-
bras, la enseñanza era una enseñanza hecha por la burguesía para
formar sus continuadores. Estos, a la salida de la universidad, eran
promovidos a puestos de responsabilidad en los que tenían todo ti-
po de oportunidades de aportar —o consolidar—, no necesariamente
de forma consciente, las técnicas de gestión y de dirección burguesa.
A esto es a lo que los chinos llaman "la vía capitalista". ¿Están equi-
vocados?
Dicho esto, no hay que creer que las "universidades de fábrica" se
desarrollan por sí mismas. Como prueba veamos esta entrevista con
uno de nuestros guías de Shangai, en etapa de prácticas para apren-
der francés con nosotros y que, casualmente, se dedicaba precisa-
mente a la promoción... de universidades de fábrica.

La promoción de las universidades de fábrica en el municipio de Shangai.

A fin de apoyar el desarrollo de las universidades de fábrica, la


municipalidad de Shangai ha montado "oficinas". Mi interlocutor,
diplomado en la Universidad de Pekín, tras haber trabajado durante
tres años en una fábrica de maquinaria, ha sido destinado, desde su
creación, a una de estas oficinas: se trata en este caso de la "Oficina
de la construcción mecánica" vinculada al municipio de Shangai.
Creada en 1974, está formada por un grupo restringido de personas
y dotada de muy pocos medios materiales. Es decir que su función
es, ante todo, política. ¿Qué hay que entender por esto? "Nuestra ta-
rea —explica Siu— es promover universidades de fábrica, suscitar
220
su creación, ayudar a su puesta en funcionamiento y vigilar que to-
men buena orientación". ¿Cómo realizar prácticamente tales objeti-
vos? "Hemos procedido a un primer examen de las fábricas que de-
penden de nuestra oficina (las de construcción mecánica). Desde el
principio, nos pareció que cuarenta de ellas deberían poner en pie
universidades de fábrica".
"El principal método utilizado para suscitar su creación, consiste
en organizar sesiones de estudio con los cuadros de las fábricas afec-
tadas. Es frecuente encontrarse con una incomprensión de la impor-
tancia política de las universidades de fábrica y de su papel en el re-
forzamiento de la dictadura del proletariado. Algunos cuadros dicen
que la idea es interesante, pero que los problemas de la producción
para realizar el plan son demasiado pesados para que puedan dedi-
carse también a tareas de formación. Otros creen comprender que la
formación de técnicos a partir de las filas obreras tiene por finalidad
formar técnicos de manera más económica, y no ven el contenido po-
lítico —de clase— de esta iniciativa. Otros reclaman medios suple-
mentarios, en particular profesores, y esto no es posible porque las
fábricas deben practicar el principio "contar con sus propias fuer-
zas". Ante esta situación, se organizan tantas sesiones como son nece-
sarias en las que se estudian en común los problemas.
"En particular, se estudian las directrices del presidente Mao rela-
tivas a la revolución en la enseñanza. Se pone el acento sobre el he-
cho de que esta revolución debe favorecer, ante todo, el ejercicio de
la dictadura del proletariado en el campo de la técnica y que este
punto debe guiar el trabajo de reforma". Siu insiste: "la lucha entre
las dos vías prosigue en el campo de la enseñanza" y comprendo que
las directrices de Mao han podido ser interpretadas en un sentido
reformista que es, precisamente, lo que Siu y sus camaradas intentan
combatir con el estudio. Siu prosigue: "Cuando las cosas están más
claras y los cuadros han comprendido la importancia de crear uni-
versidades de fábrica, se organizan reuniones a diferentes niveles, a
fin de movilizar a los obreros y poner en sus manos y bajo su control
la puesta en marcha de las universidades de fábrica". Aquí Siu cam-
bia de tono para contarme algunas de las experiencias acumuladas a
lo largo de este trabajo. "En general, los obreros se entusiasman con
el anuncio de la creación de una universidad que será la suya. Cuan-
221
do todavía los cuadros están ceñudos por las dificultades del plan o
la falta de medios, vemos a los obreros veteranos declarar que están
dispuestos a trabajar más, a hacer el trabajo de los jóvenes para que
éstos puedan ir a la universidad. Cada cual trae de su casa mesas,
papel y toda clase de materiales para comenzar sin tardanza la cons-
trucción dé la "escuela". En este país de ritos, que todavía es China,
los obreros proceden de forma simbólica a poner la primera piedra,
como para tomar una opción cara al futuro y hacer imposible la
vuelta atrás y el abandono del proyecto. "Una vez que las masas se
apropian así del tema, las reticencias de los cuadros son vencidas y
las dificultades pueden resolverse una a una. Nuestra tarea consiste
entonces en ayudar a la fábrica a encontrar los profesores necesarios.
Para hacerlo, organizamos encuentros entre las diferentes fábricas,
que ponen así en común sus experiencias y sus medios, tal fábrica
proporciona para la enseñanza dos técnicos mecánicos, tal otra dos
electricistas, etc., hasta formar el cuerpo completo de enseñantes.
Además de estos intercambios, si es preciso, los ponemos en rela-
ción con escuelas técnicas superiores y universidades que propor-
cionan el complemento de enseñantes o de material de experimenta-
ción". Este problema de los enseñantes se plantea, al parecer, con la
máxima agudeza en la "oficina" del camarada Siu, que ha puesto en
funcionamiento en 1975 una universidad de fábrica "central" —
concebida con los mismos principios que las locales— y cuya función
es formar obreros técnicos que sirvan principalmente de enseñantes
en las nuevas universidades de fábrica. "Sin embargo, no se detiene
el trabajo por esto. Periódicamente —o a petición suya— se organi-
zan reuniones de balance para asegurar que las universidades van
por buen camino. Nuestra tarea principal —concluye Siu— es dis-
cernir en cada etapa las "dos vías" que puede tomar la universidad y
movilizar a los obreros para luchar contra toda tendencia burocrática
o reformista que pueda manifestarse.
Una última precisión que ayuda a valorar las cosas: en 1974, había
en Shangai ¡240 universidades de fábrica!

