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Las reflexiones que vamos a compartir son relativas a la educación física en Argentina en
general y particularmente en nuestra provincia de Córdoba y son escritas desde la absoluta
libertad en al acto de pensar pretendiendo, vale la pena aclararlo, que también induzcan al
desarrollo de actitudes críticas libres. No solicitamos estar de acuerdo o en desacuerdo con
ellas, sino instar a la reflexión acerca dePROBLEMAS que el modelo actual y dominante en
la formación de docentes en educación física no logra superar o resolver. La exposición de las
ideas no sigue criterio de orden alguno y no por eso son incoherentes. Consideremos, más
bien, una modalidad “discontinua” de redacción, apelando al recurso de las viñetas para
distinguir los diferentes tópicos de análisis. Luego de los intentos iniciales compartí las ideas
con algunos colegas, de ahí me tomé el atrevimiento de anexar esos valiosos aportes.
Ahora bien, para que las actividades lúdicas, las expresivas, las murgas, los bailes, los mimos,
los magos, los acróbatas y los clowns hayan copado la banca de la educación física fue
necesario que lo que antes la ocupaba, adquiriera la categoría de punto. Desacreditar las
actividades deportivas y gimnásticas formó parte de la estrategia inicial la cual,
arbitrariamente, las vinculó ideológicamente a momentos nefastos de la historia argentina.
Gimnasia, deporte y técnica como sinónimos de opresión, de prácticas elitistas y otras
caracterizaciones tan fuera de lugar que sorprende. Tenemos una población atacada por el
flagelo de la obesidad y el síndrome metabólico, sarcopénica, y cuando hablamos de la
importancia del aumento de la masa muscular estriada esquelética, los epistemólogos de la
educación física califica ese intento como promotor de “cuerpos hegemónicos”. Ya no entiendo
nada. Recordemos la estrategia motriz de dominación, por ejemplo, que emplean las sectas
religiosas más fundamentalistas… ¿no es acaso el baile? Señores dejémonos de “hablar sin
saber” demonizando la gimnasia y el deporte sin tener la menor idea de lo que decimos. No es
el movimiento, sino la intención lo que cuenta. Si deseo oprimirte, lo puedo hacer con el baile,
con el deporte, con la gimnasia y hasta con un simple juego. Y si quiero ayudar a liberarte
puedo hacerlo con los mismos recursos. Nada justifica caracterizar la gimnasia, la técnica y el
deporte como malos en sí mismos ni como buenos tampoco. Lo que cuenta es quien lo
enseña y sus valores. Casualmente, los únicos que se han planteado como transmitir valores
positivos a través del deporte son, precisamente, los profesores de educación física. Ni que
hablar de la gimnasia. Mi formación fue gimnástica. Tuve grandes maestros de la gimnasia
(Tulisse, Higa, Pelatto, Oliva, Ferreyra, Fernández entre otros) y les agradezco de por vida
que me hayan enseñado a pensar. En esa época, vuelve a señalar Sergio Lüscher, solidaridad
era cuidar al otro en su integridad, proveyendo ayuda efectiva para que no sufra trauma
alguno. Acoto que, desde pequeño, mis grandes maestros de la gimnasia, fundadores del
instituto en el cual luego me formé, solían decir que gimnasia, atletismo y natación son los
pilares de la educación física y de la formación motriz integral del sujeto. No puedo estar en
desacuerdo, es casi visceral la sensación de que remamos en la misma piragua y les devuelvo
una sonrisa.
Por consiguiente, ante la negación del sujeto de aprendizaje en tanto biológico y la paralela
negación de objeto de conocimiento en tanto objeto técnico, no queda otra que hipertrofiar el
concepto y la práctica de la enseñanza. No estudiamos a quien le enseñamos ni lo que
enseñamos, por consiguiente estudiemos el enseñar por el enseñar mismo. Nuevamente, trate
de entenderlo si puede. La enseñanza es un puente entre el sujeto y el objeto. Estudiar estos
dos últimos facilita los anclajes y la ingeniería básica en la construcción de dicha conexión. Si
niego las dos orillas, la enseñanza es como un inmenso puente a la deriva que pretende
conectar dos costas tan alejadas entre sí que termina por flotar a la deriva. Un estrepitoso
puente flotante desconectado de las dos orillas que justificaron su construcción. Formamos
pseudo técnicos en la enseñanza (para esto sí parece haber técnica) que desconocen la
configuración morfológica y funcional de los destinatarios y que ignoran, mucho peor aún, lo
que enseñan. Nuevamente, invitamos a que trate de entenderlo si puede. No digo que deba
omitirse, sino que es más importante aprender cómo aprendemos y aprender a aprender. La
enseñanza se autoconstruye a partir de estos tres requisitos y su importancia no supera la de
ellos.Sergio Lüscher complementa la idea: “ustedes han visto el desarrollo de una clase de
educación física de estos métodos no metodológicos, de técnicas con el menor tecnicismo
posible, ¿alguien observó clases de educación física de los cultores de esta nueva educación
física?, ¿cómo saben adóndellegaron?, ¿o también está mal evaluar?”.
