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TA
MAKUENDE
YAYA
ORACIÓN
AL ESPÍRITU CONGO
Oh, divino redentor Congo, oh, divino redentor Congo, oh, divino
redentor Congo, tú que has pasado por todas las justicias del mundo,
yo fe ruego que no me dejes pasar lo que tú pasaste. Te pido que mi
esposo o novio no me desamparen, que no me abandonen. A Ti Te
pongo, de protector de mis causas para que no me ti/den de brujerías y
todo lo malo que a mi paso se me presente. Sea mi guía en todos mis
asuntos y que las cosas malas se aparten de mí y que nadie me odie y
dame dicha en cualquier negocio que yo emprenda. En mi trabajo me
des paz y tranquilidad y me guíes mi familia por el buen camino.
TA MAKUENDE YAYA
INTRODUCCIÓN
-Yo soy Ngimbi, aquél que hace crecer abundantemente todo lo que nutre y
alimenta. Las madiadias o falsas cañas de azúcar que se cortan por la mañana,
al mediodía nuevamente se mecen al sol.
-Yo soy Mbenza, aquél que rompe, que corta, que hiende. No corto las cabezas
de los ratones, sino de los hombres.
-Yo soy Mpudi a Nzinga, un gran pez, pero además un halcón que, pese al
fuego, caza por encima de la hierba en llamas.
-Yo soy Mboma Ndongo, la serpiente jiboia que deja huellas a su paso. Se
arrastra por todo el Congo, por Loango. Madre que hace bien a todos los otros
clanes.
-Yo soy Makaba, el que reparte las tierras, pero las leyes de esas tierras
quedan en mis manos, en mi poder.
Alrededor de ese núcleo había grupos de estados más pequeños, parte del
mismo complejo en el sentido de que habían sido sometidos por los bakongos,
pero cuya lejanía del centro les permitía un grado no desdeñable de
autonomía, si bien acataban la supremacía del Manikongo. Los tratadistas del
siglo XVII coinciden en que los más importantes entre esos estados eran los de
Ngoyo, Kakongo y Loango, en la costa atlántica al norte del estuario del río
Congo, agrupados mucho más tarde bajo el nombre de Cabinda; el área
conocida como Matamba, a caballo sobre el valle del río Cubango al sureste, y
la región de Ngola, que abarcaba ambas riberas del Kwanza, y que hoy es la
mayor parte de la porción central de Angola. Diremos, de paso, que Angola
deriva de Ngola, nombre de uno de los principales clanes de la región, el cual,
en cierto modo, es un nombre dinástico.
Los pobladores del dominio del Manikongo ascendían, según estimados de los
misioneros del siglo XVII, a unos dos millones y medio antes de la llegada de
los portugueses en 1482. Los hombres eran formidables herreros, cazadores y
guerreros. Las mujeres se dedicaban a la agricultura. Lo que encontró Diego
Cao al desembarcar en esas tierras fue descrito, no sin cierta admiración y
sorpresa, como un reino grande y poderoso, muy poblado y con muchos
vasallos.
No obstante la centralización del poder, por laxa que fuera, ese reino poderoso
preservaba numerosos rasgos de la sociedad matriarcal tanto en su
ordenamiento social como en sus creencias, basados ambos en el sistema de
mvila o kanda, términos sinónimos que pueden ser traducidos libremente como
clan.
Sin embargo, Karl Laman, quien viviera largo tiempo entre los bakongos y cuya
obra es material obligado de referencia para todos cuantos se interesan por las
manifestaciones religiosas en el reino del Manikongo, cuenta otra historia.
Es ésta:
Nzambi es idéntico a Chambi, deidad cuyo culto preservaron los ancestros de
los bakongos cuando abandonaron su región de origen. El concepto de Nzambi
entre los bakongos probablemente debe mucho a la influencia de las primeras
misiones católicas que abrieron sus puertas en el dominio del Manikongo.
Según la concepción autóctona, Nzambi otorgó la vida al hombre en el
momento de la Creación. Es más grande (más poderoso) que todas las demás
categorías de espíritus de los muertos. Esto es importante, señala Laman,
porque en las tradiciones populares bakongas los nkisi (espíritus de los
difuntos) tienen una relevancia particular, especialmente Funza, creador del
feto en la matriz, y Bunzi, dios tutelar del clan, de cuyo bienestar y felicidad es
responsable. Los ancianos, sigue Laman, confieren a Nzambi un poder casi
universal, considerándolo el dueño de todo y de todos. Nzambi no se muestra,
sin embargo, a los vivos. Habita en el cielo y no baja a la Tierra, pero lo ve
todo. Las líneas de la palma de la mano y los profundos surcos de la columna
vertebral se conocen como la escritura de Nzambi y también como sus
caminos, por los cuales penetra al cuerpo de los hombres. Pero como Nzambi
dejó que la muerte reinara sobre la humanidad, su relación con ésta no es de
confianza o intimidad. Por ello, Nzambi no es objeto de culto. Puesto que no se
le puede conmover con ruegos, arrepentimientos u ofrendas, ocupa un lugar
secundario en la imaginación popular.
Algunos creen, continúa diciendo Laman, que el hombre y la mujer fueron
creados en el cielo y bajados a la Tierra por un hilo de araña. También creen
que una persona llamada Tuuka Zulu (el que vino del cielo) visitaba la Tierra
cabalgando sobre un relámpago en calidad de enviado de Nzambi, para curar a
los enfermos y resucitar a los muertos. Tuuka Zulu se convirtió más tarde en
Mukulu o Nkulu, el ancestro de la humanidad, que también trajo semillas de
todas las plantas útiles y en quien se originaron todos los usos y costumbres,
incluso la muerte.
El nombre Nzambi tiene múltiples significados, precisa Laman. Se le puede
atribuir a un animal de grandes proporciones; a un cadáver, porque cuando
alguien muere se transforma en un ser invisible con poderes semejantes a los
de Nzambi. Como dueño del trueno y del relámpago, se le ha dado el nombre
de Mpungu Bidumu, ser celestial superior que despierta a los habitantes del
cielo de su sueño, parecido a la muerte. Pero también se llama Mpungo al
nganga que puede ver a los muertos y a los ancestros.
Esa concatenación conceptual reproducida por Laman parece más propia del
pensamiento mágico bantú que la explicación de Van Wing, mediatizada a
todas luces por los preceptos de su fe; explicación en la que figura, no
obstante, el elemento del alma material y su forma de entrada al cuerpo
humano, que también aparece en Laman. Y también refleja de manera
adecuada la realidad política y social del clan: alejado físicamente del centro
del poder, en términos espirituales se distancia del Ser Supremo quien, una vez
que crea a sus hijos, los abandona a sus propios recursos, y permite que la
muerte los arrebate de este mundo.
¿Y cuáles eran esos recursos? Los elementos de la naturaleza: las plantas que
sirvieron de sustento, cobija y medicina a los fundadores de los clanes en su
peregrinación a lo ancho del continente; los animales de pelo y pluma que
cazaban; las aguas que calmaron su sed y aliviaron su cansancio: la tierra que
contenía las plantas y las aguas benefactoras y que, al término del largo
trayecto, fue sembrada y rindió sus frutos. De ahí que las creencias venidas a
Cuba desde el reino del Manikongo giren alrededor de estos elementos, en vez
de haberse concentrado en la creación de un panteón politeísta, propio de las
sociedades descentralizadas y secularmente sedentarias, como fuera el caso
de los yorubas, por citar sólo uno de esa parte del continente trasplantado a
Cuba.
Es comprensible, pues, que la base de las Reglas de Palo Monte sean los
nkisi, las prendas —también llamadas, certeramente, fundamentos—, resumen
de los dos sujetos de veneración de los pueblos del reino del Manikongo: los
ancestros y la naturaleza y sus espíritus.
Las prendas son receptáculos de formas diversas que contienen lo que Robert
Farris Thompson describe como un universo en miniatura, tal y como lo
perciben esos pueblos. Ellas encierran aguas, hojas, hierbas, piedras y tierras
tomadas de distintos sitios; dientes, picos, garras de variados animales, junto
con pequeños fragmentos de sus huesos o de un ser humano cuyo espíritu
pasa a vivir en ese nkisi o receptáculo. Éste puede físicamente ser una
calabaza, un atado de corteza de árbol o de tela basta, un caldero de hierro o
de barro y hasta un caracol. En ocasiones especiales era también una
escultura de una o más figuras humanas. Cuando alguno de los muertos
ilustres del clan deseaba manifestarse para ayudar o dañar a los vivos, explica
Nkisi es un término que se presta a confusión, y tal vez sea el concepto de los
bakongos orientales el que con mayor claridad resume su significado. Para
ellos, nkisi es un objeto artificial habitado o influenciado por un espíritu y dotado
por él de un poder sobrehumano. Por espíritu se debe entender, en este caso,
no un alma descarnada, sino el alma de un difunto que ha tomado, por voluntad
propia, después de su muerte, un cuerpo adaptado a su nuevo modo de "ser".
De ahí que el término nkisi designe al espíritu y al objeto material en el cual tal
espíritu "es" y puede ser dominado por un hombre. Ese objeto o receptáculo es
compuesto, fabricado, por un nganga, quien es el vínculo, por así decirlo, entre
los vivos y los muertos. El vocablo nganga, por sí solo, significa hacedor, pero
siempre se le añade una suerte de apellido que indica su función. Así, está el
nganga nkisi, término genérico comúnmente especificado por el nombre del
nkisi, como ocurre en los casos del nganga ngombo (el adivino), el nganga lufu
(el forjador, función muy especial y apreciada), el nganga kuka (el curandero), y
el nganga bankulu, el mayor que guarda el receptáculo de los ancestros y es
ministro de su culto, por mencionar sólo algunos. Todo hombre o mujer que
posea un nkisi es, por lo tanto, su nganga.
