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¡Oh Divino Niño Jesús del Buen Sueño,

al que gime desvelado, concede tu cuidado,


sueño, descanso y reposo!...

¡Divino Niño Jesús del Buen Sueño,


bendícenos!...
"Tu guardián no duerme, no duerme ni reposa" Salmo 120, 3-4
EL SUEÑO DEL NIÑO JESÚS.
Este Niño durmiendo , es uno de los más preciosos
que he visto, es una pintura de Guido Reni.
Contemplar esta imagen da mucha serenidad: Jesús
descansa plácidamente, nada parece turbarlo. Todo
en su rostro habla de reposo.
En esta época de tanta agitación y ajetreo... ¿quién
pudiera dormir así?
Sin embargo, en este sueño de Jesús hay algo
misterioso... tan misterioso como su condición de
verdadero Dios y verdadero Hombre: ¿Cómo, siendo
Dios, duerme? ¿Cómo, siendo Hombre, vela?
"Tu guardián no duerme, no duerme ni reposa",
dice el salmista sobre Dios (Salmo 120, 3-4). Dios no
nos saca los ojos de encima, ni para dormir. Nos cuida
siempre. ¿Qué hace entonces Jesús durmiendo?
Meditando sobre el sueño de Jesús en el pesebre,
san Alfonso María de Ligorio dice que el descanso del
Niño fue muchas veces interrumpido por la dureza de
aquella "camita excesivamente dura y molesta" y
por el rigor del frío que reinaba en la gruta de Belén.
"De vez en cuando, sin embargo, la naturaleza
sucumbía a la necesidad y el Niño querido
adormecía. Pero el sueño de Jesús fue muy
diferente del de los otros niños", asegura san
Alfonso María de Ligorio.
Según explica el santo, cuando Jesús dormía,
el cuerpo reposaba, pero su alma velaba. Velaba
orando, ofreciendo, intercediendo por nosotros...
"Dormía, pues, el Santo Niño, pero mientras
dormía, pensaba en todos los padecimientos
que tendría que sufrir por nuestro amor, en el
transcurso de toda su vida y en la hora de su
muerte. Pensaba en los trabajos por los cuales
había de pasar en Egipto y en Nazaret, llevando
una vida extremamente pobre y despreciada.
Pensaba particularmente en los azotes, en las
espinas, en las injurias, en la agonía y en la
muerte desolada que al final debía padecer
sobre la Cruz.
Todo eso Jesús ofrecía al Padre Eterno
mientras estaba durmiendo, a fin de obtener
para nosotros el perdón y la salvación. Así
nuestro Salvador, durante el sueño, estaba
mereciendo por
nosotros, reconciliaba con nosotros a su
Padre y nos alcanzaba gracias", explica.
Es así cómo, en su sueño, Jesús duerme
y vela a la vez. Porque es verdaderamente
Hombre y verdaderamente Dios.
Y este sueño de Jesús se convierte entonces
para nosotros en fuente de confianza y escuela
de abandono.
Si mi Dios no duerme ni reposa porque es mi guardián,
entonces yo puedo descansar en Él.
Es admirable cómo Jesús, en la confianza, es nuestro
Maestro desde la cuna de Belén: se entrega al sueño,
aún en un ambiente no muy propicio para un niño
recién nacido, porque se fía totalmente de su Padre.
Puedo cerrar los ojos, dar reposo a mi mente y a mi
cuerpo. Sosegar el corazón. Dios está conmigo,
siempre despierto, como una madre que vigila el
sueño de su hijo recién nacido. Incluso el Espíritu ora
en mí cuando duermo...No es solo la seguridad de
saber Quién nos cuida. Es además el amor que nos da
Dios en ese cuidado, la caricia, el mimo, el arrullo, la
calidez de su cercanía. Natalia Kidd
¡Yo te adoro, mi dueño, con la muerte y cruz dormidos, mi Divino Niño Jesús del Buen Sueño!...
GOZOS AL DULCE JESÚS DEL BUEN SUEÑO.

1.-/"Pues te adoro, mi dueño,/con la muerte y cruz dormidos,/


/ ¡socorre a los afligidos,/ dulce Jesús del Buen Sueño!/

2.-/Descansando, tierno Niño,/ te advierte mi cuidado,/


/admirando en tu agrado / todo el primor del aliño,/
/ y el más perfecto cariño/ en tu rostro risueño, /
/¡socorre a los afligidos,/ dulce Jesús del Buen Sueño!/

3.-/Eres tan hermoso a los ojos,/ nadie iguala tu belleza al alma,/


/pues el que llega a mirarte,/ ya es de tanta luz su premio,/
/hallando en ti el goce/ de tan piadoso empeño, /
/¡socorre a los afligidos,/ dulce Jesús del Buen Sueño!/
4.-/Sobre una cruz reclinado,/ dulcemente estás dormido,/
/mostrándonos advertido/ este sosiego sagrado/
/que el error más obstinado/ te dio por descanso un leño;/
/¡socorre a los afligidos,/ dulce Jesús del Buen Sueño!/

5.-/La muerte como rendida,/ Niño, te sirve de almohada,/


/y es justo que esté postrada/ cuando fue por ti vencida,/
/ siendo ya puerta de vida,/ la que fue de horror desdeñada,/
/¡socorre a los afligidos,/ dulce Jesús del Buen Sueño!/

6.-/Tu imagen perseguida,/ resumen de la hermosura,/


/toda ella respira ternura,/ si de cerca se examina,/
/siendo copia tan divina/ de un Dios que se abaja,/
/¡socorre a los afligidos,/ dulce Jesús del Buen Sueño!/

7.-/Un ascenso misterioso/ nos dio tan bello portento,/


/por favorecer de asiento/ tu afecto generoso,/
/al que devoto y piadoso/ te adorare por Dueño,/
/¡socorre a los afligidos,/ dulce Jesús del Buen Sueño!/
8.-/Porque con fiel alegría/ te sirva nuestra fineza,/
/dispuso tu grandeza/ estar cerca de María,/
/cuya amante melodía/promete amparos sin ceños,/
/¡socorre a los afligidos,/ dulce Jesús del Buen Sueño!/

9.-/Con esmero prodigioso/ al que gime desvelado/


/concede tu cuidado/ sueño, descanso y reposo,/
/siendo amparo tan precioso/ de tu piadoso empeño,/
/¡socorre a los afligidos,/ dulce Jesús del Buen Sueño!/

10.-/En especial protección,/ cuando los males se experimenta,/


/con bendiciones alientas/ tu fiel congregación,/
/oh que gran emoción,/en ti esta mi confianza,/
¡/socorre a los afligidos,/ dulce Jesús del Buen Sueño!/

/Pues te adoro mi dueño,/ con la muerte y cruz dormidos,/


/¡socorre a los afligidos,/ dulce Jesús del Buen Sueño!/ AMÉN
¡Socorre a todos los afligidos,
dulce Niño Jesús del Buen Sueño!
"Dormía, pues, el Santo Niño Jesús, pero mientras dormía, pensaba
en todos los padecimientos que tendría que sufrir por nuestro amor…”

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