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Acudiendo al encuentro entre Urania y Calíope.

Esteban Jaramillo Bedoya.

La vida humana como realidad objetiva siempre se desenvuelve en un escenario, no es


posible concebir el fenómeno de la existencia por fuera de un lugar, y sería una
abominación de gran escala tratar de escindir aquel lugar de una temporalidad. Tenemos
pues, las dos constantes que rigen el paso de los hombres (y de todas las formas de vida) a
través de esa senda que conocemos en castellano como Existencia: Tiempo y Espacio.

El conocimiento de aquel Espacio ha sido una inquietud constante entre todas las
civilizaciones que han sido significativas durante el discurrir humano en el planeta tierra, ha
sido foco de técnicas y métodos, de preguntas y enfoques, que acuden desde un tiempo y
lugar específicos a la pregunta por el Espacio con fines diversos, que varían desde
emocionales, comerciales, hasta militares-políticos, pues el conocimiento adecuado del
Espacio es lo que propiciaba a los grupos humanos una supervivencia cómoda y prolífica.

El lugar y el Espacio como objetos de conocimiento han sido nodos de la interpretación


humana, que es el instrumento adecuado para aprehender tal Espacio de manera eficaz y
adecuada. A través de la historia de la geografía, se pueden apreciar extensos tratados,
descripciones, cartografía, leyendas y un sinfín de relatos que contribuyen al entendimiento
del Espacio por parte de los diferentes grupos humanos, es aquí donde encontramos la
razón de ser de este texto, en el lenguaje usado por los humanos con el fin de representar el
mencionado Espacio, y partiendo de la idea de que la manifestaciones artísticas son el lugar
de la representación por excelencia, me propongo analizar la forma como los humanos han
capturado el Espacio a través de las Artes, depositando allí sus imaginarios y
representaciones sobre el Espacio o escenario donde se desarrolla la vida humana.

Para la tradición de la Grecia antigua, se otorgaba especial preponderancia a las Musas


sobre la vida humana, estas eran un instrumento de comprensión de la realidad, y las
encontramos ligadas a los principales ámbitos del conocimiento y la vida cotidiana del
mundo griego. Entre estas destaca Calíope, coronada de laurel y cargando una lira cual si
fuera su vástago, Calíope representa la belleza, las artes, el sentido creativo humano, es la
musa de la poesía épica y la belleza y se le conoce como la más grande –y mayor- entre sus
hermanas. Por otra parte, tenemos a Urania, la menor de todas las musas, representada
portando un compás y una esfera (lo que habla del conocimiento que tenían los griegos
sobre el orbe planetario que habitaban), es la musa de la astronomía, las ciencias exactas y
la poesía didáctica, por lo tanto es la musa del Espacio, y depositaria del conocimiento
geográfico.

La pregunta por el Espacio puede ser abordada desde varios enfoques, algunos
mencionados anteriormente, para el actual escrito nos interesa observar como el Espacio es
abordado desde la creación artística, por tanto hemos de reconocer la importancia retórica
que tiene el diálogo entre Calíope y Urania, entendiendo a Calíope (Con un anacronismo
como elemento discursivo) como el crisol de las expresiones artísticas más allá de las que
le concedía el mundo griego antiguo, por lo que podemos disponer de expresiones que van
más allá de la poesía lírica, como la pintura, la literatura en su sentido moderno, incluso el
cine o la fotografía, todos ellos, instrumentos de representación de los espacios por los que
discurre la vida humana, pertenecientes a los dominios de Urania, y conjugando ambas,
damos paso a reconocer la expresión del novelista Paul Theroux: “la cartografía <y
geografía en general> es la más artística de las ciencias, y la más científica de las artes”.