Las universidades de fábrica y la enseñanza "a puertas abiertas"

Hasta ahora he hablado solamente de las universidades de fábrica


222
porque se trata de un fenómeno nuevo y también porque creo que la
revolución en la enseñanza toma en ellas todo su alcance. Sin embar-
go, es necesario decir algo de la revolución en los otros centros de
enseñanza para comprender la relación entre la promoción de uni-
versidades de fábrica y el resto del sistema formativo. Esta relación
está constituida por lo que los chinos llaman enseñanza "a puertas
abiertas", de la que ya hemos hablado. ¿En qué consiste? Con el fin
de combatir el sistema "burgués" de los tres centros y las tres separacio-
nes, se ha puesto en funcionamiento de forma sistemática una ense-
ñanza basada en la apertura hacia la sociedad y el estudio sobre el
terreno. El número de cursos puramente "teóricos" se ha reducido al
mínimo, lo esencial se hace en grupos de trabajo restringidos (una do-
cena de personas) que profundizan sus conocimientos, esforzándose
siempre en resolver problemas concretos. Para ello, se establecen las
oportunas relaciones de trabajo con fábricas, brigadas agrícolas y
diferentes oficinas comerciales, del plan, de higiene, etc. Se practica
el doble sistema de "invitar y salir". Como, por su parte, también las
universidades de fábrica practican este sistema, puede imaginarse el
giro que está tomando la enseñanza. Hay que señalar que cuando los
estudiantes llegan a una fábrica, no es sólo para "aprender de los
obreros", sino también para enseñar y unirse a los programas de in-
vestigación e innovación técnica. Resumiendo, se crea un verdadero
intercambio basado en el estudio en común de los problemas. Este
sistema vale tanto para las universidades técnicas y científicas como
para las de ciencias sociales. Veamos algunos ejemplos:
—La Facultad de Ciencias de Beida ha creado 7 fábricas y 27 talleres regi-
dos por ella. Además, está en relación con 65 fábricas de la ciudad. La
Sección de estudio de Seísmos de la Facultad de Física de la Tierra,
con ocasión de un temblor de tierra en Jaoning, se dirigió allí y, par-
ticipando en las operaciones de socorro, procedió al registro y estu-
dio de las últimas sacudidas. En general, se lleva el estudio teórico de
una disciplina en relación con una o varias fábricas que elaboran
productos-tipo, consecuencia de la aplicación de esa disciplina a la
producción. Los estudiantes se dirigen a las fábricas para participar
en el trabajo productivo y en las innovaciones técnicas.
—En las Secciones de Ciencias Sociales, la política es "tomar la sociedad
como fábrica" (los chinos dicen también como laboratorio). Asilos es-
223
tudiantes de economía, a continuación del lanzamiento de la cam-
paña de estudio del derecho burgués, marcharon al campo a realizar
un estudio sobre el mercado libre. Otros participan en la tarifación
con las oficinas del plan encargadas de estos problemas. Los estu-
diantes de letras clásicas estudian con los campesinos y obreros vete-
ranos el funcionamiento práctico de la ideología confunciana: lugar
y papel de la mujer, principios y modalidades de la educación de los
niños... etc. Los ejemplos son innumerables. En sentido inverso, nu-
merosos obreros y campesinos se dirigen a la universidad, bien para
seguir en ella periodos de estudio sobre temas determinados, bien en
pequeños grupos para estudiar, con los estudiantes y profesores, tal
o cual problema debatido en la fábrica.
La universidad pasa a ser así una especie de "base", una retaguar-
dia a disposición de obreros y campesinos y una especie de fábrica,
semillero de "técnicos de nuevo tipo". He aquí, simplificando, la ver-
dadera significación y contenido de la actual lucha por la revolución
en la enseñanza. Lo que está en juego, partiendo de la enseñanza y
de la formación, es, pues, el tema de la separación y oposición entre el
trabajo intelectual y el trabajo manual. El problema es abordado desde
todos los frentes: ¿quién está capacitado para ser "intelectual"? El
esfuerzo consiste, por una parte, en desplazar el centro de gravedad
de los "beneficiarios" hacia los obreros y campesinos (y no sólo hacia sus
hijos); y por otra parte, hacerlo de forma que los jóvenes que se bene-
fician no lo hagan sino tras un periodo de tres años entre obreros y
campesinos, periodo durante el cual tienen tiempo de reflexionar
sobre sus motivaciones, las verdaderas necesidades de China y —esto
no es lo menos importante— las condiciones de vida y de trabajo de
las masas chinas. Además, los campesinos tienen, por su parte,
tiempo suficiente para apreciar las cualidades de los jóvenes, su ca-
pacidad y su voluntad de integrarse con ellos para continuar la revo-
lución. Selección de clase, se dirá seguramente. La burguesía recluta
sus cuadros en el Instituto de Estudios Políticos, China recluta los
suyos en el campo. ¡Sin duda los criterios no son los mismos!
—El carácter de la enseñanza. El dispositivo puesto en marcha
(unión teoría-práctica partiendo de la práctica, búsqueda de nuevas
asignaturas, haciendo "subir a los obreros al pulpito" — ¡la fórmula
es china! —...) tiende, no sólo a la "valorización" del saber obrero y a
224
su toma en consideración integral, sino también a modificar profun-
damente la formación del "intelectual", para hacerlo un trabajador
del mismo tipo que los otros, que su "saber" no esté al abrigo y por
encima de la gran masa de trabajadores de su unidad de produc-
ción.
Así, se esfuerzan en un trabajo en profundidad y de larga dura-
ción tendente a disminuir progresivamente la diferencia entre traba-
jo manual y trabajo intelectual. Sin embargo, todas las garantías to-
madas en materia de formación, que acabamos de resumir breve-
mente, son sólo un aspecto del gran plan estratégico puesto en mar-
cha para reducir las "tres separaciones". Porque, como hemos dicho,
es el momento de recordar que si la revolución del sistema formativo
no se acompaña de una revolución en las relaciones de producción y
en la división del trabajo en el seno de las unidades de producción,
no hay duda de que estos esfuerzos están condenados al fracaso. Es-
te es el segundo aspecto, complementario del primero, y que vamos
a presentar ahora a grandes rasgos.

