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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

Natalia Bolívar Aróstegui


Carmen González Díaz de Villegas

TA
MAKUENDE
YAYA

Y LAS RELAS DE PALO MONTE


MAYOMBE
BRlLLUMBA
KIMBISA
SHAMALONGO

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

Lydía Cabrera, Karl Laman:

Nyanda Lagué Ndundu

Ifá Omí, Danny Dawson, Robert

Farrís Thompson, Padre Raúl Rodriguez

Dago, Nyanda Logué Moana buriri.

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ORACIÓN

AL ESPÍRITU CONGO

Oh, divino redentor Congo, oh, divino redentor Congo, oh, divino
redentor Congo, tú que has pasado por todas las justicias del mundo,
yo fe ruego que no me dejes pasar lo que tú pasaste. Te pido que mi
esposo o novio no me desamparen, que no me abandonen. A Ti Te
pongo, de protector de mis causas para que no me ti/den de brujerías y
todo lo malo que a mi paso se me presente. Sea mi guía en todos mis
asuntos y que las cosas malas se aparten de mí y que nadie me odie y
dame dicha en cualquier negocio que yo emprenda. En mi trabajo me
des paz y tranquilidad y me guíes mi familia por el buen camino.

DOS AVE MARÍA

Para mayor dicha y suerte en la lotería, prenda una vela de cera


Virgen, frente al Congo Mongolló AMÉN.

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TA MAKUENDE YAYA

Y LAS REGLAS DE PALO MONTE

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

INTRODUCCIÓN

Originarios de la región de los grandes lagos del este de África ecuatorial.


muchos pueblos bantúes emigraron hacia otras regiones para escapar de los
embates y la influencia de los pueblos hamitas, empeñados en sus guerras
religiosas de conquista y expansión. Tras cruzar el continente en penosa
marcha, una de esas oleadas migratorias bantúes se esparció en el área de
forestas tropicales y sabanas que se extendía hasta el estuario del río Congo y
las partes altas de los ríos Cunene, Cubango, Cuito, Chobe y Kasai.

Entre esos grupos estaba parte de nuestros ancestros africanos, quienes se


radicaron, en algún momento de finales del siglo XIII o principios del XIV, en la
región costera de lo que se corresponde aproximadamente con lo que hoy se
conoce como Angola, desde el estuario del río Congo hasta casi llegar a la
desembocadura del río Kwanza, y en un pequeño territorio junto al estuario,
que abarcaba la franja del actual Zaire con salida al Atlántico y el enclave de
Cabinda, así como una porción de la costa de lo que posteriormente fuera el
Congo Brazzaville.

Esas comunidades dieron vida a una serie de formaciones estatales


embrionarias, las cuales, con el decursar del tiempo, se fundieron bajo una
autoridad central, si bien relativamente laxa: la del Manikongo.

La tradición oral bakonga —nombre genérico de los inmigrantes bantúes que


se asentaron en esa zona— cuenta diferentes historias acerca de la
constitución de su reino. Una afirma que 9 de los sobrinos del Manikongo
abandonaron el clan de su tío y cruzaron el río Zaire para asentarse en tierras
ribereñas, fundando los 9 clanes descendientes directos del monarca. Otra, en
cambio, dice que Mtinu Wene, el primer Manikongo, después de mucho
guerrear, logro asentarse al sur del río Congo. Entonces distribuyó las tierras
conquistadas entre sus capitanes más corajudos, que eran 9.

Nueve fue, a partir de entonces, un número sagrado para esos pueblos. En el


momento en que recibían el legado real, cada uno de ellos describiría así su
lealtad al rey y sus hazañas en la guerra y en la paz:
-Yo soy Ndumbu a Nzinga, planta trepadora que se enrolla en espiral. Mis
ramas se anudan alrededor de todo el país.
-Yo soy Manianga, el que está sentado. Me siento en la silla y en la estera. Yo
he hecho nacer a los mvembas y a los nlazas.
-Yo soy Nanga, el cojo, pero voy muy lejos. Las piedras de mi estufa son
cabezas de hombres. Mi cuchara de comer es la costilla de un gran pez.
-Yo soy el jefe Mankunku, aquél que todo lo derrumba Yo acometí a los
ndembos, a los tambores de los poderosos. Que no venga nadie a molestarme
ni con el timbal ngongie ni con e! tambor ngoma.

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-Yo soy Ngimbi, aquél que hace crecer abundantemente todo lo que nutre y
alimenta. Las madiadias o falsas cañas de azúcar que se cortan por la mañana,
al mediodía nuevamente se mecen al sol.
-Yo soy Mbenza, aquél que rompe, que corta, que hiende. No corto las cabezas
de los ratones, sino de los hombres.
-Yo soy Mpudi a Nzinga, un gran pez, pero además un halcón que, pese al
fuego, caza por encima de la hierba en llamas.
-Yo soy Mboma Ndongo, la serpiente jiboia que deja huellas a su paso. Se
arrastra por todo el Congo, por Loango. Madre que hace bien a todos los otros
clanes.
-Yo soy Makaba, el que reparte las tierras, pero las leyes de esas tierras
quedan en mis manos, en mi poder.

El núcleo del reino del Manikongo, incluyendo la porción administrada


directamente por él a través de una compleja red de jefaturas, estaba al sur del
estuario del río Congo, circundado por el Atlántico y los ríos Congo, Cuango y
Dande. Su capital era Mbanzakongo, el moderno San Salvador del norte de
Angola. Acotamos que mbanza es el término que designa la tumba del
ancestro fundador de una aldea. Equivale, por derivación, a aldea principal y
toma el nombre de su fundador. Mbanzakongo debe ser, pues, el sitio de
enterramiento del fundador de la primera aldea que se asentó en el área.

Alrededor de ese núcleo había grupos de estados más pequeños, parte del
mismo complejo en el sentido de que habían sido sometidos por los bakongos,
pero cuya lejanía del centro les permitía un grado no desdeñable de
autonomía, si bien acataban la supremacía del Manikongo. Los tratadistas del
siglo XVII coinciden en que los más importantes entre esos estados eran los de
Ngoyo, Kakongo y Loango, en la costa atlántica al norte del estuario del río
Congo, agrupados mucho más tarde bajo el nombre de Cabinda; el área
conocida como Matamba, a caballo sobre el valle del río Cubango al sureste, y
la región de Ngola, que abarcaba ambas riberas del Kwanza, y que hoy es la
mayor parte de la porción central de Angola. Diremos, de paso, que Angola
deriva de Ngola, nombre de uno de los principales clanes de la región, el cual,
en cierto modo, es un nombre dinástico.

Los pobladores del dominio del Manikongo ascendían, según estimados de los
misioneros del siglo XVII, a unos dos millones y medio antes de la llegada de
los portugueses en 1482. Los hombres eran formidables herreros, cazadores y
guerreros. Las mujeres se dedicaban a la agricultura. Lo que encontró Diego
Cao al desembarcar en esas tierras fue descrito, no sin cierta admiración y
sorpresa, como un reino grande y poderoso, muy poblado y con muchos
vasallos.

No obstante la centralización del poder, por laxa que fuera, ese reino poderoso
preservaba numerosos rasgos de la sociedad matriarcal tanto en su
ordenamiento social como en sus creencias, basados ambos en el sistema de
mvila o kanda, términos sinónimos que pueden ser traducidos libremente como
clan.

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El kanda es el colectivo en que vive el hombre y que, a su vez, garantiza la vida


de éste. Se establece sobre la base del llamado parentesco uterino. Un niño
pertenece al clan de su madre quien, a su vez, pertenece al de su tío materno.
Es un conjunto orgánico y místico de todos cuantos han sido paridos por mujer
incluyendo, naturalmente, a los ancestros, cuyos nombres llevan los diferentes
clanes. Los ancestros eran, en ese contexto, la clase, por así llamarla,
preponderante. Eran los maestros dotados de un poder sobrehumano, capaces
de transmitir parte de su sabiduría a sus descendientes; eran los verdaderos
propietarios de la tierra, de la cual sus descendientes son los usufructuarios.

Los habitantes de las tierras ancestrales ocupaban el segundo peldaño de la


escala social. El clan —que en puridad ya había dejado de ser tal, puesto que
estaba subordinado a un poder central— ocupaba muchas aldeas según las
líneas de descendencia que se hubieran constituido a través de los tiempos. La
jefatura de cada aldea pertenecía por derecho de herencia al descendiente
más directo de la primera mujer de la primera línea. Ese jefe era también el
sacerdote principal del culto a los antepasados, de cuya estricta observancia
dependía la prosperidad del clan y sus miembros. Él era, pues, el heredero y
representante de los ancestros en la tierra y, a la inversa, era también el
representante de los miembros del clan ante los antepasados.

Ese culto, sin embargo, está cimentado en la autoridad que se adjudicaba al


padre con respecto a sus hijos, a los cuales no gobernaba —a diferencia de la
madre—, pero de cuyo respeto vitalicio era acreedor por el solo hecho de haber
contribuido a su concepción. La autoridad paterna sobrevivía al padre fallecido.
Y sus hijos le rendían tributo después de muerto, de la misma manera que
reverenciaban a los ancestros, de los cuales el padre pasaba a formar parte al
morir.

La existencia de un poder político central se reflejó más en la jerarquización de


la divinidad y sus características funcionales que en el ordenamiento social
dentro de los clanes. Y aunque la descripción y análisis de esa divinidad han
llegado a nosotros por medio de los misioneros que intentaran la catequización
de los bakongos, con la inevitable identificación de una deidad única con el
Dios de la Iglesia Católica, lo que resulta incuestionable es que los bakongos sí
tenían una deidad única: Nzambi, que puede, efectivamente, parangonarse con
el Supremo Hacedor. El misionero belga R. P. J. Van Wing, quien vivió algunos
años entre los bakongos a principios de este siglo, describe esa entidad divina
suprema de la siguiente manera:
Nzambi creó el cielo y todos los astros, y también a la primera pareja humana,
de la cual desciende la humanidad entera. Nzambi interviene en la creación de
cada individuo. Cuando un niño está a punto de nacer, el alma material entra
por una de sus orejas, indicando que ha ocurrido el nacimiento "verdadero". Al
morir el hombre, el alma material regresa a Nzambi. Acotamos como dato
curioso que numerosos científicos sostienen que el sentido auditivo es lo último
que se pierde en el momento de la muerte. Nzambi dispone de la vida y la
muerte de todo lo existente, y castiga a los transgresores de sus leyes. Entre
éstas, la principal es el respeto a los padres. Nzambi es veraz y omnisciente,
está en todas partes, pero no se le representa en cosa material alguna, ni
siquiera en imágenes.

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Sin embargo, Karl Laman, quien viviera largo tiempo entre los bakongos y cuya
obra es material obligado de referencia para todos cuantos se interesan por las
manifestaciones religiosas en el reino del Manikongo, cuenta otra historia.
Es ésta:
Nzambi es idéntico a Chambi, deidad cuyo culto preservaron los ancestros de
los bakongos cuando abandonaron su región de origen. El concepto de Nzambi
entre los bakongos probablemente debe mucho a la influencia de las primeras
misiones católicas que abrieron sus puertas en el dominio del Manikongo.
Según la concepción autóctona, Nzambi otorgó la vida al hombre en el
momento de la Creación. Es más grande (más poderoso) que todas las demás
categorías de espíritus de los muertos. Esto es importante, señala Laman,
porque en las tradiciones populares bakongas los nkisi (espíritus de los
difuntos) tienen una relevancia particular, especialmente Funza, creador del
feto en la matriz, y Bunzi, dios tutelar del clan, de cuyo bienestar y felicidad es
responsable. Los ancianos, sigue Laman, confieren a Nzambi un poder casi
universal, considerándolo el dueño de todo y de todos. Nzambi no se muestra,
sin embargo, a los vivos. Habita en el cielo y no baja a la Tierra, pero lo ve
todo. Las líneas de la palma de la mano y los profundos surcos de la columna
vertebral se conocen como la escritura de Nzambi y también como sus
caminos, por los cuales penetra al cuerpo de los hombres. Pero como Nzambi
dejó que la muerte reinara sobre la humanidad, su relación con ésta no es de
confianza o intimidad. Por ello, Nzambi no es objeto de culto. Puesto que no se
le puede conmover con ruegos, arrepentimientos u ofrendas, ocupa un lugar
secundario en la imaginación popular.
Algunos creen, continúa diciendo Laman, que el hombre y la mujer fueron
creados en el cielo y bajados a la Tierra por un hilo de araña. También creen
que una persona llamada Tuuka Zulu (el que vino del cielo) visitaba la Tierra
cabalgando sobre un relámpago en calidad de enviado de Nzambi, para curar a
los enfermos y resucitar a los muertos. Tuuka Zulu se convirtió más tarde en
Mukulu o Nkulu, el ancestro de la humanidad, que también trajo semillas de
todas las plantas útiles y en quien se originaron todos los usos y costumbres,
incluso la muerte.
El nombre Nzambi tiene múltiples significados, precisa Laman. Se le puede
atribuir a un animal de grandes proporciones; a un cadáver, porque cuando
alguien muere se transforma en un ser invisible con poderes semejantes a los
de Nzambi. Como dueño del trueno y del relámpago, se le ha dado el nombre
de Mpungu Bidumu, ser celestial superior que despierta a los habitantes del
cielo de su sueño, parecido a la muerte. Pero también se llama Mpungo al
nganga que puede ver a los muertos y a los ancestros.
Esa concatenación conceptual reproducida por Laman parece más propia del
pensamiento mágico bantú que la explicación de Van Wing, mediatizada a
todas luces por los preceptos de su fe; explicación en la que figura, no
obstante, el elemento del alma material y su forma de entrada al cuerpo
humano, que también aparece en Laman. Y también refleja de manera
adecuada la realidad política y social del clan: alejado físicamente del centro
del poder, en términos espirituales se distancia del Ser Supremo quien, una vez
que crea a sus hijos, los abandona a sus propios recursos, y permite que la
muerte los arrebate de este mundo.

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¿Y cuáles eran esos recursos? Los elementos de la naturaleza: las plantas que
sirvieron de sustento, cobija y medicina a los fundadores de los clanes en su
peregrinación a lo ancho del continente; los animales de pelo y pluma que
cazaban; las aguas que calmaron su sed y aliviaron su cansancio: la tierra que
contenía las plantas y las aguas benefactoras y que, al término del largo
trayecto, fue sembrada y rindió sus frutos. De ahí que las creencias venidas a
Cuba desde el reino del Manikongo giren alrededor de estos elementos, en vez
de haberse concentrado en la creación de un panteón politeísta, propio de las
sociedades descentralizadas y secularmente sedentarias, como fuera el caso
de los yorubas, por citar sólo uno de esa parte del continente trasplantado a
Cuba.

Los astros, y los elementos y fenómenos de la naturaleza también poseen


poderes y atributos propios. El remolino, por ejemplo, tiene poderes semejantes
a los de los nkisi que traen la desgracia y la desolación, quienes se trasladan
de un sitio a otro valiéndose de los remolinos y las tormentas El cielo, y no
Nzambi, es el dueño de la lluvia : la produce y la retiene. La lluvia gobierna a
los seres humanos porque de ella depende el sustento y la buena salud de
éstos. El rayo es sagrado y sirve para castigar las transgresiones humanas. La
luna, y no el sol, es para los bakongos el más notable de los cuerpos celestes.
Cuando hay luna nueva, la tierra tiembla porque ella se lleva las almas de las
personas y los animales para ganar fuerza y "llenarse". Para ellos la luna es
masculina. Su esposa es, según la región de que se trate, el lucero de la tarde
o la estrella de la mañana. El sol, en cambio, es una mujer muy trabajadora que
descansa poco. El y la luna están en constante conflicto. Si la luna
prevaleciera, el mundo languidecería hasta extinguirse bajo su hechizo. El día
en que choquen, la humanidad perecerá. Cada estrella está asociada a una
actividad humana particular. Pero los cometas sólo predicen sequías
prolongadas y grandes hambrunas. El río Congo es muy respetado por su
inmenso poder sobre la vida de los hombres. Los ancianos cuentan que en los
viejos tiempos, el río era un ser viviente que podía castigar crímenes y leer los
secretos del corazón. Por eso, antes de cruzarlo, se le hacían oraciones y
ruegos.

Es comprensible, pues, que la base de las Reglas de Palo Monte sean los
nkisi, las prendas —también llamadas, certeramente, fundamentos—, resumen
de los dos sujetos de veneración de los pueblos del reino del Manikongo: los
ancestros y la naturaleza y sus espíritus.

Las prendas son receptáculos de formas diversas que contienen lo que Robert
Farris Thompson describe como un universo en miniatura, tal y como lo
perciben esos pueblos. Ellas encierran aguas, hojas, hierbas, piedras y tierras
tomadas de distintos sitios; dientes, picos, garras de variados animales, junto
con pequeños fragmentos de sus huesos o de un ser humano cuyo espíritu
pasa a vivir en ese nkisi o receptáculo. Éste puede físicamente ser una
calabaza, un atado de corteza de árbol o de tela basta, un caldero de hierro o
de barro y hasta un caracol. En ocasiones especiales era también una
escultura de una o más figuras humanas. Cuando alguno de los muertos
ilustres del clan deseaba manifestarse para ayudar o dañar a los vivos, explica

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Laman, se "fijaba" el espíritu con resina y bilongo (medicina) a una escultura. Al


incorporársele el espíritu, la estatua / receptáculo y el espíritu que había
pasado a habitar en ella recibían el apelativo genérico de nkuyu.

Wyatt MacGaffey en su catálogo de las prendas recogidas por Laman en el


Congo, presenta múltiples tipos de estos receptáculos, entre los cuales
sobresalen los siguientes por su originalidad:
Mbongo Nsimba es una prenda/estatua proveniente del área que Laman llama
Mayombe, ubicada al oeste de Kingoyi y Kinkenge. Sirve para la adivinación y
la curación. Londa es un nkisi para las mujeres y los niños. Es muy complejo e
incluye amuletos que deben usar quienes están protegidos por este nkisi, que
pone énfasis en la armonía familiar. Ndundu es el nombre de una prenda que
significa albino. Los bakongos creen que los albinos, como los jimaguas, son la
reencamación de los espíritus del agua. Aunque este nkisi ataca a todo
organismo humano, también cura muchas enfermedades.
Mbundu es un nkisi hecho en forma de atado de corteza y sirve para "decir" la
verdad sobre disputas locales serias. Mbundu es una de las plantas que se
usan para componer este nkisi, y que le da su nombre. Mbenza es, a todas
luces, un tipo de prenda muy antiguo que adopta muchas formas. En Mayombe
es también el más alto de los títulos jerárquicos y el nombre de un importante
clan de la región. Algunos estudiosos, según MacGaffey, la describen como
objeto de un culto comunitario para abrir la matriz a una larga progenie. Por
último, está el Nkisi a babonsono, o nkisi de todos. No es en realidad una
prenda, sino una especie de botánica en miniatura que muchas aldeas ponen a
disposición de sus moradores para proporcionarles los ingredientes básicos
para componer una prenda a quienes la necesiten.

Nkisi es un término que se presta a confusión, y tal vez sea el concepto de los
bakongos orientales el que con mayor claridad resume su significado. Para
ellos, nkisi es un objeto artificial habitado o influenciado por un espíritu y dotado
por él de un poder sobrehumano. Por espíritu se debe entender, en este caso,
no un alma descarnada, sino el alma de un difunto que ha tomado, por voluntad
propia, después de su muerte, un cuerpo adaptado a su nuevo modo de "ser".

De ahí que el término nkisi designe al espíritu y al objeto material en el cual tal
espíritu "es" y puede ser dominado por un hombre. Ese objeto o receptáculo es
compuesto, fabricado, por un nganga, quien es el vínculo, por así decirlo, entre
los vivos y los muertos. El vocablo nganga, por sí solo, significa hacedor, pero
siempre se le añade una suerte de apellido que indica su función. Así, está el
nganga nkisi, término genérico comúnmente especificado por el nombre del
nkisi, como ocurre en los casos del nganga ngombo (el adivino), el nganga lufu
(el forjador, función muy especial y apreciada), el nganga kuka (el curandero), y
el nganga bankulu, el mayor que guarda el receptáculo de los ancestros y es
ministro de su culto, por mencionar sólo algunos. Todo hombre o mujer que
posea un nkisi es, por lo tanto, su nganga.

Dice la leyenda que el primer nkisi fue compuesto por Mukulu, un antiguo
ancestro. Pero fue Mentete, el primer ser humano que descendió del cielo,
quien enseñó a los hombres cómo fabricar o componer un nkisi. Los nkisi
tienen aliento, pero no igual que las personas. Escuchan al nganga y hacen lo

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que éste les ordena. La vida del nkisi no termina, sino que se transmite para
formar una especie de linaje. Según la tradición popular congolesa, el primer
nkisi fue hecho en el agua, origen de todos los seres vivientes, e inauguró la
línea de Nkosi, el destructor. Después se compusieron los nkisi de la línea de
Kyere, la alegría.
Así, de cada nkisi pueden "nacer" tantos otros como estime su nganga. Pero
cada uno de ellos debe ser igual que el primero, cuyo nombre adoptan. El
nganga mayor es quien transmite el arte de componer un nkisi a los novicios, a
quienes también informa sobre sus propiedades y prohibiciones.
Para poder comprender mejor la naturaleza de los espíritus ancestrales y de la
naturaleza, es preciso conocer primero cómo se percibían los bakongos en
tanto que seres vivos. Laman ofrece de esto una explicación detallada, que
permite llegar a conclusiones sobre tal percepción mediante el significado de
palabras claves que designan cada uno de los diversos componentes, visibles
o no, del ser humano. Optamos por ella, pues la explicación de Van Wing, más
sintética, carece de los matices que enriquecen la exposición de Laman.
El hombre, dice Laman, es considerado como un ser dual, compuesto por una
entidad exterior: el cuerpo físico, que se entierra y se descompone, y una
entidad interna: la esencia misma del hombre. Ésta, a su vez, está compuesta
por dos entidades separadas: la nsala y el mwela.
Nsala es la parte del hombre que no es visible en el cuerpo exterior : es su
alma o mejor, el principio de la vida. Es considerada como un ser viviente que
actúa como la adivina del hombre, al cual puede abandonar momentáneamente
para vagar por el mundo y conocer los acontecimientos que afectarán a su
dueño en el futuro. Al norte del Congo, donde la palabra nsala no se emplea,
se usa kiini (sombra), de lo cual se infiere que alli la sombra es conceptual y
funcionalmente igual al alma o principio de la vida. En Mayombe y otras
regiones sureñas, nsala equivale a sentido: lunzi, que podría describirse como
la imagen del hombre interior, de la esencia del hombre. Para los ngangas, la
nsala es visible en forma de sombra. Igual que el cuerpo físico tiene su sombra,
el alma también tiene la suya. La nsala no abandona el cuerpo físico sino hasta
que el hombre muere, v la sombra se separa de él. Por eso los muertos
mantienen el alma de un enfermo virtualmente cautiva, obligándola a no
alejarse del cuerpo físico; si no hicieran esto, toda enfermedad tendría un
desenlace inmediatamente fatal.
Mwela es el aliento, el órgano a través del cual el hombre vive y respira. Si
abandona el cuerpo, el hombre muere. El mwela puede posesionarse de
cualquier animal. Para prolongar la vida de un ser humano, se mezclan unas
gotas de su sangre con las de un animal determinado para que ambos
compartan el mismo aliento y la vida se prolongue. Cuando un hombre duerme,
el aliento deja el cuerpo físico y vaga por otros lugares para conocer y predecir
el futuro de su poseedor, actuando así en forma parecida a la nsala. Cuando el
hombre muere, su aliento va al mundo de los muertos o a Kalunga, las
regiones "infernales" de la Tierra.

En la tierra de los muertos, la vida continúa de manera semejante a la vida


terrenal, si bien carente de penas y enfermedades. La muerte, dicen los
bakongos, sólo ocurre una vez y es como una recompensa. Los habitantes de
la tierra de los muertos están, por lo general, divididos en dos grandes grupos:
los nkuyu y los nyumba, divididos a su vez en numerosos subgrupos de

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distintas funciones, imposibles de enumerar aquí sin hacer de esta introducción


un tratado. Nkuyu significa espectro, visión y también cambio, transformación.
No tienen los nkuyu un lugar definido en el mundo de los muertos, sino que
andan errantes por el mundo de los vivos y son susceptibles de ser capturados
por un nganga. Los nyumba son aquellos que, al pasar a la tierra de los
muertos, no adquieren una apariencia diferente a la que tuvieron en vida,
porque no deben pagar por hechos censurables, por eso se mezclan con los
vivos y muchas veces se confunden con ellos.

También existen los simbi, a los que, a menudo, se confunden con los espíritus
de los muertos, aunque para nada se parecen a éstos. Los simbi se
manifiestan en torrentes o inundaciones súbitas que arrasan con chozas y
cosechas. Un simbi no puede ser capturado y encerrado en una nganga, sino
tras muchas dificultades y peligros. Alguien que, a riesgo de su vida, su salud y
su razón, capture a un simbi, se convierte automáticamente en nganga, sin
necesitar de otra iniciación. Al sur del Congo, el jefe de los simbi es llamado
Mpulu Bunzi, pero en otras regiones se le llama Ndoona Bidi y se cree que es
mujer. Anuncia la llegada de la estación seca cuando pasa por la tierra con sus
huestes. El agua -salobre o dulce- es el hábitat de los simbi y sus lagunas
tienen la reputación de ser muy peligrosas para quienes se acerquen a ellas.

Nkadi Mpemba es una de las figuras más misteriosas de la mitología de los


bakongos. Los cronistas-misioneros lo encontraron en Loango y en
Mbanzakongo, y se sirvieron de él para designar a Satanás, aunque no existen
evidencias de parecido entre uno y otro. Nkadi Mpemba, relata Van Wing, a
partir de los testimonios recogidos entre los bakongos, es una entidad cruel y
dictatorial en cuya tierra el sol nunca alumbra y desde la cual los muertos no
pueden visitar a los vivos en sueños.

Igualmente enigmático es Mbumba Loango, poderoso espíritu reverenciado en


la zona de Mayombe, quien ocultaba su verdadera apariencia bajo el disfraz de
una enorme serpiente que vivía junto al agua.

En el reino del Manikongo, el término ndoki no designaba ni a un espectro, ni a


un espíritu, sino a un poder, a una fuerza, transmisible por consanguinidad, que
permitía a quienes la poseyeran o recibieran dominar a los espíritus de sus
parientes muertos sin precisar de objeto mágico alguno. Las personas que
detentaban este poder eran también llamadas ndoki. De ellas se decía que
tenían la facultad de convertirse en animales de conocida ferocidad: cocodrilos,
leopardos o serpientes de gran tamaño. El único objeto mágico que
necesitaban esas personas era un amuleto que las ayudaban a operar tal
metamorfosis.

Si bien los clanes de pescadores bakongos del territorio que hoy se conoce
como Cabinda rendían igual culto a los antepasados, la mayoría de sus
divinidades era femenina, símbolo de la proliferación, y estaban directamente
asociadas a la naturaleza. Eran llamadas "espíritus madres" y su origen parece
ser muy remoto. No pocos estudiosos sostienen que se trata de deidades
traídas por los primeros bantúes que se asentaron en la zona, cuya devoción

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ha sobrevivido allí hasta nuestros días, aunque nos parece que mejor podría
describírselas como espíritus de la naturaleza divinizados. No habitan esas
deidades ni nkuyu ni nkisi, sino la tierra, las lagunas, las rocas y los bosques.

La presencia en las Américas de un crecido número de esclavos


pertenecientes a los diversos clanes bakongos bajo la égida del Manikongo, se
debe a un cúmulo de circunstancias, entre las cuales no fue la de menor
importancia la rápida catequización del Manikongo de la época, bautizado
como Alfonso apenas nueve años después de la llegada de Diego Cao a la
zona. Accedería al trono con el nombre de Alfonso I en 1507, ocupándolo
ininterrumpidamente hasta su muerte en 1543. Fue él quien estableció las
primeras relaciones con los portugueses, cuyas costumbres adoptó, y quien les
suministró los primeros esclavos con destino a la colonia de Brasil. Pero
cuando las exigencias de mano de obra para esa posesión portuguesa
crecieron, como para que resultara imposible satisfacerlas por otra vía que no
fuera la guerra, Alfonso I y sus sucesores no estuvieron dispuestos a ello. En
1575 al Congo llegó Paulo Dias de Nováis, inaugurando una nueva era en las
relaciones de Portugal con el reino del Manikongo. Dias plantó su cuartel
general al sur del río Congo e inició la guerra de conquista contra los bakongos
de Ngola, entrenando, al propio tiempo, a bandas de nativos para la captura de
prisioneros de guerra, embarcados después, como esclavos, y para la
expansión de las fronteras coloniales.

Para 1591, el dominio efectivo del Manikongo se había reducido a seis


provincias: Bamba, Sonho, Naundi, Pango, Bata y Pemba. Casi setenta años
resistió el reino del Manikongo las depredaciones portuguesas y los conflictos
internos que la expansión colonial trajo consigo, antes de decidirse a presentar
batalla. Los resultados fueron desastrosos. La unidad del reino se resquebrajó
con enorme rapidez y para fines del siglo XVIII el dominio del Manikongo sólo
alcanzaba unas pocas aldeas en la periferia de Mbanzakongo.
Demasiado cercano al ojo de la tormenta colonial, el reino del Manikongo fue
devastado por ella.

No fue exclusivamente a Brasil adonde fueron a parar los bakongos capturados


en e! reino del Manikongo. También arribaron, entre otras islas del Caribe, a
Cuba, transportados a la fuerza en los navíos de cuatro empresas europeas,
que fueron las encargadas de este infame comercio transatlántico entre 1696 y
1763. Tales empresas eran la Real Compañía de Guinea del Reino de
Portugal, que operó la ruta a Cuba entre 1696 y 1701; la Real Compañía
Francesa de Guinea, cuyo "negocio" se mantuvo vigente entre 1702 y 1712, y
cuya "mercancía" consistía, principalmente, de esclavos oriundos de Angola; la
Compañía del Mar del Sur, que puso la trata de las Indias españolas en manos
británicas entre 1713 y 1750, excepto en períodos de guerra, y la Real
Compañía de Comercio de La Habana, a la cual se le concedieron permisos
para conducir esclavos a Cuba.

Durante el año que duró la ocupación de La Habana por los ingleses (1762-
1763), los británicos también realizaron numerosas ventas de esclavos. A los
entrados "legalmente" se añadían los llamados esclavos de "mala entrada",

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 17


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

producto de un floreciente contrabando de seres humanos. Se conoce que de


tal forma llegaron a las zonas de Holguín, Santiago de Cuba, Bayamo y
Baracoa, en 1749 solamente, 33 esclavos del Congo y uno de Cabinda, entre
los provenientes de otros puntos de África. Diez años más tarde, y en La
Habana, se realizó la venta de otros 36 hombres y mujeres traídos de la zona
que abarcara el reino del Manikongo.

Para finales del siglo XVI, dice Leví Marrero," la población negra en Cuba era
mayoritaria. Los cronistas de la época calculaban que un 60% de la población
total —la cual fluctuaba entre los 15 000 y los 20 000—, estaba constituida por
africanos traídos a la Isla en calidad de esclavos y sus descendientes criollos.
Entre los esclavos vendidos en el mercado cubano durante la segunda mitad
de ese siglo, algunos fueron identificados como congos y ngolas. En un lapso
de diez años (1578-1588), consta la venta, en el mercado habanero, de 16
congos y 25 ngolas de ambos sexos. En los primeros treinta y nueve años del
siglo XVII, y en virtud de la Real Cédula, salieron de Angola 385 barcos
negreros, muchos con destino a Cuba. La media de esclavos transportada en
cada uno de ellos ha sido calculada en 139, y las pérdidas durante la travesía
entre el 20 y el 25 de esos pasajeros forzosos en cada viaje.
Desembarcados en diferentes puntos de Cuba, cientos de congos, ngolas y
cabindas fueron destinados a plantaciones de caña, café y tabaco esparcidas
por toda la Isla. Fueron ellos los que compusieron, en honor a los 9 reinos
sagrados del dominio del Manikongo, los primeros 9 nkisi, de los cuales
nacieron otros muchos. Estos, a su vez, procrearon los que, junto con aquellas
prendas originales, llegarían a ser los fundamentos de las Reglas de Palo
Monte en Cuba. Dos de ellas fueron hechas en Pinar del Río; una, en La
Habana; dos, en Matanzas; una, en Santa Clara; una, en Camagüey, y las dos
últimas en Oriente.

Nómbrense las de Pinar del Río, Ndumbo a Nzinga y Mananga. Ndumbo a


Nzinga fue compuesta a finales del siglo XIX y pertenecía a Saturnino Gómez,
descendiente de algún esclavo de la dotación del ingenio "Santa Teresa",
fundado en 1827, en el Partido de San Diego de Núñez, Bahía Honda. Con el
tiempo el nombre de esta prenda devino en Ngundu Batalla Sacara Empeño.

El nkisi Mananga servía a los esclavos congos de la hacienda "Candelaria" de


don Francisco Javier Pedroso, alrededor de 1806. La hacienda lindaba con la
Sierra del Cuzco, y en sus terrenos, donde hoy se ubica el pueblo de
Candelaria, está la loma de Juan Ganga, famoso cimarrón que montó la
prenda. Esta recibió el nombre de Manawanga o Mariwanga, que corresponde
a Oyá, dueña de centellas y remolinos, identificada con la Virgen de la
Candelaria.

Mboma Ndongo fue el nkisi compuesto por los bakongos en La Habana, por el
año 1812, en el antiguo caserío de Guanabo, en Guanabacoa. En esa localidad
de la provincia habanera ocurrió un importante levantamiento de esclavos
congos y yorubas de la dotación del ingenio "Peñas Altas". Casi todos los
insumisos fueron masacrados por el mayoral Antonio Orihuela. El reducido
grupo de sobrevivientes pudo escapar llevándose la krillumba de una de sus

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 18


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

compañeras asesinadas llamada Regla Ngola. En lengua, Mboma es la Virgen


de Regla.

Los nkisi Nanga y Mankunku fueron compuestos en la provincia de Matanzas.


Nanga recibió el nombre de Mundo Catalina, Manga o Nanga Nsaya. Su dueña
era la familia de los Melgarez, que radicara, a finales del siglo XIX, junto a la
laguna sagrada de San Agustín de Ibáñez en "Pedro Betancourt". Fue montada
por esclavos del ingenio "Diana de Soler", propiedad del potentado español
Juan Soler. El ingenio fue quemado poco después. Mankunku se convirtió en
Mayimbe Nkunku Sacara Empeño, y procede de las lomas de Quimbámbilas,
en Perico. Fue fundamentada por cimarrones, huidos del ingenio "Tinguaro" en
esa jurisdicción. De esta prenda, famosa por su movilidad, nacieron otras
muchas que, a su vez, se propagaron por toda la Isla. Come gallo negro y
hierbas en forma peculiar.

En Santa Clara los esclavos cimarrones del ingenio "Buena Vista", propiedad
de Justo Germán Cantero, prepararon una prenda con el nombre de Makaba,
Mbuniba Kuaba o Kaba. Esos cimarrones deambulaban por las montañas de
Trinidad y las Alturas del Muerto, hasta el río Ay de los Negros, e identificaban
su fundamento en la Ocha con Yewá. Makaba es una prenda de extrema
sensibilidad, hecha con la krillumba de una joven negra que fuera atacada y
descuartizada por las jaurías de los rancheadores durante su fuga.

Ngumbi o Nkindi es oriunda de Camagüey, y encierra el espíritu de Ngumbi,


nombrado en vida Ciriaco. Era éste un negro bozal cuyo cimarronaje tuvo como
escenario la periferia del poblado camagüeyano de Santa Cruz del Sur. Los
negros entrados por las costas de esa provincia aun después de suprimida la
trata, pronto formaron grupos cimarrones los cuales, según las crónicas de la
época, atacaron a Santa Cruz varias veces en el año 1851, ocasionando
pérdidas humanas y materiales nada desdeñables.

Las prendas de la antigua provincia de Oriente son particularmente


interesantes. La que responde al nombre de Mbudi Yamboaki Nzinga fue
preparada en el pueblo de Yara. La importancia histórica de esa localidad
radica, entre otros hechos no menos trascendentes, en que allí se asentó el
cacicazgo indio de Macaca donde fue quemado vivo el indio Hatuey el 10 de
octubre de 1513. Yara fue fundada alrededor de 1730. Para 1871, su población
no blanca estaba integrada por 182 libres de color v 44 esclavos. El esclavo
dueño de esta prenda era Baltasar Yamboaki, de quien se dice era así llamado
porque su prenda contenía la krillumba de un Yamboaki, que en congo significa
indio.

En el punto conocido por Peralejo, situado entre Manzanillo y Bayamo, se libró


una de las más cruentas batallas de la guerra de 1895-1898. Allí fue
emboscada por las fuerzas mambisas al mando de Antonio Maceo la columna
del brigadier Fidel Alonso de Santocildes, quien escoltaba al general en jefe del
ejército español en Cuba, Capitán General Arsenio Martínez Campos. Éste
logró a duras penas romper el cerco insurrecto y dirigirse hacia Bayamo,
dejando pertrechos y heridos en poder de los mambises. Pero Santocildes y
muchos de sus hombres cayeron en combate. En reconocimiento al coraje de

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 19


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

las huestes españolas, mambises descendientes de congos y ngolas que


blandieron sus machetes en esa batalla, fundamentaron sus prendas, a fines
del siglo XIX, nombradas Mbenza-Bana por su guía, en recuerdo de
Santocildes y sus hombres.

Una advertencia al lector antes de adentrarnos en el mundo mágico de las


Reglas de Palo Monte. Hasta aquí hemos utilizado las palabras claves de estas
agrupaciones religiosas a la manera en que fueron recogidas por los
estudiosos que vivieron dentro de los pueblos del reino del Manikongo entre los
siglos XVII y XIX. Esos vocablos adquirieron significados ligeramente distintos
en Cuba, y serán éstos los que emplearemos a lo largo del resto de nuestro
trabajo, y los que se incluirán en el glosario que cierra estas páginas.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 20


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

TA MAKUENDE YAYA

José R. Peón Márquez describe a Quiebra Hacha como el más extenso,


poblado y rico barrio del término municipal del Mariel. Su tierra, dice, era buena
para la caña, para la cría de ganado y para los frutos menores, variadísimos,
sustanciosos y de una exuberancia incomparable. La fundación del barrio data,
por lo menos, de 1780, y dentro de sus límites estaban enclavados los ingenios
"Balbanera" (en los terrenos de la finca "Pinillos", propiedad de don Claudio
Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva), "San Felipe", "Begoña",
"Tinajas" (escenario de parte de la obra cumbre de Cirilo Villaverde: Cecilia
Valdés), "Angosta" y "Menocal". El primero fue levantado a fines del siglo XVIII
y los otros, a principios del XIX .

De la población de Quiebra Hacha a principios del siglo XIX, dice Peón


Márquez que estaba compuesta por individuos de raza blanca o caucásica y
negra o etiópica, habiendo, además, algo de raza amarilla. Y añade que
descendientes de razas africanas de los tiempos de la esclavitud quedaban
muchos aún: carabalíes, congos, lucumíes, ararás, mandingas, gangas,
macuás y popós.

No faltaba en Quiebra Hacha una iglesia parroquial, originalmente construida


de madera y tejas, la cual, no obstante su buena factura, fue derribada por un
ciclón en 1871. Sus imágenes fueron a parar a las casas de numerosos fieles,
quienes las conservaron amorosamente hasta que pudieron ser expuestas en
un nuevo templo, esta vez de mampostería, terminado en 1885. Un año
después fue destruido, cuando el ejército mambí quemó el lugar en la campaña
de la Invasión. Reconstruida nuevamente, otro ciclón —el de 1906— la echó al
suelo. Finalmente, en mayo de 1911, el entonces párroco del Mariel, Balbino
Ocarin Jáuregui, emprendió su reconstrucción, e inauguró la nueva parroquia el
24 de septiembre de 1912, para honrar a Nuestra Señora de las Mercedes,
patrona de la localidad, cuya imagen ocupó el altar mayor, flanqueado por otros
cuatro altares, destinados a la Caridad del Cobre, a Nuestra Señora del
Carmen, a Santa Lucía y a San José.

Sin embargo, hay otra deidad en Quiebra Hacha que Peón Márquez no
menciona, pero que ocupa un sitio prominente en la devoción popular, y que
cuenta con su propio lugar de adoración.

Se trata del San Antonio africano, rarísima talla de madera negra, de 37


centímetros de alto Sus devotos lo han vestido con finas ropas blancas o
moradas y han cubierto su cabeza con un turbante. Carece de ojos, en su
lugar, el escultor hizo dos pequeños agujeros. Su nariz es más bien alargada.
Una vez al año —en la madrugada del 13 de junio— un devoto lo baña con
aceite. Que se sepa, esta tarea nunca ha sido realizada por una mujer a pesar
de que han sido mujeres las que tradicionalmente han cuidado el templo y de
que sobre todo una, María Pedro, puso extraordinario empeño en "cristianizar",
por así decirlo, a este santo africano no canonizado por la Iglesia Católica, y

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 21


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

por extender su culto, cosa que logró sin mucho esfuerzo, pues la imagen
venía acompañada de antaño por las anécdotas de sus numerosos milagros.

La capilla dedicada a él fue edificada a finales de los años cincuenta, en virtud


del esfuerzo del pueblo de Quiebra Hacha. El trabajo de construcción duró casi
un año. Cientos de peregrinos de todo el país concurrían a ella el 13 de junio.
Especialmente bien recibidos eran los niños, a quienes agasajaban con todo
género de regalos. Ese mismo día se servía la que llegó a conocerse
popularmente como la comida de San Antonio, colocada sobre hojas de
plátano en el piso de la capilla. Los niños, privilegiados por el favor de este
santo negro, comían primero; los adultos se servían de lo que sobrara. Todos
los platos eran cocidos o fritos en aceite. El arroz no figuraba entre ellos,
sustituyéndolo la harina de maíz.

Ese día se efectuaba también una imponente procesión, que salía de la capilla
con la imagen en andas, acompañada del estandarte de San Antonio de
Padua, santo franciscano cuya devoción llevaron consigo los portugueses que
colonizaron el reino del Manikongo, cuya identificación con esta talla de ébano
María Pedro se encargó de reforzar tras visitar Roma y entrevistarse, según
dicen las crónicas de Quiebra Hacha, con e) papa Pío XII, a quien mostró una
foto de la pequeña escultura. A todas luces, la señora Pedro realizó
indagaciones sobre el santo católico con los frailes de la orden franciscana que
fuera la que emprendió la misión evangelizadora en aquellas tierras. Los frailes
convencieron a la piadosa mujer de que, al marcharse los misioneros, sus
catequizados congos decidieron sincretizar al personaje del santoral católico
con un dios propio, llamado Yaya, y tallaron la imagen surgida de su
imaginación.

El relato contado a la señora Pedro permite suponer que la estatuilla fue


esculpida en el Congo, y esto debe haber ocurrido forzosamente antes de la
prohibición de la trata en Cuba. En los años cuarenta, don Fernando Ortiz,
después de examinarla minuciosamente, gracias a la gentileza de María Pedro,
pudo comprobar que la talla era de una antigüedad asombrosa. ¿Cómo fue
trasladada entonces a la Isla por aquellos hombres que viajaban sin equipaje?
Ese es un dato que tal vez nunca sea esclarecido, pero los ancianos
descendientes de esclavos congos y ngolas relatan que, en época de la trata,
fueron atrapados y embarcados hacia Cuba siete congos reales y sus séquitos.
Durante la larga travesía, enfermos de mareo y nostalgia, pidieron a Nsambi el
castigo para quienes se dedicaban a tan cruel comercio. Su rey, llamado Taino,
cayó al agua en el transcurso de una tormenta y murió. Las mareas se
contorsionaron y los rayos se proyectaron sobre la proa del barco, sembrando
el pánico entre la tripulación. Los otros congos reales: Babusa, Saluma,
Botambi, Sunambiser, Tasinillen y Bakuende, lograron llegar a Cuba con vida y
fueron vendidos a diversas familias, casi todas de la zona de Pinar del Río. Al
morir, cada una de sus brillumbas se utilizaron para montar prestigiosas
ngangas, que todavía se veneran y dan mucho que hacer en el inundo
sacromágico cubano.

Los informantes de la zona afirman que ya en 1800, en el antiguo ingenio de


"Las Mercedes", también conocido como "Menocal", apellido de sus dueños

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 22


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

don Francisco y don Pedro García Menocal, la imagen tenía su propio "templo"
-una pequeña construcción de cujes y guano revestida de arcilla blanca- y una
pléyade de devotos: los esclavos congos (mayoritarios en la dotación del
ingenio) que venían a buscar consuelo y a llorar sus desventuras ante Ta
Makuende Yaya.
Cuenta la tradición oral de la zona que al ser abolida la esclavitud en Cuba, los
congos fueron a refugiarse en lo que después se conoció como el Pueblo Viejo
de Quiebra Hacha, llevándose consigo su imagen. La casa número 195 de la
antigua calle Maceo fue su nuevo hogar, donde permaneció hasta la edificación
de la capilla en la que ahora reside.

¿Cuál es, pues, la verdadera naturaleza de este San Antonio negro que tiene
un nombre en Palo Monte? Más que la imagen africana de un santo católico -
sería muy difícil reconocer en esta rudimentaria escultura al santo varón
paduano, venerado y seguramente descrito a sus discípulos africanos por los
misioneros que ejercieron su labor en el dominio del Manikongo-, recuerda a
las ngangas encontradas por Laman en esa zona: a las prendas más
especiales y elaboradas, las que semejaban figuras humanas y escondían el
bilongo en una oquedad de su base o de su cuerpo. Poca importancia tiene,
creemos, que se le llame indistintamente San Antonio o Ta Makuende. La
historia —y no sólo la cubana— abunda en ejemplos de identificación de las
deidades de culturas autóctonas o trasplantadas con los sujetos del culto de la
potencia colonizadora o dominante. Tal identificación se circunscribía a
conferirles un mismo nombre en público, y en aprovechar las celebraciones
oficiales para festejar también a sus deidades. Éstas y las de la Iglesia Católica
podían compartir algún atributo, a más del nombre (la espada y las vestiduras
rojas y blancas de Santa Bárbara y Changó, por citar el caso tal vez más
conocido), pero unas y oirás nunca llegaron a fundirse, ni conceptual ni
litúrgicamente.

Corren infinidad de leyendas no sólo acerca de los milagros de este santo


africano, sino también de su mal talante. Una de las más simpáticas cuenta
que, en tiempos de la república mediatizada, un sargento de la policía, la
máxima autoridad en Quiebra Hacha, negó su permiso para celebrar la
procesión anual. Tarde en la noche, en víspera de la festividad y durante su
recorrido de rutina, el uniformado después juraba que al pasar frente a la
iglesia del pueblo se le había aparecido un negrito muy chiquito y muy bravo,
quien le había increpado diciéndole: "¿Tú no va deja que la gente toca a mi?"
El sargento pasó tal susto, que se apresuró a autorizar la festividad no sólo ese
año, sino también en años sucesivos

Cuentan asimismo los creyentes más ancianos de Quiebra Hacha. que hace
mucho tiempo, a principios de este siglo, Ta Makuende se encolerizó v le viró la
espalda a sus fieles Los congos que lo cuidaban, desesperados, trataron de
hablarle y convencerlo, sin resultado alguno. Recurrieron entonces a los cantos
y oraciones en lengua y al familiar sonido del kinfuiti hasta que Ta Makuende
olvidó su enfado y volvió a darles la cara.
Kinfuiti, dice don Fernando Ortiz es el nombre de un instrumento y de su toque,
y también del baile que se ejecutaba con su música. Su sonido, afirma, zumba
y ronca. Fue originalmente un instrumento sagrado para liturgias especiales y

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 23


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

ceremonias evocadoras de los muertos, para sus funerales o para convocarlos


al trabajo. Se le tiene, asimismo, como tambor de fundamento. Se tocaba en
los cabildos congos hasta principios de este siglo en una habitación a la que
nadie tenía acceso —como el Ekue de los abakuá— ante la prenda del Tata de
la casa. A su toque, afirman muchos creyentes, "se jala muerto".
Don Femando lo califica como un instrumento membranófono de fricción.

En Cuba, dice Stéfano Ventura, se fabricaba ahuecando un tronco de cedro o


de palma hasta dejarlo del grueso de una pulgada. Uno de sus extremos se
forraba con cuero de buey, al cual se le practicaba un agujero en el centro. Por
él se pasaba una tira fina del mismo cuero, con un nudo en la parte exterior. En
el interior del tambor, la tira ata un trozo de caña brava que sobresale dos o
tres pulgadas de la parte inferior del instrumento. Quien lo toca, debe
humedecerse las manos con agua clara para poder friccionar adecuadamente
la caña brava, cuya vibración se transmite a la tira de cuero, y de ésta, al
cuerpo del tambor.
Ésa es la vibración que llama a los espíritus de los difuntos. En ciertas
ocasiones, el kinfuiti es acompañado por otros dos tambores y una guataca.

En sus peregrinaciones a lo largo y ancho de la Isla en busca de las raíces


africanas de la cultura nacional, don Fernando Ortiz localizó algunos kinfuiti en
cabildos congos en las ciudades de Remedios y Placetas, en el central
"Manatí" en Oriente, en las cercanías del batey del central "Orozco" en Pinar
del Río y, por supuesto, en Quiebra Hacha, donde hoy los hacen zumbar y
roncar los jóvenes descendientes de los esclavos congos y otros que, como
ellos, se han adentrado en el mágico universo de las Reglas de Palo Monte.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 24


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

COFRADÍAS, CABILDOS,
CIMARRONES Y PALENQUES

En la página 34 del tomo 5 de su obra Cuba: Economía y Sociedad, el


historiador Leví Marrero inserta el siguiente fragmento de un documento
mediante el cual la vecina María Bergaza, de Santiago de Cuba, solicitaba del
Cabildo, en 1566, "un solar en el Barrio de Santo Thomas, que linda con el
solar del Rey Congo". Si el cabildo al que María pedía ese pedazo de tierra era
la autoridad colonial española, sobre lo que presidía el Rey Congo al que alude
el documento era un cabildo africano.

La historia de esas cofradías comienza poco después de la introducción de


negros esclavos en nuestras islas del Caribe. Fueron cofradías y cabildos la
expresión de un creciente sentido de identidad y solidaridad. Muchos esclavos,
después de haber comprado su libertad, o de ser liberados por sus amos, los
fundaron sobre bases de procedencia étnica. Eran entidades similares a las
que existían en su región de origen. Buscaban preservar tanto sus tradiciones
como lo único otro que pudieron traer consigo en el obligado viaje
transoceánico: su dignidad, puesta a prueba por la depravación de sus amos,
quienes a toda costa trataron de doblegar el carácter independiente de esos
hombres y mujeres habituados a vivir en constante comunión con la naturaleza
y sensibles a las vibraciones del mágico mundo que los rodeaba.

Su español chapurreado —el manawa— que tan simpático sonaba al oído, y el


constante y profundo eco de sus tambores, hicieron que el medio de
comunicación de esos hombres entre sí pareciera, a quien le era ajeno, una
especie de amalgama del lenguaje gestual y hablado, cuyo sonido no se
diferenciaba mucho del canto. Ese habla, parido por la necesidad en Cuba,
estaba —y está— salpimentado de agudas frases y refranes que mucho
enseñaron a conquistadores y criollos.

Desde fecha tan temprana como el siglo XVI, aparecen acaudalados vecinos,
preocupados y molestos por las reuniones "de negros" en fiestas para elegir a
sus reyes y reinas, y formar sus propias organizaciones sociales.

Las cofradías, formadas por negros y mulatos libres, artesanos o poseedores


de oficios diversos, que pudieran compararse en cierto sentido con los primeros
gremios, dieron pie al surgimiento de los cabildos, basados en procedencia
étnica y comunidad lingüística, con el propósito de mantener vivos sus hábitos
alimentarios, sus costumbres, sus códigos éticos y sus prácticas religiosas. Fue
la voluntad colectiva de esos asentamientos la que fundió su propia realidad
cotidiana de maltrato y discriminación con la otra cultura traída por el
colonizador. De esa convivencia de 400 años surgió nuestra identidad nacional.

Las cofradías estaban bajo el amparo de alguna iglesia o de un santo patrón.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 25


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

A modo de ejemplo, los patronos de los zapateros eran San Crispín y San
Crispiniano, mientras que la cofradía de los carpinteros radicaba en la capilla
de San José, en el convento de San Francisco. Se sabe que en 1680, el obispo
García de Palacios mandó suspender varias cofradías por discusiones y
problemas internos, dejando sólo las más antiguas. En ese tiempo en La
Habana había 18 cofradías y 6 hermandades, organizaciones funcionalmente
similares a las cofradías, pero que existían sin amparo eclesiástico.

Con el paso del tiempo, las cofradías se fundieron con o se transformaron en


cabildos. El inteligente obispo Morell de Santa Cruz, al analizar la vida de los
esclavos y de los negros y mulatos libertos, decidió en 1755, a partir de una
posición innovadora, oficializar los cabildos negros, cuyas reuniones y fiestas
celebradas en chozas habilitadas a esos efectos tantas quejas motivaran por
parte de vecinos prejuiciados.

Estos cabildos fueron colocados bajo la advocación de la Virgen, de Cristo o de


algún santo particularmente popular en la época. Supervisarlos corría a cargo
del sacerdote designado para ello. Los cabildos africanos que interesan a los
efectos de la proliferación de las Reglas de Palo Monte en Cuba son,
naturalmente, los organizados por congos y ngolas. En el barrio santiaguero de
Matachín, el Cabildo español había hecho merced a un grupo de negros
congos, aunque sin especificar el propósito, de un solar por el cual pagaron
media annata el 22 de julio de 1731.

De la lista de cabildos africanos convertidos en ermitas por el obispo Morell de


Santa Cruz hemos seleccionado los siguientes, ubicados en La Habana:
- Dos cabildos de congos, radicado el primero junto a la Iglesia del Santo
Cristo, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles y atendido por el
capellán don José Sobrado; el segundo, localizado en La Sabana, bajo la
advocación de Nuestra Señora de la Piedad y atendido por el capellán don
Francisco Velasco.
- Dos cabildos de mondongos, uno junto a la iglesia de San Francisco de
Paula, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Altagracia, cuyo capellán
era don Antonio de Mora; y otro, en La Sabana, bajo la advocación de Nuestra
Señora del Consuelo, atendido por el capellán don José Antonio López.
- Un cabildo de luangos junto a la Iglesia del Santo Cristo (en una casa
techada de tejas, mientras que los otros radicaban en bohíos), bajo la
advocación de Nuestra Señora del Pilar, atendido por el capellán don Juan de
Dios Rodríguez.