En primer lugar para reconocer este encuentro entre musas, sería preciso remitirnos a la
obra del sociólogo y filósofo, de origen judío alemán Norbert Elías, quien expone en su
texto “Sobre la Observación de la Naturaleza”1 de manera magistral esa relación
indisoluble entre geografía y representación artística, haciendo notar que el mundo griego
de la antigüedad no poseía una noción de Paisaje, para ellos el cosmos se representaba
como una unidad, una constante interacción e interrelación entre medio y objetos que los
aglutinaban como parte de un todo, elemento que se constata al indagar por la raíz
etimológica del término paisaje proveniente del francés y no del griego o latín como la gran
mayoría de palabras en castellano, esta etimología se comprende como Pays, vocablo
asociado a “campo”, y Aje, que denomina un conjunto2, lo que podemos comprender como
“Conjunto de Campo”, lo que es muy significativo y tendrá serias implicaciones que
hemos de exponer en las siguientes líneas.

Aquella expresión de conjunto de campo que es el paisaje, habla de una condición de


percepción subjetiva, ya que la geografía es una de las disciplinas angulares del empirismo,
y sus representaciones casi siempre acuden al arte como depositario del conocimiento, ya
que incluso los trabajos más académicos de geografía y portadores de mayores niveles de
rigurosidad como El Mediterráneo y el Mundo mediterráneo en tiempos de Felipe II,
escrito por F. Braudel3, es una joya literaria que resalta por la calidad de sus metáforas, la
impresionante narrativa que hilvana una trama de historias y sucesos que convergen en un
espacio enorme aunque delimitado como lo es el mar Mediterráneo y los regiones
contiguas como el Magreb y la Europa mediterránea.
Retomando el paisaje como experiencia subjetiva, y retornando a Elias, se nos expone la
subejtividad del paisaje como una experiencia del yo, es decir que es posible preguntarnos
por la naturaleza del paisaje y de la geografía porque lo asumimos como algo ajeno a
nuestra condición humana, por contraposición, determinando una interacción marcada por
la diferencia más que por las similitudes o convergencia, distanciándonos así de la
concepción de cosmos griega, para dar paso a una visión del paisaje predominada por una
experiencia estética, ya que “La manera como vemos la naturaleza está lejos de ser una
cuestión simple, pues está íntimamente ligada con la forma como nos vemos a nosotros
mismos”4, Sin embargo, la relación entre Arte y Geografía presente en Elias, está lejos de
ser de convergencia, ya que la manera de apreciación del paisaje, como experiencia

1
Elias, N. (2016). Sobre la observación de la naturaleza. Revista de Santander. Edición 11, 60-73.
2
Etimologías de Chile. (18 de noviembre de 2017). Obtenido de
www.etimologias.dechile.net/?paisaje
3
Braudel, F. (1987). El Mediterráneo y el Mundo mediterráneo en tiempos de Felipe II. México D.F.:
Fondo de cultura económica.
4
Elias, N. (2016). Sobre la observación de la naturaleza. Revista de Santander. Edición 11, P.65.
individual y estética no requiere mayor preparación, a diferencia de la apreciación artística,
que requiere una formación especial con el fin de que los ojos puedan atestiguar las
técnicas empleadas y la disposición de los elementos. Es preciso hacer mención al pasaje
que reza: “Mientras el arte puede demandar un trabajo fatigante y prolijo para aprender a
apreciarlo, la naturaleza parece revelarnos su belleza ante nuestros ojos directamente y sin
que empeñemos esfuerzo alguno”5 para complementarlo con el siguiente pasaje: “El
camino hacia la comprensión de la naturaleza es significativamente opuesto al que conduce
a la comprensión de una obra de arte”6, sin embargo, pese a esta irreconciliable distancia,
aprender a apreciar el arte nos puede conducir a una interpretación se la geografía y de
cómo esta ha sido representada a través de las diferentes épocas y expresiones, ya que no se
compone arte a partir de lo inexistente, y el paisaje y la geografía son realidades inherentes
a cualquier vida humana dotada sensorialmente, por lo que se convierten en insumo de la
producción artística.