225
2. SOBRE ALGUNAS MODIFICACIONES EN LA
ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO INDUSTRIAL:
LA LUCHA POR LA REVOLUCIÓN ARIZACIÓN
DE LAS RELACIONES DE PRODUCCIÓN

1. Importancia del tema

Podemos formular la cuestión de forma simple diciendo que el


problema no consiste solamente en formar técnicos-obreros; sino,
como indica claramente Yao Wen-yuan, hacerlo de forma que la clase
obrera "ejerza su dirección en todo"; en particular en el campo de la
técnica, que es el que nos ocupa. Porque, sin duda, el cambio de ori-
gen social de los técnicos no garantiza, por sí solo, la continuación
de la revolución y el ejercicio de la dictadura del proletariado en el
campo de la técnica. También la resolución de esta dificultad es de
primera importancia, "dificultad" que también podemos llamar una
fuerte tentación... revisionista. Un ejemplo: En nuestros países ¿cuán-
tos antiguos obreros son ahora exhibidos como capataces, jefes de
equipo o jefes de taller? . Pensando en ellos ¿están en mejores o peo-
res condiciones de hacer aplicar y respetar la política patronal? . La
respuesta es clara: están en mejores condiciones de hacerla aplicar.
Por el conocimiento íntimo que tienen del trabajo industrial y de la
resistencia que la clase obrera puede oponerle. Taylor, el padre de la
OCT —la técnica de explotación más refinada— fue durante largos
años obrero y después capataz. Pienso que esto no es casual. Su co-
nocimiento del saber obrero le era indispensable para poner a punto el
"Scientific Management".
El problema aquí es que si la división del trabajo y el sistema de
lugares y funciones que le acompaña no son combatidos también,
por medios específicos, es grande el riesgo de haber ayudado a la
emergencia de esta "nueva burguesía" de la que habla Yao Wen-
yuan. Tanto más terrible en la medida en que su origen de clase es
"bueno" (obrero y campesino), su poder se basa, no en la propiedad
sino en su competencia y en que puede cobijarse y alimentarse de dis-
cursos sobre el "poder de los obreros y campesinos", "la necesidad de
mantener Indisciplina proletaria", etc. Sin duda el capitalismo restau-
rado bajo esta nueva forma es tan bueno como el capitalismo simple,
226
en su primera forma: el "nuestro".
Los chinos, muy conscientes del peligro, han abordado el problema
por varios lados. A través de lo que llaman revolucionarización de
las relaciones de producción, son adoptadas toda una serie de me-
didas muy concretas tomadas para combatir la división del trabajo y
evitar que se reconstituya una burguesía de nuevo tipo. Solo trataré
sus principales elementos. Son: a) la crítica "de los reglamentos irra-
cionales", b) los grupos de triple unión para la innovación técnica, c)
los grupos de gestión obrera, d) el sistema de las dos participacio-
nes.

