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CURSO FORMACIÓN DOCENTE

TÉCNICAS HERRAMIENTAS Y COMPETENCIAS


FUNDACIÓN LAMB, CRECIENHSA, A.C.
Hoja de ejercicios

Delegar la responsabilidad del aprendizaje al alumno


manteniendo el liderazgo y control del grupo.
Antonio Ramírez-Ramírez,
Universidad de Quintana Roo,
Unidad Académica Playa del Carmen
tonotron@uqroo.edu.mx

1. Introducción. Algunos estudios a cerca del rendimiento de los grupos escolares, toman como
base la capacidad del docente para involucrar y convencer al mayor número de integrantes
del grupo, así como los años de experiencia con que cuenta. Aunque varios de esos estudios
consideran aspectos como el idiosincrático y el psicosocial, la mayoría de las veces y en
distintas culturas, se responsabiliza al docente del éxito o fracaso del aprendizaje del grupo.
Sin intención de disentir, en esta breve opinión trataré de puntualizar la responsabilidad que
se resta al estudiante cuando se espera que el docente haga magia sin considerar que no trata
con autómatas o primates, sino con seres pensantes, inteligentes, capaces y autónomos.

2. Antecedente. Durante el estudio del curso de Formación Docente, Técnicas, Herramientas y


Competencias, he encontrado diversos trabajos que expresan las diferentes formas y estilos
que un docente podría adoptar –aprovechar– para lograr el objetivo de controlar, dirigir y
llevar al éxito a sus grupos de estudiantes. La mayoría sin embargo, publicados entre las
décadas de los 80 y 90, se refieren a estudios realizados en las aulas de educación básica de
diferentes países en américa latina. Por supuesto que como país de habla hispana entramos en
dicha categoría pero tal vez valdría la pena referirnos en algún momento a grupos de adultos
jóvenes, a los que ya no es tan fácil sentarlos ordenadamente en sus pupitres para que tomen
dictado, de hecho soy de la idea de que deberíamos erradicar esas prácticas aún en los niños y
empezar a transferir la responsabilidad de aprender, desde edades más tempranas.

3. Gestión vs. Motivación. Si bien es cierto que al no ser el docente parte del grupo al que está
enseñando, deja de ser conveniente que se convierta en un líder puesto que su labor es otra,
debemos ver a los estudiantes como un grupo de elementos susceptibles –deseosos– de ser
guiados como cualquier otro grupo social. Si nos enfocamos por un momento en los grupos de
estudiantes de nivel superior, que preponderantemente están formados por adultos jóvenes,
pero que de igual manera podemos encontrar personas integradas ya a la fuerza laboral e
incluso jefes de familia, deberá entenderse que no se trata siempre, de grupos homogéneos
sino muy diversos y por ende, de difícil control. En este sentido podríamos manejar una
versión de liderazgo entendida como la manera de guiar a un grupo de estudiantes en su

Antonio Ramírez Ramírez


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propio objetivo, que a final de cuentas, es el mismo que el del docente, su aprovechamiento.
Con ello, el grupo logra acreditar la materia y el docente cumple su meta de avanzar a todo el
conjunto. Este liderazgo académico funcionará sin embargo, solo dentro del aula y no todo el
tiempo, ya que el docente sigue siendo responsable de no perder el control, el rumbo y el
propósito. Además de que debe tener siempre claro que no trata como decíamos, con niños
obedientes, sino con individuos pensantes y con sus propios antecedentes, experiencia e
intereses.

Qué decir de lo que esperan entonces todos y cada uno de los integrantes de estos grupos, de
su profesor? Habrá los que solo asisten como cada año durante los últimos catorce o quince, a
escuchar, anotar y memorizar para el día del examen. O aquellos que creen haber dominado la
situación, porque después de un fallido intento, ahora, tres o cuatro años después, vuelven al
colegio esperando que, si son más atentos y organizados, esta vez obtendrán las mejores
notas. Podría incluso haber entre los integrantes quienes hayan logrado ya algún título
universitario y desean alcanzar otro, algunos por vanidad, otros solo por obtener finalmente
el que realmente querían pero que postergaron para complacencia de terceros. Sea cual sea su
procedencia el docente ahora está enfrentado con un grupo que en apariencia espera lo
mismo, pero que en la práctica todos persiguen a un ritmo diferente sus propios objetivos.
Surge así la necesitad de volverse expertos administradores capaces de planificar, organizar,
controlar y liderar grupos de elementos con diferentes puntos de vista, expectativas y
cualidades.