Lejos de una intención esteticista en el presente escrito, el fin es comprender las formas de
aprehensión subjetiva de la experiencia empírica del paisaje como realidad objetiva, estas
representaciones son creaciones de espíritus sensibles, ya que el arte está dotado
necesariamente de una condición sensible que se manifiesta a través de la experiencia,
experiencia que puede ser asociada con el concepto de Deriva del filósofo y cineasta
francés Guy Debord, quien expone la deriva como la técnica de pasar por diversos
ambientes que generen dichas condiciones sensibles, el concepto de Deriva expuesto por
Debord también plantea una contraposición a las nociones clásicas de Paseo y viaje, ya
que la pretensión de la deriva es la deriva misma7, y no la necesidad de trasladarse a un
punto específico o realizar una tarea que nos conduce a un lugar, en tales nociones clásicas
la noción de tarea o propósito es previa al lugar y el espacio, por lo que el Espacio, y la
geografía emergen como subsecuentes a la realización de un propósito, mientras la Deriva
plantea la realidad contemplativa y el azar como método, en última instancia el dejarse
conmover, la condición sensible que se enfoca en “puntos de atracción” y que subyace a la
creación artística, por lo que podemos decir que todo arte tiene algo de geográfico.

Comprendiendo que a toda manifestación artística subyace algo de geográfico, es plausible


tomar dichas manifestaciones como fuente de estudio geográfico, porque es posible rastrear
las obras en su génesis espacio-temporal, y comprender las interacciones entre paisaje y/o
geografía con la vida humana, ya que no estamos hablando de espacio muerto, ni de entes
abstractos u obras precedentes a la humanidad, sino de manos y mentes que expresan con la
creación artística su realidad y la plasman de manera sensible en lienzos, novelas, poesía,
escultura, cine, fotografía, etc. Por lo que nos es preciso acudir a la voz de Renata Moreira
cuando nos expresa que “Segun Paul Claval a paisagem é operativa. Tal afirmação traz
uma abordagem da paisagem como intencionalidade, distinta da visão clássica da paisagem
como realidade objetiva (biosfera), e coloca os homens como agentes produtores de sentido

5
Elias, N. (2016). Sobre la observación de la naturaleza. Revista de Santander. Edición 11, P.60.
6
Elias, N. (2016). Sobre la observación de la naturaleza. Revista de Santander. Edición 11, P.68.
7
Debord, G. (1958). Teoría de la Deriva de Guy Debord. Internacional situacionista Vol. 1. París.
gerando uma espécie de semiosfera”8, es decir que hay una creación de realidades a partir
del arte, y esas representaciones pueden variar pero siempre podrán ser utilizadas como
fuente de conocimiento geográfico, ya que las representaciones artísticas de lugares son una
“Conquista del Espacio” como nos menciona Ernst Gombrich9.
Esta interpretación de la geografía a través de las fuentes de lo sensible, lejos de erigirse
como la única o la ideal, entra en la multiplicidad que debe tener en cuenta el geógrafo y
que nutrirá su trabajo a medida que pueda aproximarse al conocimiento espacial por fuentes
variadas, más allá de los aclamados SIG (sistemas de Información Geográfica), el geógrafo
avezado deberá saber discurrir en diversos campos que le proporcionan información, ya que
“Sua complexidade [De la geografía] nos obriga a tecer cruzamentos com outras áreas do
conhecimento tais como as artes literárias, as artes plásticas, a filosofia da percepção e a
fisiologia do olhar e do compreender” 10 y la importancia de las artes no es menor a la de
los grandes tratados de intencionalidad positivista, ya que las interpretaciones artísticas del
medio han estado ligadas a la geografía desde su origen: “Como Douglas Santos aponta, a
geografia dependeu, desde as suas origens, de recursos comunicacionais de leitura e
descrição do território, inicialmente baseados no texto discursivo (relato) e no desenho dos
mapas (cartografia).”11.

Es recurrente ver una reticencia académica hacia las expresiones artísticas como fuente
fehaciente de un proceso cognitivo, y esto podría ser válido en alguna medida, aún más por
las disciplinas con gran afán positivo-cientificista, sin embargo, vemos que el arte en las
humanidades tiene un valor fundamental, y puede ser usado como fuente de conocimiento
dándole el tratamiento adecuado, ya que aunque el arte asume una contraposición del yo
con el entorno, esta distancia puede ser de gran utilidad, como nos muestra Jorge Luiz
Barbosa al decir que “A arte assume uma posição de distanciamento do real para melhor
interpretá-lo.12