Dice la leyenda que el primer nkisi fue compuesto por Mukulu, un antiguo
ancestro. Pero fue Mentete, el primer ser humano que descendió del cielo,
quien enseñó a los hombres cómo fabricar o componer un nkisi. Los nkisi
tienen aliento, pero no igual que las personas. Escuchan al nganga y hacen lo
que éste les ordena. La vida del nkisi no termina, sino que se transmite para
formar una especie de linaje. Según la tradición popular congolesa, el primer
nkisi fue hecho en el agua, origen de todos los seres vivientes, e inauguró la
línea de Nkosi, el destructor. Después se compusieron los nkisi de la línea de
Kyere, la alegría.
Así, de cada nkisi pueden "nacer" tantos otros como estime su nganga. Pero
cada uno de ellos debe ser igual que el primero, cuyo nombre adoptan. El
nganga mayor es quien transmite el arte de componer un nkisi a los novicios, a
quienes también informa sobre sus propiedades y prohibiciones.
Para poder comprender mejor la naturaleza de los espíritus ancestrales y de la
naturaleza, es preciso conocer primero cómo se percibían los bakongos en
tanto que seres vivos. Laman ofrece de esto una explicación detallada, que
permite llegar a conclusiones sobre tal percepción mediante el significado de
palabras claves que designan cada uno de los diversos componentes, visibles
o no, del ser humano. Optamos por ella, pues la explicación de Van Wing, más
sintética, carece de los matices que enriquecen la exposición de Laman.
El hombre, dice Laman, es considerado como un ser dual, compuesto por una
entidad exterior: el cuerpo físico, que se entierra y se descompone, y una
entidad interna: la esencia misma del hombre. Ésta, a su vez, está compuesta
por dos entidades separadas: la nsala y el mwela.
Nsala es la parte del hombre que no es visible en el cuerpo exterior : es su
alma o mejor, el principio de la vida. Es considerada como un ser viviente que
actúa como la adivina del hombre, al cual puede abandonar momentáneamente
para vagar por el mundo y conocer los acontecimientos que afectarán a su
dueño en el futuro. Al norte del Congo, donde la palabra nsala no se emplea,
se usa kiini (sombra), de lo cual se infiere que alli la sombra es conceptual y
funcionalmente igual al alma o principio de la vida. En Mayombe y otras
regiones sureñas, nsala equivale a sentido: lunzi, que podría describirse como
la imagen del hombre interior, de la esencia del hombre. Para los ngangas, la
nsala es visible en forma de sombra. Igual que el cuerpo físico tiene su sombra,
el alma también tiene la suya. La nsala no abandona el cuerpo físico sino hasta
que el hombre muere, v la sombra se separa de él. Por eso los muertos
mantienen el alma de un enfermo virtualmente cautiva, obligándola a no
alejarse del cuerpo físico; si no hicieran esto, toda enfermedad tendría un
desenlace inmediatamente fatal.
Mwela es el aliento, el órgano a través del cual el hombre vive y respira. Si
abandona el cuerpo, el hombre muere. El mwela puede posesionarse de
cualquier animal. Para prolongar la vida de un ser humano, se mezclan unas
gotas de su sangre con las de un animal determinado para que ambos
compartan el mismo aliento y la vida se prolongue. Cuando un hombre duerme,
el aliento deja el cuerpo físico y vaga por otros lugares para conocer y predecir
el futuro de su poseedor, actuando así en forma parecida a la nsala. Cuando el
hombre muere, su aliento va al mundo de los muertos o a Kalunga, las
regiones "infernales" de la Tierra.
También existen los simbi, a los que, a menudo, se confunden con los espíritus
de los muertos, aunque para nada se parecen a éstos. Los simbi se
manifiestan en torrentes o inundaciones súbitas que arrasan con chozas y
cosechas. Un simbi no puede ser capturado y encerrado en una nganga, sino
tras muchas dificultades y peligros. Alguien que, a riesgo de su vida, su salud y
su razón, capture a un simbi, se convierte automáticamente en nganga, sin
necesitar de otra iniciación. Al sur del Congo, el jefe de los simbi es llamado
Mpulu Bunzi, pero en otras regiones se le llama Ndoona Bidi y se cree que es
mujer. Anuncia la llegada de la estación seca cuando pasa por la tierra con sus
huestes. El agua -salobre o dulce- es el hábitat de los simbi y sus lagunas
tienen la reputación de ser muy peligrosas para quienes se acerquen a ellas.
Si bien los clanes de pescadores bakongos del territorio que hoy se conoce
como Cabinda rendían igual culto a los antepasados, la mayoría de sus
divinidades era femenina, símbolo de la proliferación, y estaban directamente
asociadas a la naturaleza. Eran llamadas "espíritus madres" y su origen parece
ser muy remoto. No pocos estudiosos sostienen que se trata de deidades
traídas por los primeros bantúes que se asentaron en la zona, cuya devoción
ha sobrevivido allí hasta nuestros días, aunque nos parece que mejor podría
describírselas como espíritus de la naturaleza divinizados. No habitan esas
deidades ni nkuyu ni nkisi, sino la tierra, las lagunas, las rocas y los bosques.
Durante el año que duró la ocupación de La Habana por los ingleses (1762-
1763), los británicos también realizaron numerosas ventas de esclavos. A los
entrados "legalmente" se añadían los llamados esclavos de "mala entrada",
Para finales del siglo XVI, dice Leví Marrero," la población negra en Cuba era
mayoritaria. Los cronistas de la época calculaban que un 60% de la población
total —la cual fluctuaba entre los 15 000 y los 20 000—, estaba constituida por
africanos traídos a la Isla en calidad de esclavos y sus descendientes criollos.
Entre los esclavos vendidos en el mercado cubano durante la segunda mitad
de ese siglo, algunos fueron identificados como congos y ngolas. En un lapso
de diez años (1578-1588), consta la venta, en el mercado habanero, de 16
congos y 25 ngolas de ambos sexos. En los primeros treinta y nueve años del
siglo XVII, y en virtud de la Real Cédula, salieron de Angola 385 barcos
negreros, muchos con destino a Cuba. La media de esclavos transportada en
cada uno de ellos ha sido calculada en 139, y las pérdidas durante la travesía
entre el 20 y el 25 de esos pasajeros forzosos en cada viaje.
Desembarcados en diferentes puntos de Cuba, cientos de congos, ngolas y
cabindas fueron destinados a plantaciones de caña, café y tabaco esparcidas
por toda la Isla. Fueron ellos los que compusieron, en honor a los 9 reinos
sagrados del dominio del Manikongo, los primeros 9 nkisi, de los cuales
nacieron otros muchos. Estos, a su vez, procrearon los que, junto con aquellas
prendas originales, llegarían a ser los fundamentos de las Reglas de Palo
Monte en Cuba. Dos de ellas fueron hechas en Pinar del Río; una, en La
Habana; dos, en Matanzas; una, en Santa Clara; una, en Camagüey, y las dos
últimas en Oriente.
Mboma Ndongo fue el nkisi compuesto por los bakongos en La Habana, por el
año 1812, en el antiguo caserío de Guanabo, en Guanabacoa. En esa localidad
de la provincia habanera ocurrió un importante levantamiento de esclavos
congos y yorubas de la dotación del ingenio "Peñas Altas". Casi todos los
insumisos fueron masacrados por el mayoral Antonio Orihuela. El reducido
grupo de sobrevivientes pudo escapar llevándose la krillumba de una de sus
En Santa Clara los esclavos cimarrones del ingenio "Buena Vista", propiedad
de Justo Germán Cantero, prepararon una prenda con el nombre de Makaba,
Mbuniba Kuaba o Kaba. Esos cimarrones deambulaban por las montañas de
Trinidad y las Alturas del Muerto, hasta el río Ay de los Negros, e identificaban
su fundamento en la Ocha con Yewá. Makaba es una prenda de extrema
sensibilidad, hecha con la krillumba de una joven negra que fuera atacada y
descuartizada por las jaurías de los rancheadores durante su fuga.
TA MAKUENDE YAYA
Sin embargo, hay otra deidad en Quiebra Hacha que Peón Márquez no
menciona, pero que ocupa un sitio prominente en la devoción popular, y que
cuenta con su propio lugar de adoración.
por extender su culto, cosa que logró sin mucho esfuerzo, pues la imagen
venía acompañada de antaño por las anécdotas de sus numerosos milagros.
Ese día se efectuaba también una imponente procesión, que salía de la capilla
con la imagen en andas, acompañada del estandarte de San Antonio de
Padua, santo franciscano cuya devoción llevaron consigo los portugueses que
colonizaron el reino del Manikongo, cuya identificación con esta talla de ébano
María Pedro se encargó de reforzar tras visitar Roma y entrevistarse, según
dicen las crónicas de Quiebra Hacha, con e) papa Pío XII, a quien mostró una
foto de la pequeña escultura. A todas luces, la señora Pedro realizó
indagaciones sobre el santo católico con los frailes de la orden franciscana que
fuera la que emprendió la misión evangelizadora en aquellas tierras. Los frailes
convencieron a la piadosa mujer de que, al marcharse los misioneros, sus
catequizados congos decidieron sincretizar al personaje del santoral católico
con un dios propio, llamado Yaya, y tallaron la imagen surgida de su
imaginación.
don Francisco y don Pedro García Menocal, la imagen tenía su propio "templo"
-una pequeña construcción de cujes y guano revestida de arcilla blanca- y una
pléyade de devotos: los esclavos congos (mayoritarios en la dotación del
ingenio) que venían a buscar consuelo y a llorar sus desventuras ante Ta
Makuende Yaya.
Cuenta la tradición oral de la zona que al ser abolida la esclavitud en Cuba, los
congos fueron a refugiarse en lo que después se conoció como el Pueblo Viejo
de Quiebra Hacha, llevándose consigo su imagen. La casa número 195 de la
antigua calle Maceo fue su nuevo hogar, donde permaneció hasta la edificación
de la capilla en la que ahora reside.
¿Cuál es, pues, la verdadera naturaleza de este San Antonio negro que tiene
un nombre en Palo Monte? Más que la imagen africana de un santo católico -
sería muy difícil reconocer en esta rudimentaria escultura al santo varón
paduano, venerado y seguramente descrito a sus discípulos africanos por los
misioneros que ejercieron su labor en el dominio del Manikongo-, recuerda a
las ngangas encontradas por Laman en esa zona: a las prendas más
especiales y elaboradas, las que semejaban figuras humanas y escondían el
bilongo en una oquedad de su base o de su cuerpo. Poca importancia tiene,
creemos, que se le llame indistintamente San Antonio o Ta Makuende. La
historia —y no sólo la cubana— abunda en ejemplos de identificación de las
deidades de culturas autóctonas o trasplantadas con los sujetos del culto de la
potencia colonizadora o dominante. Tal identificación se circunscribía a
conferirles un mismo nombre en público, y en aprovechar las celebraciones
oficiales para festejar también a sus deidades. Éstas y las de la Iglesia Católica
podían compartir algún atributo, a más del nombre (la espada y las vestiduras
rojas y blancas de Santa Bárbara y Changó, por citar el caso tal vez más
conocido), pero unas y oirás nunca llegaron a fundirse, ni conceptual ni
litúrgicamente.
Cuentan asimismo los creyentes más ancianos de Quiebra Hacha. que hace
mucho tiempo, a principios de este siglo, Ta Makuende se encolerizó v le viró la
espalda a sus fieles Los congos que lo cuidaban, desesperados, trataron de
hablarle y convencerlo, sin resultado alguno. Recurrieron entonces a los cantos
y oraciones en lengua y al familiar sonido del kinfuiti hasta que Ta Makuende
olvidó su enfado y volvió a darles la cara.
Kinfuiti, dice don Fernando Ortiz es el nombre de un instrumento y de su toque,
y también del baile que se ejecutaba con su música. Su sonido, afirma, zumba
y ronca. Fue originalmente un instrumento sagrado para liturgias especiales y
COFRADÍAS, CABILDOS,
CIMARRONES Y PALENQUES
Desde fecha tan temprana como el siglo XVI, aparecen acaudalados vecinos,
preocupados y molestos por las reuniones "de negros" en fiestas para elegir a
sus reyes y reinas, y formar sus propias organizaciones sociales.
A modo de ejemplo, los patronos de los zapateros eran San Crispín y San
Crispiniano, mientras que la cofradía de los carpinteros radicaba en la capilla
de San José, en el convento de San Francisco. Se sabe que en 1680, el obispo
García de Palacios mandó suspender varias cofradías por discusiones y
problemas internos, dejando sólo las más antiguas. En ese tiempo en La
Habana había 18 cofradías y 6 hermandades, organizaciones funcionalmente
similares a las cofradías, pero que existían sin amparo eclesiástico.
Durante los siglos XVIII y XIX los cabildos adquirieron una importancia vital en
la vida de los negros esclavos y los mulatos libertos en las zonas urbanas. Las
crónicas y anales los mencionan a todo lo ancho y largo de la Isla y sus datos
particulares se conservan en archivos y bibliotecas.
En San José de las Lajas existía, en vez de cabildos, una sociedad de socorros
mutuos: Nuestra Señora de los Dolores, fundada en 1881, que pervivió, según
Horta, hasta 1925. Fue, a todas luces, la primera sociedad negra de este tipo.
Cuando sus miembros salían en procesión, portaban estandartes, banderas y
bastones de mando y marchaban al son de sus tambores, saludando a todos a
la usanza de los descendientes de congos y ngolas: Salaam Alekum, Alekum
Salaam.
En el siglo XIX aparecen palenques en las zonas de Pinar del Río, La Habana,
Matanzas, Las Villas y Oriente. Camagüey, tierra de vastas llanuras, no era el
lugar más adecuado para establecer una comunidad clandestina. Sin embargo,
se sabe que las hubo en Santa Cruz del Sur.
El escritor mambí Ramón Roa, cuyo juicio también reproduce don Fernando,
calificó a esa agrupación de secta endiablada y misteriosa. Sin el desconcierto
que por desconocimiento causara la devoción de aquellos esclavos insumisos
en López Leiva y en Roa, Ortiz aclara que los matiabos eran, obviamente, una
secta bantú, y se inclinaba por ubicarlos como provenientes de Angola,
argumentando que los hombres traídos de esa porción del reino del Manikongo
fueron famosos hacedores de desórdenes dondequiera que fueron llevados en
América hispana. Los matiabos, añade, debieron organizarse, como solían
hacer los Tatas Ngangas en África y después en Cuba, como una cofradía o
sociedad secreta de juramentados para fines, en aquellas circunstancias, tanto
de defensa como de agresión.
del Congo, donde existía una sociedad secreta exclusivamente masculina, para
la defensa del clan y sus miembros, que llevaba ese mismo nombre. Pero el
más temido y respetado entre ellos lo fue, sin duda, el Palenque del Frijol,
ubicado en la sierra de ese nombre.
Entre los jefes de los palenques a todo lo largo y ancho de la Isla hubo también
mujeres cuya fiereza y audacia les valieron la entrada en la historia de la lucha
por la libertad. Ejemplos de ello son la Madre Melchora, de la zona de Vuelta
Abajo; Manga Saya, de Perico; Ma´Teodora, de la loma del Cuzco, y muchas
otras que pertenecían a las dotaciones traídas del dominio del Manikongo.
A través de la lectura de documentos que nos han sido mostrados por viejos
religiosos, hemos podido constatar cómo estos blancos fueron paulatinamente
identificándose con las manifestaciones religiosas de origen africano: la Regla
de Ocha o Santería, la Sociedad Secreta Abakuá, las Reglas de Palo Monte y
las creencias de los descendientes de las etnias arará, ganga e iyesá,
formando un complejo religioso realmente criollo.
La tradición oral del pueblo de Bahía Honda cuenta cómo Casanova, dueño del
central "Orozco" en Pinar del Río, ofrecía cada año un perro a la maza del
central cuando daba inicio a la molienda. Éste era un sacrificio a Oggún-
Sarabanda, dueño de los hierros, para que la maquinaria no sufriera rupturas
durante la zafra, y la molienda se desarrollara de la manera más rápida y
productiva.
Los presidentes José Miguel Gómez, Alfredo Zayas, Gerardo Machado, Carlos
Prío Socarras, Fulgencio Batista (y también su hermano Panchín), practicaban
limpiara con laurel, maíz, álamo y siempreviva para que todos sus males
acabaran. Al despertarse, Coballende hizo lo que le orientó su hermano y
rápidamente, después de un baño en el río Caiguanabo, donde se mecían los
nenúfares y lirios entre el murmullo de sus aguas cristalinas, renació a la vida.
Se coronó como rey de estos parajes y vivió muchos años. Viejos y jóvenes
acudían a oír sus sabios consejos, a curarse y a festejar. Eje de numerosas
leyendas, se escucha su voz en las montañas y en las ruinas del "Balbanera",
increpando a su amo que lo abandonó a su destino.
LA REGLA DE MAYOMBE
En algunas zonas de Cuba se conservan aún con gran pureza, debido al apego
de sus devotos a la ortodoxia religiosa, las prácticas de Mayombe heredadas y
guardadas con celo y transmitidas oralmente de generación a generación
desde el siglo XVI hasta el presente. Esas prácticas se basan en la
interrelación con los espíritus de los ancestros y de los muertos y con las
vibraciones de todo cuanto hay en la naturaleza. Popularmente se conoce a
sus seguidores como mayomberos, Padres o Yayis Ngangas, nganguleros,
paleros y así sucesivamente, hasta ir a dar al despectivo nombre de brujo.
Denota esta última denominación el desconocimiento, por parte de quienes la
emplean, del amor a la naturaleza que profesan los mayomberos y el respeto
de que son acreedores por sus profundos conocimientos de los secretos y
misterios de la naturaleza, y del ser humano con todas sus virtudes y defectos.
Víctimas de la difamación de las autoridades coloniales primero y
pseudorrepublicanas después, esos creyentes guardaron su saber en
bibliotecas individuales: sus memorias, el mejor centro de referencias que la
humanidad siempre ha tenido a su alcance.
Los animales, los objetos y los derechos necesarios para la consagración son:
dos gallos, una botella de aguardiente, una de vino seco, una de miel de
abejas, algunas velas, tabaco y un pañuelo blanco.
El monto del derecho será el que marque el ngangulero, nunca excediéndose
de la mayor cantidad que tradicionalmente se cobra.
El baño que deberá tomar quien se inicia se prepara minutos antes de la
ceremonia de la consagración, en una cazuela de barro o en una palangana
grande. Se vierten en el recipiente el agua y las hierbas, ripiándolas antes con
las manos hasta casi macerarlas. A esto se añade el aguardiente, el vino seco,
la miel de abejas, chamba, fula y un huevo, previamente autorizado, ya que en
esos momentos quien se inicia debe ponerse en posición de penitencia. El
ngueyo pasa al baño con los ojos vendados, los pantalones remangados hasta
más arriba de las rodillas y sin camisa. Mientras se le baña, el Akpuón canta
todo lo que se está haciendo y describe los sentimientos espirituales que
embargan a quien está a punto de ser consagrado. Después de limpiar con las
hierbas el cuerpo del ngueyo, se le rocía con todas las bebidas antes
mencionadas.
En un rincón del cuarto donde se vaya a efectuar la ceremonia de iniciación, o
a todo lo ancho de esa habitación, se disponen palos, ramas y hierbas figuran-
do el monte. El piso también se cubre con hierbas finas. En ese cuarto se
encuentra el fundamento principal, rodeado por otras prendas, luceros y
receptáculos mágicos de otros Padres Ngangas.
El animal a sacrificar es un gallo, cuyas espuelas y guías de la cola han de
estar en óptimas condiciones. Mientras el Akpuón entona su canto, se presenta
el gallo al fundamento principal, frente al cual el ave generalmente queda
sumida en un letargo. Para despertarla, se entona otro canto, y mientras un
ngangulero la sujeta, el mayordomo, con el mbele previamente autorizado,
toma la cabeza del gallo y le arranca plumillas de ella y de las patas, las alas y
el lomo.
Los cantos prosiguen mientras se sacrifica el animal y se deja correr su sangre
por encima del fundamento, hasta que se deposite en la jicara que contiene el
yamboso. Inmediatamente, éste se tapa con un trozo de tela roja y se coloca
en un lugar donde no pueda derramarse. La cabeza del animal sacrificado se
pone sobre el fundamento y el cuerpo se coloca nuevamente sobre el piso
frente a la prenda. Con las manos en forma de cruz sobre su lomo, se le oprime
contra el suelo para que "cante" por última vez. Se cubre la nganga con las
plumas del gallo; con las que han caído al piso se limpia la sangre. Se hace un
pequeño atado con todas ellas, se compactan con las manos y se ponen ante
la prenda.
Esta y el piso se limpian de inmediato, para borrar los restos del sacrificio y
ponerlo todo en orden.
Ya terminada la ceremonia del baño, se lleva al ngueyo hasta la puerta del
cuarto Malongo, y el encargado de conducirlo allí toca enérgicamente a ella
tres veces. Se intercambian las preguntas y respuestas del ritual, tras lo cual se
abre la puerta. En ese momento, y antes de traspasar el umbral, se hace girar
al ngueyo sobre sí mismo. Acompañándolo con cantos, se le conduce al pie del
fundamento, donde deberá permanecer arrodillado. Se le interroga entonces
sobre los motivos que lo han llevado a rayarse y, según la formación que le
haya dado su padrino, se le alecciona para que sepa cómo deberá comportarse
después de su iniciación para cumplir con la ética mayombera. Se procede a
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LA BRILLUMBA
La Brillumba nace del Mayombe, pero ha sido muy influenciada por la Ocha y
algunas manifestaciones acriolladas del espiritismo. Esta mezcla puede
encontrarse en todas las ramas de Palo Monte, que no son excluyentes de
otras creencias. De hecho, la mayoría de sus seguidores son también católicos
La Brillumba surgió a finales del siglo pasado. Su núcleo original puede situarse
geográficamente en la provincia de Matanzas, donde la religiosidad popular
tiene profundas raíces, y donde coexisten la Ocha, el Palo Monte, la Sociedad
Secreta Abakuá y los cultos y deidades de los descendientes de ararás,
gangas, iyesás y muchas otras etnias africanas que practican aquellos ritos
parecidos a los que la desaparición física de quienes los trajeron a Cuba, antes
de que pudieran difundirlos, han hecho casi caer en el olvido.
Esta rama del Palo Monte es la conjunción del Mayombe, la Ocha y —siempre
presente— el espiritismo a la usanza criolla. Los que en el siglo pasado se
dedicaban a practicar algún culto, solamente lo hacían de acuerdo con sus
formas más puras, aquéllas que vivían en sus recuerdos y eran transmitidas
por la tradición oral. Pero, al paso de los años, aislados de sus orígenes, esos
cultos fueron adquiriendo estilos propios y uniéndose a los de otros grupos con
los que más se relacionaban en la vida cotidiana, aunque no fueran los de su
misma etnia.
LA REGLA DE MALONGO,
XIANMALONGO, XIANLOANGO
O SHAMALONGO
I
Cuenta la historia, que el gran Nganga Ngoio envió a sus propios hijos a cruzar
el río Zaire para fundar los reinos de Kakongo y Loango. Este rey, de gran
fortaleza y voluntad, tuvo un tercer hijo con una esclava blanca, antepasa- do
de la dinastía de los llamados "Condes de Sonyo o Soyo".
El rey de Kakongo, antes de subir al trono, debía casarse con una princesa de
sangre real del Congo, mientras el rey de Loango debía casarse con una
princesa de Kakongo. Sus pueblos eran nómadas y se expandieron por
extensas franjas de África, ocupando los actuales territorios de Angola y
Cabinda y partes de Zaire y el Congo. En una de esas peregrinaciones, cuenta
la leyenda que esos pueblos cruzaron el río Lulondo, límite natural del reino
Kakongo, también llamado Mbele por un arrecife en forma de cuchillo que se
adentra en sus aguas. Dato curioso es que en Cuba, los creyentes de las
Reglas de Palo Monte llaman al cuchillo precisamente así: mbele.
Dice asimismo la leyenda que Vua Li Mabene, la de los 9 senos, originó los 9
clanes descendientes del Rey del Congo. Ella amamantó a los sobrinos del rey,
quienes pudieron atravesar el río con la fortaleza que les dio su nodriza,
fortaleciendo a su vez a sus descendientes.
A partir de esa leyenda, el número 9 adquirió un carácter sagrado para congos,
ngolas y sus descendientes, así como para los creyentes cubanos
esclavizados, libertos y criollos.
II
Makongo era uno de los sobrinos del Rey del Congo, quien tenia un fiel esclavo
llamado Lencha. Su gran habilidad era extraer vino y aceite del palmiche. Las
muambas y el vino hacían del rey un hombre feliz. Un día, Lencha dejó el vino
fermentar durante tres dias, y se lo llevó al rey, quien lo bebió con satisfacción
y sin medida, desconociendo los efectos de este vino más fuerte. El rey se
hundió en un profundo letargo, y como sus sobrinos tampoco conocían los
efectos de las libaciones excesivas, lo creyeron muerto por la mano de su
esclavo.
Una versión de la leyenda cuenta que los sobrinos decidieron ahorcarlo en las
ramas de un baobab. Otra, que lo quemaron vivo. Lo cierto es que el rey, al
volver en sí, montó en cólera por la acción de sus sobrinos y los mandó a matar
como habían matado a su fiel siervo. Los sobrinos escaparon a la cólera de su
tío cruzando el río Zaire, y Makongo distribuyó las tierras, formando 9 reinos.
III
Con el rey Makongo viajaba su hermana, nombrada Mangoio. Ella insistió en
que la dejaran vivir cerca del mar, Kalunga, al que tanto adoraba. Después de
mucho discutir, su hermano le dejó soldados y esclavos y le entregó un nkisi
protector, metido en un ntande. Al dárselo, le advirtió que nunca lo pusiera
sobre el suelo, y así aseguraría que la cuidaría para siempre.
Mangoio y su cortejo partieron en su largo viaje hacia el mar. Al llegar a su
destino, pusieron su equipaje en tierra y se tendieron a dormir sobre la arena,
exhaustos del fatigoso viaje. Al despertar, Mangoio se percató de que no podía
levantar el ntande que contenía el nkisi y, asustada, mandó llamar a su
hermano.
Éste la recriminó por su descuido y le dijo que, en lo adelante, el bosquecillo
donde habían acampado sería llamado Nto Ntande y sería el límite de sus
tierras, el punto de reunión de ambos y el sitio para tratar los problemas de los
dos reinos. A Makongo le quedaría prohibido llegar al mar por la falta cometida
por su hermana.
Los devotos del Shamalongo tienen una gran aceptación como "paleros
espirituales", utilizando en muchos casos oraciones propias del espiritismo, así
como llores, hierbas y cantos muy asociados a los rituales espiritistas. A
muchos de estos Padres o Madres no se les enseña cómo entrar a un nso
nganga donde se esté "jugando" Palo, ni tampoco se les adiestra en los cantos
que en él se entonan —los muy famosos cantos de puya—, recreación criolla
de los que cantaban los esclavos congos y ngolas. Esos cantos exacerban los
ánimos, al punto de que muchas veces se inician trifulcas por lo tajante de sus
letras y lo picaresco de sus alusiones.
LA REGLA KIMBISA
DEL SANTO CRISTO DEL BUEN VIAJE
La Regla Kimbisa del Santo Cristo del Buen Viaje es un producto netamente
cubano. Fue fundada a mediados del siglo XIX por Andrés Facundo de los
Dolores Petit. Este hombre sorprendente y profundamente místico era, al
mismo tiempo, Terciario de la Orden de San Francisco del pueblo de
Guanabacoa, devoto de la Regla de Ocha, Issué de Bakokó Efor en la
Sociedad Secreta Abakuá y Padre Nkisi de la Regla que él mismo fundara.
Aunque no hemos podido encontrar pruebas de que Petit fuera también
Hermano Masón, en la liturgia y los ritos kimbiseros se aprecian rasgos de la
Masonería.
Cuida el fundamento y
Primer Capacitado vela por la pureza de los Bakonfula o Mayordomo
ritos y de los iniciados
auxilia al Primer
Segundo Capacitado Capacitado y lo Barresuelos
sustituye si fuera
necesario
Auxiliares del Segundo Llevan los trabajos al
Capacitado, también lugar que indique el Ngueyos
llamados Apóstoles del Padre o la Madre
Camino si son hombres, maestro
y Siervas, si son
mujeres
San Luis Beltrán, santo católico, es el guía de los templos Kimbisa, pero la
prenda, nganga o fundamento es, al igual que en las otras ramas de las Reglas
de Palo Monte, el objeto principal de adoración, y, sólo pueden manipularla los
Padres o Madres Maestros y los Primeros Capacitados. En la ceremonia de
iniciación se presta juramento ante el Cristo crucificado (hay que recordar, de
paso, que Petit introdujo el crucifijo entre los abakuá) que está presente en
todos los ritos y trabajos de la Regla Kimbisa.
Los kimbiseros han incluido en sus devociones a otras dos figuras propias del
catolicismo. Son ellas el Santísimo Sacramento —Kunankisi— y el Santo
Cristo: Nkisi.
A diferencia de los santeros y de los otros seguidores de las otras ramas de las
Reglas de Palo Monte, los kimbiseros no son muy dados a emplear palos y
polvos en sus trabajos. Como los espiritistas, prefieren las hierbas, las flores y
los perfumes. Trabajan mucho con la albahaca, pero también con la hierba que
se conoce como pata de gallina —y que ellos llaman kimbansa—, dedicada a
Sarabanda, igual que el piñón botija, la maloja, el jobo, el anamú, la diez del
día, la hierba de Guinea, el bledo morado y las hojas de la pimienta. La uva
caleta, el ítamo real, el marpacífico, la siguaraya, la ruda, la ceiba, la artemisa y
el rompezaragüey están entre las plantas de Nsasi Siete Rayos. Mamá Chola
trabaja con flor de agua, limo del río, verdolaga, albahaca cimarrona, botón de
oro, canutillo morado, helecho hembra, girasol y prodigiosa, entre otras plantas.
La lista sería interminable si nos refiriéramos a las plantas de cada una de las
deidades.
Los iniciados —y también los que no lo son— reciben como protección los
llamados collares de guerra después de haberse registrado al pie de la prenda.
Los collares de los iniciados comen sobre la prenda en las ocasiones festivas.
Los de los no iniciados comen en plato aparte así como los macutos o
resguardos de unos y otros, después de haber sido enjugados en el omiero.
Entre otras, los kimbiseros celebran dos ceremonias importantes para proteger
a los fieles: el cambio de vida, procedimiento empleado tanto por los santeros
como por las otras ramas de Palo para transferir a un objeto cualquiera el
padecimiento mortal que aqueje a una persona. Ese objeto, junto con ropas del
enfermo, se entierra en el cementerio para burlar a la muerte. Y el hermoso rito
de rogar la cabeza, que también se practica en la Ocha, para aclarar el
pensamiento, proporcional paz espiritual y fortalecer al guía y protector del
individuo.
FIRMAS: PATIPEMBA
O KATIKANPOLO MUNANTOTO
Cada ser humano se identifica con una firma. Del mismo modo, cada nganga o
su nfumbe estará "personalizado" por un trazo que en parte es producto de la
interpretación, tal vez de la fantasía, pero cuyos rasgos básicos serán muy
semejantes a los de sus padrinos.
Ahora bien, cuando un ngueyo se inicia como Padre o Madre, usará su nombre
más el nombre y el trazo de la prenda que recibirá. De esta forma podrá
comunicarse con el espíritu que la habita. Cada movimiento en los ritos de las
Reglas de Palo Monte es precedido por los trazos mágicos. Se quema la fula
para "despertar" las vibraciones de todos los elementos de la naturaleza y al
nfumbe que está lecando (durmiendo), en espera de las órdenes y también,
¿por qué no?, de las ofrendas que se le hagan por sus intervenciones en las
peticiones de los creyentes.
Cuando un ngueyo visita otra casa, traza su firma en el suelo y si, por
casualidad, la olvidara, hará una parte de la de su padrino. Es preciso aclarar
que ningún mayombero, Taita Nganga, ngangulero o brillumbero trazará su
firma completa: todos ellos mantienen la creencia, tan antigua como antiguos
son estos ritos, de que si hay algún enemigo, puede apoderarse de la firma y
destruir a su dueño o inhabilitar el poder de su prenda mediante hechicerías.
conociera los puntos débiles de la casa en que ha sido iniciado. Por eso los
mayomberos son tan ricos en refranes: "Amigo de tres días no se le enseñan
los fondos." Y, "amigo de hoy puede ser enemigo de mañana".
Toda firma, resumiendo, dice quién es el individuo, su carácter, sus padres, sus
relaciones espirituales y el camino de su nganga y la casa a la cual pertenece.
El círculo, base de todas las firmas de paleros, se divide en cuatro partes,
vertical y horizontalmente, cruzándose las líneas divisorias en ángulo recto y
pasando por un punto central. En lo alto está el cielo: nsulo; en el medio, en la
línea horizontal, está la tierra: ntoto, y al otro lado está kalunga, el mar. En el
punto inferior se encuentra kumangongo, que quiere decir el interior de la tierra,
o sea, el país de los muertos. Para los congos y sus descendientes existen tres
regiones limitadas en si mismas: la tierra y el mar, que son el mundo visible, y
el espacio celestial, donde habitan dioses, npungus y espíritus de quienes
otrora fueran seres humanos vivos.
NSULO
NTOTO KALUNGA
KUMANGONGO
Todas las Reglas de Palo Monte trazan sus firmas con yeso blanco, con carbón
y algunas con yeso amarillo. El color blanco está identificado con la muerte y el
amarillo con la vida; aunque generalmente se usa el blanco para trabajos y en
la iniciación. El negro se usará cuando se determina hacer un trabajo para
causar daño con la nganga.
Por la belleza que estas firmas encierran, por su místico significado, por sus
trascendentales misterios, han sido la inspiración de pintores y artesanos. Pero con
pena vemos que las usan de cualquier manera, sin que medie una investigación previa,
con la seriedad que su empleo y difusión requiere, aunque sea con un propósito
puramente estético.
Las firmas que a continuación reproducimos son simples muestras de las que emplean
cada una de las cuatro ramas de las Reglas de Palo Monte en Cuba, haciendo constar
sus respectivos significados. Llamamos una vez más la atención del lector hacia la
belleza de estos trazos.
SISTEMAS ADIVINATORIOS
DE LAS REGLAS DE PALO MONTE
Las distintas ramas de las Reglas de Palo Monte tienen sus propias formas de
predecir el futuro, de aconsejar al iniciado cuál debe ser su comportamiento y
de qué manera puede resolver sus más complejos e íntimos problemas.
Pasemos a explicar.
El registro con la mpaka mensu (el tarro de toro o chivo) o el vititi mensu (el
tarro sellado con un espejo), "cargado" mágicamente como si fuera una prenda,
sostenido por el Padre Nganga, es la forma más directa de apreciar las
vibraciones que emanan del nfumbe que encierran. En una forma sencilla y
reflexiva, con la videncia propia de todos los seguidores de estas
manifestaciones, le hablará al consultado y le hará las recomendaciones que
requiere su futuro desarrollo.
Cuando son preguntas sencillas para las cuales se desea una respuesta
inmediata, se traza la firma de la nganga, y sobre ella se colocan 7 montoncitos
de fula. Se sopla sobre la prenda humo de tabaco y se la rocía con
aguardiente. tras lo cual se procede a formular la pregunta pidiéndole que
queme 3 de esos montoncitos o que haga arder 3, salte 1, y queme los otros 3.
Si se quisiera hacer una demostración más difícil, uno o varios montoncitos de
fula se taparán con una güirita o nkulo. Después de llamar al espíritu de la
nganga con rezos susurrados en lengua, se prenderá la fula, pero la llama no
tocará los nkulos, respondiendo en esa forma.
para tratar de romper la letra que indica desgracia y muerte. Según la cantidad
de nkobos que caigan boca arriba en el acto de adivinación, se sabrá quién
habla por ellos.
Los seguidores de la Regla Kimbisa del Santo Cristo del Buen Viaje, verdadero
ejemplo de sincretismo religioso, se dedican a curar, limpiar y exorcizar,
preparando todo tipo de fórmulas exclusivas para cada caso. En estado de
trance, se posesionan de ellos espíritus tan elevados como su guía espiritual:
San Luis Beltrán, vírgenes, arcángeles, santos católicos, orishas yorubas,
nkisis y, según cuentan sus iniciados, también el diablo que adopta todo tipo de
"disfraces" tratando de engañar al poseso y desvirtuar la labor que se esté
realizando.
Entre sus sistemas adivinatorios están los cocos, que emplean de la misma
manera que en la Regla de Ocha, obteniendo respuestas simples y directas
según la forma en que caigan. Por ejemplo, en Alafia, hablan San Francisco y
Santa Bárbara; en Otawe, Santa Bárbara, la Virgen de Regla y San Norberto;
en Okana, San Lázaro, los Eggun y Santa Bárbara, y en Oyekun, la Candelaria
(Yansá) y Santa Bárbara.
Los kimbiseros también utilizan los nkobos o conchas, después de "iniciarlos"
lavándolos con omiero y ofreciéndoles sangre para que vibren y tengan la vititi
necesaria. Se hace la tirada de nkobos después de invocar a los espíritus,
santos, arcángeles, etcétera.
Los nkobos "hablan" de acuerdo con las marcas: si caen más boca arriba en la
primera tirada que en la segunda, se pide la mano derecha de quien se
consulta. Por el contrario, si en la primera tirada caen más nkobos boca abajo
que en la segunda, se le pide la mano izquierda. Este sistema es sumamente
complejo.
Por ello trataremos de simplificarlo a través del ejemplo más sencillo: si 1 solo
de los nkobos de la tirada cae boca arriba, es una letra mala; por lo tanto, no se
lee y se le da un tratamiento a los nkobos igual que se da aI diloggún. Si caen 2
boca arriba, hablan Los Ibeyi, San Pedro y Nkuyo; entonces se pide vista a
Santa Lucia, a San Roque y a San Pablo. Si son 3 los que caen boca arriba,
habla San Pedro —Oggún—; si son 4, Santa Bárbara, Los Ibeyi y los Cuatro
Vientos. Cinco nkobos boca arriba son la palabra de Chola Wengue —la
Caridad del Cobre—; mientras que 6 lo son de Santa Bárbara —Nsasi— y los
Cuatro Vientos; 7, la de Baluande —Yemayá—; 8, la de Mamá Kengue —Las
Mercedes—; 9, Mariwanga y San Lázaro; 10, Mariwanga y San Lázaro, pero
también Chola Wengue. Por el 11 hablan Nkuyo —San Pedro—, la Caridad del
Cobre y Santa Bárbara. Por el 12, Santa Bárbara y Las Mercedes; por el 13,
San Lázaro, Sarabanda y Mariwanga: es una mala letra. Por el 14 habla
Centellita; por el 15, Chola Wengue y por el 16, Nkisi y Las Mercedes.
Los kimbiseros registran frente al altar, sentados en esteras sobre las que
colocan un vaso de agua y una ramita de albahaca. Según la casa de la cual
"nazca" a veces pondrá un espejo para que ayude a mirar con claridad. A la
usanza de los ritos católicos, queman incienso para propiciar un buen registro.
¿NGANGA CRISTIANA?
¿NGANGA JUDÍA?
Nuestros estudios sobre las Reglas de Palo Monte en Cuba nos han llevado a
concluir que, en realidad, hay una sola clase de nganga, que el Tata o la Yayi
emplea para hacer bien o mal. Que la nganga cumpla con la tarea que se le
encomiende sólo depende de que su dueño o dueña tenga los conocimientos
necesarios para ponerla a "trabajar".
PACTO HAITIANO
CON KADIEMPEMBE O LUKANKASI
Para montar una nganga ndoki, ya que es diablo, hay que pactar con él para
que confirme la nganga. Primero se va al cementerio, por la noche o por el día,
semidesnudo o desnudo. Se prende una vela en la mano izquierda, se coge un
poquito de alcohol en la mano derecha y se llama a Lukankasi. Se le pide lo
que desea, y se mata un gato negro. Las personas que quieran sellar este
pacto deben beber de esta sangre. El cuerpo del gato se descuartiza. Parte de
él se entierra en una loma; otra parte, en el cementerio y otra, bajo un laurel o
una ceiba. Cuando esté disecado, se saca y se da a estos restos, con mucho
secreto, la sangre de otro gato negro. Esta ceremonia se realiza con otras
personas que entren en el pacto.
Un hombre de pura confianza llevará, siempre en la noche, la cabeza del gato
sacrificado al cementerio; se le mete en una jicara, se le echa pitahalla, maní,
ajonjolí, hojas de plátano, miel de abejas, un poquito de vicaria, vino seco,
aguardiente y se deja allí durante 7 días. Al cabo de ese tiempo se frota ese
brebaje en los ojos y se le pide a Lukankasi vista y poder. Así queda cumplido
el pacto. El kinfuiti debe tocarse con mucho secreto en todas las ceremonias.
Los kini-kini de la nganga ndoki se hacen como muñecos de palo. Se cargan
con nfumbe y con todo lo que lleva una nganga. A uno se le hace una boina de
piel de gato, y al otro, una de piel de perro. Ambos muñecos estarán cargados
con perro y gato negros, llevando principalmente en la carga los dientes de
estos dos animales, que siempre serán rivales. Los muñecos se amarrarán con
cadenas por los pies a las patas del kindembo.
KINI-KINI Y CHICHEREKÚES
Para los congos, ngolas y sus descendientes cubanos, las tallas de madera, de
rasgos toscos pero claramente humanos, en cuya base se coloca la carga
mágica que los hace desplazarse en la noche para cumplir las órdenes de
Tatas y Yayis, son temibles personajes que aparecen una y otra vez en la
tradición oral.
Para los creyentes de las Reglas de Palo Monte, de tanto arraigo popular,
sobre todo en las provincias de Pinar del Río y Matanzas, esas figuras
fabricadas con ciertas maderas de propiedades especiales son espíritus que
infunden pavor.
Muchos paleros descendientes directos de las etnias del reino del Manikongo, y
de las de origen arará, trabajan con majaes.
Históricamente, la serpiente ha sido considerada como un animal sagrado.
En el Apocalipsis aparece como el Diablo, como Satanás en su lucha contra el
poder divino. Es también atributo de Santa Margarita y de Santa María, de
quienes se dice lucharon contra ella y la vencieron. Aparece en forma de
dragón junto al Apóstol Felipe y con San Silvestre; el Arcángel Miguel puso su
pie sobre la cabeza de ese ofidio en señal de victoria. Para la Iglesia Católica
representa el poder maligno, la causa de la derrota del Hombre, redimido por
Cristo.
Conocemos a través de Teodoro Díaz Fabelo que el majá del Tata Juan José,
oriundo del pueblo de Abreu, trabajaba como una prenda: el ofidio mismo era
una prenda, llamada María Dolores, muy respetada y querida por los ahijados y
seguidores del Tata. En Yaguajay, el congo musundi Ta Benito, tenía dos
majaes educados, a los cuales usaba, entre otras cosas, para despojar de
espíritus oscuros o de cualquier otro problema a los creyentes que se
consultaban con él. Los dos majaes obedecían a los agudos silbidos de Ta
Benito. En varias casas congas en los pueblos de Remedios, Placetas, Sancti
Spíritus, Cifuentes, Matanzas, La Habana y Pinar del Río hubo majaes
conocidos como prendas, que llegaron a ser famosos por sus acertados
encantamientos.
LO QUE COMEN
LOS FUNDAMENTOS O NGANGAS
Para los religiosos cuyos antepasados procedían del Congo o Angola, y para
los criollos que con tanta devoción heredaron de sus mayores el culto a los
muertos y a sus espíritus encerrados en las ngangas, una de las ceremonias
más importantes es darles de comer la menga (sangre) que los vivifica y
estimula.
A las prendas mayomberas puras, de las cuales son depositarios los religiosos
más ortodoxos—como, por ejemplo, las de la casa de la rama Batalla Sacara
Empeño, de la loma del Cuzco, en las inmediaciones del central "Orozco"—, se
les ofrece gallo criollo, carnero (meme) y jicotea. En casos extremos se les
sacrifica toretes, gavilán (wángala), caraira (kálele), lechuza (sunsundamba) y
aura tiñosa (mayimbe).
Todos los sacrificios deben ser efectuados después de ponerse el sol, tradición
ésta que observan todas las ramas de las Reglas de Palo Monte, cuyos
devotos sostienen que, por ser la sangre muy caliente y poner en ascuas al
nfumbe de la prenda, puede provocar riñas y altercados.
"Cumbite Saura. que bueno está..." se pasan los platos, y con deleite se
observa la ética del antiguo esclavo, que compartía con sus hermanos todo
cuanto se cocía en su olla.
Cuando se les da de comer a las prendas, también forman parte de este ritual
las mpakas, los vititi mensu y los luceros de la familia y de los ahijados que
puedan transportar sus receptáculos mágicos hasta el sitio de la ceremonia.
Quien tenga resguardos, los pondrá en una güira para que reciban las
vibraciones de la sangre que vitaliza a los espíritus que los acompañan.
Cuando por alguna razón, no se tiene dinero para ofrendar gallo, carnero o
chivo a la prenda, el Taita o la Yayi se hará una pequeña cortada, dándole a
beber gotas de su propia sangre, uniéndose más espiritualmente al nfumbe,
que dará su ayuda sin remilgos ni tardanzas.
LA GURUNFINDA O NGURUNFINDA:
EL OSAIN DE LOS PALEROS
Es una deidad sumamente especial: sólo los sabios o aquellos a quienes se les
considera dignatarios de estos espíritus pueden dedicarse a su culto. De
acuerdo con los caminos que el oficiante le dé, así habrá una o más entidades
que trabajen para su dueño. Para ello se les llama en lengua: Andudu
Yambaka Butanseke.
Su forma más natural es la de dos raíces retorcidas, con las cuales se hace un
bastón con el que se baila y se despoja in situ. Este garabato que así es como
se le llama, debe ser de guayabo o de yamao. Osainistas y hechiceros los
agitan para Ilamar a las poderosas fuerzas de la naturaleza.
LA MUJER
EN LAS REGLAS DE PALO MONTE
Para la mujer, fuente universal de la vida, eje de la familia, las Reglas de Palo
Monte, como muchas religiones así llamadas primitivas, tienen una serie de
reservas y de exclusiones en sus ritos sacromágicos. Llamadas ndumbas, y de
acuerdo con su jerarquía, Madres, Yayis o madrinas, ocupan un lugar
secundario, no protagónico, en los ritos más importantes: la elaboración de las
prendas o ngangas, las ceremonias de iniciación y la matanza de animales de
cuatro patas.
Es éste un fenómeno conocido y sufrido por mujeres de todo el mundo, que
profesan cualquier religión, que parece querer aislar a la mujer de las prácticas
que involucran, en gran medida, al mundo interior, a la espiritualidad.
La Yayi o Madre Nganga llega a poseer prenda sólo cuando deja de menstruar;
esta condición es tabú para todas las mujeres aún en edad de gestar. A las
mujeres que han dejado atrás esa época de su vida, cuyas casas adquirieron
una fama que ya es histórica, y que han tenido múltiples ahijados, les está
prohibida, sin embargo, la acción de rayar, de iniciar a un aleyo. Esto está
reservado para su padrino o, en su defecto, a su bakonfula (mayordomo). El
sacrificio de animales de cuatro patas —y, en casas ortodoxas, inclusive de
animales de plumas— les está vedado, así como el montaje de una prenda.
Ambos ritos están reservados para los hombres, y para los mayores de esta
rama religiosa.
Las mujeres a quienes se les llama madrinas son aquéllas que aún menstrúan
y por ello, aunque estén iniciadas, no deben tener un íntimo contacto con las
prendas, sobre todo en ese momento de cada mes.
Es preciso aclarar que las mujeres no pueden ser, bajo ningún concepto, "perro
de prenda". Pueden, en cambio, recibir en un momento dado las vibraciones
del nfumbe que habite una nganga, pero nunca llegarán a pasar o materializar
a dicho espíritu con la fuerza con que éste se manifiesta cuando los Padres
Ngangas preparan a un iniciado.
En el transcurso de nuestra investigación de campo, sin embargo, hemos
encontrado casas que poseen "perros de prenda" que se materializan a través
de una mujer. Aunque si los mayomberos ortodoxos realizaran determinadas
pruebas, la incapacidad de los padrinos de la casa quedaría demostrada, así
como la falta de seriedad de la casa en cuestión.