Durante los siglos XVIII y XIX los cabildos adquirieron una importancia vital en
la vida de los negros esclavos y los mulatos libertos en las zonas urbanas. Las
crónicas y anales los mencionan a todo lo ancho y largo de la Isla y sus datos
particulares se conservan en archivos y bibliotecas.

En los listados de los cabildos formados por los descendientes de congos y


ngolas en la provincia de Matanzas, se destacaron:
- El de Nuestra Señora del Rosario, cuyos miembros eran congos reales, y
cuya enseña —una bandera casi idéntica a la de la real familia española— era

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 26


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

desplegada en días festivos. Se estima que los congos reales procedían de la


región donde estaba ubicada la capital del reino del Manikongo. Pertenecían a
la "nobleza" del clan, condición que hicieron valer pese a estar esclavizados.
Este cabildo radicaba en la calle Velarde no. 212, donde fue organizado. En
1864 se mudó al no. 215 de esa misma calle, donde permaneció hasta su
disolución en 1890. Sus sucesivos reyes eran representantes de cinco de los
principales clanes del Congo.
- El de los congos masimboi, organizado en 1816. Radicó en el no. 220 de la
calle Manzano hasta que se disolvió en 1890.
- El de los congos masinga, fundado en 1847. Para esa fecha había tal
cantidad de masingas en Matanzas, que se decidió integrar otro cabildo,
ubicado en la calle Mercedes no. 182, en el barrio de Pueblo Nuevo, donde
permaneció hasta su clausura en 1891.
- El de Nuestra Señora de la Merced, formado por mondongos, e inaugurado
en 1846 en Las Mercedes, en el mismo barrio de Pueblo Nuevo. Se tienen
noticias de que funcionó hasta 1893.
- El de la Virgen de Belén, el más importante de los creados por los
mondongos matanceros. Abierto en 1846 y radicado en la calle Velarde entre
Manzaneda y Zaragoza, permaneció allí hasta 1864, año en que se trasladó a
Salamanca no. 78. Se supone que se cerró en 1902.

No parece existir entre los etnólogos y antropólogos consultados —y otros que


ellos citan— unidad de criterios con respecto a la región exacta de Africa de la
que procedía la etnia ganga (si bien todos coinciden en que es oriunda de
África Occidental), y el tipo de formación socio-económica que allí tuvieron. Sin
embargo, en Cuba, tanto ellos como los mandingas estuvieron muy vinculados
a los congos, celebrando conjuntamente fiestas y ritos. Es por ello que hemos
incluido aquí algunos de los cabildos organizados por estos otros dos grupos
africanos en Matanzas.

Los principales cabildos gangas en la ciudad de Matanzas fueron:


- El Ganga Quiri (1816-1889), sito en la calle Manzaneda sin número Según
los documentos, tuvo un solo capataz, llamado Antonio González (1840-1878)
-El de la Purísima Concepción (1816-1889). Primero radicó en la calle Daoiz
(?) no. 204, mudándose para la calle Velarde sin número en 1864 Alli radicó
hasta 1 878, trasladándose entonces a la calle Santa Isabel no 110, donde
permaneció hasta su extinción en 1 891. Sus últimos capataces fueron Pedro
Tellerfa (1864-1876), Feliciano Ángulo (1876-1894) y Sahá Sastianeía
(1894-1899).
- El de San Fracisco (1816-1890). ubicado en la calle Daoiz (?) no. 207. Sus
últimos capataces fueron Sebastián Madruga (1864-1878) y Jacobo
Hernández (1878-1890).
- El de la Virgen de Regla (1850-1890). Estuvo en la calle Santa Isabel no. 71
hasta su desaparición. Sus capataces fueron Juan Vidal (1850-1878) y
Ricardo Noal (1878-1890).
- El de San Pedro (1847-1891). Radicó en la calle Velarde sin número hasta
1864, cuando fue trasladado a la calle Santa Isabel no. 194.
Documentalmente se menciona a un solo capataz: Ignacio
Álvarez( 1864-1878).

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

Los cabildos mandingas de la ciudad de Matanzas, mencionados en los


documentos de la época, fueron los siguientes:
- El de San Cayetano (1816-1900). Primero estuvo en la calle Velarde sin
número, posteriormente en Manzaneda no 73, y finalmente en la calle
Salamanca sin número hasta su disolución. Sus últimos capataces fueron
Crispín Rey (1850-1878), Mariano Numboa (1878-1890) y Nano Numboa
(1890-1900).
- El de Nuestra Señora de Monserrate (1870-1899), que fue prácticamente el
último en ser fundado en esa ciudad. Radicó en la calle América no. 60 y su
capataz fue Domingo Rodríguez.

La ciudad de Trinidad, en la provincia de Las Villas, fue sede de otro cabildo de


congos reales bajo el patronato de San Antonio de Padua: el Ta Makuende
Yaya que encontramos en el pueblo de Quiebra Hacha en Pinar del Río. Este
cabildo fue fundado en 1845 y existe todavía. Celebra sus fiestas el 14 de junio.
En su casa-templo se guarda con esmero la nganga enterrada en el patio, a la
cual se le ofrenda anualmente una comida ritual.

En Guanajay, provincia de Pinar del Río, también existió un cabildo de congos


reales. Se tienen noticias de que su fundación ocurrió alrededor del año 1880.
Nueve años después apareció un artículo en el periódico La Lucha, recogiendo
quejas del vecindario por los "toques y bailes de los negros". Güines conoció
un cabildo de congos reales verdaderamente original: cuenta la historia oral del
pueblo, recogida por el investigador Félix Horta,16 que salían en comparsas,
elegantemente vestidos, pero descalzos.

En San José de las Lajas existía, en vez de cabildos, una sociedad de socorros
mutuos: Nuestra Señora de los Dolores, fundada en 1881, que pervivió, según
Horta, hasta 1925. Fue, a todas luces, la primera sociedad negra de este tipo.
Cuando sus miembros salían en procesión, portaban estandartes, banderas y
bastones de mando y marchaban al son de sus tambores, saludando a todos a
la usanza de los descendientes de congos y ngolas: Salaam Alekum, Alekum
Salaam.

En Santiago de Cuba, donde la población negra alcanzó una elevada


proporción, el cabildo del cual se conserva más información es justamente el
de los congos. El rey congo José Trinidad XXV murió en Santiago en octubre
de 1848 y le fueron rendidos honores póstumos solemnes por los miembros de
su cabildo. Agrega el cronista don Emilio Bacardí,17 como dato curioso, que en
su entierro se hizo una salva de artillería.

Esas instituciones, de carácter humanitario y piadoso, procuraban la curación


de los paisanos enfermos y la manumisión de aquellos de sus asociados
quienes, por su moralidad y buen comportamiento, fueran considerados dignos
de conseguirla a costa de los fondos aportados por las limosnas del colectivo.

Además de esos actos de caridad, los cabildos, con sus festividades


tradicionales, también mitigaban las penas derivadas de la triste condición de

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 28


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

sus asociados, pero siempre observando un comportamiento social ordenado,


pues sus reuniones raras veces dieron motivo a conductas impropias.

Rogelio Martínez Furé recoge en su libro Diálogos Imaginarios'" la


inauguración, en 1892, de una muy curiosa asociación llamada "La Unión
Africana y sus descendientes". Su reglamento revelaba criterios modernos y
cierta cultura. El objetivo de la asociación era la unión en Cuba de los
africanos, el establecimiento de escuelas, pago de atención médica, y otros
beneficios sociales. Y entra los propósitos mutualistas de la sociedad se incluye
el de sostener el "tráfico de vapores entre África y Cuba". Entre las normas a
observar por los miembros de tan pintoresca sociedad, estaba una disponiendo
que "en caso de luto las señoras asistirán vestidas de blanco con cabos
negros".

En 1893 la asociación solicitó hacer uso de la bandera africana, ¡de su


bandera!, azul, con una estrella dorada en el centro, de acuerdo con el tratado
entre España y la "Asociación Internacional del Congo" (sic) del 7 de enero de
1885. El gobernador español les negó el permiso, afirmando que "no eran
extranjeros los africanos en Cuba, sino que se les venía considerando como
españoles".

En 1894 la sociedad nombró a Williams George Emanuel "único representante


de la raza africana ante el Gobierno", y en 1895 la sociedad cambió su nombre,
adoptando el de "Aurora de la Esperanza". Extendió asimismo su radio legal a
toda la Isla, adoptando la advocación del Santo Rey Mago Melchor.

Emanuel, fundador y, según se dice, pastor protestante, proponíase refundir los


diversos cabildos en una poderosa sociedad de finalidades fantásticas, que con
el pago de cuotas y adjudicación de las diferentes casas de los cabildos
pudiera acometer la mutualidad a gran escala, amén de monopolizar la
representación de los centenares de miles de afrocubanos. Tal propósito no
pasó de infeliz tentativa. En 1896 se celebró junta asistiendo representantes de
los cabildos dahomé, gabalú, mina, carabalí, mandinga, mundukuka, masinga,
mubanque, mundamba luamú numbara y Santa Efígenia de Guanabacoa; y
después de vivas protestas resultó expulsado de la "Aurora de la Esperanza",
el moreno Emanuel. No cesó ahí la "Aurora", pues el 18 de abril de 1897
reunidos Juan Sifré, presidente de los mandingas, Eusebio Zayas, presidente
de los carabalíes y Federico Rencurell, presidente de los minas, acordaron un
nuevo reglamento con escasas variantes.

Después, la actuación de esa extraña asociación no deja rastro; pero, todavía


en 1910, Emanuel dio señales de no haber abandonado sus ideas,
presentándose al gobierno cómo representante de los africanos oriundos, para
su civilización en el país, ante el Gobierno, y como apoderado y liquidador de
los cabildos africanos, pidiendo certificados de las disoluciones de algunos
cabildos.

Ya en el siglo xvi se registraba la huida, individual o en grupos, de los


descendientes de los pocos indios cubanos que lograron sobrevivir al régimen

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 29


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

de esclavitud al que los sometió el colonizador, y de los africanos traídos a la


Isla para sustituirlos como mano de obra. Los que se encontraban cerca de
lomas y montañas escapaban para ponerse al amparo de los montes. Y en
este empeño por emanciparse se unieron los descendientes de la población
autóctona de Cuba —grandes conocedores de la tierra, de los escondites que
proporcionaba, y de la forma de extraer de ella sustento y curación—, los
africanos fugitivos y, según don Femando Ortiz, algunos blancos perseguidos
por la justicia. Juntos, y con un solo objetivo: la libertad, lograron dar grandes
dolores de cabeza al gobierno colonial y a sus antiguos amos, temerosos
siempre de una revuelta por parte de un sector de la población que los
superaba numéricamente.

A los grupos de menos de siete fugitivos se llamaban cimarrones. Cuando


éstos lograban establecer pequeños caseríos, huertos y crías de animales, y
además compartían creencias religiosas, constituyendo así una organización
social y económica de base, recibían el nombre de apalencados.

En el siglo XIX aparecen palenques en las zonas de Pinar del Río, La Habana,
Matanzas, Las Villas y Oriente. Camagüey, tierra de vastas llanuras, no era el
lugar más adecuado para establecer una comunidad clandestina. Sin embargo,
se sabe que las hubo en Santa Cruz del Sur.

Nos atreveríamos a señalar como el más controvertido de los palenques de


Oriente al de los matiabos o matiaberos. Dice de ellos don Fernando Ortiz que
eran cimarrones belicosos, que estuvieron muy en contacto con las fuerzas
mambisas a lo largo de la Guerra de los Diez Años. Si damos crédito al artículo
de López Leiva aparecido en La Discusión de La Habana, el 13 de agosto de
1903, y que cita don Fernando, el palenque, y los apalencados tomaban su
nombre de Matiabo, deidad protectora del campamento, que, por la
descripción, debe haberse tratado de una prenda cubierta por un pellejo de
chivo y rodeada de elementos mágicos propios de las Reglas de Palo Monte:
espuelas de gallo, cuernos y tarros, collares de semillas y caracoles.

El escritor mambí Ramón Roa, cuyo juicio también reproduce don Fernando,
calificó a esa agrupación de secta endiablada y misteriosa. Sin el desconcierto
que por desconocimiento causara la devoción de aquellos esclavos insumisos
en López Leiva y en Roa, Ortiz aclara que los matiabos eran, obviamente, una
secta bantú, y se inclinaba por ubicarlos como provenientes de Angola,
argumentando que los hombres traídos de esa porción del reino del Manikongo
fueron famosos hacedores de desórdenes dondequiera que fueron llevados en
América hispana. Los matiabos, añade, debieron organizarse, como solían
hacer los Tatas Ngangas en África y después en Cuba, como una cofradía o
sociedad secreta de juramentados para fines, en aquellas circunstancias, tanto
de defensa como de agresión.

Pero los más grandes y poderosos palenques orientales estaban ubicados en


la Sierra Maestra, en las alturas de Mayan, en las montañas que rodean a
Guantánamo y en las alturas de Baracoa. Llamábanse Sigua, Limones, Toa,
Bumba, Maluala, To's Tenemo, Bruto, Yagruama, Caujerí y Nkimba. Tenemos
razones para creer que el palenque Nkimba fue organizado por negros sacados

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 30


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

del Congo, donde existía una sociedad secreta exclusivamente masculina, para
la defensa del clan y sus miembros, que llevaba ese mismo nombre. Pero el
más temido y respetado entre ellos lo fue, sin duda, el Palenque del Frijol,
ubicado en la sierra de ese nombre.

Al otro extremo de la Isla, en la loma del Cuzco, en Arroyo Grande, en las


sierras del Rosario y de los Órganos en Pinar del Río —en las zonas que se
corresponden con las jurisdicciones de Guanajay, Bahía Honda, San Cristóbal
y Pinar del Río— hubo asentamientos de negros de diferentes etnias que se
acomodaron a una unidad religiosa bajo un solo guía o jefe. Es posible
encontrar en los anales históricos y en la tradición oral, que algunas de las
grandes familias de mayomberos quienes adoraban, a la usanza de su país, a
los espíritus de los ancestros, y cuyas ngangas llevaban nombres de reyes del
Congo y Angola, habían incorporado a sus ritos reminiscencias de la cultura
arará. Ése fue el caso de las prendas con el nombre de Akaró, en tributo al rey
de los rayos y los truenos reverenciado ayer y hoy en el territorio que ocupa la
actual República de Benin.

Cuentan documentos de la época que en la noche del 14 de julio de 1822 bajó


de la Sierra de las Ánimas hasta la hacienda de Cabañas —donde se
apalencaba un número grande de negros—, propiedad de José Ramón de
Rojas, una cuadrilla del palenque de Pascual y Pancho Mina, célebre por sus
acciones en toda la zona. Constaba esa cuadrilla de 21 hombres y 10 mujeres.
Asaltaron el potrero de la hacienda e hirieron al mayoral con el fuego de los
fusiles que llevaban, haciéndolo huir. Incendiaron todas las fábricas, mataron
todos los animales que pudieron, y habrían hecho mayores destrozos si no se
hubiera reunido un número considerable de vecinos para rechazarlos.

El 20 de marzo de 1839, el rancheador Francisco Estévez informaba a la Junta


de Fomento que todos los cimarrones de un palenque próximo al río San
Francisco, en la jurisdicción de Santa Cruz de los Pinos habían logrado
escapar, "dejando atrás armas, ropas, calderos y brujerías".

El propio Estévez, en sus correrías por Vuelta Abajo, mencionaba con


frecuencia el hallazgo de "hasta diez o doce bolsas de cuero llenas de
brujerías".
La reiteración de este hecho revela, decía, "la regresión hacia las viejas
prácticas culturales africanas, facilitada por la ausencia, prácticamente total, de
educación religiosa entre los esclavos, aun en el área de Vuelta Abajo, tan
inmediata a La Habana".

En la región central de Cuba, en lo que se conoce como el triángulo


Cienfuegos-Trinidad-Sagua la Grande, ubicado en las montañas de Trinidad,
se registró la existencia de palenques de esclavos que huían del Valle de los
Ingenios y de las haciendas vecinas. La actividad de esos palenques fue
relevante sobre todo en el siglo XIX, con el auge de la industria azucarera en
Cuba.

Hemos logrado ubicar uno llamado Ndembo, suponemos que en homenaje a la


sociedad secreta de ese mismo nombre fundada por los ancestros en el Bajo

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

Congo. Este grupo de apalencados, en su afán de regresar a su África lejana,


practicaba el rito de la muerte y la resurrección, en el cual se componían
ngangas que, según ellos, contenían los misterios da la muerte. Quién sabe si
al revivir estos ritos usuales en las prácticas de los primeros mayomberos,
lograron su finalidad: el regreso espiritual, ya que no físico, a su tierra natal.

Entre los jefes de los palenques a todo lo largo y ancho de la Isla hubo también
mujeres cuya fiereza y audacia les valieron la entrada en la historia de la lucha
por la libertad. Ejemplos de ello son la Madre Melchora, de la zona de Vuelta
Abajo; Manga Saya, de Perico; Ma´Teodora, de la loma del Cuzco, y muchas
otras que pertenecían a las dotaciones traídas del dominio del Manikongo.

El coronel Joaquín de Miranda y Madariaga escribía desde Guanajay con


fecha 27 de agosto de 1825 al Capitán General Francisco Dionisio Vives lo
siguiente:
Los acontecimientos últimamente acaecidos en algunas fincas del sur
parece tenían por objeto aumentar los palenques del Cuzco. Estos
sucesos los graduará cada cual según su modo de ver, y quizás los
marquen de indiferentes, pero los hombres prácticos en las revoluciones
mirarán en ellos resultados de otros principios, capaces de esparcir una
llama devoradora que arruine este edificio social. Hablando con la
verdad que me inspira el conocimiento del país, diré que V.E. y las
demás autoridades se encontrarían en las circunstancias más espinosas
en el momento en que se insurreccionase la esclavitud de uno solo de
los partidos de los que contienen ocho o diez mil siervos, que
destruyesen el corto número de blancos que viviesen diseminados entre
ellos, que incendiasen las fincas y se encaminasen al Cuzco,
arrastrando tras sí la negrada de algún otro partido... Los 50 ó 60
vecinos del Cuzco, con sus 3,000 negros viven en la agonía y la alarma,
sufriendo los ataques de los cimarrones. Los más ausentan sus familias
y muchos abandonarán sus establecimientos si no se adoptan medidas
que afiancen su seguridad."
¿Cuál sería el destino de esos esclavos insumisos y muchas veces también
insurrectos, con el advenimiento de la pseudorrepública en Cuba? Un punto
natural de reunión pueden muy bien haber sido los solares o cuarterías,
míseras viviendas colectivas que proliferaron en toda la Isla y donde hubieron
de pasar sus últimos años muchos de aquellos veteranos no blancos de
nuestras guerras de independencia que decidieron radicarse en las ciudades.
Allí arrastraría la mayor parte de sus descendientes una existencia igualmente
escuálida, refugiada en la religión de sus mayores como única esperanza para
salir de la pobreza y la discriminación. Todavía los vecinos más antiguos de lo
que fuera la Calzada de Vives, en La Habana, recuerdan uno de esos solares,
el de los Carretones de los Congos, llamado así por la procedencia de sus
primeros residentes.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 32


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

LAS RELIGIONES AFROCUBANAS:


PATRIMONIO DE LOS PUEBLOS

La sociedad cubana ha observado, como lo han hecho en todas las épocas


todos los conglomerados humanos, las conductas aceptadas por la época en la
que a sus miembros les tocó vivir. Las clases cuyos intereses dominaron la
política y las actividades económicas principales hasta el siglo xix y cuyas vidas
transcurrieron en un medio en el cual la población de origen africano —y por
esa razón, su influencia— era no sólo mayoritaria, sino que estaba
inseparablemente unida a su vida diaria, dejaron plasmadas sus vivencias
sobre esa coexistencia en ocasiones nada pacífica, en numerosos relatos y
obras literarias y plásticas que son parte de nuestro patrimonio nacional.

Aquellos hombres y mujeres —igual que ahora hacen muchos de nuestros


contemporáneos— acudían, algunos abierta y otros solapadamente, a los
conocimientos ancestrales de los africanos, de sus descendientes y de los
mestizos de indio y africano quienes les servían de curanderos, comadronas,
nodrizas y hasta de confidentes, transmitiéndoles, con sus curas y cuidados, la
sabiduría heredada por vía de la tradición oral o surgida de la necesidad de
subsistir en un medio desconocido.

A través de la lectura de documentos que nos han sido mostrados por viejos
religiosos, hemos podido constatar cómo estos blancos fueron paulatinamente
identificándose con las manifestaciones religiosas de origen africano: la Regla
de Ocha o Santería, la Sociedad Secreta Abakuá, las Reglas de Palo Monte y
las creencias de los descendientes de las etnias arará, ganga e iyesá,
formando un complejo religioso realmente criollo.

La tradición oral del pueblo de Bahía Honda cuenta cómo Casanova, dueño del
central "Orozco" en Pinar del Río, ofrecía cada año un perro a la maza del
central cuando daba inicio a la molienda. Éste era un sacrificio a Oggún-
Sarabanda, dueño de los hierros, para que la maquinaria no sufriera rupturas
durante la zafra, y la molienda se desarrollara de la manera más rápida y
productiva.

Otros dueños de centrales se hacían de la vista gorda y dejaban que sus


subalternos ofrecieran sacrificios, fiestas a sus orishas y npungos, para que la
molienda se efectuara sin tropiezos.

Gaspar Antigua, alcalde de Yaguajay, y Ventura Blanco de La Antigua,


presidente de los concejales de ese término municipal de la provincia de Las
Villas, buenos conocedores de la historia local, fueron rayados en la prenda del
gran congo Ta Managua, famoso por sus poderes sobrenaturales.

Los presidentes José Miguel Gómez, Alfredo Zayas, Gerardo Machado, Carlos
Prío Socarras, Fulgencio Batista (y también su hermano Panchín), practicaban

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

la Santería y el Palo y eran respetados en los juegos Abakuá. Alfredo Zayas


era, además, espiritista, médium y vidente. Los tristemente recordados esbirros
batistianos Laurent, Orlando Piedra y Esteban Ventura se dedicaban también a
estas prácticas. Muchos de los que caían en sus manos recibían un trato
diferente, y no eran torturados o golpeados hasta la muerte, si se trataba de
cofrades del mismo tronco o gajo: les estaba prohibido infligir daño a cualquiera
de sus hermanos de religión.

Y en la actualidad, ¿quién sabe cuántos han buscado silenciosamente la


protección de las Reglas de Palo Monte o de algunas de las otras
manifestaciones religiosas afrocubanas?

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 34


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

DOS RELATOS DE LA TRADICIÓN ORAL

De la fusión de algunos pequeños ingenios de la zona de Quiebra Hacha ("San


Pablo", "Santiago de Cañas" y "San Juan Bautista") surgió el ingenio "San
Ramón", fundado en 1878 por don Ramón Balsinde, rico propietario de
esclavos y de plantaciones cañeras. Cuentan los viejos informantes que
alrededor de este ingenio había una arboleda de frondosas y verdes ceibas
nacaradas: ngunda naribé, que así se llama a estos árboles en congo. Cuando
el trabajo agotador daba un pequeño receso a los sufridos negros de la
dotación, éstos con gusto oían al que más tarde sería conocido como "Manca
Perro", cimarrón de alto voltaje, rebelde bozalón negro, cuya gran capacidad
narrativa lo convertía en el relator por excelencia de cuentos de su Congo
lejano, de su tierra que vería cuando, según decía, volara al encuentro de su
cultura a la hora de la muerte.
Narraba que la ceiba —árbol sagrado que sustituyera al baobab africano—
adquirió un valor inigualable en una guerra entre Nsasi y los brujos de una
temida tribu de las selvas de Mayombe. Nsasi corría o, por mejor decir, volaba
en su haz de luz, en un rayo, huyendo despavorido de los mpolos (polvos) que
sus enemigos venían soplando sobre él sin descanso. ¿Qué había hecho
nuestro héroe? Le había robado un carnero a su rey, el Manikongo, y éste, sin
siquiera reflexionar sobre el asunto, había mandado a un ejército de nkuyos
para que lo atraparan. Las ceibas, que veían a Nsasi con mucha simpatía,
decidieron rápidamente y sin contradicciones darle cobija. Una de ellas rugió,
abriendo su tronco de espinas para que Nsasi se refugiara en él, salvando su
vida. Cuando los nkuyos se acercaron, cayeron siete rayos fulminantes y ellos,
asustados, se alejaron corriendo e implorando piedad. Por eso a las prendas,
además de llamarlas Nsasi, les dicen también Siete Rayos en recuerdo de esa
escabrosa situación.
Cuenta otra leyenda (en congo, cuento o leyenda se dice munika-munika) que
en el barracón del ingenio "Balbanera", fundado en 1800 y propiedad del
Conde de Villanueva, en las tierras del pueblo o caserío de Quiebra Hacha,
vivió un negro, de estatura considerable y fortaleza inigualable, procedente del
Congo. Se llamaba Coballende. Este hombre sin escrúpulos convivía a
escondidas con mujeres de toda la gama cromática y esto lo enfermó de la
sangre y de la piel. Los viejos le daban sus sabios consejos. Pero Coballende,
airado, se hacía el sordo. Y llegó el buen día en que con su miseria humana
contaminó a muchos en el barracón. El dueño del ingenio lo expulsó de sus
propiedades cuando prácticamente estaba ya a las puertas de la muerte.
Abochornado, se retiró a la sierra que ahora se conoce como De Los
Condenados (bautizada en recuerdo de este caso) cerca del Mogote de la
Jagua, y se tendió a la sombra de un frondoso laurel. Con el cansancio de las
noches en vela, de las caminatas interminables y de los dolores de sus llagas,
quedó adormecido. Su sueño, intranquilo y apesadumbrado, lo llevó a
imaginarse encuentros con los ancestros de su misma etnia, dejados en su
lejana África. Allá, entre rayos, centellas y truenos que estremecían los cielos y
las nubes encapotadas, se le apareció su dueño y señor: Nsasi, su hermano,
que había desaparecido en una tormenta. Dulcemente le habló, y le dijo que se

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

limpiara con laurel, maíz, álamo y siempreviva para que todos sus males
acabaran. Al despertarse, Coballende hizo lo que le orientó su hermano y
rápidamente, después de un baño en el río Caiguanabo, donde se mecían los
nenúfares y lirios entre el murmullo de sus aguas cristalinas, renació a la vida.
Se coronó como rey de estos parajes y vivió muchos años. Viejos y jóvenes
acudían a oír sus sabios consejos, a curarse y a festejar. Eje de numerosas
leyendas, se escucha su voz en las montañas y en las ruinas del "Balbanera",
increpando a su amo que lo abandonó a su destino.

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LA REGLA DE MAYOMBE

Mayombe es un vocablo congo que significa magistrado, jefe superior,


gobernador, denominación o título honorífico.
Llámase mayombero al hechicero de tradición conga, oficiante de la regla que
se conoce como Palo Monte, la cual rinde culto a los muertos y a los espíritus
de la naturaleza.
Mayombe es, en resumen, la íntima relación del espíritu de un muerto que,
junto con los animales, las aguas, los minerales, las tierras, los palos y las
hierbas, conforman el universo adorado por los descendientes cubanos de los
hombres y mujeres traídos del reino del Manikongo.

Establecidos inicialmente en Pinar del Río, donde hubo un gran asentamiento


de esta procedencia, fueron actores de diversos cimarronajes. Su personalidad,
a un tiempo inquieta y reservada, los llevaba a huir hacia las lomas. Los
espíritus de aquellos alzados contra la esclavitud, asesinados por los
tristementes famosos rancheadores —hombres sin escrúpulos dedicados por
dinero a la busca y captura de esclavos fugitivos—, pasaron con el tiempo a
formar parte esencial de los fundamentos o prendas de los mayomberos
actuales. La historia —o por mejor decir, el árbol genealógico de algunas de
estas prendas que toman el nombre de su muerto— se incluye en otra sección
de este trabajo.

En algunas zonas de Cuba se conservan aún con gran pureza, debido al apego
de sus devotos a la ortodoxia religiosa, las prácticas de Mayombe heredadas y
guardadas con celo y transmitidas oralmente de generación a generación
desde el siglo XVI hasta el presente. Esas prácticas se basan en la
interrelación con los espíritus de los ancestros y de los muertos y con las
vibraciones de todo cuanto hay en la naturaleza. Popularmente se conoce a
sus seguidores como mayomberos, Padres o Yayis Ngangas, nganguleros,
paleros y así sucesivamente, hasta ir a dar al despectivo nombre de brujo.
Denota esta última denominación el desconocimiento, por parte de quienes la
emplean, del amor a la naturaleza que profesan los mayomberos y el respeto
de que son acreedores por sus profundos conocimientos de los secretos y
misterios de la naturaleza, y del ser humano con todas sus virtudes y defectos.
Víctimas de la difamación de las autoridades coloniales primero y
pseudorrepublicanas después, esos creyentes guardaron su saber en
bibliotecas individuales: sus memorias, el mejor centro de referencias que la
humanidad siempre ha tenido a su alcance.

Vayamos, pues, al encuentro de Mayombe en una antigua casa de


descendientes de esclavos en Pinar del Río, situada en la loma del Cuzco: los
Batalla Sacara Empeño. Su hogar es la zona ubicada entre el poblado de
Cabañas y los alrededores del antiguo ingenio "La Luisa", en El Callao.
Se recoge en la historia de esta familia que Rufino Fernández (llamado Ta
Rufino, descendiente probado de un rey congo), el blanco Manuel

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

(descendiente de gallegos) y Fermín Cueto (que respondía por Ta Guapito) le


entregaron al difunto Primitivo Arrieta (también conocido como el Chino Arrieta)
un fundamento o nganga: Cuaba Batalla Sacara Empeño.
El Chino Arrieta fue un gran defensor de la ética del Mayombe puro, que no
admite elementos de otras manifestaciones religiosas. Legó a sus ahijados
métodos y tratados virtualmente desconocidos por los que se agrupan en otras
casas seguidoras de esta práctica. Por los estudios realizados sobre esta rama
de la mayombería, extendida por todo Pinar del Río, La Habana (sobre todo los
poblados de Guanabacoa y Regla), Matanzas y Villa Clara, hemos constatado
que su liturgia se ha conservado pura, dando origen a las ramas conocidas
como Brillumba, Shamalongo y Kimbisa del Santo Cristo del Buen Viaje. Las
ceremonias mayomberas han preservado la impronta de los ancestros, sin
asimilar aporte alguno de la Ocha, el espiritismo o el catolicismo. Sus ngangas,
que contienen todo lo que en el plano tierra tiene vida (pues para el africano y
sus descendientes, todo vibra, hasta la materia que hombres de otras culturas
consideran muerta), son de tamaño pequeño, como las de los antiguos clanes
del reino del Manikongo, que eran trasladadas de un lugar a otro, según las
necesidades de aquellos pastores y recolectores nómadas, después
transformados en labriegos, forjadores y guerreros, y que constituían el eje
principal de la vida del clan.

El mayombero no adora simultáneamente a varios poderes, como lo hacen las


otras ramas que se desprenden de la mayombería. Su principal fundamento es
Nsasi Siete Rayos, nombre genérico que se da a toda prenda mayombera.
Estas prendas siempre van acompañadas de un nkuyo o lucero, con el cual se
abre el cuarto donde se "juega" Palo, y al cual se puede describir como una
prenda en miniatura; y de una mpaka, montada en un tarro de chivo o de toro,
que es uno de los instrumentos auxiliares de la adivinación.
Los viejos mayomberos descendientes de congos y ngolas suelen emplear un
refrán que refleja su total confianza en el poder de sus creencias ancestrales:
"Nganga buena, nunca tercia."
Para los congos asentados en Cuba, Nsasi significa lugar de enterramiento de
los jefes y también antílope o venado. Es, asimismo, como ya hemos visto, el
nombre del micromundo que contiene el nkisi principal. Nsasi está dentro de un
caldero de barro cocido, sellado con tierra, que incluye los huesos de nfumbe
de diversos animales, así como aguas recogidas en distintos sitios.
Se le sacrifica carnero y jicotea en casos especiales. Sarabanda, a diferencia
de Nsasi, se nutre de sangre de chivo. Es curioso que para el llanto del
mayombero se sacrifique un chivo, mientras que esto es un sacrificio de rutina
para alimentar a Sarabanda. Se llora al mayombero y se alegra a Sarabanda.
Estas son las contradicciones propias de los desprendimientos del eje de esas
manifestaciones, que se adoran a todo lo largo y ancho de nuestra bella isla del
Caribe.
A partir de la prenda funciona el colectivo en su totalidad. Ella simboliza la
unidad del clan y otorga jerarquía y poder a su dueño sobre quienes lo rodean.
Todas las manifestaciones sociales —el arte, la economía, la política, la guerra,
la religión— se subordinan, por decirlo en términos contemporáneos, a los
consejos del poseedor de este receptáculo.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 38


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

La consagración hermana a los hombres y los agrupa en torno a la prenda.


Su principio consiste en el intercambio de sangre, como la forma más expresiva
de manifestar los sentimientos de vínculo familiar y solidaridad. Pero el
mayombero es muy cuidadoso al aceptar a un nuevo ahijado. Puesto que
guardan con tanto celo sus conocimientos, velan para que el que los reciba
sepa guardarlos igualmente bien. De ahí que muchos practicantes no tengan
siquiera un solo ahijado.
Para un verdadero y escrupuloso Padre o Madre Nganga, un ahijado debe
observar estrictamente una serie de normas de conducta con respecto a su
vida familiar y pública. El aprendizaje del neófito suele durar largos años, y
acabará teniendo en su haber un cúmulo de conocimientos sobre el monte y
las propiedades de los palos que más fuertes vibraciones emiten. Se
convertirá, en suma, en un verdadero sabio sobre las virtudes de la flora.
El Tata Nganga es el responsable de ejecutar el rito de iniciación, consistente
en hacer marcas con un objeto cortante sobre el cuerpo del que se inicia,
extrayéndole sangre que se vierte sobre el receptáculo mágico y se añade a la
bebida sacramental. El iniciado es el primero en beberla, y después el restó de
los cofrades. Queda explicado así que se ha realizado una consagración con el
nfumbe que rige el fundamento. De hecho, esto implica un sacrificio, una
ofrenda : se ha dado parte de la energía vital del hombre,—su sangre— para
enriquecer a la prenda y. Espiritualmente, al individuo. Éste adquiere un
carácter más amplio como ente social, pues esta consagración no obedece
únicamente a motivaciones de carácter religioso, sino (también a profundas
convicciones acerca del rol que corresponde a cada individuo en su contexto
social. El compromiso religioso es para los mayomberos, un compromiso
social.

Antes de llegar a la consagración, han de llevarse acabo las ceremonias que


enumeramos a continuación: el vaticinio de la consagración: los baños
purificadores; la matanza de animales y la preparación del yamboso: la entrada
al cuarto: la ceremonia de reafirmación; el rayamiento y, por último, el brindis y
el saludo.

Para vaticinar si un individuo necesita y puede iniciarse, el ngangulero hace


uso de sus recursos de adivinación a través de un registro o consulta. Para
efectuarlo, emplea la mpaka mensu, tarro de chivo o toro sellado con un trozo
de espejo. A través del espejo el futuro padrino, luego de hacer algunos
conjuras mágicos, verá lo que le depara el destino al individuo y se lo
transmitirá verbalmente, corroborando la veracidad de lo que le dice mediante
preguntas al fundamento con fula o con shamalongo.
En caso de que la iniciación sea indicada, se fija la fecha de la ceremonia
teniendo en cuenta las condiciones sociales, la conducta moral y el estado de
salud del individuo, cuya vida sexual debe ser intachable y cuyas dolencias, si
las tuviera, deben conocer tanto él como el ngangulero, v los factores
naturales, es decir, la posición de los astros, sobre todo de la luna. Nunca se
debe proceder a una iniciación cuando la luna está en cuarto menguante. Es
preferible hacerla cuando esté en cuarto creciente. Es muy favorable para el
individuo que se le inicie en los días que marcan los cambios de estaciones.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 39


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

Los animales, los objetos y los derechos necesarios para la consagración son:
dos gallos, una botella de aguardiente, una de vino seco, una de miel de
abejas, algunas velas, tabaco y un pañuelo blanco.
El monto del derecho será el que marque el ngangulero, nunca excediéndose
de la mayor cantidad que tradicionalmente se cobra.
El baño que deberá tomar quien se inicia se prepara minutos antes de la
ceremonia de la consagración, en una cazuela de barro o en una palangana
grande. Se vierten en el recipiente el agua y las hierbas, ripiándolas antes con
las manos hasta casi macerarlas. A esto se añade el aguardiente, el vino seco,
la miel de abejas, chamba, fula y un huevo, previamente autorizado, ya que en
esos momentos quien se inicia debe ponerse en posición de penitencia. El
ngueyo pasa al baño con los ojos vendados, los pantalones remangados hasta
más arriba de las rodillas y sin camisa. Mientras se le baña, el Akpuón canta
todo lo que se está haciendo y describe los sentimientos espirituales que
embargan a quien está a punto de ser consagrado. Después de limpiar con las
hierbas el cuerpo del ngueyo, se le rocía con todas las bebidas antes
mencionadas.
En un rincón del cuarto donde se vaya a efectuar la ceremonia de iniciación, o
a todo lo ancho de esa habitación, se disponen palos, ramas y hierbas figuran-
do el monte. El piso también se cubre con hierbas finas. En ese cuarto se
encuentra el fundamento principal, rodeado por otras prendas, luceros y
receptáculos mágicos de otros Padres Ngangas.
El animal a sacrificar es un gallo, cuyas espuelas y guías de la cola han de
estar en óptimas condiciones. Mientras el Akpuón entona su canto, se presenta
el gallo al fundamento principal, frente al cual el ave generalmente queda
sumida en un letargo. Para despertarla, se entona otro canto, y mientras un
ngangulero la sujeta, el mayordomo, con el mbele previamente autorizado,
toma la cabeza del gallo y le arranca plumillas de ella y de las patas, las alas y
el lomo.
Los cantos prosiguen mientras se sacrifica el animal y se deja correr su sangre
por encima del fundamento, hasta que se deposite en la jicara que contiene el
yamboso. Inmediatamente, éste se tapa con un trozo de tela roja y se coloca
en un lugar donde no pueda derramarse. La cabeza del animal sacrificado se
pone sobre el fundamento y el cuerpo se coloca nuevamente sobre el piso
frente a la prenda. Con las manos en forma de cruz sobre su lomo, se le oprime
contra el suelo para que "cante" por última vez. Se cubre la nganga con las
plumas del gallo; con las que han caído al piso se limpia la sangre. Se hace un
pequeño atado con todas ellas, se compactan con las manos y se ponen ante
la prenda.
Esta y el piso se limpian de inmediato, para borrar los restos del sacrificio y
ponerlo todo en orden.
Ya terminada la ceremonia del baño, se lleva al ngueyo hasta la puerta del
cuarto Malongo, y el encargado de conducirlo allí toca enérgicamente a ella
tres veces. Se intercambian las preguntas y respuestas del ritual, tras lo cual se
abre la puerta. En ese momento, y antes de traspasar el umbral, se hace girar
al ngueyo sobre sí mismo. Acompañándolo con cantos, se le conduce al pie del
fundamento, donde deberá permanecer arrodillado. Se le interroga entonces
sobre los motivos que lo han llevado a rayarse y, según la formación que le
haya dado su padrino, se le alecciona para que sepa cómo deberá comportarse
después de su iniciación para cumplir con la ética mayombera. Se procede a

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 40


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

colocar la prenda sobre la cabeza del iniciado. Con la devoción y solemnidad


requeridas por el momento, el padrino toca la nganga con el mbele y entona un
rezo, mientras se flamea la navaja con que se efectuarán las marcas rituales y
se le rocía con aguardiente.
El Akpuón comienza a entonar su canto cuando se sopla aguardiente en la
parte alta de los pectorales del iniciado. Mientras dura el rezo cantado, se
hacen las incisiones en el pecho, si es hombre, y en la espalda si la que se
inicia es una mujer:

__ __
__ ___ __
__ __

Terminada esta parte de la ceremonia, se llega al momento mismo de la


consagración. Se vierte la sangre que haya quedado en la navaja echándole
aguar- diente al instrumento sobre la nganga y el yamboso. Se solicita permiso
a Nzambi y se le da de tomar al iniciado la bebida sacramental. Si al iniciado le
han dado a tomar o comer algo en algún momento de su vida para hacerle
daño, la bebida sacramental hará que lo vomite. En ese caso, se le dará de
beber otra vez, para que se sepa que ha nacido un nuevo gajo. La
consagración queda así terminada.
Dos nganguleros tomarán al iniciado por ambos brazos, ayudándolo a ponerse
en pie, mientras cantan y unen los dedos índice y pulgar, simulando atrapar
entre ellos la luz de las velas. Se quita la venda que durante toda la ceremonia
ha mantenido cubiertos los ojos del iniciado, y se le frotan los párpados.
El iniciado saluda al fundamento cruzando las manos tres veces ante sí y
tocando el piso con los nudillos. Saluda después a su padrino a la usanza
conga: ambas manos se cruzan y giran sobre el vértice de la base de ambos
pulgares, primero hacia arriba y luego hacia abajo, diciendo: Salaam Alekum,
Alekum Salaam. Después saluda a todos los presentes de igual forma,
brindándoles aguardiente por orden jerárquico, al son de un canto que anuncia
el nacimiento de un pino nuevo, de un mayombero.
Mientras se canta y se comparte bebiendo malafo mputo, malafo sese, chamba
y café, se reparten tabacos para el deleite de todos. Las guías de la cola del
gallo se distribuyen entre los asistentes y la lengua del ave se tira con violencia
hacia el techo, donde permanecerá pegada hasta que sea utilizada para algún
trabajo.
Por último, los presentes cuentan anécdotas e historias sobre tiempos
pasados, sobre la colonia, sobre acontecimientos de este siglo y, por supuesto,
hacen muchas críticas a los nuevos cofrades. El juramento de un nuevo
ngangulero se hace en una sola potencia, pues sólo existe una cabeza, que lo
regirá y ayudará de por vida con sus vibraciones más positivas. Éstas,
encerradas y selladas en la prenda, le darán tranquilidad y desenvolvimiento en
el largo camino de la vida y lo ayudarán a bien morir.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 41


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

LA BRILLUMBA

La Brillumba nace del Mayombe, pero ha sido muy influenciada por la Ocha y
algunas manifestaciones acriolladas del espiritismo. Esta mezcla puede
encontrarse en todas las ramas de Palo Monte, que no son excluyentes de
otras creencias. De hecho, la mayoría de sus seguidores son también católicos

La Brillumba surgió a finales del siglo pasado. Su núcleo original puede situarse
geográficamente en la provincia de Matanzas, donde la religiosidad popular
tiene profundas raíces, y donde coexisten la Ocha, el Palo Monte, la Sociedad
Secreta Abakuá y los cultos y deidades de los descendientes de ararás,
gangas, iyesás y muchas otras etnias africanas que practican aquellos ritos
parecidos a los que la desaparición física de quienes los trajeron a Cuba, antes
de que pudieran difundirlos, han hecho casi caer en el olvido.

Esta rama del Palo Monte es la conjunción del Mayombe, la Ocha y —siempre
presente— el espiritismo a la usanza criolla. Los que en el siglo pasado se
dedicaban a practicar algún culto, solamente lo hacían de acuerdo con sus
formas más puras, aquéllas que vivían en sus recuerdos y eran transmitidas
por la tradición oral. Pero, al paso de los años, aislados de sus orígenes, esos
cultos fueron adquiriendo estilos propios y uniéndose a los de otros grupos con
los que más se relacionaban en la vida cotidiana, aunque no fueran los de su
misma etnia.

Las iniciaciones en las distintas casas de Brillumba difieren en la forma de


hacer las marcas y en el instrumento que se emplea para ello. Los viejos Tatas
las realizaban a la usanza de sus mayores, con espuelas de gallo o, mejor aún,
de gavilán. Pero esto ha caído en desuso y sólo continúan haciéndolo las
casas de tradiciones ortodoxas o en las zonas rurales del país
Los cortes o trazos son profundos, para que la sangre corra sobre la prenda y
ésta pueda identificar a sus hijos. Mientras se practican las incisiones, se canta
el siguiente mambo: '"Menga va correr, como corre tintorera o guarironga " La
sangre que queda en el instrumento se enjuga con un poco de aguardiente
sobre la prenda. Hasta no hace tanto, muchas iniciaciones se hacían en el
campo, en ceremonias privadas a las cuales únicamente asistían los padrinos v
el mayordomo o bakonfula, por considerarse ritos de profunda comunión con
los espíritus.
Sólo después se dirigían todos a la casa donde se efectuaba una fiesta con la
concurrencia de otros ahijados y amigos y parientes de los iniciados.
También era costumbre en las casas de respeto llevar al iniciado al nfinda y
dormir junto a las tumbas para que éste recibiera las vibraciones de los
espíritus, y para demostrar su entereza.
Puesto que la Regla de Palo Monte se basa en el pacto con el nfumbe, desde
el momento en que se marca a una persona ésta recibe las emanaciones y la
protección que brindan los nfumbes a sus seguidores. Generalmente es el
"perro de prenda" quien hace el rayamiento, para que el iniciado reciba las

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

vibraciones del nfumbe de la prenda. En ese momento, se eleva un canto para


que el espíritu se posesione del nuevo gajo. En algunas casas, donde saben
que el iniciado puede ser "prendido" por el nfumbe, no lo dejan salir hasta que
haya sido posesionado, demostrando así el poder de la casa. Cuando esto
ocurre en la iniciación de un mayombero, sus mayores ponen en su mano un
kisengue o bastón de muerto, que usualmente es una de las tibias del nfumbe.
Pero en las tierras de Brillumba, Shamalongo y Kimbisa, lo dotan de un
garabato, cargado mágicamente según la costumbre de cada una de esas tres
ramas.
Hemos podido observar que algunos de estos bastones que representan al
nfumbe están remata- dos por una cabeza tallada y una moña de tela negra.
Es tradición que el nuevo iniciado duerma la víspera de la ceremonia en la casa
de sus padrinos junto a la nganga. Antiguamente permanecían allí 21 días con
sus noches. Actualmente, sin embargo, se ha perdido este rigor : se permite a
los iniciados regresar a sus casas inmediatamente después de la ceremonia, y
llevar una vida normal, sin el recogimiento de antaño. Esto se aparta de la ética
y la tradición de las primeras generaciones de cubanos descendientes d
congos y ngolas.

Sarabanda-Oggún, señor de todos los metales, es el guía principal de los


brillumberos. Cuando los Tatas, personajes enigmáticos e introvertidos, fueron
abordados por religiosos que tenían asentado un orisha, pero que querían
incursionar en el Palo, tan íntimamente asociado a las fuerzas de la naturaleza,
se estableció la interrelación entre la Brillumba y la Ocha.

Algunas casas comenzaron a montar ngangas en cuyo contenido constaba una


fracción del fundamento del orisha que tuviera asentado el iniciado. Como los
descendientes de congos y ngolas adoran también los elementos de la
naturaleza —el aire, el fuego, el agua, la tierra—, fabricaron sus ngangas con
elementos de la Ocha. Esas prendas recibieron nombres en congo, a los
cuales se añadían los "apellidos" de la nganga original. Así quedaban
complacidos los que tenían asentada Ocha, y los mayomberos seguían
practicando sus ritos de forma pura, tal como se los enseñaran sus padrinos.

Pongamos un ejemplo de esta conjunción: Tiembla Tierra-Obbatalá es el


camino de la prenda, pero su apellido es el de la nganga de la que nació la
prenda Batalla Sacara Empeño.

En acápites aparte se tratan tanto la interrelación entre las deidades de la Ocha


y las ramas de Palo, como lo que gustamos en llamar el árbol genealógico de
algunas prendas, para mejor comprensión de esta simbiosis

Aunque las formas que adopta la iniciación son similares, actualmente se


omiten algunos de los pasos a seguir por descuido, por "modernismo" o por
desconocimiento de las prácticas más ortodoxas.

Hemos podido comprobar, asimismo, que muchos oddunes de Ifá prohíben


tener prendas o rayarse. Antiguamente esto no ocurría. Y nos preguntarnos por
qué ahora se prohibe tanto la mayombería. El lucro está haciendo estragos

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

entre los religiosos. Es hora de reflexionar sobre el respeto que debemos a


nuestras tradiciones, a nuestros antepasados y a sus enseñanzas.

La Brillumba, como el Shamalongo, la Kimbisa y el Mayombe, son nuestras,


como son estas tierras en las que se asientan y de las que se nutre la
religiosidad popular. No hay que dejar que manos inescrupulosas tergiversen
esta expresión tan importante de la cultura nacional. Respetemos el legado
místico del que es depositario el pueblo cubano.

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

LA REGLA DE MALONGO,
XIANMALONGO, XIANLOANGO
O SHAMALONGO

Diversas leyendas se cuentan sobre la fundación de los reinos de Kakongo y


Loango, de donde vinieron muchos de los esclavos que echaron sus raíces en
Cuba, estableciendo la Regla de Shamalongo. Éstas son algunas de ellas.

I
Cuenta la historia, que el gran Nganga Ngoio envió a sus propios hijos a cruzar
el río Zaire para fundar los reinos de Kakongo y Loango. Este rey, de gran
fortaleza y voluntad, tuvo un tercer hijo con una esclava blanca, antepasa- do
de la dinastía de los llamados "Condes de Sonyo o Soyo".
El rey de Kakongo, antes de subir al trono, debía casarse con una princesa de
sangre real del Congo, mientras el rey de Loango debía casarse con una
princesa de Kakongo. Sus pueblos eran nómadas y se expandieron por
extensas franjas de África, ocupando los actuales territorios de Angola y
Cabinda y partes de Zaire y el Congo. En una de esas peregrinaciones, cuenta
la leyenda que esos pueblos cruzaron el río Lulondo, límite natural del reino
Kakongo, también llamado Mbele por un arrecife en forma de cuchillo que se
adentra en sus aguas. Dato curioso es que en Cuba, los creyentes de las
Reglas de Palo Monte llaman al cuchillo precisamente así: mbele.
Dice asimismo la leyenda que Vua Li Mabene, la de los 9 senos, originó los 9
clanes descendientes del Rey del Congo. Ella amamantó a los sobrinos del rey,
quienes pudieron atravesar el río con la fortaleza que les dio su nodriza,
fortaleciendo a su vez a sus descendientes.
A partir de esa leyenda, el número 9 adquirió un carácter sagrado para congos,
ngolas y sus descendientes, así como para los creyentes cubanos
esclavizados, libertos y criollos.

II
Makongo era uno de los sobrinos del Rey del Congo, quien tenia un fiel esclavo
llamado Lencha. Su gran habilidad era extraer vino y aceite del palmiche. Las
muambas y el vino hacían del rey un hombre feliz. Un día, Lencha dejó el vino
fermentar durante tres dias, y se lo llevó al rey, quien lo bebió con satisfacción
y sin medida, desconociendo los efectos de este vino más fuerte. El rey se
hundió en un profundo letargo, y como sus sobrinos tampoco conocían los
efectos de las libaciones excesivas, lo creyeron muerto por la mano de su
esclavo.
Una versión de la leyenda cuenta que los sobrinos decidieron ahorcarlo en las
ramas de un baobab. Otra, que lo quemaron vivo. Lo cierto es que el rey, al
volver en sí, montó en cólera por la acción de sus sobrinos y los mandó a matar
como habían matado a su fiel siervo. Los sobrinos escaparon a la cólera de su
tío cruzando el río Zaire, y Makongo distribuyó las tierras, formando 9 reinos.

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

III
Con el rey Makongo viajaba su hermana, nombrada Mangoio. Ella insistió en
que la dejaran vivir cerca del mar, Kalunga, al que tanto adoraba. Después de
mucho discutir, su hermano le dejó soldados y esclavos y le entregó un nkisi
protector, metido en un ntande. Al dárselo, le advirtió que nunca lo pusiera
sobre el suelo, y así aseguraría que la cuidaría para siempre.
Mangoio y su cortejo partieron en su largo viaje hacia el mar. Al llegar a su
destino, pusieron su equipaje en tierra y se tendieron a dormir sobre la arena,
exhaustos del fatigoso viaje. Al despertar, Mangoio se percató de que no podía
levantar el ntande que contenía el nkisi y, asustada, mandó llamar a su
hermano.
Éste la recriminó por su descuido y le dijo que, en lo adelante, el bosquecillo
donde habían acampado sería llamado Nto Ntande y sería el límite de sus
tierras, el punto de reunión de ambos y el sitio para tratar los problemas de los
dos reinos. A Makongo le quedaría prohibido llegar al mar por la falta cometida
por su hermana.

Después de recrearnos con las leyendas sobre la fundación de la tierra


Loango, de donde toma el nombre esta manifestación religiosa, es preciso
explicar el significado del vocablo Xianmaloango, acriollado como Shamalongo.
Para sus adeptos, Xian significa espíritu de gran fortaleza y complejidad, pero
espontáneo, directo y emprendedor, mientras que Longo o Loango es el
nombre de la tierra africana de Loango, donde tuvo su origen esta rama.
El Dictionnaire Kikongo-Français incluye en su página 466 el vocablo Iwangu,
cuyas acepciones contribuirían a ampliar el sentido que litúrgicamente se da a
la denominación de esta rama de las Reglas de Palo Monte. Lwangu, dice el
diccionario, es nombre propio de clan y, además, significa grande, formidable.
Es, asimismo, el nombre que recibe una hierba de fuerte olor capaz de matar a
las aves de corral que se alimentan de ella, y también nkisi para santificar o
purificar.

La forma de trabajar de esta rama de Palo está fuertemente influenciada por la


Regla de Ocha o Santería. Sus seguidores se identifican con sus orishas, y sus
trabajos son con flores, hierbas, despojos y rogaciones. Pero también toma
mucho del así llamado Espiritismo Cruzado. Los devotos del Shamalongo
tienen guerreros en calidad de guardieros, que adoptan distintas formas: de
ave, de garabato y de muñecos confeccionados con palos duros, llamados
luceros. Sus nkisis tienen el mismo fin que los de las demás ramas: proteger y
proporcionar prosperidad a sus dueños y a los ahijados de éstos.

El interés fundamental del Shamalongo es dar servicio a los creyentes por


módicos precios. Sus prendas han sido montadas a través del "brincamiento"
de las de Mayombe, como un gajo o desprendimiento de ellas. Pero su interior
refleja más la tendencia espiritual de su dueño, invocando a sus espíritus
protectores, el primero de los cuales sería el de la tierra Loango. Una de las
características del Shamalongo es, precisamente, que al no contener nfumbe,
la nganga no necesita ser llevada a determinados sitios durante ciertos
períodos de tiempo, como las prendas mayomberas y brillumberas.

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

Las prendas del Shamalongo, a diferencia de las prendas mayomberas, llevan


en su interior una matari (piedra) recogida en la loma, el río, el mar o el monte,
según la procedencia de su guía y del orisha que adore su poseedor. Las
piedras aportan a las prendas del Shamalongo las vibraciones de los poderes
de cada uno de los lugares en que fueron encontradas.

Algunas prendas del Shamalongo, y también de la Brillumba, llevan en su


interior imanes, herraduras, crucifijos, armas de fuego y cuchillos. Y en
Shamalongo también incluyen una bolsa con 14 oraciones de diferentes
santos, las que servirán de guía a la prenda. En algunos casos incluyen agua
bendita "para que no se las confunda con las prendas judías", sobre las cuales
hablaremos después.

Generalmente, el creyente de esta rama se raya primero en condición de hijo y,


más adelante, solicita a su padrino trabajar la prenda para ser Padre.
Junto con el padrino o mayor, el creyente prepara una prenda a la que se le da
un camino espiritual, "brincándola", o sea, recibiendo las vibraciones de la
prenda original, sin que la que se elabore contenga nfumbe. Con ella, el ahijado
aprenderá a trabajar por medio de sus guías espirituales, y del guía protector
de su prenda.

Los devotos del Shamalongo tienen una gran aceptación como "paleros
espirituales", utilizando en muchos casos oraciones propias del espiritismo, así
como llores, hierbas y cantos muy asociados a los rituales espiritistas. A
muchos de estos Padres o Madres no se les enseña cómo entrar a un nso
nganga donde se esté "jugando" Palo, ni tampoco se les adiestra en los cantos
que en él se entonan —los muy famosos cantos de puya—, recreación criolla
de los que cantaban los esclavos congos y ngolas. Esos cantos exacerban los
ánimos, al punto de que muchas veces se inician trifulcas por lo tajante de sus
letras y lo picaresco de sus alusiones.

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LA REGLA KIMBISA
DEL SANTO CRISTO DEL BUEN VIAJE

La Regla Kimbisa del Santo Cristo del Buen Viaje es un producto netamente
cubano. Fue fundada a mediados del siglo XIX por Andrés Facundo de los
Dolores Petit. Este hombre sorprendente y profundamente místico era, al
mismo tiempo, Terciario de la Orden de San Francisco del pueblo de
Guanabacoa, devoto de la Regla de Ocha, Issué de Bakokó Efor en la
Sociedad Secreta Abakuá y Padre Nkisi de la Regla que él mismo fundara.
Aunque no hemos podido encontrar pruebas de que Petit fuera también
Hermano Masón, en la liturgia y los ritos kimbiseros se aprecian rasgos de la
Masonería.

La Regla Kimbisa difiere del Mayombe y de la Brillumba en que su creador trató


de incluir en ella no sólo algunos de los ritos y conceptos de las otras
manifestaciones religiosas afrocubanas, sino también del espiritismo y del
catolicismo. Es posible afirmar, pues, que si hay en Cuba una práctica religiosa
real y deliberadamente sincrética, ésta es la Regla Kimbisa.

Stéfano Ventura describe a sus seguidores —y también a los practicantes del


Shamalongo— como paleros espirituales. Lydia Cabrera escribiría que los
iniciados en la Kimbisa se comprometen a hacer el bien valiéndose de los
secretos del negro y del blanco.

En efecto, Petit trató de hacer Ilegar a sus seguidores el mensaje de fraternidad


universal de los primeros cristianos santificados por la Iglesia Católica; de
respeto por las tradiciones y de solidaridad con la familia ampliada de los
abakuá; de devoción por los antepasados, fuente de sabiduría y de ayuda para
sus descendientes, característica tanto de la Regla de Ocha como de las
Reglas de Palo Monte, y de comunión con esos ancestros y con otros espíritus
benéficos a través del trance mediúmnico, a la usanza del espiritismo, y de los
sistemas de adivinación que emplea la Kimbisa. Este elevado empeño está
presente en toda la liturgia creada por Petit, cuyos rezos y exhortaciones instan
a sus seguidores a obrar y a vivir en la rectitud y la bondad.

Un análisis somero de la Regla Kimbisa resultará suficiente para mostrar cuan


vinculados están en esa liturgia diversos aspectos de las religiones que se
practicaban en la Isla en vida de Petit. Comenzaremos por las jerarquías de un
templo kimbisa —templo que, generalmente, es una habitación en la casa de
un jerarca de la Regla, en la que se guardan los objetos del culto—, sus
funciones, y lo que pudiera considerarse sus equivalencias en la mayombería,
comenzando de mayor a menor.

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

Jerarquía Kimbisa Funciones : Equivalente

Padre o Madre Maestro Rige el templo Padre o Yayi Nganga

Cuida el fundamento y
Primer Capacitado vela por la pureza de los Bakonfula o Mayordomo
ritos y de los iniciados
auxilia al Primer
Segundo Capacitado Capacitado y lo Barresuelos
sustituye si fuera
necesario
Auxiliares del Segundo Llevan los trabajos al
Capacitado, también lugar que indique el Ngueyos
llamados Apóstoles del Padre o la Madre
Camino si son hombres, maestro
y Siervas, si son
mujeres

San Luis Beltrán, santo católico, es el guía de los templos Kimbisa, pero la
prenda, nganga o fundamento es, al igual que en las otras ramas de las Reglas
de Palo Monte, el objeto principal de adoración, y, sólo pueden manipularla los
Padres o Madres Maestros y los Primeros Capacitados. En la ceremonia de
iniciación se presta juramento ante el Cristo crucificado (hay que recordar, de
paso, que Petit introdujo el crucifijo entre los abakuá) que está presente en
todos los ritos y trabajos de la Regla Kimbisa.

Sus seguidores llevan siempre al cuello sus propios crucifijos después de


dotarlos de una carga mágica. Pero es San Luis Beltrán quien da su
conformidad para la iniciación de un ngueyo. Las deidades que reverencian los
kimbiseros son las más populares del santoral católico, y sus respectivas
identificaciones con los orishas yorubas. Así resulta fácil enumerar algunas, a
mero de ilustración, a partir de los nombres que les dan los seguidores de esta
rama:

Tiembla Tierra, Mamá Kengue; Virgen de las Mercedes; Obbatalá.


Centella Ndoki, Mariwanga ; Virgen de la Candelaria; Oyá.
Nsambia Munalembe; San Francisco; Orula.
Sarabanda; San Pedro; Oggún.
Nsasi Siete Rayos; Santa Bárbara; Changó.
Tata Nfumbe; San Lázaro; Babalú Ayé.
Mamá Chola, Chola Wengue, Nª Señora de la Caridad del Cobre; Ochún.
Baluande, Madre de Agua; Virgen de Regla; Yemayá.

Los kimbiseros han incluido en sus devociones a otras dos figuras propias del
catolicismo. Son ellas el Santísimo Sacramento —Kunankisi— y el Santo
Cristo: Nkisi.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 49


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

En la Kimbisa, los santos comen lo mismo que en la Ocha. Por ejemplo,


Baluande come gallo y pato; Mama Chola, gallina; Tiembla Tierra, paloma ;
Centella Ndoki , gallina ; Sarabanda, gallo v chivo. Los espíritus protectores de
la casa nunca son olvidados. Es costumbre ofrecerles ajiaco, que se coloca en
el patio de la casa o en el baño. Se confecciona con cuanta vianda y especia
se tenga a mano, y se le pueden añadir trozos de ternilla o de carne, pero
nunca sal.
Se sirve en una cazuela de barro y se rodea de una taza de café amargo,
dulces, un vaso de agua clara, una jicara con aguardiente, un tabaco y un
cigarro. Después, con el bastón de muerto, que en Kimbisa es un garabato con
una carga mágica, se golpea el suelo nombrando, sin olvidar a ninguno, a los
muertos que de una u otra forma han tenido que ver con la casa y al muerto
principal de la prenda, pidiéndoles su conformidad con la ofrenda. El ajiaco
permanece durante 7 días en el lugar, al cabo de los cuales se deja en el
monte, bajo una mata de aroma.

A diferencia de los santeros y de los otros seguidores de las otras ramas de las
Reglas de Palo Monte, los kimbiseros no son muy dados a emplear palos y
polvos en sus trabajos. Como los espiritistas, prefieren las hierbas, las flores y
los perfumes. Trabajan mucho con la albahaca, pero también con la hierba que
se conoce como pata de gallina —y que ellos llaman kimbansa—, dedicada a
Sarabanda, igual que el piñón botija, la maloja, el jobo, el anamú, la diez del
día, la hierba de Guinea, el bledo morado y las hojas de la pimienta. La uva
caleta, el ítamo real, el marpacífico, la siguaraya, la ruda, la ceiba, la artemisa y
el rompezaragüey están entre las plantas de Nsasi Siete Rayos. Mamá Chola
trabaja con flor de agua, limo del río, verdolaga, albahaca cimarrona, botón de
oro, canutillo morado, helecho hembra, girasol y prodigiosa, entre otras plantas.

La lista sería interminable si nos refiriéramos a las plantas de cada una de las
deidades.

La primera prenda que, según Stéfano Ventura, recibe un iniciado en la


Kimbisa, es un Sarabanda, deidad guerrera quien, al decir de Lydia Cabrera,
ha incorporado a las suyas algunas de las características de Ochosi y Elegguá.
Estaríamos, pues, ante los guerreros de la Ocha, reunidos en una misma
entidad.
En el interior de la prenda se coloca una piedra que deberá ser traída por la
persona para quien se prepara ese fundamento. La piedra no representa al
nfumbe de la nganga, sino al santo que guía a su dueño. El nombre de ese
santo será también el de la prenda. Los kimbiseros acostumbran a llamar
semanalmente a los espíritus de sus ngangas en presencia de sus ahijados.
Éstos realizarán las tareas indicadas por los espíritus.

Lo primero que debe probar quien quiera iniciarse en la Kimbisa es que es


persona de honor y de moralidad intachable. No obstante, será objeto de
vigilancia temporal, igual que ocurre con los aspirantes a abakuá y los
seguidores del Mayombe, para verificar si lo que de él se dice se ajusta a la
verdad. Si así fuera, se procede a iniciarlo en una ceremonia que se realiza de

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 50


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

día, después de dar de comer a la prenda. La iniciación consiste, básicamente,


de un rayamiento: 7 marcas para los hombres y 9 para las mujeres. Pero el
interrogatorio a que es sometido el ngueyo antes de rayarlo, acerca de sus
motivos para ingresar en la regla, y las exhortaciones que se le hacen después
de iniciado, reflejan claramente que lo que se espera de él es que obre con
altruismo cristiano para cumplir la misión de cuidar y curar cuerpos y almas.

Igual que en la iniciación del Shamalongo, se da de beber del secreto al


ngueyo. Cada Padre o Madre Maestro tiene su fórmula particular para preparar
este brebaje, y la guarda celosamente, compartiéndola sólo con su Primer
Capacitado. Este aspecto del ritual también se denomina Yamboso, y se realiza
después de bañar al ngueyo para la ceremonia. El sacrificio de animales que
se efectúa en su transcurso es el de gallos: los animales de cuatro patas se
reservan para ritos más importantes.

En la Kimbisa, los registros o consultas evidencian préstamos tanto de la Regla


de Ocha como del espiritismo. Se coloca una estera en el piso, y sobre ella, un
vaso de agua con un gajo de albahaca. En ocasiones, el vaso se cubre con un
paño rojo o azul. Para augurar, se emplean el coco, los caracoles, el espejo o
el trance mediúmnico, muy frecuente. Padres y Madres, Capacitados e
iniciados "reciben inspiraciones", que en espiritismo se denomina "pasar
muerto"; es decir, son poseídos por espíritus que hablan a través de ellos.

Los iniciados —y también los que no lo son— reciben como protección los
llamados collares de guerra después de haberse registrado al pie de la prenda.
Los collares de los iniciados comen sobre la prenda en las ocasiones festivas.
Los de los no iniciados comen en plato aparte así como los macutos o
resguardos de unos y otros, después de haber sido enjugados en el omiero.

Los talismanes, amuletos, resguardos, brebajes y pociones para hechizar son


preparados por todas las jerarquías. Pero su elaboración la dirigen el Arcángel
San Miguel, San Antonio, San Luis Beltrán y San Benito de Palermo, quienes
indican al iniciado en trance de inspiración lo que ha de hacerse.

Entre otras, los kimbiseros celebran dos ceremonias importantes para proteger
a los fieles: el cambio de vida, procedimiento empleado tanto por los santeros
como por las otras ramas de Palo para transferir a un objeto cualquiera el
padecimiento mortal que aqueje a una persona. Ese objeto, junto con ropas del
enfermo, se entierra en el cementerio para burlar a la muerte. Y el hermoso rito
de rogar la cabeza, que también se practica en la Ocha, para aclarar el
pensamiento, proporcional paz espiritual y fortalecer al guía y protector del
individuo.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 51


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FIRMAS: PATIPEMBA
O KATIKANPOLO MUNANTOTO

Las firmas o jeroglíficos significan, en las Reglas de Palo Monte, grabar lo


sagrado. La mayoría de las culturas más antiguas, tales como las de Egipto,
la India, Mesopotamia, Abisinia y China, basaban en la luz del sol y en el
lucero del ocaso o de la aurora sus dibujos o jeroglíficos para llamar a la
presencia extrasensorial que sabían ejercía su influencia sobre cada momento
de la vida de esos pueblos.
Podemos definir esas firmas, pues, como el Yo interior, como la interrelación
de las vibraciones de la naturaleza y los entes pensantes sensibles a ellas.

Cada ser humano se identifica con una firma. Del mismo modo, cada nganga o
su nfumbe estará "personalizado" por un trazo que en parte es producto de la
interpretación, tal vez de la fantasía, pero cuyos rasgos básicos serán muy
semejantes a los de sus padrinos.

Cuando un ngueyo pasa los ritos de la iniciación sus padrinos confeccionan


una firma que lo distinguirá de los iniciados en otras casas. Asimismo, recibirá
su nombre en la Regla en la cual se haya iniciado o rayado. Este nombre
formará parte del apellido, por llamarlo de alguna forma, de la nganga de sus
mayores.

Ahora bien, cuando un ngueyo se inicia como Padre o Madre, usará su nombre
más el nombre y el trazo de la prenda que recibirá. De esta forma podrá
comunicarse con el espíritu que la habita. Cada movimiento en los ritos de las
Reglas de Palo Monte es precedido por los trazos mágicos. Se quema la fula
para "despertar" las vibraciones de todos los elementos de la naturaleza y al
nfumbe que está lecando (durmiendo), en espera de las órdenes y también,
¿por qué no?, de las ofrendas que se le hagan por sus intervenciones en las
peticiones de los creyentes.

Cuando un ngueyo visita otra casa, traza su firma en el suelo y si, por
casualidad, la olvidara, hará una parte de la de su padrino. Es preciso aclarar
que ningún mayombero, Taita Nganga, ngangulero o brillumbero trazará su
firma completa: todos ellos mantienen la creencia, tan antigua como antiguos
son estos ritos, de que si hay algún enemigo, puede apoderarse de la firma y
destruir a su dueño o inhabilitar el poder de su prenda mediante hechicerías.

Los viejos mayomberos descendientes de los súbditos del Manikongo son


extremadamente desconfiados y tienen como lema un refrán que ilustra cuan
discretos son al hablar de su culto: "Amigos mismos, son enemigos."

Como desconfían de la conducta futura de sus semejantes, afirman que "si


enseñan uno, se guardan dos", ya que en cualquier momento de emoción, por
celos profesionales, o molesto por alguna observación de sus mayores,
cualquier cofrade puede convertirse en un enemigo. Y esto sería peligroso si

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conociera los puntos débiles de la casa en que ha sido iniciado. Por eso los
mayomberos son tan ricos en refranes: "Amigo de tres días no se le enseñan
los fondos." Y, "amigo de hoy puede ser enemigo de mañana".
Toda firma, resumiendo, dice quién es el individuo, su carácter, sus padres, sus
relaciones espirituales y el camino de su nganga y la casa a la cual pertenece.
El círculo, base de todas las firmas de paleros, se divide en cuatro partes,
vertical y horizontalmente, cruzándose las líneas divisorias en ángulo recto y
pasando por un punto central. En lo alto está el cielo: nsulo; en el medio, en la
línea horizontal, está la tierra: ntoto, y al otro lado está kalunga, el mar. En el
punto inferior se encuentra kumangongo, que quiere decir el interior de la tierra,
o sea, el país de los muertos. Para los congos y sus descendientes existen tres
regiones limitadas en si mismas: la tierra y el mar, que son el mundo visible, y
el espacio celestial, donde habitan dioses, npungus y espíritus de quienes
otrora fueran seres humanos vivos.
NSULO
NTOTO KALUNGA
KUMANGONGO
Todas las Reglas de Palo Monte trazan sus firmas con yeso blanco, con carbón
y algunas con yeso amarillo. El color blanco está identificado con la muerte y el
amarillo con la vida; aunque generalmente se usa el blanco para trabajos y en
la iniciación. El negro se usará cuando se determina hacer un trabajo para
causar daño con la nganga.

Por la belleza que estas firmas encierran, por su místico significado, por sus
trascendentales misterios, han sido la inspiración de pintores y artesanos. Pero con
pena vemos que las usan de cualquier manera, sin que medie una investigación previa,
con la seriedad que su empleo y difusión requiere, aunque sea con un propósito
puramente estético.

Las firmas que a continuación reproducimos son simples muestras de las que emplean
cada una de las cuatro ramas de las Reglas de Palo Monte en Cuba, haciendo constar
sus respectivos significados. Llamamos una vez más la atención del lector hacia la
belleza de estos trazos.

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

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SISTEMAS ADIVINATORIOS
DE LAS REGLAS DE PALO MONTE

Las distintas ramas de las Reglas de Palo Monte tienen sus propias formas de
predecir el futuro, de aconsejar al iniciado cuál debe ser su comportamiento y
de qué manera puede resolver sus más complejos e íntimos problemas.

Examinemos, pues, las similitudes y diferencias de cada uno de esos oráculos,


nacidos todos de la Regla de Mayombe, cuyos seguidores no admiten la
intromisión de otras manifestaciones religiosas.

En Mayombe, la comunicación con el espíritu del nfumbe se establece de


forma directa: el dueño de la prenda habla, reflexiona, consulta, en estrecha
unión espiritual con la fuerza sobrenatural de la cual es poseedor.
Sus instrumentos para la adivinación son: la mpaka mensu, la fula directa o con
nkulo (güira), el plato blanco y el trance mediúmnico, que ocurre cuando el
perro de prenda es poseído por el espíritu que habita en la nganga.

Pasemos a explicar.
El registro con la mpaka mensu (el tarro de toro o chivo) o el vititi mensu (el
tarro sellado con un espejo), "cargado" mágicamente como si fuera una prenda,
sostenido por el Padre Nganga, es la forma más directa de apreciar las
vibraciones que emanan del nfumbe que encierran. En una forma sencilla y
reflexiva, con la videncia propia de todos los seguidores de estas
manifestaciones, le hablará al consultado y le hará las recomendaciones que
requiere su futuro desarrollo.

Hemos presenciado cómo, al llamado de su Taita o Yayi, las mpakas se


mueven, saltan y se despiertan, poniendo en evidencia la vida espiritual que
anima en su interior.

Cuando son preguntas sencillas para las cuales se desea una respuesta
inmediata, se traza la firma de la nganga, y sobre ella se colocan 7 montoncitos
de fula. Se sopla sobre la prenda humo de tabaco y se la rocía con
aguardiente. tras lo cual se procede a formular la pregunta pidiéndole que
queme 3 de esos montoncitos o que haga arder 3, salte 1, y queme los otros 3.
Si se quisiera hacer una demostración más difícil, uno o varios montoncitos de
fula se taparán con una güirita o nkulo. Después de llamar al espíritu de la
nganga con rezos susurrados en lengua, se prenderá la fula, pero la llama no
tocará los nkulos, respondiendo en esa forma.

Otra forma muy popular de adivinar entre Padres y Madres Ngangas es la


siguiente: cuando se celebra una sesión o juego, se pone en pie a la persona
que se quiere registrar. El Tata toca con un plato blanco la cabeza, los
hombros, el pecho, y las piernas de la persona, y después de mostrarlo a los
cuatro vientos y a los cuatro puntos cardinales, lo pasa sobre la llama de una
vela encendida al pie de la nganga para ahumarlo. En el plato irán apareciendo

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

diversas figuras que el Padre interpretara y, a partir de esa interpretación,


formulará sus recomendaciones.
También hemos podido apreciar la exactitud de hechizos a distancia, dirigidos
a países muy lejos de nuestra isla del Caribe.

Cuando se prepara a un ngueyo cuyas dotes extrasensoriales para


comunicarse con el espíritu del nfumbe de la prenda de su padrino resultan
evidentes, se le somete a ciertos ritos de prueba verdaderamente complejos
ante el conjunto de los ahijados más allegados. Si al cabo de ellos se entiende
que el iniciado está apto para esta transición posesional, se le entrena para
fungir como "perro de prenda". Puede darse el caso de ahijados de una casa,
quienes tienen su propia prenda, pero "pasan el muerto" del padrino; y también
ocurre que un ngueyo únicamente pase el espíritu de la nganga de la casa a
que pertenece.
Cuando estas posesiones ocurren en presencia de un investigador, éste puede
realmente quedar satisfecho, pues sólo excepcionalmente pueden presenciarse
estos trances. El espíritu se posesiona del "perro" y éste pierde el contacto con
el mundo que lo rodea, llegando a cometer actos de una increíble fiereza contra
su propio cuerpo, que se retuerce, se engarrota, se deforma. No es inusual que
el poseso se hiera y en fin, cometa actos de rebeldía propios de un preso: de
ese nfumbe esclavo capaz de cualquier cosa por obtener la libertad y pasar al
mundo de la tranquilidad y de la paz.
En estos trances, los iniciados llegan a la adivinación de una forma violenta;
hablan y suplican, teniendo siempre a alguien que los ayude a salir de ese
trance y a controlarse para no llegar a provocarse la muerte.

La Brillumba utiliza los mismos métodos de adivinación que el Mayombe, pero,


además, interpreta los presagios por medio de los nkobos o shamalongos.
A los creyentes de la rama Brillumba les gusta emplearlos, pues dan
respuestas rápidas. Sin embargo, los verdaderos hijos de Mayombe no los
utilizan.
Los nkobos son conchas abiertas que, en número de 7,14 o 21, se leen igual
que tradicionalmente se hace con los cauris. Los nkobos son preparados
ritualmente antes de que puedan ser empleados. La prenda tiene que dar su
consentimiento para que el Tata o la Yayi se dedique a la adivinación. Llegados
aquí hay que apuntar que el caracol o la concha son el medio de enlace con el
nfumbe de la prenda, pues ellos, como tal, son mudos.
A modo de ilustración, si se tiran 7 nkobos y 1 cae boca arriba, significa muerte
por problemas personales, y envidia o celos si son 2 los que caen en esa
posición. El nfumbe de la nganga pide entonces el rayamiento inmediato del
consultante y, si éste está ya iniciado, es necesario que se le entregue un
resguardo o un gajo de la prenda de su padrino. Si son 3 nkobos los que caen
boca arriba, el consultante está perseguido por la justicia y hay que actuar con
premura para evitar malas consecuencias. Si son 4, no hay firmeza en el
creyente y se le deben dar pruebas para su confirmación. Si son 5, hay dudas
sobre la persona, e inestabilidad; si 6, debe darle comida a la prenda de su
padrino para que logre desenvolvimiento. Siete nkobos boca arriba significan
que el devoto debe registrarse con un babalawo, pues es un orisha quien lo
reclama; se investiga si debe hacerse santo o recibir una prenda "brincada" con
Ocha. Si ninguno de los nkobos cae boca arriba, hay que actuar con premura

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

para tratar de romper la letra que indica desgracia y muerte. Según la cantidad
de nkobos que caigan boca arriba en el acto de adivinación, se sabrá quién
habla por ellos.

Ejemplificamos: 0: Centella o Mañunga; 1: Coballende; 2: Mamá Chola; 3:


Nsasi Siete Rayos; 4: Nsasi en su camino de paz; 5: Madre de Agua
(Batalundi); 6: Preso (Ochosi) y 7: Tiembla Tierra: no tiene problemas.

Muchas casas o nso nganga interpretan la tirada de los nkobos según el


significado que le da la Ocha, y también de acuerdo con los espíritus que se
posesionan de quien efectúa el registro.
Para leer el oráculo, los seguidores de la tierra Malongo o Shamalongo utilizan
la mpaka colgada de un hilo. Al entrar en trance de comunicación con su
nfumbe, éste hará que la mpaka gire. Por sus vibraciones y por la extrema
sensibilidad del Padre o la Madre, el nfumbe logrará transmitir las
recomendaciones y los mensajes dirigidos al consultante. Recordamos al lector
que la Regla de Malongo o Shamalongo tiende hacia el espiritualismo. Por ello
sus prendas contienen oraciones, crucifijos, matari (indispensable en todas las
ngangas), y sus trabajos se hacen con hierbas, flores, incienso, perfumes; son
despojos que alejarán las malas influencias, limpiezas que traerán la luz y las
vibraciones positivas a los creyentes.

Los seguidores de la Regla Kimbisa del Santo Cristo del Buen Viaje, verdadero
ejemplo de sincretismo religioso, se dedican a curar, limpiar y exorcizar,
preparando todo tipo de fórmulas exclusivas para cada caso. En estado de
trance, se posesionan de ellos espíritus tan elevados como su guía espiritual:
San Luis Beltrán, vírgenes, arcángeles, santos católicos, orishas yorubas,
nkisis y, según cuentan sus iniciados, también el diablo que adopta todo tipo de
"disfraces" tratando de engañar al poseso y desvirtuar la labor que se esté
realizando.
Entre sus sistemas adivinatorios están los cocos, que emplean de la misma
manera que en la Regla de Ocha, obteniendo respuestas simples y directas
según la forma en que caigan. Por ejemplo, en Alafia, hablan San Francisco y
Santa Bárbara; en Otawe, Santa Bárbara, la Virgen de Regla y San Norberto;
en Okana, San Lázaro, los Eggun y Santa Bárbara, y en Oyekun, la Candelaria
(Yansá) y Santa Bárbara.
Los kimbiseros también utilizan los nkobos o conchas, después de "iniciarlos"
lavándolos con omiero y ofreciéndoles sangre para que vibren y tengan la vititi
necesaria. Se hace la tirada de nkobos después de invocar a los espíritus,
santos, arcángeles, etcétera.
Los nkobos "hablan" de acuerdo con las marcas: si caen más boca arriba en la
primera tirada que en la segunda, se pide la mano derecha de quien se
consulta. Por el contrario, si en la primera tirada caen más nkobos boca abajo
que en la segunda, se le pide la mano izquierda. Este sistema es sumamente
complejo.
Por ello trataremos de simplificarlo a través del ejemplo más sencillo: si 1 solo
de los nkobos de la tirada cae boca arriba, es una letra mala; por lo tanto, no se
lee y se le da un tratamiento a los nkobos igual que se da aI diloggún. Si caen 2
boca arriba, hablan Los Ibeyi, San Pedro y Nkuyo; entonces se pide vista a

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

Santa Lucia, a San Roque y a San Pablo. Si son 3 los que caen boca arriba,
habla San Pedro —Oggún—; si son 4, Santa Bárbara, Los Ibeyi y los Cuatro
Vientos. Cinco nkobos boca arriba son la palabra de Chola Wengue —la
Caridad del Cobre—; mientras que 6 lo son de Santa Bárbara —Nsasi— y los
Cuatro Vientos; 7, la de Baluande —Yemayá—; 8, la de Mamá Kengue —Las
Mercedes—; 9, Mariwanga y San Lázaro; 10, Mariwanga y San Lázaro, pero
también Chola Wengue. Por el 11 hablan Nkuyo —San Pedro—, la Caridad del
Cobre y Santa Bárbara. Por el 12, Santa Bárbara y Las Mercedes; por el 13,
San Lázaro, Sarabanda y Mariwanga: es una mala letra. Por el 14 habla
Centellita; por el 15, Chola Wengue y por el 16, Nkisi y Las Mercedes.

Los kimbiseros registran frente al altar, sentados en esteras sobre las que
colocan un vaso de agua y una ramita de albahaca. Según la casa de la cual
"nazca" a veces pondrá un espejo para que ayude a mirar con claridad. A la
usanza de los ritos católicos, queman incienso para propiciar un buen registro.

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¿NGANGA CRISTIANA?
¿NGANGA JUDÍA?

En Ogbe Ojuani, oddun de Ifá, máxima expresión de la sabiduría africana,


habla una letra que representa el principio del mundo interior de la Tierra, y
predice el nacimiento de la división de Mayombe en santa y judía. Por esta
razón, y para evitar contratiempos, quien se registra debe apartarse de las
Reglas de Palo Monte en general. También los oddunes Ogbe Otura y Otura
Ofún advierten al religioso sobre las consecuencias que pueden acarrear las
prácticas de estas manifestaciones religiosas, tan profundamente interesantes,
sin embargo, cuando se analiza su verdadera naturaleza.

Algunos estudiosos sostienen que en Cuba funcionan dos ramas distintas de


las Reglas de Palo Monte: la buena y la mala, como anotara la eminente
investigadora Lydia Cabrera, quien aseguraba que los seguidores de estas
ramas acuden a Nzambi para hacer el bien, y a Kariempemba, Kadiempembe o
Lukankasi para hacer el mal.

Antes de la llegada de los portugueses al territorio del reino del Manikongo y,


por supuesto, mucho antes de que comenzara el tráfico de esclavos, los
pueblos bantúes allí asentados carecían de un concepto y una representación
similares a lo que los católicos llaman el diablo. No quiere esto decir que
carecieran igualmente de un criterio sobre el bien y el mal; lejos de ello. Pero
ese criterio identificaba esencialmente al bien como una acción o hecho
beneficioso para el clan y sus miembros, y al mal, como lo contrario. Por eso,
tal vez, resultó tan difícil y fue tan epidérmica la labor evangelizadora de los
misioneros entre esos pueblos.

Nuestros estudios sobre las Reglas de Palo Monte en Cuba nos han llevado a
concluir que, en realidad, hay una sola clase de nganga, que el Tata o la Yayi
emplea para hacer bien o mal. Que la nganga cumpla con la tarea que se le
encomiende sólo depende de que su dueño o dueña tenga los conocimientos
necesarios para ponerla a "trabajar".

Muchos informantes, para dramatizar el alcance de sus fuerzas espirituales,


cuentan de sus prendas leyendas aterradoras. Afirman que están
fundamentadas con las krillumbas de asesinos, de muertos por violencia, de
locos, y que por ello les ofrendan gatos negros y las cimbran a medianoche.
Insisten en que sus prendas trabajan con los espíritus buenos o malos que
están encerrados en ellas, según el objetivo que se propongan. Pero, en
realidad, el espíritu con que se monta una prenda es uno solo y obedecerá sin
discusión el mandato de su dueño sólo si éste sabe darle las órdenes
pertinentes en lengua, usar los cantos adecuados, llamar a sus padrinos que
están nfuiri para que lo ayuden y, en fin, agradecerle por lo que le fuera
concedido a él o a sus ahijados.

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

Recogemos a continuación un "tratado" haitiano sobre las fuerzas del mal y


sobre cómo montar una nganga supuestamente dedicada al trato con los
espíritus oscuros.

PACTO HAITIANO
CON KADIEMPEMBE O LUKANKASI
Para montar una nganga ndoki, ya que es diablo, hay que pactar con él para
que confirme la nganga. Primero se va al cementerio, por la noche o por el día,
semidesnudo o desnudo. Se prende una vela en la mano izquierda, se coge un
poquito de alcohol en la mano derecha y se llama a Lukankasi. Se le pide lo
que desea, y se mata un gato negro. Las personas que quieran sellar este
pacto deben beber de esta sangre. El cuerpo del gato se descuartiza. Parte de
él se entierra en una loma; otra parte, en el cementerio y otra, bajo un laurel o
una ceiba. Cuando esté disecado, se saca y se da a estos restos, con mucho
secreto, la sangre de otro gato negro. Esta ceremonia se realiza con otras
personas que entren en el pacto.
Un hombre de pura confianza llevará, siempre en la noche, la cabeza del gato
sacrificado al cementerio; se le mete en una jicara, se le echa pitahalla, maní,
ajonjolí, hojas de plátano, miel de abejas, un poquito de vicaria, vino seco,
aguardiente y se deja allí durante 7 días. Al cabo de ese tiempo se frota ese
brebaje en los ojos y se le pide a Lukankasi vista y poder. Así queda cumplido
el pacto. El kinfuiti debe tocarse con mucho secreto en todas las ceremonias.
Los kini-kini de la nganga ndoki se hacen como muñecos de palo. Se cargan
con nfumbe y con todo lo que lleva una nganga. A uno se le hace una boina de
piel de gato, y al otro, una de piel de perro. Ambos muñecos estarán cargados
con perro y gato negros, llevando principalmente en la carga los dientes de
estos dos animales, que siempre serán rivales. Los muñecos se amarrarán con
cadenas por los pies a las patas del kindembo.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 60


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

KINI-KINI Y CHICHEREKÚES

Para los congos, ngolas y sus descendientes cubanos, las tallas de madera, de
rasgos toscos pero claramente humanos, en cuya base se coloca la carga
mágica que los hace desplazarse en la noche para cumplir las órdenes de
Tatas y Yayis, son temibles personajes que aparecen una y otra vez en la
tradición oral.

Para los creyentes de las Reglas de Palo Monte, de tanto arraigo popular,
sobre todo en las provincias de Pinar del Río y Matanzas, esas figuras
fabricadas con ciertas maderas de propiedades especiales son espíritus que
infunden pavor.

Los kini-kini de las Reglas de Palo Monte equivalen a los chicherekúes de la


Regla de Ocha o Santería. Su función principal es la de ser los ejecutores
certeros de los mandatos de sus amos, cualesquiera que tales mandatos sean.
Y la forma de prepararlos depende de la casa a la que van a servir.

Las maderas que se utilizan para su confección son el cocuyo, el jobo, el


matanegro (también llamado bejuco baracoa), el palo moruro, el palo ramón y
el sabicú. Después de hecha la escultura, se lava con ruda cimarrona, atipóla,
ponasí, rompezaragüey y jobo. Muchos de los dueños de estos muñecos
trituran las hojas de esas plantas en una palangana con agua de coco. Quedan
entonces listos para recibir la carga mágica, que consiste de fragmentos
pulverizados del nfumbe de la nganga de su amo, ciempiés, arañas,
mancaperros, caballitos del diablo, grillos, bibijaguas, camaleones, iguanas,
aura tiñosa, lechuza y murciélago. Con esta mezcla se rellena la cavidad que
para ello se dejó en la base de la escultura.

De acuerdo con el propósito para el que haya sido concebido, también se


puede lavar la escultura con cocimientos que acentúen determinadas
facultades.
Así, la infusión de hojas de jobo le impartirá una fuerza sobrenatural, que
posibilitará su traslado a enormes distancias; el de matanegro o bejuco baracoa
les evitará contratiempos a la hora de desplazarse; el de palo ramón se emplea
para que el espíritu del nfumbe, que le dará movilidad y vida, quede bien
"atrapado".
Una vez preparados, se les ofrece a los kini-kini la sangre de un gallo y de un
carnero, y se procede a adornarlos y vestirlos, tras lo cual se les sopla
aguardiente, la tradicional chamba y humo de tabaco. Ya están "trabajados" y
listos para obedecer los mandatos de sus amos. Atención: los kini-kini deben
vivir fuera de la habitación donde duermen sus dueños. Como son picaros y
traviesos, pueden provocarles algún que otro susto en los momentos de
reposo, haciéndoles cosquillas en los pies o hablándoles al oído. Y no se
puede negar que esto, en la quietud de la noche, resulta impresionante. Tienen
también estos muñecos la mala costumbre de chiflar y mover muebles; si se
trata de sillones, son capaces de mecerse en ellos durante horas, a toda
velocidad.

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

Muchos descendientes de africanos recuerdan que por el año 1916, los


religiosos afrocubanos fueron perseguidos con saña por las autoridades de la
pseudorrepública. Los dueños de esos entes mágicos los hicieron desaparecer
entonces, escondiéndolos o enterrándolos para que no fueran descubiertos.
Cuentan esos informantes que en los campos, en los solares abandonados, en
ciertas zonas y barrios conocidos por su religiosidad, estas figuras continúan
errantes, produciendo pánico en quienes se topan con ellas. Son aquellos kini-
kini cuyos amos murieron sin advertir de su existencia a familiares o cofrades
para que les impidieran seguir deambulando sin que nadie controlara sus
acciones. Numerosos Tatas y Yayis fallecen dejando a estos seres con un
objetivo específico que ellos se empeñan en cumplir. Y así van pasando a
poblar las leyendas y tradiciones de pueblos y campiñas, amedrentando a
quienes los encuentran en cualquier noche oscura, en la soledad de un regreso
tardío al hogar.
No hay que ofender a estos espíritus, pues nunca sabemos qué intenciones
tienen cuando se cruzan en nuestro camino.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 62


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EL MAJÁ (MBOMA O ÑOCA)


Y SU IMPORTANCIA EN LAS REGLAS
DE PALO MONTE

Muchos paleros descendientes directos de las etnias del reino del Manikongo, y
de las de origen arará, trabajan con majaes.
Históricamente, la serpiente ha sido considerada como un animal sagrado.
En el Apocalipsis aparece como el Diablo, como Satanás en su lucha contra el
poder divino. Es también atributo de Santa Margarita y de Santa María, de
quienes se dice lucharon contra ella y la vencieron. Aparece en forma de
dragón junto al Apóstol Felipe y con San Silvestre; el Arcángel Miguel puso su
pie sobre la cabeza de ese ofidio en señal de victoria. Para la Iglesia Católica
representa el poder maligno, la causa de la derrota del Hombre, redimido por
Cristo.

Sin embargo, los paleros utilizan el majá —sustituto cubano de la serpiente—


en sus ngangas, donde vive para realizar diferentes trabajos, todos ellos de
beneficio para el hombre.

Conocemos a través de Teodoro Díaz Fabelo que el majá del Tata Juan José,
oriundo del pueblo de Abreu, trabajaba como una prenda: el ofidio mismo era
una prenda, llamada María Dolores, muy respetada y querida por los ahijados y
seguidores del Tata. En Yaguajay, el congo musundi Ta Benito, tenía dos
majaes educados, a los cuales usaba, entre otras cosas, para despojar de
espíritus oscuros o de cualquier otro problema a los creyentes que se
consultaban con él. Los dos majaes obedecían a los agudos silbidos de Ta
Benito. En varias casas congas en los pueblos de Remedios, Placetas, Sancti
Spíritus, Cifuentes, Matanzas, La Habana y Pinar del Río hubo majaes
conocidos como prendas, que llegaron a ser famosos por sus acertados
encantamientos.

Actualmente, en casa de los Tatas Pedro y José, en el municipio habanero de


Marianao, pudimos ver dos grandes ñocas viviendo en sus ngangas. Y como
dato curioso, en la ciudad de La Habana, en casa de una mujer dedicada a los
ritos de la mayombería, viven tres grandes majaes que se pasean libremente
por las zonas aledañas. Esos majaes responden a los apelativos de Guille,
Guillermo v Guillermina. La Madre o Yayi explica que ellos depuran
constantemente el ambiente con sus vibraciones positivas, logrando que las
malas influencias no entren a su nso nganga (casa).

Para conjuros mágicos, se emplea la grasa de estos animales, así como su


piel, sus dientes y sus vibraciones, que son tenidas como inmejorables para
lograr cualquier objetivo.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 63


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

LO QUE COMEN
LOS FUNDAMENTOS O NGANGAS

Para los religiosos cuyos antepasados procedían del Congo o Angola, y para
los criollos que con tanta devoción heredaron de sus mayores el culto a los
muertos y a sus espíritus encerrados en las ngangas, una de las ceremonias
más importantes es darles de comer la menga (sangre) que los vivifica y
estimula.

Esta acción puede ser por agradecimiento o simplemente para cumplimentar al


espíritu por la tranquilidad que ha proporcionado a la casa (nso nganga) y a sus
hijos. Veamos, pues, qué comen las prendas de las distintas ramas de las
Reglas de Palo Monte en Cuba.

A las prendas mayomberas puras, de las cuales son depositarios los religiosos
más ortodoxos—como, por ejemplo, las de la casa de la rama Batalla Sacara
Empeño, de la loma del Cuzco, en las inmediaciones del central "Orozco"—, se
les ofrece gallo criollo, carnero (meme) y jicotea. En casos extremos se les
sacrifica toretes, gavilán (wángala), caraira (kálele), lechuza (sunsundamba) y
aura tiñosa (mayimbe).
Todos los sacrificios deben ser efectuados después de ponerse el sol, tradición
ésta que observan todas las ramas de las Reglas de Palo Monte, cuyos
devotos sostienen que, por ser la sangre muy caliente y poner en ascuas al
nfumbe de la prenda, puede provocar riñas y altercados.

A Mamá Lola, nganga fina y delicada, como también a Mayimbe Nkimba y a


Mamá Tengue, se les ofrece la sangre de gallos blancos y de chivos de igual
color. En vez de aguardiente, beben vino seco con canela, y se las rocía con
agua de colonia. Según cuentan algunos informantes, provienen del pueblo de
Perico, en la provincia de Matanzas, aunque después han pasado por
Jovellanos y Agramonte: ellas son prendas viajeras.

Mariata, conocida nganga que data del tiempo de la colonia y responde al


nombre de una famosa esclava conga, come gallos y chivos negros, mientras
que Sacara Empeño, de Matanzas, cuyo espíritu varón no sólo tiene una gran
fuerza sino también excelentes dotes para resolver casi cualquiera de los
contratiempos de nuestra azarosa vida cotidiana, come de todo, y todo lo
acepta gustoso. De Mariata se cuenta que hay depositada en su interior una
piedra de rayo, como en algunas Nsasi, y que cuando truena, hay que
aplacarla, amarrándola fuertemente, porque se va con el rayo que la busca
para abrazarla con sus fogosos bríos.

Ngola Labana, fundamentada en secreto, al amparo del silencio de las


conspiraciones en los barracones del ingenio por negros esclavos llegados a la
capital (La Habana), procedentes de Angola, come también chivo y gallo.

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A Nbemba Luna Nueva, prenda que se juramentó cuando la luna estaba en


esa fase y que, por lo tanto, estuvo expuesta a sus rayos, se le da sangre de
gallo, jicotea, lechuza, tiñosa y jutía. Como todas, es muy segura en sus
respuestas a
ahijados y allegados.
Tumbiroña, famosa por las menciones que de ella se hace en cantos de puya,
come tiñosa, gato y perro. A una hermana de Campo Santo, ocasionalmente,
se le da una iguana enfurecida para que la aplaque.
Cuando sus prendas cimbran por cargas excesivas, los descendientes de
Mayombe del central "Orozco" les hacen redondeles de frutas criollas
dejándolas por espacio de 7 días para que sus frescos efluvios las tranquilicen.
Para no hacer esta lista interminable, terminaremos diciendo que conocemos
por boca de quienes guardan celosamente sus prendas, que de vez en cuando
les ofrecen sapos, majaes, lagartijas, alacranes, ratones, arañas peludas y
cualquier otro animal que se le antoje a su imaginación.

Según investigaciones realizadas en algunas casas de paleros, a las prendas


que se han fundamentado con gato, perro y majá no se les da la sangre de
esos animales. Es preciso aclarar que para los mayomberos ortodoxos, el majá
—mboina o ñoca— es un reptil sagrado. Quien tiene la posibilidad de hacerse
de uno, lo mantiene viviendo con su nganga. Muchos de los viejos informantes
adivinan y despojan con ellos, sintiéndose especialmente honrados por la
intima relación que se establece entre el Taita o la Yayi Nganga y el mboma o
ñoca.

Lydia Cabrera" en su extenso e intenso tratado sobre las Reglas de Palo


Monte, reproduce de boca de sus informantes que las "Mbumba de los makuá
que vivían cerca del 'Covadonga', eran hembras. Cuando las majasas están
ruinas y son señoritas salen de sus cuevas a babosearse unas a otras y con las
babasas que destilan en esos chiqueos y la tierra, se forma una piedra que el
Tata... recoge para fundamentar su prenda. Esta Mbumba Kuaba es como
Yewá, la santa lucumí. Su dueño no puede tener mujer, ni marido su dueña".
Y más adelante: "'Otra Wanga makuá. Guachinango, se nutría con ungüento de
soldado, que se compraba en las boticas, y... candela. No se le rociaba
aguardiente."

Algunos mayomberos. Brillumberos, nganguleros y Padres Nkisi siguen las


costumbres de sus hermanos en la Regla de Ocha y se abstienen de comer lo
que su nganga degusta con deleite. Sin embargo, los mayomberos de las
zonas del Cuzco y Cabañas y del central "Orozco" cocinan lo que van a
brindarle a iniciados, Taitas y Yayis con la carne de lo sacrificado en la cena del
Cumbite Saura.
Cuando han convertido al carnero y al gallo sacrificados en un sabroso asado
al carbón, con mojo de ajo y naranja agria —acompañado por el clásico frijol
negro ablandado desde el día anterior, arroz blanco, chicharrones y la muy
gustada yuca salcochada con maní tostado y pilado, en mojito de naranja agria
—, se sientan sobre el suelo en círculos alrededor de los cocineros y el Akpuón
o gallo eleva su canto explicando lo que los hermanos van a comer y repitiendo
el estribillo:

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 65


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

"Cumbite Saura. que bueno está..." se pasan los platos, y con deleite se
observa la ética del antiguo esclavo, que compartía con sus hermanos todo
cuanto se cocía en su olla.

Muchos informantes que son practicantes ortodoxos de estas manifestaciones


llegadas a Cuba a principios del siglo XVI, prefieren no comer quimbombó el
cual, por ser resbaloso, les restaría firmeza para realizar sus diversos trabajos
mágicos. Si por alguna casualidad en una fiesta los posee algún espíritu que
les exige probar este vegetal, acto seguido se les lava la boca con ceniza y
nunca, por ninguna razón, se les dice que lo comieron.

Cuando se les da de comer a las prendas, también forman parte de este ritual
las mpakas, los vititi mensu y los luceros de la familia y de los ahijados que
puedan transportar sus receptáculos mágicos hasta el sitio de la ceremonia.
Quien tenga resguardos, los pondrá en una güira para que reciban las
vibraciones de la sangre que vitaliza a los espíritus que los acompañan.
Cuando por alguna razón, no se tiene dinero para ofrendar gallo, carnero o
chivo a la prenda, el Taita o la Yayi se hará una pequeña cortada, dándole a
beber gotas de su propia sangre, uniéndose más espiritualmente al nfumbe,
que dará su ayuda sin remilgos ni tardanzas.

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LA GURUNFINDA O NGURUNFINDA:
EL OSAIN DE LOS PALEROS

El yimbi o espíritu de la naturaleza que habita en este receptáculo es parecido


al Osain de los descendientes de yorubas y ararás, y al del Nasakó de la
Sociedad Secreta Abakuá, todos grandes conocedores de las propiedades de
la flora y la fauna, de la influencia que ejercen sobre el hombre las fases de la
luna, los fenómenos solares, el movimiento de las mareas, la potencialidad de
los ríos en fin el universo en que vivimos. Se le encierra, si es posible decirlo de
esta manera en su güiro, en un carapacho de jicotea, en la cabeza de una jutia
previamente sometida a procedimientos secretos para evitar su
descomposición.

A diferencia del Osain de los santeros, lleva kankoma de nfuiri.

Es una deidad sumamente especial: sólo los sabios o aquellos a quienes se les
considera dignatarios de estos espíritus pueden dedicarse a su culto. De
acuerdo con los caminos que el oficiante le dé, así habrá una o más entidades
que trabajen para su dueño. Para ello se les llama en lengua: Andudu
Yambaka Butanseke.

Su forma más natural es la de dos raíces retorcidas, con las cuales se hace un
bastón con el que se baila y se despoja in situ. Este garabato que así es como
se le llama, debe ser de guayabo o de yamao. Osainistas y hechiceros los
agitan para Ilamar a las poderosas fuerzas de la naturaleza.

El Osain o Ngurunfinda es propio de todos los pueblos de África, que lo adoran


bajo diversos nombres. Lydia Cabrera lista algunos de los que se le dan
genéricamente a los espíritus que habitan en estas ngurunfíndas, dependiendo
del sitio de donde provienen: si del monte, Simbi o Yimbi; de las aguas (ríos y
lagunas) Mbuiri o Nkisi Masa; de Madre de Agua, Nkisi Mbumba; de Padre de
Agua, Kisimbia Kimasa; de la manigua, Nkisi Minseke.

La ngurunfinda que alberga el espíritu de un antepasado se denomina Bakulu,


mientras que la que alberga uno maléfico recibe el apelativo de Nkuyo. Y la que
encierra el espíritu que habita en el majá es la Nkisi Mboma.

Los viejos mayomberos elaboraban una ngurunfinda destinada a alejar a la


policía cargando el carapacho de una jicotea macho con plumas de Mayimbe,
palo cambiavoz y espinas de zarza. Le ofrecían chivo, jicotea y gallo grifo para
garantizar su efectividad.

Una ngurunfinda de paleros incluye polvos de jicotea, loro, tojosa y cotorra,


bejucos wakibanga y sapo, lengua y ojos de gallo, dientes y colmillos de
nfumbe y también su quijada, un puñado de ntoto de su tumba, el nombre del
nfumbe y un mechón de sus cabellos, 7 bibijaguas vivas y 7 semillas de mate.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 67


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Antes de cerrarla, se le echa malafo y después de sellarla se la entierra 21 días


debajo de una ceiba, orientada hacia el sol naciente.

Muchos creyentes continúan erróneamente convencidos de que si la entierran


en lunes, martes o miércoles, tendrá lo que llaman camino judío; y camino
cristiano si la entierran en jueves , viernes o sábado.

Estos Osain de paleros traen bienestar y prosperidad al Tata y a su familia.

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LA MUJER
EN LAS REGLAS DE PALO MONTE

Para la mujer, fuente universal de la vida, eje de la familia, las Reglas de Palo
Monte, como muchas religiones así llamadas primitivas, tienen una serie de
reservas y de exclusiones en sus ritos sacromágicos. Llamadas ndumbas, y de
acuerdo con su jerarquía, Madres, Yayis o madrinas, ocupan un lugar
secundario, no protagónico, en los ritos más importantes: la elaboración de las
prendas o ngangas, las ceremonias de iniciación y la matanza de animales de
cuatro patas.
Es éste un fenómeno conocido y sufrido por mujeres de todo el mundo, que
profesan cualquier religión, que parece querer aislar a la mujer de las prácticas
que involucran, en gran medida, al mundo interior, a la espiritualidad.

La Yayi o Madre Nganga llega a poseer prenda sólo cuando deja de menstruar;
esta condición es tabú para todas las mujeres aún en edad de gestar. A las
mujeres que han dejado atrás esa época de su vida, cuyas casas adquirieron
una fama que ya es histórica, y que han tenido múltiples ahijados, les está
prohibida, sin embargo, la acción de rayar, de iniciar a un aleyo. Esto está
reservado para su padrino o, en su defecto, a su bakonfula (mayordomo). El
sacrificio de animales de cuatro patas —y, en casas ortodoxas, inclusive de
animales de plumas— les está vedado, así como el montaje de una prenda.
Ambos ritos están reservados para los hombres, y para los mayores de esta
rama religiosa.

Las mujeres a quienes se les llama madrinas son aquéllas que aún menstrúan
y por ello, aunque estén iniciadas, no deben tener un íntimo contacto con las
prendas, sobre todo en ese momento de cada mes.

Es preciso aclarar que las mujeres no pueden ser, bajo ningún concepto, "perro
de prenda". Pueden, en cambio, recibir en un momento dado las vibraciones
del nfumbe que habite una nganga, pero nunca llegarán a pasar o materializar
a dicho espíritu con la fuerza con que éste se manifiesta cuando los Padres
Ngangas preparan a un iniciado.
En el transcurso de nuestra investigación de campo, sin embargo, hemos
encontrado casas que poseen "perros de prenda" que se materializan a través
de una mujer. Aunque si los mayomberos ortodoxos realizaran determinadas
pruebas, la incapacidad de los padrinos de la casa quedaría demostrada, así
como la falta de seriedad de la casa en cuestión.

Ya son motivo de leyendas tres famosas Madres Ngangas: Manga Saya, Ña


Filomena y Na Secundina. La primera fue una conocida cimarrona de la zona
del central "Orozco" y las dos últimas lo fueron en Matanzas, donde hubo
notables concentraciones de esclavos traídos del Congo y Angola.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 69


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

Manga Saya, esclava de las plantaciones del central "Orozco", fue famosa por
su belleza, su porte de reina y sus vastos conocimientos de las propiedades
curativas de las hierbas. Era codiciada por amos y esclavos. Y el mayoral,
quien tampoco la dejaba en paz, decidió darle un castigo, ya que sus
requerimientos amorosos no daban resultado, y la condenó a un bocabajo
público. Los negros quisieron también ser victimas de este trato injurioso dado
a su preferida, y escondidos, tramaron su huida a la loma del Cuzco, lugar
donde se refugiaban numerosos apalencados. Manga Saya logró escapar y
huir por bosques y montañas, ríos y arroyuelos y se radicó en el palenque de la
loma del Cuzco. Allí también había encontrado santuario un gran cimarrón
llamado Juan Ganga, quien dejó su nombre impreso en esas lomas cerca del
pueblo de Candelaria. Ella y Juan Ganga hicieron curas tan milagrosas por
medio de las hierbas preparadas con el agua cristalina de los arroyos, que
grande llegó a ser su fama y popularidad: hasta los rancheadores tenían temor
de adentrarse en la zona de operaciones de ambos. No obstante, les remitían
enfermos desahuciados, sobre todo a los que perdían la razón, ya que Manga
Saya y Juan Ganga tenían forma de curarlos, valiéndose de las propiedades de
las ceibas y los efectos del sol y la luna.

Veamos quiénes eran las no menos famosas Ña Filomena y Ña Secundina.


Desde su Congo natal estas dos robustas mujeres fueron traídas como
esclavas al ingenio "Santa Amalia", fundado en 1853 en el pueblo de
Cimarrones, muy famoso por ser sus bosques circundantes amparo para
esclavos huidos. El pueblo de Cimarrones (actual "Carlos Rojas" en la
provincia de Matanzas) fue fundado en 1765 y desde su fundación, a la orilla
del camino real de La Habana a Santiago de Cuba, se hizo famoso por su
población esclava que practicaba curas milagrosas por medio de las hierbas y
hojas recogidas en esta fértil zona.
De estas mujeres de mediados del siglo XIX dicen las leyendas que
devolvieron la vida a hombres a quienes se daban por muertos, dedicándoles
noches de rezos en lengua, de despojos y de órdenes para hacerlos regresar
a la vida terrenal.
Estas historias corren de padres a hijos y dan por ciertas las dotes curativas y
de resurrección de Ña Filomena y Ña Secundina, dos grandes Madres
Ngangas cuyas prendas fueron elaboradas por ellas mismas, a la usanza de su
Congo natal.
Rindamos merecido homenaje a estas mujeres que trajeron sus ritos
sacromágicos y les dieron raíces en nuestra tierra del Caribe, dejando atrás el
resentimiento producido por su condición de esclavas y de mujeres marginadas
en las distintas manifestaciones religiosas afrocubanas.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 70


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

CASTIGOS

Dicen los viejos mayomberos: "Ojo malo no me mira, boca mala no me habla,
pie malo no me brinca, mano mala no me toca, espina mala no me hinca."

Cuando se deciden a consagrar un nuevo gajo en una casa de prestigio, se


investiga y evalúa su comportamiento individual y familiar para decidir su
entrada a la casa y no verse obligados después a lamentar haberlo iniciado y
tener que castigarlo severamente.

Estos castigos van desde una reprimenda privada ante sus padrinos o pública
ante los demás cofrades, hasta los castigos corporales y espirituales. Ejemplos
de esto hemos visto en casas de prestigio, como la de Madioma Ca, por
rebeldía y desorden moral durante una ceremonia de respeto. En silencio, se
acostó boca abajo al ngueyo en el suelo ante la prenda donde nació y ante sus
padrinos y, con la parte plana del machete, se le propinaron 21 planazos en la
espalda. Esto lo enseñó que con la casa en la que fue rayado e iniciado, no se
juega.

Aunque siempre es advertido con sabios consejos por el Taita o la Yayi, si la


falta es muy grave y el ngueyo no responde y sigue haciendo de las suyas, se
le incapacita por medio de distintas ceremonias de tener vista, o sea, de ejercer
la adivinación por medio de la mpaka mensu o el vititi mensu.

Como los iniciados "nacen" de la casa de sus padrinos, llevan en sus prendas
elementos de las prendas de aquellos. Por lo tanto, pueden obrar invocando a
su nfumbe para que las controle. Por esto, observar el código de conducta que
rige los vínculos padrino/ahijado es tan importante.
Un ngueyo desobediente o ambicioso puede dejar sin fuerzas a las prendas de
sus mayores y controlarlas a través de las firmas: los trazos mágicos que se les
enseña a los iniciados como Padre y Madre a la hora de la íntima comunión
con el espíritu de su prenda, que lo protegerá de por vida.

Terminemos, pues, con un refrán de nuestros sabios descendientes de congos


y ngolas: "Para andar seguro, salude al camino y no brinque lindero "

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

BAILES, TAMBORES
Y OTROS INSTRUMENTOS MUSICALES
DE LOS CONGOS Y NGOLAS

Cuentan algunos ancianos de Pinar del Río, que allá por 1844 o 1845 nació el
esclavo Sabá Caraballo, hijo de un congo cimarrón de la zona de Bahía Honda.
Sabá pasó buena parte de su vida de adulto fugitivo y escondido en el monte.
Fue capturado en una ocasión y, como castigo, le cortaron una oreja. Pero
logró fugarse nuevamente, llegando a nuclear en torno a sí a un grupo de
cimarrones que se convirtió en el terror de las tropas españolas. Este grupo
celebró su primera fiesta de tambores el 13 de junio de 1897, al mismo tiempo
que su libertad.

Los congos y ngolas llegados a Cuba reprodujeron en la isla sus tambores


sagrados y profanos, la voz colectiva que convocaba a orishas y nfumbes y
ayudaba a pasar los escasos ratos de ocio de esos hombres y mujeres que
comenzaban a echar raíces en esta isla del Caribe.

Los tambores, generalmente, recibían nombres de personas famosas o muy


respetadas. Por ejemplo, en Sagua, hay uno llamado Catalina Manga Saya que
se usa en toques de makuta; en Pinar del Río hay tres para toques de yuca,
cuyos nombres: José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez, aparecen
pintados en sus cajas de resonancia.

Los toques y bailes más famosos de estas etnias son los de yuca, que a todo lo
largo y ancho de la Isla retumbaron para alegría de los esclavos y sus
descendientes. De antiguo, el conjunto de tres tambores: yuca o caja, mula y
cachimbo, repicaba en el plenilunio. Cuenta la tradición oral que fueron estos
tres cueros los que primero se oyeron en Cuba, lo cual no tiene nada de
extraño, pues entre los primeros esclavos llegados aquí, la mayoría provenía
del reino del Manikongo. En el central "Orozco" de Pinar del Río, de larga
tradición de paleros, se le llamó también kumbi al tambor yuca, que daba el pie
a los famosos cantos de puya de paleros y nganguleros, que muchas veces
terminaban en trifulcas sangrientas. Un buen palero no admite burlas.

La orquesta consta de siete instrumentos: tres tambores unimembranótonos,


dos maracas de pulsera, una guataca, una muela y cualquier otro percusivo
metálico. Cuando el tambor yuca se toca en las fiestas del campo, suele
enterrarse ligeramente, de costado: su tocador cabalga sobre él, para poder
manejarlo con más exactitud y gracia. Estos tambores, de elegante esbeltez,
llamaron la atención de pintores y escritores del siglo XIX, quienes los
describieron en sus libros y los reprodujeron en sus litografías.

Muchos de los tamboreros, cuando los hacen sonar, se ponen unas maraquitas
en las muñecas, hechas de pequeñas güiras, a las cuales cargan mágicamente
en secreto para que, a la hora de los cantos de puya, no vayan a ser objeto de

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 72


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

maleficios o maldiciones, por parte de los envidiosos o por quienes salen ma


parados en estas contiendas verbales, que se sabe cómo comienzan, pero no
cómo terminan. A este conjunto de tambores se le llama ngoma. El de yuca
recibe el nombre de ngoma ndin ndinga: el que más habla. El cachimbo
responde por ngoma muana, tambor niño. Otros informantes les llaman samba
ngoma, muña nkanda y muana ngoma. A la orquesta completa, en algunos
pueblos de Matanzas, se la llama Musukina.

Conocemos que antaño, en algunas antiguas casas de paleros, al comenzar


una fiesta en la cual se tocaban los tambores yuca, se rociaba a éstos con
cerveza inglesa en vez del aguardiente tradicional, y nos preguntamos, si para
ese festejo a los npungus, los nfumbes y las ngangas, en que se reunían los
amigos, ¿era esa clase de cerveza la que se vendía en las bodegas del
pueblo?

Don Femando Ortiz" dice que los tambores yuca se usan para tocar música
profana, mientras que los makuta se emplean para la religiosa.

Para ver los toques de yuca actualmente es preciso ir a Matanzas, Trinidad o


Sagua la Grande. En los barrios habaneros de Pueblo Nuevo, Pocitos y
Marianao se tocaba yuca hasta mediados de este siglo.

Yuca es también un baile que se efectúa en dos partes: la primera, del


coqueteo de las parejas que, en fila y frente a frente, se contonean al ritmo de
la música, insinuándose sensualmente; y la segunda, cuando, al toque de los
tambores, los movimientos se vuelven más explosivos y eróticos hasta llegar al
final en el llamado "vacunao", en que el hombre ataca al golpe del tambor y la
mujer acepta este rito sexual o lo rechaza. Si lo acepta, se deja acariciar en las
caderas y entre las risas de los presentes, llega al acoplamiento coreográfico
con su pareja. Algunas veces el hombre, para obligar a la mujer a arriesgarse,
deja caer su sombrero o un pañuelo para que ella lo recoja y así la sorprende;
por supuesto, si ella quiere ser sorprendida.

También con ese nombre y con el de la danza de maní es conocida una forma
danzaría totalmente bélica, de violencia guerrera, que se ejecuta blandiendo
palos y simulando, según algunos autores, encuentros entre tribus opuestas,
con el puño cerrado al contrincante por encima de la cintura. Este baile
pugilístico era exclusivamente masculino; se admitían apuestas, pues podía
llegar a ser extremadamente peligroso y violento. El maní no tenía una
coreografía determinada y era frecuente la participación simultánea de muchos
danzarines.
Los tambores que lo acompañaban se llamaban "de candela", y formaban una
orquesta de tres unimembranófonos. Hubo grandes maniseros en Trinidad, en
las comarcas aledañas a La Habana y en Matanzas.

Sobre la famosa conga hay diversas opiniones. Algunos investigadores


sostienen que nació de la makuta y otros, de la yuca; pero, lo que es
inobjetable es que su origen es congo.

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

Las maracas se emplean en las fiestas de puya de los mayomberos. Son


pequeñas, están hechas de güiro y se las llaman nzanzi. Se las puede
encontrar en prestigiosas casas de viejos paleros en Matanzas. En Sagua la
Grande y Trinidad se las llaman nsansa o ensansa. En La Habana se les usa
con el mismo fin y reciben el nombre de masamba. Con ellas también se llama
a los espíritus de los nfumbes para que atiendan a las peticiones de los
creyentes.

Los descendientes de congos en primera y segunda generación usaban


también dos maraquitas en las muñecas o los tobillos, cuando bailaban al
compás de la orquesta de tambores yuca y tocaban el kinfuiti. Éstas recibían el
nombre de kindembo y kikori. En el famoso cabildo congo de Kunanlumbo de
Sagua eran empleadas para bailar el makuto.

Los tambores llamados makuta son unimembranófonos abiertos. Se usan para


bailes y toques rituales. Son dos y se encuentran sobre todo en las zonas
rurales de Pinar del Río, Matanzas y Las Villas.
Makuta se le llama al nkisi que habita dentro de un pequeño caracol, un diente
de jabalí o un cuerno de toro o novillo que se utiliza como resguardo por los
Tatas y las Yayis.
Makuta también significa baile ritual para los espíritus de las prendas, el cual
siempre comienza con una invocación a los npungus o nkisis que habitan en el
nso nganga.

En algunos nso nganga hemos podido observar que, sobre un altar


improvisado y obedeciendo a la necesidad de los primeros paleros que fueron
traídos a Cuba de disfrazar sus creencias, se encuentran las imágenes en
estampas o talladas de San Antonio, Santa Efigenia o el Santo Rey Mago
Melchor.

A los tambores makuta se les hacen ofrendas y sacrificios antes de cualquier


ceremonia. La comida que éstos reciben es la sangre del gallo y los iñales : las
vísceras a las cuales se les añade jengibre, pelotas de maíz con ñame,
pimienta de Guinea y aguardiente, soplándoles humo de tabaco y
encendiéndoles velas. El sacrificio es imprescindible, pues los tambores no
tocarían a gusto si antes no se les diera cuenta, derramando sobre ellos la
sangre vivificadora.

Al morir un tamborero de makuta se oye a los tambores sonar por sí solos. A


algunos hay que castigarlos, flagelándolos con hojas de palma, para que
respondan y percutan en los momentos de las honras fúnebres.

Los nganguleros de fines del siglo pasado y principios del actual tocaban un
tamborcito pequeño, sin nombre, que vivía al lado de la prenda y se tocaba
para ciertos conjuros, llamando al nfumbe para que cumpliera determinadas
órdenes de su dueño.

En el cabildo de congos mumboma Nuestra Señora de Regla, que a finales del


siglo XIX radicaba en la calle habanera de Jesús Peregrino, esquina a

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 74


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

Oquendo, tenían un tambor vertical, hecho de madera de cedro, con una


hendidura a todo lo largo que se percutía golpeándolo con palitos. Sobre él
estaba esculpida una figura sacrosanta, representando el espíritu del tambor, e
cual respondía por Mumboma.

Se conoce un tamborcito membranófono, también de los congos mumboma de


Matanzas, llamado mutisanguisi. Se fabrica con cuero de caballo y tiene una
forma tubular. Este tamborcito es usado en ritos sumamente misteriosos y
secretos, como los cambios de vida, que se realizan en el cementerio.

En Pinar del Río y al norte de Las Villas, los descendientes de congos y ngolas
usan dos tambores bimembranófonos llamados masikilu. Los percutían cada
hora y media cuando ocurría una defunción en los bateyes y pueblos cercanos.
Pertenecen a los llamados nsombo de los congos reales. KarI Laman los cita
en su diccionario señalando que en el Congo suenan junto con las trompas de
marfil.

En Las Villas, Matanzas y Pinar del Río aún se encuentra un tamborcito hecho
de jicara, que sirve únicamente para llamar al nfumbe de una nganga
determinada. El famoso palero del norte de Las Villas, Enkoria Kuata, tenía
uno, que producía un sonido ronco y profundo.

En Guanabacoa existía una pequeña agrupación llamada Los Changanis, de


origen congo, cuyo culto estaba mezclado con los de la Ocha y la Sociedad
Secreta Abakuá. Tenía esta agrupación una orquesta de instrumentos de
origen africano, pero con innovaciones criollas, como los tambores "tarabilla".
Son éstos tres tambores bimembranófonos, y uno más, unimembranófono y
vertical. En esta orquesta se observa la integración de las tres manifestaciones
más importantes de nuestra religiosidad popular: la Ocha, el Palo y la Sociedad
Secreta Abakuá.

En el cabildo congo de Kunalumbo, en Sagua la Grande, hay un tambor


pequeño que se toca en honor a Nzambi, llamado nsumbi. Su nombre puede
derivarse de Nzambi, Dios supremo, o de Nsamba, que significa tatuaje, herida
que se inflige cuando se inicia un nuevo gajo.

Encontramos un instrumento tocado por los antiguos descendientes de congos


y ngolas llamado sambi. Es un arco que tensa una sola cuerda. Su caja de
resonancia es una güira colocada en medio de un sostén. Se toca con una
varilla de madera. Popularmente se le conoce como buru-mbumba, que
significa hablar con el nfumbe de la nganga o con los espíritus de los
ancestros. Este instrumento tan peculiar ha caído en desuso y raramente se
oye hoy día en Las Villas, en los antiguos caseríos habitados por los
descendientes de esas etnias.

En los ritos mortuorios se escucha un instrumento parecido al anterior, cuya


güira está a un extremo del sostén. Se le llama vele y su arco se fabrica con el
resistente bejuco rascabarriga. Su sonido transmite la voz gangosa de los
nfumbes.

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Hemos sabido que todavía hay uno en la prestigiosa casa de Madioma Ca, en
el reparto habanero La Fortuna.

Los congos musundi tenían un tambor llamado balumpemba, hecho con un


tronco de yagruma. Se adornaba con plumas de loro y se le daba la categoría
de jefe. Se utilizaba para arrear la nganga y atar a una persona a la voluntad
del Tata. Aunque mpemba significa tiza, en este caso quiere decir espíritu del
mal, de la hechicería maléfica.

Hay dos formas de llamar a los ndokis y a los nkisis: las palmadas en el pecho,
y los silbidos agudos. Al ritmo de las palmadas se entonan cantos, rezos y
puyas a la nganga; con los silbidos se alerta al espíritu de la prenda para que
trabaje y se le azuza para que no se duerma.

Los descendientes de la casa de la rama Batalla Sacara Empeño y Ñunga-


Ñunga utilizaban un güín de moña, hecho de caña muy liviana, del tamaño del
muerto y coronado con plumas de mayimbe en un rito en el cual, al son de las
palmadas, se le daba conocimiento al muerto de su estado, conminando a su
espíritu a alejarse de su casa, su nganga y sus pertenencias, y a elevarse, para
que de esta forma protegiera a sus ahijados y a su familia. Se agitaba el güín
en forma circular para que emitiera un sonido sibilante. Los Taitas silbaban al
unísono para llamar al espíritu.

Los devotos de la Regla Kimbisa del Santo Cristo del Buen Viaje utilizan, para
acompañar los cantos o rezos, las pencas de palma llamadas matonde (que
significa "hablar" en la jerga de los mayomberos) o bayas de flamboyán con las
que golpean el suelo para despertar a los poderes que vibran en la tierra, o las
agitan en el aire para llamar a los espíritus que nos rodean. Muchas veces, al
entonar cantos tomados de la liturgia católica o del espiritismo, los kimbiseros
se acompañan con el sonido de estos instrumentos naturales o con palmadas.

Del África Central y del Congo en particular son las llamadas "m'bichi" de las
cuales los negros cubanos hicieron derivar las marímbulas. Instrumentos
musicales de cierta complejidad, las marímbulas consisten de láminas
vibrantes de metal, sujetas a una caja de resonancia, que puede ser de
madera, calabazas u otros materiales. Su nombre proviene de yímbula, que
significa baile, toque, diversión colectiva. Cuando se juega palo, o se celebran
determinadas ceremonias, se emplea el verbo "yimbular". Hay curiosas
variedades de marímbulas, hechas de carapachos de jicotea, animal sagrado
que se ofrenda a los nsasi.

Los llamados congos mundongo usaban una marímbula llamada mutekenguiyi,


vocablo cuya traducción libre significa: "que la fuerza del espíritu actúe en la
nganga o en los kini-kini". En la loma de la Cucaracha, barrio de Los Cocos, en
el poblado habanero de Guanabacoa, vivía un gran ngangulero llamado Ño
Julio, que tenía una marímbula muy especial, de 7 teclas.

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Los congos y ngolas, tan musicales que con sus palmadas hacían de la música
corporal todo un arte, fueron capaces de elevar hasta la cima este arte
profundo de sus selvas africanas.

El fuá, que popularmente significa "que se fue de este mundo", es un aparato


monocorde muy simple. Consta de una cuerda que se fija a una rama y baja
verticalmente para amarrarse a un palito, el cual el tocador tensa con sus
dedos, haciéndolo vibrar.

En todos los ritos de las llamadas religiones primitivas se han empleado,


tradicional y profusamente, las pieles de los animales, las uñas y las plumas
que representan puntos vitales de potencia. Por ejemplo, las garras y uñas son
la fuerza del animal; las plumas, la ligereza del vuelo; los dientes, la
durabilidad; las pieles, el símbolo de la fuerza espiritual y de la realeza. Por eso
casi todos los reyes y jefes africanos las utilizaban para valerse de sus
poderes. Los tambores eran, a su vez, la máxima expresión sonora de esta
simbología.

Muchos mayomberos y Tatas Ngangas frecuentemente agitan una tibia del


nfumbe para llamar a la vida, inquietar o sacudir al espíritu para que obre
según se le ordene.

En las casas de los mayomberos es costumbre sacrificar un gallo a la prenda y,


después de arrancarle las plumas, ponerlo en el suelo y apretarlo fuertemente
para que emita los últimos sonidos. Así no le quedará ninguna voz y el mensaje
irá directamente a Nzambi junto con la sangre del ave.

Los mayomberos suelen, asimismo, cavar un hueco donde se pone la nganga.


El hueco se cubre con una yagua a la cual golpean con un garabato para
despertar al nfumbe y hacerlo partícipe de las ofrendas o de las fiesta que se
esté celebrando.

Las guatacas, que siempre acompañan a las orquestas de los descendientes


de congos y ngolas, reciben en Cuba los apelativos de ngongui o ngunga, que
significa campana, pues los descendientes de los esclavos procedentes de los
territorios portugueses generalmente eran catequizados en sus tierras, en el
siglo XVI, en capillitas con pequeños campanarios.

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LLANTO POR UN NFUMBE

Cuando muere un Tata o una Yayi Nganga, se reúnen sus padrinos y sus
ahijados para decirle el último adiós. El primer paso de esta compleja
ceremonia -que involucra el sacrificio de gallos y de un animal de cuatro patas,
y cuyo objetivo es hacer que la persona fallecida cobre conciencia, por así
decirlo, de su nuevo estado- es trazar la firma de la prenda del muerto y
quemar fula para dar cuenta del ritual que se llevará a cabo. Alrededor de la
nganga, ya cubierta con un paño negro y algodón, se colocan 4 cepas de
plátano y 4 velas y se sacrifica el gallo, tirándolo con fuerza contra el suelo. Su
sangre se vierte sobre el fundamento, que queda abierto durante 9 días.

En el recinto donde se vela al muerto, se toma la medida de la estatura de


todos cuantos participarán en el velorio, y se inician los rezos rituales. Se
procede entonces a sacar el cadáver de su féretro y, a la voz del Akpuón, se le
baila, pasándolo de un doliente a otro, mientras se golpea el suelo con un
garabato.

Uno de los cantos que se elevan llama a la persona muerta por sus nombres
en español y en lengua para que su espíritu reconozca a sus hermanos en
vida.

Hecho esto, el cuerpo vuelve al féretro. Los presentes se limpian con sus
respectivas medidas y las colocan dentro del féretro. Después se quema fula
hacia afuera, para dar cuenta de que ese muerto va a ser enterrado. Su
espíritu, sin embargo, regresará donde su prenda. Y su familia de sangre y de
religión tiene 9 días para llorarlo y, a la vez, conminarlo a alejarse de los sitios
en que vivió e hizo sus devociones.

Pasados esos 9 días, se procede al sacrificio del animal de cuatro patas,


segundo paso de la ceremonia que se inició el día en que el difunto fue
sepultado. Aún vivo, el animal es lavado con mamba. Esta se prepara con
prodigiosa, albahaca, frescura, verbena, ceiba, trocitos de capa de tabaco,
vela, aguardiente y vino seco. Antes de sacrificarlo, se le topa con todos los
presentes: a las mujeres en los hombros, y a los hombres, en los genitales.

Se abre un hueco semejante a una tumba, en cuyo fondo se colocan algunas


velas. Mazos de la hierba Ilamada kimbansa se amarran con tiras de tela negra
y se colocan alrededor de las velas. Por último, se hace una loma con tierra de
cementerio y de bibijagüero. Sobre esta loma se sacrificará a la prenda el
animal de cuatro patas, un chivo si el muerto fue en vida Tata o Yayí Nganga;
un gallo, si el falleció era un ngueyo. El animal sacrificado se coloca sobre el
paño negro que cubre la nganga, junto con los mazos de kimbansa y las velas.
Se hace un atado con todo esto y se echa en la tumba simulada, que se tapa
con tierra. Sobre ella se ponen abundantes flores frescas. Los rezos para que
el muerto tenga conocimiento de su nuevo estado y lo acepte, acompañan
todos los pasos de este prolongado ritual.

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ANEXOS
El OBISPO MORELL DE SANTA CRUZ
OFICIALIZALOS CABILDOS AFRICANOS,
DONDE NACIÓN LA SANTERÍA
CONVIRTIÉNDOLOS EN ERMITAS.
Señor:

En esta ciudad hay un considerable número de negros libres y esclavos. Con la


novedad de mi arribo a ella, fue tan excesivo el tropel de sus negocios e impertinencias,
para cuyo despacho acudieron a mí, que no quedándome tiempo para los más
principales de mi obligación, me vi precisado a valerme del Padre don Manuel José
Rímcón prepósito de la congregación del oratorio de San Felipe de Nerí, de esta ciudad;
para descargar sobre él este cuidado.

QUE SE APLICASEN A APRENDER SUS LENGUAS


Dile comisión para que los oyese, y al mismo tiempo evacuase verbalmente, sin
estrépito de figura de juicio las dependencias que trajeran pertenecientes a la
jurisdicción eclesiástica, que en las tocantes a la secular interpusiese sus oficios para
que estos pobres fuesen atendidos como personas miserables, y que lo propio
practicase con los amos de los que fuesen esclavos.

Mándele que los instruyese en la doctrina cristiana, y les asistiese en la hora de su


fallecimiento, porque vivían y morían como brutos. y para que estas funciones se
practicasen con más satisfacción le previene, por fin, cuidara de que sus congregantes
se aplicasen a aprender las lenguas de las naciones de los mismos negros.

LOS CABILDOS DONDE TOCABAN SUS TUMBAS

Este fue el primer paso que dí en alivio de estos infelices. que se hallaban totalmente
abandonados, corno si no fuesen cristianos, ni capaces de salvación, Después fui
informado que en los días festivos se congregaban en 21 casas, las dos de teja y las
19 de paja, que tenían en los barrios altos. intramuros con título de cabildos a tocar
unos instrumentos llamados tumbas; que al son de ellos y de una gritería destemplada
se entretenían los varones, mezclados con las hembra bailes extremadamente torpes y
provocativos, a la usanza de su tierra. Y que para colorear estas funciones se
entregaban a la bebida de frucanga y aguardiente, hasta perder el juicio y
desbocarse en los demás excesos que de tales antecedentes podían seguirse.

Estos eran, en suma, los ejercicios con que los etíopes de ambos sexos
santificaban las fiestas en esta ciudad,

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EL OBISPO PREDICA EN LOS CABILDOS


Varias veces me lamenté, con sujetos celosos, sobre estos desordenes tan
escandalosos y graves, para ver si como prácticos del país podían ministrarme consejo
para el remedio. Todos sin embargo, se encogían de hombros, diciendo que
siempre se habían tolerado por evitar los mayores daños que pudieran originarse
en caso de no hallarse divertidos en esta ocupación.

No satisfecho mi escrúpulo con semejante respuesta, tenté el medio suave de ir por


turno a los mismos cabildos a administrar el sacramento de la confirmación y rezar
el Santo Rosario con los de aquel gremio, delante de una imagen de Nuestra
Señora que llevaba conmigo. Concluido este acto, la dejaba colocada en el mismo
lugar, encargándoles la continuación de su culto y devoción, tan santa corno
provechoso, Este fue el segundo paso.

UN MINISTRO PARA CADA CABILDO


El tercero se reduce a que, habiendo reconocido el buen efecto de mi idea, proyecté
poner en cada cabildo un ministró eclesiástico para que, en los días festivos acudiese
de tarde en tarde a enseñarles la doctrina cristiana y las oraciones, rezando en ellos
el Santo Rosario y que les advirtiese que, en caso de ofrecérseles algunas
dependencias se las comunicasen para dirigirles al acierto de ellas. y que
cuando alguno se hallase gravemente enfermo, le diese aviso para concurrir a disponerle
y auxiliarle en la hora de la muerte.

Contemporáneamente previne a los tales ministros que, en punto de cesación de


bailes e instrumentos no les hablasen palabra, hasta ver si ellos mismos se llamaban,
abrían los ojos y reconocían sus abominaciones, daban de mano a estos
entretenimientos, o a lo menos los reglaban a un método irreprensible.

LOS CABILDOS BAJO LA AVOCACION DE LA VIRGEN


El arbitrio es tan reciente que sólo en dos días festivos ha podido practicarse; pero
con tal suceso, que todos los han abrazado con singular afecto y sensible
devoción,

La de los carabalíes del cuarto cabildo se han distinguido en pedir se les conceda
celebrar la fiesta a la Concepción Purísima de la Madre de Dios. Estos movimientos,
verdaderamente cristianos, me indujeron a caracterizar los cabildos

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FIRMAS

FIRMAS

SARABANDA MUÑUNGA TARAMBELE NDOKI


Zarabanda: Brillumba sincretiza a San Pedro. Tarambele:
Brillumba sincretiza a San Roque.
Muñunga: Ánima Sola: Antonia Gervasio (Creencias Populares).
Ndoki: Representación del espíritu malo. Flecha central:
Guerra - Luna en Menguante. Flecha Horizontal: 7
rayos para guerra.
O: Espíritus malos.
+:Espíritus buenos.
Flecha que envuelve la central: ñoca o majá (fuerza protectora).
Semicírculo: Representación de la loma donde va el trabajo y las 9 flechas representan el
cementerio.

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CENTELLA SÁCARA EMPEÑO


Sincretismo en la Brillumba con el Ánima Sola.
Flechas a la izquierda para guerrear y a su vez abrir el camino hacia un trabajo para el daño.
En la firma central obedece a la comunicación con el espíritu de la prenda-Nganga para trabajar el mal que
se desee.
Las cruces tratan de nivelar los efectos del trabajo para mal oficiados por el Tata o Padre.
— Los círculos corresponden a los espíritus malos.
— Las flechas enroscadas representan la ñoca, majá de Santamaría, oriundo de Cuba.
— La flecha que envuelve al círculo es para cimbrar a esos espíritus y que obedezcan el mandato del
Ngueyo (iniciado) que lo pide.

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LUCERO
El triángulo del que parte la flecha central significa el fuego que al encender la Pula
(pólvora) hace vibrar al espíritu que vive en la prenda o Nganga La flecha en posición
vertical alcanza lo superior.
Las flechas que se cruzan: una indica dualidad entre lo físico y lo mental y la otra
representa estos dos grandes poderes..
— El sol es el símbolo de lo infinito. Las flechas interiores representan la ampliación de lo
físico y lo mental.
— Las 3 flechas superiores significan el movimiento fluido de lo físico y lo mental.

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FIRMA PARA LA BEBIDA RITUAL LLAMADA KIMBANSA


Bebida ritual de la iniciación. En las güiras en que beben al estilo de la comu-
nión de los Ngueyos (iniciados) y hermanos, se trazan las 3 flechas en el fondo
para que ningún daño pueda llegar a los que la beben.

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MAMÁ KENGUE OBBATALÁ (OCHA-SANTERIA) –


LAS MERCEDES (CATOLICISMO)
— El triángulo representa el fuego que significa pureza y fuerza.
— El círculo rodeado de rayas paralelas de 2 en 2 representa el sol y el punto
interior representa el nacimiento del ser humano. Por lo tanto, el ser humano
está bajo la jurisdicción de Olofi (Dios).

— Las líneas paralelas que rodean el sol son los pilares de la


sabiduría,

La flecha de dos puntas está dirigida al infinito progresivo o regresivo.

— Las flechas superiores significan el movimiento fluido de lo físico y lo mental,

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FIRMA DE KALUNGA
– El círculo representa la luna llena que influye en la fuente vital: el agua.
Mismo el mar que el río.
– La flecha vertical representa el mar en toda su universalidad y misterio pro-
fundo.
– La flecha horizontal representa los ríos caudalosos, riachuelos, pocetas, lagu-
nas que convergen en el mar. Son las venas de la Tierra.
-- El majá o ñoca es la protectora de todas estas fuerzas místicas en su
conjunto.
– Las cruces representan la espiritualidad de la Nganga.

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KENGUE OBBATALÁ (SANTERÍA) - LAS MERCEDES


(CATOLICISMO)
Las flechas con las formaciones irregulares representan ríos,
mares, tempestades, lomas: la creación en su universo.
La flecha central, la firmeza en la tierra (Ntoto) y la firmeza en el
firmamento (Nsulu).

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NKUYO - ELEGGUÁ (SANTERÍA) - ÁNIMA SOLA


(CATOLICISMO)
- Flecha central hacia el Norte es el punto vital de esta firma y representa la
oscuridad.
- Flechas horizontales apuntando hacia el Oeste morada de vibraciones
negativas.
X y O: Balance de estas fuerzas unidas por la ñoca o majá, protectora del
bien y el mal.

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BALUANDE YEMAYÁ - 7 MARES EN TORMENTA


– Flecha vertical: eje central del Nfumbe-Espíritu.
-- Flechas horizontales formadas por los 7 mares: Mar Caribe (turbulento), Mar
del Norte (muy turbulento), Mar Rojo (normal), Mar Negro (normal), Mar
Báltico (turbulento), Mar Caspio (tranquilo) y Mar Muerto (tranquilo). – El
triángulo significa el fuego (que quema),
– Los semicírculos representan el plomo y el hierro.

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NKUYO - LUCERO MUNDO - SAN SEBASTIÁN


— La flecha vertical representa el destino de este lucero.
Las flechas horizontales indican los caminos: Oeste, la oscuridad y el Este, la
luz.
— La ñoca o majá significa la protección.
— El círculo significa el espíritu y el + la materia.

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NKUYO - LUCERO
– El sol representa el símbolo de lo infinito,
La flecha vertical es el destino al infinito.
La flecha dirigida hacia el Este representa la línea del destino en desarrollo.
La flecha dirigida al Oeste representa la vida oculta del espíritu. Los círculos
en este caso representan el infinito.
– Las cruces representan la materia de la que está formada la Nganga (tierra,
agua), o sea, el microcosmos.
-- La foca o majá representa la fuerza protectora de este mundo.

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FIRMA PARA ESPANTAR UN ESPÍRITU


– Flecha central indica en este caso el camino a seguir por el espíritu perturbado
cuando ha sido desencarnado.
La flecha irregular representa un espíritu que en vida fue un signo astrológico
de agua, por lo tanto es río.
– Las cruces y los círculos son las vibraciones positivas y negativas en contra-
posición y equilibrio,

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– El signo de la izquierda es un creciente de la conciencia que fluye hacia arriba


al círculo del espíritu, repitiéndose para terminar finalmente con la línea recta
inclinada para alcanzar su objetivo, terminando en la flecha del deseo.
– Las dos flechas superiores indican la dualidad entre el mal físico y el mental.

7 RAYOS BATALLA
Firma que representa la batalla por posición religiosa.
— Los signos encerrados en un cuadrado son de ifá Babá Eyiogbe para ayuda y
seguridad.
— + Con el espíritu de la prenda o Nganga.

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CENTELLA NDOKI
- Trazo central representa la presencia de poderes y fuerzas mágicas.
- Trazo diagonal representa la busca de soluciones al cimbrar el espíritu de la
Nganga en camino de Centella - Oyá.
- Luna nueva que gobierna.
- Nkuyo de protección.

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7 MUNDO SARABANDA
— 7 representa un número cabalístico: 7 mundos, 7 reinos del Congo.
— O representa la Tierra.
----+ representa los 4 puntos cardinales.
— La flecha central representa protección para la guerra.
----El sol poniente, espíritus de la naturaleza.
— Petición para desenvolvimiento.
— Petición de mujer joven,

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TRONCO GUERRA PISA RAYO


- Flecha central representa en este caso su firmeza en la tierra a partir del
espíritu de un congo,
- Triángulo que significa el fuego, renacimiento espiritual, fuerza que se exte-
rioriza para la finalidad del trabajo.
- Calavera en representación del espíritu congo de la prenda o Nganga
Círculo interior con las 8 tierras que forman la Nganga o prenda: 4 esquinas,
casa, cementerio, río, hospital, policía, loma y bibijaguero.
- Círculo exterior el cielo con Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno,
Plutón y Mercurio.
- Los dos triángulos representan las lomas jimaguas en posición Este y Oeste.
- El triángulo invertido dirigido a la realidad y la materia.
La firma de la izquierda, la palma reafirmándose en la tierra, símbolo de Siete
Rayos Nsasi,
L-a casa eje de la situación del Ngueyo y el símbolo del dinero, problema
constante de esta firma.
- La ñoca o majá, fuerza protectora de la casa del Tata y del Ngueyo (iniciado). -
Las líneas horizontales el destino y el final donde se pondrá la fula (pólvora)
para iniciar o terminar el trabajo,

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KUNANQUISA (ODUDÚA) TIEMBLA TIERRA –


MAMÁ KENGUÉ (OBBATALÁ)
— El triángulo representa el fuego del interior de la Tierra, el renacimiento
ritual
El semicírculo apoyado en una línea vertical representa el creciente de
la conciencia, la línea del destino que lucha en dirección ascendente para
llegar a manifestarse como percepción espiritual.
— Los círculos representan la realidad concreta del mundo de los
conocimientos,

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FIRMA DE NFUMBE EN CAMPO SANTO


(KAMBONFINDA)
— El círculo representa las oscuras profundidades del mundo de lo desconocido
y de la espiritualidad.
— Las líneas que se cruzan representan lo armónico en el trabajo que se va a
realizar.
— Las 2 flechas entrecruzadas en este caso se convierten en la materia.

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NFUIRI
– Flecha central que se dirige al infinito de su inmaterialidad.
– Círculos atravesados con flechas es el espíritu en una dirección: la naturaleza
animal y en la otra, la espiritual,
– El triángulo dividido en dos representa la materia y el espíritu que se despiden
en su representación material de la Krillumba con 6 elementos que
conformaron al difunto.
– La flecha que entrelaza la parte inferior es la representación de la ñoca, o majá,
guardián de la espiritualidad del muerto.

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CHOLA
Nganga dedicada a la luna en creciente en la palma. Flecha central atravesada
por el lucero de la madrugada atrayendo fuerzas y vibraciones benéficas a su
dueño, apoyada en flecha doble que significa la fuerza que libera los caminos.
Lucero de la madrugada representado por Júpiter.

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PARA ARREAR FULA (PÓLVORA)


— La flecha central vertical indica en este caso: acción.
--- La línea horizontal indica la encrucijada.
--- La flecha en diagonal indica el destino para el trazo de esta flecha doble.
— El primer círculo indica la fuerza espiritual interior.
— El segundo círculo indica la fuerza espiritual que ofrece y recibe.
---- La ñoca o majá significa la fuerza protectora y guía hacia el infinito,
— Las cruces y círculos significan las vibraciones positivas y negativas.
— Las calaveras significan el Nfumbe perturbador de las acciones que rodean
al Tata, Yayi (madre) o el ngueyo (iniciado).

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Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

TRAZO CON CENIZA PARA DESBARATAR MAKUTO


JUDÍO
Van dirigidos a desbaratar los trabajos que son hechos para el mal del que se
consulta.
El círculo representa el espíritu del Nfumbe que ha sido dedicado para el daño
(se le llama judío).
La línea horizontal es el camino interrumpido por las encrucijadas del
consultante,
Las flechas cruzadas inferiores significan los grandes poderes físicos y men-
tales y círculo de espíritu que se levanta poderoso en su fluir hacia la flecha de la
derecha que tiene el significado de dirigir estos poderes al desenvolvimiento
positivo.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 107


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TIEMBLA TIERRA.
Nganga o prenda dedicada al dueño de las cabezas, Obbatalá en la Santería o
Regla de techa.
— Flecha central y las 3 horizontales su marca, de la Nganga o prenda de la casa
a que pertenecen.
— Las flechas que lo rodean significan los astros que la protegen, influencian en
su fase positiva.
--- A la izquierda Júpiter, Venus y Mercurio y a la derecha Urano y Neptuno.
— Las cruces pequeñas en la flecha central, la marca para quemar la Fula
(pólvora) con la que se abre o cierra toda ceremonia, en el munanso o casa de
los mayomberos.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 108


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

REMOLINO 4 VIENTOS - OY Á
Nganga perteneciente a la casa o munanso de Manga Saya del siglo xix, a la
derecha se encuentra el Nkuyo o Lucero que abre cualquier ceremonia de las
casas de Palo,
La flecha central es la palma, árbol sagrado de los religiosos.
– Flechas horizontales representan en este caso la firmeza que le da Nsasi Siete
Rayos.
– Cruces del medio, lugares donde se quema la fula para buscar: 1) La apertura
y 2) Darle conocimiento al espíritu del trabajo que se va a realizar.
– Las flechas entrecruzadas representan el símbolo del majá o ñoca estrecha-
mente vinculado con el agua y con los espíritus que viven con los mayomberos
para su custodia y fuerza protectora.

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 109


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

MUNDO VITITI
La Cruz corresponde al palo con que además del espíritu del Nfumbe,

se ha fundamentado la Mpaka Mundo Vititi. Este palo se llama Tengue y Songa
en lengua bantú.
-- Las cruces son para quemar fula (pólvora) y obtener respuesta.
– Y los círculos son de dónde proviene: de la tierra Malongo (Congo-Angola),

Natalia Bolívar Aróstegui y Carmen González Díaz de Villegas 110


Ta Makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte

MARIETA DEL SIGLO XIX EN PERICO (PUEBLO DE


MATANZAS)
-- Flecha central y la que atraviesa el círculo representan en esta prenda tan
importante y potente el fundamento material. Tienen los 8 elementos: tierra,
aire, agua, fuego, madera, metal, azufre y mercurio.
— El círculo representa la luna llena en plenitud de fuerzas sobrenaturales.
— Los semicírculos representan las fuerzas espirituales de la esclava por la
que se le dio el nombre a esta prenda

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VIENTO MALO - MONTE OSCURO:


OYÁ (SANTERÍA) - LA CANDELARIA (CATOLICISMO)
— Las flechas apuntando hacia el sur representan el calor (epidemias y
enfermedades).
— O y las X por sus posiciones cargan el trabajo hacia la negatividad.
— La ñoca o majá protege al Tata que hace el trabajo.
— Las flechas entrecruzadas son las encrucijadas.
— Los árboles son: jagüey (Sandu); Álamo (Machuso); Ceiba (Nkania).
— La luna creciente a luna llena, propensa para trabajos conflictivos.

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NKUYO LUCERO
3 flechas posición en el numanso (casa) para despedir al espíritu de la prenda o
Nganga y cerrar las ceremonias,

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MUNDO BATALLA XIX TIERRA DE LOANGO


(Angola) procede del siglo

— La flecha central con el símbolo de la ñoca o majá en la parte más baja es


la guerra implícita en esta prenda fortalecida para estos efectos.
— Las 4 flechas que la atraviesan representan los 4 elementos: aire, fuego,
agua y tierra.
El círculo es la tierra en su universo.
— Los O y las cruces representan los planetas: Venus (armonía), Martes
(agresividad), Júpiter (orden y sabiduría), Saturno (lo viejo, lo antiguo, lo
rígido), Urano (tensión y explosión), Neptuno (imaginación, intuición) y Plutón
(in- consciente colectivo).

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CUYE LUBAMBA
Nganga o prenda en honor a San Antonio de Padua llamado también el Santo
Congo por ser el patrono de los portugueses que ocuparon las tierras del Congo
y Angola.
-- La flecha central es la firmeza en tierra cubana con las flechas horizontales
en los departamentos que estaba dividida la isla de Cuba en la Colonia:
Oriente, Occidente y Central,
-- La ñoca o majá representa las vibraciones protectoras para su dueño o Tata.
-- Las 4 flechas superiores atravesadas por una flecha fraccionada representan
la travesía del esclavo en 4 puertos o embarcaderos desde su captura en el
antiguo reinado del Congo, a La Española, y a dos embarcaderos en Cuba:
Santiago y Trinidad.
Esta firma es el recuerdo de su travesía en condiciones infrahumanas y su pro-
mesa al Santo Congo por su vida. Data del siglo XVIII.

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LOS ANIMALES Y LAS PLANTAS: SUS


VIRTUDES

LOS ANIMALES

Arriero o Harriero: Ave común, de caza fácil y buena. Su color es moreno


bermejo. Al anochecer, prorrumpe en un canto monótono y continuado, que va
creciendo y menguando gradualmente. Canta a ciertas horas de la noche,
principalmente cuando hay luna. Se le conoce también con el nombre de
guacaica. Es mensajero del mal; su canto anuncia los cuartos y las medias
horas. Se utilizan sus huevos para amarres. Es la ofrenda que más aprecia
Osain. Hace hablar a los kini-kini y chicherekúes.
Carpintero: Jefe de todos los pájaros: su llamado es una orden. Su lengua es
inapreciable para los nkangues mayomberos.
Cocodrilo y Caimán : Dice la leyenda que los cocodrilos nacen cuando hay
tormentas eléctricas pues Nsasi le da poder a sus huevos. Sus colmillos tienen
virtudes insospechadas y en su cabeza hay dibujada una cruz que posee el
poder de la protección. Se encuentra sólo en las costas al sur de Cuba. Se dice
que quien mata a un caimán adquiere sus características. El caimán habita en
ambas costas de la Isla.
Judío: Tiene propiedades muy especiales para la confección de las ngangas,
los nkuyos y las mpakas pues les confiere fuerza y desenvolvimiento.
Kereketé: Considerado el más feo de todos los pájaros. Pertenece a los
espíritus del mal. Se le considera la más indiscreta de las aves; por eso, para
enredar a dos personas, se les soplan polvos de kereketé.
Lechuza: Es la mensajera de la hechicería y está asociada con los espíritus del
mal. La muerte es parte de su imagen, pero también la sabiduría. Trabaja de
noche.
Loro: Tiene propiedades mágicas conferidas por Olofi; es símbolo de
importancia. Para hacer brujería se emplea en polvos y se le dan a tomar a la
persona a quien se quiere hechizar.
Loro Guacamayo: Tiene tres colores, almagrada la cabeza, el medio del
cuerpo amarillo y verdoso hacia la cola. El tamaño del ave es mediano. Tiene
las mismas propiedades mágicas del loro.
Loro de Guinea: Especie de papagayo o loro que viene de ese país de África.
Tiene las mismas propiedades mágicas del loro.
Mayimbe (aura tiñosa): Por su alto vuelo, por su vista y olfato prodigiosos y
por alimentarse de carroña, es considerada un ave sagrada. Mensajera de la
tierra y de Nsambi, de npungus y de nkisis. La palabra aura es voz indígena de
la Guayana.
Mayito: Al igual que el totí, con el cual comparte cualidades, es muy buscado
por los mayomberos.

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Sabanero: Se desplaza con agilidad y su vista se pierde en el infinito. Muy


potente para ngangas, mpakas y nkuyos.
Totí: Pájaro tan negro como la noche sin estrellas. Es ladrón de nacimiento y
vuela en bandadas.

LAS PLANTAS

Albahaca: En congo: Mecheiso. Sirve para despojos atrae la buena suerte y


obra contra los malos ojos. Los hermanos de la Regla Kimbisa se santiguan
con ella cada viernes para librarse de las malas influencias.
Artemisa: En congo. Dioké. Muy importante en despojos, fricciones y
cocimientos. También tiene propiedades abortivas.
Carbonero: En congo, Naona, Pánkunia Matari. Es fundamental en tisanas
para mantenerse sexualmente en forma.
Espanta Muerto o Anamú: Se utiliza para maleficios en los meses de octubre,
noviembre y diciembre. Sus efectos, durante el resto del año, son benéficos. Se
utiliza para arrancar los espíritus maléficos. No se conoce su nombre en congo.
Frescura: No se conoce su nombre en congo, se la considera como una planta
que da suerte y refresca los espíritus perturbados.
Guayacán: En congo, Yunkaguá. Los paleros lo reconocen como el palo más
fuerte del monte y más duro para hechizos; le llaman guinda vela, tomando el
nombre de una prenda famosa del siglo XIX. Con él se dominan todas las
situaciones.
Jía Brava: Se dice que es una planta que pare la avispa (Luguakame); es muy
respetada por los viejos mayomberos, quienes sostienen que a ella van los
espíritus oscuros y del mal.
Jiquí: Llamado Ntuenke y Bótta en congo. Sirve para quitarse cualquier
brujería. El corazón de esta planta fortalece las ngangas.
Júcaro Bravo o de Uña: Totoine para los congos. Los viejos mayomberos lo
aprecian mucho en sus trabajos
Laurel: En congo: Cereke. Dicen los viejos paleros: "Abajo del laurel, yo tengo
mi confianza." El espíritu del laurel protege todos los trabajos del Padre o Yayi
Nganga. El laurel es habitáculo de todos los espíritus, y a su sombra éstos son
invocados
Lechero: Magnífico para limpiar las casas, echándolo en agua de jicotea; quita
las malas influencias.
Palma Real: En congo, Maba, Lala, Dunkende. Es habitáculo de Nsasi, de
npungus, ndokis y nkuyos de los nfumbes. Se utiliza para todo tipo de brujería.
Es mágica y simboliza la fortaleza, la energía, las fuerzas de la naturaleza.
Representa la isla de Cuba en todo su misticismo.
Palo Ayúa: En congo: Lungá Kuma. Se utiliza para todo tipo de resguardos,
sobre todo los que se preparan para los niños. Es muy efectivo y rápido.

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Palo Cuaba: En congo: Kisiabolo, Inkita, Nkunia Bonda Nsua. Se le ofrece


unas gotas de la sangre de quien vaya a recogerlo. Acostumbra a esconderse
de quienes lo buscan.
Palo Moruro: En congo: Kasaoasa, Kinpase. Se utiliza para lo bueno y para lo
malo, en venganzas y para hacer los famosos kini-kini, que deambulan de
noche aterrorizando a las personas.
Palo Ramón: Uno de los principales palos en las Reglas de este mismo
nombre: agarra bien al espíritu del nfumbe, posesionándose de él. Con su
madera se hacen los kini-kini. En congo, se le llama Cuaribao , Nkitán kitán ,
Moluyaba y Nkento.
Palo Tengue: Para los congos: Nfita, Nkunia Cheche Cabinda. Es el palo más
fuerte que se usa en Mayombe, respetado y saludado por todos los Padres y
Yayis de las Reglas de Palo Monte.
Palo Yaya : Koromeni y Mbékese en lengua conga Yaya significa madre. Es
un palo fundamental en las prendas. Cuando se va a guerrear, se utilizan sus
virtudes mágicas. Sirve en todas direcciones.
Yaba: Nkasa Kadiampemba en lengua conga De ella se dice que ciega a los
enemigos. Se utiliza con fines maléficos. Según los informantes los brebajes
venenosos que con ella se hacen son famosos por su efectividad.

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INDICE
INTRODUCCION 8
TA MAKUENDE YAYA 20
COFRADIA, CABILDOS, CIMARRONES Y PALENQUES 24
LAS RESLIGIONES AFROCUBANAS: PATRIMONIO DE LOS
PUEBLOS 32
DOS RELATOS DE LA TRADICION ORAL 34
LA REGLA MAYOMBE 36
LA BRILLUMBA 41
LA REGLA DE MALONGO, XIANMALONGO, XIANLOANGO O
SHAMALONGO 44
LA REGLA KIMBIZA DEL SANTO CRISTO DEL BUEN VIAJE 47
FIRMAS: PATIPENBA O KATIKANPOLO MUNANTOTO 51
SISTEMA ADIVINATORIO DE LA REGLA DE PALO MONTE 54
¿NGANGA CRISTIANA? ¿NGANGA JUDIA? 58
PACTO HAITIANO CON KADIEMPEMBA O LUKANKASI 59
KINI-KINI Y CHICHEREKUES 60
EL MAJA (MBOMA O ÑOCA) Y SUS IMPORTANCIA EN LA
REGLA DE PALO MONTE 62
LO QUE COMEN LOS FUNDAMENTOS O NGANGAS 63
LA GURUNFINDA O NGURUNFINDA: EL OSAIN DE LOS
PALEROS 66
LAS MUJERES EN LAS REGLAS DE PALO MONTE 68
CASTIGOS 70
BAILES, TAMBORES Y OTROS INSTRUMENTOS MUSICALES
DE LOS CONGO Y NGOLAS 71
LLANTO POR UN NFUMBE 78
ANEXO 79
EL OBISPO MORELL DE SANTA CRUZ OFICIALIZA LOS
CABILDOS AFRICANOS, DONDE NACIO LA SANTERIA,
CONVIRTIENDOLOS EN ERMITAS 79
CANTOS MAYOMBEROS 81
NUMEROS CONGOS 83
ABECEDARIO 84
FIRMAS 85
LAS DEIDADES: SIN PROBLEMAS DE IDENTIDAD 115
LOS ANIMALES Y LAS PLANTAS: SU VIRTUD 120
ARBOL GENEALOGICO DE LA LINEA DE MAYOMBE EN
CUBA Y “ BATALLA SACARA EMPEÑO ”, ORIGINARIO DEL
PINAR DEL RIO 123
GLOSARIO 127
BIBLIOGRAFIA CONSULTADAS 150

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Desembarcados en diferentes puntos de Cuba, cientos de congos, ngolas y


cabindas fueron destinados a plantaciones de caña', cate y tabaco esparcidas
por toda la Isla. Fueron ellos los que compusieron, en honor a los 9 reinos
sagrados del dominio del Manikongo, los 9 primeros nkisi, de los cuales
nacieron otros muchos_ Éstos, a su vez, procrearon los que junto con aquellas
prendas originales, llegaron a ser los fundamentos de las Reglas de Palo
Monte en Cuba. Dos de ellas fueron hechas en Pinar del Río; una, en La
Habana; dos. en Matanzas;. una, en Santa Clara; una, en Camagüey y las dos
últimas en Oriente. Las de Pinar del Río se nombran Ndumbo a Nzinga y
Mananga; con el tiempo el n9mbre de la primera prenda devino en Ngundu
Batalla Sácara Empeño. En La Habana Mboma Ndongo fue el nkisí compuesto
por los bakongos en 1812, en el antiguo caserío de Gu~nabo en Guanabacoa;
en lengua, Mboma es la Virgen de Regla. Los nquisi Nanga y Mankunku fueron
compuestos en la provincia de Matanzas: Nanga recibió el nombre de Mundo
Catalina, Manga o Nanga Saya; Mankunku se convirtió en Mayimbe Nkunku
Sácara Empeño. En Santa Clara los esclavos cimarrones prepararon una
prenda con el nombre de Makaba, Jvfbumba Kuaba o'Kaba. Oriunda de
Camagüey es Ngumbi o Nkíndi que encierra el espíritu de Ngumbi, un negro
bozal cimarrón. En Oriente la prenda nombrada Mbudi Yamboaki Nzinga
pertenecía a Baltasar Yamboaki, de quien se dice era así llamado porque su
prenda contenía la krillumba de un yamboaki, que en congo significa indio; la
otra prenda de esta provincia sería Mbenza-Bana nombrada así por los
mambises descendientes de congas y ngolas que blandieron sus machetes en
la batalla de Peralejo en recuerdo ante el coraje mostrado por el brigadier
español Santocildes y sus hombres. De estas prendas nacerían las Reglas de
Palo Monte en Cuba."

Natalia Bolívar Aróstegui (La Habana, 1934). En 1955 inicia sus estudios de
metodología de la investigación y etnografía afrocubanas, especializándose en
Etnografía y Folklore bajo la tutela de don Fernando Ortiz y Lydia Cabrera. Fue
directora de los Museos Nacional, de Bellas Artes, Napoleónico y Numismático.
Ha asesorado obras para cine, teatro y televisión relacionadas con su
especialidad y publicado numerosos artículos en Cuba y el extranjero. Es
autora, entre otros, de los siguientes libros: Los orishas en Cuba, lfá: su historia
en Cuba, Opolopo Owó y coautora de Miras y leyendas de la comida
afrocubana.

Carmen Gonzáles Díaz de Villegas (La Habana, 1940). Durante veinte años
trabajó en la Dirección de África del Ministerio de Relaciones Exteriores y
posteriormente se desempeñó como investigadora en el Centro de Estudios de
África y Medio Oriente. Ha publicado numerosos artículos y resúmenes de
investigación en revistas especializadas en Cuba y el extranjero. Es autora,
entre otros, de los siguientes libros: Sobre los hombros ajenos y La política
norteamericana para África Meridional y es coautora de Mitos y leyendas de la
comida afrocubana.

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