Para finalizar la dicha conceptualización del encuentro entre Calíope y Urania, debemos
agregar que el proceso de aprehensión artística del paisaje y la geografía representa uno de
los más elevados procesos cognitivos que puede elaborar la mente humana, ya que implica
la interpretación de una realidad que precede a la existencia humana y la conversión de esta
en una realidad subjetiva, es decir, una “objetualización” del paisaje, la creación artística es
por ende, el proceso mediante el cual el paisaje se transforma en objeto, y deja de ser cosa

88
Marquez, R. M. (2006). Arte e geografia. En B. F.-M. Braga, Imagens Marginais (págs. 11-22). Rio
grande do norte: EdUFRN. P. 12.
9
Gombrich, E. (1999). Lo usos de las imágenes. Méxivo D.F. : Fondo de Cultura Económica (FCE).
10
Marquez, R. M. (2006). Arte e geografia. En B. F.-M. Braga, Imagens Marginais (págs. 11-22). Rio grande
do norte: EdUFRN. P. 11.
11
Marquez, R. M. (2006). Arte e geografia. En B. F.-M. Braga, Imagens Marginais (págs. 11-22). Rio grande
do norte: EdUFRN. P. 11.
12
Barbosa, J. L. (2000). A arte de representar como reconohecimento do mundo. GEO-graphia Ano
II N° 3, 69-88.
(En sentido simondoniano13), y dicho objeto es loable de aprehensión humana, entendiendo
que es ajeno y diferente a la realidad que representa, puesto que el artista dispone los
elementos a su conveniencia, teniendo en cuenta que el espacio como realidad objetiva es
inaprensible en su totalidad y es inagotable pues la mente humana siempre podrá descubrir
algo más que subyace a lo que le es otorgado por los sentidos que conocemos como paisaje,
reconociendo que hay elementos de dicho paisaje que escapan a sus sentidos, lo que no
sucede con la obra de arte, ya que al ser un producto humano puede ser aprehendida en
mayor medida.

Ahora, habiendo esbozado el encuentro entre la musa mayor y la musa menor, y algunas de
sus características, me dispongo a exponer la condición geográfica expresada en algunas
manifestaciones artísticas, comenzando por la literatura y la poesía.

Geografía y Literatura:

Como precedentes de la literatura moderna encontramos grandes obras que nos hacen
retornar a la antigua Grecia –una vez más-, para encontrar en los clásicos esa relación entre
arte y geografía, dejando de lado la geografía descriptiva a la que acude el historiador
Tucídides es su Historia de la guerra del Peloponeso, nos topamos con dos relatos que son
claves para entender el pensamiento de la antigüedad, su producción artística y su relación
con la geografía, como lo son el viaje de los argonautas en búsqueda de vellocino de oro,
donde se relata esa relación de alguna manera caótica de los hombres a bordo del Argo, con
el mar Mediterráneo, mar Negro y el Océano Atlántico, y los mitos del que esta era
depositario, teniendo en cuenta también la relación entre los diferentes grupos humanos que
poblaban la región, sumado a este encontramos la clásica historia atribuida a Homero, la
Odisea, que relata el viaje de Odiseo o Ulises tratando de regresar a su hogar en Ítaca,
mientras su camino se ve truncado por todas las fuerzas naturales y divinas que puede
encontrar a su paso, ambos relatos exponen el viaje como un proceso enigmático donde
pululan peligros, lo que da cuenta de una visión de peligro que predomina en el mundo
antiguo, donde el Espacio es fuente de los más complicados males que pueden acaecer a los
humanos, quienes evitan viajar a toda costa, y solo viajan por mandato divino o una fuerza
que los amenaza y los hace ir hasta los “confines del mundo”, acepción recurrente en la
mitología como en el relato de Hércules a quien le son otorgados una serie de retos que
debe cumplir por mandato divino, que lo conllevan a enfrentarse a bestias de poder
sobrehumano, y viajar hasta el Hades, lugar vedado para los mortales.