Manga Saya, esclava de las plantaciones del central "Orozco", fue famosa por
su belleza, su porte de reina y sus vastos conocimientos de las propiedades
curativas de las hierbas. Era codiciada por amos y esclavos. Y el mayoral,
quien tampoco la dejaba en paz, decidió darle un castigo, ya que sus
requerimientos amorosos no daban resultado, y la condenó a un bocabajo
público. Los negros quisieron también ser victimas de este trato injurioso dado
a su preferida, y escondidos, tramaron su huida a la loma del Cuzco, lugar
donde se refugiaban numerosos apalencados. Manga Saya logró escapar y
huir por bosques y montañas, ríos y arroyuelos y se radicó en el palenque de la
loma del Cuzco. Allí también había encontrado santuario un gran cimarrón
llamado Juan Ganga, quien dejó su nombre impreso en esas lomas cerca del
pueblo de Candelaria. Ella y Juan Ganga hicieron curas tan milagrosas por
medio de las hierbas preparadas con el agua cristalina de los arroyos, que
grande llegó a ser su fama y popularidad: hasta los rancheadores tenían temor
de adentrarse en la zona de operaciones de ambos. No obstante, les remitían
enfermos desahuciados, sobre todo a los que perdían la razón, ya que Manga
Saya y Juan Ganga tenían forma de curarlos, valiéndose de las propiedades de
las ceibas y los efectos del sol y la luna.
CASTIGOS
Dicen los viejos mayomberos: "Ojo malo no me mira, boca mala no me habla,
pie malo no me brinca, mano mala no me toca, espina mala no me hinca."
Estos castigos van desde una reprimenda privada ante sus padrinos o pública
ante los demás cofrades, hasta los castigos corporales y espirituales. Ejemplos
de esto hemos visto en casas de prestigio, como la de Madioma Ca, por
rebeldía y desorden moral durante una ceremonia de respeto. En silencio, se
acostó boca abajo al ngueyo en el suelo ante la prenda donde nació y ante sus
padrinos y, con la parte plana del machete, se le propinaron 21 planazos en la
espalda. Esto lo enseñó que con la casa en la que fue rayado e iniciado, no se
juega.
Como los iniciados "nacen" de la casa de sus padrinos, llevan en sus prendas
elementos de las prendas de aquellos. Por lo tanto, pueden obrar invocando a
su nfumbe para que las controle. Por esto, observar el código de conducta que
rige los vínculos padrino/ahijado es tan importante.
Un ngueyo desobediente o ambicioso puede dejar sin fuerzas a las prendas de
sus mayores y controlarlas a través de las firmas: los trazos mágicos que se les
enseña a los iniciados como Padre y Madre a la hora de la íntima comunión
con el espíritu de su prenda, que lo protegerá de por vida.
BAILES, TAMBORES
Y OTROS INSTRUMENTOS MUSICALES
DE LOS CONGOS Y NGOLAS
Cuentan algunos ancianos de Pinar del Río, que allá por 1844 o 1845 nació el
esclavo Sabá Caraballo, hijo de un congo cimarrón de la zona de Bahía Honda.
Sabá pasó buena parte de su vida de adulto fugitivo y escondido en el monte.
Fue capturado en una ocasión y, como castigo, le cortaron una oreja. Pero
logró fugarse nuevamente, llegando a nuclear en torno a sí a un grupo de
cimarrones que se convirtió en el terror de las tropas españolas. Este grupo
celebró su primera fiesta de tambores el 13 de junio de 1897, al mismo tiempo
que su libertad.
Los toques y bailes más famosos de estas etnias son los de yuca, que a todo lo
largo y ancho de la Isla retumbaron para alegría de los esclavos y sus
descendientes. De antiguo, el conjunto de tres tambores: yuca o caja, mula y
cachimbo, repicaba en el plenilunio. Cuenta la tradición oral que fueron estos
tres cueros los que primero se oyeron en Cuba, lo cual no tiene nada de
extraño, pues entre los primeros esclavos llegados aquí, la mayoría provenía
del reino del Manikongo. En el central "Orozco" de Pinar del Río, de larga
tradición de paleros, se le llamó también kumbi al tambor yuca, que daba el pie
a los famosos cantos de puya de paleros y nganguleros, que muchas veces
terminaban en trifulcas sangrientas. Un buen palero no admite burlas.
Muchos de los tamboreros, cuando los hacen sonar, se ponen unas maraquitas
en las muñecas, hechas de pequeñas güiras, a las cuales cargan mágicamente
en secreto para que, a la hora de los cantos de puya, no vayan a ser objeto de
Don Femando Ortiz" dice que los tambores yuca se usan para tocar música
profana, mientras que los makuta se emplean para la religiosa.
También con ese nombre y con el de la danza de maní es conocida una forma
danzaría totalmente bélica, de violencia guerrera, que se ejecuta blandiendo
palos y simulando, según algunos autores, encuentros entre tribus opuestas,
con el puño cerrado al contrincante por encima de la cintura. Este baile
pugilístico era exclusivamente masculino; se admitían apuestas, pues podía
llegar a ser extremadamente peligroso y violento. El maní no tenía una
coreografía determinada y era frecuente la participación simultánea de muchos
danzarines.
Los tambores que lo acompañaban se llamaban "de candela", y formaban una
orquesta de tres unimembranófonos. Hubo grandes maniseros en Trinidad, en
las comarcas aledañas a La Habana y en Matanzas.
Los nganguleros de fines del siglo pasado y principios del actual tocaban un
tamborcito pequeño, sin nombre, que vivía al lado de la prenda y se tocaba
para ciertos conjuros, llamando al nfumbe para que cumpliera determinadas
órdenes de su dueño.
En Pinar del Río y al norte de Las Villas, los descendientes de congos y ngolas
usan dos tambores bimembranófonos llamados masikilu. Los percutían cada
hora y media cuando ocurría una defunción en los bateyes y pueblos cercanos.
Pertenecen a los llamados nsombo de los congos reales. KarI Laman los cita
en su diccionario señalando que en el Congo suenan junto con las trompas de
marfil.
En Las Villas, Matanzas y Pinar del Río aún se encuentra un tamborcito hecho
de jicara, que sirve únicamente para llamar al nfumbe de una nganga
determinada. El famoso palero del norte de Las Villas, Enkoria Kuata, tenía
uno, que producía un sonido ronco y profundo.
Hemos sabido que todavía hay uno en la prestigiosa casa de Madioma Ca, en
el reparto habanero La Fortuna.
Hay dos formas de llamar a los ndokis y a los nkisis: las palmadas en el pecho,
y los silbidos agudos. Al ritmo de las palmadas se entonan cantos, rezos y
puyas a la nganga; con los silbidos se alerta al espíritu de la prenda para que
trabaje y se le azuza para que no se duerma.
Los devotos de la Regla Kimbisa del Santo Cristo del Buen Viaje utilizan, para
acompañar los cantos o rezos, las pencas de palma llamadas matonde (que
significa "hablar" en la jerga de los mayomberos) o bayas de flamboyán con las
que golpean el suelo para despertar a los poderes que vibran en la tierra, o las
agitan en el aire para llamar a los espíritus que nos rodean. Muchas veces, al
entonar cantos tomados de la liturgia católica o del espiritismo, los kimbiseros
se acompañan con el sonido de estos instrumentos naturales o con palmadas.
Del África Central y del Congo en particular son las llamadas "m'bichi" de las
cuales los negros cubanos hicieron derivar las marímbulas. Instrumentos
musicales de cierta complejidad, las marímbulas consisten de láminas
vibrantes de metal, sujetas a una caja de resonancia, que puede ser de
madera, calabazas u otros materiales. Su nombre proviene de yímbula, que
significa baile, toque, diversión colectiva. Cuando se juega palo, o se celebran
determinadas ceremonias, se emplea el verbo "yimbular". Hay curiosas
variedades de marímbulas, hechas de carapachos de jicotea, animal sagrado
que se ofrenda a los nsasi.
Los congos y ngolas, tan musicales que con sus palmadas hacían de la música
corporal todo un arte, fueron capaces de elevar hasta la cima este arte
profundo de sus selvas africanas.
Cuando muere un Tata o una Yayi Nganga, se reúnen sus padrinos y sus
ahijados para decirle el último adiós. El primer paso de esta compleja
ceremonia -que involucra el sacrificio de gallos y de un animal de cuatro patas,
y cuyo objetivo es hacer que la persona fallecida cobre conciencia, por así
decirlo, de su nuevo estado- es trazar la firma de la prenda del muerto y
quemar fula para dar cuenta del ritual que se llevará a cabo. Alrededor de la
nganga, ya cubierta con un paño negro y algodón, se colocan 4 cepas de
plátano y 4 velas y se sacrifica el gallo, tirándolo con fuerza contra el suelo. Su
sangre se vierte sobre el fundamento, que queda abierto durante 9 días.
Uno de los cantos que se elevan llama a la persona muerta por sus nombres
en español y en lengua para que su espíritu reconozca a sus hermanos en
vida.
Hecho esto, el cuerpo vuelve al féretro. Los presentes se limpian con sus
respectivas medidas y las colocan dentro del féretro. Después se quema fula
hacia afuera, para dar cuenta de que ese muerto va a ser enterrado. Su
espíritu, sin embargo, regresará donde su prenda. Y su familia de sangre y de
religión tiene 9 días para llorarlo y, a la vez, conminarlo a alejarse de los sitios
en que vivió e hizo sus devociones.
ANEXOS
El OBISPO MORELL DE SANTA CRUZ
OFICIALIZALOS CABILDOS AFRICANOS,
DONDE NACIÓN LA SANTERÍA
CONVIRTIÉNDOLOS EN ERMITAS.
Señor:
Este fue el primer paso que dí en alivio de estos infelices. que se hallaban totalmente
abandonados, corno si no fuesen cristianos, ni capaces de salvación, Después fui
informado que en los días festivos se congregaban en 21 casas, las dos de teja y las
19 de paja, que tenían en los barrios altos. intramuros con título de cabildos a tocar
unos instrumentos llamados tumbas; que al son de ellos y de una gritería destemplada
se entretenían los varones, mezclados con las hembra bailes extremadamente torpes y
provocativos, a la usanza de su tierra. Y que para colorear estas funciones se
entregaban a la bebida de frucanga y aguardiente, hasta perder el juicio y
desbocarse en los demás excesos que de tales antecedentes podían seguirse.