Surge con ello, la necesidad de estandarizar criterios y metas. Y por qué no, considerar
también que como parte fundamental de la gestión –administración– el delegar. En este caso
hablamos de hacer propia de los estudiantes, la responsabilidad de aprender. Así el docente se
convierte en el guía –administrador– o líder, del grupo. Un grupo de trabajo que deja de ser de
escolares para convertirse en un conjunto de buscadores del conocimiento que tienen en su
líder académico un facilitador que les marcará la senda y el compás, pues están persiguiendo
juntos el mismo objetivo si, pero cada uno de ellos es responsable de no malgastar el tiempo y
sus energías en actividades que no lo acerquen a lograr sus metas. Metas que son fijadas y
vigiladas por el docente quien ya no funge como el orador que todo lo sabe, sino en el
moderador que está siempre atento y listo para disipar las dudas e infundir confianza en que
la ruta que han tomado, es la correcta.

Con este plan, se hace aun más necesario que el líder académico sea en realidad alguien
preparado y experimentado tanto en el manejo de grupos de este tipo como en la materia que
imparte –gestiona–, ya que ante el menor atisbo de duda, podría perder el liderazgo, la
confianza y el control de su grupo.

Antonio Ramírez Ramírez


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Desde este punto de vista queda claro como sucede en la administración, que también es
responsabilidad del docente o en este caso, líder académico, la correcta motivación del equipo
de trabajo. Que aún bajo el supuesto de que todos están persiguiendo el mismo fin, no está
exento de toparse con serios obstáculos como lo son la apatía, los celos, la desconfianza
natural y hasta la rebeldía. Los mejores trucos de un buen líder, están cifrados en saber
anteponer los intereses del grupo a los individuales y saber transmitir esta idea al resto del
grupo de trabajo, está siempre listo para detectar inconformidades, antes de que sucedan y
reorientar cuando así se amerite el rumbo y la estrategia.
Puede ser que un docente con experiencia, que se ha vuelto atrevido, confiado tal vez debido a
sus innumerables intentos y a una verdadera vocación y se arriesgue con una materia o
asignatura –meta– que no conoce. Deberá tener claro que su preparación y dominio sobre el
tema no puede ser distinto. Es su misión y responsabilidad, dominar, preparar, planificar y
gestionar el nuevo conocimiento de la misma forma que el que ya posee, dado que los
estudiantes aunque estén dispuestos a colaborar y adquirir la responsabilidad de aprender,
siempre estarán confiados en que su líder académico, podrá auxiliarlos –dirigirlos– en
cualquier momento.

4. Conclusión. Dadas las características de una carrera en particular, es como comúnmente se


agrupan jóvenes con ciertas cualidades personales afines. Así el profesor del área de
humanidades puede tener un plan de trabajo completamente diferente del que imparte
materias técnicas o científicas y sus correspondientes grupos responderán con frecuencia de
buena manera. Para el caso de asignaturas de índole tecnológico, reclamadas hoy en día por
todas las áreas de educación, exigen una especial gestión tanto del grupo como de la
asignatura en sí. Pero definitivamente deberá transformarse el método paternalista
tradicional para enseñar –liderar la academia–, toda vez que es evidente el conjunto de
enunciados: “si veo conozco, si hago entiendo, si enseño aprendo”. No podemos como
docentes, privar a los alumnos de la oportunidad de aprender, cuando supuestamente es el
objetivo que perseguimos.

5. Bibliografía:
[1] Macías Becerril Luis, Gestión de la Actividad Académica, Curso: Formación Docente Técnicas y
Herramientas, Grupo LAMB, México 2018
[2] Violeta Arancibia C., Paulina Herrera P., Katherine Strasser S., “Manual de Psicología Educacional,
Capítulo 7: El Profesor”, Ed. Grupo Alfa-Omega, España, 2002.
[3] Figueroa, María de la Luz, “Manejo de grupos y equipos cooperativos información básica para
estimular la inteligencia grupal”, CAYAPA, Revista Venezolana de Economía Social Año 10, Nº 20,
Julio-Diciembre 2010.
[4] Pimienta Prieto Julio H., “Estrategias de Enseñanza Aprendizaje”, Docencia universitaria basada
en competencias, 1ª Ed., Pearson Educación, México, 2012.

Antonio Ramírez Ramírez

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