Es posible rastrear el influjo de estas ideas en una de las primeras empresas geográfico-
militares que se conocen del mundo antiguo y su expansión hacia otros continentes, en este
caso el Asia Menor en la expedición de Alejandro Magno. Para el caso de Asia menor, que
hasta ese momento fue tierra de lo ignoto (para el mundo europeo), una zona de frontera
llena de peligros, es posible ver como predomina esa visión mítica del paisaje como nos
muestra el profesor Javier Gómez Espelosín en su texto La imaginación geográfica en la

13
Simondon, G. (2007). El modo de existencia de los objetos técnicos. Buenos Aires: Prometeo Libros.
expedición de Alejando14, donde expone al Espacio como depositario de mitos como
hombres sin boca, con más extremidades de las que se asumen por normales, lo que
complicaba mucho más la condición del viajero y facilitaba el confinamiento a grandes
centros urbanos, propiciando el desconocimiento de las tierras más allá de Egipto, y lo
ignoto de las cadenas montañosas principales del Asia, al igual que los principales ríos y las
condiciones de su geografía, más allá de los relatos de algunos viajeros, militares o
comerciantes, lo anterior puede ser contrastado con otro texto del mismo autor, donde nos
expresa que “la imaginación griega había poblado todos estos espacios de seres divinos y
fantásticos que otorgaban a estos ámbitos un carácter mítico inevitable”15. Toda esta
condición mitificada, donde habitan cíclopes, gorgonas, grifos y espíritus nos habla de la
condición que tenía la geografía como lugar de lo desconocido y convergencia de sucesos
aterradores que determinaban la relación de los grupos humanos con la geografía
circundante, haciendo que de alguna forma la única manera de viajar, o conocer y
reconocer el espacio fuera la escucha de relatos, en muchos casos mitológicos, puesto que
“ el relato de viajes se convirtió de esta forma en la principal vía de acceso al conocimiento
del mundo con que contaban la mayoría de los hombres”16, visión que predominaría hasta
más allá del siglo XIII con Marco Polo como referencia, o el XVIII con Linneo y sus
criaturas mitológicas.

Dejando de lado el mundo antiguo, nos trasladamos a la península ibérica del siglo XVII
donde hace su entrada triunfal la obra cumbre de la lengua castellana, La aventura del
ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, que narra las peripecias de Don Quijote en la
región conocida como La Mancha, y donde hay algunas descripciones paisajísticas de
zonas áridas y calurosas, de la situación de los caminos de la España de su tiempo, al igual
que de la condición de los labriegos y demás hombres que habitan el campo, campo donde
se desenvuelve la novela y que representa una condición retadora para el protagonista, ya
que este se sobrepone a las visiones míticas del paisaje y busca enfrentarse a esas fieras que
resultan no ser más que aprehensiones de su imaginario.

Por otra parte, debemos reconocer que desde el surgimiento de la novela moderna, allí
donde hay vida humana, el paisaje es susceptible de ser aprehendido por vía literaria, de tal
forma que podemos acudir a descripciones novelísticas de toda las biotas o regiones de vida
sobre la tierra, incluso las regiones de no vida o de aridez extrema como el desierto, eje
central de la novela de Paul Bowles Cuentos del Desierto, donde abundan descripciones del
desierto del Sahara, las costumbres de su gente, sus rituales, relaciones gastronómicas,
comercio, incluso de las relaciones humanas que se desarrollan allí determinadas por las
condiciones desérticas, y que se contraponen al afamado texto de Thoureau: Walden,

14
Espelosín, J. G. (2010). La imaginación geográfica en la expedición de Alejandro. En J. G.
Espelosín, Viajeros, peregrinos y aventureros en el mundo antiguo (págs. 49-64).
Barcelona: Publicacions y edicions de la Universitat de Barcelona.
15
Espelosín, J. G. (1996). Relatos de viajes en Grecia. Madrid: Alianza. P.15.