La pobre formación para la investigación es otro rasgo dominante. ¿Cómo investigar sin
conocer el objeto de estudio? No se enseña a investigar y la posibilidad de una docencia
divorciada de la producción de conocimiento es, inclusive, una idea fuerte. Algunos piensan o,
mejor dicho, afirman sin pensar, que el propósito de la carrera es formar docentes y no
investigadores. Es decir, profesores que reproduzcan lo investigado por otros (si tienen
suficiente humildad) o que directamente enseñen la integración de sus propias experiencias e
intuiciones, que consideradas por ellos mismos como soberana, terminan por constituir el
corpus principal de sus clases. Desde mi limitada capacidad de comprensión no alcanzo a
captar la idea y, si la capto alguna vez… ¡no acuerdo con ella! La mentalidad de investigador
es crucial para la docencia. ¿Cómo ser docente si no me interesa la producción de
conocimiento? Nuevamente rescato la experiencia canadiense, en la cual pude observar que
desde el primer año de la carrera se trabaja en investigación. Para los grandes referentes de
aquel país, la enseñanza es casi un oprobio obligado. Si no investigas estás condenado a
enseñar. Si no lo sabes, lo enseñas, suelen decir. Sin querer, describen nuestra triste realidad.
En nuestro instituto (IPEF de Córdoba) en casi 70 años no se ha producido ni un artículo, ni
una publicación con referato internacional. Por ende, ante la pregunta que suelen formularme
desde aquellas latitudes… “¿qué enseñan si no investigan?”…la respuesta tarda en emitirse y
no sin una alta cuota de vergüenza admito, ruborizado: “…lo que investigan ustedes…”. Ello
no implica la soberanía absoluta de la investigación respecto a las otras dimensiones de la
educación física, opina Horacio Anselmi, como práctica sin contacto con la gente, con el diario
trabajar y la experiencia que en el día a día podemos ir adquiriendo. La práctica cotidiana es
crucial y de ahí surgen losPROBLEMAS dignos de ser investigados. Las dos dimensiones
deben estar presentes.
Un capítulo aparte, y por cierto bastante extenso, merecen los estudiantes de educación
física. No sé por dónde empezar, tantas son las cosas que hay por decir. Voy a expresarlo tal
como me aparecen los enunciados en la mente cuando asisto a los profesorados, sin
procesamiento delicado ni pronóstico de consecuencias. Lisa y llanamente, cada vez más
seguido estas frases brotan, tanto en mi cerebro como, imprudentemente, en boca también y
muy a pesar del fútil intento por evitarlas:
No quiero trabajar con alumnos de pelo verde, “piercings” hasta por los codos y tatuajes
rituales inclusive en las orejas.
No quiero alumnos vestidos con bermudas de jean, ojotas y camisetas de clubes de fútbol.
¿Por qué no intenta ir a la facultad de medicina o abogacía con bermudas y ojotas?
Por favor vengan vestidos con la más humilde las ropas de gimnasia, como profesores de
educación física.
¿Quién les imprimió en la cabeza la idea de que educación física y estudio nada tienen que
ver?
No quiero alumnos que deciden comenzar el cursado hacia la cuarta o quinta semana de
clase.
¿Por qué tantos sedentarios estudiando educación física?
¿Jamás consideró la posibilidad de estar físicamente preparado para la vida en general y para
estudiar esta carrera en particular?
Si usted decide formarse como piñón fijo, negando la biología, el entrenamiento y la condición
física le solicito cortésmente que reflexione acerca de su extrema hipocresía al aceptar luego
trabajos que tienen que ver, precisamente, con todo lo que usted negó durante su formación.
¿Para cuándo la música clásica y la literatura?
¿Alguna vez terminó la lectura completa de un libro?
¿Jamás va aINVERTIR en un libro?
¿Está absolutamente decidido a nunca estudiar ni entrenar?
¿Por qué ante la posibilidad de pensar por usted mismo elige cortar y pegar?
