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CONTRATO DE MUTUO
INTEGRANTES
DOCENTE
ASIGNATURA
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FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS
ÍNDICE
CARÁTULA
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………… III
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS………………………………………………………. 26
ANEXOS
INTRODUCCIÓN
El contrato de mutuos es uno de los negocios jurídicos que con mayor frecuencia se
celebra en la actividad económica-social del país, ya sea entre personas físicas o con personas
jurídicas (sociedades bancarias, cooperativas de ahorro y crédito, cajas municipales o rurales, en
fin toda clase de entidades crediticias) o entre personas jurídicas.
Se caracteriza por ser un negocio de préstamo de consumo a título oneroso o gratuito, a
diferencia del contrato que es un préstamo de uso y exclusivamente a título gratuito.
El código Civil de 1936 al tratar este contrato, en su artículo 1573, nos daba la siguiente
definición: “Por el mutuo una persona entrega a otra cierta cantidad de dinero o cosas que se
consumen por el uso, con obligación de la segunda de devolver otro tanto de la misma especie y
calidad”. Esto significa, pues, que para el código abrogado, que seguía al Derecho Romano, el
mutuo era un contrato real, por lo tanto se constituía con la traditio.
El Código Civil de 1984, en cambio, trae como novedad la siguiente definición: “Por el
mutuo, el mutuante se obliga a entregar al mutuatario una cantidad de dinero o bienes
consumibles, a cambio de que se devuelvan otros de la misma especie, calidad o cantidad”. Por
consiguiente este contrato ha dejado de ser de naturaleza real para convertirse en uno de índole
consensual, luego ya no es necesaria la traditio para su perfeccionamiento; concepción que tiene
su fuente de inspiración en los códigos civiles mexicanos y suizo.
El contrato de mutuo o préstamo deconsumo, es uno de los contratos que tiene mayor
trascendencia y versatilidad, pues es la más significativa fuente del iniciamiento nacional e
internacional, y se emplea también para satisfacer necesidades de la vida diaria.
CAPÍTULO I
CONTRATO DE MUTUO
1.- CONCEPTO
El mutuo es, un préstamo de consumo. Una de las partes (el mutuante) se obliga a
entregar a la otra (el mutuatario) cierta cantidad de dinero u otro bien consumible, y éste a
devolverle luego otros bienes de la misma especie y cantidad, más sus intereses, salvo que el
contrato sea gratuito. Como se entregan los bienes para ser consumidos, el mutuatario se apropia
de ellos al recibirlos.
Es una convención por lo cual una persona determinada entrega a otra cierta cantidad cosas
fungibles a restituir en un plazo determinado.
Las partes que interceden se llaman Mutuante y Mutuario. El primero es el prestamista y el
segundo es el prestario.
1
DE NOVA, Giorgio: ed. Codice e leggi collegate. Bologna, ZANICHELLI, 1988.
2
SEMPRE RODRIGUEZ, Cesar: ed Código Civil. 7° ed. Madrid. TECNOS. 1988.
3
ZAMORA, Antonio: ed. Código Civil. Buenos Aires. CLARIDAD. s/a.
4
ANDRADE, Manuel: ed. Código Civil México. 1939.
5
RODRIGUEZ C., Fabio: ed Código Civil. Ciudad Trujillo, RD. MONTALVO, 1950
6
PEREZ LOBO, Rafael: ed Código Civil. La Habana. CULTURAL S.A. 1944.
7
PORTOCARRERO OLAVE, Félix: ed Código Civil. Lima. Ed. Jurídica 1962.
8
SANTA MARÍA CALDERÓN, Luis: ed Código Civil concordado, Vol. II, Trujillo. Normas Legales.
El Código civil de 1852 siguió los mismos lineamentos que su antecesor, es decir, consideró
también el Mutuo como un contrato sinalagmático imperfecto, demuestra mayores precisiones y
riqueza de supuestos. Al igual que el Código de 1836, disponía que la obligación del mutuatario
debía devolver el bien, según el artículo 1800, en la misma especie y calidad; siendo el término
“cantidad”, agregado en otro artículo, el 1814. Esa era la única obligación creada al momento de
la celebración del contrato.