2. La crítica de los reglamentos irracionales

Es difícil resumir lo que los chinos entienden por "reglamentos


irracionales". A lo largo de la Revolución Cultural el tema ha ido
apareciendo cada vez más frecuentemente hasta llegar a ser uno de
los principales contenidos de la lucha contra la línea revisionista en
las fábricas. De hecho, esta categoría ha servido un poco de cajón de
sastre... en el que cabe todo. Aquí, es el sistema de primas lo que es
considerado como un reglamento irracional en la medida en que, al
favorecer la competencia individual, es también fuente de despilfa-
rras. Allí, son las reglas de seguridad consideradas como irrisorias e
imposibles de respetar. Si pese a todo nos esforzamos en ordenar las
diferentes informaciones relacionadas con el tema, se nota que es
considerado reglamento irracional toda práctica que dificulta la inicia-
tiva de los obreros y tiende a reducirlos a la ejecución, siempre repeti-
da, de la misma tarea, excluyendo cualquier otra. En el fondo —y es
lo que subyace en estos reglamentos— lo que está en revisión es el
sistema de gestión de la fábrica por "expertos" y el "beneficio al
puesto de mando". Así, por ejemplo, los obreros de la Fábrica de
máquinas-herramientas de Shangai han criticado muy duramente
los métodos impuestos por los antiguos cuadros antes de la GRCP.
"Establecieron toda una serie de reglamentos y de sistemas para colocar a
los obreros bajo su empresa, imponerles restricciones y ejercer presión so-
bre ellos. La "Libreta del obrero productor" contenía, por sí sola, más
de 170 cláusulas que los obreros debían saber de memoria y aplicar
literalmente. Este tipo de cosas sólo podía ampliar el foso entre obre-
227
ros y técnicos". Por nuestra parte, en todos los sitios nos han sido
presentados los éxitos conseguidos por la puesta en marcha de los
grupos de triple unión para la innovación técnica en los que partici-
pan los obreros, como victorias contra los reglamentos irracionales
que tendían a impedir el desarrollo de la iniciativa obrera. Con Bet-
telheim, se les puede definir como: "la 'codificación' de una regla-
mentación del trabajo (impuesta anteriormente por directores de fá-
brica influenciados por el revisionismo) que "protegían" las relacio-
nes de producción burguesas y las formas capitalistas de la división
del trabajo en las empresas industriales: separación entre el trabajo
manual y el trabajo intelectual, entre las tareas de ejecución y las de
dirección, y la subordinación de los trabajadores directos a los técni-
cos, ingenieros, administradores, dirigentes, etc. (Bettelheim, op.cit
pág. 131). Dicho de otra forma, lo que los chinos llaman reglamentos
irracionales no es otra cosa, a fin de cuentas, que nuestra "Organización
Científica del Trabajo". Hemos visto como ésta, a partir de Taylor, se
ha ido constituyendo cada vez más en un gigantesco proceso de ex-
propiación del saber obrero y de confiscación de éste al servicio de
la burguesía. No resulta, pues, sorprendente constatar que la bús-
queda de la liberación de la iniciativa obrera en la producción vea, a su vez,
las reglas de la OCT como un obstáculo erigido, monumento a la "irraciona-
lidad", que es preciso barrer.
En las fábricas chinas la crítica de los reglamentos irracionales no
se ha hecho en un día y de una vez por todas. Hay que concebir su
desarrollo como un movimiento, como un proceso. A medida que se
dan las condiciones sociales y técnicas que permiten avanzar en el
sentido de suprimir la gran división y separación heredada del taylo-
rismo, la "codificación" —es decir, también las prácticas habituales—
se modifica. Lo que importa por encima de todo es que la codifica-
ción en vigor sea vista y designada explícitamente como "provisio-
nal" y, después, ser objeto constante de modificaciones. También que,
en ningún caso, pueda servir de pretexto para bloquear el desarrollo
de una iniciativa obrera tendente a combatir la organización del tra-
bajo heredada del taylorismo y del capitalismo. Sobre este punto de
vista es significativo que esta crítica, a lo largo de la Revolución Cul-
tural, fue sobre todo obra de los obreros, ¡y con razón! En los céle-
bres principios de la Carta de Anshan —considerada por Mao como
228
modelo de gestión— se precisa que es necesario "... promover mo-
vimientos de masas, y... criticar lo que de irracional tienen los regla-
mentos". Porque, no hay que engañarse al respecto, la elección es
entre una gestión llevada por un pequeño número de "expertos",
que dictan los reglamentos necesarios de acuerdo con su visión de
las cosas, y la movilización de los obreros para la resolución de las
dificultades que se presenten.
Finalmente, el último punto a considerar en relación con el movi-
miento de crítica de los reglamentos irracionales: la búsqueda de la
simplificación administrativa. En efecto, en la medida que los trabaja-
dores directos asumen cada vez más cuestiones relativas a la organi-
zación del trabajo y a la gestión, es posible aligerar la organización de
las oficinas. En la OCT no sólo son confiadas a los empleados las ta-
reas específicas de contabilidad, administración, etc., sino que tam-
bién toda la organización de los talleres está, de alguna forma, "redo-
blada". "Una persona piensa, un obrero hace algo" decía ya Taylor.
Ya hemos señalado que la puesta en marcha del taylorismo venía
acompañada de una inflación considerable del personal empleado en
las oficinas. Con la lucha por la supresión de las separaciones here-
dadas del capitalismo, pasa a ser posible reducir, en muy amplia
proporción, esta burocracia219. La simplificación administrativa ha
llegado, en algunos casos, a permitir reducir el personal empleado
en dos tercios.
Lo que está en juego en este momento es, como se habrá com-
prendido, la búsqueda sistemática de cierta fluidez en la organiza-
ción del trabajo a fin de prevenir la vuelta a una división estricta de
las tareas y funciones que, evidentemente, sólo iría en beneficio de
técnicos y cuadros. En cierta forma, se contribuye a crear las condicio-
nes para que los "nuevos técnicos" —aunque sean de origen obrero—
219Como consecuencia del despliegue de la iniciativa obrera, los departa-
mentos de métodos son especialmente reducidos. Así, M. de Montmollin
cuenta: "Los efectivos de los departamentos de estudios, de preparación del
trabajo, etc. parecen esqueléticos al observador occidental. Once técnicos en el
departamento "de tecnología de la producción" para una fábrica de géne-
ros de punto de 1.600 obreros. Diez en el "departamento de concepción"
para la zona núm. 5 del puerto de Shangai (3.200 personas)" en Le Monde
de 11 de marzo de 1975, "En Chine, une nouvelle morale industrielle".
229
no puedan encontrar el soporte ideológico-material en el que basar
un tipo de poder comparable al de los "expertos burgueses" critica-
dos. Esto también forma parte de la lucha contra el "derecho bur-
gués—".