¿Por qué le seduce lo fácil?
¿Por qué juzga a sus profesores?
¿Por qué tanta maledicencia y murmuración? ¿No tiene otra cosa en que pensar?
¿Por qué se siente aliviado cuando percibe que las exigencias declinan?
¿Por qué elige ser profesor y jamás sintió devoción y respeto por todo lo que ello implica?
Desde pequeño aprendí a amar a mis profesores, a admirarlos, a agradecerles. Aún hoy, si
voy por la calle y me los cruzo, freno y les dirijo la agradecida mirada. El profesor sigue siendo
mi garante ético, mi paradigma de realización personal.
¿Por qué trabaja en esto antes de recibirse?
¿No considera la posibilidad de asistir a cursos y congresos?
¿Sabe a lo que denomino alumno paracaidista? El que cae para la clase y ya está, o
considera que con eso ya está. No le podemos pedir que estudie antes, que haga
observaciones, que se prepare, que piense antes. Cree que su deber último es solo estar
presente en clase y nada más. Parece que su vocación última, en las distintas actividades de
la vida, es marcar tarjeta.
¿Por qué planifica irse a Europa sin haberse recibido, como si este país le quedara chico? Si
le falta tanta formación… (en mi caso particular, fui tentado muchas veces para radicarme en
el exterior: nunca quise aceptar porque amo mi país y me debo a su gente; viajo, entrego y
recibo, trato de aprender más, siempre regreso con el propósito de mejorar mi patria, porque
aún con todos sus dolores y heridas, incongruencias e injusticias, es mi patria y la amo).
Los reglamentos internos para el cursado de las materias, seminarios y talleres no son otra
cosa que la base estructural de la mediocridad. La arquitectura de la mediocridad tiene sus
planos profundos en estos reglamentos. Leo y releo esos reglamentos y cuando observo los
derechos a tener sólo un 70% de asistencia y otras permisividades comienzo a entender mejor
algunos de los aspectos de lo que está sucediendo. Parece que para la excelencia no hay
reglamentos, o al menos ninguno que haya pensado en ella y procure alcanzarla. La gran
mayoría de los alumnos usufructúa de esos derechos jugando con los límites para no quedar
libre. Como si el objetivo fuese zafar en lugar de formarse con la mayor calidad posible.
Personalmente no entiendo bien esos reglamentos. Los estudiantes tienen que venir a clase y
punto, dedicarse a estudiar y no especular acerca de cuántas faltas pueden tener o cuántos
trabajos prácticos pueden desaprobar.
Precisamente, entonces, el carácter público de la educación supone la multiplicación de las
responsabilidades y no de los derechos. Si quiere estudiar como le queda cómodo, páguese
una formación privada. Si quiere sólo estar y no estudiar, demuele los cimientos de la
educación pública. La educación pública es una belleza, privilegio de muy pocos países.
Cuidarla es ser responsable y estudiar. Es pensar más en las obligaciones y
responsabilidades y no como me ajusto al reglamento interno para, sin estudiar y sin mayores
esfuerzos, transitarla con el menor grado de conflictividad posible. Para eso, deje su lugar a
quien realmente no puede pagar una privada y de seguro transitará la pública con excelencia
o, al menos, con el esfuerzo elemental que el saber que es pagada por todos, supone.
Precisamente porque es pública y gratuita implica el comprometerme con cuerpo y alma.
Acota Sergio Lüscher: “en el país los institutos de profesorados en educación física ya son
innumerables, seguro de alguno nos vamos a olvidar en la cuenta, 300, 500, 1000.
Anualmente miles de alumnos se inscriben para “estudiar” educación física, otros miles ¡se
reciben!, ¿con que examen de egreso? Hace años se discutió el examen de ingreso para una
carrera que requiere aptitudes físicas, psíquicas, sociales, y porque no una espiritualidad
singular que requiere la docencia, hoy ya no existe, en nombre de la libertad se eliminaron los
exámenes de ingreso, todos tenemos derecho a hacer lo que se nos ocurra, aún ejercer la
docencia, formar ciudadanos porque a la vista de la historia cualquiera se recibe solo se trata
de completar permisos de examen, total, tampoco existe el examen de egreso. Si usted no
sabe qué estudiar y no le gusta estudiar, anótese en algún profesorado de educación física
que seguro se recibe. A la luz de los hechos así funciona hoy”.
Para finalizar, me permito anexar los comentarios del profesor Román Gorosito de Rosario,
con quien compartimos una gran amistad y perspectivas: