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LOS ELEMENTOS DE LA CONDUCTA SOCIAL

En esta parte, se analizan aspectos de la conducta social inherentes al lenguaje,


esto en un sentido propiamente verbal, así como no verbal.

En general, los seres humanos nos comunicamos en formas complejas debido al


desarrollo de nuestras capacidades cognitivas y el nivel o características culturales
que cada nación, etnia, grupo o individuo posee. Sin embargo, compartimos
ciertos patrones con algunos animales, especialmente ciertos primates.

Lo interesante es la capacidad de comunicación que hemos desarrollado como


especie, así como los elementos verbales y no verbales de la misma.

Es en esta parte que nos distinguimos notablemente de los demás animales, al


poseer un lenguaje o lo que es más especifico, dominar una actividad tan
compleja como lo es el habla.

Para comprender de mejor manera lo anterior, es preciso hablar de nuestras


formas de comunicación, comenzando por la forma no verbal, o la comunicación
no verbal.

La primera forma de comunicación que se establece en nuestra vida es el contacto


físico. Al nacer, la madre es el principal vehículo de contacto del niño con el
mundo exterior. Por medio del contacto físico se establecen los vínculos que son
necesarios para el recién nacido en la identificación, no solo de los objetos, sino
de la misma noción o experiencia de afectividad. Solo más tarde, esta forma de
comunicación por medio del contacto físico será sustituida por el contacto visual
hasta alcanzar niveles más complejos de abstracción como lo es el habla.

Algunos elementos a identificar en este sentido son: el acto de agresión que


consiste en golpear a una persona, y que adquiere diferentes significados en cada
cultura y por los mismos niveles de agresión, así como por las partes en que se
golpea y la intensidad; frotar la mano, acariciar, etc., el contacto no nos muestra
ciertos niveles de afectividad positiva que pueden ser sexuales, parentales o
educacionales; saludos y despedidas, que en cada cultura se manifiestan de
manera especial. Y en unas más afectivamente que en otras; el asirse, que en
algunas culturas es un acto más acentuado que en otras, así como el gesto de
guiar los movimientos del otro.

Variables que influyen en el contacto físico pueden ser la edad y la relación mutua,
con variaciones entre quienes poseen mayor carga afectiva entre sí y en tipos de
relaciones como las parejas. En otras culturas, el contacto físico es considerado
como un tabú.

La proximidad

Factores como la visión, el sonido, el olfato, etc., influyen en relación a la


proximidad que se dé entre dos personas que interactúan, combinados con otros
de carácter cultural.

En algunos estudios se observa que hay variaciones respecto a las atribuciones


que se hacen de las personas en relación a la preferencia proximal y la distancia
relativa en que se coloca una persona respecto de otra. Factores como la
introversión influyen en que este tipo de personalidades opten por situarse a
distancias mayores que las demás personas, aunque no es un factor
generalizable.

A través de otra teoría que postula el equilibrio entre la atracción y la repulsión, se


dice que hay una distancia óptima que se corresponde con que una persona es
atraída y al mismo tiempo repelida por otra persona. Asimismo, otros estudios
indican que las personas se sitúan más o menos cerca de otras debido a la
simpatía o antipatía que sienten hacia alguna persona en específico, o hacia
ciertos grupos étnicos o sociales, de igual manera que dicha preferencia esté
influida por el medio social en que se desarrolla.

Con la proximidad va otro elemento que la orientación, es decir, el grado en que


una persona está situada respecto de otra: frente a frente, lado a lado, de
espaldas, girada ligeramente hacia un lado u otro, etc.
La postura

La postura va desde estar parado, sentado, acostado, arrodillado, etc.,


subdivididas de acuerdo a la forma en que se adopta. Esto, por una parte es
regido por convenciones culturales. Según Goffman (1961), la postura indica la
forma en que la persona percibe su status en relación con los demás.

También se puede decir que es un aspecto de la personalidad, pues se muestran


estilos característicos de movimientos expresivos. Son reflejos de autoimagen a
los que culturalmente ciertos individuos aspiran.

La apariencia física

El nivel de atracción que una persona jera sobre otra u otras determina en gran
medida la influencia que puede tener en otros terrenos. Este atributo se basa en
las ropas, el cabello, el rostro, la figura y las manos.

Como la vestimenta es una cuestión de elección personal, puede considerarse


una parte importante de la conducta social, al mismo tiempo que refleja la
personalidad del que la usa.

En lo referente la rostro, la forma de la nariz, los ojos, la sonrisa y algunos rasgos


faciales determinan el grado de atractivo físico que una persona pueda proyectar
sobre las otras, lo mismo para culturas occidentales u occidentalizadas, como para
las llamadas culturas primitivas, con sus respectivos simbolismos, más elaborados
en estas llamadas culturas primitivas.

Lo anterior es influido por las modas culturales y la búsqueda de prestigio. Al igual,


indican estados emocionales, así como estado mentales.
Los movimientos faciales y gestuales

Son considerados como elementos móviles de la conducta más rápidos y


considerados unidades de conducta en los que se requiere de un “tacto” más fino
para poder identificarlos.

Scheflen (1965), propuso tres magnitudes: presentaciones, posiciones y puntos.

Las primeras son encuentros completos; aquí la unidad verbal es la suma total de
la conversación; la segunda, es una fase del encuentro, se distingue por cambios
posturales y por el contexto en que se da; la tercera, se refiere a unidades de
conducta más pequeñas: los cambios en la posición de la cabeza, expresión
facial, movimientos de las manos, etc., expresan el grado de seguridad que una o
varias personas sienten hacia otras…

Una de las partes más expresivas del cuerpo es el rostro, que se caracteriza por
las actitudes interpersonales y el reflejo de las expresiones.

Una cuestión importante es el hecho de que las expresiones faciales pueden ser el
resultado de variadas selecciones como medio de comunicación, basándose al
mismo tiempo en respuestas adaptativas.

El pestañeo por otra parte, señala el nivel de atención que se puede tener hacia
un objeto o una persona determinada.

La expresión facial revela el estado emocional, ofrece realimentación acerca de si


la otra persona oyente está captando los mensajes emitidos, etc.

Después del rostro, son las manos las que constituyen una de las partes más
expresivas del cuerpo humano, aunque en realidad no se les de la suficiente
importancia.

Los movimientos de las manos tienen la función de ser un tipo de factores de


ilustración, al tiempo que se emite una señal propiamente verbal, las señales de
las manos refuerzan dichas emisiones o acompañan a la palabra hablada para
reiterar.
La dirección de la mirada

La mirada es un elemento que indica el grado de atención que una persona ofrece
a un objeto u otra persona, lo que es un indicador en este sentido, considerando
los niveles, al mismo tiempo, de la propia interacción social.

Una de las dimensiones de este elemento, es la cantidad de tiempo que un sujeto


mira a otro, al tiempo que surge el interés por la o las expresiones del rostro del
otro, dependiendo de la significación que se base en una mirada hostil, cordial,
etc.

Un hecho importante es aquel que indica el nivel de tiempo empleado en mirar al


otro en una conversación; generalmente, quien habla mirará de vez en cuando al
oyente, ya sea para verificar que su mansaje está siendo recibido, reafirmar
algunas frases o palabras o para conservar el interés mismo del oyente. De la
misma manera, el oyente mirará atentamente al hablante puesto que los gestos y
otras pautas de comunicación son necesarias para su completa comprensión del
mensaje, esto, en un caso ideal, no contando con que el oyente haya perdido
progresivamente el interés en la conversación, se sienta incómodo, etc. De la
misma manera, al iniciar el diálogo, un cierto juego de miradas muy breve, indicará
si se encuentran listos para entablar dicha conversación, o que tan dispuestos
están para interactuar con otra persona. Los intervalos de tiempo en que se
mirarán serán breves e intermitentes. Pero esto solo es una forma más común en
nuestra cultura occidental.

De igual manera, el tiempo en que se mire a una persona por primera vez o antes
de inicial alguna conversación, pueden indicar el grado de interés y el tipo de
relación que se quiere entablar con la persona a la que se mira. Las miradas son
indicadores de intereses laborales, o de otra índole como la sexual. Con la mirada
podemos inferir el grado de atracción que proyectamos hacia alguna persona, así
como el grado de atracción que sentimos hacia una persona. Igualmente, la
mirada puede indicar dependencia o la intención a tenerla hacia alguien.
Asimismo, las personas tenderán a mirar durante periodos más prolongados de
tiempo las cosas que les sean agradables, en tanto tenderán a evitar más las que
les parezcan poco atractivas o desagradables.

Otro aspecto importante es la forma en cómo se dice el mensaje, lo que es


considerado un componente no verbal del habla.

La regulación temporal del habla

Básicamente, se trata de las pausas, tonalidades, duración de emisiones,


interrupciones, coherencia, entre otras, que cada individuo emplea en su discurso.
La regulación de todas estas pautas en el habla es en cierta medida una función
de la personalidad.

El tono emocional de habla

En general, las tonalidades que se expresan durante la actividad del habla se


corresponden principalmente con la situación afectiva del hablante, o lo que es lo
mismo, con la emoción del hablante.

En algunos idiomas, los significados se dan por el tipo de modificación tonal que
se le dé a una palabra, frase, etc., sobre todo en culturas no occidentales. De igual
manera, la velocidad en el habla suele asociarse con un cierto tipo de
personalidad, al mismo tiempo que con la emotividad que representa dicha
emisión.

Por otro lado, se manifiestan algunos errores en el habla que pueden ser indicios
de cierto tipo de personalidad o del dominio que se tenga de algún tema durante el
discurso o la emisión de un mensaje.

En relación con el acento en el habla, nos podemos remitir a los orígenes


culturales del estilo de los hablantes, su clases social, la región en que habitan,
entre otras cosas, como factores que determinan que una persona o un
determinado grupo o comunidad de éstas, hables de forma determinada. Sin
embargo, la forma de adquirir la acentuación en el habla depende de cuestiones
sociológicas como el pertenecer a un determinado grupo social o querer hacerlo,
cambiando el acento del habla para ganar la simpatía de tal o cual grupo al que se
desee pertenecer, por el cambio de residencia, que a veces no es un factor
determinante, así como la imitación que los niños manifiestan en relación a sus
progenitores.

La conducta verbal

Es una unidad compleja que comprende discursos informales, puesto que en el


habla la estructura gramatical es muy inconsistente, gesticulaciones, posiciones o
“puntos” de otras partes del cuerpo, acompañándose de gruñidos o puentes para
hilar palabras, todo lo cual constituye una conducta verbal general.

En cuanto a las emisiones verbales se pueden establecer algunos objetivos


básicos: emisiones del “yo”, preguntas, datos o información, influir en la conducta
de los otros y establecer y mantener relaciones sociales. También pueden ser de
distintos tipos, si es que se trata de gratificar, se concordará con tal o cual postura,
o pueden ser de tipo punitivas. Esto guarda estrecha relación con la forma de
dominio social que las clases dominantes emplean con sus subordinados, es
decir, la forma de recompensa, análogamente con el estado de bienestar que los
Estado democráticos promueven o con el ser ciudadanos y disfrutar del “goce” de
votar y ejercer la democracia, o las falsas satisfacciones que se encuentran en el
consumo irracional (consumismo) y la comodidad mediocre que esto proporciona,
con el hecho concreto de respetar las reglas bajo un régimen que se apoya más
en las armas. Sin embargo, en la conducta verbal esto es más sutil.
Estructura lingüística de las emisiones verbales

Para referirse a objetos poco conocidos, se requiere de un sistema más complejo


de referencia o frases más largas que den cuenta del objeto.

Cuando existe presión acerca de una explicación a dar, se tiende a repetir más
palabras o ser más redundante, de la misma manera que cuando se interpela a
personas de la clase obrera debido a la poca educación que se supone éstas
poseen. De la misma forma, tienen especial relación en el tipo de emisiones la
posición en los interlocutores, ya que la mirada y otros factores ya mencionados
influyen en el grado de presión en la interacción con el otro.

Organización de elementos verbales y no verbales

En general, los elementos no verbales deben apoyar los elementos verbales.


Deben ser congruentes con el mensaje verbal que se está emitiendo y reforzar su
contenido. Sin embargo, existen ciertos elementos incongruentes que se les
denomina “doble vínculo”, que se refieren a cuando alguien aparentemente
manifiesta seguridad y serenidad, pero algunos rasgos poco evidentes pero
visibles demuestran lo contrario. Un ejemplo bastante ilustrador es la forma en que
las madres transmiten mansajes verbales a sus hijos que físicamente demuestran
lo contrario como los sentimientos de amor y rechazo que pueden llegar a sentir.

Las señales verbales y no verbales como alternativa

Algunas veces se emite un mensaje verbal que bien puede no ser comprendido
por el destinatario, lo cual necesita de los reforzadores como alternativa, que en
este caso pueden ser actitudes manifiestas no verbales que indiquen quizás con
mayor claridad lo que se pretende emitir. De la misma manera, cuando se intenta
emitir un mensaje por medio del lenguaje corporal y no es comprendido del todo o
completamente por el destinatario, el emisor tratará de ser más claro haciendo uso
quizá de un lenguaje más directo como puede ser el habla o lo propiamente
verbal, hasta pasar a una expresión no verbal, pero que puede ser más efectiva
como una agresión física.

Pautas y grupos de elementos

Las pautas o grupos de elementos son todas aquellas formas que, combinadas,
manifiestan una disposición o estado emocional como la hostilidad, o la frugalidad.
Se nutren de elementos ya mencionados como la mirada, la expresión facial, la
postura, la proximidad, el contenido del discurso, el tono de voz, etc.

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