Estos eran, en suma, los ejercicios con que los etíopes de ambos sexos
santificaban las fiestas en esta ciudad,
La de los carabalíes del cuarto cabildo se han distinguido en pedir se les conceda
celebrar la fiesta a la Concepción Purísima de la Madre de Dios. Estos movimientos,
verdaderamente cristianos, me indujeron a caracterizar los cabildos
FIRMAS
FIRMAS
LUCERO
El triángulo del que parte la flecha central significa el fuego que al encender la Pula
(pólvora) hace vibrar al espíritu que vive en la prenda o Nganga La flecha en posición
vertical alcanza lo superior.
Las flechas que se cruzan: una indica dualidad entre lo físico y lo mental y la otra
representa estos dos grandes poderes..
— El sol es el símbolo de lo infinito. Las flechas interiores representan la ampliación de lo
físico y lo mental.
— Las 3 flechas superiores significan el movimiento fluido de lo físico y lo mental.
FIRMA DE KALUNGA
– El círculo representa la luna llena que influye en la fuente vital: el agua.
Mismo el mar que el río.
– La flecha vertical representa el mar en toda su universalidad y misterio pro-
fundo.
– La flecha horizontal representa los ríos caudalosos, riachuelos, pocetas, lagu-
nas que convergen en el mar. Son las venas de la Tierra.
-- El majá o ñoca es la protectora de todas estas fuerzas místicas en su
conjunto.
– Las cruces representan la espiritualidad de la Nganga.
NKUYO - LUCERO
– El sol representa el símbolo de lo infinito,
La flecha vertical es el destino al infinito.
La flecha dirigida hacia el Este representa la línea del destino en desarrollo.
La flecha dirigida al Oeste representa la vida oculta del espíritu. Los círculos
en este caso representan el infinito.
– Las cruces representan la materia de la que está formada la Nganga (tierra,
agua), o sea, el microcosmos.
-- La foca o majá representa la fuerza protectora de este mundo.
7 RAYOS BATALLA
Firma que representa la batalla por posición religiosa.
— Los signos encerrados en un cuadrado son de ifá Babá Eyiogbe para ayuda y
seguridad.
— + Con el espíritu de la prenda o Nganga.
CENTELLA NDOKI
- Trazo central representa la presencia de poderes y fuerzas mágicas.
- Trazo diagonal representa la busca de soluciones al cimbrar el espíritu de la
Nganga en camino de Centella - Oyá.
- Luna nueva que gobierna.
- Nkuyo de protección.
7 MUNDO SARABANDA
— 7 representa un número cabalístico: 7 mundos, 7 reinos del Congo.
— O representa la Tierra.
----+ representa los 4 puntos cardinales.
— La flecha central representa protección para la guerra.
----El sol poniente, espíritus de la naturaleza.
— Petición para desenvolvimiento.
— Petición de mujer joven,
NFUIRI
– Flecha central que se dirige al infinito de su inmaterialidad.
– Círculos atravesados con flechas es el espíritu en una dirección: la naturaleza
animal y en la otra, la espiritual,
– El triángulo dividido en dos representa la materia y el espíritu que se despiden
en su representación material de la Krillumba con 6 elementos que
conformaron al difunto.
– La flecha que entrelaza la parte inferior es la representación de la ñoca, o majá,
guardián de la espiritualidad del muerto.
CHOLA
Nganga dedicada a la luna en creciente en la palma. Flecha central atravesada
por el lucero de la madrugada atrayendo fuerzas y vibraciones benéficas a su
dueño, apoyada en flecha doble que significa la fuerza que libera los caminos.
Lucero de la madrugada representado por Júpiter.
TIEMBLA TIERRA.
Nganga o prenda dedicada al dueño de las cabezas, Obbatalá en la Santería o
Regla de techa.
— Flecha central y las 3 horizontales su marca, de la Nganga o prenda de la casa
a que pertenecen.
— Las flechas que lo rodean significan los astros que la protegen, influencian en
su fase positiva.
--- A la izquierda Júpiter, Venus y Mercurio y a la derecha Urano y Neptuno.
— Las cruces pequeñas en la flecha central, la marca para quemar la Fula
(pólvora) con la que se abre o cierra toda ceremonia, en el munanso o casa de
los mayomberos.
REMOLINO 4 VIENTOS - OY Á
Nganga perteneciente a la casa o munanso de Manga Saya del siglo xix, a la
derecha se encuentra el Nkuyo o Lucero que abre cualquier ceremonia de las
casas de Palo,
La flecha central es la palma, árbol sagrado de los religiosos.
– Flechas horizontales representan en este caso la firmeza que le da Nsasi Siete
Rayos.
– Cruces del medio, lugares donde se quema la fula para buscar: 1) La apertura
y 2) Darle conocimiento al espíritu del trabajo que se va a realizar.
– Las flechas entrecruzadas representan el símbolo del majá o ñoca estrecha-
mente vinculado con el agua y con los espíritus que viven con los mayomberos
para su custodia y fuerza protectora.
MUNDO VITITI
La Cruz corresponde al palo con que además del espíritu del Nfumbe,
–
se ha fundamentado la Mpaka Mundo Vititi. Este palo se llama Tengue y Songa
en lengua bantú.
-- Las cruces son para quemar fula (pólvora) y obtener respuesta.
– Y los círculos son de dónde proviene: de la tierra Malongo (Congo-Angola),
NKUYO LUCERO
3 flechas posición en el numanso (casa) para despedir al espíritu de la prenda o
Nganga y cerrar las ceremonias,
CUYE LUBAMBA
Nganga o prenda en honor a San Antonio de Padua llamado también el Santo
Congo por ser el patrono de los portugueses que ocuparon las tierras del Congo
y Angola.
-- La flecha central es la firmeza en tierra cubana con las flechas horizontales
en los departamentos que estaba dividida la isla de Cuba en la Colonia:
Oriente, Occidente y Central,
-- La ñoca o majá representa las vibraciones protectoras para su dueño o Tata.
-- Las 4 flechas superiores atravesadas por una flecha fraccionada representan
la travesía del esclavo en 4 puertos o embarcaderos desde su captura en el
antiguo reinado del Congo, a La Española, y a dos embarcaderos en Cuba:
Santiago y Trinidad.
Esta firma es el recuerdo de su travesía en condiciones infrahumanas y su pro-
mesa al Santo Congo por su vida. Data del siglo XVIII.
LOS ANIMALES
LAS PLANTAS
INDICE
INTRODUCCION 8
TA MAKUENDE YAYA 20
COFRADIA, CABILDOS, CIMARRONES Y PALENQUES 24
LAS RESLIGIONES AFROCUBANAS: PATRIMONIO DE LOS
PUEBLOS 32
DOS RELATOS DE LA TRADICION ORAL 34
LA REGLA MAYOMBE 36
LA BRILLUMBA 41
LA REGLA DE MALONGO, XIANMALONGO, XIANLOANGO O
SHAMALONGO 44
LA REGLA KIMBIZA DEL SANTO CRISTO DEL BUEN VIAJE 47
FIRMAS: PATIPENBA O KATIKANPOLO MUNANTOTO 51
SISTEMA ADIVINATORIO DE LA REGLA DE PALO MONTE 54
¿NGANGA CRISTIANA? ¿NGANGA JUDIA? 58
PACTO HAITIANO CON KADIEMPEMBA O LUKANKASI 59
KINI-KINI Y CHICHEREKUES 60
EL MAJA (MBOMA O ÑOCA) Y SUS IMPORTANCIA EN LA
REGLA DE PALO MONTE 62
LO QUE COMEN LOS FUNDAMENTOS O NGANGAS 63
LA GURUNFINDA O NGURUNFINDA: EL OSAIN DE LOS
PALEROS 66
LAS MUJERES EN LAS REGLAS DE PALO MONTE 68
CASTIGOS 70
BAILES, TAMBORES Y OTROS INSTRUMENTOS MUSICALES
DE LOS CONGO Y NGOLAS 71
LLANTO POR UN NFUMBE 78
ANEXO 79
EL OBISPO MORELL DE SANTA CRUZ OFICIALIZA LOS
CABILDOS AFRICANOS, DONDE NACIO LA SANTERIA,
CONVIRTIENDOLOS EN ERMITAS 79
CANTOS MAYOMBEROS 81
NUMEROS CONGOS 83
ABECEDARIO 84
FIRMAS 85
LAS DEIDADES: SIN PROBLEMAS DE IDENTIDAD 115
LOS ANIMALES Y LAS PLANTAS: SU VIRTUD 120
ARBOL GENEALOGICO DE LA LINEA DE MAYOMBE EN
CUBA Y “ BATALLA SACARA EMPEÑO ”, ORIGINARIO DEL
PINAR DEL RIO 123
GLOSARIO 127
BIBLIOGRAFIA CONSULTADAS 150
Natalia Bolívar Aróstegui (La Habana, 1934). En 1955 inicia sus estudios de
metodología de la investigación y etnografía afrocubanas, especializándose en
Etnografía y Folklore bajo la tutela de don Fernando Ortiz y Lydia Cabrera. Fue
directora de los Museos Nacional, de Bellas Artes, Napoleónico y Numismático.
Ha asesorado obras para cine, teatro y televisión relacionadas con su
especialidad y publicado numerosos artículos en Cuba y el extranjero. Es
autora, entre otros, de los siguientes libros: Los orishas en Cuba, lfá: su historia
en Cuba, Opolopo Owó y coautora de Miras y leyendas de la comida
afrocubana.
Carmen Gonzáles Díaz de Villegas (La Habana, 1940). Durante veinte años
trabajó en la Dirección de África del Ministerio de Relaciones Exteriores y
posteriormente se desempeñó como investigadora en el Centro de Estudios de
África y Medio Oriente. Ha publicado numerosos artículos y resúmenes de
investigación en revistas especializadas en Cuba y el extranjero. Es autora,
entre otros, de los siguientes libros: Sobre los hombros ajenos y La política
norteamericana para África Meridional y es coautora de Mitos y leyendas de la
comida afrocubana.