16
Espelosín, J. G. (1996). Relatos de viajes en Grecia. Madrid: Alianza. P. 19.
donde es el bosque el escenario y este es el depositario de una relación afectiva que
desarrolla el individuo con el entorno boscoso, relación que es más trabajada por Ernst
Jünger en su texto La emboscadura17 donde se expone esa situación de aislamiento y de
filiación sentimental con el entorno boscoso, que en muchas ocasiones es objeto de
romantización, lo que nos conduce de manera casi inevitable a pensar en Goethe, quien
expone especialmente en Las desventuras del joven Werther esta relación sentimental con
el paisaje, la sensibilidad y el alivio que podría provocar el habitar el campo, y nos da
cuenta de esa aprehensión sensible del paisaje donde discurren una gama de sentimientos
que van desde el enamoramiento más embriagador hasta la muerte como conclusión de la
desventura, estas son temáticas recurrentes en la poesía que implica muchas veces la
romantización del paisaje, y que tiene un rico ámbito descriptivo de los entornos en los que
se desarrolla la vida humana, además, esta condición sensible tiene importantes
repercusiones didácticas, ya que la poesía y la literatura se yerguen como modelos ideales
para la educación en geografía.

Por otra parte podemos acudir a paisajes menos dóciles, y por ende más hostiles con la vida
humana, tales como las descripciones de lo aterrador que resulta la estepa, o la taiga rusa,
presentes en Memorias de la casa de los muertos, novela autobiográfica escrita por el
prodigioso literato Fedor dostoievski, donde relata su cautiverio en Siberia, tras
conmutársele una pena de muerte por una condena a trabajos durante 4 años en una
apartada región siberiana, en su novela da cuenta de las relaciones de los pobladores de
aquella región con las estaciones, el clima, la producción agrícola, dando incluso precisas y
extensas descripciones de cosas que se considerarían nimias por muchos como la condición
étnica del lugar, pero que un geógrafo sabrá interpretar como datos de utilidad geográfica.
También nos encontramos con descripciones de la Antártida, como la presente en la novela
de Edgar Allan Poe Aventura de Arthur Gordon Pym, quien escoge esta tierra ignota para
concluir su novela, luego de discurrir sobre la hostilidad que puede ofrecer el mar a bordo
de su barco el Grampus, donde padece enormes suplicios en alta mar, lugar que incluso en
el siglo XXI sigue siendo “tierra” de lo ignoto, y depositario de miedos y en algunas
ocasiones de criaturas míticas como lo fue para Herman Melville en su célebre Mobby-
Dick.

En otro aspecto, la literatura de paisaje se conjuga con la transformación en algunos casos


agresiva que hace el hombre del paisaje, como en el cuento tradicional antioqueño de Jesús
del Corral Que pase el aserrador, donde se nos expone la acción del hombre sobre el
paisaje en un proceso de colonización, el pequeño relato está dotado de importantes rasgos
que dan cuenta de la cultura antioqueña, la fecundidad del proceso de colonización, y de
algunos elementos étnicos que erigen al Paisa como un ser ducho en la superación de
obstáculos.
Terminando este aparte, debemos considerar un arte ajeno a la literatura, pero que es la
manera más clara de cómo el paisaje y el arte interaccionan; hasta el momento hemos
expuesto como el paisaje moldea y transforma las expresiones artísticas, sin embargo, hay
un arte que se encarga de transformar el paisaje: la arquitectura, ya que al momento de
construir una edificación se transforma el paisaje visual, el paisaje sensible y la relación

17
Jünger, E. (1983). La emboscadura. Barcelona: Libregraf.
humana con el entorno donde se dispone la construcción. Esta relación puede ser abordada
por la literatura ya que hay ingentes descripciones de ciudades alrededor del mundo
depositadas en la literatura, ya sea la ciudad distópica al estilo de Orwell en 1984, de
Huxley en Un mundo Feliz, o una condición de cotidianidad como sucede en Bovard y
Pécuchet escrita por Gustav Flaubert, y que nos da cuenta de la manera como se relaciona
el individuo con el entorno, especialmente con el espacio ideal y habitáculo por excelencia
de la vida humana del siglo XXI: la ciudad.