Lo que el código Civil de 1836 se enfocaba como una obligación de no hacer (lo que ahora
correspondería a una prestación de no hacer o de abstención), en éste se hace estableciendo que
el mutuante no tenía derecho a “pedir que se le apague lo que dio en mutuo antes del
vencimiento del plazo”, y agrega: “sea convencional o legal; a no ser que el deudor malverse susu
bienes y no otorgue la confianza que se le exija”. El plazo legal era más largo que en anterior
Código (era de seis meses), y operaba sólo a falta del convencional.
Repitiendo lo regulado en el artículo 1259 del Código de santa Cruz, el artículo 1812 facultaba al
juez para designar el plazo en caso de que se haya pactado que el mutuatario pagare cuando
tuviese medios para hacerlo; agregando este artículo que el juez evaluaría las circunstancias del
deudor. Cabe reconocer que este Código emplea una mejor sistemática al no regular ya lo
concerniente al plazo y las atribuciones del juez dentro de las obligaciones del mutuante.
A diferencia del Código Civil del Nor – Peruano de la Confederación Peruana – Boliviana, el de
1852 si establecía que al mutuatario (después de la entrega) le correspondía la mejora, deterioro
o destrucción de la cosa prestada, y por ende, ya no habría reembolso. Asimismo este Código
muestra los primeros antecedentes de la obligaciones de saneamiento, cuando es sus artículos
1807 y 1808 se responsabiliza al mutuante por lo que resulten de los defectos ocultos de la cosa
entregada en mutuo, si sabiéndolo no daba aviso al mutuatario; anotando que si ignoraba los
vicios ocultos, sólo estaba obligado a sufrir la reducción proporcional del valor de la cosa
mutuada.
Con respecto a las demás obligaciones del mutuatario se repitieron las mismas reglas del Código
de la Confederación, agregando que si “Las cosas fueron apreciadas al tiempo del mutuo, está
obligado a satisfacer el valor que se les dio aunque valgan más o menos al tiempo del pago”. El
articulo 1810 facultaba al mutuatario (algo sobre lo cual no se pronunciaba el código de 1836) a
“pagar lo que recibió en mutuo, antes del tiempo convenido con el mutuante, sin que obste pacto
En el Código Civil de 1936 –al igual que sus antecesores-, en el momento de la celebración del
contrato (en virtud de que éste se celebraba con la entrega) sólo el mutuatario quedaba obligado
a ejecutar la devolución. La obligación de devolver el bien debía hacerse, según el artículo 1573,
en “la misma especie y calidad” (siendo el término “cantidad”, agregando en otro artículo, en el
1579).
En este Código ya no se estableció la abstención del mutuante de pedir la devolución antes del
vencimiento del plazo legal o convencional. Ello es explicado por el Doctor Manuel Augusto
Olaechea, expresando lo siguiente: “Suprimido por constituir una aplicación del principio
general, ya legislado, en virtud del cual el deudor pierde todo el derecho a utilizar todo el plazo,
cuando después e contraída la obligación resulte insolvente y no garantice la deuda, o cuando
por actos propios disminuyesen las garantía después de establecidas, o finalmente, cuando por
caso fortuito las garantías concedidas desaparecieran, a menos que sean inmediatamente
sustituidas por otras nuevas e igualmente seguras ”. De acuerdo con el artículo 1578 si no se
fijaba término para el pago, se entendía que era de treinta días.
Fue suprimida también, la regla establecida en el artículo 1812 del Código Civil de 1852, ello fue
debido a que el Código Civil de 1936 ya había establecido en la Sección primera del Libro Quinto,
Título V de las Modalidades de los Actos jurídicos, artículo 1115 que: “Si el acto no señala plazo,
pero de su naturaleza y circunstancias se dedujere que ha querido concederse al deudor, el juez
fijará su duración”.9
Al igual que el Código Civil de 1852, el de 1936 también estableció que el mutuatario debía
responder por la mejora, deterioro o destrucción de la cosa después de ala entrega. Las
obligaciones de saneamiento que pudieran haberle correspondido al mutuante no fueron ya
reguladas dentro del Capítulo concerniente a este contrato, sino que estuvieran dentro de los
principios generales, dada su naturaleza (Título IV y V); permaneciendo las demás reglas
concernientes a las obligaciones del mutuatario.
9
OLAECHEA Y OLAECHEA. Manuel Augusto. Exposición de Motivos del Libro V del proyecto de Código Civil.
En nuestro Código Civil vigente, ya no es considerado un contrato real. Por ello, las prestaciones
de las partes son recíprocas. La entrega es, ahora, la obligación fundamental que asume el
mutuante, la misma que haya su correspondencia en la obligación de restitución que asume el
mutuatario. La entrega es el inicio de la ejecución del contrato, ya no su celebración.
La regulación de las prestaciones siguen, básicamente los mismos lineamientos que el Código
anterior.
El artículo 1658 regula un supuesto no previsto en el Código de 1936, aunque si fue tocado por el
de 1852, pero con un precepto contrario al actual. Este artículo permite que el mutuatario
efectúe el cumplimiento de su prestación antes del plazo estipulado si es que no se han pactado
intereses o cualquier otra retribución por el uso. Hallamos que esta disposición es acertada, por
cuanto con ella se está protegiendo el derecho del mutuante a recibir un beneficio que las partes
habían convenido libremente. Consideramos, asimismo, que esta norma es dispositiva, y por
consiguiente, cabe pactar en contrario.
El artículo 1657 establece que “si se ha convenido que el mutuatario pague sólo cuando puedo
hacerlo o tenga los medios, el plazo será fijado por el juez atendiendo las circunstancias”. Esta
norma no estaba prevista en el Código de 1936, dado que se consideraba que bastaba la
disposición general comprendida en el Acto Jurídico. Por nuestra parte consideramos que esta
inclusión es acertada y supone un avance, pues, aunque también ahora hay norma general
(artículo 182) aplicable, con el plazo será fijado por el juez atendiendo las circunstancias”.
En lo referente al objeto de las prestaciones en el contrato de mutuo, debemos precisar que aquél
podría ser dinero (bien fungible por excelencia) cualquier otro bien consumible.
El Proyecto Vidaurre reducía el mutuo sólo al préstamo de dinero, y agregaba que si se trataba de
“mercancías en todo o en parte” (artículo 2 del Título 11) el contrato era de “Compra Y Venta”.
El Código de la Confederación hablaba de las cosas que se consumen por el uso (artículo 1254) y
del dinero (artículo 1264); en tanto el Código de 1852 empleaba la frase “fungibles”,- y es que en
su artículo 458 definía erróneamente, a las cosas fungibles como aquellas que no se consumen
por el uso. El Código vigente se refiere al dinero, y, empleando un término más exacto y técnico,
habla de bienes consumibles (artículo 1648), pues, como sabemos, todos los bienes materiales
tienen como destino final el consumo por el uso, pero los bienes consumibles son aquellos que se
extinguen con el primer uso. Entonces, con las primeras definiciones se estaban abarcando a
aquellos bienes fungibles que tenía un lapso de aprovechamiento más duradero, y por
consiguiente, quizás no hubiera podido hacerse (en lo que al objeto se refiere) una diferenciación
con el Comodato.
Los Códigos Civiles de 1852 y 1936 sancionaban con nulidad el mutuo en el cual se pactare
prestar una cantidad de dinero para devolverlas en mercaderías (artículos 1818 y 1582
respectivamente), pues se consideraba que ello desnaturalizaba el contrato. En nuestro Código
Civil vigente, bajo el principio de preservación del contrato, se dispone que el contrato debe ser
reputado como de compraventa (1665).
Siguiendo el principio señalado, el Código de 1984 establece que “si en el mutuo se declara
recibida mayor que la verdaderamente entregad, el contrato se entiende celebrado por esta
última quedando sin efecto en cuanto al exceso”. El Código anterior lo sancionaba con nulidad,
pues se consideraba que la mayor cantidad representaba un interés que encubría una operación
usuaria10.
El artículo 1817 del Código Civil de 1852 dispuso: “Cuando se prestó moneda de oro o plata con
la obligación que sería pagada en la misma especie y calidad, si ha sufrido alteración el valor que
en el cambio tenían estas monedas, o no circulan, el mutuatario está obligado a devolver, una
moneda en corriente, el mismo valor de aquéllas al tiempo del Mutuo. Si no se expresó en el
contrato que el pago debería hacerse en la misma clase de moneda, cumple el mutuatario con
satisfacer en la que esté circulando en el lugar donde se debe pagar”. Este artículo fue modificado
por el 1581 del Código de 1936, que establecía lo siguiente: “El pago de las deudas de dinero
deberá hacerse en la especie pactada, o, en su defecto, en la moneda que tenga curso legal”. La
misma disposición se mantiene en el Código de 1984, pero ubicada, dad su naturaleza, ya no
dentro de las normas del Contrato de mutuo, sino en el Libro de las Obligaciones, artículo 1234.
10
ARIAS SCHREIBER, Max. Op. Cit. Tomo II, Página 274.
Nuestros Códigos Civiles hasta el de 1936 fijaban la tasa de interés. Así, el de 1936 disponía que
el legal era del 6% al año, y el convencional no podía excederse del 2% mensual; en tanto los
Códigos de 1852 y 1936 sólo establecían el interés legal, de 6% y 5% respectivamente.
Mediante la Ley N° 23413 del Junio del 1982, se estableció que el interés legal sería fijado
periódicamente por el Banco Central de reserva del Perú, Esta disposición tenía como sustento el
hecho de que la realidad económicamente del país estará sujeta a continuas variaciones
(inflación y devaluación), y como tal, el interés no podía ser fijado por un Código Civil, ya que
éste es un instrumento normativo con vocación de permanencia.
El artículo de 1663 de nuestro Código vigente establece que “el mutuatario debe abonar
intereses al mutuatante, salvo pacto distinto”. Por consiguiente, podemos afirmar que el Mutuo
es un contrato a título oneroso, a menos que se convenga expresamente la no obligación del pago
de interés, caso en el cual será a título gratuito. Para pactar capitalización de interés se dispone
que debe mediar no menos de un año de atraso en el pago de ellos (artículo 1250).
4.9.- POR EL RIESGO
Por el riesgo, podemos decir que el Mutuo es, fundamentalmente, un contrato conmutativo, ya
que la existencia y cuantía de la prestación que debe cumplir el mutuante, es cierta, vale decir,
conocida de antemano; aunque podría revestir la modalidad de aleatorio, ya que su naturaleza no
lo impide.
En el Código Civil de 1852, podía ser también un contrato formal, pues debía constar en
“documento escrito”, si es que el valor del bien era mayor a 200 pesos y además se hubiesen
pactado intereses. Lo mismo sucedía en el Código de 1936, de acuerdo al cual se debía hacer
constar por escrito cuando el valor del bien excediese de quinientos soles.
A mayor abundamiento R. Salvat, al verificar una interpretación del art. 2241 del C.C. argentino,
dice “el contrato de mutuo o empréstito de consumo, solo puede recaer, sobre cosas fungibles,
sean o no consumibles”, indiscutiblemente esta afirmación con tiene una verdad meridiana.
En la legislación comparad, el Código Civil argentino tiene mucha cercanía a lo acabado de
indicar en cierto modo el Codice Civile que omite hablar de cosas consumibles, así como el de
México, al dar la definición de mutuo.
Por otro lado en el supuesto en que los cónyuges realicen un contrato de mutuo bajo el régimen
de la sociedad de gananciales se entiende que estos tendrían tanto bienes propios como bienes
comunes, es decir que el contrato de mutuo no sería entre cónyuges, sino más bien de mutuo de
un cónyuge a la sociedad conyugal, ya que el mutuatario no sería una sociedad conyugal ya que el
bien (consumible) o el dinero que se perciba le corresponde a la sociedad y no algunos de los
cónyuges. Caso distinto seria, si se establecería un contrato de mutuo entre cónyuges pero
patrimonio separado esta relación de mutuante mutuatario se considera la más lógica puesto que
cada uno tiene un régimen patrimonial propio.
El método a utilizarse en este tipo de contrato consideró que es el método lógico, ya que éste
método de interpretación se alza por encima de la simple explicación gramatical del texto
normativo, y busca más bien la razón de ser de la norma, es decir la interpretación lógica que se
le da a la norma, es a través de la deducción que se puede inferir en el sistema normativo, en la
cual ésta interpretación es la que se puede apreciar entre el artículo 1650 con referencia al
artículo 1625 del Código civil, ésta interpretación lógica es la que permite entender que nos
quiere decir el artículo en cuestión.
devolver, de restituir el bien o su equivalente para lo cual es necesario que sea dueño de lo que
da en pago, por lo que también debe tener capacidad de disposición.
En los caos en que las personas poseen capacidad de goce para celebrar el Mutuo en su carácter
de mutuantes, pero no pueden celebrarlo directamente sino por intermedio de sus
representantes legales, nos encontramos frente al supuesto de capacidad de ejercicio.
En estos casos, la incapacidad de ejercicio puede ser absoluta o relativa, el Código se ha
pronunciado; con la finalidad de proteger a los interese de los incapaces, estableció que los
representantes de aquellos podían dar o recibir en Mutuo en nombre de sus representados, pero
siempre que se cumplen ciertas formalidades.
En términos generales, salvaguardando los intereses de los incapaces por medio de la imposición
de “formalidades habilitantes”, requisitos exigidos por ley para completar la voluntad de un
incapaz o para protegerlo.
Así en el caso de los ausentes, se establece que quienes hubiesen obtenido la posesión temporal
de los bienes de ausentes no pueden gravarlos ni menos aún enajenados, salvo los casos de
necesidad, en la medida de lo indispensable y previa autorización judicial.
En cuanto a los incapaces, comprende tanto a los incapaces absolutos como a los relativos; ambos
por disposición del propio Código deben tener representante ya que no cuentan con capacidad
de ejercicio plena.
La norma general sobre representantes legales prescribe que estos requieren autorización
expresa para disponer de los bienes del representado o gravarlo, celebrar transacciones, celebrar
compromiso arbitral y celebrar los demás actos para los que la ley o el acto jurídico exigen
autorización especial.
En caso de los menores sujetos a patria potestad, para transigir se exige a los padres obtener
autorización judicial. Los padres no tienen la facultad de enajenar ni gravar los bienes de los
hijos, ni contraer en nombre de ellos obligaciones que excedan los límites de la administración,
salvo por causas justificadas de necesidad o utilidad y previa autorización judicial; en estos casos
el juez deberá evaluar y verificar la existencia de necesidad o utilidad.
Para los menores sujetos a tutela, los tutores no podrán obtener la aprobación judicial si no se da
audiencia previa del Concejo de Familia, en resguardo de los intereses del menor.
La aplicación de las reglas acerca de la formalidades en el Mutuo celebrado por representantes
de incapaces o ausentes, será pertinente cuando el valor del bien mutuado exceda 10 veces el
Sueldo Mínimo Vital mensual (en un principio); sin embargo al momento de la entrada en
vigencia del nuevo Código Civil de 1984 el Sueldo Mínimo Vital (SMV) constituida una unidad de
referencia de uso corriente y masivo, hoy en día ya no lo es y ha sido sustituido por la Unidad
Impositiva Tributaria (UIT).
La norma responde a la necesidad de facilitar la contratación en los casos en que el bien mutuado
carece de valor considerable. De allí que si se trata de incapaces, éstos podrán celebrar el
contrato por sí mismo, y si lo realizan por medio de representante no se encuentra obligados a
cumplir con las formalidades que prevé el Código.
CAPITULO II
CLASES DE CONTRATOS A LOS QUE PERTENECE EL MUTUO
1.- CONTRATO REAL:
Desde la época del derecho justinianeo o Corpus Iuris Civilis se consideró al mutuo como
contrato real, esto es, que para su constitución era necesaria la traditio de la cosa.
Esta doctrina romanista sirve de fuente a un sinnúmero de códigos civiles del orbe. Baste
señalar: Italia, España, Argentina, Uruguay, República Dominicana, Cuba, Perú en su Código de
1936.
especial que se llama reciprocidad y que consiste en su interdependencia, de donde resulta que
cada parte no está obligada a su propia prestación, sin que sea debida a la prestación de la otra;
una prestación es el presupuesto indeclinable de la otra. Luego, cada parte es acreedor y deudor
a un mismo tiempo, debiendo concurrir la circunstancia de que las dos prestaciones y
obligaciones contrapuestas surjan a un mismo tiempo, coexistan, y no sigan después de otra en el
tiempo. A esto debe añadirse, que las prestaciones deben ejecutarse simultáneamente, “mano a
mano”, en el sentido de que un parte puede rehusarse a cumplir, si la otra parte no está dispuesta
a cumplir a su vez. De esta reciprocidad, también la comparte Josserand.
Luego agrega que la prestación y contraprestación (elementos del contrato con prestaciones
recíprocas) son, de ordinario, heterogéneas entre sí (precio contra cosa, precio contra goce,
precio contra un facere o un non facere); excepcionalmente son homogéneas (cosa contra cosa,
como en la permuta).
Desde esta perspectiva, se descarta categóricamente que al mutuo (por el hecho de conllevar la
obligación de restituir el bien materia del contrato), se le deba considerar contrato con
prestaciones recíprocas, tal como los sostiene el autor nacional Arias-Schereiber, por no tratarse
de un negocio “mano a mano”, ni tampoco porque contiene prestación y contraprestación
heterogénea u homogénea, tal como sucede con la permuta, con el anticipo, etc.
En las ciencias jurídicas, no existe asimismo criterio uniforme en lo que atañe a los contratos
sinalagmáticos imperfectos o unilaterales, denominados en la doctrina moderna del derecho
contratos con prestación a cargo de una sola parte. En efecto, para Messineo, siguiendo a Codice
Civile italiano, este contrato, aun cuando tenga dos partes y dos declaraciones de voluntad, pone
al que debe la prestación en la posición exclusiva de deudor; el peso del contrato está todo de un
lado, del otro lado, está la ventaja y por parte del acreedor no hay sino un comportamiento
receptivo.
Entre los ejemplos que expone el autor italiano, de contratos con prestación a cargo de una sola
parte, está el mutuo, pero se da únicamente cuando se trata del mutuo sin pago de intereses.
Pues, retomando a Messineo, en esta clase de negocios jurídicos: no significa que también los
efectos del contrato estén de una sola parte; hay siempre efectos para ambos lados, si bien
solamente pasivos por un lado (que corresponde al mutuatario por el importe, del débito o
préstamo), y solamente activos (que se aplicaría al mutuante por la obligación principal del
contrato de entregar los bienes materia del préstamo, sin los cuales no se podría ejecutar el
negocio); por lo tanto, se dan efectos para cada una de las partes, aunque no sean activos y
pasivos a la vez, como ocurre en el contrato con prestaciones recíprocas.
En la doctrina francesa se adopta una posición diferente a la de Messineo respecto a los contratos
sinalagmáticos imperfectos. En tal sentido, Josserand es de opinión que los contratos
sinalagmáticos imperfectos, que los considera verdaderos contratos unilaterales, pueden
convertirse en sinalagmáticos por razón de las cláusulas que en él inserten las partes. Colin y
Capitant tienen una similar teoría a la de Josserand y contraria a la de Messineo.
En otros juristas, como Ibarguren y Salvat, también tienen criterio coincidente con Josserand y
Colin y Capitant. Además Salvat opina que la división de los contratos sinalagmáticos en
perfectos e imperfectos es hoy generalmente rechazada por los autores.
De acuerdo con este orden de ideas, se opina que el mutuo a título oneroso es un contrato con
prestaciones recíprocas o sinalagmáticas, por los siguientes fundamentos jurídicos:
El mutuatario debe abonar intereses al mutuante” y luego viene la excepción “salvo pacto
distinto”. El legislador nacional ha tomado como fuente de inspiración al Codice Civile italiano
que en su numeral 1815 expresa “Salvo diversa volonta delle partí, il mutuatario debe
corríspondere gli interessí al mutuante”.
Para evitar la usura, el art. 1243 del C.C. de 1984 establece “La tasa máxima del interés
convencional compensatorio o moratorio, es fijada por el Banco Central de Reserva del Perú”.
Luego en su segundo parágrafo dice: “Cualquier exceso sobre la tasa máxima da lugar a la
devolución o la imputación al capital a voluntad del deudor”: empero, se exceptúa el anatocismo.
(art. 1249).
Por su parte el Codice Civile prescribe en su numeral 1815, segundo parágrafo “Se sono
convenuti interessu usurari, la clausola é nulla e gli interessí sono dovui solo nella misura legale”,
esto es, sin son intereses convenidos usurarios, la cláusula es nula y los intereses son devueltos
sólo en la determinación legal.
En la República Popular China, que en el año 1996 estaba concluyendo la redacción de una ley
contractual unitaria, cuyo derecho se inspira en el Derecho Romano, al redactarse los Principios
Generales del Derecho en 1986 “se encontró el problema de cómo resolver tal conflicto. Por
ejemplo, cuando fue discutida una eventual prohibición de la usura, a causa de la gran diferencia
de la tasa de los intereses del mutuo entre las diversas zonas, resultante del gran desequilibrio de
su desarrollo económico, surgió la dificultad de establecer un criterio razonable para
configurarla. De un lado no se podía fijar un criterio único para todo el Estado: de otro lado, no
era posible permitir a las autoridades locales de determinarlo arbitrariamente”.
En toda China, no se admite la existencia de un conflicto jurídico entre las diversas zonas, como
en un Estado federal (pero, luego de la reunificación de Hong Kong y Macao a la Chima
continental, las posibilidades de un conflicto interregional serán excepcionalmente
consentidas)”, dice el profesor Jiang Ping de la Universidad de Ciencias Políticas y Jurídicas de
Pekín.
BIBLIOGRAFIA
CASTILLO FREYRE, Mario, Tratado de los contratos típicos, II,Vol. XIX, Lima, 2002.
ANEXO
CONTRATO DE MUTUO
Conste por el presente documento el contrato de mutuo dinerario que celebran de una
parte el señor _________________________ peruano, soltero, identificado con DNI. Nº
_______, con domicilio para efectos del presente contrato en _______________,
Distrito, Provincia y Departamento de Lima, a quien en adelante se le denominará EL
MUTUANTE, y de la otra parte la Empresa ______________________________ con RUC
Nº __________ y domicilio fiscal en Jr. ____________________, Distrito de
____________, Provincia y Departamento de Lima, y debidamente representada por su
Gerente General el Sr. ______________________________ identificado con DNI Nº
__________-____, cuyos poderes se encuentran inscritos en la Partida Nº 03029308 del
Registro de Personas Jurídicas de Lima; a quien en adelante se le demoninará EL
MUTUATARIO
5.2 Las partes dejan constancia que el pago de las cuotas señaladas en la cláusula
anterior, se realizará en el domicilio de EL MUTUANTE.
Agregue usted, señor notario, las Cláusulas de Ley, y en señal de conformidad las partes
suscriben este documento en la ciudad de Lima a los 01 días del mes de Octubre de
2009.
_____________________ ______________________
EL MUTUANTE EL MUTUATARIO