3. Los grupos de "triple unión" para la innovación técnica

Estamos ante una de las realizaciones —logros de la Revolución


Cultural— a la que los chinos conceden mayor significación. De he-
cho, estos grupos son uno de los elementos centrales del dispositivo
tendente a favorecer la edificación económica —y, como recuerda Chou
En-lai: "China es un país pobre".— haciendo la revolución, es decir,
consolidando el poder de los obreros y luchando contra las antiguas
relaciones de producción. Para quien ha visitado China, la preocu-
pación de "Promover la revolución técnica" —como lo indica una de
las consignas centrales del periodo— es totalmente evidente. Hay
que convencerse de que China no es el paraíso ecológico-artesanal
soñado por algunos. La cuestión de la revolución técnica reviste para
China una gran importancia: fundamentalmente se busca la genera-
lización de la enseñanza secundaria —impartida solamente en algu-
nas provincias— y la mejora de las condiciones de vida de las masas,
el aumento de la ayuda a los países del tercer mundo, etc. Este punto
no admite discusión. Donde la cuestión llega a ser más interesante es
cuando se plantea (y se plantea) el hecho de saber cómo la inevitable
industrialización puede realizarse de una forma distinta a la nuestra
y no comprometer la construcción socialista propiamente dicha. La
constitución de grupos de "triple unión" para la innovación es una
de las respuestas aportadas por los chinos a esta cuestión. En lugar
de confiar las tareas de innovación y renovación técnica a un puñado
de técnicos expertos, ingenieros e investigadores profesionales, se
trata de colocarlas en manos y bajo control de los obreros. La tradi-
ción viene de lejos: "Vive el espíritu de los pobres" decía ya Mao
Tsé-tung durante la guerra civil. Sin embargo no hay "izquierdismo"
en esto, aquélla no se parece mucho a la China de hoy. La solución
elegida es la siguiente: en cada fábrica se ponen en marcha grupos
en los que colaboran obreros, técnicos y cuadros. En general hay en
cada fábrica varios grupos de este tipo. Si es posible, uno por taller
230
además del grupo central. Esta es la fórmula adoptada en la Fábrica
de camiones de Tsinan. El objetivo es vincular a los obreros a todos
los niveles de la revolución técnica. Selección de las innovaciones a
efectuar prioritariamente: en cada taller son recogidas las sugeren-
cias de los obreros sobre las modificaciones a introducir. Esto permite
que se hagan sugerencias, no sólo para mejorar las prestaciones técni-
co-económicas de las máquinas, sino también sobre todo lo referente
a la penosidad y las condiciones de trabajo. Los obreros que se ofre-
cen para contribuir a tal o cual innovación se integran en los grupos
de "triple unión". Fijación del programa concreto de innovaciones a reali-
zar prioritariamente: los representantes de cada taller lo debaten con la
sección del comité revolucionario encargado de promover la revolu-
ción técnica. Ejecución de los programas: en cada grupo se integran
obreros establemente, al menos hasta que el proyecto en curso esté
totalmente realizado, a veces durante varios proyectos.
Evidentemente, este es el esquema ideal. Tienen lugar fuertes lu-
chas para que la participación obrera sea efectiva a todos los niveles
porque, tal y como se nos ha indicado, en la medida que la presencia
de los obreros sea total o parcialmente "instrumentalizada", sirve de
una especie de "coartada" o garantía para programas fijados por la
dirección y ejecutados por los técnicos. Los obreros quedan relegados
pura y simplemente a tareas de ejecución en los grupos. Igualmente
sus sugerencias no son siempre tomadas en cuenta. Así, por ejem-
plo, los ya célebres dockers del Muelle núm. 5 de Shangai nos expli-
caron que uno de los reproches dirigidos a la dirección del muelle
antes de su dazibao, trataba precisamente sobre el hecho de que las
innovaciones pedidas para suavizar un trabajo particularmente pe-
noso, habían sido rechazadas por considerarlas demasiado costosas.
Sin embargo, como nos han hecho notar, la presencia de obreros en
los grupos de "triple unión" en cualquier caso, es mejor que "¡nada de
obreros! " Además, su presencia crea las condiciones para que se
desarrolle eficazmente la lucha por su participación efectiva. En este
sentido se puede decir que las innovaciones se hacen bajo su control,
incluso bajo su dirección, en la medida que se toma en considera-
ción, no el aspecto técnico sino el político de las cosas. Dicho esto hay
que añadir que, en la mayor parte de los casos, sus conocimientos
prácticos son uno de los elementos determinantes del éxito final y
231
permiten resolver muchas de las dificultades que encuentra el traba-
jo en los "planos". He aquí por qué Bettelheim puede escribir que la
revolución técnica en China no está ligada a la acumulación de capi-
tal —como lo está en el modo de producción capitalista— y no se ba-
sa sobre el capital "muerto", sino sobre la iniciativa de las masas. Por
esta razón, es claramente "un proceso de innovación y renovación"
de nuevo tipo que no profundiza las separaciones heredadas del ca-
pitalismo, sino que, por el contrario, contribuye a hacerlas desapare-
cer. Vemos de nuevo cómo las modificaciones en las relaciones de
trabajo y de producción en el interior de la empresa vienen a ampliar
y completar las relativas a la formación de técnicos. Estos dos mo-
vimientos contribuyen a consolidar la lucha por la apropiación de la
técnica por parte de la clase obrera y el ejercicio de su poder en un campo
considerado intocable por muchos.

4. El sistema de las "dos participaciones": los cuadros en la produc-


ción y los obreros en la gestión

Vamos a señalar una última práctica: el sistema de las "dos parti-


cipaciones". En virtud de este principio, todos los cuadros participan
periódicamente en el trabajo productivo. Digo productivo, no sola-
mente manual. Es decir que se integran en un equipo de producción
en un puesto dado y quedan, por tanto, sometidos, como los restan-
tes miembros del equipo, a los problemas cuantitativos y cualitati-
vos. De esta forma, no sólo se combate la tendencia a afrontar los
problemas de forma burocrática, sino que también los cuadros pue-
den verificar sobre el terreno la buena marcha de la fábrica, la validez
de los reglamentos en vigor y los progresos que todavía pueden rea-
lizarse. De igual forma, pueden comprobar en ellos mismos, llegado
el caso, los nefastos efectos de ciertas formas de organización del
trabajo o las penalidades de tal o cual puesto. También se espera de
su presencia en los talleres una mejor comprensión de los problemas
que se plantean y, si es preciso, una reapreciación de la significación
del trabajo manual. De esto resulta que las relaciones entre cuadros
y simples obreros, ligados por la colaboración en torno a las mismas
tareas en el taller, son de otro tipo que las que resultan del ejercicio
solitario y exclusivo del poder, lejos del ruido de los talleres. Por su-
232
puesto, estas medidas tienen un objetivo "ideológico": no separarse
de los simples obreros de la fábrica, pero el objetivo es también polí-
tico: el "saber" no autoriza a huir definitivamente fuera de los talleres
ni el ascenso a oficinas cada vez más elevadas y cálidamente enmo-
quetadas. Objetivo técnico también: se aprende tanto sobre el funcio-
namiento real de la fábrica, durante estos períodos, como estudian-
do dossiers en una oficina. ¡Quién se atreverá a negarlo! Seguramen-
te no los promotores de la enseñanza semi-alternada o los del grupo
"de unión e información Universidad-Industria". Si falta comunica-
ción en nuestra sociedad, se debe a otras causas.
La duración del periodo de trabajo productivo a seguir por los
cuadros, varía según las fábricas. Puede ir de 2 días por semana a
periodos ininterrumpidos de 3 ó 4 semanas al año. Otro principio
aplicado es el del "tercio". Es decir que siempre hay un tercio de los
cuadros de la fábrica dedicado a tareas productivas en los talleres.
En varias ocasiones, a lo largo de nuestras visitas, hemos podido ob-
servar aquí un jefe de taller, allí un ingeniero responsable de los ser-
vicios técnicos, trabajar en las mismas tareas que los simples obreros.
Sin duda, en algunos casos el sistema no está totalmente experimen-
tado y el periodo de trabajo productivo de los cuadros, acortado, es
una simple formalidad cumplida por éstos como quien se somete a
un ritual. Pero, incluso en estos casos, se reúnen las condiciones para
transformar el "rito" y darle toda su significación. De todas formas,
es poco probable que estas prácticas puedan desarrollarse sin que
los cuadros saquen lecciones de ellas, sea cual sea la seriedad con que
los llamados cuadros se tomen la política seguida en materia de ges-
tión.
La otra participación es la de los obreros en la gestión. Se concibe
que no pueda hacerse directamente (todavía). En la práctica, algunos
obreros, que gozan de la confianza de sus compañeros, son elegidos
o nombrados y forman un grupo que, periódicamente, realiza un
control de la gestión de la fábrica. Para hacerlo, se organizan reunio-
nes con los cuadros y los responsables de la gestión. Con anteriori-
dad han sido entregados al grupo de control toda clase de documen-
tos, a fin de que pueda adquirir un conocimiento suficiente de los
temas, e intervenir eficazmente.
Sobre este punto nos han hecho algunas precisiones. En efecto, en
233
nuestra visita a la Fábrica Textil núm. 2 de Pekín, pudimos ver una
gran pancarta colocada en uno de los edificios. Su inscripción, debi-
damente traducida, decía: "Bienvenido el grupo de control del traba-
jo de los directores y secretarios". Después, nuestro anfitrión nos di-
jo:
"Cada tres meses los obreros controlan el trabajo de los directores.
Los obreros que realizan este control son nombrados por el personal
de la fábrica. El sindicato prepara y organiza la verificación. Si la veri-
ficación descubre algo que no marcha, los obreros tienen el derecho y
el deber de criticar a los directivos. También pueden formular suge-
rencias para modificar o mejorar algunos métodos y prácticas". En la
medida en que, en lo esencial, el fondo de acumulación interior cu-
bre las principales prestaciones sociales (enfermedad, cantina, guar-
dería y, en algunos casos, vivienda, etc.) podemos estar seguros que
este control tiene pocas posibilidades de ser puramente formal. Por
supuesto, estos grupos deben dar cuenta a los obreros de los talleres
del resultado de su trabajo. En estas reuniones, no sólo se habla de
control en sentido estricto. También de una iniciación a los principios
utilizados en la gestión. Los directivos, en efecto, están obligados a
proporcionar las explicaciones necesarias, explicar la significación de
los diferentes documentos, contables o de lo que sea, que utilizan
normalmente. De esta forma, ese campo normalmente oscuro que es
el de la gestión, es cada vez más transparente. Y un nuevo "reducto
fortificado" de los expertos "cae" poco a poco en posesión pública.
También ayuda ampliamente a transformar las relaciones que se es-
tablecen ahora, en el campo de la gestión, entre los técnicos y los
simples obreros.
Podríamos seguir hablando del papel de los sindicatos, de los
grupos de bienestar, de los grupos de estudios técnicos o políticos de
toda clase y a todos los niveles, impulsados en los talleres por los
comités del Partido, etc. Tendríamos así una imagen más completa y
más exacta de la extraordinaria actividad que se desarrolla en las
fábricas y que no puede adivinarse en una simple visita a los talle-
res. No lo haremos por falta de lugar. Creemos que los tres ejemplos
que hemos desarrollado bastan para demostrar nuestro propósito.
Se trate de la gestión, del aprendizaje de la técnica ("grupos de triple
unión") o de organización y división del trabajo (crítica de los reglamen-
234
tos irracionales), nada se deja fuera del alcance y control de las "ma-
sas", como dicen los chinos. Múltiples grupos se ponen en marcha,
algunos de los cuales se recortan, de forma que siempre hay una au-
téntica movilización general sobre los asuntos de las fábricas. Esta mo-
vilización no excluye, por supuesto, la lucha. Más aún, forma parte
de ella, la alimenta y mantiene, con momentos de auge y de debili-
dad, momentos en que la iniciativa es de la izquierda y momentos
en los que, a causa de los errores y del desánimo, la "restauración"
triunfa.
Lo esencial es que se desarrolla un verdadero movimiento que tie-
ne como objetivo las grandes divisiones (concepción/ejecución, tra-
bajo manual/intelectual,...) heredadas del capitalismo. El resto es co-
sa del tiempo, de luchas y rectificaciones. Tal y como están las cosas,
es decir (en China también) en su comienzo, lo que importa ante to-
do es la puesta en funcionamiento de "dispositivos" que permitan
alcanzar unos objetivos que son, no lo olvidemos, los del comunismo.

235
CONCLUSIÓN

Una nueva relación entre la formación técnica y la organización


del trabajo industrial

Llegados a este punto, podemos intentar resumir lo que nos pare-


ce esencial de las nuevas prácticas de las que hemos intentado dar
cuenta. En el fondo, de lo que se trata es del establecimiento de un
nuevo conjunto de relaciones entre las modalidades de formación del per-
sonal técnico, por una parte, y las modificaciones habidas en materia de
organización del trabajo, por otra. Estos dos conjuntos de prácticas tie-
nen en común que son, de alguna forma, dos aspectos inseparables
de una misma política que tiende a la liquidación de la división ca-
pitalista del trabajo, y a la instauración de una organización del tra-
bajo de nuevo tipo. Estos dos tipos de prácticas no constituyen, en
última instancia, sino elementos de un proceso de revolucionarización de
las relaciones de producción. Esto puede resumirse en algunas proposi-
ciones.
1. Hemos caracterizado la fábrica capitalista como un espacio en
el que el proceso de reparto de tareas y funciones adquiere una con-
figuración particular. Dos elementos (al menos) son perfectamente
específicos en este proceso y permiten distinguir la forma capitalista
de este proceso de cualquier otra. Estos dos elementos son "una se-
paración" y "una oposición".
—La separación, totalmente realizada, es entre las tareas de concep-
ción y las de fabricación (Quiero precisar que hay que incluir en es-
tas últimas las tarcas repetitivas y parcializadas encomendadas a los
empleados).
—En cuanto a la oposición, está estrictamente delimitada por las
formas de la separación; que viene a envolverla y, de alguna forma,
la "redobla". Entre las tareas de concepción-gestión y las de fabrica-
ción hay, en efecto, una relación de autoridad, de dirigente a dirigi-
do. Las primeras consisten en tareas de dirección, las segundas en ta-
reas de simple ejecución (Para hablar estrictamente, hay que añadir
que esta oposición no es sino la "representación", en el espacio de la
fábrica, del antagonismo de clase que domina la formación social capi-
talista considerada en su conjunto).
236
Las formas peculiares de la relación entre esta separación y esta
oposición se definen y delimitan en cada ocasión por el estado de la
correlación de fuerzas entre clases, único que puede explicarlas. Po-
demos afirmar, sin embargo, que, en el modo de producción capita-
lista totalmente desarrollado, la coherencia del conjunto del "sistema
de lugares y funciones" está asegurada por cierto número de reglas
escritas y de "usos", que no son otra cosa que los de la OCT.
Este dispositivo es válido como principio de orden social (el exigi-
do por la producción de plusvalía y de valores de cambio) y como
principio "técnico" de organización del trabajo (para la producción de
valores de uso). Toda transgresión choca con un sistema disciplinario
que comienza en la fábrica (advertencias, sanciones, despidos...) y
acaba fuera de la fábrica con la policía de orden público y los proce-
sos judiciales. Aparece así nítidamente la estrecha relación entre la divi-
sión del trabajo en el interior de la empresa y los aparatos ideológico y repre-
sivo, en el modo capitalista de producción.
Planteado esto, podemos enunciar los diferentes "momentos" y
niveles del proceso de revolucionarización de las relaciones de pro-
ducción, tal y como resultan caracterizadas por los elementos reco-
gidos en este apartado.
2. La primera modificación que se percibe consiste en la puesta en
práctica de una disociación entre el ejercicio (por agentes concretos) de
las tareas de concepción-gestión y el ejercicio del poder. Habíamos indica-
do que en el MPC, las tareas de concepción-gestión son también
aquellas en las que se ejerce el poder (la dirección). Este proceso de di-
sociación no supone obligatoriamente (en una primera etapa) una
transformación de la división del trabajo. Puede acomodarse —
provisionalmente— al mantenimiento de la antigua separación entre
tareas de concepción-gestión y tareas de fabricación. Se requiere, a
este nivel, el mínimo de organización necesario para que el trabajo de
concepción-gestión pueda hacerse bajo control y dirección de los tra-
bajadores directos. Dos ejemplos bastarán para indicarlo.
—En lo relativo a los problemas de innovación técnica: los dockers del
Muelle núm. 5 no necesitaban contar entre ellos con alumnos de la
Escuela Politécnica o de la Universidad Central para imponer que la
investigación técnica se orientase, ante todo, a aligerar y facilitar el
trabajo más penoso de descarga. Del mismo modo, los obreros de la
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Fábrica Textil núm. 2 de Pekín, cuando tratan de obtener que se re-
duzca el ruido de las máquinas o la densidad del polvo del algodón.
¿Pueden decir lo mismo los dockers del Havre o los obreros de la
Rhóne-Poulenc Textil?
—En lo relativo a las tareas de gestión, el ejemplo desarrollado más
arriba de los grupos obreros de control es todavía más explícito. En
la fábrica en cuestión, la distinción entre las tareas de gestión y las
de fabricación no había (aún) desaparecido. Sin embargo, la puesta
en funcionamiento y existencia del grupo de control tiene la función
de introducir una ruptura (o "disociación") entre el ejercicio de las
tareas de gestión y el ejercicio del poder.
3. Pero lo que muestra también un rápido examen de la política