El Arte de la Cartografía:
La cartografía es uno de los mayores puntos de convergencia entre arte y geografía, pues
mapear es en gran medida representar, los mapas no se constituyen como una realidad
objetiva y precedente a lo humano, por el contrario mapear implica una experiencia
subjetiva y una condición representativa, puesto que el mapa no coincide de manera
totalmente precisa con la realidad, sin embargo, es la carta de navegación para discurrir por
el espacio, y se enmarca en el sistema de fijos y flujos expuesto por Milton Santos18.

La cartografía es pues, la conjugación por excelencia de Arte y Espacio, el lugar de mayor


encuentro entre Urania y Calíope, y algunos importantes geógrafos supieron decodificar
esta relación y utilizarla como medio de acceso al conocimiento geográfico, pasando desde
los cartógrafos navales y el enigmático Piri Reis, quien cartografió con gran precisión
tierras que formaban parte del imaginario colectivo del “viejo mundo”, y algunas latitudes
que encajarían con los territorios de ultramar descubiertos por las expediciones de Colón.
En el caso del prominente geógrafo Vidal de la Blache, la cartografía y la producción
artística jugaron un papel crucial en su concepción espacial, ya que sus nota de campo están
mediadas por un gran número de dibujos que hacía de sus vistas de campo, dibujos que
constituyen una gran colección de unos 26 cuadernos que dan cuenta de los viajes de Vidal
de la Blache y sus representaciones del paisaje pese a que no fuera un artista en el sentido
estricto de la palabra, pero estos carecían de intencionalidad estética como nos muestra
Roland Courtot al expresar “los dibujos de Vidal pueden considerarse como los primeros
croquis hechos a mano para tomar nota de informaciones geográficas en el terreno, sin
ninguna pretensión estética y por un científico que no tenía costumbre ni práctica de
dibujar”19, por lo que su producción artística obedece más a una utilidad práctica y bastante
importante para la geografía, puesto que Vidal de la Blache reconoce la importancia de la
representación artística para la aproximación al conocimiento geográfico: “Comprobamos
así que Vidal no tenía una práctica ni continua ni fácil del dibujo, pero se da cuenta al final
de que un esquema podía resultar más eficaz que varias páginas de texto” 20.

18
Santos, M. (1996). Metamorfosis del espacio habitado. Barcelona: Industrias gráficas y editorial
Montserrat.

19
Courtot, R. (2010). Los dibujos de trabajo de campo en la Escuela francesa de geografía (Paul
Vidal de la Blache y Pierre Deffontaines) . Treballs de la societat catalana de geografia 70,
P. 88.
20
Courtot, R. (2010). Los dibujos de trabajo de campo en la Escuela francesa de geografía (Paul Vidal de la
Blache y Pierre Deffontaines) . Treballs de la societat catalana de geografia 70, P. 90
La cartografía como esbozo artístico portador de grandes datos, constituye un elemento de
poder, que se manifiesta en piezas como los derroteros navales que servían como botín no
monetario para piratas y corsarios que capturaban embarcaciones enemigas, generalmente
españolas en el caso americano, ya que eran portadores de valiosos datos geográficos, y el
poder ejercido sobre un territorio comienza por el conocimiento del mismo, por lo que las
empresas geográficas, corográficas y cartográficas que proliferaron desde el siglo XVIII
constituyen un elemento de poder y dominación efectiva sobre algunos territorios de los
que en algún momento se conocía poco. Además del elemento de poder que constituye la
cartografía, podemos rastrear la importancia que esta ha tenido sobre el conocimiento
geográfico, pues despliega los tres elementos que se estructuran desde el arte de la
descripción: “es a partir del arte de la descripción que la cartografía se estructura, pues de
ella se desprenden tres formas artísticas que la soportan y que la convierten en un hecho
integral, nos referimos al ‘arte de la medida’, al ‘arte del dibujo’ y al ‘arte de la pintura”21

Pintura y fotografía.

Para finalizar con el encuentro entre Calíope y Urania, debemos considerar la


representación gráfica del paisaje, la transliteración de lo sensible a una imagen fija y
apreciable que nos proporciona información geográfica. Teniendo en cuenta la conclusión
de Elias sobre la invención del paisaje en el renacimiento, nos enteramos de las
implicaciones que tiene la pintura paisajística en el pensamiento geográfico, ya que es una
apropiación del paisaje por la mano creativa, una conquista como ya mencionamos, en estas
representaciones cabe una gama de expresiones donde se plasman las diversas relaciones
sensibles que se tienen con el paisaje, pasando desde las pinturas de Boticelli, o Bartolomé
Esteban Murillo, donde predominan paisajes coloridos y una condición lumínica que nos
habla de una relación armoniosa con el paisaje que se puede captar con una mirada, hasta
las emociones que nos puede expresar Goya o Hieronymus Bosch (El Bosco), donde
predomina un aspecto sombrío y lúgubre del paisaje, que encajaría en algunas
oportunidades con el aspecto mitológico de la literatura de la antigüedad. Y en otro ámbito
de las emociones humanas podríamos aproximarnos a las pinturas de Caspar David
Friedrich, donde las emociones se conjugan pasando de lo lúgubre hasta la emoción febril
de los retos que el paisaje y la vida presentan ante los individuos, dando cuenta que como la
literatura, la pintura ha conquistado todos los espacios donde se puede desarrollar la vida
humana, lo que incluiría a Van Gogh con sus paisajes irreales, o los surrealistas de pintores
como Dalí, que pese a que sus paisajes no calzan con un lugar preciso e identificable,
encuentran sus raíces en paisajes reales que fueron interpretados por estos pintores de
acuerdo a sus emociones, intereses y pensamientos.

El paisajismo en la pintura se transforma radicalmente en el siglo XIX, ya que nos


encontramos ante el advenimiento de la fotografía, de producción más rápida y fiel que una
pintura, y con el desarrollo de la fotografía, y posteriormente del cine, parecería que el arte
del paisajismo pasaría a ser obsoleto, aunque este parecer está lejos de ser cierto, ya que la

21
Velázquez, R. R. (2010). Macrocosmum carto-graphica, el arte de la cartografía. Bogotá:
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Artes.
fotografía funciona como un retrato y permite una reproducción fidedigna de lo que es visto
por el fotógrafo, sin embargo, la fotografía no dispone de un elemento que es fundamental
en la pintura, que es la teatralidad; en la pintura el autor dispone a su antojo de los
elementos representados, los hace ver más o menos cerca según sus intereses, los deforma,
o puede conjugar elementos que en la realidad serían irrenconciliables, como un pingüino
en un paisaje sahariano por acudir a un ejemplo descabellado que resultaría de difícil
elaboración para un fotógrafo, mientras que para un pintor no existe tal dicotomía, por lo
que cambia la relación sensible con el paisaje y la geografía, y la geografía sucumbe a la
labor creativa sin mayores limitaciones que la técnica del pintor. Por esta disposición
escénica la pintura es el otro elemento (luego de la cartografia) donde pueden converger
con mayor facilidad Calíope y Urania, como las dispone la siguiente imagen.

Vouet, Simon. The muses Urania and Calliope. 1634.


Trabajos citados
Barbosa, J. L. (2000). A arte de representar como reconohecimento do mundo. GEO-graphia Ano II
N° 3, 69-88.

Braudel, F. (1987). El Mediterráneo y el Mundo mediterráneo en tiempos de Felipe II. México D.F.:
Fondo de cultura económica.

Courtot, R. (2010). Los dibujos de trabajo de campo en la Escuela francesa de geografía (Paul Vidal
de la Blache y Pierre Deffontaines) . Treballs de la societat catalana de geografia 70, 85-
100.

Debord, G. (1958). Teoría de la Deriva de Guy Debord. Internacional situacionista Vol. 1. París.

Elias, N. (2016). Sobre la observación de la naturaleza. Revista de Santander. Edición 11, 11, 60-73.

Espelosín, J. G. (1996). Relatos de viajes en Grecia. Madrid: Alianza.

Espelosín, J. G. (2010). La imaginación geográfica en la expedición de Alejandro. En J. G. Espelosín,


Viajeros, peregrinos y aventureros en el mundo antiguo (págs. 49-64). Barcelona:
Publicacions y edicions de la Universitat de Barcelona.

Etimologías de Chile. (18 de noviembre de 2017). Obtenido de


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