seguida por los chinos, es que la disociación instaurada entre tareas
de concepción-gestión y ejercicio del poder ("dirección") no puede
ser sino provisional. Para ser eficaz y duradera, es necesario que los
obreros sepan lo necesario en materia de técnica, al menos lo reque-
rido para que el control y dirección ejercido por ellos sean reales.
Dicho de otra forma —y para conservar el mismo lenguaje— pode-
mos afirmar que este proceso de disociación sólo tiene oportunidad
de llevarse a cabo, para llegar a una real "transferencia de poder", si
se acompaña de un proceso de apropiación del saber técnico por los obreros
y los trabajadores directos. Sólo con esta condición, las medidas de "di-
sociación" pueden ser consolidadas, y el poder de los "expertos"
transformarse en el de los obreros. Digo bien, el de los obreros y los
trabajadores directos, porque una solución que consistiera solamente
en hacer de algunos obreros nuevos expertos es precisamente lo que
rechazan los chinos y califican de revisionista. Por esto, el proceso
de apropiación de conocimientos y del saber técnico no puede con-
sistir en la pura y simple "formación" de nuevos técnicos "surgidos"
—como bien indica la fórmula— de las filas obreras. Algunos aspectos
de este proceso afectan al sistema de enseñanza y formación; pero
otros —absolutamente inseparables— deben afectar también a la divi-
sión del trabajo en la empresa y al sistema de lugares y funciones que
deriva de ella.
a) Afectan al sistema de formación y educación. No vamos a repetir
aquí todo lo que hemos desarrollado en el punto 1. Basta simple-
mente recordar que la revolución en la enseñanza tiene como nuevo
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centro de gravedad la fábrica misma. Se trate del reclutamiento de
los "estudiantes"; de las materias y programas de enseñanza; de las
formas de la enseñanza (modo de funcionamiento de la teoría-
práctica), o incluso de la composición de los "enseñantes". Por su-
puesto, esto es válido, ante todo, para las "universidades de fábrica,
pero lo es también para las universidades de "tipo clásico" y los cen-
tros de enseñanza secundaria (de los que no hemos hablado por falta
de espacio, pero a los que se aplican los mismos principios). Ya he-
mos señalado que lo que está en vanguardia para el conjunto de la
revolución en la enseñanza es la fábrica, y no la escuela. Sólo a con-
dición de re-centrase sobre la sociedad, y en particular sobre la fábri-
ca, la enseñanza puede ser realmente "revolucionarizada" y no sola-
mente reformada.
b) Afectan también, y sobre todo, a la división del trabajo en el interior
de la empresa. Los tres "ejemplos" que hemos examinado más arri-
ba: crítica de los reglamentos irracionales, grupos de "triple unión" y
grupos de gestión obrera, muestran claramente que lo que está en
juego es la disolución del proceso de reparto de tareas y funciones, tal
y como se hereda de la fábrica capitalista. De alguna forma, se trata
de suprimir la "base material" que constituye la antigua división del
trabajo, a fin de hacer imposible que los nuevos técnicos puedan lle-
gar a "colocarse" en los puestos de concepción y gestión y, con ello,
apropiarse de la dirección. Pero esta crítica en los hechos de la divi-
sión capitalista del trabajo no tiene sólo esta función "preventiva".
Cumple, al menos, otras dos "funciones" de alguna forma "positi-
vas". La primera es que, allí donde el capitalismo impone un proceso
de separación y parcelación de tareas, las modificaciones aportadas
tienden a restablecer la posibilidad de la iniciativa y de la coopera-
ción. Esto forma parte de la "vía china" en materia de desarrollo de
las fuerzas productivas. La segunda es que estas modificaciones apo-
yan la revolución en la enseñanza, son parte integrante de esta revo-
lución. La práctica del trabajo industrial pasa a ser lugar y espacio de ense-
ñanza. Los grupos de "triple unión" para la innovación técnica están
explícitamente concebidos para permitir también la formación de
técnicos en las filas obreras. El personal técnico ya formado, dedica-
do a tareas de producción en los talleres, es colocado, de esta forma,
bajo control de los obreros, movilizado y movilizable por ellos. La
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enseñanza se desarrolla así a través de la producción y deja de estar
relegada "allí", en el recinto de un aula "a puertas cerradas", como
muy bien dicen los chinos.
Así, el proceso de apropiación de conocimientos, que basa y per-
mite consolidar el poder de los obreros, reviste caracteres específicos,
el primero de los cuales es que no separa el aprendizaje teórico de la
práctica del trabajo productivo ni, porque esto no viene dado, de la
lucha de clases.
Sólo a este precio, el aprendizaje de la "técnica" por la clase obrera
permite —por lo mismo— avanzar en la edificación propiamente so-
cialista. Sin duda este punto no es el menos importante de los apren-
didos en la Revolución Cultural. Lo que está en juego, pura y sim-
plemente, es la cuestión de saber si, sí o no y cómo, la clase obrera
puede ejercer; el poder en el campo de la técnica. Su poder, es decir
también su capacidad, liberándose ella misma, de abolir las grandes
divisiones heredadas del capitalismo. Lo cual es, como se ve, ¡com-
pletamente diferente a la modificación del estatuto jurídico de la
empresa!

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